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2. El trabajo sistémico Hoste capitulo ests dedieado los aepactos metodoligicos goneralos de la terapia sistémica individual, es decir, al marco en el que so desarrolla Ia terapia, Por io tanto, nos ‘ocuparemos de todo aquello que concierne a a organizacion de la terapia (indicaciones, diagnoatico, objetivos, dura- ‘ién), ala posicion del torapeuta respecte del cliente y dela relacign con él, y de otras cuestiones mas amplias, coma los conceptos éticos y silosdficos- de la torapia sexun nowoteos In entondemoe, Indieaciones En Ia primera fuse de Ia investigacion sobre In terapia de 1a familia on nuestro Centra (Selvini Palaazali etal, 1975), se hacta una distineion neta entre terapia familiar y terapia individual y se optaba por la primera siempre que fuera po- sible. En los easos en los que por diversas razones algunos micmbros de la familia se eclipsaban o no manifestaban ninguna motivacién, finalmente se decidia tratar avuna sola persona, que podia ser la que habia planteado la necesided dela terapia 0, a veces, Ia que haba sido designada como ppaciente. De todos modos, los encuentros del terapeuta con tun solo cliente eran definidos como cologuios de terapia fa ziliar, permaneciendo flees a Ia definiciSn tipologiea ink ial, para no toner que transferir dela familia al individuo Ta etiqueta de «pacientes ‘Las indieaciones para la terapia individual précticamen: te se reducian a dos'la primera cuando el cliente no descaba venir con su familia y planteaba eso como eondicién sine {qua non para la terapia! la segunda cuando el cliente no po ‘fa tracr a su familia oa su eSnyuge, porque te negaban o porque razones logiaticaso econémicas les impedian partici paren Ig cesiones, Sin embargo, este ocurria muy rara vez, $y quo; al estar nuestro Centro especializado en terapia de J familia ¥ de la pareja los responsables de Ia derivacion anotivaban alos elientes a aeudir como fasnilia 0 como par ja. (Adiferencia del discurso para los alumnos en formacion| jus, on su contexte de trabajo, desde el comienzo debian ‘eptar compromisos, especialmente aquellos que trabaja- than en servicios que por lo comin admitian Ine intorvencio- nes sobre el individuo mia que sobre la familia.) "El Centro trabajé durante mas de veinte afios con las fa- nillias inepirdndose en la epistemologia eibernética de Ba- teaon, segtin la cual los cambios logrados en el sistema de Jas relaciones familiares debian necesariamente afectar a todos eus miembros, incluso al asf Hamada pacionte desig fhado, aun cuando esta 9 hubiera negado a participar en la terapia, Durante muchos afloe esta conviceiGn Hev6 a consi ‘derar Ia terapin de la familia (dela pareja) como la terapia de clecein,siendo esta una de las razones prineipalea por las que se descuidé el trabajo directo cn el individuo. Posteriormente, el Centro llegé a ser mas flexible en relaciones con los clientes, Se comen2é a aceptar ala familia incluso en ausencia de uno o mds de sus intagrantes, 9 tam- bien a utilizar, entre la intervenciones mis importantes, la convocatoria separada de uno o més de sus miombros, de fcuerda con la hipstesis del momento. A fines de la década de 1980, mientras continuabamos trabajando con las fami Nias y parelas, comonzamos a interesarnos de manera iste mitica en In terapin individual," movidos por la misma cu- Flosidad que veinte aftos antes habia earacterizado la exti= tantey profiewa incursién del equipo original do Milan en el tentonces nuavo y poco explorado (en Italia) terrtorio de la terapia familiar y de pareja ‘Asi como enttonees el equipo se bas6, para su investiga cn sabre Ia terapia familiar, en el nuevo modelo experi- ‘mentado con éxita por el grupo del MRI de Palo Alto, ahora podemos oruparnos del individu utilizando un modelo més 66 complejo, recién puesto a punto, que eonecta individuo y re- laciones, mundo intarno y mundo externa, comportamicn- 10s, significades y emociones. ‘En 1900 inieiamoe una in stigacién sobre wn tipo par- ticular de terapia sistemiea individual cuya duracicn ea va Hable, ya que puede requerir entre una y veinte sesiones. ‘Queriamos averiguar sila torapia de familia (e de pareja) y Jn terapia individual tenfan efectos diferentes (en ewanto & calidad, cantidad y duracién) sobre el cliente individual —o ‘paciente designedo-, segin el viejo ldico de In terapia fa ‘miliar—y también explorar el importante problema de las indicaciones y contraindicaciones de una y otra terapia, ‘Con respecto al tipo de clientes a quienes se puede acon- sejar en la netualidad la terapia sistémica individual (a ear 0 de terapoutas sistémicas orientados a In familia ols pa- ‘ja, podemos indicar los siguientes casos! 1. Adotescentes o adultos jovenes que, al termine de una terapin de familia ode pareja en la eal se han resulta mis ‘© menos completamente los conflisos intrafwsniliares, res pponsables del malestar individual ocolectiva, parecen poder beneficiarse con un tratamiento individval para afrontar las dificultades de la vida externa a le familia y los dilemas relatives a la proyeceién de a faturo (véise el cao de Bs nno K,, capitulo 5)? 2.’Adolescoates 0 adultos que desde el principio se nie~ gan a aceptar na terapis familiar (véase el caso de Giorgio F, capitulo 4) En eambio, los nifos son tratades dentro de Ja terapia familiar 0, a veces, con una intervencién sobre Ia pareja de los progenitores, para evitar la patologizacién, '3. Un cényuge que pide una terapia de pareja resistida ‘desde la primera sesién por el otro cényruge (véase el caso de Carla V, capitulo 6) 4:Un ednyuge separade 0 divorciado que al final de la primera sesién de consulta pide una terapia de pareja o de familia, oficialmente para comprometer al otro eonyuge aduciendo el problema (werdadere ofaleo) de los hijos, pero on el objetivo seereto de nogar Ia separacién. 