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TEMA 1: ASPECTOS BASICOS DEL RÉGIMEN LEGAL DE LAS SOCIEDADES

CAPITALISTAS
1. Principales características de la sociedad
La sociedad es un contrato mediante el cual dos o más personas se obligan a poner en común
bienes, trabajo, dinero y/o derechos con el objetivo, normalmente, de obtener un beneficio
económico para repartírselo (finalidad lucrativa).
Mediante el contrato de sociedad los socios muestran su voluntad de comportarse hacia el
exterior como un grupo unificado; de esta forma, los terceros no contratan con los socios
individualmente considerados (a veces, ni siquiera pueden saber quiénes son), sino con la
sociedad, como si fuera una nueva persona creada por los socios. A esta “nueva persona” el c.c.
la reconoce como persona jurídica y le concede una serie de atributos.
En realidad, lo que están haciendo los socios es crear, mediante el contrato, una organización
para desarrollar una determinada actividad (de producción o mediación de bienes o
servicios, si es una actividad mercantil; o de otro tipo) y aparecer frente a los terceros como
un grupo: los derechos y obligaciones que la ley atribuye al empresario recaerán sobre la
sociedad, así como también la responsabilidad derivada del ejercicio de la actividad. El
reconocimiento por el Derecho de la personalidad jurídica supone, básicamente, esto, y también
aceptar que se produce una separación de patrimonios: la sociedad tiene su propio
patrimonio, que se ha formado con las aportaciones que han hecho los socios para hacer
posible el ejercicio de la actividad (dinero, bienes, derechos), y los socios tienen sus
patrimonios personales, que, en algunos tipos de sociedad mercantil, no se ven afectados por
las deudas que pueda tener la sociedad.
2. Tipos de sociedades

 Sociedades PERSONALISTAS: los socios responden de manera ilimitada con su


propio patrimonio de las deudas de la sociedad. En estas sociedades, cuando la sociedad
no puede pagar al acreedor, éste puede dirigirse subsidiariamente contra el patrimonio
de los socios. Lo esencial de estas sociedades es la figura del socio y no el capital de la
sociedad. Así se constata en varios aspectos del régimen jurídico: puede haber socios
que aporten solo trabajo (socios industriales), los administradores de la sociedad han de
tener la condición de socio, es necesario el consentimiento de todos los socios cuando
uno de ellos quiere vender su parte en la sociedad, etc. Tipos: sociedad colectiva y
sociedad comanditaria simple.

 Sociedades DE CAPITAL: los socios no responden de las deudas de la sociedad con


sus propios patrimonios. Cuando la sociedad no puede, con su patrimonio, hacer frente
a todas sus deudas, los acreedores no pueden dirigirse contra el patrimonio de los socios
para intentar cobrar sus créditos. En estas sociedades lo más importante es la aportación
que realizan los socios a la sociedad y el capital que con dichas aportaciones se forma.
La importancia del capital se observa en diversos aspectos de la regulación: no puede
haber socios industriales, los administradores de la sociedad no han de ser
necesariamente socios, no es necesario el consentimiento de todos los socios cuando
uno de ellos desea vender su participación, los derechos de los socios se ejercen en
función de su participación en el capital, etc. Tipos: sociedad anónima, sociedad
limitada y sociedad comanditaria por acciones.
3. Constitución de las sociedades mercantiles

