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Amigo, Amiga:
Como homenaje póstumo a la figura del Libertador en la celebración de los doscientos años de la
declaración de nuestra independencia, me he tomado el esfuerzo de recopilar de entre sus cartas,
momentos culminantes y decisivos, en la vida de Simón Bolívar. Después de los avatares de la vida
cotidiana y tomando con intensidad y calma la investigación doy por terminada la presente
recopilación el día en que se celebran los doscientos años de la publicación del Manifiesto de
Cartagena, aquel 15 de diciembre de 1812; por donde comienzo este relato y que es, sin duda, el
elemento que marca el inicio de la trasfiguración de Simón Bolivar de ciudadano político a gran
guerrero.
Recíbelo con el mismo cariño con que lo escribí y con el que te lo entrego, léelo con calma y conoce algo
más de la vida de uno de los seres más interesantes que han pasado por nuestro mundo.
En estos momentos en que su nombre suena nuevamente con fuerza y vigor, te invito a conocer un
poco más del espíritu del hombre que nos dio la libertad y nos mostró el camino de cómo
administrarla.
En la presente recopilación realicé una amplio resumen de lo que fue la lucha armada desde 1812
hasta 1826 cuando, después de la batalla de Ayacucho, quedó el continente libre de españoles; quise
exponer de forma general, sin muchos detalles, el supremo esfuerzo que tuvo que realizar el
Libertador y el impacto emocional que generaba entre sus amigos y enemigos.
El propósito principal de esta obra es exponer los eventos significativos de la vida del Libertador,
para con estos elementos entender un poco más de su inusitado desenlace; con esto en mente me he
enfocado con más ahínco en los sucesos ocurridos en los últimos años de su vida; en estos ya la
primera etapa del sueño Bolivariano se había concretado: la fastuosa gesta libertaria había concluido
con la expulsión definitivamente de la dominación española en el continente sudamericano.
Esta primera etapa, desde 1812 hasta 1826, significó la derrota militar a la primera potencia mundial
del momento; 13 años de lucha armada, dirigida por el genio militar de uno de los generales más
preclaros de la historia de la humanidad; quien, con soldados a quienes tuvo que formar y disciplinar,
logró el milagro de libertar cuatro naciones y crear una.
Fue la segunda etapa de su sueño, la que quedó inconclusa; desde 1826 hasta 1830, cuando muere de
manera sorpresiva; Bolívar se sumerge durante 4 años en las traicioneras arenas de la lucha política
para organizar los terrenos liberados. En este corto tiempo no logró el Libertador dejar asentadas con
fuerza las estructuras necesarias para administrar esa libertad lograda; nos toca, entonces a
nosotros reflexionar sobre esto y tomar la decisión correcta para que el supremo esfuerzo de aquel
grande Hombre no muera en la famosa frase: “ HE ARADO EN EL MAR”.
Oscar A. Jiménez R.
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EL RELAMPAGO
DE
AMERICA
EL LIBERTADOR
OSCAR A. JIMENEZ R.
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“ME TOCÓ LA MISION DEL RELAMPAGO: RASGAR UN INSTANTE
LAS TINIEBLAS, FULGURAR APENAS SOBRE EL ABISMO Y
TORNAR A PERDERSE EN EL VACIO”
SIMON BOLIVAR.
(Frase encontrada en la carta fechada el 6 de Diciembre de 1830 y dirigida a su prima
Fanny Du Villar.)
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PROLOGO
Después de la liberación de América; el lazo de unión que representó la monarquía
española durante la colonia, debía ser sustituido por un gran gobierno continental, que
conservara la unión del hemisferio heredada de España e hiciera posible que la
independencia significara para América no un retroceso sino un progreso efectivo con
respecto a su pasado colonial.
Bolívar intuyó tempranamente que pueblos atrasados y sin los conocimientos necesarios
para la administración inteligente de sus recursos, solo tenían un camino para sobrevivir
con independencia: la agrupación, en vastos territorios, de grandes masas de población.
Para Bolívar, por lo tanto, la función básica de cualquier gobierno americano, destinado a
suceder la monarquía española, era lograr la combinación de esas dos formidables fuerzas
de la naturaleza: el hombre y la tierra.
Unir esos dos factores, originarios sin nacionalidad definida, que separados se perdían en
las soledades de la América tropical y salvaje, fue su gran ambición y la herencia plena de
poderes creadores que legó a los pueblos por él emancipados.
Un estado capaz de educar a sus ciudadanos en los principios básicos de moral, las artes en
general y el desarrollo de una tecnología propia. Un estado cuyo valor principal (amen de la
riqueza natural) fuera su gente, capaz de administrar con inteligencia, honestidad, equidad y
justicia.
Contra ese propósito se levantaron las clases dirigentes privilegiadas, interesadas en impedir
a toda costa el quebrantamiento de sus privilegios tradicionales.
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geográficas y la accidentada topografía del continente habían contribuido a consolidar en
cada una de las divisiones administrativas del imperio colonial español.
Desprovistas las clases sociales marginales de lo único que podía protegerlas: un Estado
independiente de las clases dirigentes, como Bolívar proponía, quedaron aisladas dentro de
estrechos marcos fronterizos y frente a frente con las elites criollas que fraccionaron toda la
región para evitar la democratización del continente.
Lo que vino después de la muerte de Bolívar se deriva de la estrategia usada por las
oligarquías criollas. Los caudillos, formados en la guerra de independencia o en las intrigas
de la provincia vieron multiplicarse, con el eclipse del continentalismo de Bolívar, sus
oportunidades de alcanzar el poder y contribuyeron, sin vacilaciones a consolidar el
nacionalismo planteado por los adversarios de Bolívar.
Las ideas liberales importadas de Europa fueron aplicadas en cartas constitucionales, que
radicaban el origen del poder público en actos electorales de unos pueblos que no tenían
una verdadera conciencia de sus derechos: unos pueblos a los que se les negó uno de los
derechos humanos fundamentales: el derecho a ser educado, unos pueblos a los que las
oligarquías aislaron hábilmente para mantenerlos en la ignorancia, unos pueblos enseñados
a servir desde niños y a dejar por herencia nuevas generaciones de siervos.
Las oligarquías aplicaron el mismo método utilizado por la monarquía española, del cual
Bolívar se quejó cuando dijo “nos han dominado más por la fuerza de la ignorancia que
por la fuerza de las armas”; consolidando de esta manera en la América toda, un nuevo
feudalismo, del cual no hemos podido salir.
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INTRODUCCION
Sin pretender emitir juicios sobre las causas que motivaron la prematura muerte de
libertador, pero exponiendo sucesos narrados por los historiadores y reforzados con cartas
originales del libertador, invito al lector a trasladarse a los años y situaciones que aquí se
resaltan para con ellos poder hacerse una idea aproximada de los sucesos que pudieron
influir en el desenlace por todos conocidos: la muerte del Libertador en Diciembre de
1830.
Esta pequeña obra está dirigida a aquellos que quisieran conocer de primera mano, con
escritos testimoniales como soporte, las duras vicisitudes por las que atravesó el Genio de
América en su afán de construir una patria unida, plena de garantías sociales donde los que
la habitasen pudieran tener “La mayor suma de felicidad posible”.
Sólo se te pide que te pasees con mucho detenimiento, sin prisas de ningún tipo, por las
diferentes situaciones a las que este relato te llevará, todos basados en los testimonios
verídicos de la correspondencia del Libertador.
Bolívar muerto de tuberculosis o por cualquier otra causa, en el momento en que toda la
República se desmoronaba, fue de singular alivio para muchos de sus contemporáneos; es
imposible, por ahora, decir a ciencia cierta que ocurrió en los obscuros momentos de
Noviembre y Diciembre de 1830. Quizás algún día cuando se logren encontrar y
desclasificar documentos que seguramente existirán en otras latitudes, nos enteraremos de
lo que podríamos llamar “la verdad verdadera” sobre las causas y la forma de la muerte de
Simón Bolívar.
Aunque la muerte de Bolívar fue deseada por el enemigo español, tanto en campos de
batalla como en la traición de los atentados por razones obvias de la guerra que había
provocado; también fue deseada por algunos de sus coterráneos por la pugna del liderazgo
y los celos y amarguras que el genio y carácter de Bolívar generaban en quienes se sentían
capaces y con derechos al mando. Se podría decir, sin embargo, que el detonante definitivo
de los motivos de la conspiración contra Bolívar se remonta al mismo 1821, cuando con su
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proyecto republicano y el liderazgo militar que ostentaba desde 1819, consiguió imponerse
sobre sus contemporáneos y establecer la República de Colombia; la cual nace con la
promulgación de la constitución de Cúcuta, dejando atrás a la de Angostura de 1819.
