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UNA EXTRANA PAREJA: LOS AMBIENTALISTAS Y EL ESTADO EN AMERICA LATINA* Eduardo Gudynas (*) INTRODUCCION E] movimiento ambientalista ya lleva, en América Latina, mas de 20 afios de denun- cias, luchas y propuestas. Pero el actual contexto politico de América Latina plan- tea nuevas y mas complejas relaciones, ha- cia otros movimientos sociales, y hacia el Estado. Hoy, el resto de la sociedad ya no considera estos temas como exdticos. Es més, un cambio notable es que los gobier- ‘nos latinoamericanos, el menos en sus dis- cursos, expresan la vital importancia de la crisis ecolégica del continente. El contexto internacional estd firmemente potenciando esta tendencia, que la conferencia de las Naciones Unidas sobre Ambiente y Desa- trollo de Rio de Janeiro, en 1992, fortalece- rd atin mds. Asi, se esté formando una nueva pareja, entre el Estado y los ambien- talistas, lo quieran éstos 0 no, y se estén ge- nerando nuevos didlogos entre ellos, unas veces conflictivos, pero otras veces consen: suales. El objetivo de este articulo es explorar al- * Este articulo ha resultado det proyecto de investi- acién en ecologia social del ambiente y el desarrollo” de CLAES; deseo agradecer fos comentarios y criticas ide Graciela Evia, Fernanda Rodriguez y Ricardo Ro- driguez sobre diversos aspectos de este estudio, y la de Jos asistentes al Sto Encuentro Latino Americano s0- bre Sistemas Humano Ambientales (5-7 Diciembre 1991, Rosario, Argentina), ©) Miembro del Centro Latino Americano de Eco- gunos aspectos de esta extrafla pareja en ‘América Latina. En primer lugar se carac- teriza al movimiento ambientalista, para poder comprender su heterogeneidad inter- na. Seguidamente, se da un breve repaso tan solo de aquellos nuevos aspectos de los Estados Latinoamericanos que parecen ser relevantes al tema ambiental, para final- ‘mente considerar las interacciones que se dan entre estos dos ambitos. El presente andlisis sigue la perspectiva de la ecologia social, que recoge el estudio de las relaciones humano-ambientales des- de ur punto de vista integral'. La mirada que aqui se presenta es esencialmente desde dentro del movimiento ambientalista, Por Estado aqui se manejard un amplio concep- to operativo, que abarca al gobierno, y las ‘organizaciones e instituciones en las que és- te se apoya de manera mds inmediata, que existe en un area geogréficamente delimita- da, y que mantiene un determinado orden vigente. La caracterizacién del movimiento ambientalista se hace seguidamente, resu- miendo ideas desarrolladas con Graciela Evia?. {ogia Social (Casilla Correo 1300, 11700 Montevideo, Uruguay). "Una introduceién a la vision latinoamericana de {ta ecologia social se presenta en E. Gudynas, «Ensayo de conceptualizacién de ta ecologia social: una visién tatinoamericana», Cuadernos Latinoamericano Eco- opia Social, Montevideo, No. 1, 1988, pp 3: 2, Gudynas y G. Evia, «La praxis por la vida, In- roduccién a las metodologias de Ia ecologia social, CIPFE, CLAES y NORDAN, Montevideo, 1991. Ecologia Politica - $1 NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN AMERICA LATINA Se ha sostenido que los ambientalistas in- tegran los llamados «nuevos movimientos sociales», junto con otros movimientos co- mo el pacifista y el de los derechos huma- nos. Estos han cobrado mucha fuerza en ‘América Latina, especialmente desde los afios 70. Si bien poseen algunos caracteres similares a los observados en la Europa'oc- cidental, no son un fendémeno importado. Por el contrario, en su génesis han actuado factores que no estaban presentes en Euro- a y su constitucién se corresponde a socie- dades empobrecidas y subdesarrolladas; de donde resultan més similares a los movi- mientos que estén emergiendo en la Europa del este’. En general, los nuevos movimientos so- ciales son una manifestacién ciudadana an- te diversas formas de autoritarismo. Los casos mis claros se observan con la deca~ dencia de las dictaduras militares latinoa- mericanas, donde el movimiento ciudadano florecié con diversas iniciativas auténo- mas, desvinculadas de los partidos politicos tradicionales. El desarrollo de comités ba- riales, ollas populares, «caceroladas», ‘ocupaciones de tierras y movilizaciones es- pontneas, fueron producto de la autoor- ganizacién ciudadana. Asi, estos movi- mientos apuntan a generar un nuevo tipo de persona, concibiéndola como protago- nista histérica y agente de cambio. Estos movimientos no estan interesados en acce- > Para una caracterizacién de los nuevos movimien- 108 sociales es til consultar a A. Gunder Frank y M. Fuentes, «Nine theses on social movements», JFDA Dossier 63, 1988, pp 27-44; y para América Latina a R. de la Cruz, «Encuentros y desencuentros con la de- mocracian, Nueva Sociedad, 71, 1985, pp 80-88; T. Evers, «ldentidades: a face oculta dos movimentos so- itis, Novos Estudos CEBRAP 24), 1984, pp 11-23; y L.A. Restrepo, «Los movimientos sociales, la demo- cracia y el socialismon, pp 13-42, en: Sociedad civil ‘cultura democrdtica (M. Max-Necf y A. Elizalde, Eds.), CEPAUR, Santiago de Chile, 1989. “La distincién de categorias esti inspirada en C. Offe, Partidos politicos y nuevos movimientos sacia- des, Sistema, Madrid, 1988, En la caracterizacién del ‘movimiento ambientatsta latinosmericano son diles las contribuciones de E. Gudynas, Etice, ambiente y desarrolio en Latinoamérica. Apuntes de Ecologia, 52 Ecologia Pottice der directamente al poder del Estado ni en suplantarlo, pero igualmente son politicos en un nuevo sentido. EL MOVIMIENTO AMBIENTALISTA LATINOAMERICANO ‘Como parte inseparable de estos nuevos movimientos sociales, surgicron agrupacio- nes ciudadanas preocupadas por los graves problemas ambientales que se observan en América Latina, Denominamos a este mo- vimiento como ambientalista, en un sentido: amplio. En éste se integra a los ecologistas, conservacionistas, los universitarios con una militancia en estos temas, los agroecd- logos, tecnélogos alternativos, antinuclea- res, etc. Este movimiento no ha sido un lujo de ri- cos ni un capricho posmoderno, sino una reaccién ante la situacién de crisis socio- ambiental latinoamericana. Al contrario de los posmodernos, los ambientalistas recha- zan las visiones ambiguas descreidas en las utopias, centradas mds en las formas que ‘en los contenidos, En el anlisis que sigue del movimiento ambientalista, se apunta a la identificacién de los valores invocados, los contenidos te- Maticos expresados, su composicién, y las practicas que se realizan*. Los valores invocados por el movimiento ambientalista son de contenido universal: armonia del ser humano con la Naturaleza, valorizaciones diversas de los ecosistemas y ‘CIPFE, Montevideo. 