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CAPITULO II El conductismo como programa de investigacion ¥ @s asi cémo los que nos iluminan son los ciegos. Asi es como alguien, sin sa- berto, llega a mostrarte imetutablemente un camino que por su parte seria inca- paz de seguir. Julio Cortazar, Rayvela La revolucién conductista y la consolidacién del movimiento Al comienzo de una de sus obras, FLAVELL (1977, pag. 19 de la trad. cast.) se lamenta de que «Jos conceptos auténticamente interesantes que hay en este mundo tienen la desagradable costumbre de escapar a nuestros mas decididos intentos por concretarlos, por hacerles decir algo definido y hacer que se aten- gana ello». No sé si el conductismo ser uno de esos conceptos auténticamente interesentes, pero se resiste a ser definido y se mantiene tercamente en esa ambi- gliedad y diversidad de significados de la que se lamenta FLAVELL. Tal vez tenga razon RivigRE (1987) cuando, refiriéndose ala Psicologia Cognitiva -al parecer, otro de esos conceptos auténticamente Interesantes~, observa que los paradig- mas 0 enfoques tienen a veces la estructura conceptual de una cate- gorfa natural. Si hacemos caso a las investigaciones de ROSCH y otros autores (RoscH y LLOYD, 1978; Swit, y MEDIN, 1981; ver también Cap. V de este libro) los que buscar los atributos que definen al concepto «conductismno» en términos de Lakatos su nticleo firme o central — ‘enla amplia gama de ejemplares de con- ductismo que nos ofrece la literatura. Esa diversidad es inherente al conductismo desde su mismo nacimiento. Tras Teoria cognitivas dl aprontzaya el «manifiesto conductista» de WATSON (1913) un fantasma recornié Norteamé- rica y en muy pocos afios, antes de disponer siquiera de una teorla que la avalara, la revolucion conductista habia triunfado. Parte de su éxito inmediato se debe a su sintonla con el ze/tge/st o espiritu de la 6poca (LOGUE, 1985a; O'DONNELL, 1985). Prueba de ello es el extraordinario interés social que despertaron sus pro: mesas desde el primer momento (LOGUE, 1985b). Entroncada con una tradicion pragmatica y empirista, a propuesta de WATSON era, ante todo, metodoldgica. Contra el abuso de la introspeccién y los métodos subjetivistas, que se usaban no s6lo con sujetos humanos sino también, por analogia, en psicologla comparada (al respecto véase BOAKES, 1984; MACKENZIE, 1977), WATSON, propone hacer una psicologia objetiva y antimentalista, cuyo objeto debe ser la conducta observable controlada por el ambiente. Su propuesta es ampliamente aceptada. Pero Wat- SON, carece de elementos tedricos para desarrollarla. Recurre a los trabajos de Pavlov sobre los reflejos condicionados, estableciendo asf el condicionamiento como paradigma experimental del conductismo, lo que, seguin algunos autores, constltuye ya la primera desviacién del genuino programa conductista (por ej., Rigs, 1982). Pero no sera suficiente para proporcionar un nticleo conceptual al conductismo, favoreciendo la dispersion tedrica bajo el gran paraguas de! objeti- vismo. Segtin una clasificaci6n realizada por ROBACK (1923), diez afios después del manifiesto funcional habla diez clases de conductismo y diecisiete subciases {algunas tan pintorescas como el conductismo «nominal»: los que se crefan con- ductistas pero no lo eran). Como los mandamientos, esas diez clases se encerra- ban en dos (LASHLEY, 1923): el conductismo extremo o radical (que negaba la existencia de la conciencia) y el conductismo metodolégico (que aunque no ne- gaba la conclencia, crefa que no podia estudiarse por métodos objetivos). Pero ni Uno ni otro eran capaces de ofrecer una teoria unitaria de la conducta. Se entra as{ en una nueva fase: la era de las teorlas (CAPARROS, 1980; YELA, 1980) 0 neoconductismo. Como sefala YELA (1980), ya se sabla que habia que estudiar lo observable; ahora s6lo faltaba saber lo que habla que observar. El pe- rlodo del neoconductlsmo, con sus cuatro Jinetes ala cabeza (GuTHRIE, Touman, HULL y SKINNER) es Probablemente la época més productiva del conductismo. To- dos parten en busca de una teorla unitaria, ala sombra del positivismo légico. Pe- To cada uno encuentra una teorla distinta, y algunos mas de una teoria, La época dorada del conductismo es, al mismo tiempo, el comienzo de su fin. No vamos a analizar aqui ese perlodo, ya que merecerla un estudio pormenorizado (véase al fespecto, entre otros, CAPARROS. 