a. El contrato de sociedad
El contrato de sociedad es el contrato celebrado entre dos o más personas, mediante el cual se
obligan a poner en común bienes, dinero, trabajo y/o derechos con un fin que normalmente es
lucrativo (obtener ganancias para repartírselas entre los socios). En el contrato de sociedad los
socios establecen pactos (cláusulas, estipulaciones) sobre aquellos aspectos que consideran
necesarios para la organización y funcionamiento de la sociedad; dichos pactos regulan las
relaciones entre los socios, pero también las relaciones de los socios con la sociedad. El
contenido mínimo del contrato de sociedad viene fijado por la ley correspondiente (si es una
sociedad de capital, se ha de acudir a la LSC; si es una sociedad colectiva o comanditaria
simple, a los artículos que regulan cada tipo en el C. de c.). Igualmente, en las sociedades de
capital se exigen unos mínimos que han de figurar en la escritura de constitución, como la
identidad de los socios, la voluntad de constituir la sociedad, la elección del tipo social, las
aportaciones que cada socio realiza, etc.
b. Elevación del contrato a escritura pública e inscripción en el Registro Mercantil
El contrato de sociedad necesita de dos requisitos formales: tiene que tener forma de escritura
pública y debe ser llevado al Registro Mercantil para su inscripción.
El primer requisito implica que los socios fundadores de la sociedad han de firmar el contrato
de sociedad (o el acto unilateral de voluntad, en caso de socio único) ante un notario, que le
otorgará una forma especial, denominada escritura pública notarial. En la elevación del
contrato a escritura pública, el notario realiza un control sobre el contenido del contrato, para
comprobar que todo se ajusta a lo que dispone la ley. La escritura pública notarial se conoce
también como escritura de constitución, pues con ella se da el primer paso para constituir la
sociedad y representa la manifestación de voluntad de los socios de querer constituir una
sociedad El segundo requisito formal consiste en acudir al Registro Mercantil para
inscribir la escritura de constitución. La escritura ha de presentarse al registrador mercantil
del domicilio de la sociedad, quien hará un segundo control de legalidad sobre la escritura, para
determinar si es conforme a la ley o no. Una vez comprobado por el registrador que la escritura
de constitución se ajusta a Derecho, se inscribe en el Registro y se completa el proceso
fundacional de la sociedad.
La inscripción es obligatoria para todas las sociedades mercantiles pero los efectos de la
inscripción en el Registro son distintos según se trate de una sociedad personalista o de una
sociedad de capital. En las sociedades personalistas, la inscripción tiene una eficacia
declarativa, lo que significa que la inscripción no añade ningún efecto jurídico al acto
inscrito; se trata solo de dar publicidad. En cambio, en las sociedades de capital la
inscripción cobra mayor relevancia porque tiene una eficacia constitutiva. La inscripción sí
añade efectos jurídicos: solo a partir de la inscripción, la sociedad adquiere la
personalidad jurídica que corresponde al tipo social elegido (el de sociedad anónima o el de
sociedad limitada), por lo que solo a partir de dicho momento la responsabilidad de los socios
por las deudas sociales puede considerarse limitada a su aportación.
4. La constitución de sociedades de capital
Tipos básicos de las sociedades de capital
Las sociedades de capital reguladas en la LSC son la sociedad de responsabilidad limitada
(SRL), la sociedad anónima (SA) y la sociedad comanditaria por acciones (S.Com.p.A.).
 Sociedad anónima (SA): El capital, que como mínimo es de 60.000 €, se divide en
acciones, que se entregan a los socios a cambio de sus aportaciones. Los socios no
responden personalmente de las deudas de la sociedad.

 Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL): El capital, igual o superior a 3.000€,


se divide en participaciones sociales, que también se entregan a los socios a cambio de
sus aportaciones. Tampoco los socios responden personalmente por las deudas de la
sociedad.

 Sociedad Comanditaria por Acciones (S.Comp.p.A): El capital estará dividido en


acciones, que se entregan a los socios a cambio de sus aportaciones. En estas
sociedades, uno de los socios, al menos (pueden ser más) ocupa el cargo de
administrador de la sociedad, recibe el nombre de socio colectivo y sí responde personal
e ilimitadamente de las deudas de la sociedad. El resto de socios no responde.
La constitución de una sociedad de capital
a. El contenido del contrato de sociedad
En el contrato de una sociedad de capital, los socios establecen cláusulas sobre aquellos
aspectos que son necesarios para el regular el funcionamiento de la sociedad, las relaciones de
la sociedad con los socios, y las relaciones de los socios entre sí. Al igual que vimos para las
sociedades personalistas, la Ley (esta vez, la LSC) establece un contenido mínimo, de
menciones que deben aparecer necesariamente en la escritura de constitución y en los estatutos
que forman parte de ella, y, después, permite completar dicho contenido mínimo con aquellos
otros pactos, cláusulas y condiciones que los socios consideren importantes (siempre que no se
opongan a las leyes ni contradigan la esencia del tipo social escogido).
 Contenido de la escritura (art. 22 LSC). Las menciones necesarias de la escritura de
constitución de la sociedad son: la identidad del socio(s); la voluntad de constituir una
sociedad de capital, con la elección del tipo social concreto; las aportaciones que cada
socio realice o se obligue a realizar a la sociedad, y la numeración de las participaciones
o acciones atribuidas a cambio; los estatutos de la sociedad; y la identidad de la
persona(s) que se encargue inicialmente de la administración y de la representación de
la sociedad.