2 xn eat captlay ene prériener eferirmasdvectamente ae seinen Sopra pre dante wore ot 67 5. Los casos, ya mencionados,cn los que Ios familiares 86 logan abiertamenta a concurrira las sesiones,alegando di- ficltades insuperables de tipo eeondmieo 0 logistico (véase leaso de Giuliana T, capitulo 5). 6. Enel émbito de nuestra investigacion sobre la terapia istémica individual, ademas de loa easos antes itados de terapia individual de esegunda pein» (debida a la impos bilidad o inviabilidad de una terapia de familia ode pareja), también hemos encontrado -casos de primera opeién-, en Joa euales deode el comienzo proponemios una verapia indi vidual. Estos cltimos comprenden casos de adolescentes de adultos de todas la edades quo so presentan en nuestro Centro con Ia sintomatalogia maa variada ¥ que, en el pr ‘mer encuentro, aun en presencia de otros miembros de la familia, parecon hallaree en una fase més o menos avanz dade deavinculacign del sisteroa familiar. (a cbvio que on los etgos que no ofrecen estas schales, como en los de psico sa, personalidad infantil, relaciones simbioticas, ete, la te- Tapia de familia sigue siendo para nosotros el tratamiento Aercleccién.) Otra razén importante que nos lleva interesarnos en I terapia individual sistemica fuel frecuencia con que la ma: yoria de los alurmnos en formacion traia a la supervisidn ca- tos de terapia individual. Bsto ocurria por motivos instita- conales, cuando no les era posible utilizar la terapia de fa tnilla porque #1 servicio no preveta o desalontaba esa pra- isso bien, on el easo de los alumnos que trabajaban en un Contexto privado, porque resultaba mao oportuno tratar a los clientes en forma individual, o porque se sentian mas 2 frusto,o incluso —en algunos casos porque de esta mane- ‘rt era posible establecer un tratamiento més largo y redi- thable, pero también menos propenso al estrés. Una vez mnds, vale la pena sedalar que on el ultimo decenio ol interés por la terapia individual sistémiea la aumentado, no s6lo por estas razones prctieas sino también porel ya citado. Fj tedrco dentro del modelo sistémieo, favorecido por Ins feontribuciones de la cibernética de orden segundo y del ‘constructivism, que han vuelto a eolocar en primer plano al individuo, dejado en la sembra por el modelo sistén precedente. En este pertodo, por efecto de ese misino viraj, Echacomenzado a volver incluso alos sistemas ampli, de 68 sarrollanclo consultas entre servicios psiquiitrivas o soci les publicos o privados. Un argumento a menudo desatendido, 0 desestimado ids © menos deliberadamente, relative a jas indicaciones Ge terapia, es que las diferencias significativas en In perso nalidad del terapeuta y la diversidad de los modelos adopta- dos deben ser atentamente consideradas, en el sentido de ‘que hay ciertas caracteriaticas personales del terapeuta y lertas teorins que ee adecuan més a algunos engos que & otros, Tradicionalmente, ls psicoanalistas eran muy cud ‘dosos, sobre todo en el pasado, para definir la viabilidad del anélisis de los pacientes. Hoy, con la gran masa de profesto nales que afluyen al mereado y con In consecuente compe: tencia, Ia mayor parte de los terapeutas euelen aceptar a todo cliente que se les presente: en los casos en que la tera pia no evoluciona, después de repetides intentos de sali do tuna eventual impasse, algunos torapeutas desgraciada mente atribuyen el frncneon Ine caracteristicas particularea dol cliente (resistencias) mas que a si mismos 9 a In teoria ‘adoptada. Como ya se ha dieho, las teorias son come las re dos del pescador: ninguna red ea adecuada para ateapar to dda clase de pecea. Los estusdios entamnésiens son mas bien elocuentes al respecto, aunque deban ser evaluados con prudeneia por cuanto, como bien se sabe, reflejan las promi as de los investigndores, Por ejemplo, varios estudios catamnésicos diferenciales indiean que algunos tipos de terapia son més ditiles que btros en elacion con las caracteristicas del problema pre sentado por los clientes, Para citar una analogia extraida do la investigacién sobre la terapin de pareja, ha sido experi- mentalmente demostrado que, para los problemas de pareja deintensidad moderada,la terapia conductista os ol método ‘gue da los mejores resuitados en un tiempo breve; sin em Dargo, cuando los problemas son de mayor gravedad, otros ‘modelos, como el sistémico ola terapia entrada en las emo- ‘ones, dan resultados maa estables, mientras que la tera pila conductista parece ser poco efiaz cn el largo plazo (Ber- frando, 1096). Ovras investigacionea han demestrado que la terapia familiar estructural es de probada eficacia en las ‘toxicodependencias pero que, en los trastornas de tipo psios- tico, parecerian sor ms eicaces los modelos sistémicos olos peicooducativos (Gurman y Kaiskern, 1981; Bertrando, 09 11905), Los estudlioe de Cancrin‘ (1982) ofrecen otro ejemplo. Observé que el modelo de terapia familiar estructural era ims efleaz en los casos de farnilias moderadamente confic- tndas, mientras que el sistémico era més aptoen presencia de teaatornos maa graves, en particular de tipo peiedtico, Bs importante tener en cuenta que, al hacerse eargo de ia y durante ou desarrollo, ¢e deben evaluar las ¥ lables individuals relativas al cliente y al terapeuta, ade- ‘ds de las relativas ala tipologia(diagndstico) del cliente y 'teoria y experiencia del terapeuta. A veces, el conjunto Ge estas consideraciones puede indicar obstdculos insupe- tables, de los cuales ea conveniente que el terapeuta esté Cconseiente, Por ejemplo, un terapeuta que hace sus prime- ras armas debe considerar con cautela la posibilidad de hhacerse cargo de un easo de peicosi. A tal fin, 8 convenien- te que ee dirija a un supervisor experto y que diseuta eon 61 1a decision a tomar, si esto no es factible, probablemente le ‘convenge renunciar