You are on page 1of 25

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/273340490

Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante devenir del


género gramatical

Article  in  The Bulletin of Hispanic Studies · January 2015


DOI: 10.3828/bhs.2015.01

CITATIONS READS
7 1,894

1 author:

Mercedes Bengoechea
University of Alcalá
35 PUBLICATIONS   162 CITATIONS   

SEE PROFILE

All content following this page was uploaded by Mercedes Bengoechea on 03 September 2015.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


Cuerpos hablados, cuerpos negados y
el fascinante devenir del género gramatical*

MERCEDES BENGOECHEA
Universidad de Alcalá

Resumen
En este artículo efectúo una lectura de nuevas identidades de género que pueden
per­cibirse en algunos discursos recientes, desde aquellos provenientes del movimiento
15M a otros aparecidos en medios de comunicación deportivos. Exploraré en unos
casos identidades construidas desde la voluntariedad de hablantes que apuestan por
la capacidad performativa de las lenguas para subvertir la realidad; en otros casos se
tratará de manifestaciones inconscientes o semiconscientes de nuevas subjetividades
que inscriben el género en sus discursos de forma creativa, hasta hace poco insólita.
Analizaré específicamente tres fenómenos de inscripción del YO en el lenguaje: el
femenino universal, el asterisco o X de la comunidad intersex y la apropiación del
masculino gramatical como marca profesional por algunas mujeres. Tras describir
las identidades que producen cada uno de los tres fenómenos, me preguntaré por
su trascendencia en la materialidad del género social y en la (inestable) estructura
del género gramatical en español.
Abstract
In this paper I interpret new gender identities produced in recent discourses, such as
statements by members of the Occupy Movement in Spain (15M), or commentaries
that have appeared in the sports media. In some cases, I explore identities emerging
from the willingness of speakers who bet on the performative ability of language to
subvert reality. In other instances, identities are the unconscious manifestations of
new subjectivities which inscribe gender in their discourses in an unusual creative
way. I specifically analyse three ways to inscribe the ‘I’ in language: the universal
feminine; the asterisk and the X used by the intersex community; and the appropri-
ation of the masculine grammatical gender by some women as a professional mark.
After describing the identities constructed by the three linguistic phenomena, I
examine the relevance of these phenomena to the material conditions of social
gender and in the (unstable) structure of grammatical gender in Spanish. 

  * Este trabajo ha sido subvencionado por una beca del Ministerio de Ciencia e Innovación
FEM2009-10976.

BHS 92.1 (2015) doi:10.3828/bhs.2015.01


2 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

Definiendo identidad en un sentido muy amplio como ‘the social positioning


of self and others’ (Bucholtz y Hall 2010: 18), mi foco de interés en este artículo
es la construcción de auto-identidades de género no normativas en el español
actual por parte de hablantes que desafían la gramática y el uso tradicionales de
la lengua en la presentación de su sexo/género; esto es, mujeres que se autorre-
fieren en masculino, hombres que lo hacen en femenino.
Las manifestaciones del YO que estudiaré son unas veces presentaciones
voluntariamente performativas del género de la persona que habla o escribe,
otras veces son usos menos conscientes de la posición adoptada y, en ciertas
ocasiones, son construcciones efímeras y parecen responder a un ‘momento de
identificación’, en el sentido definido por Omoniyi (2006). Para reflexionar sobre
el papel de la agencia individual en esas manifestaciones retomaré el viejo tema
de si es el cuerpo el que se convierte en sujeto al tomar la palabra y decir ‘YO’
(como mantuvo la lingüística a partir de Benveniste), o si es la lengua la que
habla a través del sujeto (como propusieron, entre otros, Bajtín, Foucault o Eco).
Es decir, si se trata de cuerpos hablantes, o de cuerpos hablados que se limitan a
ser meros portadores de discursos.
Parto de dos supuestos comunes a muchas investigaciones sociolingüís-
ticas contemporáneas sobre la identidad: (a) la idea de que las lenguas no se
limitan a reflejar las identidades previas de sus hablantes, sino que las identi-
dades emergen mientras se habla, como producto de la interacción y del discurso
(Bucholtz y Hall 2005); y (b) la certeza de que ‘en el proceso de construcción
de identidades, la propia lengua a su vez se crea y se re-crea’ (Joseph 2010: 9).
Por ello, el esquema que seguiré será el siguiente: tras la exposición del marco
teórico en el que se encuadra el estudio, presentaré tres fenómenos de construc-
ción de género no normativos, que ilustraré con ejemplos tomados de Internet.
Ante los tres fenómenos me preguntaré por las identidades que construyen,
si pueden tener efectos en la materialidad del género y si pueden dar lugar a
desplazamientos del sistema de género gramatical en la lengua española.

Marco teórico: ‘subjetividad’ e ‘identidades’ para la lingüística sociocultural

La lingüística entiende por subjetividad la marca de sí que la persona enuncia-


dora ha imprimido en el discurso al inscribirse y situarse en el mensaje (Benve-
niste 1966, 1970; Kerbrat-Orecchioni 1986; etc.). Abarca tanto la expresión del
YO como cualquier traza de la perspectiva, valores, punto de vista –incluidas
su sexualidad y su corporalidad (Grosz 1995: 18–21; Threadgold 1997: 12, 169)–
que la persona enunciadora deja en los textos que produce. La subjetividad se
manifiesta a través de la modalidad oracional, del léxico valorativo, etc. También,
y muy especialmente, a través del uso de determinantes, posesivos y formas
pronominales y verbales de primera persona, que son algunos de los elementos
que se van a explorar en estas páginas.
Aunque no son las únicas formas lingüísticas utilizadas, la mención expresa
de etiquetas identitarias o las manifestaciones de la subjetividad de una persona
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 3

hablante en los textos construyen su identidad (Bucholtz y Hall 2010: 21). Para
la lingüística sociocultural (Bucholtz 2003; Bucholtz y Hall 2005, 2010), que
bebe de la sociolingüística tradicional y del posestructuralismo, la identidad es
un constructo emergente que sale a la superficie al hablar o al escribir, en el
momento en que un sujeto dice ‘YO’ y se sitúa en una cierta relación con las
demás personas en el discurso. No es que carezcan de importancia el estado
mental individual y el sentido del propio ser, pero solo a través del discurso esas
concepciones entran en el mundo de lo social (Johnstone 1996). La idea de que la
identidad se constituye a través de la interacción es compartida por la psicología
social (Gergen 1999), el análisis de conversación (Antaki y Widdicombe 1998), el
análisis crítico del discurso (Wodak et al. 1999) o la etnometodología (Fenster-
maker y West 2002). En sociolingüística, la idea de identidad como producto,
y no como categoría pre-existente, se originó con los ensayos de Le Page y
Tabouret-Keller (1985), habiéndose asumido ya plenamente en trabajos como
los de Rampton (1995), Coupland (2003), Pennycook (2003) u Omoniyi y White
(2006). Bucholtz y Hall (2010: 20) han hecho notar que resulta quizá más fácil
percatarse de la emergencia de una identidad cuando el lenguaje de una persona
no se corresponde con la categoría social asignada normativamente, como ocurre
en los casos de hablantes que ‘cruzan’ los límites raciales o étnicos estudiados
por Rampton (1995). Puesto que los fenómenos que centran este trabajo corres-
ponden a hablantes que ‘cruzan’ las fronteras del género, la noción de identidad
emergente parece especialmente pertinente.
Sin embargo, lo que emerge en el discurso no es ‘la identidad’ del sujeto
enunciador, sino sus múltiples identidades. Porque una de las herencias del
posestructuralismo es la aceptación casi unánime de que nadie posee una
identidad única, fija, unitaria y estática (Omoniyi y White 2006). Las varias
opciones identitarias de una persona pueden ser más o menos estables en
los distintos contextos personales, pero en ciertas situaciones concretas unas
identidades pueden destacar más que otras (van Dijk 1998: 119). Las situaciones
concretas (un ‘tiempo y lugar especificos’, según Pavlenko y Blackledge 2004)
en las que puede emerger una de las identidades posibles han sido conceptuali-
zadas por Omoniyi como ‘momentos de identificación’: ‘Moments are points in
time in performance and perception at which verbal and non-verbal commu-
nicative codes […] are deployed to flag up an image of self’ (2006: 21). Algunas
de las identidades que se analizarán en las páginas siguientes corresponden a
‘momentos de identificación’ puntuales.
La agencia individual (Giddens 1979) y la elección identitaria se pueden ver
limitadas o restringidas por las estructuras sociales. Pese a que las identidades
que una persona adopta son en parte aquellas que desea adoptar y constituyen,
por tanto, ‘a self-conscious, reflexive project of individual agency’ (Block 2006:
36), en el sujeto (extratextual) de la enunciación ‘convergen discursos [en el
sentido que nos legó Foucault, por ej., 1969] heterogéneos y difusos, que derivan
de sus estructuras conscientes e inconscientes, de su cultura intertextual, de
su saber referencial, de su rol social’ (Kerbrat-Orecchioni 1986: 228). Por tanto,
4 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

las identidades que emergen en el discurso son mezcla de agencia individual y


de influencia de estructuras sociales de varios tipos, incluida la ideología. De
ahí que sean dinámicas, mudables, maleables y compuestas de múltiples facetas
que se extraen de un fondo compartido socialmente donde la ideología juega
un papel relevante. La construcción de la identidad en el lenguaje es, pues, un
terreno de batalla simbólica e ideológica (Norton Peirce 1995, 2000).
El sujeto de la enunciación está sometido también y sobre todo a las restric-
ciones del sistema lingüístico (Kerbrat-Orecchioni 1986: 230). Tanto es así que a
menudo se contenta con ser ‘hablado por el código’ y la ideología (Eco 1968). En
lo relativo al género social, el sujeto es especialmente ‘hablado’ por el código
de género. Judith Butler (1990, 1993) propuso la idea de que el género no era
una esencia, sino una interpretación performativa, una actuación basada en un
juego de prácticas obligatorias, incluidas las prácticas lingüísticas, que han sido
impuestas desde el nacimiento y se repiten una y otra vez. El género no responde
a un comportamiento espontáneo de cada cuerpo, de cada YO, sino que se reins-
cribe o reinstituye mediante la repetición y recitación constantes de los códigos
(masculino y femenino) socialmente investidos como naturales.
Pese a ello, los seres humanos no son necesariamente víctimas sujetas a la
dominación total del género; pueden ser agentes capaces de resistir y contestar
al mandato del género y reconducir sus itinerarios más allá de las intenciones
de partida. Idealmente podrían llegar a ser cuerpos hablantes, con posibilidad
de acceder a todas las prácticas significantes, así como a ‘todas las posiciones de
enunciación, en tanto sujetos, que la historia ha determinado como masculinas,
femeninas o perversas’ (Preciado 2011: 13).