1989, No. 8; E. Gudynas y G. Evia, «Ambiente, prdctica ecoldgica y participaciénm, ‘Medio Ambiente, Lima, No. 44, 1990, pp 32-37: y E. Leff, «Ecologismo y movimientos socialess, Medio Ambience, Lima, No. 43, 1990, pp 17-24; y No. 44, 1990, pp 29.31. También son relevantes aspectos espe sificos ilustrados en D. Faber, «imperialism and the crisis of nature in Central America», Capitalism, Na- ture, Socialism, No. 1, 1988, pp 39-45; 1. Hedstrim (€4.), Le situacién ambiental en Ceniroamérica y el Garibe, DEI, San Jost, 1989; J. Reyes R.. «Problemé- tica ambiental y participacién en Ia sociedad civil: el caso Mexicano», Cuadernas Latinoamericanos Ecalo- _sla Social, Montevideo, No. 2, 1990, pp 16-21; R. Ur- béez, «Movimiento ambiental: mirada critica al pasado y al presenter, Habitat, Sto. Domingo, Vol. 5, Nos. 10-11, 1990, pp 20-23. Ia vida, y solidaridad con lo que nos rodea. Hay una preocupacién ética, y un apego ¢s- tético, por tas plantas, animales, y los ele- mentos inanimados que conforman cualquier ecosistema. Se comparte asi una preocupacién moral y de justicia, recono- ciéndose que se enfrentan situaciones que se consideran injustas, y es precisamente es- to uno de los motores de su organizacién y accionar. Se defiende la vida no humana, pero también se invocan valores profunds- mente humanistas, como los que se refieren a los derechos de las actuales generaciones de mejorar la calidad de sus vidas en un ambiente sano, y una preocupacién por los derechos de las generaciones fururas, de que también puedan disfrutar de un planeta que albergue una Naturaleza silvestre. Ha sido un elemento distintivo del am- bientalismo latinoamericano, salvo excep- ciones, la vinculacién entre los problemas sociales y ambientales. En general, tos lati- noamericanos no han sido conservacionis- tas a ultranza, y se han destacado por reconocer una dimensién «ecoldgica» en problemas tales como la pobreza, el subde- sarrollo o la dependencia. Mas reciente- mente, estén revalorando elementos his- t6ricos, referentes, por un lado, a la heren- cia de las tradiciones indigenas, y por el otro, a los aportes hispano-lusitanos de la conquista. Los contenidos temdticos del movimien- to ambientalista se refieren a temas tales como la proteccién y manejo de recursos naturales y areas silvestres, situacién de al- unas especies destacables de plantas o ani- males, impacto de las actividades humanas en el ambiente, la relacién sociedad- ambiente, etc. En cuanto a sus actores, es mas que otros movimientos sociales, una manifestacién pluriclasista, Una asignacién a una clase social determinada no le es aplicable, y en 41 convergen individuos de las més variadas 5 Bxisten otras clasificaciones, siendo la més cono- ida la de E.J. Viola, «© movimento ecolégico no ‘Brasit (1974-1986): do ambientalismo 4 ecopolitica», Kellog Institute International Swdies, Working Paper 93, 1987, quien reconoce ecologistas fundament tas, ecologistas realistas, ecocapitalstas y ecosocialis- tas, Sin embargo, clasifieaciones de este tipo realizan extracciones. Asi, participan empresarios, ‘obreros, campesinos, y particularmente la nueva clase media (por ejemplo, estudian- tes, profesionales, empleados publicos, etc.), individuos con relaciones tenues con los sistemas de produccién (por ejemplo, participantes de economias informales, sean de los sectores mas empobrecidos 0 no, etc.). Muy especialmente en América Latina, existe una fuerte y reciente vincula- cidn con los sectores populares, los grupos més empobrecidos, organizaciones religio- sas, indigenas y minorias, defensores de-los derechos humanos, etc, Por ello el compo- nente popular cobra mas y mas vigor. Esta diversidad de actores y relaciones explica ta heterogencidad del movimiento. En él se encuentran los conservacionistas estrictos, los interesados en tecnologias apropiadas, agroecologia, grupos antinu- cleares, los «ecologistas», etc. Es posible Teconocer dentro de esta diversidad’ dos tendencias extremas que se describirdn se- guidamente. ADMINISTRADORES AMBIENTALES Y CONTRAHEGEMONICOS Desde el punto de vista de la ecologia so- cial parece mas apropiado prestar atencidt a cudles son los valores que se invocan. Asi ¢s posible reconocer dos puntos extremos, entre los cuales se ordenan los grupos: los administradores ambientales y los contra- hegeménicos. Algunos estan mds cerca de un extremo que del otro, y la clasificacién que sigue ¢s sobre todo ilustrativa’. Por un lado, los administradores am- bientales, no cuestionan la ideologia de fondo que explica los actuales estilos de desarrollo y organizacién social, y enfati- zan las soluciones técnicas a los problemas ambientales. Por ejemplo, ante los proble- mas ocasionados por una fabrica, prioriza- lun traspaso no eritico de clasificaciones de otros pai ses, especialmente europeos, y fallan en rescatar Ia ori- sinalidad del movimiento latinoamericano. Es muy Util nutritse de los aportes teéricos de los autores nor- teamericanos y europens, pero es necesario hacerlo ge- ‘nerando aproximaciones propias de América Latina para su propio movimiento. Ecologia Politica - $3 ran la discusi6n técnica de cémo reducir las emisiones contaminantes. No discutiran el papel social que cumple la fabrica. Un ¢jemplo tipico son las grandes organizaci nes conservacionistas y las filiales lati mericanas de organizaciones conservacio- nistas de los EE.UU., como la Nature Con- servancy. Por otro lado, los contrahegeménicos son otro conjunto, que si cuestionan los ¢s- tilos de desarrollo actuales. Ante el mismo problema de la fabrica, estos grupos no s6- Jo tratardn el tema de los niveles de conta- minacién, sino también la calidad del ambiente que se ofrece a los obreros, eva- luardn la sustentabilidad ecolégica y social del proceso de produccién en el que esta in- serta la Fabrica, etc. Son grupos que ven es- trechas relaciones entre los problemas sociales, especialmente aquellos relaciona- dos con la pobreza, y los problemas am- bientales. Consecuentemente, apuntan a cambios profundos en la sociedad, con una importante reflexién ética, y con mayor in- terés en dialogar con otros