Por otro lado tampoco resolvió la aspiración de igualdad y libertad propugnada por l os
esclavos y pardos, ya que no solo se mantuvo la institución esclavista sino que en buena
medida se marginaba a estos sectores de la población.
Si a todo esto le sumamos las reservas que tenían muchos venezolanos al verse gobernados
por los intelectuales de Bogotá y las de estos al sentirse controlados por una mayoría de
comandantes militares venezolanos; nos encontramos con que el germen de la conspiración
estaba, pues, sembrado; solo el tiempo y las circunstancias abonarían sus raíces hasta llegar
a consumarse.
Para entender los eventos que precipitaron la muerte de Simón Bolívar, El Libertador,
después de adentrarnos en su época de guerrero para tomar conciencia del carácter del
Libertador y de sus aliados; expondremos para el análisis crítico del lector los sucesos
políticos que ocurrieron a partir de 1826, es decir cuatro años antes de su muerte; en ese
año se empezó a fraguar y a concretar una conspiración que ya venía avanzando en la
mente de muchos, desde 1821.
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PRIMERA PARTE
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1812-1813
BOLÍVAR: DE EXILIADO A LIBERTADOR
SIMON BOLÍVAR
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BOLÍVAR; DE EXILIADO A LIBERTADOR
MANIFIESTO DE CARTAGENA
LIBERACION DEL MAGDALENA
CAMPAÑA ADMIRABLE
BOLÍVAR LIBERTADOR
LA GUERRA A MUERTE
LA DICTADURA DE BOLÍVAR
VENEZUELA DIVIDIDA EN ESTE Y OESTE
JOSE TOMAS BOVES
1812-1813
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MANIFIESTO DE CARTAGENA
Después de la capitulación de Miranda ante el español Monteverde en 1812; hecho éste que
le fue cobrado luego a Bolívar por quienes, para tratar de disminuir su gloria, le acusarían
de ineptitud en la defensa de Puerto Cabello. Cuartel que se perdió debido a la mala
dirección del propio Miranda y a la traición de alguien de nombre Vinoni, quien liberó a los
españoles presos y se puso de su lado al saberse de la proximidad de la llegada de la flota
española. También acusarían luego a Bolívar de ser el encargado de la entrega de Miranda a
los españoles para lograr el favor de su exilio y la conmutación de la pena de muerte a la
que fueron sentenciados todos los patriotas comprometidos con el nuevo gobierno que
había depuesto al gobernador español y había declarado la independencia entre 1810 y
1811.
El Simón Bolívar que salió al exilio en el año 1812, con la pérdida de la Primera República,
ya llevaba el germen de lo que sería el genio de América, su carácter enérgico y testarudo le
pondría en la vanguardia de la insurrección contra el régimen español desde los inicios de la
lucha por la emancipación.
Hoy después de siglos, estas palabras sobre los motivos de la perdida de la Primera
República suenan actuales, la desunión fue y sigue siendo la causa principal de los males de
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la América hispana en general. Desde ese mismo año la tenacidad y tozudez de Bolívar le
hizo tomar el liderazgo de la lucha y rodearse de enemigos y conspiradores.
Bolívar inició ese año una campaña para lograr apoyo a su idea de atacar al ejército español
que había reconquistado Venezuela, sin embargo el tímido gobierno de Cartagena solo
estaba empeñado en mantener su territorio basado en planes defensivos y veía
extremadamente riesgoso lanzarse en una ofensiva contra el ejército español. Bolívar
planteaba pasar a la ofensiva de inmediato “Bajo ninguna circunstancia debemos
permanecer a la defensiva. Las perspectivas de una campaña victoriosa son buenas; la
situación del enemigo, critica; sus soldados están desmoralizados y diseminados por las
grandes ciudades. Un ataque desde el Oeste puede, sin necesidad de presentar batalla, llegar
hasta Caracas. Si atacamos Venezuela, miles de bravos patriotas se unirán a nuestras filas”.
En 1810 Nueva Granada se había unido a la revolución pero dos facciones habían dividido
al país: Bogotá se había erigido como capital del gobierno central de la provincia de
Cundinamarca y en 1811 aprobó su propia constitución, su presidente fue Antonio Nariño.
Tunja se había convertido en la capital de la federación de Nueva Granada, con Camilo
Torres como presidente. En 1812, después de reconquistada Venezuela por el poder
español ya estos avanzaban a la reconquista de Bogotá e incluso habían tomado todo el
valle fronterizo con Venezuela y el margen del rio Magdalena con lo cual el gobierno de
Cartagena, parte de la federación, quedaba aislado. En ese entonces Puerto Rico y Cuba
Seguían siendo españoles al igual que el Perú y Guayaquil (hoy parte de Ecuador) lo cual
era una amenaza general para cualquier revolución liberadora. Venezuela toda, aunque
había una fuerte guerrilla, estaba en manos de España; las provincias de Coro y Maracaibo
que no se habían sumado a la revolución de 1810, sirvieron de entrada a la flota española
comandada por Monteverde; siendo esta última ciudad, frontera con la federación
neogranadina de la que Cartagena formaba parte.
Así rodeados, Bolívar insistía en atacar en vez de defenderse; mas sin embargo, el gobierno
de Cartagena designó al capitán francés Pierre Labatut a contener el avance de los
españoles basado en el principio de la defensa y el joven Bolívar fue puesto bajo sus
órdenes. Bolivar veía lo crítico de la situación de Cartagena, expuesta como estaba desde
ambos flancos: desde Panamá y Santa Marta, que al igual que Maracaibo y Coro en
Venezuela, no se habían sumado a la revolución de 1810 y eran ciudades netamente
españolas. Bolivar con insistencia exponía que la única posibilidad de vencer en esas
circunstancias era atacando.
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El 27 de diciembre de 1812, llegó a Mompos y siguió rio arriba tomando todos los
pequeños campamentos españoles establecidos y aumentando su fuerza; en quince días de
acción informó al Congreso de Nueva Granada que el rio Magdalena estaba libre de
españoles hasta Ocaña y que Cartagena ya no estaba aislada.
Bolívar constituyó su cuartel general en Ocaña; ya el rebelde de los rebeldes estaba listo
para su plan: liberar a Venezuela, pero antes de realizarlo debería esperar autorización del
congreso para que los soldados neogranadinos traspasarán la frontera. A pesar del servicio
prestado al gobierno de Cartagena este había surgido de una desobediencia por lo que su
comandante Labatut solicitó que fuera sometido a tribunal militar. Bolívar, sin embargo,
recibió el apoyo del presidente por lo que fue ratificado en su puesto; una serie de celos y
envidias empezó a ganar el genio que ya surgía y el nombre que ya empezaba a sonar.
Debido a esto Labatut renunció al mando y, para su despecho mayor, le fue aceptada la
renuncia.
El gobierno de Cartagena, dio el permiso para que Bolívar pasara en auxilio de territorio de
la confederación. Camilo Torres, presidente de la confederación, se convirtió desde ese
momento en uno de los mejores defensores de Bolívar y quizás en el primero de los
motivos que influyeron en la gran cantidad odios y de celos que le cayeron luego.
Bolívar se lanzó a la liberación de Cúcuta la cual logró tras un pequeño enfrentamiento con
los españoles el 28 febrero de 1813; los españoles se rindieron ante Bolívar dejando tras
ellos armas, municiones y una importante cantidad de dinero con lo cual Bolívar pudo
pagar adecuadamente a sus soldados y, con esto satisfecho, pudo exigir más en su
disciplina. Con todas las condiciones de terreno y clima adversos a su, casi desprovista de
material apropiado, columna, había llegado a la frontera de Venezuela limpiando de
españoles todas las ciudades. Así se dirigió a su ejército: “En menos de dos meses han
completado dos campañas y empezado una tercera que comienza aquí y que terminará en la
tierra donde he nacido. ¡Venezuela se ha puesto de pie nuevamente!”.
Nueva Granada se vio aliviada de una invasión española, sin duda gracias al esfuerzo de
Bolívar, quien fue ascendido de Coronel a Brigadier General del ejército de la
Confederación; esto hirió de manera profunda al coronel Del Castillo quien hasta hace
poco había implorado su auxilio. Del Castillo, se dedicó a entorpecer el plan de Bolívar,
quien trató de apaciguarlo ofreciendo incluso renunciar a su cargo, sin embargo esto no
solo no prosperó sino que el gobierno central además de ratificarle su agradecimiento en la
campaña lo designó Comandante en Jefe de todas las tropas del norte, con lo que Del
Castillo pasaba definitivamente a ser su subalterno; no fue esta la última vez que Bolívar
obtenía una victoria política al exponer su renuncia y fue esta otra de las causas de tantos
odios entre sus propios compañeros.
