You are on page 1of 22
Mageeta: RAG Reservas todos os derechos. De acuerdo alo dispuestoen el aut 270, del Cédigo Penal, pod sor castigados con ‘ens de mula y prvacin de lbetad quienes reproduzcan 0 ‘lagi, en todo o an parte, una obra iteara, atten o cienfica jade en cualquier tipo de soporte sila receptive ‘utara, Ledicin, 1986 2redicisn, 3 ech (© Biiciones Ala, S.A. 1998 Sector Fores, | 28760 Tres Cantos ‘Telét: (91) 806 1696 Pax: (81) 804 40.28 Madris - Espana ISBN: $4-7600-121-5, Depésio legal: M. 470-1998 TIimpresoea Anzos, SL. ueolabrada (Madeid) Publio Terencio Afro COMEDIAS LA MUCHACHA DE ANDROS LA SUEGRA ‘Los HERWANOS Edicién de Aurora Lépex Profeora Titular de Flos Ling Univeidad de Granada y Andrés Pociia Catedeitica de Lingien y Literatura Latinas ‘Universtdad de Granada NOG zz Purkio tomuéeo Apa (8) La suegra (Hecyra) AoF Aok Aod Didascalia Representada en ls Juegos Megalesios siendoedilescuru- les Saito Julio César y Gneo Cornelio Bolabela, Actad Lu cio Ambivio Turpion”, Compuso la misica Faco,esclavo de Claudio toda fa comedia com flauasiguales. Comedia grcga & Apolodoro®. Compuesta en quinto gr, en el constlad de Gheo Octavio 7 Tito Manlio, Se repuso en los Juegos Finebres en honor de Lucio Eini- tio Pa Fas sesapeagvaany or tercera verse represents siendo ediles cures Quinto Fulvio y Lucio Marcio’ Tuvo éxito. Q Sumario de Gayo Sulpicio Apolinar anfilo toma por esposa a Filomena, a quien habia violado sin conocerla en otro tempo, cuando era doncela y le habia atrebatado a la fuerza un anillo, que le regalé a Baquide, sim- ple metetriz amige suya. Después se marché a Imbros', sin tener relaciones con la esposa. A ésta, preiiada, se la lleva a 7 Ue comeda de Teresi dose a india a acts de Laci A lode Prensa lao de Las Ambiio Turpin, que; spin ls dasa, Ingen en cl eteno de la otaiad de as comedy de Ferenc ‘Rpoladoro de Cato, uno dels comedisprafos de a Comedia Nueva gicgt pers s compone: hatin cl 2853 C. Esibs cuarentay see comer as dor de as cae svicon de model « Terenea lecye pas i home nip dl lio Bpiciscomenos pa el Phra Se decin si ao i688 C * Pogue at del Ege siuada sn ontads de lo Dardanles. Tien 225 110 PUBLIO TERENCIO AFRO ‘asa su madre, como si etuvieraenferm, para quel sgra no se entere. Regresa Pinfilo; descubre el parto; fo oculta; sin erbargo, no quer acoger a su esposa. Su pare fo achacaa fs amor por Baguide, Mientras ésa se exculpa, Mitr, Ia madre dela violada, reconoce por azar el anillo. Panfilo aco- {ge a su esposa con el nifio, Personajes FILOTIS, meretriz, SIRA, anciana. PARMENON, esclavo. LAQUETE, anciano. SOSTRATA, matrona, FIDIPO, anciano. PANFILO, joven. SOSIA, esclavo. MIRRINA, matrona, BAQUIDE, meretriz. UN CANTOR Prélogo primero La suegra es el tivalo de esta comedia, Cuando se estrené, se estreng con ella tal agiero y desastre que no pudo ser vista ai conoeida; el pablico, completamente embobado, habia con. centrado su atencién en un fundmbulo. Ahora se representa como nueva por completo, y el que la eseribi6 no quiso re- presentarla de nuevo, para de nuevo poder venderla. Ya co- nocéis otras comedias suyas; conoced también ésta, por favor. Wipers casdrados. En a acwalidad pertenece 2 Torgia,reibendo el sombre de Imro= a LASUEGRA Mm Prologo segundo Me presento a yosotros como abogado con vestimen- 10ta de Prélogo; dejadme convenceros con mi eee fa que, ahora viejo, pueda gozar de las mismas atribu- Eloned que de joven, cuando hee llegar a viejas obras fra catadas cuando nuevas, para que con el poeta no se des- wines ie Sree Tn las comedias de Ceciio® que represents por pr- aera ves, en parte de elas fracas en parte me mantuve a dus penas puesto que sabia qu el ito escnico es Tnudable con ta esperancainsegura wfosté un seguro ‘sfusrsa’ comiencé reprerentar las miimas comedias 20aanosamente, para obtener de dl ouras nuevas y que €l no abandonase su afdn. Consegui que los especradores fas siguiesen; cuando se conocieron, gustaron. De. este modo devolvi a su puesto a un autor ya casi apartado, por el ataque de sus adversarios, de su vocacién, de su abajo y del arte de las masas, es que sentonces ba bese mcoosprecadosut originales fubiese quedo de- dicarme a descorazonatlo, para que viviese en el ocio an i que ocupado, facilmente le habria quitado el impulso fe peribir ous ‘Ahora escuchad con énimo sereno qué pido en mi de- 30 fensa: de nuevo os presento La suegra, que nunca con- segulgepresetar en lene! ano fe ala el nies nie. Tal infortunio lo apaciguaré vuestra comprensién, Sis hace aur de nuestro empego, Cuando comencé a represeuarla por primera very ts fama de unos bones dores (ala que se unié las ganas de ver aun funimbulo), is aglomeration de los acorpanantes, el ball, el gr terfo de las mujeres, hicieron que me retirase antes de FHL comedisgrafo Cevio Batsio visié aprosimadsmente entre el 230 Seyi? endo wn de ns ges cpies ol evo de a comin pallu latina, De sa obra nos queda cusrentay dos tiuos, pero muy sea { fraginents, Fue deasive st papel como pene de paso entre dos tipos de plameumien:o comico dissin, los represntados ancy de €l por Plasto, deus de por Teen, Ct: Roi El comaddge eco Esaton, iar | (1580) 211-231 Ceambien en Be lat. 25 (1981-1983, 63-78), ial 112 PUBLIO TERENCIO AFRO Siempo. Como que er motra, voll usr mi vs cos tube de prabr otra vez: Ic traigo a coogna de mueve, 40 agrado en el primer acto, cuando en esto llegan voces de (ue va 2 haber lucha de gladiadares: vuela todo el pic Dlico, se amontonan, gritan, disputan por las plazas; yo; mientras tanto, no pude defender la mia. ‘Ahora no hay desorden; hay calma y silencio; se me ha dado la oportunidad de actuar; a vosotros se os da la. posibilidad de honrar los juegos escénicos; no permitdls {gue por vuestra culpa el arte de las musas se restrinja a thes pocos; hace que Yuesroprestigio vorercay por 50 ye el mio. Si nunca puse precio avaramente ami arte, y Ine convene! de gue'mi mayor ganancia consis en se vir lo mejor posible a vuestra conveniencia, concededme Ia sdplica de que, quien confio sus afanes a mi protec: cién y su persona a vuestra lealtad, no puedan burlarlo los malvados que los acorralan. Recibid su causa como ria y guardad silencio, para que agrade a otros escribir y ami me resulte Gtil poner en escena nuevas comedias agadas con mi dinero. ACTO PRIMERO ESCENA PRIMERA FILomis SiRa FILOTIS—Por Pélux, Sita, ;qué pocos amantes encon- 60 rards que se mantengan fieles a las _meretrices! este Panfilo, cuintas veces juraba a Béquide, y con tanta solemnidad que cualquiera podria creerle sin dificultad, que nunca tomaria esposa mientras ella viviese! ;Toma, pues ya la tomo! SikA.—Pues por eso te aconsejo y te incito francamen- tea no compadecerte de ningun; sino que al contrario. despojes, corres y despedaces a cualquiera que encuen- tres, FILOTIS—gNo he de exceptuar a ninguno? Sina. —A ningunos porque ninguno de ellos, entérate, ——— TASUEGRA 13 se aca que no sea ul qu ons carci suse 70.u placer a costa tay, con el minimo gasto. ZY th, por favon no vas a tenderieemboreadas a esos cales? Fos embargo, por elo, e nso Ser igual 'SIRA.