 Contenido de los estatutos sociales (art. 23 LSC). Los estatutos de la sociedad deben
contener, como mínimo, las siguientes menciones: la denominación de la sociedad; el
objeto social, determinando las actividades que lo integran; el domicilio social; el
capital social, las participaciones o acciones en que se divida, el valor nominal de las
mismas y su numeración; el modo en que los órganos colegiados (junta general y
consejo de administración) deliberan y adoptan los acuerdos; y el modo de organizar la
administración de la sociedad, indicando determinados aspectos relativos a los
administradores.
La Ley regula estos aspectos mencionados en los estatutos. Hay disposiciones sobre
aportaciones, capital, acciones y participaciones, mayorías en la junta general, etc. ¿Qué función
tienen, entonces, los estatutos de la sociedad?
Los estatutos son las reglas que los socios se otorgan para atender las necesidades de su
concreta sociedad. Téngase en cuenta que cuando la LSC regula la SA, p.ej., las mismas
normas valen tanto para las sociedades muy pequeñas, de capital mínimo e integradas por muy
pocos socios, como para las sociedades muy grandes, con un gran número de socios y una cifra
considerable de capital. Las necesidades de una y otra sociedad son distintas, y también lo es la
forma en que funcionan; tampoco los socios se relacionan igual en una sociedad pequeña y
cerrada que en una sociedad grande y abierta. Los estatutos consiguen que las normas de la Ley,
dictadas para todas las sociedades de un mismo tipo societario, se “adapten” a las necesidades
particulares de una sociedad.
La libertad de los socios para “autorregularse” por la vía estatutaria no es absoluta. Hay normas
imperativas, que los estatutos no pueden modificar (p.ej., el capital mínimo de la SA es de
60.000 €). Y hay normas dispositivas, que permiten ser modificadas mediante pactos o
cláusulas estatutarias. Estas últimas normas se identifican fácilmente cuando el artículo de la
Ley utiliza la expresión “salvo disposición contraria en los estatutos…”.
b. Requisitos formales de constitución: Escritura Pública e inscripción en el Registro
Mercantil
Para constituir una sociedad de capital es necesario el cumplimiento de unos requisitos formales
imperativos: el contrato de sociedad (o el acto unilateral de voluntad, si la sociedad es
unipersonal) ha de adoptar una forma especial, que es la Escritura Pública notarial, y ha de
inscribirse en el Registro Mercantil de la provincia en que la sociedad tenga su domicilio.
La escritura pública es el acto fundacional en toda clase de sociedades mercantiles, y es la forma
solemne necesaria para constituir la sociedad. Los socios que firman en ella recibe el nombre de
socios fundadores.
Una vez otorgada la escritura pública, ésta será objeto de inscripción en el RM. Este es el acto
posterior que completa el proceso fundacional y que tiene un especial efecto en el caso de las
sociedades de capital. Todas las sociedades mercantiles están obligadas a inscribirse en el RM,
pero para las sociedades de capital, la inscripción tiene, además, efecto constitutivo: con la
inscripción, la SA o la SRL nacen como tales, es decir, adquieren la personalidad jurídica
propia del tipo societario elegido. La consecuencia práctica más importante es que los socios
dejan de responder, desde el momento de la inscripción, de las deudas de la sociedad; en otras
palabras, la inscripción en el RM tiene como efecto que queden separados de forma
absoluta el patrimonio de la sociedad y los patrimonios personales de los socios.
No obstante, una vez la escritura pública ha sido otorgada y antes de la inscripción en el
Registro Mercantil, la ley reconoce la aptitud de la sociedad para mantener relaciones jurídicas
propias y para actuar en el tráfico jurídico, ya sea durante el proceso normal de constitución
(sociedad en formación) o ya sea en caso de ausencia de inscripción (sociedad devenida
irregular).
Sociedad en formación y sociedad irregular
La Ley establece un régimen especial para los actos y contratos que puedan celebrarse en
nombre de la sociedad una vez otorgada la escritura y antes de la inscripción en el RM
(sociedad en formación). A veces, transcurre un largo tiempo entre el otorgamiento de la
escritura y su inscripción definitiva, y puede ocurrir que los socios y/o los administradores
realicen determinados actos en nombre de la sociedad; la Ley otorga validez a dichos actos,
pero, a la vez, establece unas reglas para proteger adecuadamente los derechos de los terceros
que se relacionan con la sociedad.
La sociedad se encuentra en formación en el periodo que transcurre desde que se otorga la
escritura hasta que se inscribe en el RM. Los actos que se realiza en nombre de la sociedad
pueden dividirse en dos grupos: a) aquellos que se consideran imprescindibles para la
inscripción y los realizados con “el respaldo” de los socios (a los administradores se les
permite, en la escritura, realizar determinados actos antes de la inscripción; o todos los socios
consienten en que un sujeto(s) realice determinados actos): de tales actos, responde la sociedad
con su patrimonio y los socios, hasta el límite de lo que se hubieran comprometido a aportar; b)
de los actos no comprendidos en la letra anterior, responden los sujetos que los hubiesen
realizado.
Respecto de los actos celebrados en nombre de la sociedad en formación (a) y (b) pueden pasar
dos cosas: que surtan efectos de forma inmediata (se aplican las reglas de responsabilidad
vistas); o que los efectos se condicionen o “se pospongan” al momento en que la sociedad se
inscribe (el contrato se celebra, pero no surte efectos hasta un momento posterior). En este
último caso, la LSC dispone que los actos del grupo a) se asumen por la sociedad
automáticamente; en cambio, los del grupo b) tienen que ser aceptados por la sociedad
expresamente, en los siguientes 3 meses a la inscripción. En el momento en que la sociedad los
acepta (tanto si la asunción es automática como si se aceptan expresamente), cesa la
responsabilidad de los sujetos que los hubieran realizado.
La sociedad irregular tiene un régimen diferente. Cuando se habla de sociedad devenida
irregular es porque la Ley entiende que los socios han abandonado la intención de constituir la
sociedad. Dicho abandono puede constatarse de alguna forma que resulte clara, o puede
deducirse del largo plazo que ha transcurrido desde la escritura (1 año). Si la sociedad contrata
con terceros, sus actos no serán nulos (de otra forma, los terceros no quedarían protegidos), pero
responden de ellos todos los socios de forma ilimitada (como si se tratara de una sociedad
colectiva o de una sociedad civil).
Denominación, nacionalidad, domicilio y páginas web de las sociedades de capital
 La denominación social es el nombre que se le da a la sociedad para identificarla y
diferenciarla de otras, ya que no pueden adoptar una denominación idéntica (o muy
similar) a la de cualquier otra sociedad preexistente (art. 7.1 LSC). Para saber que la
denominación elegida por los socios no coincide con otra denominación existente, se ha
de acudir al Registro Mercantil Central (Sección de Denominaciones) y solicitar un
certificado que acredite que no existe una denominación anterior igual. Dicho
certificado tiene especial relevancia porque si no se presenta ante el notario, éste no
autorizará la escritura de constitución. A la denominación social elegida por los socios
(puede ser subjetiva u objetiva), se añadirá la indicación del tipo correspondiente o su
abreviatura (véase el art. 6 LSC y, en detalle, sobre las denominaciones, los arts. 400 a
403 Reglamento del RM).

