You are on page 1of 6

Benatar y la asimetría dolor-placer

Sékioz de Niafre

29 de marzo de 2021

1. Preámbulo
«(1) the presence of pain is bad,
(2) the presence of pleasure is good.
[...]
(3) the absence of pain is good, even if that good is not enjoyed by anyone,
(4) the absence of pleasure is not bad unless there is somebody for whom this absence
is a deprivation.
[...]
Of the pain of an existing person, (3) says that the absence of this pain would have
been good even if this could only have been achieved by the absence of the person who
now suffers it. [...] Clearly (3) does not entail the absurd literal claim that there is some
actual person for whom the absent pain is good.
[...]
First, the asymmetry between (3) and (4) is the best explanation for the view that
while there is a duty to avoid bringing suffering people into existence, there is no duty
to bring happy people into being. [...]
It might be objected that there is an alternative explanation [...:] we have negative
duties to avoid harm but no corresponding positive duties to bring about happiness.
[...]
There is a second support for my claim about the asymmetry between (3) and (4).
Whereas it is strange (if not incoherent) to give as a reason for having a child that the
child one has will thereby be benefited, it is not strange to cite a potential child’s inter-
ests as a basis for avoiding bringing a child into existence. If having children were done
for the purpose of thereby benefiting those children, then there would be greater moral
reason for at least many people to have more children. [...]
Thirdly, [...] Bringing people into existence as well as failing to bring people into exis-
tence can be regretted. However, only bringing people into existence can be regretted
for the sake of the person whose existence was contingent on our decision. [...]
Finally, [...] Whereas, at least when we think of them, we rightly are sad for inhabi-
tants of a foreign land whose lives are characterized by suffering, when we hear that

1
some island is unpopulated, we are not similarly sad for the happy people who, had
they existed, would have populated this island. [...]
Now it might be objected that just as we do not regret the absent pleasures of tho-
se who could have existed, we do not take joy in the absent pain of those who could
have existed. [...] But joy is not the appropriate contrast to regret. [...] Thus the impor-
tant question is not whether we feel joy —the opposite of melancholy— about absent
pains but whether the absent pain is the opposite of regrettable—what we might call
‘welcome’ orsimply ‘good’.»
David Benatar Better Never to Have Been 2006, Capítulo 2,
Sección Why Coming into Existence Is Always a Harm,
Subsección The asymmetry of pleasure and pain1

Aunque sus cuatro asímetrias auxiliares me parecen muy potentes o persuasivas, y


más que suficientes para defender su conclusión antinatalista,2 no las considero una
justificación de la asimetría principal dolor-placer. Como él mismo expone, me pare-
ce más natural el framing de las negative-positives duties,3 y tampoco me convence
su diferenciación entre regret y melancholy: para mí, ambas ausencias son la misma
ausencia.
Elaborar sobre este último punto es el objetivo de esta anotación, aunque en cualquier
caso en ello voy a recontextualizarlo (por lo que no puede considerarse una refutación
suya, sino una reflexión a propósito suyo), ya que tampoco tengo nada en contra de su
restricción de dicha asimetría al caso de la natalidad, concordando con: «(4) is not bad
because there is nobody who is deprived of the absent benefits. [...] we should have to

1A modo de complemento, cf. Solar Sands Voluntary Extinction 2021-3-20.


2 Salvo por un detalle: que requiere, a mi juicio, de una población mayormente infeliz (o maltratada)
previa. Creo que esto es, hoy por hoy, un hecho innegable, incluso sin la necesidad de destapar nuestros
sesgos (expuestos en su capítulo 3). Pero también me parece que el veto a la natalidad podría reabrirse
en el futuro, una vez hayamos allanado nuestras desigualdades sociales (véase footnote (3)).
3 En la línea de la Demandingness objection, que más que una objeción me parece una llamada a la

