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Capitulo 14 El agua del suelo y el balance hidrico Los gedgrafos estén tomando cada vez mis en consideracién un concepto fundamental de la climatologia: que la disponibilidad de agua por parte de las plantas y animales es un factor mas impor- tante a la hora de clasificar los climas que la propia precipitacion, que es sélo la cantidad de agua caida. Gran parte del agua reci- bida en forma de precipitacién se pierde de varios modos y no cs titil a plantas ni a animales. Al igual que en un balance fiscal, cuando la pérdida mensual o anual de humedad excede a la preci- pitacién, resulta un balance deficitario; cuando la_prgcipitacién excede a las pérdidas resulta un excedente, Un anilisis del balance de agua, 0 balance hidrico, de una zona en particular de la su- perficie de la tierra se leva a cabo actualmente del mismo modo que se realiza un balance fiscal, y requiere solamente de adiciones y sustracciones de cantidades en determinados periodos de tiempo, tales como el mes 0 el afio. Por otra parte, el comprender por qué tienen Tugar tales ganancias y pérdidas implica el estudio de los, procesos fisicos que afectan al agua en sus estados de vapor, li quido y sélido no sélo en la atmésfera, sino también en el suelo y en las rocas y en el agua que forman los rios, lagos y glaciares. La ciencia de la hidrologia trata de estas relaciones del agua como un sistema complejo pero unificado de la tierra. En este capitulo, nuestro interés primario es tratar Ia hidrologia de ta zona de suelo. Agua superficial y subterrénea Podemos clasificar el agua de acuerdo, si es egua superficial, que se halla fluyendo o estancada sobre el terieno, 0 agua subterrénca, ‘que ocupa, las aberturas del suelo, manto detritico 0 del lecho rocoso. La'que se almacena en el suelo o en el manto detritico a pocos metros de la superficie se denomina agua de infiltracion y ‘es de particular interés para el boténico, el edafSlogo y el inge- niero agrénomo. La que se almacena en las aberturas del lecho rocoso © en zonas profundas dentro de gruesas capas de manto Caverns con estalactitas, (J. M. Hutchings, In the Hearth of the Sierras, 1686.) impulsado por CamScanner detritico se denomina generalmente agua de sa- turacién y es estudiada por el gedlogo que esté interesado en el almacenamiento y el flujo de este agua en los diversos tipos de rocas y es- trueturas. En capitulos posteriores se estudian el agua superficial de rfos y slaciares y los as- pectos geoldgicos del agua en saturacién, EI ciclo hidrolégico EI agua de los océanos, de 1a atmésfera y de las tierras modifica su posicién geografi estado fisico en una gran serie de conti intereambios que se designan con el nombre de ciclo hidroldgico (fig. 14.1). Si pudiésemos se- guirla continuamente, veriamos una molécula de agua viajar a través de un nimero cualquiera de posibles circuitos que incluyan alternativa- mente el estado gaseoso, liquide 0 sélido. Un buen sitio para comenzar Ia descripcién del ci- clo hidrolégico seria los océanos, que cubren casi las tres cuartas partes del globo. Se ha es- timado que cada aio se evaporan de los océ: nos unos 335.000 km? de agua y otros 65.000 km’ se evaporan en los lagos y de las superfi- cies htimedas de los continentes. El total de evaporacién anual (400.000 km?) debe de com- pensar, por regla general, la cantidad total de agua restituida a la superficie de la tierra por condensacién de la atmésfera, Alrededor de 100000 km* de ayua caen en forma de preci- pitaciones sobre las superficies de los continen- ‘etines Contents essen, ogee it ton Figura 144. El clelo hidrolégico transporta a la hume- dad desde ‘su lugar de procedencla en el océano hasta las Areas continentales y de alli es devuelta al mar por diferentes ecaminos. (Segin Holtuman) tes cada afio (lo suficiente para cubrir un érea de Ia extensin de Texas con una altura de 105 m). Observamos que cae considerablemen. te mds agua sobre la tierra que la que es de- vuelta a la atmésfera por evaporacin de las aguas continentales. Por consiguiente, mucha de Ja que cae vuelve al mar en forma liquida. Estas partes del ciclo hidrolégico en 1a que el agua esta en forma de vapor, el movimiento de éste hacia las tierras en masas de aire mari- no y la eventual precipitacién desde las nubes han sido tratados en los capitulos 11 y 12 como fases de la meteorologfa. Una parte de la preci pitacién se evapora directamente antes de le- gar al suelo, Parte de la que Mega a la tierra puede ser répidamente devuelta a la atmésfera al evaporarse el agua depositada sobre las plan- tas y el suelo, pero si Ia Iluvia es fuerte y con tinua, mucha penetraré en el terreno convir- tigndose en agua de infiltracién. Si queda rete- nida en la superficie del suelo, el agua de infil- tracién puede ser devuelta a la atmésfera por las plantas, que la absorben por sus raices y la reintegran a la atmésfera a través de sus hojas. Parte del agua de infiltracién se evapora direc. tamente en el aire que ocupa la abertura del suelo. Si contintia Moviendo, el agua se infiltra a través del suelo debido a la fuerza de la gra- vedad y alcanza el lecho rocoso o penetra en profundos depésitos formados por materiales del manto detritico, Esta agua de saturacién se mueve muy lentamente pero por fin emerge €en arroyos, 1agos 0 incluso en el fondo del océa- no en forma de filtraciones 0 sugerencias. Si es excedida la capacidad del suelo en re- ir y transmitir grandes y continuadas pre- cipitaciones, se originan corrientes superficia- les que conducen el agua directamente hacia abajo por los dectives hasta los rios y lagos. Desde estas superficies al descubierto el agua puede evaporarse directamente en la atmésfera © puede alcanzar los océanos mediante corrien- tes. Asi, hemos seguido al agua a través de st ciclo