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xI DEL RECHAZO DE UN SIGNIFICANTE PRIMORDIAL, Up meliz pesado de dl, Elday a mache La veoweong Tocara 2 ‘Abordamos el problema de las psicosis a wavés de la cuestién de las estructuras freudiaas, Este titulo es modesto, y no se encamina hacia donde en verdad apunta nuesta in ‘vestigacin, a saber, la economia de las pscosis, que buscare- ‘mos por el camino de un anliss de la estructura. [La estrucara aparece en lo que se puede lamar, en sentido propio, el fenémeno. Seria sorprendente que algo de la estructura no apareciese en el modo en que, por ejemplo, el Aeltio se presenta. Pero la confianza que tenemos en el andli- sis del fendmeno es totalmente diferente a la que le concede el punto de vista fenomenoligico, que se dedica a ver en él lo (que subsiste de la realidad en si, Desde el punto de vista que ‘os guia, no tenemos esa confianza a priori en el fenémeno, por la sencilla razéa de que nuestro camino es cienifco, ¥ {que el punto de partida dela ciencia modema es no confar en Jos fenémenos, y buscar algo mas sélido que los explique No hay que retroceder ante la palabra. Si la psiquiatria desde hace un tiempo ha dado marcha atrés desconfiando de 1a explicacién para preconizar la comprensin, es porque 1a via explicativa se encontr con algunos impas36ses. Pero te- remos en nuestro haber el testimonio de la eficaeia expli va dela investgacién anaitca,y avanzamos en el dominio de las psicsis con la presuncién de que también en este caso un andlisis adecuado del fenéimeno nos evard a la estructura ya la economia, 'No nos lanzamos a la distncin de las neurosis y las psi- ‘cosis buscando simples satisfacciones de noségrafo. Esa «distincin es de sobra evidente, compardndolas una con otra aparecerinrelaciones, simewias, oposiciones que nos permiti- rin erigir para la psicosis una estructura aceplable. "Nuestra punto de parti es el siguiente: el inconsciente en la psicosis esta ahi, presente. Los psicoanalistas Io admiten, ‘con razén 0 sin ella, y nosotros admitimos con ellos que, en todo caso, es un punto de partida posible. Elinconsciente esti ahi, pero la cose no funciona. En conta de lo que se pu cre- ‘er, que esté presente no implica por sf mismo resoluciénalgu- ‘a, sino en cambio, una inercia muy especial. Por oxa pare, {el psicoanslisis no consiste en hacer consciente un pensa~ riento, ni menos paradéjicas las defensas de un ego, afin de ‘obtener lo que impradentemente se Tama su reforzamiento. Este rechaza de las dos vias en que se comprometi el psicaa- nilsis, primero en estado naciente, y Iwego en su estado ‘actual, desviado, es casi obvio en cuamto abordamos las psico- Encontrardn en la revista anunciada de muestra Sociedad, ‘en su primer mero sobre el lenguaje y la palabra, esta férmulaliminar: Si el psicoandllsis habito el lenguaje, no le ‘es dable desconocerlo sin olterarse en su discurso, Este es todo el sentido de lo que enseiio desde hace algunos afos, y hasta ahi eros legado en lo tocante ala psicosis. La promo ‘ida, la valorzacion en la psicosis de los fendmenos. de Tenguaje es para nosotros la mas fecunda de las ensefanzas. Por si solas estas premisas cuestionan la teria de la cura analitca que, cada vez.con mayor insistenca, la reduce a una relacin de a dos. A partir de entonces, estécapturada en la e- lacidn del yo del sujeto com el yo idea, del yo al otro, un otro caya calidad puede sin duda variar, pero que siempre ser, la experiencia lo prueba, el solo y nico otro de la ela ima naa 7 want aa pretend reac de jan que se tata de resttuir,se lleva al sujeto a una cuiosa experiencia de lo que podria llamarse el basamentokleniano de lo imaginaro, a s@- ber el complejo oral. Obviamente, en un sujeto que por si mismo no esta inclinado a la alienacién, esto sélo podria sosteerse en base a un malentendido, constituide por una especie de incorporacién o devoracién imaginaria, que sélo