1980; LOGUE, 1985b; MACKENZIE 1977; ZURIFF, 1965), pero estamos de acuerdo con YELA (1980) cuando sefiala que este porlode denso y laborioso se salda con un estrepitoso fracaso: no sélo no se ha llegado a porta we es sino que, tras tantos esfuerzos, el conductismo se ha- y facciones irreconciliables. El dafio, si cabe, es atin ma- dientemente de las teorlas que cada cual sostenga. ECémo habian tantos tipos distintos de conductismo - molar, molecular, Peoria Propositivo, légico, etc.~ a partir de unos datos objetivos? No vamos a seguir a sI pe establecer qué tienen err i egunta. Nuestra tarea es otra: Foro alex exeel, ‘Al es el nucleo central del programa de camins weriguar cu comin todos ellos, es decir, Investigacion conductista El nucleo central del programa conductista Segiin MACKENZIE (1977), lo Gnico que tienen en comdn las diversas fora de conductismo desarrolladas antes, durante y después del neoconductismo e una determinada concepcién de la ciencla y su metodologfa, careclendo de un niicleo tebrico comin: «EI conductismo fue e! nico ~0 al menos el més detalla~ do, intransigente y sofisticado ~ intento serio que nunca sé habfa hecho para desarrollar una ciencla sobre principios solamente metodolégicos» (MACKENZIE, 1977, pag. 142 dela trad. cast.). SKINNER (1983, pag. 951) parece estar de acuer- do -sdlo en parte, claro- con esta apreciacién cuando afirma tajantamente que «el conductismo, con acento en /a Ultima silaba, no es el estudio cientffico de la conducta, sino una filosofia de la ciencia dedicada al objeto y a los métodos de Ja psicologia». Tal vez sea asi, pero necesariamente el conductismo ha de ser al. go més para constituirse en un programa de investigacion: ha de disponer de un marco conceptual. En la filosofia de la ciencia actual (por e]., KUHN, 1962; LAKA- TOS, 1978) no se acepta que se pueda hacer ciencia sin teorla. Ademas de la con- vicclén positivista, que sin duda forma parte del nucleo central del conductismo, ha de haber otros rasgos conceptuales comunes para que podamos hablar de un programa de investigacién conductista En nuestra opinién, el nticleo central del conductismo esta constituido por su concepcion asociacionista del conocimiento y del aprendizaje. Situado en la tra- dicién del asociacionismo que nace en ARISTOTELES, el conductismo comparte la teorla del conocimiento del empirismo inglés, cuyo exponente més Iicido es la obra de HUME (1739/1740) A treatise of human nature. Segtin HUME, el conoci- miento humano esta constituido exclusivamente de impresiones e ideas. Las im- presiones serian los datos primitivos recibidos a través de los sentidos, mientras que las ideas serfan copias que recoge la mente de esas mismas impresiones, que perdurarian una vez desvanecidas ésias. Por tanto, el origen del conocimien- to serfan las sensaciones, hasta el punto de que ninguna Idea podria contener in- formacién que no hubiese sido recogida previamente por los sentidos. Pero las ideas no tienen valor en si mismas. El conocimiento se alcanza mediante la aso- ciaci6én de ideas segun los principios de semejanza, contigilidad espacial y tem- poral y causalidad. Estos son los principios basicos del pensamiento y el aprendi- Zaje en el empirismo humeano. Estos principios de la asociacién seran, a su vez, el nticleo central de la teorla psicolégica del conductismo. Con diversas variantes, todos