acción (tratando de superar nuestra actitud natural o instintiva), como entiendo que la interpreta Singer
Famine, Affluence, and Morality 1972.
En este sentido, para mí, la reflexión de Benatar rompe una lanza en favor de la adopción (u otras
formas no tradicionales de relaciones paterno y materno filiales) y, más en general, de la interven-
ción social (voluntariado, activismo, participación ciudadana, ONGs...). I.e., aboga por mejorar nues-
tra situación actual antes de complejizarla aun más trayendo a ella nuevos elementos. Lo cual puede
abstraerse nuevamente, en una suerte de minimalismo filosófico (ontológico, epistémico, ético...): preo-
cupémonos primero de mejorar las infraestructuras preexistentes, y dediquémonos a los problemas ya
establecidos, antes de abrir nuevos objetos y métodos de investigación o intervención. (Aunque este
enfoque podría atacarse, alegando que a veces nuevos caminos catalizan o desatascan viejos; al final,
como siempre, el problema es encontrar un balance.)
A este respecto, quizá la Paradoja de la mera adición (Derek Parfit Razones y Personas 1984) sea más
incisiva, la cual no podemos resolver rápidamente apelando a alguna suerte de maximin (análogo al
minimax de Rawls), pues entonces podríamos caer en el Monstruo de la Utilidad (Nozick Anarchy,
State, and Utopia 1974). O por ponerlo en términos menos abstractos, ¿donde ponemos el corte en la
existencia de unos privilegiados muy felices a costa de otros menos felices, frente a una sociedad en
la que todos son igual de felices pero sólo en un punto intermedio de felicidad? Indiferentemente de
como se responda a la pregunta, el caso es que traer a más gente al mundo no parece ayudar.

2
regret, for X’s sake, that X did not come into existence. But it is not regrettable.»

2. El espectro dolor-placer
Algo que me molesta de su argumento es su binarismo:4 de acuerdo, el dolor es ma-
lo, pero, ¿cuán malo?5 Equiparar el bueno de la ausencia de dolor al de la presencia
de placer, y considerar al malo de la presencia de dolor equivalente al bueno de la
presencia de placer, me parece muy reducionista o corto de miras. Peor aun, en su dis-
cusión se trata al dolor y al placer como a entidades completamente separadas, cuando
en realidad son duales, compartiendo una íntima relación. Es más, incluso podríamos
complejizar el término «malo»: ¿malo para qué? ¿Las cosas son malas en sí mismas, o
en relación a un cierto marco? Y en este último caso, ¿no podrían ser entonces buenas o
malas al mismo tiempo según diferentes contextos o puntos de vista?
Por supuesto, soy consciente de que su argumento precisamente quiere prescindir de
dichos matices (tanto de la circunstancialidad relacional, como de la contingencia del
dolor6 ), y ascender con ello a la categoría de metafísico-ontológico, pero no tengo nada
clara la legitimidad de este enfoque, sintiéndose muy similar al argumento ontológico
de la existencia de Dios y demás divagaciones de corte platónico o especulativo.

Por tanto, supongamos que el dolor y el placer:

1. Sólo pueden existir materialmente.7

2. Viven (o se expresan, manifiestan...) en un espectro, que va del máximo dolor que


un ser puede experimentar, hasta su máximo placer.8

4 Por referenciarle a él mismo (capítulo 7) citando a Singer: «to bring into existence a child who will
on the whole be very happy, and will be able to satisfy nearly all her preferences, but will still have
some preferences unsatisfied» no parece constituir un acto reprobable (bajo los matices ya notados en
footnote (2) y footnote (3), y bajo el framing aquí discutido. Otra cosa es que pueda serlo en el contexto
del Nonidentity problem).
5 Y análogamente para la pareja placer-bueno, aunque no lo diga cada vez: me limitaré a este caso por

simplicidad.
6 Obviar su contingencia es igual de problemático que obviar su ya discutida circunstancialidad, pues,

¿acaso puede existir el dolor en abstracto, sin la presencia de un ser sintiente que lo experimente? ¿Y
dicha experimentación no va a manifestarse en un espectro, en lugar de como a un binario?
7 Con esto no quiero decir que me limite al dolor físico, sino que voy a exigir que el dolor se exprese a

través de un objeto material (e.g., un humano concreto) para poder hablar de él y de su existencia.
8 Los receptores del dolor y el placer son algo material que puede saturar, por lo que podemos tomar esto

como proxy. Aun con todo, no descarto que haya otros factores que influencien la experiencia del dolor
y el placer, dejando de lado la tremenda sobresimplificación de «hay unos receptores del dolor que dan
cuenta de todas las experiencias a las que llamamos dolor».
Por otra parte, dado que dichos receptores pueden bloquearse con anestésicos y demás, o atrofiarse
con el tiempo, o variar en número en razón del sujeto particular, dichos máximos van a depender del
momento y el ser que se evalúe. Cuestión a parte es si son experiencialmente alcanzables, pues, e.g.,
una persona puede desmayarse al superar un cierto umbral del dolor.

