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VII LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE La Sra. Pankow expone el double bind La tipografia del inconsciente El Otro en el Otro La psic s entre cédigo ¥ mensaje Tridngulo simbolico y tridngulo imaginario Tengo la impresién de que los dejé un poco sin aliento el pasado trimes- tre — me han llegado ecos al respecto. No me di cuenta. de lo contrario no lo hubiera hecho. También tengo la impresién de haberme repetido, de ha- berme atascado. Por otra parte, ello no ha impedido que algunas de las co- sas que queria que escucharan se quedaran ahi. a mitad de camino. y ello merece una pequefia vuelta atras, digamos una mirada sobre cémo he en- focado las cosas este afio. Lo que he tratado de mostrarles a propésito de la agudeza. de la que he extraido cierto esquema cuya utilidad tal vez haya podido no resultarles ma- nifiesta de inmediato, es cémo encajan las cosas. cémo engranan con el esquema precedente. A fin de cuentas, han de percibir ustedes una especie de constancia en lo que les ensefio — convendria. desde luego. que esta constancia no sea simplemente como una banderita en el horizonte para su orientacién, y que comprendan adénde los lleva y por qué caminos, Esta constancia es que considero fundamental. para comprender lo que hay en Freud, advertir la importancia del lenguaje y de la palabra. Esto ya lo diji- mos de entrada, pero cuanto mds nos acercamos a nuestro objeto. mas nos percatamos de la importancia del significante en la economia del deseo. digamos en la formacién y en la informacién del significado. 147 LA LOGICA DE LA CASTRACION Pudieron verlo en nuestra sesién cientifica de ayer por la noche, al oir lo que de interesante nos aporté la Sra. Pankow. Resulta que en Norteamé- rica la gente se preocupa por lo mismo que yo les explico aqui. Tratan de introducir en la determinacién econdmica de los trastornos psiquicos el hecho de la comunicacién y de lo que en algtin caso Ilaman el mensaje. Pudieron ofr a la Sra. Pankow hablandoles de alguien que no nacié ayer, en absoluto, o sea, el Sr. Bateson, antropdlogo y etndégrafo, quien planted algo que nos ha hecho reflexionar un poco més alla de la punta de nuestra nariz en lo referente a la accién terapéutica Bateson trata de situar y de formular el principio de la génesis del tras- torno psicotico en algo que se establece en la relacién entre la madre y el nifio, y que no es simplemente un efecto elemental de frustracién, de ten- sidn, de retencién y de distension, de satisfaccién, como si la relacién interhumana se produjera en el extremo de una goma eldstica. Introduce desde el principio la nocién de la comunicacién en cuanto centrada, no sim- plemente en un contacto, una relacién, un entorno, sino en una significa- cién. He aqui qué pone en el principio de lo que se ha producido origina- riamente como discordante, desgarrador, en las relaciones del nifio con la madre. Lo que designa como elemento discordante de esta relacién es el hecho de que la comunicacién se haya presentado en forma de double bind, de doble relacién. Como muy bien se lo dijo a ustedes ayer por la noche la Sra. Pankow, en el mensaje en el que el nifio ha descifrado el comportamiento de su madre hay dos elementos. Estos no estan definidos el uno con respecto al otro, en el sentido en que uno se presente como la defensa del sujeto con respecto a lo que quiere decir el otro, de acuerdo con la nocién comtin que tienen ustedes del mecanismo de la defensa cuando analizan. Ustedes con- sideran que lo que el sujeto dice tiene como finalidad desconocer la signi- ficaci6n que esté en algtin lugar en él, y se anuncia a si mismo — y os anun- cia — su color al lado. No se trata de esto. Se trata de algo que concierne al Otro, y el sujeto lo recibe de tal forma que, si responde en un punto, sabe que, por este mismo motivo, se encontrard acorralado en el otro punto. Este es el ejemplo que tomaba la Sra. Pankow — si respondo a la declaracién de amor de mi madre, provoco su retirada, y si no la escucho, es decir si no le respondo, la pierdo. Estamos, pues, metidos en una verdadera dialéctica del doble sentido, porque éste implica ya un elemento tercero. No son dos sentidos uno de- trds de otro, con un sentido que esté mas alld del primero y tenga el privi- legio de ser el mas auténtico de los dos. Hay dos mensajes simultdneos en 148 LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE la misma emisi6n, por decirlo asf, de significacién, lo cual crea en el suje- to una posicién tal que se encuentra en un callejon sin salida. Esto les de- muestra que, incluso en Norteamérica, se esté progresando enormemente. {Acaso es esto suficiente? La Sra. Pankow destacé muy bien lo que esta tentativa tenia de a ras de tierra, de empirica, por asf decirlo. aunque no se