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Nota del staff

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Contenido
Nota del staff
Contenido
Sinopsis
Prologo
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidos
Epilogo
Bonus Epilogo
Siguiente en la serie…
Notas de la Autora
¿Qué sigue…?
Acerca de Grae Bryan
Sinopsis
Gabe Kingman nunca ha sido bueno con sus emociones. Su desastrosa
vida personal es la prueba suficiente de ello. Se suponía que volver siendo
un médico a su pequeña ciudad natal en Colorado, lo acercaría más a su
familia en lugar de alejarlo. Ha estado trabajando lentamente para reparar
los errores que ha cometido, pero sus esfuerzos no se ven facilitados por la
reciente existencia de los vampiros en su mundo. Especialmente y en
particular, por la existencia de un vampiro molesto y odiosamente hermoso.

Soren Iversen nunca tuvo la intención de quedarse tanto tiempo en Hyde


Park. No ha estado manteniéndose con vida durante siglos por ser un blanco
fácil. Pero en lugar de seguir adelante hacia meses, ha estado plantando los
pies en la ciudad más aburrida del mundo, con la esperanza de que un ser
humano obstinado y molestamente convincente le preste, aunque sea, un
poco de su atención.

Cuando las circunstancias los obligan a estar juntos, la obsesión de Soren y


la atracción involuntaria de Gabe llegan a un punto crítico. Pero Soren ha
estado huyendo por una razón, y los esqueletos en su armario están
amenazando con separar a la pareja incluso antes de que puedan iniciar.
Prologo
Gabe
Había muchas cosas que a Gabe le resultaban incómodas: presenciar el
PDA1 de otras personas, verse obligado a mediar en el drama familiar de
sus pacientes, avistar a desconocidos en el gimnasio… pero las “mañanas
después”, tendían a ser algunos de sus momentos menos favoritos.

—Entonces —Jessie se apoyó contra la puerta de su auto,


aparentemente sin prisa por usarla, sus ojos verdes brillaban con picardía—.
¿Haremos esto otra vez en algún otro momento?

—Um —Gabe se pasó una mano por sus rizos castaño oscuro.
Mierda. Odiaba esta parte. No había querido invitarla a desayunar en lo
absoluto, pero ella había estado ahí, en su apartamento, y él se había sentido
como un imbécil por pensar en echarla a patadas, así que sugirió ir a buscar
algo para comer. Había pedido tomar autos separados, alegando que tenía
algo que hacer después. Supuso que podría hacer que esa afirmación fuera
cierta si se detenía en casa de Danny en el camino de regreso a casa.

Su hermano pequeño había estado actuando de manera extraña


últimamente. Y ese tipo, Roman, con el que había estado saliendo... A Gabe
no le gustaba. No le gustaba él.

Jessie sonrió ante su vacilación. —Uh-oh. No me digas. ¿Es algo de una


sola vez?

Gabe se mordió el labio, dándole una sonrisa tímida. —¿No eres tú, soy yo?

No debería haberse acostado con ella. Ella era lo suficientemente agradable,


claro. Habían tenido clases juntos en la escuela secundaria, y él siempre
había pensado que ella era genial, divertida, inteligente, totalmente sexy.
Pero la verdad es que Gabe solo había estado buscando algo con lo que
aliviar el estrés, y ella había estado en el lugar y momento correcto para
proporcionarlo.

Jessie se rio de él, su buen humor estaba probando que era demasiado buena
para Gabe en primer lugar. —No te preocupes, Rey. Conozco tu reputación.

—Oh. ¿Reputación?

Pero Gabe no tuvo la oportunidad de averiguar cuál podría ser su


reputación, porque lo siguiente que supo es que estaba boca abajo en el
pavimento, Jessie estaba gritando y el brazo de Gabe estaba sujeto detrás de
su espalda en un ángulo doloroso.

—Hola, Gabriel —Gabe no reconoció la voz, profunda y áspera, con


un toque de acento.

Trató de librarse del agarre del hombre, pero su sujeción era como el hierro.
Gabe no logró ni una pulgada de margen de maniobra.

—¿Te conozco? —Gabe finalmente gruñó, renunciando a sus


esfuerzos.

El hombre que lo sujetaba se rio entre dientes. No era un sonido agradable.


—Quería enviar mis saludos a Roman y a su pequeño juguete humano. Sé
un buen hermano mayor y pasa el mensaje, ¿sí?

Eso era... ¿qué? Gabe tenía preguntas, tantas preguntas, pero antes de que
pudiera expresarlas, escuchó un crujido y luego...

Dolor. Un dolor agudo.

Gabe gritó. Su brazo. El hombre le había roto el maldito brazo.

Fue volcado sobre su espalda antes de que pudiera siquiera intentar


recuperar el aliento. Miró fijamente a… ¿A qué?
El extraño parecía un hombre, más o menos, uno con una cara hermosa y su
cabello oscuro ligeramente gris en las sienes. Pero sus ojos eran aterradores,
completamente negros, sin siquiera una pizca de blanco alrededor de los
bordes.

Los ojos de un monstruo.

Él le sonrió a Gabe, y un par de colmillos brillaron a la luz de la mañana.

Gabe gimoteo. Ni siquiera sabía que podía gimotear. —¿Qué…? ¿Qué


carajos?

En respuesta, el hombre inclinó la cabeza hacia abajo y Gabe olvidó el


dolor de su brazo ante el repentino e insoportable dolor en su cuello. El
hombre lo estaba mordiendo. Y jodidamente dolía.

Gabe no tuvo oportunidad de gritar de nuevo. Tan pronto como había


comenzado, se acabó. Escuchó un gruñido, quejidos, y luego el monstruo se
fue, el cuerpo herido de Gabe cayó sin contemplaciones sobre el pavimento.

Parpadeó hacia el cielo sin nubes.

¿Qué mierda acababa de pasar?

Se estremeció cuando una sombra se cernió sobre él. Pero no era el hombre
aterrador de hacía unos momentos. Gabe conocía a este hombre. Cabello
rubio, ojos azul pálido. Un rostro tan hermoso que casi dolía mirarlo.

El pequeño amigo de Roman. Soren.

Por una vez, el hijo de puta no estaba sonriendo de esa forma tan
desconcertante; en cambio, las cejas doradas de Soren se juntaban con
preocupación mientras se arrodillaba en el suelo a su lado.

Gabe no sabía por qué, dado que Soren por lo general lo ponía inquieto,
pero la presencia del hombre ahora se sentía como un bálsamo calmante.
Aun así, no pudo evitar gritar cuando Soren lo levantó por los hombros,
colocando suavemente la mitad superior de Gabe en su regazo. Mierda.
Para ser un hombre que parecía tan delicado, ciertamente era fuerte.

—No te asustes —murmuró Soren.

Y entonces... cambió.

Las pupilas de Soren se dilataron, el negro cubrió primero el azul pálido y


luego el blanco de sus ojos. Sus incisivos se afilaron, alargándose en
colmillos que sobresalían de sus labios carnosos y rosados.

Gabe contuvo un grito, tratando de liberarse del agarre de Soren, pero el


intento de movimiento envió un dolor punzante que le recorrió el brazo.

¿Qué mierda estaba pasando?

Para su mortificación, se encontró gimoteando de nuevo.

—Shh —Soren usó ambas manos para mantener inmóvil la cabeza de


Gabe, obligándolo a mirar sus ojos de aspecto poco natural—. Estás bien —
Dijo con firmeza—. Estás seguro. No te haré daño. No me tienes miedo.

Y, mirando ese negro infinito, Gabe de repente... no tenía miedo.

Sabía en algún lugar en el fondo de su mente que debería estar asustado.


Pero esa oleada de miedo fue reemplazada por una calma antinatural.

Soren no le haría daño. Aun así…

—Me duele —susurró Gabe—. Todo me duele.

—No —dijo Soren, sus pulgares frotaron suaves círculos sobre las
mejillas de Gabe—. Ya no te duele. No sientes ningún dolor. Ninguno en lo
absoluto.

Y así, el dolor se desvaneció. Gabe suspiró aliviado, mirando fijamente el


rostro que lo observaba desde arriba mientras que su cerebro se saltaba los
detalles más alarmantes. Vio rasgos delicados, pómulos afilados, piel pálida
de aspecto suave.

Soren era...

—Tan hermoso —Murmuró Gabe, levantando una mano para tocarlo.

Los ojos de Soren se abrieron con sorpresa y sus labios se torcieron. —


Nada de eso —Empujó la mano de Gabe hacia abajo—. Necesitamos
curarte.

Se inclinó sobre Gabe y comenzó... ¿lamiéndole la cara? Parecía estar


apuntando a todos los lugares lesionados, su lengua tocando suavemente
todas las abrasiones que Gabe había recibido por culpa del pavimento.

Gabe se rio cuando Soren alcanzó la mordida en su cuello. —Cosquillas.

Soren ignoró la protesta de Gabe y continuó con sus servicios. Gabe no


estaba seguro, pero pensó escuchar a Soren murmurando algo como: —¿Por
qué sabes tan bien?

Pero eso no podría ser correcto. El cuello de Gabe estaba cubierto de


sangre. Y la sangre tenía que saber... asquerosa. ¿No?

Gabe no estaba seguro de cuántos minutos pasaron así, su mente era una
neblina dichosa mientras que Soren lamía su piel herida. Finalmente, Soren
levantó la cabeza y lo miró con una expresión inescrutable. —Hice todo lo
que pude, pero tu brazo me supera.

Gabe había olvidado incluso que tenía un brazo roto. Qué raro.

—Tenemos que llevarte al hospital —Dijo Soren.

—Tal vez me den un descuento para empleados —Gabe se rio de


nuevo. Sabía que la situación no era exactamente graciosa, pero le estaba
costando un poco acceder al miedo y la ansiedad que sabía debería estar
sintiendo.
Dejó que Soren medio lo cargara medio lo arrastrara a su auto y lo llevara al
hospital.

Horas más tarde, la enfermera le colocó analgésicos a través de la vía


intravenosa y todo volvió a cambiar. La calma que había estado sintiendo se
esfumó, y el miedo de antes regresó multiplicado por diez.

El corazón de Gabe se aceleró, sus palmas se humedecieron por el sudor.


Volvió la cabeza lentamente hacia el hombre rubio que estaba a su lado —
Soren no se había apartado de su lado, ni por un momento—. Mantenía una
quietud antinatural, su mirada pálida encontrándose con la de Gabe.

Los ojos de Soren habían vuelto a ser azules y sus dientes tenían el tamaño
normal. Pero su expresión era cautelosa, como si estuviera esperando la
reacción de Gabe, y Gabe sabía que no se había imaginado todo lo que
había visto antes.

—¿Qué… Quién…? —Tenía problemas para encontrar las palabras.

—Gabe... —empezó a decir Soren.

Pero Gabe conocía ese truco. Si Soren empezaba a hablar, volvería a


engañarlo. Lo convencería de que todo estaba bien. Haría que creyera todo
lo que él quisiera.

—Monstruo —Lo acusó Gabe, sin importar que su voz fuera


demasiado alta—. Tú… ese tipo. Son unos jodidos monstruos. Fuera.

—Gabe —volvió a decir Soren.

—Qué. Te. Vayas. Maldición —Gabe no podía pensar. No podía


respirar. ¿Qué mierda estaba pasando?—. ¡Fuera! —Gritó de nuevo.

Vio a la enfermera hablando con un guardia de seguridad. A Gabe no le


importaba. Solo necesitaba que ese hombre se fuera. Necesitaba deshacerse
de esta nueva e incognoscible amenaza.
Soren no era seguro.

Entonces, ¿por qué Gabe se había sentido así entre sus brazos? Incluso
antes de que Soren usara su extraña magia vudú con él, Gabe se había
sentido… aliviado. A salvo, ¿había sido todo una mentira?

No importaba. Soren se fue poco después, el personal del hospital lo sacó


por agitar a un paciente. Gabe no se perdió de la expresión herida en el
rostro del rubio. Pero, ¿eso que significaba?

Ni siquiera era realmente un hombre. No era humano.

A Soren no debería importarle.


Uno
Gabe
1 año después…
—Querido, queridísimo, hermano mío.

Gabe levantó la vista de su plato, entrecerrando los ojos hacia su hermano


menor al otro lado de la mesa. Danny tenía muchos apodos para él. "Chico
de oro." "Imbécil." "Estúpido." Pero "Querido, queridísimo, hermano mío”
definitivamente no era uno de ellos.

—Tengo que pedirte un favor —dijo Danny, sus grandes ojos


marrones muy abiertos y llenos de esperanza.

Gabe tragó su bocado de pollo con cuidado, mientras la inquietud crecía en


su estómago. —Okey…

—Mira, Roman y yo hemos decidido tener una luna de miel


adecuada.

Los ojos de Gabe se dirigieron reflexivamente a su otro compañero de cena,


el esposo de Danny, cuyos ojos azul brillante estaban enfocados en Gabe de
una forma que definitivamente quería decir: “no te atrevas a joderme esto”.

Gabe lo ignoró con bastante facilidad. Estaba acostumbrado a que Roman


lo mirara con furia.

Se volvió hacia su hermano con una sonrisa. —Eso es genial, Danny.

Danny asintió, tenía una amplia sonrisa y sus mejillas pecosas estaban
rosadas. —Lo es. Es súper genial. No vamos, um, a pasar tres semanas en
Bali.

—¿Tres semanas? —Las cejas de Gabe se alzaron. Hace poco más de


un año, su hermano apenas se tomaba un fin de semana libre y trabajaba
demasiadas noches seguidas como enfermero en la sala de urgencias del
hospital local. Gabe trabajaba como médico en el mismo lugar, y casi nunca
había tenido un turno sin que la cara de su hermano apareciera en algún
momento. Danny había reducido su trabajo a dos turnos a la semana desde
que se había establecido con Roman, pero aun así nunca se había tomado
ningún tipo de vacaciones significativas.

—Tres semanas —Roman confirmó en un tono que le suplicaba a


Gabe que no hiciera un escándalo por eso.

Gabe nunca lo haría. Ya no. Ya había terminado de interponerse en el


camino de Danny. Quería que su hermano tuviera... bueno, lo que sea que
quisiera. —De acuerdo. Eso sigue siendo... ¿genial? Bien por ti, chico.

Gabe ni siquiera podía estar celoso de sus vacaciones. Realmente no. Danny
se lo merecía. Una vez que finalmente vio a su hermano siendo feliz, Gabe
se dio cuenta de lo infeliz que había estado siendo antes.

¿Y cuánto de eso fue tu culpa? Gabe hizo a un lado ese pensamiento. La


culpa era un sentimiento tan familiar para él que ya casi no lo reconocía.

Danny seguía mirando a Gabe como si esto tuviera algo que ver con él. —
Sí. Pero la cosa es que yo esperaba...

—Necesitamos que vigiles al pulgoso —Confíen en Roman para que


haga parecer que una petición es más bien una orden.

—Al pulgoso —Repitió Gabe.

El pulgoso en cuestión —un mestizo de blue heeler de seis meses— yacía


debajo de la mesa de la cocina olfateando los pies de Gabe, claramente
esperando que le cayera alguna sobra de la cena desde la mesa.
Gabe se habría ofendido en nombre del cachorro si no supiera a ciencia
cierta que Roman había elegido al perro él mismo, se lo había regalado a su
esposo hambriento de mascotas y a menudo se le podía ver mirándolo con
un cariño que normalmente reservaba solamente para Danny.

—Ferdy es muy pequeño aún —Suplicó su hermano—. No lo quiero


dejar con una niñera. Necesita a alguien conocido.

Gabe se aclaró la garganta. —¿Y qué hay de tu, eh... compañero de cuarto?

—¿Soren? —Danny se rio de la idea.

Gabe apenas pudo controlar un estremecimiento. Se encontró mirando a su


alrededor furtivamente, como si pronunciar el nombre en voz alta fuera
suficiente para invocar al pequeño monstruo.

Gabe ni siquiera se sorprendería si fuera así.

—Podría ayudar —Ofreció Danny con cautela—. Pero no estoy tan


seguro de que se pueda confiar en él para recordar que los cachorros
mortales necesitan ser alimentados dos veces al día. O que necesitan agua.
O descansos para ir al baño.

Gabe miró a Roman para ver si el hombre estaba ofendido ante la


evaluación hacia su amigo, pero estaba asintiendo sabiamente con las
palabras de Danny.

No era realmente un problema. Gabe no tenía problemas para cuidar al


adorable cachorro de su hermano durante algunas semanas. —De acuerdo.
Sí. Puedo llevármelo. Estoy seguro de que no podrá destrozar mucho mi
apartamento.

Danny negó con la cabeza, moviéndose en su asiento. —Um, pero no en tu


apartamento. En su lugar, esperábamos que pudieras quedarte aquí.

Gabe levantó una ceja hacia su hermano.


Danny se sonrojó pero se mantuvo firme. —Necesita estar en un entorno
familiar, Gabe. Solo es un… bebé.

Gabe no pudo evitar reírse de la sobreprotección de su hermano, pero no era


una petición irrazonable. La casa de Danny era el hogar de su infancia.
Gabe había crecido allí, todavía tenía una habitación que podría
considerarse "suya", no sería exactamente una dificultad.

Pero…

—¿Soren también estará aquí? —Se obligó a preguntar.

—Sí —Danny tuvo la gracia de parecer un poco nervioso ante la idea


—. Como dije, él puede ayudarte. Y con mamá también. ¿Así que podrías ir
a visitarla mientras no estoy?

La garganta de Gabe se secó ante la idea. Trató de reprimir cualquier


sentimiento amargo, pero esto se sentía bastante terrible como si a él le
estuvieran asignando una niñera, no al cachorro. Alguien quedaba
encargado de que Gabe no eludiría sus... deberes familiares... con Danny
fuera de la ciudad.

—Roman promete que Soren se comportará.

Gabe volvió a mirar al marido de Danny. Alto, imponente, sin un mechón


de su cabello negro azabache fuera de lugar. La expresión de Roman era lo
suficientemente neutral, pero había una tensión en su mandíbula cada vez
que miraba a Gabe, y eso no le gustaba. Sabía que no era la persona favorita
de Roman. El vampiro se preocupaba ferozmente por Danny, y Gabe había
estado defraudando a su hermano durante demasiado tiempo.

Por otra parte, Roman tampoco era su persona favorita.

El hombre era un monstruo. Un monstruo en sentido literal.

Porque Roman era un vampiro. Un hecho que Gabe había descubierto el


invierno pasado cuando el ex amigo de Roman, Lucien, lo atacó
brutalmente durante una soleada mañana de invierno.

Por supuesto, Danny también era un vampiro ahora.

Pero no era lo mismo, Gabe razonó. Danny era... Danny. Seguía siendo su
hermano pequeño, solo que ahora seguía una… dieta particular.

Y Danny seguiría siendo humano si Roman no hubiera entrado en escena


bailando el vals. Roman y su otro amiguito vampiro.

Soren.

Gabe no quería nada más que mantenerse alejado de ese monstruo en


particular, pero Danny nunca le había pedido nada más allá que el mínimo
deber fraternal.

No iba a decepcionarlo ahora.

—Claro, Danny —Gabe estuvo de acuerdo, ignorando el nuevo nudo


en su estómago—. Por supuesto que lo haré.

Incluso eso le ganó una pequeña sonrisa de parte de Roman, antes de que el
vampiro girara el rostro hacia Danny y su sonrisa se hizo tan grande y cursi
que Gabe se sintió avergonzado de tener que presenciarla.

El sonido de la puerta principal abriéndose cortó el momento.

Los músculos de Gabe se tensaron. Solo había otra persona que entraría a la
casa sin llamar.

Un momento después, allí estaba. El pequeño monstruo. Esbelto, rubio e


insoportablemente hermoso.

Al menos eso era lo que Gabe solía pensar. Pero ahora sabía lo que yacía
debajo de esa belleza. Así que no le importaba la reacción de su cuerpo ante
la presencia de Soren.

No pensaba dejarse engañar otra vez.


—Qué acogedor —ronroneó Soren, apoyando un hombro contra la
puerta de la cocina, su pálida mirada se posó inmediatamente en Gabe—.
Una cena familiar.

Los dedos de Gabe se doblaron alrededor de su tenedor. Soren siempre


estaba haciendo eso. Siempre estaba mirándolo.

—¿Quieres un poco? —Ofreció Danny, sonriéndole genuinamente al


otro vampiro. Su hermano sentía un cariño por Soren, que Gabe ni siquiera
podía comenzar a entender. Claro, Soren trataba a Danny con esta dulzura
tan extraña, mientras que parecía amar atormentar a Gabe por encima de
todas las cosas, así que tal vez tendría que ver con eso.

Gabe no sabía por qué Danny se molestaba en ofrecerle comida. Gabe era la
única persona en la mesa que realmente necesitaba comer. Los demás sólo
lo hacían por… bueno, por diversión, como le había dicho su hermano.

—No, gracias, pastelito. Come tranquilo —Soren se pasó la lengua


por los incisivos sugestivamente.

Pero eso no le impidió pasearse y sentarse de todos modos en una de las


sillas de la mesa. —¿Así que su Alteza aceptó? —Preguntó Soren.

La mandíbula de Gabe se apretó ante el apodo, pero Danny respondió por él


antes de que pudiera objetar. —Lo hizo. Y —su hermano le dirigió a Soren
una mirada mordaz—, le prometimos que te portarías lo mejor posible.

Los labios de Soren se abrieron en su sonrisa familiar, esa sonrisa maníaca


que siempre lograba enviarle escalofríos por toda la columna vertebral de
Gabe. —¿Cuándo no lo hago? —Preguntó el vampiro inocentemente.

El destello en los ojos del rubio le dijo a Gabe que estaba metido en un gran
embrollo.

Mierda.
Gabe se apresuró a terminar el resto de su cena, a pesar de que su apetito
había desaparecido hacía mucho tiempo. Necesitaba salir de esa casa.

El viaje de regreso a su apartamento fue borroso. Durante demasiado


tiempo, se sentó en su automóvil en su espacio de estacionamiento, tratando
de que su estómago se asentara. Luego se obligó a sí mismo a tomar
respiraciones profundas y uniformes.

Así que… vivir con un vampiro que disfrutaba torturándolo, uno que podía
jugar con su mente con solo mirarlo a los ojos. Sin Danny o incluso Roman
para protegerlo.

Serían tres semanas interesantes.

Gabe solo podía esperar sobrevivirlas.


Dos
Soren
—Deja de husmear eso —Soren apartó la lana del hocico de Ferdy y
miró fijamente al cachorro. El pequeño animal seguía creyendo que los
suministros para tejer de Soren eran una especie de juguete disfrazado para
perros. Soren casi había terminado con ese top, y si la mascota de Danny lo
arruinaba, Soren se vería obligado a cometer un asesinato perruno, lo que
haría que Danny se enojara con él y que finalmente Roman lo asesinara por
molestar a su pareja; y todo sería un completo desastre.

Consideró mostrarle los colmillos como disuasión adicional, pero ya había


aprendido que el cachorro se sentía poco perturbado cuando cualquiera de
ellos tomaba su forma real de vampiro frente a él.

Resultaba que los humanos eran mucho más fáciles de intimidar que los
perros.

—Fuera —Soren hizo un gesto con la mano libre—. Ve a buscar a tu


papi.

—¿Dices que soy el papi del pulgoso? —Soren miró hacia arriba para
ver a Roman apoyado contra la puerta, luciendo demasiado divertido con la
escena frente a él para su gusto.

—No —respondió Soren, entrecerrando los ojos hacia su viejo amigo


—. Danny es el papi, tu eres el padre. Mucho más adecuado para tu
avanzada edad —Sonrió ampliamente ante la mirada molesta en el rostro de
Roman.

—Tú eres mayor que yo —Roman argumentó.


—Sí, pero me veo más joven y eso es lo que cuenta.

—Que ridículo —suspiró Roman con su expresión tensa, una visión


un tanto familiar en lo que respectaba a Soren.

—¿Ustedes dos se irán pronto? —Preguntó alegremente, ignorando el


disgusto de su amigo. Roman lo superaría en dos segundos. Estaba
habituado a las costumbres de Soren.

—Una vez que Danny regrese de la casa de cuidados —Respondió


Roman, metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones. Soren miró
al atuendo del otro vampiro con escepticismo. ¿Por qué alguien querría usar
un traje en un viaje de un día entero en avión? Eso era una incógnita.

Se encogió de hombros internamente. Cada quién con lo suyo. —Sí, bueno,


diviértete. Tráeme muchos recuerdos. Quiero algo bonito. O delicioso.
Aceptaré cualquiera de los dos. O ambos.

Roman tarareó sin comprometerse, observando a Soren con una mirada


extrañamente intensa. A Soren le comenzó a picar la piel.

—Tres semanas de mi compañero para mí solo —Roman finalmente


dijo después de otro largo minuto de observarlo.

Soren tarareó, haciendo ruido con las agujas de ganchillo. No estaba del
todo seguro de si las palabras de Roman pretendían ser una declaración
directa. Soren había estado viviendo en la misma casa que esos dos
tortolitos durante más de un año. Había hecho todo lo posible por
mantenerse fuera del camino de ambos, y ninguno de los dos había dado
ninguna indicación de que querían que se fuera; pero, tal vez Roman estaba
tratando de abrirse pasa casualmente a través de un desalojo verbal.

—Está bien... —Dijo arrastrando las palabras cuando Roman no dio


más detalles—. ¿Estás a punto de empezar a contarme tus sueños húmedos
de luna de miel? Porque preferiría que no lo hicieras. Sin ofender.
Soren ya había oído suficiente de esos dos como para que le durara un
millón de vidas.

Roman negó con la cabeza. —Estaría muy... molesto... si la falta de control


en las cosas en casa, distrajeran a Danny de nuestra luna de miel —Dijo, su
voz permaneciendo engañosamente suave—. Quiero toda su... atención.

Cristo. Roman realmente era una bestia posesiva.

Aunque Soren no podía culparlo realmente. Roman había estado solo


durante mucho, mucho tiempo, y Danny había sido su salvación de
sorpresa. Sin mencionar que era su compañero destinado, el ancla a su
humanidad.

Bastardo con suerte.

No todos los vampiros encontraban a su compañero predestinado, aquel


cuya alma se uniría a la de ellos, evitando que entraran en un estado salvaje.
¿Y si la pareja que encontraban no le gustaban ni un poco? Ese era un
dilema en el que Soren estaba muy... interesado... en este momento.

Soren dejó las agujas, cruzó las manos sobre el regazo y le dirigió a Roman
su mirada más sincera. —Te prometo que cuidaremos bien del perrito.

—Y te asegurarás de que Gabe visite a su madre —Roman convirtió


sus palabras en una orden, no una pregunta.

Es más fácil decirlo que hacerlo, pero Soren asintió de todos modos. —Me
aseguraré de ello.

Hubo otro largo silencio mientras que Roman buscaba algo en su rostro.

—¿Qué? —Soren finalmente espetó, sintiendo su paciencia agotarse.

Roman se aclaró la garganta. —Esa fascinación que sientes por su hermano,


¿no será un problema?
Soren supuso que debería haber esperado eso, pero eso no significaba que
tuviera que seguirle el juego. —¿Qué fascinación? —preguntó
inocentemente, batiendo sus pestañas—. El hombre es más aburrido que la
suciedad

Los labios de Roman se apretaron. —Sé que todavía lo espías algunas


veces.

Soren no se dignó responder a esa declaración en particular. Honestamente,


era más que solo algunas veces, pero ¿de qué se trataba todo esto? ¿Era una
intervención?.

Roman dio un profundo suspiro ante su silencio. —Solo... Mantén tu


distancia.

Soren arqueó una ceja. —Si sabes que los dos estaremos viviendo juntos
durante tres semanas, ¿verdad?

—Ya sabes lo que quiero decir…

Soren se salvó de una respuesta por los sonidos de Danny al volver a casa.
—¡Ya estoy! —El compañero de Roman llamó desde otro lado de la
vivienda—. ¡Estoy listo! ¡Vamos, vamos, vamos!

La mirada en el rostro de Roman cambió tan rápido que fue casi divertido.
Se acabó el duro escepticismo que había estado dirigiéndole a Soren,
reemplazado por una dulzura que él jamás esperó ver en el rostro de su
amigo.

—Ya tengo nuestras maletas en el auto, pequeño rey —dijo Roman,


extendiendo un brazo hacia su pareja—. ¿Tu madre estaba bien?

Danny se unió a Roman en la entrada y saludó a Soren con dulzura antes de


responder: —Estaba tan bien como se puede esperar en días como estos —
Volvió a mirar a Soren con ojos suplicantes—. ¿Llevarás a Gabe a verla
mañana por la mañana?
—Estará en buenas manos —prometió Soren. Y lo dijo en serio.
Incluso si el Dr. Músculos era un imbécil y terco al respecto, Soren se
aseguraría de que la madre tuviera sus visitas regulares. Él jamás jugaría
con Danny con algo así.

Aunque con otras cosas…

—Diviértanse follándose los sesos del otro —Soren sonrió encantado


cuando Danny se sonrojó de inmediato. El bebé vampiro realmente era
demasiado lindo para expresarlo con palabras.

La pareja se fue al aeropuerto poco después, dejando a Soren solo en el


interior de la casa. Se quedó mirando las agujas, incapaz de recuperar su
entusiasmo anterior.

¿Cuál era el punto? ¿Cuál era el punto de todo esto?

Soren había estado en Hyde Park, Colorado, durante más de un año, la


mayor cantidad de tiempo en el que se había quedado en un lugar, en casi
dos siglos. Se estaba asentando.

Roman no lo necesitaba allí, incluso si él y Danny actuaban lo


suficientemente felices por tener un compañero de cuarto permanente.
Aparentemente, Soren se había quedado como un respaldo en caso de que
Lucien decidiera regresar, al menos al principio. Pero ese vampiro psicópata
claramente había decidido seguir adelante. Soren también debería hacerlo.
Ya no podía mentirse a sí mismo y decir que se quedaba solo por el bien de
la amistad. Danny y Roman estaban claramente a salvo.

Suspiró dramáticamente y se tumbó de espaldas en el sofá.

La negación era tan aburrida.

Sabía la razón por la que se estaba quedando, el por qué no podía


simplemente obligarse a salir de esta ciudad y nunca mirar atrás. Era
increíblemente vergonzoso sentirse tan cautivado por un aburrido hombre
humano.
Un aburrido hombre humano que había dejado en claro que pensaba que
Soren era una molestia en el mejor de los casos y un monstruo en el peor.

Un aburrido hombre humano que había estado haciendo todo lo posible


para evitar a Soren durante más de un año.

Un aburrido hombre humano que olía y sabía como la cosa más deliciosa
que Soren jamás había probado.

Y por mucho que Soren sabía que no tenía sentido, que tres semanas cerca
de Gabe no serían suficientes para la opinión que el tipo testarudo tenía
acerca de él, no pudo evitar que su vampiro interior se animara ante la idea
de tenerlo tan cerca.

Estaba muy interesado en estar cerca de Gabe.

De hecho... Soren se incorporó, con una amplia sonrisa en los labios.

Sabía exactamente para qué estaba de humor.

Soren entró en Death by Coffee y se detuvo brevemente para limpiarse las


botas de tacón en la alfombra de la entrada. La primavera finalmente estaba
mostrando su rostro en Hyde Park, y aunque el clima cálido era lo
suficientemente agradable, significaba que la última ronda de nieve del
invierno se estaba derritiendo, dejando charcos fangosos por toda la ciudad.

Otra cosa por la que estar de mal humor, si Soren se sentía inclinado a estar
de mal humor.

Alerta de spoiler: lo estaba.

Esperó con impaciencia en la fila corta hacia el mostrador. La barista de la


caja registradora (una pelirroja bajita con un gusto asombroso por la
joyería) era una a quien Soren conocía por su nombre. Alicia.
Qué patético… Soren ahora era un cliente habitual en algún lugar de este
pueblucho.

—Soren —Ella lo saludó cuando él llegó al frente de la fila. Sus ojos


marrones brillaban bajo su sombra de ojos púrpura—. ¿Lo de siempre?

—Seguro —Aparentemente, Soren era peor que un cliente habitual;


era un cliente habitual con un pedido habitual.

Era bastante cierto que había venido aquí por un brebaje “anti-caries”
particular. No es que Soren, siendo el vampiro deslumbrante y eterno que
era, tuviera que preocuparse por las caries...

—No sé cómo lo haces —Dijo Alicia, rociando caramelo en una taza


de hielo—. Con esta cantidad de azúcar y cafeína yo estaría despierta toda
la noche.

Qué cosa tan malintencionada para decir. Era casi suficiente para que a
Soren le gustara.

Estuvo tentado de decirle que era un depredador inmortal que chupaba la


sangre de los humanos para su sustento y, por lo tanto, su metabolismo
funcionaba de manera un poco diferente al de ella, pero no valía la pena el
esfuerzo. La chica pensaría que él estaba bromeando de cualquier forma.

Pagó su bebida y se sentó en una mesa que daba a la calle. Mantuvo la


mirada fija en la ventana, tarareando en voz baja para sí mismo.

Había otra razón por la que a Soren le gustaba esta cafetería en particular,
además del tonto nombre gótico y de la existencia de su café con caramelo,
chocolate y crema batida a la que se había vuelto adicto, era la vista.

La gran ventana delantera daba al gimnasio de enfrente. Y aunque a Soren


le gustaba decirse a sí mismo que valía la pena mirar a los diversos tipos
que entraban y salían del lugar, la verdad estaba más cerca del hecho de que
era el mismo gimnasio que cierta persona visitaba antes de sus turnos en el
hospital.
Ese alguien, tan normal como un jodido reloj, salió del edificio justo
cuando la barista colocaba el pedido de Soren sobre la mesa.

Ugh, el humano era tan predecible. Casi le quitaba toda la diversión de


acecharlo.

Soren sonrió para sí mismo. Casi pero no del todo. Porque, dulce Jesús, el
hombre era injustamente guapo.

Eso era increíblemente molesto.

Los músculos de Gabe brillaban ligeramente con el sudor de su


entrenamiento, sus rizos oscuros estaban sujetos con una diadema. Parecía
un jugador de fútbol europeo, no un médico estadounidense de un pueblo
pequeño.

¿Alguien podría realmente culpar a Soren por querer darle una mordida?

Alicia siguió su mirada por la ventana, sonriendo levemente hacia Soren. —


Oh hombre, está caliente, ¿no? Fui a la escuela secundaria con él. Es
médico también. El paquete completo.

—Mmm —Soren prefirió tomar un sorbo de su bebida en lugar de


responderle con palabras reales. No había considerado que los trabajadores
del café podrían notar el propósito específico de su lugar de observación
favorito, pero tal vez la pequeña Alicia había estado prestando más atención
de lo que pensaba.

La dicha lo inundó, atenuando la molestia de que le hubiesen señalado que


se estaba comiendo al otro hombre con los ojos. Los humanos habían
recorrido un largo camino sobre el uso del azúcar. Era una de las cosas
favoritas de Soren acerca de la actualidad.

Alicia se inclinó más cerca con complicidad. —Sabes —susurró—. La


chica nueva se acostó con él cuando se mudó de regreso a la ciudad —
Señaló a su compañera de trabajo, una linda chica rubia que Soren no había
visto antes quién manejaba la máquina de café expreso—. Cammie dijo que
sacudió su mundo. Se convirtió en todo un desastre cuando él comenzó a
ignorarla.

Bueno. Que interesante.

Algo oscuro pulsó en el interior de Soren. Miró a la pequeña rubia Cammie,


sintiendo una familiar sonrisa maníaca adornando sus labios, y brevemente
se preguntó cuán terrible sería realmente si cometiera un asesinato en esta
cafetería.

Tentador. Bastante tentador. Pero probablemente era una mala idea. Danny
inevitablemente se cabrearía cuando se enterara. Y un Danny enojado
equivaldría a tener un Roman en modo asesino.

Soren suspiró en su café, sin importarle que Alicia estuviera esperando una
respuesta de él.

No valía la pena el riesgo, de verdad.

Especialmente considerando que Soren en realidad no había matado a nadie


desde sus primeros asesinatos accidentales durante los días iniciales y
torpes como un vampiro neófito.

La pequeña Cammie viviría para ver otro día.

Alicia, al darse cuenta tardíamente de que él no era el público adecuado


para chismear, regresó a su puesto en el mostrador. Soren tomó otro sorbo
de su bebida, tratando de no enfurruñarse. Le había quitado toda la alegría
de ver a un Gabe sudoroso y con la camiseta sin mangas caminando hacia
su auto.

Cómo sea. Soren se enderezó en su asiento y echó la cabeza hacia atrás. Se


negaba a sentirse derribado por esto. Él no era simplemente otro pueblerino
que codiciaba al médico local. Era un depredador oscuro y peligroso, que
hacía lo que mejor hacían los depredadores peligrosos. No pudo evitar que
sus instintos vampíricos lo impulsaran a cazar y acechar a su presa.
Y su estúpido vampiro interior estaba obsesionado con una presa en
particular.

Claro, Soren todavía tenía que alimentarse regularmente, y Gabe no estaba


exactamente en el menú, al menos no todavía, pero últimamente esas cosas
se habían convertido en un tema de supervivencia más que por diversión.

Y Soren vivía para divertirse.

O al menos solía hacerlo, antes de poner un pie en este estúpido pueblo.

El problema era que Gabe lo mantenía a distancia. Se aseguraba que Soren


no estuviera en casa de Danny para las cenas familiares. Se sentaba lo más
lejos posible de él durante las pocas veces que estaban juntos en la misma
habitación. E ignoraba deliberadamente los diversos comentarios coquetos
de Soren, negándose incluso a mirarlo a los ojos. Como si Soren fuera a
rebajarse tanto como para obligarlo a meterse en su cama.

Y sí, de vez en cuando Soren tal vez jugaba con el humano solo para sacarlo
de quicio. ¿Pero eso no era lo que todos hacían cuando estaban flechados de
alguien?

Era casi suficiente para que Soren pensara que Gabe era realmente inmune
a sus encantos. En todo caso, nunca había visto al humano involucrado
románticamente con otro hombre. Y quizás Soren se estaba arrimando al
árbol equivocado.

Pero… no era así. Había captado la forma en que el humano lo miraba


cuando pensaba que nadie se daba cuenta. Había cierto calor en su mirada
que Soren tenía siglos de experiencia traduciendo. El hombre no era
completamente inmune.

Y con toda razón. Soren era un gran partido, maldición.

Además, ¿realmente el destino sería tan cruel?


Era un pensamiento estúpido. Soren ya sabía que el universo era una perra
vengativa. No tenía motivos para esperar que le pasaran cosas buenas. La
felicidad de Roman y Danny era la excepción, no la regla.

Aun así, Soren estaba cansado de este estancamiento.

Así que decidió, sorbiendo su azúcar líquida, que haría algo al respecto.

Él no era un maldito pueblerino soñador. Era Soren-Jodido-Iversen. Podría


seducir a un mísero humano.

De cualquier forma, tenía tres semanas para intentarlo. Si Gabe todavía lo


odiaba para el final, entonces Soren admitiría que sus instintos estaban
fuera de lugar. Seguiría adelante. Dejaría esta ciudad como ya debió haberlo
hecho.

No se permitió pensar en lo que haría si Gabe que no lo odiaba.

Soren cruzaría ese puente cuando llegara a él.


Tres
Gabe
—Dr. Kingman, es requerido en sala de emergencias.

Gabe levantó la vista de sus notas, mirando reflexivamente hacia el techo


mientras escuchando el parlante superior. Como no había nadie más en la
sala para escucharlo, se permitió por un momento gemir dramáticamente.

Mierda. Se suponía que ya debería estar terminando, dando un informe al


médico de la UCI que se encargaría del turo del día, pero hasta ahora ni
siquiera había hecho acto de presencia. Lo más probable es que el médico
que lo sustituiría sería el Dr. Monroe, y ese hijo de puta siempre se detenía
en la cafetería para tomar su café de la mañana después de ficharse para el
día. Era exasperante, incluso en un buen día.

Y hoy no era un buen día.

La voz del parlante se repitió, y Gabe desconectó la computadora del


hospital y se apresuró a ir a la sala de emergencias. Era probable que un
paciente allí había terminado con un tubo de respiración en la garganta. La
especialidad de Gabe se centraba en cuidados intensivos y neumología, lo
que significa que se ocupaba específicamente de los pulmones. Él se
encargaba principalmente de los pacientes que requerían máquinas de
respiración en los dos pisos de la UCI del hospital.

Para Gabe estaba bien cuidar de los pacientes conectados a respiradores. Él


no era como Danny, cálido y dulce y que tenía esta clase de presencia que
hacía que las personas (ya fueran pacientes, compañeros de trabajo, gente
aleatoria en las cafeterías), se sintieran inmediatamente a gusto.
Gabe no tranquilizaba a nadie. Podía ser encantador a veces, claro. Una
clase de brillo que había sobrado de sus días como el rey del baile de
graduación, durante la escuela secundaria. Pero era un encanto superficial
en el mejor de los casos. Porque cuando se trataba de eso, también podría
parecer un poco idiota a veces. Brusco cuando debería ser amable, firme
cuando debería ser suave.

Pero los pacientes de Gabe a menudo estaban sedados y, de todos modos,


no podían hablar con un tubo de respiración, por lo que Gabe podía
cuidarlos de la mejor forma que sabía: con buena medicina, respeto genuino
y una cantidad saludable de distancia emocional.

Mientras Gabe caminaba por la sala de emergencias, su mirada se dirigió a


la estación de enfermeras antes de poder detenerse. Al parecer, estaba
demasiado acostumbrado a estar pendiente de su hermano como para parar
ahora. Se concentró en buscar a la enfermera a cargo de turno, con la
esperanza de que pudieran decirle en donde se hallaba su nuevo paciente.
Primero vio al Dr. Monroe, hablando con uno de los médicos de urgencias
en una de las bahías.

El imbécil levantó su taza de café hacia él a modo de saludo.

Maldito Dr. Monroe. Al menos urgencia ya no necesitaba a Gabe, dado que


el médico del turno de día ya se encontraba allí.

—¿Qué te pasa esta mañana, Doc? —preguntó una brillante y


absurdamente alegre voz femenina. La conocía bien. Miró hacia abajo para
ver a Chloe, la enfermera a cargo del turno de la noche y la mejor amiga del
trabajo de su hermano.

Gabe se encogió de hombros, reprimiendo el impulso de mirar su reloj. —


Nada. Ya estoy listo para salir de aquí.

—Qué gracioso. Por lo general, parece que no podría importarte


menos a qué hora ibas —La pequeña morena levantó una ceja hacia él, pero
Gabe decidió ignorar su burla—. ¿Has tenido noticias de Danny?
El hermano pequeño de Gabe se había ido el día anterior a su luna de miel
tardía, y Gabe estaba oficialmente encargado del cachorro. Quería enojarse
con Roman por no haber esperado hasta después de la luna de miel para
comprarle un perro a Danny, pero el recordar la expresión de éxtasis en el
rostro de su hermano mientras el mostraba la pequeña bola de pelo, hacía
que le resultara difícil guardar rencor.

—Me envió un mensaje de texto en cuanto aterrizaron —Respondió


Gabe—. Luego Roman me envió un mensaje de texto para decirme que
tenía prohibido escribirles a menos que Ferdy tuviera algún tipo de
emergencia.

Chloe se rio con alegría. —Eso es realmente dulce. Pequeños tortolitos.

Gabe luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco ante su


aprobación general hacia el esposo de Danny. No era su culpa que no
supiera que el marido de Danny era un monstruo.

Entonces, ¿cómo le llamarías a Danny? preguntó una voz sarcástica en su


cabeza.

Diferente. Eso es diferente, se dijo Gabe a sí mismo por centésima vez.

Honestamente, ya no sabía que creer. Había pensado, cuando regresó a


Hyde Park, que tendría... tiempo. Tiempo para encontrar un ritmo para las
cosas después del infierno que vivió durante su residencia. Tiempo para
volver a conectar con Danny. Tiempo de reconciliarse con la ira y amor que
sentía por su madre.

Pero cuando estuvo cerca de establecerse, su madre se había olvidado de él,


Danny se había convertido prácticamente en un extraño, y Gabe se
preguntaba por qué se había mudado de regreso a una ciudad que sentía que
nunca lo había conocido.

Ahora había pasado un año y Danny realmente no necesitaba a Gabe en lo


absoluto: estaba casado con su alma gemela, en sentido literal, por el amor
de Dios. Su madre decaía cada día, a pesar de la ayuda sobrenatural que
recibía, y Gabe no estaba ni de cerca de desenredar la maraña de emociones
que ella provocaba en él.

Y Gabe todavía estaba tratando de entender el hecho de que los vampiros


existían. Que de alguna manera ahora estaba rodeado por ellos. Que el
mundo por el que había estado luchando toda su vida para darle algo de
sentido, no se acercaba a lo que había imaginado que era.

Gabe inhaló profundamente por la nariz y exhaló por la boca, haciendo todo
lo posible para no caer en ese lío familiar de pensamientos. En cambio, se
centró en Chloe y en charlar por unos minutos mientras esperaba al Dr.
Monroe. Chloe incluso se ofreció a acompañar a Ferdy si Gabe necesitaba
apoyo.

De algún modo, Danny se había encontrado algunos buenos amigos en este


estancado pueblo de montaña. Por su parte, Gabe siempre había sentido que
estaba viendo a los mismos compañeros de secundaria a donde quiera que
fuera. Los mismos antiguos amigos. Los mismos antiguos maestros. Las
mismas antiguas conexiones de una noche.

Todo era simplemente... agotador.

Después de que Chloe se fuera, con la promesa de revisar al perro en unos


días, Gabe perdió la batalla y miró su reloj. Ya eran las seis de la mañana.
Mierda. Ya debería haber salido por esa puerta.

Miró hacia el área de pacientes en donde el Dr. Monroe aparentemente


había terminado con el lado médico de las cosas, enfocando su atención
ahora en intentar coquetear con una de las enfermeras. Ella, para su crédito,
parecía más aburrida y molesta que cualquier otra cosa.

El hombre era conocido por tratar de follarse a cualquier cosa que se


moviera. Incluso había intentado de averiguar para que equipo bateaba
Gabe en cuanto comenzó a trabajar en el hospital. Y de ninguna manera. Él
no era el tipo de Gabe.
No es que Gabe tuviera un tipo en particular. Pero el Dr. Monroe, siendo un
bastardo zalamero, definitivamente no lo era.

En cuanto a quién podría ser su tipo... Gabe ignoraba deliberadamente


cuando esos pensamientos lo llevaban a imaginar de inmediato a cierto
monstruo hermoso. Claramente ya era su hora de irse, viendo que su
cerebro se estaba dirigiendo a lugares realmente estúpidos.

—Monroe —Ladró—. ¿Ya podemos empezar?

El Dr. Monroe levantó la vista de su renuente presa, con los ojos muy
abiertos por la sorpresa que le generó el tono áspero de Gabe. —¿Cuál es la
prisa, King? ¿Tienes una cita para desayunar? —El idiota sonaba un poco
celoso ante la idea.

Y luego, en un caso clásico del peor momento posible en la historia...

—Buenos días, Alteza —Las palabras, que se escucharon


directamente detrás de Gabe, eran un ronroneo tan dulce como la seda. Ni
siquiera había notado que alguien se acercaba.

¿Cómo hacia ese hijo de puta para moverse siempre de forma tan
silenciosa?

Gabe se giró, ya sabiendo lo que encontraría. Una sonrisa brillante y


maníaca. Cabello rubio ingeniosamente despeinado. Ojos azul pálido.

La misma razón por la que Gabe había estado tan ansioso por salir a tiempo
esa mañana. Había querido evitar una situación igual a esta.

Soren había llegado.

Había insistido en recoger a Gabe en el hospital y que fueran juntos hasta la


casa de cuidados, pero Gabe había esperado encontrarse a su chaperón en su
estacionamiento designado, muy lejos de las miradas indiscretas de sus
compañeros de trabajo. Claramente Soren había tenido otra idea.
El pequeño amigo vampiro de Roman estaba (como siempre) luciendo
ridículamente a la moda para un pequeño pueblo entre las montañas de
Colorado; jeans negros ajustados y una blusa vaporosa de diseñador. Gabe
no lo entendía. Nadie necesitaba lucir como si acabara de salir de la
pasarela en un sitio donde lo que más se destacaba eran las rutas de
senderismo y los deportes de invierno.

Al menos Soren no llevaba puesto un maldito abrigo de piel como la


primera vez que lo conoció. Una pequeña bendición.

No creía que el saludo de Soren hubiera sido lo suficientemente alto como


para que nadie más lo escuchara, pero Gabe se puso a la defensiva de todos
modos. —Deja de llamarme así.

Odiaba que solo hubiese bastado que Soren escuchara a uno de los
lugareños llamándolo por su apodo de la escuela secundaria (King), para
que ahora se burlara de Gabe con eso todo el tiempo.

Soren solo le sonrió, luciendo complacido consigo mismo por haber irritado
a Gabe con dos simples palabras.

Mientras tanto, el Dr. Monroe se acercó sigilosamente hasta ambos con sus
ojos brillando con evidente interés. —¿Quién es tu amigo, King?

Gabe resistió el repentino e irracional impulso de decirle al otro médico que


se fuera a la mierda. —Este es Soren. Un amigo de Danny —Fue
inmensamente satisfactorio ver la sonrisa de Soren desapareciendo después
de haber sido designado como el amigo de su hermano pequeño—. Soren,
este es el Dr. Monroe.

—Encantado —Soren le dio al Dr. Monroe una mirada minuciosa


mientras prácticamente batía sus pestañas rubias, y Gabe reprimió su
irritación. Su compañero de trabajo era un promiscuo y Soren un coqueto
compulsivo. Tendría mucho sentido que los dos se juntaran, y a Gabe
definitivamente no le importaba lo suficiente ninguno de ellos como para
molestarse por eso.
Enfocó su mirada en otra parte, ignorando deliberadamente la pequeña
charla entre ellos. Simplemente no le gustaba cuando sus dos mundos se
mezclaban, eso era todo. No tenía nada que ver con la belleza casi etérea de
Soren, o la forma en que su sangre comenzó a hervir cuando se imaginó al
viscoso médico manoseando el delicado cuerpo del vampiro.

Oh, por el amor de Dios.

Gabe necesitaba salir de allí.

—Iré a cambiarme el uniforme —Interrumpió bruscamente, dándose


la vuelta sin esperar una respuesta. No era asunto suyo con quién
coqueteaba Soren, pero Gabe no tenía que quedarse de brazos cruzados y
ver cómo sucedía.

Hoy realmente no era un buen día.

Gabe entró en los vestuarios antes de darse cuenta de que Soren lo había
seguido. Le dio una mirada severa por encima del hombro. —No tienes
permitido entrar aquí.

La única respuesta de Soren fue una mirada fija, como las reglas humanas
normales (como vestuarios exclusivos para el personal), fueran un concepto
tan extraño que ni siquiera mereciera una reacción.

Gabe abrió la boca, la volvió a cerrar y finalmente se decidió: —Solo, no


mires —Se dirigió a su casillero, permitiendo que el vampiro rubio entrara
por la puerta detrás de él.

Realmente no le importaba si Soren lo acompañaba. Gabe no necesitaba


desnudarse completo para quitarse el uniforme. Además, Gabe no tenía
nada de qué avergonzarse. Hacía ejercicio de forma religiosa, la mejor
manera que tenía para lidiar con su ansiedad persistente, además que
también cuidaba sus comidas.
No sufría de falta de ofertas para compartir su cama; eso era seguro.

No es que Gabe hubiera estado aceptando esas ofertas últimamente.

Los encuentros sexuales frecuentes solían ser la mejor opción para aliviar
su estrés y despejar su mente, pero desde su ataque, no se había sentido
inclinado a ello.

Gabe tiró de su blusa médica con dedos torpes. Su complacencia sobre la


presencia de Soren no tenía nada que ver con sentirse satisfecho de que el
vampiro hubiera dejado al Dr. Monroe, eligiendo seguir a Gabe en su lugar.

No tenía nada que ver, en lo absoluto.

Soren estaba inquietantemente callado mientras Gabe se cambiaba. Era tan


distinto a la charla habitual del mocoso que se encontró mirando hacia los
espejos después de retirarse la blusa. Observó más allá de su propia cabeza
de rizos castaños sueltos hasta la cara de Soren en el reflejo. El vampiro
estaba mirando el torso desnudo de Gabe con abierta apreciación en sus
ojos.

El pequeño monstruo incluso se relamió los labios.

Mierda. Gabe no quería pensar en lo que esa mirada le provocaba. Soren no


era una opción para él. El hijo de puta era extraño, desquiciado y, lo más
importante, ni siquiera humano.

Sin importar lo hermoso que era.

Es una belleza falsa, se recordó Gabe. El encanto de un depredador.


Diseñado para atraer a presas desprevenidas.

—Te dije que no miraras —Se quejó, tratando de ignorar la forma en


que su pene se hinchó al ver a Soren relamiéndose sus labios rosados.

—Nunca accedí a nada —respondió Soren alegremente, sin desviar la


mirada por un segundo.
Por supuesto que no lo hizo. Por lo que Gabe podría decir, Soren vivía para
hacer siempre lo contrario.

Gabe se apresuró a vestirse, no queriendo quedarse en ese vestuario con


ninguno de los extraños sentimientos que el vampiro despertaba en él. Era
más que claro que necesitaba sexo si el tener a alguien mirándolo mientras
se cambiaba le estaba provocando este efecto.

Soren se puso un par de anteojos de sol mientras salían por las puertas del
hospital hacia el auto de Gabe. Tal como Danny lo había explicado, la luz
del sol no era técnicamente perjudicial para los vampiros, pero el brillo sí
les irritaba los ojos, especialmente si su demonio interior estaba fuera.

Había muchos conceptos erróneos por ahí sobre los que Danny había estado
educando lentamente a Gabe. Los vampiros no necesitaban una invitación
para entrar en una casa. No necesitaban matar para alimentarse. Podían
comer comida humana si eso deseaban, pero simplemente no los nutría de
ninguna forma. Y sus colmillos permanecían ocultos, a excepción de
cuando su demonio interior (así es como Roman y Danny llamaban a sus
lados vampíricos) tomaba el control.

Gabe solo había visto a Soren con su demonio fuera una vez. Esa mañana
en la que Lucien lo atacó. Soren tuvo que haber estado siguiendo al otro
vampiro, porque apareció de la nada, rescatando a Gabe y calmándolo con
su compulsión vampírica.

Posteriormente, Gabe había estado demasiado asustado al enterarse de la


existencia de vampiros como para agradecer a Soren apropiadamente, un
hecho por el que ocasionalmente sentía una punzada de culpabilidad.

Pero, incluso si hubiera sido por una buena razón, Soren había usado sus
poderes sobre Gabe, había afectado su mente, sus percepciones, sus
emociones.

¿Realmente esperaba que Gabe se sintiera agradecido por eso?


Y dado el caso, Gabe ni siquiera habría sido atacado si Roman y Soren no
se hubieran detenido en la ciudad, trayendo con ellos todo un drama
vampírico. Así que no le debía absolutamente nada al rubio.

Gabe reprimió los desagradables recuerdos de ese brutal ataque. Pensar en


eso no estaba ayudando al nudo de ansiedad que se formaba en su
estómago.

Antes de que Gabe estuviera medianamente listo, llegaron al familiar


estacionamiento. Esta era la razón por la que Soren había ido a buscarlo
después del trabajo como si fueran alguna clase de amigos.

La casa de cuidados, con su madre esperándolo dentro. Bueno, no


esperándolo realmente. La demencia le impedía saber que iban a verla. Pero
ella estaba ahí.

Gabe podría irse ahora mismo y nunca lo sabría.

Él quería irse.

Sus dedos se sentían gordos y torpes cuando se desabrochó el cinturón de


seguridad, y su estómago se retorció aún más en nudos.

Mierda.

Sabía lo que venía. Y a veces era como si el saberlo hiciera que sucediera
más rápido.

Justo como ahora.

El pecho de Gabe comenzó a sentirse apretado y su garganta se sentía


espesa, como si no pudiera tragar correctamente o tomar el aire suficiente.
Lógicamente, sabía que estaba bien. Su garganta en realidad no se estaba
cerrando. Pero eso no cambiaba la sensación de no poder respirar.

Su piel picaba cuando empezó a sudar frío.

Mierda. Mierda. Mierda.


Aquí no. No delante de él.

Una pequeña mano aterrizó en la nuca de Gabe. Delicada pero fuerte.


Firme. Inamovible. —Respira, Alteza —La voz de Soren, sin sus notas
burlonas habituales, era dulce y suave. Como agua fresca en un día
caluroso.

—No. Puedo —Gabe logró pronunciar las palabras entre jadeos.

Soren usó el pulgar de su mano para frotar suavemente el costado del cuello
de Gabe. —Sí puedes, dime cinco cosas que veas —ordenó amablemente.

—Um —Gabe buscó a su alrededor con ojos frenéticos—. El volante.


Mis jeans. El espejo retrovisor. La guantera —Miró a la derecha, incapaz de
evitarlo—. Tus ojos.

Esos ojos. De un azul tan claro y pálido. Con toda su intensidad, ahora
estaban centrados en Gabe.

Los labios de Soren se torcieron. —Bien. Cuatro cosas que puedas sentir.

Gabe conocía este ejercicio. Lo habían aprendido en la escuela de medicina


durante sus clases de psicología. Una herramienta para ayudar a superar los
ataques de pánico. —El asiento debajo de mí. Mis pies en el suelo. El
cinturón de seguridad. Tu mano.

—Tres cosas que puedas escuchar.

Las respiraciones de Gabe comenzaban a ser un poco más fáciles a medida


que la voz de Soren y los suaves comandos lo mantenían conectado a tierra.
—Mi respiración. Las voces afuera. Tú, hablando conmigo.

Soren le dio un ligero apretón en el cuello. —Bien, Alteza. Muy bien. Dos
cosas que puedes oler.

Gabe habló sin pensar. —Océano. Arboles de pino.


Soren arqueó una ceja ante sus palabras, pero Gabe estaba demasiado
exhausto para ponerse a la defensiva.

—Así es como hueles. Como si el mar se encontrara con un bosque de


pinos. Y, um... a frío. No sé cómo una persona puede oler frío, pero tú lo
haces.

Soren no se burló de él, pero esos ojos pálidos se encendieron con un fuego
interno. Gabe no podía decir si estaba ofendido o complacido ante eso. El
vampiro continuó con el ejercicio de anclaje a tierra. —Algo que puedas
saborear.

Pero Gabe negó con la cabeza. —Ahora estoy bien. Gracias. Eso me ayudó
—No estaba exactamente bien, pero el pánico había retrocedido. A su paso
había dejado una sensación temblorosa de debilidad, la misma que siempre
quedaba atrás después de ataques como ese. Como si Gabe pudiera dormir
durante una semana. O romper a llorar en cualquier momento.

Dios, esperaba no echarse a llorar.

La mirada de Soren era firme, examinadora. Después de varios largos


momentos, el vampiro retiró su mano de la nuca de Gabe.

Él hizo todo lo posible por no llorar la pérdida de esa firme sujeción.

—No haremos esto hoy —Declaró Soren.

Gabe sintió que su pánico aumentaba de nuevo ante las palabras, pero
también llegó una sensación de... alivio. Aun así, protestó. —¿Qué quieres
decir? Tenemos que hacerlo.

Soren sacudió la cabeza majestuosamente. Era irónico que el vampiro


siempre llamara a Gabe "Alteza", cuando él mismo actuaba como un
pequeño príncipe demoníaco. —No tenemos qué, realmente no. Espérame
aquí. Mantén la calma —Salió del auto.
Gabe se quedó, esperando en el vehículo mientras que Soren entraba en la
residencia. Se odió un poco por ello.

¿Por qué no podía hacerlo mejor?

Debería haberlo hecho mejor. Había estado visitando a su madre


regularmente con Danny. Roman usaba su compulsión vampírica para
ayudar a su madre con la demencia, una habilidad que Danny también había
aprendido. A veces la ayudaba a recordar quiénes eran; a veces sólo servía
para mantenerla tranquila y feliz. De cualquier manera, había hecho que las
visitas fueran más llevaderas para Gabe de lo que habían sido en el pasado.

Por eso Soren estaba con él ahora mismo. Para usar su compulsión y ayudar
a que las visitas continuaran mientras Danny estaba en su luna de miel.

Porque las visitas seguían siendo… duras. Los sentimientos de Gabe


siempre fueron complicados cuando se trataba de su madre. La mujer que lo
había criado con tanto amor, solo para dejarlo valerse por sí mismo siendo
aún demasiado joven. Siempre se sentía crudo en su presencia, desollado
por las emociones que ella provocaba en él. Debería haber sabido que la
perspectiva de mostrar esa vulnerabilidad frente a Soren lo detonaría.

Porque en lugar de hacerlo mejor, Gabe estaba empeorando. Su mundo


había dejado de tener sentido hacía un año. Su ansiedad siguió creciendo;
sus emociones seguían descendiendo en espiral. Se sentía como si
estuviera... fingiendo todo el tiempo. Fingiendo tener el control de las cosas.
Fingiendo ser feliz. Y estaba aterrorizado de que alguien viera a través de
él.

Y aquí estaba ahora, fallándole a su familia. Otra vez.

Soren sacó a Gabe de sus pensamientos al abrir la puerta del auto. —Ella
está bien —informó el vampiro, escaneando la cara de Gabe como si eso le
diera respuestas sobre su estado mental—. Está feliz y tranquila.