3
3. Los podemos representar mediante el intervalo real [−1, 1].9

4. Sin perdida de generalidad, podemos considerar que todo x < 0 constituye un


dolor perceptible.10

Y ahora preguntémonos: ¿a igual cantidad de dolor y placer (en valor absoluto), es-
tos son percibidos de manera diferente (o con distinta carga ética)?,11 ¿si no sufro, me
encuentro en una agradable paz (incluso si no hay presencia de placer en esa paz),
mientras que si no gozo, simplemente estoy neutral?
El fraseado «agradable paz» debería hacernos sospechar. De acuerdo, para Epicuro,
el mayor de los placeres no es un placer en sí, sino la ausencia de dolor (aponia), que es
el camino hacia esa descrita paz (ataraxia). Sin embargo, ¿por qué la aponia no debería
ser considerada un placer en sí mismo, en el momento en el que la reconocemos como
placer? ¿No es ello muy arbitrario? Y si admitimos que la ausencia de dolor es buena
simplemente porque es una presencia de placer, ¿no podría ser que la ausencia de placer
fuera una presencia de dolor?
Pensemos, e.g., en el péndulo de Schopenhauer:12 ¿la ausencia de placer no conlle-
va intrínsecamente aburrimiento?, ¿la expectativa de recibir y consumar un placer no
puede generarnos dolor al no recibirlo?, ¿no es la envidia un dolor provocado por una
ausencia de placer?, etc.
Por supuesto, alguien podría contestar que, en estos casos, no es la ausencia de placer
en sí lo que es malo:
9 Quizá sería más preciso hablar de [ a, b ] con a < 0 < b, justo para no caer en la equivalencia que criticaba
antes, pero por simplicidad lo voy a dejar así. No en balde, una cosa es equiparar los máximos, y otra
los valores intermedios, pues mi problema está más bien en el borrado de la escala. De hecho, si el dolor
fuera binario y el placer no, y si el único dolor que experimentase fuera uno muy pequeño, a pesar de
esa pequeñez seguiría cumpliendo (funcionalmente) un rol similar: como alarma de que hay algo que
está funcionando mal y que requiere mi atención. Rol que, por cierto, podría usarse para justificar que
la existencia del dolor no es mala en sí misma, pues, ¿podría haber una alarma más efectiva? Lo que
a su vez nos obliga a admitir que la simplificación de [ a, b ] en [−1, 1] no es legítima, si vamos a seguir
defendiendo que el dolor es malo.
Sea como fuere, mucho más grave me parece el representar este espectro mediante un intervalo real,
cuando, por la naturaleza del proxy utilizado, sería más apropiado usar un intervalo discreto que no
continuo. Nuevamente, amparo mi decisión en la comodidad.
10 Es posible que haya dolores tan ínfimos que ni siquiera nos demos cuenta de ellos (o que no nos moles-

ten), y que sean por ende (en la práctica) ausencias. Sea en tal caso [ c, d] dicho subinterlo imperceptible.
Entonces podemos construir una nueva escala en la que dicho subintervalo se colapsa (o se envía) a 0.
11 Por lo dicho en footnote (9), piénsese en [ a, b ].
12 «Si ya en la naturaleza carente de conocimiento vimos que su esencia era un ansia continua sin fin ni

descanso, al considerar el animal y el hombre eso se nos presenta con mucha mayor claridad. Querer y
ansiar es todo su ser, en todo comparable a una sed imposible de saciar. Pero la base de todo querer es
la necesidad, la carencia, o sea, el dolor, al cual pertenece en origen y por su propia esencia. En cambio,
cuando le faltan objetos del querer porque una satisfacción demasiado fácil se los quita enseguida, le
invade un terrible vacío y aburrimiento: es decir, su esencia y su existencia mismas se le vuelven una
carga insoportable. Así pues, su vida, igual que un péndulo, oscila entre el dolor y el aburrimiento que
son de hecho sus componentes últimos. Esto se ha tenido que expresar de una forma muy extraña:
después de que el hombre hubo puesto todos los sufrimientos y tormentos en el infierno, para el cielo
no quedó más que aburrimiento.» Schopenhauer El mundo como voluntad y representación 1819, Libro
Cuarto, Sección 57.