al caso, Evaluacién, diagnéstico y terapia: un proceso Evaluacién y diagnéstico El problema de Ia indicacién de la terapia esta estrecha- mente vinculado con el del diagnéstico. Las ideas sobre ol dingnéstico varfan notablemente de acuerdo con los mode- los tebricos de loa operadores. Algunos de estos, en especial los de formacién médica y psiquistriea,utilizan ol modelo smédico seguin el eual primero se hace el diagndstico, con la evaluacién de los sintomas eubjetives, la anamnesis y Tos eventuales exdmenes objetivor, para identifier el tipe y la ‘posible etiologia den enfermedad, y después pasar ala ver~ Aladera torapin, Otros, un grapo que ineluye psiquiatras pe- rosobre todo psicdlogos, se inspiran en un modelo mixto bio- psleosocial. Un denominador comiin entre este grupo y el [anterior es la distincién que hacen entre salud y patologia, y fl acento que ponen sobre la importancia del diagndstico: el DSM es el modelo diagnéstico més utilizado por ambos. Un 70 tercer grupo de operadores, predominantemente psicslogos, asistentes sociales, educadores y, sobre todo, lerapeutes de familia y de pareja, no we basa en una idea clerta y probada de patoiogta o enfermedad individual o relacional, sino mds bien en la presencia de problemas y padecimieatoa de tipo existencial. Obviamente, estos terapeutas y operadores 6. tiales no hacen primere un diagnéstico y después una tera pila, sino que su evaluacion forma parte del proceso terapsu- feo ‘A pesar de estas notables diferencias en los puntos de vista, los operadores, especialmente en los servicios pabll- 06, debon saber hacer una evaluacién diagndstion 0 por ‘menos entender el significado de un diagnostico incluido en tuna historia cliniea, Para cualquier terapeuta, indepen: dientemente de. oriontacion toorica, hacer terapia implies tener en cuenta el hecho de que a veces los clientes (0 pa ciontes) ya han sido diagnostieados por otros colegas con un ‘iagnéetico peiquidtrico, ode que lovers en el faturo, ode {que elles mismos estan convencidos de que padecen de una venfermedads. Anticipamos aqui un concepto fundamental, ‘expresedo mde adelante en este libro: es importante tras ‘ender las dicotomias y reapetar la pluralidad de los puntos de vista, tanto en el trata con los colezas corno con los lien ‘ns, ya que de este modo se evitan Ins contraposiciones, las simetrias y las rigideces que conducen a erear problemas més que a resolvertos, Bl diagnéstico en medicina y en psiquiatria Ea medicina, el diagnéstico es sa delimitacién de la na- turaleza ode la localizacion de una enfermedad despues de 1a evaluacién de los stntomas» (Devato-Oli). La labor del :édico consiste en ovaluar los aintomas que observa, inser- tarlos en una perspectiva diaerénica a través de la anamme- sis, daries un sentido unitario mediante una hipdtesis del sindrome y, por ultimo, establecer Ia localizacién (el érgano fafectado) ¥ Ia causa de la enfermedad, Iegando asi al diag néstico etiolégico. Sslo despues de conchuit la investigacion ns spc iin n ddingnostien se podré programar el tratamiento y formular "un prondstico El easo del dingmnéstico psiquidtrien es difarento, y plan: tea problemas que preacupan a los mismos psiquiatras, aun cuando recientemente ve esté asistiondo a un Fetorno y de- sarrollo considerables de la psiquiateia bildgea y de a far ‘macoterapia, en desmedra del diagnéstico psicosocial. Como ‘firma Kendell (1977), autor de wna interesante monogra- fla sobre el diagndstico en psiquiatria: En muchas ramas de In medicina jaméa se ha puesto en ude el valor del diagndstico, Su importancia es evidente de ppor af, puos del diagndstico dependen on gran parte el tratamiento y In prognosis.) En el easo dela enfermedad ‘mental la stuacion ee bastante diferente, Un hombre de 40 ‘alios que duerma mal, no logre pensar con claridad y sospe- che que tus colegas hablan mal de él asus eapaldas, puede {tener una esquitofrenin o un estado depresivo. Si'es un ‘esquizofrenico, es probable que sea tratndo con fenotiacina, pudiendo restablecerse completamente o volverse un en ferme erénico (...) Ea muy probable que los psiquiatras es: tén en desaeuerdo sobre In naturaleza de su enfermedad, sobre i os exquizofrenia o depresién, e incluso sobre la defi neidn yelsigmifiendo de estos dos éeminos. Incluso potrian femitir un diagndsticn de “enfermedad esqtizo-afeetiva’, ‘Que a muchos internistas lee pareceria equivatente a un agnéstico de “euberculoplasia” asignado a un paci feletal aliqnos sintomas eorresponden a una tuboreulosis y ftros a una neoplasiae (pags. 1-2). Le ahorramos al lector una historin del dingéstion y de la clasificaion psiquistrica. Bs suficionte pensa ima de diagndstico que hoy ejerce mas influen pensamientoy la praxis peiquistrica,o bien en la propuyna- {a por ol sistema norteamerieano del DSM (Diagnostic and Statistieal Manual of Mental Disorders II, 1980, y mas re- cientemente IV, 1994) de la American Psychiatric Associa. 'ELDSM, en su formulacién actual, pone el acento sobro todo.en la necesidad de establecer crterios diggndsticos que ppuedan valer para todos los psiqulatras y operadores, inde- pendientemente de su posicicn tedrica. En el manual, los 2 diferentes trastomos psiquidtricas se definen mediante er terios que ee euponen atedricors y -oporativess y, por lo tanto, pueden ser universalmente compartidos * Gracias a este planteamiento, el DSM ha llegado a ser Ia clasfiencion y Is motodologia diogmdstien mas difandida, adoptad ‘mero en los Estados Unidos y luego, con la maxima aquies: cencia, en el resto del mundo. Diversos autores de formactén sistémica y psicotorapéu tica en general han eritieado el DSM por ss pretension de cientificismo, que tiende a objetivar el proceso diagnostio, transformandolo en una etiqueta. Otra eritca concierne a In incapacidad de entrever, més alld del diagdstico, los puntos