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Contenido
Nota del staff
Contenido
Sinopsis
Prologo
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidos
Epilogo
Bonus Epilogo
Siguiente en la serie…
Notas de la Autora
¿Qué sigue…?
Acerca de Grae Bryan
Sinopsis
Gabe Kingman nunca ha sido bueno con sus emociones. Su desastrosa
vida personal es la prueba suficiente de ello. Se suponía que volver siendo
un médico a su pequeña ciudad natal en Colorado, lo acercaría más a su
familia en lugar de alejarlo. Ha estado trabajando lentamente para reparar
los errores que ha cometido, pero sus esfuerzos no se ven facilitados por la
reciente existencia de los vampiros en su mundo. Especialmente y en
particular, por la existencia de un vampiro molesto y odiosamente hermoso.
—Um —Gabe se pasó una mano por sus rizos castaño oscuro.
Mierda. Odiaba esta parte. No había querido invitarla a desayunar en lo
absoluto, pero ella había estado ahí, en su apartamento, y él se había sentido
como un imbécil por pensar en echarla a patadas, así que sugirió ir a buscar
algo para comer. Había pedido tomar autos separados, alegando que tenía
algo que hacer después. Supuso que podría hacer que esa afirmación fuera
cierta si se detenía en casa de Danny en el camino de regreso a casa.
Gabe se mordió el labio, dándole una sonrisa tímida. —¿No eres tú, soy yo?
Jessie se rio de él, su buen humor estaba probando que era demasiado buena
para Gabe en primer lugar. —No te preocupes, Rey. Conozco tu reputación.
—Oh. ¿Reputación?
Trató de librarse del agarre del hombre, pero su sujeción era como el hierro.
Gabe no logró ni una pulgada de margen de maniobra.
Eso era... ¿qué? Gabe tenía preguntas, tantas preguntas, pero antes de que
pudiera expresarlas, escuchó un crujido y luego...
Se estremeció cuando una sombra se cernió sobre él. Pero no era el hombre
aterrador de hacía unos momentos. Gabe conocía a este hombre. Cabello
rubio, ojos azul pálido. Un rostro tan hermoso que casi dolía mirarlo.
Por una vez, el hijo de puta no estaba sonriendo de esa forma tan
desconcertante; en cambio, las cejas doradas de Soren se juntaban con
preocupación mientras se arrodillaba en el suelo a su lado.
Gabe no sabía por qué, dado que Soren por lo general lo ponía inquieto,
pero la presencia del hombre ahora se sentía como un bálsamo calmante.
Aun así, no pudo evitar gritar cuando Soren lo levantó por los hombros,
colocando suavemente la mitad superior de Gabe en su regazo. Mierda.
Para ser un hombre que parecía tan delicado, ciertamente era fuerte.
Y entonces... cambió.
—No —dijo Soren, sus pulgares frotaron suaves círculos sobre las
mejillas de Gabe—. Ya no te duele. No sientes ningún dolor. Ninguno en lo
absoluto.
Soren era...
Gabe no estaba seguro de cuántos minutos pasaron así, su mente era una
neblina dichosa mientras que Soren lamía su piel herida. Finalmente, Soren
levantó la cabeza y lo miró con una expresión inescrutable. —Hice todo lo
que pude, pero tu brazo me supera.
Gabe había olvidado incluso que tenía un brazo roto. Qué raro.
Los ojos de Soren habían vuelto a ser azules y sus dientes tenían el tamaño
normal. Pero su expresión era cautelosa, como si estuviera esperando la
reacción de Gabe, y Gabe sabía que no se había imaginado todo lo que
había visto antes.
Entonces, ¿por qué Gabe se había sentido así entre sus brazos? Incluso
antes de que Soren usara su extraña magia vudú con él, Gabe se había
sentido… aliviado. A salvo, ¿había sido todo una mentira?
Danny asintió, tenía una amplia sonrisa y sus mejillas pecosas estaban
rosadas. —Lo es. Es súper genial. No vamos, um, a pasar tres semanas en
Bali.
Gabe ni siquiera podía estar celoso de sus vacaciones. Realmente no. Danny
se lo merecía. Una vez que finalmente vio a su hermano siendo feliz, Gabe
se dio cuenta de lo infeliz que había estado siendo antes.
Danny seguía mirando a Gabe como si esto tuviera algo que ver con él. —
Sí. Pero la cosa es que yo esperaba...
Gabe se aclaró la garganta. —¿Y qué hay de tu, eh... compañero de cuarto?
Pero…
Pero no era lo mismo, Gabe razonó. Danny era... Danny. Seguía siendo su
hermano pequeño, solo que ahora seguía una… dieta particular.
Soren.
Incluso eso le ganó una pequeña sonrisa de parte de Roman, antes de que el
vampiro girara el rostro hacia Danny y su sonrisa se hizo tan grande y cursi
que Gabe se sintió avergonzado de tener que presenciarla.
Los músculos de Gabe se tensaron. Solo había otra persona que entraría a la
casa sin llamar.
Al menos eso era lo que Gabe solía pensar. Pero ahora sabía lo que yacía
debajo de esa belleza. Así que no le importaba la reacción de su cuerpo ante
la presencia de Soren.
Gabe no sabía por qué Danny se molestaba en ofrecerle comida. Gabe era la
única persona en la mesa que realmente necesitaba comer. Los demás sólo
lo hacían por… bueno, por diversión, como le había dicho su hermano.
El destello en los ojos del rubio le dijo a Gabe que estaba metido en un gran
embrollo.
Mierda.
Gabe se apresuró a terminar el resto de su cena, a pesar de que su apetito
había desaparecido hacía mucho tiempo. Necesitaba salir de esa casa.
Así que… vivir con un vampiro que disfrutaba torturándolo, uno que podía
jugar con su mente con solo mirarlo a los ojos. Sin Danny o incluso Roman
para protegerlo.
Resultaba que los humanos eran mucho más fáciles de intimidar que los
perros.
—¿Dices que soy el papi del pulgoso? —Soren miró hacia arriba para
ver a Roman apoyado contra la puerta, luciendo demasiado divertido con la
escena frente a él para su gusto.
Soren tarareó, haciendo ruido con las agujas de ganchillo. No estaba del
todo seguro de si las palabras de Roman pretendían ser una declaración
directa. Soren había estado viviendo en la misma casa que esos dos
tortolitos durante más de un año. Había hecho todo lo posible por
mantenerse fuera del camino de ambos, y ninguno de los dos había dado
ninguna indicación de que querían que se fuera; pero, tal vez Roman estaba
tratando de abrirse pasa casualmente a través de un desalojo verbal.
Soren dejó las agujas, cruzó las manos sobre el regazo y le dirigió a Roman
su mirada más sincera. —Te prometo que cuidaremos bien del perrito.
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero Soren asintió de todos modos. —Me
aseguraré de ello.
Hubo otro largo silencio mientras que Roman buscaba algo en su rostro.
Soren arqueó una ceja. —Si sabes que los dos estaremos viviendo juntos
durante tres semanas, ¿verdad?
Soren se salvó de una respuesta por los sonidos de Danny al volver a casa.
—¡Ya estoy! —El compañero de Roman llamó desde otro lado de la
vivienda—. ¡Estoy listo! ¡Vamos, vamos, vamos!
La mirada en el rostro de Roman cambió tan rápido que fue casi divertido.
Se acabó el duro escepticismo que había estado dirigiéndole a Soren,
reemplazado por una dulzura que él jamás esperó ver en el rostro de su
amigo.
Un aburrido hombre humano que olía y sabía como la cosa más deliciosa
que Soren jamás había probado.
Y por mucho que Soren sabía que no tenía sentido, que tres semanas cerca
de Gabe no serían suficientes para la opinión que el tipo testarudo tenía
acerca de él, no pudo evitar que su vampiro interior se animara ante la idea
de tenerlo tan cerca.
Otra cosa por la que estar de mal humor, si Soren se sentía inclinado a estar
de mal humor.
Era bastante cierto que había venido aquí por un brebaje “anti-caries”
particular. No es que Soren, siendo el vampiro deslumbrante y eterno que
era, tuviera que preocuparse por las caries...
Qué cosa tan malintencionada para decir. Era casi suficiente para que a
Soren le gustara.
Había otra razón por la que a Soren le gustaba esta cafetería en particular,
además del tonto nombre gótico y de la existencia de su café con caramelo,
chocolate y crema batida a la que se había vuelto adicto, era la vista.
Soren sonrió para sí mismo. Casi pero no del todo. Porque, dulce Jesús, el
hombre era injustamente guapo.
¿Alguien podría realmente culpar a Soren por querer darle una mordida?
Tentador. Bastante tentador. Pero probablemente era una mala idea. Danny
inevitablemente se cabrearía cuando se enterara. Y un Danny enojado
equivaldría a tener un Roman en modo asesino.
Soren suspiró en su café, sin importarle que Alicia estuviera esperando una
respuesta de él.
Y sí, de vez en cuando Soren tal vez jugaba con el humano solo para sacarlo
de quicio. ¿Pero eso no era lo que todos hacían cuando estaban flechados de
alguien?
Era casi suficiente para que Soren pensara que Gabe era realmente inmune
a sus encantos. En todo caso, nunca había visto al humano involucrado
románticamente con otro hombre. Y quizás Soren se estaba arrimando al
árbol equivocado.
Así que decidió, sorbiendo su azúcar líquida, que haría algo al respecto.
Gabe inhaló profundamente por la nariz y exhaló por la boca, haciendo todo
lo posible para no caer en ese lío familiar de pensamientos. En cambio, se
centró en Chloe y en charlar por unos minutos mientras esperaba al Dr.
Monroe. Chloe incluso se ofreció a acompañar a Ferdy si Gabe necesitaba
apoyo.
El Dr. Monroe levantó la vista de su renuente presa, con los ojos muy
abiertos por la sorpresa que le generó el tono áspero de Gabe. —¿Cuál es la
prisa, King? ¿Tienes una cita para desayunar? —El idiota sonaba un poco
celoso ante la idea.
¿Cómo hacia ese hijo de puta para moverse siempre de forma tan
silenciosa?
La misma razón por la que Gabe había estado tan ansioso por salir a tiempo
esa mañana. Había querido evitar una situación igual a esta.
Odiaba que solo hubiese bastado que Soren escuchara a uno de los
lugareños llamándolo por su apodo de la escuela secundaria (King), para
que ahora se burlara de Gabe con eso todo el tiempo.
Soren solo le sonrió, luciendo complacido consigo mismo por haber irritado
a Gabe con dos simples palabras.
Mientras tanto, el Dr. Monroe se acercó sigilosamente hasta ambos con sus
ojos brillando con evidente interés. —¿Quién es tu amigo, King?
Gabe entró en los vestuarios antes de darse cuenta de que Soren lo había
seguido. Le dio una mirada severa por encima del hombro. —No tienes
permitido entrar aquí.
La única respuesta de Soren fue una mirada fija, como las reglas humanas
normales (como vestuarios exclusivos para el personal), fueran un concepto
tan extraño que ni siquiera mereciera una reacción.
Los encuentros sexuales frecuentes solían ser la mejor opción para aliviar
su estrés y despejar su mente, pero desde su ataque, no se había sentido
inclinado a ello.
Soren se puso un par de anteojos de sol mientras salían por las puertas del
hospital hacia el auto de Gabe. Tal como Danny lo había explicado, la luz
del sol no era técnicamente perjudicial para los vampiros, pero el brillo sí
les irritaba los ojos, especialmente si su demonio interior estaba fuera.
Había muchos conceptos erróneos por ahí sobre los que Danny había estado
educando lentamente a Gabe. Los vampiros no necesitaban una invitación
para entrar en una casa. No necesitaban matar para alimentarse. Podían
comer comida humana si eso deseaban, pero simplemente no los nutría de
ninguna forma. Y sus colmillos permanecían ocultos, a excepción de
cuando su demonio interior (así es como Roman y Danny llamaban a sus
lados vampíricos) tomaba el control.
Gabe solo había visto a Soren con su demonio fuera una vez. Esa mañana
en la que Lucien lo atacó. Soren tuvo que haber estado siguiendo al otro
vampiro, porque apareció de la nada, rescatando a Gabe y calmándolo con
su compulsión vampírica.
Pero, incluso si hubiera sido por una buena razón, Soren había usado sus
poderes sobre Gabe, había afectado su mente, sus percepciones, sus
emociones.
Él quería irse.
Mierda.
Sabía lo que venía. Y a veces era como si el saberlo hiciera que sucediera
más rápido.
Soren usó el pulgar de su mano para frotar suavemente el costado del cuello
de Gabe. —Sí puedes, dime cinco cosas que veas —ordenó amablemente.
Esos ojos. De un azul tan claro y pálido. Con toda su intensidad, ahora
estaban centrados en Gabe.
Los labios de Soren se torcieron. —Bien. Cuatro cosas que puedas sentir.
Soren le dio un ligero apretón en el cuello. —Bien, Alteza. Muy bien. Dos
cosas que puedes oler.
Soren no se burló de él, pero esos ojos pálidos se encendieron con un fuego
interno. Gabe no podía decir si estaba ofendido o complacido ante eso. El
vampiro continuó con el ejercicio de anclaje a tierra. —Algo que puedas
saborear.
Pero Gabe negó con la cabeza. —Ahora estoy bien. Gracias. Eso me ayudó
—No estaba exactamente bien, pero el pánico había retrocedido. A su paso
había dejado una sensación temblorosa de debilidad, la misma que siempre
quedaba atrás después de ataques como ese. Como si Gabe pudiera dormir
durante una semana. O romper a llorar en cualquier momento.
Gabe sintió que su pánico aumentaba de nuevo ante las palabras, pero
también llegó una sensación de... alivio. Aun así, protestó. —¿Qué quieres
decir? Tenemos que hacerlo.
Por eso Soren estaba con él ahora mismo. Para usar su compulsión y ayudar
a que las visitas continuaran mientras Danny estaba en su luna de miel.
Soren sacó a Gabe de sus pensamientos al abrir la puerta del auto. —Ella
está bien —informó el vampiro, escaneando la cara de Gabe como si eso le
diera respuestas sobre su estado mental—. Está feliz y tranquila.
Eso no era lo que Gabe esperaba que dijera. Había estado pensando que
sería algo así como: “Obviamente voy a dejarte en casa y hacer lo mío,
perdedor.”
¿Quién quería pasar el rato con alguien que acababa de tener un colapso en
medio de un estacionamiento?.
Rudy's era un lugar para desayunar que Danny le había presentado a Soren,
en una de las pocas ocasiones en que ambos habían estado solos. Soren
estaba lo suficientemente encariñado con la adorable pareja de su amigo
Roman, pero no diría que él y Danny tenían necesariamente mucho en
común. Danny era dulce, compasivo, cariñoso. Y Soren era... bueno, Soren.
Sin embargo, una cosa que compartían era el amor por una buena comida
grasienta.
Sheryl colocó sus cafés frente a ellos momentos después, y Soren miró a
Gabe con ojo crítico mientras el otro hombre ordenaba su desayuno. El
humano todavía parecía aturdido, sus ojos dorados y vidriosos. No era de
extrañar después del ataque de pánico que había tenido en el auto.
Se había dado cuenta de que Gabe estaba tenso en el hospital, actuando más
irritable y nervioso que de costumbre. Pero Soren había pensado que Gabe
estaba molesto con él por presentarse sin previo aviso en lugar de esperarlo
afuera.
Soren supuso que podría haberlo esperado fuera. Pero no había podido
resistirse a la idea de ver a Gabe en su hábitat natural. Había algo en él que
hacía que Soren quisiera estudiarlo, como al insecto bajo un microscopio.
¿Gabe también era un idiota fanfarrón en su calidad de médico oficial? ¿O
secretamente se portaba todo tierno, tomando la mano de sus pacientes,
convenciéndolos que todo estaba bien en el mundo?
Y Cristo, ese hombre tenía un cuerpo para chuparse los dedos. Bronceado y
bien musculoso, con un borde delgado en él por todas las largas sesiones de
correr que tenía. Soren no se había avergonzado de comerse con los ojos ese
pecho sin camisa.
Gabe bufó ante eso, pero carecía de su borde habitual. Así que todavía no
había vuelto a ser él mismo, entonces. —¿Has tenido ataques de pánico? ¿A
qué podrías tenerle miedo? Eres como invencible.
Pero, aun así, Gabe se daba cuenta de muchas cosas a pesar de todo. Tal vez
pudiera leer indicios del pasado de Soren en su rostro. Era un poco insólito.
Ni siquiera Roman, que de alguna manera se había abierto camino hasta
convertirse en el amigo más cercano de Soren en las últimas décadas,
conocía toda la historia de su pasado.
Claro.
—La gente desea muchas cosas que son malas para ellos.
Gabe le dirigió una mirada escéptica. Soren no sabía por qué estaba
presionando el asunto, molestar a Gabe hasta la muerte probablemente
estaba totalmente en contra a su gran plan de seducción, pero sentía que no
podía detenerse. —Vamos, toma un bocado. ¿Nunca haces lo que quieres?
Soren negó con la cabeza. Este hombre. —Tú y Danny tienen el mismo tipo
de enfermedad. Simplemente exhiben diferentes síntomas. Nunca hizo lo
que quería tampoco, hasta que llegó Roman.
Gabe soltó una risa amarga, ignorando la oferta de panqueques de Soren y
tomando en cambio un bocado de tocino. —Bueno, ciertamente está
haciendo las cosas que quiere ahora. ¿Cuánto tiempo crees que tardará en
salir corriendo hacia la puesta de sol y dejar este horrible pueblo para
siempre?
—¿Por qué crees que haría algo así? —Soren alzó la barbilla con voz
indignada. Ignorando el hecho de que estaba de acuerdo con Gabe sobre lo
de “horrible pueblo”.
Gabe hizo una mueca, una mirada de verdadero dolor cruzó por su rostro, y
Soren trató de ignorar el hecho de que esa expresión se sentía como un
cuchillo retorciéndose en su propio estómago.
Gabe siseó y se llevó una mano al lugar donde Soren había golpeado. Qué
bebé. —¿Por qué soy un estúpido? —preguntó, mirándolo.
—¿Y cómo piensas hacer eso si ni siquiera pudiste salir hoy del auto?
Aun así, no era el peor lugar. Tenía bebidas decentes, con una pista de baile
que, a pesar de la evidencia actual, se podía animar lo suficiente en las
noches de los fines de semana. Pero no era nada comparado con los clubes a
los que Soren había estado frecuentando en sus viajes. Se humedeció los
labios mientras que recuerdos de pieles resbaladizas y cuerpos apretados
girando bajo las luces brillantes pasaron por su mente.