 La nacionalidad de las sociedades es un elemento muy importante a tener en cuenta,


porque determina qué normas le son aplicables. Las sociedades son españolas cuando
tienen su domicilio social en territorio español (art. 8 LSC), sin importar el lugar en el
que se hubiera constituido ni, por supuesto, la nacionalidad de los socios que la
integran.

 El domicilio determina la nacionalidad de la sociedad, como se acaba de ver, pero no


puede decirse que los socios tengan total libertad para fijarlo. El domicilio debe
establecerse en el lugar en que la sociedad tiene su principal establecimiento de
explotación o donde se ejerce la administración y dirección de la sociedad. Uno de esos
dos lugares determina el domicilio real, y, en consecuencia, también el registral, porque
la sociedad debe inscribirse en el RM de la provincia en que tenga su domicilio.

 Las sociedades pueden contar con una página web corporativa, a través de la cual se
relaciona con los socios (son diferentes, por tanto, de las webs comerciales o de otro
tipo con las que la sociedad se relaciona con terceros, potenciales clientes, etc., para
promover su actividad). La creación de la web se acuerda por la junta general, pero su
modificación o, incluso, la supresión de la misma, así como la responsabilidad por su
mantenimiento es competencia de los administradores. Las sociedades cotizadas han de
tener obligatoriamente una web corporativa.

