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Cuento: El hombre que no podía 

triunfar
Gonzalo era un hombre de 35 años que había trabajado toda su vida duramente esforzándose por convertirse en
el mejor administrador de empresas, tal como su padre siempre había querido.
Se sentía tan agradecido con su familia, que había decidido ser lo que ellos esperaban de él, no quería
defraudarlos y así decidió dejar a un lado sus propios sueños.

Cuando Gonzalo era un niño, solía soñar con ser un gran piloto, creía que volar sería el sueño más hermoso que
lo acercaría más a Dios al estar entre las nubes.

Gonzalo le gustaba jugar en las tardes en el parque cercano a su casa y hacía aviones de papel en donde
dibujada un hombrecito piloteando aquella mágica aeronave. Cuando su padre lo veía le decía: “Deja de soñar
muchacho, la vida no es para nada fácil como tú crees”.

Sin embargo Gonzalo seguía soñando y mientras volaba su avión de papel se transportaba a la vida que tendría
una vez que tuviera la edad suficiente para convertirse en un piloto importante, con su traje pulcro y con sus
aires de importancia que le evocaban las imágenes de las películas en las que los pilotos de aeronaves eran
verdaderas celebridades ante sus ojos.

Un día cuando Gonzalo cumplió 13 años se dijo así mismo: 


“Seré el mejor piloto que jamás ha existido”
” Lograré volar hasta lugares insospechados, me sentiré como un pájaro en libertad que visita a Dios cada día y
que escucha sus susurros entre las nubes”.
“No hay nada ni nadie que pueda detenerme”, “Sólo tengo que seguir mis sueños”.

Gonzalo hablaba con sus amigos de sus sueños, en la secundaria los chicos malos se burlaban de él cuando lo
veían dibujando aviones, o recortando imágenes que tenían que ver con el vuelo.

“Deja de jugar con eso y entiende que naciste para ser un simple tendero como tu padre”.

Sus mejores amigos lo Animaban, diciéndole:


“No te preocupes ser tendero no es malo”, tu padre le va bien con lo que tiene.
“Aunque quizás no tanto como para pagarte la carrera de piloto”.  “Pero se vale soñar amigo”.

Gonzalo empezó a sentirse ridículo al seguir creyendo que en que algún día podría convertirse en el piloto que
de niño había imaginado, su padre le repetía todos los días:
“Hijo mío no sueñes muy alto, la buena vida no es para todos”  .
“Además tú, te encargarás de este negocio que he construido con todo mi esfuerzo”.   Así que mejor pon mucha
atención a tus clases de matemáticas para que seas un buen administrador de este negocio.

Gonzalo se sentía presionado, le importaba mucho su familia, estaba agradecido con sus padres por todo lo que
le habían dado, y le interesaba mucho que su padre se sintiera realmente orgulloso de él.  Por lo que comenzó a
poner todo de su parte para ser bueno en las matemáticas, termino la secundaria y luego la preparatoria y los
maestros le felicitaban porque era el mejor de su clase.
Cuando alguna vez Gonzalo decidía volver a soñar con ser piloto, veía su cuaderno viejo de recortes sobre el
vuelo, sabía tanto de aviones como de matemáticas, pero cuando hablaba de ello y explicaba a su padre lo que
había aprendido durante todo el tiempo que había estado persiguiendo en silencio su sueño, su padre le decía:

“No pierdas tu tiempo en eso, de nada te servirá para administrar el negocio de la familia”
“Enfócate en ser el mejor en tu clase y lograrás el éxito en la vida que todos esperamos, No me defraudes”

Gonzalo asumía que lo correcto sería “dejar de perder el tiempo” creyendo en su sueño, cada día parecía algo
más lejano, y se sentía profundamente triste, pero el peso de pensar que defraudaría a su padre, lo ponía más
triste.  Aunque aparentaba ser una persona  feliz ante los ojos de su padre, de sus amigos, de su familia.
Él se decía así mismo,
mi vida ya estaba escrita, y parece que en ella otros han elegido que sea el mejor administrador de empresas que
haya existido.  He desperdiciado mi vida soñando con volar.

No puedo hacerlo, no nací para hacerlo, DEJA DE SOÑAR GONZALO!

Gonzalo no sabía que podía liberarse de las cadenas que lo ataban a cumplir el sueño de otros, no tenía ni idea
de cómo hacerlo, creyó fielmente que tenía que ser, hacer y tener lo que otros habían elegido de su vida.
Aunque esto le costará sentirse internamente frustrado y triste.
Así entró a la universidad y estudio administración de empresas siendo un alumno modelo.  Le agradaban los
números y todo lo que tenía que ver con la carrera, pero no se sentía realmente pleno.  Soñaba en las noches que
tenía que pilotear un vuelo, sabía cada parte que componía un avión, había estudiado libros completos acerca
del tema, pero había decidido renunciar al sueño de convertirse en un piloto de verdad.