trate en absoluto de empirismo, por supuesto. Si no hubiera en Norteamé- rica, ahi al lado, trabajos muy importantes en estrategia de juegos. al Sr. Bateson no se le hubiera ocurrido introducir en el andlisis algo que. de to- das formas, es una reconstruccién de lo que supuestamente ocurrid en el origen, ni determinar esta posicion del sujeto profundamente desgarrada. en falso, frente a lo que el mensaje tiene para é] de constituyente. Digo constituyente, pues si esta concepcién no implicara que el mensaje es cons- tituyente para el sujeto, no se ve cémo podrian atribuirsele efectos tan im- portantes a ese primitivo double bind. La cuesti6n que se plantea a propésito de las psicosis es la de saber qué ocurre con el proceso de la comunicacién cuando, precisamente. no llega a ser constituyente para el sujeto. Este es otro punto de referencia que hay que buscar. Hasta ahora, cuando ustedes leen a Bateson, ven que en suma todo est4 centrado en el doble mensaje, sin duda, pero en el doble mensaje como doble significacién. De esto precisamente peca el sistema. porque esta concepci6n ignora Jo que el significante tiene de constituyente en la significacién. Ayer por la noche redacté de pasada una nota, que ahora no Ilevo. en la cual habia recogido una afirmaci6n de la Sra. Pankow sobre la psicosis. que se reduce més o menos a lo siguiente — falta, decfa ella, la palabra que fun- daria la palabra en cuanto acto. De entre las palabras, ha de haber una que funde la palabra como acto en el sujeto. Esto esta claramente en la misma via de lo que ahora estoy abordando. Al subrayar el hecho de que en alguna parte en la palabra ha de haber algo que funde la palabra como verdadera, la Sra. Pankow manifiesta una exigencia de estabilizacién de todo el sistema. Con este fin, ella ha recu- trido a la perspectiva de la personalidad, lo cual al menos tiene el mérito de ser un testimonio de Ia insuficiencia de un sistema que nos deja en la incertidumbre y no nos permite una deducci6n ni una construcci6n suti- cientes, No creo en absoluto que sea asf como pueda formularse. Esta referen- cia personalista, sdlo la creo psicolégicamente fundada en el sentido si- guiente, que no podemos dejar de tener la sensacién y el presentimiento de que las significaciones crean ese callején sin salida que supuestamente 149 LA LOGICA DE LA CASTRACION desencadena el desconcierto profundo del sujeto cuando es un esquizofré- nico. Pero tampoco podemos dejar de tener la sensacién y el presentimien- to de que debe de haber algo en el origen de este déficit, y no tan sélo la experiencia impresa de los callejones sin salida de las significaciones, sino a falta de algo que funda la propia significacion y que es el significante — y algo mas, lo que voy a abordar hoy, precisamente. No se trata de algo que se plantee simplemente como Personalidad, lo que funda la palabra como acto, segtin decfa ayer por la noche la Sra. Pankow, sino de algo que se plantea como dando autoridad a la ley. Nosotros aqui lamamos Jey alo que se articula propiamente en el nivel del significante, a saber, el texto de la ley. Noes lo mismo decir que ha de haber ahi una persona para sostener la autenticidad de la palabra, que decir que algo autoriza el texto de la ley, En efecto, a lo que autoriza el texto de la ley le basta con estar, por su parte, en el nivel del significante. Es lo que yo llamo el Nombre del Pa- dre, es decir, el padre simbélico. Es un término que subsiste en el nivel del significante, que en el Otro, en cuanto sede de la ley, representa al Otro. Es el significante que apoya a la ley, que promulga la ley. Es el Otro en el Otro. Esto mismo expresa, Precisamente, aquel mito necesario para el pensa- miento de Freud que es el mito del Edipo. Obsérvenlo con més atencién. Si es necesario que él mismo Proporcione el origen de la ley bajo esta for- ma mitica, si hay algo que hace que la ley esté fundada en el padre, es ne- cesario el asesinato del padre. Las dos cosas estan estrechamente vincu- ladas — el padre como quien promuiga la ley es el padre muerto, es decir, el simbolo del padre. El padre muerto es el Nombre del Padre, que se cons- truye a partir del contenido. Eso es del todo esencial. Voy a recordarles por qué. En tomo a qué centré todo lo que les ensefié hace dos afios sobre la psi- cosis? En torno a Io que Ilamé la Verwerfung. Traté a hacérsela percibir como distinta de la Verdrdingung, es decir, distinta del hecho de que la ca- dena significante siga desplegandose y ordendndose en el Otro, lo sepas ti © no lo sepas, y ése es esencialmente el descubrimiento freudiano. La Verwerfung, les dije, no es simplemente lo que est4 més alld de nues- tro acceso, es decir lo que estd en el Otro como reprimido en cuanto si igni- ficante. Esto es la Verdrdingung y es la cadena significante. Lo demuestra que contintie actuando sin que tt le des la menor significacién, que deter- mine la mas minima significacién sin que td la conozcas como cadena sig- nificante. 