París, Nueva York, Dubái. Había tantos lugares mejores que estar aquí.
Claro.
Ya no, querrás decir. Soren hizo a un lado ese pensamiento y tomó otro
sorbo de su bebida.
—Qué casualidad verte aquí —Dijo una voz detrás de él. Era
profunda y suave, pero Soren podía detectar la adulación a kilómetros de
distancia.
Aun así, Soren estaba aquí por una razón. No estaba en búsqueda de un
príncipe azul. Se volvió hacia un lado, mirando al hombre que había
aparecido por encima de su hombro. Era alto, musculoso, con el cabello
rubio más corto que el de Soren.
No había nada.
Pero esa no era razón para pasar hambre. Incluso si este hombre se sentía…
equivocado. Demasiado rubio, demasiado suave, demasiado agradable.
Soren soportó un poco más los intentos de coqueteo del doctor, luego se
inclinó hacia él, mostrándole una sonrisa. Era una versión atenuada de la
que dejaba a tanta gente inquieta en su presencia. Esa que amaba darle a
cierto doctor estirado, solo para verlo retorcerse.
Soren suspiró. Supuso que Monroe objetivamente no olía mal. Llevaba una
especie de loción para después del afeitado con aroma a sándalo,
claramente costosa. Pero no olía... a limpio. La forma en que Gabe siempre
olía. Como a cítricos y jabón. Incluso después de un turno de doce horas, o
de una de sus largas carreras por los senderos de la ciudad.
Pero desde que llegó a esta aburrida ciudad, el vampiro interior de Soren no
quería recuperar ninguno de sus viejos hábitos. La verdad es que no quería
follar con este médico. Solo quería una cosa. A una sola persona.
Pero no había sido él mismo desde que llegó a Hyde Park, y lo vio a él.
¿Porque no era así como preferiría pasar la noche? Quería estar de vuelta en
la casa, con sus ojos sobre Gabe, asegurándose de que el humano estaba
bien después del ataque de pánico que sufrió en la mañana.
Excepto que Gabe estaba en su estúpido trabajo. La única razón por la que
Soren había terminado saliendo.
Esto era todo. Era hora de que Soren se fuera; oficialmente se había
quedado en un lugar por demasiado tiempo. Debería hacer caso a la
advertencia.
Mierda.
Alcanzó ciegamente su teléfono e hizo una mueca cuando vio la hora. Las
cinco de la tarde. No había tenido la intención de dormir hasta tan tarde en
lo absoluto. Por lo general, el primer día de un período de tiempo libre,
Gabe intentaba despertarse tan temprano como su cuerpo se lo permitía.
Dormir tan tarde después de un turno de noche significaba que
probablemente terminaría quedándose despierto toda la noche siguiente y su
horario de sueño se vería jodido por los próximos días.
Mierda. Mierda.
El regazo de Soren.
Gabe no había visto mucho al vampiro en los últimos días, a pesar de que se
quedaban en la misma casa. Gabe había estado trabajando o durmiendo, y
Soren, por extraño que parezca, no había aprovechado la oportunidad que le
brindaba la cercanía para molestarlo. Mientras que Gabe, por su parte, no
había buscado al vampiro para nada, sin querer sacar a relucir la muy
necesaria conversación de un nuevo intento de visita a su madre.
Soren se tomó un segundo de más para apartar los ojos del pecho desnudo
de Gabe (Gabe estaba tan acostumbrado a vivir solo que ni siquiera había
pensado en ponerse una camisa), antes de responder: —Lo cansé. Usé mi
velocidad de vampiro para correr con él en el bosque detrás de la casa.
Oh. Por supuesto. Gabe abrió la boca, luego la volvió a cerrar sin saber qué
decir. Sabía por Danny que a los vampiros a menudo les gustaba mezclar el
sexo con la alimentación (que francamente era más información de la que
Gabe necesitaba escuchar de su propio hermano recién vampirizado).
Gabe no estaba seguro de por qué Soren estaba haciendo esa comparación.
Roman era el esposo de Danny. Su compañero predestinado. Esta era una
situación completamente diferente.
Una hora más tarde, estaban comiendo de recipientes de comida para llevar
en la mesa de la cocina, ambos habían acordado que usar platos reales era
solo una forma de acumular trastes para lavar. Gabe se había puesto una
camisa, sin perder de vista la forma en que Soren hizo un puchero de
decepción en cuanto le dijo que iba a vestirse.
Gabe estaba nervioso por vivir en la misma casa que Soren. Más que
nervioso. Estaba medio convencido de que sin Danny o Roman como
acompañantes, Soren intentaría meterse en su cabeza otra vez. Que trataría
de meterse con la mente de Gabe, manipular sus emociones. Pero Gabe se
estaba dando cuenta de que había calculado mal ese riesgo.
Con Soren habiendo usado su extraña habilidad de compulsión para aliviar
el ataque de pánico que Gabe había tenido el otro día. Fácilmente podría
haberlo obligado a entrar en la casa de cuidados para terminar con su visita.
Pero en cambio, había consolado a Gabe con palabras tranquilizadoras y
una presencia firme. Lo había llevado a desayunar y le había dado tiempo
para ordenar sus ideas.
Gabe nunca admitiría que la galleta estaba deliciosa. Nadie necesita ese tipo
de azúcar en su vida de forma regular.
—Háblame de tu mamá.
Sería una evasión fácil decir que el único problema era que Soren
incomodaba a Gabe. Pero por alguna razón, Gabe no quería dejar al
pequeño monstruo pensando que todo era culpa suya. No cuando había sido
tan paciente con él el otro día.
Soren suspiró y dejó su galleta, juntando las manos sobre la mesa frente a
él. —¿Sabes cuántos años tengo, Alteza?
Las palabras del vampiro eran duras, pero su tono era... suave. A Gabe le
recordaba el consuelo que había sentido con la mano fuerte y delicada de
Soren en la parte posterior de su cuello, y su voz dándole órdenes
tranquilizadoras.
Gabe ni siquiera había tenido una conversación real con Danny sobre sus
sentimientos respecto a la madre de ambos. No era como si le hubiera
contado a Soren ningún detalle real, pero aún así... se alivianó un peso en su
pecho el solo aceptarlo en voz alta: tenía sentimientos complicados con
respecto a su madre, más allá del amor incondicional y la devoción.
Soren asintió alegremente. —Es una de las mejores películas jamás hechas.
Gabe se río. —¿Me dijiste en la cena que tienes más de trescientos años... y
una película sobre dinosaurios es una de las mejores que se han hecho?
La imagen que Soren había pintado para Gabe de su vida pasada lo hacía
parecer una especie de juerguista lascivo con colmillos. El por qué querría
quedarse y ver uno de los DVD de la infancia de Gabe junto a él, era un
completo misterio. Después de la cena, el vampiro simplemente le había
dicho que les preparara palomitas de maíz y luego desapareció en la sala de
estar para "reducir su selección".
Gabe asintió hacia la mano derecha de Soren. —¿Y cuál era la otra opción?
—Iré a por las palomitas —Se ofreció Gabe. ¿Y qué si su voz salió un
poco áspera?
Ante la mirada de Gabe, Soren abrió mucho los ojos con falsa inocencia. —
¿Qué? Necesito poder alcanzar las palomitas de maíz.
Gabe no dijo nada. Había tenido razón: el atuendo de Soren era suave, la
manga rozaba su brazo desnudo.
Tragó saliva sintiendo su boca repentinamente seca y trató de concentrarse
en la película. Deseaba que su pene no se endureciera de nuevo mientras
que el olor a pino y océano de Soren flotaba sobre él. No se podía ocultar
una erección en estas sudaderas, y no quería darle al vampiro la satisfacción
de saber cuánto lo afectaba.
Pero Gabe estaba demasiado feliz como para preocuparse por otra cosa que
no fuera la sensación de las manos de Soren sobre su piel. Esas manos que
ahora se deslizaban por sus costados, acariciando suavemente en lugar de
amasar. Gabe se estremeció de nuevo, se le puso la piel de gallina.
Pero antes de que Gabe pudiera recuperarse, una de las manos que se
deslizó por su costado, se movió hacia el frente. Se quedó quieto, apenas
respirando mientras que delicados dedos apenas ahuecaban su polla ahora
dura como una roca.
Su cuerpo se sentía caliente. —Es una reacción natural –gruñó, sin saber si
quería apartar esa mano o presionarla más contra sí mismo.
Maldición.
Gabe nunca antes se había sentido tan sensible al tacto de otra persona.
Nunca había sido llevado a este estado por unos simples toques y una mano
en su pene cubierto.
Debería poner fin a esto. Ahora mismo, antes de que las cosas fueran más
lejos. Había un millón de razones por las que todo esto era una mala idea.
Soren le dio un suave beso en la nuca. —¿Me dejas hacerte sentir bien,
Alteza?
Gabe dejó caer todo su peso contra él, cediendo a la sensación de dicha. —
No me importa lo que digas. Tus manos son jodidamente mágicas, mocoso.
Soren tarareó detrás de él, logrando de alguna manera que el simple ruido
sonara presumido.
Pequeño monstruo.
Gabe debería sentirse asustado. Debería recordarle a Soren que no quería
ser la cena de nadie. Pero estaba demasiado hipnotizado por los sonidos que
hacía buscando su propio placer. Los pequeños jadeos y gemidos,
amortiguados por la piel de Gabe, mientras que el vampiro se acercaba a su
liberación. La mano libre de Soren recorrió frenéticamente el estómago de
Gabe, sus hombros, sus pectorales. Como si tocarle la piel fuera en sí
mismo un éxtasis para él.
—¿Y ahora qué? —Las palabras fueron tan bajas que Gabe casi no las
escuchó. Pero lo hizo. Y lo volvió a escuchar. Ese toque de vulnerabilidad,
una emoción que nunca antes había asociado con Soren.
Cualquier perdida de cabeza que Gabe pudo haber tenido por lo que acaban
de hacer, fue dejado de lado. No quería que Soren se sintiera miserable. Por
una vez, no quería ser el idiota después de un encuentro de una noche.
De todos los olores del mundo, ¿por qué este tan simple era tan
embriagador?
Soren había estado nervioso desde que recibió ese mensaje, pero en lugar de
que eso lo echara de ahí corriendo, como lógicamente debería haberlo
hecho (tal como lo había hecho en el pasado), lo había dejado sintiéndose...
protector.
Su humano.
Cuando Gabe había estado tan rígido, a Soren le preocupó que su relación
hubiese retrocedido. Que tal vez le volvía a tener miedo.
Soren todavía tenía recuerdos muy vívidos del año pasado, cuando al
descubrir lo que Soren era, Gabe lo había echado de su habitación
llamándolo monstruo.
Probablemente era la misma razón idiota por la que Soren no podía dejar la
ciudad. La misma razón por la que se había sentido atraído por este hombre
desde el mismo momento en que lo vio. La misma razón por la que Soren
continuaba refiriéndose a él como “su humano” accidentalmente.
No lo hacía.
Por razones más allá de lo obvio: era diez veces más fuerte que un humano
y podría escaparse con facilidad si realmente deseara eso.
Pero una noche de tocar no era igual a obtener un permiso en general, así
que, en lugar de deslizarse hacia abajo por el cuerpo de Gabe, Soren se
movió hacia arriba. Acarició su nariz detrás de la oreja de Gabe, inhalando
más de ese delicioso aroma. Él se agito debajo de Soren.
Y tenía razón.
La polla de Gabe era perfecta. Dura y gruesa, con una ligera curva que
Soren sabía que se sentiría increíble dentro de él. No goteaba tanto como
Soren, pero había una pequeña gota de líquido preseminal sobre la punta
enrojecida, esperando a ser probada.
Delicioso.
Soren se tomó su tiempo, mapeando el tamaño y la forma de la polla de
Gabe con lamidas de gatito. No chupaba, no todavía. Simplemente palpó su
camino con la lengua.
Pero había estado esperando mucho tiempo para tener en sus manos a este
humano, y no quería apresurar la experiencia. Lamió su camino por el eje
hasta las pelotas de Gabe, moviéndose para hacer rodar una y otra de forma
experimental dentro de su boca.
Malditamente. Delicioso.
Soren lamió los restos de sus labios lentamente mientras se fijaba en los
ojos dorados de Gabe. Se deleitó con el ligero temblor en el torso del
hombre el cual podía sentir bajo sus manos. —Eres bastante rápido, Alteza.
Sin embargo, había tenido una corazonada. Después de todo, había estado
vigilando a Gabe con mucho cuidado el año pasado. Especialmente después
del ataque de Lucien. Así que ya sabía más o menos que Gabe no estaba
precisamente saliendo desde hacia tiempo.
Otra vez ese “por favor”. Soren asintió, con la esperanza de que el calor en
su rostro no fuera una señal de que se estaba sonrojando, porque eso habría
sido simplemente... vergonzoso, maldita sea.
Se deslizó por las piernas de Gabe, dando un pequeño grito cuando un par
de manos agarraron con firmeza su trasero, y tiraron de él hasta dejarlo a
horcajas sobre la cara de Gabe.
Soren apenas tuvo tiempo de respirar antes de que Gabe se tragara su polla
por completo.
—Dios —Jadeó.
Pasó un largo minuto antes de que pudiera decidirse a liberar a Gabe de sus
besos, dándole a su labio una última mordida antes de deslizarse hacia un
lado y acurrucarse contra Gabe en el sofá.
Gabe lo miró con una ceja oscura levantada. —¿Qué? ¿Chupando polla?
—Mm-hmm.
—¿Tú… tú no…? —Era raro que Soren se quedara sin palabras, pero
su cerebro estaba agradablemente borroso después del orgasmo, y solo
había visto a Gabe con mujeres antes... Un pensamiento que en su actual
estado de éxtasis lo volvía un poco asesino.
No por la parte de las mujeres, si no por imaginar a Gabe con alguien más
en general.
Soren había conducido hasta allí, medio temeroso de que Gabe tuviera otro
ataque de pánico, esta vez mientras estaba al volante. Soren podía
sobrevivir prácticamente a cualquier accidente automovilístico, pero los
humanos eran... inquietantemente frágiles.
Ahora Gabe estaba mirando por la ventana del pasajero hacia la casa de
cuidados frente a ellos, tenía una mirada vidriosa en sus ojos. Era un poco
preocupante, pero su respiración era constante y uniforme, por lo que Soren
lo estaba dejando simplemente pasar por su momento.
Se sentaron así unos minutos más antes de que sonara el teléfono de Soren.
Se puso tenso y lo sacó de su bolsillo con la mano libre, mirando hacia
abajo con temor, medio esperando otro mensaje amenazante de él.
Soren alzó la vista con una mueca. Al parecer Roman estaba teniendo
pelotas azules en su luna de miel.
¿El humano estaba preocupado de que Soren tuviera mejores cosas que
hacer? Negó con la cabeza, alcanzando nuevamente la mano de Gabe. —No
tengo prisa, Alteza. Solo era Roman, reportándose. Deberías enviarle un
mensaje de texto a tu hermano.
Soren prefería con creces ese rubor tímido a la mirada perdida que había
estado exhibiendo en sus ojos durante los últimos diez minutos. Con su
pulgar le acarició los nudillos y Gabe tomó una honda respiración en
respuesta.
Solo pensarlo envió una oleada de calor por su columna vertebral. La ducha
se había mantenido bastante casta, pero el acto de lavarse el uno al otro de
alguna manera había sido más íntimo que correrse juntos.
Tal vez para Gabe también, a juzgar por la manera en que su rubor había
viajado hasta su cuello.
Soren soltó la mano de Gabe y se acercó para agarrar su nuca. Dio un suave
apretón y luego lo empujó a su nivel, mirándolo firmemente a los ojos. —
¿Sabes qué en mi muy larga vida, he descubierto cual es la más
perturbadora de las emociones humanas?
—La vergüenza.
—La vergüenza infecta todas las demás emociones que toca —Volvió
a apretarle la nuca—. Lo que acabo de escuchar es la historia de un niño,
porque catorce años todavía es un niño, obligado a crecer demasiado rápido.
Convirtiéndose en un pseudopadre justo después de la pérdida del suyo. Tu
enfado hacia tu madre está justificado.
Gabe abrió la boca para protestar, pero Soren lo interrumpió. —Lo está.
Pero por estar enferma, por la responsabilidad que sientes hacia tu hermano,
te avergüenzas de ese enfado. Intentas embotellarlo, sentirte culpable por
ello. Pero esa no es la forma de sanar. Todo lo que eso hace es permitir que
las cosas se encajonen. Puedes estar enojado y aun así amar a tu mamá.
Puedes odiar verla así, odiar que te haya olvidado y aun así hacer lo
correcto por ella. No eres una mala persona.
Eso pareció romper algo dentro de él, los ojos de Gabe finalmente
lagrimearon por completo, con gotas derramándose por sus mejillas. Soren
soltó su cuello y se inclinó sobre la consola central para tomar la cara de
Gabe con ambas manos, limpiando el rastro de lágrimas con los pulgares.
Excepto que lo molesto era que, para Soren, Gabe era todo lo contrario.
Chico dorado. Danny le decía así a su hermano. Y lo era. Era fácil el ver
por qué había sido tan popular durante la escuela secundaria. La buena
apariencia y el encanto eran suficientes por sí solos, pero había una
amabilidad y bondad genuinas justo debajo, incluso si Gabe no lo sabía. Y
eso era una rareza en este mundo.
Habían visitado a su madre por segunda vez juntos esa mañana. Cada vez
era más fácil entrar a ese lugar. Saber que Soren estaría allí para mantenerlo
unido si comenzaba a desmoronarse era un consuelo que Gabe no sabía que
necesitaba.
Gabe no tenía idea por qué de repente era tan fácil hablar con Soren. Tal vez
solo era el hecho de que nunca antes lo había intentado.
Pero ahora, el hecho de que Soren había visto a Gabe en sus momentos más
débiles y aun así lo deseaba. Un hecho que Soren había dejado en claro esa
misma mañana mientras le chupaba la polla a Gabe en la ducha, hizo que se
sintiera… de una forma.
Soren agitó una mano sin mirarlo. —Silencio, humano. No sabes de lo que
hablas.
Gabe puso los ojos en blanco, incapaz de evitar acercarse más al vampiro
hasta que su cabeza pudo descansar fácilmente sobre el hombro de Soren.
Era como si, después de un año de intentar mantener la distancia, ahora que
se había permitido tocarlo, siempre quisiera estarlo haciendo.
Se sentaron así por un tiempo, Gabe derritiéndose lenta pero segura con el
toque del vampiro. Las caricias de Soren eran incluso mejores que salir a
correr.
Gabe se movió y volvió la cabeza para que Soren pudiera acariciar el otro
lado. —¿Qué hay de mí?