grupos. Final- mente, son quienes més intensamente revaloran el papel de los proyectos utépicos. Es un conjunto muy diverso, que incluye algunos centros y asociaciones, y una gran constelacién de pequefios grupos de base. Asimismo en su seno se estan desarrollando nuevas vinculaciones con otros sectores, 0 su vez, reciben a nuevos militantes desde otros origenes. Un buen ejemplo de este gran dinamismo es el caso de los «serin- gueiros» de la Amazonia de Brasil, que des- de una militancia sindical de defensa de un estilo de vida, han asumido también la de- fensa del ecosistema indispensable para mantener ese estilo. Un trabajo como el de los setingueiros es ambiental, pero también politico, pacifista, sindical, ete.; esto es, una nueva forma integral de aproximarse a la relacién entre los seres humanos y de és- tos con su ambiente, Esta perspectiva ambiental se esta expan- diendo hacia otros movimientos sociales, especialmente entre las organizaciones fe- meninas, de educacién popular, religiosas (asociadas a la teologia de la liberacién), campesinos, indigenas y los pacifistas y mi- litantes de los derechos humanos. 54 - Ecologia Politica Finalmente existe un dltimo conjunto, que aqui denominaremos arecién llega- dos», Estos son otro agrupamiento hetero- géneo que en fechas recientes se ha imegrado al debate ambiental, pero cuya ubicacién y papeles a desempefar aiin son’ inciertos. Los ejemplos mas claros son los grandes centros académicos de investiga- cién privada, que estan abriendo proyectos © reas ambientales (como por ejemplo, IBASE, Brasil; Fundacién Mediterrénea, Argentina; etc.), y las nuevas organizacio- nes conformadas por ex-gobernantes 0 funcionarios piblicos. Mas all de esta diversidad interna existe un marcado sentido de pertenencia: a pesar de las diferencias entre sus componentes, todos se reconocen a si mismos como inte- grantes de un tnico movimiento ambiental, y existe consenso en distinguirse de otros movimientos no ambientalistas. LA NUEVA POLITICA DE LOS AM- BIENTALISTAS, EI movimiento ambientalista ostenta una pretensién de legitimacién en un doble sen- tido: sustenta nuevos marcos normativos ¢ institucionales que apuntan a transforma- ciones que se extiendan a toda ia sociedad, y que ésta las asuma como vélidas. Pero también espera que sus practicas también sean consideradas validas. Todo esto hace que la practica de los ambientalistas sea po- litica de una nueva manera ya que no pasa por Jos caminos que transitan los partidos politicos tradicionales latinoamericanos. Asimismo, los objetivos globalizantes de Jos ambientalistas los diferencian claramen- te de otros movimientos sociales, con metas més circunscriptas. ‘Los ambientalistas apelan a un conjunto de précticas diversas, que van desde la difu- sién y la divulgacién, hasta manifestacio- nes de protesta. resistencia no-violenta, tc,, algunas de ellas sumamente originales. Varias de estas pricticas no estan legitima- das en el mbito piiblico, y no son recono- cidas como aceptables por los Estados. Pero en tanto estas practicas se apoyan en valores que son més 0 menos compartidos por todas las personas, si son legitimadas por la sociedad civil y han generado asi un proceso de politizacién no-institucionali- zada. Esta es una nueva dimensién que se intercala entre las esferas de accién que usualmente han sido rotuladas como priva- das y puiblicas. Este nuevo elemento hace que, aunque se cuestione el poder politico existente en sus valores ¢ instituciones, el movimiento no esté interesado en suplan- tarlo ni abolirlo, sino en cuestionarlo alli donde produzca injusticias y dominacién. Por ello, el movimiento ambientalista ¢5 politico en un nuevo y mas profundo sentido. Esta situacién no impide que muchos it tegrantes del movimiento tengan su propit y personal adherencia politica a algun par- tido tradicional. Més allé de estas simpatias © militancias personales, hacia el ambito in- terno del movimiento ambientalista, no existe identificacion compartida con parti- dos politicos especificos. De la misma ma- era, 10s partidos politicos tradicionales no ven en los ambientalistas a interlocutores confiables. Finalmente algunos se han em- barcado en «partidos verdes», adentrando- se asi en el Ambito de los mecanismos politicos tradicionales (esto se analizaré més adelante). En sus practicas, los ambientalistas su- brayan el papel de Ia participacién, en un sentido profundo, como proceso de fortale- cimiento de los sectores populares. Apun- tan a desarrollar una cultura democratica donde las relaciones de poder politico no pasan por la toma del poder estatal ni por ‘su abolicién. Pero si expresan reivindica- ciones sectoriales, ejerciendo presién de di- versas maneras, con activismos marcados, explicitando asi su condicién politica. Mu- chos de ellos estén asociados a nuevas for- mas de sobrevivencia: colectiva, comuni- taria, a escala micro (barrial, doméstica), lo que implica en diversas medidas nuevas re- laciones enire las personas y de éstas con la naturaleza. © Una explicacién detallada de esta visidn, hasta el final de la década de los 70, se da en H.C.F, Mansi- Ia, «Metas de desarrollo y problemas ecolégicos en ‘América Latinan, Cuadernos Sociedad Venezolana Planificacién, Nos. 150-152, 1981, pp 1-183. 7 Por ejemplo, en el marco de ta CEPAL, ¢s ilus- Los ambientalistas estén avanzado con mucho éxito en extender a toda la pobla- cién sus preocupaciones, y cada dia, sus re- ferentes son mas y mds las clases populares en tanto mayoritarias en nuestras socieda- des latinoamericanas. Juega en esto un pa- pel importante la creciente conciencia piiblica en temas tales como la enorme di- versidad de plantas y animales que alberga Latinoamérica, y la necesidad de proteger- los; los crecientes niveles de contaminacién, y deterioro de fa calidad de vida en las gran- des ciudades, etc. En tanto el movimiento ambientalista es heterogéneo, sus précticas son también di- versus y estan dirigidas a varios interlocuto- res. En este articulo interesan aquellas interacciones en la pareja Estado-ambien- talistas, por lo que es imprescindible, como paso siguiente, considerar aspectos destaca- dos del papel del Estado en esta arena, EVOLUCION DE LA PERCEPCION ES- TATAL DE LOS PROBLEMAS AM- BIENTALES En América Latina se han dado algunas etapas destacadas en Ia percepcién que el Estado tiene de la problematica ambiental. En los 70 prevalecia el concepto del «desa- rrollo a cualquier costo» ecolégico. La re- gidn era percibida como enorme, con recursos naturales casi inagotables, ecosis- temas de amplia capacidad de amortigua- cién del impacto humano, los problemas de contaminacién y extincién no se daban, y que de existir un limite al crecimiento eco- némico, éste no era ecolégico. Aun visiones progresistas de esa época, como la teoria de la. dependencia, olvidaban-ta. dimensién ambiental®. En Los 80 comenzé a emerger una timida preocupacién, débilmente articulada. Co- mo ejemplo, desde la CEPAL, se apuntaba a un manejo «racional de tos recursos naturales’, A finales de la década hizo ex- trativo el articulo de M. Wolfe, «Perspectivas del me- ddio ambiente en la palesira politica», pp 320-337, en: Estilos de desarrollo y medio ambiente en la América tina, Fondo Cultra Econémica, Leciuras, 36, 1980. Ecologia Politica - $5 ewe MR km kk Rh hh a a ee -plgsion el tema;,las palabras «desarrollo sustentable» se generalizaron, yen los.prin- cipales:medios de difusign mundiales, apa- Tecian reportajes y, documentales sobre la Amazonia, la Antartida, ete... En parte debido a los ambientalistas do- mésticos, y a la presidn internacional du- rante J0s.80, todos los Estados, ricanos ahora reconocen la relevancia de la dimensién ambiental del desarrollo, al me- ‘nos en sus discursos. Fernando-Collor, el de.marzo de 1991, en,su mensaje «Bra- “sil: ,un proyecto de reconstruccién nacjo- inaln, sefalaba que. «el: crecimiento .econdmico, esencial para poder. alcanzar sniveles satisfactorios de bienestar_ social, depende en gran parte del aprovechamiento continuo y sostenido. de Jos, recursos que provienen de la naturaleza» Entre los mas recientes aportes deta clase -politica est el informe sobre ambiente y desarrollo en América Latina, «Nuestra Propia Agenda», patrocinado por el Banco Interamericano de Desarrollo y ¢l Progra- ma de la Naciones Unidas para el Desarro- lo, donde se redimensiona la. relacién grecimiento -econémjco-desarrollo susten- table-conservacién’. “EI problema de fondo, segiin los polit cos latinoamericanos, ¢s que ese aprove- chamiento de. los recursos naturales se -haga, por un lado, sin destruir, y por el ‘tro,,sus beneficios sean distribuidos més equitativamente. Junto al tema.de la sus: tentabilidad ambiental se asocia en Améri ca Latina ¢l de Ia equidad. La Comision Econémica para América Latina, recogien- "Es paradojal que este informe tenga un titulo que hace ieferencia 2 una agenda compartida por toda ‘América Latina. en tanto en su elaboracién ao‘existie- ‘on instancias participativas ni discusiones con las or- tanizaciones no gubernameniales: fue levado @ Adelante por organizaciones que no son netamente{a- tinoamericanas; y os integrantes de a comisién, salvo exctpciones. son politicos y éx-gibernantes y no am- bientalistas; Comision Desarrollo y Medio Ambiente dde América Latina y el Caribe, Nuestra propia Agen- da, BID-PNUD, Washington, 1990. 9 CEPAL, Transformacién productiva con equi- dad, CEPAL, Santiago de Chile, 1990; CEPAL, E/ desarrollo sustentable: transformacién productive, equided y medio ambiente, CEPAL, Santiago de Chi- le, 1991; antecedentes se pueden encontrar en obras 56 - Ecologia Politica Fevisada; .de_un jadesarroll como transformacién produ -do y apoyando a log gobiernos; planted-en 1990, comp.el desafio para.esta, ultima,dé- cada de! siglo la «transformacién, producti- va con equidad»,,,reconociendo-la -necesi- dad. de! crecimiento econémico,: apoyado en un progreso técnico,.y en una competiti- vidad sistémica. Meses mds-tarde,.en 1991, la CEPAL presentaba una nueva propuesta sustentable dad.reconociendo que «el, capital, natural» infinito. Esta propuesta sigue a-la.an- terior, advirtiendo, que no, debe caerse: en exageraciones:ya que el.desarsollo no sdlo depende de sus-dimensiones ambientales, y apuntando a la necesidad de metodologias neoliberal en ‘América, Latina En ella la es una.vuelta al.merca- ciones entre,los:individuos.. Es una postura reduccionista,'donde el, mercado se: iguala , de donde si el-Estado inter- en el mercado, la libertad esta amena- zada. Por ello, en un.pragmatismo simple, s6lo un Estado. pequefio puede asegurar la mayor libertad. Existe un apego por.la pro- piedad privada, y un énfasis-en la actitud personal hacia el trabajo y la familia. Esto se acompaiia por.la confiabilidad en un ti- po.particular de ciencia que alimenta el rogreso,econémico, el que a su vez,,fatal- mente desencadenaré el progreso social, cultural y politico de nuestras sociedades!®. El Estado se reduce, abandonando secto- como CEPAL-ILPES-PNUMA, Le dimension am- bientol en la planificacién det desarrollo, GEL, Bue- ‘os Aires, 1986. "© Diversosaspectos del nuevo Estado neoliberal a- tinosmericano se iustran en BID, Progreso econdmi- <0 y social en America, Latina. Informe 1990, BID, ‘Washington, 1990; CORDES (Ed.), Los rievos lim tes del Estedo, CORDES, Quito, 1990; N. Cunilly' Martin, Relacion gobierno central-empresas publicas cen Amtrica Latina, \LPES-CLAD, Caracas, 1988; R. Franco, Estructura y funcionamiento del Estado en ‘América Latina a fines de los ochentax, Revista Para- ‘guaya Sociologia, Vol. 25, No. 72, 1988, pp 7-33: A. Foxley, Experimentos neoliberales en América Latina, Fondo Cultura Econémica, Mético, 1988; S.H, Han- ke, Privatizacién y desarrollo, CINDE, México, 1989; Mh hoe A Fesi-conio la salud la prevision social, ener- gia; telécomunicaciones; etc. Ita descentra- lizaciérrestatal es en realidad una reprivati- -zacién de conflictos que el Estado no pue- ley no-quiere, 0 le'es muy costoso mianejar {entérminos de recursos financieros; hu- manos-o de conflictividad social), + Las personas se'sienten hoy desvincula- das del Estado. Elideal democrético se esta reduciendo a’periddicos actos plebiscitarios para elegir los equipos de politicos. Sin em- tbargo los equipos de técnicos no son recam- biados, -y de’ todas'maneras, los caminos Propuestos por ellos son similires. La bu- rocracia y la tecnocracia’parecen manejar en los hechos el devenir de los gobiernos, y su rigidez las aleja del sentir cotidiano. Los rétulos politicos pierden sus significados -cldsicos, la gente ya no logra diferenciar en- tre un extremo y Otro, y el rdtuld liberal se abre como un paraguas que todo lo cubre. Esto produce un‘desconcierto generalizado en América Latina, donde derécha e iz- quierda politicas’se confunden a la hora de las-medidas concretas, y