150 4 J LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE eee eer est verworfen. También les dije que hay otra cosa que, en este caso, i signifi na letra que Puede haber en la cadena de los significantes un significante 0 ut q falte, que siempre falte en la tipografia. El espacio del significante, el es- Ite, qt er i i jente, es en efecto un espacio ite ae an ‘como constituido de acuerdo con Iineas y scp ae ie Sc Jeyes topolégicas. En una cadena de los a ie ae —- fs aa Han de comprender ustedes 1a importancia de a eae Launoainie particular del que acabo de hablarles, . ee sa ee eas oe funda el hecho mismo de que ee Pie iH ie ee i significante — complejo de » olale Be iy ae at madre. Es el significante que significa que e : Bae i sand de este significante, ook eee ee 1 Padre. Cor 2 Ss ae ee ea or own i del cual traté de centrarles lo q signi te esencial, alrededor de! Ge ae saree ent A saber, que el sujeto ha de suplir la anes Cae 2 wifieante 7 es el Nombre del Padre. Todo lo que Hamé an ieee et desbandada, que se produce en la psicosis, s¢ 0} cadena, + aesto. i darles lo que i erme enseguida a recor , Cneea 4O bien he de mostrarles pri- articular lo que aca- ? {Qué he de hacer ahora? ; d les ae a propésito del Presidente Schreber' i see mero, de forma todavia mas precisa, en detalle, bo de indicarles en el esquema de este afio? s en e] esquem: ; Para mi gran sorpresa, este esquema no interesa a todo el mundo, pero rt ‘iden, para pre- de todas formas interesa a algunos. Fue ae eal eee aoe cl ivel que merece el c arles lo que ocurre en un nivel 7 ee Ss Se trata de algo muy singular, puesto me ‘ fa Lita ae fabri ado, manifiestamente, de la forma ms inintenciot ee geen do, el chiste, a veces, no es i ‘omo se lo he demostrado, oe el oe . sus, y la experiencia muestra que muchos oa seer om _ posteriori uno se da cuenta de que ha sido agi ee dd = se ha ido ella sola. En algunos ae oo : anaes i andi a i signo de candidez, y tamente lo contrario, un chiste ingenuo. 15] LA LOGICA DE LA CASTRACION El chiste, con la satisfaccién que de él resulta y que es particular — al- rededor de esto traté de organizarles este esquema el pasado trimestre. Se trataba de encontrar cémo concebir el origen de la satisfaccién especial que Proporciona. Esto nos hace remontarnos nada menos que a la dialéctica de la demanda a partir del ego. Recuerden el esquema de lo que podria llamar el momento simb6lico ideal primordial, que es del todo inexistente. El momento de la demanda satisfecha esté representado por la simulta- neidad de la intencién, que va a manifestarse como mensaje, y la Ilegada del propio mensaje al Otro. E] significante — de él se trata, pues esta cade- na es la cadena significante — llega al Otro. La perfecta identidad, simul- taneidad, superposicién exacta, entre la manifestacién de la intencién, que es la intencién del ego, y el hecho de que el significante en cuanto tal es admitido en el Otro, estd en el principio de la posibilidad misma de la sa- tisfaccién de la palabra. Si este momento que llamo el momento primor- dial ideal existe, debe de estar constituido por la simultaneidad, la coex- tensividad exacta del deseo en tanto que se manifiesta y el significante en tanto que es su portador y lo soporta. Si este momento existe, la continua- cion, es decir lo que viene tras el mensaje cuando éste pasa al Otro, se rea- liza a la vez en el Otro y en el sujeto, y corresponde a lo que es necesario para que haya satisfaccién. Este es precisamente el punto de partida nece- sario para que comprendan que eso nunca sucede. O sea, por la naturaleza del efecto del significante, lo que llega aqui, a M, se presenta como significado, es decir, como al go hecho de la transfor- maci6n, de la refraccién del deseo debido a su paso por el significante. Por esta raz6n esas dos Ifneas se entrecruzan. Es para que adviertan el hecho de que el deseo se expresa y pasa por el significante. El deseo cruza la linea significante, y en su entrecruzamiento con la Ii- nea significante, ,con qué se encuentra? Se encuentra con el Otro. En- seguida veremos, porque ser preciso volver a este punto, qué es ese Otro en el esquema. Se encuentra con el Otro, no les he dicho como una perso- na, se lo encuentra como tesoro del significante, como sede del cédigo. Ahi es donde se produce la refraccién del deseo por el significante. El deseo llega, pues, como significado distinto de lo que era al comienzo, y he aqui, no por qué vuestra hija es muda, sino por qué vuestro deseo siempre es cornudo. O, mds bien, tt eres el cornudo. Eres tii mismo el traicionado Porque tu deseo se acuesta con el significante. No sé cémo tendria que