—Um, Okay —Gabe se sentía perdido, inseguro de cuál debería ser


su siguiente paso—. ¿Y ahora qué?
Soren volvió a subirse al asiento del conductor con una gracia felina. Se
volvió hacia Gabe, arqueando una ceja. —Vamos a desayunar.

Eso no era lo que Gabe esperaba que dijera. Había estado pensando que
sería algo así como: “Obviamente voy a dejarte en casa y hacer lo mío,
perdedor.”

¿Quién quería pasar el rato con alguien que acababa de tener un colapso en
medio de un estacionamiento?.

—¿Desayunar? —Gabe repitió estúpidamente.

La sonrisa en respuesta de Soren, fue brillante y feroz.

—Tengo antojo de panqueques.


Cuatro
Soren
Una campana sonó mientras que Soren conducía a Gabe a través de la
puerta de su restaurante favorito.

En algún momento durante el viaje, el hombre había agarrado la mano de


Soren, aparentemente sin darse cuenta, y ahora todavía se aferraba a ella
como una especie de salvavidas. Su habitual arrogancia había desaparecido
por completo. Ese raro signo de vulnerabilidad estaba haciendo cosas muy
extrañas en el corazón de Soren.

Una mujer grande y rubia con el nombre “Sheryl” en su etiqueta, los


condujo a ambos a una cabina en la esquina. Excelente. Era un hecho
indiscutible que las cabinas eran infinitamente mejores que las viejas mesas
y sillas normales.

Rudy's era un lugar para desayunar que Danny le había presentado a Soren,
en una de las pocas ocasiones en que ambos habían estado solos. Soren
estaba lo suficientemente encariñado con la adorable pareja de su amigo
Roman, pero no diría que él y Danny tenían necesariamente mucho en
común. Danny era dulce, compasivo, cariñoso. Y Soren era... bueno, Soren.

Sin embargo, una cosa que compartían era el amor por una buena comida
grasienta.

Soren soltó a regañadientes la mano de Gabe mientras se sentaban en la


cabina. Era tan raro que el humano permitiera algún contacto físico entre
ellos. Estuvo tentado a jalar a Gabe para que se sentara a su lado, pero eso
probablemente sería presionar demasiado la suerte.
Soren pidió café para él y Gabe e ignoró el menú que tenía delante. Lo tenía
memorizado para este punto.

Técnicamente, Soren no necesitaba comida humana en absoluto para


sobrevivir, pero le gustaba su sabor de todos modos. Y el ritual que la
misma traía consigo, también. Nadie se percataba de lo importante que era
el acto de comer para la sociedad humana hasta que ya no formaban parte
de ella. Y mientras Soren continuara con su dieta regular a base de sangre
humana, a su vampiro interior no le importaba qué otras cosas pusiera en su
cuerpo.

Sheryl colocó sus cafés frente a ellos momentos después, y Soren miró a
Gabe con ojo crítico mientras el otro hombre ordenaba su desayuno. El
humano todavía parecía aturdido, sus ojos dorados y vidriosos. No era de
extrañar después del ataque de pánico que había tenido en el auto.

Soren debería haberlo leído mejor.

Se había dado cuenta de que Gabe estaba tenso en el hospital, actuando más
irritable y nervioso que de costumbre. Pero Soren había pensado que Gabe
estaba molesto con él por presentarse sin previo aviso en lugar de esperarlo
afuera.

El humano podría ser así de aguafiestas.

Soren supuso que podría haberlo esperado fuera. Pero no había podido
resistirse a la idea de ver a Gabe en su hábitat natural. Había algo en él que
hacía que Soren quisiera estudiarlo, como al insecto bajo un microscopio.
¿Gabe también era un idiota fanfarrón en su calidad de médico oficial? ¿O
secretamente se portaba todo tierno, tomando la mano de sus pacientes,
convenciéndolos que todo estaba bien en el mundo?

Además, Soren quería la imagen de bata blanca completa, pero Gabe lo


había decepcionado en ese asunto. El hombre vestía el uniforme de médico,
pero no la bata.

El humano realmente carecía de un sentido apropiado para el drama.


Pero luego se lo había compensado con creces, desnudándose frente a Soren
en el vestuario. Un hecho que Soren lamentaba un poco ahora mismo.
Después del emotivo momento en el auto, no se sentía del todo bien acerca
de su persistente excitación. Pero nunca había sido bueno negándose a sí
mismo las cosas que quería, y al tener la oportunidad de ver a Gabe quitarse
la ropa, no pudo resistir la tentación.

Y Cristo, ese hombre tenía un cuerpo para chuparse los dedos. Bronceado y
bien musculoso, con un borde delgado en él por todas las largas sesiones de
correr que tenía. Soren no se había avergonzado de comerse con los ojos ese
pecho sin camisa.

—¿Cómo supiste qué hacer antes? —La pregunta vacilante de Gabe


interrumpió sus pensamientos. Probablemente es mejor así, reflexionó,
moviéndose en su asiento y luchando contra el impulso de ajustar su
endurecido pene. Realmente había pasado demasiado tiempo desde que
había estado con un hombre.

Bien, Soren. Enfócate.

Se debatió en sí debería esquivar la pregunta. Evadir preguntas inquisitivas


era uno de los muchos talentos de Soren. Pero por alguna estúpida razón, se
vio obligado a hablar con la verdad.

—Yo mismo he estado ahí —Ofreció.

Gabe bufó ante eso, pero carecía de su borde habitual. Así que todavía no
había vuelto a ser él mismo, entonces. —¿Has tenido ataques de pánico? ¿A
qué podrías tenerle miedo? Eres como invencible.

—Soy inmortal, no invencible —Lo corrigió, tomando un sorbo de su


café—. Pueden matarnos. Decapitación. Fuego —¿Por qué le estaba dando
información sobre como matarlo al tipo que odiaba a los vampiros? Su boca
continuó sin su permiso—. Además, hay todo un mundo de dolor más allá
de la muerte.

Gabe le dio una mirada aguda ante eso.


Tal vez Soren había revelado demasiado con esa respuesta. Porque, eso era
lo molesto del grosero hermano de Danny. El hecho de que cuando se
trataba de la realidad, no era realmente grosero en lo absoluto.

Era un idiota, por supuesto. El clásico hombre estadounidense con


demasiadas emociones, sin idea de qué hacer con ninguna de ellas. Como la
forma en que había estado alejando a su familia durante años cuando estaba
claro para cualquiera que tuviera dos dedos de frente, que lo significaban
todo para él. Idiota, seguro.

Pero, aun así, Gabe se daba cuenta de muchas cosas a pesar de todo. Tal vez
pudiera leer indicios del pasado de Soren en su rostro. Era un poco insólito.
Ni siquiera Roman, que de alguna manera se había abierto camino hasta
convertirse en el amigo más cercano de Soren en las últimas décadas,
conocía toda la historia de su pasado.

Lo cual era lo mejor. Abrirse a la gente significaba abrirse al dolor a futuro.

Soren lo sabía muy bien.

Pero el ataque de pánico de Gabe en el auto había dejado a Soren... curioso.


Sentía ganas de abrir la cabeza de su humano y poder mirar dentro. A ver si
de esa manera podría desenredar el lío que estaba seguro que encontraría
ahí.

Bueno, no su humano. Solo el humano. Un humano normal, viejo y


aburrido.

Claro.

Bebieron su café en silencio hasta que llegó el desayuno. Panqueques


(ligeramente cocidos, pastosos por dentro, la única forma correcta de
comerlos), con crema batida y frutos rojos para Soren. Huevos y tostadas
con tocino para Gabe.

Soren miró con desagrado el plato de su compañero.


—Que aburrido —Soren lo acusó, necesitando decirlo en voz alta.

—Es un clásico —Gabe lo corrigió, entrecerrando los ojos, incapaz de


ocultar su molestia. Era su look favorito cuando se trataba de Soren.

Por alguna razón, le entraron ganas de sonreír. Y, como siempre hacía lo


que quería, simplemente lo hizo. Una sonrisa amplia y brillante.

Gabe parpadeó hacia él.

Sonrió más ampliamente. —Toma un poco —Ordenó, cortando una porción


de sus panqueques y colocándolos en el plato de Gabe.

Gabe negó con la cabeza. —No necesito azúcar.

Soren resopló. —No se trata de necesidad; se trata de deseo.

—La gente desea muchas cosas que son malas para ellos.

Soren lo sabía perfectamente. —Esa es la mitad de la diversión, Alteza.

Gabe le dirigió una mirada escéptica. Soren no sabía por qué estaba
presionando el asunto, molestar a Gabe hasta la muerte probablemente
estaba totalmente en contra a su gran plan de seducción, pero sentía que no
podía detenerse. —Vamos, toma un bocado. ¿Nunca haces lo que quieres?

Gabe, mirando fijamente el trozo de panqueque en su plato, tardó un


momento en responder. Cuando lo hizo, sonó... en blanco. Como vacío.

A Soren no le gustó para nada.

—No, en realidad no —Murmuró Gabe—. No hace mucho tiempo, de


todos modos.

Soren negó con la cabeza. Este hombre. —Tú y Danny tienen el mismo tipo
de enfermedad. Simplemente exhiben diferentes síntomas. Nunca hizo lo
que quería tampoco, hasta que llegó Roman.
Gabe soltó una risa amarga, ignorando la oferta de panqueques de Soren y
tomando en cambio un bocado de tocino. —Bueno, ciertamente está
haciendo las cosas que quiere ahora. ¿Cuánto tiempo crees que tardará en
salir corriendo hacia la puesta de sol y dejar este horrible pueblo para
siempre?

—¿Por qué crees que haría algo así? —Soren alzó la barbilla con voz
indignada. Ignorando el hecho de que estaba de acuerdo con Gabe sobre lo
de “horrible pueblo”.

Gabe mantuvo la mirada en su plato. —Eso es lo que yo haría, si de repente


fuera inmortal, con otro amante inmortal y rico para pagar la cuenta. ¿Por
qué quedarse aquí?

Soren habló antes de pensarlo bien. —Porque tu hermano es un chico dulce,


consciente de sus responsabilidades. Estás proyectando tu propio egoísmo
sobre él.

Gabe hizo una mueca, una mirada de verdadero dolor cruzó por su rostro, y
Soren trató de ignorar el hecho de que esa expresión se sentía como un
cuchillo retorciéndose en su propio estómago.

Se le vino a la cabeza un pensamiento. —¿Es por eso que odias tanto a


Roman? ¿Crees que te va a quitar a Danny? ¿Tu hermano pequeño, con
quien siempre has contado que se quedara exactamente en donde lo dejaste?

—No odio a Roman —Gabe no negó el resto.

Soren se inclinó sobre la mesa y golpeó a Gabe (ligeramente, consciente de


su fuerza) en un lado de la cabeza. —Estúpido.

Gabe siseó y se llevó una mano al lugar donde Soren había golpeado. Qué
bebé. —¿Por qué soy un estúpido? —preguntó, mirándolo.

—Tu hermano no se irá a ninguna parte. Al menos no a corto plazo.


Deberías concentrarte en apreciar lo que tienes, no en un hipotético dolor
futuro.
Gabe se pasó una mano por el pelo y bajó la mirada. —Bueno, tal vez
debería irse. Es mi turno de asumir parte de su carga. No me di cuenta
antes, de lo delgado que se estaba poniendo. Debería haberlo hecho, pero no
lo hice. Puedo hacer más.

Cuando Roman y Soren conocieron a Danny, él trabajaba demasiado,


luchando por pagar las facturas de la residencia de su madre, cosa que ni
siquiera le había dicho a Gabe que estaba pagando; visitaba a su madre por
su cuenta cuando Gabe se negaba a estar allí. Soren había criticado la falta
de presencia de Gabe, pero ahora se estaba dando cuenta de que tal vez se
trataba de mucho más que una simple negación deliberada.

—¿Y cómo piensas hacer eso si ni siquiera pudiste salir hoy del auto?

El rostro de Gabe palideció ante la pregunta. Cristo, Soren realmente era el


peor. ¿Por qué se estaba burlando de un hombre que acababa de tener un
ataque de pánico frente a él?

Pero Gabe parecía empeñado en ignorar sus propios límites, y si Soren


necesitaba recordárselos, lo haría. Parecía que los dos hombres de la familia
Kingman estaban decididos a hacerlo todo ellos solos, sin importar lo que la
presión pudiera hacerles.

Bueno, si Gabe necesitaba a alguien que lo empujara, que lo obligara a


reconocer sus propias emociones en lugar de dejar que se enconaran en su
interior, entonces Soren podría hacer eso.

Soren era excelente para meterse debajo de la piel de las personas.

Hyde Park era realmente la peor ciudad.

Soren tomó un sorbo de su cóctel demasiado dulce, mirando con


escepticismo el bar en donde se encontraba. Era lo más cercano a un bar
gay decente que pudo encontrar sin tener que conducir por una hora. Pero lo
“más cerca” no estaba realmente lo suficientemente cerca.

El pueblerino envuelto en franela que actualmente se estaba moliendo


contra una pobre chica en pantalones de yoga, era una excelente ilustración
de ese hecho.

Aun así, no era el peor lugar. Tenía bebidas decentes, con una pista de baile
que, a pesar de la evidencia actual, se podía animar lo suficiente en las
noches de los fines de semana. Pero no era nada comparado con los clubes a
los que Soren había estado frecuentando en sus viajes. Se humedeció los
labios mientras que recuerdos de pieles resbaladizas y cuerpos apretados
girando bajo las luces brillantes pasaron por su mente.

París, Nueva York, Dubái. Había tantos lugares mejores que estar aquí.

Esto es lo que sucede cuando te instalas en Nowheresville2, Colorado, en


lugar de seguir adelante como se supone que deberías hacer.

Soren podría viajar a la Ciudad de México ahora mismo si realmente


quisiera. Encontrar un hombre hermoso con una gran polla y una sangre
deliciosa con quien pasar la noche.

Pero el pensamiento simplemente no tenía el atractivo que alguna vez tuvo.


Además, Soren tenía... obligaciones aquí. Para con Danny y Roman. Al
menos durante las próximas tres semanas.

Claro.

Como si eso fuera suficiente para mantenerlo en la ciudad, si realmente


quisiera irse. Soren era leal, cierto, pero no era el perrito faldero de nadie.

Ya no, querrás decir. Soren hizo a un lado ese pensamiento y tomó otro
sorbo de su bebida.

—Qué casualidad verte aquí —Dijo una voz detrás de él. Era
profunda y suave, pero Soren podía detectar la adulación a kilómetros de
distancia.

Aun así, Soren estaba aquí por una razón. No estaba en búsqueda de un
príncipe azul. Se volvió hacia un lado, mirando al hombre que había
aparecido por encima de su hombro. Era alto, musculoso, con el cabello
rubio más corto que el de Soren.

Soren tardó un momento en ubicarlo. El Dr. Coqueto del trabajo de Gabe.


¿Dr. Morgan? ¿Murphy? Era el mismo que había mirado a Soren con
evidente interés.

Una mirada similar a la que le estaba dando ahora mismo.

—Nos conocimos esta mañana. Dr. Monroe, si necesitas un


recordatorio —Dijo el hombre en son de broma.

—Qué coincidencia —murmuró Soren, bebiendo el resto de vaso en


un solo trago.

Monroe le indicó al cantinero que se acercara. —¿Que estás tomando? —le


preguntó a Soren.

Soren dejó que el hombre le invitara a una bebida, estudiando al médico


mientras charlaban sobre tonterías sin sentido. Debería haber sido
exactamente lo que Soren estaba buscando esta noche. Apuesto,
pasablemente encantador, lo suficientemente grande como para que él
disfrutara del juego de poder de tomar el control.

Esperó la atracción familiar de su vampiro interior en busca de una presa.


La emoción de la caza.

No había nada.

Pero esa no era razón para pasar hambre. Incluso si este hombre se sentía…
equivocado. Demasiado rubio, demasiado suave, demasiado agradable.
Soren soportó un poco más los intentos de coqueteo del doctor, luego se
inclinó hacia él, mostrándole una sonrisa. Era una versión atenuada de la
que dejaba a tanta gente inquieta en su presencia. Esa que amaba darle a
cierto doctor estirado, solo para verlo retorcerse.

—¿Quieres que salgamos de aquí? —Soren ronroneó, colocando una


mano en el brazo de Monroe. El hombre asintió con entusiasmo,
prácticamente babeando mientras pagaban la cuenta.

Diez minutos y una compulsión más tarde, Soren estaba lamiendo


suavemente la marca de mordedura de Monroe en el callejón detrás de la
barra, cerrándola. Su saliva podía hacer eso con heridas lo suficientemente
pequeñas. Parte de la vieja magia vampírica.

Había elegido la muñeca de Monroe, no deseando esta noche la intimidad


de una mordida en el cuello. Otro comportamiento fuera de carácter. En el
pasado, a Soren le encantaba la falsa intimidad que traía consigo la mordida
al cuello de un extraño.

Pero el aroma estaba todo equivocado.

Soren suspiró. Supuso que Monroe objetivamente no olía mal. Llevaba una
especie de loción para después del afeitado con aroma a sándalo,
claramente costosa. Pero no olía... a limpio. La forma en que Gabe siempre
olía. Como a cítricos y jabón. Incluso después de un turno de doce horas, o
de una de sus largas carreras por los senderos de la ciudad.

¿Y por qué diablos importa el olor de Gabe?

Soren optó por no responderse a sí mismo. Él y su cerebro ya no se


hablaban.

Terminó su tarea rápida y superficialmente, el tiempo suficiente para que el


pequeño pinchazo se curara por completo. Monroe estaba jadeando,
luciendo aturdido y sonrojado, su dura polla presionando contra sus
pantalones. El hombre no se había corrido del todo en los pantalones por la
mordedura, pero había estado cerca.
La alimentación de un vampiro podría hacerle eso a una persona. Su
mordida en sí misma solía ser placentera, a menos que tuvieran como
objetivo provocar dolora propósito. Era un truco evolutivo que facilitaba el
obligar a las personas a recordar solo el placer, en lugar del miedo. También
se prestaba a la deliciosa combinación de sangre y sexo, una combinación
que la mayoría de los vampiros deseaban.

Una combinación que Soren debería estar deseando.

Pero allí estaba él, cerrando la herida y dejándolos a ambos insatisfechos.

Simplemente él no era así.

Soren se había acostumbrado a complacer todos sus instintos más básicos


hacía mucho tiempo. Roman llamaba a esos instintos su demonio, mientras
que él le decía su vampiro interior. La voz dentro de ambos que pedía
sangre y violencia y una buena y dura cogida.

Roman en el pasado había tenido miedo de ceder a ese lado de su


naturaleza. Le preocupaba que complacer a su demonio lo llevaría más
rápidamente al camino de volverse salvaje, de perder su humanidad. Pero
Soren siempre había sentido que luchar contra su naturaleza vampírica
hacía más mal que bien en ese sentido. Y por eso generalmente optaba por
ceder a su propio libertinaje.

Le había servido. A este punto seguía estando cuerdo, incluso después de


más de tres siglos como vampiro. Incluso sin encontrar un compañero que
lo anclara a su humanidad como había pasado con Roman.

Pero desde que llegó a esta aburrida ciudad, el vampiro interior de Soren no
quería recuperar ninguno de sus viejos hábitos. La verdad es que no quería
follar con este médico. Solo quería una cosa. A una sola persona.

Soren resopló, molesto consigo mismo, y luego se volvió hacia Monroe.

El hombre parpadeó lentamente. —Tus ojos.


Soren sabía lo que Monroe estaba viendo. Lo que alguien veía cuando su
demonio estaba fuera. Si sonreía, Monroe también vería sus colmillos. Pero
no estaba de humor para sonreír. Miró profundamente a los ojos del
hombre, de un color verde turbulento.

Soren prefería el marrón dorado estos días.

La compulsión era su especialidad. Hizo coincidir su respiración con la del


hombre, sincronizando sus ritmos. —Mis ojos se ven como siempre. Nada
inusual. Nos besamos un poco en este callejón. Intentaste llevarme a casa.
Te dije que en otro momento. Soy un provocador, justo así.

—Un provocador —Repitió Monroe sin comprender.

Soren sonrió. —Ahora vete a casa. Si quieres puedes masturbarte. Ni


siquiera me importa si piensas en mí mientras lo haces.

Dio media vuelta y abandonó el callejón rápidamente, frustrado consigo


mismo por su propia moderación.

La moderación no era lo suyo. El libertinaje lo era. Los encuentros


aleatorios de una noche. Las fiestas interminables. Más sangre de la que
podía soportar.

Pero no había sido él mismo desde que llegó a Hyde Park, y lo vio a él.

¿Porque no era así como preferiría pasar la noche? Quería estar de vuelta en
la casa, con sus ojos sobre Gabe, asegurándose de que el humano estaba
bien después del ataque de pánico que sufrió en la mañana.

Excepto que Gabe estaba en su estúpido trabajo. La única razón por la que
Soren había terminado saliendo.

Su teléfono sonó cuando iba de camino al auto. Era un mensaje de texto de


un número desconocido.

¿Dónde está mi ángel?


No, no, no.

La sangre de Soren se heló, sus dedos temblaron alrededor del teléfono.


Tomó todo en él no congelarse en el lugar en que estaba parado. Se obligó a
entrar tranquilamente en su coche, negándose a dejar que sus pasos
vacilaran.

Hendrick no sabía dónde estaba Soren. Ya estaría allí si lo supiera.

Pero el texto encerraba un claro mensaje: estaba buscándolo.

Esto era todo. Era hora de que Soren se fuera; oficialmente se había
quedado en un lugar por demasiado tiempo. Debería hacer caso a la
advertencia.

Aun así, no condujo fuera de la ciudad. No envió un mensaje de texto a


Roman diciéndole que tenía que irse, diciéndole que debería encontrar otra
niñera familiar.

Soren condujo de regreso a la casa de Danny.

Y esperó a que el humano regresara.

Soren era un idiota.


Cinco
Gabe
Gabe parpadeó para despertándose lentamente. Algo estaba mal. Podía
escuchar el suave parloteo de los pájaros en los pinos detrás de la casa. No
había una alarma a todo volumen despertándolo del sueño.

Lo que significa que había olvidado configurar una.

Mierda.

Alcanzó ciegamente su teléfono e hizo una mueca cuando vio la hora. Las
cinco de la tarde. No había tenido la intención de dormir hasta tan tarde en
lo absoluto. Por lo general, el primer día de un período de tiempo libre,
Gabe intentaba despertarse tan temprano como su cuerpo se lo permitía.
Dormir tan tarde después de un turno de noche significaba que
probablemente terminaría quedándose despierto toda la noche siguiente y su
horario de sueño se vería jodido por los próximos días.

Y luego estaba Ferdy. Ni siquiera había paseado al cachorro de su hermano


antes de quedarse dormido, demasiado exhausto para hacer otra cosa que
tirar algo de comida en el plato del perro y meterse debajo de las sábanas.

Mierda. Mierda.

Gabe se levantó de la cama y buscó un par de sudaderas en su maleta para


ponérselas sobre los bóxers. Bajó las escaleras a trompicones, parpadeando
adormilado. Sus ojos no querían abrirse por completo, pero su cuerpo
conocía el camino, incluso si solo estaba medio despierto.

—Ferdy —gritó—. Ven aquí, cachorro.


Ningún ladrido de respuesta. Ningún chasquido de pata sobre la madera
dura. Se volvió hacia la sala de estar y se detuvo en seco ante la vista frente
a él. Allí estaba Ferdy, con las orejas erguidas y la cola agitándose
lentamente. Estaba acurrucado en un regazo.

El regazo de Soren.

El pequeño vampiro rubio estaba acurrucado en un rincón del sofá,


acariciando perezosamente el pequeño bulto de pelo, con la cabeza rubia
apoyada en su otra mano. —Buenas noches —Ronroneó Soren—. ¿O sería
mañana para ti, Alteza?

Gabe no había visto mucho al vampiro en los últimos días, a pesar de que se
quedaban en la misma casa. Gabe había estado trabajando o durmiendo, y
Soren, por extraño que parezca, no había aprovechado la oportunidad que le
brindaba la cercanía para molestarlo. Mientras que Gabe, por su parte, no
había buscado al vampiro para nada, sin querer sacar a relucir la muy
necesaria conversación de un nuevo intento de visita a su madre.

Una culpa familiar lo atravesó. Mal hijo. Mal hermano. Cobarde.

Dejó a un lado esos pensamientos y parpadeó con ojos legañosos al


cachorro que Soren sostenía. Nunca había visto que el energético perro no
viniera cada vez que lo llamaran. —¿Está enfermo?

Soren se tomó un segundo de más para apartar los ojos del pecho desnudo
de Gabe (Gabe estaba tan acostumbrado a vivir solo que ni siquiera había
pensado en ponerse una camisa), antes de responder: —Lo cansé. Usé mi
velocidad de vampiro para correr con él en el bosque detrás de la casa.

La imagen de Soren, todo fashionista, club hopper, y un monstruo literal,


corriendo junto a un cachorro en el bosque, hizo que Gabe se riera a
carcajadas.

Soren frunció los labios molesto. —¿Qué? —Preguntó a la defensiva.

—Nada. Solo pensaba en ti cuidando del cachorro.


—¿Qué pasa con eso? —Soren entrecerró los ojos.

Pero Gabe se sentía demasiado confundido en ese momento como para


molestar adecuadamente al vampiro. —Simplemente, gracias. No tenías que
hacerlo. Fue muy, um, amable de tu parte.

Soren se encogió de hombros con indiferencia, pero pareció complacido por


el agradecimiento. —De nada, Alteza.

Gabe suspiró. Nunca iba a deshacerse de ese apodo.

Sintiéndose más alerta, quedó impresionado unos momentos por la imagen


que Soren presentaba, todo acurrucado en el sofá. El vampiro vestía una
especie de ropa interior tejida que se veía increíblemente suave.

Gabe no tenía idea de que el pequeño monstruo pudiera verse tan...


doméstico.

Se aclaró la garganta. —¿Tienes hambre?

Mala elección de palabras. Gabe contuvo la respiración cuando las pupilas


de Soren se dilataron y un nuevo calor llenó su mirada. —¿Te estás
ofreciendo? —preguntó Soren, arqueando una ceja.

—Mierda —Gabe palideció—. No quise… Solo, necesito comer algo.


¿Tú estás interesado?

—Solo estoy jugando contigo, humano. Bebí hace unos días. No


necesito la tuya —Soren sonrió con su expresión habitual, pero el calor
desapareció de sus ojos en un instante.

Oh. Por supuesto. Gabe abrió la boca, luego la volvió a cerrar sin saber qué
decir. Sabía por Danny que a los vampiros a menudo les gustaba mezclar el
sexo con la alimentación (que francamente era más información de la que
Gabe necesitaba escuchar de su propio hermano recién vampirizado).

Entonces, si Soren se había alimentado recientemente...


Gabe no estaba seguro de por qué la idea de Soren alimentándose de
alguien más en la ciudad le provocaba un nudo en el estómago.

Claro que no lo sabes. Se pasó una mano por el pelo.

—No sé cocinar —dijo Soren de la nada, sus palabras sonaban como


un desafío.

—¿De acuerdo...? —Gabe frunció el ceño—. Sí, ¿por qué lo harías?


No necesitas comer.

—Roman cocina para Danny.

Gabe no estaba seguro de por qué Soren estaba haciendo esa comparación.
Roman era el esposo de Danny. Su compañero predestinado. Esta era una
situación completamente diferente.

—No te preocupes —Se encontró a sí mismo tranquilizando al


vampiro—. Yo tampoco sé cocinar. Sin embargo, estoy bien versado en
pedir a domicilio. ¿Te gusta la comida tailandesa?

La sonrisa de respuesta de Soren fue... más suave que de costumbre. Menos


maníaca, más genuina. —Podría ser persuadido.

Una hora más tarde, estaban comiendo de recipientes de comida para llevar
en la mesa de la cocina, ambos habían acordado que usar platos reales era
solo una forma de acumular trastes para lavar. Gabe se había puesto una
camisa, sin perder de vista la forma en que Soren hizo un puchero de
decepción en cuanto le dijo que iba a vestirse.

Gabe estaba nervioso por vivir en la misma casa que Soren. Más que
nervioso. Estaba medio convencido de que sin Danny o Roman como
acompañantes, Soren intentaría meterse en su cabeza otra vez. Que trataría
de meterse con la mente de Gabe, manipular sus emociones. Pero Gabe se
estaba dando cuenta de que había calculado mal ese riesgo.
Con Soren habiendo usado su extraña habilidad de compulsión para aliviar
el ataque de pánico que Gabe había tenido el otro día. Fácilmente podría
haberlo obligado a entrar en la casa de cuidados para terminar con su visita.
Pero en cambio, había consolado a Gabe con palabras tranquilizadoras y
una presencia firme. Lo había llevado a desayunar y le había dado tiempo
para ordenar sus ideas.

Y una vez que Gabe podía relajarse en presencia de Soren, resultaba


extrañamente… agradable.

Gabe no estaba acostumbrado a tener a alguien con quien cenar. Alguien


como Soren, quién tenía un millón de historias interesantes. ¿Quién no
interrogaba a Gabe sobre su profesión de médico o no esperaba que él fuera
quien dirigiera la conversación? Mucha gente, pensaba… un jugador de
futbol americano durante la escuela secundaria, ex rey del baile de
graduación, médico de la UCI, era una especie de macho alfa o mariposa
social, pero en realidad a Gabe le gustaba mucho más escuchar que tener
que hablar. Le gustaba poder tener otra cosa en la que concentrarse en lugar
de fingir que lo tenía todo bajo control.

A Soren no pareció importarle eso en lo absoluto.

Gabe le dio un pequeño mordisco a una galleta ridículamente grande y


ridículamente elegante que Soren había insistido en que le enviaran además
de la cena. Según él, se necesita dulce para equilibrar el picante.

Gabe nunca admitiría que la galleta estaba deliciosa. Nadie necesita ese tipo
de azúcar en su vida de forma regular.

—Háblame de tu mamá.

Gabe se atragantó con su bocado. —¿Qué?

Soren mordisqueó su propia golosina con delicadeza, y Gabe trató de no


mirar fijamente mientras la lengua rosada del vampiro salía disparada
lamerse un poco del glaseado que había quedado en las comisuras de su
boca. Intentó ignorar los vagos sentimientos de excitación que le invadía el
estar sentado tan cerca de Soren. —El problema que tienes al visitarla.

Bueno, eso servía.

Soren echó un vistazo a la expresión de Gabe y aclaró: —No te estoy


pidiendo que divulgues todos tus secretos emocionales. Solo necesito saber.
¿Es por mí? Porque no necesito ir contigo. Puedes visitarla sin que yo esté
allí por la compulsión. O podría ir primero, aligerar su estado de ánimo y
luego dejarte a ti.

Sería una evasión fácil decir que el único problema era que Soren
incomodaba a Gabe. Pero por alguna razón, Gabe no quería dejar al
pequeño monstruo pensando que todo era culpa suya. No cuando había sido
tan paciente con él el otro día.

—No, no se trata de ti —murmuró Gabe, deslizándose un poco en su


asiento.

Soren no parecía muy convencido.

—No se trata solo de ti —Corrigió Gabe—. Trae muchas cosas… a


colación. El visitarla. Odio pensar en alguien más viendo... todo eso.

¿Esa era la explicación más lamentable de toda la historia? Posiblemente.

Soren suspiró y dejó su galleta, juntando las manos sobre la mesa frente a
él. —¿Sabes cuántos años tengo, Alteza?

—No exactamente. Eres mayor que Roman, ¿verdad?

—Me convirtieron en Dinamarca, en el siglo XVII.

Santa. Jodida. Mierda. Gabe hizo todo lo posible para no mostrar su


sorpresa, pero a juzgar por la mirada divertida de Soren, fracasó
miserablemente. —Um... ¿no pareces un día mayor de veintidós?
Esa parte era bastante cierta, pero aún así Soren se rio ante el comentario de
Gabe. El sonido era brillante y melódico. Como una pequeña campana.

A Gabe se le revolvió el estómago.

—Solo digo —dijo Soren después de que su risa se apagó—. He visto


muchas cosas. No hay nada que puedas hacer que me sorprenda. Hizo una
pausa, con expresión pensativa en su rostro—. Bueno, si le dieras una
patada a tu madre en la cara, supongo que eso si me sorprendería un poco.
Pero he conocido mucha gente. Y ustedes son buenas personas. No te voy a
juzgar.

Gabe resopló ante eso. —Te encanta juzgarme.

—Exactamente —Soren asintió, como si le estuviera demostrando a


Gabe algún punto–. Si no fueras una buena persona de buen corazón, no me
encantaría juzgarte tanto. Te ignoraría. No tendría tiempo para ti en lo
absoluto.

Las palabras del vampiro eran duras, pero su tono era... suave. A Gabe le
recordaba el consuelo que había sentido con la mano fuerte y delicada de
Soren en la parte posterior de su cuello, y su voz dándole órdenes
tranquilizadoras.

—La amo —Gabe se encontró diciendo.

—Sé que lo haces —Soren acercó su silla y se inclinó hacia adelante.

—Es solo que… tengo sentimientos complicados —Odiaba lo débil


que salió su voz.

—Solo los sentimientos de las personas aburridas no son complicados


—Soren lo tranquilizó.

Gabe observó con asombro cómo el vampiro se inclinaba más cerca,


palmeándolo suavemente en el brazo. Su tiempo con Soren estaba
resultando ser... desorientador.
Había pasado tanto tiempo aferrándose a su desconfianza hacia él,
manteniendo las distancias, tratando de convencerse a sí mismo de que su
fijación hacia el vampiro se basaba en el miedo. Pero ahora mismo estaba
aquí, a punto de abrirse más de lo que había hecho con nadie en la última
década.

Gabe ni siquiera había tenido una conversación real con Danny sobre sus
sentimientos respecto a la madre de ambos. No era como si le hubiera
contado a Soren ningún detalle real, pero aún así... se alivianó un peso en su
pecho el solo aceptarlo en voz alta: tenía sentimientos complicados con
respecto a su madre, más allá del amor incondicional y la devoción.

¿Por qué se trataba de un vampiro con la primera persona que Gabe se


había abierto en años? ¿Y por qué era Soren, entre todas las personas, quien
lo hacia sentir mucho mejor con tan solo unas pocas palabras?

Volvería a sentirse preocupado por la compulsión si no hubiese sido capaz


de ver el azul pálido en los ojos de Soren, tan claros y tranquilos y
centrados por completo en Gabe.

No apartó su mano de la de él.

—Elige una mano —Soren estaba escondiendo ambas detrás de su


espalda mientras saltaba de puntillas con picardía pintando su rostro.

Gabe señaló a la izquierda.

—¡Ajá! —Soren alzó la mano izquierda, revelando Jurassic Park3


entre sus garras. Sus ojos azules brillaron—. Excelente.

—¿Esperabas que fuera esa? —preguntó Gabe, divertido a pesar de sí


mismo.

Soren asintió alegremente. —Es una de las mejores películas jamás hechas.
Gabe se río. —¿Me dijiste en la cena que tienes más de trescientos años... y
una película sobre dinosaurios es una de las mejores que se han hecho?

Gabe no estaba seguro de cómo había pasado de la conmoción total a estar


bromeando sobre la incomprensible diferencia de edad entre ambos, pero
era difícil permanecer demasiado serio hacia el vampiro rubio cuando
estaba de un humor tan juguetón.

Soren le lanzó una mirada verdaderamente salvaje. —Primero, los


dinosaurios son geniales. Irrefutablemente. Segundo, es una cuestión de
contar historias. El tema ni siquiera es la parte clave. Se trata del ritmo. Del
suspenso. De la actuación increíble. Y claro —señaló la portada del DVD a
modo de demostración—, Laura Dern4 y sus pantalones cortos de color
caqui.

Gabe negó con la cabeza, sonriendo a pesar de sí mismo.

Soren estaba tan lleno de sorpresas.

La imagen que Soren había pintado para Gabe de su vida pasada lo hacía
parecer una especie de juerguista lascivo con colmillos. El por qué querría
quedarse y ver uno de los DVD de la infancia de Gabe junto a él, era un
completo misterio. Después de la cena, el vampiro simplemente le había
dicho que les preparara palomitas de maíz y luego desapareció en la sala de
estar para "reducir su selección".

Gabe asintió hacia la mano derecha de Soren. —¿Y cuál era la otra opción?

La sonrisa de Soren era brillante y maníaca cuando reveló el segundo DVD.


Entrevista con un vampiro5.

Gabe resopló. —¿Es enserio?

—Solo pensé que te ayudaría a recordar que el resto del mundo


encuentra atractivos y sexys a los de mi clase —La sonrisa de Soren se
volvió astuta.
Como si Gabe necesitara un recordatorio de eso. Había estado haciendo
todo lo posible durante más de un año para ignorar cuán atractivo y sexy le
parecía cierto vampiro.

Soren era simplemente... demasiado tentador.

Y solo se volvía mucho más a medida que revelaba nuevas facetas de sí


mismo a Gabe. La ropa para andar en casa del pequeño vampiro
aparentemente era un atuendo de su propia creación. Cuando se levantó del
sofá, reveló una blusa corta a juego con pantalones de punto fluidos de
cintura alta. La camisa era lo suficientemente corta como para dejar
entrever el estómago delgado y pálido de Soren cuando estaba de pie. Como
justo ahora. Gabe tragó saliva, su pene comenzó a endurecerse en sus
sudaderas.

El microondas sonó. Salvado por la campana.

—Iré a por las palomitas —Se ofreció Gabe. ¿Y qué si su voz salió un
poco áspera?

Soren le sonrió, moviéndose para insertar el DVD. Ferdy todavía estaba en


el sofá, dormitando, su oreja tenía un tic mientras dormía. Aparentemente,
la clave para cansar a los cachorros enérgicos era tener un vampiro veloz en
las instalaciones. ¿Quién se lo imaginaría?

Cuando Gabe regresó con las palomitas de maíz, se acomodó en el extremo


opuesto del sofá donde estaba Ferdy. Soren, en lugar de sentarse junto al
cachorro, se plantó en el medio, sin dejar espacio entre su cuerpo y el de
Gabe.

Ante la mirada de Gabe, Soren abrió mucho los ojos con falsa inocencia. —
¿Qué? Necesito poder alcanzar las palomitas de maíz.

Gabe no dijo nada. Había tenido razón: el atuendo de Soren era suave, la
manga rozaba su brazo desnudo.
Tragó saliva sintiendo su boca repentinamente seca y trató de concentrarse
en la película. Deseaba que su pene no se endureciera de nuevo mientras
que el olor a pino y océano de Soren flotaba sobre él. No se podía ocultar
una erección en estas sudaderas, y no quería darle al vampiro la satisfacción
de saber cuánto lo afectaba.

Soren era demasiado hermoso, y él lo sabía, el muy mocoso.

Mientras se reproducía la película y los dinosaurios impartían su propia


marca de justicia prehistórica a sus creadores, Gabe se mantuvo rígido con
su pierna rebotando. Estaba tratando de evitar que sus cuerpos se tocaran
más de lo necesario, pero la incómoda rigidez estaba comenzando a hacer
que le doliera la espalda.

Soren miró su pierna nerviosa y resopló fastidiado. —¿Qué te pasa,


humano?

—Nada –Gabe detuvo su pierna, intentando estirar sutilmente la parte


superior de su espalda sin tropezar con el vampiro.

Soren suspiró, agarrando el control remoto para pausar la película. —Dime.

—Es solo una vieja lesión en la espalda por culpa de un paciente


rebelde durante la residencia. A veces me pongo rígido.

—Hm —Soren lo miró por un momento con escepticismo, luego se


estiró y levantó el tazón de palomitas de maíz que se encontraba en el
regazo de Gabe, dejándolo sobre la mesa de café. Lo empujó hasta que
Gabe se encontró inclinado hacia adelante, sentado en el borde del sofá.
Miró por encima del hombro para ver a Soren trepar detrás de él,
colocándose entre Gabe y el respaldo del mueble.

El aroma a pinos y océano lo inundaron otra vez.

Gabe apretó los dientes cuando la sangre se precipitó hacia su polla. —


¿Qué estás haciendo?
—Shh —ordenó Soren.

Dedos fuertes y delicados se clavaron en el cuello de Gabe, moviéndose de


forma segura. Él dejó escapar un gemido antes de poder evitarlo. —
Maldición, tus manos se sienten increíbles.

—Lo sé —murmuró Soren—. Presiona play.

Gabe obedeció, alcanzando el control remoto. Se sentía demasiado bien


como para hacer cualquier tipo de alboroto.

Mientras Soren trabajaba los músculos de su espalda, Gabe se encontró


sumergido en un estado relajado que bordeaba a estar drogado.

Esto se estaba convirtiendo en un tema misterioso sobre la presencia de


Soren. Hasta cierto punto, tenerlo cerca aumentaba esa sensación de
inquietud y ansiedad que vivía siempre presente en las entrañas de Gabe.
Pero tan pronto como Soren lo tocó, fue como si todo se disolviera. La
opresión en su pecho había dado paso a un estado relajado, cálido y fluido.

Nada de eso sería un problema si no fuera porque… también estaba


increíblemente excitado.

No podía evitarlo. Gabe solía mantener cierta distancia física entre él y


Soren, pero ahora el cuerpo ágil del vampiro estaba presionándose contra su
espalda. Y su olor lo rodeaba. Sus manos estaban por todo Gabe.

—Joder —gimió Gabe, mientras Soren se clavaba en un punto


especialmente tenso de la parte inferior de la espalda—. ¿Esto es parte de tu
magia vampírica?

—No, este eres tú teniendo más músculos que sentido y yo siendo


bueno con mis manos.

Otra oleada de sangre se disparó hacia la polla de Gabe al pensar en que


otros sentidos Soren podría ser bueno con sus manos. Se puso a la
defensiva. —No soy tan voluminoso. Corro mucho.
Soren tarareó. —Eres lo suficientemente voluminoso —La clara
apreciación en su voz eliminó cualquier aguijón potencial en sus palabras.

A Soren claramente le gustaban los músculos de Gabe. Y a Gabe le gustaba


que a Soren le gustaran.

No protestó cuando Soren tiró de la parte inferior de su camisa para


levantarla por encima de su cabeza. —Está estorbando —El vampiro
susurró en su oído, enviando una oleada de escalofríos por la columna
vertebral de Gabe.

Cuando se quitó la camisa, Gabe volvió a gemir al sentir las manos de


Soren en su espalda ahora desnuda. —Tus manos son tan cálidas.

El vampiro debió haber percibido una pregunta tácita en su voz. —Ese es


otro mito —Le dijo—. Solo nos ponemos fríos al tacto si no nos hemos
alimentado por mucho tiempo. Nos muestra que estamos cerca de la zona
de peligro.

Gabe luchó por concentrarse en ese fragmento de información. Era difícil


hacerlo cuando las manos de Soren parecían enviadas desde el cielo. —
¿Puedes morir de esa manera?

—No —Soren comenzó a presionar sus nudillos a lo largo de la


columna de Gabe—. Pero podemos vernos severamente debilitados.
Terminar en un estado comatoso.

La conversación debería haber sido el recordatorio que Gabe necesitaba


para que su pene endurecido se ablandara. Que Soren era otra cosa. No un
humano. Un depredador.

Y uno que posiblemente no se quedaría en esta ciudad por mucho más


tiempo. Ya llevaba un año viviendo aquí. ¿Por qué razón Soren querría
quedarse dada la vida que había estado llevando hasta ahora?

Pero Gabe estaba demasiado feliz como para preocuparse por otra cosa que
no fuera la sensación de las manos de Soren sobre su piel. Esas manos que
ahora se deslizaban por sus costados, acariciando suavemente en lugar de
amasar. Gabe se estremeció de nuevo, se le puso la piel de gallina.

Soren tarareó detrás de él, complacido por su reacción.

—Se siente bien. —Las palabras de Gabe se oían prácticamente


arrastradas.

Jesús, necesitaba controlarse.

Pero antes de que Gabe pudiera recuperarse, una de las manos que se
deslizó por su costado, se movió hacia el frente. Se quedó quieto, apenas
respirando mientras que delicados dedos apenas ahuecaban su polla ahora
dura como una roca.

Su cuerpo se sentía caliente. —Es una reacción natural –gruñó, sin saber si
quería apartar esa mano o presionarla más contra sí mismo.

—Oh, muy natural —La mano de Soren no se movió, y Gabe volvió a


temblar cuando la nariz del vampiro le acarició detrás de la oreja.

Maldición.

Gabe nunca antes se había sentido tan sensible al tacto de otra persona.
Nunca había sido llevado a este estado por unos simples toques y una mano
en su pene cubierto.

Debería poner fin a esto. Ahora mismo, antes de que las cosas fueran más
lejos. Había un millón de razones por las que todo esto era una mala idea.

Pero entonces Soren estaba balanceando su cuerpo hacia adelante para


presionarse aún más firmemente contra la espalda de Gabe, y pudo sentir el
contorno de la polla dura de Soren presionando contra él.

La inmensa satisfacción de que el vampiro estuviera excitado por él, tanto


como él lo estaba por el vampiro, lo dejó momentáneamente aturdido, y
Gabe no protestó cuando la mano de Soren se sumergió bajo su sudadera,
justo por debajo de la cinturilla de sus bóxers para poder envolverse
alrededor de su polla. La sensación de la mano caliente de Soren sobre su
piel desnuda hizo que Gabe gimiera suavemente antes de poder detenerse.

No había sido tocado de esa manera en mucho tiempo.

Soren le dio un suave beso en la nuca. —¿Me dejas hacerte sentir bien,
Alteza?

El indicio de vulnerabilidad en la voz de Soren fue el empujón final para


derretir las reservas de Gabe. Se encontró asintiendo, separando más las
piernas antes de apoyar su cabeza en el hombro de Soren. —Sí, okey. Por
favor, Soren. Más.

Soren gruñó suavemente antes de obedecer, su delicada mano sujetaba la


polla de Gabe con un agarre firme. Y luego estaba acariciándolo con una
experticia que era casi alarmante.

Eso es lo que viene de cientos de años de experiencia sexual. Gabe empujó


ese pensamiento injusto fuera de su mente. Él mismo no era exactamente
virgen. Y mientras la mano de Soren se retorcía alrededor de su polla y el
pulgar pálido del vampiro rodeaba las gotas de líquido preseminal que se
acumulaban alrededor de la cabeza, Gabe se sintió agradecido por cada
experiencia que había ayudado a Soren a hacer que Gabe se sintiera tan
condenadamente bien.

Gabe dejó caer todo su peso contra él, cediendo a la sensación de dicha. —
No me importa lo que digas. Tus manos son jodidamente mágicas, mocoso.

Soren tarareó detrás de él, logrando de alguna manera que el simple ruido
sonara presumido.

El placer hormigueaba a lo largo de la columna de Gabe con cada caricia de


la mano de Soren. No esperaba nada de esto, sus defensas estaban bajas, y
no pasó mucho tiempo antes de que un apretón familiar en sus pelotas
hiciera que le advirtiera al vampiro. —Mierda. Mierda, Soren. Me voy a
correr, bebé.
Solo era consciente a medias del apodo cariñoso que salía de su boca.
Podría avergonzarse de eso más tarde, cuando no se sintiera tan
jodidamente bien.

Soren volvió a tararear, aumentando la velocidad de su mano, girando


alrededor de la cabeza al final de cada pasada. Empezó a presionar besos
cálidos y húmedos a lo largo de la parte posterior del cuello de Gabe, y eso
fue todo lo que necesitó para encontrar su liberación, gimiendo mientras su
pene latía rodeado por la mano del vampiro. Sus ojos querían cerrarse ante
la fuerza del orgasmo, pero los mantuvo abiertos a media asta, observando
los hilos de semen blanco que cubrían el pálido puño de Soren.

Verlo era jodidamente más caliente de lo que tenía derecho a ser.

Gabe jadeaba, con la cabeza aún apoyada en el hombro de Soren. Mierda.


Había estado pasando por un gran período de sequía. No podía pensar en
ninguna otra razón por la que un simple trabajo manual se sentiría tan
increíble.

Se encontró girando la cabeza para presionar un beso contra el cuello de


Soren, incapaz de resistirse a la piel suave como la seda que se alojaba ahí,
y lentamente se dio cuenta de los sonidos rítmicos que venían detrás de él.

Soren se estaba masturbando.

Y Gabe quería verlo.

—Déjame —Se ofreció, levantando la cabeza y moviéndose para


darse la vuelta.

Pero Soren le llevó una mano a la espalda y detuvo sus movimientos. —


Silencio, humano —ronroneó—. Quédate quieto.

Otro beso en su nuca, y luego la espalda de Gabe se arqueó cuando sintió la


presión de los dientes romos de Soren en la parte posterior de su cuello.

Pequeño monstruo.
Gabe debería sentirse asustado. Debería recordarle a Soren que no quería
ser la cena de nadie. Pero estaba demasiado hipnotizado por los sonidos que
hacía buscando su propio placer. Los pequeños jadeos y gemidos,
amortiguados por la piel de Gabe, mientras que el vampiro se acercaba a su
liberación. La mano libre de Soren recorrió frenéticamente el estómago de
Gabe, sus hombros, sus pectorales. Como si tocarle la piel fuera en sí
mismo un éxtasis para él.

Joder. Ese pensamiento era muy caliente. A Gabe ni siquiera le importaba


que Soren estuviera untando el propio semen de Gabe sobre su cuerpo.

Sintió la humedad y escuchó el gemido bajo y dulce cuando Soren terminó


detrás de él. El momento fue puntuado por los dientes que presionaron aún
más fuerte en el cuello de Gabe, un movimiento que, por alguna razón, hizo
que su polla desgastada se contrajera con interés.

Gabe se preparó para sentir colmillos afilados, maldiciéndose a sí mismo


por no alejarse.

Pero los dientes de Soren permanecieron desafilados, magullando en lugar


de perforar, y después de un largo momento, soltó el cuello de Gabe y
presionó un pequeño beso en lo que probablemente sería una marca
impresionante.

Ambos se quedaron allí, jadeando pesadamente, el aliento caliente de Soren


contra el cuello de Gabe mientras que los créditos se deslizaban en la
película.

—¿Y ahora qué? —Las palabras fueron tan bajas que Gabe casi no las
escuchó. Pero lo hizo. Y lo volvió a escuchar. Ese toque de vulnerabilidad,
una emoción que nunca antes había asociado con Soren.

Cualquier perdida de cabeza que Gabe pudo haber tenido por lo que acaban
de hacer, fue dejado de lado. No quería que Soren se sintiera miserable. Por
una vez, no quería ser el idiota después de un encuentro de una noche.

—¿Ponemos la segunda película? —Ofreció.


Sintió la curva de los labios de Soren contra su piel mientras que el vampiro
sonreía. —Hazlo tú —Dijo—. Necesito ir a lavarme las manos.

Así que Gabe se encontró viendo Entrevista con el Vampiro, junto a un


vampiro de verdad.

Su vida ya no tenía ningún sentido.


Seis
Soren
Soren se despertó con una abrumadora sensación de estar en el lugar
correcto. El cuerpo debajo de él olía increíble. A cítricos y a jabón.

De todos los olores del mundo, ¿por qué este tan simple era tan
embriagador?

Casi habían terminado toda la segunda película antes de que Gabe se


quedara dormido. Soren había considerado llevarlo a la habitación de arriba
(los beneficios de su fuerza vampírica), pero luego Gabe suspiró en sueños
y tiró de Soren encima de su cuerpo, y Soren decidió en ese mismo
momento que una noche en el sofá no estaría tan mal para los dos.

Se había quedado dormido después de Gabe un rato más tarde. Soren no


necesitaba tanto como un humano promedio, pero no había descansado
nada en los últimos días. Había estado vagando por la ciudad en horas de la
noche mientras que Gabe trabajaba y se quedaba cerca mientras que el
humano dormía.

Soren había estado nervioso desde que recibió ese mensaje, pero en lugar de
que eso lo echara de ahí corriendo, como lógicamente debería haberlo
hecho (tal como lo había hecho en el pasado), lo había dejado sintiéndose...
protector.

Protector sobre su humano.

Su humano.

Soren en realidad no había planeado seducir a Gabe la noche anterior. El


mensaje de texto de Hendrick lo había dejado sintiéndose en conflicto sobre
su gran plan de seducción. ¿De qué serviría si en cualquier momento Soren
se vería obligado a huir? Pero no había podido resistirse a tocar a Gabe. El
humano normalmente tenía sus defensas muy altas a su alrededor. Verlo
derritiéndose con un simple masaje...

El hombre estaba claramente hambriento de contacto físico.

Cuando Gabe había estado tan rígido, a Soren le preocupó que su relación
hubiese retrocedido. Que tal vez le volvía a tener miedo.

La idea había dolido más de lo que debería.

Soren todavía tenía recuerdos muy vívidos del año pasado, cuando al
descubrir lo que Soren era, Gabe lo había echado de su habitación
llamándolo monstruo.

El humano se había acostumbrado más a los de su especie durante el último


año (en realidad, no tenía elección cuando su único hermano se había
convertido en uno de ellos), pero a Soren todavía le preocupaba que, en el
fondo, Gabe le temiera.

Eso normalmente no le molestaría. Por lo general, disfrutaba de asustar a


hombres grandes y fuertes. La clase de tipos que lo habrían empujado antes
de descubrir que Soren era más fuerte y más rápido de lo que ellos jamás
serían.

Probablemente era la misma razón idiota por la que Soren no podía dejar la
ciudad. La misma razón por la que se había sentido atraído por este hombre
desde el mismo momento en que lo vio. La misma razón por la que Soren
continuaba refiriéndose a él como “su humano” accidentalmente.

No pienso ir por allí.

Soren ya lo había hecho antes. Había intentado pertenecerle a alguien y eso


no le había causado otra cosa más que dolor. Y continuaba causándole
solamente sufrimiento.
Pero cuando Gabe se derritió tan maravillosamente bajo el toque de Soren,
él no pudo resistirse a ir más allá. Quería ver qué tan cerca lo dejaría llegar.

Y Soren se había acercado mucho.

Solo de pensarlo lo hizo acurrucarse más profundamente en el cálido y duro


cuerpo debajo de él. Gabe tenía sus brazos envueltos con fuerza a su
alrededor. Como si incluso mientras dormía, no quisiera dejarlo escapar.

Soren debería sentirse atrapado.

No lo hacía.

Por razones más allá de lo obvio: era diez veces más fuerte que un humano
y podría escaparse con facilidad si realmente deseara eso.

Algo duro se clavaba en el estómago de Soren y él se movió


experimentando.

Realmente debería levantarse. Dejar a este humano en paz para siempre.


Continuar su camino. Pensó en los otros dos mensajes de texto que había
recibido desde el primero.

Te estoy buscando, mi ángel.

Sabes que no puedes esconderte de mí.

Pero el miedo habitual se sentía mitigado; era difícil el concentrarse en lo


malo cuando lo bueno estaba tan cerca de él. Cuando lo bueno olía tan
malditamente increíble. Soren no quería levantarse.

Y Soren era un experto en hacer exactamente lo que quería.

No había conseguido saborearlo adecuadamente la noche anterior. ¿La polla


de Gabe era tan deliciosa como el resto de su cuerpo?

Pero una noche de tocar no era igual a obtener un permiso en general, así
que, en lugar de deslizarse hacia abajo por el cuerpo de Gabe, Soren se
movió hacia arriba. Acarició su nariz detrás de la oreja de Gabe, inhalando
más de ese delicioso aroma. Él se agito debajo de Soren.

—Quiero saborearte —Le susurró al oído, lamiendo alrededor del


borde.

—¿Hm? —El murmullo somnoliento de Gabe hizo que el deseo se


disparara a través de Soren. Era el tipo de ruido que solo un amante
escucharía. Algo íntimo. Suave. Dulce.

Dejó que sus dedos se deslizaran sobre la dura superficie de la erección a


través de las sudaderas de Gabe. —¿Me dejas saborearte, Alteza?

A Gabe se le cortó la respiración y sus brazos se apretaron brevemente


alrededor de Soren al despertarse lo suficiente como para comprender lo
que le estaba pidiendo. Esperó sin aliento a que Gabe se levantara rápido, a
que apartara a Soren de él, pero Gabe simplemente se limitó a asentir,
dejando escapar un somnoliento sonido afirmativo. Gimió cuando Soren le
mordió la oreja con los dientes desafilados.

Debería sentirse avergonzado de sí mismo por lo rápido que se movió,


trepando por el cuerpo de Gabe. Pero no ubicó una sola parte de sí mismo a
la que le importara. Arrancó las sudaderas, con el cuidado suficiente de no
rasgarlas. No lo había visto bien la noche anterior, pero había sentido lo
suficiente como para saber que le gustaría cuando lo viera.

Y tenía razón.

La polla de Gabe era perfecta. Dura y gruesa, con una ligera curva que
Soren sabía que se sentiría increíble dentro de él. No goteaba tanto como
Soren, pero había una pequeña gota de líquido preseminal sobre la punta
enrojecida, esperando a ser probada.

Sacó la lengua, saboreando la explosión de sabor salado, tarareando un


poco cuando sintió los dedos de Gabe enroscándose en su cabello.

Delicioso.
Soren se tomó su tiempo, mapeando el tamaño y la forma de la polla de
Gabe con lamidas de gatito. No chupaba, no todavía. Simplemente palpó su
camino con la lengua.

Gabe volvió a gemir, un sonido impotente. —Me estás matando, mocoso.

Soren sonrió. —Lo sé.

Pero había estado esperando mucho tiempo para tener en sus manos a este
humano, y no quería apresurar la experiencia. Lamió su camino por el eje
hasta las pelotas de Gabe, moviéndose para hacer rodar una y otra de forma
experimental dentro de su boca.

Los dedos de Gabe se apretaron en su cabello. —Por favor. Por favor,


Soren.

Ohh, sí. A Soren le gustaba esa suplica en la lengua de Gabe. Lo dejaba


sintiéndose generoso, así que finalmente lo hizo, engulló toda la longitud en
su boca. Gabe emitió un sonido estrangulado increíblemente gratificante
cuando los labios de Soren se cerraron a su alrededor. Sus caderas se
sacudieron de manera superficial, y Soren levantó una mano presionándola
sobre el estómago duro, evitando que el hombre empujara dentro de su
boca.

Esta era su actuación.

Y no pasó mucho tiempo antes de que Soren comenzara a trabajar. Unos


minutos de succión dura y frenética, un poco demasiado cerca de lo rudo, y
los abdominales de Gabe se tensaron bajo su mano mientras que suplicaba.
—Por favor, bebé. Me corro. Por favor. No te detengas.

Bebé. Gabe lo había llamado así la noche anterior. El estómago de Soren se


tensó al oírlo otra vez. Se inclinó hacia abajo, aumentando el ritmo y se vio
recompensado con un gemido largo y bajo y el sabor salado y amargo del
semen de Gabe que inundaba su boca.

Malditamente. Delicioso.
Soren lamió los restos de sus labios lentamente mientras se fijaba en los
ojos dorados de Gabe. Se deleitó con el ligero temblor en el torso del
hombre el cual podía sentir bajo sus manos. —Eres bastante rápido, Alteza.

Observó encantado cómo Gabe se sonrojaba y se pasaba una mano por la


cara avergonzado. —Quiero decir, esta mañana, yo, eh, como que me
desperté ya excitado.

—Pensando en mí, ¿verdad? —Soren bromeó.

El sonrojo de Gabe solo se profundizó, lo cual era suficiente respuesta. —Y


también con lo de anoche…um, había pasado un tiempo para mí.

Soren estaba increíblemente satisfecho de escuchar eso.

Sin embargo, había tenido una corazonada. Después de todo, había estado
vigilando a Gabe con mucho cuidado el año pasado. Especialmente después
del ataque de Lucien. Así que ya sabía más o menos que Gabe no estaba
precisamente saliendo desde hacia tiempo.

Aun así, la admisión le produjo un escalofrío de placer. Soren agarró su


propia polla, dolorosamente dura y goteando copiosamente.

Gabe le tomó del brazo. —¿Me dejas? Por favor.

Otra vez ese “por favor”. Soren asintió, con la esperanza de que el calor en
su rostro no fuera una señal de que se estaba sonrojando, porque eso habría
sido simplemente... vergonzoso, maldita sea.

Los humanos no hacían que Soren se sonrojara.

Se deslizó por las piernas de Gabe, dando un pequeño grito cuando un par
de manos agarraron con firmeza su trasero, y tiraron de él hasta dejarlo a
horcajas sobre la cara de Gabe.

Soren apenas tuvo tiempo de respirar antes de que Gabe se tragara su polla
por completo.
—Dios —Jadeó.

Gabe murmuró dios-sabe-que-cosa alrededor de su pene en respuesta, y las


vibraciones dispararon hilos de placer por toda su columna.

No sabía lo que había estado esperando en lo que respecta a la reciprocidad


de este humano al que solo había visto antes con mujeres, pero no era este
entusiasmo sin límites.

Las manos de Gabe estaban en sus caderas, su agarre lo suficientemente


firme como para que Soren estuviera asegurado, pero al mismo tiempo lo
suficientemente suelto como para que pudiera encontrar su propio ritmo,
follando suavemente la boca de Gabe. Cuando Gabe asintió con aprobación,
hundiendo las mejillas y mirando a Soren con ojos dulces, empezó a mover
las caderas con más fuerza.