5. Las aportaciones de los socios al capital de la sociedad

a. Las aportaciones de los socios a la sociedad


Las aportaciones que los socios hacen a la sociedad consisten en dinero, bienes o derechos. Con
lo aportado por los socios, la sociedad formará su propio patrimonio, pudiendo desarrollar su
actividad u objeto social.
Cuando los socios aportan a la sociedad lo hacen de forma definitiva. Los socios no aportan
dinero, bienes o derechos a modo de préstamo (la sociedad no tiene obligación de devolverles lo
aportado). Se trata de una transmisión definitiva o permanente (es más bien como una venta que
realiza el socio a la sociedad; solo que en la compraventa el vendedor recibiría dinero, y aquí, lo
que recibe el socio son las acciones o participaciones de la sociedad).
Los socios realizan aportaciones al capital en dos momentos de la vida de la sociedad: el
primero y fundamental es el momento de constituir la sociedad; el segundo, lo encontraremos
cuando la sociedad decide realizar una operación de aumento de capital (sobre el aumento de
capital).
En el momento de constituir la sociedad, el conjunto de las aportaciones de los socios forma el
capital de la sociedad. Es decir, la suma de todas las aportaciones es igual a la cifra de capital
que aparece en los estatutos sociales (art. 23.d) LSC), que, en la SRL debe ser, como mínimo, de
3.000 €, y en la SA, de 60.000 €. En este momento inicial de la constitución, las cifras del
patrimonio y del capital coinciden. La vida de la sociedad le llevará a que el patrimonio sea
superior o inferior a la cifra del capital. A diferencia del capital, que no cambia porque es una
cifra fija en los estatutos, el patrimonio oscilará continuamente por encima o por debajo del
capital.
b. El objeto de las aportaciones y su valoración
¿Qué aportan los socios?
La finalidad de las aportaciones es que la sociedad pueda desarrollar su actividad u objeto
social, y que dicha actividad le reporte unas ganancias, que después serán repartibles entre los
socios. Es por ello que los socios no aportan cualquier cosa a la sociedad sino solo lo que resulte
útil al objeto social. Las aportaciones, como se ha dicho, pueden consistir en dinero, bienes o
derechos que se puedan valorar económicamente, es decir, dinerarias o no dinerarias (art. 58.1
LSC). En ningún caso podrán ser objeto de aportación el trabajo o los servicios (art. 58.2 LSC).
Según la naturaleza de la aportación, la forma en que se trasmiten a la sociedad es diferente. La
realización de las aportaciones dinerarias es sencilla: el dinero, o bien se entrega al notario que
autoriza la escritura de constitución, o bien se ingresa en una cuenta abierta a nombre de la
sociedad y se entrega al notario el certificado que emite el Banco y que acredita que se ha hecho
el depósito (art. 62 LSC). Las aportaciones no dinerarias se realizarán cada una según su
naturaleza.
Como sucede en cualquier negocio jurídico en que una persona transmite algo a otra (p.ej., la
compraventa), el transmitente garantiza que lo transmitido le pertenece y que no tiene vicios o
defectos ocultos. Es por esto que el socio que aporta a una sociedad se hace responsable de su
aportación, de manera similar a como lo hace el vendedor en la compraventa (v. art. 64 LSC).
¿Cómo se valora lo que aportan los socios?
Una cuestión importante respecto de la aportación no dineraria es la de su valoración
económica.
La LSC, según las aportaciones se realicen a una SA o a una SRL, aborda de manera diferente la
valoración de las aportaciones no dinerarias.
En las SA, las aportaciones no dinerarias deben ser objeto de un informe elaborado por uno o
varios expertos independientes, designados por el registrador mercantil (art. 67.1 LSC). Hay
excepciones a esta regla general cuando se trata de aportaciones que ya cuentan con una
valoración objetiva (p.ej., se aportan a una SA acciones de otra sociedad que cotiza en Bolsa;
hay un valor de cotización que es objetivo y verificable) o con una valoración reciente realizada
en similares condiciones de objetividad (art. 69 LSC).
En las SRL es el socio quien atribuye el valor a la aportación. Para compensar esta valoración
subjetiva, que entraña mayor peligro, la Ley exige a los socios que, en caso de que el valor
atribuido a la aportación no sea el real, respondan ante la sociedad y sus acreedores por el valor
real de las aportaciones (art. 73.1 LSC). Aunque la LSC establece este sistema para la SRL,
permite que los socios opten por el sistema del experto independiente; en este caso, al intervenir
el experto, cesaría la responsabilidad de los socios.
c. Lo que el socio se compromete a aportar y lo que desembolsa
Capital suscrito (adquirido) y capital desembolsado (efectivamente pagado).
El capital de una SA y de una SRL debe estar íntegramente suscrito (adquisición originaria) en
el momento de constituir la sociedad. Cualquiera que sea la cifra de capital de la sociedad
elegida por los socios (siempre superior a los mínimos de 60.000 y de 3.000 €), todas las
acciones/participaciones deben estar íntegramente suscritas/asumidas por los socios (arts. 78 y
79 LSC).
En las SRL, el valor nominal de todas las participaciones ha de estar íntegramente
desembolsado en el momento de otorgar la escritura de constitución de la sociedad. En las SA,
sin embargo, la ley permite un desembolso parcial del valor nominal de las acciones, siempre
superior a la cuarta parte (25%) del valor nominal de cada una. La parte de la acción que no ha
sido desembolsada al constituir la sociedad, recibe el nombre de desembolso pendiente o
dividendo pasivo. Las acciones con desembolsos pendientes son acciones no liberadas. Si el Sr.
X es socio de S.A. y se compromete a aportar 30.000 € (300 acciones de 100 € de valor
nominal), deberá desembolsar, como mínimo, 25 € por cada acción suscrita (7.500 €), siendo el
desembolso pendiente 75 € por acción (22.500 €).
Las cantidades pendientes de desembolso y la mora del accionista
La Ley regula cómo y en qué momento deben realizarse los desembolsos pendientes y cuáles
son las consecuencias para el socio en caso de que no cumpla con su obligación de
desembolsarlos (arts. 81 a 85 LSC). Téngase en cuenta que la cantidad pendiente de desembolso
constituye una deuda del socio frente a la sociedad; la sociedad tiene frente al socio un derecho
de crédito que ha de cobrar en un momento dado. En la determinación de dicho momento, la
Ley ofrece básicamente dos opciones: o bien el plazo se ha fijado en los estatutos o bien son los
administradores los que, dependiendo de las necesidades de la sociedad, deciden cuándo exigir a
los accionistas el desembolso. Si llegado el plazo, el accionista no realiza el desembolso, se le
considerará en mora (art. 82 LSC). Las consecuencias para el accionista moroso son graves, no
pudiendo ejercer algunos de los derechos que le corresponden como socio: no podrá ejercer, por
ejemplo, el derecho a votar en las juntas generales; perderá el derecho a percibir su parte del
beneficio anual repartible (dividendos); y tampoco tendrá derecho a suscribir nuevas acciones si
se realiza una operación de aumento de capital (art. 83 LSC).

