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En momentos en los que el discurso se ha constituido ca objeto insoslayable de las diversas disciplinas sociales, su anilisis impone una aproximacién interdisciplinaria, El cenfoque sociodiscursivo, tal como lo plantea Mare Angenot en este conjunto de trabajos, es el resultado de esa movii- zacién generalizada en el campo de las ciencias sociales. Por tal motivo resulta indispensable recoger y conciliar los miltiples aportes disciplinarios dentro de lo que el autor bbelga llama una "Pragmética sociohistorica” Su teoria del discurso lo lleva a afirmar que “el inico objeto posible de la semitica es una ciencia histérica y social de las maneras de conocer y de representar lo conocido y que esas maneras de conocer estén ligadas a una funcidn, a una praxis", ‘Acorde con esta linea te6rica, Angenot desarrolla una suerte de gnoseologia social, orientada a dar cuenta de la particular construccién del mundo efectuada por ceda sociedad. En funci6n de este marco conceptual, la signifi cacién de cualquier objeto debe surgit de Ia interaccién simbélica global Ise cro.sani7 okrspsosi308127 MARC ANGENOT 8 a a 5 2 g INTERDISCURSIVIDADES a DE HEGEMONIAS Y DISIDENCIAS 2 6 Z < g = = univoco sino en la red interdiscursiva plena de contradicciones y de miltiples sentidos que forma la cultura global ~es decir ‘50 sobre Io que yo he teorizado en numerosas obras como el “discurso social”. Curalquiera que aborde [a historia del socialismo y mas ge- neralmente la historia de las ideologias de progreso y de eman= cipacién, debe primero renunciar al maniqueismo virtuoso, ala critica de adhesién y de aprobacién (o la critica de pesimismo filisteo que hoy esté en consonancia con ello), debe aceptar mi- rat de frente las antinomias y los “puntos ciegos”, la coexisten- cia permanente de lo justo y de lo absurdo y de fo inhumano en nombre de las Tdeas generosas. Debe admitir que coexisten en el discurso (y en las acciones) los intereses “viles” y las fugas utépicas, las cegueras dogméticas y los esfuerzos criticos: No es necesatio hacet una metafisica de esta regla de mécodo: hay _grados, hay, por supuesto, discursos més sordos, més autorita- Tios, irtealistas y falaces que ottos. Hay también condiciones sociales e histéricas donde la serenidad coherente y la preci critica son pricticamente imposibles de conquistar © incluso no tienen posibilidad de darse. Si percibimos esto, es necesario tratar de mostrarlo y hacerlo comprender. Quizis sea desolador tener que admitir que las ideologias de justicia y de esperanza, aquellas que no se contentan con conocer el mundo sino que quieren transformarlo, no son mas que otros tantos tejidos de sas conttadicciones y de esas “impurezas", que son sin duda insostenibles en su radicalidad y por consiguiente fatalmente cengatiosas y répidamente pervertidas. Admitir esta hipdtesis de ‘método, seria al menos renunciar ala historia falsificada y, al fin de cuentas, permitirfa hacer justicia, [8s | | i i ‘La HISTORIA EN UN CORTE SINCRONICO: LITERATURA Y DISCURSO SOCIAL” En el presente articulo, quisiera exponer de manera siste- ‘matica las perspectivas de una inyestigacién en curso que invo- lucra, si bien indirectamente, una revalorizacién de la idea de historia literaria. Mi perspectiva que, al menos para los histo- riadores, ya no tiene nada de paradéjica, es sobre una historia de la contemporaneidad, de la coexistencia de un objeto histé- rico con un entorno que lo contiene, Mi problemética es la de una critica del discurso social en la cual la produccién literaria, como un sector al cual se ha restituido el contexto, es tomada en consideracién en sincronia y no aislada desde el comienzo por un gesto arbitrariamente fundador. Convengamos, de manera puramente empirica, en llamar “discurso social” a todo lo que se dice y se escribe en un estado de sociedad, todo lo que se imprime, todo lo que se habla y se representa hoy en dia en los medios de comunicacién electré- niicos; todo lo que se