—;Pero es injusto vengarse de los enemigos, 0 ca- zatlos con las mnismas artes con que intentan cizarte? {Ay de mi, desgraciadal gPor qué no tendré esa edad y tsa belleaa tyas, 0 ti esta cabeza mit? ESCENA SEGUNDA PARMENON FILOTIS SiRA PARMENON (sliendo de casa de Laquete, « Escirto, et portero}Si el viejo preguntase por mi, dile que acabo de ime al puerto, paca informarme de a llegada de Pan- filo. Escuchas lo que te estoy dciendo, Esciro? Si pre- unuse por imi que slo digas; si no preguntase no le sodigas nada, para gue pueda utlizar es escusa en ots Mas ne do a Filotis? «De donde lega? (Fi ‘Mas no estoy viendo a Filotis? De dénde llega? jFilo- fi; mmocba sud Pet FiLovis— Salud, Parmenda! Sita.—jSalud, por Castor, Parmenéa! PARMENONjTambién para th, por Polux, Sir Dime, Filotis, donde has estado divirtiéndote tan largo tiempo? FILOTIS—Més bien poco me he dvertdo, que me fui a Corinto con un militar muy bestia, y all'lo soporé, pobre de mf, por dos aos compleroe PARMENON.-Por Poli, pienso, Filois, que muchas 90 veces te entraria nostalgia de Atenas, y te habras arve pentido de tu decision. FILOTIs, No puede decirse cusntas ganas tenia de de elzjarme del militar y de veros aqut, para Xndar itremente de banquetes con vosotros, coma 80- liamos antes; porque alli slo podis hablar, dentro del rites prefjados, 1o que a él le agradase 1 PUBLIO TERENCIO AFRO PARMENON (aparte)—-No creo que el militar pusiese cabalmente limite a sus palabras. FILOTIS.—gPero qué asunto es éste? ¢Qué es lo que acaba de contarme Baquide ahi dentro? Nunca cref que pudiera pasar, que se le metiese en la cabeza casarse en vida de ésta, Jo." PARMENON.—¢Dices casarse? FILOTIs—Oye, td, zes que no estd ya casado? PARMENON. Lo std, pero me temo que la boda no ha de ser firme. FILOTIS.—jAsi lo hagan dioses y diosas si es para pro- vvecho de Béquide! Mas dime, Parmendn, zcémo puedo creer que sea asi? PARMENON.—No hay necesidad de divulgarlo: deja de hacerme preguntas. FILOTIS—jAcaso para que no se haga piblico? Asi les dioses me amen que no f lo pregunto pars andarlo contando, sino para disfeurarlo en silencio conmigo mis- ‘BARMENON.—Nuaea tendrés las palabras adecuadas para convencerme de que confie mi espalda a tu discre- 110. FILOTIs—)Por favor, Parmenéa! ;Cémo si no tuvie~ ras til muchas mas ganas de contérmelo que yo de saber lo que te estoy preguntando! PABMENON parte) et diel verdad y Geom mayor defecto. {A Filotis) Si me das palabra de no decir nada, te lo con- FILOTIS—Vuelves en ti. Te doy mi palabra: habla, PARMENON.—Escucha. FILoTis—Aqui estoy. PARMENON.—Cuando Panfilo estaba mds enamnorado que nunca de Baquide, su padre comenzo a pedirle que Se casara y a decitle lo que suelen decir todos los padres, que era vii, y lho Gnicos que deseab,protecion 120 para su vejez. Al principio él se niega, pero después que Eipadre insist con especial enaciad,consigu hacerle ddudar entre plegarse al respeto o al amor. A base de ma- chaconeria ¢ insistencia lo consiguis al fin el viejo; pidis es LASUEGRA 15 para él en matrimonio la hija de este vecino de al lado, ‘A Pinfilo no le parecié Ia cosa en modo alguno grave, hhasta el preciso momento de la boda, al verla ya dispues- 121 sin postbilidad de reasara En fin ap malamense lo llevé, que creo que la misma Baquide, si hubiera es- 130tado all, le habria tenido lastima. Siempre que se le oftecia oportunidad de retirarse y de poder charlar a 30- las conmigo, me decia: «jParmenén, estoy perdido! 2Qué he hecho? jn qué desastre me he metido! No po- re soportarlo, Parmendn; jestoy mucrto, misero de FILOTIS—jQue los dioses y las diosas te pierdan con ca insistencia, Laguete! PARMENON.—Para decielo en dos palabras, se lleva a casa a su mujer. Aquella primera noche no toca a la don cella; la noche siguiente, tampoco. FILOTIS.—gQué dices? ;Qué un joven se acost6 con 140 una doncella, bien bebido, que pudo abstenerse. de cllat No es verosimil lo que dices, ni creo que sea cier- 1, PARMENON.—Supongo que a tite parece asi, pues na- jo ae te acerca sino es descandote; en cambio Ala ha- bia desposado a contragusto. FILOTIS.—£Qué pasa después? PARMENON.—A los poquillos diss, Panfilo me lleva fuera a solas y me cuenta que la doncella todavia sigiie intacta por lo que a él se refiere, y que él, antes de ha~ berla llevado a casa, habia confiado que podria soporcar gl matrimonio, «Per tras darme cuents de que n0 pue- 150,do senerla por mis tiempo, Parmenén, tenerla para es- tamio suyo sin devolverla intacta tal como la recibi de los suyos, me parece que no es honesto pot mi parte, ni ventajoso para la muchacha» FILoTis—Respetuoso y pidico el modo de ser de Panfilo, por lo que cuentas, PARMENON.—«Prolongar esta situacién pienso que es smolesto para mi, pero devolvérsela a su padre, sin poder seftalarle ningiin defecto, ¢s una insolencia, Mas confio gue ella, cuando se haya percatado de que no puede es- tar conmigo, al fin se marchari.> PUBLIO TERENCIO ARO FILOTIS—2Y qué? ¢En ese tiempo iba él junto a Bg pide? SPARMENON.—Todos los dias. Pero, como suele ‘ocurrir, cuando nota que se aparta de ella, al momenta Se hizo mucho mis périd y pedigita 160 FILOTIS—Por Pélux, no es rar. PARMENON.—Sin embargo, esto lo apatté muchisimo mis de ella, después que él se conocié mejor a si mismo, 4 aquella mujer, y a la que tenia en easa, comparando lay costumbres de una y otra segin su comportamiento, Esta, tal como corresponde a su noble condicida, pudo- 05a, comedida, soportaba los importunios y agravios de su marido, y ocultaba sus desprecios. El, en parte ven: cido por la compasién por la esposa, en parte derrotado por las afrentas de la otra, poco a poco se fue escurrien. 170do de Baquide y traspasé su amor a su esposa, cuando enconttd su alma gemela, Entre tanto, muere en Imbros tun anciano pariente de éstos, y su herencia revertia le- galmente en ellos. El padre envia ali a Panfilo, enamo- ado, contra su voluntad; él deja a la exsposa aqui con su madre, pues el vii se retir6 al campo, y pocas veces vie~ ne aqui a la ciudad. FiLotis—¢Qué inseguridad tiene hasta este punto el ‘matrimonio? PARMENON.—Ahora vas a oirlo. Los primeros dias, unos poguitos, las cosas iban bien entre ellas; en esto, le 180 joven comenzé a odiar a Sostrata de forma llamativa; no habia entre ellas pendencia alguna, nunca una queja. FILOTIS.—gEntonces, qué? PARMENON.—Si alguna vez se le acercaba para char- la, al punto esapabs de ou presencia no queria vrs por tiltimo, cuando ya no puede soportarlo, finge que la manda llamar su madre para un acto religioso. Se mar- cha; cuando lleva alli varios dias, su suegea la hacer Ila- mar: le dieron no s€ qué excusa. La llama de nuevo: na- dic la trae, Después de lamatla una y ovra veo, Hagen que la mujer est enferma; al momento aestra ama va a visitarla; nadie la recibi6, Cuando el viejo se enters 190 esto, vino por tal motivo ayer del campo, e inmedi mente se reunié con el padre de Filomena. Lo que ha- = LASUEGRA 7 yan tratado entre ellos todavia no lo sé, pero me preo- ‘cupa mucho dénde iri a parar todo esto. Ya conoces jo el asuntos yo prosigo el camino que llevaba. FiuoTis —Y yo mbin;me he puesto de acuerdo con un forastero en ir a reunirme con él PARMENON.—Oue los dioses guien tus actos. FILOTIS.—Que lo pases bien, PARMENON.