Con estas facultades Bolívar ordenó a Del Castillo atacar a los españoles en la frontera, éste
después de cierta demora cumplió con éxito el ataque y luego renunció exponiendo que la
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conquista de Venezuela iba contra sus principios morales. Esto dividió las tropas y Bolívar
observó como la balanza se podría inclinar a cualquier lado; pero el genio y carácter de
Bolívar era la barrera que lo diferenciaba del resto de sus contemporáneos. En ese
escenario sucedió un altercado que muchos historiadores coinciden en colocar como el
principio de la semilla del odio intenso que se observó contra Bolívar por quien sería su
más cercano colaborador: cuando un comandante, siguiendo instrucciones de Bolívar,
ordenó marchar, uno de los oficiales se negó a obedecer por lo que Bolívar con voz grave y
sonora le ordenó: “!Marchad o me matáis!, o por Dios, yo os mataré!” el oficial obedeció,
su nombre: Francisco de Paula Santander.
CAMPAÑA ADMIRABLE
BOLÍVAR LIBERTADOR
Libre Nueva Granada, Bolívar convenció finalmente al gobierno de la necesidad de avanzar
sobre Venezuela; reiteró una y otra vez el inmenso peligro para Nueva Granada si esto no
se realizaba y describió como debía hacerse. Ofreció abandonar el mando y reclutar un
ejército propio para avanzar solo, apoyado por voluntarios. Después de tratar como
soldado y como diplomático, tras dos meses de espera en la frontera, por fin se le concedió
permiso para ocupar las fronterizas provincias venezolanas de Trujillo y Mérida. Boliv ar
irreverente respondió agradeciendo y admitiendo que su intensión seguía siendo marchar
hasta Caracas. El 8 de Mayo de 1813, tras jurar alianza con el gobierno de la confederación
y Camilo Torres, su presidente, abandonó Cúcuta, rumbo a la frontera.
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y mezquindades; y al frente dispuesto a aniquilarlo el enemigo: el organizado y profesional
ejército español, primera potencia militar del mundo, en esa época.
Con todo esto tendría que lidiar Bolívar. Ningún otro jefe militar había tenido hasta
entonces que lidiar con tales privaciones. Bolívar se había fijado como objetivo la liberación
de América. Convencido de que solo él podría llevarla a cabo; él, el hijo predilecto; él, “el
hombre de las dificultades”. Al pasar la frontera, las líneas de Monteverde, cuyas fuerzas
eran muy superiores a las de él, se encontraban situadas en dos líneas; una al Este y otra al
Oeste a lo largo del camino a Caracas; cada división constaba de unos dos mil soldados y
tenían amplia capacidad de movilidad ante cualquier avance de Bolívar, quien contaba con
solo 650 hombres. Urdaneta su amigo fiel hasta después de su muerte y el colombiano
Girardot fueron sus comandantes a la vanguardia, mientras la retaguardia estaba
comandada por José Félix Rivas, tío de Bolívar.
Fue necesario recurrir a mucho ingenio y táctica para vencer en esas circunstancias de
desventaja numérica. Una de ellas consistió en atacar separadamente a las divisiones
enemigas y para ello Bolívar empleó la sorpresa y la rapidez de la acción. Bolívar estaba
inspirado por el convencimiento de la justicia de su causa y además se apoyaba en el
descontento del pueblo que estaba horrorizado del régimen de terror de Monteverde.
Derrotó poco a poco a la división Oeste de Monteverde con lo que se abrió paso hacia
Mérida. Donde entra el 23 de Mayo de 1813. Bolívar libera Mérida con el apoyo del pueblo
que se reveló a los españoles. Al conocerse allí la noticia de su marcha al mando del ejército
colombiano, el pueblo merideño se alzó contra la guarnición española y prácticamente sin
resistencia de los españoles, que se rinden a su llegada y huyen, Bolívar entra a la Ciudad.
Allí fue aclamado como Libertador, título que lo acompañó para siempre y que prefirió a
todos los honores posteriores.
Por segunda vez en su carrera militar Bolívar desobedeció la orden y tomó su propia
decisión. Dejó lo conquistado en manos del colombiano Girardot y comenzó su marcha
hacia Caracas. Este elemento se suma a los odios que se empezaron a fraguar contra
Bolívar desde tan temprano: por una parte los congresistas vieron desde ya a un subversivo
que se pasaba por alto sus decisiones políticas y por otro los mandos militares establecidos
se vieron degradados en sus mandos y criticados por sus actuaciones, por un joven recién
llegado que iba en ascenso permanente.
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LA GUERRA A MUERTE
Una campaña victoriosa pero dura se inició, Bolívar usó todo su ingenio para poder ir
derrotando por partes al ejército español en situaciones precarias y en terrenos hostiles.
Bolívar fue arrollando a la escuadra española haciéndola retroceder al noroeste. La
retaguardia de Bolívar, comandada por Rivas, venció en Niquitao a una columna española
numéricamente superior lo cual abrió el camino hacia Barinas. Bolívar, quien había
avanzado hacia Guanare tomó Barinas sin disparar un tiro, los españoles al ver la llegada
del ejército neogranadino huyeron a pesar de ser mayoría; esto se debió a que, según su
comandante, el camino a Barinas estaba tan bien reforzado que solo la derrota de la
primera escuadra de Monteverde podría permitir el paso de los rebeldes, lo cual dio como
consumado. No fue así, Bolívar estratégicamente había rodeado la escuadra, sin enfrentarla,
con intención de atacar por sorpresa Barinas; esa victoria fue magnífica y más que feliz; allí
encontró armas, pertrechos y dinero.
Durante esta campaña para liberar a Venezuela, Bolívar desarrolló la aterradora guerra a
muerte para contrarrestar el régimen de terror que Monteverde venía aplicando a la
población civil. Monteverde al llegar a Venezuela con el titulo de pacificador había escrito
al Consejo de Regencia: “Caracas y otras provincias leales a la causa de la independencia
deben ser tratadas conforme a la ley de la conquista”, esto significaba la ley del terror,
confiscación de propiedades y muerte. Los españoles usaron el derramamiento de sangre
americano como método para extinguir la llama de la revolución. En 1812 Monteverde
escribió: “la plaga que se extiende entre ellos es así extirpada y el ejército no necesitará
perder más su tiempo en inspecciones”. Esto hizo germinar en los venezolanos un odio
hacia el español que se manifestó de muchas formas. Entre los soldados venezolanos se
encontraba Antonio Briceño quien inició su propia guerra de venganza contra los españoles
e informó a sus subalternos que los ascendería dependiendo de la cantidad de españoles
que mataran y la muestra eran las cabezas de estos; así para ascender a alférez necesitarían
presentarle diez cabezas de españoles, treinta para teniente y cincuenta para capitán.
Bolivar consideró esto como una jactancia de Briceño que serviría para aterrorizar al
enemigo, por lo cual no tomó cartas en el asunto; hasta que recibió de éste unos sacos
repletos de cabezas y una nota escrita en sangre pidiendo para él, el grado de comandant e.
Bolivar horrorizado lo retiró del ejército. Briceño luego perdería con su gente en encuentro
con una pequeña división española y fue decapitado por estos como criminal.
A fines de Mayo Bolivar prometió indulgencia a los desertores, prisioneros y tropas del
enemigo. Sin embargo, una semana después de esto, Monteverde ordenó la ejecución de
prisioneros patriotas en la prisión de Puerto Cabello por lo que Bolivar dio a conocer su
terrible proclama de Guerra a Muerte, el 15 de Junio de 1813. “Esos serviles que se llaman
a sí mismo nuestros enemigos, han violado la ley internacional, pero estas víctimas serán
vengadas y estos serviles exterminados. Nuestra venganza igualará a las crueldades de los
españoles, pues nuestra clemencia está agotada. Ya que nuestros opresores nos fuerzan a
esta guerra mortal, ellos desaparecerán de la faz de América y nuestro suelo será limpiado
de estos monstruos que la mancillan. Nuestro odio no conoce barreras y esta es una guerra
a muerte”. Sin embargo, en esta declaratoria, Bolívar ofrece perdonar todo a los
americanos, así fueran traidores o desertores y daba una última oportunidad a los españoles
a abandonar la lucha y unirse a la causa independentista. “Españoles y Canarios contad con
la muerte aun siendo inocentes si no obráis a favor de la causa de la independencia;
Americanos contad con la vida aun siendo culpables”.