fuertes y los recursos dal individuo. Una tereora er. tea se refiere a la imposibilidad, en ese modelo, de ir més alla dl individuo para llogar @ unia evaluacién incluso de su ambiente significative (especialmente el familiar) y de las relaciones que el individuo entabla con el. Estas riticns se fandamentan en una visién diferente de las problemas que condueen a las personas a la terapin, mones dependiente {del modelo medio, Evaluacian, tipelogia y wtieyndsticos en nuestro modelo Como ya hemes sefalado, In evaluacin y en lo que respecta ala opeién ‘que concede al cliente, quien puede decidir terminar la ter pin en el momento en que ee siente capaz de hacerlo. Esta Todalidad se puede incorporar al diseurso de la despato- logizncidn y de a visin positiva, que permite al cliente mir en primera persona una posicion activa, responsable y ‘competante al hacer sus propias clecciones existenciales. (Por qué recur ala torapia breve? (¥ por qué utilizar largos intervaloe entre las eesiones, cuando la mayoria do Jos terapeutas usan intervalos mas breves, cominmente de ‘una semana? Comencemos por responder la primera pre unt, ‘Ala primera opeién legamos a través de la experiencia directa con Ia terapia familiar breve de diez sestones, donde fen In mayoria de loa easca los cambios més significatives ‘currian entre la sexta y la novena sesidn. También las lee- ‘turas sobre terapias breves familiares e individuales tuvie ron una influencia significativa, En la vertionte pricoanal Hoa, ol primer nombre que se impone ea el de Freud, cuyos aandlisis no se prolongaban mas allé del af, y a veces du- aban incluso mucho menos (por ejemplo, el andlisis de Sandor Ferenesi duré apenas seis seman ido que % terapias ertratdigicas, como la de preseribir wuando el insight no habia surtido efecto, que enfrentaran diroctamente los objetos fobicas. Pero han sido ‘sobre todo algunos peicoanaliatas de la ponguerra (Malan, Sifheos, Mann, Davantoo, te. )quienes desarrollaran—par- tcularmente en Inglaterra y los Batados Unidos-— algunos tipos de terapia breve y de orientacién psicodindmica que pudieron responder a las exigencins de las masas de usta os que se dirigian «los servicios psiquidtrioos. Estas tera pias se consideraban adecuadas para cierto tipo de clientes ¥ de problemas (terapias breves focales o tomaticas), ‘mientras que para otres clientes se consideraban indicadas Ins terapias © andlisis de largo plazo, [La técnica de las terapiaa breves de orientacién priced ndmica se diferencia de la que se emplea en las torspine de largo plazo por la mayor actividad del terapeuta, el interés dirigido a temas o conflictos expecificns, la preferencia que se concede al andlisis de las velaciones reales en ol aqui ¥ ahora respecto del andlisis del eransfirt (que favorece la ro {resin} y, finalmento, por el énfasis puesto ms en el pre- sente que en el pasado. ls significative que en esta descrip. cin sintética se puedan advertir elementos tecnicos simila res a los de otros modelos de terapia breve; entre ellos, el ‘A propésito de las terapias braves, resulta necesario sonalar que: x...) la mayor parte de las investigaciones (...) destacan dos puntos interesantes. Bn primer lugar, las pruebas ei sieren que la terapia breve tiene In misma sicacia que la te- rapia de largo plazo yen segundo lugar, los beneficiosabte~ nidos de la terapia breve son tan duraderos como los ebte. 1idos de las terapias de largo plazo~ (Gibney, 1984, pag 63) En lo que concierne a los intervalos largos entre las se- siones, el articulo «Why a long interval between yessions? (Gelvini Palazzoli, 1980) expla Ins razones que indujeron «al grupo originario de Min, pionero en el campo de la tora, pia, a pasar sistematicamente de los intervalos de una se mana entre sesiones a lorintervalos de un mes, Bate cambio temporal sucedié de manera easual, y los efectos product 9 dos fueron tan positivos que dese entoncesloe intervals ‘nonsuales han legado «sor de rutina en las terapias de la parejay dela familia, La oxplicacion qu dio dicho grupo fue {Que el encuentro con el terapeuta pia tener el efecto de Porturbar el sisteme familia y desatar cambios «nivel ini Vidal, que se habrian reflejado n través do un remolin de ‘ircultos cibernéticos en todos los membros de la fami [Naturalmente, este proceso habria requerido ciort tiempo para que o sistema familiar aleanzara un nuevo equilib ‘De manera arbitraria se considerd que este tiempo corres Ponderia aun interval de aproximadamente un mes. De Ehila idea de que #1 el tarapeuta hubiern permanecido en ‘seena en este interval, jando una fecha mas préxima pa- fa la seein siguiente, habrin interferido negativamente, ‘betaculizando con su presencia el proceso expontaneo do Sambio que se estaba desarroliando. Esta es una de las ra- Sones que levaron alos colegas anglosajones a denominar a erapia vmilasiesae hit and run therapy Cterapia mocrde nye? 7 Sorante muchos aos, en las posas terapias individua- Jes conducidas, se mantuvo el intervalo de una aesion por semana, ya que se pensaba qe un ntervalo ma largo ha {ria dismsinutde la posiblidad da compromise o de desarro lode la rolacin torapsutica, En ia sesion familiar est peli tgroce minima porque ia rlackin cs plislicn 3, por lotanto, sCinteneidad eo distribuye entre todos los micmibros del ss. toma terapeutio. ‘in embargo, con el tiempo la curiosidad se ipso eo ienzamos a usar intervaloslargostambicn on las terapins Individualessitémiess. Aqui podemos antieipar que los 1 Sullados fueron favorables. En la mayoria de los casos se produjo un efecto contraro al temido, en ol sentido de que {op penuamientos y las emociones del cliente con respect al terapeuta se rovelaron mas intensos a medida que trans curria el tempo y se apronimaba la fecha del préximo en Seguin nucstra experiencia, cuando los problemas no se resuefven en las