—Y tt también, Filotis, ACTO SEGUNDO ESCENA PRIMERA LAQUETE SOSTRATA LAQUETE (saliendo de casa, seguida por sum jer}—iQue los dioses y los hombres me valgan! ;Qué gente es ésta! ; Qué conspiracién es ésta! (Que todas las mujeres quieran y desprecien lo mismo del mismo modo, 200 y que no se pueds encontrar wna sola que se aparte un poco del modo de ser de las otras! Y asi, de forma un: ime, todas las suegras aborrecen a sus queres. Ser pen dies com ss mardos ess afén comin, emean- te su terquedad, y me parece que todas ellas han estu- dado malicia en la misma escuela. ¥ en tal escuela, si es aque Ia hay, s€ con toda seguridad que es maestra la aqui presente, EEE SOSTRATA—jPobre de mi, que todavia no sé de qué LAQUETE.—jCon que no lo sabes! SOSTRATA.—{No, asi me protejan los dioses, Laquete mio, y asi se nos permita pasar la vida juntos..! LAQUETE.—jImpidan los dioses tales desgracias! SOSTRATA.—Pronto sabrés que me has acusado injus- tamente. LAQUETE.—Ya lo sé. dInjustamente? {Pero puede de- 210 cirseze alguna cosa adecuada a tus. fechorias? @T, que eres mi deshonra, y la tuya,y la de la familia que le pro- curas un duelo a tu hijo, y, en fin, que conviertes de ami a 18 PUBLIO TERENCIO AFRO {gos en enemigos a los vecinos, que lo habian considera. do digno de confiarles su prole? ;T@ sola te presentas para estropearlo todo con tu falta de vergiienza! ‘Sostnata.—zYo? LaQuere.—T, mujer, ta, que me tomas realmente or una piedra, no un hombre. Porque tengo la costum- bre de estar en el campo, gos penstis que no 58 cémo vive agui cada una de vosotras? Sé mucho mejor lo que pasa agui que lo que ocurre alli donde estoy habitual. Fen, ello porque, al como me sedis vosotros en casa, asi sera mi reputacién fuera, Ya hace tiempo of que Fi. lomena te habia cogido rabia, y, la verdad, no es extrafio 20¢n absoluto: més raro seria que no lo hubiese hecho. Mas no crei que fuera hasta tal punto de odiar a toda le casa, porque silo bubiese sabido, aqui permeneceria ella, y ti te hubieses ido fuera. Pero mira qué poco merezco yo que me des este disgusto, Sostrata: me fui a vivir al Zampo, preocupéndome por vosorras y mirando por la propiedad, de modo que nuestro patrimonio pudiese so- jortar vuestros gastos y desocupacién, sin ahorrarme es- Fuerzo, mas alla de lo que hubiera convenido a mis afios. {No haberte preocupado ti, por todo esto, de que yo no tuviera disgusto alguno! Sosraara—Tejuro gue no ba ouiride por obra ni "AQUETE—jY tanto que si! Estuviste aqui sola; toda 230!a culpa recae sobre ti sola, Séstrata. Hubieras debido preocuparte de lo de aqui, puesto que yo os habia libra- Go de otros cuidados. {No es una vergiienza que una vie- jase mea en disput con une nia? Var « dese que fue por culpa suya SOstRaTh-—No lo digo por certo, Laquete mio. LAQUETE.—Me alegro, asi me protejaa los dioses, por ri hijos porque en cuanto a ti, demasiado sé que ningin perjuicio puede provenir ya de tus fltas, SOSTRATA.—¢Tt qué sabes, espos0 mio, si no simmulé que me odiaba para quedarse con su madre?” LAQUETE.—ZQué dices? ;No te pareve suficiente prc el que nadie te haya dejo entrar cuando fue a visitarla ayer? LASUEGRA 119 SOsTRATA.—Porque decian que estabe completamen- te agotada; por eso no me dejaron entrar junto a ella. LAQUETE.—Me parece a mi que su enfermedad son 240 tus modales mas bien que otra cosa; y ademas con ra- 26n, porque ninguna de vosotras hay que no quiera que su hijo se case, y se busca el partido que mas os place: pero cuando ya estin casados 2 instancia vuestra, a vues- ta instancia se divorcian, ESCENA SEGUNDA Fippo LaQUuETs SdsrnaTa F1D1v0 (saliendo de casa, hablando por la puerta a su hija, que queda dentro)’.—Aunque sé, Filomena, que es derecho mio obligarte a hacer lo que te mande, sin em bargo, vencido por mi afecto de padre, intentaré conten tarte y no me opondré @ tus descos. LAQUETE(aperte)-—Ahi veo a Fidipo muy a tempo: por él voy a saber al punto qué pasa. (A Fidipo) Fidipo, aunque s€ que soy demasiado indulgente con todos los ‘ios, no es, sin embargo, hasta el punto de que mi afa- bilidad deje pervertir sus modales; si i hicieras lo mis- 250 mo, mejor nos iria a vosotros ya nosotros; ahora veo que estis en poder de ellas. FIDIPO.—ZAh, si LAQUETE—Ayer fui a verte por lo de ew hija: me des- pachaste tan perplejo como llegue. Si deseas que nuestra parentcla sea dusadera, no procede que ocultes los mo- tivos de tu iras si hemos faltado en algo, dilo: o refu dolo, o disculpndonos con vosotros, corregiremos la falta, y vi serds el juez, Pero si la causa de retenerla en ‘yuestra casa es que esti enferma, considera que me ha- ces una afrenta, Fidipo, si temes que en mi casa no se la © Al igual que gource con Gliceria en «Le muchacha de Androse, la cul poses dar dil «fn comedia,jmds aparece en eens tampoco Filomneta eh ‘rs presencia fica en eLasutgron tan slo en ene paste se ve a Fidipo bas bar'con ella desde i puerta, cosa que volverd a hacer al comienze dela et cans IV del seta IV. PUBLIO TERENCIO AFRO cuide con toda solicitud. Pero asi los dioses me prote- jan, no puedo admitirte, aunque seas su padre, que de- 260'ees més que yo verla sana; y esto por causa de mi hijo, que, segtin tengo entendido, la ama tanto como 2 si mis- mo. Y no se me oculta lo mal que le va a sentar esto, si legaasaberio, Pores procuro que ella wuelvaa cast n- tes que él. FIDIPO.—Laquete, conozco vuestra solicitud y afec- toy mie doy cuenta de que cuanto dies es como lo di- ces, ¥ deseo que ti me creas esto a mi: que procuro que ella vuelva 2 vuestra casa, si pudiera conseguirlo de al- guna forma UAQUETE—i Qué te mpi hacerlo? Di, ten ag rna queja contra su marido? FIDIFO.—En absoluto, pues cuando me ocupé del asunto y comencé a presionarla para que volviera, me jura solemnemente que no puede permanecer en vuestra 270 casa estando fuera Pinfilo. Sin duda cada cual tiene wn dkefecto: yo soy de corazén temo, no puedo oponerme LAQUETE (a Séstrata)— jAy, Sostratal SOsTRATA—jDesdichada de mil LAQUETE (« Fidipo)—gEstd es0 decidido? FIDiro.—Ahora por lo menos, segsin parece. {Quie- res algo més? Tengo que acercarme al foro ahore misino, LAQUETE.—Voy contigo. ESCENA TERCERA SOSTRATA SOSTRATA.—jPor Pélux!, con qué gran injusticia to- das por igual somos aborrecidas por nuestros maridos, por culpa de unas cuantas que nos hacen parecer a todas Ierecedoras de castigo, Porque; as Jos doses me pro. tcjan, no tengo culpa alguna de fo que me acusa mi ma- "do Pero no es fei jusificarse can convencios etn de que todas las suegras son malvadas. Yo, por Pélux, no fo soy, porque nunce la traté de modo diferente a ‘coma si hubiese sido hija mia. No sé por qué me ocurre a. oa LASUEGRA 121 280 todo esto. Por Pélux, lo que deseo ahora con toda mi alma es que regeese a casa mi hijo. ACTO TERCERO. ESCENA PRIMERA PANFILO PARMENON PANFILO (llega del puerto, con Parmenén).—No creo que a hombre alguno le haya acarreado el amor mas amarguras que a mi. jAy, pobre de mi! jEsta es la vida que yo procuré conservar! ;Por esta raz6n tenia yo tan- fos datos de volver seas! jCudnto mejor hubiera sido pasar la vida en cualquier lugar del mundo, antes que vol- vver aqut y enterarme, pobre de mi, de todo esto! Pues todos nosotros, cuando se nos presenta alguna desgra- «ia, de no importe dénde, ganancia es todo el tiempo que transcurre hasta que uno se enters PARMENON.