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Mucha crítica siguió a Bolivar por esta acción que muchos consideraron desproporcionada,
aun hoy, los detractores de la misma no creen que esto haya ayudado en nada a la causa de
la independencia sudamericana y que por el contario fue una injusta medida que coloca a
Bolívar en un momento de abuso de su fuerza. Ese mismo día para dar inicio al decreto
fueron pasado por las armas los prisioneros españoles en manos de las rebeldes. Ante la
crítica de ese momento Bolívar escribiría: “Yo he decidido emprender esta guerra a muerte
para quitar a los tiranos la incomparable ventaja que su sistema de destrucción les ha
otorgado”.
Por otra parte su estrategia militar estaba funcionando, había dividido al enemigo y
dispersado e incomunicado sus ejércitos, Bolívar militarmente estaba derrotando a la
primera potencia del mundo usando su intuición y carácter para arrastrar con él a sus
seguidores, solo un líder sólido logra semejante hazaña. De Barinas siguió su avance a
Caracas. El grueso del ejército español acampaba en los valles de Carabobo, donde se
enfrentarían por primera vez; antes de eso Bolívar dividió su ejército en dos: una bajo su
dirección y Ribas fue a comandar la otra, el plan fue marchar por separado y encontrarse en
San Carlos. Ribas se encontró su camino bloqueado por los españoles y los enfrentó a
punta de bayonetas antes de que estos pudieran formarse en combate. Tomó así posesión
de cañones, municiones y pertrechos, mientras su caballería persiguió al enemigo que huía y
cuyos jefes pudieron llegar a Puerto Cabello. Rivas logró con esto una hazaña que fue
prueba de su brillante genio militar y gran coraje. Sin embargo el plan general de toda la
campaña fue de Simón Bolívar; estos dos hombres lograron juntos el éxito de esta proeza.
Ribas, al lograr triunfar en su acometida venció al ala Este del ejército español. Por su parte
Bolívar, siguió su marcha hasta San Carlos donde se encontraron los dos ejércitos el 28 de
Julio de 1813. Al examinar las tropas de Rivas, Bolívar vio que estas se habían
cuadruplicado, al igual que a él; a Rivas se le habían sumado desertores y voluntarios; ahora
contaba con dos mil quinientos hombres. Una fuerza de dos mil doscientos soldados
españoles bloqueaba el camino de Bolívar hacia Caracas. Bolivar buscó forzar la entrada en
combate pero el comandante español se retiraba lentamente hacia Valencia. Bolívar
entonces se decidió y ordenó a su caballería rodear el flanco izquierdo y que su infantería
atacará el centro. Esta fue la primera batalla en gran escala y duró todo el día. Bolívar
comprendió que debía impedir la retirada del enemigo hacia Valencia por lo que llegada la
noche cuando aun se combatía eligió doscientos caballos y ordenó montarse dos jinetes en
cada uno y pasar a bloquear el camino. Esto tuvo un éxito total: mientras los españoles
tenían bloqueado el camino de escape Bolívar atacó por el centro y los flancos. En poco
tiempo la resistencia española terminó. Casi todos los oficiales españoles cayeron en
combate y los soldados fueron hechos prisioneros y se pasaron a las filas republicanas. La
batalla de Los Taguanes, el 30 de julio de 1813, fue la primera gran victoria de Bolívar.
Bolívar entra a Valencia el 2 de agosto de 1813, donde fue recibido con júbilo; y el 4 estaba
en La Victoria, allí fue esperado por una delegación de Caracas que le ofreció la rendición;
la campaña había finalizado. Esta hazaña fue registrada para la posteridad como la
Campaña Admirable. Bolívar Libertador entró triunfante y con júbilo a Caracas el 6 de
agosto de 1813, después de nueve meses de lucha, ya no era el joven que un año atrás había
salido exiliado a Nueva Granada donde había llegado como refugiado; ya era el Libertador,
centro de todos los amores, los odios, la admiración y la envidia. A Camilo Torres
escribiría: “Aquí tiene su excelencia el cumplimiento de mi promesa de liberar mi país. No
hemos emprendido, durante los pasados tres meses, ninguna batalla que no pudiéramos
ganar”. En esta campaña Bolivar ganaría el titulo que lo acompañaría para siempre:
Libertador.
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LA DICTADURA DE BOLIVAR
Bolivar entró a Caracas a la cabeza de sus tropas el 7 de agosto de 1813. La ciudad entera
salió a darle la bienvenida al grito de “!Viva El Libertador!” “!Viva Nueva Granada!” “!Viva
Venezuela!”. Jóvenes mujeres tomaron las riendas de su caballo para acompañarlo y al
desmontar le colocaron una corona de laureles. Las campanas repiqueteaban eufóricas, los
cañones lanzaban salvas al aire. Las bandas tocaban himnos de la patria, mientras el pueblo
cubría de flores el camino del ejército libertador. Los amigos de Bolivar se arrojaban a sus
brazos. El joven que salió exiliado en 1812 rumbo a Curacao regresaba con un ejército,
convertido en el salvador y libertador de la patria. Después del silencio impuesto por la
tiranía de Monteverde el júbilo causaba un sonido ensordecedor, los perseguidos se
animaban a abandonar los escondites, los prisioneros volvían a la libertad. Todo parecía un
sueño. Bolívar escribió a Nueva Granada: “Cuando mi alma se haya recobrado de la
emoción de ver mi país liberado, de las muchas atenciones que me han perturbado y de la
multitud de conciudadanos que me felicitan y se felicitan por la resurrección de la
Republica, hablaré más explícitamente sobre los muchos asuntos que ahora reclaman mi
atención”.
Temiendo represalias por parte de los vencedores, los españoles no dejaron ninguna clase
de gobierno en la ciudad. El primer paso de Bolivar fue cuidar que se guardara la seguridad
pública. Tuvo, entonces, que enfrentar el crear una nueva forma de gobierno mientras tenía
que distribuir las fuerzas para la destrucción total y definitiva del poder español que aun
estaba prácticamente intacto en el país. Bolivar llamó de inmediato a hombres respetables
y experimentados para discutir que forma de gobierno era posible en esas circunstancias.
Ustariz, que había sido encargado de elaborar un bosquejo de constitución sugirió que los
poderes legislativos y ejecutivos fueran otorgados de manera temporal al comandante del
ejército y que bajo su conducción los funcionarios debían decidir qué problemas
concernían al gobierno y a la economía nacional. En cuanto a la política internacional
sugirió Ustariz reforzar al máximo el lazo existente con Nueva Granada. Esto se resumía en
la instauración de una dictadura ante esto Bolívar una vez más dejó ver la claridad de su
plan, la claridad de su visión futurista; a Camilo Torres escribió: “Durante la guerra civil y la
revolución interna, nuestra administración debe reducirse al más simple denominador. De
él obtendremos fuerza y rapidez”. “Cuando el suelo de Venezuela esté libre del enemigo y
mi misión termine, los representantes se reunirán y elegirán al presidente de todos los
Estados. Esta reunión arreglará la unión de Nueva Granada. Entonces mi destino será guiar
a nuestros invencibles soldados contra los enemigos de la independencia de América donde
se encuentren”.
Bolívar asumió la dictadura y designo a tres hombres como secretarios de estado para la
administración de todos los negocios públicos. Para Finanzas a Muñoz Tebar, de veintidós
años quien había estado con él en la Sociedad Patriótica. Secretario de Guerra Tomas
Montillas, uno de los líderes de la revolución de 1810 y para Asuntos Interiores a Rafael
Diego Mérida. Además creó un cargo especial para el control de las rentas públicas y se lo
confió a un hermano del general Ribas. A él le dio también el alto mando de la provincia y
de la Capital, Caracas.
Bolivar se enfrentó a los pocos días con uno de los más fervientes aliados de la monarquía:
el clero. El arzobispo de Caracas en una carta pastoral trató de persuadir a los americanos
a reconocer al gobierno monárquico. Bolívar le ordenó retractarse en otra carta pastoral,
llegando al punto de amenazar la vida del obispo sino obedecía de inmediato. “Este no es
momento de burlar las leyes del Gobierno. Todo el peso caerá sobre aquellas que la
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violen”. Ordenó a todos los sacerdotes a que explicaran los principios de la independencia
por lo menos una vez a la semana.