puede ser, dado quel relacin anaticaes una rlacin de pa- labra, una incorporacién del discurso del analsta. En esta cconcepcidn desviada, el andlsis slo puede ser la incorpora- idm del discurso sugerido, incluso supuesto del anlista, 0 sea todo lo contraro del andliss. ‘Los pongo al tanto diciéndoles mi tesis. La voy a decir to- ‘mindola por el lado inadecuado, vale decir. situdndola en ese plano genético que parece ser indispensable para que se sien- ‘an cémodos. Les diré luego que no es asi, pero en fin, diga- 'mos primero que si fuese asf, seria como les voy a deci Se trata de una tesis que Concieme a toda la economia ‘quica. Es importante para la comprensién de los debates con- fusos que se desarrollan en tomo @ la fantasmatica Kleiniana, para refutar algunas objeciones que se le hacen, para situar ‘mejor To que puede aportar de verdadero 0 fecundo a la “comprension de Ta precocidad de las represiones que implica. En efecto, contrariamente a lo que dice Freud, que no hay re- presién propiamente dicha antes del declinar det complejo ‘Edipo, la teoria kleiniana supone en cambio que la represion iste desde las primeras etapas pre-edipicas, ‘Mi tesis puede aclarar a ‘una contradicién que pa- rece insoluble en Freud mismo a propésito del autoerotismo, or un lado, habla del objeto primstive de la primera relacién nio-madire. Por oto, formula la nocisa del autoeretismo pri ‘mordial; vale decir de una etapa, por corta que la suponga- mos, donde no hay mundo exterior para el nito. EL asunto atafie el acceso primordial del ser humana a st realidad en tanta suponemos que hay una realidad que le es ‘carelativa: supesicion implicita en todo esbozo de este tema, pero que también sabemos seré necesario abandonar en algin momento porque no habria preguntas acerca de esta realidad ‘siprecisamente ella no estuviese perpetuamente en tela de jui- ‘Gio. ¢Hay algo en el hombre que tenga ese cardcter envolvente Yy comptada a la vez que hace que inventemos para el animal ‘nociéa de Umwelt? Sefialo de paso que esta hipétesis nos sirve para el animal ‘en Ta medida en que el animal es para nosotros un objeto, yen ‘ano, en efecto, existen condiciones rigurosamente indispen- ‘sables para su existencia, Nos gusta investigar como funciona para estar siempre de acuerdo con sus condiciones primordia- les, y Hamamos a este acuerdo instinto,comportamienta 0c lo instintvo: si hay cosas que no estén ahi deatro hay que pensar que no las vemos, y si no las vemos nos quedamos Iranguilos y, en efecto, zpor qué no? Eno que hace al hombre, es evidente que esto no basta. EL caricterabieroy proliferante de su mundo no permite hacer de 61 su coneato bioldgico. Ahi es donde intentodistingui, porque me parece cohereate y prictico, os wes érdenes de lo Simbélico, lo imaginario y lo real. Todo indica que todo lo {que muestra la experiencia analitica puede ubicarsesatisacto- ‘amente en estos wes Grdenes de relaciones,siendo el asunto saber en qué momento se establece cada una de estas relacio- Mi tesis, que quizé daré a algunos la solucin del enigma {que parece haber constituida para ellos mi golpe de efecto de Ja vez pasaa sobre Ia paz del atarecer, es la siguemte a rea lidad estd marcada de entrada por el anonadamiento simi ‘Aunque todo nuestro trabajo del aio pasado la prepara, voy de todos mods aiustraria una vez més, aunque mas m0 sea para alcanzar esa paz del atardecer acogida de modo tan vata, Noes una excursién que, como dice Platén, sea discordan- tey peque contra el tono analitica. No creo para nada innova, Si leen el texto de Freud sobre el presidente Schreber, verdn {que aborda como argumento clinico para la comprensign del susodicho Presidente, la funcidn que jugd en otro de sus pa- Cientes la prosopopeya de Nietzsche en su Zaratustra, que se llama Antes del amanecer. Pueden remitise a ese punto — precisamente para no leo hice yo mismo ciertainvocacién de a pa del atardecer— verin