hidrolégico completo, La evaporacién y el balance calorifico de ta tierra Del balance calorifico anual de la tierra s¢ ha hablado en el capitulo 8 En la tabla 8.2. bajo el titulo de energia devuelta a la atmés- fera, se da como devuelta mediante el proces? de transferencia de calor latente (evaporacién a partir del suelo y subsecuente condensacién en la atmésfera) un 23% de la energia total entrante, lo que equivale a 0,111 langleys por minuto para el hemisferio norte. La importat- cia de este proceso de intercambio de calor s¢ impulsado por CamScanner detritico se denomina generalmente agua de sa- turacidn y es estudiada por el gedlogo que esté interesado en el almacenamiento y el flujo de este agua en los diversos tipos de rocas y es- tructuras. En capitulos posteriores se estudian el agua superficial de rfos y glaciares y los as- pectos geoldgicos del agua en saturacién. idrol6gico EI ciclo El agua de los océanos, de la atmésfera y de las tierras modifica su posicién geogrifica y su estado fisico en una gran serie de continuos intercambios que se designan con el nombre de ciclo hidrotégico (fig. 14.1). Si pudiésemos se- guirla continuamente, veriamos una molécula de agua viajar a través de un nimero cualquiera de posibles circuitos que incluyan alternativa- mente el estado gaseoso, |iquido 0 sélido. Un buen sitio para comenzar la descripcién del ci- clo hidrol6gico serfa los océanos, que cubren casi las tres cuartas partes del globo. Se ha es- timado que cada afio se evaporan de los océa- nos unos 335000 km? de agua y otros 65000 km! se evaporan en los lagos y de las superfi- cies hiimedas de los continentes. El total de evaporacién anual (400 000 km’) debe de com- pensar, por regia general, la cantidad total de agua restituida a la superficie de la tierra por condensacién de la atmésfera. Alrededor de 100000 km? de aga caen en forma de preci- pitaciones sobre las superficies de los continen- sna, neqiaat ‘et toes Figura 14.1. El elelo hidrolégico transporta a la hume- dad desde su lugar do procedencla en el océano hasta las Areas continentales y de alli es devuelta al mar por diferentes caminos. (Segin Holtzman.) 256 | Clima, suelos y veretaciéa tes cada afio (lo suficiente para cubrir un érea de la extensién de Texas con una altura de 105 m). Observamos que cae considerablemen te mas agua sobre la tierra que la que es de- vuelta a la atmésfera por evaporacién de las aguas continentales. Por consiguiente, mucha de Ja que cae vuelve al mar en forma liquida. Estas partes del ciclo hidrolégico en la que el agua esté en forma de vapor, el movimiento de éste hacia las tierras en masas de aire mari- no y la eventual precipitacién desde las nubes han sido tratados en los capitulos 11 y 12 como fases de la meteorologia. Una parte de la preci- pitacién se evapora directamente antes de lle- gar al suelo. Parte de la que llega a la tierra puede ser répidamente devuelta a la atmésfera al evaporarse el agua depositada sobre las plan- tas y el suelo, pero si la lluvia es fuerte y con- tinua, mucha’ penetraré en el terreno convir- tigndose en agua de infiltracién. Si queda rete- nida en la superficie del suelo, el agua de infil tracién puede ser devuelta a la atmésfera por Jas plantas, que la absorben por sus raices y la reintegran-a la atmésfera a través de sus hojas. Parte del agua de infiltracién se evapora direc- tamente en el aire que ocupa la abertura del suelo. Si continda Hoviendo, el agua se infiltra a través del suelo debido a la fuerza de la gra- vedad y alcanza el lecho rocoso o penetra en profundos depésitos formados por materiales del manto detritico. Esta agua de saturacién se mueve muy lentamente pero por fin emerge en arroyos, lagos 0 incluso en el fondo del océe- no en forma de filtraciones © sugerencias. Si es excedida la capacidad del suelo en re- cibir y transmitir grandes y continuadas pre- cipitaciones, se originan corrientes superficia- es que conducen el agua directamente hacia abajo por los declives hasta los rios y lagos. Desde estas superficies al descubierto el agua puede evaporarse directamente en la atmésfera © puede alcanzar los océanos mediante corrien- tes. Asf, hemos seguido al agua a través de su ciclo hidrolégico completo, La evaporacién y el balance calorifico de ta tierra Del balance calorifico anual de la tierra st ha hablado en el capitulo 8. En la tabla 8.2 bajo el titulo de energia devuelta a la atmés: fera, se da como devuelta mediante el proceso de transferencia de calor latente (evaporacién a partir del suelo y subsecuente condensacion en la atmésfera) un 23% de la energ{a total entrante, lo que equivale a 0,111 langleys por minuto para el hemisferio norte. La importan~ cia de este proceso de intercambio de calor st impulsado por CamScanner Land elas ras vSa SN 0.11 a 0,15 10 2 20°S 0,234 0,27 Pacifico Norte y Atlantic Norte tropicales 15a 25°N 0.154 0,19 Arica septentrional tropical y peninsula arabiga 20a 30°N Menos de 0,02 Zona ocednica de latitud media 40 a 60°N, S 0,04 a 0,11 Zonas interiores de latitud media de America del Norte y Ai 40a 60° N 0,02 a 0,04 Sobre 60°N,S Menos de 0,02 hace evidente cuando advertimos en la tabla 8.2 que la cantidad de energia implicada en este proceso es casi dos veces mayor que la de r diacién de onda larga del suelo (14%) y equ vale a més del doble de la transferida por con- auccién (10 %). Se han Hevado a cabo intentos para estiiar la pérdida de energfa por transferencia de ca- lor latente en toda la superficie del globo, Ta- les mapas no se han completado, pero revelan notables diferencias de un lugar a otro. En la tabla 14.1 se citan algunos valores representa- tivos de pérdida de calor por evaporacién en diversos ambientes del globo. Los datos se han reducido a langleys por minuto para que co- rrespondan con los de la tabla 8.2. El conocimiento de la