se fomenta asi vin desencanto politico, donde'la“brecha con los movimentos sociales aumemta!". + Se puede'concluir que se’esté generando en la regién el embrién de una politica-am- biental neoliberal, No es el caso examinar ahora sus semejanzas o diferencias con las politicas hoy existentes en los paises indus- trializados, pero si subrayar los aspectos mds larativos de to quesucede en América Latina. LAS CONTRADICCIONES DE LA PO- LITICA AMBIENTAL DEL ESTADO Las secciones anteriores seftalan tres he- chos importantes para comprender las ac- tuales interacciones entre ambientalistas y €l Estado. Por un lado, et Estado hoy reco- noce'el tema ambiental como de gran im- Portancia; en segundo lugar, esto no FJ. Hinkelamment, Democracia » otalitarismo, DEI. San José, 1987: B. Kliksberg, «La reforma adminis- trative en América Latina. Una revisién del marco conceptual», pp 459-492, en La teoria de la burocracia ‘estatal (0. Oxzlak, Ed.), Paidés, Buenos Aires, 1985. implica‘que renuncien al crecimiento eco- néimico; y en’tefcer lugar, esto se da en un contexto neoliberal. Examinaremos segui- damente otros aspectos que se derivan de esa situacién. Expansién de ta regulacién instituciona- lizada La critica ambientalista siempre ha sido un flanco débil de los gobiernos. Aquellos han sido muy efectivos en demostrar fectividad y desinterés del Estado por tos temas ambientales, y el apego por patrons de crecimiento econémico antes que por la conservacién de recursos naturales. En mu- cchos paises el primer contaminante y explo- tador del ambiente'es el Estado, especial- mente por sus empresas piblicas. Asimisino, el Estado debe interaccionar con un movimiento ambientalista hoy mu- cho més organizado. Las ONGs son’en mu- chos casos tan poderosas como algunas divisiones estatales, son mas eficientes en el manejo del dinero, no estan atadas por re- laciones de dependencia politica, y su nivel cientifico ¢s elevado. En suma, poseen una autoridad y un poder en aumento que ero- siona la autoridad del Estado, y en muchos casos su propia base legitimante de susten- tacién. "Por ejemplo, cuando se critica al Estado por su incapacidad de evaiuar las repercusiones ambientales de una represa, se cuestiona no sélo su capacidad técnica, sino también su incapacidad de velar ade- cuadamente por un bien comin. La respuesta del Estado ante esta erosién ha sido por un lado frenar esas criticas con espuestas puntuales. Pero to mds intere- sante es el nuevo sesgo, donde el Estado ge- nera las reglas para que se realice-esa dis- cusién de manera de controlar. Un ém- bito que era de politica no institucionaliza- da esta ahora superpuesto con otro de politica institucionalizada que esta siendo 1 R.P. Guimarses, «Desarrollo con equidad. ;Un ruevo cuenio de hadas para los aos 907», Revisia Interamericana Planifcacién, Vol. 23, No. 90, 1990, pp 7-16. Ecologia Politica - $7 »~a -~ m&e empujado desde los gobiernos y los parti- dos politicos tradicionales. La lucha clave no reside aqui en discutir si se debe eliminar tal 0 cual foco de conta- minacién, sino en las reglas por las cuales se van a discutir éstos y todos los dems te- mas ambientales. El Estado, como arbitro primero, delimitaré qué temas son de esa discusién, cudles no, y los mecanismos para discutirlos. Asi se estén generando leyes de evaluacién de impacto ambiental, leyes del ambiente, cédigos ambientales, etc. El Estado mismo esta muchas veces mas interesado en la sancién de una ley 0 c6digo que en su implementacién (como por ejemplo, la sancién del Codigo del Am- biente en el Peri, que enfrenta problemas de implememtacién). En nuestros paises el Estado se expande, institucionalizando lo que antes era casi ex- clusivamente una forma de accién politica no-institucionalizada de los ambientalistas. El proceso se potencia por la presi6n y exi gencias externas (los paises industrializa- dos, los bancos de desarrollo multilate- rales, agencias, etc.), y por la presién inter- nna que existe en cada pais (el propio movi- miento ambientalistas, la prensa, etc.). El resultado que hoy se insinia es que los re- cursos naturales son ingresados al ambito de la politica publica institucionalizada. Es ‘obvio que aqui participan muchos actores ‘con muy diversos objetivos y posturas de cémo deberia ser la relacién de las personas con fa Naturaleza, Privatizacién de las politicas ambientales Aunque si existe esa expansién institucio- nalizada, alentada desde el Estado, esta tendencia coexiste con otra de privatizar gran parte de las politicas ambientales. En primera instancia esto puede resultar una imeresante contradiccién: por un lado, el Estado intenta expandirse para manejar el tema ambiental, pero por el otro, también intenta retraerse del manejo de ese tema. Esta contradiccién expresa un mismo proceso. En efecto, el objetivo de la expansién del Estado no es tener bajo su responsabilidad (manteniendo, administrando, subvencio- 58 - Ecologia Potfica nando, etc.) todo lo relativo al ambiente, sino que se expande para dar reglas de jue- 0. Esto es, que lo que estaba afuera de las reglas del juego politico sea ahora re- ‘enmarcado y re-construido con «nuevas» reglas. Asi los ministerios ambientales, las secretarias del ambiente. etc., se erigen co- mo organismos de discusién politica, en ‘muchos casos cumpliendo actividades esen- cialmente administrativas.que sirven a re- quisitos externos (por ejemplo, los del Banco Mundial, BID, BEC, etc.) 0 en ta implementacién de esas reglas (por ejem- plo, encaminando evaluaciones de impacto ambiental, terciar entre las protestas popu- lares ante la contaminacién y las industrias contaminantes, etc.). Estas «nuevas» reglas no son realmente ‘muevas, sino que son las viejas politicas es- tatales adaptadas y re-elaboradas para abarcar lo ambiental. De hecho, este con- junto de reglas responde a una misma I6gi- ca que esta legitimando y reforzando ain més la ldgica en que todas ellas se apoyan. El mercado libre, la libre competencia, ef individualismo, etc., salen asi mds triun- fantes y fortalecidos ya que se demuestra una vez mas su infalibilidad: aquelio que habia dejado afuera, el ambiente, ahora puede ser ingresado con efectividad. La retraccién del Estado se observa en loda América Latina, privatizando algunos aspectos del control de contaminacién, re- curriendo a canjes de deuda externa por na- turaleza administrados por ONGs, privatizacién de parques nacionales, uso