Objetivos y preguntas: cuerpos hablados, cuerpos hablantes y lengua e­ spañola

De todas las formas verbales posibles que expresan la subjetividad en los textos,
aquí solo me interesa explorar ciertas estrategias retóricas no normativas por
medio de las cuales se presenta el Yo en el discurso. Como ya se ha dicho, inscribir
el YO en la lengua implica, entre otros procesos, inscribir el género y el sexo, la
propia corporalidad. Lo que centrará mi atención no son inscripciones con mirada
esencialista, en el sentido en que Bucholtz define esencialismo [‘As an ideology,
essentialism rests on two assumptions: (1) that groups can be clearly delimited;
and (2) that group members are more or less alike’ (2003: 400)], sino abiertas.
Sería esencialista la perspectiva adoptada por las políticas feministas antise-
xistas, que tienden a asignar el género gramatical según el sexo (por ejemplo,
cuando afirman que género gramatical del término profesional o del cargo deben
corresponder al sexo de la persona a quien designan). También es esencialista la
gramática patriarcal, que además es androcéntrica: según el uso normativo del
español, solo se puede enunciar el YO en femenino desde un cuerpo de mujer
o en masculino desde un cuerpo de varón y, desde esas posiciones, enunciar la
generalidad o enunciar desde la universalidad en masculino (alienándote en este
proceso, si eres mujer) (Violi 1991). Así, la lengua, permeada de ideología, atrave-
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 5

saría la subjetividad produciendo la identidad de un YO sometido y normativo


que representaría, en actuaciones repetitivas, el papel que el mandato de género
le ha asignado: sería, por tanto, un cuerpo hablado.
Pasar de cuerpo hablado a cuerpo hablante significa intervenir en los procesos
hegemónicos de nombrar, definir y clasificar, por ejemplo, mediante el uso de
formas verbales y géneros gramaticales que ‘cruzan’ (Rampton 1995) los límites
del género asignado al nacer. En ese sentido, y adoptando la noción de Butler
de que la performatividad discursiva del género configura también su materia-
lidad (prácticas, posición social, prestigio, dinero…), plantearé la posibilidad de
que las nuevas identidades afecten a la dimensión simbólica del género (como
estructura esencial de significado que orienta el comportamiento de mujeres y
hombres y la relación entre unas y otros) y tengan consecuencias materiales en
las prácticas reales.
En este trabajo voy a fijar la mirada únicamente en tres fenómenos en los
que se rompen la lógica de la gramática tradicional androcéntrica y la política
esencialista: el femenino universal; la X o el asterisco para representar la flexión
de género gramatical; y el masculino profesional de algunas hablantes. Los tres
han sido ya documentados (p.ej., Bengoechea 2008; Lledó Cunill 2012). Para
ilustrar su uso no he acudido a un corpus específico, sino a Internet, ese almacén
de la lengua libre que recoge también instancias no normativas más difíciles de
encontrar en corpus más codificados. De la Web he tomado instancias varias que
me han permitido ejemplificar los fenómenos y explorar la creación de identi-
dades no normativas. Las preguntas que me he formulado son:
1
• ¿Qué tipo de identidades construyen estas formas?
• ¿Pueden tener estas nuevas textualidades efectos materiales/políticos en el
género social?
• Aliaga (2007) y Calero Fernández (2006) han demostrado que en la construc-
ción del género gramatical en el español actual conviven tendencias contra-
puestas y normas en pugna, además de ser un sistema inestable, puesto que
el llamado género marcado o masculino genérico no produce el efecto que
proclama y no siempre se interpreta como tal. Aceptando su inestabilidad,
mi tercera pregunta será: ¿pueden los fenómenos que analizo tener algún
efecto en el sistema de género gramatical del español, colaborando a su
transformación?

Primer fenómeno
el femenino universal (de términos sexuados)

El androcentrismo ha sido denunciado por los feminismos como la perspectiva


que convierte en universales el cuerpo, la mirada, la experiencia y la denomi-
nación de los hombres y los construye como sujeto universal del discurso (Violi
1991). Una de las manifestaciones de tal perspectiva es el uso de términos
  1 Soy consciente de que cada caso solo puede ser interpretado en el contexto de su e­ nunciación,
por lo que mi lectura general y taxonómica supone un cierto atrevimiento heterodoxo.
6 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

sexuados en género gramatical masculino cuyos referentes son ambos sexos –lo
que la gramática denomina ‘género marcado’. (Por ejemplo, decir los profesores,
para significar hombres y mujeres)
En los últimos tiempos venimos detectando, además de este uso y frecuente-
mente en el mismo texto, una utilización del femenino sexuado como término
universal (Bengoechea 2006, 2008). Llamo femenino universal a un término
sexuado en género gramatical femenino, cuyo referente son seres de ambos sexos.
Sería femenino universal el término subrayado de la frase aparecida en un diario
nacional, ‘Las trabajadoras –son casi todas mujeres– han decidido ponerse en huelga’, en
la que un femenino sexuado (trabajadoras) representa al colectivo mixto.
En la autopresentación del YO se pueden hallar huellas de una enuncia-
ción desde la universalidad en femenino que se manifiestan precisamente en
femeninos universales, fundamentalmente en los pronombres, pero también
en otras partes de la oración con marca de género (sustantivos, adjetivos, etc.),
como vamos a ver. La lenta pero incesante difusión del femenino universal lo
convierte en un fenómeno interesantísimo para los feminismos, porque este uso
arrebata textualmente a los varones la legitimación para hablar desde sí sobre
la humanidad y quebranta la continua invitación a los varones, por parte de la
lengua, a manifestarse como representantes únicos y universales de la especie
humana en cada acto individual y singular.
Las diversas posiciones que adopta la enunciación universal en femenino
pueden ser relativas o absolutas. La posición relativa sería aquella en la que
expresamente se hace mención a que los varones están incluidos y no se
pretende hacer de la experiencia y denominación de las mujeres la regla de la
experiencia y denominación humanas. Llamo a este uso (femenino) universal
compartido o solidario. La posición absoluta es aquella en la que se hace de la
experiencia y denominación de las mujeres la regla de la experiencia y denomi-
nación humanas: sería el femenino universal absoluto (o por proyección).
A veces se mezclan en el discurso la forma absoluta y la relativa, como en
este extracto, en que la hablante utiliza el femenino universal absoluto primero
(nosotras), para pasar a dejar claro que se refiere a hombres y mujeres utilizando
lo que he llamado el universal compartido (todes):
Veamos mejor cómo podemos nosotras –todes– responder a esa pregunta.2

Pero, en general, uno y otro universal son huellas de distintas subjetividades y


distintas posiciones del sujeto hablante y, como tales, proyectan distintas identi-
dades. Estudiaré cada una de los universales por separado.

El (femenino) universal compartido o solidario


El femenino universal compartido suele responder a unas subjetividades solida-
rias que se enuncian integrándose en un grupo que desean dejar claro que es
un grupo mixto: no son solo mujeres, pero tampoco solo hombres. Para ello, se

 2 Recuperado desde: http://www.diagonalperiodico.net/blogs/vidasprecarias/norma-linguis-


tica-e-ideologia.html
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 7

acude a las barras, a la arroba, a la doble forma, incluso al morfema –e (inexis-


tente como morfema neutro en español), como serían los pronombres de autopre-
sentación nosotr@s, nosotrEs, tod@s, todas/os, todos/as, todEs (y nostr*s, nosotrXs, tod*s,
todXs, cuando la solidaridad se extiende a los colectivos LGBTI). Así se autopre-
senta el sindicato CNT:
Nosotr@s somos la CNT. Un Sindicato Anarcosindicalista, donde nos organizamos
l@s trabajadores/as de igual a igual, para defendernos de las agresiones laborales y
sociales; en el que somos nosotr@s mism@s, sin comites ejecutivos, ni liberad@s, ni
3
lideres, quienes decidimos sobre nuestros propios problemas y aspiraciones.

