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en DRUKER, P.F.; HAMMOND, J.S.; KEENEY, R.L.; RAFIA. H.; ETZIONI, Amitai;
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. Bogota, Deusto, 2002, pág 47 a 68.
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Lima,

Marzo del 2005

Apreciado señor.

Me he tomado el atrevimiento de leer su carta y elaborar una respuesta


donde pongo a consideración algunas observaciones a su útil método. Se que
usted es dueño de una capacidad de análisis e ingenio que pocos tienen y,
mucho mejor, de un refinado sentido del humor que nunca le ha permitido
conformarse con poco, por lo que confió en su disposición para tolerar la
exposición de todo punto de vista.

Cuando se intentó reducir la toma de decisiones a operaciones


matemáticas, muchos rechazaron por completo los procedimientos basados en
el debate (retórica y dialéctica), por considerar que fomentaban la
incertidumbre. Pero hubo quienes trataron de formalizar y crear un álgebra
del debate, o al menos hubo uno: Leibniz, pero fracasó y su método se
encuentra en esa línea, con mejor suerte, pues no se ha comprometido con
los intrincados formalismos del álgebra.

A comienzos del siglo XXI, creo que es posible afirmar que el debate real
no puede ser sustituido por el debate mental, aunque este sea importante. Por
ejemplo, supongamos que usted luego de tomar su decisión desea revisar en
la práctica la efectividad de su tabla y compromete a dos amigos con
capacidad de argumentar adecuadamente para que uno defienda la columna º
 y otro la columna   . Si ambos se involucran honestamente en
la defensa de la posición adoptada podríamos esperar que aporten nuevos
elementos de juicio. El resultado, impredecible por cierto, puede ser que se
deba replantear la conclusión inicial, tomada de manera solitaria o que se
confirme. Sobre este supuesto, lo que si puedo predecir, es que como
resultado de este examen se comprenderá mejor la tesis descartada y tal vez
merezca mejor tratamiento y sepamos en que contexto podríamos aceptarla.

En un debate el resultado necesariamente no es la derrota absoluta ni la


victoria definitiva, pues la discusión se puede reanudar en nuevas
circunstancias. Lamentablemente muchas veces debemos tomar decisiones
que provocaran efectos irreversibles, pero eso no significa que la decisión no
sea revisable nuevamente en casos semejantes.

Agradeciendo su gentil atención, me despido usted deseando que nunca


se borre la memoria de su gran obra.

Juan Ureta Guerra

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