—Golpea mi cadera si necesitas que me detenga —ordenó Soren con


voz ronca.

Los dedos de Gabe solo lo sujetaron con más fuerza. Cristo.

Soren se perdió en el placer de follar la boca de Gabe, manteniendo sus


pesados párpados abiertos para poder ver esos labios carnosos
extendiéndose alrededor de su polla. Era algo embriagador tener a este
hombre grande y fuerte a su merced.

Cuando sintió que estaba llegando, sus muslos temblando y su interior


estremeciéndose, Soren se alejó del agarre de Gabe. Sujetó su polla
resbaladiza y se inclinó para reclamarle los labios, lamiendo su propio sabor
de la boca del humano.

Sabía tan dulce debajo de eso.

Soren devoró la boca de Gabe, chupando su lengua y mordiendo sus labios;


su mano se movía furiosamente sobre su pene hasta que estuvo derramando
su orgasmo encima del pecho de Gabe, gimiendo sin poder hacer nada en su
beso.
Gabe gimió y soltó una carcajada, separándose después de que Soren se
hubiera agotado por completo. —Te gusta cubrirme con tu semen, ¿no?

Soren tarareó sin comprometerse, capturando los labios del humano


nuevamente.

Era un depredador vicioso. Se le permitió reclamar su territorio si quería.

Pasó un largo minuto antes de que pudiera decidirse a liberar a Gabe de sus
besos, dándole a su labio una última mordida antes de deslizarse hacia un
lado y acurrucarse contra Gabe en el sofá.

—No estaba seguro de si te sentirías cómodo con eso —murmuró


Soren.

Gabe lo miró con una ceja oscura levantada. —¿Qué? ¿Chupando polla?

—Mm-hmm.

Gabe le sonrió tontamente, todavía luciendo bastante embriagado. —Esa no


fue mi primera polla, mocoso.

—¿Tú… tú no…? —Era raro que Soren se quedara sin palabras, pero
su cerebro estaba agradablemente borroso después del orgasmo, y solo
había visto a Gabe con mujeres antes... Un pensamiento que en su actual
estado de éxtasis lo volvía un poco asesino.

No por la parte de las mujeres, si no por imaginar a Gabe con alguien más
en general.

—No estoy en el closet —Proporcionó Gabe—. Soy bi. No es un


secreto, pero no lo grito a los cuatro vientos para que todos lo sepan. La
mayor parte de mi experiencia con los hombres proviene de cuando estaba
en la universidad, así que estoy bastante seguro de que la mayoría de la
gente en esta ciudad asume que soy heterosexual.

A Soren se le ocurrió algo. —¿Danny lo sabe?


—Se lo dije cuando salió por primera vez del closet. Estaba tan
nervioso —Gabe sonrió ante el recuerdo—. Así que le dije que los tipos
también me parecían calientes —Se rió, y el sonido hizo que el corazón de
Soren diera un vuelco en su pecho. Esto era algo nuevo, llegar a ver a este
humano tan relajado, tan... suave.

A Soren le gustaba muchísimo.

Se quedaron en el sofá durante un buen rato, Soren medio esperaba que


Gabe entrara en pánico en cualquier instante. Que recordara que él era un
monstruo y que era asqueroso, y que Gabe no quería tener nada que ver con
él.

Lo que salió de la boca de Gabe fue toda una sorpresa. —Deberíamos ir a la


casa de cuidados el día de hoy.

Soren lo miró con los ojos entrecerrados. —¿Estás seguro?

El cuerpo de Gabe se había puesto ligeramente rígido ante sus propias


palabras, algo de su dichosa relajación lo había abandonado, pero aun así no
se alejó de Soren. —Estoy seguro. Solo dame cinco minutos, luego nos
ducharemos.

Una hora más tarde, Soren mantuvo su cuerpo deliberadamente inmóvil,


más de lo que estaba acostumbrado. No quería que ningún movimiento
inquieto se interpretara como si estuviera impaciente.

Habían estado sentados en el estacionamiento durante diez minutos.

Soren había conducido hasta allí, medio temeroso de que Gabe tuviera otro
ataque de pánico, esta vez mientras estaba al volante. Soren podía
sobrevivir prácticamente a cualquier accidente automovilístico, pero los
humanos eran... inquietantemente frágiles.
Ahora Gabe estaba mirando por la ventana del pasajero hacia la casa de
cuidados frente a ellos, tenía una mirada vidriosa en sus ojos. Era un poco
preocupante, pero su respiración era constante y uniforme, por lo que Soren
lo estaba dejando simplemente pasar por su momento.

Además, el humano estaba sosteniendo la mano de Soren nuevamente,


aparentemente sin darse cuenta, y eso le estaba provocando unos
sentimientos molestos y confusos, y lo volvía reáciodo a moverse. Cerró los
ojos en su lugar y disfrutó de la luz del sol que entraba por la ventana, las
sombras oscuras anulaban cualquier irritación que su vampiro interior
pudiera sentir por el brillo.

Se sentaron así unos minutos más antes de que sonara el teléfono de Soren.
Se puso tenso y lo sacó de su bolsillo con la mano libre, mirando hacia
abajo con temor, medio esperando otro mensaje amenazante de él.

En cambio, era Roman.

Gabe y tú no se han matado el uno al otro, ¿verdad? Danny no ha


tenido noticias de Gabe estos últimos días. Está haciendo que se…
distraiga. Arréglalo.

Soren alzó la vista con una mueca. Al parecer Roman estaba teniendo
pelotas azules en su luna de miel.

Gabe había soltado su mano y lo estaba mirando, su rodilla rebotaba


rápidamente. —Lo siento. Estaré listo para irme en un minuto.

¿El humano estaba preocupado de que Soren tuviera mejores cosas que
hacer? Negó con la cabeza, alcanzando nuevamente la mano de Gabe. —No
tengo prisa, Alteza. Solo era Roman, reportándose. Deberías enviarle un
mensaje de texto a tu hermano.

—Claro —La rodilla de Gabe se detuvo tan pronto como Soren lo


tocó. Se aclaró la garganta—. Lo siento. Últimamente tengo otras cosas en
mi cabeza.
Una revelación increíblemente adorable que había recibido en las últimas
veinticuatro horas, era que Gabe aparentemente se sonrojaba casi con tanta
facilidad como su hermano menor. Tenía un tono de piel más dorado que el
de Danny, por lo que era más difícil notarlo, pero definitivamente pasaba.
El color estaba floreciendo maravillosamente en sus mejillas ahora mismo,
como resultado de que Gabe recordara exactamente lo que había estado
pasando por su mente.

Soren prefería con creces ese rubor tímido a la mirada perdida que había
estado exhibiendo en sus ojos durante los últimos diez minutos. Con su
pulgar le acarició los nudillos y Gabe tomó una honda respiración en
respuesta.

—Hueles a mi champú —Dijo Gabe.

Soren sonrió. —Eso es porque nos duchamos juntos, Alteza.

Solo pensarlo envió una oleada de calor por su columna vertebral. La ducha
se había mantenido bastante casta, pero el acto de lavarse el uno al otro de
alguna manera había sido más íntimo que correrse juntos.

Al menos para Soren.

Tal vez para Gabe también, a juzgar por la manera en que su rubor había
viajado hasta su cuello.

Pero entonces Gabe cambió abruptamente la dirección de la conversación,


su mano apretándose de la de Soren. —Cuando mi papá murió, mi mamá se
encerró en sí misma. Ella se detuvo, no lo sé. Simplemente se detuvo.
Estaban realmente enamorados, supongo. Eso lo recuerdo. Eran tan felices.
Y mamá no pudo lidiar con eso.

Gabe lo miró y él asintió en respuesta. Sabía algunos de los conceptos


básicos. El padre de Danny y Gabe había muerto muy repentinamente en un
accidente automovilístico cuando ambos eran aún muy jóvenes.
Él continuó, su mano apretando la de Soren hasta un punto que podría haber
sido considerado doloroso si Soren no fuera un vampiro. —Yo tenía catorce
años, pero Danny solo tenía ocho. Era demasiado joven para simplemente...
hacerlo todo solo. Así que me hice cargo de él. Empacaba sus almuerzos.
Lo preparaba para ir a la cama. Lo abrazaba cuando lloraba —Gabe miró
por la ventana, evitando ahora los ojos de Soren—. A ella le tomó algunos
años, pero se recuperó y pude volver a ser un adolescente, más o menos,
pero estaba… resentido. Por mucho tiempo. Mi papá era mi persona. Yo
estaba de duelo y de repente, ¿tuve que asumir el papel del padre?

—Lo lamento —dijo Soren. No parecía suficiente.

Gabe se encogió de hombros, su mirada todavía fijada con firmeza en otra


parte. —No lo sé. No fue por tanto tiempo, en el gran esquema de las cosas.
Pero me dolió. Me enfoqué en la escuela y en mis amigos después de eso.
Quería… quería esa vida adolescente normal, supongo. Y después... Estaba
tan feliz de irme de aquí, de ir a la escuela de medicina. Tal vez papá estaría
orgulloso de mí —La voz de Gabe se volvió espesa y sus ojos brillaban con
lágrimas contenidas—. Cuando escuché que ella estaba enferma, lo que era
su enfermedad, mi primera reacción fue… ira. Estaba tan enojado con ella.
Aquí estaba de nuevo, dejándonos atrás, demasiado jóvenes todavía.

Gabe finalmente lo miró, tenía ojos frenéticos, claramente desesperado por


comprensión. —Sé que es injusto, lo sé, pero cuando comencé a aceptarlo,
ella ya me estaba olvidando. Había hecho esperar a Danny para
decírmelo… no quería preocuparme —Gabe soltó una risa amarga—. No
me di cuenta hasta que era demasiado tarde de que fui yo quien dejó a
Danny para que arreglara las cosas él solo, para que recogiera los pedazos.
Lo veía y él parecía estar bien. Cansado, pero ¿qué persona en el cuidado de
la salud no está cansada? Pero lo había estado abandonando de la misma
manera en que ella me había abandonado a mí, preocupándome más por mi
propia mierda emocional que por su bienestar.

Se interrumpió entonces, claramente ahogándose en su propio desprecio


hacia sí mismo.
Eso no iba a funcionar.

Soren soltó la mano de Gabe y se acercó para agarrar su nuca. Dio un suave
apretón y luego lo empujó a su nivel, mirándolo firmemente a los ojos. —
¿Sabes qué en mi muy larga vida, he descubierto cual es la más
perturbadora de las emociones humanas?

Gabe le devolvió la mirada. —¿Cuál?

—La vergüenza.

Los ojos de Gabe se abrieron ligeramente por la sorpresa. ¿Esperaba que


Soren lo condenara por su ira?

—La vergüenza infecta todas las demás emociones que toca —Volvió
a apretarle la nuca—. Lo que acabo de escuchar es la historia de un niño,
porque catorce años todavía es un niño, obligado a crecer demasiado rápido.
Convirtiéndose en un pseudopadre justo después de la pérdida del suyo. Tu
enfado hacia tu madre está justificado.

Gabe abrió la boca para protestar, pero Soren lo interrumpió. —Lo está.
Pero por estar enferma, por la responsabilidad que sientes hacia tu hermano,
te avergüenzas de ese enfado. Intentas embotellarlo, sentirte culpable por
ello. Pero esa no es la forma de sanar. Todo lo que eso hace es permitir que
las cosas se encajonen. Puedes estar enojado y aun así amar a tu mamá.
Puedes odiar verla así, odiar que te haya olvidado y aun así hacer lo
correcto por ella. No eres una mala persona.

Eso pareció romper algo dentro de él, los ojos de Gabe finalmente
lagrimearon por completo, con gotas derramándose por sus mejillas. Soren
soltó su cuello y se inclinó sobre la consola central para tomar la cara de
Gabe con ambas manos, limpiando el rastro de lágrimas con los pulgares.

—Mierda —juró Gabe—. Yo nunca lloro.

Soren resopló. —Eso no es algo de lo que estar orgulloso.


Gabe le dio una sonrisa acuosa. —Supongo que no. ¿Por qué eres tan
amable conmigo, mocoso?

Soren se encogió de hombros, sin soltarle la cara. —Puedo ser amable


cuando la gente se lo merece.

—¿De verdad crees que me lo merezco?

La vulnerabilidad en la voz de Gabe fue como un cuchillo en el corazón.


¿Quién era este humano que podía afectar a Soren de esta manera? Ni
siquiera era una historia única. Expectativas y resentimientos familiares.
Pérdida. Soren debería haber sido inmune a todo eso, viviendo tanto tiempo
y viendo todo lo que había visto. Pero escuchar la culpabilidad con la que
Gabe estaba lidiando con todo, hizo que Soren sufriera por proteger a su
humano, a este hombre mucho más grande que él, pero al mismo tiempo
mucho más frágil.

En lugar de responder a la pregunta de Gabe, Soren lo besó, un suave roce


de labios. —Típico —murmuró mientras se alejaba.

—¿Qué cosa? —Preguntó Gabe.

—Una mamada y ya estás admitiendo todos tus secretos más


profundos y oscuros. Es un movimiento clásico en un hombre.

Gabe pareció atónito por un momento, y Soren se preocupó de que su gran


boca hubiera arruinado las cosas. No sería la primera vez. Pero entonces,
Gabe se rio. Era un sonido amortiguado, su nariz aún estaba tapada por el
llanto, pero era genuino.

—Supongo que sí soy bastante típico, ¿eh?

Excepto que lo molesto era que, para Soren, Gabe era todo lo contrario.

Gabe se tomó unos minutos más para recuperar la compostura y luego


fueron a ver a su madre.
La visita no fue la mejor, pero tampoco la peor. La compulsión de Soren
esta vez no fue suficiente para que Gladys recordara quién era Gabe; su
demencia había progresado hasta el punto en que, incluso con la ayuda
sobrenatural, esos recuerdos no siempre eran accesibles. En cambio, había
llamado a Gabe por el nombre de su hermano.

Gabe aún había logrado sonreír y saludarla con un beso en la mejilla. Y


Soren se sintió inmensamente orgulloso.

Es posible que su compulsión no haya aflorado recuerdos felices, pero la


mantuvo tranquila y feliz, lo suficiente como para salir a caminar y jugar a
las damas después. Ver a Gabe con su madre era algo fascinante, pero Soren
no podía discernir una razón real para que lo fuera. Gabe era tan... amable
con la mujer. A pesar de toda la ira y el resentimiento que había profesado,
no le ofrecía nada más que suaves sonrisas y palabras tranquilizadoras. Casi
como si estuviera canalizando a Danny, pero con cierto encanto que era solo
suyo. Él la hizo reír y proyectaba una confianza que hizo que muchas de las
otras viejecitas lo miraran fijamente.

Soren resistió el impulso de sisearles para reclamar su derecho.

Chico dorado. Danny le decía así a su hermano. Y lo era. Era fácil el ver
por qué había sido tan popular durante la escuela secundaria. La buena
apariencia y el encanto eran suficientes por sí solos, pero había una
amabilidad y bondad genuinas justo debajo, incluso si Gabe no lo sabía. Y
eso era una rareza en este mundo.

Otra razón por la que Soren debería irse.

Él no era amable ni bueno, en realidad no. Era egoísta y frívolo. Un


monstruo, como lo había llamado Gabe. Y no estaba lejos de la verdad.
Generalmente no se sentía tan mal por eso; había muchos monstruos en este
mundo, y muchos eran mucho, mucho peores que él.

Pero, aparentemente, lo que Gabe siempre había querido era normalidad.


Ser un niño normal, un adulto normal; y a Soren ni siquiera le gustaba esa
palabra. Normalidad no era algo que Soren pudiera proporcionarle a una
pareja.

Pero de camino a casa, Soren se encontró dejando que Gabe tomara su


mano de nuevo. Porque era egoísta. Y deseaba a este hombre con cada fibra
de su ser. Ahora que lo había probado, podía ver que rápidamente se
convertiría en una verdadera adicción.

Soren no quería dejarlo ir.

Su teléfono sonó de nuevo una vez que entraron a la casa de Danny.

Voy por ti, ángel.


Siete
Gabe
—Cálmate, pequeño —Gabe le quitó la correa a Ferdy, luchando por
sostener el cuerpo en movimiento. Aparentemente, las carreras de Gabe no
lograban cansar al cachorro. Solo las de Soren.

Observó cómo Ferdy regresaba corriendo a la casa, Gabe se tomó un


minuto para recuperar el aliento antes de seguirlo. Correr había hecho
maravillas para calmar los nervios que le quedaron después de la visita a la
Casa de Cuidados.

Habían visitado a su madre por segunda vez juntos esa mañana. Cada vez
era más fácil entrar a ese lugar. Saber que Soren estaría allí para mantenerlo
unido si comenzaba a desmoronarse era un consuelo que Gabe no sabía que
necesitaba.

El vampiro mantenía su distancia durante las visitas, probablemente porque


no quería confundir a la madre de Gabe con una cara desconocida, pero aun
así se mantenía cerca de él después, lo que permitía que dejara salir
cualquier pensamiento, recuerdo o emoción que hubiera surgido durante la
visita.

Gabe no tenía idea por qué de repente era tan fácil hablar con Soren. Tal vez
solo era el hecho de que nunca antes lo había intentado.

Había tenido miedo durante tanto tiempo. No de Soren, siendo sincero.


Miedo de perderse a sí mismo, tal vez. De la manipulación. De lo
desconocido. O tal vez solo de que Soren pudiera ver a través de él.

Pero ahora, el hecho de que Soren había visto a Gabe en sus momentos más
débiles y aun así lo deseaba. Un hecho que Soren había dejado en claro esa
misma mañana mientras le chupaba la polla a Gabe en la ducha, hizo que se
sintiera… de una forma.

Gabe normalmente se esforzaba tanto en fingir, y ¿Qué alguien viera a


través de él y no saliera huyendo?

Podría volverse adicto a ese sentimiento.

Y a pesar de todas sus bromas y de toda la malcriadez superficial, el


vampiro era extrañamente... amable. Comprensivo. Y no tenía miedo de
llamar idiota a Gabe cuando se dejaba enredar demasiado en sus propios
pensamientos. ¿Pero estaba realmente bien confiar tanto en alguien que
podía irse en cualquier momento? ¿Un ser que no tenía ninguna raíz real en
este lugar, ninguna razón para quedarse?

Gabe encontró al objeto de sus cavilaciones tirado en el sofá de la sala de


estar, viendo un reality show6. Gabe se dejó caer a su lado, esperando que
al vampiro no le importara que no se hubiera duchado después de salir a
correr.

Sin embargo, a Soren nunca pareció importarle su olor. De hecho, no


parecía tener suficiente. Gabe nunca había conocido a nadie tan conformista
con el sudor después de un entrenamiento.

—¿Qué es esa mierda? —Gabe se quejó, relajándose en el sofá.

Soren agitó una mano sin mirarlo. —Silencio, humano. No sabes de lo que
hablas.

Gabe puso los ojos en blanco, incapaz de evitar acercarse más al vampiro
hasta que su cabeza pudo descansar fácilmente sobre el hombro de Soren.
Era como si, después de un año de intentar mantener la distancia, ahora que
se había permitido tocarlo, siempre quisiera estarlo haciendo.

Aparentemente, había abierto una especie de compuertas.


Algo en eso lo tranquilizaba. Tocar a Soren tenía una forma de calmar el
torbellino de emociones desordenadas que generalmente se agitaban dentro
de sus entrañas. Acarició su cabeza en el hombro del vampiro, y se le
escapó un gemido de placer cuando Soren comenzó a pasar distraídamente
una mano por los rizos de Gabe. Era felicidad pura.

Se sentaron así por un tiempo, Gabe derritiéndose lenta pero segura con el
toque del vampiro. Las caricias de Soren eran incluso mejores que salir a
correr.

—Eres una persona bastante hogareña —dijo Gabe después de unos


minutos más de abrazos silenciosos.

Soren dejó de acariciarlo. —¿Qué pasa con eso?

Gabe se encogió de hombros, empujando su cabeza hacia atrás en la mano


de Soren, animándolo a comenzar a moverla de nuevo. —¿No es, como, un
poco aburrido? ¿Después de todo lo que has hecho? ¿Quedarte aquí?

Soren tarareó pensativo. —Parece que no me importa. Tal vez es que me


estoy haciendo viejo —Se rio salvajemente para sí mismo, como si fuera la
cosa más divertida del mundo—. ¿Qué hay de ti, Alteza? —Preguntó
después de que su risa se calmara.

Gabe se movió y volvió la cabeza para que Soren pudiera acariciar el otro
lado. —¿Qué hay de mí?

—¿No deberías estar saliendo con viejos amigos de la escuela


secundaria? ¿Jugando al beer pong7 o lo que sea?

Gabe gruñó. —Si sabes que soy médico y no un chico de fraternidad,


¿verdad?"

La respuesta de Soren fue tirar de los rizos de Gabe de una manera que lo
obligó a mirar hacia arriba y encontrarse con los ojos del vampiro. —Dime
la verdad —Soren bromeó—. Estabas en una fraternidad en la universidad,
¿no?
Gabe sintió que se sonrojaba. —Es una buena manera de hacer conexiones.

Soren volvió a reírse. Y él se estaba dando cuenta de que le gustaba mucho


ese sonido.

—Entonces, ¿por qué no vas más a la ciudad? —El vampiro preguntó


de nuevo, liberando su fuere agarre.

Gabe se encogió de hombros, dejando descansar su cabeza hacia abajo. —


No es realmente tan divertido, supongo. Todo se siente... superficial. Todos
conocen esta vieja versión de mí. Me hace sentir como un farsante. Como si
estuviera fingiendo todo el tiempo.

—¿Así que solo pretendes ser un imbécil?

Gabe se rio. —No, yo soy un imbécil. Pretendo ser un imbécil


despreocupado.

—¿Y no crees que a la gente le gustará la versión real de ti? —


Preguntó Soren.

Maldita sea, siempre directo al grano.

—No realmente —respondió Gabe vacilante.

Los ojos claros de Soren se entrecerraron. —¿Y por qué no crees que a la
gente le gustará el verdadero Gabriel Kingman?

Gabe se aclaró la garganta, jugando con la parte inferior de la camisa de


Soren. —Um… ¿porque es un cobarde? ¿Porque pretende saber lo que está
haciendo, pero en realidad está aterrorizado todo el tiempo?

—¿Qué es lo que te aterroriza?

—No lo sé. Simplemente… todo. Siempre se siente como si algo


horrible estuviera a punto de suceder en cualquier momento. He luchado
con eso toda mi vida, pero empeoró el año pasado.
Eso puso una extraña expresión en el rostro de Soren. —¿Por qué el año
pasado?

Gabe le dio una cara de “¿Estás bromeando?”. —Porque algo horrible


sucedió. Me atacaron. Fui secuestrado. Él casi se muere. Murió, de cierta
forma.

Gabe aún podía recordar el impacto, la pérdida desgarradora. Tener que


escuchar de Roman y Soren que Danny había sido herido más allá de la
curación, y que se había convertido en algo diferente. Que él y Gabe de
alguna manera ya no eran de la misma especie. Que su hermano pequeño
había cambiado para siempre.

Soren lo empujó ligeramente hasta que estuvo sentado, y el vampiro se


inclinó hacia atrás hasta que estuvieron cara a cara. —Danny está bien —
dijo con firmeza.

Gabe trató de no entrar en pánico ante la pérdida del toque de Soren. —Y,
sin embargo, Danny ya no es humano.

Soren lo fulminó con la mirada. —Yo no soy humano.

Gabe estaba metiéndose el pie en la boca de muchas maneras metafóricas.


—Eso no… yo no… Es solo un poco extraño, ¿de acuerdo?

Soren arqueó una ceja pálida. —¿Por qué es, como dices, extraño?

Gabe se pasó una mano por sus propios rizos bruscamente, frustrado
consigo mismo. —¿Sabes qué me hace sentir menos asustado? Saber las
cosas. Saber cómo funcionan. Sabiendo cómo funcionan los cuerpos es
cómo puedo arreglarlos. Así es como me gano la vida. Los vampiros nunca
fueron parte de esa ecuación. No tengo idea de cómo funciona tu cuerpo.

Soren le sonrió. —¿Quiere saber cómo funciona mi cuerpo, Alteza?

Ignoró la insinuación. —¿Qué pasa si algo le sucede a Danny? No podré


arreglarlo.
Los ojos de Soren se suavizaron al entenderlo. —Danny es mucho, mucho
más fuerte ahora que cuando era humano, Alteza. No está en peligro. No
hay nada que necesites arreglar.

No tenía que decir a eso.

Soren tenía razón, aunque a Gabe no le gustara admitirlo. Danny iba a vivir
por años, siglos, más de lo que Gabe podría soñar. Su hermano no
necesitaba su protección.

No es que Gabe haya sido bueno protegiéndolo de todos modos.

Suspiró, refunfuñando para sí mismo, pero apoyó la cabeza en el hombro de


Soren, satisfecho de que no lo apartara. Le agarró la mano y la volvió a
colocar en su cabeza, y Soren reanudó sus caricias.

Gabe dejó escapar otro suspiro profundo, derritiéndose de nuevo ante el


suave toque. Lo hacía sentir… más ligero de alguna manera. ¿Era así como
todos se sentían los que hablaban abiertamente sobre sus sentimientos todo
el tiempo? Era una cosa increíble.

O tal vez era Soren quién lo hacía de esa manera.

Vieron ese estúpido programa durante un rato, Gabe apenas medio


consciente de lo que estaba pasando en la televisión.

—¿Qué es lo que quieres de la vida, Alteza? —Soren preguntó de la


nada.

—No lo sé. Lo que todos quieren, supongo. Ser feliz. Solo que no
estoy seguro de saber cómo —La verdad se le escapó fácilmente gracias a
su estado de relajación.

Soren tarareó. —Quizás deberías dejar de ser un aguafiestas todo el tiempo.


La diversión puede hacer feliz a la gente.

—¿Te hizo feliz todos estos años?


—Eso pensé. Por mucho tiempo —Soren parecía pensativo. Y un
poco triste.

Gabe se sentó. —Yo puedo ser divertido —Se abalanzó hacia adelante y
clavó los dedos en las costillas de Soren.

El vampiro se limitó a mirarlo, sin impresionarse, mientras que Gabe


pasaba los dedos por todos los posibles puntos de cosquillas que podía
encontrar. —¿Qué estás haciendo, humano?

—Huh —Gabe se recostó, mirándolo—. Eso solía funcionar con


Danny.

Soren resopló. —Yo no soy tu hermano.

—Eso es algo bueno, ¿huh? —Sonrió. Volvió a su posición de


abrazos, esta vez con la cabeza en el regazo de Soren. Inhaló el
reconfortante aroma del vampiro, permitiendo que sus músculos se
relajasen aún más. Había una excitación de bajo nivel zumbando a través de
su cuerpo debido al olor de Soren y a su cercanía, pero decidió ignorarlo.

Tal vez se correrían juntos antes de que se fuera a trabajar, pero a Gabe
también le gustaba esto. Cuando el vampiro coqueto y juguetón dejaba que
Gabe fuera suave y necesitado. Aparentemente Gabe se estaba
transformando en una zorra de mimos. Era algo extraño, ya que nunca antes
lo había sido.

Respirando profundamente, se le ocurrió algo. —No te he visto fumar.

Las caricias de Soren se detuvieron de nuevo. —¿ah sí?

—Estabas fumando la primera noche que te conocí —señaló Gabe.

Soren tarareó ese sonido evasivo que tanto amaba. —Me halaga que lo
recuerdes.

Hubo una pausa prolongada.


—Soren —presionó Gabe.

—¿Sí? —Soren preguntó inocentemente.

—¿Porque te detuviste?

Soren resopló. —Bueno, es que no te gusta el olor, ¿verdad?

Gabe no sabía qué hacer con esa clase de información. ¿Soren se había
detenido de fumar porque a él no le gustaba?

—¿Te gusta Hyde Park? —Se encontró preguntando. De repente le


pareció muy importante saberlo.

Soren se quedó en silencio durante tanto tiempo que Gabe pensó que no
respondería. —No particularmente.

—Oh.

Soren se aclaró la garganta y apartó la mano de la cabeza de Gabe. —


Probablemente… no puedo… lo más probable es que me mude muy pronto.

Gabe asintió para sí mismo. Eso tenía sentido.

Eso tenía mucho sentido.

Pero la cálida relajación que se había estado acumulando dentro de él, se


enfrió en un instante. El nudo en su estómago estaba de vuelta con toda su
fuerza.

Aun así, no se atrevió a levantarse del sofá. Quería seguir tocando a Soren.
Quería seguir sintiéndome así de bien.

Incluso si no duraría.
Gabe suspiró, inclinando la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro,
intentando deshacer la tensión en su cuello. Estaba a punto de terminar de
hacer las ordenes médicas para la paciente que acababa de visitar. Esperaba
que pudieran retirarle el tubo respiratorio por la mañana. Cuando se lo dijo,
ella tenía lágrimas de alivio en los ojos: era doloroso estar conectado a un
respirador cuando estabas lo suficientemente despierto como para ser
consciente de ello. Ella le había tomado la mano en una señal de gratitud, y
él mismo había necesitado todo su poder para no derramar algunas
lágrimas.

Estaba un poco... extra emocional últimamente. Como si el nuevo hábito de


abrirse a Soren hubiera liberado algo dentro de él.

Cuando el padre de Gabe murió, el personal médico eran las únicas


personas que habían sido una fuente de calma en medio de la tormenta, los
únicos que parecían tener algún tipo de control sobre la situación.

Su madre había estado demasiado fuera de sí. Danny era demasiado joven.
Y Gabe había estado... perdido. Demasiado viejo para tener el colapso
como él quería, demasiado joven para tener idea de lo que realmente estaba
pasando. Cuando un médico los llevó a un lado y les explicó las heridas de
su padre, Gabe se sintió muy agradecido de que hubiera alguien adulto con
ellos, alguien competente, capaz y que podía hacerse cargo.

Gabe no había estudiado medicina por las mismas razones inocentes por las
que Danny había estudiado enfermería. Gabe no tenía ese impulso que su
hermano poseía de querer salvarlos a todos, de cuidar de todos. Gabe
quería… Quería ser esa persona. El adulto competente y capaz. El que tiene
las respuestas de todo, por una vez.

Quería que el mundo tuviera sentido. Para cubrir sus desordenadas


emociones con su propia versión de autoridad competente. Pero en algún
momento del camino, había llegado a gustarle ser una fuente de consuelo
para la gente. A la mayoría de los pacientes no les importaba que Gabe no
fuera naturalmente cálido: Su conjunto de habilidades en sí mismas eran lo
que los hacía sentir seguros.
Estaba terminando sus notas cuando una figura familiar llenó la puerta del
cuarto de dictado.

—¿Cómo te va por aquí?

Gabe miró hacia arriba, tratando de ocultar su molestia. —Monroe. ¿Qué


haces trabajando esta noche?

Todos los internos de la UCI tenían que trabajar el turno de noche en algún
momento, pero los horarios de Monroe y Gabe no solían coincidir. Un
hecho por el que estaba muy agradecido.

Monroe se dejó caer en la silla junto a él. —Estoy reemplazando al Dr.


Birch. Qué suerte, ¿eh?

—Mm —Gabe volvió sus ojos a la computadora. Quería terminar


todas sus notas y gráficos. No quería salir tarde el día de hoy. Deseaba
volver a casa y… dormir.

Demonios, ¿a quién estaba engañando?

Quería volver a casa con el pequeño monstruo. De alguna manera, Soren se


había convertido en el punto culminante de su día. No solo porque podía
hacer que Gabe se corriera con tanta fuerza que le ponía los ojos en blanco.

Gabe tenía amigos, claro. O algo parecido. Tenía... conocidos. Vínculos


superficiales con personas que conocía desde la escuela secundaria. Pero
ninguna persona a la que pudiera abrirse sobre cosas profundas y
emocionales. La última persona así para él, probablemente habría sido su ex
novia, una mujer con la que había salido brevemente durante la residencia,
pero cualquier momento en que él mostrara vulnerabilidad, parecía alejarla
más que otra cosa. Como si esperara que Gabe fuera siempre el fuerte y
odiara que se saliera de ese papel.

Y Danny... Danny ya tenía suficiente con lo que había estado lidiando, en


parte debido a Gabe y su negación sobre lo sucedido con su madre. Él no
necesitaba que Gabe le arrojara su propia mierda también.
Pero Soren lo escuchaba. Él lo consolaba. Bromeaba un poco, sí. Pero no
hacía que él se sintiera menos solo por tener sentimientos.

—Vi a tu amigo la otra noche —La voz demasiado suave de Monroe


irrumpió en los pensamientos de Gabe.

—¿Qué amigo? —preguntó Gabe sin interés.

—El rubio bonito —Eso llamó su atención—. Soren. Es un salvaje,


¿eh? —Monroe movió las cejas.

—Sí, es un alborotador —El estómago de Gabe se revolvió ante la


implicación en las palabras de Monroe. ¿Cuándo había sido esto? No quería
darle al tipo la satisfacción de hacer cualquier pregunta de seguimiento.

No tenía sentido. Él y Soren se habían quedado juntos en todas las noches


libres de Gabe.

Excepto… Que Gabe había trabajado la noche anterior.

¿En ese momento Soren había salido y… había follado con Monroe?

Gabe trató de reprimir su rabia ante ese pensamiento, sintiendo como


puntos destellaban sobre sus ojos. Soren era un vampiro. Tenía que
alimentarse. Gabe sabía eso. Y si los vampiros mezclaban sexo y sangre,
tenía sentido.

Entonces, ¿por qué la idea hacía que Gabe se sintiera tan miserable?

Trató de obligarse a tomar una respiración profunda. Estaba saltando a


conclusiones; lo sabía.

—¿Lo entiendes? —Monroe no parecía darse cuenta de lo cerca que


estaba de ser golpeado en la cara—. No quise pisarte los pies, hombre.
Aunque él estaba desesperado por ello. Ese pequeño descarado.

Bueno, a la mierda todo el asunto acerca de “saltar a conclusiones”. Gabe se


desconectó de su computadora y salió de la habitación sin decir una palabra
más, ignorando a Monroe llamándolo. Sus órdenes estaban listas, y sus
notas podían esperar.

Necesitaba llegar a casa. Necesitaba respuestas.

Gabe hizo todo lo posible por controlar sus emociones de camino a casa de
Danny, pero sus manos apretaban el volante con tanta fuerza que resultaba
doloroso.

Sabía que no estaba siendo razonable. Él y Soren no eran nada el uno para
el otro. Compañeros de cuarto temporales que se corrían juntos. Soren ni
siquiera era humano, por amor a Dios. Y probablemente no tenía ese
concepto de fidelidad y monogamia.

Roman adora el suelo por el que Danny camina. Gabe hizo a un lado ese
pensamiento tan inútil. Roman y Danny eran compañeros. Almas atadas.
Gabe era simplemente... conveniente para Soren.

¿Y qué si Soren era amable con él? ¿Y qué si abrazarlo en el sofá hacía que
la apretada bola de ansiedad siempre presente en el estómago de Gabe, se
desvaneciera de repente?

Cerró de un portazo la puerta de entrada a la casa.

Y tanto por tener sus emociones bajo control.

Encontró a Soren sentado en el sofá con Ferdy. ¿Estaba... tejiendo? Se


negaba a encontrar eso adorable. ¿Quién sabía a donde habría ido el
vampiro antes de eso? Tal vez se había cansado de tirarse a tipos al azar en
un club.

Jesús. Gabe estaba disgustado por sus propios pensamientos. Nunca antes
había sido una persona celosa. No comprendía este monstruo que
repentinamente habitaba bajo su piel.

—¿Qué te ocurre? —Soren lo miró a él y a su mandíbula apretada,


borrando su propia sonrisa de bienvenida.
—Nada —gritó.

Soren hizo rodar sus ojos. —Lo dudo, Alteza. Parece que estás a punto de
golpear a alguien.

—Estoy bien.

Soren chasqueó la lengua. —Qué mentiroso.

—¿Por qué es de tu incumbencia de todos modos? —Gabe sabía que


otra vez estaba llevándose el pie a la boca de manera metafórica, pero como
siempre sucedía cuando estaba abrumado, parecía que no podía detenerse.

—Supongo que no lo es —El tono de voz de Soren se enfrío.

Mierda. Gabe estaba jodiéndolo todo. —¿Cuándo te alimentaste por última


vez?

Soren lo miró alzando una ceja. —Hace una semana.

—¿Y te alimentaste de Monroe?

—Ah, comprendo —La mirada de Soren se endureció—. ¿Estás


enojado porque el monstruo se alimentó de tu amigo? No lo lastimé,
juramento de chico explorador.

Gabe sintió como si alguien le acabara de apuñalar en el pecho. —¿Pero te


lo follaste?

Los ojos de Soren se abrieron de par en par ante la acusación.


Curiosamente, el vampiro... sonrió.

—Interesante... —Murmuró. Se tomó su tiempo para dejar los


ganchillos a un lado, inclinando la cabeza y estudiando a Gabe con atención
—. Qué interesante…

—¿Lo hiciste? —Gabe preguntó de nuevo. No podía evitarlo.


Necesitaba saber.
Soren se levantó lentamente de su posición. Teniendo en cuenta lo pequeño
que era comparado con Gabe, el movimiento no debería haber sido
intimidante, pero lo fue.

—Estás celoso —Soren se acercó con una sonrisa de depredador en


los labios—. Qué tonto de tu parte.

Gabe se pasó una mano temblorosa por el pelo. —Solo creo que, si vas a
andar jodiendo por ahí, al menos deberías tener la decencia de mantenerte
alejado de mis compañeros de trabajo.

No importaba el hecho de que él y Soren hubiesen comenzado a juntarse


desde hacía menos que una semana. La boca de Gabe estaba completamente
separada de su cerebro.

—Ahora vas a callarte —Le ordenó Soren con calma. Todavía estaba
sonriendo, el pequeño lunático. Su cuerpo estaba justo contra el de Gabe. El
vampiro levantó una mano, apartando la de él, y deslizó sus propios dedos
dentro de su cabello, apretando su agarre para tirar de la cabeza de Gabe
hacia él.

Gabe respiró hondo ante la punzada.

—¿Sabes con cuántos hombres he follado desde que llegué a esta


ciudad? —Soren preguntó, su voz suave.

Gabe se sentía enfermo. Realmente no quería saber el número.

Soren se rio de su silencio. —Cero —susurró al oído de Gabe—. Ninguno.


Ni uno solo. ¿Sabes por qué?

Gabe negó con la cabeza, o al menos tanto como le permitía el fuerte agarre
en su pelo.

Los ojos claros de Soren se clavaron en los suyos. —No está listo para
saberlo, Alteza. Basta decir que la bestia dentro de mí, la que se alimenta y
folla, está un poco obsesionada últimamente. Acerca de cierto idiota en
particular.

La piel de Gabe quemaba. Todo su cuerpo estaba en llamas. ¿De verdad


Soren había sido célibe? ¿Estaba realmente diciendo lo que Gabe pensaba
que estaba diciendo? ¿Este vampiro dolorosamente hermoso, esto pequeño
psicópata coqueto que podría tener a cualquier hombre que deseara, solo
quería a Gabe?

Soren le mordió el lóbulo de la oreja con dientes romos, y Gabe gimió


sintiendo su polla hinchándose rápidamente. —Discúlpate —exigió Soren,
mordiendo de nuevo.

—Lo lamento —Gabe jadeó.

Soren lamió alrededor de la concha de su oído, calmando el escozor. —


¿Cómo piensas compensármelo?

—Como tú quieras —Gabe se sentía como masilla entre sus manos.

—Quiero que me folles, Alteza.

Jesús. Gabe estaba perdido. Se estaba ahogando y Soren era tanto el agua
como el bote salvavidas.

—Sí —logró decir, inclinándose hacia adelante en el agarre del


vampiro mientras presionaba sus labios en los de Soren.

Cualquier cosa que Soren quisiera, Gabe se lo daría.


Ocho
Gabe
Su viaje por las escaleras fue un lío torpe de labios y extremidades.

Gabe no quería dejar de besar a Soren por un solo momento, y solo soltó la
boca del vampiro cuando recibió un gruñido de impaciencia, exigiéndole
que comenzara a quitarse la ropa.

Pequeño monstruo mandón.

El alivio que sintió Gabe al saber que Soren no se había liado con ese idiota
hizo que le temblaran las manos. ¿Por qué importaba tanto? ¿por qué Gabe
se había convertido en una bestia tan celosa? Bueno, pensaba examinar eso
más tarde. En este momento apenas y tenía la capacidad intelectual para
encontrar su propia habitación. Toda la sangre de su cuerpo había viajado
hasta su polla, tensándose contra sus pantalones.

Cuando entraron en la habitación temporal de Gabe, ambos estaban


desnudos, con las bocas fusionadas una vez más. Soren le mordió el labio
inferior con dientes romos, y luego se apartó para empujar a Gabe sobre la
cama con manos firmes. Al pequeño vampiro parecía encantarle maltratar a
Gabe.

Joder, ¿por qué eso era tan caliente?

Gabe siempre había sido el más grande y fuerte cuando se trataba de sexo.
Según las apariencias, esta vez no debería ser diferente, pero la fuerza
vampírica de Soren daba una vuelta a las tortillas. Era curiosamente sexy.

Soren se veía tan delicado, todo ángulos ágiles y complexión pequeña. Pero
era lo suficientemente fuerte para hacer lo que quisiera con Gabe, para
hacer que Gabe hiciera lo que él quisiera. Y ese contraste, por alguna razón,
lo tenía loco de la lujuria.

—Lubricante —Soren le exigió con las manos en sus caderas


delgadas y su polla sonrojada sobresaliendo frente a él.

A Gabe se le cortó la respiración al verlo. La polla de Soren era tan


hermosa como el resto de él, larga y delgada y de un rosa jodidamente
bonito. Gabe quería volver a meterla en su boca, quería chuparlo y sacarle
algunos de esos pequeños gemiditos.

Pero Soren tenía otros planes. El vampiro gruñó con impaciencia, y Gabe se
obligó a encontrar nuevamente sus palabras. —En mi bolsa. En el bolsillo
exterior.

Observó cómo Soren se acercaba con pies ligeros hasta la bolsa de lona,
poseía la gracia de un gato doméstico.

Dios, era tan hermoso.

Todo piel pálida y miembros tonificados y esbeltos. Un culo respingón que


rebotaba ligeramente mientras caminaba.

Y él quería a Gabe. Lo suficiente para alimentarse de humanos sin ir más


lejos, sin buscar sexo.

Durante todo un maldito año.

Soren se acercó nuevamente hasta la cama después de reclamar su premio.


Trepó sobre sus rodillas y se sentó a horcajas sobre las caderas de Gabe.
Tenía su polla dura como piedra, balanceándose suavemente sobre su
estómago mientras miraba a este pequeño demonio que lo tenía agarrado
por la garganta de forma metafórica.

Observó cómo Soren se vertía lubricante en los dedos, alcanzando detrás de


sí mismo con una mano empapada. Dios, iba a abrirse para la polla de
Gabe.
Tan jodidamente caliente.

Gabe quería sentirlo. —¿Puedo hacerlo yo? —preguntó desesperadamente,


deseando tocarlo, poner sus manos en ese culo tan perfecto.

Soren le sonrió burlonamente, sacudiendo la cabeza lentamente. —Has sido


un niño travieso, Alteza —Bufó—. Acusándome de todo tipo de cosas
desagradables.

Gabe se sonrojó, pero era difícil concentrarse en la reprimenda. Estaba


hipnotizado por los movimientos del brazo de Soren, un balanceo rítmico.
El pequeño descarado se estaba abriendo a sí mismo mientras lo regañaba.

Era más malditamente caliente que el pecado.

—Lo lamento —Gabe dijo por segunda vez, necesitando que Soren
supiera que lo decía en serio.

Soren tarareó, sin decir nada más. Su esbelta polla rosada estaba enrojecida
y goteando, y Gabe nuevamente no quería nada más que poner su boca
sobre ella.

¿Tal vez Soren subiría un poco y dejaría que Gabe se la chupara de nuevo?

Pero tenía la sensación de que Soren no lo permitiría en ese momento. Así


que Gabe colocó sus manos muy suavemente sobre los muslos del vampiro,
complacido cuando él le permitió tenerlas ahí. Acarició la suave piel de la
parte interna de los muslos de Soren. La piel del vampiro era tan suave
como la seda.

—¿Por qué crees que tienes derecho a dictar con quién me acuesto?
—Le exigió Soren, respirando a ráfagas cortas mientras que su mano
trabajaba detrás de él.

—No lo hago —Admitió Gabe, mirando hacia arriba con impotencia.


Soren arqueó una ceja, el efecto imperioso fue apenas arruinado por los
movimientos desesperados de sus caderas, empujándose al mismo ritmo de
su mano.

—Yo solo… la idea de ti con alguien más… —Comenzó a decir


Gabe, pero no sabía cómo terminar con esa declaración.

—No te gusta —Soren la terminó por él.

—Lo odio —soltó—. Quería estrangular a Monroe.

Soren le sonrió, con la mano y sus caderas repentinamente inmóviles.


¿Cuándo había dejado de parecerle inquietante esa sonrisa maníaca y en
lugar de eso, se había tornado tan sexy como el infierno?

—Bien —declaró Soren, enseñando aún más los dientes—. Porque si


te veo con alguien más, les arrancaré la garganta.

Jesús.

Esa debería haber sido una declaración que hiciera que la polla de Gabe se
pusiera blanda, no que se endureciera todavía más. Frotó sus manos sobre
los muslos pálidos de Soren, resistiendo el impulso de tocar el trasero del
vampiro. —No deseo a nadie más —Le aseguró.

La sonrisa de Soren cambió entonces. Suavizándose de esa manera en que a


veces parecía reservado solo para Gabe. Soren movió su mano y la espalda
de Gabe se arqueó cuando esos dedos delicados frotaron el exceso de
lubricante en su polla, preparándola. Y luego estaba bajando, sus
movimientos elegantes y fluidos como siempre, incluso cuando la gruesa
cabeza de la polla de Gabe atravesó su agujero.

Un pequeño príncipe demonio.

Gabe cerró los ojos, tratando de evitar correrse de inmediato al ver cómo el
apretado calor de Soren lo envolvía. Se mordió el labio con tanta fuerza que
casi lo hizo sangrar mientras que él se deslizaba aún más abajo. El canal del
vampiro estaba exprimiendo la vida de la polla de Gabe. Era demasiado y
no suficiente, todo al mismo tiempo.

Cuando el trasero de Soren estaba tocando los muslos de Gabe, y su polla


estaba tocando fondo, Gabe comenzó a mover sus manos por los muslos de
Soren hasta sus caderas, frotando sus pulgares a lo largo de la piel
igualmente sedosa de ese punto.

No podía dejar de tocarlo.

Pero mantuvo su agarre ligero. Puede que Soren le hubiese pedido que lo
follara, pero Gabe no tenía ninguna duda de quién era el que estaba
dirigiendo el espectáculo.

Y Gabe estaba feliz de dejarlo. Tan jodidamente feliz.

Fue recompensado cuando Soren comenzó a moverse con un ritmo fácil,


sus caderas girando cada dos embestidas de una manera que hizo que viera
las estrellas.

Gabe golpeó su cabeza contra la almohada, gimiendo. —Mierda. Bebé.

Soren soltó una risita. Se estaba riendo, maldición. El gesto contrayéndose


sobre su polla de una forma que lo hizo gemir otra vez. —¿Bebé? —Soren
preguntó, finalmente hablando sobre el apodo cariñoso que a Gabe se le
escapaba cada vez que Soren le ponía las manos encima.

—Mierda. Sí. No lo sé —Gabe estaba prácticamente delirando de


placer—. Bebé. Mocoso. Bebé mocoso.

Realmente, esto era injusto. Soren estaba demasiado coherente.

Gabe apoyó los pies en la cama, levantando las caderas para encontrarse
con Soren empujón tras empujón. Se sintió complacido cuando el vampiro
gimió, inclinándose hacia delante para hundir los dedos en los hombros de
Gabe.
Volvió a abrir los ojos, incapaz de resistir la vista de Soren montándolo, con
esos ojos pálidos tan cerca de los suyos. —Eres tan jodidamente hermoso,
mocoso.

Debería estar avergonzado por la reverencia en su voz, pero era la verdad.


Él era la cosa más hermosa que Gabe había visto en toda su vida.

Soren respondió aumentando la velocidad de sus caderas y agarrándose con


más fuerza a sus hombros. Gabe movió sus manos para finalmente sujetar
ese trasero respingado, empujando a Soren contra él mientras se movían
juntos. El placer viajó desde su pene a lo largo de su columna y sus pelotas
se apretaron contra su cuerpo. —Maldición. Voy a correrme, bebé. Voy a
venirme.

—Todavía no —ordenó Soren sin aliento.

Gabe gimió angustiado, pero su cuerpo cumplió con la orden alguna forma.
No tuvo que esperar mucho, por suerte. Unas cuantas embestidas más y
Soren se corrió con otro gemido, su caliente liberación cubriendo el
estómago de Gabe.

—Mierda, gracias —Susurró. Le tomó menos de un minuto hacer lo


mismo, su visión se apagó cuando terminaba dentro de Soren, sus muslos
temblando mientras llenaba al pequeño vampiro con su semen.

Mierda. Jesús. Joder.

Gabe nunca lo había hecho sin condón antes. Nunca había querido correr
tan riesgo. O tener tanta intimidad. Pero había algo tan primitivo al
respecto, sabiendo que una parte de él se había quedado dentro de Soren.
No quería retirarse. Quería mantenerse conectado de esta manera tan
increíblemente íntima.

Pero el vampiro dio un suspiro de satisfacción, levantándose con un


movimiento suave de su polla y rodando fuera de su cuerpo hasta quedarse
a un lado. Gabe inmediatamente se acurrucó alrededor del vampiro,
metiendo el cuerpo delgado de Soren contra su pecho.
—No soy una doncella virgen —gruñó Soren—. No necesito que me
abraces cada vez, después de hacerlo.

Gabe sabía que no debería ofenderse. —Yo lo necesito —dijo a la ligera.

Y era cierto. Parecía que solo podía respirar completamente cuando tocaba
alguna parte de Soren.

Soren resopló pero enterró su cabeza con cuidado contra el pecho de Gabe.
Su cálido aliento le hizo cosquillas en la piel. Pasaron unos minutos así,
Gabe acariciando suavemente la espalda de Soren, antes de que el vampiro
hablara. —¿Por qué pensaste que follé con Monroe?

Gabe no quería el nombre de ese idiota en ninguna parte de su cama, pero


era su culpa por mencionarlo en primer lugar. —Por algo que él dijo —
Respondió, sus dedos trazando a lo largo de las protuberancias de la
columna vertebral de Soren—. Sobre que estabas desesperado por ello.

Soren soltó una risita. —Eso es justo lo que la compulsión le hizo recordar.
Me alimenté de él, nada más.

—Lo sé. Te creo.

Pero algo desagradable todavía picaba bajo la piel de Gabe ante la idea. —
¿Soren?

—¿Mm? —Soren tarareó, presionando un beso en el pecho de Gabe.

—Dijiste que te alimentaste hace una semana.

—¿Sí? —Otro beso.

—Entonces, ¿necesitas volver a alimentarte pronto?

Soren levantó la cabeza para mirarlo. —En unos pocos días, ¿por qué?

—¿Podrías…? Yo podría… —A pesar de que fue él quién dio inicio a


la conversación, estaba luchando por llegar al punto—. ¿Te gustaría
alimentarte... de mí?

Era algo que Gabe nunca pensó que ofrecería. Algo sobre lo que pensaba
que tenía miedo. Pero al parecer, incluso los idiotas obstinados podían
cambiar.

El cuerpo de Soren se quedó inmóvil como una piedra y sus ojos claros se
oscurecieron. —¿Me dejarías?

—Um… ¿sí? —Gabe lo haría. Ya no podía recordar por qué una vez
había encontrado la idea tan repugnante. La sangre era algo que Soren
necesitaba. Algo esencial que Gabe podría darle. Algo que se estaba dando
cuenta de que no quería que el vampiro obtuviera de nadie más.

Soren lo miró fijamente durante un largo momento antes de asentir


lentamente. —De acuerdo. Sí. Pero no esta noche.

La frente de Gabe se arrugó. —¿Por qué no?

Soren volvió a meter la cabeza en el pecho de Gabe, enterrando sus


palabras en ese punto. —Estás embriagado por el sexo. No estoy seguro de
que sepas lo que estás diciendo. Si todavía lo quieres mañana, lo haremos.

Gabe sintió que algo cálido se desplegaba en su pecho. Aquí Gabe se estaba
ofreciendo a sí mismo en una bandeja de plata y Soren le estaba dando
tiempo para arrepentirse. Él sabía que no lo haría, pero la consideración
detrás de ese gesto, lo hizo acercarse más al vampiro.

—Tú y tus mimos —se quejó Soren.

Pero no se apartó.
Nueve
Soren
Soren amaba jodidamente el mundo moderno. La libertad con la que ahora
los humanos eran capaces de vivir, amar y follar a quien quisieran y como
quisieran.

No era perfecto, obviamente. Los prejuicios todavía existían, y la gente


todavía sufría por sus propios deseos en toda una multitud de formas
injustas, pero estaba muy lejos de las eras tensas del pasado. Soren había
odiado particularmente los años cincuenta. Fue una década malditamente
terrible, en su humilde opinión.

Observó los cuerpos que giraban a través de las luces intermitentes del club.
Estaba observando a una pareja más que a las otras, una pareja de hombres
particularmente atractivos que se molían el uno contra el otro. Se deleitaba
con la lujuria flagrante que irradiaba de ellos.

Soren no los deseaba, en realidad no. No quería llevarlos a casa y jugar con
ellos en tándem como podría haberlo hecho en el pasado.

Sin embargo, le gustaba mirarlos.

Apartó los ojos y buscó entre la multitud a aquel que sí deseaba.

Justo ahí.

Gabe se abría paso entre los cuerpos palpitantes en la pista de baile, con una
cerveza en una mano y un cóctel en la otra. Soren bebió de esa visión tan
deliciosa.

Había dejado que Soren lo vistiera. El humano se había quejado, por


supuesto, pero al final, había accedido maravillosamente.
Y Soren había mostrado moderación, ciertamente.

Lo había mantenido simple: vistió a Gabe con un par de jeans negros


ajustados y una camiseta negra aún más ajustada, poniendo la piel dorada y
músculos dignos de ser lamidos en una exhibición deliciosa. El negro
resaltaba los rizos oscuros del humano, en los que había dejado que Soren
pusiera un poco de gel, alejándolos de su rostro.

La polla de Soren se contrajo mientras admiraba su trabajo como sastre.


Gabe lucía como sexo ambulante.

Igual que Soren, obviamente. Había decidido participar en el drama de la


noche —la noche en la que Gabe iba a dejar que Soren lo mordiera—, y
estaba vistiendo unos pantalones de cuero ajustados con una camisa de
mangas largas transparente en tono azul cielo. Una pizca de delineador
negro realzaba sus ojos azul pálido, haciéndolos brillar prácticamente.

Gabe había tragado saliva al verlo, y Soren había estado tentado olvidarse
acerca de salir esa noche. Para quedarse en casa alimentándose después de
darse un festín con el cuerpo de Gabe… de otras formas.

Alimentarse de Gabe. Que concepto tan jodido.

Soren se había quedado atónito ante la oferta, de verdad. La noche anterior


había sido un torbellino en más de un sentido. Primero habían sido los
inesperados celos de Gabe, haciendo que Soren pensara que estaban dando
un paso atrás… que otra vez Gabe estaba molesto al imaginar a Soren (un
monstruo) bebiendo la sangre de alguien a quién conocía. Había sentido
cosquillas cuando se dio cuenta que solo eran celos porque Gabe había
pensado que Soren había follado con Monroe.

Como si él alguna vez tuviera tan mal gusto.

Pero el hecho de que Gabe quisiera a Soren lo suficiente como para desear
que renunciara no solo a acostarse con otras personas sino también a beber
la sangre de alguien más, era un sentimiento embriagador. Era francamente
ridículo que Soren hubiera tenido la moderación de darle a Gabe un día para
pensarlo. Su vampiro interior había estado furioso, no acostumbrado a que
le negaran algo que deseaba tanto.

Pero, al ver a su apuesto humano moverse entre la multitud, Soren estaba


empezando a pensar que las cosas buenas les sucedían a quienes eran
pacientes.

Gabe finalmente llegó a la pequeña mesa que compartían, dejó las dos
bebidas antes de deslizarse en la cabina junto a Soren, ambos mirando hacia
la multitud. Hizo un gesto con la cabeza hacia la pareja que Soren había
estado observando y quienes ahora se estaban besando ferozmente,
prácticamente follando en seco en medio de la pista de baile. —¿Los
conoces?

Soren negó con la cabeza, sonriendo a su humano. —No. Es solo que me


gusta mirar —Puso un énfasis deliberado en la última palabra, haciéndola
sonar lo más salaz posible. Observó atentamente la expresión de Gabe,
buscando cualquier signo de celos o disgusto.

Una cosa era que Gabe estuviera celoso de que Soren se follara a otra
persona (después de todo, él tampoco quería que Gabe follara con alguien
más y la sola idea lo convertía en un asesino), pero otra cosa muy distinta es
que quisiera que Soren se comportara como alguna clase de monje.

Una especie de ángel.

Pero Gabe solo asintió, sonriendo casi tímidamente alrededor de un sorbo


de su cerveza. —Son una pareja hermosa. ¿Querías ir a bailar?

Soren arqueó una ceja. —¿Y si lo hiciera? ¿No te importaría que bailemos
así? ¿En público?

Gabe ladeó la cabeza, luego preguntó con voz profunda pero suave. —
Dime, mocoso. ¿Se supone que esta noche es alguna clase de… prueba?

¿Lo ves? Este humano, a pesar de toda su estupidez emocional, era


demasiado perceptivo para su propio bien.
Porque Soren tenía que admitir aunque fuera solo para sí mismo, que haber
traído a Gabe a este lugar, en cierto modo sí era una clase prueba jodida.
Había elegido deliberadamente el lugar más salvaje, uno en donde el
manoseo en público y el sexo en el baño eran la norma. Tuvieron que
conducir más de una hora para llegar allí, por lo que no era como si se
fueran a topar con algún conocido del humano, pero aún así… la atmosfera
era un poco intensa para alguien acostumbrado a un estilo de vida
principalmente heterosexual.

Pero Gabe se lo había tomado todo con calma, sosteniendo la mano de


Soren en el camino y aceptando los coqueteos del cantinero con bastante
facilidad. Y ahora aparentemente quería bailar con Soren, molerse el uno
contra el otro en un ambiente bastante público.

Soren jugueteó con su vaso. Este humano lo estaba haciendo... sentir cosas.
—Bueno, hasta ahora… he sido bastante… hogareño contigo. Pero también
me gusta la vida nocturna, ya sabes. Me encanta coquetear. Bailar. Beber.
Morder.

Le mostró los dientes a Gabe en no del todo una sonrisa.

Gabe le sonrió, tomando otro sorbo de su cerveza. —De acuerdo. Ya sabía


eso de ti. ¿Estás bien haciendo esas cosas conmigo? Porque a mí también
me gusta todo eso. Simplemente no he tenido mucho tiempo en mi vida
adulta para explorarlos. Primero por la residencia. Y ahora, bueno ya sabes,
Hyde Park no tiene la mejor vida nocturna del mundo.

Gabe se deslizó un poco más cerca de él, hasta que los lados de sus cuerpos
se estaban tocando, y después estiró la mano para pasar un mechón de
cabello de Soren detrás de su oreja. Hizo todo lo posible por no temblar
ante el suave toque.

—Y no me importa con quién coquetees, mocoso, siempre y cuando


sea yo quien te lleve a casa al final de la noche.

Cristo. Este humano no podía simplemente andar diciendo cosas como esa.
Estaban a punto de entrar en un territorio peligrosamente blando.
Para ocultar lo emocionado que se sentía, Soren empuñó la parte delantera
de la camisa de Gabe y lo acercó a él. —¿Por qué esperar hasta el final de la
noche?

Pudo sentir la sonrisa en respuesta de Gabe en cuanto sus labios se


encontraron. Saqueó la boca del humano con su lengua, reclamándolo todo
como si fuera su territorio. Y Gabe se lo permitió. Gimió y se abrió por
completo, dejando que Soren lo dominara como quisiera.

Seguía haciendo eso. Permitiéndole a Soren manejar el espectáculo.


Dejándolo jugar con ese cuerpo hermoso y musculoso de la forma que
quisiera.

A este ritmo, Soren tendría que quedarse con él.

Soren rompió el beso antes de hacer algo estúpido como ofrecerse a sí


mismo sobre la mesa. Empujó a Gabe fuera de la cabina con ambas manos
y lo arrastró hasta la pista llena de gente. —Hora de bailar, Alteza.

Se movieron juntos en un ritmo sensual. Gabe tenía movimientos


sorprendentemente buenos, para un ex jugador de fútbol. Bailaron con su
frente hacia la espalda de Soren, las manos de Gabe deslizándose sobre sus
caderas y estómago. El toque lo distraía tanto, y su polla estaba realmente
firme debajo de los pantalones de cuero, tomándole un minuto el darse
cuenta de que Gabe lo estaba maniobrando lentamente hacia la pareja
caliente que habían estado observando.

