You are on page 1of 2

UNA DISCUTIDA

Y DESDICHADA ESPECIE
GIORGIO STREHLER

legan a su fin los días terri- res de escena, por culpa a la vez de una nos niega la embriaguez de " interpretar"
bles y maravillosos en los s1;1r:na de impotencias y de grandes posi- y de, en consecuencia, realizar la única
que se da por concluido el bilidades y a causa de una preocupación acción "verdadera" para un hombre de
trabajo de puesta en esce- por el "deber histórico", tuvieron que se- teatro . Sí, el teatro nos resulta, en parte,
na de un espectáculo y , pararse del coro de los actores, no sin ajeno, precisamente en el momento en
antes de que se consuman sufrir un desgarramiento interior del que que se está haciendo. Poco importa el
con la velocidad del rayo no se curarán nunca. sentimiento de sorda rebelión que noso-
delante del público las fa- En el fondo tuvieron que arrancarse tros trasladamos sobre los demás, con
tanta frecuencia, como si descubriéra-
'-
tigas de estos meses pasa- de sí mismos para alcanzar un misterio-
dos , quiero comunicarte so "limbo", entre el escenario repleto de mos fallos y negligencias en ellos para
mis deseos más fraterna- luces, voces y gestos hum.anos, y la os- ocultar o justificar de manera verosímil
les. Formulo estos deseos curidad silenciosa y atenta de la sala, en nuestro malestar interior. El "después"
con mi cariño ya antiguo, la que pueden escucharse los latidos. es para nosotros todavía más grave de lo
no sin emoción , como al- Ellos fueron los que asumieron la pesa- que siempre ha sido para cualquier hom-
guien que "sabe de lo que da herencia y la difícil tarea de " ayudar" bre de teatro . Este " después" empieza
habla": hice demasiado teatro, en el cur- al teatro a realizarse, sin que se les per- cuando se apagan las luces (el viejo, re-
so de estos largos años. Demasiadas no- mita, en cambio, prolongar hasta el final tórico pero auténtico rito de siempre) .
ches y demasiados días de mi vida fue- su presencia activa. Hacer teatro como cuando se extinguen " los focos de las
ron engullidos, como lo están ahora los ~lgo que ya no nos concierne desde el candilejas" y cuando la calle sombría y
tuyos, como para que no conozca este preciso momento en que salta una chis- destemplada ya, acoge al hombre de tea-
instante en que dejamos de ser "necesa- pa en medio de un grupo de seres huma- tro . El estremecimiento de la "verdadera"
rios", cuando nace por fin el verdadero nos atrapados en un juego un poco loco, vida que sigue en torno nuestro y que
teatro, la comunicación con el mundo, un poco monstruoso, con sus rostros ninguno de . nosotros nunca consiguió
una vez concluido el proceso de su pre- pintados, sus grandes bocas abiertas que detener ni siquiera debe intentarlo . ¡Ay
paración . Conozco demasiado bien la so- gritan o se callan, con los brazos levan- Rafael! No hay nadie más solitario ni m ás.
ledad, el miedo, los escasos arrebatos de tados o distendidos, los ojos abiertos de inútil que el "director de escena" cuando
fE:licidad , la duda, el odio y el amor infi- par en par, por la tensión de la inteligen- se produce el acontecimiento teatral al
n_ 1to por todo aquello que, durante mi cia o el trance de la ilusión teatral. Enton- que él ha contribuido con un sangriento
vida entera, se ha desarrollado en el es- ces poco importan ya los estilos o los pedazo de su existencia, y que se consu-
ce~a.r io. Todo me resulta a la vez muy métodos. Es el teatro el que se impone. me lejos de él y a menudo en contra suya.
prox1mo y muy lejano, extraordinaria- El otro grupo, el de los espectadores, les Esto, querido Rafael , quiere ser tan
mente pequeño y extraño, como si lo mira y observa detenidamente, con una sólo el abrazo de un viejo hombre de
contemplara a través de unos gemelos atención vigilante , en un olvido casi hip- teatro -qué extraño me resulta decir es-
en movimiento. nótico de sí mismos. Y ese terrible senti- to: al escribirlo, n i siquiera yo me lo pue-
. Tampoco tú escaparás a esta ley miento de vacío que nos asalta en cada do creer . Un viejo hombre de teatro , pe-
inexorable a la que está sometido todo estreno , cuando nuestro trabajo ha con - ro que no está todavía tan desfasado co-·
hombre de teatro . Y entre todos ellos, cluido , cuando se convierte en algo inde- mo algunos pretenden , sin duda para
esta_peculiar especie, más discutida que pendiente y súbitamente ajeno, nace en exorcizar su propio temor a las impoten-
nadie y profundamente desgraciada que realidad del convencimiento de que ya cias y las debilidades-, un abrazo, pues,
es la del director de teatro . En una época no estamos allí en el momento preciso a un joven hombre de teatro que compar-
tan sombría como la nuestra, los directo- en que el teatro llega a existir, de que se t ió con él una parte del camino y supe
sacar, de una vida que precedía a la su-
ya, algo útil para el teatro ...
Te oí decir que, algunas veces, para
realizar algo, es preciso pisotear el cadá-
ver de la propia madre. Pero ese es un
tópico que no sirve para nadie, ni siquie-
ra para el artista (si admitimos que somos
a veces artistas) . En el arte, como en la
vida (aunque se trate de un gesto cotidia-
no y político) , no se puede pisotear a
nadie, ningún principio, ningún senti-
miento, aunque sea pequeño y limitado.
Si lo hacemos, estamos equivocados, no
a nivel moral, sino práctico. Hacemos
algo en contra de lo que queremos hacer.
Te lo digo, después de todas las faltas
que cometí y de todo lo que he creado:
no se puede pisotear ni siquiera al más
miserable gusano, sea inmortal o no ...
Es cierto que quise dejar en herencia
algo a los demás: un método, soluciones
interiores, un modo de proceder que se
halla inexplicablemente "detrás" de todo.
Pero me pregunto si la "fidelidad" a todo
lo que nos es común, la fidelidad a lo
que di, radica solamente en esta huella
sensible, si no consiste en algo más
profundo .
Pienso que estas formas, estos gestos,
estos actos que hacen que el teatro sirva
para algo, no pueden existir verdadera-
42 mente sin un "contenido"; sin este conte-
nido permanecen como gestos, como la
suma de numerosos gestos, "nada" más
que un gesto de teatro, nada más que un
éxito, un fracaso, un trabajo (como si el
trabajo en sí tuviera algún valor) , una
entonación, una mancha de color, un gri-
to . No son "nada", si no son "humanos".
Detrás del mayor espectáculo del
mundo, detrás de la mayor aventura poé-
tica, sólo está la muerte si uno no es
consciente de por quién o por qué actúa,
si no existe un verdadero valor capaz de
exorcizar a la muerte, de mantenerla a
una distancia prudente, o incluso hasta
de anularla: su valor humano. Su verdad
humana. Su "moralidad" humana.
A fin de cuentas, eso es lo que nos
queda a nosotros, gente de teatro: una
realidad modesta, pero arraigada en
nuestro corazón : el teatro que hacemos.
(¿Una maldición, una liberación o una
salvación? No lo sé) . No es ninguna lo-
cura dejarse llevar, en determinado mo-
mento, por este teatro , abandonarse a la
ignorante voluntad de " pertenecer" al
teatro y solamente al teatro . ¡Te envío,
pu es, mis más sinceros y fraternales
'. deseos!

(Fragmento de una carta a un joven


"La tempestad", de Shakespeare, en dirección de Strehler. director de escena)

You might also like