4
1. En el momento en el que una actividad (dibujar, jugar, ver una serie, cultivar una
amistad...), en alguna de sus dimensiones (intelectual, lúdica, emocional, física...),
ya no me produce placer, sino aburrimiento, entonces ya hemos saltado al campo
del dolor, y ya no es entonces una cuestión de ausencia de placer (que, si acaso,
podría ser un estado intermedio previo al aburrimiento).

2. Cuando se rompe una expectativa de recompensa, lo que me daña es ese quiebre,


no la ausencia en sí de placer.

3. Nuevamente, en la envidia me hiere un expectativa enfrentada a una diferencia,


y no la ausencia de placer en sí.

No obstante, me parece sospechoso querer compartimentalizar o separar así dos emo-


ciones tan intrincadamente unidas (como debería poner de manifiesto lo natural que
resulta pintarlas en un espectro), en especial teniendo en cuenta que podemos consta-
tar su dualidad de manera tan recurrente.
Otra posible contraargumentación sería que «The absence of pleasure is not bad un-
less there is somebody for whom this absence is a deprivation.», o de otro modo la
ausencia de placer sería siempre mala. A lo que yo me pregunto: ¿y no lo es?, ¿no es
siempre una privación?, ¿no hay una dualidad dolor-placer constante, por la cual la
ausencia de uno implica necesariamente la presencia del otro? E.g., ¿la ausencia de un
dolor estomacal no es equivalente al placer de tener un estomago que funciona adecua-
damente, y viceversa?,13 ¿la ausencia del hambre no es equivalente al placer de haber
comido hace no demasiadas horas, y viceversa?14 ¿Qué estamos entendiendo por dolor
y placer?15
De hecho, siendo más precisos, la ausencia o negación de un dolor es: o un placer, o
simplemente una ausencia.16 Es más, si dolor y placer viven en un espectro, entonces,
en estricto rigor, la ausencia de uno sería siempre la ausencia del otro, o una ausencia
sería simplemente eso: una ausencia, cero.17 Y en este último sentido, lo mismo nos

13 ¿Acaso es esto diferente a: «Whereas, at least when we think of them, we rightly are sad for inhabitants
of a foreign land whose lives are characterized by suffering»?
14 Más en general, ¿no es la ausencia del dolor de la enfermedad, la presencia del placer de la salud?
15 Por poner algunos ejemplos más sutiles:

¿Qué dolor representaría la ausencia del disfrute de saborear un pastel de chocolate? Pues depende
de la persona: el dolor de ser pobre y no poder comprarlo, el dolor de estar encorsetado por unos
estandares de belleza y salud que no me lo recomiendan, etc.
¿Y la ausencia del placer de recibir una visita inesperada de parte de un amigo, suponiendo que ello
me resulte placentero? Pues el dolor de no tener a un amigo que me conozca lo suficiente como para
saber que me gustaría, y al tiempo estar dispuesto a hacerlo.
(Soy consciente de que suena todo medio ad hoc, y que mis explicaciones tienen la misma legitimidad
que las freudianas, pero supongo que únicamente me estoy divirtiendo con esta idea; tampoco es como
si pretendiera que se me tomara en serio.)
16 I.e., si decimos que «(una emoción) x es un dolor ssi x < 0 (en el espectro ya definido)», entonces la

ausencia (o negación) de dolor corresponde a un x tal que x ≥ 0.


17 Doy ambas interpretaciones de la situación porque considero que hay una cierta ambigüedad en la

expresión «ausencia de dolor», pero tómese cualquiera de las dos. El punto es que hay una dualidad
entre dolor y placer, y luego un valor neutro a medio camino.

5
da decir que es una ausencia de placer o de dolor, porque corresponden a ese mismo
subinterlo de imperceptibilidad, y la diferencia entre una y otra expresión es sólo de
framing.

You might also like