distribucién mundial de las isotermas, zonas de presién y de vien- tos, y regiones de masas de aire (caps. 8 al 12) puede emplearse en la interpretacién de Ia in- formacién de la tabla 14.1. Los valores més clevados de transferencia de calor latente por evaporacién se encuentran en las partes cerca- nas al ecuador de las células tropicales de alta presién, Aqui, el aire seco en combinacién con la intensa insolacién y Ia célida superficie del ‘océano ofrecen los maximos valores de evapo- racién anual. La evaporacién sobre los océanos ecuatoriales, aunque mayor que la media, es in- ferior que la de los océanos tropicales, ya que l aire ecuatorial esté cargado de gran cantidad de vapor de agua y existe una mayor cubierta de nubes. En contraposicin, los desiertos tro- Picales presentan valores muy bajos porque el suelo esté seco y casi no existe agua superfi- cial para evaporarse. La evaporacién anual en el interior de los continentes de latitudes me- es también baja, en parte debido a los lar- 805 y frfos inviernos. Las regivnes drticas y pola- res presentan también valores muy bajos debi: do a la constantemente baja temperatura del aire y del suelo. Infilte én y escorrenti ‘Muchos suelos en su estado natural no re- movidos, son capaces de absorber el agua de Muvias ligeras 0 moderadas mediante un pro- eso denominado infiltracién. Estos suelos tie- nen pasadizos naturales entre las particulas del suelo mal encajados y también aberturas mayo- res, tales como grietas de la tierra resultantes de la desecacién del suelo, orificios producidos por gusanos y animales, cavidades procedentes Figura 142. Parte de la luvia que eae por unidad d 00 $0 Infllten y otra parte corre en superficie en forma ‘escorrontia 0 flulo superficial. (De A. N. Strahler, 1963, The Earth Sclences, Harper and Row, Nueva York.) EI agua del suelo y of balance hidsico | 257 impulsado por CamScanner de la putrefaccién de las rafces de las plantas © aberturas debidas a alzamientos y hundimien- tos del suelo producidas por el alternativo cre- cimiento y fusién de los cristales de hielo. Una alfombra de hojas y ramas caidas amortigua la fuerza de las gotas que cacn y ayudan a conser- var abiertos esos orificios. Si la Huvia cae de- masiado de prisa para ser absorbida hacia abajo a través de estas cavidades del suelo, el exceso sobrante fluye en forma de una pelicula o lé- mina de agua superficial que sigue la direccién de los declives del terreno y da lugar a un pro- ceso de desagiie denominado escorrentia, Como se expuso en el capitulo 11, la preci- pitacign se mide en centimetros por hora, Re- presenta la altura a la que se acumularfa el agua cada hora si la Iluvia cayese en un recipiente de fondo horizontal, sin tener en cuenta la a 7 2a be < 29 le i ‘ 3 12 a i Fay 2 | ee %5 ——. 3° 28 ‘conte el fo anh ton. Te = Rl — 2 on 1 a ia heen y dot : ° T om? 3 Figura 143, Las cantidades do inflltracién varlan ecen- | i ‘sea la toxtura del suelo y a lo que std destinado el terreno, (Datos de Sherman y Mus: rave: Foster.) 258 | Clima, sueloy y vexetactén pérdida por evaporacién o salpicada hacia fue. ra, Similarmente, la infiltracién se expresa en centimetros por hora y puede ser considerada como la velocidad a la que descenderfa el ni- vel del agua en el mismo recipiente si el agua se saliera a través de una base porosa. El des. agile por escorrentia también se mide en centi. metros por hora, y puede considerarse como la cantidad de agua que rebosa del recipiente por hora cuando Ilueve demasiado de prisa para que pueda ser eliminada por filtramiento a través, de la base. ‘Ahora bien, un hecho importante a considerar en los suelos es que su capacidad de infiltra- cidn, 0 facilidad de la tluvia para infiltrarse, fs generalmente grande al comienzo de una Ilu- via que ha sido precedida por un periodo de sequia, pero disminuye répidamente a medida que sigue Hloviendo y se empapa el suelo. Des- pués de varias horas la capacidad de infiltra- ccién del suelo lega a ser casi constante. La raz6n de este alto valor inicial y de su répido descenso es, desde luego, que las aberturas del suelo son obstruidas répidamente por particu- las arrastradas desde arriba, 0 tienden a tapo- narse a medida que las arcillas coloidales ab- sorben agua y aumentan de volumen. Segin esto, podemos facilmente deducir que un suelo arenoso con poca arcilla o carente de ella no sufrird un descenso tan acusado de su capaci- dad de infiltracién, sino que continuard per- itiendo indefinidamente el paso del agua en roporcién considerable. Por el contrario, el suelo rico en arcilla es répidamente obturado hasta el punto de permitir solamente una infi- tracién muy lenta. Este principio puede apre- ciarse en el grafico de la figura 14.34, que muestra las curvas de infiltracién de dos sue- los, uno arenoso y otro rico en arcilla. De esto también se sigue que en un suclo arenoso puede infiltrarse hasta una Muvia to- rrencial y continuada sin que se produzca nin- gin tipo de escorrentfa, mientras que en el suelo arcilloso gran arte del agua de luvia debe eliminarse por escorrentia, proceso que puede evar a la erosién por abarrancamiento, Mu- chas formas de alteracién artificial de los sue- los tienden a disminuir la capacidad de infiltra- cién y a incrementar 1a cantidad de escorren- tia (fig. 13.3B y C), El cultivo tiende a dejar expuesto el suelo, de modo que el choque d las gotas de lluvia cierra répidamente sus po ros. Los incendios, al destruir la vegetacién protectora y el manto vegetal, también exponen el suelo al golpeo de la lluvia. El paso de s nado aplasta los poros del suelo convirtiéndolo en una tupida y dura capa. No es de extrafiar pues, que el hombre haya cambiado radical impulsado por CamScanner ‘mente, con sus trabajos agricolas y_ ganaderos, las proporciones originales de infiltracién y es- correntia, en