6. Acciones y participaciones

a. Funciones
Los socios, a cambio de las aportaciones que hacen a la sociedad, reciben acciones (SA) o
participaciones (SRL). Las acciones o participaciones que recibe el socio responden, así, a la
aportación realizada (vid. art. 59.1 LSC) y, además, representan el valor de la aportación
realizada.
La suma de todas las aportaciones realizadas por los socios forma el capital de la sociedad (si el
conjunto de las aportaciones que realizan los socios tiene un valor de 4.000 euros, el capital de
la sociedad es 4.000). Y el capital, a su vez, se divide en un número X de acciones o
participaciones, de un valor nominal determinado (p.ej., 400 acciones, de 10 euros de valor
nominal cada una; o 1000 participaciones de 4 euros de valor nominal cada una). Como lo que
aporta el socio debe ser equivalente a las acciones/participaciones que recibe, en el ejemplo
visto, suponemos fácilmente que si el socio aporta un ordenador valorado en 1000 euros,
recibirá 100 acciones de 10 euros, o X acciones de Y euros de valor nominal).
Las acciones y participaciones tienen tres funciones:

1) Son una parte alícuota del capital social. Significa que la suma del valor nominal de todas
las acciones/participaciones es igual a la cifra del capital social. Los socios eligen la forma
en que se configura el capital (si quieren un mayor número de acciones de menor valor
nominal, o si, por el contrario, prefieren un menor número de participaciones con mayor
valor nominal) y lo plasman en los estatutos sociales (art. 23.d) LSC). En dicha elección,
juega un importante papel la intención que tengan los socios respecto de la transmisión de
las acciones/participaciones. Así, se observa que los valores nominales bajos hacen que la
trasmisión sea más fácil, mientras que los valores nominales altos hacen las transmisiones
más difíciles. En la sociedad puede haber acciones/participaciones con distinto valor
nominal. Se denominan series de acciones en la S.A. Todas las que integren una serie
deberán tener igual valor nominal.

2) Las acciones/participaciones representan también parte del valor de la empresa. Al


transmitirse estas, estaríamos transmitiendo parte del valor de la empresa. La transmisión
de una sociedad puede hacerse, básicamente, de dos formas, o bien cediendo sus
elementos patrimoniales (bienes, derechos, obligaciones, etc.), o bien transmitiendo la
totalidad de acciones/participaciones.

Una de las cuestiones más importantes cuando se trasmiten las acciones/participaciones es


la de determinar el precio de transmisión. El valor nominal solo refleja que la
acción/participación es parte del capital social; no sirve para determinar el verdadero valor
que tiene la acción/participación, que depende de otros factores, como la situación
patrimonial de la empresa, las expectativas de crecimiento, los mercados, etc. Por ello,
cuando se negocia con las acciones/participaciones, hay que atender a otros valores.
Los diferentes valores de las acciones/participaciones son; a) el valor nominal, es el valor
fijo que aparece en los estatutos, y que es el resultado de dividir el capital entre el número
de acciones o participaciones; b) el valor real o el valor razonable es el que se tiene en
cuenta a la hora de transmitir las acciones/participaciones de la sociedad porque es el que
mejor representa su verdadero valor: tiene en cuenta el valor contable del patrimonio social,
pero también las expectativas de ganancias que se tienen de la actividad y otros aspectos
similares que no aparecen en el balance; c) el valor de cotización es el precio al que se
transmiten las acciones en el mercado de valores y depende, no solo de la situación de la
empresa, sino de muchos otros factores político-económicos que influyen en las Bolsas.

3) Las acciones/participaciones confieren al socio una serie de derechos.


Derechos del socio

Los derechos mínimos del socio se recogen en el art. 93 LSC.

1) Derecho a participar en el reparto de las ganancias sociales.

El derecho del socio de participar en las ganancias sociales forma parte de la causa de contrato,
porque recordemos que la sociedad es el contrato por el que dos o más personas ponen algo en
común con el fin de repartirse las ganancias. Normalmente las ganancias se reparten bajo la
forma de dividendo anual, pero ni es la única forma de participar en las ganancias (la sociedad
podría, p.ej., aumentar el capital aprovechando las reservas acumuladas y repartir las nuevas
acciones/participaciones entre los socios, sin que estos realicen ninguna aportación a cambio),
ni existe para la sociedad una obligación de repartir anualmente los beneficios que obtiene. La
junta general decidirá cada año si se reparten o no beneficios, pero en el caso de que estos se
repartan, ningún socio podrá ser excluido de dicho reparto. Cualquier cláusula estatutaria que
excluya a un socio del reparto en las ganancias, es una cláusula nula porque va contra la esencia
del contrato de sociedad.

2) Derecho a participar en el patrimonio resultante de la liquidación.

En la fase de liquidación de la sociedad, si después de haber pagado a los acreedores, quedan


todavía elementos en el activo, éstos se reparten entre los socios, en proporción a la
participación que cada uno tenga en el capital de la sociedad.

3) Derecho de suscripción o asunción preferente en la emisión/creación de nuevas


acciones/participaciones.