primeras sesiones, el liente ee compronse- te-cada ver mia con el terapeuta, y—como también To han Selalado otros terapeutas que adoptaron un marco de tora pia breve a plazo (en particular Mann)— es signifieativo {uvel cients tienda a elvidar el numero de vein. Es im- o2 portante que cl torapouta solo vecuerde, para evitar que se gue al término de la terapia sin que se haya resuelto el problema de In separacién (vase al respecto el caso de Su Sanaa C, capitulo 5) ‘Mann (1973, on Hoyt, 1990) ha desarrollado un intere: sante modelo de terapia brevo, cerrada, de doce sesione ‘enominada -psicaverapia de tiempodefinido= (time-limited ayehotherapy), banda en wn modelo peicodinsémice-expe- Flencial. Bl erce que en este tipo de terapia 4...) controlar la ansiodad de separacién llega a ser el mo Golo para controlar las otras ansiedades nourdtiens,«.) Te das las formas breves de terapia —Io sepan o no quienes las practican— hacen revivir el horror del tiempo...) Un modo para comprender la incapacidad de dar al tiempo una inv portancia findamental reside en el desea de nagar el horror {del tlempo por parte de los mismos terapeutasy (Mian, Heyt, 1980, pég. 130), Estas reflexiones de Mann son congruentes con la int presién que hemos obtenide de nuestra experiencia: ef las ‘eas03 en que los eientes no deciden terminar ants de ia do ‘imoquinta sesién, se entra en una fase final, en laquee! te ‘ma principal llega a ser la separacidn de la terapia y del te rrapeuta, con todas ae angustias asociadas con ello. La habi lidad y la resonaneia emotiva del terapeuta en esta ultima ase son elementos eruciales para resolver les dilemas de la separacién, En una de estas sesiones hemos notado que euando s0 utilizan terceros dtras del e=pejo, su presencia constituye una conteibuckon muy positiva para concluir esta fase final eon éxito Paralclamente a esta investigacién sobre una torapia Dreve-larga, tavimos que condueir torapias individuals fuera dees vinculos de tiempo descriptos.Aesta altura sur- {ge una pregunta: geste modelo de terapin breve-larga es Cilmente transmiaible? Creemos que el terapeuta que deze utilizarlo debe tener, en primer lugar, alguna experiencia fen l campo de Ta terapia y, en segundo lugar, tiene que ha- ber ulilizado marcos Lemporalea diferentes y adquirido cien ta soguridad y flexibilidad. Por tiltimo, como investigadores y como terapeutas, su jerimoe tener presente que nuestras tenicas y tearias son 98 \itiles para dare un sentido lo que hacemos, pero también ‘pueden resultar falaces para las novesidades y emociones ‘de nuestros clientes, Al respect, eseribe Hyt (1880): Lo més importante al decidir la duracién de un teatamien- toes atendera las necesidades deese paciente individual en ‘ese momento particular (...) Las duraciones “preestable- ‘no deberian convertiree en un leche de Procusto, con ‘algunos clientes que +e adaptan a él perfectamente, mien- tras que para otros [el tiempo de la terapial resulta instil- ‘mente truncado oestirado .-.) Los terapeutas también de berfan conocer aus propios puntos fuertes y débiles, pero no deberfan imponer sus preferencias o predilecciones en ‘nombre de la “politica” o del “etilo™ (pg. 125) Si bien estamos esencialmente de acuerdo con estas con- sideraciones, ereemoe que el modelo terupsutico que propo- ‘nemoe tiene en cuenta las necasidades y emociones mencio- ‘hadas por la mayoria de ls elientas aunque no por todos! ‘Dado que corresponde al cliente decidir cudndo ha de fina- Tizar la terapia, es 61 quien elige ea duracién, dentro det vvincula de las veinte sesiones, Paralos que tienen necesidad {de un tiempo més largo, e tomarén en consideracién, como ‘yaseha dicho, sus necesidades y los recursos del torapeuta, El terapeuta El self del terapeuta en ta relacion La teoria es la lente a través dela cual vemos la realidad en tamnode nosotros y en nosatres mismos. Ella influye en el ‘modo de considerar el propio self en la terapia: por elemplo, en el curso de la experiencia pricoanalitica de Luigi Boscolo, citada en el eapitulo 1, e se dal terapouta y sus emociones tran el principal objeto de intorés, yestaban sometides a un ‘monitoreo constante, a través del andlisis de la contratrans ferencia 0, a veces, eda la ayuda do un supervisor. ‘Después, en el period dela terapia estratégico-sistémi- cade la déeada de 1970, a preridadcambis elaramente. Ea ot | i | ‘ese periodo, la maxima ateneidn se concentréen la familia y ‘no en el torapeuta yous emociones. Aun cuando (raramen +e) nos ocupabamos de easos do tarapia individual, la aten- «ion se concentraba en los problemas del elionto y én las in- ‘tervenciones eapaces de modificarlos,ignorando completa mento el andlisis del slf del terapeuta. La eibernética deor {en segundo y el pensamiento constructivista, al poner en primer plano le autorreflexién, han reorientado la atencisn hhacia el individuo, sus prejuicios, premisas y emociones. EL interés se ha dirigido no salo hacia las relaciones del indivi- duo con su mundo externo ino, sobre todo, hacia la relacién {el individuo consigo mismo y'con su mundo interno. Bsto ge tanto para el cliente como para al terapouta: do tal mo- doque el self de este ultimo ha vuelto a ocupar unn posi 4e primer plano (véase el eapitulo 1, pags. 27-9), ‘También por esta razén, el pensamionto bateroniasne ha sido importante para nosotros. De Batoaon (3961, 1972, 1979) se consideran oon mas frecuencia Ine contribviciones sobre el ecosistema y sobre las relaciones externas, pasando por alto el hocho de que él no halbia subestimada al indivi- uo, ni macho menos al inconsciente: es més, cron que clin consciente constituia la parte mas importante de la mente y ‘que el consciente era poco mas que un epifenémeno, ‘Como antropélogo, se habia ceupado ampliamente det ‘estudio del mundo interno del individuio (consciente © n= ‘onseiento, de la