El otro dúo se dio cuenta de ellos de inmediato, al darse cuenta de su


proximidad colocando a Soren y Gabe entre paréntesis con sus cuerpos.
Durante unas pocas canciones, todos eran un revoltijo de extremidades
retorciéndose. Soren se perdió en la música, todos sus pensamientos y
dudas abandonando su cerebro, simplemente dejándose bailar al contenido
de su corazón. De vez en cuando, Gabe captaba su mirada, sonriendo
ampliamente.

¿Quién se habría imaginado que el humano podría ser tan divertido?


Soren decidió que necesitaban un descanso cuando el jovencito de cabello
oscuro de la otra pareja, el cual se había estado moviendo contra Gabe
durante la mayor parte de la canción que sonaba actualmente, comenzó a
pasar las manos deliberadamente por el trasero del humano.

Soren gruñó para sí mismo, tirando de Gabe fuera de los brazos del otro
hombre y parándose de puntillas para susurrarle al oído. —Estoy a punto de
romperle algunos dedos.

Gabe negó con la cabeza, sonriéndole a Soren y disculpándose con sus


labios con la otra pareja mientras apartaba a Soren de la multitud.

Soren estaba mayormente bromeando, los otros dos habían sido buenos
compañeros de baile, y no le molestaba un poco de manoseo, pero no quería
que nadie pensara que Gabe estaba libre.

Él no lo estaba, definitivamente.

Soren podía sentir que su vampiro interior ansiaba reclamar su lugar. En


particular, no quería ser follado en este club, pero había algo más que sí
podrían hacer.

Guio a Gabe hasta un rincón oscuro en el otro extremo de la pista de baile,


empujando a su humano contra la pared.

A Soren se le había abierto el apetito.

Gabe esbozó una sonrisa tonta cuando Soren lo empujó hacia un rincón
oscuro. Ahora había cierta flacidez en el hombre. Podría haberse tratado del
baile, o posiblemente su humano estaba un poco borracho en este punto.

De cualquier manera, a Soren no le importaba aprovecharse. Ya había


confirmado en el viaje en automóvil que Gabe todavía era una víctima
voluntaria.
Soren sonrió como un tiburón cuando las manos de Gabe aterrizaron en sus
caderas y los pulgares del hombre se deslizaron justo debajo de la camisa de
Soren, frotando su piel sensible en ese punto. —¿Todavía deseas lo que me
ofreciste anoche? —Preguntó, a pesar de sí mismo.

Solo mírenlo, siendo bueno y pidiendo permiso por tercera vez.

Gabe se puso rígido, sus manos agarrando las caderas de Soren con un poco
más de fuerza. Sin embargo, no se alejó de un solo tirón, sino que usó su
agarre para tirar de Soren aún más cerca.

—Sí —La voz de Gabe apenas se oía por encima de la música, pero
era firme—. Quiero que bebas de mí.

Soren frotó una mano tranquilizadora sobre el duro pecho de Gabe. No olía
miedo viniendo de él, solo un deseo acumulad por el baile.

¿O tal vez la idea de ser mordido lo que excitaba a Gabe?

Soren sonrió más ampliamente ante esa idea. Seguro como el infierno que sí
lo encendía a él. Había querido hundir sus colmillos en este hombre desde
el primer día en que lo vio. La pequeña probada que había tenido el día en
que lo había curado del ataque de Lucien, no había sido suficiente.

Gabe colocó su propia mano sobre la de Soren encima de su pecho. —


¿Dolerá? Danny dijo que normalmente no duele. ¿Estaba... estaba
mintiendo?

Así que no era miedo, no exactamente, pero su humano definitivamente


estaba nervioso. Soren negó con la cabeza. —Tal vez por un instante, pero
te prometo que te haré sentir bien. Muy muy bien.

Soren se humedeció los labios y su mirada se dirigió al cuello de Gabe.


Sabía que debería sentir más empatía por sus nervios, pero el depredador
dentro de él estaba concentrado en una sola cosa en este momento.
Soren quería esto, lo quería a él, y estaba más que listo para tomar lo que
quería.

—Cierra los ojos, alteza —Ronroneó.

El calor floreció en el pecho de Soren cuando Gabe obedeció con facilidad,


agitando sus pestañas oscuras. Soren dejó que su vampiro saliera a la
superficie. Si la esquina no era lo suficientemente oscura y oculta, los
cambios podrían ser evidentes para quienes los rodeaban, pero no
necesariamente. Los vampiros eran monstruos sutiles. Se adaptaban para
mezclarse con sus presas. Soren sabía que sus ojos se estaban oscureciendo,
el negro apoderándose de los pálidos iris y el blanco alrededor. Sintió sus
colmillos descender.

Pero eso fue todo. Sencillo.

Extendió un brazo hacia arriba, colocando una mano en la nuca de Gabe


para inclinarlo hasta su nivel y se puso de puntillas para encontrarse con el
humano a mitad de camino. Normalmente le gustaba el tamaño de Gabe,
estaba encantado y excitado al tomar el control sobre un hombre más
grande que él, pero era un poco inconveniente para alimentarse.

Quizás debió haberse puesto sus botas de tacón.

Cuando Gabe estuvo justo donde lo quería, Soren dejó caer un suave beso
en su cuello, directamente sobre su palpitante yugular. La respiración de
Gabe se cortó. Él lamió ese mismo lugar, llenándolo de atención.

—Soren... —La voz de Gabe salió tensa.

—¿Sí, Alteza? —Soren sonrió contra la piel salada.

—Estás jugando conmigo.

Soren volvió a lamer su marca. —Solo estoy calentándote.

Los dedos de Gabe se contrajeron en sus caderas. —Por favor, Soren.


Bueno, ya que lo pedía tan amablemente…

Soren no podía negarse a una petición tan cortés. Hundió sus colmillos con
un movimiento suave, gimiendo alrededor del estallido de sabor en su
lengua. Gabe sabía tan delicioso como olía: limpio y brillante, con matices
terrosos que hicieron que a Soren le diera vueltas la cabeza.

O posiblemente ese era el nivel de alcohol en la sangre de Gabe. Soren


había sido engañado antes por víctimas borrachas; en realidad, era una
forma más rápida para que los vampiros sintieran los efectos del alcohol, en
lugar de consumir alcohol ellos mismos.

Bebió profundamente, complacido cuando sintió la polla de Gabe


endureciéndose contra su estómago, el humano estaba gimiendo de sorpresa
ante su propia reacción. No podía culparlo cuando su propia polla también
estaba dura. Sangre y sexo. De eso se trataba la vida… la vida de un
vampiro.

Si quisiera, Soren podría aumentar las sensaciones placenteras que su


veneno provocaba en las neuronas de Gabe con ayudas de la compulsión,
pero Gabe no parecía necesitarlo. Soren nunca había estado tan complacido
con los efectos secundarios de su mordedura como ahora, sintiendo la
innegable reacción de Gabe contra él.

Porque no solo había deseado reclamarlo. También había querido que Gabe
se sintiera bien. Que anhelara que se alimentara de él, así como Soren sabía
que iba a anhelar beber de su humano.

Terminar con una mordida jamás había sido un problema para Soren, no
desde sus primeros días como vampiro, pero necesitó cada gramo de fuerza
de voluntad para soltar el cuello de Gabe.

El humano sabía tan malditamente bien.

Soren se aplacó lamiendo las gotas sueltas mientras sellaba la herida con su
saliva curativa, tarareando para sí mismo. Gabe jadeaba contra él, con los
dedos todavía aferrados a las caderas de Soren. —Mierda. Quiero decir,
joder. Danny me dijo que se sentía bien. Yo solo… pensé que estaba
tratando de evitar que me preocupara.

Soren dejó caer un último beso sobre el mordisco ya cerrado. —No. Por lo
general, es muy... agradable... para los humanos.

—Y… —Gabe hizo una pausa, y Soren juró que podía ver el rubor
formándose en las mejillas del hombre bajo las luces intermitentes del club
—. Podrías hacer eso solo conmigo, ¿verdad? Tengo suficiente sangre
para... ¿satisfacerte?

Una punzada de deseo atravesó a Soren ante la idea. Alimentarse de Gabe.


Alimentarse solo de Gabe.

Pero no pudo resistir las bromas. —Si eso es lo que te gusta... En los viejos
tiempos, los vampiros a menudo tenían una mascota humana favorita de la
que se alimentaban exclusivamente.

Como era de esperarse, el ceño de Gabe se arrugó de inmediato. —Yo no


soy tu mascota.

Soren le sonrió. —Y entonces, ¿qué eres?

Pero Soren no llegó a escuchar la respuesta a su pregunta, porque por el


rabillo del ojo vio una cara familiar entre la multitud.

Una que no debería estar ahí.

Todos los músculos del cuerpo de Soren se tensaron. No puede haberme


encontrado tan pronto.

—Quédate aquí —ladró, presionando a Gabe contra la pared. Gabe


abrió la boca para protestar, pero Soren se había ido antes de que las
palabras pudieran salir de la boca del hombre.

Se abrió paso entre la multitud en la dirección en la que lo había visto.

No estaba.
Soren atravesó cada centímetro del club, consciente de que se estaba
moviendo más rápido de lo que un humano debería ser capaz, sin encontrar
una pizca de sí mismo a la que le importara. Con suerte, las luces lo
ocultarían y harían pensar a la multitud que era un truco de la luz.

Tampoco estaba jodidamente ahí.

¿Soren había estado viendo cosas? ¿Su miedo lo estaba volviendo


paranoico? Tal vez la tensión de más de un siglo de huir, finalmente lo
estaba alcanzando.

Sin éxito, eventualmente regresó con Gabe, quien estaba parado en el


mismo rincón en el que lo habían dejado, con los brazos cruzados sobre el
pecho y un ceño fruncido impresionante en su hermoso rostro.

—¿Qué diablos, Soren? —Gabe lo miró fijamente—. ¿Te alimentas


de mí, me llamas tu “mascota” y luego simplemente desapareces? ¿Qué,
viste algo más sabroso al otro lado del club?

Había dolor real en el tono de Gabe, dolor que Soren sabía debería abordar,
pero podía sentir sus viejas defensas ocupando el frente. Hizo rodar los
ojos. —Tus celos eran lindos al principio, humano, pero se están volviendo
molestos con mucha rapidez.

Soren observó cómo el color desaparecía del rostro de Gabe. Mierda,


mierda, mierda. Lo estaba jodiendo todo, demasiado frustrado y abrumado
como para ser paciente con las inseguridades Gabe, como debería serlo.

Normalmente, aquí era donde Soren simplemente... se marchaba. Odiaba


los malentendidos, los consideraba una excusa fácil para dejar ir a alguien.
Explicarse a sí mismo requería de una energía emocional la cual, a Soren
normalmente no le importaba lo suficiente como para darla.

Pero se encontró caminando hacia Gabe en lugar de alejarse, colocando su


mano sobre el pecho de Gabe, sobre el corazón del hombre. El humano se
puso rígido, pero no rechazó su toque.
Eso era algo, ¿no?

—Lo siento —Las palabras sabían a ceniza en la boca de Soren. Una


noche perfecta, arruinada por todo el equipaje de mierda que traída consigo
—. Te lo puedo explicar, pero quisiera ir a casa de nuevo. ¿Está bien?

Esperó los gritos, las acusaciones, pero Gabe se limitó a asentir, con los
labios apretados con fuerza.

El camino a casa fue tenso.

Soren decidió tomar el camino largo de regreso, o al menos su propia


versión de ello, dando vueltas innecesarias y retrocediendo por las mismas
calles. No era un maldito agente secreto; no tenía idea de cómo perder una
cola8 si es que la tenía.

La estrategia de Soren siempre se había basado en evitar ser detectado el


mayor tiempo posible, no enfocándose tanto en la parte de escapar una vez
fuera encontrado. Pero lo hacía lo mejor que podía.

Gabe no hizo comentarios. Había cerrado los ojos, desplomándose en el


asiento del pasajero, aparentemente sin ganas de tratar con Soren hasta que
recibiera algún tipo de explicación.

Soren sabía que la había jodido mucho. Gabe se había permitido ser
vulnerable de una manera real con él, se había permitido ser la presa literal
de un monstruo, y Soren había jugado de inmediato (aunque sin querer),
con la cabeza del hombre.

Lo que se suponía que iba a ser un momento de bromas despreocupadas se


había convertido en algo completamente diferente.

Al menos eso dejaba a Soren libre para conducir como un loco.

Ahora, si tan solo pudiera aliviar algo de la opresión en su pecho. Porque


Soren sabía que, aunque arreglara las cosas con Gabe, eso no cambiaría
nada. Nada de eso iba a ayudarlo. Ahora solo era una cuestión de tiempo.
Incluso aunque Soren no había podido encontrarlo en la multitud, sabía lo
que había visto.

Hendrick lo había encontrado.


Diez
Gabe
Algo estaba mal. Claramente.

Gabe miró al vampiro rubio frente a él con cautela. Ferdy los había recibido
con entusiasmo en la puerta, ladrando emocionado, olfateando primero las
piernas de los pantalones de Soren y luego las de Gabe. Estaba seguro de
que, después del club, los dos tendrían muchos olores interesantes sobre
ellos. Soren lo estaba usando todo como una excusa para evitar mirarlo a
los ojos, enfocando toda su atención en el cachorro que se contoneaba entre
ellos.

La noche había comenzado tan bien.

Gabe no había salido así en... ni siquiera sabía cuánto tiempo. Sus grandes
salidas nocturnas desde que se mudó de regreso a Hyde Park por lo general
consistían en tomar un par de copas en el bar local, con viejos conocidos o
con un posible encuentro de una noche.

Pero bailar con Soren había sido jodidamente divertido. Sin mencionar
inesperadamente caliente. Ver la forma en que el vampiro traducía su gracia
de otro mundo en la pista de baile, sus caderas moviéndose en un ritmo
hipnótico, había dejado a Gabe prácticamente jadeando. Y luego ese toque
de posesividad cuando su otra pareja de baile se había vuelto demasiado
hábil con las manos…

Y sin hablar de la mordida. La mordida.

Hablando de cosas calientes e inesperadas. Mierda.


Danny no había exagerado cuando dijo que las mordeduras de los vampiros
se sentían bien. Gabe recordaba sus conversaciones pasadas sobre el tema
con una nueva vergüenza. Ahora que sabía cómo se sentía una mordida —
como si hubiera una línea directa desde su cuello hasta su polla, como de
haber pasado dos segundos más le habría rogado a Soren que lo dejara
follarlo en ese mismo rincón—,estaba más que un poco mortificado, por
incluso haber discutido tal cosa con Danny. No necesitaba imaginar eso
entre Roman y su hermano pequeño.

Pero luego todo se había ido al infierno.

Puede la mordida haya sido increíble —la polla de Gabe se contrajo al


recordarlo—, pero lo había dejado sintiéndose… vulnerable. Nervioso.
Dejar que otra persona bebiera su sangre, por el amor de Dios. Incluso
había ido tan lejos como para ofrecerse como un plato semanal a cambio de
ser para Soren… ¿el qué exactamente? ¿Su único?

Se había sentido como la virgen sonrojada que pedía exclusividad a su


novio con más experiencia, una posición en la que Gabe nunca se había
encontrado antes.

Pero el momento había sido tan... íntimo. Ahora que sabía cómo se sentía,
no quería imaginarse a Soren haciendo eso con nadie más.

Y Soren se había burlado de él por ello. Lo comparó con una mascota.

Bueno, está bien, Soren siempre se burlaba de él; eso no era nada nuevo.
Pero entonces el vampiro terminó… desapareciendo. Dejando a Gabe allí
en la esquina, pensando en todo el encuentro entre ambos.

Y ahora, aquí estaban, Soren seguía evitando mirarlo cuidadosamente. Para


un vampiro que por lo general era bastante directo con su personalidad,
estaba siendo terriblemente cauteloso.

Todo se sentía… incorrecto.


El sexo entre ellos no había hecho que las cosas fueran tan incómodas,
entonces, ¿por qué una mordida sí? Tal vez era otra cosa, algo más. Gabe
era consciente de que conducir a casa les había llevado más tiempo del que
debería, como si Soren hubiera estado dando un rodeo. ¿Había estado
intentando evitar a alguien? ¿Le preocupaba que Lucien estuviera de
vuelta? Entonces, ¿por qué no se lo diría a Gabe?

—Necesitas agua —Los ojos de Soren todavía estaban en el perro,


pero él tuvo que asumir que ese comentario iba dirigido a él—. La bebida y
el baile. La sangre que tomé. Probablemente estés bastante deshidratado en
este punto.

Gabe se encogió de hombros pero no discutió. Se dirigió hacia la cocina,


con Soren y el cachorro pisándole los talones. Bebió un vaso de agua, solo
para que Soren tomara la taza vacía y se la volviera a llenar, luego sacó una
bebida deportiva de la nevera y se la puso en la mano a Gabe.

—¿Debería hacerte algo de comer? —Soren preguntó, mordiéndose


las uñas. Gabe nunca lo había visto hacer eso antes, era un gesto
sorprendentemente humano.

—Tú no cocinas.

Soren resopló. —No soy completamente inútil. ¿Podría... pelarte una


banana?

Mierda. Habría sido adorable, si Gabe no estuviera ya pisando cuerda floja.


Tomó asiento en la encimera de la cocina, palmeando el taburete a su lado.
—Deja de ofrecerme mierda. Solo siéntate y explícate.

Soren negó con la cabeza y metió las manos en los bolsillos de sus
pantalones, posiblemente para no mordisquearse las uñas.

Esos malditos pantalones de cuero. Deberían ser ilegales.

—Creo que prefiero caminar, la verdad —Dijo Soren—. Tomaré una


página del libro de Roman.
Lo que sea. Soren necesitaba hablar, y a Gabe no le importaba si el vampiro
flotaba en el aire para hacerlo. Dio un sorbo a su bebida y esperó,
observando cómo Soren se movía de un extremo a otro en la pequeña
cocina.

La bebida de Gabe estaba medio vacía cuando finalmente sonó la voz de


Soren. —Yo no soy como Roman. No me estaba muriendo cuando me
convirtieron. Fui... elegido. Con un propósito.

—¿Como, para hacer un trabajo? —Danny siempre había dicho que


Soren era excepcionalmente bueno rastreando personas.

Soren se aclaró la garganta, sin interrumpir su caminata. —No, no era un


trabajo. Fui convertido para alguien. Para estar con alguien.

Gabe sintió que se le encogía el estómago. —¿Un compañero? ¿Ya tienes


un compañero?

Intentó tomar otro sorbo de su bebida, pero se detuvo cuando se dio cuenta
de que le estaban temblando las manos. La idea de que Soren tuviera un
compañero ahí fuera... dolía. Mucho, si Gabe estaba siendo honesto consigo
mismo.

Pero Soren estaba negando con la cabeza. —No. Definitivamente no.


Aunque, trató de convencerme de ello en su momento, luego de que yo
descubriera que existían. Maldito bastardo —Soren soltó una risa amagar
—. La verdad es que me eligió por mi apariencia. Pensaba que yo me
veía… dulce. Delicado. Me llamaba su ángel.

Gabe resistió el impulso de resoplar. Soren no era el ángel de nadie.

Eso era parte de lo que lo hacía tan grandioso.

—Venía de una pequeña comunidad de vampiros. Una guarida —


Continuó Soren—. Tenían la idea de que, si convertías un humano, ese
humano te pertenecía. Para servirte como tú quisieras.
Gabe captó el mensaje tácito en la historia de Soren. ¿Así que Soren había
sido convertido para ser el sirviente sexual de alguien?. —Eso es... Eso es
jodidamente horrible —Más que horrible, pero Gabe no podía encontrar
otra palabra en ese mismo momento.

Soren detuvo su paseo y se acercó a la encimera de la cocina, aunque


mantuvo la mirada fija en el material, evitando así a los ojos de Gabe. —No
siempre fue así, sinceramente. Hendrick era guapo. Poderoso. Estaba
aparentemente encantado por mí. Y yo era… joven y estúpido. En un
principio pensé que éramos una pareja. Me dejó creer eso.

Gabe no pensaba que fuera de alguien joven y estúpido el esperar respeto de


su pareja, pero se mantuvo en silencio, no queriendo interrumpir la historia.

—Pero como sabes—Soren hizo una mueca irónica en sus labios—.


No soy un ángel. Y a lo largo de los años, cada vez que actuaba en contra
de la forma en que él quería... cada vez que actuaba como yo mismo, se
enojaba. Y me lo hacía saber. De muchas maneras variadas, creativas y
violentas.

A Gabe le dolía el estómago. Le dolía el pecho. Le dolía el jodido corazón.

Pobre Soren.

Soren siguió hablando hacia la encimera. —Me quedé con él, en esa
guarida, durante más de un siglo antes de finalmente huir, aventurándome
por mi cuenta. Me dejó solo por un tiempo. Pero finalmente me encontró de
nuevo. Siempre me encuentra. Y le gusta recordarme, periódicamente, que
solo estoy vivo a su antojo.

Mierda. Todo esto era tan jodidamente horrible. Gabe se agarró a la


encimera hasta que sus nudillos se pusieron blanco. —¿Por qué te
convirtió?

—Porque no me mató cuando decidí irme —Soren finalmente miró a


Gabe a los ojos, y el dolor que vio en la mirada del vampiro hizo que su
pecho doliera mucho más—. ¿Roman te ha dicho que los vampiros no
siempre se llevan bien? Nuestras... bestias internas no siempre están a
gusto. Convertir a alguien para que sea tu compañero naturalmente no
siempre funciona. En esa guarida, cuando no era así, el nuevo vampiro era
ejecutado, no liberado.

El estómago de Gabe se revolvió de nuevo. —¿Qué carajo?

Soren se rio, pero no había humor en ello. —En realidad, él se considera a


sí mismo misericordioso por no matarme en ese entonces. Personalmente,
creo que le gusta saber que tiene un juguete por ahí. Alguien a quien pueda
usar y abusar cada vez que le dé… la picazón.

Estaba… mal. Todo tan mal. Soren era fuerte. Poderoso. Enérgico. La idea
de que había otro vampiro por ahí pensando que él era el dueño del travieso
diablillo rubio, hacia que Gabe se sintiera absolutamente enfermo. —¿En
dónde está ese tipo ahora? —Preguntó, temiendo ya saber la respuesta. El
extraño comportamiento de Soren en el club empezaba a tener sentido.

—Aquí, posiblemente —El tono de Soren era ligero, pero no había


duda sobre la tensión en su cuerpo. El pensamiento claramente lo
aterrorizaba—. Creí haberlo visto en el club. Por lo general, hago un
seguimiento de sus movimientos, eso es parte de por qué me volví tan
bueno en rastrear personas. Pero bajé la guardia estando aquí, supongo.

Gabe sintió como si mil emociones diferentes estuvieran compitiendo por el


espacio en su mente, todas a la vez. Miedo. Tristeza. Preocupación.
Lamento. —¿No deberíamos estar empacando? ¿Necesitas irte? Deberías
irte, ¿verdad?

Ni siquiera sabía lo que estaba diciendo, pero la idea de que alguien pudiera
venir y lastimar a Soren, alguien lo suficientemente fuerte como para que
Gabe no tuviera oportunidad de detenerlo, lo estaba haciendo entrar en
pánico.

Los instintos de Gabe habían sido correctos. Iban a pasar cosas malas.
—No me voy —La mirada azul pálida de Soren sostuvo la suya, y
Gabe tuvo la sensación de que el mismo vampiro se había sorprendido de
sus propias palabras—. Podría lastimarte, Gabe. Probablemente nos vio
juntos. Y él no está más allá de los celos mezquinos. No voy a dejar que te
lastime.

Gabe había conocido momentos en los que se sintió impotente en su vida.


Cuando su padre murió. Cuando escuchó que su madre tenía Alzheimer. Y
ahora, aquí estaba de nuevo, asustado e indefenso y odiando el sentimiento
igual que siempre. —Así que… ¿Qué vamos a hacer?

Soren se encogió de hombros. —No lo sé. Podría haberme equivocado —


Extendió la mano por encima de la encimera y la colocó tentativamente
sobre el brazo de Gabe—. Lo lamento, alteza.

Gabe negó con la cabeza. —No, ahora tiene sentido. Por qué… te distrajiste
hace rato.

Soren le apretó el brazo. —No, tonto, eso no. Lamento haber traído esto a
tu puerta. Debería haberme ido hace mucho tiempo.

El pensamiento fue como un cuchillo en su pecho. —No digas eso. Me


alegro de que te hayas quedado. Desearía… Desearía ser más fuerte.
Desearía poder ayudarte. Protegerte —Gabe respiró hondo, con la
esperanza de poder evitar un ataque de pánico. La presión en su pecho
simplemente no quería disminuir—. Así que… te quedarás. Por ahora.

Soren asintió. —Me quedaré. Danny y Roman volverán pronto... A veces


ayuda tener otros vampiros alrededor para protegerse de él.

Les quedaba una semana de la luna de miel del hermano de Gabe. En ese
momento parecía como un tiempo terriblemente largo, con tanto potencial
para que algo saliera horriblemente mal.

Pero... el lado egoísta de Gabe no quería que Soren desapareciera. Ni


siquiera con su ex malvado asomándose en el horizonte.
Gabe tomó otra respiración profunda. —Ven aquí —Hizo un gesto con sus
brazos hacia Soren, quien lo miró arqueando una ceja.

—¿Por qué? —preguntó Soren.

—Quiero abrazarte —Gabe hizo un gesto con las manos de "dame" al


reacio vampiro.

Soren estaba sonriendo ahora mismo, el pequeño mocoso. —¿Por qué?

Gabe suspiró pero mantuvo los brazos en alto. —Porque me acabas de


contar una historia triste y quiero consolarte.

Soren se cruzó de brazos. —No necesito consuelo.

—Entonces quiero que me consueles tú a mí —Ni siquiera era una


mentira—. ¿Quieres?

Soren resopló, pero dio una vuelta a la encimera y se detuvo entre las
piernas de Gabe. Él envolvió sus brazos alrededor del pequeño vampiro,
sosteniéndolo tan fuerte como pudo, sabiendo que Soren era más que capaz
de manejar su fuerza humana.

Listo. Mucho mejor.

La opresión en el pecho de Gabe se liberó lentamente mientras sostenía a


Soren entre sus brazos, respirando su aroma a océano y pinos.

Soren agachó la cabeza contra su pecho, murmurando algo que quedó


ahogado por la camisa de Gabe.

Se apartó un poco. —¿Qué dijiste?

El vampiro estaba mirando fijamente su pecho, evitando sus ojos. Sin


embargo, lo repitió. —No quiero que me tengas lástima.

—No lo hago —Le aseguró Gabe. Cuando Soren bufó en respuesta, él


le explicó—.Odio que te haya pasado todo esto. Odio que alguien que no te
apreciaba, que no se responsabilizaba de lo que había hecho, te quitara tu
humanidad. Odio tanto que alguien ahí afuera quiera hacerte daño. Pero no
te tengo lastima —Deslizó una mano para ahuecar la cara de Soren, guiando
suavemente a su vampiro para que lo mirara a los ojos—. Sé lo fuerte que
eres. Cuán leal eres a quienes lo merecen. No has dejado que tu pasado te
defina.

Soren se mordió el labio. —¿Aunque todavía huyo de él, como un pequeño


cobarde?

Gabe acarició la mejilla de Soren con el pulgar. —La autoconservación no


es cobardes. Te has estado protegiendo a ti mismo.

Soren apartó la cabeza de la mano de Gabe y, en cambio, frotó su mejilla


contra su pecho. Gabe tenía la sensación de que a su vampiro le gustaba
acurrucarse mucho más de lo que aparentaba. Soren era una criatura tan
física; ¿cómo podría no ser de esa forma?

—Ojalá fuera más fuerte. Ojalá pudiera protegerte.

Soren apartó la cabeza del pecho de Gabe lo suficiente para que sus
palabras salieran claras. —No necesito eso de ti.

—Supongo que no entiendo lo que necesitas de mí en lo absoluto.


Aparte de la sangre.

—Orgasmos —Soren le sonrió de nuevo.

Bueno, mierda. ¿Eso era todo lo que Gabe era para Soren? Realmente no
debería estar sorprendido. La riqueza de la experiencia de vida de este
vampiro era abrumadora. ¿Qué podría ofrecerle Gabe realmente, un patán
de pueblo convertido en médico de pueblo?

Pero antes de que pudiera ir a un lugar oscuro con sus pensamientos, Soren
continuó, con la sonrisa desapareciendo su rostro. —No solamente
orgasmos, humano. Nunca le he contado a nadie esa historia. Pasé más de
un siglo en una comunidad donde inmediatamente se aprovechaban de
cualquier vulnerabilidad, con una bestia que tomaba cualquier oportunidad
para castigarme por mis propios sentimientos. Tú no te aprovechas. No me
envidias por mi fuerza. No me haces sentir... inferior.

Gabe se rio. —Eso es como, el mínimo indispensable de una relación sana,


mocoso.

Soren levantó la vista para fruncir el ceño. —No lo menosprecies. Significa


algo para mí. El sentirme seguro. Y no te menosprecies a ti. No tienes que
ser el protector grande y malo para ser una pareja digna —Soren sonrió de
esa forma maníaca, y el corazón de Gabe se alivió un poco al verla de
nuevo—. Yo ya tengo esa parte cubierta.

Gabe le devolvió la sonrisa ante eso, pero aún quedaba esa persistente duda.
¿Podría realmente ser una pareja en igual de condiciones para Soren, siendo
él un humano?

Pero ¿cuál era la alternativa? ¿Subirse al tren de los vampiros como su


hermano? ¿Convertirse?

Soren no le había dado ninguna insinuación de que serían algo a largo


plazo. Y una eternidad como una criatura de otro mundo era la definición
de largo plazo.

Gabe trató de dejar sus pensamientos a un lado y concentrarse en el


vampiro entre sus brazos. Esto se trataba de Soren, no de sus propias
inseguridades. —¿Qué necesitas de mí en este momento?

Soren lo miró a los ojos. —Orgasmos.

—Estoy hablando en serio, mocoso.

—Yo igual —Soren bajó una mano para palmear la polla de Gabe, la
cual se endureció rápidamente, incluso con ese simple toque—. Quiero
sentirte dentro de mí, Alteza. Quiero olvidarme de los malos recuerdos.
Quiero sentirme bien. Quiero divertirme.
A Gabe se le cortó la respiración cuando vio que los ojos de Soren se
oscurecían por la excitación. Sabía que había más de lo que tenían qué
hablar, pero era una oferta difícil de dejar pasar. Soren quería sentirse bien y
él quería que eso sucediera.

Inclinó la cabeza para reclamar los labios de Soren. Sólo una caricia suave
y breve, una provocación de sus lenguas. Fue recompensado con el suspiro
más suave y dulce de su vampiro.

—Está bien, mocoso —La voz de Gabe salió ronca—. Te llevaré a la


cama.
Once
Soren
El pensamiento inicial de Soren había sido que Gabe lo follara en la cocina.
Que su humano lo inclinara sobre el mostrador, o tal vez que dejara que
Soren lo montara en una de las sillas de la cocina. Pero Gabe lo había
estado besando con tanta dulzura y delicadez, que cuando Soren se dio
cuenta, había sido llevado hasta el dormitorio.

Como si esto fuera una especie de... interludio romántico.

Estaba muy lejos del sexo vampírico y sangriento que había estado
imaginando más temprano en la noche cuando estaba presionándose el uno
contra el otro en el club. Pero la dulzura del beso de Gabe después de la
conmoción de pensar que había visto la cara de Hendrick, hizo que Soren se
confundiera por completo.

Tal vez por eso, en el dormitorio, siguió dejando que Gabe lo besara con
tanta maldita dulzura.

Gabe tenía ambas manos ahuecando las mejillas de Soren, sosteniendo su


rostro como si fuera algo precioso. Estaba reclamándole la boca con besos
cálidos y suaves, y él lo estaba dejando.

Para ser justos, Gabe era un jodido besador de ensueño, por lo que no se
podía culpar a Soren, ¿verdad?

El humano estaba usando su agarre sobre Soren para inclinarle la cabeza


como él quería, chupando suavemente sus labios y dando trazos sedosos
con su lengua.

Soren dejó escapar un gemido antes de darse cuenta.


Cristo. Necesitaba respirar. Necesitaba tomar el control de la situación antes
de ahogarse en toda esta dulzura. Dio un paso atrás, apartando la cabeza del
agarre de Gabe. —Desnúdate —ordenó Soren, jadeando un poco.

Gabe tragó saliva antes de seguir la orden, quitándose la camisa por encima
de la cabeza en un instante y revelando todos esos deliciosos músculos.
Soren se deshizo de su propio top rápidamente y a continuaciones comenzó
a bajarse los pantalones de cuero.

Gabe gimió apreciativamente, observándolo desvestirse. —Esos malditos


pantalones… —murmuró.

Soren hizo una pausa al retirarlos de sus tobillos. —¿No te gustan? —


bromeó.

El calor en los ojos de Gabe podría haber derretido el acero. —Me gustan
jodidamente demasiado —corrigió.

Como debería ser. Soren se veía increíble con ellos.

—Toma el lubricante —Exigió.

Se acostó en la cama mientras que Gabe obedecía. Separó las piernas y


miró con satisfacción como los ojos del otro hombre se oscurecían ante la
vista.

—Prepárame —Le ordenó Soren.

—Joder, sí —Gabe suspiró, avanzando y subiéndose en la cama.

Luego Gabe lo estaba besando de nuevo.

Soren tomó el control rápidamente esta vez, chupando la lengua del


humano salvajemente, cediendo un poco a la ferocidad que vivía siempre
presente dentro de él. ¿Gabe iba a protestar? ¿Pedirle a Soren que volviera a
ser dulce?
Pero su humano solo gimió de satisfacción, haciendo esa cosa adictiva que
hacía donde se derretía tan fácilmente bajo las atenciones de Soren. La
gruesa y dura polla de Gabe estaba presionada contra la suya, el peso de su
cuerpo empujando hacia abajo de una manera que debería haber dejado a
Soren lleno de pánico, pero que en cambio lo dejaba sintiéndose tan
malditamente bien.

Soren gimió cuando un dedo resbaladizo sondeó su entrada con urgencia.


Gabe empujó la punta hacia adentro y él suspiró de satisfacción ante el
estiramiento: los dedos de Gabe eran más grandes que los suyos.

Gabe besó su mandíbula, su oreja, su cuello. —Ábrete para mí, bebé.

Cristo. Soren se estaba volviendo adicto a ese bebé.

Un dedo se convirtió en dos, después en tres, y luego Soren estaba


agarrándose al trasero musculoso de Gabe, acercándolo más hacía sí
mismo. —Fóllame, Alteza. Ahora.

Gabe le sonrió mientras alineaba la gorda cabeza de su polla contra su


entrada. —¿Cómo es que yo soy la “Alteza” cuando tu eres el que me da
órdenes?

Pero Soren no tuvo que responder a la tonta pregunta, porque entonces


Gabe estaba entrando en él con un empujón suave, llenándolo con esa
maldita polla tan perfecta.

—Sí —Soren suspiró, empujándose hacia arriba directo hacia esa


sensación—. Más.

Gritó de sorpresa cuando Gabe se sentó sobre sus rodillas, usando sus
manos en el trasero de Soren para tirar de la parte inferior de su cuerpo con
él, hasta que la parte superior de Soren estuvo presionada contra la cama y
sus caderas estaban en el aire. La acción fue lo suficientemente suave como
para que la polla de Gabe nunca abandonara su cuerpo, todavía dentro de él
hasta el final del cambio de posición. Soren apretó su agujero alrededor de
él y Gabe gimió en respuesta.
—¿Quieres ser el jefe? —preguntó Gabe, su voz ronca—. Fóllate
sobre mí, bebé.

Oh, sí. Soren podía hacerlo.

Plantó sus pies firmemente en la cama, empujándose hacia arriba sobre la


polla dentro de él y mirando con satisfacción cómo los parpados de Gabe
descendían sobre esos ojos dorados. Su humano se enfrentaba a él
embestida tras embestida, sin embargo, dejaba que fuera Soren quien
marcara el ritmo. Otra vez.

Gabe seguía haciendo todas las cosas correctas.

Soren se quedó sin aliento cuando las manos de Gabe se deslizaron por todo
él, acariciando sus caderas, su estómago, su pecho, en todas partes menos
en su desesperada y dolorida polla.

—Tan perfecto —Murmuró Gabe, pasando sus pulgares sobre los


pezones de Soren.

Eran solo palabras. Pero sonaban tan jodidamente sinceras. ¿Era por eso
que a Soren le dolía el pecho al escucharlas? Había pensado que hacía
mucho tiempo renunció a la idea de ser perfecto para cualquier otra
persona. Su única experiencia con las expectativas de otro ser sobre él, no
lo habían llevado a nada más que a un camino de dolor y sufrimiento. Pero
Gabe no estaba pensando en una versión idealizada de Soren cuando dijo
esas palabras. No, su humano había visto cada parte de él esa noche.

El monstruo. El mocoso grosero. El cobarde.

Y aun así su humano parecía quererlo todo.

Soren jadeó. De repente quería... algo. Algo diferente. Algo real. Ya no


quería mantener a su humano a distancia. Sus caderas se detuvieron cuando
lo inundó una sensación abrumadora.
La mirada acalorada de Gabe se suavizó con preocupación. —¿Soren? —
Cuestionó, deteniendo sus propios movimientos.

Soren envolvió una pierna alrededor de las caderas de Gabe y luego la otra,
para jalar al musculoso humano firmemente sobre él. —Fóllame
apropiadamente —Ordenó. De alguna manera se oyó como una súplica.

Gabe le sonrió, apartándole un mechón de cabello de los ojos. El


movimiento fue insoportablemente tierno.

Soren debería haberlo odiado.

Luego, el peso de Gabe comenzó a estrellarse contra él, haciendo lo que


Soren le había pedido. Lo folló correctamente, estableciendo un ritmo
brutal que lo dejó sin aliento cuando el humano inclinó sus embestidas de
una manera que golpeó la próstata de Soren repetidamente.

Tan malditamente bueno.

Había pasado tanto tiempo desde que Soren había dejado voluntariamente
que otra persona tomara el control. Pero no se sentía dominado. Gabe lo
miraba con lo que fácilmente podría considerarse adoración en sus ojos,
incluso mientras lo embestía con una fuerza que podría haber dejado
moretones si Soren hubiese sido un humano. De vez en cuando, la frase
“tan hermoso” escapaba entre gemidos de los labios del humano.

—Sí —Soren suspiró—. Más, alteza. Más.

Su orgasmo lo golpeó con fuerza y de repente, un grito escapó de sus labios


cuando electricidad se disparó por su columna y cubrió los estómagos de
ambos con su semen. Gabe no se quedó atrás, sus caderas perdieron el ritmo
y Soren se quedó sin aliento ante la sensación del semen llenándolo. Gabe
siguió moviendo sus caderas contra Soren, con sus muslos temblorosos,
como si no pudiera soportar el dejar su cuerpo todavía.

Soren entendía ese sentimiento.


Yacieron juntos, Gabe cubriendo el cuerpo de Soren con el suyo propio, por
lo que parecieron interminables momentos después. La cabeza de Gabe
descansaba sobre su pecho, y Soren acariciaba suavemente los rizos
oscuros. La tensión y el miedo de las últimas horas finalmente habían
abandonado su cuerpo, y ahora se sentía suave, flexible.

Vulnerable, se burló una voz en su cabeza.

Rápidamente la empujó a un lado. El peso de Gabe se sentía reconfortante,


como si fuera una gran manta de seguridad. Soren había dejado de escuchar
ese lado temeroso y cobarde de sí mismo. Porque había otra voz más
arraigada susurrando la misma palabra una y otra vez dentro de su cabeza.

Compañero. Compañero. Compañero.

Lo sabía desde hacía más tiempo del que quería admitir. Soren había oído
las historias. Sabía lo que significaba que un vampiro se sintiera
inexplicablemente atraído por un humano. Lo que significaba cuando el
aroma de un extraño de repente se olía como un hogar.

Soren tenía un compañero.

Pero si Soren convertía a Gabe, si Gabe era su igual en fuerza y poder, ¿su
humano seguiría siendo tan dulce? ¿O empezaría a ver a Soren como algo...
más pequeño? Más débil. Algo a lo que poseer. Su bonita posesión.

Las palabras de Gabe en la cocina volvieron a él. Desearía ser más fuerte.
Desearía poder protegerte. ¿Gabe realmente había querido decir eso?
¿Incluso si Gabe siendo más fuerte significaba que ya no sería un humano?

Soren abrió la boca para preguntar, pero se detuvo y bajó la vista hacia la
mata de pelo oscuro que tenía en el pecho. La respiración de Gabe ya era un
patrón profundo y uniforme de sueños. Soren tenía que dejarlo descansar.
Ahora mismo no era Soren quién necesitaba protección de todos modos.

Él iba a mantener a su compañero a salvo.


Había dejado que la situación con Hendrick se prolongara mucho más de lo
que debería. Soren se había vuelto complaciente. Demasiado agradecido por
su libertad como para tratar de mitigar el costo. Parecía valer la pena: el
dolor y la humillación de ceder a la necesidad de Hendrick de dominar, su
necesidad de lastimar, a cambio de que Soren tuviera una vida propia.

Había hecho un patrón de evitar a Hendrick el mayor tiempo posible, hasta


que era atrapado, sufría las consecuencias hasta que Hendrick se aburriera,
y finalmente contaba tal como deseaba. En general, Soren había pensado
que había tenido la vida que quería. Más o menos.

Claro, comentó una voz sarcástica en su cabeza. Solitaria. Errante. Sin


acercarte demasiado a nadie.

¿Realmente se había estado engañando a sí mismo todo este tiempo?


¿Dejando que Hendrick lo empujara, convenciéndose a sí mismo de que
aún era inferior solo porque un grupo disfuncional de vampiros rechazados
así lo habían dicho?

Era demasiado tarde para arrepentirse. Soren se negaba a llorar sobre la


leche derramada. No importaba si debería haber resuelto este asunto antes.

Iba a ocuparse de esto ahora mismo.

Soren suspiró, presionando un beso en la frente del humano tan grande y


dulce que estaba sobre él.

Ahora tenía a alguien a quien valía la pena proteger.

Horas más tarde, Soren finalmente se obligó a salir de debajo del cálido
peso de Gabe. Acomodó las mantas alrededor de su humano y se inclinó
para depositar otro beso en su frente, ya que no había nadie más viéndolo
comportarse tan jodidamente sentimental como se había vuelto en las
últimas horas, aparentemente.
Se detuvo junto a la cama después de encontrar un par limpio de ropa
interior de Gabe para ponerse. Estaba más que tentado de volver a meterse
debajo de las sábanas y presionarse contra el calor constante del hombre,
era como un maldito horno. Pero Soren no tenía tiempo para eso en ese
momento.

Necesitaba información.

Cerró la puerta del dormitorio en silencio detrás de él y bajó las escaleras


hasta la sala de estar. Ferdy estaba en el sofá, su cola se movió ligeramente
al ver a Soren en la entrada.

—Cachorro mimado —murmuró, acercándose para rascarle la cabeza


de todos modos. Era bastante lindo, incluso si era una criatura terriblemente
necesitada. Había que alimentarlo, darle agua, caminarlo y darle cariño.

Cuidar de criaturas mortales era un trabajo de tiempo completo.

Se sentó en el sofá y marcó un número al que se sorprendía que aún podía


recordar de memoria. Una voz suave respondió después de un timbre. —
Soren —Había cierta calidez en el simple saludo.

En todo ese infierno que había sido el refugio de vampiros, solo había una
persona que había hecho que Soren se arrepintiera de haberlo dejado. —Jay.

—¿Está todo bien? —Por supuesto que Jay sabría que algo estaba
pasando. Soren nunca llamaba solo para charlar.

—Todo está bien, Jaybird. Solo me preguntaba cuándo fue la última


vez que viste a Hendrick.

—Oh —Había todo un mundo de comprensión en esa palabra—.


Hace mucho tiempo que no lo veo por aquí. Años.

Interesante.
En el pasado, Hendrick siempre regresaba con su antiguo grupo en los
intervalos en que jugaba a perseguir a Soren. Era la razón principal por la
que Soren nunca había tenido las agallas para lidiar con su ex de manera
más permanente. Hendrick tenía... amigos... del tipo que podrían exigir una
retribución si realmente lo deseaban. Era mucho más fácil huir de un
vampiro desquiciado que tratar de luchar contra todo un maldito trío.

—¿No ha ido a ver a sus hermanos vampiros en lo absoluto? ¿A


Silas? ¿Anton?

Hubo una larga pausa en el otro extremo de la línea. Y luego: —Eso sería
difícil. Ellos… están muertos.

—¿Qué? —Soren no intentó ocultar su sorpresa. Esa era toda una


maldita noticia. Era cierto que él no llamaba con regularidad, pero aun
así…

Jay suspiró al otro lado de la línea. —Silas se volvió salvaje hace unos diez
años. Tuvo que ser aniquilado. Anton se escapó un poco después. Lo último
que supe fue que él mismo se estaba volviendo salvaje. Me imagino que
ahora también está perdido —La voz de Jay se mantuvo suave, pero no
sonaba como si lo sintiera en lo absoluto.

Soren tampoco lo hacía.

Todavía recordaba los primeros días, cuando Hendrick había mostrado por
primera vez sus verdaderos colores, le había suplicado a Silas, quien era el
líder de facto del anclaje de vampiros, por su ayuda. La respuesta del otro
vampiro había sido que así era el orden natural de las cosas. Que Soren le
pertenecía a Hendrick, y por ende podría tratarlo como mejor le pareciera.
Lo había arrastrado de regreso a la casa de Hendrick, diciéndole al otro
vampiro exactamente lo que Soren había hecho.

Soren había tardado semanas en curarse del... castigo que Hendrick le había
impuesto.

—¿Qué hay de Veronique? —preguntó Soren.


—Fue asesinada —Jay respondió y su voz se quebró un poco—.
Cuando dieron de baja a Silas.

—Oh, Jay. Lo lamento —No era exactamente una mentira. Soren se


sentía un poco mal por eso. Veronique había convertido a Jay,
convirtiéndose en su compañera durante siglos y siendo una de las más
decentes de la comunidad. Había dejado que Soren se quedara con ellos
más de una vez cuando Hendrick tenía uno de sus ataques.

Pero ser "uno de los más decentes" no decía mucho, en este caso. Ella
nunca había puesto fin a nada del sufrimiento de Soren, y Soren realmente
no la había perdonado por ser parte de esa comunidad de mierda, de
cualquier forma.

O por haberse aprovechado de la dulzura natural de Jay.

Al menos había tratado a Jay con relativa amabilidad. O, es decir, no siendo


directamente terrible. Pero eso se debía en parte a que era imposible ser
malvado con Jay. Él era el ángel que Hendrick había deseado que Soren
fuera.

Un alma pura y bondadosa. No como Soren.

A Gabe le gusta que seas un mocoso, se recordó Soren.

Suspiró. Aparentemente había llegado a un callejón sin salida, más o


menos. En el pasado, podría haber colgado para este punto, pero una
punzada de conciencia culpable lo hizo permanecer en la línea. —¿Aún
sigues con los demás?

La comunidad fluctuaba en tamaño, y por necesidad, se movían cada pocas


décadas. Pero, por lo que Soren sabía, la pérdida de Silas, Anton y
Veronique podría haber destrozado toda la jerarquía.

—Por ahora —Jay se escuchaba cansado—. Realmente no sé a dónde


más ir. Y todo el mundo me deja prácticamente en paz, incluso después de
la muerte de Vee.
—Podrías ir a cualquier parte, Jay —La voz de Soren reveló su propia
frustración, pero no podía precisamente culparlo. Él mismo sabía cómo era
esa comunidad, el tipo de lavado de cerebro que propinaban. Hacían todo lo
posible para evitar que sus miembros intentaran irse. Hendrick le había
dicho a Soren con bastante frecuencia que los vampiros que intentaban
valerse por sí mismos, se volvían locos. Por supuesto, convenientemente
había omitido la parte de que eventualmente todos se volverían salvajes si
no encontraban a sus compañeros.

Como si volverse loco sería peor que todo lo demás.

—Podrías venir aquí, si eso quisieras. Estoy en Colorado. Hyde Park.


Mi amigo Roman está emparejado con un enfermero del pueblo —Las
palabras salieron de la boca de Soren antes de que se diera cuenta. Cristo,
¿qué estaba diciendo? Ni siquiera tenía su propia casa.

Este pueblo lo estaba ablandando.

—Gracias por la oferta —Jay sonaba bastante sincero, pero Soren


sabía que no vendría. Jay nunca había sido el alma más valiente—. Ten
cuidado, Soren. Con Hendrick.

Se despidieron y Soren se enderezó, rascando las orejas de Ferdy con un


aire ausente. Qué extraño era pensar que tres de sus torturadores habían
muerto o estaban desaparecidos. Y que Jay seguía en ese lugar, siendo parte
de esa jodida comunidad.

—¿Johann? ¿Jay? —No hubo respuesta, pero Soren asomó dentro del
granero de todos modos. Inmediatamente vio un par de pies descalzos y
sucios colgando del costado de un pajar. Manteniendo sus pasos ligeros,
Soren saltó suavemente sobre la escalera y estiró la mano para agarrar uno
de los tobillos delgados.

—Te atrapé —bromeó.


Risitas sonaron desde arriba de él. Era un sonido tan dulce. Las únicas
risas en este lugar solían ser burlonas y poco amables. Soren soltó a su
presa y subió el resto de la escalera, deteniéndose en la parte superior para
observar al vampiro manchado de tierra que tenía delante.

Un par de ojos grises le devolvieron la mirada desde debajo de una


cabellera oscura.

—Soren —Jay lo saludó con bastante calidez, pero había una pizca
de preocupación en sus ojos—. ¿Has venido a quedarte un rato? —Sus ojos
lo recorrieron, el vampiro más joven buscaba señales de alguna herida.

—No me quedaré —Respondió Soren, sentándose a su lado—. ¿Está


Vee por aquí?

Jay se rio de nuevo. —No. ¿Crees que estaría así de sucio si ella lo
estuviera?

Era un punto justo. Veronique era increíblemente exigente con las


apariencias. Jay solo podía satisfacer su amor por la naturaleza cuando la
vampiresa estaba fuera y lejos. —Fue a casa de Silas para una fiesta.
Aunque dijo que podía quedarme aquí. ¿No es eso agradable?

Soren tarareó sin comprometerse. Así era Jay. Agradecido incluso por el
más mínimo detalle de amabilidad. No importaba que, debajo de su
consideración superficial, Vee lo tratara como a cualquier otro sirviente. O
la forma en que a ella no parecía importarle en absoluto que Jay prefiriera
sexualmente a los hombres sobre las mujeres.

Soren sabía que no era el único que había notado cómo Jay miraba a
algunos de los vampiros masculinos en la comunidad. El joven vampiro era
demasiado inocente como para ocultarlo.

—Hendrick también está allí —le dijo Soren—. Están planeando ir a


cazar a la ciudad más tarde.
—Oh —Jay hizo un pequeño puchero, frunciendo los labios como un
arco de Cupido—. ¿Tenemos que ir?

Soren se rio, empujando juguetonamente al otro vampiro con el hombro. —


No, traerán algunos humanos con ellos. Sin embargo, quieren que nos
preparemos para jugar.

—Oh, eso está bien —Jay se recostó encima del montón de heno—.
Eso significa que puedo holgazanear un poco más.

—Jay... —A Soren le costaba mucho pronunciar las palabras—. No


estaré aquí para cuando regresen.

Jay hizo girar un trozo de heno entre sus dedos. —¿Qué quieres decir?

Soren se aclaró la garganta. —Ya no puedo quedarme aquí. Yo


simplemente... no puedo. Me voy.

Jay se incorporó sobresaltado, esparciendo heno en todas las direcciones.


—No puedes irte, Soren. Lo sé, sé que es malo. Sé eso. Pero has oído lo que
les sucede a los vampiros. Te volverás loco. O serás atrapado por los
humanos.

Eso es lo que siempre les habían dicho. Que, si dejaban la comunidad, se


enfrentarían a horribles consecuencias.

Eso era, si los vampiros de la comunidad no los atrapaban y mataban


primero.

Soren negó con la cabeza. —Ya no me lo creo. Nada de eso. Solo… sé que
tiene que ser mejor que esto.

—No tienes que irte. Puedo pedirle a Vee que te ayude más —ofreció
Jay, con ojos suplicantes—. Con Hendrick.

Soren sonrió con tristeza. —Ella es su amiga, Jaybird. No lo hará. Y…


eventualmente él se cansará de esto. De pelear conmigo. Y me matarán. No
me quedaré esperando a que eso suceda.

—¡No lo harían! —Jay lloró—. Yo no los dejaría.

—¿Y cómo los detendrías? —No lo dijo con ninguna mezquindad, y


Soren no tenía la intención de menospreciar al otro vampiro. Pero Jay se
desinfló de inmediato, tal como supuso que pasaría.

El joven vampiro había sido convertido solo una década atrás. Era el
miembro más débil de la comunidad, con bastante diferente. Podría
realmente querer ayudar a Soren, pero no sería capaz de hacerlo. No
realmente.

—Me mantendré en contacto — dijo Soren suavemente—. Te escribiré


si puedo. Solo quería despedirme de ti.

Soren no le pidió a Jay que fuera con él, porque ya sabía que el otro
vampiro nunca se atrevería. La valentía no era un punto fuerte en él. Y
tampoco era el punto fuerte de Soren, ya que estaban.

Pero había llegado el momento.

Soren iba a arriesgarse a todo: soledad, locura, muerte, si eso significaba


una oportunidad de ser libre.
Doce
Gabe
Gabe volvió a colocar las pesas en el soporte con un gruñido, se quitó los
auriculares y detuvo el podcast médico que había estado escuchando. Soren
le había echado un vistazo a su teléfono y a la elección de
acompañamientos para hacer ejercicio, y lo había declarado como “el ser
humano más aburrido del mundo”. Sin embargo, no había mordida real en
su comentario. Especialmente teniendo en cuenta cómo se había quedado en
el garaje, mirando a Gabe descaradamente durante la primera media hora de
su entrenamiento.

La mirada acalorada en los ojos del vampiro casi había sido suficiente para
que Gabe dejara de levantar pesas y optara por un método completamente
diferente para aumentar su ritmo cardíaco... Sin embargo, realmente
necesitaba la descarga de endorfinas de un ejercicio adecuado. El remolino
de ansiedad en su estómago se había estado acumulando desde la confesión
de Soren sobre su pasado. El ex de Soren…

La idea de alguien por ahí queriendo lastimarlo.

Mierda.

Lo que Gabe realmente necesitaba era correr, algo largo y agotador que lo
dejara exprimido y exhausto, pero Soren no quería que saliera de casa.
Estaba más que claro que él no era el único sintiéndose ansioso.

Habían estado encerrados en la casa de Danny durante los últimos días: a


Gabe le habían dado libre un raro fin de semana completo, y Soren lo había
convencido de que llamara al trabajo diciendo que hoy estaba enfermo.
Pero hacer novillos en el trabajo no estaba ayudando en lo absoluto a sus
nervios, y definitivamente no podía seguir así sin meterse en problemas. No
estaba seguro de qué iban a hacer la noche siguiente, cuando tuviera que
regresar a trabajar.

Ugh. De verdad necesitaba correr, maldición.

Estaba pensando en hacer otra ronda, cuando sonó el timbre. Gabe se


limpió rápidamente el exceso de sudor de la frente con una toalla, salió del
garaje de regreso a la casa y se dirigió hacia la puerta principal.

Fue interceptado por una mancha rubia.

Soren estaba en la puerta principal antes de que los ojos de Gabe pudieran
siquiera ajustarse. El vampiro lo miró por encima del hombro con el ceño
fruncido. —Ve a la cocina.

Gabe se rio con incredulidad ante la paranoia de Soren. —Solo es el


domicilio de comida —Argumentó.

—A la cocina, Alteza —Soren entrecerró sus ojos claros en señal de


advertencia.

Gabe suspiró, pero obedeció de todos modos. Era raro. Gabe siempre había
sido el alto y fuerte, más aún después de que comenzó a hacer ejercicio para
lidiar con su ansiedad. Así que nunca antes había tenido un compañero que
actuara de manera protectora con él. La parte más extraña era lo bien que se
sentía. Gabe estaba tan acostumbrado a que la gente esperara que él se
hiciera cargo, que tomara las riendas de las cosas. Pensaba que había
encontrado satisfacción en ser considerado fuerte y capaz. Pero aquí estaba
este pequeño mocoso vampiro, tratando a Gabe como si fuera algo precioso.
Algo que podía romperse.

Gabe no se había sentido cuidado de esta forma desde la muerte de su


padre.

Estaba terminando de beber un vaso de agua cuando Soren entró en la


cocina con las manos llenas de envases de poliestireno con comida para
llevar. Era una cantidad ridícula de comida, considerando que uno de ellos
ni siquiera necesitaba comer. Pero Gabe había aprendido que a Soren le
encantaban los excesos en todas las cosas, incluso en comida humana
innecesaria.

Se dio cuenta de que estaba observándolo fijamente, cuando Soren lo miró


con cautela.

—¿Por qué estás haciéndome ojitos, alteza?

Gabe sonrió inocentemente desde su lugar en la mesa de la cocina. —Por


ninguna razón.

—Hm —Soren puso la comida en la mesa y pasó junto a Gabe para


sacar los cubiertos del cajón.

Aunque fue sutil, Gabe no se perdió la forma en que Soren cerca de él


mientras pasaba, e inhaló profundamente. Él protestó de inmediato. —No.
Estoy sudado. Debo de oler asqueroso.

—Nunca lo haces, alteza —Soren replicó distraídamente—. Siempre


hueles agradable. A limpio.

Algo cálido se desplegó en la boca del estómago de Gabe ante esas palabras
casuales. Soren había estado... más blando... desde la desastrosa noche en
que habían salido de fiesta. Seguía siendo un mocoso sarcástico, por
supuesto, pero se había estado quejando mucho menos cada vez que Gabe
lo abrazaba, y aquí estaba, diciendo incluso cosas espontáneamente dulces,
sin retractarse de inmediato.

Vivir con Soren, compartir este tiempo con él, fue como descubrir que el
tigre del que tanto desconfiaba era en realidad un gato doméstico. Como, un
gato doméstico súper elegante y exótico, claro. Tal vez un Savannah. Pero
no era exactamente el peligroso depredador al que Gabe le había estado
temiendo.

Todo estaba haciéndolo sentir de esta forma tan… El malcriado y “mantente


a distancia” de Soren, era demasiado tentador. Pero, el Soren protector y “te
estoy dejando acercarte a mí” era tan malditamente irresistible.

—¿Entonces, puedo tener un beso? —Gabe preguntó cuándo Soren


regresó con los cubiertos.

—Humano necesitado —Bromeó el vampiro, pero se inclinó de todos


modos.

Gabe se aprovechó de inmediato de su proximidad, sentó al vampiro en su


regazo y lo rodeó con sus brazos.

Soren protestó. —¡Ugh! Todavía estás todo sudoroso y yo estoy usando


seda.

Lo hacía. Con ellos quedándose completamente en casa los últimos días,


Soren se había comprometido completamente con su estética de ropa.
Llevaba un conjunto de pijama de seda azul oscuro que estaba poniendo
severamente a prueba, las capacidades de Gabe para mantener sus manos
tranquilas.

Su vampiro realmente era demasiado hermoso para describirlo con


palabras.

A pesar de sus propias protestas, Soren permaneció sentado en su regazo, y


acercó la comida que estaba sobre la mesa. —Come, humano —ordenó—.
Necesitamos alimentar esos músculos.

Gabe se rio, frotando su nariz contra la parte posterior del cuello suave
como la seda de Soren.

Huh. A los vampiros se les podía poner la piel de gallina, ¿quién lo habría
imaginado?

—¿Me preparas un plato? —preguntó Gabe.

—En serio... que humano tan necesitado —Soren murmuró. Pero ya


estaba apilando para él, pequeños trozos de los diferentes contenedores,
permitiéndole a Gabe concentrar toda su atención en acurrucarse con el
vampiro entre sus brazos.

Gabe nunca antes se había sentido tan atraído a la idea de tocar y ser
tocado.

El sexo siempre había sido una liberación bastante agradable, pero las
demostraciones públicas de afecto —Como el baile y manoseo en el club la
otra noche—, nunca había sido exactamente cosa de Gabe, y no se habría
llamado a sí mismo alguien mimoso. Pero tocar a Soren era un mundo
aparte a tocar a cualquier otra persona. Simplemente lo era.

La voz de Soren atravesó su reflexión. —¿Va a pedirme que te dé de comer


en la boca también, alteza?

Tentador. Muy tentador.

Pero Gabe finalmente liberó uno de sus brazos de la función de mantener a


Soren como su rehén y lo acercó a la comida. Por su parte, Soren no parecía
demasiado interesado en la comida esta vez, contento de sentarse en el
regazo de Gabe mientras cenaba.

—¿Tú, um, también necesitas comer? —Gabe preguntó entre bocado


y bocado—. Quiero decir, como, ¿alimentarte?

Soren se recostó contra él, manteniendo la cabeza a un lado para que Gabe
pudiera llevarse el tenedor a la boca sin interferencias. —Puedo aguantar
unos días más. Te lo haré saber.