los conductistas las adoptan como elemento fundamental para la descripcién o, en su caso, explica- cl6n de la conducta animal y humana. Dado que inicialmente somos una tabula. ee del medio por mecanismos asociativas, es lOgico que el ex ven ane esi aprendizaje: la estruc- 2 Torin cognitives de aprondizaje tura de la conducta : serfa una copia isomérfica de las contingencias o covarla clones ambientates. Para estudiar cémo se establecen esas asoclacionés, nada mejor que eledir un organismo simple en una situacién simple: la rata o la paloma en una caja trucada o en un laberinto, La descontextualizacién y simplificacion de las tareas son caracteristicas de todo enfoque asociacionista, por razones que analizaremos mas adelante. Al igual que EBBINGHAUS (1885) se enfrentaba al aprendizaje de sflabas sin sentido, las ratas han de enfrentarse también a tareas sin sentido, que, como las listas de EBsiNGHAUS, son totalmente arbitrarias. El asoclaclonismo es asf el nticleo central del programa de investigacion con: ductista. En sus diversas variantes, el conductism as_asociacionis: tas como base de su experimentacién y teorizac| n tendra ampilas consecuencias. Del asoclacionismo se derlvan una serie de exigencias para la teoria psicolégica, unas de modo directo y necesarlo y otras de modo Indirecto y, por tanto, no necesarias. Estas exigenclas conforman otros rasgos adicionales del programa conductista, incorporados en algunos casos al nticleo central y en otros al cinturén protector de sus teorfas. La Figura 2.1 representa el nucleo cen- tral del programa conductista, comin a todas las varlantes del conductismo, junto con algunas de las ideas que ocupan su cintur6n protector, que pueden diferir se- gun los autores que defiendan la posicién conductista. Asimismo se recogen las dos anomalias esenciales que se derivan de la asuncién de ese niicleo central asoclacionista. Esta figura resume las ideas expuestas en las proximas paginas y, por tanto, encuentra en ellas su explicacién. En todo caso, la adscripclon a una u otra condicién de cada uno de los rasgos que vamos a comentar a continuaclon constituye un motivo de abierta polémica en funcién de la perspectiva tedrica adoptada por cada autor. ; Uno de los rasgos que con mAs frecuencia suelen considerarse como consti- tutivos del programa conductista es el reduccionismo antimentalista, es decir, la negacién de los estados y procesos mentales. JEs el antimentalismo una exigen- cia necesarla de la asunclén del asoclaclonismo? En principio habria que diferen- clar entre los conductistas radicales (WATSON en algunas ocasiones, SKINNER siempre, junto con algun otro), que niegan la existencia de la mente, y los con- ductistas metodoléglcos, que tinicamente exigen que se cumplan los requisitos de objetividad (por e}., KENOLER, 1984; ZURIFF, 1985). Lo que el conductismo re- chaza es el uso de fa introspeccién, no la propia existencia de la mente y ni si- quiera su estudio siempre que se haga por métodos objetivos, es decir, a través de indices conductuales. De hecho, a partir de HULL, el conductismo comienza a incorporar variables intervinientes, dando paso a modelos mediaclonales que cumplfan en el neoconductlsmo una funcién similar a la que tendran los dlagra- mas de flujo en el procesamiento de Informacién. Por tanto no creemos que el antimentalismo sea un rasgo necesario del conductismo, aunque obviamente ha- ya muchos conductistas que son antimentalistas. Lo que s/es un. constituti- vo del conductismo es la idea de que cualquier variable mediacional Tiervnton te que se defina ha de ser Isomorfa con las variables observables. En otras pala- brat seirerie, Ge axial, on necseariamente une cope dela realidad.