—Pero asi encontraris antes el modo de librarte de estas calamidades. Sino hubieses vuelto, las 290iras aqui se hubieran convertido en mucho mayores, Pero sé que ahora las dos respetarin tu llegada, Pantilo. Conocerds la situacién, pondrés en orden sus rencores, de nuevo las pondras en paz. Con cosas fitiles esas que ti has imaginado muy graves, PANFILO—tPor qué intentas consolarme? Tal vez hay alguien tan desdichado en algin lugar del ‘mundo? Antes de casarme con esta mujer, tenia mi corazén en- tregado a otro amor; sin embargo, nunca me atrevi a re- chazar la mujer que me impuso mi padre. En tal situ cign, aunque me calle, cualquiera puede darse cuenta f cilmente de cua desdichado fui. Apenas me aparté de quella y libré de ataduras mi corazn a ella atado, ape- nas lo habia entregado a ésta, he aqui que surge una nue- va raz6n para apartarme de ella, Creo que descubriré que 30012 culpa de esto la tiene mi madre, o mi esposa; cuando haya descubierto que asi es, equé me queda, si no ser de nuevo desgraciado? Porque el respeto me manda aguah 12 PUBLIO TERENCIO AFRO tar las afrentas de mi madre, Parmendnj més también es- toy en deuda con mi mujer: tanto me aguanté con su bondad en el pasado, que nunca revelé en Jugar alguno santas frenas miss. Pero tuvo qu oeurir algo muy gra- ve, Parmenén, para interponer entre ellas un rencor que he durado tance. f - PARMENON.~-Ciestamente no, por Hércules: poca cosa ha sido, 5i de verdad quieres saber lo cierto, n0 son ts indignaciones normes las que. produsen afrentas enormes, porque hay ocasiones en que uno ni siguiera Se enfada, por la misoa causa no que Sea irascible se 310 vuelve el peor de los enemigos. ;Por qué tomtas falta se cenfadan entre silos aihost Por qué? Porque es débil to- davia la mente que los gobierna. E igualmente aquellas mujeres son casi como nifios, de poco sentido; tal vez tuna simple palabra haya concitado la célera entre ellas. PANFILO,—Parmendn, entra y anuncia que he llegado, PARMENON (junto ala puerta de la casa de Fidi- po)-—iEb! ¢Qué pasa aqui? 'PANFILO.—-Calla. Oigo estrépito y carreras de un lado para otto, PARMENON.—Ea, me pegaré mis a Ja puerta. ;Oyel, has oido? PANFILO.—No hables, que no me dejas. MIRRINA (dentyo)—Calla, por favor, hija mia, PANFILO.—Me ha parecido la voz de la madre de Fi- lomena. jNo soy nda! ‘PARMENON.—{Por qué? PANFILO.—jEstoy muerto! PARMENON.—gPor qué raz6n? 320. PANFILO.—No sé qué gran desgracia me estés ocul- tando sin duda, Parmenén, PARMENON.—Dijeron que tu Filomena, tu mujer, te- nia no sé qué escalofrios; puede que sea e503 no sé PANFILO.—jEstoy muerto! Por qué no me lo dijiste? PARMENON.—Porque no podia todo de un golpe. PANFILO.—(Qué enfermedad es? PARMENON.—No lo sé. PANFILO—Cémo? {No han traido un'médico? PARMENON—No lo sé = LASUEGRA, 123 PANFILO.—{Qué estoy esperando para entrar, y s1- ber a ciencia cieita cuanto antes lo que pasa? ¢Cémo te voy a encontrar indispuesta, Filomena queids? Mas si orcas alg seg, 8 seguto que me Moir contigo, PARMENON.—No conviene que le siga ahora dentro, porque me doy cuenta de que aquéllos nos detestan 2 to” 330 dos nosotros; ayer nadie quiso dejar entrar a Sdstrata. $i Ia enfermedad se agravase (cosa que no desearia en ab- soluto, sobre todo por mi mo) dirfan al punto que ha- bia entrado el esclavo de Sostrata,imaginarian que habia llevado algtin maleficio contra la cabeza y la vide de ellos, con lo que habria empeorado el mal: mi ama seria incul- pada, yo sin duda castigado duramente. ESCENA SEGUNDA SOSTRATA PARMENON PANFILO SOsTRATA (saliendo de cata) —Hace un rato que ogo no sé qué estrépito, pobre de mi; mucho me temo que ss haya spravado le enfermedad de Flomena. A’, Ax lepio, y a ti, Salud, os suplico que no ocurra nada de eso. Ahora voy a vsitarla i PARMENON.—jEh, Séstratal SOSTRATA—;Qué? PARMENON.—Te dejarén fuera otra ve 340 SOsTRATA.—jAh, Parmenén! ¢Eras ti? {Estoy perdi dal (Qué voy a hacer, desdichada de mi? ;No he de a ver ala mujer de Pantilo, si esta enferma aqui al lado? PARMENON.—(No ir a verla? Ni aun mandes a nadie a hacerlo! Pues yo considero que el que ama a quien le ‘odia, hace dos veces el bobo: se toma él un trabajo int til, y al otro lo niolesta. Ademiés, tu hijo, nada més lle- at, entr6 a ver cOmo se encuentra pa SsTRATA—2Qué ests dicendo? Que ha legado PARMENON.—Ha llegado, SOSTRATA.—Doy gracias a los dioses Esta pala 124 PUBLIO TERENCIO AFRO bra me devuelve la vida, y la preocupacién abandona mi corazén. PARMENON.—Por eso es por fo que no quiero que en- 350 tres ahora, pues si le remiten un poco los dolores a Fi- lomens, sé que al momento le contard a solas cudl fue la razén que dio origen a vuestro enfrentamiento. Mas ahi esta; veo que sale. ;Qué i SOsTRATA—jHijo mio! PANFILO.—jMadre mia, salud! SOSTRATA—Me alegro de que hayas legado bien. eEsté bien Filomena? PANFILO.—Se encuentra un poguillo sor. SOSTRATA—jAsi lo hagan los dioses! Pero entonces, apor qué lloras? 2¥ por qué estis tan triste? PANFILO.—Tengo mis razones, madres SOSTRATA.—zQué barullo fue ese? Dimelo. ¢Le atacé el dolor de repente? PANFILO.—As fue. SOSTRATA—;Qué enfermedad tiene? PANFILO.—Fiebre, SOsTRATA.—gDiaria? PANFiLO.—_Eso dicen. Entra por favor, madre, Tee. uiré al momento. e SostRaTA-Esté bien. (Entra en la case.) PANFILO.—Parmenén, t6 corre al encuentro de los es- clavos y aytidales con el equipaje. 360 PARMENON.—¢Qué pasa? ¢No conocen ellos el cami- no para llegar a casa? PANFILO.—zQuieres moverte? (Sale Parmenén.) ESCENA TERCERA PANFILO PANFILO.—No eonsigo encontrar un comienzo ade~ cuado para contar las cosas inesperadas que me estin ocurriendo: unas las he visto con mis propios ojos, otras las he ofdo con mis oidoss por ello me eché fuera, mas muerto que vivo. Pues hace un momento, cuando, an- gustiado entré corriendo dentro, imaginando que iba a Ee EEE EEE EEE EEE LASUEGRA 125 encontrar a mi esposa presa de una enfermedad distinta dela que vi, jay de mi! Cuando las eriadas me vieron lle gat,al punto todas gritan contentas: «/Hia llegado!» Esto, porque me habian visto de repente; pero inmediatamen- 370te noté que cembiaban de expresién, porque la suerte les proporcionaba mi llegada en el momento menos indica- do, En esto, una de ellas se lanzé a toda prisa anuncian- do que habia llegado: yo, deseoso de verla, la sigo direc- tamente. Al llegar dentro, al punto conc, misero de mi, su enfermedad, porque ni la situacién ofrecia posibilidad alguna de ocultarla, ni ella podia lamentarse con voz dis- tinta a la que exigia la situaci6n. Al verla dije: «jQue fe- choria indignals, y al momento me lancé fuera llorando, conmorido por cosa tan increible y espantosa, Su madre ime sigue: cuando estoy a punto de abandonar el umbral, 380 Ia infeliz se me echa a las rodillas llorando; me dio lis tima. En verdad que es asi, segiin creo: todos nosotros somos engrefdos 0 modestos segiin nos van las casas. Se lane de eneada a hacerme ete rezonamiento: =Pinilo querido, estés viendo por qué motivo se marché de ws sa; hace tempo, siendo donstlly fe