Gabe se estremeció un poco al pensar en Soren alimentándose de él otra


vez. Había sido tan intenso, tan placentero. Disfrutó de la idea de volver a
intentarlo en un lugar más privado, uno donde pudieran explorar esas...
sensaciones... más a fondo.

Estaba a la mitad de su comida cuando el timbre volvió a sonar.


Soren inmediatamente se puso rígido entre sus brazos. —¿Estás esperando a
alguien?

—No.

Soren se levantó de su regazo y salió de la cocina en un instante. —Quédate


aquí —Ordenó—. Si te grito que corras, sal por la puerta trasera de
inmediato.

—¿Qué? —Gabe protestó y empujó la comida a un lado —. No voy a


dejarte aquí sin más.

Soren le lanzó una mirada por encima del hombro. —Puedo cuidar de mí
mismo, Alteza. Pero no si estoy distraído preocupándome por ti.

Eso desencadenó una complicada mezcla de emociones en dentro de Gabe.


Siempre había sido fuerte, al menos físicamente, y ahora aquí estaba,
maldiciendo su débil cuerpo humano por no ser más fuerte. Escuchó
atentamente los sonidos de Soren abriendo la puerta principal. Hubo un
suave murmullo de voces; Soren definitivamente no sonaba enojado o
asustado. Y no hubo gritos para que Gabe escapara.

Después de unos momentos más sin ningún drama, Gabe se puso de pie y
asomó la cabeza fuera de la cocina, captando el final del de un: —No pensé
que en realidad vendrías —De Soren—. ¿Cómo nos encontraste?

Estaba hablando con un hombre joven de cabello oscuro, bastante bajo, más
o menos de la misma altura que Soren. Pero mientras que Soren a menudo
daba la impresión de ser más alto a causa de su actitud y la inclinación de
sus botas de tacón, este tipo parecía más bien… delicado. Como una
muñeca de porcelana.

El pequeño hombre se veía herido por las palabras de Soren. —Yo… lo


lamento. Puedo irme.

—No seas tonto —Soren espetó, pasándose una mano por el cabello.
Oh, hombre.

Gabe conocía a su vampiro lo suficientemente bien en este momento para


saber que probablemente no estaba realmente enojado, a pesar de su tono.
Lo más probable es que estuviera abrumado. Gabe observó cómo Soren
miraba fijamente al joven por otro momento antes de suspirar
dramáticamente. —Cristo. Entra.

Gabe ya no pudo contener su propia curiosidad. Salió de la cocina. —


¿Quién es éste?

Soren le lanzó una mirada exasperada. —No te dije que salieras todavía.

El joven se inclinó por un costado del cuerpo de Soren y saludó a Gabe con
la mano. —Hola.

—Hola —Gabe no pudo evitar devolverle el saludo. Este chico era


adorable.

Soren suspiró dramáticamente por segunda vez. —Ambos me están


matando. Gabe, este es Johann. Johann, Gabe.

Johann sonrió brillantemente. —Llámame Jay. No eres uno de nosotros,


¿verdad?

De acuerdo, entonces este era un vampiro, amigo de Soren. Hace unas


semanas, esta situación podría haberlo hecho caer en picada, pero ahora
mismo solo le devolvió una sonrisa. —Me temo que no. Soy un humano
100% certificado

Los ojos de Jay se abrieron de alegría. —Oh. ¡Qué genial! ¡Soren, tienes un
humano!

Soren se cruzó de brazos. —No tengo un humano. Él simplemente es un


humano.
Jay se mordió el labio, luciendo pensativo. —¿Tal vez debería conseguirme
a mi propio humano?

Soren se llevó una mano a la cara. —Jesús, maldito Cristo.

Horas más tarde, Gabe estaba en el sofá con un sándwich entre Ferdy y
Soren, y con Jay acurrucado en uno de los sillones vecinos. Aparentemente,
había comenzado en el hospital y rastreado el olor de Soren hasta allí.
(“Dijiste que la pareja de tu amigo era un enfermero, así que me
arriesgué). Gabe había esperado que los dos quisieran ponerse al día, tal
vez repasar algunos chismes de vampiros, pero Soren parecía
completamente desinteresado en una conversación sincera. Se sentaron
incómodos en la cocina durante cinco minutos antes de que él le preguntara
a Jay de la nada: —¿Te has visto Tiburón?

Y ahora aquí estaban todos ahí, ya en la secuela.

Gabe estaba tratando de mantener su enfoque en el tiburón en la pantalla y


en las inminentes muertes de los estúpidos turistas, pero estaba un poco
distraído. El pequeño vampiro en el sillón vecino estaba haciendo mucho…
ruido. Jadeos y chillidos y uno que otro ocasional, —Oh, no.

Jay atrapó a Gabe mirándolo un momento después, y lo observó con los


ojos muy abiertos. —El océano da mucho miedo, ¿eh?

Gabe no pudo evitarlo. Se rio. —Eres un vampiro. Tienes tu elegante


velocidad sobrenatural. ¿No podrías simplemente... nadar más rápido que
un tiburón?

El pequeño vampiro de cabello oscuro se mordió el labio inferior y se


volvió hacia la pantalla. —Oh, no. No sé nadar.

Gabe alzó una ceja. —No sabes nadar... ¿Qué edad tienes de nuevo?
Soltó un grito cuando el codo de Soren se enterró en su costado. —Calla —
El vampiro lo regañó—. No es su culpa. A Jaybird lo han…sobreprotegido.

Gabe decidió no hacer ningún comentario sobre adorable apodo que Soren
le había puesto a su amigo. —Lo siento. No quise reírme de ti.

Llevarse el pie a la boca no era nada nuevo para él, y sin embargo seguía
sintiéndose bastante mal. Soren le había informado antes, mientras que Jay
se acomodaba en una de las habitaciones de arriba. La comunidad de
vampiros de la que ellos venían, era bastante anticuada. Solían establecerse
en las afueras de las comunidades humanas, manteniéndose mayormente
solos, a menos que fueran a cazar. Las actividades modernas no eran
realmente lo suyo.

Aparentemente tampoco lo eran los días de playa.

—Está bien —Jay lo tranquilizó dulcemente—. Es bastante tonto,


supongo. Más de doscientos años y ni siquiera sé nadar. Soren, ¿quizás
podrías enseñarme alguna vez?

—Uh… claro que sí —Soren se movió torpemente contra Gabe.

Este era un lado de Soren bastante interesante. Estaba claro que le tenía
cariño a su pequeño amigo. Protector, incluso. Pero parecía tener problemas
porque no sabía demostrarlo. Gabe sintió una oleada de calidez hacia su
espinoso y malcriado vampiro. Plantó un beso a un lado de su cabeza rubia,
riéndose cuando Soren lo miró con el ceño fruncido.

—Puedo ayudar —Gabe se ofreció volviéndose hacia Jay—. Soy un


gran nadador.

Gabe no estaba seguro de por qué su oferta hizo que Soren frunciera aún
más el ceño. Solo estaba tratando de ser útil. Podía ver por qué Soren era
tan protector con su amigo. El otro vampiro, quien era más joven —Mierda,
¿Gabe realmente estaba considerando que tener más de doscientos años era
ser más joven?—, se mostraba bastante ingenuo. Y, al menos en la
superficie, parecía dulce como un pastel. Gabe realmente no podía
imaginarse que alguien fuera realmente malo con el chico.

Incluso habiendo aparecido de la nada.

Soren le había dicho a Gabe que había llamado a su viejo amigo para
pedirle información y le había ofrecido un lugar en el cual quedarse sin
esperar que aceptara realmente su oferta: —Qué dulce de tu parte —Le
había dicho Gabe, y Soren le respondió con “Cállate”. Al parecer, el pobre
había perdido a su pareja recientemente.

O al menos, suponía que diez años era algo “reciente” desde el punto de
vista de un vampiro.

El trio terminó la película, completa con la banda sonora añadida por Jay.
Mientras avanzaban los créditos, Jay se levantó del sillón, estirándose. —
Me voy a la cama. Si… ¿les parece bien?

—No tienes que pedir permiso —Le dijo Soren con suavidad.

Jay se sonrojó. —Oh. Cierto. Lo siento, viejos hábitos —Bostezó.


Aparentemente, los vampiros eran capaces de bostezar. Gabe tomó nota de
eso—. He estado despierto durante días —Explicó dándole una mirada a
Gabe—. No quería perderme de nada. ¡Volar en un avión y todo eso!

Soren resopló. —Ya has volado en avión antes, Jaybird.

—Sí, pero nunca yo solo.

Gabe contuvo una risa e hizo un gesto de buenas noches mientras que Jay
subía las escaleras. Le habían dado la antigua habitación de Gabe, ya que,
de todos modos, él había estado durmiendo en la cama de Soren esas
últimas noches.

—Me aseguraré de que tenga todo lo que necesita —Soren se levantó


del sofá y subió corriendo las escaleras detrás del otro vampiro. Había
estado completamente horrorizado al ver que Jay se había aparecido
solamente con una miserable mochila.

—¿No recibiste los fondos de Vee cuando falleció? —Había


preguntado.

—Oh, claro que sí. Tengo dinero —Jay le aseguró—, es solo que no
necesito mucho.

Soren había mirado el atuendo del otro vampiro con escepticismo: una
sudadera andrajosa de un tamaño demasiado grande y un par de pantalones
de lana; sin embargo, no había dicho nada. Esa era otra señal de que
realmente le tenía cariño al otro vampiro. Gabe estaba bastante seguro de
que cualquier otra criatura viviente que usara un atuendo como ese, habría
recibido un comentario fulminante hacia su inexistente sentido de la moda,
y luego se habría visto obligado a cambiarse en el acto.

Gabe se rio para sí mismo pensando en ello y se dirigió a la cocina a buscar


una cerveza.

Voces llegaron del piso superior. —Tu humano es agradable.

Gabe sonrió para sí mismo ante el comentario de Jay, pero su sonrisa


desapareció de su rostro ante la respuesta por parte de Sore. —Él no es mi
humano.

Antes de que el golpe se hundiera por completo, escuchó a Jay protestar. —


¡Pero lo es! Nunca te había visto así. Estabas tan… acurrucado con él.
¿Acaso es tu com…?

Soren lo interrumpió. —Calla. Ya fue suficiente, no arrojes palabras sin


sentido.

Pero Gabe sabía la palabra que Jay había estado a punto de decir.

Compañero.
Gabe lo había pensado. Bastante durante estas últimas semanas, la verdad.
Puede que fuera un poco inconsciente a veces, por supuesto, pero no era un
tonto. Había escuchado suficiente viniendo de Danny, acerca de la atracción
entre compañeros. La forma en que Danny se había sentido seguro con
Roman desde el principio. Podría ser difícil saber qué estaba pensando
Soren, con todas esas paredes que tenía levantadas, pero Gabe se había
sentido cuidado y considerado. Y Soren se había quedado aquí, en Hyde
Park, todo este tiempo, a pesar del hijo de puta que lo perseguía de un lugar
a otro.

Y luego estaban los propios sentimientos de Gabe. La satisfacción


tranquilizadora que sentía al tocar a Soren. La forma en que se había
sentido atraído y fascinado, incluso antes de que hubiera visto todo lo bueno
que había debajo del exterior malcriado de Soren.

Compañeros.

La idea no le parecía tan ridícula.

Gabe levantó la vista justo cuando Soren entró en la cocina. —Entonces,


¿Nosotros vamos a comenzar nuestra propia comunidad vampírica?

Soren le dirigió una mirada extraña. —¿Nosotros?

Gabe no sabía qué decir a eso. Quería preguntarle sobre los compañeros,
sobre adónde iba esto que había entre ellos, pero tenía miedo de interrumpir
este nuevo y frágil vínculo que estaba naciendo. Temía que su corazón se
partiera por la mitad si Soren se reía de él o simplemente le decía que no.

Soren lo miró desde la puerta. —Te gusta —dijo, cruzando los brazos sobre
el pecho. Sonaba como a una acusación.

—Claro —Respondió él con facilidad—. Es muy dulce.

—Dulce —Repitió Soren con frialdad.


De repente, Gabe se sentía como si estuviera caminando sobre una capa de
hielo muy delgado, y no estaba del todo seguro de cómo había llegado a ese
punto. —¿No… lo es?

—No —Soren frunció los labios—. Sí que lo es —Caminó hacia


Gabe, robándole un sorbo de su cerveza.

Lo miró con cautela.

—Yo no lo soy —Finalmente dijo el vampiro.

—¿No eres qué? —Preguntó Gabe.

—Dulce —Dijo como si fuera una maldición.

—Lo eres para mí —Era raro que Soren se sonrojara. Gabe estaba
fascinado por el tenue color rosa que se deslizaba sobre sus mejillas hasta la
punta de sus orejas.

Su vampiro. Su compañero, si quería ir hasta ese punto.

¿Gabe quería ir a ese punto?

Soren se acercó y hundió la cara en el pecho de Gabe. Probablemente para


ocultar su sonrojo, pero él mismo agradeció el contacto de todos modos,
frotando sus manos suavemente sobre la espalda de Soren.

—Él solía llamarme “ángel” —La declaración se escuchó


amortiguada—. Se enfadaba cuando yo no lo era.

Hendrick. Ese maldito hijo de puta.

Gabe abrazó a Soren con más fuerza. —Y, sin embargo, yo no estoy
buscando a un ángel.

Soren echó la cabeza hacia atrás y lo miró fijamente. —¿Qué estás


buscando, entonces?
Sonrió. —Yo no busco nada. Solo… tan solo me gusta tenerte cerca de mí.
Eres mejor que cualquier ángel hipotético, mocoso.

Soren le frunció el ceño. —Cursi —lo acusó—. Demasiado cursi como para
describirlo. Deberías sentirte avergonzado.

Y, sin embargo, no se apartó de los brazos de Gabe.


Trece
Soren
Soren tomó un pequeño sorbo de su soda con vodka. No era su bebida
preferida, pero no confiaba en este lugar para hacerle algo más complicado
que eso. Este bar definitivamente no era uno de sus lugares habituales, con
su personal hosco y la colección de letreros neón de mal gusto, que
anunciaban marcas de cervezas mediocres. Pero estaba tratando de
mantenerse lo más lejos posible de la casa de Danny sin salir de los límites
de la ciudad.

Había estado toda la noche bebiendo y coqueteando por esta parte de la


ciudad. Debería haber sido divertido, y quizás en el pasado lo habría sido,
pero ahora era simplemente… tedioso. No tenía el corazón para coquetear.
Ninguna intención real. Ni siquiera por el bien de la caza.

El vampiro interior de Soren seguía estando interesado únicamente en una


presa en particular.

No era como si a Soren de repente le haya dejado de gustar las salidas:


bailar y coquetear con Gabe a su lado había sido todo un placer. Había
disfrutado de poder estudiar las reacciones de su humano hacia Soren y
hacia otros hombres. Y luego la increíble satisfacción de ser quien lo llevara
a casa al final de la noche… Pero, ahora mismo Gabe estaba en su estúpido
trabajo.

Junto a Jay para mayor protección, por supuesto.

En teoría, debería haber sido Soren el que estuviera con él, pero había
esperado que, de esa forma, evitara llamar la atención sobre su humano: si
Hendrick no había visto de cerca a Gabe esa noche, entonces sería mejor
que no los viera juntos. Y si bien Jay no sería una gran defensa contra
Hendrick, seguía siendo más fuerte que cualquier humano, y con suerte,
podría detener al vampiro el tiempo suficiente como para que Soren llegara
allí.

Al menos, eso era lo que esperaba. Le preocupaba estar poniendo


demasiado peso en la lealtad de Jay hacia él, considerando que esta era la
primera vez que Jay estaba fuera de esa maldita comunidad. Se sorprendió a
sí mismo mordiéndose las uñas y metió la mano libre debajo de su muslo,
molesto por su propio tic nervioso.

¿Estaba cometiendo un error? Pero Jay siempre había odiado a Hendrick.


Nunca pudo entender por qué Hendrick disfrutaba tanto lastimando a Soren,
el por qué no era más cuidadoso con él, tal como Vee lo había sido con Jay.
Soren contaba con que ese odio ayudara a su amigo a mantenerse firme.

Tomó otro sorbo de su bebida. Estaría bien. Gabe estaría bien.

Y Jay había estado más que feliz de ayudar, tan cariñoso como era.
Además, no era amenazante y era lo suficientemente adorable como para
que Gabe estuviera seguro de que Jay podría salirse con la suya al merodear
en la cafetería del hospital toda la noche, sin despertar demasiadas
sospechas.

Soren estaba haciendo un gran esfuerzo por no sentirse amargado por todo
eso. Por la facilidad con la que Gabe y Jay interactuaban el uno con el otro.
Era dolorosamente consciente de que todo esto era su propia mierda
inducida por el trauma. Gabe había hecho más de lo que le correspondía al
asegurarle, tanto verbalmente como de otras maneras, que le gustaba Soren
tal como era. Y no estaba siendo sutil al respecto: tener a Jay cerca
aparentemente no hacía absolutamente nada para evitar que Gabe quisiera
tocar y abrazar a Soren todo el tiempo.

Y a Soren le estaba costando siquiera fingir que estaba molesto por eso. Le
gustaba ser tocado por su humano. Le gustaba ser sostenido por Gabe.

Soren nunca pensó que podría estar tan contento atrapado en la misma casa
aburrida durante días. Pero Gabe tenía una manera de hacer que quedarse
quieto fuera algo fácil… la primera vez sobre la larga existencia de Soren.

Jugueteó con su pajita, tratando de alejar sus pensamientos de su humano.


Había una razón aún mejor para que Jay fuera con Gabe en su lugar.
Hendrick puede que haya sido celoso en el pasado, pero su obsesión y
fijación seguía siendo principalmente Soren. Si Gabe tenía que salir de casa,
Soren quería estar lo más lejos posible de él.

Aún mejor si Soren podía atraer a Hendrick él mismo.

Intentó llamar al mismo número del que había estado recibiendo todos esos
malditos mensajes de texto, pero Hendrick lo había bloqueado o había
tirado el teléfono desechable que había estado usando para jugar con Soren.
Ese era otro aspecto de sus juegos mentales sin sentido, no había duda. “No
me llames, yo te llamo”.

Y aquí estaba Soren, soportando todos estos bares y coqueteos vacíos, solo
para atraer la atención de Hendrick y, con suerte, quitar su atención de
encima de Gabe, si es que había estado sobre él en primer lugar. Pero en
este punto, estaba empezando a pensar que solo se había imaginado la cara
de Hendrick la otra noche. Estaba demasiado acostumbrado a temer el verlo
en todos los rincones; aparentemente, había comenzado a conjurarlo en su
mente también.

Soren tomó otro sorbo de su soda con vodka, tratando de encontrar fuerza
en sí mismo para buscar en la barra a alguien a quien pudiera mirar de
forma exagerada. Era difícil concentrarse en el presente, cuando todas sus
acciones actuales estaban tan ligadas a su pasado.

El comienzo de la nueva existencia de Soren no había sido tan malo.

Fue más confuso que otra cosa. La verdad es que ni siquiera recordaba
haber muerto. Hubo una voz en la oscuridad, una aguda mordida de placer y
luego la agonía insoportable. Pero eso solo fue un momento, luego Soren
perdió el conocimiento con bastante rapidez.
Después de todo, aparte de las punzadas de hambre, nunca antes había
conocido el dolor para ese momento de su vida.

No, el dolor real vendría después.

—¿Estás despierto, ángel?

Soren abrió los ojos y se vio en una habitación con poca luz. Estaba sobre
una cama mucho más suave que cualquier otra en la que hubiera estado
antes, la textura sedosa de las sábanas contra su piel era una sensación
extraña.

Había un hombre apuesto sentado a su lado, su cabello un poco más oscuro


que el de Soren; era grande y ancho y vestido con ropa fina.

Soren parpadeó. ¿Ángel? ¿El hombre se estaba refiriendo a él?. —¿En


dónde estoy?

El hombre le sonrió, con todos sus dientes. Esa no podía llamarse


exactamente una cálida sonrisa, pero Soren había visto cosas peores. —
Estás en casa —respondió, como si fuera algo obvio.

—Esta no es mi casa.

Definitivamente no lo era. En donde Soren vivía no era tan agradable como


esto. Su familia eran campesinos, y él era el cuarto de seis hijos; rara vez
tenían suficiente comida para llevar a la mesa, y mucho menos plata para
poner debajo de ella.

Le dio otra sonrisa. —Ahora lo es. Te he estado observando, pequeño


Soren. Incluso nos hemos conocido antes, aunque me aseguré de que no lo
recordaras. Conozco las cosas que anhelas.

Soren lo dudaba. Además del hecho de que definitivamente nunca había


conocido a este hombre… él tampoco podría saber sus anhelos. Nadie
sabía con lo que Soren soñaba por las noches, con los hombres a los que
soñaba tocar.

Así que Soren guardó silencio, no queriendo revelar nada. Más que eso,
estaba... distraído. Había un zumbido bajo su piel. Una picazón por algo, y
no sabía qué. La sensación se estaba construyendo y creciendo en un grado
abrumador con cada momento que estaba despierto.

—Ah —El hombre le dirigió una mirada de complicidad—. Debes


estar hambriento. No te preocupes, he traído a alguien para ti.

Hizo un gesto hacia la esquina, en donde una mujer con una mirada en
blanco en su rostro estaba sentada con una quietud antinatural. —No te
preocupes —El hombre le dijo suavemente—. Ella no peleará. Puedes
dejarlo salir.

Soren no sabía a qué se refería el extraño. ¿Dejar salir qué? No se movió.

—Vamos —Le ofreció el hombre—. Te ayudaré.

Se movió increíblemente rápido justo al lado de la mujer, empujando su


manga hacia atrás y dejándole al descubierto la muñeca. Se inclinó sobre
ella, con los anchos hombros encorvados, y su cabello rubio oscuro
cayéndole sobre la cara y ocultándolo de la vista.

Soren muy rápidamente comenzó a oler la sangre.

Solo que... la sangre nunca antes había olido tan tentadoramente. Las
familiares notas metálicas, sí, pero también una riqueza... una especie...

¿Por qué olía tan bien? A Soren se le cortó la respiración cuando sintió que
se avecinaba un cambio. Esa abrumadora sensación creció y creció hasta
que sintió que algo más aparecía en primer plano.

Era él mismo, pero no era él mismo a su vez.


Luego se levantó y cruzó la habitación, y su boca estaba cubriendo ese
suave río de sangre, bebiendo profundamente. Grandes y golosos tragos,

—Bien —Murmuró el hombre desde su lugar junto a Soren—. Muy


bien. Lo haremos muy bien juntos, ángel.

Soren se humedeció los labios ensangrentados. —¿Quién eres tú?

Esa sonrisa llena de dientes se volvió aún más siniestra con los colmillos
brillando a la luz de las velas. —Soy tu nuevo maestro, ángel. Puedes
llamarme Hendrick.

Soren había matado a esa pobre mujer al final, la había bebido hasta dejarla
seca. Había sido demasiado nuevo y había estado demasiado hambriento
para conocer algo mejor, y Hendrick no había tenido prisa por enseñarle el
autocontrol adecuado. Los humanos eran prescindibles para el vampiro. No
le había molestado los excesos de Soren, o cualquier destrucción que dejara
a su paso.

A él le tomó muy poco tiempo en su nueva vida el darse cuenta de que


estaba destinado a ser visto, no escuchado. Y mucho más tiempo para que
comprendiera lo asfixiante que era, con su nueva y mejorada condición.

Al principio no había tendió sentido. La suya nunca había sido una vida
llena de opciones y posibilidades. Fue pobre y medio muerto de hambre,
acostumbrado durante mucho tiempo a cumplir con las expectativas de
otras personas: ¿qué sería otra persona más diciéndole que hacer?

Pero, eso era algo que Hendrick y la comunidad no tenían en cuenta al


convertir a alguien. El cambio… desatar el vampiro interior de alguien, —
su demonio, como Roman lo llamaba— hacía más que solamente provocar
la sed de sangre. También amplificaba ciertas partes de su personalidad,
todos esos anhelos internos recibían una nueva vida. Para algunos, como los
de esa comunidad de mierda, amplificaba su perversidad, la crueldad…
Pero para Soren...

Soren ansiaba el placer, exceso en todas las cosas. Y la búsqueda del placer
requería libertad. Quería sentir, pensar y decir lo que quisiera. Le había
llevado muchos años darse cuenta por completo.

Y una sola noche para que Hendrick se lo sacara a golpes.

Por lo menos temporalmente. El ciclo continuaría durante décadas. Hasta


que Soren no pudo soportarlo más y se echó a correr. Huyó. Y siguió
huyendo.

—Cristo —Soren suspiró. Estaba siendo jodidamente sensiblero,


obsesionándose con el pasado. Revisó el último mensaje de texto de Jay,
sus labios se curvaron ante el entusiasmo desenfrenado de su amigo.

Sin Hendrick. ¡Pero tantos humanos! Una viejita me llamó adorable.


¡Me encanta el hospital!

Esto no tenía sentido. Soren se bebió el resto de su bebida de un sorbo y sin


nada de gracia. Iba a regresar a casa, abrazaría a ese tonto cachorro y
esperaría como un idiota a que su humano regresara.

—¿Otro? —preguntó el cantinero.

Antes de que Soren pudiera responder, lo sintió: una oleada de frío, una
tensión nueva y siniestra en el aire. Un odiado olor familiar.

—Yo pago esta ronda.

Soren se estremeció.

El hombre que se sentaba en el taburete de la barra junto a él, era alto y de


hombros anchos, su cabello rubio oscuro peinado cuidadosamente hacia
atrás sobre una cara rubicunda. Alguna vez, Soren lo había considerado
atractivo, justo antes de descubrir toda la fealdad que se ocultaba debajo.
Tal vez convertirse en vampiro fue lo que había corrompido a Hendrick, o
quizás la cultura tóxica de la comunidad, pero Soren tenía la sensación de
que siempre había estado podrido por dentro.

—Fuiste mucho más fácil de encontrar esta vez, ángel —Hendrick


murmuró, empujando la nueva bebida hacia Soren—. ¿Estás echando
raíces?

—Es solo un lugar para descansar un rato —Soren odió lo pequeña


que salió su voz, el tintineo familiar de los nervios en su estómago. Odiaba
que Hendrick todavía tuviera ese efecto en él, después de todo este tiempo.

—Mm. Con ese amigo tuyo.

La respuesta de Soren quedó atrapada en su garganta mientras que su sangre


se helaba. ¿Hendrick se estaba refiriendo a Gabe? ¿Los había estado
observando en la casa?

—Sabes… —continuó Hendrick, tamborileando con los dedos sobre


la barra—. Es bueno que el vampiro haya encontrado a su pareja. De lo
contrario, podría sentirme un poco celoso en estos momentos.

El alivio inundó a Soren.

Roman. Se estaba refiriendo a Roman.

Anteriormente, el amigo de Soren había sido una fijación de Hendrick,


aunque Soren nunca le había permitido acercarse.

Hendrick no se había notado a Gabe.

Pero el alivio de Soren duró muy poco. Hendrick había mencionado al


compañero de Roman. Cristo. Odiaba la idea de que su ex supiera de
Danny. El dulce compañero de su amigo era dulce, adorable y de corazón
puro: no iba a dejar que Hendrick se le acercara.

Se sentó insoportablemente quieto, tratando de resistir el impulso de


morderse las uñas. Estaba sucediendo, exactamente como él había temido.
La presencia de Soren estaba contaminando a sus amigos con la atención de
Hendrick.

Es por esto que no te puedes quedar. Es por esto que tienes que irte…

—¿Qué quieres, Hendrick? —Finalmente se movió, empujando la


bebida no deseada a un lado.

El otro vampiro se rio entre dientes y el sonido irritó los nervios tensos de
Soren. —Quiero lo mismo que siempre deseo, ángel. Comprobar las cosas
contigo. Recordarte a quién perteneces.

A quién Soren le pertenecía.

Y así, los nervios de Soren lo abandonaron. Estaba tan jodidamente


cansado de esto. De estos estúpidos juegos. De este viaje de poder tan
mierda. —¿Por qué no puedes simplemente dejarme jodidamente solo? —
gruñó, girando su taburete para encararlo completamente.

Los hombros de Hendrick se tensaron. —No me gusta tu actitud, ángel.

Nunca le gustaba.

Pero este no era el lugar para esta confrontación en particular; el bar todavía
estaba bastante lleno, y Soren sabía que Danny, y probablemente también
Gabe, estarían molestos si humanos resultaban herido por culpa de un fuego
cruzado.

Así que, Soren se levantó de su asiento, dejando su bebida aún llena en el


mostrador. No quería aceptar nada que viniera de Hendrick, ni siquiera un
mísero cóctel. —Vayamos a dar un paseo —sugirió.

Los ojos oscuros de Hendrick brillaron. —Qué idea tan encantadora.

El hijo de puta pensaba que había ganado esta ronda, que Soren estaba
cediendo a sus demandas.

Déjenlo que piense eso.


Salieron del bar y Soren los dirigió hacia un parque cercano. Hendrick se
cernía sobre él mientras caminaban, pero no hizo ningún movimiento para
tocarlo. Eso no era una sorpresa, porque Hendrick solo lo tocaba para follar
o pelear. De lo contrario, Soren no le servía de nada. No servía para ninguna
conexión más allá de lo sexual o lo violento.

El parque estaba vacío tan tarde en la noche, la estructura de un juego para


niños abandonado se veía positivamente espeluznante a la luz de la luna.
Hendrick se detuvo en el borde, con las manos en los bolsillos de los
pantalones. —Esto es muy lindo y todo, ángel. Pero estaba pensando en un
lugar más... privado.

Por supuesto que lo hacía. Y en el pasado, Soren podría haberlo permitido.


Una noche de dolor y humillación a cambio de unos años más de libertad.

Pero no quería las manos de este vicioso cretino sobre él, nunca más. — No
voy a ir a ninguna parte contigo, Hendrick.

Los delgados labios de Hendrick se apretaron con fuerza. —¿Nos estamos


sintiendo rebeldes, ángel? Carece de sentido. Ya sabes cómo terminará esto.

Soren negó con la cabeza, ampliando casualmente su postura. —No esta


vez. No te debo nada, y ya no tienes a tu pequeño escuadrón de mierda para
respaldarte. He terminado con esto.

—Creo que descubrirás que me lo debes todo —Gruñó Hendrick.

El vampiro, siendo un idiota agresivo, se abalanzó de inmediato y derribó a


Soren en el suelo. Pero Soren estaba listo para él. Su respuesta violenta no
era ninguna sorpresa. A Hendrick nunca le había gustado hablar de las
cosas, prefiriendo usar su fuerza física para ganar sus argumentos. ¿Por qué
usar palabras cuando sus puños podían hablar por él?

Soren tenía las manos extendidas y listas, arañándole la cara al otro vampiro
y apuntando directo a sus ojos. Hendrick esquivó el movimiento, sus
colmillos salieron y esos turbios ojos marrones se volvieron completamente
negros.
Soren gritó cuando el imbécil le mordió el hombro, sin beber, solo para
desgarrar la carne. Se las arregló para clavar un rodillazo en las pelotas del
vampiro, pero Hendrick solo gruñó y apretó sus brazos alrededor de él.

Soren notó que se le rompían las costillas. Maldita sea. Las costillas rotas
eran de lo peor.

Empujó su palma hacia arriba con todas sus fuerzas, apuntando una vez más
a la cara de Hendrick. Escuchó un crujido increíblemente satisfactorio y rio
histéricamente cuando la sangre de la nariz ahora rota de Hendrick salpicó
su rostro.

El ataque del otro vampiro se detuvo en un instante. Revoloteó sobre el


cuerpo de Soren, aturdido. —Maldita seas, Soren.

Soren se rio a través del dolor. Haber extraído sangre de Hendrick era un
subidón que nunca se imaginó que necesitaba. —¿Ya no más “ángel”?

Hendrick maldijo y saltó, llevándose una mano a la nariz, frunciendo el


ceño a Soren mientras volvía a colocarse el hueso en su lugar. No tardaría
mucho en sanar, pero aún se sentía complacido con esa vista.

Se miraron el uno al otro, Soren preparándose para otro ataque. Pero,


finalmente, Hendrick suspiró y se limpió la mano ensangrentada sobre su
camisa. —Me siento muy decepcionado de ti, ángel. Muy decepcionado.

Y luego se fue.
Catorce
Gabe
Gabe agarró el volante con dedos tensos, tenía la mente apenas enfocada en
la avalancha de palabras que venían del pequeño vampiro a su lado. Jay
estaba entusiasmado con todos los alimentos que había probado en la
cafetería del hospital, lo cual, dadas las doce horas que había tenido para
experimentar, aparentemente era bastante. Actualmente estaba revisando los
diferentes méritos de cada tipo de dulce de las máquinas expendedoras.

Gabe solo podía asumir que uno de los superpoderes vampíricos menos
conocidos era el no tener dolor de estómago por toda la comida chatarra que
había consumido.

Por su parte, Gabe estaba luchando por mantener los ojos abiertos, haciendo
todo lo posible para que Jay y él regresaran a casa en una sola pieza. El
trabajo había sido más que agotador, y apenas acababa de terminar. Dos de
sus pacientes habían entrado en estado crítico esa noche, y él había tenido
que ejecutar códigos9 en ambos casos. Uno había superado el CPR, y el
otro...

Bueno, el otro no.

Gabe sabía, él sabía, que así eran las cosas a veces. Sabía que había un
increíble equipo de profesionales de la salud trabajando para mantener a
todos con vida, y que aún así, eso no era suficiente. Sin embargo, a pesar de
saberlo, lo seguía odiando con cada fibra de su ser.

Se sentía como perder. Y él odiaba perder.

Y se alegraba de la compañía de Jay; realmente lo hacía. Estaba


especialmente contento de tener una carabina que le permitiera a Soren
sentirse cómodo con él yendo a trabajar. Pero, a pesar de lo dulce que era el
vampiro de cabello oscuro, él no era a quien Gabe quería a su lado después
de la noche que había tenido.

Gabe quería a Soren.

Quería el toque calmante de su vampiro. Quería su fácil comprensión de las


emociones desordenadas en su interior. Incluso quería que le digiera idiota,
por esperar ganar todas las batallas contra la muerte en la UCI.

Pero Soren no estaba con él. Tenía mejores cosas que hacer que ser un
niñero, aparentemente.

Gabe no estaba seguro de qué había hecho Soren exactamente mientras que
él estaba en el trabajo. Le había dicho a Gabe que no se alimentaría de
nadie más, pero… ¿seguramente se sentía inquieto, atrapado en casa con él
durante días y días? Tal vez Soren necesitaba algo de variedad. Tal vez
estaba cuestionándose todo el tiempo que pasaba con un humano aburrido.

O tal vez solo necesitaba un poco de espacio para respirar y pasó el día
tejiendo un nuevo atuendo y corriendo con el perro. Tal vez solo estás
siendo un desastre increíblemente inseguro y pegajoso, se burló el cerebro
de Gabe.

Suspiró, sus dedos apretando el volante. Estaba portándose increíblemente


inseguro. Tal vez podría convencer a su vampiro de volver a sentarse en su
regazo para la cena. O… ¿el desayuno? Gabe nunca estaba muy seguro de
cómo llamar a sus comidas antes de dormir, luego de terminar uno de los
turnos nocturnos.

Lo llamara como lo llamara, Gabe quería abrazar a Soren mientras comía.

Ferdy los recibió en la puerta, gimiendo angustiado. Gabe le frotó las


orejas. —¿Qué sucede, cachorro?

—Hola, perro —Saludó Jay al lado de Gabe, dirigiéndose al cachorro.


Aparentemente, no había pasado mucho tiempo con los animales en el
pasado, y estaba tratando de descubrir lo que él llamaba “el arte de la
etiqueta de las mascotas”

—Están en casa —La voz de Soren sonó desde la sala de estar.

Gabe entró corriendo, sin importarle si parecía demasiado ansioso, pero se


detuvo en seco al ver a su vampiro tirado en el sofá.

La ropa de Soren estaba hecha un desastre, su cabello rubio estaba


desordenado y… todo su rostro estaba cubierto de sangre.

Parecía un puto extra de una película de terror de serie B.

Soren los saludó con un gesto irónico, sus ojos claros extrañamente vacíos.
—Oh, no se preocupen —Dijo arrastrando las palabras y señalando el
desorden—. No es mía. Al menos no en su mayoría.

—¿Qué diablos te pasó? —Gabe era consciente de que su voz sonaba


demasiado alta. Ni siquiera sabía por qué estaba haciendo la pregunta... Ya
conocía la respuesta. Gabe solo sabía de una persona que querría lastimar a
Soren. Solo uno que sería capaz de hacerlo.

Bueno, dos, si contaban a Lucien, pero ese psicópata no había mostrado su


rostro en más de un año, por lo que Gabe realmente no pensaba que alguien
al azar podría aparecerse y comenzar a causar estragos.

Gabe caminó con cuidado hacia el sofá, arrodillándose frente al cuerpo


reclinado de Soren. —Bebé.

Los ojos de Soren se suavizaron, parte de esa inexpresividad lo abandonó.


—Alteza.

—¿Dónde estás herido? —Gabe hizo todo lo posible para medir el


daño con los ojos, pero la sangre en todo el rostro de Soren lo estaba
distrayendo bastante.
Soren se encogió de hombros en respuesta. El movimiento llamó la
atención sobre su hombro derecho. Su camisa en ese punto estaba rasgada,
la carne destrozada, parecía como si hubiera sido mutilado por un puto
animal

Gabe se aclaró la garganta. —¿Él... bebió de ti?

—No —Respondió Soren en voz baja. Estaba mirando a Gabe, como


si no pudiera tener suficiente de verlo—. Solo quería dañarme.

Sintió un poco de consuelo en eso, Danny le había dicho que las


mordeduras entre vampiros eran una forma de intimidad, una que Gabe
estaba seguro de que Soren no querría que le fuera impuesto; pero, era
difícil manejar demasiado alivio cuando su vampiro seguía estando
claramente herido.

Mierda.

Gabe estaba acostumbrado a pensar en Soren como prácticamente


invencible. Escuchar sobre su pasado no era lo mismo que ver la evidencia.
Este era el mismo pequeño monstruo que había ahuyentado a Lucien, a
pesar de ser prácticamente la mitad del tamaño del otro vampiro.

Soren alargó una mano, acariciando ligeramente la mejilla de Gabe. —Eres


médico en la UCI, Alteza. ¿No has presenciado cosas peores?

Gabe negó con la cabeza. —No con alguien que me importa. No desde...
desde mi padre.

Cuando Danny fue atacado un año atrás, Roman y Soren no lo habían


dejado verlo hasta que estuvo limpio y presentable. Al parecer, les
preocupaba que Gabe tuviera un "colapso completo y absoluto", tal como lo
había dicho Soren.

Tenía que admitir que esa precaución no carecía totalmente de mérito.


Soren suspiró suavemente, su dedo seguía trazando el rostro de Gabe. —Es
solo el hombro, de verdad. Además de un par de costillas rotas. Estaba
esperando a que se curaran solas antes de lavar todo… esto —Hizo un gesto
hacia la sangre que cubría su rostro.

—Iré a por un paño —Se ofreció Jay desde la puerta. Gabe se volvió
con un sobresalto. Incluso se había olvidado de que Jay seguía ahí.      

El otro vampiro parecía relativamente imperturbable por el rostro


ensangrentado de Soren. Este era el mismo Jay que aparentemente se había
quedado boquiabierto con los diferentes sabores de los dulces Starburst.
Gabe no quería pensar qué significaba su actitud indiferente hacia la
apariencia de Soren, y lo que los dos habían visto juntos dentro de esa
maldita comunidad de vampiros.

Gabe se volvió hacia Soren. Su vampiro estaba sonriendo ampliamente. Esa


misma sonrisa que Gabe había encontrado una vez tan desconcertante lucía
aún más inquietante con su cara manchada de sangre. —¿Por qué sonríes?
—Preguntó Gabe bruscamente, cuestionándose si debería de estar
preocupándose por una lesión cerebral—. Te ves como un maldito animal
atropellado.

—Me defendí —Respondió Soren alegremente—. Esta vez me


defendí.

—¿Esto es algo así al estilo de “deberías ver como quedó el otro


tipo”?

—No —La sonrisa de Soren se desvaneció y frunció los labios—. Le


rompí la nariz y le lastimé las pelotas, pero probablemente ya esté
completamente curado. Aún así —Sonrió de nuevo—. Nunca antes me
había defendido de él. No así.

A Gabe le dolió el corazón escucharlo. —¿Por qué lo hiciste esta vez?

Soren abrió la boca para responder, pero volvió a cerrarla cuando Jay
regresó con una toalla húmeda en la mano. Gabe la tomó y comenzó a
limpiar la cara de Soren con ella, con mucho cuidado y usando
movimientos suaves. Los cuidados en cama eran una cosa más de Danny,
pero Gabe podía ser amable si era requerido.

Él podía ser amable con Soren.

Seguía creyendo a medias que su vampiro realmente no tenía cortes propios


bajo todo el desastre sangriento. Pero el rostro limpio de Soren estaba
intacto y sin magulladuras.

Hermoso.

Soren lo observó durante todo el proceso, tenía una ternura en su mirada


que hizo que a Gabe le doliera el pecho.

Cuando hubo limpiado la cara de Soren lo mejor que pudo, Gabe dejó a un
lado la toalla sucia. No estaba seguro de a dónde se había ido Jay, pero esa
no era su principal preocupación en estos momentos. —¿Cómo están tus
costillas? —Preguntó.

Soren se movió experimentalmente sobre el sofá. —Ahora están bien.

—Deberíamos lavarte apropiadamente. No quiero nada de la sangre


de ese imbécil sobre ti.

Soren le resopló. —Bueno, yo tampoco. Obviamente. ¿Te bañas conmigo?

—Estás…

—Me encuentro bien —Soren lo tranquilizó, enderezándose y


sentándose—. Por una vez soy yo el que quiere mimos —Disparó una
sonrisa hacia Gabe—. Aprovecha mientras puedas.

Bueno, cuando lo ponía de esa manera.

Gabe se dejó llevar al piso de arriba.


Gabe pasó los dedos por debajo del agua, probando la temperatura. Trató de
ignorar la forma en que su mano temblaba visiblemente bajo el chorro
caliente. El nudo que se arremolinaba en su estómago había regresado con
fuerza.

Sentía demasiadas cosas —ansiedad, enojo, frustración—, como para


decidirse por una sola emoción que no fuera simplemente "mala".

La cuestión era que Gabe conocía la respuesta verdadera a este tipo de líos
emocionales: evasión. Era lo que había hecho con Danny y su madre:
interactuar solo con las emociones superficiales, negar cualquier cosa
negativa, alejar a cualquier persona que amenazara con adentrarse más
profundo. Pero Gabe no quería hacer esas cosas con Soren.

Él no quería ser esa persona.

Durante mucho tiempo, se había centrado en ser capaz en el trabajo, en ser


una persona en la que sus pacientes pudieran confiar… pero no era nadie
más. Y eso ya no era suficiente. Gabe quería ser alguien con quien
pudieran contar las personas que le importaban.

Pero... ¿y si esto se convirtiera en otro ataque de pánico en toda su regla?


¿Qué pasaría si sucedía frente a Soren, y la persona a la que se suponía que
Gabe debía consolar, terminaba consolándolo a él? Gabe no podía proteger
a Soren físicamente; no podía ser fuerte para él emocionalmente. Entonces,
¿Cuál era el punto?

Inútil. Él era un inútil.

—¿Alteza?

Gabe se volvió y encontró a Soren de pie en la puerta, con una toalla


colgada de las caderas. El vampiro se había enjuagado en la ducha del baño
principal, tratando de quitarse el resto de la sangre antes de entrar en la
bañera. Era tan hermoso, incluso con la dolorosa visión de su hombro
destrozado a la vista.

Ese hombro. Gabe miró la herida críticamente. Parecía que ya se había


curado sustancialmente en el poco tiempo que Soren se había estado
duchando. Había una piel rosa brillante alrededor de los bordes que debería
haber tardado días o incluso una semana en crecer de forma natural.

Puede que Gabe no supiera cómo funcionaba la curación vampírica de


Soren, pero Soren tenía razón en algo: el cuerpo de un vampiro era mucho
menos frágil que el de un humano.

Observó cómo Soren entraba con gracia en el baño, deslizándose hacia


donde Gabe estaba sentado en el borde de la bañera. Tan pronto como el
vampiro estuvo a su alcance, envolvió sus brazos alrededor de las esbeltas
caderas y enterró el rostro en la suave piel pálida del estómago de Soren.

Suspiró satisfecho cuando Soren comenzó a pasarle los dedos por los rizos.
El nudo en el estómago de Gabe se estaba disolviendo lentamente. Pero aun
así…

—Estás temblando, Alteza. ¿Qué ocurre?

Gabe levantó la cabeza y observó esos pálidos ojos azules. —¿A qué te
refieres con “Qué ocurre”? Él te lastimó.

—Ah —Soren continuó acariciándolo suavemente—. Eso te molesta.


No me di cuenta de que... te importaba... tanto —Dudó sobre sus palabras.
Una cosa rara tratándose del vampiro de Gabe.

Gabe volvió a agachar la cabeza, confiando en que Soren descifraría su


respuesta amortiguada. —Tal vez me he acostumbrado a ti o algo así.

Soren se rio entre dientes, pero después de un momento, el movimiento de


su mano se detuvo. —Sabes… —su voz sonó más fuerte que antes—. No
soy una damisela. Fui herido. Me recuperaré. Por primera vez, di lo mejor
de mí.
—Alguien puede preocuparse por ti… enojarse cuando eres
lastimado, sin que automáticamente ese alguien piense que eres débil —
Protestó Gabe, levantando la vista nuevamente.

Soren tarareó evasivamente. Gabe no estaba seguro de si lo había


convencido. —De todos modos —reflexionó Soren—. Espero que haya
captado el mensaje. Ya no soy su juguete.

—Me siento un inútil —Soltó Gabe.

Era horrible decirlo en voz alta.

Soren tiró de uno de sus rizos, chasqueando suavemente. —No lo eres —Le
aseguró—. ¿Crees que dejé entrar a cualquiera? ¿Crees que me quedaría en
esta estúpida ciudad de mierda por alguien más?

Gabe tragó saliva. —¿Por qué lo hiciste? Quedarte, quiero decir. ¿Por qué
no huiste esta vez? No me refiero a ahora mismo, me refiero a… todo este
año. ¿Por qué te quedaste?

Soren le sonrió. —¿De verdad quieres que lo diga en voz alta?

Asintió, su barbilla rozando el suave estómago del vampiro.

—Digamos qué… quizás no seas tan aburrido como pensé en un


principio —Soren lo molestó.

Gabe sonrió. —Sin embargo, en ningún momento pensaste que era


aburrido, ¿verdad?

Soren le dio un ligero golpecito en la cabeza. —Deja de ser tan perspicaz. Y


definitivamente no vayas difundiendo eso por ahí. Tengo una reputación
que mantener.

Gabe apretó sus brazos alrededor de las caderas de Soren, el alivio lo hizo
sentir casi mareado. Tal vez esto era algo real después de todo. Algo que
sería a largo plazo. En cuyo caso, Gabe tenía que pensar seriamente sobre la
mortalidad en comparación a la inmortalidad...

Soren apartó la mano de la cabeza de Gabe y salió de su agarre. —


Desnúdate, Alteza. El agua se va a enfriar y quiero remojarme.

Gabe se desnudó a toda prisa, se metió en la bañera caliente y observó con


deleite cómo Soren se quitaba la toalla y lo seguía. Gabe inmediatamente
envolvió sus brazos alrededor del vampiro, tan pronto como este estuvo
sentado con su espalda contra el pecho de Gabe. Suspiró satisfecho. No era
exactamente, así como se había imaginado que transcurriría la mañana, pero
estaba lo suficientemente feliz de haber tenido a Soren en su regazo
finalmente.

Soren igualó su suspiro, apoyándose más completamente contra el pecho de


Gabe. Sus ojos comenzaron a cerrarse sin su permiso. Esto era tan…
agradable. Estaba bastante seguro de que podría quedarse dormido así.

—Frótame.

—¿Perdón? —Gabe abrió los ojos de un sobresalto.

—Frótame —Le ordenó Soren por segunda vez mientras levantaba la


mano. Sostenía una esponja vegetal azul celeste cubierta con una especie de
gel de baño. Gabe ni siquiera sabía de dónde había venido.

—¿Acabas de sacarte eso del trasero?

Soren resopló. —No seas grosero. Ahora frótame. Estoy herido. Necesito
un poco de mimos.

Gabe no podía discutir con esa lógica.

Cogió la esponja vegetal y la frotó suavemente por el pecho y los brazos de


Soren, con cuidado de evitar el hombro herido del vampiro. Se sentía como
si estuviera en servicio de enfermería por segunda vez esa noche. Pero, de
nuevo, frotar a un Soren mojado y desnudo no era exactamente una tarea
difícil.

El hombro de Soren se había curado aún más… Gabe estaba bastante


seguro de que, si miraba fijamente, podría ver como sanaba frente a sus
propios ojos. Apostaba a que mañana por la mañana no habría ninguna
señal de la mordedura.

—Inclínate hacia adelante.

Soren lo obedeció, y Gabe frotó la esponja vegetal a lo largo de su espalda


pálida, tomando nota de todos los puntos a lo largo de la columna vertebral
que hacían que Soren temblara cada vez que eran tocados. Cuando terminó,
Gabe dejó la esponja en el borde de la bañera, tomó agua en sus manos y
enjuagó la espuma. Finalmente tiró de Soren contra él en cuanto
terminaron.

—¿Satisfecho? —Gabe preguntó, presionando un beso a un lado de la


cabeza mojada de Soren.

—No —Soren se movió contra él, luego colocó la esponja vegetal de


nuevo en la mano de Gabe para después tirar de ella debajo del agua.

Gabe ya estaba medio erecto solo por estar en el mismo espacio que un
Soren completamente desnudo, pero la sangre se precipitó a su pene cuando
sintió la prueba contundente de lo mucho que Soren había disfrutado del
pequeño masaje.

—¿Está seguro? —Gabe murmuró, apretando ligeramente la polla de


Soren—. Tú…

—Estoy seguro. Te dije que quería mimos. Así que mímame.

Gabe se rio, pero el sonido salió ligeramente estrangulado. —Está bien,


mocoso —Retiró la mano y empezó a acariciar a Soren de nuevo con la
esponja vegetal. Primero la parte inferior del vientre, luego las caderas y
finalmente la parte interna de los muslos.
En todos los lugares a excepción del punto en el que sabía que Soren
realmente lo deseaba.

Soren se retorcía más contra él con cada pase. Después del tercer barrido, se
quebró. Volvió la cabeza para mirar a Gabe. —Lo haré yo mismo si tú no lo
haces.

Gabe se rio de nuevo, cediendo con facilidad. Solo quería ver el tiempo que
le tomaría a Soren perder la paciencia. Dejó la esponja y envolvió una mano
enjabonada alrededor de la polla endurecida del vampiro. —¿Así, bebé? —
Preguntó, agarrándolo con fuerza.

Soren dio un suave suspiro. —Oh, sí. Justo así, Alteza.

Gabe comenzó a masturbarlo con movimientos firmes, retorciendo su mano


alrededor de la cabeza, de la misma forma en que Soren le gustaba hacerlo
para él. Fue recompensado con respiraciones jadeantes y pequeños gemidos
deliciosos provenientes de su vampiro. El agua de la bañera empezó a
agitarse cuando Soren comenzó a perseguir el agarre de Gabe. Gabe lo
contuvo con una mano en su cadera. —Shh, bebé. Sé bueno. Quédate quieto
para mí.

Soren gimió en protesta. Gabe podía verlo convertirse en un sonido


adictivo. Era tan raro que Soren le permitiera tener el control, tan raro que
se dejara a sí mismo ser el centro de atención.

Gabe besó a lo largo de la parte posterior del cuello de su vampiro,


abriéndose camino hacia las delicadas orejas de Soren y mordisqueando los
bordes. El jabón de baño olía a lavanda, pero el olor a pino frío de Soren
seguía siendo penetrante.

Su única advertencia antes de que Soren alcanzara el orgasmo, fue del


vampiro agarrándose con fuerza del borde de la bañera y sus gemidos
cuando encontró su liberación inmediatamente después. Para ser un mocoso
tan hablador, Soren no decía mucho en la cama. A Gabe no le importaba, le
gustaban más los ruidos que hacía para él que cualquier palabra coherente.
Soren suspiró con satisfacción cuando soltó su pene y luego estiró la mano
hacia atrás en busca de la erección de Gabe. Él le apartó la mano y le
acarició la oreja a Soren con la punta de la nariz. —Ya estoy cerca. Quédate
dónde estás —Se frotó contra la piel sedosa de Soren, su polla deslizándose
entre sus mejillas bajo el agua.

Mantuvo sus movimientos pequeños, haciendo todo lo posible para que el


agua del baño no saliera disparada por todas partes, pero aun así le tomó
apenas un poco de tiempo el llegar al clímax. Gimió contra el cabello de
Soren mientras se vaciaba contra la parte inferior de la espalda del vampiro.

Soren se rio para sus adentros. —Eso fue rápido, Alteza.

Gabe acarició su cuello. —No puedo evitarlo cuando eres tan jodidamente
sexy, mocoso.

Soren se pavoneó ante eso. —Muy cierto —Estuvo de acuerdo.

Usaron el cabezal de la ducha para enjuagarse nuevamente antes de secarse


y meterse en la cama de Soren. Gabe acercó a su vampiro, complacido
cuando lo sintió moverse fácilmente entre sus brazos. Y entonces,
mencionó algo que había estado rondando su mente. —Danny y Roman
volverán pronto.

Soren tarareó.

—¿Eres… somos nosotros… es esto entre nosotros algún tipo de


secreto? —Soren se puso rígido contra él, y Gabe maldijo mentalmente por
la torpeza en sus palabras.

—¿Quiere que esto sea un secreto, Alteza? —Preguntó Soren con


ligereza.

—No —Gabe respondió con rapidez, complaciéndose cuando algo de


la rigidez del cuerpo de Soren se evaporó—. Nada de eso. Quiero decir... lo
sabrán eventualmente, ¿verdad?
Gabe no se atrevió a preguntar el resto. Porque estamos juntos, ¿verdad?
Porque esto es a largo plazo. ¿Porque quieres quedarte conmigo? ¿Crees
que estamos destinados a estar juntos?

Esperaba que Soren pudiera entenderlo de todas formas.

—Por supuesto —Soren asintió.

Algo se aflojó en el estómago de Gabe ante la fácil confirmación del


vampiro. Suspiró, apretando sus brazos alrededor de Soren. —¿Por qué
nunca le dijiste a Roman? Acerca de Hendrick. ¿No podría haberte
ayudado?

Soren tardó un minuto en responder. Él lo esperó pacientemente,


acariciándole la espalda en silencio. —Había muchas cosas que me tomó
mucho tiempo desaprender. Pedir ayuda fue una de ellas. Mostrar debilidad
en lo absoluto… Y Roman tenía su propio drama. Y me agradaba, me
agradaba que me viera como alguien que podía ayudarlo. No quería que me
viera como... como...

—¿Una damisela? —Gabe le ofreció.

—Exactamente —dijo Soren, presionando un beso en el pecho de


Gabe.

—No sé cómo alguien podría verte de esa manera. Eres tan fuerte.
Tan feroz. Me asustaste muchísimo cuando nos conocimos.

—¿Porque pensaste que yo era un monstruo?

—Porque eres tan jodidamente atrayente —admitió Gabe—. Incluso


cuando estaba aterrorizado.

Soren le mordió el pectoral con dientes romos. —Bien.


Quince
Soren
—¿Crees que alguien podría morir por café?

Soren puso los ojos en blanco y empujó a Jay hacia la cafetería. Tenía un
ojo en el gimnasio al otro lado de la calle y los oídos en su teléfono.
Hendrick no había vuelto a dar señales, ni mensajes de textos amenazantes,
tampoco había identificado su olor en la calles, así que Soren había
accedido a dejar que Gabe hiciera ejercicio en su lugar habitual antes de su
turno en el hospital.

Soren sabía que no le había hecho ningún daño real a Hendrick, por lo que
tenía que asumir que era el acto de su rebeldía lo que lo hizo retroceder.
Trató de no perderse en su autodesprecio ante esa idea. ¿Eso era todo lo que
había hecho falta para que no fuera seguido y acosado durante siglos?
¿Solamente la instancia de contraatacar adecuadamente?

Una voz familiar sonó en su cabeza. Patético. Débil. Cobardemente.

Sin embargo, carecía de la picadura habitual. Porque ahora Soren tenía otras
palabras en la cabeza. Una voz diferente y llena de cariño. Fuerte. Intenso.
Perfecto.

Era algo extraño que alguien viera todo de él, e insistiera en que le gustaba
todo.

Soren no sabía qué hacer consigo mismo. Había seducido con éxito a Gabe,
supuso. Más que seducido. Estaban... ¿juntos? Y ahora Soren había luchado
contra Hendrick. Entonces, ¿En donde lo dejaba eso? ¿Qué sería lo
siguiente? Nunca se había permitido considerarlo por completo.
Gabe era su compañero. Soren lo sabía. Lo había sabido.

Pero... ¿qué significaba eso?

Soren no tenía el mismo miedo a volverse salvaje que Roman. Soren y su


vampiro interior vibraban muy bien juntos, considerando todas las cosas.
Nunca había tenido que luchar contra él por el control. Sabía que era
inevitable y que eventualmente se iría por el mismo camino que todos los
demás, pero podrían pasar siglos antes de que eso fuera realmente un
problema.

Todo llegaba a su fin en algún momento, ¿no?

Y Gabe quería normalidad. Deseaba una vida humana normal. ¿Soren


podría darle eso? Podría, ¿no? No necesitaba pedirle a Gabe que se
transformara para él.

Soren podría amarlo tal como era, durante el tiempo que se le permitiera.

Si Gabe se quedaba en esta ciudad, Soren tendría que irse más temprano
que tarde, gracias a todo ese asunto de que nunca envejecería. Pero, Danny
y Roman tendrían que irse por la misma razón eventualmente, ¿no? Tal vez
Gabe querría irse con ellos y Soren podría quedarse cerca.

Gabe sería un zorro plateado10 muy caliente; eso era seguro.

Y una vez que Gabe llegara al final de su vida mortal... Ante la idea, Soren
sintió un dolor agudo y punzante en su pecho. Por primera vez desde los
primeros días de su existencia vampírica, estaba sintiendo como su vampiro
interior se revelaba: era una sensación de picazón y torcedura debajo de la
piel.

A su vampiro interior realmente, realmente no le gustaba la idea de que


Gabe muriera.

Bueno, ¿y qué quieres que hagamos? ¿Asustarlo y que se vaya? Finalmente


piensa en nosotros como algo más que un monstruo. ¿Quieres que le pida
que deje su humanidad y revertir todo el progreso que hemos hecho?

Ugh. Esto era terrible. Soren se había reducido a un pobre hombre como
Roman, hablándole a su “demonio” como si fueran una entidad separada.

—¡Soren, ya nos toca!

Soren fue sacado de sus pensamientos sensibleros por la advertencia


entusiasta de Jay. Alicia estaba otra vez atendiendo el mostrador y él asintió
a modo de saludo antes de abrir la boca para pedir, —agraciadamente estaba
iniciando a Jay al mundo de las bebidas demasiado dulces a base de café—,
sin embargo, Jay habló primero. —¿Están contratando?

Él miró hacia donde el vampiro estaba señalando. De hecho, había un cartel


de “¡Sé busca personal!”, apoyado en el mostrador.

Alicia le sonrió cálidamente. —Sí lo hacemos. ¿Estás interesado?

—No —respondió Soren por el otro vampiro—. No lo está.

Jay se volvió hacia él, sus ojos grises llenos de consternación. —¿Por qué
no?

—Jaybird —explicó Soren como la viva imagen de la paciencia—.


Nunca has tenido un trabajo en toda tu vida.

—Oh —Los ojos de Jay se abrieron de par en par al darse cuenta. Se


volvió hacia Alicia—. Nunca he trabajado antes.

La barista pelirroja alzó una ceja hacia él. —Bien por ti, hombre.

—Mi amigo aquí ha vivido una vida muy... protegida —Ofreció


Soren.

—Mmm —Alicia miró a Jay, quien en ese momento estaba mirando


el menú como si fuera la cosa más fascinante que hubiese visto en su vida
—. Realmente no es tan difícil de aprender. Y ser tan adorable hace la mitad
del trabajo por ti cuando se trata del servicio al cliente.
Se volvió hacia la parte de atrás, donde había una puerta que conducía a lo
que Soren supuso sería la sala de staff, una oficina o lo que fuera. —¡Colin!
—Gritó, haciendo que Jay saltara un poco—. ¡Colin!

Después de unos segundos, la puerta se abrió y salió un tipo alto y


larguirucho con el pelo morado y un piercing en la ceja. —Maldita sea,
Alicia. No grites así delante de los clientes.

Ella no pareció inmutarse por la reprimenda. —Tenemos una solicitud de


empleo —Señaló a Jay, quien sonrió ampliamente.

Cuando Soren sonreía así, desconcertaba a la gente.

Cuando Jay lo hacía, la gente solía pensar que había caído directamente del
cielo.

Colin miró al pequeño vampiro de arriba abajo. —¿Tienes alguna


experiencia como barista?

—Nope —Jay respondió con dulzura.