En las operaciones de aumento de capital, cuando se emiten/crean nuevas


acciones/participaciones, el socio tiene derecho a suscribirlas (adquisición originaria) en
proporción a la parte del capital que posee (p.ej., si, con anterioridad al aumento de capital, el
socio tenía el 50% del capital, de la nueva emisión, tendrá derecho a adquirir el 50% de la cifra
del capital que se aumente; de esta forma, sobre la cifra de capital aumentada, el socio sigue
teniendo la misma participación que tenía antes del aumento).

4) Derecho de asistencia a las juntas generales.

Todos los socios tienen derecho a asistir a las juntas generales. Sin embargo, en las S.A. con un
número elevado de socios, y con la finalidad de evitar juntas muy numerosas e imposibles de
dirigir, el derecho de asistencia puede verse restringido en los estatutos (vid. art. 179.2 LSC). La
LSC también prevé la posibilidad, para las SA, de que la asistencia se realice por medios
telemáticos (art. 182 LSC)

5) Derecho de voto en las juntas generales.


El derecho a votar en las juntas generales es un derecho fundamental del socio, que solo en
casos excepcionales puede llegar a prohibirse (socio moroso; conflicto de intereses del socio
con la sociedad –art. 190.1 LSC-).

En las SRL, si los estatutos no dicen otra cosa, cada participación confiere a su titular el derecho
a emitir un voto. Los estatutos podrían establecer otra regla, como, por ejemplo, que el voto
fuera por cabezas, como en las sociedades personalistas (1 persona, 1 voto), o que el voto fuera
proporcional a la participación de cada socio en la sociedad, como ocurre en la SA.

En la SA, el voto debe ser proporcional al capital de cada socio (art. 188.2 LSC) y no se permite
que los estatutos alteren esta regla.
Diferente de lo anterior es que los socios, voluntariamente, hayan optado por suscribir acciones
o participaciones sin derecho de voto. Dichas acciones/participaciones tienen un régimen
especial (arts. 98 a 103 LSC), que, básicamente consiste en que el titular de estas
acciones/participaciones, a cambio del voto que no tiene, posee otros privilegios de tipo
económico.

6) Derecho a impugnar los acuerdos de la junta general.

La impugnación de un acuerdo consiste en interponer una acción ante el juez, con el propósito
de dejar sin validez el acuerdo tomado por la junta general. Esto se hace porque se entiende que
el acuerdo de la junta es contrario a lo que dispone la ley, a lo que establecen los estatutos
sociales, o porque se ha tomado en contra del interés de la sociedad (normalmente para
beneficiar a un socio en particular, sin tener en cuenta el interés común de todos los socios).
Para poder interponer una acción de este tipo, la LSC exige que los socios tengan, como
mínimo, el 1% del capital.

7) Derecho de información.

Con ocasión de las juntas generales (normalmente desde que los administradores convocan a los
socios), los socios tienen derecho a solicitar a los administradores que se les proporcione
información sobre los asuntos que se van a tratar en la junta. La información o las aclaraciones
que los socios solicitan son fundamentales para poder emitir el voto de forma consciente.

Para evitar que el ejercicio de este derecho colapse las juntas generales o haga imposible la
labor de los administradores, la Ley regula la forma de ejercerlo, así como también la forma en
que los administradores prestarán la información solicitada (arts. 196 y 197 LSC).

—Junto a los derechos básicos de todo socio, establecidos en el art. 93 LSC, la Ley reconoce
otros derechos, que dependen del porcentaje de capital que tengan los socios, individualmente o
en unión con otros socios (así, por ejemplo, para solicitar que un notario levante acta de una
junta general, el art. 203.1 LSC exige tener un 1% del capital en la SA, y un 5% en la SRL).
Estos derechos son conocidos como derechos del socio minoritario.

Representación y transmisión de las acciones y participaciones

 Representación acciones

Las acciones pueden representarse de dos formas: mediante títulos y mediante anotaciones en
cuenta (art. 92.1 LSC).

En el caso de que estén representadas mediante títulos, la acción se incorpora a un documento.


Estos títulos pueden ser al portador o nominativos. En el primer caso, no designan titular en
concreto, por lo que se considera titular de las mismas al tenedor o poseedor del documento. En
el segundo caso, los títulos expresan el nombre de la persona a quien pertenece la acción.

La Ley exige que los títulos sean nominativos en determinados casos, en los que está justificado
que la sociedad conozca la identidad del socio (art. 113 LSC): acciones no liberadas; acciones
que no pueden ser transmitidas libremente; acciones que llevan aparejadas prestaciones
accesorias; y cuando así lo exija específicamente alguna norma.

Las acciones representadas por medio de títulos nominativos figuran en un “libro registro de
acciones nominativas”, que lleva la sociedad, y en el que se inscribirán las transmisiones de las
acciones y sus sucesivos titulares (vid art. 116 LSC).

En el caso de las acciones representadas por medio de anotaciones en cuenta, se documentan a


través de registros contables especiales, generalmente mediante sistemas informáticos.