productivo de los parques nacionales (per- misos para extraccién de hidrocarburos, maderas, etc.). El nuevo conservacionismo Otra de las consecuencias mas amativas de este proceso es la generacién de una «nueva» politica conservacionista. La vieja politica conservacionista fue casi siempre critica y contestati del Estado y sus esti- los de desarrollo, Los «viejos» objetivos eran proteger algunas especies en peligro de extinci6n, y por afiadidura, proteger los re- cursos naturales como parte del patrimonio de la nacién, y asi mantener la diversidad de la vida Como parte de la creciente heterogenei- dad del discurso ambientalista, se genera una «nueva conservacién» que no niega los objetivos de su predecesora, pero agrega nuevos elementos, y los énfasis estén en es- tos ltimos. Los recursos naturales son concebidos con valores potenciales (econd- micos, cientificos, etc.), y por lo tanto un manejo adecuado de los recursos naturales- esesencial para mantener en funcionamien- 10 los actuales procesos de produccién. El unto extremo de esta visién es que, en rea- lidad, la conservacién es también sujeto de la economia, no la tradicional, porque ha sido incapaz de considerarlos, sino de una nueva economia que ha internalizado todas las externalidades. Sus temas predilectos son la‘biodiversidad, una nueva visién: so- bre las dreas silvestres protegidas, la biotec- nologia y las agroindustrias, y los temas ambientales globales. Aqui se cierra el circulo, ya que en tanto los recursos naturales son recursos econd- micos, el Estado debe necesariamente dar las reglas para regular su apropiacién y uso. Un ejemplo destacado es que hoy se habla de los Parques Nacionales’ como «bancos de genes» (es extremadamente Ila- mativo como ha ingresado la palabra «ban- con al vocabulario conservacionista). Politicas de este tipo se alientan, en form conjunta, por instituciones de financia- miento multilateral (como el Banco Mun- dial) y organizaciones ambientalistas (como el WWF)!?, En tanto un area protegida es «bancom de material silvestre, el bienestar de las comunidades locales queda en segun- "2 El ejemplo més destacado de esta emp junta es el manual sobre conservacién de biodiversi- dad que recientemente editaron cinco organizaciones financieras y conservacionistas; J. A. McNeely y cola- boradores, Conserving the world's bitogical diver- sity, World Bank, World Resources Institute, IUCN, Conservation International, WWF, Washingt 1990. El ejemplo mis extremo de la nueva «politica ambiental de mercado», en el hemisferio Norte, es TL. Anderson y D.R. Leal, Free market environmen- talism, Wesiview Press, Boulder, 1991. 13 Un ejemplo de esto son dos dreas protegidas en México, en Baja California y Michoacin, dedicadas a Ja conservacién de ta ballena gris y la mariposa mo- narea, visitadas por muchos tristas adinerados mien- tras ia poblacign local es extramadamente pobre; otro do plano ¢ incluso la presencia humana puede ser perjudicial por su potencial de «interferir» con los procesos ecolégicos"3, Los genes se han convertido en mercaderia, y son comercializados (discutiéndose ac- tualmente el manejo de patentes sobre ellos en el GATT). Se esté desarrollando una nueva contabilidad que ingresa lo ambien- tal (Fefiriéndose al «capital natural», la contabilidad nacional ambiental, el PBI ambiental, etc.); en este campo la Comision Econémica para América Latina estd avan- zando répidamente'* Igualmente la politica ambientalista esta al servicio del crecimiento econémico. El propio informe Brundtland encerraba cite fantasma, cuando sefiala que el desarrollo sustentable debe abrir las puertas a un nue- vo periodo de crecimiento econémico. Asi, Jos gobiernos han encontrado la manera de invocar un desarrollo sustentable «armo- nioso con la Naturaleza», sin abandonar su ‘apego por el crecimiento econémico. Mu- hos cientificos apoyan esto calurosamen- te, y consideran que fas nuevas tecnologias de punta (especialmente cibernética y bio- tecnologia) abrirdn las puertas a una nueva era de desarrollo econémico de América Latina (sin reparar en las consecuencias de la biotecnologia en el ambiente y en los pe- quefios agricultores). La propia contrapar- tida latinoamericana del Informe Brundtland, «Nuestra propia Agenda», re- coge ese apego por la expansion, solo advir- tiendo que ésta debe generar bienestar para‘ todos's, tanto sucede en algunas sreas silvesires de Costa Rica en manos de organizaciones conservacionistas de los EE.UU.,. donde contrastan la watmésfera» anglosajo- fa de la reserva con los campesinos pobres de las re- ‘siones cercanas. El primer caso se itusira en detalle en D. Barkin, «State control of the environment: p ‘and degradation in Mexico», Capitalism, Nature, So- cialism, Vol. 2, No. 1, 1991, pp 86-108. '{CEPAL, Inventarios y cuentas de! parrimonio natural en América Latina y el Caribe, CEPAL., San- tago de Chile, 1991. 18 El apego por ef crecimiento econémico, los re- ‘manentes de la aspiracién a Ia industrializacién, y ves- tigios de los viejos modelos, son presentados por todos los gobernantes latinoamericanos, aunque con ‘uevas palabras. Asimismo, los écnicos en los que és: Ecologia Politica - $9 Globalizacion de tas politicas ambientales ‘Otro aspecto que no puede descuidarse es el contexto internacional con que se enfren- tan los gobiernos latinoamericanos. El te- ma ambiental es ahora considerado como un tema global, que potencialmente puede afectar a toda la humanidad, a cualquier pa Los paises desarrollados hoy ejercen una politica ambiental que puede Megara pre- sionar duramente a los paises latinoameri- canos. Esto se hace especialmente por condiciones y limitaciones a los préstamos y ayudas financieras; incentivos para la re- orientacién productiva hacia determinados productos; la implantacién de areas silves- tres protegidas, especialmente aquellas re- lacionadas con centros de alta diversidad biolbgica; etc. Estas y otras medidas mere- cen una mirada critica. La mayoria de los programas orientados al desarrollo evitan ir al origen real de estos males, como por ejemplo en las relaciones de comercio inter- nacional que fuerzan a la extraccidn masiva de recursos; el tema de la deuda externa la- inoamericana; etc. Por otro lado, las poli- ticas de conservacién, como por ejemplo as de parques nacionales, en los hechos han sido ineficaces para mejorar a situa- cién de las poblaciones rurales, ¢ incluso se han originado diversos conflictos con las comunidades indigenas. Muchos parques nacionales parecen mas bien bancos de ge- nes salvajes que son ahora muy necesitados por los cultivos de los paises industria- lizados. EI mismo concepto de «problema glo- bal» tiene una dimensién de radicalidad ex- tos se apoyan, siguen esas mismas ideas (basta ver los documentos del BID y CEPAL citados antes), mien- tras que los que promovieron tas teorias latinoameri- eanas del desarrollo en los 60 y 70. siguen teniendo cenormes dificultades para incluir Ia dimensién am- biental en et destino futuro de ta regién: una prueba elocuente de esto Gitimo son los articulos en E. Faletto yG. Mariner, Repensar et futuro. Esilios de desarro- Wo, Nueva Sociedad, Caracas, 1986. 