ar- ticular mejor las cosas para que entiendan. Toda la significacion del esque- ma es hacerles visualizar el concepto de que el paso del deseo — como 152 LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE emanacién, incursion del ego radical — a través de la cadena del signifi- cante, introduce de por sf un cambio esencial en la dialéctica del deseo. Esté muy claro que, en lo que ala satisfacci6n del deseo se refiere, todo depende de lo que ocurre en este punto A, definido de entrada como lugar del cédigo y que, ya de por sf, ab origine, por el solo hecho de su Saal ra de significante, produce una modificaci6n esencial enel Goa en = franqueamiento de significante. Aqui est4 implicado todo el resto, porqi : no esta solamente el cédigo, también hay algo més. Me sittio aqui en | nivel més radical, aunque, por supuesto, esta la ley, estan las ane nes, estd el supery6, etcétera. Pero para comprender cémo estén edific: i estos diversos niveles es preciso comprender que, ya en el nivel mas ral ml cal, tan pronto le hablas a alguien hay un Otro, otro Otro en a a a del cédigo, y que nos encontramos ya sometidos a Ja dialéctica de _ ; nudamiento! del deseo. Asf, todo depende, Pe se ates le lo re en este punto de cruce, A, en este franqueamiento. at ee eaipaeos a toda satisfaccion posible del deseo humano Gaiee derd de la conformidad entre el sistema significante en cuanto oe lado en la palabra del sujeto y, como dirfa Perogrullo, el sistema del signi a te en cuanto basado en el cédigo, es decir en el Otro como lugar y sede Me c6digo. Un nifio pequefio, con ofrlo, quedarfa convencido, y no preten do que con esto que acabo de explicarles vayamos a dar un paso més. Pero atin icularlo. WWiacereu asec vamos a abordar la articulacién que quiero Plantearies entre este esquema y lo que hace un momento les anuncié como esencis en relacién con Ja cuestién del Nombre del Padre. Veran ustedes om prepara y se dibuja, no cémo se engendra, ni sobre todo cémo se engent a a sf mismo, porque para llegar ha de dar un salto. No todo se Produce en continuidad, pues lo propio del significante es precisamente que es discon- San nos aporta la técnica del chiste en la experiencia? Es lo que he tratado de hacerles percibir. Aunque no suponga ninguna satisfaccién par- ticular inmediata, el chiste consiste en que en el Otro ocurre algo que ae boliza lo que podriamos llamar la condicién necesaria para toda satisfac- cién. A saber, que se te escucha més alld de lo que dices. En efecto, en ningtin caso lo que dices puede verdaderamente hacer que se te soe La agudeza se desarrolla propiamente en la dimensién de Ja met site es decir més all4 del significante en tanto que con él tratas de significar algo 1. Cocufication. [N, del T.} 153 LA LOGICA DE LA CASTRACION Y, a pesar de todo, siempre significas otra cosa. Precisamente en lo que se presenta como un traspié del significante es donde hallas satisfaccién, sim- plemente porque mediante esta sefial el Otro reconoce aquella dimensién, més alld, en la cual se ha de significar lo que estd en juego y tt no puedes significar. Esta dimensién es la que nos revelard la agudeza. Este esquema se basa, pues, en la experiencia. Nos hemos visto en la necesidad de construirlo para explicar lo que ocurre en la agudeza. Lo que en ella remedia, hasta el punto de proporcionarnos una especie de felici- dad, el fracaso de la comunicacién del deseo por la via del significante, se realiza de la forma siguiente — el Otro admite un mensaje como impedi- do, fracasado, y en este mismo fracaso reconoce la dimensién més alla donde se sitiia el verdadero deseo, es decir, aquello que debido al signifi- cante no llega a ser significado. Como ustedes ven, aqui Ia dimensién del Otro se amplia por poco que sea. Y, en efecto, ya no es sdlo la sede del cédigo sino que interviene como sujeto, admitiendo un mensaje en el cédigo y complic4ndolo. O sea que ya estd en el nivel de quien constituye la ley propiamente dicha, pues es ca- paz de afiadir esta ocurrencia, este mensaje, como suplementario, es decir como algo que designa, por si mismo, el mas alld del mensaje. Por esta raz6n este afio, cuando se trataba de las formaciones del incons- ciente, empecé habldndoles de la agudeza. Ahora tratemos de examinar dete- nidamente — y en una situacién menos excepcional que la de la agudeza — este Otro, pues en su dimensién tratamos de descubrir la necesidad de aquel significante que funda el significante, como significante que instaura la legiti- midad de la ley 0 del cédigo. Volvamos, pues, a nuestra dialéctica del deseo. Cuando nos dirigimos al otro, no vamos a expresarnos constantemente por medio de la agudeza. Si pudiéramos hacerlo, en cierto modo serfamos mis felices. Es lo que trato de hacer yo en el breve tiempo del discurso que les dirijo. No siempre Io consigo. Si