violada por no sé qué malvado. Ahora se ha refugiado aqui para ocultar cl parto a ti y alos demas.» Pero cuando recuerdo sus siplicas, no puedo aguantarme sin Ilorar, pobre de mi. Sea cual sea la suerte venturosa que hoy te trajo a no” sotros», dijo, «por ella te suplicamos las dos, si es justo y licito, que mantengas encubiertas y calladas sus des- gracias ante todos. Si alguna vez notaste que tenia afecto 390 por ti, Panfilo querido, ahora te ruega que le concedas A cambio este favor que no te cuesta trabajo. Y en cuan- to a llevartela de nuevo; haz. lo que te convenga. Que esti pariendo y que no esté prefiada de ti, sélo vi lo se bes: porgue dicen que contigo se aost6 dos meses ds pués, y desde entonces, desde que lleg6 a tu casa, no van ras de siete meses: fos hechos sefialan por si mismos lo que ya sabes. Ahora, si es posible, Pénfilo, quiero por encima de todo y me empeiio en que el parto ocutta a escondidas de su padre y de todos en general. Mas si no puede conseguirse que no se enteren, diré que fue un aborto: sé que a nadie le resultara sospechoso para no Poe 126 PUBLIO TERENCIO AFRO 400 jungar que ha nacido de ti, como es verosimil. A conti hhuatiOn sera expuesto: en ello no hay perjuicio alguno vata ti, y habras ocultado la afrenta que injustamente le icieron a aquella desdichadae. Lo prometi, y es seguro que mantendré la promesa en lo que dije; pues sobre lle. ‘Virmela de nuevo, considero que no es en modo alguno hronesto y no lo hare, aungue el amor y las eelaciones con ella pesan sobre ti. Lloro al pensar qué vida se me ivecina ¥ qué soledad. jOh, Fortuna, que munca se nos EiipataYicnpre! Bere ya un amor atteron, que enton- es abandond con buen tino, me hizo distro en estas I des: lo mismo haré ahora con éste. Ahi esté Parmenén Con los esclavos: es absolutamente necesario que no esté stopranenteen este asunto, porque hace tempo 4 € slo le Zonfié que no tuve relaciones con ella en los primeros tiempos, evando me la dieron como esposa. Temo que somprenda que et pared ye su ros repeios “Tengo que alejarlo de aqui en tanto que pare Filomena ESCENA CUARTA, PARMENON SOSIA PANFILO Panaenon.—eDices, pues ques hecho un vigjein- comodo? Sosis.—Por Hércules que no puede decirse con pala- bras, Parmenén, lo incémodo que ¢s en realidad navegar. PARMENON.—gDe verdad? SosiA—Aforunado, que no sabes de qué mal te has 420 librado ta, que nunca has entrado en el mar. Pues para no hablar de otras desgracias, fijate en esta sola: treinta dias 0 mas estuve alli, en la nave, esperando siempre la muerte, desdichado; tan mal tiempo tuvimos sin in- cerrupciin, ‘PARMENON.—iQué horrible! Sosia.—No se mie oculta, Por Hércules, huirfa antes que volver, si supiese que habria de volver all, PARMENON.—De verdad que en oif0 tiempo razones banales te empujaban 2 hacer eso con que amenazas aho- | | 7 LASUEGRA 127 +4, Sosia. Mas veo a Panfilo en persona, de pie ante la Duerea: id dentros yo me aceearé a8 por si quisiera 480 algo. Amo, :todavia estés aqui? PANFILO—Si, y esperindore. PARMENON.—éQueé hay? PANFILO.—Hay que ir corriendo a la ciudadela, PARMENON.—Quién? PANFILO—Té. PARMENON.—ZA la ciudadela? Por qué allt? PANFILO.—Vete a encontrarte ‘con Calidémide, mi hhuésped de Miconos, que vino en el barco conmigo, PARMENON.—jMuerto soy! Diria que ha hecho el voto de reventarme a marchas, si alguna ver volvia sano us esperas? “2Qué quieres que le diga? ,O simple- ‘mente voy a su encuentro? PANFILO.—No, sino que no puedo encontrarme ho con el, como habia convenidosdiselo para que no me e. ere en vano. Vete volando. PARMENON.—Pero no conozco Ia cara del individuo, 440. PANFILO.—Pues haré que Ia conozcas: rojizo, rizoso, grande, gordo, garzo", con cara de cadiver. PARMENON.—iQue los dioese lo pierdan! Qué si no se presenta? {He de esperar hasta el anochecer? PANFILO.—Espéralos ahora corre. PARMENON.—No puedo: estoy muy cansado, (Sale,) PANFILO.—Se ha ido, Qué voy s hace, desgeseado demi? No sé de qué modo ocultar lo que me pidid Mécr na, el parto de su hija; me da listima de la mujer. Haré lo que pueda, pero cumpliendo mi deber de hijo, por- que debo complacer antes a mi madre que a mi amor. 450 jAtiza!, ahi veo a Fidipo y a mi padres vienen hacia aqui. No sé qué voy a decirles . * Tnuentamos reproducie en auc raduccin la aiterscin conteni en al gpl eet vin dscrgtn naga rabid, crip oi, eusas / caduerasa Jae sa esta taz6n de que aternemos ol orden de os ‘érmings en a colocacidn dels tadeciin de tg, =r 128 ESCENA QUINTA LAQUETE Fipiro PANFILO LAQUETE.—jNo me dijiste hace un rato que ella hi- bia dicho que esperaba 2 mi hijo? FIDPO—Asi es LAQUETE.—Dicen que ha llegado: que vuelva ella, PANFILO (aparte)—No sé por qué raz6n le voy 2 de- cir a mi padre que no me la llevo de nuevo. LAQUETE—jA quién he ofdo hablar aqui? PANFILO (aparte).—Estoy resuelto a seguir el camino que he decidido. LAQUETE—Es el mismo de quien estaba hablandote, PANFILO.—Salud, padre mio, LAQUETE —Hijo mio, salud. FIDIPO.—Es una gran suerte que hayas llegado, Pan- filo; y ademés sano y fuerte, que es lo mas importante. PANFILO—Lo creo. LAQueTE —jLlegas ahora? PANFILO.—Ahora mismo. LAQUETE—Dime, qué ha dejado nuestro primo Fa- sia? PANFILO.—Por Hércules, fue un hombre dado por 460 completo al placer, mientras vivid; y quienes son ast no sirven mucho a sus herederos, pero dejan de si este elo- gio: evivid bien, mientras vivid». ‘LaqueTe—(Entones tno has traido mis que ea PANFILO.—Sea lo que sea lo que dej6, ¢s ganancia para nosotros, LAQUETE.—Al contrario, ¢ pérdida, pues yo lo querria vivo sano. FIDIPO.—Eso se puede desear impunemente: él no re- sucitaré nunca més; y sin embargo, sé qué preferitis. LAQUETE.—-Ayer éste mands que Filomena se fuera su casa. (En voz baja a Fidipo, dandole wn codazo) Di que se lo mandaste FIDO (en voz baja, a Laquete)—No me lo claves. (Alto) Se lo mandé. Pero ahora mismo la devolvers. or supuesto, PUBLIO TERENCIO AFRO) | LASUEGRA, 490mirables y le 129 PANFILO—Sé eémo ocurrié todo: lo of ahora mismo, al llegar. LAQUETE.—Dierdan los dioses a esos malvados que son felices contando estas nuevas. 470, PanriLo.—Yo st que mi he cad de no daros ma- tivo para poder hacerme algsin reproche; y si ahora qui- Bese vecofdar con cudnta fideldad, afeco y ternura la traté, sin duda podria hacerlo, pero preferitia que todo ‘esto lo conozeas por ella misma; en efecto, t6 tendrés plena confianza en mis sentimientos de este modo, cuan- do ella, que ahora es injusta para conmigo, hable con jus- ticia de mi. ¥ de que esta separaci6n no ha ocurrido por culpa mia, de eso pongo 2 los dioses por testigo. Pero ya gue considera gue uo dene por gu somseie& madre y soportar con docilidad sus modales, ni es posi- 4480 le de otro modo poner paz entre ellas, o hay que apar- tur de miami madre, Fidipo, o a Filomena. Ahora el tmvor fila! me mueve a intener ants el bien demi ma dre. Laguert.—Pénfilo, de muy buena gana me legan a Jos ofdos tus palabras, porque veo que pospones todo ante tu madres pero no vayas a dar un mal paso movido por la ira, Pinfilo. PANFIL.