formacion de las habitos, de las metaforas, de la produccién artistica y de los estados patalogicos, en ‘especial del pensamiento esquizofrénico, Un aepecto de par- ticular relevancia en su pensamiento es justamente el ite consciente, aunque en una aeepeica muy diferente de froudiana: no estaria constituide por pulsiones (entendlidass come fuerzas instintivas) sino por habites (habits) y, sobre todo, por el conjunto de premisas individaales, formadas través de.un proceso de deutero-aprendizaje, Elconociinien- tw del self del terapeuta se converte entonces en el conoe- miento de sus premisas, aun cuando se trate inevitable mente de un conacimiento inasequible, porque nadie pueds Legar a estar plenamente consciente de sus preminas, Por ‘muchas razones, las premisas con como las plantas de los eg dado qu ow apnyaron em els x iposible ober s{...) nuestra vida es tal que sus componentes inconscien- tes extn continuamente presentes en Lodas sus multiples formas, Sucede que on nuestras relaciones intorcambiamos continuamento mensajea sobre catos matariles inconsclen- tes, ¢ incluso llega a oer importante el intercambio de meta- ‘mensajes para decirnos el uno al otro cual orden y especie do inconsciente (o conciencia) ea inherente a nuesiros men ‘sajoss Bateson, 1972, pag. 170). Si bien manifestaba el méximo respeto por la ciencia, Bateson (1972) se sentia atraido por las expresiones del inconsciente: del arte, de los rtos, de lo sagrado. B incons- Tenguaje metaférico han side eontinuamente Es un lugar comin entre las pueblos anglosajones creer ‘que serfa en clerto modo mejor si lo que es ineonsciente se tomara consciente, Tambien so dice que Freud afirmaba “Donde eso era, debo yo advenir”, como si un desarrollo tal dela coneiencia o del control consciente fuose posible y, na- taralmente, también ventajoso. Beta opiniga (-.) es una opinion totalmente desvirtuada de To que jamas haya sido ‘un hombre o cuniquier otro organiamo» (pags. 170-1) El terapeuta que no desce ser ingenuo en su trabajo deberia adquirir in mayor eonocimiento de sus propias remiss, o bien de las tis fuadamentales que lo guian en fu proveder:cuiinto de ese procedor ex dietado por los prejuls ‘ios sociales y culturates; cuales pueden ser las premisas det cliente (eus tesi individuales, familiares, sociales y cultura: es); de qué modo la relaciin torapéutiea obedece a esta rela cién entre epistemologias (sistemas dle premisas) diferen- tes. Un conosimienta tal por parte del terapeuta lo pone en condiciones de mantener una perspectiva co-evolutiva ene! tiempo, evitando objetivar (vil las relaciones, considerdin~ dolas en eu contexta en constante evalucion bajo la presion 4e Tos eambios personales y sociales. En eate proceso evolutivo, es importante que ol terapet ta coordine su propio tiempo eon el dal cliente, abriendo es- pacios a Tas diferentes perspectivas y evitando anclarse en {una vision particular de su historia, Para que esto pueda realizarse, gon de fundamental importancia el desarrollo de 96 la alianzn terapeutica y la empatin del terapeuts, es deci, Ja eapactdad y la sensibilidad de ponerse en la posicién del otro; parafraseando a Borges (1952) euanda hace mencién a Shakespeare, un buen terapeuta debe esforzarse por «ser igual a todos los hombres. {{Cémo os posible adquirir conceimiento de sf miamo en la prdctica torapéutica? Con los anos hemos encontrado una respuesta en la dialéetica que caracteriza el trabajo-en equi- ppo. En este se constituye un sistema de tres cliente, te rapeuta, observador(es) La funeign del equipa ce proporcio= ‘har al terapeuta la supervision del cazo yun punto de vista fexterno eapaz de favorecer un mayor canocimiento de sus prajuicios, premisas y emociones dontro del sistoma tara: Béutico. Bata supervisidn puede ser directa, eomo cuando el equipo observa detras de un expejo, oindirecta, a través del comentario sobre +l material videograbado o la prosonta- tn verbal del easo. Con tal fin, en ta formacidn para late rapia sistémiea los alurnnos frecuentemente presentan al igrupo—que hace las veces de equipo de supervision —casos Se terapia individual y familiar, algunos mute bien eomple- jos a eausa de las conexiones que se han creado eon el tiem 'o ontro los diversos operadores y servicios intervinientes, El desarrollo de las ideas producidas por el equipo gener tuna spauta coneetivas (Bateson, 1972) que puede ayudar 8 ‘gaien presenta el caro a salir de los dilemas y de la rigide ue limitan su comprension y a accion En efecto, cl equipo tiene ia funcién de generar hipstesis: bipétesis sobre el cliente, pero también sobre el terapeuta, sobre sus pensamientos y emociones y gobre la relacicn en tro torapouta y cliente. Hsta préctiea roquiere al andlisis de lncontratransférencia en una supervision de tipo prio ‘ico, con la diferencia de quo el proceso so desarrolla en vi vo, en el saquy ahora» de Ia sesidn, por lo que la retroaccién (6s mas inmediata y vivda. La interaceién entre terapeutas Y clientes es examinada par una o mds personas que apor tan an segundo nivel de rellexidn, que se intogra ala refle xién del terapeuta, contaminada por sus prejuiios, ‘Uno de los principales riesgos para el terapeuta es el de caer dentro de la relacién, perdiendo la distancia necesa: tia para pensar en termina: de diferencias que permitan sa: lirdel atolladero de a rigidez. En la Pragmatica della come hicaztone umana (1967) Watelawiek y sus eolaboradores 7 sostienen que el «periodo de gracias de que dispone el tera puta para favorecer el cambio no es infinito: habré un mo frento en ol que en el dislog® entre terapeuta y cliente, 8 intercambiarén las mismas informaciones, es decir, en que yao ee creardn mds -diferencias que hacen una diferen Ziau La torapin entrard en wha impasse. La intervencién de lun tercero, asesor o supervisor, introducira diferencias ‘nuevos