es culpa de ustedes 0 es culpa mfa, desde este punto de vista es absolutamente indiscernible. Pero en fin, en el terreno prosaico de lo que ocurre cuando me dirijo al otro, hay una palabra que nos permite darle un fundamento de la forma mas elemental, y que es absolutamente maravillosa en francés si se piensa en todos los equivocos que permite, en todos los retruécanos — me ruborizarfa emplearlos aqui, salvo de la forma més discreta. Tan pronto diga esa palabra, recordaran enseguida la invocacién a la que me remito. Es la palabra Ty.” 2. El equivoco al que se alude es entre tu (tt) y rue (mata). (N. del T.] 154 LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE Este 7x es absolutamente esencial en lo que he Hamado en ee ocasiones la palabra plena, la palabra como fundadora en ' his! ie i sujeto, el Tui de Ti eres mi maestro, 0 Ti eres mi mujer. Este Ties ce te ficante de 1a Hamada al Otro, y les recuerdo, a quienes tuvieron a a guir toda la cadena de mis seminarios sobre las psicosis, e1 uso fe hice, la demostracién a la que traté de dar vida ante ustedes de la dist si - entre Tui eres quien me seguirds, con una s, y Tu eres ee Ss Lo que ya entonces abordaba para ustedes, algoen lo que i eo cea Jes, es precisamente lo mismo a lo que voy a referirme ahora, ys a estas dos frases, con sus diferencias, una llamada. Mas as que en la otra, incluso completamente en una y nada en eae en ie Enel Tii eres quien me seguirds, hay algo que no esta el Ti a a ien me seguird, y es lo que se llama invocacion. Si digo Ti eres gs ee guirds, te invoco, te otorgo ser aquel que ae seguia, eas en a oe dice Soy tuyo, me consagro a ti, yo soy quien te seguird. ero = a eres quien me seguird, no hago nada parecido sino que aan = a objetivo e incluso, a veces, rechazo. Puede significar — 4 a aa me seguird siempre, y estoy hasta la coronilla. En Ja forma mas or i os aa consecuente en que esta frase es pronunciada, se trata de un rec) Ree . ee invocaci6n, por supuesto, exige una dimension muy oo asal i a : ie yo haga depender mi deseo de tu ser, en el sentido de que i feet en la via de este deseo, cualquiera que pueda ser, de una forma a el proceso de la invocaci6n. Esta palabra significa que ae le tH es decir, al soporte de la palabra. No a la palabra sino al sujeto a Ja sostiene, y por eso aqui me encuentro en el nivel que hace un aa he Jlamado el nivel personalista. Por eso, ciertamente, los pie es lo usan con exageraci6n, el Ti, 1, ti, td todo el dia, el Tuy el ee Sr. Martin Buber, por ejemplo, cuyo nombre pronuncié la Sra. Pai este registro un nombre eminente. Q aes iy ahi un nivel fenomenolégico esencial, y cee evitar pasar por él. Tampoco hay que ceder a sus espejism rales = prosternarse. La actitud personalista — es el peligro que encontra a este nivel — desemboca de bastante buena gana en la prosternacion mi ime sui ft a : Te es 3, Tues celui qui me suivra/Tu es celui qui me suivras. Unas Iineas més abajo: celui qui me suivra toujours, et j’en ai ma claque. (N. del T.] 155 LA LOGICA DE LA CASTRACION ca. ZY por qué no? No le negamos a nadie ninguna actitud, tan s6lo recla- mamos el derecho a comprender tales actitudes, y por otra parte el perso- nalismo no nos lo niega, pero sf nos lo niega el cientifismo — si empiezas aatribuir alguna autenticidad a la posicién mistica, se considera que ti tam- bién caes en una complacencia ridicula. Toda estructura subjetiva, sea cual sea, si podemos seguir lo que articu- la, es estrictamente equivalente a cualquier otra desde el punto de vista del anilisis subjetivo. S6lo los cretinos imbéciles como el Sr. Blondel, el psi- quiatra, pueden plantear, en nombre de una pretendida conciencia mérbida inefable de lo vivido del otro, una objecién a lo que no se presenta como inefable sino como articulado y, en cuanto tal, deberfa ser techazado, debi- do a una confusién cuyo origen es la creencia de que lo no articulado est mis allé, cuando no es asf en absoluto — lo que esta més alla se articula. En otras palabras, en lo que al sujeto se reficre, aunque sea delirante o mis- tico, no se debe hablar de inefable. En el nivel de la estructura subjetiva es- tamos en presencia de algo que s6lo puede presentarse como se presenta, y que se presenta, pues, en consecuencia, con su entero valor en su nivel de credibilidad. Si hay algo inefable, ya sea en el delirante, ya sea en el mistico, por definicién no habla de ello, porque es inefable. Entonces, no hemos de juz- gar lo que articula, a saber sus palabras, a partir de aquello de lo que no. puede hablar. Si bien se puede suponer que haya algo inefable, y de buen grado lo suponemos, nunca nos negamos a captar lo que se demuestra como estructura en una palabra, sea cual sea, con el pretexto de que hay algo inefable. Como ah{ podemos extraviarnos, entonces renunciamos. Pero si no nos