La respuesta de Soren fue tirar de los rizos de Gabe de una manera que lo
obligó a mirar hacia arriba y encontrarse con los ojos del vampiro. —Dime
la verdad —Soren bromeó—. Estabas en una fraternidad en la universidad,
¿no?
Gabe sintió que se sonrojaba. —Es una buena manera de hacer conexiones.
Los ojos claros de Soren se entrecerraron. —¿Y por qué no crees que a la
gente le gustará el verdadero Gabriel Kingman?
Gabe trató de no entrar en pánico ante la pérdida del toque de Soren. —Y,
sin embargo, Danny ya no es humano.
Soren arqueó una ceja pálida. —¿Por qué es, como dices, extraño?
Gabe se pasó una mano por sus propios rizos bruscamente, frustrado
consigo mismo. —¿Sabes qué me hace sentir menos asustado? Saber las
cosas. Saber cómo funcionan. Sabiendo cómo funcionan los cuerpos es
cómo puedo arreglarlos. Así es como me gano la vida. Los vampiros nunca
fueron parte de esa ecuación. No tengo idea de cómo funciona tu cuerpo.
Soren tenía razón, aunque a Gabe no le gustara admitirlo. Danny iba a vivir
por años, siglos, más de lo que Gabe podría soñar. Su hermano no
necesitaba su protección.
—No lo sé. Lo que todos quieren, supongo. Ser feliz. Solo que no
estoy seguro de saber cómo —La verdad se le escapó fácilmente gracias a
su estado de relajación.
Gabe se sentó. —Yo puedo ser divertido —Se abalanzó hacia adelante y
clavó los dedos en las costillas de Soren.
Tal vez se correrían juntos antes de que se fuera a trabajar, pero a Gabe
también le gustaba esto. Cuando el vampiro coqueto y juguetón dejaba que
Gabe fuera suave y necesitado. Aparentemente Gabe se estaba
transformando en una zorra de mimos. Era algo extraño, ya que nunca antes
lo había sido.
Soren tarareó ese sonido evasivo que tanto amaba. —Me halaga que lo
recuerdes.
—¿Porque te detuviste?
Gabe no sabía qué hacer con esa clase de información. ¿Soren se había
detenido de fumar porque a él no le gustaba?
Soren se quedó en silencio durante tanto tiempo que Gabe pensó que no
respondería. —No particularmente.
—Oh.
Aun así, no se atrevió a levantarse del sofá. Quería seguir tocando a Soren.
Quería seguir sintiéndome así de bien.
Incluso si no duraría.
Gabe suspiró, inclinando la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro,
intentando deshacer la tensión en su cuello. Estaba a punto de terminar de
hacer las ordenes médicas para la paciente que acababa de visitar. Esperaba
que pudieran retirarle el tubo respiratorio por la mañana. Cuando se lo dijo,
ella tenía lágrimas de alivio en los ojos: era doloroso estar conectado a un
respirador cuando estabas lo suficientemente despierto como para ser
consciente de ello. Ella le había tomado la mano en una señal de gratitud, y
él mismo había necesitado todo su poder para no derramar algunas
lágrimas.
Su madre había estado demasiado fuera de sí. Danny era demasiado joven.
Y Gabe había estado... perdido. Demasiado viejo para tener el colapso
como él quería, demasiado joven para tener idea de lo que realmente estaba
pasando. Cuando un médico los llevó a un lado y les explicó las heridas de
su padre, Gabe se sintió muy agradecido de que hubiera alguien adulto con
ellos, alguien competente, capaz y que podía hacerse cargo.
Gabe no había estudiado medicina por las mismas razones inocentes por las
que Danny había estudiado enfermería. Gabe no tenía ese impulso que su
hermano poseía de querer salvarlos a todos, de cuidar de todos. Gabe
quería… Quería ser esa persona. El adulto competente y capaz. El que tiene
las respuestas de todo, por una vez.
Todos los internos de la UCI tenían que trabajar el turno de noche en algún
momento, pero los horarios de Monroe y Gabe no solían coincidir. Un
hecho por el que estaba muy agradecido.
¿En ese momento Soren había salido y… había follado con Monroe?
Entonces, ¿por qué la idea hacía que Gabe se sintiera tan miserable?
Gabe hizo todo lo posible por controlar sus emociones de camino a casa de
Danny, pero sus manos apretaban el volante con tanta fuerza que resultaba
doloroso.
Sabía que no estaba siendo razonable. Él y Soren no eran nada el uno para
el otro. Compañeros de cuarto temporales que se corrían juntos. Soren ni
siquiera era humano, por amor a Dios. Y probablemente no tenía ese
concepto de fidelidad y monogamia.
Roman adora el suelo por el que Danny camina. Gabe hizo a un lado ese
pensamiento tan inútil. Roman y Danny eran compañeros. Almas atadas.
Gabe era simplemente... conveniente para Soren.
¿Y qué si Soren era amable con él? ¿Y qué si abrazarlo en el sofá hacía que
la apretada bola de ansiedad siempre presente en el estómago de Gabe, se
desvaneciera de repente?
Jesús. Gabe estaba disgustado por sus propios pensamientos. Nunca antes
había sido una persona celosa. No comprendía este monstruo que
repentinamente habitaba bajo su piel.
Soren hizo rodar sus ojos. —Lo dudo, Alteza. Parece que estás a punto de
golpear a alguien.
—Estoy bien.
Gabe se pasó una mano temblorosa por el pelo. —Solo creo que, si vas a
andar jodiendo por ahí, al menos deberías tener la decencia de mantenerte
alejado de mis compañeros de trabajo.
—Ahora vas a callarte —Le ordenó Soren con calma. Todavía estaba
sonriendo, el pequeño lunático. Su cuerpo estaba justo contra el de Gabe. El
vampiro levantó una mano, apartando la de él, y deslizó sus propios dedos
dentro de su cabello, apretando su agarre para tirar de la cabeza de Gabe
hacia él.
Gabe negó con la cabeza, o al menos tanto como le permitía el fuerte agarre
en su pelo.
Los ojos claros de Soren se clavaron en los suyos. —No está listo para
saberlo, Alteza. Basta decir que la bestia dentro de mí, la que se alimenta y
folla, está un poco obsesionada últimamente. Acerca de cierto idiota en
particular.
Jesús. Gabe estaba perdido. Se estaba ahogando y Soren era tanto el agua
como el bote salvavidas.
Gabe no quería dejar de besar a Soren por un solo momento, y solo soltó la
boca del vampiro cuando recibió un gruñido de impaciencia, exigiéndole
que comenzara a quitarse la ropa.
El alivio que sintió Gabe al saber que Soren no se había liado con ese idiota
hizo que le temblaran las manos. ¿Por qué importaba tanto? ¿por qué Gabe
se había convertido en una bestia tan celosa? Bueno, pensaba examinar eso
más tarde. En este momento apenas y tenía la capacidad intelectual para
encontrar su propia habitación. Toda la sangre de su cuerpo había viajado
hasta su polla, tensándose contra sus pantalones.
Gabe siempre había sido el más grande y fuerte cuando se trataba de sexo.
Según las apariencias, esta vez no debería ser diferente, pero la fuerza
vampírica de Soren daba una vuelta a las tortillas. Era curiosamente sexy.
Soren se veía tan delicado, todo ángulos ágiles y complexión pequeña. Pero
era lo suficientemente fuerte para hacer lo que quisiera con Gabe, para
hacer que Gabe hiciera lo que él quisiera. Y ese contraste, por alguna razón,
lo tenía loco de la lujuria.
Pero Soren tenía otros planes. El vampiro gruñó con impaciencia, y Gabe se
obligó a encontrar nuevamente sus palabras. —En mi bolsa. En el bolsillo
exterior.
Observó cómo Soren se acercaba con pies ligeros hasta la bolsa de lona,
poseía la gracia de un gato doméstico.
—Lo lamento —Gabe dijo por segunda vez, necesitando que Soren
supiera que lo decía en serio.
Soren tarareó, sin decir nada más. Su esbelta polla rosada estaba enrojecida
y goteando, y Gabe nuevamente no quería nada más que poner su boca
sobre ella.
¿Tal vez Soren subiría un poco y dejaría que Gabe se la chupara de nuevo?
—¿Por qué crees que tienes derecho a dictar con quién me acuesto?
—Le exigió Soren, respirando a ráfagas cortas mientras que su mano
trabajaba detrás de él.
Jesús.
Esa debería haber sido una declaración que hiciera que la polla de Gabe se
pusiera blanda, no que se endureciera todavía más. Frotó sus manos sobre
los muslos pálidos de Soren, resistiendo el impulso de tocar el trasero del
vampiro. —No deseo a nadie más —Le aseguró.
Gabe cerró los ojos, tratando de evitar correrse de inmediato al ver cómo el
apretado calor de Soren lo envolvía. Se mordió el labio con tanta fuerza que
casi lo hizo sangrar mientras que él se deslizaba aún más abajo. El canal del
vampiro estaba exprimiendo la vida de la polla de Gabe. Era demasiado y
no suficiente, todo al mismo tiempo.
Pero mantuvo su agarre ligero. Puede que Soren le hubiese pedido que lo
follara, pero Gabe no tenía ninguna duda de quién era el que estaba
dirigiendo el espectáculo.
Gabe apoyó los pies en la cama, levantando las caderas para encontrarse
con Soren empujón tras empujón. Se sintió complacido cuando el vampiro
gimió, inclinándose hacia delante para hundir los dedos en los hombros de
Gabe.
Volvió a abrir los ojos, incapaz de resistir la vista de Soren montándolo, con
esos ojos pálidos tan cerca de los suyos. —Eres tan jodidamente hermoso,
mocoso.
Gabe gimió angustiado, pero su cuerpo cumplió con la orden alguna forma.
No tuvo que esperar mucho, por suerte. Unas cuantas embestidas más y
Soren se corrió con otro gemido, su caliente liberación cubriendo el
estómago de Gabe.
Gabe nunca lo había hecho sin condón antes. Nunca había querido correr
tan riesgo. O tener tanta intimidad. Pero había algo tan primitivo al
respecto, sabiendo que una parte de él se había quedado dentro de Soren.
No quería retirarse. Quería mantenerse conectado de esta manera tan
increíblemente íntima.
Y era cierto. Parecía que solo podía respirar completamente cuando tocaba
alguna parte de Soren.
Soren resopló pero enterró su cabeza con cuidado contra el pecho de Gabe.
Su cálido aliento le hizo cosquillas en la piel. Pasaron unos minutos así,
Gabe acariciando suavemente la espalda de Soren, antes de que el vampiro
hablara. —¿Por qué pensaste que follé con Monroe?
Soren soltó una risita. —Eso es justo lo que la compulsión le hizo recordar.
Me alimenté de él, nada más.
Pero algo desagradable todavía picaba bajo la piel de Gabe ante la idea. —
¿Soren?
Soren levantó la cabeza para mirarlo. —En unos pocos días, ¿por qué?
Era algo que Gabe nunca pensó que ofrecería. Algo sobre lo que pensaba
que tenía miedo. Pero al parecer, incluso los idiotas obstinados podían
cambiar.
El cuerpo de Soren se quedó inmóvil como una piedra y sus ojos claros se
oscurecieron. —¿Me dejarías?
—Um… ¿sí? —Gabe lo haría. Ya no podía recordar por qué una vez
había encontrado la idea tan repugnante. La sangre era algo que Soren
necesitaba. Algo esencial que Gabe podría darle. Algo que se estaba dando
cuenta de que no quería que el vampiro obtuviera de nadie más.
Gabe sintió que algo cálido se desplegaba en su pecho. Aquí Gabe se estaba
ofreciendo a sí mismo en una bandeja de plata y Soren le estaba dando
tiempo para arrepentirse. Él sabía que no lo haría, pero la consideración
detrás de ese gesto, lo hizo acercarse más al vampiro.
Pero no se apartó.
Nueve
Soren
Soren amaba jodidamente el mundo moderno. La libertad con la que ahora
los humanos eran capaces de vivir, amar y follar a quien quisieran y como
quisieran.
Observó los cuerpos que giraban a través de las luces intermitentes del club.
Estaba observando a una pareja más que a las otras, una pareja de hombres
particularmente atractivos que se molían el uno contra el otro. Se deleitaba
con la lujuria flagrante que irradiaba de ellos.
Soren no los deseaba, en realidad no. No quería llevarlos a casa y jugar con
ellos en tándem como podría haberlo hecho en el pasado.
Justo ahí.
Gabe se abría paso entre los cuerpos palpitantes en la pista de baile, con una
cerveza en una mano y un cóctel en la otra. Soren bebió de esa visión tan
deliciosa.
Gabe había tragado saliva al verlo, y Soren había estado tentado olvidarse
acerca de salir esa noche. Para quedarse en casa alimentándose después de
darse un festín con el cuerpo de Gabe… de otras formas.
Pero el hecho de que Gabe quisiera a Soren lo suficiente como para desear
que renunciara no solo a acostarse con otras personas sino también a beber
la sangre de alguien más, era un sentimiento embriagador. Era francamente
ridículo que Soren hubiera tenido la moderación de darle a Gabe un día para
pensarlo. Su vampiro interior había estado furioso, no acostumbrado a que
le negaran algo que deseaba tanto.
Gabe finalmente llegó a la pequeña mesa que compartían, dejó las dos
bebidas antes de deslizarse en la cabina junto a Soren, ambos mirando hacia
la multitud. Hizo un gesto con la cabeza hacia la pareja que Soren había
estado observando y quienes ahora se estaban besando ferozmente,
prácticamente follando en seco en medio de la pista de baile. —¿Los
conoces?
Una cosa era que Gabe estuviera celoso de que Soren se follara a otra
persona (después de todo, él tampoco quería que Gabe follara con alguien
más y la sola idea lo convertía en un asesino), pero otra cosa muy distinta es
que quisiera que Soren se comportara como alguna clase de monje.
Soren arqueó una ceja. —¿Y si lo hiciera? ¿No te importaría que bailemos
así? ¿En público?
Gabe ladeó la cabeza, luego preguntó con voz profunda pero suave. —
Dime, mocoso. ¿Se supone que esta noche es alguna clase de… prueba?
Soren jugueteó con su vaso. Este humano lo estaba haciendo... sentir cosas.
—Bueno, hasta ahora… he sido bastante… hogareño contigo. Pero también
me gusta la vida nocturna, ya sabes. Me encanta coquetear. Bailar. Beber.
Morder.
Gabe se deslizó un poco más cerca de él, hasta que los lados de sus cuerpos
se estaban tocando, y después estiró la mano para pasar un mechón de
cabello de Soren detrás de su oreja. Hizo todo lo posible por no temblar
ante el suave toque.
Cristo. Este humano no podía simplemente andar diciendo cosas como esa.
Estaban a punto de entrar en un territorio peligrosamente blando.
Para ocultar lo emocionado que se sentía, Soren empuñó la parte delantera
de la camisa de Gabe y lo acercó a él. —¿Por qué esperar hasta el final de la
noche?
Soren gruñó para sí mismo, tirando de Gabe fuera de los brazos del otro
hombre y parándose de puntillas para susurrarle al oído. —Estoy a punto de
romperle algunos dedos.
Soren estaba mayormente bromeando, los otros dos habían sido buenos
compañeros de baile, y no le molestaba un poco de manoseo, pero no quería
que nadie pensara que Gabe estaba libre.
Él no lo estaba, definitivamente.
Gabe esbozó una sonrisa tonta cuando Soren lo empujó hacia un rincón
oscuro. Ahora había cierta flacidez en el hombre. Podría haberse tratado del
baile, o posiblemente su humano estaba un poco borracho en este punto.
Gabe se puso rígido, sus manos agarrando las caderas de Soren con un poco
más de fuerza. Sin embargo, no se alejó de un solo tirón, sino que usó su
agarre para tirar de Soren aún más cerca.
—Sí —La voz de Gabe apenas se oía por encima de la música, pero
era firme—. Quiero que bebas de mí.
Soren frotó una mano tranquilizadora sobre el duro pecho de Gabe. No olía
miedo viniendo de él, solo un deseo acumulad por el baile.
Soren sonrió más ampliamente ante esa idea. Seguro como el infierno que sí
lo encendía a él. Había querido hundir sus colmillos en este hombre desde
el primer día en que lo vio. La pequeña probada que había tenido el día en
que lo había curado del ataque de Lucien, no había sido suficiente.
Cuando Gabe estuvo justo donde lo quería, Soren dejó caer un suave beso
en su cuello, directamente sobre su palpitante yugular. La respiración de
Gabe se cortó. Él lamió ese mismo lugar, llenándolo de atención.
Soren no podía negarse a una petición tan cortés. Hundió sus colmillos con
un movimiento suave, gimiendo alrededor del estallido de sabor en su
lengua. Gabe sabía tan delicioso como olía: limpio y brillante, con matices
terrosos que hicieron que a Soren le diera vueltas la cabeza.
Porque no solo había deseado reclamarlo. También había querido que Gabe
se sintiera bien. Que anhelara que se alimentara de él, así como Soren sabía
que iba a anhelar beber de su humano.
Terminar con una mordida jamás había sido un problema para Soren, no
desde sus primeros días como vampiro, pero necesitó cada gramo de fuerza
de voluntad para soltar el cuello de Gabe.
Soren se aplacó lamiendo las gotas sueltas mientras sellaba la herida con su
saliva curativa, tarareando para sí mismo. Gabe jadeaba contra él, con los
dedos todavía aferrados a las caderas de Soren. —Mierda. Quiero decir,
joder. Danny me dijo que se sentía bien. Yo solo… pensé que estaba
tratando de evitar que me preocupara.
Soren dejó caer un último beso sobre el mordisco ya cerrado. —No. Por lo
general, es muy... agradable... para los humanos.
—Y… —Gabe hizo una pausa, y Soren juró que podía ver el rubor
formándose en las mejillas del hombre bajo las luces intermitentes del club
—. Podrías hacer eso solo conmigo, ¿verdad? Tengo suficiente sangre
para... ¿satisfacerte?
Pero no pudo resistir las bromas. —Si eso es lo que te gusta... En los viejos
tiempos, los vampiros a menudo tenían una mascota humana favorita de la
que se alimentaban exclusivamente.
No estaba.
Soren atravesó cada centímetro del club, consciente de que se estaba
moviendo más rápido de lo que un humano debería ser capaz, sin encontrar
una pizca de sí mismo a la que le importara. Con suerte, las luces lo
ocultarían y harían pensar a la multitud que era un truco de la luz.
Había dolor real en el tono de Gabe, dolor que Soren sabía debería abordar,
pero podía sentir sus viejas defensas ocupando el frente. Hizo rodar los
ojos. —Tus celos eran lindos al principio, humano, pero se están volviendo
molestos con mucha rapidez.