A los que reclamaban un estado federal les respondió, recordando las causas de la perdida
de la primera República: “arruinaremos todos nuestros esfuerzos y desperdiciaremos todos
nuestros sacrificios si volvemos a las complicadas formas de gobierno que causaron nuest ra
ruina. ¿Cómo pueden localidades pequeñas, pobres e impotentes reclamar soberanía? La
división de poder nunca creó gobiernos y no les permitió durar. Solamente la
concentración de poder provoca respeto y yo he liberado a Venezuela para crear tal
sistema”.
Bolívar, al entrar a Caracas, se ganó el corazón de todos pero el entusiasmo seria solo flor
de un día. Comprendió que necesitaba organizar un ejército fuerte pero las posibilidades de
financiar esa empresa estaban muy lejos de ser fáciles. Las ciudades habían sido devastadas,
el comercio interno no existía y el externo estaba paralizado. Bolívar necesitaba tomar
medidas que le permitieran soportar esa situación de guerra por lo que extendió la
dictadura a la conducción de la economía nacional. Aunque los impuestos fijados durante el
periodo colonial seguían rigiendo, todo el sistema fiscal fue destruido por la confusión
causada por la guerra y la revolución. El impuesto al tabaco fue organizado en forma de
monopolio estadal, sin embargo el contrabando era tal que una de las primeras medidas de
Bolívar fue imponer la pena de muerte y la confiscación de los bienes a todos los que
evadieran impuesto o hicieran negocios secretos. Bolívar solicitó contribuciones voluntarias
para sostener al ejército. A aquellos imposibilitados para contribuir con donaciones se les
pidió que entraran al servicio de la República sin paga, con la recompensa de que su
nombre quedaría asentado, como quedó, en el libro de los benefactores de la libertad. A los
empleados públicos se les ordenó compartir su salario con los soldados. A lo propietarios y
comerciantes se les pidió pagar al estado el equivalente al pago de la manutención de un
soldado. Ni el clero se salvó de estas medidas.
En octubre de 1813, los notables se reunieron para discutir los detalles de la constitución y
como primer acto ratificaron a Bolívar como Dictador de Venezuela. Pocas semanas
después de esto Bolívar los reunió en la Iglesia de San Francisco y luego de una exposición
detallada sobre los avances de su gestión pidió se le eximiera de ese cargo. “Conciudadanos
he venido a poner el control de las leyes en vuestras manos…Un soldado victorioso no
tiene el derecho a mandar en su país natal. No es juez de sus leyes o del gobierno. Es el
defensor de su libertad…Os ruego me relevéis de una carga demasiado pesada para mis
fuerzas”. Esta sería la primera vez de las tantas, que Bolívar pediría ser separado del mando
político y esta sería la primera vez de las tantas, que su ruego no sería escuchado. Bolívar
siguió siendo dictador de Venezuela. Pero fue solo un dictador de una parte del país pues
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este se había dividido. Bolívar había conquistado la parte Oeste, desde Mérida a Caracas;
pero en el Este algo muy diferente había sucedido.
En la Asamblea de San Francisco, donde Bolívar pidió ser relevado del cargo de Dictador,
pidió que se nombrara Presidente a Santiago Mariño, como gesto para propiciar la unión de
toda la Venezuela liberada. Cuando vino la debacle de 1812 que llevó a Bolívar al destierro,
en el Este la lucha continuó un poco más hasta que la rendición fue inevitable. Esta
resistencia tuvo sus fuerzas en hombres como Santiago Mariño, nacido en Margarita y
proveniente de una de las familias más influyentes del Este; Francisco Bermúdez, enérgico
e indomable; Manuel Piar, mulato oriundo de Curacao, ambicioso, bravo y violento.
Mariño había huido a la inglesa isla de Trinidad, donde fue mal recibido y tratado como
rebelde; sin embargo esto no lo desalentó e inmediatamente organizó un plan similar al de
Bolivar en Cartagena, solo que éste no contó con el apoyo de un gobierno amigo ni con
financiamiento. A duras penas logró, reunir 45 hombres y cinco cañones viejos, eligieron a
Mariño como líder y el 11 de Enero de 1813, firmaron una pomposa declaración
obligándose a desembarcar en Venezuela y restaurar la dignidad de la nación: vivirían o
morirían por la gloria de la causa.
Mariño y sus compañeros desembarcaron en la costa de Paria, donde los nativos se les
unieron y los españoles huyeron. Monteverde envió a Zuazola, vasco sanguinario, al mando
de 500 hombres desde Cumaná, pero ya los patriotas se habían atrincherado. La fama de
sanguinario de Zuazola solo sirvió para que más gente se uniera a la causa patriota, por lo
que no pudo derrotarlos; el mismo Monteverde atacó por mar y por poco es capturado, en
su huida dejó un cuantioso botín en armas y pertrechos. Casi al momento en que el Oeste
se rendía ante Bolívar, el Este hacia lo mismo ante Mariño, quien el 2 de Agosto de 1813
entró en Cumaná. El ultimo comandante español que quedaba era el mariscal de campo
Cajigal, quien al ver el progreso de los patriotas del Este y saber del avance de Bolivar en el
Oeste, huyó a Guayana dejando solo 100 hombres ´para la defensa. Mandaron esta división
José Tomas Boves y Francisco Morales. Mariño ocupó Barcelona el 19 de Agosto de 1813
y se nombró Dictador del Este, nombró su representante a Manuel Piar.
“La seguridad individual y colectiva de estos estados depende de que trabajemos juntos” le
escribía Bolívar a Mariño. Bolívar insistió en la necesidad de unificar ambos ejércitos, pero
Mariño estaba empeñado en hacer dos estados diferentes; “Divididos, seremos más débiles
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y menos respetados por nuestros enemigos y por los países neutrales. La unión bajo un
solo gobierno nos fortalecerá y será productiva para todos”. La propuesta de la presidencia
a Mariño, llegó a oídos sordos, la negativa de Mariño fue rotunda, Bolívar debería enfrentar
solo a los españoles y el Este se mantendría neutral.
En ese entonces la revolución de la Venezuela liberada por Bolívar, solo había tenido eco
favorable en la población de Caracas, la Victoria, Valencia, Mérida y Trujillo; sin embargo,
la imposibilidad de unir los ejércitos obligó a Bolívar a tomar medidas drásticas de recluta,
de impuestos y de control hasta el terror a los habitantes españoles que podían constituirse
enemigos políticos; una amargura empezó a cundir en las poblaciones y alzamientos civiles
y militares se sucedieron; el ejército colombiano fue tomado como extranjero por muchos
habitantes. A pesar de la extrema censura a las noticias, se requisaba cualquier barco que
llegara para impedir la entrada de libros o prensa, las noticias sobre la situación de España,
con la derrota de Napoleón y la asunción del Rey Fernando VII, hicieron mella en el ánimo
de los habitantes, esto se unió a la pobreza de las arcas públicas y al descontrol político; era
cuestión de tiempo para que toda esa reconquista se perdiera.
Bolívar recrudeció su actuación en la dictadura, contrato espías para atacar un peligro que
los rodeaba: la abundancia de españoles entre los ciudadanos, con este método, el 21 de
septiembre de 1813, unos 60 europeos y americanos fueron fusilados. Para impedir llegada
de tropas vía marítima, ordenó sitiar Puerto Cabello. Y ordenó enviar tropas hacia Coro
para mantener a los españoles circunscritos a su región. Envió a Monteverde una solicitud
de capitulación pero este le respondió que no trataba con rebeldes. Bolívar confiaba en
lograr tomar Puerto Cabello con lo que el triunfo estaría prácticamente asegurado.
A principios de septiembre de 1813, una flota española venia desde el viejo continente.
Ribas comandante de Caracas, se enteró a tiempo y organizó un plan para capturarla. En la
Guaira hiso izar la bandera española en todos los fuertes y tomó a prisioneros a quienes
obligó a preparase para hacer el recibimiento. Casi listos para entrar a la bahía, los
españoles se dieron cuenta de la trampa y lograron escapar hacia Puerto Cabello, donde
llegaron y se pusieron bajo el mando de Monteverde. Con este refuerzo, Monteverde, se
dirigió a retomar Valencia, sin embargo en la batalla de Bárbula es derrotado y casi pierde la
vida, siendo esta su última participación en la lucha americana y que costó la vida al gra nde
colombiano, como fue llamado por el Libertador y la historia: Atanasio Girardot, quien
izando el estandarte de la revolución en el campo enemigo recibe un balazo en la frente; su
sacrificio es reconocido por los siglos de los siglos.