—-zQué ira podria moverme, padre, a ser in- justo con ella, que nunca hizo conera mf nada que yo no Quisiers, y con frecuencia sé que hizo lo que yo quisie- 1a? La ammo, [a alabo y la afioro intensamente, pues he comprobado que su comportamiento conmigo fue ad- eso que pase el resto de su vida con un marido is afortunado que yo, ya que la fatalidad la tun de FIDIPO.En tu mano esti que no sa as. Laggan ca so u.. Mil ue yuri PANFILO.—No es esa mi decisiSn, padre; me sacrifi- caré por el bien de mi madre (comienza a ire). LAQUETE—pA donde vas? Espera, espera digo. ¢A dénde vas? (Pinfilo sale de escena.) FipiPpo.—zQué cabezoneria es ésta? LAQUETE —zNo te habia dicho, Fidipo, que iba a to- 130 PUBLIO TERENCIO AFRO mara sal este asunto? Pos eso te peda que hicieras vor vera ea hij Fi ro.Por Polis, no pensé gue sian implae sooble. Es que piensa que voy a suplicace? Si es que quie rellevarse de nuevo 2 st moje, de acuerdos si lene otra intencion, que devuelva aqui la dote y que se vaya. TAQUETE.—{Mire por dénde ti también te enojasvio- lentamentel Fipiro.—iMuy cestarudo nos has vucko, Péntilot LAQuetE.—Pronto se spageré su clea, aunque con razdn esti encolerizado. ; FibIPO—Porque os ha caiso algén dinero, se os han i subido los humos. ; LAQUETE.—@También conmigo te peleas? FipIPO.—Que decida y me comunigue hoy mismo s Jn quiere o no, para que sea de otro, sino es sua, (Con rmienza airse) i 510. LAQUETS.—Fidipo, espers, escucha unas palabras... | Se ha ido. ¢A mi qué? A’fin de cuentas que Se ls apa: | fien entre ellos, como gusten, ya que ni mi hijo ni éte i me haven caso alguno, niles impores nada lo que digo, ‘Me voy con este sltereado a mi mujer, por cuyos mane- jos ocurre todo esto, y arrojaé sobre ells toda esta amat= sgura que tengo (entra en cass) ACTO CUARTO ESCENA PRIMERA MIRRINA FIDIPO| MIRRINA (Saliendo)—{Estoy perdidal :Qué haré? ¢A dSnde iré? 2Queé responderé a mi esposo, pobre de me Me parece que ha oido los vagidos del nifo; tan de re. pers enas june sn dc ads 8 legage a 520 ber que ella ha parido, no sé, por Polux, por qué razéa 70 Teich aden qhe manne ovo el enburaa Peo ht crajid la puerta. Creo que sale a mi encuentro: Ho sop = Se LASUEGRA, ws Fip1e0—~Mi mujer, cuando se dio cuenta que iba jun to a mi hija, sald fers y ahi ests a Yoo, Aue do Mircina? jEh, estoy hablando contigo! a MIRRINA.-zConmigo, marido? Fip1ro.—gSeré yo tu marida? ¢T me consideras ta tarido, 0 por lo menos una persona? Porque si te his biese parecido alguna vez que era una de las dos cosas, ‘mujer, no me hubiese visto asi burlado por tus fechorias, MikRINA Por cues? FIDIPO.—gPero lo preguntas? Nuestra hija ha parido. iBhl, zealass De quien? kana MIRRINA (aparte)—Es justo que su padre pregunte esto, jMuerta soy! (En 20z alta) Por favor, zde quicn piensas que es sino de aquél con quien la casamnos? FIDIPO.—Lo creo, y no serla propio de un padre pen= 530 sat de otro modo. Pero me inguieta por qué razon has querido ocultarnos el parto a todos con tanto empeno, sobre todo teniendo en cuenta que ha parido regular” mente y 2 su tiempo. ;Tener un espirita tan obstinado ue prelicieses la muerte del nifio, por medio del cual sa. bias que entre nosotros habria una amistad més firme en el futuro, antes que siguiese ella casada con él en contra de tu antojo! Y yo que cref que era de ellos la culpa, que 1 es sino tuya, MIRRINA.—jQué desgraciada so} Fipiro.— Ojald supiera que es ait Peto ahora me vie~ neala cabeza lo que dijiste sobre este asunto ent una oca- sin, etiando lo tomamos por yerno: decias, en efecto, que no podtas soportar que tu hija se casara con uno que tenia una cortesana y que pasaba las noches fuera 540 | MIRRINA (apartel-—Preiro que srpeche cualquier motivo antes gue el auténtico, FIDIPO.—Mucho antes que ti supe yo que él tenia una amante, Mirrina, pero nunca juzgué que eso fuese un vi- cio en ia adolescencia, pues le es connatural. Pero, por Poli, ya llegard la ocasion de que también él se alve- pienta. En cambio td, tal como te mostraste en aquella ocasion, asi has seguido hasta ahora, a fin de apattar 2 tu hija de dl y que no rectfiease lo hecho por mic Aho- BP EEEEEES EE CEE Hes EEE PEPE HES EEE EEE Hees oe EEE EE EEE EE EEE s 132 PUBLIO TERENCIO AFRO. ra esta situacién indica de qué modo quisiste que se hi- Mixaina—/Tan obstinada me crees como para com portarme de tal manera con ella, siendo su madre, si este atrimonio no fuese ventajoso? Fibir0.—zPuedes 1 prever o juzgar qué puede ser- 550 nos beneficioso? Quiza has oido a alguien que dijese ha- berlo visto salir o entrar en casa de su amante. 2Y des- pués, qué? Si lo hizo discretamente y pocas veces, eno és mis humanitario que disimulemos, antes que preoes, parnos por saber algo que le dé motivo para odiarnos? Pues si fuese capaz de alejarse de golpe de aquella con quien tuvo relaciones por tantos anos, no lo considers- tia yo un hombre, ni un marido bastante seguro para mi hia, ‘Mineiwa.—Por favor, deja en p22 al muchacho, y las faltas que dices que ha cometido. Ve, encuéntrate a Solas con dl, pregantale si quiere a su mujer o no: si dijera que ln quiere devuélvesela; si por el contrario dijera que no, bien he velado yo por mi hija : 560 FIDIPO—Si realmente él no la quiere y ti Mittina, ve percataste de que falt6 en ello, ahi estaba yo, y con mi consejo hubiera sido conveniente analizar la situacién, Por esto ardo de rabia, que te hayas atrevido a hacerlo sin mi mandato, Te prohibo que intentes sacar al nifio de casa, Pero yo soy tonto, que pretendo que obedezca mis palabras, Entraré, y ordenaré a los esclavos que no permitan llevarlo a ninguna parte. (Entra en la asa.) MIRRINA.—Por Polux, creo que no hay en esta vida una mujer més desgraciada que yo: pues cémo reaccio- naria éste, si llegara a saber el asunto tal como es, por Pélux que no se me oculta, cuando se ha encolerizado tanto con una cosa de mucho menos peso; ni sé por qué 1570 medio podria hacérsele cambiar de parecer. De entre rantas desgracias s6lo me faltaba ésta, que me obligue a reconocerf un niao, cuyo padre no sabemos quin pue- de ser. Pues cuando violaron a mi hija, no pudo reco- 7 Sabie a econociminto de os nis resign nacdos por spade, vst Togas, tins tae Ea pacha Se Aneto — TASUBGRA 133 nnocer sus £asgos en la oscuridad, ni quitarle algo con que poder reconocerlo después; en cambio dl, al marcharse fe acraneé violentamente ala muchacha tn anillo que ve- nia en el dedo. Al mismo tiempo temo que Pinflo no pueda ocultar por més tiempo lo que le he pedido, cuan- do sepa que reconocemos como Suyo un nino de otro. (Entra en casa.) ESCENA SEGUNDA SOSTRATA PANPILO (LAQUETE) SOSTRATA (sale de casa, hablando con Pénfilo)—No se me oculta, hijo mio, que sospechas que yo hice mar- char de agui a ta mujer debido a mi comportamiento, aunque Jo ocultas con cuidado, Pero asi me protejan los 580 dioses y me concedan lo que de ti deseo, como que nun ‘aa sabiendas hice nada para merecer que me cogiese m: fa, Con respecto a ti, pensaba antes que me querias: ahora me lo has confirmadoy pucs ta pate me aba de onar dentro de qué modo me has anepuesto au amor. Ahora estoy decidida a expresarte a cambio mi gratitud, pars qu spas qu tengo dentro de mune recompensa ara tu afecto. Panfilo mio, pienso que esto sera conve- niente para vosotros y para mi reputacién: he decidido de forma irrevocable irme al campo con tu padre, para {que mi presencia no cause molestia ni quede razon al- guna para que tu Filomena no regrese junto a ti PANFILO.