—¿Experiencia en el servicio de alimentos?

—Nope.

—¿Experiencia en servicio al cliente de cualquier manera o forma?

—Nope.

—¿Eres un gran fanático del café?

—Nunca lo he probado —Dijo Jay con total sinceridad, y su sonrisa


todavía firme en su rostro.

Colin lo miró y Jay le devolvió la mirada. Finalmente, el hombre alto se


agachó debajo del mostrador antes de volver a con un formulario. —Llena
esta solicitud y vuelve el martes para una entrevista de verdad.
Dio media vuelta y volvió por la puerta trasera.

Alicia estaba haciendo todo lo posible por contener una risa. —Oh, Dios
mío, de verdad lo cautivaste. No pensé que eso fuera posible.

Jay asintió, sonriéndole brillantemente. —Soy muy encantador.

Cristo. Soren lo empujó hacia la mesa junto a la ventana. —Vamos. Hay


que sentarnos y ordenar. No puedo permitir que vayas a tu entrevista sin
haber probado nunca el café.

Alicia frunció el ceño. —Sabes que lo que bebes no puede considerarse café
de verdad, ¿verdad?

¿Sí ven? Ella era malévola. Soren se estaba encariñando con esta barista
humana. —¿En donde está Cammie? —Preguntó con sarcasmo.

Alicia se encogió de hombros. —Oh, la despidieron. Es por eso que


estamos contratando.

Soren dio una propina extra. Este lugar de verdad era grandioso para ir a
tomar café.

Él y Jay disfrutaron juntos de sus cafés "no verdaderos". Jay hacía


exclamaciones de alegría (“aahs” y “oohs”) acerca de su bebida. Y él
descubrió que, cuando no estaba usando a Jay como una comparación de
todo lo que él carecía, podía disfrutar de la compañía del otro vampiro.
Soren podía ver el atractivo en toda esa adorable y esa franqueza. Y había
cierta fuerza también —eso era seguro—, más de la que Soren alguna vez le
había dado crédito. ¿De qué otra manera Jay podría haber sobrevivido a ese
infierno y aun así salir repleto de dulzura?

Alicia se detuvo en su mesa varias veces, dejó golosinas gratis y le contó a


Jay sobre sus posibles futuros compañeros de trabajo.

Todo era... agradable.


¿Así es como sería? ¿El quedarse en un lugar a largo plazo? ¿Tener más de
una persona a la que Soren pudiera llamar amigo?

Pasó casi una hora antes de que Soren viera a su humano saliendo del
gimnasio. Era una vista bastante familiar en este punto: un Gabe con la
camiseta sin mangas y sus músculos ligeramente brillando por el sudor.
Esta vez, sin embargo, Gabe no se dirigió hacia su auto, sino que siguió
directamente hacia la cafetería, en donde Soren le había dicho que lo
estarían esperando. Se volvió hacia la puerta para verlo entrar.

Le gustaba comérselo con los ojos; ¿Y qué?

Gabe entró, con una ligera arrogancia en su forma de caminar. Era la viva
imagen de la confianza de un niño de oro. Soren disfrutaba viendo a su
humano en público por esa misma razón. El resto del mundo sólo veía el
exterior confiado, y solo Soren era quien podía ver al Gabe real. Las
inseguridades, las ansiedades, las profundidades emocionales. Resultaba
que conocer los defectos de otra persona era un regalo, de cierta manera.

Soren abrió la boca para saludarlo, pero se quedó inmóvil cuando su


humano se inclinó y plantó un beso firme y ligeramente sucio en los labios
de Soren. —Hola, mocoso.

Soren estaba... aturdido. Claro, habían bailado juntos en el club y Gabe no


rehuía a las demostraciones de afecto frente a Jay. Pero esta era la ciudad de
Gabe, aquí la gente lo conocía. Estaban al final de la calle donde quedaba
su trabajo, por el amor de Dios.

Gabe lo miró con el ceño fruncido, notando la quietud de Soren. —¿No


tengo permitido hacer eso? —preguntó.

Realmente, no debería. Si Hendrick todavía estaba al acecho en la ciudad y


veía esa exhibición, estaría invitando un mundo entero de problemas. Pero,
Soren estaba teniendo dificultades para preocuparse por eso. Especialmente
cuando veía a Alicia observándolos por el rabillo del ojo y una sonrisa de
asombro en su rostro.
Un sentimiento de inmensa satisfacción se apoderó de Soren. Así es, pensó
con aire de suficiencia. Es mío. Mi humano. Mi compañero.

Se relajó en su asiento, dándole a Gabe una mirada altiva. —Tienes


permiso, supongo.

Gabe puso los ojos en blanco mientras se sentaba en la silla a su lado y daba
a Jay un saludo y una sonrisa. Echó un brazo casualmente alrededor del
hombro de Soren. Y él no se estaba emocionando en lo absoluto con esta
muestra pública de afecto.

Absolutamente no lo estaba.

Se aclaró la garganta, tratando de alejar con fuerza de voluntad, el sonrojo


que podía sentir en sus mejillas. —Escuché que despidieron a Cammie.

—¿Quién? —Gabe preguntó distraídamente, jugando con el cabello


en la nuca de Soren.

Soren trató de no temblar. Estaba decidido a ser ruin. —Cammie —dijo de


nuevo—. La barista rubia.

Gabe frunció el ceño mientras pensaba. —Ella era... ¿Se supone que tengo
que conocerla? —Robó un sorbo a la bebida de Soren, haciendo una mueca
ante el sabor.

Humano aburrido.

Soren sintió que iba a estallar por el exceso de afecto que sentía por este
idiota.

—No —dijo, sonriendo ampliamente—. No tienes qué.

A la mañana siguiente, Soren estaba lidiando con una versión muy diferente
de Gabe. No estaba exactamente seguro de lo que había sucedido durante el
turno en el hospital del humano (Jay lo había acompañado nuevamente
mientras que Soren recorría la ciudad en busca de Hendrick), pero la
arrogancia en su paso humano había desaparecido y estaba callado.

Un hosco, "Estoy bien", fue la única respuesta que recibió Soren cuando le
preguntó al respecto.

Ahora Soren golpeaba con los talones el fondo de la encimera de la cocina


en la que estaba sentado, observando a Jay juguetear en la estufa. Su
humano enfurruñado estaba sobre la encimera opuesta. Pensaba volver a
cuestionarlo en cuanto estuvieran solos. Si Gabe pensaba que podía ocultar
sus sentimientos, estaba subestimando enormemente la capacidad de Soren
para molestarlo.

Jay cantaba para sí mismo en la estufa, completamente ajeno a la mini


rabieta de Gabe. El otro vampiro había tomado la noticia de que tanto Soren
como Gabe se habían estado saltando la mayor parte de las comidas como
una invitación para intentar cocinar por primera vez. Soren no había tenido
el valor de decirle que Gabe prefería mayormente unas tostadas aburridas
luego de un turno de noche, especialmente después de que Jay le rogó que
lo ayudara a buscar recetas en línea para tortillas, de todas las cosas.

—Está bien —Dijo Jay alegremente—. Creo que ya está listo.

Soren bajó la mirada hacia las manchas apenas reconocibles en la sartén.


Por un momento, se sentía inmensamente complacido de no tener que
consumir alimentos humanos para sobrevivir.

Comieron en las encimeras de la cocina. O al menos lo intentaron. Las


tortillas de Jay estaban quemadas por fuera y eran líquidas por dentro. Una
hazaña culinaria magistral, en opinión de Soren.

Observó fascinado cómo Jay le daba un mordisco a su propia comida.


Después de tragar con fuerza, le lanzó una mirada preocupada. —¿A los
humanos les gusta esto? —El vampiro preguntó.
—Bueno, no estos específicamente —Respondió Soren, luchando por
mantener la cara seria.

—No te burles de él —Gabe finalmente rompió su silencio para


defender al amigo de Soren—. Están geniales, Jay.

—Pero solo te comiste tu tostada… —Cuestionó Jay.

—Um… —Gabe claramente no tenía una respuesta para eso.

—Nunca aprenderá si le mientes —Le advirtió Soren—. Las tortillas


están terribles —Le echó un vistazo a la mirada cabizbaja en el rostro de
Jay, finalmente suspiró—. Sin embargo, el esfuerzo que pusiste fue muy
dulce. Gracias.

Jay se sonrojó y asintió. —Aprenderé. Puedo ser útil, lo prometo.

—No necesitas ser útil —le dijo Soren.

—Pero puedo serlo —Jay insistió.

Cristo. Lo que sea. Jay había pasado la gran mayoría de sus largos años de
existencia al servicio de otras criaturas. No era un habito que pudiera
romperse de la noche a la mañana.

Suspiró, tirando de Gabe de su lugar en la encimera. —Gracias por la


comida, Jaybird. Es hora de que meta a la cama a estos pantalones
malhumorados.

Gabe frunció el ceño ferozmente hacia él. —Yo no soy un malhumorado.

Soren palmeó la espalda de Gabe con dulzura, guiando a su humano


escaleras arriba. —Seguro que no lo eres.

Se cambiaron a sus pijamas mientras que Gabe le propinaba la ley del


silencio durante todo el rato. Bueno, Soren se puso su conjunto de seda, y
Gabe básicamente se desnudó hasta quedar en calzoncillos tipo bóxer, su
ropa de dormir preferida.
No se quejaba de ello.

Acomodándose en la cama, por una vez, Gabe no tiró de él inmediatamente


entre sus brazos. El humano estaba claramente enredado en su propia
cabeza. Soren sonrió para sí mismo. Había pasado tanto tiempo desde que
había tratado con el lado brusco y distante de Gabe. Se sentía casi
nostálgico.

—¿Cómo te va, Alteza? —Preguntó.

Gabe gruñó en respuesta.

Palmeó el espacio entre ellos en la cama. —Es tan solitario todo el camino
hasta aquí, muy solo —bromeó.

Gabe le dirigió una mirada de reojo impresionantemente maliciosa. —Ni


siquiera te gustan los mimos —Se quejó.

Soren se encogió de hombros. —Tal vez no en general. Sin embargo, no me


importa si es contigo.

Gabe le dirigió una mirada inescrutable. —¿Y por qué crees que es eso? —
Preguntó.

—¿Qué tal si me cuentas todo sobre qué clase de insecto se arrastró


por tu trasero y luego te compartiré mis preciosos sentimientos? —Soren se
ofreció.

Esa respuesta hizo enfurruñar a Gabe, pero después de un minuto, levantó


un brazo en una clara invitación para que Soren se acercara. Se movió
sigilosamente, acomodándose con facilidad contra el pecho de Gabe. La
tensión en el humano se alivió sustancialmente.

Pero Soren no creía que su toque fuera la única razón por la que Gabe le
había hecho señas para que se acercara; en este ángulo, su humano podría
compartir sus pensamientos sin tener que mirarse a los ojos. Estaba bien
para Soren, si eso conseguía que Gabe hablara.
Presionó un beso en el pectoral de Gabe, tomándose un momento para
apreciar el escalofrío de su humano. —¿Qué pasó en el trabajo? —
Preguntó, queriendo ir directo al grano.

—Uno de mis pacientes murió —Gabe dijo simplemente.

—Ya entiendo —Soren no lo hacía, no exactamente. Gabe trabajaba


en cuidados intensivos. Ya debía haber visto a una buena cantidad de
pacientes moribundos, incluso aunque era un médico relativamente nuevo
—. ¿Eras especialmente cercano a este paciente? —Preguntó.

–No.

Soren tarareó. —De acuerdo.

Gabe respiró hondo, el movimiento exagerado levantó la cabeza de Soren


con su pecho. —Otro paciente también murió anoche.

—¿Cometiste… algunos errores o algo así? —presionó Soren. La


culpa podría ser una poderosa decepción; tal vez por eso su humano estaba
tan molesto.

Gabe suspiró pesadamente. —Realmente no. Hice todo lo que pude.

—Te creo —Lo hacía.

—Es solo que… a veces lo odio. Perder esas batallas. Me siento como
si… como si hubiera defraudado a alguien. Como si los hubiese
decepcionado a todos. Eso es algo que hago mucho, al parecer.

La frente de Soren se arrugó. —No defraudas a todo el mundo.

—Defraudé a Danny.

¿Esto de nuevo? Soren se incorporó e inclinó la cabeza para encontrarse


con la mirada de los ojos dorados de Gabe. Agarró la barbilla de su
humano, indispuesto a dejar que la agachara. —Escúchame. Sí, tuviste
momentos malos. No fuiste el mejor hermano en todo el mundo por un
tiempo. ¡Qué problema!. También estuviste ahí para Danny durante el peor
momento de su vida, cuidándolo cuando tu mamá no podía. Nadie es
perfecto. ¿Por qué esperas serlo tú?

-Yo solo… quiero… —Gabe no parecía saber cómo terminar esa


declaración.

—Estás siendo un idiota —Soren lo regañó—. La medicina moderna


no puede salvarlos a todos. Eres un médico, no un mago. Y lo sabes. Sé que
lo sabes.

Gabe emitió un sonido estrangulado, su pecho temblaba y, por un horrible


momento, Soren pensó que lo había hecho llorar. Pero entonces Gabe
comenzó a reírse. —Sabía que me llamarías un idiota.

Soren resopló. —Supongo que no soy el oído más comprensivo de todos.

Gabe volvió a abrazarlo. —No, me gusta. Creo que necesito escucharlo a


veces. Cuando parece escaparse a otra parte.

—Puedo llamarte idiota tanto como quieras —Se ofreció felizmente.

Gabe besó la parte superior de su cabeza. —Gracias.

Envolvió sus brazos con más fuerza alrededor de Soren, presionándolo


contra su musculoso pecho.

Era una zorra por estos abrazos.

Descansaron en un cómodo silencio durante un tiempo. —Sabes —dijo


Gabe de la nada—. Nunca deseé que la magia fuera algo real.

—¿Hm?

—Incluso de niño. Recuerdo a Danny leyendo todos esos libros de


magos y volviéndose completamente loco por esas películas tipos pequeños
con pies peludos.
—Hobbits —Suministró Soren.

Gabe asintió. —Sí, esos. Pero nunca lo hice. Yo solo quería… quería que el
mundo tuviera sentido. Eso se sentía como suficiente.

—Ya sabes, perder a tu padre a esa edad... que te quitaran un pilar de


tu vida cuando eras tan joven... no es de extrañar que anhelaras algo de
estabilidad —Reflexionó Soren.

Gabe se encogió de hombros. —Incluso antes de eso. Y no es como si


hubiese afectado a Danny de la misma manera. Perdió a nuestro padre aún
más joven, y aun así aceptó la noticia de la existencia de los vampiros como
si fuera cualquier otra cosa. No tardó un año completo en aceptarlo.

¿Era eso lo que Gabe había estado haciendo? ¿Aceptando el cambio en su


realidad? ¿Significaba eso que estaba abierto a otro tipo de cambios si tenía
el tiempo suficiente? ¿Cambios permanentes con el de convertirse en
vampiro?

—Te tenía a ti —dijo Soren, tratando de no adelantarse a sí mismo.

—¿Qué?

—Perdió a tu padre, sí. Pero todavía te tenía a ti. Cuidando de él.


Manteniéndolo unido. Tuvo estabilidad porque te tenía a ti.

Gabe se puso tenso. —Jesús, mocoso. No puedes decir cosas como esas.

—¿Por qué no?

—Creo que estoy en peligro de que… ¿me gustes? Como, mucho. Se


suponía que eras un monstruo. Una criatura manipuladora y demoníaca.

Soren se rio. —¿Es eso lo que te dijiste a ti mismo que era?

—Por un tiempo, sí.


Soren levantó la vista y captó la mirada de Gabe. —Aunque no soy una
buena persona. Lo sabes bien, ¿no? Soy egoísta. Vano. Mezquino.

Gabe le sonrió. —Y tú fuiste el que acaba de decirme que nadie es perfecto.


Eres bueno conmigo. Y con Roman. Danny. Incluso con Jay. No eres tan
malo como crees.

—Idiota —gruñó Soren.

—Tu idiota —respondió Gabe, abrazándolo más cerca.


Dieciséis
Gabe
Gabe se despertó con el sonido de su alarma a todo volumen. Había un peso
en su pecho que le impedía sentarse, por lo que estiró ciegamente una
mano, agarró su teléfono y apagó el odioso sonido.

Inclinó la barbilla, mirando hacia abajo a la cabeza rubia metida debajo en


su cuello. Inhaló el reconfortante aroma de Soren y estornudó cuando
algunos pelos del vampiro le hicieron cosquillas en la nariz.

—Cristo –dijo Soren, su voz amortiguada por el pecho de Gabe—.


Primero tu repugnante alarma, luego estornudas en mi cabeza. Que forma
tan terrible de despertar.

Gabe frotó su nariz, que aún le picaba, con más firmeza contra el cabello de
Soren. —Qué mal.

Él pensaba que era una forma maravillosa de despertarse. Puede que Soren
no necesitara la misma cantidad de sueño que él, pero el vampiro rubio se
había acostumbrado a quedarse en su cama de cualquier forma, leyendo o
tejiendo para pasar el tiempo. Por lo general, dormía las últimas horas de
sueño de Gabe para que se despertaran al mismo tiempo.

Gabe suspiró feliz y pasó una mano por la tira de piel desnuda entre la
camisa del pijama y los pantalones de Soren; su piel era tan suave, tersa y
fresca como la seda misma.

Espera…

Retiró la mano y la colocó sobre la frente del vampiro. —Hey —Soren


protestó—. ¿Qué haces?
Gabe frunció el ceño hacia Soren. —Necesitas alimentarte —Lo acusó—.
Debiste decírmelo.

—No estabas exactamente de buen humor anoche, Alteza. Además,


podía esperar.

—No —Le dijo con firmeza—. Tienes que decírmelo la próxima vez.

—Bien, bien —Soren se quejó—. ¿Tenemos el tiempo siquiera? —


Levantó la cabeza para mirar el teléfono de Gabe.

—Sí. Puse mi alarma un poco temprano —Gabe no sentía la


necesidad de compartir el hecho de que había estado configurando su
alarma más temprano todos los días, solo para pasar algo de tiempo extra
con Soren antes de sus turnos.

—De acuerdo —Soren se estiró lánguidamente, recordándole una vez


más a Gabe a un gato doméstico satisfecho. Al momento siguiente, se
quedó sin aliento cuando el vampiro lo volteó abruptamente sobre su
espalda, sentándose con suavidad a horcajadas sobre él, todo en el mismo
movimiento.

—Quiero tu cuello otra vez —exigió Soren, con los ojos claros
brillando.

—Sí, um… —Intentó concentrarse en él y no en la forma en que esa


declaración hizo que su polla se hinchara, por alguna razón—. ¿En que
otros sitios lo harías?

—Oh, hay todo tipo de lugares de los que puedo beber de ti —Soren
ronroneó y pasó los dedos por el pecho de Gabe con una amplia sonrisa
cruzando sus labios—. Una plétora para elegir.

Gabe tragó saliva, sentía la boca seca. Había tantas versiones de Soren. La
dulce de la noche anterior. La provocativa y sensual del club. La vulnerable,
espinoso y temeroso de pedir ayuda. Luego estaba este. El lado de él que
podría haber aterrorizado a Gabe solo un año atrás. Hambriento y malvado
y... jodidamente sexy.

Gabe no pudo evitar agarrar las caderas del vampiro, manteniéndolo en su


lugar. —Estoy seguro de que los probaremos todos.

Soren sonrió más ampliamente, sus ojos oscureciéndose hasta alcanzar el


color negro, sus colmillos asomando por detrás de los labios rosados. —Lo
haremos —prometió con voz ronca.

Gabe contuvo la respiración cuando Soren se inclinó sobre él, moviéndose


tan lentamente que él no estaba seguro si era deliberado.

Su vampiro era tan dramático.

Finalmente, Soren se abalanzó. Gabe hizo una mueca ante el destello de


dolor, pero casi de inmediato, esa... sensación de hormigueo comenzó. Esa
misma que experimentó cuando Soren se alimentó de él en el club.
Comenzaba en la mordida, recorriendo su espina dorsal, hasta...

Gabe gimió cuando su polla se llenó rápidamente. —Joder —respiró.

Soren gruñó en respuesta, sus manos fuertes y delicadas se clavaron en sus


hombros.

Gabe gimió de nuevo. ¿Por qué se sentía tan jodidamente bien?

Había tenido que contenerse en el club, no queriendo ir demasiado lejos en


un lugar público, pero ahora mismo estaban los dos solos. Movió sus manos
desde las caderas de Soren hasta su trasero, mientras se frotaba contra él.
Soren era tan duro como él mismo.

No era suficiente.

Gabe empujó frenéticamente su ropa interior hacia abajo, gimiendo de


alivio cuando su erección fue liberada al tiempo que escuchaba a Soren
tragando con avidez. Luego, agarró los pantalones de seda del vampiro y
tiró de ellos, liberando también a Soren.

—Mierda, bebé —Gabe los alineó y usó su agarre en el trasero de


Soren para juntar sus pollas desnudas, las copiosas cantidades de líquido
preseminal de Soren ayudaron a facilitar el deslizamiento. Su vampiro
estaba haciendo ruiditos salvajes mientras bebía. Gabe no tenía idea de por
qué esos sonidos eran tan jodidamente calientes. Simplemente lo eran.

Finalmente, Soren soltó el cuello de Gabe y se alzó, con los ojos negros
mirándolo fijamente. Incluso así, encontrándose con el lado vampírico de
Soren frente a frente, le parecía malditamente hermoso.

—Bésame —rogó Gabe.

Soren le sonrió, lamiendo lentamente los hilos de su sangre que le colgaban


de los labios. —¿Está seguro, Alteza?

Quitó su mano del trasero de Soren, agarrando la parte posterior de la


cabeza de su vampiro, acercándolo y besándolo con avidez. Tenía un leve
sabor metálico, pero Gabe no podía encontrar en sí mismo que le importara
estar probando los rastros de su propia sangre. No cuando sentía que
moriría si tenía que esperar un segundo más para tener la boca de Soren
sobre la suya.

—Tan necesitado, Alteza —El vampiro susurró contra sus labios.

—No puedo evitarlo —jadeó Gabe—. Se siente tan jodidamente bien.

—Mm —Soren tarareó su acuerdo, meciéndose contra Gabe, sus


movimientos los llevaron a ambos a correrse en cuestión de minutos. Gabe
lo abrazó con fuerza mientras ambos se estremecían a través de sus
orgasmos.

—Joder —Gabe suspiró, el semen mezclado se enfrío sobre los


estómagos de ambos—. Esto es impresionante. Todo el asunto de las
mordidas.
Soren se inclinó sobre él y le dio pequeños lametones en el cuello. —
Quédate quieto. Necesito cerrar esto correctamente.

—Saliva mágica —murmuró Gabe, tal vez un poco delirante por la


combinación de pérdida de sangre y el orgasmo alucinante.

—Sí, exactamente. Magia —Soren asintió.

Gabe no estaba tan fuera de sí como para no captar la ironía en el tono de


voz del vampiro, y pensó en lo que le había dicho al vampiro la noche
anterior. Era cierto que Gabe nunca había sido un niño propenso a las
fantasías. Le había gustado lo que estaba justo en frente de él. Su familia.
Sus amigos. Los deportes. Se había consolado con la simplicidad del mundo
que lo rodeaba, con las cosas que tenían sentido. No había visto el atractivo
de agregar un montón de tonterías ilógicas a un mundo que de por sí ya era
confuso.

Pero resultaba que todo eso era una mentira, de igual forma. Incluso sin
magia, la vida era impredecible. La vida de su padre había sido arrebatada
en un extraño accidente. Su madre había olvidado la existencia de Gabe en
años posteriores. Y magia de verdad había aparecido en su mundo después
de todo y para bien o para mal. Su hermano era un vampiro, por el amor de
Dios. Y Gabe tenía a otro en su cama ahora mismo.

Y era lo mejor que le había pasado en años.

Así que, tal vez, Gabe debería dejar de buscar una vida normal que ni
siquiera existía y aceptarla vida que ya tenía, con colmillos y todo.

Soren terminó sus servicios, se levantó de encima de su cuerpo y saltó sobre


su espalda. —Anda a lavarte, Alteza. Dejaré salir al perro. Luego tenemos
que darte comida y agua, no puedo permitir que estés mareado en tu último
turno de la semana —Le dio a Gabe una mirada malvada—. Tal vez
podamos hacer que Jay te cocine.

—Ni lo pien… Oh, diablos, ¿crees que escuchó eso? ¿Con su oído de
vampiro y todo eso? —Gabe se había olvidado de su invitado vampiro. Era
demasiado fácil para él concentrarse en Soren y solo en Soren.

—¡Yo no escuché nada! —La voz de Jay sonó desde el otro lado del
pasillo.

—Mierda —Gabe se pasó una mano por la cara, riéndose a pesar de sí


mismo. Malditos vampiros que estaban por todas partes.

Tomó una ducha rápida como un rayo antes de cederle el baño a Soren y
luego bajar las escaleras. Gabe todavía tenía una buena cantidad de tiempo
antes del trabajo, ¿tal vez podría salir a correr un rato?

Hidratación primero.

Fue interrumpido en su camino a la cocina por el sonido de un golpe en la


puerta principal. Gabe vaciló. ¿Debería esperar a uno de los vampiros? Pero
Soren estaba en la ducha y presumiblemente Jay todavía estaba en la
habitación de invitados. Y no había habido ninguna señal de problemas
desde que Soren había luchado contra Hendrick.

Gabe se asomó por la mirilla. —Oh, mierda.

Danny le había advertido que Ferdy podía saltar la cerca del patio trasero.
Gabe se había mostrado escéptico, dado el tamaño tan pequeño del
cachorro, pero aun así, debería haberles dicho a los demás que no lo dejaran
en el patio sin supervisión.

Abrió la puerta rápidamente. El hombre que sostenía a Ferdy por el cuello


le sonrió con tristeza. —¿Es tuyo?

Era grande y ancho, con cabello rubio y ojos oscuros que se asomaban por
debajo de una gorra de camionero, parecía un lugareño con franela y jeans
desteñidos.

—Oh, sí —Gabe extendió una mano hacia Ferdy—. Lo siento,


hombre. Debe haberse salido del patio trasero de alguna manera.
—Seguramente —EL hombre le sonrió todavía sujetando al cachorro
—. Es una bonita casa la que tienes aquí.

—Gracias —Gabe podría haberle dicho que era la casa de su


hermano, pero no veía el punto en eso. No era asunto del tipo. Y de alguna
forma… no le gustaba la vibra del hombre. Había algo extraño con él.

O tal vez vivir con vampiros lo había vuelto paranoico.

—Puedo tomarlo —dijo Gabe deliberadamente, agarrando el cuello


de Ferdy. Hubo un momento tenso en el que Gabe pensó, por alguna razón,
este tipo no iba a soltar al perro.

Pero entonces el momento se esfumó, el extraño se quitó el sombrero como


una especie de parodia campesina. —Me voy, entonces.

—Um, está bien. Gracias.

Gabe cerró la puerta detrás de él.

—Tu acosador ha vuelto.

—¿Perdón? —Gabe levantó la vista de las selecciones de la máquina


expendedora que había estado estudiando e intentando decidir si llevarle a
Soren algunos dulces a casa sería un gesto bonito o algo increíblemente
estúpido.

Quería darle al vampiro... algo. Porque lo había escuchado la noche


anterior. Por hacer que fuera menos terrible el ir a trabajar. Por hacer que
Gabe sintiera que la vida estaba llena de más posibilidades de las que se
permitía creer.

Los dulces eran probablemente una manera estúpida de hacer eso. Pero a
Soren le gustaban... los dulces. Y las cosas bonitas. Y Gabe, por alguna
razón.
¿Debería comprarle joyas o algo así?

Chloe se aclaró la garganta y Gabe volvió a concentrarse en lo que había


dicho. La amiga de Danny estaba apoyada contra la pared al lado de la
máquina expendedora, tomándose un café tamaño gigante. —¿Quién es él?
—Preguntó—. El chiquillo de cabello oscuro que ha estado viniendo al
trabajo contigo y merodeando por la cafetería.

Se refería a Jay. —Ah, sí —Gabe se pasó una mano por el pelo—. Él es,
um, un amigo de Soren.

Chloe levantó una ceja oscura hacia él. —¿El compañero de cuarto de
Danny y Roman? ¿Por qué viene su amigo contigo al trabajo?

Bueno, joder. Gabe no esperaba que nadie se diera cuenta de que él y Jay
habían estado llegando y saliendo juntos. No era exactamente normal traer
amigos al azar al hospital por un turno completo. Ni siquiera estaba
técnicamente permitido, ya que estaban.

—Um —Gabe buscó una excusa—. Es nuevo en la ciudad. Todavía


no conoce a nadie.

Cloe se rio con incredulidad. —¿Y pensaste que haría amigos en la cafetería
del hospital? ¿A mitad de la noche?

—¿Qué? No. Es nuevo, pero tiene... familia. Familia que está


enferma. Familia a la que ha estado visitando. ¿Le he estado haciendo el
favor de traerlo? —Mierda. Aparentemente, Gabe era un terrible mentiroso.
No había tenido tanta experiencia con eso. Ni siquiera se había dado cuenta
de que era una debilidad.

Chloe parecía escéptica, pero hizo un sonido comprensivo de todos modos.


—Aw, pobrecito. Parece un amor. Ha estado encantando al personal de la
cafetería. Lo escuché llamarlos “genios culinarios”.

Maldito infierno. Gabe contuvo la risa. —Lo es —gruñó—. Es totalmente


adorable.
Chloe tomó otro sorbo de su café. —¿Estás emocionado de haber casi
terminado con tus deberes con el cachorro? Danny regresará en unos días,
¿verdad?

—Oh, sí —El estómago de Gabe se hundió ante la idea. Quería ver a


su hermano, claro, pero también sería el final de su situación de vivienda
temporal. Una situación a la que se había vuelto muy... aficionado.

—Nunca me avisaste para ayudarte a pasear al perro —señaló Chloe


—. ¿Te las arreglaste bien solo?

—No, Soren me ha estado ayudando.

—Huh —Chloe le dirigió una mirada inescrutable—. No lo tomaba


por el tipo amante de las mascotas.

—Uh-huh. Bueno —Gabe volvió su atención a los dulces frente a él,


sintiéndose listo para terminar con esta conversación. No quería que la
mejor amiga de Danny se enterara de que algo estaba pasando entre él y
Soren antes de su propio hermano.

Gabe eligió tres opciones diferentes al azar, agachándose para sacarlas de la


máquina. —Bueno. Nos vemos después.

—Te veo luego —Chloe lo despidió, más que acostumbrada a su


naturaleza antisocial en el trabajo.

Gabe trató de controlar sus pensamientos mientras se dirigía a la cafetería.


Por supuesto. Danny y Roman estarían pronto en casa. Lo que significaba
que no habría ninguna razón para que Gabe y Soren siguieran viviendo en
el mismo lugar. Habían decidido no esconder a su hermano lo que sucedía
entre ellos, pero no habían decidido que era lo que estaba sucediendo entre
ellos siquiera.

Gabe suspiró. ¿Soren querría espacio, ahora que no estaban obligados a


estar cerca el uno del otro? ¿Querría… quedarse con Gabe? ¿Sería una
locura? ¿Pedirle al vampiro que se mudara después de unas pocas semanas?
Pero la idea de dormir sin Soren en sus brazos hizo que el pecho de Gabe se
contrajera. Se había acostumbrado a tener cerca al vampiro todo el tiempo.
No quería volver a como era antes.

Danny y Roman se habían elegido el uno al otro recientemente. Apenas


poco tiempo después de estar juntos. Gabe quería eso. Quería elegir a
Soren. Quería que Soren lo eligiera también.

¿Soren lo elegiría también?

Encontró a Jay en una de las mesas de la cafetería, exactamente donde Gabe


lo había dejado la noche anterior. El pequeño vampiro le sonrió
ampliamente, señalando su plato. —Mira, Gabe. Es una tortilla.

Gabe se rio. —Así es.

—Sabe… muy diferente a la que yo hice —Jay entrecerró los ojos


ante su comida, como si deseara que el plato divulgara sus secretos.

—¿No te aburres de estar sentado aquí por doce horas?

Jay se encogió de hombros. —El tiempo pasa un poco diferente cuando has
estado vivo tanto tiempo como yo. No me importa. Como. Observo a la
gente. Nunca he llegado a ver tantos humanos en mi vida. Así no. Todo el
mundo huele tan bien. Bueno —arrugó la nariz—, casi todos.

Gabe levantó una ceja. —Sabes que no puedes alimentarte de nadie en este
lugar.

Jay resopló. –Ya lo sé. También me gusta leer —Levantó su teléfono—. Vee
me ayudó a configurar algunos libros en esto hace años —Se inclinó hacia
adelante, susurrando como si fuera un secreto—. Me gusta el romance.

Gabe asintió, sin saber qué decir a eso.

Dejó que Jay terminara su tortilla y se dirigieron a casa. Los ojos de Jay se
abrieron de alegría al ver los dulces, así que Gabe le regaló una bolsa de
Skittles, sintiéndose demasiado avergonzado para decirle al vampiro que
todos habían estado destinados para Soren.

Condujeron el corto trayecto hasta la casa de Danny en silencio, Jay estaba


demasiado ocupado metiéndose caramelos en la boca para hablar
demasiado. Al menos hasta que llegaron al camino de entrada.

—Deberías decirle cómo te sientes.

—¿Qué? —Gabe parpadeó sorprendido, girándose hacia el vampiro a


su lado. ¿De dónde diablos había salido eso?

—A Soren —dijo Jay casualmente, como si estuvieran continuando


una conversación de antes y no estuviera diciendo cosas sin sentido de la
nada—. Él no dará el primer paso. Hendrick realmente lo arruinó, ya sabes.
Emocionalmente. Tiene grandes problemas de confianza.

Gabe no sabía de dónde había sacado Jay la idea de que esto era algo que
necesitaban discutir. Pero Gabe realmente no tenía a nadie más con quien
hablar sobre eso, así que...

—¿Crees que él estaría, um, dispuesto? ¿Conmigo diciéndole... cosas


sobre mis sentimientos? —Jesús. Si esto era lo mejor que podía hacer Gabe,
una conversación sobre sentimientos con Soren no iba a ir muy bien—.
Cosas como el a-amor… —Corrigió vacilante.

—Oh, por supuesto —Jay metió el último de los Skittles en su boca


—. Ustedes son compañeros. Es totalmente obvio.

¿Lo era sin embargo?

—¿Antes has conocido a compañeros apareados? —Preguntó Gabe.

Jay asintió con entusiasmo. —Solo a una. Vinieron a la Comunidad para


quedarse un rato, antes de darse cuenta de lo tóxico que era estar allí. Me
gustaba... verlos —Miró Gabe por encima del hombro, sonrojándose
inmediatamente ante la expresión en el rostro de Gabe—. No, como, en la
cama. Solo en general. Eran tan dulces el uno con el otro. Sintonizados con
las emociones del otro. Era como ver magia —Jay suspiró soñadoramente.

—Bueno… técnicamente es magia, ¿no? Todo el asunto de los


compañeros predestinados.

Jay parecía encantado con la idea, sus ojos grises brillaban. —Tienes razón.
Es mágico. ¿No te parece genial?

Definitivamente era algo impresionante.

Gabe miró al pequeño vampiro a su lado. —Soren dijo que fuiste bastante
protegido. Pero no suenas tan arcaico como Roman. ¿Es por todas tus
lecturas?

—Y porque veo mucha TV —Jay dijo con orgullo—. Como…mucha.

Gabe debería tener eso en cuenta, si decidía unirse al club de los vampiros.
Mirar mucha televisión, no sonar como un antiquísimo viejo fuera de
contacto.

Si es que era invitado al club de los vampiros, claro está. Primero tenía que
decirle a Soren… cosas de amor.

Al salir del auto, parpadeando ante el brillante sol de la mañana, Gabe


pensó que tal vez podía con todo el “Creo que estoy enamorado de ti,
¿quieres mudarte conmigo?" y que la conversación no sería tan mala.
Aparentemente tenía el voto de confianza de Jay, incluso si apenas conocía
al extraño vampiro.

Eso contaba para algo, ¿no?

Y él y Soren ni siquiera tenían que discutir el asunto de los compañeros


todavía. No había prisa en eso. Tenían bastante tiempo.

Eso era lo que estaba pensando Gabe, justo cuando el gran hombre rubio
que había visto el día anterior, salió de las sombras y partió el cuello de Jay.
Diecisiete
Soren
Soren se detuvo a mitad de una puntada de su tejido con el ganchillo aún en
mano, y escuchó atentamente. Ferdy era normalmente un perro tranquilo.
Soren casi nunca había oído ladrar al cachorro, aparte de una vez que Ferdy
había visto una ardilla en una de sus carreras por el bosque.

Pero ahora el animal estaba ladrando como una tormenta.

—¡Ferdy! —Soren gritó, proyectando su voz para que atravesara la


puerta del dormitorio—. ¡Silencio!

Los ladridos frenéticos continuaron.

Soren suspiró, estirando el cuello para mirar su teléfono en la mesita de


noche. Eran cerca de las siete de la mañana. Gabe ya debía estar en casa.
Pero Ferdy no ladraba alarmado cada vez que Gabe regresaba del trabajo.

Algo más estaba pasando.

Soren se bajó de la cama y se colocó una camisa sobre su pecho desnudo.


Había estado holgazaneando, maldita sea. —¡Calla, cachorro! —Gritó una
vez más. Tuvo efecto cero.

Soren bajó las escaleras y llegó a la puerta principal en un instante, guiando


a la sala de estar a un Ferdy que ladraba y encerrándolo, por si acaso. Abrió
la puerta, listo para reírse de su propia paranoia una vez que viera que era
solo una criatura del bosque o un gato callejero lo que estaba enloqueciendo
al tonto perro.

Lo que vio Soren, en cambio, le heló la sangre.


Hendrick estaba de pie allí, con un Gabe magullado y sangrante, sostenido
frente a él.

Literalmente sostenido.

Gabe colgaba a unos centímetros del suelo, Hendrick lo mantenía en el aire


con una mano en la nuca. El vampiro de Soren salió y tomó el control en un
instante, sus ojos se concentraron en cada detalle.

Ahí estaba Jay, su forma encogida tirada a un lado del porche.

Tenía el cuello roto, probablemente. Era una de las formas más rápidas de
incapacitar a uno de los suyos por un corto período de tiempo,
especialmente si se podía tomar por sorpresa.

Gabe estaba... no ileso pero vivo. Había sangre, sí, pero la mayor parte
parecía provenir de su nariz. Estaba rota, tal vez.

Soren escaneó rápidamente a su humano. Sin marcas de mordeduras obvias,


sin arterias cortadas. Pero su pierna derecha estaba torcida en un ángulo
extraño, y sus ojos estaban abiertos a media asta, tenía los ojos vidriosos lo
que sugería su alto nivel de dolor.

Soren luchó por mantener la calma. Odiaba ver a Gabe luciendo tan
indefenso. Lo odiaba con una pasión que le hacía hervir la sangre.

Su humano era fuerte. Era valiente, sin importar que sus inseguridades le
dijeran lo contrario. Hendrick no tenía derecho ni siquiera a mirar en
dirección a Gabe, y mucho menos dañar un solo pelo en su cabeza.

El vampiro dentro de Soren quería desgarrar, quería mutilar, quería


arrancarle la cabeza a Hendrick por lastimar a su pareja.

Pero no podía. No todavía. Gabe estaba vivo. Estaba más o menos


completo. Pero aún no estaba fuera de peligro.
El propio Hendrick apenas parecía perturbado. No había sorpresa allí. Un
humano no sería suficiente para frenarlo, no con Jay fuera del camino. Y a
juzgar por su posición, Jay no había sido capaz de dar mucha pelea antes de
caer.

Soren centró su atención en el enemigo. El ancho rostro de Hendrick tenía


una sonrisa, pero sus ojos oscuros estaban inexpresivos. Fríos. Los ojos de
una serpiente. Estaba vestido fuera de lugar: en franela y mezclilla.
Claramente en un esfuerzo por mezclarse.

Eso no debería haber sido suficiente. Soren tuvo haber podido rastrear su
olor, si Hendrick había permanecido en la ciudad. Debería haber sido capaz
de encontrarlo antes.

—Mil disculpas —Dijo Hendrick, sin sonar arrepentido en absoluto


—. Golpeé un poco a tu amigo, no parezco agradarle mucho —Le dio a
Gabe una pequeña sacudida en énfasis, su cuerpo balanceándose en el
agarre de Hendrick.

—Maldito imbécil —murmuró Gabe, arrastrando las palabras. Soren


se preguntó si su compañero tenía una conmoción cerebral. Calor recorrió
su cuerpo ante la idea.

Soren observó de cerca cómo los nudillos de Hendrick se ponían blancos, el


agarre del vampiro apretándose en torno al cuello de Gabe. Hendrick podría
romper los huesos con esa mano si quería. Los humanos eran frágiles. Tan
jodidamente frágiles.

Y el humano de Soren estaba siendo retenido por un monstruo.

Soren tomó una decisión. —Gabe —dijo bruscamente—. Cierra la boca.

Ignoró el dolor en los ojos de Gabe ante sus palabras y se concentró en


Hendrick. Los sentimientos heridos podrían sanar. Un cuello roto no podría
hacerlo.

Al menos no para un humano.


Soren podía sentir su cuerpo temblar y solo podía esperar que fuera lo
suficientemente sutil para que Hendrick no lo notara.

Debería haberlo sabido mejor.

Había estado saliendo todas las noches en que Gabe había estado
trabajando. Dejándose ver en la ciudad, con la esperanza de que eso atrajera
nuevamente a Hendrick. Pensaba que la falta de respuesta equivalía a que el
otro vampiro se había ido. Que había descubierto que que Soren era más
problemático de lo que valía realmente.

Era evidente que Soren se había equivocado. En cambio, Hendrick había


encontrado la debilidad de Soren, su única maldita debilidad, y la estaba
sosteniendo en una de sus palmas, completamente listo para aplastarla en
cualquier instante.

Soren respiró hondo y empujó a su vampiro hacia atrás. La fuerza bruta no


lo ayudaría ahora mismo, no con Hendrick siendo mucho más fuerte que él.
Soren necesitaba pensar. Planificar.

Sintió que sus colmillos retrocedían, sabía que sus ojos volvían al habitual
tono azul pálido. Trató de mantener su expresión neutral, pero la sonrisa de
Hendrick se amplió de todas formas; el cretino estaba claramente
complacido por lo que vio en el rostro de Soren.

—He estado pensando —dijo Hendrick con picardía—. No me gustó


cómo fue nuestra última pequeña charla. Claramente, te he soltado
demasiado tiempo de la correa. Ahora estás… confundido. Olvidaste a
quién pertenece.

Yo no le pertenezco a nadie. Las palabras estaban en la punta de la lengua


de Soren. Pero echó un vistazo a los ojos dorados de Gabe, ahora muy
abiertos por el miedo y la frustración, y tuvo que contenerlas. Enfadar a
Hendrick sería arriesgar lo único que a Soren le importaba más el mundo
que su propio y lamentable pellejo.
—¿Qué es lo que quieres, Hendrick? —Soren preguntó en su lugar—.
¿Quieres hacerme daño? ¿Hacerme pagar? Estoy aquí.

Hendrick negó con la cabeza, chasqueando la lengua suavemente. —Nada


de eso, ángel. Simplemente quiero… reconectarme. Te he echado de menos,
¿sabes?

A Soren se le revolvió el estómago cuando un millón de recuerdos


diferentes lucharon por pasar al frente de su mente. Recuerdos de las manos
de Hendrick sobre él. Recuerdos del dolor y la humillación y de que le
quitaran su capacidad de elegir.

Quería decirle a Hendrick que prefería morir a que esas garras viscosas lo
tocaran una vez más, pero necesitaba salir de esta situación. Soren
necesitaba que Gabe estuviera a salvo primero. Ya después se preocuparía
por las consecuencias.

—¿Entramos? —Sugirió Hendrick, moviéndose para empujar a Gabe


hacia el interior de la casa.

—No —Soren se cruzó de brazos, sin moverse de su posición en la


entrada—. No hay necesidad. Estoy aburrido de esta ciudad, de todas
formas. Suelta al humano. Vámonos.

Hendrick no soltó a Gabe. —¿Vendrás conmigo? —preguntó, claramente


escéptico ante el cambio en Soren.

—Iré —Admitió—. Baja al humano.

—Este humano…

—Fue solo una distracción —Soren no miró a Gabe, mantuvo sus


ojos en los de Hendrick—. Una mascota. Ahora estoy aburrido de él. Pero
causaría... problemas... con Roman y su compañero vampiro, si lo mataras.
Podrían seguirnos.
No sería suficiente para convencer a Hendrick de que Gabe no significaba
nada para él, pero el otro vampiro no estaba por encima de matar a Gabe
solo por deporte. Como un castigo. Soren necesitaba que el bastardo se
diera cuenta de que la muerte de Gabe sería más problemática de lo que
realmente valía.

—No vale la pena —dijo Soren—. Vamos.

—¿No necesitas empacar? —Hendrick bufó, sin hacer ningún


movimiento para soltar a Gabe.

—No hay nada aquí que yo quiera.

Hendrick siguió sin moverse.

A Soren se le encogió el estómago cuando se dio cuenta... de que necesitaba


doblegarse. Hacer un gesto concreto que demostrara que estaba eligiendo a
Hendrick. Dio un paso hacia adelante para salir por la puerta, inclinándose
sobre Gabe como si el humano ni siquiera estuviera allí.

Presionó sus labios contra los de Hendrick. Ligeramente, manteniendo la


boca cerrada. Pero su estómago se revolvió incluso con eso. Hendrick pasó
la lengua por los labios cerrados de Soren, riéndose del estremecimiento de
su cuerpo. Eso es lo que pasaba con el otro vampiro, Soren ni siquiera tenía
que fingir que lo disfrutaba. De hecho, Hendrick prefería cuando no lo
hacía.

Soren se echó hacia atrás antes de que Hendrick pudiera intentar


profundizar más el beso. —¿Estás listo? —preguntó. Su voz sonó
sorprendentemente estable. Eso era bueno.

Él podía hacer esto.

Hendrick finalmente, finalmente, soltó a Gabe, arrojando al humano de


Soren al suelo como si fuera un saco de basura. Soren no se giró para verlo
aterrizar. Temía que, si lo hacía, su vampiro interior iba a insistir en matar a
Hendrick en ese mismo instante.
Y entonces todos morirían.

Agarró la mano de Hendrick y tiró de él hacia un Jeep que parecía


destrozado en el camino de entrada. —¿Este es tu auto? —Preguntó Soren,
abriendo el lado del conductor antes de que Hendrick pudiera responder.

—Tan ansioso —dijo Hendrick—. Tú conducirás, ángel,

Detrás de ellos, Soren oyó las súplicas de Gabe con voz destrozada. —
Soren, por favor. No hagas esto. No te vayas.

Pero su humano no fue tras ellos. ¿Cómo podría? Tenía la pierna torcida,
probablemente rota. A Soren se le cortó el aliento en la garganta, las llaves
que Hendrick le había dado estaban en el contacto.

No tenía otra elección. Tenía que ir.

Hendrick se dirigió al asiento del pasajero y Soren arrancó el auto. No


quería que Hendrick lo viera vacilar.

—Ese humano parecía terriblemente apegado a ti —Reflexionó


Hendrick, con sus ojos penetrantes fijos en el perfil de Soren.

—Los humanos son estúpidos en ese sentido —murmuró. Los alejó,


tomando respiraciones profundas y constantes mientras salían del
vecindario.

Soren estaba en la situación que había temido durante tanto tiempo. Estaba
de vuelta en las garras de Hendrick. Esperó sentir el temor, el miedo, los
familiares sentimientos de inutilidad. Pero todo lo que pudo sentir fue un
inmenso alivio, teñido de una tristeza tan profunda que Soren se preguntó si
tal vez de alguna manera estaba sangrando internamente.

Se estaban alejando de Gabe. Su humano estaría a salvo. Su compañero


estaría a salvo.

Eso era todo lo que importaba.


Y bajo el alivio, bajo la tristeza, estaba la rabia. ¿Cómo se atrevía Hendrick
a hacer esto? ¿Cómo jodidamente se atrevía? Regresar a la vida de Soren.
Tratar de quitarle una de las únicas cosas buenas y verdaderas que le habían
pasado.

Hendrick ya no tenía a sus viejos amigos para respaldarlo. Soren no tenía


que jugar a ser bueno. Soren no jugaría a ser bueno. Solo tenía que alejarlos
lo suficiente.

—¿A dónde? —preguntó Soren, manteniendo su voz tan neutral como


pudo.

—Hay un lugar en el que me he estado quedando. Será suficiente por


ahora —Respondió Hendrick—. Para que podamos tener un poco de…
privacidad. Solo nosotros dos.

Al incorporarse a la autopista, Soren consideró conducir a través de la


mediana hacia el tráfico que se aproximaba. Tal vez podría causar algún
tipo de explosión, como en las películas. Y Hendrick perecería.

El mundo sería un maldito lugar mejor; eso era seguro. Pero no había
ninguna garantía con eso. Cualquiera de ellos o ambos podrían sobrevivir a
un choque. Los inocentes podrían morir. Las probabilidades simplemente
no eran lo suficientemente buenas.

Hendrick había tocado a Gabe. Él lo lastimaría por eso. Lo haría pagar.


Soren se aseguraría de ello. Pagaría por todo.

Soren solo desearía haberse preparado mejor. Este hijo de puta se merecía
una muerte lenta y dolorosa. Pero eso podría no ser posible en este
momento.

Sin embargo, Soren sabía una cosa.

Solo uno de ellos saldría vivo de esta situación.


Dieciocho
Gabe
Gabe se había sentido impotente antes. Había perdido a personas que le
importaban. Pero nunca había sentido esta furia en el estado más puro, esta
frustración que lo consumía todo.

Hendrick se había llevado a Soren.

A Soren, que estaba aprendiendo a abrirse de nuevo. Soren, quien hizo que
Gabe se sintiera seguro y reconfortado por primera vez desde su infancia.
Soren, que se había quedado en esta ciudad, después de más de un siglo de
seguir huyendo, solo para permanecer cerca de él.

Y Hendrick se lo había llevado.

Y Gabe no había podido hacer nada al respecto. Había sido sacado de la


carrera en un instante, Hendrick lo dominó sin siquiera un cabello fuera de
lugar por el esfuerzo. El vampiro le había roto el cuello a Jay, y antes de que
Gabe pudiera siquiera procesar lo que había pasado, su pierna estaba
doblada, su cara destrozada. Era como revivir el ataque de Lucien una
segunda vez.

Excepto que esta vez, Soren no había sido capaz de abalanzarse y salvarlo.

En su lugar, Soren había sido llevado.

Gabe jadeó desde su posición boca abajo en el porche de Danny. Mierda.


Necesitaba levantarse. No sabía si podría siquiera caminar con lo que
Hendrick le había hecho a su pierna. Pero al menos podría sentarse derecho.

Se incorporó hasta quedar sentado, con la pierna derecha estirada lo mejor


que pudo frente a él. Dolía. Todo le dolía. Pero no era nada comparado al
dolor que experimentó al ver a Soren alejándose. Como si le arrancaran el
corazón del pecho. Era exactamente lo que Gabe había estado temiendo
durante las últimas tres semanas. Soren yéndose. Soren dejándolo.

Y Gabe se dio cuenta de podría haber sido capaz de manejarlo, bajo


cualquier otra circunstancia. Si Soren se hubiera ido porque se había dado
cuenta de que necesitaba mucho más, de que Hyde Park no era suficiente,
de que Gabe no era suficiente… ahí, podría haberlo sobrevivido. Podría
haber visto a Soren volver a ser un trotamundos y viéndolo ir de club en
club y Gabe habría vivido para ver otro día.

Hubiera dolido, sí. Habría roto el corazón de Gabe. Pero podría haberlo
manejado, por Soren. Podría haber manejado la partida de Soren, si es lo
que el vampiro necesitaba. Pero esto. Soren yendo con ese pedazo de
mierda, poniéndose en manos de ese psicópata...

Gabe no se había dejado engañar por ninguna de las tonterías que Soren le
había soltado a Hendrick. Las palabras del vampiro acerca de que Gabe era
una mascota, una distracción fácil. Gabe sabía mejor. Soren solo había
estado protegiéndolo. Su vampiro había pensado que tenía que ir con ese
jodido monstruo para proteger a Gabe.

Bueno, a la mierda con eso.

Gabe no había podido evitar que su padre muriera. No había podido evitar
la demencia progresiva de su madre. No había podido evitar que Danny
fuera convertido contra su voluntad.

Pero seguro que podía hacer algo respecto a esto.

Así que no había podido proteger a Soren porque era un humano: frágil,
débil, mortal. Bueno, entonces él ya no sería un humano.

No podía evitar que la vida cambiara. Claramente no podía evitar que


sucedieran cosas malas. Pero podía elegir en qué quería centrarse en la vida.
Podía elegir por qué luchar, en lugar de contra qué luchar.
Gabe deseaba amor, deseaba pertenecer. Quería ser entendido.

Y Soren, el extraño, desquiciado y fantástico Soren, lo entendía. Dejaba que


Gabe fuera la versión real de sí mismo, no solo el niño dorado y superficial.

Gabe lucharía por eso.

—Jay —llamó, sorprendido por lo ronca que salió su voz—. ¡Jay! —


No hubo respuesta. Gabe trató de moverse hacia el vampiro, doblando su
pierna derecha, pero jadeó cuando el dolor agudo lo golpeó.

Claro, no podía moverse. Tenía que ser paciente, incluso si se sentía como
si estuviera listo para saltar fuera de su propia piel. El pequeño vampiro no
se quedaría mucho tiempo tumbado. Soren había dicho que sólo la
decapitación o el fuego podían matarlos.

Gabe podría ponerse a gritar, era tan frustrante que ninguno de sus extensos
conocimientos médicos servía para determinar el tiempo que le tomaba a un
vampiro curarse de un cuello roto. Pero seguramente no tomaría mucho
tiempo, ¿verdad? Teniendo en cuenta lo rápido que se habían curado las
costillas rotas de Soren. Así que Gabe se sentó en el porche bajo el débil sol
de la mañana, esperando a que Jay se despertara.

El teléfono de Gabe estaba roto, aplastado por Hendrick durante el forcejeo,


por lo tanto, no podía verificar el tiempo. Lamentó brevemente no poder
llamar a Danny. O a Roman. Pero, ¿de qué serviría eso de todos modos?
Ellos iban a volver a casa al día siguiente, pero incluso si adelantaban su
vuelo y salían de Bali en ese mismo instante, todavía les seguiría quedando
un día entero de viaje. ¿Quién podría decir que llegarían a tiempo para
ayudar?

Así que Gabe se sentó y esperó, y trató de no pensar en la mirada


desesperada en el rostro de Soren cuando abrió la puerta y se encontró con
Hendrick sosteniendo por el cuello a Gabe, en medio del porche. O la vista
de Soren besando a ese idiota viscoso. Se maravilló brevemente de que su
ansiedad no estuviera tomando el control de su cuerpo. Pero esto era algo
parecido a lo que sucedía cuando había algún tipo de código de emergencia
en el hospital. Gabe podía estar tranquilo en una emergencia. Podía poner
sus emociones en un segundo plano para salvar una vida.

Y él salvaría la vida de Soren.

Gabe apartó su mente del trauma de la última media hora. Trató de recordar
sólo lo bueno. Lo hermoso que se había visto Soren en el club, bailando
libremente bajo las luces intermitentes. La paz que sentía cuando Soren lo
sostenía en el sofá. En la cama. Trató de canalizar la calma interior que
experimentaba cuando tenía a Soren en sus brazos. No se acercaba a ese
punto, pero ayudaba, aunque solo fuera un poco.

Cuando Jay finalmente se movió, después de lo que pareció una eternidad,


Gabe sintió que otra vez podía respirar por completo. Más allá de la
frustración de la espera impotente, le aterrorizaba que uno de los vecinos
pasara por allí o que alguien llamara a la policía. Gabe no podía tener
ninguna interferencia externa, no ahora. Eso sólo lo retrasaría.

Además, ¿cómo diablos explicabas cuando un cadáver con el cuello roto


revivía de repente?

Jay pareció tomarse un minuto para orientarse, y luego se levantó,


inclinándose sobre Gabe en un instante. —¡Gabe! ¿Estás bien? ¿Qué
sucedió? ¿Dónde está Soren?

—Estoy bien —Gabe no lo estaba, pero lo estaría—. Fuiste


emboscado por Hendrick. Soren se ha ido.

—Oh, Dios —Jay miró a su alrededor frenéticamente, como si Gabe


estuviera haciendo una especie broma y Soren estuviera oculto entre los
arbustos—. ¡Lo siento! —El pequeño vampiro se lamentó cuando no pudo
encontrar nada—. ¡Lo siento tanto!

—No fue tu culpa —Gabe trató de consolarlo—. Te atacó por la


espalda.
—Tu pierna —dijo Jay, alcanzando la extremidad doblada de Gabe y
deteniéndose justo antes de tocarla.

—Escucha, Jay —Comenzó Gabe, sin querer perder más tiempo—.


Necesito que hagas algo por mí.

Jay dejó de agitarse y miró a Gabe con ojos ansiosos. —¿Hacer qué cosa?

Gabe respiró hondo. —Necesito que me conviertas.

—¿Y estás seguro de esto? —Jay retorció sus manos, con el ceño
fruncido. Podría haber sido adorable, si Gabe no estuviera tan jodidamente
impaciente por poner este espectáculo en marcha.

—Estoy seguro —respondió desde su lugar en el sofá. Había hecho


que Jay lo arrastrara hasta adentro, casi desmayándose por el dolor, pero sin
querer empujar mucho más su suerte con todo el tiempo que estuvieron
acostados en el porche a la vista de todos.

Encontraron a Ferdy encerrado en la sala de estar, ladrando frenéticamente.


Lo habían llevado hasta la habitación de Soren por ahora. Gabe solo podía
esperar que ninguno de los vecinos llamara a la policía por los ruidos del
cachorro, pero no lo quería aquí cuando lo que tenía que pasar... pasara.

—No voy a dejar que haga esto solo.

Jay no parecía tranquilo. —Pero he visto que toma días para que alguien
cambie. Podrías... Podrías llegar demasiado tarde.

—¿Crees que Hendrick lo matará? —Gabe no quería pensar en esa


posibilidad, no podía soportarlo, pero necesitaba saberlo.

Eso hizo que Jay se detuviera. Luego, sacudió la cabeza a regañadientes. —


Improbable. Y supongo que él querría… alargarlo, incluso si su intención
fuera matarlo.
Mierda. Gabe no podía permitirse detenerse en ese pensamiento. Soren
estaría bien. Tenía que estarlo.

—Podría ir tras ellos —Se ofreció Jay.

—¿Y cómo los encontrarás? —Respondió Gabe.

—Um…

—Cuando mi hermano se convirtió, dijo que podía… sentir a Roman.


Los compañeros pueden sentir las emociones del otro. Tienen un vínculo.
Un vínculo palpable. Sé que puedo encontrarlo. Solo necesito que me
conviertas.

Los ojos grises de Jay lo perforaron. —Es algo permanente, Gabe. Para
siempre. Nunca volverás a ser humano.

Por primera vez desde que se conocieron, Gabe pudo sentir la edad de Jay.
Había cierto arrepentimiento allí, subyacente en su declaración de Jay: ¿Se
le había dado a este vampiro más opciones con su conversión que al mismo
Soren?

Gabe trató de poner toda su sinceridad en sus palabras. —Lo haría de todos
modos. Para estar con él. No estaba seguro antes, pero... ahora lo sé. Quiero
esto. Así que hazlo.

Había dejado que el miedo y el resentimiento le estorbara durante toda su


vida adulta, ¿y qué había conseguido con eso? Casi había arruinado su
relación con Danny de forma permanente. Le había quitado tiempo con su
madre que nunca recuperaría. Lo había convertido en... bueno, en general,
en una peor persona.

Pero Soren. Soren hacía que Gabe fuera mejor persona. Más abierto, menos
temeroso. Gabe podría aceptar la magia en su vida, si Soren venía incluido
en ella.
—Soren me va a matar —protestó Jay. Pero había dejado de retorcer
sus manos, parecía estarse acostumbrando a la idea.

—Yo tomaré toda la culpa —Le aseguró Gabe.

Jay respiró hondo, claramente centrándose. Gabe trató de no gritar de


frustración. Él había hecho su elección. No iba a arrepentirse. Así que
quería terminar ya con esta conversación.

Levantó una mano cuando Jay finalmente se inclinó sobre él. —En el cuello
no.

Jay se sonrojó. —Oh. Um. Lo siento. Por supuesto —Levantó suavemente


la muñeca derecha de Gabe—. ¿Está bien así?

Gabe asintió. —Está bien.

Observó la cabeza oscura inclinada sobre su muñeca. Una punzada aguda


de dolor, una oleada de ese placer ahora familiar, y luego un extraño...
aturdimiento. Gabe se estaba dando cuenta ahora de lo poco que Soren
había bebido de él esas dos veces, en comparación la velocidad en que Jay
lo estaba drenando. Podía sentir cómo se deslizaba rápidamente hacia la
inconsciencia, quedando apenas consciente cuando un líquido comenzó a
gotear dentro de su boca. ¿La sangre de Jay? Y entonces…

Dolor. Fuego. Ardor.