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Este escenario sirvió de alimento para el nuevo fuego que incendiaría y arrasaría la patria.
Fuego este que se iniciaría en el llano. José Tomas Boves lanzaría la cerilla que luego la
brisa y la combustión espontanea, de un pueblo que no se veía favorecido por el nuevo
poder, convertirían en el voraz incendio que arrasaría con todo, incluyendo al mismo
pueblo que incautamente se quemaría en su propio incendio.
Lo propios venezolanos, los llaneros, eran ahora los soldados del rey; comandados por
Boves. Para estos, matar, desmembrar, desollar eran parte de su rutina de vida animal, para
ellos Bolívar era un demonio poseído por Satán que había ocupado el puesto de su divina
majestad por lo que debía ser eliminado de la faz de la tierra junto a sus adoradores. Boves
fue implacable y, según muchos historiadores, sangriento por solo placer. Así las cosas a
pesar del heroísmo, ciudad tras ciudad fue tomada y el avance de Boves hacia Caracas fue
indetenible. Estos hombres hábiles en el uso del lazo, la lanza, el cuchillo; pobres por
naturaleza, capacitados para sobrevivir ante casi cualquier adversidad de la naturaleza,
habían sido prácticamente dejados fuera de cualquier acción oficial, incluso la del gobierno
monárquico. Hasta la religión apenas les había tocado. En los llanos no conocían ni
comunidades ni iglesias. El cuidado espiritual había sido ordenado a las misiones desde
tiempos de la corona y solo la concepción del Rey enviado de Dios y el diablo con sus
mañas para dominarlo todo, estaban incrustados en forma fanática entre sus propias
supersticiones.
José Tomas Boves, asturiano, desde muy joven viajó a Venezuela en barcos contrabandistas
que trabajaban entre Venezuela y la madre patria. En 1808 se vio envuelto en un juicio y
condenado a ocho años de prisión en Puerto Cabello, pero sus empleadores lograron que le
conmutaran la pena por el exilio en los llanos, donde vivió comprando ganado y vendiendo
en las ciudades. Cuando estalló la revolución de 1810 se puso a la orden pero no fue
aceptado pues no era de fiar. Fue insultado y arrojado a la prisión de donde fue liberado en
1812 a la llegada de Monteverde. Boves era bajo de estatura pero muy fuerte. Todo su odio
acumulado contra los republicanos se mezclaría con su propia naturaleza criminal. Morales,
su compañero, había nacido en las islas canarias. Morales, al igual que Boves, era atrevido y
sádico, además de codicioso, cual chacal siguió a su líder y a finales de 1813 estos dos
villanos lograron movilizar a los llaneros a favor de la causa española. La guerra a muerte
decretada por Bolívar contra los españoles fue un cuento infantil en comparación con la
táctica de terror implantada por Boves y sus secuaces. Cual caballo de Atila, nada quedaría
en pie a su paso. Los llaneros de Boves mataban por placer y torturaban por pasar el
tiempo, mas ninguno de estos soldados podía superar a su propio líder a la hora de
imaginar torturas originales.
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1814
EL AÑO TERRIBLE
SIMÒN BOLÍVAR
26
EL AÑO TERRIBLE
INVASIÒN DE BOVES
EMIGRACIÒN A ORIENTE
PERDIDA DE LA SEGUNDA REPÙBLICA
1814
27
INVASION DE BOVES
1814 fue un año de batallas sin ningún parangón con guerras de otras épocas o de otras
regiones del mundo; solo los genocidios ocurridos en épocas cronológicamente recientes se
le podrían comparar a lo ocurrido en Venezuela en ese año terrible. La guerra desa rrollada
ese año, fue una lucha encarnizada sin la más mínima norma de conducta.
Además del carácter propio de Boves, enemigo de ese año, Bolívar tuvo que tomar medidas
extremas contra los prisioneros y los que apoyaran a la causa realista. Bolívar tenía que
tratar de defender las zonas recuperadas con su escaso ejercito, por lo que tuvo que
diseminarlo tratando de tapar un boquete mientras se habría otro; su estrategia era lograr
que su débil muro de contención pudiera defender su centro de poder: Caracas. Como la
suerte de Puerto Cabello aun no se definía pero estaba en un estancamiento que podía
permitir ponerle atención a otros asuntos, Bolívar miró hacia los llanos donde dos
columnas independientes una de la otra realizaban la guerra contra la República. La unidad
del Este estaba comandada por Boves, con Morales como su segundo y la del Sur Este, por
un español de las Canarias llamado Yanes. Los patriotas, comandados por el general
español Campo Elías, quien se había pasado a las tropas de Bolivar desde inic ios de 1813 y
cuya vida fue ofrendada por la libertad sudamericana, derrotaron a Boves en la batalla de
Mosquiteros el 14 de Octubre de 1813. En este hecho los patriotas de Campo Elías
pasaron luego por las armas a parte de la población de Calabozo, por no haber combatido
contra Boves.
Con el enemigo derrotado en los llanos, se supo que el gobernador español, Ceballos, había
salido de Coro y avanzaba sobre Barquisimeto. Ante esto el ejército patriota se preparó a
enfrentarlo con amplias posibilidades de victoria, sin embargo, alguien dio la orden de
retirada y el pánico cundió entre las tropas bolivarianas por lo que abandonaron todo. En
los relatos de Urdaneta se asegura que nunca se supo quien dio esa orden que ocasionó
tanto daño. El primer regimiento en abandonar fue despojado de sus medallas, rango y
estandarte, por orden de Bolívar, perdiendo así su nombre y honor. Esta derrota, la primera
en un año y medio, dio nuevo ímpetu al ejército español. Bolívar vio con gravedad lo frágil
de su organización, cuando un efecto psicológico le cobró la derrota a un ejército entero.
Mientras las tropas patriotas retrocedían a Valencia la tercera división del ejército español
sitiado en Puerto Cabello, quiso aprovechar la situación atacando a esa ciudad. A Rivas le
requirió Bolívar salir en ayuda de Valencia por lo que este reunió 500 hombres, la mayoría
estudiantes y 200 de caballería y los sumó al ejército para llegar a tener 2.000 hombres para
ir a luchar contra el enemigo. Necesitó tres días de ataques sin tregua para derrotar al
enemigo que ya se había atrincherado. Los estudiantes de Rivas vencieron a los veteranos
soldados españoles haciéndolos retroceder a Puerto Cabello. Con esta acción Valencia
siguió de lado de los patriotas.
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Bolívar entendió que tenía que actuar rápido, era necesario derrotar al enemigo antes de
que la guarnición de Puerto Cabello se recuperara y antes de que las unidades de Yanes y
Ceballos se unieran. Esto último no lo logró pues a principios de diciembre de 1813 Yanes
y Ceballos unirían sus fuerzas en Araure. Su ejército unido fue de 5.000 hombres, mientras
todo el ejército libertador llegaba a 3.000. A pesar de la diferencia numérica Bolívar salió a
combate y el 5 de Diciembre de 1813 se encontrarían. La vanguardia de Bolívar cayó
fulminada al inicio del combate sin embargo el ejercito patriota siguió su avance. En el
centro el regimiento sin nombre, cuyas armas eran ahora solo cuchillos y palos. Con un
valor épico desbordaron la artillería enemiga forzando su retirada; pero los llaneros de
Yanes atacaron y la balanza se inclinó a favor de los monárquicos de nuevo. En esta batalla
fue una de las pocas donde Bolívar, espada en mano iba de un lado a otro del campo y en
el momento en que sintió que la suerte le era adversa, guió a su caballería contra los
llaneros de Yanes. El choque fue más que violento pero los patriotas volvieron a tomar
ventaja los españoles estaban derrotados. Fue su entrada personal la que decidió la
situación. La persecución al enemigo duró toda la noche y nadie, ni siquiera el que se
rindiera fue perdonado. Bolívar quien siguió la maniobra, dirigió la aniquilación
personalmente. A la mañana siguiente Bolívar reunió al regimiento sin nombre y les dijo:
“Soldados, vuestro valor os ha ganado un nombre en el campo de batalla…; mientras las
balas volaban todavía y mientras os vi luchar hasta ganar, os denominé el regimiento de la
Victoria de Araure”. Sin embargo Bolívar sabía lo efímero de su victoria mientras no
contara con un ejército mayor y mejor preparado por eso el 16 de diciembre de 1813,
escribiría: “Si al fin pudimos vencer a Ceballos y Yanes, fue debido a un esfuerzo
extraordinario, que no siempre podemos efectuar. Así debimos unir las fuerzas que
guiamos hasta Araure, y dejamos todo el resto de la región sin protección y expuesta a los
más grandes peligros. El enemigo no explotó su ventaja en este momento. Pero al menos
habrá percibido su error y procederá con mayor energía y mejor conducción en el futuro”.