Un día en la escuela conocía a una linda chica que había ido a investigar sobre unos cursos, y Gonzalo le llamo
mucho la atención al verla, iba vestida con un traje muy serio, lucía una boina y tacones altos, parecía
justamente una azafata de aquellas que trabajan en los aviones, Gonzalo se acercó y se presentó amablemente,
se imaginaba estar cerca de alguien que era parte de su sueño, además de que era una chica hermosa.

Flor, era su nombre, Flor le comentó que deseaba estudiar italiano y francés y había sabido de unos cursos en la
escuela, le contó que trabajaba en una empresa comercial de aviación y que su trabajo le apasionaba tanto que
deseaba capacitarse para poder ser mejor de lo que ya era.  Gonzalo la invito a tomarse un café y le hablo de su
sueño de ser piloto y cómo la vida se había empecinado en que fuera administrador y estaba a tan sólo 1
semestre de convertirse en el mejor de todos.  Flor, escucho con atención cada palabra de Gonzalo, veía tristeza
en sus ojos, en lugar de alegría, terminar una carrera debía ser algo que cause felicidad en la gente, ella pensaba.

Cuando Gonzalo le pidió su teléfono y le pregunto si algún día podría volver a verla, ella le contesto:
“Pero claro, he decidido comenzar la escuela y la empresa me permitirá algunos permisos para poder tomar mis
clases sin problemas seguro nos seguiremos viendo además me ha impresionado conocerte, me atrevería a decir
que sabes más de aviones que de administración y eso que eres el mejor en ello”.

Gonzalo se ruborizó con el comentario, y antes de que ella se fuera ella le dijo:

“La vida es hacer realidad lo que tu más profundo sentimiento dice”, “Yo nunca permitiría que otros
eligieran por mi lo que afectará positiva o negativamente mi vida “. “Si amas volar, vuela nunca es tarde
para convertir en realidad tus sueños”.
Gonzalo se quedó callado, pensativo, y se despidió de Flor con un beso en la mejilla.  Se sentía feliz de haberla
conocido, y más feliz de saber que ella entendía lo que él había sentido todo este tiempo.
No sabía que hacer….no sabía que era lo que tenía que hacer para en verdad atreverse a convertir en realidad su
sueño.
Decidió que terminaría con lo que había empezado, que comenzaría a crear su propio sueño, sabía que
necesitaba ayuda, de personas que le enseñarán a creer que él podía, Flor, fue una de ellas….
Gonzalo decidió hacer la mejor inversión de su vida, y aposto por el mismo, invirtió en mentores que le
enseñaron a liberar sus cadenas y miedos, compró libros que le ayudaron a crecer y a sentirse más poderoso, se
dejó guiar por otras personas que sabían convertir en realidad sus sueños y esto lo fortaleció a tal grado que en
poco tiempo Gonzalo transformó su vida.

Gonzalo se hizo cargo del negocio de la familia durante un tiempo, y aprendía que todo lo que se hace en la
vida nunca es una pérdida de tiempo, logró ahorrar buen dinero y decidió que no permitiría que nada ni nadie le
quitará el sueño de convertirse en lo que él siempre había soñado.  Sus mentores le habían dado herramientas
para convertir en realidad lo que él había soñado, y sabía que con eso, ya no tendría por qué tener miedo.
Flor fue parte de su vida por un breve espacio de tiempo, luego el trabajo se encargó de separarlos de nuevo,
ella viajaba tanto que no podían verse como antes.  Sin embargo Gonzalo decidió que su éxito estaría completo
si lograba su sueño y a los 35 años, entró a la escuela de aviación y aprendía tan rápido que se sentía dichoso
todo el tiempo, pensaba en Flor algunas veces, y soñaba con verla de nuevo.

El tiempo pasó y terminó su carrera como piloto de esta forma comenzó a volar como había soñado.
En uno de sus viajes se encontró de nuevo con Flor, pero él, ya no era el Gonzalo de siempre, vestía su
uniforme pulcro y se veía muy guapo, flor se emocionó al verlo, secretamente había soñado ese momento en el
que ese chico que parecía haberse conformado con poco, se convirtiera en el piloto que tanto había soñado, ella
lo abrazo con mucha alegría, hablaron por horas y se dieron cuenta que entre ambos había un sentimiento más
grande que la amistad, por lo que decidieron estar juntos por siempre.

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