El universal compartido es una manifestación voluntaria del YO, no es un


producto de la automatización del lenguaje y con su uso la agencia queda
especialmente visible, al romper con la norma lingüística. Se trata por tanto
de cuerpos hablantes con intencionalidad política. Las identidades virtuales que
crea son solidarias e igualitarias, que exprofeso desean integrar al Otro o a los
Otros grupos. Se usa tanto por hombres como por mujeres, si bien las subjetivi-
dades que delatan pueden ser diferentes.
Solo me detendré en casos enunciados por varones como marca de subjeti-
vidad feminista. Un ejemplo lo encontramos en las columnas de la revista online
para directivas Mujeres & Cía escritas por Alberto Pierpaoli, fundador de The
Gender Group, consultora especializada en marketing de género. En los ejemplos
que siguen, dos pasajes de sendas columnas de Pierpaoli, el universal compartido
se detecta en ‘much@s’, que no es presentación del YO, y en un@ y en nosotr@s,
que sí lo son. Aunque pueda leerse como marketing ‘interesado’ de acercamiento
al grupo femenino, a efecto del tema que nos ocupa se trata indudablemente
de la presentación deliberada de una identidad preocupada por demostrar su
adhesión a la causa de las mujeres, aunque sea circunstancialmente:
Sandberg se ha atrevido a decir lo que much@s no dicen claramente: que se debe
hablar fuerte y claro de los problemas de género y que al hablar así y yendo hacia
4
adelante un@ debe reconocerse como feminista, sin que esta palabra nos moleste.
Porque decirle [por parte de mujeres u hombres] a las mujeres ‘chicas’ es reconocer
que aun no han crecido (por lo menos tanto como nosotr@s), por mas cariñoso que
5
sea.

Cualquier sustantivo puede utilizarse también como universal compartido,


como ilustra la forma Compañer@, etiqueta autoidentificativa en foros laborales
y de sindicatos. En este contexto su función no es únicamente la proyección de
una identidad genérica englobadora y no sexista; a menudo además se intenta
mantener el anonimato. La primera cita corresponde a un foro de podología; el
siguiente a un foro de personas empleadas de una cadena de grandes almacenes:

  3 Recuperado desde: http://www.cnt.es/nosotrs-somos-la-cnt


  4 Recuperado desde: http://mujeresycia.com/index.php?x=nota/52129/1/sheryl-sandberg-
ir-hacia-adelante-y-hablar-fuerte-y-claro
  5 Recuperado desde: http://www.mujeresycia.com/index.php?x=nota/50843/1/es-la-perspec-
tiva-de-genero-estupid-
8 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

Soy un@ compañer@ de Salamanca y tengo que decir que no sé por qué te quejas de
los precios, yo sé que tus primos cobran menos por los pueblos y que los que tienen
convenios con los Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León también cobráis
6
menos…

Soy un compañer@ más de XXX, en un centro de trabajo cualquiera, que como


imagináis prefiero no mencionar, para evitar lo que tod@s conocéis ya de un modo
7
u otro. La situación en nuestra empresa cada vez es más insostenible gracias a…

Incluyo asimismo entre los fenómenos de femenino universal compartido


aquellos textos que adoptan el término ‘persona’ o justifican la utilización del
femenino apelando a la ‘persona’ como referente elíptico o expreso. Lo encon-
tramos en diversos foros en Internet, en periódicos radicales digitales (incluidos
comentarios a noticias o blogs):
Lo que no se nombra no existe y, como todas somos personas, yo creo que lo
adecuado es el uso del femenino como genérico, admitiendo justamente la elipsis
de la palabra ‘personas’. Yo así lo hago, y el impacto que produce en mi interlocu-
tora que me dirija hacia un grupo de dos hombres y una mujer como ‘nosotrAs’ es
exactamente lo que genera un cambio (Repes y Pérez-Rodríguez 2013).

Quien habla sería ‘una persona’ que se dirigiría a ‘personas’ (en femenino) y
hablaría de ‘personas’ (en femenino), concordando en femenino, de esta manera,
cualquier referencia personal. Naturalmente, estas justificaciones y razona-
mientos para su utilización responden a la norma académica, ante la que creen
que deben explicarse. Es un caso de ‘doble voz’ bajtiniana, que hace ‘sitio’ en
el discurso propio a la voz de los otros, especialmente a la voz de la hegemonía
(Bajtín 1991). Esta salvaguardia ideológica resuelve la dificultad real de articular
el universal compartido de forma oral, dado que la doble forma como única
opción oral plantea problemas de expresión cuando es inclusiva de la persona
que habla (¿‘tod@s’?, ¿‘nosotros y nosotras’?).
Un ejemplo de cómo ‘personas’ supone una solución satisfactoria a la expre-
sión oral puede encontrarse en la coordinadora del Colectivo Baladre Anticapi-
talista, Contra la Precariedad y el Empobrecimiento. Hombres y mujeres de la
coordinadora utilizan el femenino en la mayoría de sus manifestaciones escritas
y a veces también en las orales: ‘Ya queda lejos ese septiembre del año 2002 en Cádiz
cuando las compañeras de allá nos introdujeron en este mundo que a muchas de nosotras
nos parecía tan lejano y complejo …’ afirmaba un varón en la presentación de la web
del colectivo Baladre por la ‘Renta Básica de las iguales’. ‘Las compañeras de
allá’ eran las personas hispanoamericanas de ese colectivo; ‘muchas de nosotras’
tenía por referente a quienes hablaban y la ‘Renta Básica de las iguales’ se refería
8
a la renta básica que deben recibir las personas iguales.

  6 Recuperado desde: http://podobasas.blogspot.co.uk/2009/07/los-dioses-de-la-traumatologia-


estan.html
 7 Recuperado desde: http://triangulodelasbermudas.ning.com/forum/topics/comunicado-a
tods-ls-companers
  8 Recuperado desde: http://rentabasicadelasiguales.coordinacionbaladre.org/
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 9

En ocasiones, sin embargo, aunque denoten unas subjetividades de carácter


radical, transformador, crítico y abierto …, las identidades que producen en el
discurso son tan puntuales, tan efímeras, que desaparecen al salir de la situación
comunicativa en la que esa voluntariedad se produce (el ‘momento de identifica-
ción’), como pudieron comprobar algunas mujeres en la acampada del 15M. No
solo en algunas de las actas de sus asambleas, sino muchos varones que tomaban
la palabra en las asambleas abiertas utilizaban el femenino combinado con el
masculino (por hábito) e incluso el femenino único como auto-identificación
universal. En muchos casos se trataba de identidades fugaces y mudables que
pronto se abandonaban al habla heredada habitual del joven machito. De hecho,
resulta significativo que mujeres del 15-M acabasen denunciando los microma-
chismos verbales que seguían (a veces) a tales manifestaciones en femenino, en
forma de expresiones como: macho, chaval, hijo de puta, cojonudo, de puta madre,
coñazo, por mis huevos, etc. (Galdón Corbella 2012: 85). Es mi opinión que, incluso
si son identidades perecederas y superficiales en su adscripción a la igualdad,
tales manifestaciones no hacen daño, son muestras de cortesía verbal, educan
a quienes las leen o las escuchan, y hacen visibles la construcción ideológica de
la gramática patriarcal (Cameron 1995). Pese a sus contradicciones, el femenino
universal compartido abre huecos a nuevas identidades masculinas y destapa al
grupo que antes quedaba oculto, el femenino.
Los efectos del femenino universal compartido en el sistema gramatical de
género serían muy leves, precisamente por su carácter efímero y voluntario, si
bien una de sus consecuencias a corto plazo es que formas como nosotros o todos
como única posibilidad de autorreferencia mixta del YO plural en el discurso han
empezado a adquirir una posición semántica inestable, y a veces se leen como
algo sexista en ambientes públicos (algo parecido a lo que ha ocurrido con la
palabra hombre). Sin embargo, estas formas han venido a demostrar que se puede
utilizar la lengua de forma reflexiva para crear una imagen propia, establecer
una cierta relación con la audiencia y potenciar a largo plazo un cambio en las
mentalidades y en las representaciones.

El Femenino Universal Absoluto (O Por Proyeccción)

Mayor trascendencia pueden llegar a tener las manifestaciones del YO universal


desde una posición en femenino ‘absoluta’. Se trata de casos en que, bien hombres
se sienten parte del grupo mujeres (no del grupo ‘personas’) y enuncian su YO
en femenino, bien mujeres se atreven a colocarse en el centro de la enuncia-
ción y el discurso y van discurriendo, reflexionando sobre la vida o la condición
humana en femenino, dejando que su YO se proyecte en la humanidad. De ahí
que lo denomine ‘por proyección’. No sólo son interesantes porque crean identi-
dades no hegemónicas, al situarse fuera del lugar hegemónico de la enuncia-
ción (el cuerpo, la mirada y la experiencia del varón, que se erige en universal).
Estos fenómenos son además relevantes porque frecuentemente son incons-
cientes, involuntarios y, por tanto, permean el sistema y posibilitan cambios
10 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

­ ramaticales (lo han posibilitado ya). Se trata de subjetividades que se apropian


g
de la lengua, liberándola de constricciones limitadoras, lo que permite al sujeto
adoptar mayor número de posiciones discursivas.
Empecemos por diseccionar ejemplos del femenino universal absoluto
enunciado desde subjetividades de mujer.