Esperó los gritos, las acusaciones, pero Gabe se limitó a asentir, con los
labios apretados con fuerza.
Soren sabía que la había jodido mucho. Gabe se había permitido ser
vulnerable de una manera real con él, se había permitido ser la presa literal
de un monstruo, y Soren había jugado de inmediato (aunque sin querer),
con la cabeza del hombre.
Gabe miró al vampiro rubio frente a él con cautela. Ferdy los había recibido
con entusiasmo en la puerta, ladrando emocionado, olfateando primero las
piernas de los pantalones de Soren y luego las de Gabe. Estaba seguro de
que, después del club, los dos tendrían muchos olores interesantes sobre
ellos. Soren lo estaba usando todo como una excusa para evitar mirarlo a
los ojos, enfocando toda su atención en el cachorro que se contoneaba entre
ellos.
Gabe no había salido así en... ni siquiera sabía cuánto tiempo. Sus grandes
salidas nocturnas desde que se mudó de regreso a Hyde Park por lo general
consistían en tomar un par de copas en el bar local, con viejos conocidos o
con un posible encuentro de una noche.
Pero bailar con Soren había sido jodidamente divertido. Sin mencionar
inesperadamente caliente. Ver la forma en que el vampiro traducía su gracia
de otro mundo en la pista de baile, sus caderas moviéndose en un ritmo
hipnótico, había dejado a Gabe prácticamente jadeando. Y luego ese toque
de posesividad cuando su otra pareja de baile se había vuelto demasiado
hábil con las manos…
Pero el momento había sido tan... íntimo. Ahora que sabía cómo se sentía,
no quería imaginarse a Soren haciendo eso con nadie más.
Bueno, está bien, Soren siempre se burlaba de él; eso no era nada nuevo.
Pero entonces el vampiro terminó… desapareciendo. Dejando a Gabe allí
en la esquina, pensando en todo el encuentro entre ambos.
—Tú no cocinas.
Soren negó con la cabeza y metió las manos en los bolsillos de sus
pantalones, posiblemente para no mordisquearse las uñas.
Intentó tomar otro sorbo de su bebida, pero se detuvo cuando se dio cuenta
de que le estaban temblando las manos. La idea de que Soren tuviera un
compañero ahí fuera... dolía. Mucho, si Gabe estaba siendo honesto consigo
mismo.
Pobre Soren.
Soren siguió hablando hacia la encimera. —Me quedé con él, en esa
guarida, durante más de un siglo antes de finalmente huir, aventurándome
por mi cuenta. Me dejó solo por un tiempo. Pero finalmente me encontró de
nuevo. Siempre me encuentra. Y le gusta recordarme, periódicamente, que
solo estoy vivo a su antojo.
Estaba… mal. Todo tan mal. Soren era fuerte. Poderoso. Enérgico. La idea
de que había otro vampiro por ahí pensando que él era el dueño del travieso
diablillo rubio, hacia que Gabe se sintiera absolutamente enfermo. —¿En
dónde está ese tipo ahora? —Preguntó, temiendo ya saber la respuesta. El
extraño comportamiento de Soren en el club empezaba a tener sentido.
Ni siquiera sabía lo que estaba diciendo, pero la idea de que alguien pudiera
venir y lastimar a Soren, alguien lo suficientemente fuerte como para que
Gabe no tuviera oportunidad de detenerlo, lo estaba haciendo entrar en
pánico.
Los instintos de Gabe habían sido correctos. Iban a pasar cosas malas.
—No me voy —La mirada azul pálida de Soren sostuvo la suya, y
Gabe tuvo la sensación de que el mismo vampiro se había sorprendido de
sus propias palabras—. Podría lastimarte, Gabe. Probablemente nos vio
juntos. Y él no está más allá de los celos mezquinos. No voy a dejar que te
lastime.
Gabe negó con la cabeza. —No, ahora tiene sentido. Por qué… te distrajiste
hace rato.
Soren le apretó el brazo. —No, tonto, eso no. Lamento haber traído esto a
tu puerta. Debería haberme ido hace mucho tiempo.
Les quedaba una semana de la luna de miel del hermano de Gabe. En ese
momento parecía como un tiempo terriblemente largo, con tanto potencial
para que algo saliera horriblemente mal.
Soren resopló, pero dio una vuelta a la encimera y se detuvo entre las
piernas de Gabe. Él envolvió sus brazos alrededor del pequeño vampiro,
sosteniéndolo tan fuerte como pudo, sabiendo que Soren era más que capaz
de manejar su fuerza humana.
Soren apartó la cabeza del pecho de Gabe lo suficiente para que sus
palabras salieran claras. —No necesito eso de ti.
Bueno, mierda. ¿Eso era todo lo que Gabe era para Soren? Realmente no
debería estar sorprendido. La riqueza de la experiencia de vida de este
vampiro era abrumadora. ¿Qué podría ofrecerle Gabe realmente, un patán
de pueblo convertido en médico de pueblo?
Pero antes de que pudiera ir a un lugar oscuro con sus pensamientos, Soren
continuó, con la sonrisa desapareciendo su rostro. —No solamente
orgasmos, humano. Nunca le he contado a nadie esa historia. Pasé más de
un siglo en una comunidad donde inmediatamente se aprovechaban de
cualquier vulnerabilidad, con una bestia que tomaba cualquier oportunidad
para castigarme por mis propios sentimientos. Tú no te aprovechas. No me
envidias por mi fuerza. No me haces sentir... inferior.
Gabe le devolvió la sonrisa ante eso, pero aún quedaba esa persistente duda.
¿Podría realmente ser una pareja en igual de condiciones para Soren, siendo
él un humano?
—Yo igual —Soren bajó una mano para palmear la polla de Gabe, la
cual se endureció rápidamente, incluso con ese simple toque—. Quiero
sentirte dentro de mí, Alteza. Quiero olvidarme de los malos recuerdos.
Quiero sentirme bien. Quiero divertirme.
A Gabe se le cortó la respiración cuando vio que los ojos de Soren se
oscurecían por la excitación. Sabía que había más de lo que tenían qué
hablar, pero era una oferta difícil de dejar pasar. Soren quería sentirse bien y
él quería que eso sucediera.
Inclinó la cabeza para reclamar los labios de Soren. Sólo una caricia suave
y breve, una provocación de sus lenguas. Fue recompensado con el suspiro
más suave y dulce de su vampiro.
Estaba muy lejos del sexo vampírico y sangriento que había estado
imaginando más temprano en la noche cuando estaba presionándose el uno
contra el otro en el club. Pero la dulzura del beso de Gabe después de la
conmoción de pensar que había visto la cara de Hendrick, hizo que Soren se
confundiera por completo.
Tal vez por eso, en el dormitorio, siguió dejando que Gabe lo besara con
tanta maldita dulzura.
Para ser justos, Gabe era un jodido besador de ensueño, por lo que no se
podía culpar a Soren, ¿verdad?
Gabe tragó saliva antes de seguir la orden, quitándose la camisa por encima
de la cabeza en un instante y revelando todos esos deliciosos músculos.
Soren se deshizo de su propio top rápidamente y a continuaciones comenzó
a bajarse los pantalones de cuero.
El calor en los ojos de Gabe podría haber derretido el acero. —Me gustan
jodidamente demasiado —corrigió.
Gritó de sorpresa cuando Gabe se sentó sobre sus rodillas, usando sus
manos en el trasero de Soren para tirar de la parte inferior de su cuerpo con
él, hasta que la parte superior de Soren estuvo presionada contra la cama y
sus caderas estaban en el aire. La acción fue lo suficientemente suave como
para que la polla de Gabe nunca abandonara su cuerpo, todavía dentro de él
hasta el final del cambio de posición. Soren apretó su agujero alrededor de
él y Gabe gimió en respuesta.
—¿Quieres ser el jefe? —preguntó Gabe, su voz ronca—. Fóllate
sobre mí, bebé.
Soren se quedó sin aliento cuando las manos de Gabe se deslizaron por todo
él, acariciando sus caderas, su estómago, su pecho, en todas partes menos
en su desesperada y dolorida polla.
Eran solo palabras. Pero sonaban tan jodidamente sinceras. ¿Era por eso
que a Soren le dolía el pecho al escucharlas? Había pensado que hacía
mucho tiempo renunció a la idea de ser perfecto para cualquier otra
persona. Su única experiencia con las expectativas de otro ser sobre él, no
lo habían llevado a nada más que a un camino de dolor y sufrimiento. Pero
Gabe no estaba pensando en una versión idealizada de Soren cuando dijo
esas palabras. No, su humano había visto cada parte de él esa noche.
Soren envolvió una pierna alrededor de las caderas de Gabe y luego la otra,
para jalar al musculoso humano firmemente sobre él. —Fóllame
apropiadamente —Ordenó. De alguna manera se oyó como una súplica.
Había pasado tanto tiempo desde que Soren había dejado voluntariamente
que otra persona tomara el control. Pero no se sentía dominado. Gabe lo
miraba con lo que fácilmente podría considerarse adoración en sus ojos,
incluso mientras lo embestía con una fuerza que podría haber dejado
moretones si Soren hubiese sido un humano. De vez en cuando, la frase
“tan hermoso” escapaba entre gemidos de los labios del humano.
Lo sabía desde hacía más tiempo del que quería admitir. Soren había oído
las historias. Sabía lo que significaba que un vampiro se sintiera
inexplicablemente atraído por un humano. Lo que significaba cuando el
aroma de un extraño de repente se olía como un hogar.
Pero si Soren convertía a Gabe, si Gabe era su igual en fuerza y poder, ¿su
humano seguiría siendo tan dulce? ¿O empezaría a ver a Soren como algo...
más pequeño? Más débil. Algo a lo que poseer. Su bonita posesión.
Las palabras de Gabe en la cocina volvieron a él. Desearía ser más fuerte.
Desearía poder protegerte. ¿Gabe realmente había querido decir eso?
¿Incluso si Gabe siendo más fuerte significaba que ya no sería un humano?
Soren abrió la boca para preguntar, pero se detuvo y bajó la vista hacia la
mata de pelo oscuro que tenía en el pecho. La respiración de Gabe ya era un
patrón profundo y uniforme de sueños. Soren tenía que dejarlo descansar.
Ahora mismo no era Soren quién necesitaba protección de todos modos.
Horas más tarde, Soren finalmente se obligó a salir de debajo del cálido
peso de Gabe. Acomodó las mantas alrededor de su humano y se inclinó
para depositar otro beso en su frente, ya que no había nadie más viéndolo
comportarse tan jodidamente sentimental como se había vuelto en las
últimas horas, aparentemente.
Se detuvo junto a la cama después de encontrar un par limpio de ropa
interior de Gabe para ponerse. Estaba más que tentado de volver a meterse
debajo de las sábanas y presionarse contra el calor constante del hombre,
era como un maldito horno. Pero Soren no tenía tiempo para eso en ese
momento.
Necesitaba información.
En todo ese infierno que había sido el refugio de vampiros, solo había una
persona que había hecho que Soren se arrepintiera de haberlo dejado. —Jay.
—¿Está todo bien? —Por supuesto que Jay sabría que algo estaba
pasando. Soren nunca llamaba solo para charlar.
Interesante.
En el pasado, Hendrick siempre regresaba con su antiguo grupo en los
intervalos en que jugaba a perseguir a Soren. Era la razón principal por la
que Soren nunca había tenido las agallas para lidiar con su ex de manera
más permanente. Hendrick tenía... amigos... del tipo que podrían exigir una
retribución si realmente lo deseaban. Era mucho más fácil huir de un
vampiro desquiciado que tratar de luchar contra todo un maldito trío.
Hubo una larga pausa en el otro extremo de la línea. Y luego: —Eso sería
difícil. Ellos… están muertos.
Jay suspiró al otro lado de la línea. —Silas se volvió salvaje hace unos diez
años. Tuvo que ser aniquilado. Anton se escapó un poco después. Lo último
que supe fue que él mismo se estaba volviendo salvaje. Me imagino que
ahora también está perdido —La voz de Jay se mantuvo suave, pero no
sonaba como si lo sintiera en lo absoluto.
Todavía recordaba los primeros días, cuando Hendrick había mostrado por
primera vez sus verdaderos colores, le había suplicado a Silas, quien era el
líder de facto del anclaje de vampiros, por su ayuda. La respuesta del otro
vampiro había sido que así era el orden natural de las cosas. Que Soren le
pertenecía a Hendrick, y por ende podría tratarlo como mejor le pareciera.
Lo había arrastrado de regreso a la casa de Hendrick, diciéndole al otro
vampiro exactamente lo que Soren había hecho.
Soren había tardado semanas en curarse del... castigo que Hendrick le había
impuesto.
Pero ser "uno de los más decentes" no decía mucho, en este caso. Ella
nunca había puesto fin a nada del sufrimiento de Soren, y Soren realmente
no la había perdonado por ser parte de esa comunidad de mierda, de
cualquier forma.
—¿Johann? ¿Jay? —No hubo respuesta, pero Soren asomó dentro del
granero de todos modos. Inmediatamente vio un par de pies descalzos y
sucios colgando del costado de un pajar. Manteniendo sus pasos ligeros,
Soren saltó suavemente sobre la escalera y estiró la mano para agarrar uno
de los tobillos delgados.
—Soren —Jay lo saludó con bastante calidez, pero había una pizca
de preocupación en sus ojos—. ¿Has venido a quedarte un rato? —Sus ojos
lo recorrieron, el vampiro más joven buscaba señales de alguna herida.
Jay se rio de nuevo. —No. ¿Crees que estaría así de sucio si ella lo
estuviera?
Soren tarareó sin comprometerse. Así era Jay. Agradecido incluso por el
más mínimo detalle de amabilidad. No importaba que, debajo de su
consideración superficial, Vee lo tratara como a cualquier otro sirviente. O
la forma en que a ella no parecía importarle en absoluto que Jay prefiriera
sexualmente a los hombres sobre las mujeres.
Soren sabía que no era el único que había notado cómo Jay miraba a
algunos de los vampiros masculinos en la comunidad. El joven vampiro era
demasiado inocente como para ocultarlo.
—Oh, eso está bien —Jay se recostó encima del montón de heno—.
Eso significa que puedo holgazanear un poco más.
Jay hizo girar un trozo de heno entre sus dedos. —¿Qué quieres decir?
Soren negó con la cabeza. —Ya no me lo creo. Nada de eso. Solo… sé que
tiene que ser mejor que esto.
—No tienes que irte. Puedo pedirle a Vee que te ayude más —ofreció
Jay, con ojos suplicantes—. Con Hendrick.
El joven vampiro había sido convertido solo una década atrás. Era el
miembro más débil de la comunidad, con bastante diferente. Podría
realmente querer ayudar a Soren, pero no sería capaz de hacerlo. No
realmente.
Soren no le pidió a Jay que fuera con él, porque ya sabía que el otro
vampiro nunca se atrevería. La valentía no era un punto fuerte en él. Y
tampoco era el punto fuerte de Soren, ya que estaban.
La mirada acalorada en los ojos del vampiro casi había sido suficiente para
que Gabe dejara de levantar pesas y optara por un método completamente
diferente para aumentar su ritmo cardíaco... Sin embargo, realmente
necesitaba la descarga de endorfinas de un ejercicio adecuado. El remolino
de ansiedad en su estómago se había estado acumulando desde la confesión
de Soren sobre su pasado. El ex de Soren…
Mierda.
Lo que Gabe realmente necesitaba era correr, algo largo y agotador que lo
dejara exprimido y exhausto, pero Soren no quería que saliera de casa.
Estaba más que claro que él no era el único sintiéndose ansioso.
Soren estaba en la puerta principal antes de que los ojos de Gabe pudieran
siquiera ajustarse. El vampiro lo miró por encima del hombro con el ceño
fruncido. —Ve a la cocina.
Gabe suspiró, pero obedeció de todos modos. Era raro. Gabe siempre había
sido el alto y fuerte, más aún después de que comenzó a hacer ejercicio para
lidiar con su ansiedad. Así que nunca antes había tenido un compañero que
actuara de manera protectora con él. La parte más extraña era lo bien que se
sentía. Gabe estaba tan acostumbrado a que la gente esperara que él se
hiciera cargo, que tomara las riendas de las cosas. Pensaba que había
encontrado satisfacción en ser considerado fuerte y capaz. Pero aquí estaba
este pequeño mocoso vampiro, tratando a Gabe como si fuera algo precioso.
Algo que podía romperse.
Algo cálido se desplegó en la boca del estómago de Gabe ante esas palabras
casuales. Soren había estado... más blando... desde la desastrosa noche en
que habían salido de fiesta. Seguía siendo un mocoso sarcástico, por
supuesto, pero se había estado quejando mucho menos cada vez que Gabe
lo abrazaba, y aquí estaba, diciendo incluso cosas espontáneamente dulces,
sin retractarse de inmediato.
Vivir con Soren, compartir este tiempo con él, fue como descubrir que el
tigre del que tanto desconfiaba era en realidad un gato doméstico. Como, un
gato doméstico súper elegante y exótico, claro. Tal vez un Savannah. Pero
no era exactamente el peligroso depredador al que Gabe le había estado
temiendo.
Gabe se rio, frotando su nariz contra la parte posterior del cuello suave
como la seda de Soren.
Huh. A los vampiros se les podía poner la piel de gallina, ¿quién lo habría
imaginado?
Gabe nunca antes se había sentido tan atraído a la idea de tocar y ser
tocado.
El sexo siempre había sido una liberación bastante agradable, pero las
demostraciones públicas de afecto —Como el baile y manoseo en el club la
otra noche—, nunca había sido exactamente cosa de Gabe, y no se habría
llamado a sí mismo alguien mimoso. Pero tocar a Soren era un mundo
aparte a tocar a cualquier otra persona. Simplemente lo era.
Soren se recostó contra él, manteniendo la cabeza a un lado para que Gabe
pudiera llevarse el tenedor a la boca sin interferencias. —Puedo aguantar
unos días más. Te lo haré saber.
—No.
Soren le lanzó una mirada por encima del hombro. —Puedo cuidar de mí
mismo, Alteza. Pero no si estoy distraído preocupándome por ti.
Después de unos momentos más sin ningún drama, Gabe se puso de pie y
asomó la cabeza fuera de la cocina, captando el final del de un: —No pensé
que en realidad vendrías —De Soren—. ¿Cómo nos encontraste?
Estaba hablando con un hombre joven de cabello oscuro, bastante bajo, más
o menos de la misma altura que Soren. Pero mientras que Soren a menudo
daba la impresión de ser más alto a causa de su actitud y la inclinación de
sus botas de tacón, este tipo parecía más bien… delicado. Como una
muñeca de porcelana.