Gabe escuchó gritos. Estaba bastante seguro de que era él, pero también
estaba demasiado delirante de dolor para registrar la fuente. Tosió, se
atragantó y gritó un poco más.

¿Quién sabía que morir sería tan doloroso?

Y luego sólo hubo oscuridad.


Gabe se despertó rápidamente, aparentemente mucho más rápido de lo que
Jay había anticipado a juzgar por los ojos muy abiertos y sorprendidos del
pequeño vampiro.

El dolor se había ido. Como si nunca hubiera sucedido en absoluto. Tal vez
Gabe lo había soñado.

—N… nunca había visto que sucediera tan rápido —Jay tartamudeó
—. Solo han pasado unas pocas horas.

Gabe no tuvo tiempo de pensar en todo eso. Se había despertado con un


agujero en el pecho. Un dolor. Un tirón.

Soren.

Su pareja estaba en problemas. Gabe sentía un latido bajo su piel, un


impulso para encontrarlo, para ayudarlo.

Soren había sido secuestrado. Se lo habían quitado a Gabe.

La rabia y la ira aumentaron rápidamente. —Me voy ya —Gruñó. Jay


comenzó a protestar, pero Gabe lo interrumpió—. Si yo fuera tú, no
intentaría detenerme.

—Pero, ¿qué pasa si matas a alguien?

Gabe se bufó. —¿A Hendrick? Se lo merece.

Jay le dirigió una mirada extraña. —No… yo… ¿no tienes… hambre?

¿Hombre? Oh, de sangre.

Alimentarse era lo más alejado en la mente de Gabe. —No quiero sangre.


Quiero a Soren.

Eso era lo único que ansiaba Gabe: tocar a su pareja. Poder sostenerlo.
Había una nueva bestia dentro de él, y necesitaba ser calmada.
Necesitaba a su compañero.
Diecinueve
Soren
—Gira aquí.

Soren obedeció la orden y guió el coche a través de una puerta de hierro


abierta de par en par hasta un largo camino de grava. Atravesaron
prácticamente un kilómetro y medio de bosque de pinos antes de llegar a lo
que Soren supuso que debía ser el destino final.

Parecía la cabaña de caza veraniega de alguien. Una deprimente estructura


de madera con un vago aire de abandono. Soren podía distinguir las orillas
de lo que parecía ser un pequeño lago detrás de él. Aparcó el auto, la
tranquilidad de la naturaleza los envolvía. Hendrick no parecía tener prisa
por romper el silencio de Soren.

Para ser justos, él generalmente prefería que Soren mantuviera la boca


cerrada.

Inspeccionó la cabaña con escepticismo mientras entraban. Hendrick


seguramente había estado bastante apresurado por encontrar algún
escondite; este lugar no era tan grandioso y elegante como sus hospedajes
habituales. La sala de estar estaba pobremente amueblada y una pizca de
polvo cubría todas las superficies. La única característica redentora de la
habitación era una enorme chimenea, casi lo suficientemente grande como
para que alguien asara un ciervo entero si es que eso era lo suyo.

Hendrick se detuvo en la puerta de la sala de estar y le hizo un gesto a


Soren para que entrara antes que él. Soren caminó hacia la ventana trasera
más cercana a la chimenea, fingiendo interés en tener una mejor vista del
lago, pero en realidad estaba feliz de alejarse de su captor, tanto como le
permitiera esta horrible cabaña.
Se detuvo en seco antes de que pudiera llegar a ese punto. Había una figura
en el sofá raído, inicialmente oculto a la vista por los ángulos de la
habitación. Soren puso los ojos en blanco.

Había un cadáver en esta cabaña. Tampoco era exactamente uno nuevo.

Se trataba de un hombre mayor, probablemente de unos sesenta años, con el


rostro ceniciento cubierto por una barba peluda. Soren supuso que era el
dueño de la cabaña. Miró a Hendrick, el disgusto curvaba sus labios. —
¡Cristo, Hendrick! ¿No te molestaste en limpiar tu propio desastre?

El otro vampiro parecía característicamente impenitente. —Lo necesitaba.

¿Por qué diablos necesitaría Hendrick un cadáver accesible? A no ser que…

La comprensión lo invadió. Cada criatura viviente tenía un olor distinto. Al


menos, Soren había descubierto que así era desde el día en que fue
convertido y que sus sentidos se vieron mejorados. Los artículos de tocador
modernos lo estropeaban un poco —jabones corporales afrutados,
acondicionadores florales—, al igual que la alimentación. Por un breve
tiempo luego de beber de un ser humano, un vampiro puede tomar notas
sutiles de su olor.

Soren lo asimiló todo. El traje de franela fuera de lugar de Hendrick. El


cadáver de varios días frente a ellos. ¿Era realmente así como Hendrick
había estado evadiendo la búsqueda de Soren a través de la ciudad? Había
estado enmascarando su olor desde la pelea mientras que espiaba a Soren
sin dejar rastro. Soren podría incluso sentirse impresionado, si su odio le
diera permiso de ello. Su ex nunca había sido tan tortuoso antes.

Sin embargo, ese cadáver se veía terriblemente rígido. —¿Has estado


bebiendo de un hombre muerto, Hendrick?

Soren se estremeció ante la idea. La sangre de los muertos estaba... muerta,


a falta de una palabra mejor. Débil. Fría. Insatisfactoria. Era tabú entre los
de su especie. Considerado repugnante y desagradable. ¿Qué tan perdido
estaba Hendrick como para cruzar esa línea una y otra vez? ¿Tan solo para
acechar en las sombras y espiar su antigua posesión?

—Asqueroso —dijo Soren en voz alta, incapaz de callarse.

—Limpia para mí —Le ordenó Hendrick, sentándose en el sillón


andrajoso frente al propietario muerto de la cabaña.

Soren resopló. —¿Y tienes herramientas que pueda usar, o cavaré en el


suelo duro con mis propias manos como una especie de hombre de las
cavernas?

—Tíralo al lago —sugirió Hendrick alegremente.

—¿Y que flote a la superficie en medio día?

—¿Qué importa? Para entonces, ya nos habremos ido.

Entonces, Hendrick no tenía la intención de quedarse. Bien. No estaban lo


suficientemente lejos de Hyde Park. Apenas habían estado conduciendo
durante una hora completa, siguiendo carreteras secundarias sinuosas hacia
el norte. ¿Cuál era el punto de detenerse en este punto?

Hendrick respondió esa pregunta por Soren con su siguiente declaración. —


Y ni siquiera pienses en salir corriendo, o conduciré de regreso a tu
pequeño humano. Tomaré una comida fresca.

Soren se puso tenso. ¿Entonces eso era todo? Quería mantenerse cerca de
Gabe como una amenaza, asegurándose de que Soren se mantuviera...
¿dócil? Eso sólo tenía sentido a corto plazo. ¿Qué estaba planeando
Hendrick una vez que se fueran? Soren pensó en las escaleras por las que
habían pasado de camino a la sala de estar. Los dormitorios debían estar
ubicados en el segundo piso. Supuso que Hendrick no necesitaría mucho
tiempo para conseguir lo que había venido a buscar.

Soren no quería pensar demasiado en ello.


—Entendido —dijo, caminando hacia el cuerpo. Tuvo que pasar
frente al sillón de camino, y lo detuvo un agarre repentino y contundente en
su brazo. Necesitó de todo su ser para reprimir un escalofrío.

Soren odiaba el toque de este cretino baboso. Odiaba incluso respirar el


mismo aire. Odiaba más que nada haber tenido que tocar su jodida boca con
la de Hendrick, y que Gabe se hubiera visto obligado a presenciarlo.

Hendrick tiró de Soren hacia él hasta que sus rostros quedaron a


centímetros de distancia. —Eres tan bonito, mi ángel —Susurró, su voz
llena de un afecto falso—. Echaba de menos mirarte —Pasó los dedos por
el rostro de Soren.

La bestia en su interior no quería nada más que arrancarle los dedos a este
vampiro, tal vez todo su brazo por si acaso. Pero Soren estaba en
desventaja. Hendrick era más fuerte que él en lo que se trataba de fuerza
bruta. Y, seguramente, estaba en espera a una sola reacción que le diera la
excusa de poner a Soren en su lugar.

Pero por una vez, Soren podía ser paciente. Podría ser paciente por Gabe.

—No pienso tocarte con esa cosa asquerosa frente a nosotros —dijo,
sacando ligeramente el labio inferior. Cualquier desafío era un riesgo, pero
a Hendrick por lo general no le importaba un lloriqueo o incluso hacer un
pequeño puchero. Eran los signos de fuerza lo que no podía soportar.

Hendrick lo miró fijamente por un momento, luego relajó su agarre,


pareciendo ceder a su punto. —Apresúrate, entonces.

Soren soltó su brazo del agarre del otro vampiro, luego caminó hacia el
sofá, levantando el horrible cadáver sobre su hombro con facilidad. Salió
por la parte de atrás, llevó el cuerpo al lago y exploró el área a medida que
avanzaba. No detectó a ningún vecino cercano, ni caminos que no fueran
por el que habían llegado. El único otro edificio era un cobertizo
destartalado al lado de la cabaña.

Era un bosque fantasma. Abandonado.


Afuera, lejos de la presencia sofocante de Hendrick, Soren hizo todo lo
posible para no caer en la desesperación. Trató de no pensar en la expresión
en el rostro de Gabe cuando le dijo que se callara, o el sonido de su voz
cuando le rogó a Soren que no se fuera. Soren había sido tan estúpido al
pensar que podía tener un final feliz. En pensar que sus errores pasados no
lo alcanzarían. La pierna torcida de Gabe...

Esta era la segunda vez que Gabe se rompía un hueso por culpa de Soren.
Dos veces eran ya demasiadas.

Soren contempló sus próximos pasos mientras buscaba rocas en el área para
introducir en los bolsillos del pobre cadáver. El plan más sencillo sería dejar
que Hendrick tomara lo que él quisiera. Atraerlo a una falsa sensación de
seguridad, y luego... ¿atacar? Mejor aún... correr. Correr y no mirar atrás.
Dejar que Gabe siguiera viviendo su vida humana normal, lejos de toda la
mierda sobrenatural de Soren.

No importa que Gabe ya tuviera un hermano y un cuñado sobrenaturales.


Esta era su propia fiesta de lastima, así que podía estar en negación si eso es
lo que quería.

Así que dejaría que Hendrick se quedara con él. Que lo tocara y lastimara.
Eso es lo que el Soren del pasado habría hecho. Tomar un poco de pérdida
de su dignidad y autonomía corporal, a cambio de una eventual libertad.

Pero él ya no quería hacerlo de esa manera. No quería ensuciar el recuerdo


del toque de Gabe con las malditas garras viscosas de Hendrick. Más aún si
nunca volvía a sentir el toque de su humano. Quería aferrarse a esos
recuerdos.

Las manos fuertes de Gabe. La forma en que dejaba que fuera Soren el que
dirigiera. La manera en que lo miraba como si fuera algo precioso.

Una vez que el cuerpo estuvo cargado con piedras, Soren lo arrojó sin
contemplaciones al lago poco profundo. No ocultaría un cadáver por mucho
tiempo, pero bueno. Soren tenía cosas más importantes de las que
preocuparse. Dudó en regresar a la cabaña. Se preguntó qué estaría
haciendo Gabe ahora mismo. Soren esperaba que no estuviera sufriendo.
Esperaba que Jay hubiese despertado rápidamente y llevado a su humano al
hospital.

Soren se pasó una mano por el pelo, imitando inconscientemente los gestos
de Gabe. Se dio cuenta de que le temblaban las manos.

Gabe había sido lastimado. Gabe sufría.

No podía soportarlo. Estaba mal que Soren no estuviera allí con él. Su
compañero estaba dolorido. Su pareja lo necesitaba.

A la mierda con salir huyendo. Soren pertenecía a Hyde Park.

Y haría cualquier cosa para volver a donde pertenecía.

Soren volvió a entrar en la cabaña y se encontró con Hendrick encendiendo


fuego en la enorme chimenea. Con qué posible propósito, Soren no tenía la
menor idea. Era más que seguro que no necesitaban la calefacción.

El bastardo probablemente solo quería crear la atmósfera dramática


adecuada. Porque así era Hendrick cuando se trataba de esto: una patética
reina del drama sin un propósito propio, que tenía que sentirse dueño de
otra persona para sentir que valía algo.

—No te escapaste —Comentó Hendrick, con los ojos en el fuego, sin


darse cuenta de la evaluación mordaz y tácita de Soren.

Resistió el impulso de responder con un merecido: "Bueno, obviamente no,


si estoy parado aquí". Ese era el tipo de respuesta que terminaría dejándolo
roto, sangrando e incapaz de huir. Que era exactamente por lo que Hendrick
era el peor.

¿Por qué decir lo obvio si no quería respuestas sarcásticas a cambio?


—Acércate —Hendrick hizo señas con una mano, todavía sin
dignarse mirar a Soren a los ojos—. Déjame observarte.

—Aquí estoy bien.

—Soren… —Odiaba ese tono de advertencia y reprimenda, como si


Hendrick estuviera hablando con un niño testarudo—. Es suficiente para
hacerme pensar que no te gusto.

—No me gustas —Whoops, se suponía que no debía decir esa parte


en voz alta.

Hendrick le dirigió una mirada endurecida.

Soren solía ser mucho mejor intentando ser cauteloso con este bastarlo,
pero ahora mismo le estaba costando mucho volver a ese viejo miedo.
Quería terminar con esta farsa. Quería volver con Gabe.

—¿Porque me quieres? —Se encontró preguntando.

—Tú me perte…

—Sí, ya lo sé. “Te pertenezco”. Pero, ¿por qué me quieres? Ni


siquiera te gusto. ¿Realmente vale la pena todo esto? ¿El acecho, el
esconderse en esta cabaña polvorienta con un cadáver apestoso, por alguien
que ni siquiera te gusta?

La mirada de Hendrick finalmente encontró la suya, ojos fríos y duros al


igual que siempre. —Quizás eres todo lo que me queda.

Soren reflexionó al respecto. Tal vez era cierto. Los amigos de Hendrick se
habían ido, la comunidad de la que había sido parte durante toda su
existencia vampírica se estaba desmoronando. Soren se preguntó cómo es
que el otro vampiro no se había vuelto salvaje todavía. Probablemente no
estaba lejos de eso. Quizá por eso se esforzaba tanto por recuperar a Soren.
Tal vez pensaba que eso retrasaría las cosas, que una cara familiar serviría
como un ancla, incluso si el alma de Soren no podía hacer el trabajo
oficialmente.

Soren deseó poder encontrar en sí mismo el sentir pena por Hendrick, pero
simplemente… no podía. Este bastardo ya le había quitado demasiado.
Tampoco se merecía la piedad de Soren. Aun así, no estaba por encima de
tratar de razonar con él, si eso significaba que no lo patearían en una pelea.

—Deberías empezar de nuevo, Hendrick —Dijo manteniendo una voz


suave y sin confrontaciones—. Esta es una oportunidad para ti. Encuentra a
alguien con quien puedas encajar. Alguien cuya mera existencia no te haga
querer sacarle la vida a golpes.

Hendrick inclinó la cabeza, estudiando a Soren con una extraña sonrisa en


su rostro. —¿Crees que no he tenido otras mascotas?

Soren parpadeó, desconcertado.

Hendrick se rio, avivando el fuego nuevamente. —He tenido otros, ángel.


Otros bonitos tesoros. ¿De qué otra forma crees que mataba el tiempo todos
esos años en los que huiste de mí? Ninguno logró mantener mi interés por
mucho tiempo.

—¿Dónde están ahora? —Soren temía conocer ya la respuesta, y sin


embargo, tenía que preguntar.

La sonrisa de Hendrick se ensanchó. —¿Dónde piensas? Adecuadamente


eliminados. Como tal vez debería haber hecho contigo. Me pones
sentimental, creo. Fuiste mi primera... posesión. El primer vampiro que hice
solo para mí —Pasó la mirada por Soren, pesada como un toque físico—. Y
sigues siendo el más hermoso de todos.

Soren trató de procesar las palabras que estaba escuchando. ¿A cuántas


personas había matado Hendrick en su larga vida? Probando diferentes
parejas y asesinándolos cuando no coincidían con sus necesidades.
Por esto es que Soren no podía sentir lástima por el otro vampiro. Porque
Hendrick era malvado, cruel y despiadado. Uno que trataba a otras criaturas
vivientes como nada más que juguetes y basura a voluntad.

Su misma existencia era un desperdicio de espacio. Una pérdida del tiempo


de Soren.

Podía sentir el torbellino emocional que sentía hacia Hendrick…


ampliándose. Su amargura por todo lo que le había hecho pasar. Su furia
por haber sido arrebatado del ser humano al que pertenecía. Su rabia total y
absoluta hacia esta pobre excusa de hombre que continuaba causándole
tanto dolor sin ninguna razón real más que su deseo egoísta y el
aburrimiento.

De acuerdo, tal vez Soren no tenía un torbellino de emociones. Tal vez solo
estaba jodidamente enojado.

—Eres incapaz de amar, ¿verdad? —preguntó Soren, su voz


temblando de la ira.

Hendrick finalmente dejó caer el palo que había estado usando para avivar
el fuego, volviendo toda su atención sobre él. —¿Amar? —Preguntó, la voz
goteando con desdén—. ¿Es eso lo que crees que has encontrado por ti
mismo? ¿Con ese pequeño humano?

Soren no sabía por qué la pregunta lo tomó por sorpresa, pero lo hizo. Se
estremeció, incapaz de camuflar adecuadamente su reacción.

Hendrick empezó a reírse de nuevo. —¿Crees que has encontrado a tu alma


gemela? —Se burló—. ¿Quién podría quererte, ángel? Solo eres bueno por
una cosa. Esa cara bonita. E incluso eso lo arruinas con tu maldita boca.
Todo. El. Puto. Tiempo.

El temperamento de Soren estalló. —Al menos nunca he tenido que abusar


o coaccionar a otros solo para que alguien comparta mi cama —Y tanto por
razonar con su captor. La sonrisa de Hendrick desapareció de su rostro en
un instante y sus rasgos se contrajeron con furia. Los ojos se le
oscurecieron, sus colmillos descendieron y se levantó en un rápido
movimiento.

Eso era lo que pasaba con los imbéciles manipuladores. Realmente odiaban
ser enfrentados con sus propias tonterías.

Sin otra palabra, Hendrick cargó contra Soren, solo un borrón cegador de
músculos. Soren se lanzó hacia atrás con facilidad. Puede que no tuviera la
ventaja sobre el otro vampiro en cuanto a fuerza, pero sí le ganaba en
velocidad. Salió por la puerta principal en un instante, extendiendo una
mano para agarrar la escopeta que había escondido en el porche.

Resultaba que el cobertizo tenía algunas herramientas útiles después de


todo.

Soren agradeció brevemente al propietario de la cabaña y por las armas de


fuego que tenía. No sería suficiente para matar a un vampiro, pero sí lo
suficiente como para ralentizar a uno.

Soren apuntó una ráfaga de balas hacia Hendrick, los ojos del vampiro se
abrieron como platos en la fracción de segundo que tuvo para registrar el
arma.

Un disparo en el pecho fue suficiente para hacer retroceder a Hendrick unos


metros, pero no por mucho tiempo. Él seguía avanzando. El siguiente
disparo le hizo un buen daño en el brazo izquierdo.

De acuerdo, la puntería de Soren no era... tan buena. Pero Hendrick no


ayudaba mucho cuando seguía corriendo directamente hacia él.

No solo era un imbécil manipulador. Era un imbécil manipulador y


obstinado.

Finalmente, Soren golpeó a Hendrick directamente en la cara con su tercer


disparo. El avance del vampiro se detuvo en un instante, y su cuerpo se
desplomó sobre el porche.
El triunfo de Soren fue rápidamente asaltado por el asco.

—Jodidamente asqueroso —Soren se llevó una mano a la boca, casi


con ganas de vomitar sin saber si quiera si el cuerpo de un vampiro sería
capaz de algo así. Estaba completamente a favor de la sangre, pero la
materia cerebral que había volado por todas partes era simplemente…
repugnante.

Se tomó un minuto para recuperarse, manteniendo los ojos alejados del


cuerpo masacrado frente a él. Hendrick pudo haber sido un imbécil horrible
y asesino, pero a Soren seguía sin gustarle la vista de su cuerpo destrozado.

Se sentó en el porche, tan lejos del desorden como era posible. Había
esperado más... alivio. Pero Soren podía sentir todavía la rabia, el miedo y
la preocupación arremolinándose dentro de su estómago. Tal vez le tomaría
algo de tiempo procesar su victoria sobre el hombre que lo había
atormentado toda su vida.

Se perdió en sus pensamientos, reflexionando sobre todo lo que los había


llevado a él y a Hendrick a este punto. ¿Él podría haber hecho algo distinto
para evitar este espantoso resultado?

No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado cuando finalmente se


movió de su posición, pero el sol estaba sustancialmente más alto en el
cielo. Soren necesitaba tomar una decisión. Ahora que tenía opciones.

Podría dejar a Hendrick aquí, permitir que el otro vampiro se regenerara


con algo de tiempo. La cabeza de Hendrick estaba destrozada, pero no
completamente separada de su cuerpo; sanaría, eventualmente. Soren
podría dejarlo estar y esperar a que esta pelea le haya enseñado a Hendrick
a mantenerse alejado para siempre.

Soren podría volver a huir.

Se rio para sí mismo, el sonido teñido de histeria. ¿A quién estaba


engañando? Él no iba a huir. No quería irse. Parte del alma de Soren
todavía estaba en Hyde Park. La mejor parte de su alma. Y si iba a volver...
Soren no quería estar el resto de su muy larga existencia, mirando por
encima del hombro.

Y luego estaba el otro lado de las cosas: ¿cuántos más morirían si dejaba
que Hendrick viviera?

Así que era hora de deshacerse de él. El mundo estaría mejor así. Soren se
preguntó si tal vez Hendrick habría querido acabar con su propia
existencia. Si eso era parte de la razón porqué había seguido persiguiendo a
Soren, incluso sin la amenaza de sus amigos de la comunidad para
mantenerlo protegido.

Soren descubrió que no le importaba mucho de cualquier manera.

Arrastró el cuerpo de Hendrick hasta la chimenea, evitando mirar


demasiado de cerca su cabeza destrozada. Soren lo arrojó de forma tan poco
ceremoniosa, como había hecho con el dueño de la cabaña en el lago.

Observó el tiempo suficiente para asegurarse de que el cuerpo se estaba


quemando, luego volvió al cobertizo en ruinas, donde estaba seguro de
haber visto algunas latas de gasolina. Supuso que podría haberse ahorrado
algo de tiempo de haberlas vertido sobre Hendrick desde un principio,
tomándolo por sorpresa después de que Soren se había desecho del dueño
de la cabaña. Pero, Soren había querido… No estaba seguro qué.

Había querido un cierre, suponía, tan estúpido como eso lo hacía sentir en
retrospectiva. Había querido darle a Hendrick la oportunidad de hacer lo
correcto.

Y tanto para eso.

Soren estaba saliendo del cobertizo cuando vio una forma familiar en el
porche.

Gabe. Todavía con la ropa con la que Soren lo había visto por última vez.
Tenía un aspecto arrugado y desgarrado y definitivamente en mal estado.
Pero su humano estaba erguido, con ambas piernas rectas y fuertes, sin una
sola herida sobre él.

Soren asimiló eso.

Huh. Su humano ya no era... humano.

Y Soren entendió de repente, esa ola de emoción que había sentido en la


cabina al confrontar a Hendrick. El vínculo de compañeros. Soren había
estado sintiendo los sentimientos de Gabe por encima de los suyos. La rabia
de ambos combinada. Justo como ahora mismo podía sentir el alivio de
Gabe. Su confusión. Su amor. Soren se quedó paralizado, con la lata de
gasolina apretada frente a él.

—Vine a rescatarte —dijo Gabe tímidamente desde su lugar en el


porche, sin hacer ningún movimiento para acercarse.

—Voy a quemar un cuerpo —Explicó Soren, con la voz apagada. No


sabía qué pensar. No sabía cómo sentirse.

Gabe suspiró, pasando una mano por su cabello y luego, miró a Soren con
sus ojos esperanzados. —¿Te puedo ayudar?
Veinte
Gabe
Gabe había conducido rápido, más rápido que nunca en su vida, sintiendo
ese tirón hacia su persona guiándolo, dirigiéndolo. Había estado listo para
pelear. Para rasgar piel y romper huesos. Para usar la nueva fuerza que
podía sentir corriendo por sus venas.

Y entonces estaba allí. En una extraña cabaña de aspecto abandonado con


humo saliendo de la chimenea. Podía oler a su pareja incluso por encima
del hedor a carne quemada. Y allí estaba Soren, con la ropa salpicada de
sangre y la piel manchada de hollín, habiendo ya librado su propia batalla.
No estando en ningún problema en absoluto.

A pesar de todas las ganas de correr hacia él, Gabe se encontró


repentinamente... nervioso. Soren acababa de pasar por un calvario. Había
sido recapturado por la misma persona que lo había torturado en varias
ocasiones por siglos enteros. Y Gabe no había sido de ninguna ayuda.
Había sido utilizado como cebo, de hecho. Y ahora estaba aquí demasiado
tarde como para hacer algo más que ayudar a limpiar el desastre.

Soren lo miró de manera extraña, sus ojos inusualmente apagados,


aferrándose a lo que parecía ser una lata de gasolina oxidada. —Estás
inquieto —dijo, después de un largo silencio—. Puedo sentirlo. ¿Estás
nervioso de estar unido a un asesino?

—¿Qué? No —Gabe dio un paso adelante. Hizo una pausa. La nueva


presencia dentro de él estaba inquieta, insegura. Quería a su compañero
donde pudieran sentirlo, tocarlo. Pero Gabe no estaba seguro de que Soren
deseara eso—. Lo habría matado por ti —ofreció Gabe sin convicción.

Soren arqueó una ceja rubia hacia él. —¿Molesto porque lo hice yo mismo?
La pareja de Gabe se sentía espinosa. A la defensiva. Gabe podía oírlo en
sus palabras y también… sentirlo. Una corriente de emociones que iba de
Soren hacia Gabe. Era difícil distinguirlo todo, Gabe apenas estaba
acostumbrado a etiquetar sus propias emociones, y mucho menos las de otra
persona, pero luego surgieron pequeños fragmentos a la claridad.

Culpa. Aprehensión. Esperanza.

Gabe luchó por encontrar las palabras, peleando con su preocupación muy
humana y sus nuevos instintos menos que humanos. —No, yo no… yo
no… —Se detuvo, incapaz de terminar la frase. Descubrió que sólo tenía
una cosa que preguntar—. ¿Puedo sostenerte?

El rostro de Soren se suavizó, casi imperceptiblemente, mientras que


asentía y dejaba la lata de gasolina en el suelo. Gabe prácticamente corrió
hacia adelante, envolviendo a Soren entre sus brazos y metiendo la cabeza
del vampiro debajo de su barbilla.

Mierda. Así estaba mucho mejor.

Deberían simplemente... estar tocándose todo el tiempo. Los nudos en el


estómago de Gabe se desataron solos. La bestia dentro de él se asentó.
Respiró profundamente e inhaló el olor limpio y frío de Soren.

Soren se mostró rígido al principio, inflexible. Pero lentamente la tensión en


su cuerpo se alivianó. Después de un largo momento sin hablar, toda la
atención de Gabe estaba en la sensación de ese cuerpo pequeño y cálido
entre sus brazos. Soren se rio, un sonido familiar y encantador. —A ti, uh,
realmente te gusta tocarme, ¿no es así, Alteza? Puedo sentirlo.

—¿Qué? —preguntó Gabe, confundido. No estaba duro

Había estado demasiado nervioso para sentir algo más que alivio por
tener a Soren en sus brazos otra vez.

Soren volvió a soltar una risita. Adorable. —Adentro —Aclaró—. Puedo


sentirlo a través de nuestro vínculo.
—Oh. Bueno… —Se alegraba de que Soren no pudiera ver su sonrojo
desde su posición por debajo de su barbilla. Gabe apenas había estado
aprendiendo a compartir sus sentimientos, y ahora ni siquiera tenía que
hacerlo. Soren sería capaz de sentirlos, tanto si Gabe se proponía
mostrárselos como si no. Gabe descubrió que no le importaba tanto como lo
había hecho en el pasado. No podía pensar en nadie más que quisiera dentro
de su cerebro de esa forma, pero Soren...

Soren era diferente.

—Se suponía que debía decirte cosas de amor —Se encontró soltando
Gabe.

—¿Cosas de amor? —Gabe no podía ver el rostro de Soren, pero una


oleada de cariñosa diversión atravesó el vínculo.

—Sí... como... ¿Te amo? —Era más fácil de decir con Soren en sus
brazos de lo que había pensado. Él lo conectaba a tierra. Y aún así, la
declaración salió más como una pregunta.

Algo más fuerte que el cariño se filtró a través del vínculo esta vez. Gabe
apreciaba la sensación. Soren frotó su cabeza contra su pecho,
pronunciando sus siguientes palabras contra la camisa de Gabe. —Te
convertiste por mí.

—Sí —respondió Gabe simplemente.

—Lo maté —No había arrepentimiento en la voz de Soren, ni a través


del vínculo. Era solamente la declaración de un hecho. Un pedido de
comprensión.

Gabe respondió con una franqueza igual. —Lo sé. Puedo sentir el olor a
quemado.

Soren suspiró, su aliento cálido contra la clavícula de Gabe. —No fue muy
amable de mi parte.
Gabe abrazó a su vampiro con más fuerza. —Hiciste lo que tenías que hacer
para protegerte.

—Creo que te sentí —dijo Soren, girando la cabeza hacia un lado


para que sus palabras salieran con una mayor claridad—. Mi enfado hacia
Hendrick, fue como… como si se hubiese multiplicado. Intensificado. Creo
que debe haber sido cuando te convertiste.

—Mm —Gabe definitivamente había estado enojado, por decir lo


menos. Había querido destripar al acosador de Soren como si fuera un pez.
Nunca antes había pensado que sería capaz de sentir una rabia similar a esa.

—Tú y yo podríamos ser muy peligrosos juntos —dijo Soren,


presionando un beso en el pecho de Gabe.

Él no estaba seguro de que le importara exactamente. Si los idiotas


malvados como Hendrick eran los que se llevaban la peor parte de su ira
combinada, podría vivir con eso. Fácilmente. —Supongo que deberíamos
esperar a que nadie nos moleste, entonces —dijo suavemente.

Soren tarareó en reconocimiento.

Terminaron quemando toda la maldita cabaña hasta los cimientos. Fue


extrañamente satisfactorio ver cómo todo se incendiaba. Tal vez Gabe tenía
madera de pirómano.

Se sentaron juntos en silencio en el suelo del bosque, a la vista del edificio


en llamas, pero a una saludable distancia del fuego. Observando hasta que
no hubo más que cenizas humeantes.

Gabe, perdido en sus pensamientos, se sobresaltó cuando sintió la delicada


mano de Soren enrollándose en la suya. Huh. Por lo general, era Gabe quien
iniciaba ese tipo de contactos.

—Yo también te amo —dijo Soren en voz baja, con los ojos fijos en
los escombros humeantes frente a ellos.
Gabe sonrió con aire de suficiencia. —Ya lo sé. Puedo sentirlo.

Soren resopló. —Vas a ser insufrible con el vínculo, ¿verdad?

—Probablemente.

Volvieron a sentarse en silencio. Finalmente, Soren se volvió hacia él y


Gabe se sorprendió al ver el dolor grabado en las facciones de su vampiro.

—No quise decir lo que dije. Nada de eso —dijo Soren con sus ojos
pálidos suplicantes.

—Bebé —Envolvió un brazo alrededor de los hombros de Soren,


tirando de su pequeño cuerpo contra el suyo propio—. Sé que no fue así,
me estabas protegiendo.

—Te convertiste por mí —Dijo Soren por segunda vez, con su voz
entrecortada por las palabras.

Ya se estaban tocando, hombro con hombro y cadera con cadera, pero Gabe
extendió una mano, queriendo aún más contacto. Deslizó su dedo por la
mejilla de su compañero. —Eso hice.

Soren le agarró el dedo, deteniendo su avance. —Para ayudarme a pelear


contra Hendrick.

—Sí.

—Pero tú no... Él ya estaba... —Soren le dirigió una mirada de


impotencia—. ¿Te arrepientes?

Gabe sonrió suavemente, arrancó su dedo del agarre de Soren y reanudó su


trazo, grabando la forma de la cara de su vampiro. —Ni un poco.

Soren lo fulminó con la mirada. —¿Por qué no?

—Quiero estar contigo. Por siempre y para siempre. Quiero ser tu


compañero —Presionó un breve beso en los labios de Soren, luchando por
ignorar a la bestia dentro de él que quería que fuera más profundo,
exigiéndole que tomara más.

Él podía esperar. Esperaría. Todavía tenían tiempo…

Soren se sonrojó. —¿Cómo lo supiste? Nunca te dije…

Gabe se rio. —Por mucho que te guste llamarme así, en realidad no soy un
idiota. Supuse que éramos compañeros —Hizo una pausa y apartó la mano
del rostro de Soren, repentinamente inseguro—. ¿Está bien lo que hice?

Quizás Soren en realidad no quería quedarse toda una eternidad con Gabe.

—Por supuesto que lo está —Soren resopló, presionando su rostro


contra la palma de Gabe—. Idiota.

Él sonrió, la calidez floreciendo en su pecho. —Me alegro de que te sientas


así.

—Hablando de sentimientos… —Soren lo miró con picardía,


pasándose la lengua por sus labios rosados—. Puedo sentir lo mucho que
me deseas. Prácticamente estás punto de reventar. ¿Por qué no estás
haciendo ningún movimiento?

Eso era cierto. Gabe sabía que debería estar de un humor sombrío, con eso
del incendio provocado que estaban cometiendo para encubrir un asesinato,
pero todo en lo que podía pensar era en lo mucho que deseaba tocar a
Soren...

Todo Soren.

Esa nueva energía dentro de él quería reclamar a su pareja más que nada.
Quería tocarlo, lamerlo y follarlo hasta el olvido.

Gabe se movió incómodo. —Es solo que… has pasado por algunas cosas.
Con alguien que tiene un historial de... tomar sin consentimiento. Yo puedo
esperar.
Soren lo miró fijamente y él se sonrojó ante el escrutinio.

—Realmente lo harías —dijo Soren, largos segundos después, con


asombro tiñendo su voz—. Recién convertido, el bebé vampiro dentro de ti
está enfurecido por su pareja, y tú… me esperarías. Hasta que esté listo.

Gabe se preguntaba si debería sentirse ofendido por la sorpresa que el otro


vampiro sentía ante eso, pero un segundo después de reflexionar sobre el
pasado de Soren, no podía a culpar a su pareja por el asombro que pudiera
sentir ante la moderación de otros individuos.

Se encogió de hombros, negándose a tomar el crédito por algo de decencia


humana común… o decencia vampírica común, se corrigió a sí mismo. —
Tú me has estado esperando mucho más tiempo. Puedo aguantar.

Soren lo besó entonces, suave y dulcemente, como rara vez lo hacía. Lamió
suavemente los labios de Gabe, convenciéndolos para que se abrieran y
deslizando la lengua en el interior de su boca. Gabe gimió, inclinándose
hacia el beso, incapaz de evitar profundizarlo esta vez mientras lamía la
boca de Soren.

Soren soltó el beso primero, inclinándose hacia atrás con una sonrisa
maliciosa en el rostro. —¿Necesita que dé el primer paso, Alteza?

Calor estalló a lo largo de la piel de Gabe. Era una forma de tortura, no


poder tocar a su pareja. Pero quería dejar que Soren lo liderara.

Soren se inclinó más cerca de nuevo, sus labios a un suspiro de distancia de


los de él. —Déjame decirte un secreto —Bajó la voz a un susurro—. Confío
en ti.

Gabe dejó escapar un suspiro lento, todo su cuerpo tenso por el esfuerzo de
mantenerse quieto. La sonrisa de Soren se suavizó en los bordes, pero calor
ardía en sus ojos. —Confío en ti para tocarme —Continuó—. Confío en ti
para follarme. Confío en que me amas. Sé que no usarías tu fuerza contra
mí.
Estaba temblando. El poder que este vampiro tenía sobre él. —¿Puedo…?

—Aquí no —Soren agarró su mano invitando a Gabe a levantarse—.


Quiero estar lejos de este maldito lugar.

"Lejos de este lugar" no significaba tan lejos como se había imaginado.


Soren solo los estaba moviendo al otro lado del lago. Corrieron hacia su
destino, con Soren manteniendo su agarre en la mano de Gabe. La tensión
en su cuerpo disminuyó mientras avanzaban, su mano en la del otro
vampiro. No pudo evitar reírse de la alegría.

Se sentía increíble moverse así. Eran tan jodidamente rápidos. Gabe


siempre había usado el jogging como una salida, pero nunca había sido
precisamente un demonio veloz. Ahora, sin embargo…

Llegaron al otro lado del lago en meros segundos. Era increíble.

Soren se detuvo junto a uno de los pinos en el borde de la orilla,


presionando a Gabe contra el tronco con una mano en el pecho. —Deberías
sentirte muy especial en este momento —ronroneó, inclinándose y
lamiendo una línea a lo largo del cuello de Gabe—. Normalmente no
soporto el sexo en la naturaleza —Levantó la cabeza y arrugó la nariz con
disgusto—. Pero haré una excepción contigo.

—No tenemos que hacerlo —logró decir, ignorando la forma en que


su dura polla dolía detrás de la cremallera. Había estado completamente
erecto desde el momento en que Soren lo había besado. Aparentemente, su
nuevo estado lo hacía todo más fácil—. Podríamos encontrar un motel o
algo así. Puedo esperar.

Soren le sonrió, el amor en sus ojos era tan palpable que dejó a Gabe sin
aliento. —Sé que puedes, alteza —Dijo—. Pero tu vampiro no es el único
que se muere por poner sus manos sobre su pareja.
Soren volvió a besarlo. Esta vez no hubo delicadeza en ello. Lo estaba
saqueando. Reclamándolo. Estaba tomando. Chupó la lengua de Gabe,
mordió sus labios. Gabe gimió, palmeando el trasero de Soren con manos
necesitadas.

El otro vampiro rompió el beso. —Quítame esta ropa sucia —ordenó sin
aliento.

Gabe obedeció, desvistiéndolos apresuradamente primero a su compañero,


luego a sí mismo. Soren volvió a atacar sus labios en el momento en que
ambos estuvieron desnudos.

Las manos de Gabe viajaron desde el trasero de Soren hasta la parte


posterior de sus muslos. Lo levantó con facilidad, envolviendo esas esbeltas
piernas alrededor de sus propias caderas e invirtiendo los cuerpos para que
la espalda de Soren quedara apoyada contra el árbol.

La nueva presencia dentro de Gabe vibraba de satisfacción. Esto era lo que


necesitaban. Soren, en sus brazos, envuelto alrededor de ellos. Piel sobre
piel. Tocar y ser tocado.

El olor a humo y ceniza todavía estaba en el aire, pero debajo podía sentir el
aroma fresco y relajante de su compañero. Su dura polla rozaba la de Soren
y el líquido preseminal goteaba sobre ambos.

Gabe gimió, sus manos moviéndose de nuevo sobre el trasero de Soren, sus
dedos bailando a lo largo de la hendidura.

Espera. Mierda.

Soltó la boca de Soren, esquivándolo cuando el otro vampiro trató de


recuperar sus labios de inmediato. Les faltaban algunos elementos
esenciales.

—No tenemos ningún, eh. Joder, podríamos… —Gabe miró a su


alrededor, como si tal vez un vendedor local de lubricantes fuer a salir de
detrás de uno de los árboles.
—No —lo interrumpió Soren con otro beso—. Vas a joderme, Alteza.
Te necesito dentro de mí. Ahora. Inmediatamente. Jodidamente desde ayer.

—Pero, no quiero hacerte daño —dijo Gabe con impotencia.

—Puedo soportarlo —Le prometió Soren. Tiró del brazo derecho de


Gabe, dejando que lo sostuviera con una sola mano. Él era lo
suficientemente fuerte ahora que ni siquiera generaba tensión. Soren tomó
el dedo índice de Gabe en su boca, ahuecando sus mejillas y chupando
fuerte, luego lo lamió con su lengua.

—Mierda —Gabe siseó, sintiendo su polla sacudirse.

Una vez que el dedo de Gabe estuvo debidamente empapado con saliva,
Soren guía la mano de regreso a su trasero. —Ábreme, Alteza.

Gabe gimió, presionando su dedo contra el agujero de Soren, frotando y


haciendo círculos suavemente, conteniendo la respiración cuando el digito
se deslizó dentro. Se tomó su tiempo con eso, viendo las diferentes
expresiones revolotear en el hermoso rostro de su pareja. Gabe podía sentir
la urgencia zumbando debajo de su propia piel, la necesidad de reclamarlo,
de llevar su polla al lugar a donde pertenecía; pero eso era bastante fácil de
ignorar, con Soren luciendo tan condenadamente tentador, meciéndose
contra el dedo de Gabe.

Muy pronto tuvo dos dedos haciendo movimientos de tijera, y Soren ya


estaba jadeando. —Suficiente —Ordenó sin aliento.

Gabe negó con la cabeza. —Todavía no. No estás listo, bebé —Retiró los
dedos, ignorando el gemido de protesta por parte de Soren. Envolvió esa
misma mano alrededor de la polla goteante de su compañero, juntando el
líquido preseminal y mezclándolo con su saliva. Luego, introdujo tres dedos
lentamente dentro de Soren.

Soren se lamentó, empujándose hacia atrás contra la mano de Gabe. —Si no


me follas pronto…
Gabe lo besó para silenciar la amenaza.

Qué vampiro tan impaciente e impulsivo.

Esperó hasta que sus tres dedos entraron con facilidad, mientras que Soren
maldecía su nombre cada dos por tres. Y eso fue todo. Perfecto.
Jodidamente perfecto.

Ya había esperado lo suficiente.

Gabe deslizó su polla cubierta con más líquido preseminal de Soren, y


empujó la cabeza contra la pequeña entrada. —¿Es esto lo que quieres,
mocoso?

—Al fin, joder —susurró Soren.

Gabe se deslizó dentro de su pareja con lentitud. Insoportablemente lento.


Gimió cuando el calor lo envolvió. —Estás tan jodidamente apretado,
mocoso —Le dio a Soren un minuto para que se adaptara, sus músculos
temblaban por el esfuerzo de quedarse quieto. Luego comenzó a follar a su
vampiro con estocadas lentas y uniformes.

—Más fuerte —Soren jadeó, hundiendo sus dedos entre los rizos de
Gabe.

—Tu espalda —Gabe protestó. La piel desnuda y sedosa de Soren


estaba presionada contra el árbol.

Soren negó con la cabeza, apretando con más fuerza los mechones de Gabe.
—Puedo soportarlo. No soy frágil. Fóllame más fuerte.

Y así lo hizo. Estableció un ritmo brutal, cediendo a la bestia dentro de él y


empujando contra su pareja con abandono. Soren gimió largo y bajo,
alentando su ferocidad. Tiraba del cabello de Gabe mientras escondía su
cabeza en su hombro. Gemía, sollozaba y gimoteaba en esa forma tan
deliciosa.
Gabe jadeó cuando dientes afilados se clavaron en su cuello.

Soren estaba bebiendo de él. De vampiro a vampiro.

—Joder, bebé —gimió, embistiéndolo furiosamente. Se sentía tan


malditamente bien. No era el mismo cosquilleo de veneno mezclado con
placer que había sentido cuando era humano, sino una profunda y primaria
satisfacción de que su compañero lo estaba reclamando de esta forma. La
bestia dentro de él rugió de alegría.

Gabe estaba demasiado perdido en el placer como para saber cómo sucedió,
pero él... cambió. Sus colmillos descendieron, su visión se agudizó. En el
momento en que Soren levantó la cabeza, Gabe correspondió, mordiendo el
cuello de su vampiro con un gruñido de satisfacción.

Maldito infierno. La sangre caliente de Soren llenó la boca de Gabe y sabía


tan bien cómo olía. El placer recorrió por su espina dorsal, y se sintió perder
la cabeza en un instante, inundando a Soren con su semen, sus caderas
temblando, y su visión desenfocándose mientras cabalgaba sobre las olas de
su orgasmo.

Apenas registró a Soren corcoveando contra él, y la humedad de su


orgasmo cubriéndole el estómago.

El paraíso. Esto era el paraíso.

Solo se permitió unos pocos tragos de la sangre de Soren, sin saber aún
cuánto sería demasiado. Pero al parecer, eso fue más que suficiente para
apaciguar a su bestia. Habían reclamado a su pareja. Estaba contento por el
momento.

Gabe besó y lamió a lo largo del cuello de Soren cuando ambos


descendieron de su fusión, los dedos del otro vampiro peinaban suavemente
a través de sus rizos. Mantuvo a Soren allí contra el árbol, sin querer retirar
su polla todavía del calor de su cuerpo. El trauma de los eventos del día lo
estaba alcanzando y necesitaba esta conexión. Necesitaba saber que Soren
todavía estaba aquí. Con él.
Para siempre.

Soren estaba rascando el cuero cabelludo de Gabe, tarareando de placer


cada vez que él se estremecía. —Te convertiste por mí —Dijo Soren, ahora
por tercera vez.

Gabe detuvo sus besos. —Lo hice. Pero también por… por mí.

Soren se recostó contra el árbol para mirarlo a los ojos. Gabe sintió que una
ola de timidez lo atravesaba. Pero este era Soren. Nunca había salido nada
malo de ver a Gabe en un estado de vulnerabilidad.

—He dejado que el miedo gobierne gran parte de mi vida —Apartó


un mechón del cabello dorado de Soren de sus ojos—. Quería saber cómo
se sentía tomar una decisión basada en algo un poco más… esperanzador.

Soren resopló y se aclaró la garganta. —Ya no puedes retractarte, lo sabes.

—Lo sé. Tal vez ahora estoy un poco más abierto a la presencia de
magia en mi vida —Gabe sonrió—. Además, ahora soy como, súper fuerte.
Apuesto a que podría correr un ultramaratón sin problema, ¿verdad?

Las cejas de Soren descendieron, mientras fruncía el ceño. Gabe se rio,


haciendo una mueca cuando la acción hizo que el cuerpo de Soren
descendiera un poco más sobre su polla hipersensible. —Tal vez no
deberíamos tener esta conversación con mi pene todavía dentro de ti.

Retiró lentamente su pene ablandado y depositó suavemente a Soren en el


suelo. El vampiro lo miró, todavía sonrojado y desnudo y tan
insoportablemente hermoso. —Simplemente no quiero que te arrepientas.
Que te arrepientas de mí.

Gabe tomó su mano. —No podría. No lo haré.

Soren arqueó una ceja. —¿Qué pasa con tu alimentación? ¿Crees poder
beber sangre humana?
Gabe se encogió de hombros. —Podrías enseñarme. ¿Quizás podríamos ir a
bailar juntos una noche y encontrar a alguien bonito al que compartir?

Soren hizo todo lo posible por mantener su expresión en blanco, pero Gabe
podía sentir la oleada de deseo a través del vínculo. Sonrió. Había tenido el
presentimiento desde la salida nocturna, que a Soren le podrían gustar cosas
así. No hacer un trío real —aparentemente, ambos eran demasiado
posesivos para una cosa así—, sino algo de coqueteo, un toque inocente,
una alimentación conjunta llena de placer. Eso sería... emocionante. Para
ambos.

Soren miró hacía su ropa con escepticismo. —Probablemente deberíamos


enjuagar eso en el lago. Y luego… —Le dio una sonrisa. Esa sonrisa
gloriosamente maníaca a la que Gabe había aprendido a amar—. ¿Me llevas
a casa?
Veintiuno
Soren
—¿Entramos?

Soren no respondió. Por primera vez, era él quien los mantenía dentro del
auto. Observó la casita amarilla, su hogar durante el último año. Había
pensado esa misma mañana que nunca volvería a verlo.

¿Pero de verdad?

Soren negó con la cabeza, molesto ante su propia negación. Se había


mentido a sí mismo cuando se fue con Hendrick. Se había dicho a sí mismo
que estaba resignado a dejar a Gabe para siempre, pero había cierta parte de
él —esa parte interior, en lo más profundo de su ser—, que sabía que nunca
dejaría voluntariamente a su pareja. No por mucho tiempo. Incluso si fuera
por el bien de Gabe. E incluso, si Gabe realmente hubiera decidido que
quería una vida humana normal, Soren no estaba seguro de ser capaz de
sentirse tan desinteresado como para dejarlo ir.

Miró a Gabe en el asiento del conductor, se habían llevado el auto de Gabe,


dejando el vehículo robado de Hendrick en un desastre humeante junto con
la cabina. Su compañero lo miraba con el ceño fruncido.

—No soy una buena persona —Dijo Soren, no por primera vez.

Gabe se encogió de hombros con facilidad. —Yo tampoco estoy seguro de


serlo.

Soren entrecerró los ojos a su compañero. —Estás terriblemente tranquilo


con todo esto. ¿Convertirte en vampiro desapareció el rincón de ansiedad de
tu cerebro?
Gabe se relajó en su asiento, era la imagen de la despreocupación. —Es un
alivio en algunos aspectos. Dejarme llevar. Dejarlo ir. Tú eres un vampiro.
Mi hermano igual. Ahora, yo también lo soy. Somos una gran familia de
monstruos felices. Entonces el mundo es más mágico y confuso de lo que
yo creía... ¿y qué?

—No puedo decir si estoy molesto o excitado por ese cambio de


actitud.

Gabe le sonrió. —Conociéndote, seguro sea ambas cosas.

Soren frunció el ceño. Ugh. Su compañero se veía jodidamente guapo


cuando estaba feliz.

Se habían sumergido en el lago después de la aventura en el bosque,


tratando de enjuagar el olor a humo y a sexo. Los rizos de Gabe se habían
secado en un desorden oscuro, sus ojos dorados prácticamente brillaban
mientras le sonreía.

Soren no pudo evitarlo. Se inclinó para darle un beso. Quería tocar toda esa
belleza dorada. Gabe se encontró con él a mitad de camino, abriéndose con
facilidad y permitiéndole explorar su boca con la lengua y los dientes.

Él tarareó dentro del beso y consideró saltar por encima de la consola


central y sentarse sobre el regazo de Gabe. Pero su compañero se apartó
antes de que pudiera hacerlo, terminando todo demasiado pronto. Dio un
beso final a los labios de Soren. —Deberíamos entrar —dijo—. Ya están
aquí.

Soren suspiró, mirando por la ventanilla del coche. Esa era la otra razón por
la que estaba vacilando para entrar a la casa. Había un auto familiar en la
entrada.

Danny y Roman estaban en casa.

Soren resopló. —Qué molesto. ¿Cómo vamos a explicar todo esto? —Hizo
un gesto vago hacia Gabe, tratando de abarcar su relación y el cambio en la
mortalidad de su antiguo humano—. Se van por tres semanas y ahora eres
un vampiro.

Gabe se encogió de hombros de nuevo. Si seguía haciendo eso, Soren iba a


tener que darle una bofetada. —De todas formas, íbamos a decirles que
estábamos juntos. Ahora solo tenemos un pequeño... detalle adicional para
agregar.

Resopló de nuevo. —Qué. Malditamente. Relajado.

Gabe se rio, depositando otro beso en los labios de Soren. —Estoy seguro
de que no siempre seré de esa forma. No he tenido un trasplante de
personalidad, solo estoy aliviado como el infierno —Ahuecó el rostro de
Soren entre sus manos—. Estás aquí. Estás ileso. No te perdí. Cualquier
otra cosa, podremos manejarlo juntos.

Bueno, maldita sea. ¿Qué se suponía que debía hacer Soren con palabras
tan dulces como esas? Su compañero iba a hacer que se derritiera en un
charco, como una especie sentimental…

Soren tenía la sensación de que toda su reputación de ser rudo que le


importaba un carajo, estaba a punto de hundirse en profundidad.

Salió del auto. Tener que lidiar con la ira de Danny y Roman probablemente
sería más fácil que lidiar con todas estas cosas blandas del amor. Gabe
estaba dos pasos detrás de él cuando entraron por la puerta principal. No
había necesidad de buscar a nadie. Ya todos estaban en el pasillo.

—Mierda —Juró Gabe en voz baja.

—Mierda —Soren asintió.

Roman tenía los colmillos afuera y sostenía a Jay contra la pared por el
cuello. Los ojos grises del pequeño vampiro estaban muy abiertos, su rostro
se había tornado de un interesante color purpura. Danny tenía una mano en
el brazo de Roman, como si estuviera tratando de calmar a su impulsivo
compañero.
Roman gruñó cuando entraron, pero no levantó la vista, manteniendo sus
ojos en la amenaza percibida. Claramente estaba en modo protector.

Danny, por otro lado, se volvió hacia ellos, todavía agarrado del brazo de
Roman y sonriendo tímidamente. —¡Oh, están en casa! Tal vez puedan
explicar, um... ¿Conocen a este tipo? Roman se siente un poco "grr"
después de encontrarse a un extraño en la casa.

Soren suspiró, agitando una mano alegremente. —Rome, te presento a Jay.


Jay, el tipo que intenta aplastarte la tráquea es Roman. Vive aquí; y ese de
ahí es Danny, su compañero.

Jay hizo todo lo posible por sonreír, balbuceando algo que sonaba
terriblemente como un: —Es un placer —Porque por supuesto que decía
eso.

Roman finalmente volvió sus ojos negros hacia Soren. —¿Lo conoces?

Soren se cruzó de brazos y arqueó una ceja ante la sobreprotección de su


amigo. —Duh. Es lo que acabo de decirte. Intenta prestar atención si vas a
abordar a otras personas. Es un amigo mío, es inofensivo.

Soren normalmente se sentiría un poco mal al llamar inofensivo a otro


vampiro, sería un golpe para el orgullo de cualquier depredador, pero Jay
solo asintió lo mejor que pudo dentro del fuerte agarre de Roman. Roman
volvió a gruñir a modo de advertencia antes de soltarlo con evidente
desgana, permitiendo que el vampiro más pequeño se deslizara por la pared
hasta quedar de pie.

Jay se aclaró la garganta, frotándose una mano en el cuello. Su voz


normalmente suave salió ronca. —Lamento haberlos sorprendido. Tienen
una casa preciosa.

Danny sonrió al pequeño vampiro, interponiéndose entre él y Roman. —


Gracias. Cualquier amigo de Soren es bienvenido.

Era un encanto. Él y Jay se llevarían bien.


Danny volvió a mirar a su compañero, riendo con tristeza. —¡Bien! Me
alegro de que todo haya sido aclara… —hizo una pausa a mitad de la frase
e inhaló profundamente. Volvió sus grandes ojos marrones hacia Gabe—.
Hueles... diferente.

Uh-oh. Gabe sonrió nerviosamente hacia su hermano y se pasó una mano


por sus cabellos. —Uh. Bueno. La cosa es que…

Danny inhaló de nuevo, dando un paso hacia Gabe. —Tú… Tú eres…

Roman, como el bruto e inútil que era, interrumpió. —Es un vampiro —dijo
rotundamente.

Era raro ver cómo la ira pura se apoderaba de las dulces facciones de
Danny. Soren podría haber disfrutado presenciarlo, si esa ira no estuviera
dirigida en un 100% hacia él.

—¿Qué. Mierda. Le. Hiciste. A mí. Hermano? —Danny gruñó,


acechándolo de cerca.

—¿Quién? ¿Yo? —Soren preguntó inocentemente, dando un paso


hacia atrás, casi chocando contra Gabe.

—Danny… —Comenzó Gabe, moviéndose al lado de Soren.

—En realidad, fui yo quien lo convirtió —Ofreció Jay

Bueno, Cristo. Ahí estaba Roman de nuevo, sosteniendo a Jay por el cuello.
Esto fue un desastre absoluto. ¿Sería malo si Soren empezara a reírse?
Probablemente. Nadie aquí parecía tener una pizca de sentido del humor en
este momento.

Abrió la boca para explicar. —Estamos cogiendo.

Eso... no era lo que pretendía decir.

Junto a él, Gabe suspiró. —Jesús, Soren.


—No me importa lo que estén haciendo con sus pollas —Danny
gruñó—. ¿Por qué tu pequeño compinche convirtió a mi hermano?

Y… eso fue todo. La idea de Jay siendo como alguna clase de “amiguito
malvado” para Soren. Eso fue lo que finalmente lo echó a reír.

—Soren... —Roman gruñó una advertencia.

—¡Compañeros! —Gabe le espetó a su hermano—. Somos pareja. Yo


soy su compañero. Y estamos juntos —Tomó la mano de Soren,
posiblemente queriendo demostrar la unión, o posiblemente solo buscando
consuelo—. Relájate, Danny —Continuó—. Yo le pedí a Jay que me
convirtiera.

—¿Qué me relaje? —Preguntó Danny, mirando sus manos unidas con


incredulidad—. Gabe “Los vampiros son asquerosos” Kingman, ¿qué
diablos te pasó mientras yo no estaba?

Gabe miró a Soren con aire de disculpa. —Nunca dije que los vampiros
fueran asquerosos.

Danny lanzó sus manos al aire. —¡Claro que lo hiciste!

Roman, que una vez más había liberado a Jay, suspiró profundamente.
Claramente había decidido que ya era suficiente de todos ellos. —Tal vez
deberíamos sentarnos todos para una discusión adecuada —Sugirió—.
Aparentemente nos hemos perdido mucho mientras estuvimos fuera —Sus
ojos dulces se volvieron hacia Danny—. Tal vez un poco de té, mon amour.

—Tú y tu maldito té —Danny gruñó, pero se dio la vuelta y caminó


hacia la cocina. Roman lo siguió, lanzándole a Soren una mirada feroz al
salir.

De acuerdo, tal vez "encargarse de todo mientras que Roman no estaba”, no


incluía le dejar que vampiros desconocidos entraran en la casa y dejar que
Gabe dejara su humanidad sin el conocimiento de su hermano.
Lección aprendida.

Los tres vampiros restantes permanecieron en silencio, hasta que Jay se


aclaró la garganta una vez más. —Entonces —dijo con sinceridad, su voz
saliendo más clara—. Tus amigos son súper agradables.

Se apiñaron en la cocina, con una taza fría de té casi intacta frente a cada
uno de ellos. Soren empezó desde el principio. El principio de todo. Como
fue su conversión, su tiempo en la Comunidad. Sus muchos años huyendo,
siendo atrapado y huyendo de nuevo. Su atracción por Gabe. Su... noviazgo.

Saltándose los detalles más jugosos de ese capítulo en particular, por


supuesto.

Era extraño, después de tantas décadas de guardar el secreto. El dejarlo salir


todo, confiando su pasado a las personas que le importaban. Su presente. Su
futuro esperanzador.

Gabe sostuvo su mano durante todo el proceso.

—Nunca lo supe —Dijo Roman en voz baja, sus brillantes ojos azules
estaban fijos en Soren—. Supuse que tenías... un trauma pasado. Pero nunca
supe el alcance.

—Lo lamento, Rome —Era cierto. Deseaba haber tenido antes la


oportunidad de depositar su confianza en su amigo. Decírselo en sus
propios términos, en lugar de tanto tiempo después.

Danny se aclaró la garganta. —Y, Gabe, tú estás… um…

Gabe parecía saber lo que su hermano estaba tratando de preguntar. —Estoy


contento con mi decisión —dijo, dando un apretón sobre la mano de Soren
—. Amo a Soren. Quiero estar con él —Una sensación de calidez floreció
en el pecho de Soren ante esa declaración.
Danny sonrió ampliamente. —Bueno, eso es... eso es increíble —dijo,
aparentemente sincero—. Ahora los dos somos vampiro. No te perderé.
Incluso podríamos vivir todos juntos —Sus ojos se abrieron de par en par
—. ¡Oh! Seremos nuestra propia Comunidad. Una que no sea una mierda.
Viviremos y trabajaremos cuando queramos, y cuando sea demasiado obvio
que no estamos envejeciendo, encontraremos un nuevo lugar al que llamar
hogar.

Oh, Danny. Era un jodido tesoro, abrazando el cambio con la misma


facilidad y entusiasmo con el que había aceptado la existencia de los
vampiros desde un principio. Podía sentir el placer de Gabe ante las
palabras de Danny, pero su compañero permaneció en silencio. Soren sintió
que estaba un poco abrumado a causa de la aceptación de su hermano.

La sonrisa de Danny se desvaneció y un ceño fruncido surgió en su lugar.


—Uhm, quiero decir… ¿si eso quieres? ¿O tal vez ustedes dos quieren irse
por su cuenta? —Miró a Roman en busca de tranquilidad, claramente ya no
estaba seguro de sí mismo.

Soren miró a Gabe, quién le regresó la mirada. Le dio un pequeño apretón


sobre la mano de su compañero, un mensaje sin palabras. —Nos
quedaremos —Gabe dijo con firmeza—. Quiero quedarme. Somos una
familia. ¿verdad?

—Así es —Danny asintió bruscamente, luego sonrió feliz, primero a


su hermano y luego a Roman, enjugándose disimuladamente las lágrimas de
sus ojos que todos los demás fingían no notar.