(a) Enunciado por mujeres


Se trata de expresiones que manifiestan la posición central que ha adoptado
la hablante, enunciando la universalidad en nombre de la profesión (YO, como
arquitecta …), como intérprete de un cierto rol discursivo universal (YO, como
lectora; [como YO], cualquier escritora sabe …), desde su experiencia (una bien sabe
…) o incluso desde su posición relativa en una serie ordenada o valorada (soy la
cuarta; soy la mejor/peor).
Los primeros ejemplos con que voy a ilustrar el fenómeno se refieren al
rol discursivo como lectora o escritora. Hay infinidad de portales y webs donde
mujeres y hombres cuelgan sus relatos. En muchos casos, éstos han sido produ-
cidos por una nueva generación de escritoras virtuales (quizá incluso habitando
en un cuerpo masculino, aunque seguramente no ocurre así en estos ejemplos)
que hacen sentimiento compartido de su rol. Y lo hacen presentándose en
femenino sexuado (escritora, autora, lectora) y generalizando desde el rol adoptado.
La huella de esta posición discursiva se encuentra en frases del tipo: ‘Como escri-
tora, …’, ‘cualquier escritora [como yo]’, ‘a cualquier autora [como a mí]’, ‘como
cualquier lectora’, etc. Aunque los primeros ejemplos que aporto están extraídos
de comunidades virtuales compuestas mayoritariamente de lectoras, lo relevante
es que el sujeto de la experiencia (sexuado en femenino) se proyecta para genera-
lizar desde sí. Nótese que no parece haber restricciones en el campo semántico,
del tipo ‘solo mujeres’, en las expresiones de autopresentación universalizante
subrayadas:
El ejemplar me lo mandaba directamente el autor, por lo que me lo dedicó antes
de mandármelo. […] Como a cualquier lectora me hizo mucha ilusión que me lo
9
dedicara, así que es otra de mis joyas.
¡Pero las cosas de la vida!, llegó a mis manos hace unos meses un libro de Felipe
Pigna […]. Lo leí íntegro aun cuando les confieso que sus 586 páginas podían detener
10
a cualquier lectora.
Hace tiempo, me encontré un libro. Un libro grande y pesado, que quizá fuera
más viejo que mis dos abuelos juntos. Obviamente, como a cualquier lectora empe­
11
dernida, me llamó la atención.
Primero que nada, les agradezco muchos sus RR, de verdad me animan a seguir,
12
como a cualquier escritora.

9 Recuperado desde: http://lalecturamipasion.blogspot.com.es/2013/03/dedicatorias-5.html


10 Recuperado desde: http://www.elheraldo.com.ar/notas_ciud.php?nc=2013-03-06
11 Recuperado desde: http://comunidadkuroshitsuji.blogspot.com.es/2012/11/t-e-lo-mereces.
html
12 Recuperado desde: http://www.fanfiction.net/s/5872443/11/Mi-Sexy-Amado-Polic%C3%ADa
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 11

Bueno. Ahí está su capítulo! Espero que comenten, porque si no me voy a ver obli-
gada a cancelar la novela, como a cualquier escritora, no me gusta escribir para
13
solamente dos o tres chicas.

En otros casos se generaliza, no el rol discursivo, sino la experiencia profe-


sional femenina. En las dos entrevistas que siguen se utiliza el femenino ‘arqui-
tecta’ como descriptor apelativo–vocativo en una pregunta que construye
una identidad potencial universal (‘arquitecta’) que ambas mujeres aceptan
y asumen, para, desde ella, articular el YO como experiencia universal de la
persona que ejerce la profesión de la arquitectura. La primera en ser preguntada
es Mª Ángeles Mestre:
PREGUNTA: Para una arquitecta debe ser relativamente fácil lo de cambiar estruc-
turas.
RESPUESTA: Sí, es como tener un andamio, sin tocar la estructura, e ir substitu­
yendo lo que no me sirve por ideas nuevas. Sobre esta base empiezo
una nueva vida que no tiene nada que ver. Lo que había alrededor ya
14
no me afecta como me afectaba antes.

La segunda entrevista es a Benedetta Tagliabue:


PREGUNTA: ¿Una arquitecta debe estar siempre en vanguardia?
RESPUESTA: Eso mismo me pregunto yo también, pero por tiempo no podemos ir al
teatro siempre, ni a la ópera, ni a todas las exposiciones. Supongo que
si siempre estamos en vanguardia es porque captamos las novedades y
15
nos gustan las cosas especiales.

Podríamos preguntarnos, ¿pero están refiriéndose a su experiencia en femenino,


como algo separado de la experiencia masculina, o están proyectando el YO
universal? Siempre es difícil de saber. Naturalmente, si hablasen ‘como madre’,
‘como parturienta’, la enunciación sería parcial, pero en toda experiencia no
restringida a la biología masculina o femenina, el sujeto puede anunciar desde
el absoluto universal. Incluso en casos en los que es dudoso si pretenden hablar
desde la experiencia universal o desde la femenina, lo significativo es que la
posición adoptada por quien habla es claramente desde un cuerpo femenino, sin
que le importe universalizar desde ese cuerpo y esa experiencia. Además, y no
menos importante, se articula de forma espontánea.
También con toda espontaneidad, las mujeres ahora además se autopresentan
en femenino cuando forman parte de una serie numerada, o de una compara-
ción en superlativo, incluso si el resto de la serie o los otros seres en comparación
son hombres (Bengoechea 2006, 2008). Hasta hace poco, una mujer que deseara
compararse en un grupo compuesto por hombres y mujeres habría afirmado: Soy
el mejor pianista de mi generación, o el tercer ganador del premio. Ahora ya no es así.

13 Recuperado desde: http://onlywn.activoforo.com/t32573p90-solo-una-noche-harry-styles-


____-hale
14 Recuperado desde: http://carolcoach88.blogspot.com.es/2013/07/si-no-hay-amor-hay-dolor.
html
15 http://www2.coac.net/recull/06.05.18%20Especial.%20Benedetta%20Tagliabue.pdf
12 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

Esta es la autopresentación de una alumna mexicana que busca que se la beque


para poder seguir estudiando. Por el contexto se interpreta que la chica que la
solicita tiene un hermano mayor, pero no una hermana mayor. Pese a lo cual ella
se presenta como ‘segunda hija’, no ‘segundo hijo’:
La segunda hija
Soy María José, concluí el segundo semestre de Bachillerato, tengo 15 años, soy la
16
segunda hija, mi hermano se graduó en Preparatoria…

En la página de un colaborador de la cadena de televisión Tele5, una participante


en el programa Gran Hermano se confiesa:
PREGUNTA: ¿La abstinencia sexual fue lo que más te costó llevar dentro de la casa?
RESPUESTA: Kiko, lo he pasado fatal en ese tema … En el ranking de masturba-
17
ciones yo era la tercera después de Arturo y Siscu.

Y en un foro de cocina otra se define como ‘la mayor copiona’:


Soy la mayor copiona de este forum. ¡Es que me ponéis unas recetas a las que es
18
difícil resistirse!!

Otro pronombre femenino va desplazándose hacia el centro del discurso de


forma especialmente llamativa. Se trata de una, cuando se utiliza como universal
absoluto. Una entrada en el blog de una chica que explica lo engorroso de los
trámites universitarios se titula ‘Cuando una se matricula …’. Muy probable-
mente no está refiriendo las dificultades burocráticas que deben afrontar solo
las chicas.19
Un nuevo ejemplo lo encontramos en una web de cine, en la que una partici-
pante responde a quien lamentaba que un buen actor hubiera desaparecido de
las pantallas:
Estoy completamente de acuerdo con tu comentario, completísimo. Yo soy una de
20
las que creen que Hurt merece estar en primera fila otra vez.

O en Facebook, cuando una participante en la etiqueta (o hashtag) ‘yogur griego’


escribe:
Soy una de las que creen que es el mejor yogur del mundo…21

En estos dos ejemplos, el campo semántico de ‘las que creen’ posiblemente


no se restrinja a la comunidad femenina, sino que abarca a hombres y mujeres
que lo creen. Si alguien se pregunta hasta qué punto la segunda parte de estas
construcciones, la que designa un ‘todo’, se interpreta como realmente universal

16 Recuperado desde: http://dev.clicker360.com/becalos_old/category/que-harias/page/63/


17 Recuperado desde: http://www.telecinco.es/blogs/elconfesionariodekiko/Laura-Gh11-ter-
cera-ranking-masturbaciones_6_960840008.html
18 Recuperado desde: http://foros.hogarutil.com/topic94131.html
19 Recuperado desde: http://normalytal.blogspot.com.es/2013/08/cuando-una-se-matricula.html
20 Recuperado desde: http://thelasttemptationofjaime.blogspot.com.es/2005/11/william-hurt-
otro-ochentero-en-vas-de.html
21 Recuperado desde: https://es-es.facebook.com/yogurgriego/posts/380459845299061
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 13

–y, por tanto está ‘incorrectamente’ formulada en femenino–, debo decirle que
la Norma ha decidido elevar el femenino de nivel semiótico–cognitivo y decretar
que es forzoso hacer coincidir el género del primer elemento de estas construc-
ciones partitivas (uno o una) con el género del segundo elemento. Ya no resultaría
‘correcto’ enunciar *Soy una de los que creen… Con ello, la RAE (2009) acepta como
legítima una construcción que puede ser considerada un ejemplo de femenino
universal, en la que la voz enunciadora se autoincluye en una colectividad
sexuada, ‘las que creen’ (expresada en género gramatical femenino), que engloba
a personas de ambos sexos/géneros.
Un ejemplo más gobernado por el femenino universal, ahora en dos elementos,
un grupo nominal, ‘las que creen’, y un adjetivo, ‘presas’: el 19 de septiembre de
2013 una política del PP, Esperanza Aguirre, daba su visión del sueño independen-
tista catalán en todos los telediarios del país universalizando desde el femenino.
Por mi parte, no quiero pensar en las consecuencias materiales porque soy de las
que creen que, cuando somos presas de una pasión dominante como el amor o el
22
odio, las consecuencias económicas nos importan muy poco.