—No seas tonto —Soren espetó, pasándose una mano por el cabello.
Oh, hombre.
Soren le lanzó una mirada exasperada. —No te dije que salieras todavía.
El joven se inclinó por un costado del cuerpo de Soren y saludó a Gabe con
la mano. —Hola.
Los ojos de Jay se abrieron de alegría. —Oh. ¡Qué genial! ¡Soren, tienes un
humano!
Horas más tarde, Gabe estaba en el sofá con un sándwich entre Ferdy y
Soren, y con Jay acurrucado en uno de los sillones vecinos. Aparentemente,
había comenzado en el hospital y rastreado el olor de Soren hasta allí.
(“Dijiste que la pareja de tu amigo era un enfermero, así que me
arriesgué). Gabe había esperado que los dos quisieran ponerse al día, tal
vez repasar algunos chismes de vampiros, pero Soren parecía
completamente desinteresado en una conversación sincera. Se sentaron
incómodos en la cocina durante cinco minutos antes de que él le preguntara
a Jay de la nada: —¿Te has visto Tiburón?
Gabe alzó una ceja. —No sabes nadar... ¿Qué edad tienes de nuevo?
Soltó un grito cuando el codo de Soren se enterró en su costado. —Calla —
El vampiro lo regañó—. No es su culpa. A Jaybird lo han…sobreprotegido.
Gabe decidió no hacer ningún comentario sobre adorable apodo que Soren
le había puesto a su amigo. —Lo siento. No quise reírme de ti.
Llevarse el pie a la boca no era nada nuevo para él, y sin embargo seguía
sintiéndose bastante mal. Soren le había informado antes, mientras que Jay
se acomodaba en una de las habitaciones de arriba. La comunidad de
vampiros de la que ellos venían, era bastante anticuada. Solían establecerse
en las afueras de las comunidades humanas, manteniéndose mayormente
solos, a menos que fueran a cazar. Las actividades modernas no eran
realmente lo suyo.
Este era un lado de Soren bastante interesante. Estaba claro que le tenía
cariño a su pequeño amigo. Protector, incluso. Pero parecía tener problemas
porque no sabía demostrarlo. Gabe sintió una oleada de calidez hacia su
espinoso y malcriado vampiro. Plantó un beso a un lado de su cabeza rubia,
riéndose cuando Soren lo miró con el ceño fruncido.
Gabe no estaba seguro de por qué su oferta hizo que Soren frunciera aún
más el ceño. Solo estaba tratando de ser útil. Podía ver por qué Soren era
tan protector con su amigo. El otro vampiro, quien era más joven —Mierda,
¿Gabe realmente estaba considerando que tener más de doscientos años era
ser más joven?—, se mostraba bastante ingenuo. Y, al menos en la
superficie, parecía dulce como un pastel. Gabe realmente no podía
imaginarse que alguien fuera realmente malo con el chico.
Soren le había dicho a Gabe que había llamado a su viejo amigo para
pedirle información y le había ofrecido un lugar en el cual quedarse sin
esperar que aceptara realmente su oferta: —Qué dulce de tu parte —Le
había dicho Gabe, y Soren le respondió con “Cállate”. Al parecer, el pobre
había perdido a su pareja recientemente.
O al menos, suponía que diez años era algo “reciente” desde el punto de
vista de un vampiro.
El trio terminó la película, completa con la banda sonora añadida por Jay.
Mientras avanzaban los créditos, Jay se levantó del sillón, estirándose. —
Me voy a la cama. Si… ¿les parece bien?
—No tienes que pedir permiso —Le dijo Soren con suavidad.
Gabe contuvo una risa e hizo un gesto de buenas noches mientras que Jay
subía las escaleras. Le habían dado la antigua habitación de Gabe, ya que,
de todos modos, él había estado durmiendo en la cama de Soren esas
últimas noches.
—Oh, claro que sí. Tengo dinero —Jay le aseguró—, es solo que no
necesito mucho.
Soren había mirado el atuendo del otro vampiro con escepticismo: una
sudadera andrajosa de un tamaño demasiado grande y un par de pantalones
de lana; sin embargo, no había dicho nada. Esa era otra señal de que
realmente le tenía cariño al otro vampiro. Gabe estaba bastante seguro de
que cualquier otra criatura viviente que usara un atuendo como ese, habría
recibido un comentario fulminante hacia su inexistente sentido de la moda,
y luego se habría visto obligado a cambiarse en el acto.
Pero Gabe sabía la palabra que Jay había estado a punto de decir.
Compañero.
Gabe lo había pensado. Bastante durante estas últimas semanas, la verdad.
Puede que fuera un poco inconsciente a veces, por supuesto, pero no era un
tonto. Había escuchado suficiente viniendo de Danny, acerca de la atracción
entre compañeros. La forma en que Danny se había sentido seguro con
Roman desde el principio. Podría ser difícil saber qué estaba pensando
Soren, con todas esas paredes que tenía levantadas, pero Gabe se había
sentido cuidado y considerado. Y Soren se había quedado aquí, en Hyde
Park, todo este tiempo, a pesar del hijo de puta que lo perseguía de un lugar
a otro.
Compañeros.
Gabe no sabía qué decir a eso. Quería preguntarle sobre los compañeros,
sobre adónde iba esto que había entre ellos, pero tenía miedo de interrumpir
este nuevo y frágil vínculo que estaba naciendo. Temía que su corazón se
partiera por la mitad si Soren se reía de él o simplemente le decía que no.
Soren lo miró desde la puerta. —Te gusta —dijo, cruzando los brazos sobre
el pecho. Sonaba como a una acusación.
—Lo eres para mí —Era raro que Soren se sonrojara. Gabe estaba
fascinado por el tenue color rosa que se deslizaba sobre sus mejillas hasta la
punta de sus orejas.
Gabe abrazó a Soren con más fuerza. —Y, sin embargo, yo no estoy
buscando a un ángel.
Soren le frunció el ceño. —Cursi —lo acusó—. Demasiado cursi como para
describirlo. Deberías sentirte avergonzado.
En teoría, debería haber sido Soren el que estuviera con él, pero había
esperado que, de esa forma, evitara llamar la atención sobre su humano: si
Hendrick no había visto de cerca a Gabe esa noche, entonces sería mejor
que no los viera juntos. Y si bien Jay no sería una gran defensa contra
Hendrick, seguía siendo más fuerte que cualquier humano, y con suerte,
podría detener al vampiro el tiempo suficiente como para que Soren llegara
allí.
Y Jay había estado más que feliz de ayudar, tan cariñoso como era.
Además, no era amenazante y era lo suficientemente adorable como para
que Gabe estuviera seguro de que Jay podría salirse con la suya al merodear
en la cafetería del hospital toda la noche, sin despertar demasiadas
sospechas.
Soren estaba haciendo un gran esfuerzo por no sentirse amargado por todo
eso. Por la facilidad con la que Gabe y Jay interactuaban el uno con el otro.
Era dolorosamente consciente de que todo esto era su propia mierda
inducida por el trauma. Gabe había hecho más de lo que le correspondía al
asegurarle, tanto verbalmente como de otras maneras, que le gustaba Soren
tal como era. Y no estaba siendo sutil al respecto: tener a Jay cerca
aparentemente no hacía absolutamente nada para evitar que Gabe quisiera
tocar y abrazar a Soren todo el tiempo.
Y a Soren le estaba costando siquiera fingir que estaba molesto por eso. Le
gustaba ser tocado por su humano. Le gustaba ser sostenido por Gabe.
Soren nunca pensó que podría estar tan contento atrapado en la misma casa
aburrida durante días. Pero Gabe tenía una manera de hacer que quedarse
quieto fuera algo fácil… la primera vez sobre la larga existencia de Soren.
Intentó llamar al mismo número del que había estado recibiendo todos esos
malditos mensajes de texto, pero Hendrick lo había bloqueado o había
tirado el teléfono desechable que había estado usando para jugar con Soren.
Ese era otro aspecto de sus juegos mentales sin sentido, no había duda. “No
me llames, yo te llamo”.
Y aquí estaba Soren, soportando todos estos bares y coqueteos vacíos, solo
para atraer la atención de Hendrick y, con suerte, quitar su atención de
encima de Gabe, si es que había estado sobre él en primer lugar. Pero en
este punto, estaba empezando a pensar que solo se había imaginado la cara
de Hendrick la otra noche. Estaba demasiado acostumbrado a temer el verlo
en todos los rincones; aparentemente, había comenzado a conjurarlo en su
mente también.
Soren tomó otro sorbo de su soda con vodka, tratando de encontrar fuerza
en sí mismo para buscar en la barra a alguien a quien pudiera mirar de
forma exagerada. Era difícil concentrarse en el presente, cuando todas sus
acciones actuales estaban tan ligadas a su pasado.
Fue más confuso que otra cosa. La verdad es que ni siquiera recordaba
haber muerto. Hubo una voz en la oscuridad, una aguda mordida de placer y
luego la agonía insoportable. Pero eso solo fue un momento, luego Soren
perdió el conocimiento con bastante rapidez.
Después de todo, aparte de las punzadas de hambre, nunca antes había
conocido el dolor para ese momento de su vida.
Soren abrió los ojos y se vio en una habitación con poca luz. Estaba sobre
una cama mucho más suave que cualquier otra en la que hubiera estado
antes, la textura sedosa de las sábanas contra su piel era una sensación
extraña.
—Esta no es mi casa.
Así que Soren guardó silencio, no queriendo revelar nada. Más que eso,
estaba... distraído. Había un zumbido bajo su piel. Una picazón por algo, y
no sabía qué. La sensación se estaba construyendo y creciendo en un grado
abrumador con cada momento que estaba despierto.
Hizo un gesto hacia la esquina, en donde una mujer con una mirada en
blanco en su rostro estaba sentada con una quietud antinatural. —No te
preocupes —El hombre le dijo suavemente—. Ella no peleará. Puedes
dejarlo salir.
Solo que... la sangre nunca antes había olido tan tentadoramente. Las
familiares notas metálicas, sí, pero también una riqueza... una especie...
¿Por qué olía tan bien? A Soren se le cortó la respiración cuando sintió que
se avecinaba un cambio. Esa abrumadora sensación creció y creció hasta
que sintió que algo más aparecía en primer plano.
Esa sonrisa llena de dientes se volvió aún más siniestra con los colmillos
brillando a la luz de las velas. —Soy tu nuevo maestro, ángel. Puedes
llamarme Hendrick.
Soren había matado a esa pobre mujer al final, la había bebido hasta dejarla
seca. Había sido demasiado nuevo y había estado demasiado hambriento
para conocer algo mejor, y Hendrick no había tenido prisa por enseñarle el
autocontrol adecuado. Los humanos eran prescindibles para el vampiro. No
le había molestado los excesos de Soren, o cualquier destrucción que dejara
a su paso.
Al principio no había tendió sentido. La suya nunca había sido una vida
llena de opciones y posibilidades. Fue pobre y medio muerto de hambre,
acostumbrado durante mucho tiempo a cumplir con las expectativas de
otras personas: ¿qué sería otra persona más diciéndole que hacer?
Soren ansiaba el placer, exceso en todas las cosas. Y la búsqueda del placer
requería libertad. Quería sentir, pensar y decir lo que quisiera. Le había
llevado muchos años darse cuenta por completo.
Antes de que Soren pudiera responder, lo sintió: una oleada de frío, una
tensión nueva y siniestra en el aire. Un odiado olor familiar.
Soren se estremeció.
Es por esto que no te puedes quedar. Es por esto que tienes que irte…
El otro vampiro se rio entre dientes y el sonido irritó los nervios tensos de
Soren. —Quiero lo mismo que siempre deseo, ángel. Comprobar las cosas
contigo. Recordarte a quién perteneces.
Nunca le gustaba.
Pero este no era el lugar para esta confrontación en particular; el bar todavía
estaba bastante lleno, y Soren sabía que Danny, y probablemente también
Gabe, estarían molestos si humanos resultaban herido por culpa de un fuego
cruzado.
El hijo de puta pensaba que había ganado esta ronda, que Soren estaba
cediendo a sus demandas.
Pero no quería las manos de este vicioso cretino sobre él, nunca más. — No
voy a ir a ninguna parte contigo, Hendrick.
Soren tenía las manos extendidas y listas, arañándole la cara al otro vampiro
y apuntando directo a sus ojos. Hendrick esquivó el movimiento, sus
colmillos salieron y esos turbios ojos marrones se volvieron completamente
negros.
Soren gritó cuando el imbécil le mordió el hombro, sin beber, solo para
desgarrar la carne. Se las arregló para clavar un rodillazo en las pelotas del
vampiro, pero Hendrick solo gruñó y apretó sus brazos alrededor de él.
Soren notó que se le rompían las costillas. Maldita sea. Las costillas rotas
eran de lo peor.
Empujó su palma hacia arriba con todas sus fuerzas, apuntando una vez más
a la cara de Hendrick. Escuchó un crujido increíblemente satisfactorio y rio
histéricamente cuando la sangre de la nariz ahora rota de Hendrick salpicó
su rostro.
Soren se rio a través del dolor. Haber extraído sangre de Hendrick era un
subidón que nunca se imaginó que necesitaba. —¿Ya no más “ángel”?
Y luego se fue.
Catorce
Gabe
Gabe agarró el volante con dedos tensos, tenía la mente apenas enfocada en
la avalancha de palabras que venían del pequeño vampiro a su lado. Jay
estaba entusiasmado con todos los alimentos que había probado en la
cafetería del hospital, lo cual, dadas las doce horas que había tenido para
experimentar, aparentemente era bastante. Actualmente estaba revisando los
diferentes méritos de cada tipo de dulce de las máquinas expendedoras.
Gabe solo podía asumir que uno de los superpoderes vampíricos menos
conocidos era el no tener dolor de estómago por toda la comida chatarra que
había consumido.
Por su parte, Gabe estaba luchando por mantener los ojos abiertos, haciendo
todo lo posible para que Jay y él regresaran a casa en una sola pieza. El
trabajo había sido más que agotador, y apenas acababa de terminar. Dos de
sus pacientes habían entrado en estado crítico esa noche, y él había tenido
que ejecutar códigos9 en ambos casos. Uno había superado el CPR, y el
otro...
Gabe sabía, él sabía, que así eran las cosas a veces. Sabía que había un
increíble equipo de profesionales de la salud trabajando para mantener a
todos con vida, y que aún así, eso no era suficiente. Sin embargo, a pesar de
saberlo, lo seguía odiando con cada fibra de su ser.
Pero Soren no estaba con él. Tenía mejores cosas que hacer que ser un
niñero, aparentemente.
Gabe no estaba seguro de qué había hecho Soren exactamente mientras que
él estaba en el trabajo. Le había dicho a Gabe que no se alimentaría de
nadie más, pero… ¿seguramente se sentía inquieto, atrapado en casa con él
durante días y días? Tal vez Soren necesitaba algo de variedad. Tal vez
estaba cuestionándose todo el tiempo que pasaba con un humano aburrido.
O tal vez solo necesitaba un poco de espacio para respirar y pasó el día
tejiendo un nuevo atuendo y corriendo con el perro. Tal vez solo estás
siendo un desastre increíblemente inseguro y pegajoso, se burló el cerebro
de Gabe.
Soren los saludó con un gesto irónico, sus ojos claros extrañamente vacíos.
—Oh, no se preocupen —Dijo arrastrando las palabras y señalando el
desorden—. No es mía. Al menos no en su mayoría.
Mierda.
Gabe negó con la cabeza. —No con alguien que me importa. No desde...
desde mi padre.
—Iré a por un paño —Se ofreció Jay desde la puerta. Gabe se volvió
con un sobresalto. Incluso se había olvidado de que Jay seguía ahí.
Soren abrió la boca para responder, pero volvió a cerrarla cuando Jay
regresó con una toalla húmeda en la mano. Gabe la tomó y comenzó a
limpiar la cara de Soren con ella, con mucho cuidado y usando
movimientos suaves. Los cuidados en cama eran una cosa más de Danny,
pero Gabe podía ser amable si era requerido.
Hermoso.
Cuando hubo limpiado la cara de Soren lo mejor que pudo, Gabe dejó a un
lado la toalla sucia. No estaba seguro de a dónde se había ido Jay, pero esa
no era su principal preocupación en estos momentos. —¿Cómo están tus
costillas? —Preguntó.
—Estás…
La cuestión era que Gabe conocía la respuesta verdadera a este tipo de líos
emocionales: evasión. Era lo que había hecho con Danny y su madre:
interactuar solo con las emociones superficiales, negar cualquier cosa
negativa, alejar a cualquier persona que amenazara con adentrarse más
profundo. Pero Gabe no quería hacer esas cosas con Soren.
—¿Alteza?
Suspiró satisfecho cuando Soren comenzó a pasarle los dedos por los rizos.
El nudo en el estómago de Gabe se estaba disolviendo lentamente. Pero aun
así…
Gabe levantó la cabeza y observó esos pálidos ojos azules. —¿A qué te
refieres con “Qué ocurre”? Él te lastimó.
Soren tiró de uno de sus rizos, chasqueando suavemente. —No lo eres —Le
aseguró—. ¿Crees que dejé entrar a cualquiera? ¿Crees que me quedaría en
esta estúpida ciudad de mierda por alguien más?
Gabe tragó saliva. —¿Por qué lo hiciste? Quedarte, quiero decir. ¿Por qué
no huiste esta vez? No me refiero a ahora mismo, me refiero a… todo este
año. ¿Por qué te quedaste?
Gabe apretó sus brazos alrededor de las caderas de Soren, el alivio lo hizo
sentir casi mareado. Tal vez esto era algo real después de todo. Algo que
sería a largo plazo. En cuyo caso, Gabe tenía que pensar seriamente sobre la
mortalidad en comparación a la inmortalidad...
—Frótame.
Soren resopló. —No seas grosero. Ahora frótame. Estoy herido. Necesito
un poco de mimos.
Gabe ya estaba medio erecto solo por estar en el mismo espacio que un
Soren completamente desnudo, pero la sangre se precipitó a su pene cuando
sintió la prueba contundente de lo mucho que Soren había disfrutado del
pequeño masaje.
Soren se retorcía más contra él con cada pase. Después del tercer barrido, se
quebró. Volvió la cabeza para mirar a Gabe. —Lo haré yo mismo si tú no lo
haces.
Gabe se rio de nuevo, cediendo con facilidad. Solo quería ver el tiempo que
le tomaría a Soren perder la paciencia. Dejó la esponja y envolvió una mano
enjabonada alrededor de la polla endurecida del vampiro. —¿Así, bebé? —
Preguntó, agarrándolo con fuerza.