86 Los ambientalistas latinoamericanos apenas ¢s- ‘an asomando a esta problemética, con posiciones to- davia iniciales; veise por ejemplo E.J. Viola y H.R. (60 - Ecologia Politica cluyente, Todos los problemas regionales latinoamericanos quedan en un segundo plano, por detrds de los problemas globa- les. Los recursos escasos que poseemos y la ayuda de las agencias internacionales, de- berian ser dirigidos, a juicio de varios voce- ros del Norte, a la solucién “de esos problemas globales. Pero los politicos latinoamericanos tam- bién'deben tomar cabal concieritia de que los problemas globales se articulan con los regionales, En muchos de nuestros paises, los politicos qué se dicen ambientalisias, siempre estan dispuestos a hablar de la capa de ozono o el efecto invernadero, pero se resisten a juzgar la contaminacién de las grandes fabricas de sus ciudades. E) primer tema no implica asumir responsabilidades, y es ciertamente elusivo; el segundo, por el contrario, exige de pronunciamientos cla- ros, sea hacia los duefios de una fébrica contaminante las comunidades que su- fren de sus emisiones. Es hora de que los politicos latinoamericanos también tomen en serio los problemas ambientales de sus paises. Debemos reconocer que la mayoria de los gobiernos de América Latina han hecho poco o nada para proteger el entorno natu- ral. Pero es también cierto que con esas ex- cusas, gobiernos y agencias del Norte han intentado, groseramente, entrometerse en los asuntos soberanos de los paises latinoa- mericanos. Y tos del Sur, escudados a su vez en el concepto de soberania, han pro- movido proyectos de desarrollo que han re- sultado, algunos en catdstrofes, y los mas han sido ineficaces en solucionar los graves problemas de pobreza del continente!®. Leis, «Desordem global da biosfera ¢ # nova ordem imernacional: 0 papel organizador do exologismo», pp 23-50, en Ecologia e politica mundial (H.R. Leis, eles Garcia y D. Kunckel, Hacia un desa- rrollo sostenible: ef dilema industria-ambieme de la Guayane Venezolanam. Revista Interamericana Plani- ficacién, Vol. 24, No. 94, 1991, pp 99-107, muestra ‘aramente las diferentes wvisionesw sobre el uso de los ‘ecursos naturales en un plan de desarrollo en un pais latinoamericano, si es comparado con uno industria lizado. LOS NUEVOS DIALOGOS DE LA PA- REJA AMBIENTALISTAS-ESTADO La pareja’ ambientalistas-Estado es una wextraa parejan por varios motivos. En primer lugar ésta es una relacién plural, ya que por un lado, e1 movimiento ambienta- lista es muy heterogéneo internamente, y por el otro, el Estado también lo es, aunque de otra manera, y con otros objetivos y po- tencialidades. Los didlogos se pueden esta: blecer entre muy distintos componentes de estos dos conjuntos, lo que se expresa por diversos temas ambientales, que se discuten simulténeamente, a veces en forma contra- dictoria. Ademds ésta es una pareja por ne- cesidad, y no necesariamente por voluntad propia. El Estado no ha tenido otra opcién que iniciar esta relacién. ‘Seguidamente se consideran algunos as- ppectos de los nuevos didlogos que se estén realizando sobre los temas ambientales. El camino de los «Partidos verdes» Dentro de.esta diversidad, varios am- bientalistas han intentado un camino den- tro la esfera de la politica tradicional, asociada al Estado, conformando «pat dos verdes». Muchos de étos han te tuna muy corta vida, y se estén disgregando, mientras que se crean corrientes de opi «verdes» dentro de los partidos tradiciona- les de cada pais. Asimismo, las posturas politicas dentro de los ambientalistas tati- noamericanos son divergentes'”. Por otro lado, as nuevas agencias y ministerios am- bientales creados por los gobiernos latinoa- mericanos, estén la mayor parte de las veces integrados por personas cercanas @ las posturas de los «administradores am- bientales, donde las soluciones técnicas, desarticuladas, y a corto plazo, son las pre- fetidas. Los partidos verdes no han logrado crecer en América Latina’, 17 Bs util comparar las opiniones en los estudios ‘que presentan T. Guerra (E¢.), Ecologia y potitica en ‘América Latina, CEDAL.. San José, 1984, y J.A. Pa- ‘dua, (Ed.), 1987, Ecologia e politica no Brasil, Espaco El yerdeo de los partidos tradicionales Muchos politicos tradicionales tienen una visin sesgada del movimiento ambien- talista, en parte debido a sus experiencias pasadas con los contrahegeménicos. Los consideran intolerantes, y se da la paradoja de que los partidos de derecha ios tildan de izquierdistas, y los de izquierda de apaticos politicos 0 wrevolucionarios de café. Es paradojal que la izquierda latinoame- ricana siga sin entender al movimiento am- bientalista, Este no tiene una estructura de clase, no habla en nombre de una clase. ‘Ademés plantea para la izquierda un nuevo eto que ain no ha asumido. El movimien- to ambientalista pone sobre el tapete los va~ lores invocados de como funciona y se estructura la sociedad, y todo lo que deriva de esas dos cuestiones fundamentales. En los Ultimos afos, la izquierda en América Latina ha estado tan obsesionada con dar uuna imagen de gobernabilidad que ha que- dado atrapada en cuestiones de instrumen- lacién técnica de politicas que a la hora de su aplicacién se parecen a la de quienes han estado en el centro de sus criticas. A pesar de todo esto, los partidos politi- cos latinoamericanos estén utilizando el tema ambiental en sus discursos y pro- gramas, la mayor parte de las veces en forma superficial y sin llegar a concebir so- juciones de fondo. Incluso, es uno de los te- mas usados para atacarse unos a otros, Las interacciones entre ONGs y el Estado El didlogo entre Jas organizaciones vin- culadas al Estado (burdcratas, técnicos, po- liticos de los partidos tradicionales, etc.) y Jos ambientalistas, tienen muy diversas ca- racteristicas, en atencién a la diversidad de ambos. Consideraremos algunos ejemplos destacables. Los administradores ambientales, han ‘¢ Tempo - IUPERJ, Rio de Janeiro, 1987. 