una escala real tal que ha dado como resultado graves dafios por erosién y, al mismo tiempo, ha disminuido las reservas de humedad del suelo que, de no haber sido asf, mantendria el crecimiento de los vegetales y las corrientes de agua durante las sequfas. Evaporacién y transpiracién Durante los perfodos de Muvia, el agua con- tenida en el suelo es eliminada gradualmente por un doble proceso de secado. En primer lu- gar una evaporacién directa al aire libre en la superficie del suelo, que se extiende progresi- vamente a niveles inferiores. El aire también penetra libremente en el suelo y puede ser forzado alternativamente a salir y entrar por os cambios de presién atmosférica. Incluso si el suelo no “respirase” de este modo, existirfa una lenta difusién del vapor de agua hacia la superficie a través de los poros abiertos del suelo. De ordinario, tnicamente se secan por evaporacién los primeros 30 cm de suelo en tuna sola estacién seca, pero en la prolongada sequia de los desiertos’el secado se extiende a * Figura 144, profundidades de varios metros. En segundo lugar, las plantas absorben el agua de infiltra- cién a través de sus numerosas y delgadas raf- ces. Este agua, después de ascender por el tallo y las ramas, penetra en las hojas, donde es des- cargada a la atmésfera en forma de vapor de agua a través de los poros de las mismas en ‘un proceso denominado transpiracién. Pocas rsonas son conscientes de las enormes can- tidades de agua cedida por las plantas en su transpiracién, En el capitulo 20 se dan deta- ién de las Una planta de trigo... entre el 5 de mayo y el 8 de septiembre, transpiré 204 1 de agua. 0,4 Ha de tales plantas (6000 plantas) transpi durante perfodo de tiempo 1225000 1, que equivalen una pelicula de agua de 28 cm de altura ex- tendida sobre la superficie mencionada. Se ha es- timado que 0,4 Ha de arces rojos, creciendo en un suelo con elevada humedad, perderian en el mis- ‘mo perfodo de tiempo una cantidad de agua sufi- ciente para que la pelicula de agua fuese de 72 em, Un suelo revestido de plantas es desposeido de su humedad mucho més rdpidamente que otro desnudo, Aproximadamente toda el agua perdida Por debajo de los primeros 15 6 20 em es cau- jomedio anual de Ia evepotranspiracién potenclal on Estados Unidos. Las fifa Iindiean pulgades. (Cortesia de The Geographical Revien, vl, 38, 1948. Copyright de \merlean Geographical Soclety de Nueva York.) EI agua del suelo y et balance hidrico | 259 impulsado por CamScanner Thr Preepincoe a Pebaa de bunetad por Tanai rapncion Figura 145. La zona del agua de Inflltracién ocupa una importante posicién en el ciclo Nierelégi. sada_por la absorcién y la transpiracién de las En estudios del clima y de hidrologia es con- veniente usar el término evapotranspiracién para abarcar la combinacién de pérdida de hu- medad por evaporacién directa y por transpi- racién de las plantas. La proporcién de evapo- transpiracién se reduce a medida que se merma la humedad del suclo durante un perfodo est val seco porque Ias,plantas emplean diversos mecanismos para reducir la transpiracién. Por lo general, cuanto menor es la humedad que queda, mas lenta es la pérdida por evapotrans- piracién. Consecuentemente, es necesario defi- nir dos formas de evapotranspiracién: 1) Eva- potranspiracién potencial, que es la maxima pérdida posible de agua bajo las condiciones dadas de cobertura vegetal y de factores climé- ticos, suponiendo que podemos suministrar al suelo, mediante irrigacién, toda el agua que las plantas puedan consumir y los poros del suelo puedan albergar. 2) Evapotranspiracién real que ¢s la cantidad de evapotranspiracién real u ob- servada y disminuye en proporcién a medi que se agota Ia humedad del suelo. La figura 144 es un mapa de los Estados Unidos que muestra el promedio del potencial anual de e potranspiracién. Este mapa sin embargo, no cluye las humedades, ni las variaciones de den- sidad y clase de vegetacién a través de la cual tiene jugar la transpiracién. La figura 14,5 muestra esqueméticamente los diversos términos empleados hasta ahora y sir- ve para detallar més esta parte del ciclo hidro- ogico que afecta al suelo, Como indican los 1 WW. Robbins, T. E. Weier y C. R, Stocking, Boteny An Introduction 10. Plant Science, john’ Wiley ind’ Sons, ‘Nueva. York, 1957, pig. 187, 260 | Clima, suelos y vegetaciéa signos mds (+), la zona de suelo se enriquece en agua mediante la precipitacién y la infiltracién, ‘Como indican los signos menos (—), el suelo pierde agua por la transpiracién, evaporacién, escorrentia, y por filtracién por gravedad a tra- vés del sueio hacia la zona inferior donde se halla-el agua de saturacién. Humedad det suelo Cuando Ia infiltracién tiene lugar durante Muvias fuertes y prolongadas (0 mientras se esta derritiendo el manto de nieve), el agua descien- de por gravedad a través de los poros del su lo, humedeciendo sucesivamente niveles inferi res. Los orificios del suelo se lenan pronto con este agua descendente, excepto aquellos que contienen aire atrapado en forma de burbujas. Entonces la filtracién sigue hacia abajo en di- reccién al lecho rocoso. Supongamos ahora que para de lover y viene a continuacién un perio- do de algunos dias de sequia. El exceso de agua de infiltracién continuaré fluyendo hacia abajo, pero una parte de ella queda adherida a las particulas del suelo resistiendo la atrac- cidn de la gravedad mediante una fuerza deno- minada tension capilar. A todos nos es familiar el modo en que una gotita de agua parece estar encerrada en una de moléculas superfi- ciales que dan a la gotita un contorno redon- deado, de modo que se adhiere a la pared del vaso y permanece indefinidamente sin caer. Del mismo modo se adhieren las peliculas de agua a los granos del suelo, particularmente a las puntas de contacto entre los mismos, perma- neciendo