 Transmisión acciones

La forma en que las acciones se representan influye en la forma en que las acciones se
transmiten. Así, las acciones al portador se transmiten mediante la simple tradición o entrega de
los títulos (el adquirente de la acción será el nuevo “portador” y, como tal, el nuevo accionista).
Las acciones nominativas se pueden transmitir mediante endoso (firma del transmitente en el
reverso o dorso de la acción + entrega del título); el que recibe la acción, firmada por el
transmitente, la presentará a los administradores para que inscriban la transmisión en el libro
registro de acciones nominativas.

La transmisión puede ser de tres tipos: voluntaria, forzosa y mortis causa.

La transmisión voluntaria es aquella mediante la cual el socio decide transmitir sus acciones por
voluntad propia, ya sea onerosamente, es decir, recibiendo una prestación a cambio, o
gratuitamente, sin contraprestación. (p. ej., las acciones se transmiten onerosamente cuando se
venden o se aportan al capital de otra sociedad; y se transmiten gratuitamente cuando se donan).

La transmisión forzosa es aquella que se hace en contra de la voluntad del titular de la acción (p.
ej., si el socio que pide un préstamo al Banco ha “dejado” las acciones en garantía de que
devolverá el préstamo, puede ocurrir que el Banco se quede “forzosamente” con dichas acciones
al ejecutar la garantía).

La transmisión mortis causa se produce por la muerte del titular de las acciones (p. ej., los
herederos recibirán todo el patrimonio del causante, y con él, las acciones que forman parte de
dicho patrimonio).

Los estatutos pueden establecer límites a la transmisión de las acciones. La regla general en la
SA es que las acciones son libremente transmisibles. Sin embargo, los estatutos pueden
restringir la transmisión en algunos casos y siempre que se trate de acciones nominativas (sobre
las cláusulas de restricción posibles e imposibles, vid art. 123 LSC).

 Representación participaciones

Las participaciones no se documentan (no se representan). La ley prohíbe que estén


representadas por medio de títulos o anotaciones en cuenta (art.92.2 LSC). La sociedad lleva un
libro de registro de socios (art. 104 LSC) y los administradores serán los encargados de llevarlo
y custodiarlo (art. 105 LSC).

 Transmisión participaciones
La forma en que se transmiten las participaciones se regula en el art. 106 LSC: la transmisión
debe hacerse constar en documento público y comunicarse después a la sociedad, para que los
administradores procedan a inscribir la transmisión en el libro registro de socios. El adquirente
de las participaciones no puede ejercer sus derechos como socio si no comunica a la sociedad la
transmisión a su favor.

En cuanto a las reglas de la transmisión, hay que destacar que el régimen legal de transmisión
de las participaciones es más restrictivo que el de las acciones. Se acostumbra a decir que la
SRL es una sociedad de carácter cerrado y es, precisamente, porque la transmisión de las
participaciones no es libre por regla general.

El régimen legal de transmisión voluntaria está en el art. 107 LSC. La Ley distingue según la
transmisión se haga a favor de personas “cercanas” al socio (art. 107.1: la transmisión se
considera libre porque el transmitente no necesita una autorización de la sociedad para
transmitir) o a favor de personas distintas de las enunciadas en dicho apartado (art. 107.2 LSC).
Cuando la transmisión voluntaria se hace a favor de personas que no son las del art. 107.1 LSC,
se necesita la autorización de la sociedad para poder transmitirlas. El procedimiento que
establece la ley para obtener dicha autorización consiste básicamente en lo siguiente: 1º) el
socio que quiere transmitir sus participaciones comunica a los administradores su deseo de
transmitir y los datos de la transmisión que tiene planeada (identidad del adquirente, precio de
las participaciones, condiciones, etc.); 2º) los administradores convocan la junta general, que
autorizará o no la transmisión; la junta solo puede denegar la autorización si presenta un
adquirente alternativo, que deberá respetar las condiciones de transmisión propuestas por el
socio (p.ej., el mismo precio o, si el pago estaba previsto al contado, el adquirente presentado
por la sociedad deberá pagar al contado); 3º) si transcurren tres meses desde que el socio
comunica a los administradores, sin que la junta se haya pronunciado, se entenderá que el socio
queda autorizado a transmitir sus participaciones en la forma que había previsto (vid art. 107.2
LSC).

Los estatutos pueden establecer un régimen distinto para la transmisión voluntaria, siempre
y cuando respeten los límites que impone la ley (vid. el art. 108 LSC, sobre cláusulas
estatutarias prohibidas).

La Ley también regula la transmisión forzosa (art. 109 LSC) y la transmisión mortis causa de
las participaciones (art. 110.1 LSC). Para la transmisión mortis causa, los estatutos pueden
establecer un régimen distinto (art. 110.2 LSC), con el fin de que los socios sobrevivientes
adquieran las participaciones con preferencia a los herederos del socio fallecido.

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