Gabe acarició su cuello. —No puedo evitarlo cuando eres tan jodidamente
sexy, mocoso.
Soren tarareó.
—No sé cómo alguien podría verte de esa manera. Eres tan fuerte.
Tan feroz. Me asustaste muchísimo cuando nos conocimos.
Soren puso los ojos en blanco y empujó a Jay hacia la cafetería. Tenía un
ojo en el gimnasio al otro lado de la calle y los oídos en su teléfono.
Hendrick no había vuelto a dar señales, ni mensajes de textos amenazantes,
tampoco había identificado su olor en la calles, así que Soren había
accedido a dejar que Gabe hiciera ejercicio en su lugar habitual antes de su
turno en el hospital.
Soren sabía que no le había hecho ningún daño real a Hendrick, por lo que
tenía que asumir que era el acto de su rebeldía lo que lo hizo retroceder.
Trató de no perderse en su autodesprecio ante esa idea. ¿Eso era todo lo que
había hecho falta para que no fuera seguido y acosado durante siglos?
¿Solamente la instancia de contraatacar adecuadamente?
Sin embargo, carecía de la picadura habitual. Porque ahora Soren tenía otras
palabras en la cabeza. Una voz diferente y llena de cariño. Fuerte. Intenso.
Perfecto.
Era algo extraño que alguien viera todo de él, e insistiera en que le gustaba
todo.
Soren no sabía qué hacer consigo mismo. Había seducido con éxito a Gabe,
supuso. Más que seducido. Estaban... ¿juntos? Y ahora Soren había luchado
contra Hendrick. Entonces, ¿En donde lo dejaba eso? ¿Qué sería lo
siguiente? Nunca se había permitido considerarlo por completo.
Gabe era su compañero. Soren lo sabía. Lo había sabido.
Soren podría amarlo tal como era, durante el tiempo que se le permitiera.
Si Gabe se quedaba en esta ciudad, Soren tendría que irse más temprano
que tarde, gracias a todo ese asunto de que nunca envejecería. Pero, Danny
y Roman tendrían que irse por la misma razón eventualmente, ¿no? Tal vez
Gabe querría irse con ellos y Soren podría quedarse cerca.
Y una vez que Gabe llegara al final de su vida mortal... Ante la idea, Soren
sintió un dolor agudo y punzante en su pecho. Por primera vez desde los
primeros días de su existencia vampírica, estaba sintiendo como su vampiro
interior se revelaba: era una sensación de picazón y torcedura debajo de la
piel.
Ugh. Esto era terrible. Soren se había reducido a un pobre hombre como
Roman, hablándole a su “demonio” como si fueran una entidad separada.
Jay se volvió hacia él, sus ojos grises llenos de consternación. —¿Por qué
no?
La barista pelirroja alzó una ceja hacia él. —Bien por ti, hombre.
Cuando Jay lo hacía, la gente solía pensar que había caído directamente del
cielo.
—Nope.
—Nope.
Alicia estaba haciendo todo lo posible por contener una risa. —Oh, Dios
mío, de verdad lo cautivaste. No pensé que eso fuera posible.
Alicia frunció el ceño. —Sabes que lo que bebes no puede considerarse café
de verdad, ¿verdad?
¿Sí ven? Ella era malévola. Soren se estaba encariñando con esta barista
humana. —¿En donde está Cammie? —Preguntó con sarcasmo.
Soren dio una propina extra. Este lugar de verdad era grandioso para ir a
tomar café.
Pasó casi una hora antes de que Soren viera a su humano saliendo del
gimnasio. Era una vista bastante familiar en este punto: un Gabe con la
camiseta sin mangas y sus músculos ligeramente brillando por el sudor.
Esta vez, sin embargo, Gabe no se dirigió hacia su auto, sino que siguió
directamente hacia la cafetería, en donde Soren le había dicho que lo
estarían esperando. Se volvió hacia la puerta para verlo entrar.
Gabe entró, con una ligera arrogancia en su forma de caminar. Era la viva
imagen de la confianza de un niño de oro. Soren disfrutaba viendo a su
humano en público por esa misma razón. El resto del mundo sólo veía el
exterior confiado, y solo Soren era quien podía ver al Gabe real. Las
inseguridades, las ansiedades, las profundidades emocionales. Resultaba
que conocer los defectos de otra persona era un regalo, de cierta manera.
Gabe puso los ojos en blanco mientras se sentaba en la silla a su lado y daba
a Jay un saludo y una sonrisa. Echó un brazo casualmente alrededor del
hombro de Soren. Y él no se estaba emocionando en lo absoluto con esta
muestra pública de afecto.
Absolutamente no lo estaba.
Gabe frunció el ceño mientras pensaba. —Ella era... ¿Se supone que tengo
que conocerla? —Robó un sorbo a la bebida de Soren, haciendo una mueca
ante el sabor.
Humano aburrido.
Soren sintió que iba a estallar por el exceso de afecto que sentía por este
idiota.
A la mañana siguiente, Soren estaba lidiando con una versión muy diferente
de Gabe. No estaba exactamente seguro de lo que había sucedido durante el
turno en el hospital del humano (Jay lo había acompañado nuevamente
mientras que Soren recorría la ciudad en busca de Hendrick), pero la
arrogancia en su paso humano había desaparecido y estaba callado.
Un hosco, "Estoy bien", fue la única respuesta que recibió Soren cuando le
preguntó al respecto.
Cristo. Lo que sea. Jay había pasado la gran mayoría de sus largos años de
existencia al servicio de otras criaturas. No era un habito que pudiera
romperse de la noche a la mañana.
Palmeó el espacio entre ellos en la cama. —Es tan solitario todo el camino
hasta aquí, muy solo —bromeó.
Gabe le dirigió una mirada inescrutable. —¿Y por qué crees que es eso? —
Preguntó.
Pero Soren no creía que su toque fuera la única razón por la que Gabe le
había hecho señas para que se acercara; en este ángulo, su humano podría
compartir sus pensamientos sin tener que mirarse a los ojos. Estaba bien
para Soren, si eso conseguía que Gabe hablara.
Presionó un beso en el pectoral de Gabe, tomándose un momento para
apreciar el escalofrío de su humano. —¿Qué pasó en el trabajo? —
Preguntó, queriendo ir directo al grano.
–No.
—Es solo que… a veces lo odio. Perder esas batallas. Me siento como
si… como si hubiera defraudado a alguien. Como si los hubiese
decepcionado a todos. Eso es algo que hago mucho, al parecer.
—Defraudé a Danny.
—¿Hm?
Gabe asintió. —Sí, esos. Pero nunca lo hice. Yo solo quería… quería que el
mundo tuviera sentido. Eso se sentía como suficiente.
—¿Qué?
Gabe se puso tenso. —Jesús, mocoso. No puedes decir cosas como esas.
Gabe frotó su nariz, que aún le picaba, con más firmeza contra el cabello de
Soren. —Qué mal.
Él pensaba que era una forma maravillosa de despertarse. Puede que Soren
no necesitara la misma cantidad de sueño que él, pero el vampiro rubio se
había acostumbrado a quedarse en su cama de cualquier forma, leyendo o
tejiendo para pasar el tiempo. Por lo general, dormía las últimas horas de
sueño de Gabe para que se despertaran al mismo tiempo.
Gabe suspiró feliz y pasó una mano por la tira de piel desnuda entre la
camisa del pijama y los pantalones de Soren; su piel era tan suave, tersa y
fresca como la seda misma.
Espera…
—No —Le dijo con firmeza—. Tienes que decírmelo la próxima vez.
—Quiero tu cuello otra vez —exigió Soren, con los ojos claros
brillando.
—Oh, hay todo tipo de lugares de los que puedo beber de ti —Soren
ronroneó y pasó los dedos por el pecho de Gabe con una amplia sonrisa
cruzando sus labios—. Una plétora para elegir.
Gabe tragó saliva, sentía la boca seca. Había tantas versiones de Soren. La
dulce de la noche anterior. La provocativa y sensual del club. La vulnerable,
espinoso y temeroso de pedir ayuda. Luego estaba este. El lado de él que
podría haber aterrorizado a Gabe solo un año atrás. Hambriento y malvado
y... jodidamente sexy.
No era suficiente.
Finalmente, Soren soltó el cuello de Gabe y se alzó, con los ojos negros
mirándolo fijamente. Incluso así, encontrándose con el lado vampírico de
Soren frente a frente, le parecía malditamente hermoso.
Pero resultaba que todo eso era una mentira, de igual forma. Incluso sin
magia, la vida era impredecible. La vida de su padre había sido arrebatada
en un extraño accidente. Su madre había olvidado la existencia de Gabe en
años posteriores. Y magia de verdad había aparecido en su mundo después
de todo y para bien o para mal. Su hermano era un vampiro, por el amor de
Dios. Y Gabe tenía a otro en su cama ahora mismo.
Así que, tal vez, Gabe debería dejar de buscar una vida normal que ni
siquiera existía y aceptarla vida que ya tenía, con colmillos y todo.
—Ni lo pien… Oh, diablos, ¿crees que escuchó eso? ¿Con su oído de
vampiro y todo eso? —Gabe se había olvidado de su invitado vampiro. Era
demasiado fácil para él concentrarse en Soren y solo en Soren.
—¡Yo no escuché nada! —La voz de Jay sonó desde el otro lado del
pasillo.
Tomó una ducha rápida como un rayo antes de cederle el baño a Soren y
luego bajar las escaleras. Gabe todavía tenía una buena cantidad de tiempo
antes del trabajo, ¿tal vez podría salir a correr un rato?
Hidratación primero.
Danny le había advertido que Ferdy podía saltar la cerca del patio trasero.
Gabe se había mostrado escéptico, dado el tamaño tan pequeño del
cachorro, pero aun así, debería haberles dicho a los demás que no lo dejaran
en el patio sin supervisión.
Era grande y ancho, con cabello rubio y ojos oscuros que se asomaban por
debajo de una gorra de camionero, parecía un lugareño con franela y jeans
desteñidos.
Los dulces eran probablemente una manera estúpida de hacer eso. Pero a
Soren le gustaban... los dulces. Y las cosas bonitas. Y Gabe, por alguna
razón.
¿Debería comprarle joyas o algo así?
Se refería a Jay. —Ah, sí —Gabe se pasó una mano por el pelo—. Él es,
um, un amigo de Soren.
Chloe levantó una ceja oscura hacia él. —¿El compañero de cuarto de
Danny y Roman? ¿Por qué viene su amigo contigo al trabajo?
Bueno, joder. Gabe no esperaba que nadie se diera cuenta de que él y Jay
habían estado llegando y saliendo juntos. No era exactamente normal traer
amigos al azar al hospital por un turno completo. Ni siquiera estaba
técnicamente permitido, ya que estaban.
Cloe se rio con incredulidad. —¿Y pensaste que haría amigos en la cafetería
del hospital? ¿A mitad de la noche?
Jay se encogió de hombros. —El tiempo pasa un poco diferente cuando has
estado vivo tanto tiempo como yo. No me importa. Como. Observo a la
gente. Nunca he llegado a ver tantos humanos en mi vida. Así no. Todo el
mundo huele tan bien. Bueno —arrugó la nariz—, casi todos.
Gabe levantó una ceja. —Sabes que no puedes alimentarte de nadie en este
lugar.
Jay resopló. –Ya lo sé. También me gusta leer —Levantó su teléfono—. Vee
me ayudó a configurar algunos libros en esto hace años —Se inclinó hacia
adelante, susurrando como si fuera un secreto—. Me gusta el romance.
Dejó que Jay terminara su tortilla y se dirigieron a casa. Los ojos de Jay se
abrieron de alegría al ver los dulces, así que Gabe le regaló una bolsa de
Skittles, sintiéndose demasiado avergonzado para decirle al vampiro que
todos habían estado destinados para Soren.
Gabe no sabía de dónde había sacado Jay la idea de que esto era algo que
necesitaban discutir. Pero Gabe realmente no tenía a nadie más con quien
hablar sobre eso, así que...
Jay parecía encantado con la idea, sus ojos grises brillaban. —Tienes razón.
Es mágico. ¿No te parece genial?
Gabe miró al pequeño vampiro a su lado. —Soren dijo que fuiste bastante
protegido. Pero no suenas tan arcaico como Roman. ¿Es por todas tus
lecturas?
Gabe debería tener eso en cuenta, si decidía unirse al club de los vampiros.
Mirar mucha televisión, no sonar como un antiquísimo viejo fuera de
contacto.
Si es que era invitado al club de los vampiros, claro está. Primero tenía que
decirle a Soren… cosas de amor.
Eso era lo que estaba pensando Gabe, justo cuando el gran hombre rubio
que había visto el día anterior, salió de las sombras y partió el cuello de Jay.
Diecisiete
Soren
Soren se detuvo a mitad de una puntada de su tejido con el ganchillo aún en
mano, y escuchó atentamente. Ferdy era normalmente un perro tranquilo.
Soren casi nunca había oído ladrar al cachorro, aparte de una vez que Ferdy
había visto una ardilla en una de sus carreras por el bosque.
Literalmente sostenido.
Tenía el cuello roto, probablemente. Era una de las formas más rápidas de
incapacitar a uno de los suyos por un corto período de tiempo,
especialmente si se podía tomar por sorpresa.
Gabe estaba... no ileso pero vivo. Había sangre, sí, pero la mayor parte
parecía provenir de su nariz. Estaba rota, tal vez.
Soren luchó por mantener la calma. Odiaba ver a Gabe luciendo tan
indefenso. Lo odiaba con una pasión que le hacía hervir la sangre.
Su humano era fuerte. Era valiente, sin importar que sus inseguridades le
dijeran lo contrario. Hendrick no tenía derecho ni siquiera a mirar en
dirección a Gabe, y mucho menos dañar un solo pelo en su cabeza.
Eso no debería haber sido suficiente. Soren tuvo haber podido rastrear su
olor, si Hendrick había permanecido en la ciudad. Debería haber sido capaz
de encontrarlo antes.
Había estado saliendo todas las noches en que Gabe había estado
trabajando. Dejándose ver en la ciudad, con la esperanza de que eso atrajera
nuevamente a Hendrick. Pensaba que la falta de respuesta equivalía a que el
otro vampiro se había ido. Que había descubierto que que Soren era más
problemático de lo que valía realmente.
Sintió que sus colmillos retrocedían, sabía que sus ojos volvían al habitual
tono azul pálido. Trató de mantener su expresión neutral, pero la sonrisa de
Hendrick se amplió de todas formas; el cretino estaba claramente
complacido por lo que vio en el rostro de Soren.
Quería decirle a Hendrick que prefería morir a que esas garras viscosas lo
tocaran una vez más, pero necesitaba salir de esta situación. Soren
necesitaba que Gabe estuviera a salvo primero. Ya después se preocuparía
por las consecuencias.
—Este humano…
Detrás de ellos, Soren oyó las súplicas de Gabe con voz destrozada. —
Soren, por favor. No hagas esto. No te vayas.
Pero su humano no fue tras ellos. ¿Cómo podría? Tenía la pierna torcida,
probablemente rota. A Soren se le cortó el aliento en la garganta, las llaves
que Hendrick le había dado estaban en el contacto.
Soren estaba en la situación que había temido durante tanto tiempo. Estaba
de vuelta en las garras de Hendrick. Esperó sentir el temor, el miedo, los
familiares sentimientos de inutilidad. Pero todo lo que pudo sentir fue un
inmenso alivio, teñido de una tristeza tan profunda que Soren se preguntó si
tal vez de alguna manera estaba sangrando internamente.
El mundo sería un maldito lugar mejor; eso era seguro. Pero no había
ninguna garantía con eso. Cualquiera de ellos o ambos podrían sobrevivir a
un choque. Los inocentes podrían morir. Las probabilidades simplemente
no eran lo suficientemente buenas.
Soren solo desearía haberse preparado mejor. Este hijo de puta se merecía
una muerte lenta y dolorosa. Pero eso podría no ser posible en este
momento.
A Soren, que estaba aprendiendo a abrirse de nuevo. Soren, quien hizo que
Gabe se sintiera seguro y reconfortado por primera vez desde su infancia.
Soren, que se había quedado en esta ciudad, después de más de un siglo de
seguir huyendo, solo para permanecer cerca de él.
Excepto que esta vez, Soren no había sido capaz de abalanzarse y salvarlo.
Hubiera dolido, sí. Habría roto el corazón de Gabe. Pero podría haberlo
manejado, por Soren. Podría haber manejado la partida de Soren, si es lo
que el vampiro necesitaba. Pero esto. Soren yendo con ese pedazo de
mierda, poniéndose en manos de ese psicópata...
Gabe no se había dejado engañar por ninguna de las tonterías que Soren le
había soltado a Hendrick. Las palabras del vampiro acerca de que Gabe era
una mascota, una distracción fácil. Gabe sabía mejor. Soren solo había
estado protegiéndolo. Su vampiro había pensado que tenía que ir con ese
jodido monstruo para proteger a Gabe.
Gabe no había podido evitar que su padre muriera. No había podido evitar
la demencia progresiva de su madre. No había podido evitar que Danny
fuera convertido contra su voluntad.
Así que no había podido proteger a Soren porque era un humano: frágil,
débil, mortal. Bueno, entonces él ya no sería un humano.
Claro, no podía moverse. Tenía que ser paciente, incluso si se sentía como
si estuviera listo para saltar fuera de su propia piel. El pequeño vampiro no
se quedaría mucho tiempo tumbado. Soren había dicho que sólo la
decapitación o el fuego podían matarlos.
Gabe podría ponerse a gritar, era tan frustrante que ninguno de sus extensos
conocimientos médicos servía para determinar el tiempo que le tomaba a un
vampiro curarse de un cuello roto. Pero seguramente no tomaría mucho
tiempo, ¿verdad? Teniendo en cuenta lo rápido que se habían curado las
costillas rotas de Soren. Así que Gabe se sentó en el porche bajo el débil sol
de la mañana, esperando a que Jay se despertara.
Gabe apartó su mente del trauma de la última media hora. Trató de recordar
sólo lo bueno. Lo hermoso que se había visto Soren en el club, bailando
libremente bajo las luces intermitentes. La paz que sentía cuando Soren lo
sostenía en el sofá. En la cama. Trató de canalizar la calma interior que
experimentaba cuando tenía a Soren en sus brazos. No se acercaba a ese
punto, pero ayudaba, aunque solo fuera un poco.
Jay dejó de agitarse y miró a Gabe con ojos ansiosos. —¿Hacer qué cosa?
—¿Y estás seguro de esto? —Jay retorció sus manos, con el ceño
fruncido. Podría haber sido adorable, si Gabe no estuviera tan jodidamente
impaciente por poner este espectáculo en marcha.
