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produccciones de la paciente ta en discusion aqui, que esta in da por la empatia con la Paciente, sino por un buen acuer- do interno con lo que pensaba y sentia en ese momento. _Esto no produjo en un primer momento ningun efecto visible; pero, puesto que ya conocia bien los largos tiem- pos de Ada, no me descorazoné, y en las sesiones poste- riores procuré volver a proponerie ideas por el estilo, Me parecia casi estar dejando todas las noches un caramelo en la cémoda de una anoréxica, para ver si se lo comia. Un par de semanas después, me revelé un secreto: al- gunos ajios antes de comenzar el andlisis, habia partici- pado en un grupo de formacién empresarial conducido por un experto ejecutivo. Se habia enamorado de él profundamente sin decirse- loa nadie y, a partir de un determinado momento, en ade- lante, ino habia pensado més en eso! Es mas, no habia pensado mas en ello hasta el mo- mento actual, en que me lo estaba contando. Ahora, me doy cuenta de que éste pareceria uno de esos clasicos casos en los que el paciente parece respon- der a los apremios y a las expectativas de! analista, pro- duciendo justamente el tipo de material que el analista es- taba buscando. No analizaré el aspecto tedrico-epistemolégico de este problema, y me atendré al aspecto clinico. En la practica, todo esto sirvic. 193 La atmésfera comenzé lentamente a componerse, con las referencias a nosotros dos, y en esa isla rocosa que era nuestro anélisis despuntaron algunas florcitas: suehos amorosos en los cuales la pareja ocasional tenia algun elemento que podia vincularse a mi, que Ja misma Ada re. conocia facilmente. Lo practicable onirico-simbélico de la transferencia amorosa (jno de la transferencia erotica defensiva!)§ me parecié que fue permitido, en este caso, no tanto por una fidelidad literal al material producido por la paciente (fide- lidad que nos habia costado un fargo impasse), ni mucho menos por una proximidad empatizante que la paciente tal vez habia tenido que obstaculizar, ya sea para defender- se, ya sea, en un nivel mds profundo, para hacerle expe- rimentar al analista una desoladora impotencia de rela- cién, sino, mas bien, por una atencién particular a lo que la pacienie sistematicamente no habia producido (funcion clinica del yo de trabajo que no tiene nada que ver con la resonancia empatica) Tal vez, en el fondo, precisamente esa ausencia tan ab- soluta de referencias de relacion constituia, en negativo, el verdadero material psicoanalitico. De hecho, las sesiones devinieron progresivamente vi- tales y ricamente comunicativas, y el desbloqueo libidinal afectivo se extendid en breve tiempo también a su vida de relacién extra-analitica, En el sueo de los veinte afos, Ada sélo habia podido acercarse al hombre sin alcanzarlo verdaderamente, dada la condicién de inmadurez de relacién, después de (y “después de”, para el proceso primario, significa “puesto que") haber recorrido desde el exterior los elementos es- tructurales maternos (simbolizados por la casa de la abuela materna). SPara une distincién entre las dos formas vanst ferenciales, vease Bolognini (19940) cones 194 empaticamente con ella hasta ese desbloqueo, Paraddjicamente, el desbloqueo habia sido producido por una tactica psicoanalitica “estudiada en teoria”, no de- bida a percepciones de resonancia empaticas, : En esta experiencia clinica, la empatia constituy6 una meta, NO uN Método; y no excluyo que mis esfuerzos em. patistas iniciales hayan sido hasta dafinos cuando se los Comuniqué a la paciente: quizé me habia vuelto parecido al muchacho que, en la fiesta, habia Pretendido tirarle de un brazo cuando ella no se animaba, Exactamente: jEsto es “empatismo"! En realidad, desde un cierto punto de! andlisis en ade- lante, no tuve que esforzarme para empatizar activamen- te: el contacto se realiz6 de forma espontanea cuando era natural que ocurriera, y muchas veces, al finalizar las se- siones, una mirada a los ojos nos