perdemos por ah, el orden que esta palabra demuestra y revela se debe tomar tal como es. En general nos percatamos de que es in- finitamente mds fecundo tomarla asi y tratar de articular el orden que plan- tea, a condicién de tener puntos de referencia adecuados, y enesto es en lo que aqui nos esforzamos. Si partiéramos de la idea de que la palabra est4 hecha esencialmente para representar el significado, enseguida nos extra- viariamos, porque seria volver a caer en las oposiciones de antes, 0 sea que el significado no lo conocemos. El Td en cuestién es aquel a quien invocamos. Mediante la invocaci6n, sin duda, la impenetrabilidad personal subjetiva resultard concernida, pero no es en este nivel donde tratamos de alcanzarla. ;Qué es lo que esté en juego en toda invocacién? La palabra invocacién tiene un sentido hist6ri- co. Es lo que se producia mediante cierta ceremonia que los antiguos, no més sensatos que nosotros en algunas cosas, practicaban antes del comba- 156 LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE te, Esta ceremonia consistia en hacer lo necesario — probablemente lo sabian — para poner de su parte alos dioses de los otros. ae e mente quiere decir la palabra invocaci6n, y en esto reside la Ee scion a cial a la que los conduzco ahora, en esta segunda etapa, la de la llamada, necesaria para que el deseo y la demanda sean satisfechos. _ No basta simplemente con decirle al Otro tt, ti, ty obtener una p: i: ticipacién de lo que palpita. Se trata de darle la misma voz que sn tros deseamos que tenga, de evocar aquella voz, presente Lesnar en la agudeza como su dimensi6n propia. La agudeza es sin ae i cién que no logra la gran proeza, que no alcanza el gran milag) Mee invocacién. Es en el nivel de la palabra, y en tanto que se trata le a esa voz se articule conformemente a nuestro deseo, donde la invocacion = aa volvemos a encontramos con que toda satisfaccién de la deman- da, como depende del Otro, quedar4 pendiente de Jo que se produce bias eneste vaivén giratorio del mensaje al cdigo y del cédigo al oe. “ ; permite que mi mensaje sea autentificado por el Otroen el papee : = mos al punto anterior, es decir, alo oF ee la esencia del interés ql mncedemos este afio a la agudeza. i ee oe comprobar simplemente que si hubieran care este es quema, es decir, si hubiera podido, no darselo, sino forjarselo enel mome! i to del seminario sobre las psicosis, si hubiéramos hallado, juntos y en el mismo momento, la misma ocurrencia, hubiera podido nett ae encima lo que le ocurre esencialmente al Presidente Schreber cuan 7 se is convertido en la victima, en el sujeto absolutamente dependiente de s voces. Schreber eae LA LOGICA DE LA CASTRACION Observen atentamente el esquema que esté detras de mi y supongan sim- plemente que esté verworfen todo lo que, de cualquier forma, pueda corres- ponder en el Otro a ese nivel que llamo el del Nombre del Padre, el cual en- cara, especifica, particulariza, lo que acabo de explicarles, a saber, represen- tar en el Otro al Otro en tanto que le da su peso ala ley. Pues bien, si suponen ustedes la Verwerfung del Nombre del Padre, a saber, que este significante esté ausente, verén ustedes que los dos vinculos que he enmarcado aqui, a saber, la ida y vuelta del mensaje al cédigo y del cédigo al mensaje, resultan de esta manera destruidos e imposibles. Esto les permite trasladar a este es- quema los dos tipos fundamentales de fenémenos de voces que experimenta el Presidente Schreber en sustituci6n de este defecto, de esta falta, Precisaré que si este hueco 0 este vacio aparece es porque ha sido evo- cado al menos una vez el Nombre del Padre — Porque lo que ha sido Ila- mado en un momento dado en el nivel del Ti era precisamente el Nombre del Padre, en cuanto capaz de admitir el mensaje y, por este motivo, garan- te de que la ley se presente como auténoma. Este es el punto del vuelco, del viraje, que precipita al sujeto en la psicosis, y dejo de lado por ahora c6mo, en qué momento y por qué. Aquel afio empecé mi discurso sobre la psicosis partiendo de una frase que les habia extrafdo de una de mis Presentaciones de enfermos. Se cap- taba muy bien en qué momento se producia, en la frase murmurada por la paciente, Vengo de la charcuteria, un vuelco hacia el otro lado. Era cuan- do la palabra marrana aparecia en aposicién. Al no ser asumible mas alld de ese punto, integrable para el sujeto, se volcaba, por su propio movimien- to, Por su propia inercia de significante, hacia el otro lado del guidn de la téplica, en el Otro. Se trataba de pura y simple fenomenologia elemental. En Schreber, écual es el resultado de la exclusion de los vinculos entre el mensaje y el Otro? El resultado se presenta en forma de dos grandes cate- gorias de voces y de alucinaciones. Esta, en primer lugar, la emisién, en el Otro, de