asi hasta ser eliminadas ya por eva- poracién 0 ya por absorcién por parte de las rafces de las plantas. Cuando un suelo se ha saturado de agus Gta va descendiendo por gravedad hasta que impulsado por CamScanner ya no sigue movigndose en este sentido, por Jo que se dice que el suelo es poseedor de una determinada capacidad de retencidn de agua. En Ja mayorfa de los suelos este proceso no tarda més de dos o tres dias (la mayor parte de ellos en un dia), La capacidad de retencién se mide en unidades de longitud, como la precipitacién, Esto significa que, para un cubo de terreno de 30 cm de lado, si tuvigramos que extraer toda su humedad, ésta podria formar una capa de agua de 7,5 cm de altura en un recipiente de 930 em’. Serfa esto equivalente a la completa absorcién de 7,5 cm de agua de luvia por 30 em de suelo completamente seco. La capacidad de retencién de un suelo de- terminado depende grandemente de su textura, Un suelo arenoso tiene una capacidad de reten- cién muy baja, mientras que otro arcilloso la pose considerablemente alta, Esto se indica en Ia figura 14.6 mediante wn grifico en el que se relaciona la capacidad de retencién con la tex- tura del suelo, de gruesa a fina, Debe también mencionarse que los suelos arenosos aleanzan su capacidad de retencién muy répidamente, debido a la facilidad con que penetra el agua y a la baja cantidad requerida. Los suelos arci ilosos necesitan de largos periodos de Iluvia para alcanzar su capacidad de retencién debido a que la infiltracién es lenta y la cantidad total que deben absorber es grande. Los cientificos relacionados con 1a agricul- tura usan también una medida de la humedad del suelo denominada punto de marchitacién (wilting point). Es la cantidad de agua de. in- filtracién por debajo de la cual las plantas se ven imposibilitadas a extraer mas humedad del Marg areas ry Mars no int ney orp ron ge Mage Terns del sole Marg wens A jal 'suelo. (Seguin 1985.) Smith y Ruhe, Yearbook of Agricultur suelo y sus hojas se marchitan, Como indica a figura 14.6, el punto depende también del tamafio de las particulas del suelo. EI ciclo del agua de infiltracién Dadas las anteriores explicaciones sobre los procesos y términos relacionados con las ga- nancias y pérdidas de agua en el suelo, pode mos considerar seguidamente la cantidad de agua de infiltracién de que se dispone anual- mente, lo que incluye principios muy rela- cionados no sélo con la geozrafia botinica y Ta agricultura, sino también con los proximos estudios de agua de saturacién, escorrentia, cau- | steamer | ean — fies | i = Tamcatoat” $ El awe al caleoure : * sabe: t a a en a = sn ——> a oe) ii tenons oe a Figura 14.7. La humedad del sue Thornthwaite y Mather, The Water Balanc sigue un cielo anual con ex¢ eT ocr 508 y délicits. (Segin EL agua del suelo y et impulsado por CamScanner ces de agua y, por tanto, el modelado de ver- tientes. La figura 21.6 muestra el ciclo anual del agua de infltracin durante 1944 en una estacién agricola de experimentacién de Coshocton, Ohio. Si seguimos las fluctuaciones de este ejemplo, el ciclo que nos aparece puede ser considerado en general como representativo de las condiciones de humedad en climas de lati- tudes medias donde existe un acusado con- traste entre las temperaturas invernales y las cestivales. Comencemos en primavera (marzo). En este tiempo la cantidad de evaporacién es baja, debido a la poca temperatura. La abun- dancia de nieves en fusion y de Muvias han reintegrado la humedad de suelo hasta_que way sobrante. Durante dos meses, 1a cantidad de agua infiltrada a través del suelo y que ha pasado a formar parte del agua de saturacién mantiene los poros del suelo casi Menos. Es la parte del afio en que se encuentra el suelo fan- goso y blando al conducir por malas carreteras © al caminar por el campo. tsta es también la estacin en que Ia escorrentia es maxima y pue- den esperarse las mayores avenidas en los rfos P e ieee ‘ate 5 : Te woe e = & = 14} Figura 148, Balance hidrico anual de Seatile, Washing: ton. En el grafico inferior se han superpuesto fas medias imanauales de preciptacén y evaptraepiatin poten ‘su diferencia (representeda striba) puede. Indicar (i excedente 0 la doiclencla do agun, (Seqin ©. W. Thormthwaite, Geographical Review, 1048.) 262 | Clima, suelos y vegetaclén y torrentes més largos. En términos de la can. tidad de agua de infiltracién, existe un exce. dente de agua. En mayo, el incremento de la temperatura del aire, el aumento de la evaporacién y el gran crecimiento de las hojas de las plantas, que pro. duce una fuente de transpiracién, han redu. cido la cantidad de humedad del suelo por de- bajo de la capacidad de retencién pero que puede ser restablecida temporalmente, en algu- nos afios, por Iuvias excepcionalmente fuertes, ‘A mediados de verano se produce un estado de fuerte déficit de humedad. Incluso las esporé. dicas y fuertes tormentas veraniegas no pue- den restablecer el agua perdida por la constai te e intensa evapotranspiracién. Las fuentes y arroyos pequefios se secan y el suelo se vuelve firme y seco. Sin embargo, en noviembre (y algunas veces en septiembre) vuelve a incre- mentarse la humedad del suelo. Esto es debido a que las plantas entran en un estado de repo- so y reducen nitidamente las pérdidas por trans- piracién, mientras que, al mismo tiempo, el descenso de la temperatura del aire disminuye la evaporacién. Avanzado el ‘invierno, general- mente en febrero en esta localidad vuelve a restablecerse la capacidad de retencién del suelo, EI balance hidrico Con el ejemplo anterior de cambios, la hu- medad del suelo a través del afio, volvemos al concepto més general del balance hidrico en términos de las dos partes esenciales del mis- mo: 1) la precipitacin, que representa la en- trada; y 2) la evapotranspiracién potencial, que