Lo más relevante del femenino universal absoluto es el punto de vista


adoptado por las hablantes. El hecho trascendental de que las mujeres tomen
el foco, la cámara, el habla y se sitúen en el centro. Ahí radica su revolucio-
naria aportación a la lengua y a la cultura. Las nuevas subjetividades que dejan
sus huellas en este uso lingüístico enuncian otras identidades que han dejado
de creerse subalternas. El universal femenino empieza a permitir a las mujeres
hablar desde sus cuerpos y no alienarse dentro de ellos. Quienes enuncian estas
frases muestran su poder para representar al ser humano de igual forma que
un hombre. No se resignan a quedarse en los márgenes de la enunciación y se
apropian, consciente o inconscientemente, de la lengua, y con ellas avanza la
gramática. Y viceversa, la gramática y la Norma se abren y las colocan también
en otra posición en el discurso.
Estos usos ya han potenciado cambios en el sistema. La Real Academia (RAE
2009) ha reconocido los cambios en las subjetividades femeninas, legitimando
como ‘correctos’ el femenino que yo denomino universal de una, de las series
numeradas y de los superlativos.

(b) Enunciado por varones


Que los hombres adopten circunstancialmente una posición enunciativa en
femenino es tanto o más revolucionario que si lo hacen las mujeres. Y esta nueva
flexibilidad para la adopción de punto de vista se ha llegado a manifestar en
instancias asombrosas, por ejemplo, en un dominio hasta ahora masculino por
excelencia: el deporte. El periodista Alex Grijelmo (2012) recogió enunciaciones
orales de varios presentadores en las radios y televisiones que retransmitían
acontecimientos deportivos femeninos durante las Olimpiadas de Londres. En
ellas los periodistas se situaban dentro del grupo femenino. Declaraba Grijelmo

22 Recuperado desde: http://esperanza.ppmadrid.es/mi-vision-de-cataluna/


14 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

en su columna: ‘Algo está sucediendo en nuestra lengua, porque algunos


varones empiezan a incluirse en los términos femeninos con toda naturalidad’.
Proporcionaba a continuación algunos de los casos en que esto había ocurrido:
• 5 de agosto de 2012, el periodista Francisco José Delgado, en la Cadena SER,
al transmitir un partido de waterpolo femenino en los Juegos Olímpicos: ‘¡Si
ganamos, estamos clasificadas!’.
• El entrenador del equipo femenino de balonmano aconsejó pocos minutos
después a sus jugadoras cuando iban venciendo a Noruega: ‘¡Jugamos
tranquilas, ¿eh?!’.
• El mismo día, Manu Carreño, director del Carrusel Olímpico, aventuraba en la
radio: ‘Si estamos entre las siete primeras vamos a ser oro’.
• El 6 de agosto el periodista de la SER José Antonio Ponseti anunciaba: ‘Somos
terceras después de las rusas’.
• Jesús Gallego, el 10 de agosto, hablando de la derrota en la final de water-
polo: ‘Hemos pecado un poco de inexpertas’.
Y el propio Alex Grijelmo terminaba su artículo: ‘las españolas hicimos unos
sensacionales Juegos Olímpicos’. Son ejemplos significativos de huellas de subje-
tividades de varón que parten de una posición de identificación inconsciente con
el grupo femenino. En ellas queda patente la solidaridad masculina con el grupo
femenino, expresada en la autoidentificación de varones mediante el femenino
plural de la enunciación.
Seguramente son un avance. Y no solo por la posibilidad de posiciones discur-
sivas que abre este uso, sino porque nos encontramos ante un uso que puede
influir en el desplazamiento y la transformación del sistema de género y la
desaparición de nuestra conciencia del binomio sexo=género gramatical.

Segundo fenómeno:
la reivindicación del asterisco* (y la X) por parte de la comunidad intersexual

Pese a que en algunos casos el asterisco es sustituido por la arroba (@), en general,
la comunidad intersexual que escribe en español o en portugués ha hecho una
de sus banderas del asterisco o de la X, mayúscula o minúscula, como forma
de sustitución del morfema de género en castellano (también otros colectivos
LGTBI, pero aquí me centro en el colectivo intersex).
Como se sabe, estoy hablando de personas categorizadas como hombres o
mujeres, pero con variaciones cromosómicas o corporales respecto a dotaciones
genéticas y cuerpos ‘normales’ y normalizados: un clítoris de más de cinco centí-
metros, un pene de un centímetro, ovoteste (una mezcla de tejido testicular y
ovárico) en lugar de ovarios o testículos, testículos que no han descendido, un
ovario además de dos testículos, un final de la uretra que no está en la punta
del pene, ausencia de vagina, pene y vulva… Son cuerpos que amenazan la
coherencia del sistema sexo/género. Se cree que la intersexualidad afecta a un
0,5/1.000 de las personas recién nacidas, si bien la experta Anne Fausto-Sterling
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 15

(2000) ofrece cifras de mayor frecuencia, pudiendo llegar, según ella, al 1,7 por
ciento de la población en el mundo.
Un ejemplo de autoidentificación mediante el asterisco lo encontramos en
Cabral (2009: 126), en la transcripción de una conversación entre Mauro Cabral
y Natasha Jiménez, dos personas intersex. Significativamente ambas utilizan el
nosotr*s, para autonombrarse en el diálogo en plural:
MAURO CABRAL: ¿Creés que hay justicia para nosotr*s? Y si así fuera, ¿cómo crees que
podemos lograrla? ¿Qué tipo de activismo intersex evitará, en tu opinión, que las
violencias que nosotr*s sufrimos se repitan en la vida de otras personas?
NATASHA JIMÉNEZ: Me parece que la mejor forma es el apropiarnos de todos los
espacios posibles y utilizarlos como foros […] Cuando sufrimos los efectos de la
violencia en mil maneras, llegamos a pensar que no somos sujet*s de derechos y
que la justicia es algo muy lejano, que no es para nosotr*s, pero en la medida en que
tomemos conciencia de que no somos l*s otr*s, de que somos parte de la sociedad
y que con nuestro activismo podemos ir haciendo que esa sociedad sea más equita-
tiva, ya habremos dado el primer paso.

Dado que se ha definido tradicionalmente la intersexualidad como el conjunto


de síndromes que producen cuerpos marcados por la ambigüedad genital, podría
pensarse que las personas que se consideran intersexuales adoptan como marca
identitaria el asterisco por tratarse de un símbolo ambiguo y de infinitas posibi-
lidades. Siendo esto cierto, la argumentación empleada por la comunidad inter-
sexual para explicar este uso va más allá de una visión tan simplista, al formular
cuatro objetivos en el asterisco.
En primer lugar, con el asterisco como medio de significar la intersexualidad
en castellano o portugués, se pretende interpelar a la lengua y al tantear sus
límites, ampliar también sus posibilidades.
En segundo lugar, con el asterisco se intenta expandir las posibilidades de
existencia y autopresentación humanas. La separación de los seres humanos en
dos sexos (hembra/macho) legitima las dos únicas vidas que es posible vivir. En
consecuencia, la inmensa mayoría de personas que nacen con cuerpos que varían
respecto de los promedios corporales masculino o femenino […] son sometidas
a cirugías de ‘normalización’ genital durante los primeros meses o años de vida,
sin su consentimiento y con consecuencias gravísimas e irreparables, no solo
para su cuerpo (son formas occidentales de mutilación genital), sino para su
identidad de género (Cabral 2009: 9). Si el mandato del género fija identidades
rígidas y las personas intersexuales viven su cuerpo entre los límites que fija el
diagnóstico médico–social, cada dicción de género, abre (pero también cierra)
posibilidades de morar identitariamente en ese cuerpo. Por ello sugirió Kate
Bornstein (1994) que las personas trans no deberían ser referidas como hombre
o mujer, sino mediante un verbo activo que atestiguase, bien la transforma-
ción permanente, bien la condición provisional; por idéntico motivo podemos
aplicarlo a las intersex. Precisamente para no cerrar posibilidades de existencia y
no quedar atrapadas en la dualidad, a falta de un verbo, las personas intersexuales
se refugian en el asterisco, en un intento de disolver las relaciones temporales
16 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