—Por favor, qué resolucion es esa? (Has de 590 inte de la ciudad, a vivir al campo, cediendo a st insen- satez? No lo haris, ni permitiré que quien quiera hablar mal de nosotros, madre, pueda decir que se hizo por mi cabezoneria, no'por tu recato. Ademss, no quiero que por mi culpa abandones a tus amigas, parientas fiestas SOSTRATA—Por Pélirx, esas cosas ya no me produ- cen ninguna satisfacciSn: mientras la edad lo permitio, sgocé ampliamente con ellas; ahora ya me hastian esas afi iones, ahora mi mayor preocupacién es que el largor de mi vida exvorbe «nadie, o que nade tenga que escar mi muerte, Aquf veo que se me mira mal sin merecér- ee 134 PUBLIO TERENCIO AFRO elo: es hora de marcharme. De este modo, segiin creo, fe quitaré del mejor modo a todos sus pretextos: yo me 600 libraré de esta sospecha y a ellos'les realizaré su deseo, Déjame, por favor, que me escabulla de las maldades que dicen de las mujeres. PANFILO.—iQué afortunado soy en todas las cosas, s no fuera por una, teniendo una madre como ésta, ¥ una esposa como aquélla! SOsraaTs.—“Por favor, Pinfilo mio, zno vasa hacerte a la idea de soportar los contratiempos tal como son? Si fos otros asuntos marchan como quieres y ella es como yo creo, hijo mio, concédeme este favor, tréetela de nue- PANFILO—jAy, pobre de mil SOSTRATA—i¥ de mi también! Porque este asunto no lige menos a mi que a ti, hijo mio. ESCENA TERCERA LAQUETE SOSTRATA PANPILO LAQUETE (a Séstrata)—Esposa, desde aguf aparte he cide cqnversacion que hat tendo con dst. Eso es te ner sentdo comin: poder doblegar [a voluntad haca donde sea preciso; y lo que quiza haya que hacer des- pués, hacerlo ya ahora mismo. 610" SOsTRATA.—Que haya suerte, por Pélux. LAQUETE.—Mirchate, pues, al campo; alli yo te aguantaré ati y ta mi 'SOSTRATA—Confio en ello, por Céstor. LaQuete—Entra, pues, y prepara Jo que ha de lle- varse contigo. He dicho. SOSTRATA,—-Lo haré como mandas, (Entra en case.) PANFiLo.—Padre. : LAQUETE.—gQué quieres, Pinfilo? PANFILO—zlrse mi madre de aqui? De ningin modo. LAQUETE.—gPues qué es lo que quieres? PANFILO—Es que todavia estoy inseguro sobre lo ‘que voy a hacer con mi mujer. a LASUEGRA, 135 LaQuere—zQué pasa? Qué quieres hacer, si no traértdla de nuevo? PANFILO.—De verdad que lo deseo y 2 duras penas me dominos pero no cambiaré de decision: haré lo que conviene. Considero que habra més acuerdo entre ella, sino me la traigo. Laguete.—No puedes saberlo; pero no te importa nada lo que podrian hacer ellas, cuando ésta se haya mar- 620 chado, Esta edad es cargante para los jSvenes. Es conve- niente quitarse de en medio: al fin nosoteos somos, Pir filo, los dos de la fabula, «un viejo y una vieja». Mas veo a Fidipo salir muy a propésito: acerquémonos. E CENA CUARTA, FIppo LAQUETE PANFILO Fip1ro (a la puerta de su casa, hablando con los de dentro)—Por Pélux, también contigo estoy enfadado, Filomena, y ademés mucho: pues por Hércules que te hhas comportado de manera fea, Aunque tienes una dis- culpa en ello: tu madre te inct6 ella en cambio no tiene ninguna. LAQUETE.—Muy de perilla me vienes, Fidipo, en el momento preciso, FiDIwo.—{Qué pasa? ; PAWEL (aparte)—¢Qué voy a responder? 30 cémo les aclararé esto? LAQUETE,—Dile a tu hija que Séstrata se va a retirar 630al campo, que no tema ya volver a casa Fipiro.—jOh!, cu mujer no ha tenido culpa alguna en este asunto; todo'ha salido de Mirrina, mi mujer. PANFILO (aparte)—Hlay variaciones. Fip1po.—Es ella Ia que nos altera, Laquete PANILO (aparte)-—Con tal de no trata a cas, que Fipino.—Yo quiero, Pinfilo, que ese parentesco en- tre nosotros sea cterno, si es posible; pero si ocurre que tu parecer es otro, recoge el nfo. 136 PUBLIO TERENCIO AFRO. PANFILO (aparte).—Se enter6 de que ha parido: muer- to soy. LAQUETE.—gNilio? Qué nitio? 640 Fipipo.—Nos ha nacido un nieto, Cuando mi hija se fue de vucstra casa estaba prefiada, y ounca hasta hoy supe que lo estuviera. TAQUETE—Me das una buena noticia, asi los dioses ‘me amen, y me alegro de que haya nacido, y de que ella tsté bien. Pero, zqué clase de mujer tienes por esposa, 0 qué usanzas usa? ;Tenernos oculto esto tanto tiempo! No puedo expresar bien lo mal que me parece su actua- Fibio.—No me disgusta a mi menos que a ti, Laque- ‘PANFILO (aparte)—Aunque hace poco me quedaba alguna duda, ahora y2 no existe, puesto que se trae al hijo de otro. 650 LAQUETE—No tienes ya més que deliberar, Pénfilo PANFILO (aparte)—Estoy muerto. LAQUETE.-Muchas veces desedbamos ver el dia en que alguien te lamase padre. Ya ha ocurrido: le doy las gracias a los dioses. PANFILO (aparte)—No soy nadie. LAQUETE.—Triete a m mujer, y no me contraries, PANFILOW—Padre, si ella quisiera tener bijos de mi o ser realmente mii esposa, sé con toda seguridad que no fubiese oultado lo que Yeo que hs oculado, Ahora que me doy cuenta de que su voluntad ya no es mia (y no) {660 creo que después de esto leguemos a entendernos), ,por qué la he de traer de nuevo? LAQUETE.—La mujer, joven al fin, hizo lo que le aconsejé su madre, ZEs cosa rara? ¢Piensas que puedes fencontrar alguna mujer que no tenga falta? ¢O es que Tos hombres no las cometen nunca? : FibIPO.—Decidid vosotros, Laquete y Pénfilo, si os interesa devolvérmela o llevarosla de nuevo 2 casa. No esta en mi poder lo que haga mi mujers ni en un caso ni en otro 05 crearé dificultades. Pero, qué vamos a hacer con el nifio? LAQUETE—Es una pregunta ridjoula: ocurra lo que SSE I EEE = | u A A SUEGR: i 70 ocuera, le devolveris a éste su hijo como es log (ieio econ ooauuemol lie Tenet PANFILO (mirmurando}—A quien desde su pro- pio padre, gvoy a criarlo yo? LAQUETE—;Queé has dicho? ¢Es que no vamos a criarlo, Pénfilo? Por favor, ges que lo vamos a expone:? 2Qué locara es ésta? De verdad que ya no puedo callar or mis tiempo, pues me fuerzas a decir lo que no qui ro en presencia de este. Crees que yo no sé el motivo de tus lagrimas, o que es fo que atormenta de este modo? Primero, cuando diste este motivo, que ti no podias te- ner en casaa esta esposa por culpa de tu madre, éta pro 680 mexis que se marchatia de casa, Ahora, cuando ves que también este motivo te ha fallado, has encontrado otro, que el nifo ha nacido a escondidas de ti. Te equivocas sl consideras que yo.no comprendo tu propésito. Que de una vez por fin dirjas us miras hacia aqut, ;Cudnto tiempo te i para amar a wu amantel ;Con qué buena dis- posicién soporté los gastos que tuviste con ella! Intenté J, 8 foRuE ae tomaras capone de gue ya era hors fn tomaste por istigacion mia; todo aquello lo hiciste como era debido, plgindoy «mis deseos. Ahora de fuevo tuerces tu inteneién hacia la merettizy y obede- 60 cendo sans deseon olendet etiaa st ican ee ues, que has vuelto de nuevo 2 la vida de antes. PANFILO.—ZYo? ee LaqueTe i mismo, Ye haces una ofenss: inven 1as falsos motivos de discordia, para vivir con fa otra des- 6 debe iad de cba heiest eanitt Jer se ha dado cuenta, pues ,qué otro motive tavo para alejarse de ui? PERE eee FIDIPO (aparte) —I en efecto, 'PANFILO.—Juraré que nada de eso me aleanza. LAQUETE.