puntos de vista que podran desbloquear la impasse. En cl modelo estratégico, siendo la torapia muy breve y centrada en los problomaa presentades, la supervision se ‘cupa predominantemente de ln téenicas mas adecuadas para liberar al cliente de los sintomas, En cambio para no- otros, que operamaos con un modelo sistemico donde la ‘tencidn esta dirgida a la totalidad de la persona y al desa- rrollo de un proceso de exploracién en el que los resultados ‘no son previsibles, la dialéctica de tres, que se desarrolia trabajando en equipo, lega a ser muy importante. -Eltrabajo en equipo mos ha llevado a considerar diversos puntos de vista, El intercambio de ideas y de emociones Setrés del espejo nos ha habituado a tener una pluralidad de perapestivas. ¥ sobre todo nos ha propareionado un en ‘renamiento que, cuando trabajamos solos, ns permite 8a lide la inmediatex de la relacin con ef cliente para ref ‘siamos momontaneamente detras de wn sespsjos de vision Unilateral virtual y analizar la relacion entre el cliente yno- sotros mismos. Bn cierto sentide se puede decir que la for- ‘macién siatemica favorece un proceso de internalizacion & introyeccién del equipo y de bus ~voces», que representan ‘una polifonfa en la mente del terapeuta ‘Ademés, deseamos destacar que a través del trabajo en ‘equipo, con el tiempo eada uno de sus miombros aprende a "bicarse en los diferentes puntos de observacion del sistema ignifiativo en el que el cliontey el terapouta estan inmer- 02. Cada membre podrd situarse en un momento dado co ‘mo observador del Supuesto mundo interno del cliente, 0 bien de sus relaciones externas, del ryundo interno del tera- pouta, dal vinculo terapéutico¢ del nexo entre las ideas del ‘liente y las propias, en relacion con los modelos culturales, Esta modalidad de trabajo, desarroliada en la investiga. cin la formacién y la terapia de la familia, ha llegado a ser tun mélode que naturalmente influye sobre nosotros, aun fuando trabajemos solos con un cliente individual 968 Ee sabido que en muchas formas de terapia, principal: ‘mente el psicoandlisisy las terapias de orientacion peico ‘analitca, e! haber hecho una terapia personal es una cond cidn sine qua non para aleanzar el status de terapeuta. Si bien nuestro modelo ne prevé una formacion personal seme Jante, considera que esa uncidn la cumple el sprendizaje en grupo en equipo) Al principio los alumnos bésicamente se formaban para decarrollar una habilidad tenica: de manera yada, 1a formacién fue asummiendo una caracteriatica mide acentuada, de formacion personal a través de los grapos de aprendizaie. ‘Dentro.dea formacién sistémiea, es posible para el alumno hhacer un trabajo aobre af misme, una tarea que no obstante conserva un amplio margen de libertad (no es una obliga: ion, y tampoco se aconseja vivamente alos alumnos desa- ‘rollar una formacin personal), y que de todos modos tiene siempre eu sestén en el “aqui y ahora” de los grupos de for macion, Estas actividades de grupo permiten (...) 1a constitu cidn de una "mente colectiva’ (en el sentido que Bateson atribuye a este concepto) que elabora el trabajo tedrico y la Drdctica clinica eonectandolas de manera cireular (Hoseolo etal, 1995, pigs. 757-8) En el periodo de formacién, sea trabajando con los clien- tes won vivo: o en las situaciones simuladas, el alumno con el tiempo ocuparé diferentes posiciones en el macrasistema ropresentado por el grupo en relaeién con sus clientes ver Aaderos o virtuales, O sea que se encontrard en la posicion {el cliente, en In del terapeuta, en la de miembro del equipe terapéutico y, finalmente, en la de miembro del grupo de ‘observacidn que observa al equipo terapéutico que ayuda al ‘twrapeuta en su trabajo con el cliente, La realidad contem: plada desde estos diferentes puntos de observacicn, situa Gos a diferentes niveles, eambia no solo por la posiidn, sina también por la tarea que se asigna a cada miembro del gra- po. Por ejemplo, la atancién del cliente se dirige hacia su propia historia y hacia las expectativas del terapeuta: la ‘atencién y las emociones del terapouta se orientan a lasdes- ‘ripciones ylas emociones del cliente, aai como «la relacién on él; la atencién del miembro del equipo terapéutieo se 99 concentra en el proceso terapéutico en evolucién, en par- ticular on I relneién entre terapeuta y cliente; finalmente, fen Ia posieign del grupo de observacién, Ia atenecién se con- ‘entra en todo eso y ademas en el proceso de supervision de- ‘sarrollado por el equipo terapeutico en relacién con el tera ‘uta, Todo eata complejo procedimiento tiene como objetivo fensefiar alos alumnos a pensar y actuar de acuerdo con el ‘modelo sietémico. ‘De este modo, incluso cuando trabajamos solos con et cliente, no sélo tenemos nuestro wequipe interno» que nos ‘iste, sino ques veces nos proguntamas: si hubicra colegas otras del espejo, squé advertirian? {Qué opiniones for~ ‘marian sobre lo que est sucodiondo en el aut y ahora? Es ta perspectiva nos libera temporalmente de los vinculos cog- niltive-afectives que nos ligan al liente,y nos permite tener luna visin «deed el exterior. Se puede decir quo la pers- pectiva sistémica lleva a que el encuentro de dos personas, Cliente y terapeuta, ests densamente poblado. No silo por la tomanidad que constituye el self del terapeuta, formada por Iss figuras sigificativas de su vida personal y profesional y por suis colegas reales (el que hizo laderivacién y otros even ‘tuales colegas conectados con cl problema presentado), sino ‘también por las persone del mundo interno y externo del clionte, y por Tas -voces= de la cultura en la que ambos estn El aspecto més relevante de esto proceso e¢ la capacidad del terapeuta de entrar en sintonia con el cliente, de poner toda su atencién en lo que el cliente dice, permitiondo asi ‘que este senale a su ver la importancia de