-un rote de ésta y no al revés. Este es el principio de correspondencia que, segtin algunos conduetiamo como programa de Hv Ceoovens >) Ree ELEMENTOS unidos median REGLAS SINTACTICAS. ‘CORRESPONDENGIA nite aprendizaje y Tealidad externe REDUCCIONSMO ANTIMENTALISTA, / TEORIA DEL APRENDIZAJE eA 2 {QUIPOTENCIALIDAD de-simuios —) ido anpacies AMBIENTAUSMO_ EXTREMO ‘ANOMALIAS DEBIOAS. ALA FALTADE ORGANIZACION Problema burmeano ‘ALA NCAPACIOAD PARA ADQUIR ‘SIGNIFICADOS objema del contanidy FIGURA 2.1. El conductismo como programa de investigacién cientifica. De acuerdo con las ideas de Lakatos (1978), se distinguen los principios que constituyen su nucleo central y su cinturén pro- tector, Las ideas centrales, comunes a todas las versiones de! conductismo (6valo central) estable- cen un programa de investigacion ocupado del estudio de las conductas que, sea cual sea su com- plejidad, se entienden siempre como un conjunto de elementos unidos entre si mediante regias sin- tacticas de acuerdo con los principios de correspondencia y equipotencialidad. Ademas, existiria otra eerie de ideas auxiliares en el cinturén protector (Svalos periféricos) conectadas a esos princi- pios generales, que no serian compartidas necesariamente por todas las versiones del programa. Fi- nalmente, {os recuadros Inferiores de la figura representan los dos grupos principales de anomalias emplricas con que ha tropezado el programa asociacionista del conductismo, conectadas al nicleo central. autores, constituye uno de los rasgos nucleares del conductismo (por ej., BOLLES, 1975; Rorre.at, 1987) y que se deriva directamente del asoclacionismo. Al asumir este principio, es obligado, desde el conducti r la eflcacia causal de los el re lene este tipo de cognitivismo «débil» (BEILIN, 1983), compa: thoteGon ef conductismo, el que critica SKINNER, (1978) en su célebre articulo «Por qué no soy un psicélogo cognitivo». Aplicando el principio de parsimonia, SKINNER (1978) considera que el aparato mental no es sino un «sustituto interno de las contingencias» y que, por tanto, no aporta nada nuevo al estudio directo ‘eorlnn cognitivas del aprondizoje Ey Two conve de las contingencias. Tal afirmacién, coherente con su posicién, no es compartida por otros muchos conductistas (por ej., EYSENCK, 1986; KENDLER, 1984, 1985; Rozes00M, 1986; ZURIFF, 1985, 1986). En lo que sf estan de acuerdo todos ellos es en la correspondencia de los procesos mentales con las variables observables. Un rasgo central del conductismo, como corriente asociacionista, es, por tanto, su anticonstructivismo. Otro de los rasgos tépicamente atribuidos al conductismo es que es una teo- rfa E-R (0 estimulo-respuesta). La protesta conductista por esta atripuci6n es practicamente undnime, De hecho, los dos procedimientos experimentales bas cos del conductismo, a cuyo estudio estan dedicados sus principales teorfas, no responden al esquema E-R. El condicionamiento clasico establece originalmente una asociacién E-E, mientras que el condicionamiento operante implica una aso- clacion R-E. Ahora bien, cuando se considera al conductismo una teoria E-R, in- dependientemente del procedimiento experimental empleado, lo que se esta ha- ciendo, en nuestra opinién, es sefalar su caracter atomista y elementista, deriva- do directamente det nticleo asociacionista, por el que toda conducta, por comple- ja que sea, es reducible a una serie de asociaciones entre elementos simples, en este caso, estimulos y respuestas. Este elementismo si es, a nuestro entender, un rasgo constitutivo del programa conductista. Lo que ya no se deduce légicamen- te de la aceptacidn del asociacionismo conductual, y suele atribuirsele también a partir de su consideracién como teorfa E-R, es la equiparacién de aprendizaje con conducta. Es bien cierto que, durante muchos afios, los conductistas definian al aprendizaje como un «cambio en la conducta». De esta forma quedaban exclui dos los efectos del apt nte (por ej., BRODGEN, 1939; TOLMAN y HONziK, 1930), que se produce en ausencla de conductas observables. Sin