—Venga, triete otra vez a tu mujer o expli- ca por qué razon no fo haces BANTILO.—No es ésta la ocasion. 700 LAQUETE—Acoge al nifio, porque él no tiene culpa alguna: después, con respecto 4 la madre, ya vere, 'PANFILO (aparte)—Soy un desgraciado en todos los Este adivina con exactitud: asi es, I 138 PUBLIO TERENCIO AFRO sentidos, y no sé qué hacer; con tantas razones me cerca mi padre, pobre de mi. Me alejaré de aqui, porque que- dandome avanzo poco. Al nifio no creo que lo recone: ‘can sin mi mandato, sobre todo porque en este asunto me auxilia mi suegra, (Se 04.) LAQUETE—Te escapas? iEh!, {m0 me das una res- puesta segura? (A Fidipo) ¢Te parece que esté en sus ca- Bales? Déjalo. Fidipo, dale el nifio: yo lo criaré FiDiPO._—Perfectamente, No es extrafio que oii mujer 710 haya tomado a mal este asunto: las mujeres son enreve- sadas, no soportan facilmente estas cosas. Por eso estd Solfurada, pues ella misma me lo comt6. Yo no habia que~ Fido decirtelo en su presencia, nial principio le daba cré- dito a ella; ahora todo estA claro, Veo que a él le horro- riza por completo el matrimonio. LAQUETE --iQué haré, pues, Fidipo? ¢Qué me acon- "Fivwo.—eQué sas ahacr? Empresa io ue hay que ia ver ala meretriz: roguémosle, acusémosla, por ditimo amenacémosla severamente para cl caso de Que tuviera relaciones con él en el futuro, LAQUETE—Hlaré lo que aconsejas. Eh, esclavot, corre junto a Baquide, fa vecina auestra; pidele en mi nombre que venga aqui. (A Fidipo) Y en cuanto a ti, te rego que me ayudes en este asunto Fip1ro.—jOh, ya antes te lo dije, y ahora te digo lo mismo, Laquete: quiero que este parentesco entre noso- came mamengu at de aga mado posible y espero aque lo sera. ZPero quieres que esté yo cuando te encuen: LAQUETE. za para el nif. ‘Al contrario, marchate, busca una nodri- ACTO QUINTO ESCENA PRIMERA BAQUIDE LAQUETE BAQUIDE (aparte)—No es sin motivo que Laquete me = LASUEGRA rr pida que me encuentre con él; y si no me equivoco mu- ¢ho, or Pélux que quiere lo que me sospetho. LAQUETE (aparte)—Debo de tener cuidado para no 730 obtener de ésta menos de lo que podria por culpa de mi irritaci6n, o de no hacer nada que luego valga mas no ha~ berlo hecho. Me acercaré. Baquide, salud, BAQuIDE —Salud, Laquete LAQUETE.—Por Pélux, creo que no extraiiari, Béqui- de, por qu raz he mandado qu el eslavotelamase “BAQUIDE—Por Pélu, ¢ incluso siento miedo, cuan- do me viene 1 I cabeza io que soy, de que el nombre le mi oficio me perjudique; porque mi conducta puedo defenders sin problema : LAQUETE.—Si dices la verdad, ningtin riesgo corres por lo que se refiere a mi, mujer; pues tengo una edad fn que no seria justo disculparme si cayese en falta: por ello vigilo con cautela todas mis actiones, para no obrar ala ligera. Pues si actias o tienes intencidn de actuar 740 como conviene que lo hagan las mujeres de bien, seria desaforado que neciamente te ofendiese sin merecéirelo, ‘BAQUIDE.—Por Cistor, tengo que darte muchas gra. cias por eso; porque quien me venga con disculpas des- puts. de haberme ofentido, de poco me sive Pero qué pasa’ LAQUETE.—Que ests recibiendo en tu casa a mi hijo Panfilo. BAQuIDE—jOh! LAQUETE —Déjame hablar: antes de que se casara, to- Jeré yuestro amor. Espera: aiin no he dicho lo que que- ria, Ahora él tiene una esposa: ti biscate un amigo mis duradero, mientras tienes la oportunidad de velar por ti, pues ni él seguiré toda le vida con estos sentimientos, ni 16 por Pélux con esta edad, BAQuIDE—{Quién dice eso? LaQuere—Su suegra. BAQuipe—;Qué yo..? LAQUETE—Tu precisamente; y se ha llevado a su hija, ¥_por esa raz6n quiso a escondidas quitar de en medio Uke que ha nacido, e 2 — ae LA SUEGRA ui BAQUIDE—Si conociese algo mis sagrado que un ju- una nodriza para el nifio. Fidipo, Biquide jura con toda ramento para poder sancionar mi credibilidad ante voso-|-——_—solemnidad.. fos, eso te ofreceria como prucba de que he tenido 2 | Fiprro—iEs ésta? Pinfilo apartado de mi desde que se cas®. | LAQUETE —Es ésta. | LAQUETE.—Eres graciosa, 2Pero sabes qué deseo que hhagas, si te parece bien? BAQUIDE—;Qué quieres? Dimelo. LAQUETE.—Que vayas abi dentro junto a las mujeres y que les ofrezcas ese mismo juramento. Apaciguales los Enimos y ibérate de la acusacion. BAQUIDE.—Por Pélux que haré lo que otra que fuese de mi comercio no haria, estoy segura: mostrarse ante luna mujer easada por semejante raz6n. Pero no quiero ue tu hijo sea sospechoso por une falsa habladurfa, ni ue sin merecerlo os parezca él més inconstante 4 voso- 70 tos,» quienes menes le convene: pues de ise ha mes recido que le ayude en lo que pus TAQUETETus palabras me han week afable ¢ in- dulgente para contigo, porque no son ellas solas las que Jo pensaron, sino que también yo lo erei. Ahora que he descubierto que ercs distinta de lo que pensdbamos, pro~ tara ser del mismo modo en lo sucesivos podrés servirte de nuestra amistad cuando quieras. Si lo haces de otro modo... Me contendré para que de mi no oigas nada de- agradable. Pero esto solo te aconsejo, que hagas ia prue- ba de qué clase soy y de lo que podria hacer como ami- go, antes que como enemigo. ESCENA SEGUNDA. FIDtvO LAQUETE BAQUIDE UNA NODRIZA Fiviro.—No consentiré que te fale de nada en aii ca, tno que sete proporcionarden abundancia cuanto etigue Pero cuando estés harta de comer y de beber, > Sein el derecho steiense, no tena valor legal I declaracida 0 el west FIDI00.—Por Pélux ésas ni temen a los didses ni creo aque los dioses se preocupen por éllas. BAQUIDE.—Te entrego mis esclavas: por mi puedes someterlas a interrogatorio, con Ia tortura que te plaz~ ‘a’, Agui se cuece este asunto: yo debo de conseguir que a Pinfilo le egrese su esposa; silo consigo, no me preo: cupo de lo que puedan decir, que yo sola he hecho lo que otras mererrices rehuyen hacer. ‘LAQUETE.—-Fidipo, en los hechos mismos hemos des- cubierto que hemos sospechado erréneamente de nues- tas mujeres; a continuacién pongamos a prucba a ésta. Pucs si tu esposa Iegara a descubrir que dio crédito a 780 una scusacion false, depondri su enojo; si, por lo dems, ‘mi hijo estd irritado porque su mujer ha parido sin de- citselo, eso es cosa de poco peso: pronto lo abandonara fl furor. Lo que es seguro 5 que en este enredo no hay ninguna ofensa que merezca un divorcio. FibIro.—Por Hércules que yo lo deseara. LAQUETE.—Incerrégala; aqui esta, ella de por sf te dara satisfacci6n. FIDIPO—ZPor qué me cuentas todo eso? ZNo has ofdo ti mismo, hace un rato, como estén mis sentimien- tos al reepecto, Laquete? Unicamente apaciguadle Tox LAQUETE —Biquide, te ruego por Pélux que manten- {gs lo que me has prometido. BAQUIDE—,Quieres que entre por ello? LAQUETE—Ve, y aplécales los Animos, fuérzalas a BAQUIDE.—Voy, aunque sé, por Pélux, que mi pre- sencia les vaa restr detestable Porque la casa, can do esté segura del marido, es enemiga de la meretriz. faz que el nifio esté harto, 770 LAQUETE.-Veo que viene nuestro consuegro: trae rmonio prestades por un eflave& menos Que foeresometida ator. A di ‘du peetca se rchere Bigade en ote passe: a LA SUEGRA a3 142 PUBLIO TERENCIO AFRO 790 LaQUETE.—Pero éstas te serin amigas, cuando se en- PARMENON

You might also like