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Don Juan Manuel, nacido en 1282 y fallecido en 1348, fue una figura destacada en la

nobleza, la escritura y la política de la Edad Media en España. Proveniente de la


familia real como hijo de Manuel de Castilla y nieto de Fernando III de Castilla,
ostentó el título de Príncipe de Villena, consolidándose como un influyente miembro
de la alta nobleza castellana.

A lo largo de su vida, Don Juan Manuel desempeñó roles políticos de relevancia al


prestar servicios a monarcas como Alfonso X y Sancho IV en diversas capacidades,
participando también en eventos fundamentales para la historia de Castilla.

Además de sus compromisos políticos, fue un destacado escritor medieval. Su obra


más conocida, "El Conde Lucanor", es una colección de relatos y ejemplos morales
escritos en prosa. Esta obra refleja su interés en la literatura didáctica y moral,
influenciada por las corrientes literarias y éticas de la época.

En el ejemplo XLIV del "Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio" de
Don Juan Manuel, el Conde Lucanor se enfrenta a la traición de antiguos seguidores.
Sin encontrarle lógica a lo sucedido, busca el consejo de su consejero, Patronio,
quien le cuenta la historia de tres caballeros leales: don Pedro Núñez de Fuente
Almejir, don Ruy González de Ceballos y don Gutierre Ruiz de Blanquillo.

En dicha historia, estos caballeros resaltan por haber acompañado a un conde


enfermo hasta su muerte. Lo hicieron a pesar de tener que enfrentarse a la lepra que
padecía, a la pobreza y a todo lo que esto conllevaba. El conde se sentía inútil y
repugnante teniendo esa enfermedad y como se puede deducir, estos caballeros no
tenían especial ganas de asear y tocar las repulsivas heridas que esta enfermedad
causaba. En ciertos momentos, sin tener la menor intención de hacer sentir mal al
conde, se les escarban ciertas muestras de asco, como un escupitajo. Estas
acciones eran totalmente involuntarias ya que ellos lo que querían era cuidar al
conde y hacerlo sentir querido hasta su muerte y lo demostraban esto mismo cada
día.

Después de su muerte, enfrentaron desafíos individuales. Don Pedro Núñez defendió


a una dama acusada injustamente, perdiendo un ojo en el proceso. Don Ruy
González regresó a casa para descubrir que su esposa había esperado su llegada
sin comer carne ni beber vino, como le había prometido. Don Gutierre Ruiz también
enfrentó situaciones difíciles.

El consejo final de Patronio al Conde Lucanor destaca la importancia de seguir


haciendo el bien a pesar de las adversidades. Se enfatiza que la lealtad de unos
pocos vale más que la deslealtad de muchos, y se le aconseja no esperar
reciprocidad por sus acciones generosas. En conclusión, la historia ilustra cómo la
rectitud y la lealtad son recompensadas a largo plazo.

Personalmente, pienso que este relato sigue siendo relevante en la actualidad. En un


mundo donde la confianza y la lealtad a menudo se ponen a prueba, la historia nos
recuerda la importancia de mantener nuestra integridad incluso cuando enfrentamos
adversidades. Asimismo, destaca la idea de que nuestras acciones pueden tener
consecuencias más allá de lo que podemos prever inicialmente.

Además del importante mensaje que a mi parecer se puede aplicar y se podrá


aplicar infinitamente en nuestra sociedad, pienso que la forma de escribir de Juan
Manuel es muy amena. La manera que tiene de redactar la historia hace que el
receptor permanezca leyendo con entusiasmo ya que nos transmite su mensaje de
forma directa y sin usar vocabulario extremadamente culto.

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