entre cuerpo e identidad de género. El género gramatical, binario, restrictivo


y excluyente, impide cualquier tipo de desplazamiento o línea continua entre
ambos. Con el asterisco se pretende posibilitar identidades fluidas, transforma-
bles, que no pueden apresarse en la materialidad del nombre de género binario.
En tercer lugar, el asterisco pretende evitar que la intersexualidad se reduzca
a una nueva ‘identidad’, nos dicen. En el fondo, el asterisco quiere significar lo
que Foucault describió gráficamente como el feliz limbo de la falta de identidad,
‘happy limbo of a non-identity’ (1980: xiii).
El intento de romper la lógica binaria de los pronombres no es un fenómeno
nuevo, por supuesto. En la literatura de las lenguas cercanas son varios los
experimentos literarios que se la han propuesto. Pensemos, entre otros casos,
en la novela La Rompiente, de la argentina Reina Roffé (1997), donde la narra-
dora salta de forma imprevista de un pronombre personal a otro, que puede
interpretarse como fragmentación del YO/sujeto; en la obra experimental de
Monique Wittig (1973); en las obras que estudia Anna Livia (2001); etc. Pero el
uso del asterisco que aquí exploro va más allá del campo simbólico literario, para
situarse en la materialidad de la política. Porque finalmente, con el asterisco
o la X, se pretende la creación de una agenda que reconozca y posibilite a las
personas intersex reclamar al Estado que regule temas como la responsabilidad
médica y el alcance de la potestad familiar, de forma que se limiten ambas en
decisiones tan vitales como escoger el sexo de una criatura intersex recien nacida,
combatir la interfobia y convencer de que ‘quiénes nos nombramos desde allí,
23
buscamos existir, para actuar’. El problema es que, para lograr este fin, podría
ser ­necesario nombrar la intersexualidad como una identidad política objetiva,
justo lo que el asterisco parece que rechaza.
Si nos preguntamos cuáles son las consecuencias materiales de estas nuevas
textualidades, tendremos que concluir que el deseo utópico que proclaman los
textos intersex, de que la intersexualidad no acabe convirtiéndose en una etiqueta
identitaria objetiva, no se ha realizado. Pero precisamente el convertirse en una
categoría ha propiciado el logro político de la comunidad. Varios países se han
abierto a la diferencia y la comunidad intersex se ha situado en la agenda. Con
el reconocimiento de la categoría, se han adoptado medidas legales en Australia,
donde desde 2011, para atender a la diversidad, al solicitar el documento de
identidad o pasaporte, la ciudadanía puede optar por autoidentificarse como M
(male), F (female) or X (Indeterminate/ Intersex/ Unspecified). Desde 2012 Nepal
reconoce a su vez en sus documentos de identidad una nueva categoría, la X, a
la que puede adscribirse cualquier persona que no se sienta ni mujer ni hombre
(Bochenek y Knight 2012). Finalmente, en Alemania desde el 1 de noviembre de
2013 pueden inscribirse a las criaturas como pertenecientes al sexo/género M,
F o X (si las características sexuales no están claramente definidas, pero puede
cambiarse de clasificación si éstas se definen). Hay un clamor en las organizaciones
de activistas para que el planeta entero reconozca esa tercera posibilidad identi-
taria, como demuestran artículos publicados en revistas legales (Hines 2011).

23 Véase: http://elchulla.wordpress.com/category/uncategorized
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 17

Es obvio que con estas medidas legales no han terminado los problemas que
deben afrontar diariamente las personas intersexuales, ni tampoco otras con
sexualidades y cuerpos no normativos. Para empezar, la categoría X en cada
país representa realidades diferentes. En segundo lugar, la categoría X parece no
admitir a las otras. Por ejemplo, en Nepal, un varón que se autoidentifique como
hombre homosexual podría ser descrito por los medios, incluso si no lo desea,
como ‘de género intersexual’, dado que los medios han tendido a incluir en la
categoría X a toda la comunidad LGBTI. El cuerpo y las identidades pueden ser
fluidas o mudables, pero las categorías son excluyentes.
Por otra parte, la adopción de la etiqueta X como una alternativa a las catego-
rías de género/ sexo existentes ha logrado una victoria material, pero un cierto
fracaso simbólico. Aunque el plural con asterisco como etiqueta de pertenencia
a la comunidad intersex (nosotr*s) puede funcionar a nivel textual en el discurso
escrito, lo cierto es que el singular encuentra muchas dificultades. Pese al
intento de la intersexualidad de presentarse como desconstructora de las dos
únicas categorías que nos habían contado que existían, las personas intersex
frecuentemente se presentan en masculino o femenino en su discurso individual,
identificándose con uno de los sexos. Sin ir más lejos, aunque en la conversación
antes citada entre Mauro Cabral y Natasha Jiménez ambas personas utilizan el
nosotr*s para autonombrarse en el diálogo EN PLURAL, en su autopresentación
individual, sin embargo, Natasha Jiménez, a quien se le asignó el sexo masculino
en su nacimiento y en la adolescencia descubrió que su biología era de mujer,
se presenta en femenino; Mauro Cabral, quien siguió el camino contrario, en
masculino (2009: 123–24). Al cambiar de identidad, cambian el uso pronominal y
gramatical de autopresentación. Es decir, en su trayectoria identitaria se pueden
detectar cambios del YO masculino al YO femenino, o viceversa, pero en pocos
textos de la comunidad intersex se usa el femenino y el masculino conjunta
o alternativamente (por ejemplo, en frases alternas), ni han creado un género
gramatical alternativo. Con ello no hacen sino obedecer la lógica normativa de
los nombres de pila elegidos, adoptar diferentes identidades… pero mantener el
binomio sexo=género gramatical.
Y es que los discursos sobre el género se han modificado y han acabado
transformando las políticas sexuales de al menos tres países, pero el sistema
lingüístico español no les ha hecho sitio. El sistema binario del español no se
ha roto, la categoría intersex no ha entrado en el sistema del género grama-
tical y no sabemos articular con signos lingüísticos esa alteridad. El asterisco*
o la X funcionan en los textos escritos, porque nos permiten pensar e imaginar.
Sin embargo, no se pueden pronunciar, por lo que las personas intersex no se
pueden autodecir en voz alta. Cuando las personas intersex dicen YO, enuncian
en masculino o en femenino. Judith Butler (1999: xxvi) ya alertó de la tendencia
al dimorfismo de las personas intersex, que ahora constatamos en su utiliza-
ción de la lengua. Parece que siguen atrapados o atrapadas, sin alternativa real,
sometidas a la ley de la gramática y del género.
Afirmaba Foucault (1980) en su breve introducción a la versión inglesa del
18 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

diario de la hermafrodita Herculine Barbin, llamada Alexina B. que Herculine no era


una identidad, sino la imposibilidad sexual de una identidad y que las conven-
ciones lingüísticas que generan seres con género inteligible encuentran su límite
en Herculine. Efectivamente parece ser así, pero no necesariamente porque las
convenciones estén basadas en la sexualidad y en el hecho de que alguien sea al
mismo tiempo hetero y homo, como parece deducirse del texto de Foucault, sino
por la imposibilidad de decirse desde fuera de la gramática. Wittig (1980, 1985)
ya nos explicó cómo ‘sujeta’ la lengua. Y si, como defiende Wittig, el género se
naturaliza a través de las normas gramaticales, para alterar el género, hay que
alterar la gramática que lo hace posible.
If gender itself is naturalized through grammatical norms, as Monique Wittig has
argued, then the alteration of gender at the most fundamental epistemic level will
be conducted, in part, through contesting the grammar in which gender is given
(Butler 1999: xix).
Mientras tanto, la enciclopedia nacional sueca, que cumple una función similar
a nuestro diccionario normativo, además de los pronombres él/ella (en sueco
han/hon), ha reconocido en 2013 un pronombre neutro, que lleva al menos cinco
décadas siendo usado por la comunidad hablante: hen. En español estamos
lejos de esto, entre otras razones porque el género en español no se limita a los
pronombres. Quizá, como afirma Beatriz Preciado, la filósofa transnacional y
transgénero nacida en Burgos:
La cuestión no reside en […] inventar un nuevo pronombre que escapase de la
dominación masculina […]. Lo que hay que sacudir son las tecnologías de la escri-
tura del sexo y del género, así como sus instituciones. No se trata de sustituir unos
términos por otros. No se trata tampoco de deshacerse de las marcas de género o de
las ­referencias a la heterosexualidad, sino de modificar las posiciones de enuncia-
ción. (2011: 19)
Las comunidades LGBTI están avanzando por el camino marcado por Preciado,
quien, por ejemplo, utiliza frecuentemente la doble forma para la segunda y
tercera persona del plural (vosotros y vosotras), mientras enuncia en masculino
desde una posición de lesbiana y sin renunciar a su nombre femenino. Entre-
saco frases pronunciadas por Preciado en una entrevista aparecida en TVE en
2013: ‘soy Beatriz Preciado… una lesbiana … soy un utópico delirante … desde
24
pequeño… estoy solo…’.