narra y se argumenta, si postulamos que narrar y argumentar son los dos grandes modos de puesta en discutso. O, mejor, llamemos “discurso social” no al todo empi- rico, cacofnico y al mismo tiempo redundance, sino a los siste- ‘mas cognitivos, alas disttibuciones discursivas, alos repertorios tépicos que en una sociedad dada organizan lo narrable y lo argumentable, aseguran una divisién del trabajo discursivo, se- Traduecién: Norma Fala aol atin las jerarquas de distincién y las funciones ideolégicas que se han de cumpliry preservar. Lo que propongo es tomar, en sit soralidad, la produccién social del sentido y de la representacibn del mundo, produccién que presupone el “sistema completo de intereses del cual esta cargada una sociedad”'. Pienso, pot Jo tanto, en una operacién radical de desclausuramiento, la de sumergir los campos discursivos tradicionalmente investigados como si estuvieran aislados y fueran, de entrada, auténomos (las bellas letras, la filosofia, los escritos cientificos), en la totalidad de lo que se imprime, de lo que se enuncia institucionalmente. Me propongo acometer, si puedo decirlo asi, Ja enorme masa de discursos que hablan, que hacen hablar al socius y llega al ofdo del hombre-en-sociedad. Pienso que es necesatio recorret y balizar la totalidad de este vasto rumor en el qué existen los lugares comunes de la conversacién y de las bromas del Café du Commerce, los espacios triviales de la prensa, del periodismo, de los doxégrafos de la “opinién pitblica”, asi como las formas etéreas de la investigacién estévica, de la especulacién filos6fica, de la formalizacién cientifica; donde hay también consignas y doctrinas politicas que se enfrentan, compensando su debilidad numérica con una solidaridad déxica a toda prueba, Todos es- tos discursos estén provistos, en un momento dado, de acepta- bilidades y encancos: poseen eficacia social y piiblicos cautivos, cuyos habitos déxicos comportan una pecmeabilidad particular a estas influencias discursivas, una capacidad de disfrutaclas y de renovar su necesidad; ya se trate de un gusto por las teleno- velas 0 por la ficcidn posmoderna, o bien encuentre sustento diatio en el Journal de Moneréal o en Le Monde. Esta perspectiva es el resultado de una opcidn fundamen- tal, La voluntad de reconquistar -en contra de las compatti- mentaciones y los puntos cicgos de los estudios literarios, de 1 ossert, Robert: Le structure olegigues, Vol Vide La vite Le Sei Paris, 1983, p.331 190 ; la historia de la flosofia, de la epistemologia de los estudios de comunicacién de masas, de la etnometodologia de las in- teracciones orales, del_andlisis de discursos propagandisticos 0 politicos: la idea de toralidad, de percibir los discursos en su omnipresencia y en das partes, regulados por una hegemonia transdiscursiva que tiene sin embargo, aqui y alld, disfunciones, desequilibrios, brechas, que las fuerzas homeostéticas perpetuamente tracan de subsanar. omnipotencia, difractados por to- Interdisciplinariedad Una investigacién sobre! el discurso social ¢s interdisci plinaria en el sentido menos vago de este vérmino. No se trata de interrogar un objeto de saber preconstruido, aplicando sti- cesivamente los paradigmas de disciplinas complementarias, sino de trabajar un espacio no jalonado, donde la proble- mética debe tratar de incegrar las perspectivas y los métodos de disciplinas sectoriales: andlisis de contenido y andlisis del discurso, semiética y retérica literarias, epistemologia y “ar- queologta del saber”, critica de las ideologias y sociologia del conocimiento. La motivacién critica de esta empresa consiste en que ineenta sustituir esa construccién de escotomizacién elitista que es el Zeitgeir de la tradicional “historia de las ideas” -con- cebida como un didlogo en la cispide entre algunos grandes sabios, pensadores y escritores, seleccionados a posterior! por su fama, segiin criterios de exclusién y extratios olvidos- por una consideracién englobante de todo lo que se transmite por Ja cosa impresa (y por la cancién, la palabra oratoria oficial, la imagen reproducida), un andlisis sistemédtico de lo que se dice (cémo y dénde) una sociedad, sincrénicamente, en el conjun- 10 de sus discursos. si 492 Mil ochocientos ochenta y nueve Es el momento de precisar que las proposiciones que ace- bo de enunciar responden a las intenciones fundamentales de una investigacién en curso, que se encuentra en su fase final y que ha resultado en la redaccién de dos obras, una de las cuales acaba de ser publicada, Investigacién que se puede titular “Mil ochocientos ochenta y nueve: un estado de discurso social”, y es fruto del analisis de un muestreo razonado de toda la “cosa impresa” producida en francés en ef curso de un afio -1889- muestreo que comprende, en cuanto a soportes materiales, tan- to el libro como el diario, el periédico, la publicidad; e intenta describir y dar cuenta de todos los campos discursivos. Es de sospechar que semejante empresa no apunta sola- mente a producir una descripcidn, un cuadro de temas, de ge neros, de doctrinas, de una época. Supone la construccién de tun marco teérico y_ el establecimiento de perspectivas heuris- ticas; marco y perspectivas que la puesta en forma del material recogido ha de venir a ilustrar y justificar. Supone, especial- mente, que se logre dar una validacién y una consistencia a esta nociGn de “discurso social” de la cual hablo aqui, ‘Admico que este proyecto de ponerse a la escucha de todo el rumor social no es nuevo. Es el proyecto del materialismo histrico, desde Karl Marx hasta la Ideologiekritik de la Escuela de Franefort. Es también el de la literavura misma, en la trae dicién que, de Bouvard et Péeuchet, va hacia cl Homme sans qualité, pasando por la Beégese des liewe commun de Léon Bloy. El critico del discurso social, si no comparte el odio estera del burgués, propio de Flaubert, puede experimentar, sin embargo, en el curso de sus investigaciones, el agobio de los “dos buenos hombres” a medida que toman conciencia de la red omnipo- rente de las ideas recibidast Pensando en lo que se decia en ru pueblo y que basta en ls sansipodar habia otros Coulon, otro: Maresco, ots Foureau, ellos parectan sentir sobre sel peso de toda la Tier Flaubert, Board et Pécuches, cap. VIIL Sin poder entrar aqui en detalles acerca de la investigacién y sus métodos, quisiera continuar con una breve consideraci6n de algunas nociones claves: contemporaneidad, interdiscursivi- dad y hegemonia, Agregaré después algunas indicaciones acerca de la manera en que abordo el campo literario desde la perspec tiva sociodiscursiva. Sincronia y contemporaneidad La nocién de sincronia a la que adhiero se opone radi- calmente a la nocién de la lingiistica estructural. La sincronia saussuriana es una construccién ideal que forma un sistema homeostético de unidades funcionales. La sincronia de la cual hablamos configura una contemporaneidad en tiempo real. Si admitimos desde ya que siempre existe algiin sistema de discur- so social, compuesto particularmente por una divisién regulada de campos y de génetos discursivos, esta sincronfa debe hacer parecer puntos de choque y de conflicto, formaciones ideol6- gicas emergentes y otras recesivas, arcaicas. En el discurso social existe, sin duda, una hegemonfa transdiscursiva que tiende a hegemonizar las précticas, a imponer temas comunes, a atbitrar enite los géneros y los sectores. Hay también una “movida’, desestabilizaciones, enfrentamientos, mis 0 menos superfi- Gales, 0 bien, radicales, Dicho de oua forma, la contempora- ncidad de los discursos sociales debe ser percibida como una realidad compleja y parcialmente heterogénea, donde se ins- ctibe la historia misma de los discursos particulares, su relativa autonomia, sus tradiciones propias y sus ritmos de evolucién. 