Jay no parecía tranquilo. —Pero he visto que toma días para que alguien
cambie. Podrías... Podrías llegar demasiado tarde.
—Um…
Los ojos grises de Jay lo perforaron. —Es algo permanente, Gabe. Para
siempre. Nunca volverás a ser humano.
Por primera vez desde que se conocieron, Gabe pudo sentir la edad de Jay.
Había cierto arrepentimiento allí, subyacente en su declaración de Jay: ¿Se
le había dado a este vampiro más opciones con su conversión que al mismo
Soren?
Gabe trató de poner toda su sinceridad en sus palabras. —Lo haría de todos
modos. Para estar con él. No estaba seguro antes, pero... ahora lo sé. Quiero
esto. Así que hazlo.
Pero Soren. Soren hacía que Gabe fuera mejor persona. Más abierto, menos
temeroso. Gabe podría aceptar la magia en su vida, si Soren venía incluido
en ella.
—Soren me va a matar —protestó Jay. Pero había dejado de retorcer
sus manos, parecía estarse acostumbrando a la idea.
Levantó una mano cuando Jay finalmente se inclinó sobre él. —En el cuello
no.
Gabe escuchó gritos. Estaba bastante seguro de que era él, pero también
estaba demasiado delirante de dolor para registrar la fuente. Tosió, se
atragantó y gritó un poco más.
El dolor se había ido. Como si nunca hubiera sucedido en absoluto. Tal vez
Gabe lo había soñado.
—N… nunca había visto que sucediera tan rápido —Jay tartamudeó
—. Solo han pasado unas pocas horas.
Soren.
Jay le dirigió una mirada extraña. —No… yo… ¿no tienes… hambre?
Eso era lo único que ansiaba Gabe: tocar a su pareja. Poder sostenerlo.
Había una nueva bestia dentro de él, y necesitaba ser calmada.
Necesitaba a su compañero.
Diecinueve
Soren
—Gira aquí.
Soren se puso tenso. ¿Entonces eso era todo? Quería mantenerse cerca de
Gabe como una amenaza, asegurándose de que Soren se mantuviera...
¿dócil? Eso sólo tenía sentido a corto plazo. ¿Qué estaba planeando
Hendrick una vez que se fueran? Soren pensó en las escaleras por las que
habían pasado de camino a la sala de estar. Los dormitorios debían estar
ubicados en el segundo piso. Supuso que Hendrick no necesitaría mucho
tiempo para conseguir lo que había venido a buscar.
La bestia en su interior no quería nada más que arrancarle los dedos a este
vampiro, tal vez todo su brazo por si acaso. Pero Soren estaba en
desventaja. Hendrick era más fuerte que él en lo que se trataba de fuerza
bruta. Y, seguramente, estaba en espera a una sola reacción que le diera la
excusa de poner a Soren en su lugar.
Pero por una vez, Soren podía ser paciente. Podría ser paciente por Gabe.
—No pienso tocarte con esa cosa asquerosa frente a nosotros —dijo,
sacando ligeramente el labio inferior. Cualquier desafío era un riesgo, pero
a Hendrick por lo general no le importaba un lloriqueo o incluso hacer un
pequeño puchero. Eran los signos de fuerza lo que no podía soportar.
Soren soltó su brazo del agarre del otro vampiro, luego caminó hacia el
sofá, levantando el horrible cadáver sobre su hombro con facilidad. Salió
por la parte de atrás, llevó el cuerpo al lago y exploró el área a medida que
avanzaba. No detectó a ningún vecino cercano, ni caminos que no fueran
por el que habían llegado. El único otro edificio era un cobertizo
destartalado al lado de la cabaña.
Esta era la segunda vez que Gabe se rompía un hueso por culpa de Soren.
Dos veces eran ya demasiadas.
Soren contempló sus próximos pasos mientras buscaba rocas en el área para
introducir en los bolsillos del pobre cadáver. El plan más sencillo sería dejar
que Hendrick tomara lo que él quisiera. Atraerlo a una falsa sensación de
seguridad, y luego... ¿atacar? Mejor aún... correr. Correr y no mirar atrás.
Dejar que Gabe siguiera viviendo su vida humana normal, lejos de toda la
mierda sobrenatural de Soren.
Así que dejaría que Hendrick se quedara con él. Que lo tocara y lastimara.
Eso es lo que el Soren del pasado habría hecho. Tomar un poco de pérdida
de su dignidad y autonomía corporal, a cambio de una eventual libertad.
Las manos fuertes de Gabe. La forma en que dejaba que fuera Soren el que
dirigiera. La manera en que lo miraba como si fuera algo precioso.
Una vez que el cuerpo estuvo cargado con piedras, Soren lo arrojó sin
contemplaciones al lago poco profundo. No ocultaría un cadáver por mucho
tiempo, pero bueno. Soren tenía cosas más importantes de las que
preocuparse. Dudó en regresar a la cabaña. Se preguntó qué estaría
haciendo Gabe ahora mismo. Soren esperaba que no estuviera sufriendo.
Esperaba que Jay hubiese despertado rápidamente y llevado a su humano al
hospital.
Soren se pasó una mano por el pelo, imitando inconscientemente los gestos
de Gabe. Se dio cuenta de que le temblaban las manos.
No podía soportarlo. Estaba mal que Soren no estuviera allí con él. Su
compañero estaba dolorido. Su pareja lo necesitaba.
Soren solía ser mucho mejor intentando ser cauteloso con este bastarlo,
pero ahora mismo le estaba costando mucho volver a ese viejo miedo.
Quería terminar con esta farsa. Quería volver con Gabe.
—Tú me perte…
Soren reflexionó al respecto. Tal vez era cierto. Los amigos de Hendrick se
habían ido, la comunidad de la que había sido parte durante toda su
existencia vampírica se estaba desmoronando. Soren se preguntó cómo es
que el otro vampiro no se había vuelto salvaje todavía. Probablemente no
estaba lejos de eso. Quizá por eso se esforzaba tanto por recuperar a Soren.
Tal vez pensaba que eso retrasaría las cosas, que una cara familiar serviría
como un ancla, incluso si el alma de Soren no podía hacer el trabajo
oficialmente.
Soren deseó poder encontrar en sí mismo el sentir pena por Hendrick, pero
simplemente… no podía. Este bastardo ya le había quitado demasiado.
Tampoco se merecía la piedad de Soren. Aun así, no estaba por encima de
tratar de razonar con él, si eso significaba que no lo patearían en una pelea.
De acuerdo, tal vez Soren no tenía un torbellino de emociones. Tal vez solo
estaba jodidamente enojado.
Hendrick finalmente dejó caer el palo que había estado usando para avivar
el fuego, volviendo toda su atención sobre él. —¿Amar? —Preguntó, la voz
goteando con desdén—. ¿Es eso lo que crees que has encontrado por ti
mismo? ¿Con ese pequeño humano?
Soren no sabía por qué la pregunta lo tomó por sorpresa, pero lo hizo. Se
estremeció, incapaz de camuflar adecuadamente su reacción.
Eso era lo que pasaba con los imbéciles manipuladores. Realmente odiaban
ser enfrentados con sus propias tonterías.
Sin otra palabra, Hendrick cargó contra Soren, solo un borrón cegador de
músculos. Soren se lanzó hacia atrás con facilidad. Puede que no tuviera la
ventaja sobre el otro vampiro en cuanto a fuerza, pero sí le ganaba en
velocidad. Salió por la puerta principal en un instante, extendiendo una
mano para agarrar la escopeta que había escondido en el porche.
Soren apuntó una ráfaga de balas hacia Hendrick, los ojos del vampiro se
abrieron como platos en la fracción de segundo que tuvo para registrar el
arma.
Se sentó en el porche, tan lejos del desorden como era posible. Había
esperado más... alivio. Pero Soren podía sentir todavía la rabia, el miedo y
la preocupación arremolinándose dentro de su estómago. Tal vez le tomaría
algo de tiempo procesar su victoria sobre el hombre que lo había
atormentado toda su vida.
Y luego estaba el otro lado de las cosas: ¿cuántos más morirían si dejaba
que Hendrick viviera?
Así que era hora de deshacerse de él. El mundo estaría mejor así. Soren se
preguntó si tal vez Hendrick habría querido acabar con su propia
existencia. Si eso era parte de la razón porqué había seguido persiguiendo a
Soren, incluso sin la amenaza de sus amigos de la comunidad para
mantenerlo protegido.
Había querido un cierre, suponía, tan estúpido como eso lo hacía sentir en
retrospectiva. Había querido darle a Hendrick la oportunidad de hacer lo
correcto.
Soren estaba saliendo del cobertizo cuando vio una forma familiar en el
porche.
Gabe. Todavía con la ropa con la que Soren lo había visto por última vez.
Tenía un aspecto arrugado y desgarrado y definitivamente en mal estado.
Pero su humano estaba erguido, con ambas piernas rectas y fuertes, sin una
sola herida sobre él.
Gabe suspiró, pasando una mano por su cabello y luego, miró a Soren con
sus ojos esperanzados. —¿Te puedo ayudar?
Veinte
Gabe
Gabe había conducido rápido, más rápido que nunca en su vida, sintiendo
ese tirón hacia su persona guiándolo, dirigiéndolo. Había estado listo para
pelear. Para rasgar piel y romper huesos. Para usar la nueva fuerza que
podía sentir corriendo por sus venas.
Soren arqueó una ceja rubia hacia él. —¿Molesto porque lo hice yo mismo?
La pareja de Gabe se sentía espinosa. A la defensiva. Gabe podía oírlo en
sus palabras y también… sentirlo. Una corriente de emociones que iba de
Soren hacia Gabe. Era difícil distinguirlo todo, Gabe apenas estaba
acostumbrado a etiquetar sus propias emociones, y mucho menos las de otra
persona, pero luego surgieron pequeños fragmentos a la claridad.
Gabe luchó por encontrar las palabras, peleando con su preocupación muy
humana y sus nuevos instintos menos que humanos. —No, yo no… yo
no… —Se detuvo, incapaz de terminar la frase. Descubrió que sólo tenía
una cosa que preguntar—. ¿Puedo sostenerte?
Había estado demasiado nervioso para sentir algo más que alivio por
tener a Soren en sus brazos otra vez.
—Se suponía que debía decirte cosas de amor —Se encontró soltando
Gabe.
—Sí... como... ¿Te amo? —Era más fácil de decir con Soren en sus
brazos de lo que había pensado. Él lo conectaba a tierra. Y aún así, la
declaración salió más como una pregunta.
Algo más fuerte que el cariño se filtró a través del vínculo esta vez. Gabe
apreciaba la sensación. Soren frotó su cabeza contra su pecho,
pronunciando sus siguientes palabras contra la camisa de Gabe. —Te
convertiste por mí.
Gabe respondió con una franqueza igual. —Lo sé. Puedo sentir el olor a
quemado.
Soren suspiró, su aliento cálido contra la clavícula de Gabe. —No fue muy
amable de mi parte.
Gabe abrazó a su vampiro con más fuerza. —Hiciste lo que tenías que hacer
para protegerte.
—Yo también te amo —dijo Soren en voz baja, con los ojos fijos en
los escombros humeantes frente a ellos.
Gabe sonrió con aire de suficiencia. —Ya lo sé. Puedo sentirlo.
—Probablemente.
—No quise decir lo que dije. Nada de eso —dijo Soren con sus ojos
pálidos suplicantes.
—Te convertiste por mí —Dijo Soren por segunda vez, con su voz
entrecortada por las palabras.
Ya se estaban tocando, hombro con hombro y cadera con cadera, pero Gabe
extendió una mano, queriendo aún más contacto. Deslizó su dedo por la
mejilla de su compañero. —Eso hice.
—Sí.
Gabe se rio. —Por mucho que te guste llamarme así, en realidad no soy un
idiota. Supuse que éramos compañeros —Hizo una pausa y apartó la mano
del rostro de Soren, repentinamente inseguro—. ¿Está bien lo que hice?
Quizás Soren en realidad no quería quedarse toda una eternidad con Gabe.
Eso era cierto. Gabe sabía que debería estar de un humor sombrío, con eso
del incendio provocado que estaban cometiendo para encubrir un asesinato,
pero todo en lo que podía pensar era en lo mucho que deseaba tocar a
Soren...
Todo Soren.
Esa nueva energía dentro de él quería reclamar a su pareja más que nada.
Quería tocarlo, lamerlo y follarlo hasta el olvido.
Gabe se movió incómodo. —Es solo que… has pasado por algunas cosas.
Con alguien que tiene un historial de... tomar sin consentimiento. Yo puedo
esperar.
Soren lo miró fijamente y él se sonrojó ante el escrutinio.
Soren lo besó entonces, suave y dulcemente, como rara vez lo hacía. Lamió
suavemente los labios de Gabe, convenciéndolos para que se abrieran y
deslizando la lengua en el interior de su boca. Gabe gimió, inclinándose
hacia el beso, incapaz de evitar profundizarlo esta vez mientras lamía la
boca de Soren.
Soren soltó el beso primero, inclinándose hacia atrás con una sonrisa
maliciosa en el rostro. —¿Necesita que dé el primer paso, Alteza?
Gabe dejó escapar un suspiro lento, todo su cuerpo tenso por el esfuerzo de
mantenerse quieto. La sonrisa de Soren se suavizó en los bordes, pero calor
ardía en sus ojos. —Confío en ti para tocarme —Continuó—. Confío en ti
para follarme. Confío en que me amas. Sé que no usarías tu fuerza contra
mí.
Estaba temblando. El poder que este vampiro tenía sobre él. —¿Puedo…?
Soren le sonrió, el amor en sus ojos era tan palpable que dejó a Gabe sin
aliento. —Sé que puedes, alteza —Dijo—. Pero tu vampiro no es el único
que se muere por poner sus manos sobre su pareja.
Soren volvió a besarlo. Esta vez no hubo delicadeza en ello. Lo estaba
saqueando. Reclamándolo. Estaba tomando. Chupó la lengua de Gabe,
mordió sus labios. Gabe gimió, palmeando el trasero de Soren con manos
necesitadas.
El otro vampiro rompió el beso. —Quítame esta ropa sucia —ordenó sin
aliento.
El olor a humo y ceniza todavía estaba en el aire, pero debajo podía sentir el
aroma fresco y relajante de su compañero. Su dura polla rozaba la de Soren
y el líquido preseminal goteaba sobre ambos.
Gabe gimió, sus manos moviéndose de nuevo sobre el trasero de Soren, sus
dedos bailando a lo largo de la hendidura.
Espera. Mierda.
Una vez que el dedo de Gabe estuvo debidamente empapado con saliva,
Soren guía la mano de regreso a su trasero. —Ábreme, Alteza.
Gabe negó con la cabeza. —Todavía no. No estás listo, bebé —Retiró los
dedos, ignorando el gemido de protesta por parte de Soren. Envolvió esa
misma mano alrededor de la polla goteante de su compañero, juntando el
líquido preseminal y mezclándolo con su saliva. Luego, introdujo tres dedos
lentamente dentro de Soren.
Esperó hasta que sus tres dedos entraron con facilidad, mientras que Soren
maldecía su nombre cada dos por tres. Y eso fue todo. Perfecto.
Jodidamente perfecto.
—Más fuerte —Soren jadeó, hundiendo sus dedos entre los rizos de
Gabe.
Soren negó con la cabeza, apretando con más fuerza los mechones de Gabe.
—Puedo soportarlo. No soy frágil. Fóllame más fuerte.
Gabe estaba demasiado perdido en el placer como para saber cómo sucedió,
pero él... cambió. Sus colmillos descendieron, su visión se agudizó. En el
momento en que Soren levantó la cabeza, Gabe correspondió, mordiendo el
cuello de su vampiro con un gruñido de satisfacción.
Solo se permitió unos pocos tragos de la sangre de Soren, sin saber aún
cuánto sería demasiado. Pero al parecer, eso fue más que suficiente para
apaciguar a su bestia. Habían reclamado a su pareja. Estaba contento por el
momento.
Gabe detuvo sus besos. —Lo hice. Pero también por… por mí.
Soren se recostó contra el árbol para mirarlo a los ojos. Gabe sintió que una
ola de timidez lo atravesaba. Pero este era Soren. Nunca había salido nada
malo de ver a Gabe en un estado de vulnerabilidad.
—Lo sé. Tal vez ahora estoy un poco más abierto a la presencia de
magia en mi vida —Gabe sonrió—. Además, ahora soy como, súper fuerte.
Apuesto a que podría correr un ultramaratón sin problema, ¿verdad?
Soren arqueó una ceja. —¿Qué pasa con tu alimentación? ¿Crees poder
beber sangre humana?
Gabe se encogió de hombros. —Podrías enseñarme. ¿Quizás podríamos ir a
bailar juntos una noche y encontrar a alguien bonito al que compartir?
Soren hizo todo lo posible por mantener su expresión en blanco, pero Gabe
podía sentir la oleada de deseo a través del vínculo. Sonrió. Había tenido el
presentimiento desde la salida nocturna, que a Soren le podrían gustar cosas
así. No hacer un trío real —aparentemente, ambos eran demasiado
posesivos para una cosa así—, sino algo de coqueteo, un toque inocente,
una alimentación conjunta llena de placer. Eso sería... emocionante. Para
ambos.
Soren no respondió. Por primera vez, era él quien los mantenía dentro del
auto. Observó la casita amarilla, su hogar durante el último año. Había
pensado esa misma mañana que nunca volvería a verlo.
¿Pero de verdad?
—No soy una buena persona —Dijo Soren, no por primera vez.
Soren no pudo evitarlo. Se inclinó para darle un beso. Quería tocar toda esa
belleza dorada. Gabe se encontró con él a mitad de camino, abriéndose con
facilidad y permitiéndole explorar su boca con la lengua y los dientes.
Soren suspiró, mirando por la ventanilla del coche. Esa era la otra razón por
la que estaba vacilando para entrar a la casa. Había un auto familiar en la
entrada.
Soren resopló. —Qué molesto. ¿Cómo vamos a explicar todo esto? —Hizo
un gesto vago hacia Gabe, tratando de abarcar su relación y el cambio en la
mortalidad de su antiguo humano—. Se van por tres semanas y ahora eres
un vampiro.
Gabe se rio, depositando otro beso en los labios de Soren. —Estoy seguro
de que no siempre seré de esa forma. No he tenido un trasplante de
personalidad, solo estoy aliviado como el infierno —Ahuecó el rostro de
Soren entre sus manos—. Estás aquí. Estás ileso. No te perdí. Cualquier
otra cosa, podremos manejarlo juntos.