ah representado To mismo que ‘queria haceres ver hace una semana, y que voy a proponeries ‘de nuevo ahora, hablando del dia, El dia es un ser diferente de todos los objetos que contiene _y manifiesta, tiene incluso probablemente mis peso y presen- ‘ia que cualquiera de ellos, yes imposible pensar, aun en la ‘experiencia humana mis primitiva, como el simple retomo de ‘una experiencia. ‘Basta evocar Ia prevalencia en Ios primeros meses de 1a ‘vida humana de un ritmo del sue, para tener todos las razo~ nes para pensar que no es una aprehensién empitica lo que hhace que en alain momento —ilusto as los primeros anona- ddamientos simbélicos— el ser humano se desprenda del dia, EE ser humano no esta sumergido sencllamente, como todo hhace pensar que lo esti el animal, en un feaémeno como la altemancia del dia y la noche. Elser humano postu el dia en ‘cuanto tal, y as el ia adviene a la presencia del dia, sobre un fondo que no es un fondo de noche concreta, sino de ausencia posible del dia, donde la noche se aloja, ¢ inversamente por ‘eto. EI diay a noche son muy tempranamente cédigos sig- nificant, y no experiencias. Son connotaciones, y el dia ‘empirico y concreto slo surge alli como correlato imaginario, dest el oxigen, muy tempranamente ‘Esta es mi suposicin y a partir del momento en que hablo desde et punto de vista genético, no tengo por qué justificarla fen la experiencia. Fs estructuralmente necesario postular una etapa primitiva en la cual aparecen en el mundo significantes| fen cuanto tales, Como este nivel los deja con cierto desasosiego les pro- pongo las cosas de manera dogmética, cosa que detesto, saben (que mi manera es dialéctica. ‘Antes de que el nifo aprenda a articular el lenguaje, debe- ‘mos suponer que hay significantes que aparecen, que ya son del orden simbélico. Cuando hablo de una apariién primi el significante, esto ya implica el lenguaje. Equivale senct Tamente a esa aparicin de un ser que no esti en ningin lado, dia, El dia en tanto que dia no es un fendmeno, el dia en tanto que dia implica la connotacén simbica, la alternancia| fandamental de la vocal que connota Ta presencia y la ausen= cia, sobre la que Freud hace girar toda su nocién de ms allé del principio de placer ‘Apunto exactamente, ahora en mi discurso, a este campo de aniculacién simbélica, y allies donde se produce la Ve- werfung, ‘Me regocija que algunos de ustedes se atormenten respect al tema de esta Verwerfung. Despus de todo Freud no habla 4e lla muy a menodo,y fia pescaria en los dos tres i tes donde muestra Ia punta de la ora, e inchs a veces ali donde no la moesta, pero donde la comprensisn del text ge suponera, A propésito de la Verwerfung, Freud dice que el sueto no ‘queria saber nada de la casirakén, ni siquera en el sentido de la represin. En efecto, en el sentido dela repesin, toda~ via sabe uno algo sobre eso mismo sobre lo que nada quiere, de cera manera, saber, y todo el anlisis consiste en mostrar que uno Jo sabe muy bien. Si hay cosas sobre las que el pa~ Cente nada quiere saber, incluso en el sentido dela represion, esto supone otro mecanisme. ¥ come la palabra Verwerfing parece en conexién directa con esta frase y también algunas Dginas antes, echo mano de ella, No me importa espe- ialmente el término, me importa lo que quiere decir, y creo ‘que Freud quis decir eo. ‘Se me objet, del modo ms pertnente, debo decirlo, que cuanto més se acerca uno al testo, menos Uegamos comprenderlo, Precisamente por es, hay que hacer vivir un texto con lo que le sigue y con lo que le precede, Siempre hay (que comprender un texto con lo que le sigue. ‘Quienes me hacen més objeciones me proponen por oa parte ira buscar ental o cual ott texto de Freud algo que no ia la Verwerfung sino por ejemplo, la Verleugnung: es cu- Floso observarcémo prolifera ese ver en Freud, Nunca di una clase puramente semamtca sobre el vocabulario de Freud. pero les aseguro que podria