las cormunicacio zhes del terapeuta. Al respecto, Anderson (en Holmes, 1994) ‘comunica la siguiente observiion Caguda y utlisima para Jos terapeutas): Un paciente suece legs a Ia conclusién de que existen dos tipos de terapeutas: los previsibles y los que desean que se Jos entretenga. Al referrve alos terapeutas previsibes, dijo ‘que estos, que ya conocen la historia de los elientas en gone. ‘al, se aferran a esa imagen y no comprenden lo que signif {aesa historia para los elientes, Dijo que sabia lo que le ban ft pretcuntar y qué tipa de respuesta deseaban. Dijo que eso 3 fatidioeo y hace que uno se sienta eansado y triste, Pen- Saba que era lamentable que los terapeutas no tuvieran 100 sds fantasia y que no pensaran mas erlicamente en lo que Ssueedo en tomio de ellos, Habl6 de los terapeutaa a quienes lea parece interesante el drama de sus historias. Quieren conocer los detalles y hacen preguntas al margen del dra- ‘ma, pasando por alto Toque es significative para la persona. Qué significa estar solo en una situacién, porque solo 05 come verdaderamente estas» (pag. 169). Para evitar estos peligros, una modalidad dialogal que nog ha resultado muy util eonsiate en verifiear do vez en ‘euando con el cliente slo que le preguntames tiene sentido para él. Esta simple pregunta, planteada sobre todo en las| ‘oyunturas eontrales del didloge, permite al cliente senalar siel torapevta esti siguiendo un rumbo que tiene importan- ‘ia para él, Al comentar la siguiente pregunta formulada por el primer autor a un cliente: «;Usted piena que mis Preguntas dan Ia impresién de que yo de algun modo la comprendo?, ton Perry (1993) esribe: «La pregunta] implica que el trapeuta esté en sintonin com Jas preocupaciones del sistema euande To que pregunta es interesante para este, digno de respuesta o al menos de reflexion (...) Para hacer una pregunta parecida es necesa to estar en contacto con cl sistema y con # vida interiors (pag. 70) En el proceso continuo de interaccién con las clientes os colegas y las diferentes teorias, el terapeuta no sélo acre ‘lenta sus conocimientos sine que tambien se enriquece per senalmente, Con el tiempo su tole llenarie de mada voces Significativas: las de su fan, sos maestros, sus clientes, fn un proceso que evaluciona constantemonte. El poder en ta relacion terapéutien Dentro del enfogue sistémico-relacional, desde hace algsin tiempo tiene Tugar un animado debate sabre el pro blema del poder en las relaciones familiares y verapéuticas (igs contenidos de dicho debate se ilustran en cl capitulo 3, page. 192-4), Aqui nos limitaremos a hacer un breve comen: 101 tario sobre orientacién de los diferentes enfoques con res- peota al problema del poder en la relacién terapéutica ‘Cada modelo tecrico asigna al terapeuta una posicién particular dentro de la relacign con el cliente. Como han estacado algunos autorea, entre ellos Foueault (1970) y Servis (1975), la posicion del terapeuta os siempre —y no puede dejar de serlo— una posicin de poder respecto del Cliente, Ep una posieion de poder porgue le correspond a 61 dela conversacion terapeutiea, ¥ ese poder lees dado por el contexto, Esto es af aun cuando adopte la pposicién de mere oyente, y pormita al cliente Ia mds amplia, Iibertad de expresarse, ja que le corresponde a él permitir- Ja, ¥ por eso ext en Ia posicén de poder. Por otra parte, 3 cevidente que eerce ese poder con la conformidad del cliente: ‘Seade este punto de vista; ou posicin es muy distinta dels ‘del peiquiatra de une inetitueign, que a menudo debe em plear Ia coaccién con los pacientes refractarios. ‘De todos modos, dentro de este marco las diferentes orientaciones admiten variados gradoa de poder explicita: imente gjereido por el terapeuta, Pedemos intentar elas carlos siguienda un orden decrecienta, nla orientacion conduetista, incluidas las variantes psicoeducativas, el terapeuta esti en una posicidn predo- Ininantemente directiva (Falloon, 1991). Posee la compe: lencia suficiente para sugerir e imponer directamente de terminados comportamiontos a los clientes, que aceptan transferine en gran medida la facultad do elegir. Cabe des. tacar que ni siquiera en estos modelos el terapeuta se pre- senta como omniseiente, y que los clientes mantienen Ia li Dertad de accién, Pero el contexto on el cual se eerce esa li- bertad es controlado de manera explicita por el terapeuta. ‘La orientacisn estratégiea, on especial segtin la concep: cidn de Jay Haley (1989), 66 tradicionalmente una de las ‘mis atontas a laa relaciones de poder: para Haley, el tora- peuta tiene la responsabilidad de ejeroer un poder benévalo, ‘que conduzca al cliente a aceptar una posicién one-down ‘nooesaria para la soluciSn de los problemas. La diferencia respecto del conductismo es que el poder no es ejercido fbiertamente sino a través de estrategias (posicion seudo- ‘complementaria), usando, por lo tanto, medios indirectos ‘que no desaflen la posicion one-up del eliente, sino que de al- fin modo Jo leven a aceptar el poder del terapeuta, 302 La orientacién estructuralista (Minuchin, 1974), muy sensible al problema de las jerarquias, atribuye al terapeu- ta un poder menes acantuado, que sin embargo se ejerce de ‘Manera mas evidente que en ol modelo estrategico. Bl tera- peuta opera con la nocien de eudl es Ia estructura deaeable ‘que los elientes deben aleanzar y, en sesién,ejorce ablerta- Iente el poder necesario para aleanzar el objetivo. En el “aquty ahora, cuenta inchiso con una delegacign de autori- ad que le permite imponer ciertas maniobras alos clientes En el psicoandlisis clasieo, el analista se encuentra en ‘una posicidn de e2caso poder aparente, por cuanto intervie~ ine adlo con interpretaciones de las condctas, las fantasias, log suetios y Ine asoeiaciones libres det cliente, y no trata do

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