Bueno, maldita sea. ¿Qué se suponía que debía hacer Soren con palabras
tan dulces como esas? Su compañero iba a hacer que se derritiera en un
charco, como una especie sentimental…
Salió del auto. Tener que lidiar con la ira de Danny y Roman probablemente
sería más fácil que lidiar con todas estas cosas blandas del amor. Gabe
estaba dos pasos detrás de él cuando entraron por la puerta principal. No
había necesidad de buscar a nadie. Ya todos estaban en el pasillo.
Roman tenía los colmillos afuera y sostenía a Jay contra la pared por el
cuello. Los ojos grises del pequeño vampiro estaban muy abiertos, su rostro
se había tornado de un interesante color purpura. Danny tenía una mano en
el brazo de Roman, como si estuviera tratando de calmar a su impulsivo
compañero.
Roman gruñó cuando entraron, pero no levantó la vista, manteniendo sus
ojos en la amenaza percibida. Claramente estaba en modo protector.
Danny, por otro lado, se volvió hacia ellos, todavía agarrado del brazo de
Roman y sonriendo tímidamente. —¡Oh, están en casa! Tal vez puedan
explicar, um... ¿Conocen a este tipo? Roman se siente un poco "grr"
después de encontrarse a un extraño en la casa.
Jay hizo todo lo posible por sonreír, balbuceando algo que sonaba
terriblemente como un: —Es un placer —Porque por supuesto que decía
eso.
Roman finalmente volvió sus ojos negros hacia Soren. —¿Lo conoces?
Roman, como el bruto e inútil que era, interrumpió. —Es un vampiro —dijo
rotundamente.
Era raro ver cómo la ira pura se apoderaba de las dulces facciones de
Danny. Soren podría haber disfrutado presenciarlo, si esa ira no estuviera
dirigida en un 100% hacia él.
Bueno, Cristo. Ahí estaba Roman de nuevo, sosteniendo a Jay por el cuello.
Esto fue un desastre absoluto. ¿Sería malo si Soren empezara a reírse?
Probablemente. Nadie aquí parecía tener una pizca de sentido del humor en
este momento.
Y… eso fue todo. La idea de Jay siendo como alguna clase de “amiguito
malvado” para Soren. Eso fue lo que finalmente lo echó a reír.
Gabe miró a Soren con aire de disculpa. —Nunca dije que los vampiros
fueran asquerosos.
Roman, que una vez más había liberado a Jay, suspiró profundamente.
Claramente había decidido que ya era suficiente de todos ellos. —Tal vez
deberíamos sentarnos todos para una discusión adecuada —Sugirió—.
Aparentemente nos hemos perdido mucho mientras estuvimos fuera —Sus
ojos dulces se volvieron hacia Danny—. Tal vez un poco de té, mon amour.
Se apiñaron en la cocina, con una taza fría de té casi intacta frente a cada
uno de ellos. Soren empezó desde el principio. El principio de todo. Como
fue su conversión, su tiempo en la Comunidad. Sus muchos años huyendo,
siendo atrapado y huyendo de nuevo. Su atracción por Gabe. Su... noviazgo.
—Nunca lo supe —Dijo Roman en voz baja, sus brillantes ojos azules
estaban fijos en Soren—. Supuse que tenías... un trauma pasado. Pero nunca
supe el alcance.
La alegría que Danny claramente sentía por tener a su hermano para una
eternidad, parecía estar haciendo maravillas para suavizar la ira de Roman
hacia Soren. Su amigo se relajó por primera vez desde su regreso, pasando
una mano por la espalda de su pareja.
Danny suspiró con tristeza. —Supongo que es hora de robar otra vez al
hospital.
Pero ahora los dos tenían tiempo, un tiempo interminable para resolverlo.
Soren apretó la mano de Gabe para tranquilizarlo. —Anda —Le dijo—. Yo
te esperaré aquí.
Jay fue a buscar la correa de Ferdy, más que feliz de dejar el ambiente tenso
de la cocina.
El tipo no era de los que rehuían del contacto visual; eso era seguro.
—Explícate.
Soren levantó una mano. —Sé que lógicamente eso estuvo mal. Pero se
necesitó algo... grande para hacerme despertar.
—Sé que le guardas rencor por lo que pasó con tu precioso Danny…
—No creo que Gabe sea una mala persona —Roman protestó—. Solo
es… terco. Obstinado, por así decirlo. Pero él cambió por ti. En un sentido
bastante literal.
—Pero, si nunca pensé que fueras rudo —Roman lo dijo como dos
palabras distintas11.
Román se rio. Hacía eso mucho más en estos días, ahora que tenía a Danny.
Soren se negaba a dejarse encantar por eso. Arrojó el envoltorio del paquete
de su té al otro vampiro.
Con su familia.
Veintidos
Gabe
Gabe lanzó una mirada hacia la bolsa en su mano, fría al contacto y casi
helada por fuera debido a los refrigeradores del banco de sangre. Había
visto un número incalculable de estas bolsas en su carrera en medicina, las
había pedido para los pacientes una y otra vez, pero nunca en su vida habría
esperado beber de una.
Gabe negó con la cabeza. —No. Yo, uh, quiero terminar de una vez —
Tampoco quería herir los sentimientos de Soren si terminaba atragantándose
por el sabor. Beber de Soren había sido una cosa. Gabe había estado perdido
en medio de la lujuria y el placer, en la necesidad de reclamar a su pareja.
Beber la sangre de alguna persona al azar se sentía un poco diferente. Gabe
estaba comprometido con todo ese asunto de ser vampiro por la eternidad,
de eso no tenía dudas, pero él solo… necesitaba sentarse con esto por unos
minutos. Sobre el asunto de beber sangre.
Podía sentir el cambio tal como sucedió, sutil pero inconfundible. Su visión
se agudizó, los detalles en el auto sumergido en la oscuridad, se volvieron
claros como el día. Sus incisivos se alargaron. Gabe pasó la lengua por cada
uno con mucho cuidado.
Un ruido salió de él, una especie de gruñido extraño. Danny tenía razón,
probablemente hubiera estado mejor si la sangre estuviera tibia, pero no era
lo peor que Gabe había probado en su vida. Satisfacía una profunda
necesidad. Calmaba ese antojo que le picaba. Gabe terminó la bolsa en unos
cuantos tragos codiciosos. El zumbido bajo su piel se amortiguaba con cada
trago, hasta que desapareció junto con la sangre.
Gabe negó con la cabeza. Una había sido suficiente. Ahora quería irse a
casa.
Quería a Soren.
Gabe tosió. —Oh. Um, está bien —Una de las desventajas de convertirse en
parte del mundo de los vampiros, era ser consciente de todos los detalles
íntimos que estaba aprendiendo sobre la vida sexual de su hermano.
Gabe se rio. —Bueno, eso pensaba. O algo así —Se pasó una mano por la
cara, tratando de contener la sonrisa—. Pero también pensaba que era tan
hermoso que resultaba doloroso.
Los ojos oscuros de Danny estaban buscando algo. —¿Y eres feliz? ¿No te
sentiste empujado a esto? —Ante el ceño fruncido de Gabe, se apresuró—.
Solo necesito escucharlo de ti, ¿de acuerdo? Cuando estamos solo los dos.
Fue un shock para mí. Tienes que entenderlo.
Se pasó una mano por el pelo. —Sí. Toda esa ansiedad irregular, ese
nerviosismo, ese miedo… Se alivia cuando estoy con él.
Por supuesto que Gabe no lo había hecho. De alguna manera había pasado
toda su vida adulta pensando que los sentimientos eran para esconderlos
debajo de la alfombra. No para compartirlos o procesarlos o cualquiera de
esas otras cosas que eran consideradas saludables.
Gabe miró a su hermano con incredulidad. —Idiota —lo acusó, con la voz
llena de afecto.
Danny le sonrió, luego dio un pequeño suspiro, mirando por la ventana del
auto. —No nos conocemos muy bien, ¿verdad? Como adultos.
Miró a su alrededor con nuevos ojos, hacia las paredes en blanco y los
muebles baratos de Ikea. Gabe se estaba dando cuenta de que esto no era un
hogar en lo absoluto. No tenía carácter. No había sensación de comodidad.
Sin estilo. No tenía vida.
Soren abrió mucho los ojos y agitó una mano alrededor de sí mismo en son
de demostración. —Es de mal gusto. Es como el ridículo departamento de
un soltero —Señaló el área de la televisión—. Tienes una Xbox, pero no
tienes una sola alfombra.
Soren se rio para sus adentros. —Es una broma interna. El punto es, que yo
escojo la casa. Yo compro la casa. Tu solo siéntate ahí y luce bonito.
Bueno, Gabe ya tenía eso cubierto, más o menos. Si Soren quería ser el gran
gastador de la relación, entonces él no iba a poner reparos al respecto.
Presionó otro beso en el cuello de Soren, incapaz de evitarlo. —¿Quieres
que te dé un recorrido?
Soren le gruñó por sus toallas ásperas que ni siquiera hacían juego, pero no
le molestó: el vampiro interno de Gabe estaba demasiado feliz después del
orgasmo. Soren siempre era más suave después del sexo.
Gabe estaba tan contento de que Soren se hubiera quedado. Se lo dijo por si
acaso.
—¿Y qué es lo que quieres ahora? —Preguntó—. ¿Una mansión? —
Podía imaginarse a Soren en una enorme casa Victoriana antigua, bajando
las escaleras y bailando el vals con una bata de seda y un abrigo de piel.
Soren lo miraba como si estuviera loco. —Eso sería de muy mal gusto, en
una ciudad como esta —Entonces hundió la cabeza en el pecho de Gabe, un
hábito que tenía cuando estaba a punto de decir algo que consideraría
"blando"—. Podríamos encontrar un lugar cerca de Danny —Murmuró—.
Eso sería bueno.
Soren tarareó mientras pensaba. —Aunque un poco más bonita que la casa
de Danny.
—Lo sé.
—¿Acabas de ignorarme?
Un exceso de días soleados era un punto que podía otorgarle a Hyde Park.
Era la primera vez que Gabe usaba su propia compulsión para visitar a su
madre, y le había dicho a Soren que quería estar solo para ello. No es que
creyera que él no podría manejarlo, es solo que…...
Gabe se había dejado crecer los rizos un poco más y ahora los sujetaba con
una de esas cintas de jugador de Futbol, por las cuales Soren se estaba
volviendo un poco loco.
Soren inclinó la cabeza hacia arriba para mirarlo. —Pero ella no sabe quién
soy.
—Mi novio.
Gabe se inclinó hacia atrás para sonreírle con picardía. —Ella dijo que no
era una sorpresa. Al parecer, había un chico del barrio del que siempre
pensó que estaba enamorado.
Increíble.
Gabe sacudió la cabeza y abrazó a Soren con más fuerza. —Ahora mismo
no es una propuesta. Sin embargo, te lo propondré.
Gabe levantó una mano y pasó un dedo por la mejilla de Soren. —Quiero
casarme contigo porque nos pertenecemos y quiero que todos lo sepan.
Quiero un anillo en tu dedo y otro anillo en el mío.
Oh, bueno.
Aun así, resopló, por si acaso. —No quiero una boda en el juzgado como la
que hicieron esos dos. Eso es absolutamente aburrido.
Soren agitó la cabeza mientras abría la puerta del lado del pasajero. —Por
milésima vez, no voy a hacer eso. Me niego a que la policía nos detenga
solo porque no puedes soportar estar sin abrazarnos durante cinco minutos
completos.
Gabe puso los ojos en blanco, solo para cerrarlos después obedientemente.
Soren vestía su abrigo de piel marrón. El mismo que había usado cuando
llegó por primera vez a Hyde Park hacia lo que se sentía como una
eternidad. El mismo que Gabe recordaba tan claramente y con
aparentemente mucho más cariño de lo que Soren se habría imaginado,
viendo como para su “Vampiversario”, Gabe le había pedido que usara ese
abrigo.
De acuerdo, puede que fuera un poco ridículo, pero Soren estaba encendido
con todo el asunto.
Gabe se lamió los labios, sus ojos fijos en las piernas desnudas de Soren. —
Eres tan malditamente hermoso, bebé —Dejó escapar un suspiro lento—.
Pensé eso la primera vez que te vi. Que eras la persona más hermosa que
jamás había visto. Me aterrorizaba la atracción que sentía hacia ti.
Gabe terminó el beso mucho antes de que Soren estuviera listo, ignorando
su gemido de protesta.
—No, bebé. Así no —Les dio la vuelta y dejó caer a Soren sobre su
espalda en la cama, y luego el cuerpo musculoso se Gabe se cernió sobre él
—. Es mi día. Puedo ser dulce contigo.
Soren le sonrió. Supuso que podía manejar eso. Con Gabe era fácil dejarse
llevar por la dulzura. La pareja de Soren le había demostrado una y otra vez
que amaba todos sus lados. El mocoso. El salvaje. El doméstico. El dulce.
A Gabe le gustaba todo de él, y no consideraba a Soren menos por nada de
eso.
Esperaba que Gabe le quitara el abrigo, pero solo lo abrió más, exponiendo
el cuerpo de Soren frente a su mirada acalorada. Luego procedió a besar y
lamer cada centímetro de piel que pudo encontrar, chupando suavemente los
pezones de Soren, recorriendo sus costillas con la lengua. Cada toque
enviaba destellos de placer bailando por la columna de Soren. Estaba
avergonzado de estar jadeando y temblando en menos de un minuto, y su
dura polla dolía, enrojecida y goteando sobre su estómago.
En cambio, Gabe usó ambas manos para empujar los muslos de Soren hacia
atrás, presionándolos contra su pecho. —Sostén esto por mí, mocoso.
Su compañero solo sonrió, inclinándose hacia atrás para lamer y chupar sin
piedad la entrada de Soren, comiéndolo con feroz entusiasmo. Él renunció a
cualquier pretensión de querer defenderse de la seducción de su pareja.
Echó la cabeza hacia atrás sobre las almohadas, jadeando, gimiendo y
retorciéndose como un pequeño desvergonzado. Apenas se dio cuenta de
que Gabe estaba tomando el lubricante, pero pronto pudo sentir la cabeza de
la polla de su compañero empujándose contra su agujero.
Perfecto.
Soren podía sentir que lo era. El placer de Gabe bailaba contra el de Soren a
través del vínculo, elevando su deseo a un nivel casi insoportable.
Pero su compañero claramente tenía otras ideas. Los hizo rodar con un
movimiento suave, su polla nunca abandonó el cuerpo de Soren. Le sonrió
desde la nueva posición. —Montame, mocoso.
Era esa mirada más que nada lo que hizo que Soren saltara en una espiral
sobre el borde, su liberación brotando sobre el pecho de Gabe. Su
compañero lo siguió no mucho después, subiendo sus caderas y con su
rostro tenso por el éxtasis.
Gabe había tenido razón, antes. Habían hecho su propia comunidad. Y era
una llena de amor. De lealtad y de amistad. El tipo de comunidad que Soren
nunca pensó que llegaría a tener.
Soren esperaba con ansias el día en que pudiera viajar de nuevo. Cuando
finalmente pudiera mostrarle a Gabe todo lo que el mundo tenía para
ofrecerle. Pero, por ahora, estaba feliz en donde estaba, de una manera que
nunca pensó que sería posible.
Gabe pasó una mano por su columna. —¿Un centavo por tus pensamientos,
mocoso?
—Te amo, mocoso. Estoy tan feliz de que hayas venido a Hyde Park.
Tan feliz de que te hayas quedado.
Soren también.
FIN
Bonus Epilogo
Soren
Luces pulsantes. Música palpitante. Cuerpos retorciéndose.
Jesucristo.
—Lucien.
Casi.
Luc tuvo la delicadeza de parecer algo afligido ante la mención del nombre.
—El hermano.
Soren no pudo evitar el pequeño gruñido que salió de él. —Sí, el hermano.
Mi compañero. Así que piérdete. No quiero que lo molestes.
Por supuesto, había dicho exactamente la maldita cosa equivocada para que
ahuyentarlo.
Era cierto que no parecía del todo justo. Soren no conocía a nadie que
quisiera tanto a un compañero como Lucien lo hacía. Pero a juzgar por su
estado… tal vez no duraría lo suficiente para encontrarlo.
No pasó mucho tiempo antes de que una figura mucho más bienvenida
apareciera entre la multitud, con bebidas en la mano.
Soren quería centrarse en el aquí y el ahora. Gabe lucía delicioso con una
camiseta de diseñador y los jeans más ajustados que Soren había podido
convencerlo de usar. Enganchó los dedos en las trabillas del cinturón y tiró
suavemente de él. —¿Ves a alguien que te gusta?
Gabe le dirigió una sonrisa tímida y señaló una figura en la pista de baile.
—¿A él?
Little Red12 sonrió ampliamente. —Gracias. Ustedes dos hacen una pareja
increíblemente sexy.
Soren le sonrió. Estaban a la altura de los ojos con sus botas de tacón
puestas. —Lo sé.
Colocando sus manos sobre las de Gabe en las caderas del hombre, Soren
presionó un suave beso sobre esa garganta delicada y pecosa, manteniendo
su mirada fija en su pareja. Gabe lo estaba mirando con lujuria en sus ojos.
Gabe estaba jadeando y, joder, su vampiro interno seguía fuera. Esto era tan
malditamente caliente.
Se merecía una recompensa, había sido tan valiente esta noche, intentando
algo nuevo.
A Soren le encantaba.
Eventualmente, una vez lamió cada gota de semen limpiamente, Gabe
regresó a su rostro humano. —Pensaba que podía follarte en esta sala de
almacenamiento —Había una nota petulante en su voz.
Gabe levantó su mano izquierda, mostrando el anillo que brillaba bajo las
luces fluorescentes. Soren sonrió al verlo, lleno de satisfacción. Gabe alzó
una ceja a modo de desafío y en respuesta, él levantó su propia mano.
Si lo hacía. Más de lo que alguna vez haya creído que fuera capaz.
Estos dos fueron un desafío tan encantador para mí. Ambos tienen las
defensas muy en alto (Gabe por miedo y Soren por un trauma pasado),
atraídos el uno por el otro, pero ambos reacios a dejar que el otro entre en
su corazón. Dado lo espinosos que pueden ser, sinceramente me sorprendió
lo dulce que resultó ser el romance entre ambos. Había tanta confianza y
comprensión esperando justo debajo de la superficie, y me encanta la forma
en que suavizaron los bordes del otro. Cada uno hace que el otro se sienta
tan seguro y cuidado.
¡Mis bebés!
¿Qué sigue…?
¡El libro tres será de Lucien! Nuestro no tan pequeño alborotador. Estoy
terminando su historia ahora mismo, y estoy absolutamente enamorada
tanto de él como del humano del que se enamorará.
En cuanto al libro cuatro... Creo que Jay también podría necesitar su propia
historia de amor :)