dar de inmediao una buena doce a. Comenzaria hablando de las connotaciones bancaras de todos esos téminos, la conversén, la transferencia, etc, 10 ‘ual levari lejos, incluso hasta las implicacionesprimeras de tse enfoque directo que tuvo Freud de los fenémenos de la neurosis. Pro no podemos etemizarnas en estos modos de abordaje. Ténganme un poco de confianza en lo tacante a este trabajo de los sentidos. Si elijo la Verwerfung para hacerme ccomprender, sel fruto de una maduracién, mi trabajo me Condujo a ello. Reciban, al menas por un tiempo, mi miel tal, come se las ofrezco, ¢intenten hacer algo con ella. Esta Verwerfung esté implicita en el texto de le Vernei- ‘ung, que comenté aqui hace dos aos Jean Hyppolite, y par eso elegi publicar su intervencién en el primer nimero de la revista La Psychonalyse. Alli podtén ver, texto en mano, si Hyppolitey yo teniamos 0 na razén, en tomar el camino de la Verneinung. El texto de Freud, sin duda alguna deslumbrante, est lejos, Ge ser satisfactorio. Confunde todo, eso nada tiene que ver con una Verdrangung. {De qué se tata cuando hablo de Verwerfung? Se tata del rechazo, dela expulsén, de un significant primordial alas t nieblas exteriores,significante que a partir de entoncesfaltara fen ese nivel, Este es el mecanismo fundamental que supongo esti en la base de la paranoia. Se trata de un proceso pri- rmordial de exclusién de un interior primitivo, que noes el in- terior del cuerpo, sino el interior de un primer cuerpo de sig~ nificant, Freud supone que es en el interior de ese cuerpo pri- moral donde se constiye el mundo dela realidad, como ya puntuado, ya estructurado en términos de significantes. Freud ‘escribe entonces tado el juego de comparacin de la vepre~ ‘sentacién con esas objetas ya constituidas, ‘La primera apsehensiéa de la realidad por el sujeto es el jicio de existencia, que consiste en decit: eto no smi sueiio ‘0 mi alucinaeién o mi representacién, sino un objeta. Se trata —es Freud quien habla aqui, no yo— de una puesta a prueba del exterior por el interior, de la constitucién Ge la realidad del ujeto en un nuevo hallazgo del objeto. EL objeto es vuelto a encontrar en una busqueda, y por cieto hhunea se vuelve a encontrar el mismo abjeto. Esta constitu- én de la realidad, tan esencial para la explicacién de los me- canismos de repeticin, se inscribe en base a una primera bi- particién que curiosamente recubre ciertos mitos primitivos, que evocan algo esencialmente tambaleante introducido en el acceso del sujeto a la realidad humana. Esto es supuesto por esa singular anterioridad que Freud da en la Verneinung a lo que explica analégicamente como juicio de atribucién, en ‘comparacién con un juicio de existencia. Hay en la dialéctica de Freud una primera divisién de lo bueno y lo malo que s6lo puede concebirse si la interpretamos como el rechazo de un significante primordial. ‘Qué quiere decir significente primordial? Esta claro que, con toda exactitud, no quiere decir nada. ‘Lo que explico tiene todos los caracteres del mito que me sentia dispuesto a deslizar en esta oportunidad, y que Marcel Griaule relaté el afio pasado: la divisin en cuatro de la pla- centa primitiva introduce un desequilibrio del que se desprende el ciclo que involucraré la divisién de los campos, los vinculos de parentesco: etcétera, También les cuento un mito, porque no creo en modo alguno que haya en alguna parte un momento, una etapa, en la que el sujeto adquiere pri- ‘mero el significante primitivo, introduciéndose luego el juego de las significaciones y después, habiéndose tomado de la ‘mano significante y significado, entramos en el dominio del discurso. Hay alli empero una representacién tan necesaria, que la comunico con toda tranquilidad. para satisfacer vuestras exi- ‘gencias, pero también porque Freud mismo avanza en esa di- reccién, hay que ver cémo.

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