representa la salida. Estas dos cantidades de- ben de tenerse en cuenta mes tras mes durante todo el afio, pero a la hora de Wevar a cabo una estimacién se deberdn emplear los valores me- dios mensuales de una serie de afios en vez de los datos de un tinico aio. La figura 14.8 es el balance hidrico de Seat- tle, Washington, una estacién tipica del clima maritimo de la costa occidental. Se han super- puesto dos grificas. A) la de medias de preci pitacién mensuales (linea negra), y B) la de la evapotranspiracién potencial media mensual (ir nea hueca), Cada grifica estd constituida por una serie de escalones ascendentes y descen: dentes que abarcan los doce meses dei afio. (EX esencia, son diagramas de barras cuya altura puede leerse en la escala de pulgadas o cent metros de los extremos del diagrama.) Obsé- vese primero que la precipitacién es mayor e% los meses de noviembre a febrero y que dis- minuye a valores mis bajos en verano. Casi d& manera completamente opuesta, 1a evapotrans- impulsado por CamScanner piracién pasa de valores bajos en invierno a los maximos en verano. Este comportamiento es justamente el que cabria esperar en las lat tudes medias, ya que la evapotranspiracion po- tencial se incrementa con el ascenso de 1a tem- peratura del aire y con el mimero de horas que el sol permanece en el cielo. Comenzando en enero, la grifica indica que Ja precipitacién es mucho mayor en este mes que la evapotranspiracin potencial. Existe un gran excedente de agua, y éta escapa por per- colacién hacia abajo a través del suelo 0 fluye sobre él hacia el rio mas proximo. A medida que nos adentramos en la primavera, Ia eva- potranspiracién potencial aumenta répidamen te, mientras la precipitacién disminuye. En ma- yo, la evapotranspiracion potencial ya adquiere el valor predominante, lo que implica un con- sumo de la humedad almacenada en el. sucto. En cierto modo, la humedad del suelo actia como una caja de ahorros, aportando cuando Jos gastos mensuales exceden a los ingresos. En junio, 1a humedad del suelo es suficiente para compensar la falta de precipitacisn. Pero dicha humedad esta limitada a 10 em de agua y a comienzos de julio ya se ha consumido por completo.’ Aqui. en la grifica, se ha dibujado tuna linea vertical que marca el comienzo del déficit de agua. En términos del dinero per- sonal, el déficit de agua corresponderia a estat en deuda, pero con la certeza de que un exce- dente posterior permitiré pagar la deuda ese mismo afio. En total, a finales de septiembre existe un déficit de unos 21 em. En octubre, Ja precipitacién media vuelve a ser mayor que la evapotranspiracién potencial. Ahora el exce- so se emplea en restablecer, 0 recargar, la hu- medad del suelo, pero no es hasta finales de noviembre cuando esto se verifica (linea ver- tical de la gréfica) y se vuclve a restablecer el excedente de agua. Volviendo a la analogia del Presupuesto personal, se ha restablecido la cuenta de ahorro antes de tener que efectuar tun nuevo pago de la deuda. Resumiendo el balance hidrico anual de Seat- tle, es evidente que el régimen climatico que representa es un régimen en que existe excedente y déficit de agua y que éstos tienen lugar en fstaciones opuestas. En una grifica aparte, en la parte superior de la figura 14.8, se han re- presentado los excedentes y déficits mensuales junto con los totales de cada uno, El excedente 1 Se sepene agul, pats casyor simplicidsd, que lt humedad’ del suelo. se ha consumido a una. velocidad Comstante igual tla. de_evapotranepitacion pot eto, mientras que, en jamiento desciende, a medida que total fue de 39,2 em; el déficit total de agus de 20,9 cm, Evidentemente, en julio, agosto y septiembre se necesita una irrigacion conside- rable si se desea mantener el crecimiento de las plantas a su maxima velocidad posible. EI anatisis que hemos efectuado del balance hidr co de Seattle es, por tanto, de gran valor praic- tico para los jardineros y granjeros de esta zona. Estos principios del balance hidrico y Tos conceptos de deficits y excedentes de humedad fueron desarrollados por el dr. C. Warren ‘Thornthwaite, climatélogo que apl jentos a problemas practicos de la agricul- ademas de establecer un sistema de clasi- in climaitica mundial basado en las rela~ ciones existentes entre precipitacién y evapo- transpiracién. Posteriormente se han ilevado a cabo algunos retoques en lo que respecta a la estimacién de las cantidades de humedad que queda en el suclo a medida que progresa el déficit. pero éstos quedan mas alli del pano- rama de la presente discusién, Regimenes climéticos y el balance hidrico En Ia figura 14.9 se indican algunos balan- ces hidricos de otros tantos regimenes climé- ticos representativos. Estos dan alguna idea de os. grandes contrastes que son posibles entre excedentes y déficits de agua. El enorme exce- dente de agua de un clima ecuatorial queda ilustrado en los datos de Kribi, Camertin, es- tacién de la costa occidental africana situada a una latitud de 3°N (fig. 14.9A). La precipi- tacién total asciende a 295 cm anuales y se distribuye en dos grandes miximos, uno en el periodo de abril a junio y el otro en septiem- bre y octubre. Durante estos periodos se pro- ducen notables excedentes de agua, siendo el excedente anual de 156 cm. La grafiea de la evapotranspiracidn potencial presenta solo una pequefia variacién anual debido a la uniform: mente elevada temperatura del aire. ‘Aunque la humedad del suelo se emplea en diciembre y enero, no se produce deficit de agua, Légicamente, en un régimen climatico como éste, la humedad del suelo necesaria para el crecimiento de las plantas seri abundante durante todo el afo: la escorrentia hacia los ios también sera copiosa. EL régimen tropical desértico queda reflejado en los datos de Beni Abbés, Argelia, situada a 30° de latitud norte (fig. 