marcas de balas intactas, un bmw de 1975 muy saturado por el oficio; se notaba que fue recién sacado del acantilado. Las ventanas todavía estaba adornada con tierra roja y hojas en las aberturas de los asientos, el retrovisor seguía a la mitad; con ligereza me asome para ver la distribución de los espacios, ya recuerdos perdidos en la carroza de metal.