Bolívar estaba dispuesto a resistir por todos los medios. Sólo cuatro días después de la
derrota de la Puerta, ordenó a Rivas lanzarse contra el enemigo en los llanos. Ribas los hizo
retroceder pero el peligro no había pasado. Las reservas republicanas de hombres y armas
eran cada vez más bajas, mientras los monárquicos cada vez sumaban más de los
descontentos por el régimen de la dictadura de Bolívar. Boves se dirigió a la Victoria que
sería defendida por Ribas quien, a falta de suficientes soldados, unos 1.500 hombres,
reclutó a todos los estudiantes de los seminarios allí establecidos para sumarlos a su ejército
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y defender la ciudad, a su ejército dijo: “Soldados: Lo que tanto hemos deseado realizará
hoy: he ahí a Boves. Cinco veces mayor es el ejército que trae a combatirnos; pero aún me
parece escaso para disputarnos la victoria. Defendéis del furor de los tiranos la vida de
vuestros hijos, el honor de vuestras esposas, el suelo de la patria; mostradles vuestra
omnipotencia. En esta jornada que será memorable, ni aun podemos optar entre vencer o
morir: ¡necesario es vencer! ¡Viva la República! ” La batalla comenzó a las siete de la mañana
y duró todo el día en las calles de la ciudad. Morales, lugarteniente de Boves ingreso a
combate con unos 2.500 hombres. Los efectivos republicanos construyeron una
impresionante resistencia al empuje de las tropas realistas. Al caer la tarde, la batalla aún no
se había decidido por ninguno de los dos bandos. Cuando la refriega arreciaba, los patriotas
reciben un refuerzo de 220 soldados de caballería a cargo de Vicente Campo Elías,
procedente de San Mateo. Horas después, los realistas se retiraron del combate. Bolívar, al
saber la victoria, le concedió a Ribas el título de "Vencedor de los Tiranos"
Esta victoria del ejército de Rivas fue significativa en el ánimo y el espíritu de los patriotas
más no significó más que un pequeño retraso a la muerte definitiva de la Segunda
República. La derrota de La Puerta significó más que la victoria en La Victoria; la capital
seguía en peligro de muerte. A pesar de la primera acción de ejecutar españoles cuando se
decretó la guerra a muerte, las cárceles aun estaban repletas de estos nacionales y en la
Guaira, si los ochocientos prisioneros españoles, se ponían en contacto con el enemigo se
podría repetir lo sucedido en la prisión de Puerto Cabello en 1812, que ocasionó la muerte
de la Primera República. Bolívar no estaba dispuesto a que esto pasara una vez más por lo
que para evitar que Boves reclutara a todos los oficiales y soldados españoles encarcelados
dio la orden de pasar por las armas a todos los prisioneros. Entre los días 13, 14 y 15 de
febrero de 1814 la orden fue cumplida. No hubo excepciones, ni siquiera los prisioneros
pacientes en hospitales quedaron con vida. Esta monstruosa decisión fue defendida luego
por Bolívar quien emitió una proclama al mundo justificándola por las atrocidades de
cometía Boves contra la población civil mientras el sólo tomaba medidas preventivas
contra militares que ponían en peligro la integridad de la República.
Bolívar decidió reunir a todas sus fuerzas en un sitio desde el cual pudiera defender a
Caracas y Valencia al mismo tiempo, para esto eligió San Mateo. Por más de un mes
defendió San Mateo, el primer encuentro ocurrió el 28 de Febrero de 1814, Boves fue
herido y sus tropas retrocedieron, sin embargo el ejercito de Bolívar tuvo muchas pérdidas.
Algunos de sus mejores oficiales murieron, entre ellos Campo Elías. Bolívar intentó forzar
a una batalla decisiva antes de que Boves de recuperara pero siendo muy débil para iniciar
una ofensiva trató de atraer al enemigo para que saliera de su escondite a fin de que su
caballería cayera ante la artillería de Bolívar, su táctica no le funcionó pues Boves no cayó
en la trampa y espero hasta recuperarse completamente. El 24 de marzo, Boves recuperado
tomó el mando y también trató de forzar el fin, por lo que ordenó atacar a Bolívar el 25 de
Marzo.
Boves se lanzó contra el ala izquierda patriota situada alrededor del molino de caña de San
Mateo; en este edificio una débil guarnición defendía las provisiones y municiones de
Bolivar. Los republicanos al verse perdidos y bajo el mando del colombiano Ricaute, a su
orden se reunieron todos dentro del edificio. Ricaute viendo imposible la huida ordenó la
explosión del molino con él y sus hombres adentro. El heroísmo de Ricaute elevó la moral
de los patriotas. Sin embargo esta acción no definió la batalla. La caballería de Boves se
lanzó contra el ala central del ejército republicano. La batalla duro todo el día, en un
momento Bolivar y su estado mayor estuvo completamente rodeado por el enemigo. Las
situaciones de ventajas cambiaron de bando varias veces, hasta que al final de la tarde los
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patriotas lograron una línea de defensa que hizo retroceder a Boves a su posición inicial.
Una vez más el ejercito de Bolívar se había escapado de una aniquilación.
En mayo Bolívar se enfrentó al ejército de Cajigal, quien a pesar de contar con cinco mil
hombres estaba esperando unirse a Boves para decidirse a enfrentar a los republicanos.
Bolívar aceleró ese encuentro y en la llanura de Carabobo lo enfrentaría el 28 de mayo de
1814, con solo tres mil hombres; sin embargo la estrategia de Bolívar fue superior y el
ejército de Cajigal fue derrotado y separado. Esta primera Batalla de Carabobo fue otra
victoria que acercaba a Bolívar cada vez más a su derrota, en este encuentro las perdidas
patriotas fueron de tal magnitud que se ordenó secreto sobre la cifra. Cada día que pasaba,
Bolívar, tenía menos gente y menos armas. Si hubiese tenido un mejor ejercito en ese
momento los soldados de Cajigal no hubieran escapado y no habrían engrosado luego a las
huestes de Boves.
El 15 de junio de 1814, Bolívar enfrentó a Boves, una vez más, en la Puerta. Las fuerzas
estaban más o menos parejas. El ejército de Bolívar fue completamente derrotado. La
artillería, las municiones y toda la línea defensiva patriota cayeron en manos de Boves. El
libertador pudo escapar puñal en mano. Bermúdez lanzó su costosa capa a sus
perseguidores logrando huir mientras estos se peleaban por el botín. Boves creyendo que
Bolívar había huido a Valencia marchó a esa ciudad. Después de un angustioso acoso, el 11
de julio Valencia capitularía.
Boves sumó durante todo este avance una larga historia de crímenes, ciudades enteras
fueron incendiadas a su paso, mujeres violadas frente a sus maridos y estos desollados
luego frente a ellas. No se salvaron niños o ancianos de las crueles torturas de los llaneros
de Boves. El mismo disfrutaba del espectáculo y Morales, su segundo, era tan o más sádico
que su jefe. El coronel Jalón que fue capturado en la Puerta, fue invitado por Boves a cenar
con él y en medio de la cena éste le participó: “Mi general coma todo lo que guste y tome
vino si quiere que apenas termine le tengo listo al pelotón de fusilamiento para que vaya a
conocer a Satanás”. Después de la cena fue fusilado entre las risas de los llaneros quienes se
peleaban por apuntar a los ojos o la nariz del patriota. Este año, Bolívar tomó duras
medidas contra el enemigo español ya fuera soldado o no, pero los desmanes causados por
Boves solo fueron producto de su enferma conducta.
EMIGRACION A ORIENTE
PERDIDA DE LA SEGUNDA REPUBLICA
A pesar de ganarse en la Victoria, gracias a la heroica defensa por parte de José Félix Rivas
y los jóvenes estudiantes que se tornaron en bravos defensores, en Caracas el pánico
cundió por completo, al saberse la derrota de La Puerta. Bolívar ordenó la evacuación de la
ciudad y así comenzó una trágica emigración al oriente, donde el ejército del Este bajo el
mando de Mariño les garantizaba su tranquilidad; muchos murieron en el camino, fiebres,
hambre y penurias sin fin fueron el marco de tan trágico viaje.