93| [94 En otros términos, si la investigacién apunta a hacer evidente una complementariedad discursiva, una cointeligibilidad de las teméticas, de los enfrentamientos, en si mismos ritualizados y, de algun modo, funcionales; debe igual y dialécticamente con- siderar las fallas del sistema, los deslizamientos, las cupturas, las incompatibilidades surgidas entre las formas instituidas y las formas emergentes. El corte sincrénico contribuird entonces a iluminar la no-conzemporaneidad (retomo aqui el concepto de Ernst Bloch, Unglichzeitigheit). Esto no quiere decir que los discursos que exhiben su disidencia, que se enuncian como re- volucionarios (por el lado de los socialistas y libertatios) o como reaccionarios (por el lado de los catélicos del Syllabus) sean veal- mente, de punta a punta, en su gnoseologfa y su cépica, incom- patibles con las dominantes que prevalecen en otras partes. La pregonada disidencia puede disimular una permeabilidad a los temas dominantes, un proceso que su. retdrica oculta y niega Esta nocidn de no- contemporaneidad, voluntatia y excesi- vamente marcada, hard que nos detengamos en lo concernien- te al campo literario. Las estrategias textuales que se designan entonces como “decadentes” y “simbolistas’, proclaman st se- cesién “esteta” de las vulgaridades del discurso social prosaico. “Es preciso ser absolutamente moderno”, escribja Rimbaud, y los estetas decadentistas adopran esa consigna, pero con una rectificacién. Cémo encontrar un modo de ser absolutamente moderno no siendo para nada “de su tiempo”, permaneciendo puro, indemne al contacto envilecedor con fas inanidades del periodismo y de la politica, las bajezas de la prosa naturalista 0 modemista, el intolerable prosaismo de la ciencia y del preten- dido progreso. Hay entonees, en un sector de la literatura, des- de Joséphine Péladan hasta Stéphane Mallarmé, desde Francis Poictevin hasta Jean Moréas, una ostentacién de intemporali- dad y de aseidad, de autosuficiencia formal. La religin atisto- critica del arte hace voros de desconectat el texto distinguido | | | de las trivialidades déxicas, cuyo sumor colma la escena discur- siva, Estrategias nuevas, sin duda, en las que es preciso mostrar cbmo cada una opera, a través de diversos procedimientos -ar- caismos, balbuceos prerrafaelistas 0 hermetismo-, su secesién ostentatoria. No es necesario, sin embargo, tomar al pie de la letra esta ostentacién. La misma expresion “ te” ha sido, después de todo, un lugar comin de los publiciseas y de los cronistas, confrontados al gran tema de la deriva social, dela destertitorializacidn de lo simbélico, antes de ser asumido -como wun desafio- para designar una estrategia de vanguardia jteratura decaden- postica Intertextualidad/interdiscursividad En esta concepcidn de Ja interaccidn sincrénica genera- lizada, todo texto parece presentar la costura y el zurcido de “collages” heterogéneos de fragmentos erraticos del discurso so- cial, integrados « un éelos particular. El discurso social. debe ast considerarse como una yuxtaposicién de campos discursivos, lenguajes marcados y finalidades establecidas y reconocidas, donde un ttifico, més 0 menos oculto, hace circular los pri pales paradigmas de una hegemonia dada. Se ven aparecer aqui las nociones de! intertextualidad (como citculacién y transformaciones de ideologemas, es decir, de pequefias unidades significances doradas de una acepracién difuusa en una doxa dada) y de inierdiscursividad (como interac- cidn ¢ influencias de las axiomiticas de discursos contiguos) Estas nociones exigen la investigacién de reglas 0 tendencias, de ninguna manera universales en si mismas, pero susceptibles de definir un estado dado del discurso social. Ellas inducen a observar cémo, en 1889 por ejemplo, ciertos ideologemas de- rivan su aceptabilidad de una gran capacidad de muracién y “reactivacién”, pasando de la prensa de actualidad a la novela, 95] 96 del discurso médico y cientifico al ensayo de “filosofla social”. Es lo que he tratado de ilustrar con el tema del “suicidio de a dos” y su corteja ideolégico de enunciados sobre la decadencia, el fin de siglo, la degeneracién, y cambién el atavismo, la heren-

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