14,98). Aqui la pre- jén anual total es por término medio de 25 em, Durante todo el aio, 1a evapotranspi- racién potencial excede en gran manera a la Muvia, existiendo un enorme déficit de agua 30 em), EL agua del suelo y el balance hidrico | 263 impulsado por CamScanner z ms ™ fe Abbe. Are * 2 Prcipacs eal areal co eae or | ioe = 2 sans » inean ® setae an ‘ 2] a nee came 34) Figura 149. Balances hidricos de ocho estacior regimenes climiticos. (Datos de C, W. Thor 264 | Clima, suetos y veretacién impulsado por _ CamScanner w — 6 « “ ‘ . _ cmon | 10 4 . a 6 aa | recone i 2 21 _ fa ‘ {_ L a a a o va 8 oe = © vn, enans (2°) 1 wapatn toa EE : 164 © Pouca! aa Them QS pop oe) BS reine . “ re] alana amen 5 wena 2 omen = 2 7 10 4 a] 4 7 . ¢ | 3 Prcotcen ! ‘ ‘ . i 2 al 2 ‘ > Lv ‘ : Tema ae { 1 ° ° ° Feed eee E] régimen tropical hiimedo-seco de las ba- jas latitudes queda representado por la estacién de Yambio, Sudan, a 4/,° de lat. N (fig. 14.9C), La evapotranspiracién potencial sigue aqui un ciclo muy parecido al de Kribi, pero la estacién seca, en la que el sol esté bajo, trae consigo un gran déficit de agua. Las Hluvias del perfodo de maxima altura del sol dan lugar a un con- siderable excedente de agua. Agra, India, a 27° de lat. N, ilustra el régimen tropical htimedo- seco con influencia del monzén asidtico (figu- ra 14.9D). El ciclo de evapotranspiracién po- tencial se parece mucho al de Beni Abbés, que se halla aproximadamente a la misma latitud. El monzén de verano ocasiona una precipita- cién de 20 a 30 cm mensuales durante julio y agosto, suficientes para exceder a la evapotrans- Piracién potencial y ocasionar un corto perfodo de recarga de la humedad del suelo. Esta hu- medad se consume en septiembre, No puede formarse ningin excedente de agua, y prevalece €l déficit, que totaliza 86 em, durante mais de nueve meses al aiio. El régimen mediterrineo (subtropical de ve- rano seco) queda ejemplarizado por la estacion de Los Angeles, California (fig. 14.96). Aqui el gran déficit estival de 47 em resulta del he cho de que el elevado valor de la evapotrans- piracién potencial del verano coincide con el minimo de precipitacién estival, El pequeiio ex- cedente de 3,6 em dura algo mais de un mes, El aspecto general del balance hidrico de Los Angeles se parece al de Seattle (fig. 14.8) en lo que respecta a la fase de los ciclos, pero existe lun mayor contraste en los excedentes de agua. Ankara, Turquia, presenta un balance hidrico. que tiene las mismas fases y aproximadamente os mismos valores de excedentes y déficits de agua en los del régimen mediterrineo de Los Angeles, pero con importantes diferencias en lo que respecta a la distribucién de la. precipita- cién, Los frios meses de invierno de Ankara gua del suelo y ef balance hidrico | 265 impulsado por _ CamScanner ‘Se ten exc mee wee Mn teal Lee ede pos tage Figura 1410, Zonas de nfiltracion (Begin Ackerman, Colman y Ogrosky,) saturactén, ccarecen 0 tienen escasa evapotrans tencial. En los balances aidricos de Ulm, Alemania, y Manhattan, Kansas (figs. 14.9G y H), se ob- serva la continentalidad del régimen climético. Ambas localidades presentan un maximo esti- val de precipitacién que coincide con un maxi- mo de evapotranspiracién potencial en la mis- ma época. El resultado es que en Ulm no existe déficit de agua y en Manhattan s6lo se presenta tun pequefio deficit, Ambos lugares poseen un pequefto excedente de agua a finales de invierno y comienzos de primavera, Cada tipo de clima posee su propio y carac- teristico balance hidrico. Intentar presentar toda la gama de balances quedaria fuera del pano- rama de este breve comentario, A partir de los ejemplos presentados, sin embargo, resulta evi- dente 1a importancia del sistema de Thornth- waite de andlisis de las condiciones del agua del suelo. El método es cuantitativo, dando es- timaciones precisas de la cantidad de agua ga- nada y perdida y haciendo, por tanto, posible las estimaciones’ reales del agua disponible o necesaria para emplear en agricultura, ademas de los excedentes de agiia que pueden consu- mirse en irrigacién y sistemas hidroeléctricos. El sistema de Thornthwaite de evaluacidn de ba- lances hidricos resulta particularmente efectivo a la hora de estimar la presidn (0 su falta) que ejerce el clima sobre la vegetacidn, como vere- mos en el capitulo 21, icién. po- 266 | Clima, suclos y veretaclén qua de saturacién El agua que es arrastrada por gravedad a través de la zona de suelo hacia niveles infe- res entra a formar parte del agua de satura. cién (véanse sus relaciones en la figura 14.10), Estrictamente hablando, agua de saturacién es la parte de agua subterrénea que satura los espacios porosos de las rocas o del manto de- trltico y que actiia en respuesta a Ja fuerza de la gravedad. El agua de saturacién se localiza ‘en la zona de saturacién. Sobre ella se halla la zona de aireacidn, en la que el agua no satura completamente los poros. Hemos visto que la zona del agua de infiltracién es la porcién su. perior de la zona de aireacién y que la hume- dad en esta zona es retenida por fuerzas capi- lares en forma de delgadas peliculas que se ad. hieren a las particulas del suelo. Unas condicio. nes similares imperan en la zona inmediatamen. te inferior, © zona intermedia. La iinica base para distinguir estos dos niveles es que la zona de agua de infiltracién representa una regién somera de humedad utilizable por las plantas, mientras que la zona intermedia esté dema- siado profunda para que el agua capilar pueda regresar a la atmésfera por evaporacién direc- ta o transpiraci6n. La profundidad de la zona de aireacién suele ser escasa o nula (cuando el agua de saturacién esté proxima a la superfi- cie en regiones llanas y bajas), 0 puede tener varias decenas de metros de espesor en rezio- nes de colinas 0 montafias en las que