Tercer fenómeno:
apropiación femenina de marcas profesionales de género masculino
Durante finales del XIX y hasta mediados del siglo XX, las mujeres españolas de
clase media-alta, profesionales y cultas se autonombraban en masculino. Preci-
samente aquéllas que ejercían una profesión, que deseaban el avance femenino
y que, por tanto, podríamos considerar más progresistas y feministas, optaban
24 Recuperado desde: http://www.rtve.es/alacarta/videos/pienso-luego-existo/pienso-luego-
existo-beatriz-preciado/1986547/
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 19

por auto-presentarse mediante títulos profesionales en masculino. Emilia Pardo


Bazán, cuando se le concedió una cátedra en la Universidad Complutense de
Madrid, se oponía a ser denominada ‘catedrática’, identificándose como ‘catedrá-
tico’. Seguramente no tenía escrúpulo alguno en llamar ‘sirvienta’ o ‘criada’ a
las suyas ni hablar de pastoras, campesinas, obreras, labradoras o panaderas.
También Clara Campoamor o Matilde Huici, ‘para abogar ante los Tribunales,
se llaman abogado’ (Aliaga 2011: 83). Según documenta Planelles Iváñez (1995:
107–108), la RAE se pronunció con firmeza en 1930 en contra de este uso.
Desde los años 70 del siglo XX, sin embargo, parece existir una tendencia por
la que las mujeres de conciencia más feminista y liberadas se autodenominan en
femenino, mientras otras más conservadoras y pertenecientes a profesiones muy
masculinizadas y con poder social, se autonombran en masculino. La tendencia
va decantándose hacia el título femenino, siempre encontrando mayor resis-
tencia hacia la feminización en los sustratos más elevados o de mayor poder
económico o militar (no político). Pocas jefas, gerentas, socias, abogadas, generalas
se presentan con el término femenino. El hecho es fácilmente comprobable. No
tenemos más que entrar en las webs de emprendedoras o en portales profesio-
nales como LinkedIn, donde hallaremos tarjetas de mujeres que se presentan
como socio, abogado, arquitecto, etc. Sigue, por tanto, existiendo esa performati-
vidad de género en el ámbito profesional, lugar del discurso en el que algunas
mujeres deciden autopresentarse con el género gramatical que normativamente
no les corresponde.
Estas manifestaciones del YO admiten más de una lectura. Una de las posibles
es que la autopresentación profesional en masculino es una manifestación de
cuerpos hablados, en tanto que la lengua ha servido para marcar valores y
crear relaciones de género. Podría ser una contestación al vacío de prestigio y
autoridad de la identidad profesional cuando ésta se manifestaba fundida con el
género gramatical femenino, puesto que la masculinidad y lo masculino evocan
nociones de poder, legitimidad y privilegio, más aún en el campo de ciertas profe-
siones. Al enunciar en masculino reproducen los valores –el masculino es más
prestigioso– y reconstruyen las relaciones de género. Serían huellas de cuerpos
negados, donde la ideología se manifestaría en la autopresentación de esa profe-
sional en masculino. Así lo hemos leído mayoritariamente los feminismos.
Pero también podría leerse esas manifestaciones como huella de subje-
tividades de resistencia a la norma que obliga gramaticalmente a expresar
lingüísticamente el género al que las mujeres habían sido adscritas social-
mente. Especialmente cuando se trata de opciones deliberadas, los masculinos
enunciados por mujeres pueden ser indiciadores de subjetividades que deseen
proyectar auto-identidades elegidas. En ese sentido serían cuerpos hablantes, por
tanto, porque enuncian desde su agencia su voluntariedad de decirse. Podríamos
calificar esta autopresentación en masculino como indiciaria de unas identidades
construidas desde la voluntariedad de hablantes que juegan con la capacidad
performativa de las lenguas para subvertir, no la percepción hegemónica de la
realidad, sino la propia posición individual dentro del sistema de género. De
20 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

hecho, podríamos pensar que algunas han logrado con su auto-presentación en


género gramatical masculino cambios en su propia realidad, al abrir brecha en la
materialidad del género (aumentos salariales, profesionales, reivindicación de la
profesionalidad disociada del género de adscripción). Especialmente cuando han
jugado con otras identidades: por ejemplo, con feminidades normativas en otras
facetas de autopresentación (ropa, gestos…).
Una tercera lectura diría que quizá la autopresentación en femenino trataría,
no de arrancar el estigma a lo femenino, sino de arrebatar la unicidad y univo-
cidad de cierta representación prestigiosa profesional a los hombres y apropiarse
de ella mediante la autoasignación del género gramatical reputado. De hecho,
el juego que realizan estas mujeres optando conjuntamente por ésta y otras
sub-identidades aparentemente contradictorias podría lograr a largo plazo la
redefinición de la profesión y el encubrimiento del sexo/género en la presenta-
ción profesional. Así ha ocurrido ya con ciertos términos profesionales, como jefe
y gerente, y podría ocurrir a médico, notario, abogado y arquitecto, entre otros, como
presagia la edición del Diccionario de la Real Academia Española de 2014, que ha
‘solidificado’ el masculino de ciertos términos para mujeres y hombres. En tal
caso, ocupar y reasignar simbólicamente un nombre profesional que pertenecía
a los hombres puede leerse como acto revolucionario, como ocupación de un
espacio que los hombres consideraban propio.
Dicho esto, es mi modesta opinión que las identidades profesionales a las
que se adscriben estas mujeres son tremendamente inestables, porque el juego
de la gramática atrapa tan firmemente como el juego del género (la gramática
en castellano se convierte en el mecanismo de fijación del género, al congelar
la identidad en la misma adscripción gramatical y la consiguiente cadena
de concordancias y obliga a fijar de nuevo la identidad adscrita gracias a los
pronombres, demostrativos, adjetivos…). Una puede ser perito, pero es ‘una
perito’, ‘la perito encargada’, etc. En presentaciones como ‘Ana Costa. Abogado
penalista. Experta con más de 25 años de experiencia. Profesor–Tutor de
25
la UNED’, se percibe un cierto problema identitario, que ya han hecho ver,
entre otras, Calero Fernández (2006), para quien se trataría de ‘auto-odio’, y
Bengoechea (2015), pero también una cierta contestación a las identidades prefi-
jadas y normativas.
De cualquier forma, quizá este uso tenga trascendencia en la futura concep-
tualización y gramaticalización del sexo en español. Si soy optimista, porque se
habrán roto los vínculos actuales entre sexo y género, la profesión no tendrá
sexo, mujeres y hombres adoptarán identidades más fluidas…; si soy pesimista,
se mantendrán las viejas dualidades: sexo superior – masculino gramatical –
profesiones prestigiosas, por un lado; sexo inferior – femenino gramatical –
profesiones desprestigiadas, por otro.

25 Recuperado desde: http://es.linkedin.com/pub/ana-costa-abogado-penalista/9/a0a/306


bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 21

Conclusiones y (¿probables?) consecuencias de los tres fenómenos

En los textos que construyen las nuevas identidades del siglo XXI han surgido
fenómenos verbales que parecen ser huellas de subjetividades que se sitúan en
posiciones desde las que desestabilizan discursos esencialistas sobre el género.
Esas nuevas posiciones en el discurso del género/sexo ya están abriendo nuevos
espacios discursivos, inimaginables hace bien poco.
Las identidades discursivas que esos fenómenos construyen no han revolucio-
nado el género social, pero posibilitan otro punto de vista y parecen demostrar
que no puede producirse transformación alguna en las relaciones de género sin
cambios en los discursos y en la enunciación del YO. Da la impresión de que la
intervención textual que llevamos tiempo propugnando como uso no sexista
de la lengua no es suficiente. Es necesaria además la reiteración de enuncia-
ciones desde otra posición. Lo cual no implica que las formas no sexistas en
el lenguaje no sean ya necesarias. Lo son como instrumento de afirmación del
YO femenino, como fórmula de reconocimiento de la alteridad y como herra-
mienta de concienciación del mandato de género en el lenguaje. De hecho, los
dos primeros fenómenos estudiados, sin seguir exactamente las políticas lingüís-
ticas no sexistas, son sin duda herederos de ellas.
Es bien sabido que en el paso del latín a las lenguas romances se produjeron
desplazamientos en el género gramatical, entre ellos, la desaparición del neutro
(Calero Fernández 2006). Anne Curzan (2003), por su parte, ha documentado
exhaustivamente los cambios ocurridos en la historia del inglés, que perdió
gradualmente el género (excepto residualmente en los pronombres personales)
en el paso del anglosajón al inglés medio, entre los siglos XI a XIV. Los tres
fenómenos estudiados, junto a muchos otros, pueden tener como resultado que
el sistema de género gramatical español, supuestamente mudable y expuesto a
desplazamientos, se modifique. Si es así, será la consecuencia de que el binario
anclado en la más íntima conciencia de sus hablantes –sexo=género grama-
tical– se habrá abierto a posibilidades antes desconocidas y simultáneamente las
posibilitará (la lengua crea y refleja realidades).
Los tres fenómenos no avanzan en la misma dirección. El femenino universal
promete la posibilidad de nuevas posiciones en el discurso para las mujeres,
y parece presagiar un cambio en el género marcado que podría llegar con el
tiempo a la desaparición a largo plazo del masculino como genérico. A su vez,
tanto el asterisco, *, y la X, como el masculino profesional para mujeres apunta-
rían hacia la indeterminación del sexo en el género gramatical. La conjunción
de los tres fenómenos podría muy a largo plazo colaborar a desapuntalar el
sistema de género y, a corto plazo, a hacerlo más inestable. Los tres fenómenos
no avanzan en la misma dirección, pero al ser movilizados en los tres casos
por fuerzas centrífugas pueden contribuir al resquebrajamiento del sistema de
género gramatical tal como lo conocemos. De hecho, humildemente creo que
esto ya ha empezado a producirse.
22 Mercedes Bengoechea bhs, 92 (2015)