embargo, la necesidad de que el aprendizaje se manifieste en una conducta observable solo se sigue de las asociaciones E-R o R-E, que implican una respuesta por parte del sujeto, pero no de las asociaclones E-E, que constitulrfan un modelo adecuado para los efectos del aprendizaje latente (ZURIFF, 1985), por lo que, dentro del con- ductismo, ee diferenciarse entre aprendizaje y conducta. er conducame come progattn e NSEET TT ao han de admitir finaimente ncias (SKINNER, 1981), El ciativas. Pero las secuencias aSO' Se us consecue! corganismo el q : intes estan controlados Por NS ea eee 5 ‘asi un requisito del aprendizale Es en este sentido en el d reforzamiento e requis ; na cualidad intrinseca al Suto det concurs es Paso. selon a ambiente (REvusKY, 1985) orga sinio que necesita ser impulsado desc? 5-1 qg4), supone una Este rasgo, caracteristico de toda teorla mecanicista (KENOLER, ro resulta, e0 tO escasa consideracion del caracter biolégico del aprendizaje, P ta kiea do ta te escasa Cont rente con el asaciacionismo conductual basado CN bula rasa Tgualmente coherente con frecuencia al conductismo: la aprendizaje son igualmente_aplicables a todos los en duos. Lo que equivale a afirmar que solo “existe una unica forma de aprender la aiociacidn. Aunque se ha puesto en duda su nacesidad Toa) Hesncress 1977), este principio se considera como uno de los cimientos del edificio conduc- tista (por ej., BOLLES, 1975; REVUSKY, 1985; ROITBLAT ; que el principal objetivo del conductismo es la conducta humana, debe asumir que el aprendizaje es un proceso general, ya que, de 10 contrario, no podrfa gene- ralizar de las simples situaciones artificiales de condiclonamiento con ratas a la conducta humana compieja. El conductismo sostiene para ello tres tipos de equi- valencia. En primer lugar, todos los estimulos 0 respuestas son equivalentes, es decir, cualquier estimuio puede asociarse con la misma facilidad y siguiendo las mismas leyes asociativas a cualquier otro estimulo o respuesta. En otras palabras, toda situacion de aprendizaje estara controlada Unicamente por las leyes formales de la asociacién, sin que el «contenido» de los términos asociados afecte al aprendizaje. Esto justifica, como en el caso de Ea sinGHAUs (1885), el uso do ta- reas arbitrarias y alejadas de los contextos naturales a los que luego han de apli carse sus conclusiones (BOLLES, 1975; SELIGMAN, 1970). Un segundo principio de equivalencia hace referencia a la universalidad filogenética de los mecanismos asociativos. Este principio responde a una interpretacién fixista de la continuidad filogenética (CARRETERO, 1986a; DE VEGA, 1984). Un ultimo principio, necesario tras el anterior, establece la equivalencla entre todos los organismos de una mis- ma especie. Es indudable que el conductismo ha despreciado habitualmente las diferencias individuales. No podia ser Tet: tod lag tabs asaa oa ana ;, el asociacionismo ci un valor mo, como especie o como individuo, en el proceso del aprendizaje. Es licito, por tanto, afirmar que el conductismo carece de sujeto 0 que, en Littimo exiremo, silo tuviera, su «arquitectura funcional» (PYLYSHYN, 1984) seria una réplica de la es- tructura de la realidad, de acuerdo con el principio de correspondencia. Este es el principal corolario que se deriva de la asuncién del asociacionismo en psicologia. Y es un corolario que SKINNER (1978), con su coherencia caracterstica, ha sabido extraer cuando afirma que «Ja asociacién cognitiva es una invencién. Aun cuan- do tuera real, no seria capaz de explicar mucho més que las contingencias exter- nas que le sirven de modelo» (pag. 54 de la trad. cast.). esa idea resulta otro de los rasgos atribuidos bot equipotencialidad. Seguin esta idea, las leyes del dc bientes, especies e Indiv! Bi ie ilies cg RE 1987; SELIGMAN, 1970). Dado |

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