los significantes de lo que se presenta como la Grundsprache, la lengua fundamental. Son ele- mentos originales del cédigo, articulables unos con respecto a los otros, pues esta lengua fundamental est4 tan bien organizada que cubre literal- mente el mundo con su red de significantes, sin que haya ninguna otra cosa segura y cierta salvo que se trata de la significacion esencial, total. Cada una de estas palabras tiene su propio Peso, su acento, su empuje de signifi- cante. E] sujeto las articula unas con respecto a otras. Cada vez que quedan aisladas, la dimensi6n propiamente enigmatica de la significaci6n, al ser infinitamente menos evidente que la certeza que incluye, resulta del todo 158 LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE asombrosa. En otros términos, el Otro s6lo emite aqui, por asi decirlo, mas alld del cddigo, sin ninguna posibilidad de integrar en él lo que pueda ve- nir del lugar donde el sujeto articula su mensaje. : : Por otra parte, con s6lo que restituyan ustedes aqui las flechitas, vienen mensajes. No quedan de ningtin modo autentificados por el retorno desde el Otro, en cuanto soporte del cédigo, hasta el mensaje, ni integrados en el o6- digo con una intenci6n cualquiera, sino que vienen del Otro como cualquier otro mensaje, pues un mensaje sdlo puede partir del Ouro, porque esté hecho de una lengua que es la del Otro — incluso cuando se origina en nosotros mis- mos imitando a otro. Estos mensajes partirdn, pues, del Otro, y saldrén de este punto para articularse en declaraciones como — Y ahora quiero darle... En especial, quiero esto para mi... ¥ ahora, eso debe, sin embargo... {Qué es lo que falta? El pensamiento principal se expresa en Ja lengua fundamental. Las propias voces, que conocen toda la teoria, dicen igual- mente — Nos falta reflexion. Esto significa que del Otro parten, en efecto, mensajes de Ia otra categoria de mensajes. Es un tipo de mensajes que no es posible admitir como tales. El mensaje se manifiesta aqui en la ites sién pura y quebrada del significante, como algo que s6lo mas all de si mismo tiene su significacién, algo que, por el hecho de no poder participar en la autentificacién mediante el Ti, se manifiesta como si su unico objeto fuese presentar como ausente la posicién del Tui donde la significacion se autentifica. Por supuesto, el sujeto se esfuerza por completar esta signifi- cacién, aporta por lo tanto los complementos de sus frases — Ahora no quiero, dicen las voces, pero en otra parte se dice que él, Schreber, no pue- de confesar que es una... El mensaje queda interrumpido aqui porque no puede pasar por la via del Ti, s6lo puede llegar al punto gamma como men- saje interrumpido. : i Creo haberles indicado suficientemente que la dimensién del Otro, al ser el lugar del depésito, el tesoro del significante, supone, para que pueda ejercer plenamente su funcién de Otro, que también tenga el significante del Otro en cuanto Otro. El Otro tiene, él también, més alld de él, aeste Otro capaz de dar fundamento a la ley. Es una dimensi6n que, por supuesto, pertenece igualmente al orden del significante y se encarna en personas que soportardn esta autoridad. Que, dado el caso, esas personas falten, que haya por ejemplo carencia paterna en el sentido de que el padre es demasiado tonto, eso no es lo esencial. Lo esencial es que el sujeto, por el procedimien- to que sea, haya adquirido la dimensién del Nombre del Padre. : Por supuesto, lo que ocurre efectivamente, y pueden advertirlo en las biografias, es que a menudo el padre lava los platos en la cocina con el 159 LA LOGICA DE LA CASTRACION delantal de su mujer. Con eso no e: para determinar una ujer. Con no es suficient d le para esquizofrenia. : Filsid voy a poner en la pizarra el pequefto esquema con el cual voya a tei lo que les diré la pr6xima vez, y que nos permitird establecer : if ae de la distincién, que puede parecerles un poco escolastica, en- 4 sr del Padre y el padre real — el Nombre de! Padre en tanto lo el caso puede faltar y el padre que, segti , Seguin parece, no ha de oa be Presente para que no falte. Voy a introducir, pues, lo que serd el »jeto de mi leccién del préximo dia, a saber, lo que desde hoy titulo |. metdfora paterna. : ccc a nombre nunca es un significante como los otros. Sin duda, es im- portante. tenerlo, pero ello no significa que se acceda a él — como tampo- a a la satisfaccién del deseo, cornudo de entrada, como les decfa hace un oe Por eso, en el acto, el famoso acto de la palabra del que nos ha- al ayer Ja Sra. Pankow, donde se realizaré concretamente, psicolégica- mente, la invocacién de la que hablaba hace un instante es en la dimensié1 que llamamos metaf6rica. Bie : En otros términos, el Nombre del Padre hay que tenerlo, pero también lay que saber servirse de él. De esto pueden depender mucho el