La alegría que Danny claramente sentía por tener a su hermano para una
eternidad, parecía estar haciendo maravillas para suavizar la ira de Roman
hacia Soren. Su amigo se relajó por primera vez desde su regreso, pasando
una mano por la espalda de su pareja.

Gabe tosió. —Um. Tengo un poco de... ¿un poco de hambre?

Oh. Duh. En realidad, era sorprendente que, aunque Gabe no se había


alimentado aún, no se hubiera vuelto loco por la necesidad de sangre. Pero
Soren recordó que algo así había pasado con Danny. Parecía que los
vampiros que se convirtieron con un vínculo de pareja ya formado, eran
algo completamente diferente, menos gobernados por la sed de sangre y
más impulsados por el vínculo mismo. Les daba una... estabilidad de la que
normalmente carecían los vampiros neófitos.

Danny suspiró con tristeza. —Supongo que es hora de robar otra vez al
hospital.

Danny había comenzado con bolsas de sangre cuando se convirtió, para


asegurarse de no exagerar y beber demasiado de cualquier victima humana,
siendo un vampiro novato. Podría haberse tratado de una precaución
innecesaria, pero claramente tampoco estaba dispuesto a correr el riesgo
con Gabe.

Danny miró a su hermano. —Quizás, ¿Podríamos ir juntos al hospital?


Puedo ayudarte con cualquier compulsión que puedas necesitar.

Gabe asintió, pero su mano apretó la de Soren. Su compañero se sentía un


poco nervioso por estar solo con su hermano. Podía entenderlo. La relación
entre ambos era complicada, fuerte y frágil al mismo tiempo. El amor que
tenían el uno por el otro era innegable, pero las heridas y los malentendidos
del pasado los dejaban ocasionalmente incómodos el uno con el otro.

Pero ahora los dos tenían tiempo, un tiempo interminable para resolverlo.
Soren apretó la mano de Gabe para tranquilizarlo. —Anda —Le dijo—. Yo
te esperaré aquí.

Observó cómo su pareja salía junto a su hermano.

Y finalmente solo quedaron Soren, Roman y Jay. Y un silencio incómodo,


que fue roto por Ferdy, husmeando debajo de la mesa de la cocina. Jay se
asomó y le sonrió al cachorro. —Hola, perro —dijo—. ¿Quieres que te
saque?

Claramente, Jay no había aprendido a hablar normalmente con las mascotas


en una semana.
Roman lo fulminó con la mirada y Jay empalideció. —Uh… ¿si te parece
bien? —Preguntó tímidamente.

Roman lo miró con cautela, fijándose en la forma en que Ferdy miraba al


pequeño vampiro con adoración y agitaba su cola.

—Ya lo ha sacado antes —Soren le aseguró—. A Ferdy le gusta. Tu


perro es un poco putón, sinceramente.

Roman cambió el objetivo de su mirada a Soren. Tan delicado. Y bueno, sí,


tal vez no lo había perdonado por completo; eso estaba más que claro.

Jay fue a buscar la correa de Ferdy, más que feliz de dejar el ambiente tenso
de la cocina.

Y luego solo quedaron ellos dos.

Soren y Roman se sentaron en silencio por un largo momento. Él tomó un


sorbo de su té frío, tragando desagradablemente y preguntándose si podría
sacar a Roman de su silencio, sin tener que decir las primeras palabras.

Funcionó maravillosamente. —Deberías habérmelo dicho —Roman lo


acusó con sus ojos azules y brillantes fijos sin vacilar en los de Soren.

El tipo no era de los que rehuían del contacto visual; eso era seguro.

—Era mi pasado —Respondió con suavidad—. Mi decisión.

—¿No confiabas en mí para ayudarte? —preguntó Roman, su tono


impregnado más de tristeza que de ira—. Yo confié en ti para que me
ayudaras. Muchas veces.

Soren pasó un dedo por el borde de su taza. —No se trataba de eso.

—Explícate.

—Rome. Lo que te pasó con Luc fue... doloroso. Lo sé. No lo estoy


minimizando. Pero lo que me pasó a mí fue diferente. Me trataron como…
como a una propiedad. Por siglos. Esas cosas arruinan tu sentido del ser.
Que te digan que existes para el placer de otra persona. Como un juguete.

Roman frunció el ceño, pero asintió para que continuara.

—No quería que te lastimaras ayudándome. Hendrick tenía... gente.


Otros vampiros que podrían haberte matado, que te hubieran matado. Y
pensé que era… No lo sé. Pensé que estaba bien. Sufrir periódicamente. Si
eso significaba vivir la vida como yo quería. Pensé que podría lavar todo lo
malo con el placer suficiente. Con la suficiente diversión. No pensé que
valdría la pena defenderme.

—Ah. Mon ami. No —Roman protestó—. Tú vales la pena…

Soren levantó una mano. —Sé que lógicamente eso estuvo mal. Pero se
necesitó algo... grande para hacerme despertar.

Roman levantó una ceja oscura. —El hermano.

—Sé que le guardas rencor por lo que pasó con tu precioso Danny…

—No creo que Gabe sea una mala persona —Roman protestó—. Solo
es… terco. Obstinado, por así decirlo. Pero él cambió por ti. En un sentido
bastante literal.

Soren trató de no parecer presumido. Realmente lo intentó.

Roman le sonrió con tristeza. —Lamento no haber podido ayudarte antes.


Cuando lo necesitabas.

—Sí, bueno —Soren se encogió de hombros—. Simplemente no


quiero que pienses diferente sobre mí. Que creas que no soy rudo.

—Pero, si nunca pensé que fueras rudo —Roman lo dijo como dos
palabras distintas11.

—¡Mentiroso! Soy intimidante como el infierno.


Roman sonrió, mostrando sus dientes blancos. —Lo eres —Levantó su taza
y su sonrisa decayó—. No pienso menos de ti. Somos más que nuestro
pasado, ¿sí?

Soren levantó su propia taza y ambos brindaron con el té


desagradablemente frío. —Por ser más que nuestros pasados.

Bebieron al unísono. —Lo maté —Soren se encontró diciendo, un eco de


las palabras que le había dicho a Gabe.

Roman asintió con expresión neutral. —Lo hiciste.

Soren jugueteó con su taza. —Tú perdonaste a Luc.

—Es hice —Roman ladeó la cabeza, estudiándolo—. No todo el


mundo es redimible, mon ami. Ambos lo sabemos.

Soren sintió que algo se aflojaba en su pecho. La aceptación de Gabe era


una cosa, pero él era la pareja de Soren y estaba viendo toda la situación a
través de unos lentes coloreados con el amor. La comprensión fácil de
Roman, contribuyó a mitigar su culpa en gran medida.

—Me alegro por ti, lo sabes —dijo Roman—. Encontraste a tu


persona. Incluso aunque sea un poco... ¿incestuoso?

Soren lo fulminó con la mirada. —Él no es mi hermano.

Román se rio. Hacía eso mucho más en estos días, ahora que tenía a Danny.
Soren se negaba a dejarse encantar por eso. Arrojó el envoltorio del paquete
de su té al otro vampiro.

Que criatura tan insufrible.

Pero se sentía bien tener a Roman y a Danny de regreso. Soren estaba en


casa. Con sus amigos.

Con su familia.
Veintidos
Gabe
Gabe lanzó una mirada hacia la bolsa en su mano, fría al contacto y casi
helada por fuera debido a los refrigeradores del banco de sangre. Había
visto un número incalculable de estas bolsas en su carrera en medicina, las
había pedido para los pacientes una y otra vez, pero nunca en su vida habría
esperado beber de una.

Danny lo miraba con simpatía desde su lugar en el asiento del conductor. —


Es un poco raro, ¿eh?

El hermano de Gabe había ido a buscar tres bolsas de sangre en total,


dejando a Gabe sentado en el estacionamiento mientras lo hacía (—¿Qué
pasa si te pones hambriento y los muerdes?). Había atrapado a los
trabajadores del banco de sangre en un cambio de turno, así que solo había
necesitado obligar a que una sola persona mirara hacia otro lado mientras
robaban el botín.

Ahora estaban estacionados en el estacionamiento de un pequeño parque


cerca de la casa de Danny, bien lejos de las farolas. Gabe suspiró, pasando
los dedos por los bordes de la bolsa. —“Raro” es lo más ligero.

—Podríamos volver a casa —Danny le ofreció—. Calentarla. Sabrá


mejor de esa manera.

Gabe negó con la cabeza. —No. Yo, uh, quiero terminar de una vez —
Tampoco quería herir los sentimientos de Soren si terminaba atragantándose
por el sabor. Beber de Soren había sido una cosa. Gabe había estado perdido
en medio de la lujuria y el placer, en la necesidad de reclamar a su pareja.
Beber la sangre de alguna persona al azar se sentía un poco diferente. Gabe
estaba comprometido con todo ese asunto de ser vampiro por la eternidad,
de eso no tenía dudas, pero él solo… necesitaba sentarse con esto por unos
minutos. Sobre el asunto de beber sangre.

Cuando un minuto se convirtieron en cinco, miró a Danny, su hermano


menor seguía esperándolo pacientemente. —¿Cómo…?

No había tomado una decisión consciente antes en el bosque.

Danny pareció confundido antes de darse cuenta de qué le estaba


preguntando Gabe. —Oh. ¿Dejar salir a tu demonio? Solo... um, no lo sé...
¿relájate? Quiere salir. Solo tienes que dejarlo.

Relajarse. Genial. Totalmente ese era el punto fuerte de Gabe.

Respiró hondo antes de dejarlo salir lentamente. Se concentró en la


sensación de zumbido que se había estado acumulando bajo su piel desde el
regreso a la casa de Danny. No era la misma necesidad desgarradora de
cuando se convirtió por primera vez, cuando Soren había desaparecido;
pero seguía siendo alguna clase de... anhelo. Una especie de hambre que
Gabe nunca había sentido antes, profunda hasta los huesos y que lo distraía
como el infierno.

Podía sentir el cambio tal como sucedió, sutil pero inconfundible. Su visión
se agudizó, los detalles en el auto sumergido en la oscuridad, se volvieron
claros como el día. Sus incisivos se alargaron. Gabe pasó la lengua por cada
uno con mucho cuidado.

No miró a su hermano. No estaba listo para ver la reacción de Danny ante


esta segunda faceta de Gabe. En cambio, hizo un agujero en la bolsa llena
de sangre y tomó un pequeño sorbo.

Un ruido salió de él, una especie de gruñido extraño. Danny tenía razón,
probablemente hubiera estado mejor si la sangre estuviera tibia, pero no era
lo peor que Gabe había probado en su vida. Satisfacía una profunda
necesidad. Calmaba ese antojo que le picaba. Gabe terminó la bolsa en unos
cuantos tragos codiciosos. El zumbido bajo su piel se amortiguaba con cada
trago, hasta que desapareció junto con la sangre.

—¿Quieres más? —Danny preguntó, sosteniendo una segunda bolsa


de sangre,

Gabe negó con la cabeza. Una había sido suficiente. Ahora quería irse a
casa.

Quería a Soren.

Gabe... empujó al vampiro hacia su interior. No estaba seguro de cómo lo


hizo, pero se retiró con bastante facilidad, satisfecho con la sangre que le
había sido dada. También podía sentir su entusiasmo ante la idea de volver
con Soren.

—Está bien —Dijo Danny, colocando la bolsa de nuevo en el mini


refrigerador que había traído consigo—. La tendremos en la nevera por si
acaso. Y realmente, deberías estar bien alimentándote regularmente, o así
fue para mí. Solo asegúrate de que Soren esté contigo la primera vez.

—¿Para evitar que vaya demasiado lejos?

—Eso y, eh… —Danny se sonrojó, moviéndose en su asiento—. Solo


en caso de que te… emociones.

Gabe tosió. —Oh. Um, está bien —Una de las desventajas de convertirse en
parte del mundo de los vampiros, era ser consciente de todos los detalles
íntimos que estaba aprendiendo sobre la vida sexual de su hermano.

Danny se rio torpemente, luego se aclaró la garganta con sus ojos en el


volante en donde estaba dibujando pequeños patrones invisibles. —Así que
tú y Soren, ¿huh

Gabe suspiró feliz. —Sí.

—Supongo que eso tiene sentido —Comentó Danny.


Las cejas de Gabe se alzaron. —¿Lo hace? —Sabía que tenía sentido para
él, pero estaba sorprendido de que Danny lo viera también de esa manera.

—Mm-hmm —Danny levantó la vista del dibujo invisible que estaba


haciendo—. Nunca te había visto tan fácilmente intimidado por otra
persona. Debería haberme dado cuenta de que era atracción. Solo pensé que
tú pensabas que él era... espeluznante.

Gabe se rio. —Bueno, eso pensaba. O algo así —Se pasó una mano por la
cara, tratando de contener la sonrisa—. Pero también pensaba que era tan
hermoso que resultaba doloroso.

Los ojos oscuros de Danny estaban buscando algo. —¿Y eres feliz? ¿No te
sentiste empujado a esto? —Ante el ceño fruncido de Gabe, se apresuró—.
Solo necesito escucharlo de ti, ¿de acuerdo? Cuando estamos solo los dos.
Fue un shock para mí. Tienes que entenderlo.

Gabe asintió lentamente. Lo hacía. —Quiero decir, las circunstancias


podrían haberme empujado a hacerlo ahora mismo, pero de todos modos lo
habría hecho. Eventualmente. Lo quiero a él. Quiero estar con él.

Danny hizo un sonido de reconocimiento. —Habías estado tan…


vacilante… con respecto a los vampiros y todo eso.

Jesús, Gabe realmente había sido un idiota.

—Bueno, sí. Quiero decir, es raro como el infierno. Mi propio cuerpo


ya no tiene sentido para mí —Le dio a Danny una sonrisa tentativa—. Hay
algo especial en ti, Danny. Que lo aceptaste todo tan fácilmente. Pero la
vida es rara. Y aterradora. E inesperada. Siento que han tirado de la
alfombra en donde estaba parado repentinamente desde que era un
adolescente. Al menos esta vez fue mi elección. Él fue mi elección.

Danny sonrió ante su declaración. —Bueno... wow.

—Estoy feliz a su lado —Gabe se encogió de hombros—. Él... me


calma.
—¿Te calma? —Danny le dirigió una mirada inquisitiva.

Se pasó una mano por el pelo. —Sí. Toda esa ansiedad irregular, ese
nerviosismo, ese miedo… Se alivia cuando estoy con él.

La cara de Danny decayó en un instante. —¿Ansiedad? Gabe, nunca me


dijiste…

Por supuesto que Gabe no lo había hecho. De alguna manera había pasado
toda su vida adulta pensando que los sentimientos eran para esconderlos
debajo de la alfombra. No para compartirlos o procesarlos o cualquiera de
esas otras cosas que eran consideradas saludables.

Trató de encontrar las palabras para explicárselo. —Yo solo… pensé…


pensé que se suponía que yo debía ser el que cuidara de ti. El hermano
mayor. No quería preocuparte; Quería cuidar de ti —Suspiró, apoyándose
contra el reposacabezas—. Pero eso también lo arruiné.

Danny tarareó, asintiendo. —Sí, lo hiciste.

Gabe miró a su hermano con incredulidad. —Idiota —lo acusó, con la voz
llena de afecto.

Danny le sonrió, luego dio un pequeño suspiro, mirando por la ventana del
auto. —No nos conocemos muy bien, ¿verdad? Como adultos.

—No en algunas maneras, supongo —Gabe estuvo de acuerdo—, Eso


también es culpa mía.

—Bueno, ahora tenemos tiempo —Danny dijo, y luego se rio, claro y


brillante—. Tenemos tanto maldito tiempo.

—Sí —Ese era un pensamiento agradable. Más que agradable.

—Quiero contarle a mamá sobre Soren —Gabe se sorprendió a sí


mismo con sus propias palabras.
—¿Lo haces? —La esperanza y la felicidad en los ojos de Danny fue
como un cuchillo en el estómago. Gabe se había resistido con fuerza a
cualquier cosa que involucrara a su madre durante tanto tiempo.

—Sí —Gabe asintió—. Sé que podría no… Entiendo que podría no


significar nada para ella. Pero se siente... importante. Decírselo.

—A ella le habría gustado Soren —dijo Danny con seriedad—.


Quiero decir… antes. Él la habría hecho reír.

—Quizás podría sentirse un poco confundida al respecto. Jamás le


dije que era bisexual. No sé por qué esperé para decírselo.

Danny se encogió de hombros. —A ella no le habría importado, ella solo


quería que fueras feliz.

Felicidad. Se había convertido en un concepto tan extraño a lo largo de los


años.

—¿Deberíamos ir a casa con nuestros chicos? —preguntó Danny.

Sus chicos. Gabe sonrió ante esa idea.

La felicidad ya no se sentía como un concepto tan extraño.

Gabe estaba de pie en la puerta de su apartamento de una sola habitación,


observando a Soren de cerca mientras que el vampiro lo asimilaba todo por
primera vez. Había tenido la intención de quedarse en la habitación de
Soren nuevamente, pero su compañero le había advertido que podría
ponerse… incómodo.

(—Es posible notes los inconvenientes que vienen con la combinación de


una excelente audición vampírica y compartir una casa con tu hermano y
su insaciable esposo.).
Se fueron de casa de Danny poco después, con la promesa salir a almorzar
ese fin de semana. Cuando Gabe reflexionó en voz alta las razones de por
qué irían a almorzar ahora, cuando literalmente ninguno de ellos necesitaba
comida para vivir, Soren le dio un codazo en las costillas y le dijo que se
callara.

Y ahora Gabe tenía a Soren allí. En su casa. Por primera vez.

Miró a su alrededor con nuevos ojos, hacia las paredes en blanco y los
muebles baratos de Ikea. Gabe se estaba dando cuenta de que esto no era un
hogar en lo absoluto. No tenía carácter. No había sensación de comodidad.
Sin estilo. No tenía vida.

—Uh-uh —dijo Soren desde un lugar en la sala de estar, cruzándose


de brazos—. De ninguna forma.

A pesar de que había estado pensando literalmente lo mismo, Gabe se puso


a la defensiva. —No está tan mal.

Soren abrió mucho los ojos y agitó una mano alrededor de sí mismo en son
de demostración. —Es de mal gusto. Es como el ridículo departamento de
un soltero —Señaló el área de la televisión—. Tienes una Xbox, pero no
tienes una sola alfombra.

Gabe se encogió de hombros. ¿Quién necesitaba alfombras?. —Mi sala de


estar no se sentía realmente como una prioridad. Trabajaba, me ejercitaba e
intentaba no estar aquí más tiempo de lo necesario —Avanzó y tiró de
Soren más cerca en cuanto estuvo a su alcance—. Conseguiremos una casa.

Soren arqueó una ceja rubia. —Yo la elijo.

Gabe envolvió sus brazos alrededor de su pareja, presionando un beso en su


cuello. —Tú la eliges. Te conseguiré la casa que quieras —Podía
permitírselo, más o menos. Todavía estaba pagando los préstamos
estudiantiles masivos que había acumulado gracias a la escuela de
medicina, pero… bueno, haría que funcionara.
Soren le lanzó una mirada altiva. —Oh, Alteza. No, no, no. Yo soy el
multimillonario en esta relación. Soy el sugar daddy vampiro.

La frente de Gabe se arrugó. —¿Sugar daddy vampiro?

Soren se rio para sus adentros. —Es una broma interna. El punto es, que yo
escojo la casa. Yo compro la casa. Tu solo siéntate ahí y luce bonito.

El ceño de Gabe se profundizó. —Soy un médico.

Soren se encogió de hombros. —Sé un médico y luce bonito, entonces.

Bueno, Gabe ya tenía eso cubierto, más o menos. Si Soren quería ser el gran
gastador de la relación, entonces él no iba a poner reparos al respecto.
Presionó otro beso en el cuello de Soren, incapaz de evitarlo. —¿Quieres
que te dé un recorrido?

Soren se estremeció teatralmente. —No hay necesidad. Estoy nervioso


incluso de ver tu dormitorio. Sé que me encontraré con sábanas con un
número de hilos de dos dígitos y pañuelos de papel arrugados por todas
partes.

Gabe suspiró. —Una vez más, que soy un médico, no un chico de


fraternidad.

Soren no parecía preocupado por la distinción. —Solo indícame el camino


al baño. Ambos necesitamos una ducha.

—Nos bañamos en el lago.

El vampiro lo miró horrorizado. —Dios mío, chico de fraternidad. Eso no


cuenta como bañarse.

Justo cuando Gabe finalmente se había acostumbrado al "Alteza".

—Me niego a que “Chico de Fraternidad” sea mi nuevo apodo —


Insistió, no sintiéndose orgulloso de la petulancia en su tono de voz.
—Como si tuvieras otra opción —Soren se soltó de su agarre y tiró de
su brazo—. A la ducha, ahora.

Lo hicieron, dándose perezosos trabajos manuales bajo el chorro de agua


caliente. Grabe disfrutó de la sensación de darle placer a su pareja y sentir
ese placer a través del vínculo, la satisfacción de su compañero realzando la
suya. Con razón su sexo en el bosque había sido tan explosivo. Era un nivel
completamente nuevo de intimidad.

Soren le gruñó por sus toallas ásperas que ni siquiera hacían juego, pero no
le molestó: el vampiro interno de Gabe estaba demasiado feliz después del
orgasmo. Soren siempre era más suave después del sexo.

Después se acostaron en el sofá rígido e inflexible de Gabe, Soren sobre su


pecho mientras que Gabe pasaba los dedos por cada centímetro que podía
alcanzar de la suave piel, solo queriendo sentirlo.

—¿Nunca quisiste nada más hogareño? —Soren preguntó


somnoliento.

—No veía el punto. Siempre fui solo yo —Gabe inclinó la barbilla


hacia abajo para mirar a Soren—. ¿En qué tipo de lugares te gustaba
quedarte, a lo largo de los años?

Soren frunció los labios. —Lujosas habitaciones de hotel en su mayoría. No


me quedé en ningún lugar el tiempo suficiente para querer una casa
adecuada. Nunca he tenido compañeros de cuarto tampoco, hasta ahora.

Gabe le sonrió. —Creo que te gusta. De lo contrario, ya habrías encontrado


tu propia casa.

—Encontrar mi propia casa habría significado reconocer que no tenía


la intención de irme — dijo Soren con seriedad.

Gabe estaba tan contento de que Soren se hubiera quedado. Se lo dijo por si
acaso.
—¿Y qué es lo que quieres ahora? —Preguntó—. ¿Una mansión? —
Podía imaginarse a Soren en una enorme casa Victoriana antigua, bajando
las escaleras y bailando el vals con una bata de seda y un abrigo de piel.

Soren lo miraba como si estuviera loco. —Eso sería de muy mal gusto, en
una ciudad como esta —Entonces hundió la cabeza en el pecho de Gabe, un
hábito que tenía cuando estaba a punto de decir algo que consideraría
"blando"—. Podríamos encontrar un lugar cerca de Danny —Murmuró—.
Eso sería bueno.

Él decidió sabiamente no molestarlo al respecto. —Sí —Dijo simplemente


—. Lo sería.

Su propio apartamento estaba al otro lado de la ciudad en referencia a la


casa de su hermano. Cuando se mudó de regreso a Hyde Park, no parecía
una prioridad estar físicamente cerca de la casa de Danny. Ahora lo
reconocía como otra de sus tácticas de evasión inconscientes.

Soren tarareó mientras pensaba. —Aunque un poco más bonita que la casa
de Danny.

—Hey —Gabe protestó—. Esa es la casa de mi infancia.

Soren soltó una risita. —Y el hogar de tu infancia es pequeño. Y pintoresco.

—Tú eres pequeño y pintoresco —Fue la respuesta súper madura de


Gabe. Toma eso, vampiro.

—Soy pequeño, pero no soy pintoresco —dijo Soren indignado—.


Soy hermoso, elegante y demasiado bueno para esta ciudad.

Gabe no podía discutir contra eso. Presionó un beso en la cabeza de Soren.


—Lo eres.

Soren se acomodó en su pecho ante su acuerdo, enterrándose aún más cerca


del cuerpo de Gabe. Casi quería burlarse de él por estarse acurrucando
tanto, pero no quería darle a Soren algún motivo para que se detuviera.
Finalmente, Soren rompió el silencio. —Nunca pensé que me permitiría a
mí mismo volver a pertenecerle a alguien —Dijo las palabras en voz baja,
casi como para sí mismo.

Gabe frunció el ceño y sus dedos detuvieron el baile a lo largo de la piel de


Soren. —Tú no me perteneces.

El vampiro encogió uno de sus delicados hombros. —Ya sabes a que me


refiero.

Gabe lo sabía. Pero aun así…

—Si te hace sentir mejor, di a ti mismo que yo te pertenezco a ti. No


me importa eso.

Observó encantado cómo las puntas de las orejas de Soren se enrojecían. —


Supongo que ambos podemos pertenecernos el uno al otro —dijo
finalmente, murmurando nuevamente las palabras contra el pecho de Gabe.

Definitivamente podría vivir con eso.

Frotó su nariz en el suave cabello de Soren, inhalándolo. Y luego, porque


podía, dijo: —Te amo, mocoso.

—Lo sé.

—¿Acabas de ignorarme?

Soren soltó una risita. —Está buena la película.

Mucho más tarde en la noche, pudo escuchar un susurro contra la región de


su pecho. —Yo también te amo.

Sí, definitivamente la felicidad ya no era un concepto extraño para él.


Epilogo
Soren
Soren se apoyó en el coche aparcado, con la cara vuelta hacia el sol y los
ojos cerrados tras las gafas de sol. Ya estaba bien entrado el otoño, y los
días comenzaban a enfriarse nuevamente, no es que a nadie en su círculo
social le molestara el clima frío, pero no había una nube en el cielo.

Un exceso de días soleados era un punto que podía otorgarle a Hyde Park.

Y la familia Kingman era otro.

Se preguntó si cualquiera que lo mirara se dejaría engañar pensando que era


tan frío como parecía. Realmente, lo que Soren deseaba más que nada era
morderse las uñas en este momento, pero estaba tratando de forzarse a sí
mismo en un estado de relajación para evitar que la preocupación se filtrara
a través del vínculo de pareja.

Era la primera vez que Gabe usaba su propia compulsión para visitar a su
madre, y le había dicho a Soren que quería estar solo para ello. No es que
creyera que él no podría manejarlo, es solo que…...

Soren suspiró para sí mismo. Supuso que se había acostumbrado a estar el


uno con el otro todo el tiempo.

Era verdaderamente trágico, lo dependiente se había vuelto. Sin embargo,


era difícil pensar en ello cuando la vida estaba resultando ser tan dulce. En
general, a Soren le sorprendía la facilidad con la que Gabe se había
adaptado a ser un vampiro durante los últimos seis meses.

Su pareja era mucho más adaptable de lo que él había pensado.


Abrió los ojos al oír los pasos de Gabe mientras salía por la parte delantera
de la residencia y volvió la cabeza para verlo acercarse. Y que vista más
hermosa…

Su compañero era tan malditamente atractivo.

Gabe se había dejado crecer los rizos un poco más y ahora los sujetaba con
una de esas cintas de jugador de Futbol, por las cuales Soren se estaba
volviendo un poco loco.

Soren le sonrió, la viva imagen de la despreocupación. —Hola, guapo.

Gabe resopló mientras se acercaba. —Pude sentir tu preocupación a través


del vínculo, mocoso. No puedes engañarme.

Soren se encogió de hombros. Super despreocupado, ese era él. —Una


razón más para decirme. ¿Cómo te fue? —Podía hacerse una idea general,
dado que no había sentido ninguna emoción negativa del lado del vínculo
de Gabe; pero aún así quería la seguridad verbal de que su compañero
estaba bien.

La respuesta de Gabe fue envolver sus brazos alrededor de Soren en el


momento en que estuvo a su alcance. Frotó su barbilla sobre la parte
superior de su cabeza, aspirando con profundas inhalaciones. Su compañero
era muy necesitado.

Soren luchó a medias contra su agarre. —¡Hey! Hoy me arreglé el cabello.

—De todos modos, me gusta más cuando está desordenado —Podía


escuchar la sonrisa en la voz de Gabe.

—Solo te gusta mi cabello desordenado luego del sexo —Protestó.

Gabe tarareó. —Si me gusta. ¿Podemos desordenarlo un poco ahora?

Soren le dio una patada en la espinilla. —Concéntrate, gran idiota.


Gabe suspiró, su aliento despeinando algunos mechones de Soren. —Fue
bien. Fui su hermano el día de hoy, otra vez. Últimamente parece haber
retrocedido a sus años más jóvenes... pero pude mantenerla calmada y
contenta.

Finalmente se relajó completamente en el agarre de Gabe. Sabía que su


compañero podía hacerlo, pero aún así estaba aliviado de saber que le había
ido bien. Gabe presionó un beso a un lado de su cabeza. —Le dije cómo
estabas tú también.

Soren inclinó la cabeza hacia arriba para mirarlo. —Pero ella no sabe quién
soy.

Gabe se encogió de hombros. —No, pero no parecía importarle las


actualizaciones, aun así.

—Le dijiste que soy… ¿quién, exactamente?

—Mi novio.

—¿Y ella piensa que eres su hermano? —Pudo sentir a Gabe


asintiendo contra su coronilla. Soren se quedó estupefacto—. ¿Sacaste del
closet a tu tío muerto?

Gabe se inclinó hacia atrás para sonreírle con picardía. —Ella dijo que no
era una sorpresa. Al parecer, había un chico del barrio del que siempre
pensó que estaba enamorado.

Increíble.

Soren se sorprendió, no por primera vez, el cambio en su compañero. Hacía


seis meses, Gabe no habría sido capaz de bromear al respecto. Se sentía tan
condenadamente orgulloso de él.

—Le dije que nos íbamos a casar —Agregó Gabe.


Soren arqueó una ceja. —¿Ah sí? Si esta es tu idea de una propuesta,
entonces no. Quiero flores, velas. Una fuente de chocolate.

Gabe sonrió. —Pero qué cliché.

—¿Es cliché o es un clásico?

Gabe sacudió la cabeza y abrazó a Soren con más fuerza. —Ahora mismo
no es una propuesta. Sin embargo, te lo propondré.

Este idiota… —Se supone que no debes decírmelo de antemano.

—Estamos emparejados por toda la eternidad, ¿y que yo quiera


casarme contigo se supone que es una sorpresa? Roman y Danny están
casados.

Bufó. —¿Quieres casarte conmigo para imitar a tu hermano?

Gabe levantó una mano y pasó un dedo por la mejilla de Soren. —Quiero
casarme contigo porque nos pertenecemos y quiero que todos lo sepan.
Quiero un anillo en tu dedo y otro anillo en el mío.

Oh, bueno.

A Soren no le molestaba esa parte. El único inconveniente de un Gabe feliz


y emocionalmente saludable era que ahora era diez veces más atractivo.
Diez veces más... dorado. La gente en la calle lo miraba como si fuera una
gran pila de panqueques con chispas de chocolate. Y es que lo era. Pero él
era la gran pila de panqueques con chispas de chocolate de Soren.

Todos los demás necesitaban retroceder.

Aun así, resopló, por si acaso. —No quiero una boda en el juzgado como la
que hicieron esos dos. Eso es absolutamente aburrido.

Gabe le lanzó una mirada burlona. —Podríamos casarnos en el bosque. En


medio de la naturaleza.
—Me estoy divorciando de ti solo por decir eso.

—Ni siquiera estamos casados todavía.

—Divorcio preventivo, entonces.

Gabe lo besó. El muy idiota. —Vamos, mocoso. Vamos a casa. Puedes


sentarte en mi regazo mientras conduzco.

Después de todo, habían encontrado una vivienda cercana a la casa de


Danny. Una elegante y de estilo victoriano, a la que Gabe le había dado
rienda suelta para decorar como él quisiera. Soren, como un santo absoluto,
incluso le había ofrecido una habitación a Jay, pero su amigo había optado
por intentar vivir solo por primera vez en todos sus múltiples siglos de
existencia. Había alquilado un adorable apartamento más cerca del centro.

Soren agitó la cabeza mientras abría la puerta del lado del pasajero. —Por
milésima vez, no voy a hacer eso. Me niego a que la policía nos detenga
solo porque no puedes soportar estar sin abrazarnos durante cinco minutos
completos.

El hecho de que Gabe se convirtiera en un vampiro no había hecho


absolutamente nada para frenar su comportamiento propenso al contacto
físico. En todo caso, había empeorado. Soren supuso que era la cruz que
debía de llevar, estando ahora emparejado a una zorra de los mimos.

Podía pensar en cosas peores.

Soren llevó a Gabe a sentarse en el borde de la cama (una cama muy


mejorada, ahora que se habían mudado a una casa adecuada y Soren había
tenido el permiso de decoración). —Quédate aquí. Desnúdate. Cierra tus
ojos.

Gabe sonrió. —Ya sé lo que viene, fui yo el que te lo pidió.


—Pues bien, ahora ya sabes lo que se sintió cuando me dijiste de
antemano que me ibas a proponer matrimonio. Hoy no hay sorpresas para
ninguno de nosotros dos.

Gabe puso los ojos en blanco, solo para cerrarlos después obedientemente.

Estaban celebrando el "vampiversario de seis meses" de Gabe, con un


regalo a su elección. (Cuando Soren le dijo a su pareja en términos claros
que no existía tal cosa, Gabe se encogió de hombros y dijo que ahora sí
existía y que ya sabía lo que quería para su gran día. Y Soren se rindió de
inmediato, como el tonto enamorado que era.)

Soren se desvistió rápidamente en el baño, tomándose un breve momento


para admirarse en el espejo una vez que agregó el accesorio… clave. Se
deslizó de regreso a su dormitorio, opulento, pero de buen gusto, mucho
mejor que el del viejo y horrible apartamento de Gabe. Adoptó una pose
frente a él. —Ya puedes abrir los ojos ahora, alteza.

Gabe lo hizo, sonrojándose de inmediato cuando su mirada se posó sobre él.


Tragó saliva, aparentemente sin palabras y su gruesa polla comenzó a
hincharse frente a los ojos de Soren. Le dio una sonrisa, con las manos en
las caderas y disfrutando de la atención total de su compañero.

Incluso si era una idea tonta, sabía que se veía increíble.

Soren vestía su abrigo de piel marrón. El mismo que había usado cuando
llegó por primera vez a Hyde Park hacia lo que se sentía como una
eternidad. El mismo que Gabe recordaba tan claramente y con
aparentemente mucho más cariño de lo que Soren se habría imaginado,
viendo como para su “Vampiversario”, Gabe le había pedido que usara ese
abrigo.

Solamente ese abrigo.

Soren observó cómo los ojos de Gabe lo recorrieron lentamente,


examinando cada centímetro. Podía sentir el deseo de su compañero
pulsando a través del vínculo. —¿Te gusta lo que ves? —Ronroneó,
pasándose una mano por el pecho.

De acuerdo, puede que fuera un poco ridículo, pero Soren estaba encendido
con todo el asunto.

Era todo o nada.

Gabe se lamió los labios, sus ojos fijos en las piernas desnudas de Soren. —
Eres tan malditamente hermoso, bebé —Dejó escapar un suspiro lento—.
Pensé eso la primera vez que te vi. Que eras la persona más hermosa que
jamás había visto. Me aterrorizaba la atracción que sentía hacia ti.

Soren tarareó, acercándose más, su propia erección se balanceaba frente a


él, rosada y sonrojada. Gabe deslizó sus manos debajo del abrigo para
palmearle el trasero desnudo tan pronto como estuvo a su alcance, antes de
arrastrarlo hacia adelante sobre su regazo, dejando que las piernas de Soren
colgaran a horcajas a los lados de sus caderas.

—Gracias por mi regalo —murmuró, inclinándose para capturar la


boca de Soren, antes de que él tuviera la oportunidad de decirle nuevamente
lo ridículo que era.

Soren compensó la oportunidad perdida saqueando la boca de su pareja,


lamiéndola con abandono mientras frotaba su trasero contra la polla de
Gabe. La cabeza gruesa jugueteaba contra su agujero, atascándose contra él
y luego deslizándose con su siguiente movimiento.

Gabe terminó el beso mucho antes de que Soren estuviera listo, ignorando
su gemido de protesta.

—No, bebé. Así no —Les dio la vuelta y dejó caer a Soren sobre su
espalda en la cama, y luego el cuerpo musculoso se Gabe se cernió sobre él
—. Es mi día. Puedo ser dulce contigo.

Soren le sonrió. Supuso que podía manejar eso. Con Gabe era fácil dejarse
llevar por la dulzura. La pareja de Soren le había demostrado una y otra vez
que amaba todos sus lados. El mocoso. El salvaje. El doméstico. El dulce.
A Gabe le gustaba todo de él, y no consideraba a Soren menos por nada de
eso.

Entonces, si quería adorar a Soren en su día especial, se lo iba a permitir.

Esperaba que Gabe le quitara el abrigo, pero solo lo abrió más, exponiendo
el cuerpo de Soren frente a su mirada acalorada. Luego procedió a besar y
lamer cada centímetro de piel que pudo encontrar, chupando suavemente los
pezones de Soren, recorriendo sus costillas con la lengua. Cada toque
enviaba destellos de placer bailando por la columna de Soren. Estaba
avergonzado de estar jadeando y temblando en menos de un minuto, y su
dura polla dolía, enrojecida y goteando sobre su estómago.

No le ayudaba que Gabe continuara diciéndole hermoso. Precioso. Perfecto.


Una y otra vez, murmurando dulces palabras sin sentido. Se demoró en el
interior de los muslos de Soren, lamiendo y chupando marcas que se
desvanecían en un instante.

—Jodidamente me encanta tu piel en este punto —Gabe murmuró—.


Es como la seda más fina.

La única respuesta de Soren fue un gemido tembloroso. Esta lenta


seducción se estaba convirtiendo en una tortura. Quería la boca de Gabe
sobre su polla. O su boca en la polla de Gabe. O la polla de Gabe dentro de
él.

Cualquiera o todo lo anterior serviría.

En cambio, Gabe usó ambas manos para empujar los muslos de Soren hacia
atrás, presionándolos contra su pecho. —Sostén esto por mí, mocoso.

Soren agarró sus propios muslos y jadeó, el placer arremolinándose en su


estómago mientras que la cálida lengua de Gabe exploraba su agujero. Los
dedos de sus pies se curvaron cuando su compañero lamió un círculo
alrededor de su entrada, provocándole un gemido que ni siquiera pudo
comenzar a contener. —¿Así, bebé?
Soren levantó la cabeza para fruncirle el ceño. Qué pregunta tan tonta. Gabe
sabía que sí.

Su compañero solo sonrió, inclinándose hacia atrás para lamer y chupar sin
piedad la entrada de Soren, comiéndolo con feroz entusiasmo. Él renunció a
cualquier pretensión de querer defenderse de la seducción de su pareja.
Echó la cabeza hacia atrás sobre las almohadas, jadeando, gimiendo y
retorciéndose como un pequeño desvergonzado. Apenas se dio cuenta de
que Gabe estaba tomando el lubricante, pero pronto pudo sentir la cabeza de
la polla de su compañero empujándose contra su agujero.

Perfecto.

Soren gimió cuando Gabe se deslizó dentro de él con un solo empuje


constante. Estaba tan jodidamente lleno. Gabe le sonrió con ternura,
sonrojado y tembloroso y no más inmune a sus propios avances que como
estaba Soren. Presionó los labios de ambos juntos.

—Mierda, bebé —Gimió contra la boca de Soren—. Eres tan


jodidamente perfecto.

Soren podía sentir que lo era. El placer de Gabe bailaba contra el de Soren a
través del vínculo, elevando su deseo a un nivel casi insoportable.

Gabe se deslizó hacia afuera lentamente, presionando hacia adentro en un


ángulo suave y constante que golpeaba perfectamente contra su pequeño
manojo de nervios. Soren gimió con desesperación. Podría correrse de esta
forma, con Gabe dándole besos tras besos, dulces y perezosos, y sus caderas
haciendo que Soren viera estrellas.

Pero su compañero claramente tenía otras ideas. Los hizo rodar con un
movimiento suave, su polla nunca abandonó el cuerpo de Soren. Le sonrió
desde la nueva posición. —Montame, mocoso.

Soren se quedó inmóvil por un momento, observándolo, dorado y


resplandeciendo del placer. Tan jodidamente guapo.
Puso sus manos sobre el pecho de Gabe, moviendo sus caderas de la
manera en que sabía que lo volvería loco. Gabe gimió en respuesta, sus
dedos apretándose sobre las caderas de Soren, y el deseo fluyendo a través
de su vínculo. Soren le sonrió. Sabía cómo enloquecer a su compañero.

El abrigo de piel se deslizó por sus hombros mientras rebotaba sobre la


polla de Gabe, y decidió ignorarlo.

Gabe lo miraba con asombro, la boca entreabierta, los ojos vidriosos,


gemidos bajos salían de sus labios con cada movimiento de las caderas de
Soren.

Lo miraba como si fuera de la realeza. Una especie de deidad.

Era esa mirada más que nada lo que hizo que Soren saltara en una espiral
sobre el borde, su liberación brotando sobre el pecho de Gabe. Su
compañero lo siguió no mucho después, subiendo sus caderas y con su
rostro tenso por el éxtasis.

Después tiró de Soren sobre su pecho. —Gracias, bebé. Fue el regalo


perfecto.

Soren tarareó su acuerdo.

Se abrazaron después, él tumbado sobre el pecho de Gabe, hablando de


todo y de nada. De sus proyectos de tejidos. De los continuos intentos
atroces de Jay para cocinar. El trabajo de Gabe.

Todavía seguía en el hospital, donde estaba decidido a quedarse hasta que la


falta de envejecimiento en su alegre banda de vampiros se hiciera
demasiado evidente. Después, se trasladarían. Todos juntos, probablemente.
O tal vez las parejas se separarían por un tiempo. Pero Soren no tenía
ninguna duda de que, aunque lo hicieran, volverían a encontrarse por el
camino.

Gabe había tenido razón, antes. Habían hecho su propia comunidad. Y era
una llena de amor. De lealtad y de amistad. El tipo de comunidad que Soren
nunca pensó que llegaría a tener.

Soren esperaba con ansias el día en que pudiera viajar de nuevo. Cuando
finalmente pudiera mostrarle a Gabe todo lo que el mundo tenía para
ofrecerle. Pero, por ahora, estaba feliz en donde estaba, de una manera que
nunca pensó que sería posible.

Gabe pasó una mano por su columna. —¿Un centavo por tus pensamientos,
mocoso?

—Te amo —Soren pronunció las palabras contra el pecho de Gabe.

Su compañero sonrió suavemente, sus ojos dorados brillaban. —Me encanta


cuando me dices eso.

Soren le tocó las costillas. —Dilo de regreso.

—Te amo, mocoso. Estoy tan feliz de que hayas venido a Hyde Park.
Tan feliz de que te hayas quedado.

Soren también.

Quedarse fue la mejor decisión que había tomado.

FIN
Bonus Epilogo
Soren
Luces pulsantes. Música palpitante. Cuerpos retorciéndose.

Soren estaba en el cielo.

Bueno, no en el cielo, obviamente. Después de todo seguía estando en


maldito Colorado. Aun así, era una buena noche. Una noche especial.

Su primera vez alimentándose juntos. O, al menos, la primera vez que


ambos iban a alimentarse, en lugar de que Soren se quedara a un lado para
supervisando la cacería de Gabe.

Soren escudriñó la pista de baile, tratando de encontrar hacia donde se había


ido Gabe con sus bebidas. En cambio, sus ojos se posaron en el último
rostro que esperaba ver allí.

Jesucristo.

—Lucien.

El viejo amigo de Roman le devolvió la mirada con grandes ojos negros. Se


veía… terrible. Su vampiro estaba fuera, como invariablemente había
estado en los últimos años, pero el nivel de sofisticación al que siempre se
había aferrado ya no estaba por ninguna parte. Estaba desaliñado, con un
aspecto frenético.

Todavía seguía siendo guapo como el infierno, desafortunadamente. Qué


tragedia, que alguien tan idiota pueda ser tan estéticamente atractivo.

Esperó un saludo, cualquier tipo de respuesta, pero Luc se limitó a mirarlo


boquiabierto.
Soren resopló con exasperación. —¿Qué haces tan cerca de Hyde Park?
Roman te matará. Y yo ya estoy lo suficientemente tentado.

No había olvidado el ataque de Luc a su compañero. Si Gabe aún fuera


humano, si aún vulnerable, Soren ya le habría sacado los colmillos.

Luc no prestó atención a la amenaza, su mirada ahora estaba en algún lugar


por encima de la cabeza de Soren, como buscando algo entre la multitud. —
Pensé… olí… yo, ¿hueles a canela?

Fue el turno de Soren de quedarse boquiabierto. Nunca había visto al otro


vampiro tan jodidamente... agotado. Luc parecía perdido. Profundamente
perdido. Era casi suficiente para que Soren se sintiera mal por el bastardo
vengativo.

Casi.

—Deberías irte, Luc.

Luc asintió con aturdimiento. —Debería. Lo haré.

—Necesitas irte. Gabe estará aquí en cualquier momento.

Luc tuvo la delicadeza de parecer algo afligido ante la mención del nombre.
—El hermano.

Soren no pudo evitar el pequeño gruñido que salió de él. —Sí, el hermano.
Mi compañero. Así que piérdete. No quiero que lo molestes.

Por supuesto, había dicho exactamente la maldita cosa equivocada para que
ahuyentarlo.

—¿Tu compañero? —Los ojos negros de Luc se clavaron en los suyos


—. Encontraste un compañero.

—Lo hice. Y si él o Roman te asesinan, nunca tendrás la oportunidad


de encontrar al tuyo, ¿verdad? Así que lárgate.
Soren lo vio irse, sin quitarle los ojos de encima hasta que vio como esa
figura trágica salía del club.

Era cierto que no parecía del todo justo. Soren no conocía a nadie que
quisiera tanto a un compañero como Lucien lo hacía. Pero a juzgar por su
estado… tal vez no duraría lo suficiente para encontrarlo.

Oh, jodidamente bien. Ni siquiera esa su problema.

No pasó mucho tiempo antes de que una figura mucho más bienvenida
apareciera entre la multitud, con bebidas en la mano.

Su jodidamente atractivo compañero.

Soren dejó escapar un pequeño suspiro de felicidad cuando Gabe lo tomó


entre sus brazos.

—¿Qué pasó? —Gabe le preguntó—. Podía sentir tus emociones


exaltadas, pero ahora tus sentimientos están… revueltos.

—Te lo diré después —Gabe le dio un vistazo—. Te lo prometo.

Soren quería centrarse en el aquí y el ahora. Gabe lucía delicioso con una
camiseta de diseñador y los jeans más ajustados que Soren había podido
convencerlo de usar. Enganchó los dedos en las trabillas del cinturón y tiró
suavemente de él. —¿Ves a alguien que te gusta?

Gabe le dirigió una sonrisa tímida y señaló una figura en la pista de baile.
—¿A él?

Soren sonrió. Oh, había escogido a uno encantador.

Retorciéndose bajo las luces había un joven esbelto y elegante con el


cabello rojo y pulseras de barras luminosas apiladas en su muñeca. Ya les
estaba lanzando a ambos miradas sensuales a través de la multitud.

Ese estaría bastante bien.


Soren dejó las bebidas en una mesa cercana. No los necesitaban.

Tenían algo mejor en camino.

Empujó a Gabe hacia la pista de baile con entusiasmo, la emoción de la


caza zumbando por sus venas. Su nuevo amigo parecía encantado con la
atención. Inmediatamente comenzó a moler su trasero contra la polla de
Gabe, tirando de Soren hacia adelante, quedando como la carne en un
pequeño sándwich en medio de la pista de baile.

—Eres adorable —Soren elevó su voz para que se transmitiera sobre


la música mientras que movían las caderas al ritmo.

Little Red12 sonrió ampliamente. —Gracias. Ustedes dos hacen una pareja
increíblemente sexy.

Soren le sonrió. Estaban a la altura de los ojos con sus botas de tacón
puestas. —Lo sé.

Después de algunas canciones, cuando todos se sentían agradables, ágiles y


sueltos entre ellos, Soren los condujo al rincón más oscuro de la pista de
baile. Primero captó la mirada de Gabe, luego la de su pareja. —¿Quieres
divertirte un poco, Red?

—Oh, joder, sí.

Colocando sus manos sobre las de Gabe en las caderas del hombre, Soren
presionó un suave beso sobre esa garganta delicada y pecosa, manteniendo
su mirada fija en su pareja. Gabe lo estaba mirando con lujuria en sus ojos.

¿Era esa lujuria de sangre o lujuria regular? Probablemente ambas. Soren


sonrió contra la cálida piel ante la idea.

Emoción lo recorrió cuando los ojos de Gabe se oscurecieron y sus


colmillos descendieron. Soren se sintió reflejando el cambio.
Mordieron al mismo tiempo. Las manos de Gabe se apretaron por su propia
cuenta. Su nuevo amigo gimió de placer y Soren sintió como su polla se
endurecía ante el primer sorbo de sangre fresca entre sus labios. El deseo de
Gabe surgió a través del vínculo de pareja, aumentando el suyo propio.

Habían acordado mantenerlo ligero, no queriendo tomar demasiado la


primera vez que se alimentaban juntos. Después de unos cuantos tragos
profundos y deliciosamente metálicos, Soren apretó la mano de Gabe y
soltaron al unísono.

Fue jodidamente perfecto.

Soren se puso de puntillas para acercar la boca de Gabe a la suya sobre la


cabeza de Little Red. Necesitaba probar a su compañero.

El beso fue caliente, sangriento... jodidamente fantástico.

Soren se obligó a liberar los labios de Gabe y enfocarse en el humano entre


ellos. Little Red parecía aturdido y sonrojado. Soren agarró su barbilla y
miró sus ojos color verde musgo, su vampiro interior aún afuera.

—Nos tocamos, compartimos algunos besos, nos divertimos mucho y


ahora vas a beber dos vasos llenos de agua antes de irte a casa.

—Agua —repitió el hombre. Luego sacudió la cabeza, se rio y les


dirigió una mirada sensual—. Ustedes dos son realmente divertidos. Wow.
Iré a hidratarme.

Gabe le sonrió a Soren mientras su presa se alejaba bailando. Sus dedos


viajaron hasta rozar el bulto en los pantalones de cuero de Soren. —¿Eso te
gustó, mocoso?

Soren lanzó una mirada a la erección apenas contenida de Gabe. —Tú


también.

Y Soren quería aprovechar al máximo ese hecho.


Tiró de Gabe de regreso a través del club, justo en donde habían visto la
entrada de un armario para almacenamiento. Abrió la puerta para encontrar
a un empleado mirándolos con los ojos muy abiertos y agarrando algunas
servilletas impaciente, los ojos de Soren brillaron en negro, empujando la
compulsión en su tono. —Por favor, vete a la mierda durante la próxima
media hora.

Cerró la puerta detrás del empleado antes de empujar a Gabe contra la


pared, amando la forma en que esos ojos dorados se oscurecieron en cuanto
él tomó el control.

Una pequeña probada no era suficiente. Soren se arrodilló y bajó la


cremallera de Gabe a toda prisa.

Gabe emitió un largo gemido de alivio cuando su compañero sacó su polla


endurecida. —Me hiciste usar estos malditos jeans tan apretados.

—Podemos trabajar con eso.

Soren sonrió, lamiendo una línea a un lado de la polla de Gabe,


deleitándose con el escalofrío del hombre. Ahuecó sus testículos, pesados y
tensos por el deseo, y acarició el nido de rizos en la base. Se tomó un
minuto para beber de ese aroma embriagador y almizclado antes de
observar a su pareja.

Gabe estaba jadeando y, joder, su vampiro interno seguía fuera. Esto era tan
malditamente caliente.

Soren amaba cuando Gabe le dejaba ver su lado vampírico. El propio


vampiro interior de Soren se deleitaba al ver a su compañero en toda su
gloria bestial.

Se merecía una recompensa, había sido tan valiente esta noche, intentando
algo nuevo.

Soren tomó esa gruesa polla en su boca, ahuecando sus mejillas y


succionando a Gabe con facilidad. Se permitió hacerlo sucio, usando su
lengua y saliva para sacar los sonidos más deliciosos de su pareja.

—J-joder, mocoso. Tan bueno. Chúpamela. Por favor.

A Soren le encantó ese maldito "por favor".

Era demasiado. La sensación de la polla de Gabe en su boca, esos gemidos


profundos y entrecortados. Soren se desabrochó los pantalones de cuero a
ciegas, envolviendo una mano alrededor de su propia erección dolorida.

Gabe gimió. —¿Te estás tocando? Mierda. Mierda. Eso es demasiado


caliente. Voy a…

Soren tarareó de placer cuando la polla de Gabe se sacudió en su boca, su


caliente liberación salió a borbotones, deslizándose por su garganta. Soren
se masturbó frenéticamente mientras tragaba cada gota.

—Déjame ver —La voz de Gabe estaba ronca. Destrozada.

Soren liberó la polla gastada de Gabe de su boca y se recostó sobre sus


rodillas, permitiendo gentilmente que su pareja lo viera terminar. Los ojos
negros de Gabe ardían con intensidad.

—Mírate, mocoso. Tan jodidamente hermoso.

Gimió al estallar, su semen fluyó en su puño, mientras que electricidad le


recorría la columna.

Gabe le permitió solo unos segundos para recuperar el aliento antes de


levantarlo por las muñecas. Se llevó la mano de Soren a la boca, lamiendo
el semen de sus dedos. Él metió la cabeza en el pecho de su pareja, dejando
que los últimos escalofríos lo atravesaran mientras su compañero devoraba
su orgasmo.

Joder, Gabe era un animal en su forma de vampiro.

A Soren le encantaba.
Eventualmente, una vez lamió cada gota de semen limpiamente, Gabe
regresó a su rostro humano. —Pensaba que podía follarte en esta sala de
almacenamiento —Había una nota petulante en su voz.

—Oh, pobre bebé —canturreó Soren, retirando su mano y


arreglándose la ropa—. Puedes follarme cuando lleguemos a casa, Alteza.
En nuestra cama grande y cómoda. Tal vez incluso te deje domir con tu
gran polla en mi interior, ¿eso te gustaría?

El gemido de Gabe fue doloroso. Sí que le gustaba eso, aparentemente. Era


algo que Soren había querido probar, con lo mucho que a su compañero le
gustaba tocarlo tanto como fuera posible en todo momento.

—Estuviste tan caliente con nuestro amigo antes —dijo Gabe,


colocando un mechón del ahora desordenado cabello de Soren detrás de su
oreja—. Casi podía verme a mí mismo como un voyeur. Si la idea de
alguien más dentro de ti no me hiciera querer arrancar miembros.

Soren soltó una risita. —Qué agresivo de su parte, alteza.

—Como si no sintieras lo mismo.

Ah, él no tenía ni idea.

—Muéstramelo —exigió Soren.

Gabe levantó su mano izquierda, mostrando el anillo que brillaba bajo las
luces fluorescentes. Soren sonrió al verlo, lleno de satisfacción. Gabe alzó
una ceja a modo de desafío y en respuesta, él levantó su propia mano.

—Hermoso —Gabe suspiró.

Por supuesto, el anillo de Soren era hermoso. Él mismo lo había escogido.


Una banda de oro con el más pequeño de los diamantes incrustados
alrededor. Como un círculo de estrellas. Sutil, pero encantador.
Soren levantó los brazos de un tirón, sintiéndose saciado y relajado. —
Tendremos que hacer esto de nuevo, Alteza. En Europa, creo. Quiero verte
alimentándote de un italiano grande y fuerte. Sería como un conjunto a
juego.

Gabe se rio. —¿Ahora me estás poniendo a juego con nuestras comidas?

—Creo que te gustaría Italia.

Gabe abrió la puerta, manteniéndola así, como un perfecto caballero. —No


me importa a dónde vayamos, mocoso, mientras sea contigo.

—Tú eres un idiota muy simple —Soren no pudo evitar el afecto en


su tono de voz.

Gabe le sonrió. —Me amas.

Si lo hacía. Más de lo que alguna vez haya creído que fuera capaz.

—Vamos, idiota. Llévame a casa.


Siguiente en la serie…

Jamie Hernández ama su vida. Tiene a su familia, a sus amigos y a una


exitosa carrera como freelance con solo veintitrés años. ¿Lo único que le
falta? Su monstruo. Aquel al que Jamie ha visto en sus sueños durante los
últimos cinco años. No sabe mucho acerca del hombre enigmático de sus
visiones, sin embargo, no necesita saber más. Porque ya conoce lo
suficiente. Sabe que pertenecen juntos.

Lucien Volaire ha estado perdiendo la cabeza durante casi medio siglo, el


monstruo dentro de él cada vez más toma el control sobre sus pensamientos
y sus acciones. Ha destruido todo lo que ha tocado, incluidas a las personas
que le importan. ¿Lo único que podría detener su descenso final hacia la
locura? Un compañero. Entonces, cuando Luc conoce a un joven en el
desierto, uno que huele como al cielo y no huye asustado de él, Luc
comprende que ha encontrado a su última oportunidad de redimirse.
Pero cuanto más encantado está Luc con Jamie, más reacio se muestra a
corromperlo con su propia maldición vampírica. ¿Podrá Lucien encontrar
un equilibrio entre el amor y la obsesión? ¿O aquellos que quieren a Luc
fuera de su territorio intervendrán antes de que tenga la oportunidad?
 

Lucien es un romance paranormal MM acalorado y de amor predestinado


con un HEA y sin suspenso. Contiene un vampiro moralmente gris,
obsesionado y con problemas para controlar su ira, y a un humano
brillante y juguetón que podría igualarlo en sus tendencias románticas
posesivas. También contiene escenas candentes entre dos hombres y
violencia moderada (Con menciones de sangre), todo lo que uno podría
esperar en un romance vampírico. Este libro se puede leer de forma
independiente, pero la serie se disfruta mejor en orden (se recomienda
especialmente leer el primer libro).
Notas de la Autora
¡Muchas gracias por leer el segundo libro! Espero que hayas disfrutado la
pequeña historia de amor entre Gabe y Soren, tanto como yo disfruté
escribiéndola.

Estos dos fueron un desafío tan encantador para mí. Ambos tienen las
defensas muy en alto (Gabe por miedo y Soren por un trauma pasado),
atraídos el uno por el otro, pero ambos reacios a dejar que el otro entre en
su corazón. Dado lo espinosos que pueden ser, sinceramente me sorprendió
lo dulce que resultó ser el romance entre ambos. Había tanta confianza y
comprensión esperando justo debajo de la superficie, y me encanta la forma
en que suavizaron los bordes del otro. Cada uno hace que el otro se sienta
tan seguro y cuidado.

¡Mis bebés!
¿Qué sigue…?
¡El libro tres será de Lucien! Nuestro no tan pequeño alborotador. Estoy
terminando su historia ahora mismo, y estoy absolutamente enamorada
tanto de él como del humano del que se enamorará.

En cuanto al libro cuatro... Creo que Jay también podría necesitar su propia
historia de amor :)

Si disfrutaste de Soren, considera dejar una reseña. Me encantaría saber lo


que piensas, y como autor independiente, las reseñas son increíblemente
útiles para hacer llegar estas historias a más lectores.

¡Gracias y feliz lectura!


Acerca de Grae Bryan
Grae Bryan ha estado leyendo romance desde que era demasiado joven para
conocer algo mejor. Su pasión por las historias de amor abarca todos los
géneros y, aunque su serie actual es de tipo paranormal, sabe que explorará
otros mundos más adelante.

Vive en Arizona con su esposo, quien amablemente comparte espacio con


todos los hombres imaginarios en su cabeza. Cuando no está escribiendo,
generalmente se la puede encontrar leyendo mucho más de lo considerado
saludable, paseando a su perro-monstruo o abrazando a su gato-demonio.
Notas
[←1]
PDA = Public Display Of Affec on o en español: Demostraciones Publicas de Afecto.
[←2]
Juego de palabras con “Nowhere” que es “Ningún Lugar” y Ville que es una terminación
bastante frecuente en nombres de pueblos y ciudades estadounidense.
[←3]
Parque Jurasico o Jurassic Park es una película de ciencia ficción de 1993, dirigida por Steven
Spielberg.
[←4]
Laura Elizabeth Dern, conocida como Laura Dern, es una actriz estadounidense ganadora del
premio Óscar.
[←5]
Interview With The Vampire o Entrevista con el Vampiro es una película estadounidense de
terror y drama dirigida por Neil Jordan, basada en la novela homónima de 1976 de Anne Rice.
La película fue protagonizada por Tom Cruise y Brad Pi .
[←6]
La telerrealidad o televisión de la vida real es un género de televisión que se encarga de
documentar situaciones sin guion y con ocurrencias actuales, en las cuales interactúa un
elenco que hasta entonces es desconocido.
[←7]
El beer pong es un juego de beber de origen estadounidense en el que los jugadores tratan
de encestar pelotas de ping-pong en vasos llenos de cerveza desde el extremo de una mesa.
[←8]
Alguien que los está siguiendo.
[←9]
Se refiere a los códigos clasificados en colores para las diferentes emergencias en la atención
a la salud.
[←10]
Del término “Silver Fox” que se usa para referirse a los hombres y mujeres mayores (ya con
canas y eso).
[←11]
Roman dice “Bad Ass” en dos palabras, que se traduce como “Culo malo”. Mientras que Soren
dice “Badass” que unido se refiere a alguien rudo.
[←12]
Del inglés “Pequeño rojo”.

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