8 Es muy ilustrativo el testimonio de A. Bonilla, «Los verdes de Costa Rica», Medio Ambiente, Lima, No. 40, 1989, pp 23-25. Ecologia Politica - 61 establecido con mayor facilidad diilogos con los gobiernos. Esto se ve favorecido por el proceso de que ex-politicas, y ex- altos funcionarios, han fundado sus pro- pias ONGs, y en ellas abordan los temas ambientales. Asi los ambitos gubernamen- tal y no-gubernamental se tienden a con- fundir. . Las relaciones del Estado con fos grupos contrahegeménicos, son mas conflictivas. Estos mantienen y alientan diversas mani- festaciones de protesta, veto, etc. Su poder de negociacién con el Estado es li por varios motives: por un aulolimite en tanto estén atados a valores que el Estado iin no comparte, tampoco tienen nada que dar a cambio, y no poscen una organiza- cién centralizada. En efecto, los ambientalistas radi apuntan a la propia base ética de testis cién del Estado, y asi desarrollan una c ca demoledora, contra el mercado, el dinero, las instituciones que éstos generan, etc, Laextendida crisis de pobreza, y la ine- fectividad de los gobiernos recientes, abo- nan esas criticas. les LA DIMENSION PERSONAL Los nuevos didlogos tienen un compo- nente personal e individual que es muchas veces pasado por alto. Sin embargo deben resaltarse hechos como que un dit campesino aborigen de un pais tatinoa- mericano se encuentre con el ministro de economia de su pais en los corredores del Banco Mundial. He visto a mas de un alto gobernante latinoamericano desconcertado por esto. He presenciado como uno de los vicepresidentes del Banco Mundial explica- ba las politicas de desarrollo y sus repercu- siones ambientales en Brasil, y de manera imprevista, los representantes de las ONGs brasilenas desmentian esas afirmaciones con fotos en sus manos. Los politicos, an- tes inmunes en esas reuniones internaciona- les, ahora aparecen con un aire desprotegido. '9 Un ejemplo de esto es, en Brasil, la reciente re- estructura del Conselha Nacional do Medio Ambiente 62 - Ecologia Politica LA RELACION FUTURA: DIALOGO, DISENSO, CONSENSO Todo parece indicar que la pareja ambientalistas-Estado se mantendré y que sus interacciones cobraran mis intensidad, ‘que incluso podrén llegar a actuar en forma conjunta en aquellos puntos consensuados, donde es probable que se engendren algu- nos «hijos» (tales como instituciones hibri- das de manejo ambiental). Estas relaciones también estén marcadas por profundas ten- siones, que apenas ahora estén emergiendo, Bajo este panorama, se examinaran algu- nos aspectos recientes de esta relacién en el supuesto que cobraran relevancia para el futuro de esta pareja. Un primer punto se refiere al nuevo di- mensionamiento del tema ambiental. Existe tuna tendencia de los gobiernos latinoameri- canos de rotularlo como tema de seguridad nacional, dado el contexto de conflictivi- dad interna y las presiones externas", El concepto de seguridad nacional se vuelve a ampliar, y consecuentemente el concepto de soberania se modifica. Existe aqui el em- brién de posibles conflictos internaciona- Jes, en tanto los gobiernos del Norte pueden invocar que los desdrdenes ecolégicos cau- sados en el Sur pueden afectarlos, y por lo tanto se justificarfan su intervencién en nuestro paises. En el mismo sentido va la inclusién de temas ambientales en la regul cién del comercio internacional (especial- mente el GATT); las discusiones sobre los derechos de propiedad intelectual sobre plantas y animales de América Latina; y las consecuencias de la biotecnologia sobre el uso de los recursos naturales, especialmente en la agropecuaria. Un segundo punto, se refiere a que el dis- curso ambientalista es actualmente ut do no sélo por los ambientalistas, sino por una amplia variedad de grupos y organi ciones: gobernantes, empresarios, res, etc. Muchos de éstos esgrimen palabras més radicales que las de los propios am- bientalistas. De esta manera se esta generando un dis- ‘que pasa a mantener una retacién de dependencia con la Secretaria de Asuntos Estratégicos. curso ecocratico, como medio de ejercer poder y autoridad. En este proceso, ele- mentos del discurso ambientalista son apropiados desde otros ambitos y se los uti- liza para justificar una o mas normas o ins- tituciones. Se estan observando los primeros sintomas de este fenémeno, Lo Preocupante es que, dada la diversidad in- terna del movimiento ambientalista, el Es- tado no enfrenta muchas dificultades en apropiarse de algunos elementos de ese dis- curso, especialmente aquellos mas conser- vadores, y justificar asi sus politicas actuales. De esta manera los amnbientalistas estén dando los elementos que, usados en otros contextos, pueden legitimar lo que ellos siempre han combatido. Los gobier- nos de América Latina y las agencias inter- nacionales olvidan las incertidumbres cientificas, y presentan nuevas propuestas de desarrollo econémico con un tenue bar- niz «ecolégicamente sustentable». Parte de este fenémeno es la generacién de un ecomesianismo, entendido como una fe exagerada e injustificada en las ideas am- bientalistas, como agentes de cambio que van a salvar a toda la humanidad. El dis- ‘curso ecocratico da la legitimacién frente a la sociedad, y los ecomesidnicos seran los agentes del cambio”. Muchas organizacio- hes asumen asi posturas pedagégicas de en- sear, especialmente al Sur, cémo manejar tacionalmente sus recursos naturales. De la ‘misma manera, presenciamos la generacién incipiente de un corporativismo ambiental que dialoga directamente con los gobiernos excluyendo la participacién abierta, cuyo ejemplo mds conocido sea posiblemente la generacién de politicas ambientales desde el 2 Este tema est desarrollado en E. Gudynas, «Distorted views of environmental problems and the fallacy of ecomessianism. A Latin American perspec: live», presentado en la consulta sobre Conflicios en Ecologia Global, Essen, Alemania, Junio 26-29, 1991. 2 Los ciemificos sociales, polisélogos, etc.. han te- nido dificultades en ver estos hechos, y eseacialmemte ‘en sus estudios proclaman la imporiancia de la demo-

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