destino el resultado de todo este asunto. : i Hay Palabras reales que se producen alrededor del sujeto, especialmen- i ce su infancia, pero la esencia de la metéfora paterna, que hoy les anun- Y que comentaremos més extensamente la proxi: ‘ i 1 ce Proxima vez, consiste en el Madre Nifio Padre 160 LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE Tenemos, por otra parte, este esquema — Ss a a’ A EL ESQUEMA L Todo lo que se realiza en S, sujeto, depende de los significantes que se colocan en A. A, si es verdaderamente el lugar del significante, ha de ser él mismo portador de algtin reflejo de aquel significante esencial que les re- presento aqui en este zigzag, que en otro lugar llamo, en mi articulo sobre “La carta robada”, el esquema L. Tres de estos cuatro puntos cardinales vienen dados por Jos tres térmi- nos subjetivos del complejo de Edipo, en cuanto significantes, que encon- tramos en cada vértice del tridngulo. Volveré a hablar de ello la proxima vez, pero de momento les ruego que admitan lo que les digo, como para abrirles el apetito. Elcuarto término es S. Este es, en efecto — no sdlo se lo concedo, de eso partimos —, inefablemente esttipido, porque no posee su significante. Esta fuera de los tres vértices del triéngulo edipico, y depende de lo que ocurra en ese juego. En esta partida es el muerto. Incluso, si el sujeto resulta ser depen- diente de los tres polos Ilamados ideal del yo, supery6 y realidad, es porque la partida esté estructurada asi — quiero decir que no se desarrolla s6lo como una partida particular, sino como una partida que se instituye como regla. Pero para comprender la transformaci6n de la primera triada en la otra, es preciso ver que, por muy muerto que esté, el sujeto, puesto que hay su- jeto, en esa partida no obtiene nada a cambio.‘ Desde este punto incons- tituido donde se encuentra, va a tener que participar — si no con su dinero, tal vez todavia no lo tiene, por lo menos con su piel, es decir con sus ima- 4. En est pour ses frais. Expresion que significa “sin obtener nada a cambio”, “sin esperanza”. (N. del T.] 161 LA LOGICA DE LA CASTRACION genes, su estructura imaginaria y todo lo que de ello se deriva. Por eso el cuarto término, S, se representaré en algo imaginario que se opone al sig- nificante del Edipo y que ha de ser también, para que case, ternario. Por supuesto, hay todo un stock, todo el bagaje de las imagenes. Para saberlo, abran los libros del Sr. Jung y de su escuela, y verén que imagenes hay un sinfin — brotan y vegetan por todas partes —, la serpiente, el dra- g6n, las lenguas, el ojo Hameante y la planta verde, el jarro de flores, la guardiana. Todas ellas son imagenes fundamentales, indiscutiblemente ati- borradas de significacién, lo que ocurre es que no hay estrictamente nada que hacer con ellas, y si te paseas Por este nivel, todo lo que consigues es per- derte con tu lamparita en la selva vegetante de los arquetipos primitivos. Con respecto a lo que nos interesa, o sea, la dialéctica intersubjetiva, hay tres imagenes seleccionadas — articulo con cierta fuerza mi pensamiento — para tomar el papel de guias. No es dificil comprenderlo, pues hay algo en cierto modo completamente dispuesto, no s6lo a ser homGlogo a la base del triéngulo madre-padre-nifio, sino a confundirse con ella — es la rela- cién del cuerpo despedazado, y al mismo tiempo envuelto en buen numero de esas imagenes de las que hablébamos, con la funcién unificante de la imagen total del cuerpo. Dicho de otra manera, la relacidn del yo con la imagen especular nos da ya la base del tridngulo imaginario, indicado aqui en linea de puntos. M N P El otro punto, ahf es precisamente donde vamos a ver el efecto de esa metéfora paterna. Este otro punto Jo introduje en mi seminario del aio pasado sobre la relacién de objeto, pero ahora lo verén ocupar su lugar entre las formacio- nes del inconsciente. Este punto creo que lo han reconocido ustedes con s6lo haberlo visto aqui, como tercero, con la madre y el nifio. Aqui lo ven 162 LA FORCLUSION DEL NOMBRE DEL PADRE ustedes dentro de otra relacién, que no les disimulé en Eras ‘ a es sado, puesto que acabamos con la relacién entre el Nombre . ie a que habia hecho surgir el fantasma del caballito de nuestro fae oF o tercer punto — al fin voy a nombrarlo, creo que todos ee : i — la punta de la lengua — no oa baa Siees eso el fal ip i in central en la econo! - : — ese a eabea para mostrarnos cémo se extravia el eae de hoy. Se aleja de él cada vez mas. Diluye la funcién eee a ale, con el cual el sujeto se ee ae eee Line reducir] i i i levuelv : ae ae aot say tras haberles demostrado por qué vias el pie complejo en el que trato de conjuntar todo lo que les he presenta- do se ensambla y se mantiene unido. 8 DE ENERO DE 1958 163

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