el nivel del agua de saturacién es bajo. En la base de la zona de aireacién se halla la franja capilar, delgada capa en la que el agua ha sido arrastrada hacia arriba desde la zona de saturacién mediante la fuerza capilar. El sistema es muy parecido a la ascensién del pe- tréleo por 1a mecha de un quingué, o del agua fen un secante cuyo borde esté sumergido. El agua de la franja capilar lena en gran parte los poros del suelo y, por lo tanto, esté en con- facto con la zona de saturacién. El espesor de la franja capilar depende de la naturaleza de! suelo ya que la elevacién por capilaridad es mis acentuada cuando los huecos del terreno son menores. Asi, en una arena muy fina la fran- ja capilar puede tener unos 60 cm de espesor, pero solamente alrededor de 1 em en arena gruesa o grava fina con grandes espacios po- rosos. El agua de la zona de saturacién se mueve bajo la fuerza de la gravedad y, por lo tanto. su nivel mas elevado 0 nivel fredtico (0 nivel hidrostatico 0 superficie piezométrica) tiende ser una superficie horizontal, al igual que | superficie libre de un lago. Pero como el agua impulsado por CamScanner se mueve muy Ientamente a través de la roca, el nivel freatico real adopta una forma irregu- lar, mas alta en las cimas de las colinas y las divisorias y més baja en los valles. El agua de saturacién es estudiada més a fondo en el ca- pitulo 25. Rios efluentes influentes Un importante contraste entre las regiones de clima érido y hiimedo reside en la natura- leza del flujo de los rios. El modo en el que difieren los cauces de los rios y sus formas aso- ciadas con los diferentes climas se discutird en los proximos capitulos de geomorfologia. Desde el punto de vista de los suelos y de los am- bientes fisicos de la vegetacién natural, tiene gran importancia el modo en cl que penetra y sale el agua del cauce de un En una regién htimeda con un nivel piezo- métrico elevado que descienda hacia los cau- ces de los rios, el agua subterrinea se dirige continuamente hacia los cauces, donde penetra y da lugar a rios permanentes o perennes. Estos rios se denominan efluentes (fig. 14.11A). El excedente de agua de una regién himeda —la que discurre sobre el suelo en los perfodos de tiempo htimedo y la que penetra en el cauce por debajo del nivel piezométrico— escapa por Jos cauces hacia regiones de menor elevacién y finalmente va a parar al mar. En el transcurso de este drenaje, las sustancias disueltas y coloides) que han sido removidas del suelo son transportadas fuera de la regidn, siendo per- manente su remocién del suelo (capitulo 18). En las regiones dridas, donde los rios discu- ren por lanuras de grava y arena, el agua es- capa de los cauces por infiltracién y pasa a formar parte del nivel piezométrico que se halla por debajo del nivel de los cursos de agua. Estos rios reciben el nombre de influentes (fi- gura 14.11B). Este agua se escapa de la zona del cauce y vuelve a la superficie en cuencas de fondo Ilano denominadas playas (cap. 27) donde tiene lugar su evaporacién y las sales ‘quedan depositadas en forma de suclos salinos y costras de sal. Lagunas de interseccién de 1a superficie piezométrica, pantanos y turberas En 10s climas himedos con un gran exce- dente anual de agua en el balance hidrico y con los niveles piezométricos generalmente cleva- dos, los diversos acontecimientos de la historia seoldgica (tales como la erosién y deposicién por el viento y los casquetes glaciares del pe- iodo glacial mds reciente) han creado depre- 1441, Rios lluentes @ Influentes. Strahler, 1963, The Earth Sctence ‘Nueva York.) (0 ALN. Harper and siones naturales cuyos fondos coinciden 0 ¢s- tan por debajo de la cota del nivel piezométri- co. La filtracién de agua subterranea, asf como la escotrentia directa procedente de la precipi- tacién, manticnen estas superficies colmata- das de agua durante todo el afio. Los ejemplos de lagunas formadas por Ja interseccin de la superficie piezométrica con la topogrifica se encuentran profusamente distribuidos por Nor- teamérica y Europa, donde las lanuras de are- na y grava glaciar poseen hoyas y depresiones naturales formadas por la farién o estancacién de masas de hielo (véase cap. 29). La figura 14.12 es un fragmento de un mapa topogrifico de la zona de lagunas de agua dulce de cabo Cod, a 26 3 km del océano Atlintico. La altura a la que se halla la superficie de estas lagunas es de 25 m (8 pies) y se mantiene con los aportes de agua dulce y no con los de agua sa lada debido a que el agua subterrinea fluye gra- dualmente de tierra al océano. ‘Muchas antiguas lagunas de agua dulce, des de que se formaron por la accién del hielo sla ciar, se han Menado parcial 0 enteramente de materia orginica procedente del crecimiento. y muerte de plantas higrofilas. El resultado es tuna turbera cuya superticie se halla cercana al nivel piezométrico (cap. 20). Los pantanos y ciénagas, donde el agua se halla en o cerca de la superficie del suelo cu- briendo una extensa drea, constituyen la apari- cin del nivel piezométrico en la superficie. Es- tas zonas de escaso drenaje superficial tienen diversos origenes. Por ejemplo, los extensos y someros pantanos de agua dulce de la costa del Atlantico o de la Manura costera del golfo de ‘México constituyen regiones que han emergido recientemente del mar. Otros se han formado por la deriva de los cauces de los rios en las Manuras de inundacién (cap. 26). EI agua del suelo y el balance hidrico | 267 impulsado por CamScanner Océano Atlantico Figura 14.12. Porcion de un mapa topografico del cabo Cod, Massachusetts, en el que se observan las lagunas de agua dulce existentes cerca de la linea de costa. La cifra que acompafia a cada laguna indica su elevacién en metros. (U.S. Geological Survey.) impulsado por CamScanner

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