permitia recorrer todo el camino previo, con intenso conocimiento y con profunda alianza emotiva. Considero que este desarrollo psicoanalitico sefiala que la empatia puede constituir, a veces, el fruto de un tra- bajo psicoanalitico complejo, antes que su instrument. Para concluir este resumido y —soy consciente— in- completo sumario de las dificultades del contacto empati- co debidas a fases especificas del andlisis, citaria también los periodos durante los cuales ciertos pacientes tienen una auténtica necesidad de estar por su cuenta —por lo menos en nivel intimo— y no quieren que el analista se entrometa desde demasiado cerca en sus estados de ani Mo (Bollas, 1987) 195 Kohut rigidamente escotist. stidos con la mision de funcio- situacion de forma estereot.. Algunos seguidores de cos, cuando se sienten inve: “empatizando” en alguna paiary ecnamers ‘compulsiva, me hacen Rete a esos boy scouts que en los chistes obligan a toda Costa a las viejecitas a cruzar la calle, aunque ellas no tengan nin. guna necesidad de hacerlo en ese momento. Sin embargo, es necesario recordar que Kohut (1984) ha sefialado un peligro parecido en el ambito de su escue- la de pensamiento, y describid, entre otras cosas, el ries- go de una “invasién empatica”, estableciendo que, desde el principio de la vida, lo que se desea es ser expuestos a una empatia atenuada, antes que a una empatia total y to- talizante. Conclusiones Con estas notas, he intentado hacer evidentes los as- pectos de complejidad, articulacin y profundidad de la empatia psicoanalitica, sefialando también el riesgo de un voluntarismo escolastico y de una actitud demasiado in- tencional y defensiva por parte del psicoanalista respecto del “empatizar’. No querria que con esto se me malinterpretara: yo creo que un cierto grado de sintonia y de concordancia volun- taria es obviamente necesario en nuestro trabajo, y que una idea extrema de “lo indecible” de la empatia podria conducir al fatalismo, a una pasivizacién y, en definitiva, a una falta de responsabilidad de! analista; todos, aspectos que considero deletéreas eventualidades. Mis consideraciones, mas bien, se dirigen a mantener una receptibilidad articulada y a redimensionar aspectos residuales narcisistas-omnipotentes del analista que Po- drian conducir, en lugar de a la feliz y delicada combina- cidn de la empatia, al decadente fenémeno del empatis- mo (con un esfuerzo compulsivo de buscar el contacto a toda costa, en la ilusion de poder controlar mejor el proce- 80). 196 Yo creo que una empatia F efectiva 4 a to de una serie de validas sintonizaciones 2 es el fru- complementarias, bien elaby 's Concordantes y eens oradas e j participacion es un precursor de Ia moe que la constituye Su necesaria premisa de ja experiencia 2 a j n bru- to, pero no el producto final, nj mi ; 1 ni mucho menos la i (Bolognini, 1995); que en algunas fases del poseaey oi coanalitico la empatia se puede veriticar eon frecuencia relativamente mayor (por ejemplo " la fase idealizante de | plo, en la “luna de miel" de experto— de los andlisis bien logrados); y que ésta puede favorecerse siempre por un constante monitoreo autoana- litico del terapeuta, dirigido al reconocimiento de la contra. transferencia, de los elementos extrafios y, mas en gene- ral, al mantenimiento de un buen contacto con el propio mundo interno, disminuyendo los niveles de clausura y de control del yo defensivo. Concluiria con una metéfora: es esencial que todo na- vegante zarpe con su embarcacion llevando consigo el equipaje técnico y cultural necesario para enfrentar el mar, en las mejores condiciones; pero el navegante sufi- cientemente experto sabe que debera adaptar sus pro- pias técnicas al mar y al tiempo, y que cada viaje serd, en alguna medida, imprevisible y distinto de los precedentes. Y precisamente esta consciencia, no menos que las habilidades adquiridas, lo diferencia de las rigidas ilusio- nes del principiante. 197

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