Obras citadas
Aliaga Jiménez, José Luis, 2007. ‘Descripción funcional y crítica feminista: lectura alternativa
del género gramatical en español’, en International Perspectives on Gender and Language, ed.
José Santaemilia, Patricia Bou, Sergio Maruenda y Gora Zaragoza (Valencia: Universitat de
Valéncia), pp. 217–32.
—, 2011. ‘El género de los nombres de profesión en un manuscrito inédito de Juan Moneva y
Puyol (1929)’, en De la lengua por sólo la extrañeza. Estudios de lexicología, norma lingüística,
historia y literatura en homenaje a Luis Fernando Lara, vol. 1, ed. M. E. Vázquez Laslop, K.
Zimmermann y F. Segovia (México D.F.: El Colegio de México), pp. 75–98.
Antaki, Charles, y Widdicombe, Sue (eds), 1998. Identities in Talk (London: Sage).
Bajtín, Mijaíl, 1991 [1975] [1934–1935]. ‘La palabra en la novela’, en Teoría y estética de la novela
(Madrid: Taurus), pp. 77–236.
Bengoechea, Mercedes, 2006. ‘Lento deslizamiento del género gramatical femenino al centro
del discurso: Nuevos aires en la identificación de mujeres en la prensa española’, Spanish
in Context, 3.1: 139–57.
—, 2008. ‘Lo femenino en la lengua: sociedad, cambio y resistencia normativa. Estado de la
cuestión’, Lenguaje y Textos, 27: 37–68.
—, 2015. Lengua y Género (Madrid: Síntesis).
Benveniste, Émile, 1966. Problémes de linguistique générale I (Paris: Gallimard).
—, 1970. ‘L’Appareil formel de l’énonciation’, Langages, 17: 12–18.
Block, David, 2006. ‘Identity in Applied Linguistics’, en The Sociolinguistics of Identity, ed. Tope
Omoniyi y Goodwith White (London: Continuum), pp. 34–49.
Bochenek, Michael, y Kyle Knight, 2012. ‘Establishing a Third Gender Category in Nepal: Process
and Prognosis’, Emory International Law Review, 26: 11–41.
Bornstein, Kate, 1994. Gender Outlaw: On Men, Women and the Rest of Us (New York: Routledge).
Bucholtz, Mary, 2003. ‘Sociolinguistic Nostalgia and the Authentication of Identity’, Journal of
Sociolinguistics, 7.3: 398–416.
Bucholtz, Mary, y Kira Hall, 2005. ‘Identity and Interaction: A Sociocultural Linguistic
Approach’, Discourse Studies, 7.4–5: 585–614.
—, y —, 2010. ’Locating Identity in Language’, en Language and Identities, ed. Carmen Llamas y
Dominic Watt (Edinbuurgh: Edinburgh University Press), pp. 18–28.
Butler, Judith, 1999 [1990]. Gender Trouble. 2nd edition. (New York: Routledge).
—, 1993. Bodies that Matter: On the Discursive Limits of ‘Sex’ (New York and London: Routledge).
Cabral, Mauro, 2009. Interdicciones. Escrituras de la intersexualidad en castellano (Córdoba: Anarrés).
Available at: http://www.mulabi.org/Interdicciones2.pdf
Calero Fernández, María Ángeles, 2006. ‘Creencias y actitudes lingüísticas en torno al género
gramatical en español’, en Estudios sobre lengua, literatura y mujer, ed. M. I. Sancho Rodríguez,
L. Ruiz Solves y Francisco Gutiérrez García (Jaén: Universidad de Jaén), pp. 235–85.
Cameron, Deborah, 1995. Verbal Hygiene (London: Routledge).
Coupland, Nikolas, 2003. ‘Introduction: Sociolinguistics and Globalization’, Journal of Sociolin-
guistics, 7.4: 465–72.
Curzan, Anne, 2003. Gender Shifts in the History of English (Cambridge, UK: Cambridge University
Press).
Eco, Umberto, 1968. La struttura assente (Milan: Bompiani).
Fausto-Sterling, Anne, 2000. Sexing the Body: Gender Politics and the Construction of Sexuality (New
York: Basic Books).
Fenstermaker, Sarah, y Candace West (eds), 2002. Doing Gender, Doing Difference: Social Inequality,
Power and Resistance (New York: Routledge).
Foucault, Michel, 1969. L’Archéologie du savoir (Paris: Éditions Gallimard).
—, 1980. Herculine Barbin, Being the Recently Discovered Memoirs of a Nineteenth Century Hermaphrodite
(New York: Colophon).
Galdón Corbella, Carmen, 2012. Movimiento 15M y feminismo. Una aproximación al carácter feminista
del 15M. Trabajo Fin de Máster. Universidad Rey Juan Carlos. Available at: http://www.
bhs, 92 (2015) Cuerpos hablados, cuerpos negados y el fascinante 23

academia.edu/7429940/Movimiento_15M_y_feminismo._Una_aproximaci%C3%B3n_al_car
%C3%A1cter_feminista_del_15M.
Gergen, Kenneth, 1999. An Invitation to Social Constructionism (London: Sage).
Giddens, Anthony, 1979. Central Problems in Social Theory: Action, Structure and Contradiction in Social
Analysis (Berkeley: University of California Press).
Grijelmo, Alex, 2012. ‘Jugamos tranquilas, ¿eh?’, El País, 19 de octubre.
Grosz, Elizabeth, 1995. Space, Time and Perversion: Essays on the Politics of the Bodies (New York:
Routledge).
Hines, Sally, 2011. ‘A Pathway to Diversity?: Human Rights, Citizenship and the Politics of
Transgender’, Contemporary Politics, 15.1: 87–102.
Johnstone, Barbara, 1996. The Linguistic Individual: Self-Expression in Language and Linguistics (New
York: Oxford University Press).
Joseph, John, 2010. ‘Identity’, en Language and Identities, ed. Carmen Llamas y Dominic Watt
(Edinbuurgh: Edinburgh University Press), pp. 9–17.
Kerbrat-Orecchioni, Catherine, 1986. La enunciación. De la subjetividad en el lenguaje (Buenos Aires:
Hachette).
Le Page, Robert, y Andrée Tabouret-Keller, 1985. Acts of Identity (Cambridge, UK: Cambridge
University Press).
Livia, Anna, 2001. Pronoun Envy. Literary Uses of Linguistic Gender (Oxford: Oxford University Press).
Lledó Cunill, Eulàlia, 2012. Cambio lingüístico y prensa (Barcelona: Laertes).
Norton Peirce, Bonny, 1995. ‘Social Identity, Investment, and Language Learning’, TESOL
Quarterly, 29.1: 9–31.
—, 2000. Identity and Language Learning: Gender, Ethnicity and Educational Change (London: Longman/
Pearson Educational).
Omoniyi, Tope, (2006). ‘Hierarchy of Identities’, en The Sociolinguistics of Identity, ed. Tope
Omoniyi y Goodwith White (London: Continuum), pp. 11–33.
Omoniyi, Tope, y Goodwith White, 2006. The Sociolinguistics of Identity (London: Continuum).
Pavlenko, Aneta, y Adrian Blackledge (eds), 2004. Negotiation of Identities in Multilingual Contexts
(Clevedon, UK: Multilingual Matters).
Pennycook, Alastair, 2003. ‘Global Englishes, Rip Slyme, and Performativity’, Journal of Sociolin-
guistics, 7.4: 513–33.
Planelles Iváñez, Montserrat, 1995: ¿Masculino o femenino? Un intento de acercamiento al uso
actual en francés y en español (Alicante: Universidad de Alicante).
Preciado, Beatriz, 2011. Manifiesto contrasexual (Barcelona: Anagrama).
RAE 2009. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Nueva
Gramática de la Lengua Española. Tomo I: Morfología y Sintaxis (Madrid: Espasa Calpe).
Rampton, Ben, 1995. Crossing: Language and Ethnicity Among Adolescents (London: Longman).
Repes, Beatriz P., y Paula Pérez-Rodríguez, 2013. ‘Norma lingüística e ideología’ (por Vidas
precarias), 11 July. [Online – Diagonal Blogs.] Available at: http://www.diagonalperiodico.
net/blogs/vidasprecarias/norma-linguistica-e-ideologia.html [accessed 22 November 2014].
Roffé, Reina, 1997. La rompiente (Buenos Aires: Puntosur Editores).
Threadgold, Terry, 1997. Feminist Poetics: Poiesis, Performance, Histories (London: Routledge).
van Dijk, Teun, 1998. Ideology: A Multidisciplinary Approach (London: Sage).
Violi, Patrizia, 1991. El infinito singular (Madrid: Cátedra).
Wittig, Monique, 1973. Le Corps lesbien (Paris: Minuit).
—, 1980. ‘The Straight Mind’, Feminist Issues, 1.1: 103–11.
—, 1985. ‘The Mark of Gender’, Feminist Issues, 5.2: 3–12.
Wodak, Ruth, Rudolph de Cillia, Martin Reisigl, y Karin Liebhart, 1999. The Discursive Construction
of National Identity (Edinburgh: Edinburgh University Press).
Romance Studies
Devoted to Romance literatures and cultures

Romance Studies is an international


journal devoted to the study of the
Romance literatures and cultures. With
a distinguished advisory panel
representative of leading research
across the disciplines, the journal is a
forum for both established scholars and
new researchers worldwide.
Romance Studies publishes articles
written in English, French, Italian and
Spanish. The online archive is available
from Volume 1, 1982.

www.maneyonline.com/ros

Recently published articles include:


n Ibéroes: Racismo y crítica social en la apropiación españolizada de la
estética del superhéroe estadounidense, Jorge González del Pozo
n ‘Tell it Slant’: Defamiliarizing Spanish Realism, Noël Valis

Also of interest from Maney Publishing


Hispanic Research Journal promotes and disseminates
research into the cultures of the Iberian Peninsula and Latin
America, from the Middle Ages to the present day. The fields
covered include literature, cultural studies, linguistics, film and
theatre studies. This journal publishes two annual special
issues per year, featuring screen arts and visual arts.
Visit the journal homepage: www.maneyonline.com/hrj

www.maneyonline.com/langlit

View publication stats

You might also like