Todos los historiadores coinciden en que la división militar del país en dos fue la principal
causa de este desenlace. Sin éxito, Bolívar pidió a Mariño atacar la retaguardia de Boves
para impedir su avance a Caracas tras la derrota de los patriotas en la Puerta. Cuando por
fin Mariño reaccionó ya era tarde la Republica estaba herida de muerte; la caravana de
miseria vagaba detrás de Bolívar rumbo a Barcelona, casi carentes de provisiones, casi sin
caballos ni mulas; ancianos, niños, gente de la aristocracia criolla que no estaba
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acostumbrada a marchar a pie ni siquiera a la iglesia, fueron quedando en el camino de la
costa en plena estación de lluvias. Al llegar a Barcelona, se encontraron con que el pueblo
se había revelado a favor de España y los soldados de Mariño se habían marchado hacia
Cumaná; mientras la gente siguió su marcha, Bolívar enfrentó al ejército español en Aragua
de Barcelona donde fue derrotado por el español Morales, lugarteniente de Boves. Bolívar
y doscientos hombres lograron escapar hacia Cumaná. Con esta derrota quedó sellada la
suerte del Este y esta región quedó también en manos de Boves. La bandera negra con la
carabela que Boves dio a sus soldados flameaba sobre el tricolor nacional.
Allí sucedió un percance que la historia no pudo explicar en su totalidad; un tesoro que
Bolívar había traído de Caracas consistente en oro y plata, y que había sido mandado a
Cumaná antes de enfrentar a los españoles en Aragua de Barcelona; fue llevado a bordo de
uno de los barcos por órdenes de Mariño y esta flota salió a la mar sin aviso. Bolívar y
Mariño fueron a su alcance y negociaron con el jefe de la flota que resultó ser mas pirata
que patriota, por lo que días después ambos llegaron a Carupano con la parte del tesoro
rescatado y algunos barcos. Para ese entonces los patriotas que quedaron en tierra ya tenían
la idea de que Bolívar era, además de un cobarde, un traidor y un ladrón que se había
robado el dinero de la revolución, Bolívar fue proscrito por este hecho. Los líderes de esta
acción fueron Ribas y Piar; dos de los hombres de más poder de ambos ejércitos que ahora
amenazaban el mando de Bolívar y Mariño.
Bolívar fue arrestado a su arribo a Carupano, mas fue liberado pocos días después; y al salir
hizo un llamamiento a sus conciudadanos: “He sido elegido por la suerte a quebrar vuestras
cadenas. Pero he sido también el instrumento utilizado por la suerte para completar vuestra
desgracia. Era el destino de Venezuela que sus hijos no desearan su libertad”. “La libertad
nunca ha sido esclavizada por la tiranía. No comparéis vuestras fuerzas materiales con las
del enemigo. El espíritu no puede compararse con la materia. Vosotros sois seres humanos,
ellos son bestias. Vosotros sois libres, ellos son esclavos. Luchad y venceréis. Dios asegura
la victoria a la perseverancia”.
Al día siguiente partió hacia Nueva Granada una vez más, derrotado, a buscar auxilio;
Mariño y cuarenta hombres fueron con él. El 19 de septiembre de 1814 llegaría una vez
más a Cartagena. Ribas siguió resintiendo hasta finales de año. El 5 de diciembre de 1814,
en Úrica, Rivas fue derrotado por el ejército de Boves; sin embargo, en ésta batalla murió
Boves cuando, al ser rodeado por patriotas, su caballo se encabritó y no quiso ponerse en
movimiento a pesar del castigo al que estaba siendo sometido por su desesperado jinete;
cuenta la historia que el patriota Zaraza lanzó la primera lanza hacia el caudillo al grito de
“Aquí, o se rompe la Zaraza o se acaba la Bobera.” Muerto Boves, Morales continuó en el
mando del ejército español, mas los llaneros de Boves empezaron a replegarse y a disfrutar
de las propiedades arrebatadas a sus dueños durante la guerra. Tiempo después Rivas
comandando grupos guerrilleros seria delatado por un sirviente, quien a cambio de dinero
dio a los españoles las coordenadas de su escondite. Rivas fue detenido, degollado y su
cabeza frita en aceite puesta en la plaza pública.
Bolívar, por su parte había llegado a Nueva Granada, donde había sido recibido como
héroe, aun cuando su plan de liberación había fracasado. Mientras avanzaba hacia Tunja a
presentarse ante el congreso se enteró de que parte de su ejército había sobrevivido y al
mando de Urdaneta se encontraba en territorio colombiano; esto reavivó sus esperanzas y
buscó su unificación al ejército colombiano. Ante un atisbo de desunión entre los
venezolanos y colombianos Bolívar aclamó: “Nuestra Patria es América, nuestros enemigos
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son los españoles. Nuestra meta es la independencia y la libertad.” El ejercito se unificó
bajo su mando y con el avanzó hacia Tunja, la capital.
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1815
JAMAICA
SIMON BOLÍVAR
34
JAMAICA
SITIO DE CARTAGENA
CARTA DE JAMAICA
1815
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SITIO DE CARTAGENA
El 29 de enero de 1815, Bolívar deja Bogotá para afianzar su plan de invadir Santa Marta.
Un aspecto político se le enfrentaría a esta idea. Cartagena, declarada independiente desde
hace tres años, era el punto focal de la independencia de las regiones costeras. El coronel
Del castillo, quien había abandonado el ejercito que entonces marcharía sobre Venezuela
en el inicio de la campaña de 1813, y ahora era enemigo jurado de Bolívar, comandaba la
fuerza de combate de Cartagena y al saber del plan del Librtador se negó a permitir que
éste comandara el ejercito a su mando y publicó un libelo donde lo hizo ver como incapaz
de comandar esa fuerza e incluso lanzo dudas sobre su valor personal. Con esto Del
Castillo solo logró ser separado de su mando y su fuerza entregada a Bolívar por el
presidente de la confederación, Camilo Torres.
A raíz de esto empezó la primera envestida seria contra Bolívar a nivel político, el odio, la
venganza y la estupidez llevó a los políticos del momento a acusar a Bolívar de ser la causa
de la perdida de Venezuela, se le censuró por su crueldad y se le acusó de separar a los
colombianos de sus hogares. Un consejo de guerra se reunió en Cartagena, se despojó a
Bolívar de toda autoridad y se exigió su destitución. Bolívar pasó más de tres meses
estacionado en Mompos con su ejército para evitar una confrontación con sus propios
coterráneos. Del Castillo seguía saboteando sus intensiones impidiendo incluso que le
llegaran reemplazos de tropas o pertrechos. Con este escenario y sus soldados amenazados
por fiebres y desmoralizados solo tenía dos caminos: lanzarse con sus débiles fuerzas sobre
los españoles de Santa Marta antes de que estos vinieran a aniquilarlo, en lo que sería de
todos modos una acción suicida, o hacer la guerra civil y lanzarse contra Cartagena. Bolívar
optó por esto último.
Una vez en posición de rodear Cartagena, envió emisarios a negociar para evitar el
enfrentamiento, sin embargo Del Castillo, fue rotundo en su negación. Bolívar comenzó un
sitio a Cartagena pero esta era una ciudad amurallada, construida por los españoles para
resistir mucho mas del acoso que Bolívar con su escasa fuerza podría infringirle. Meses
duro el sitio con escaramuzas sin éxito. Bolívar desgastado pidió al gobierno de Bogotá ser
relevado de su responsabilidad. Mientras se malgastaba el tiempo en una guerra civil
ridícula y absurda, los realistas se organizaban felizmente en el valle del Magdalena. Al
enterarse de esto Bolívar escribió al comisionado de Cartagena “Si Nueva Granada no
quiere o no puede ser libre, ¿No es posible que lleguemos por lo menos s un acuerdo para
que quienes prefieran la libertad por encima de todo lo demás puedan ir a otros países a
morir como hombres libres? Yo soy uno de ellos. Si no se me permite atacar Santa
Marta…mis amigos y yo nos iremos”. No hubo respuesta.
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Bolívar sale el 7 de mayo de 1815, desilusionado pues esta vez es un revés político y no una
derrota en campo de batalla lo que lo hace claudicar; ya va consciente de la fuerza de sus
enemigos jurados de Colombia y decide dedicarse a liberar a Venezuela; hacia allá enfilará
sus energías desde Jamaica. El 11 de mayo, el español Pablo Morillo entraría en Caracas.
Morillo fue implacable, la inquisición tomó un lugar en la cadena de gobierno, todo libro
que no fuera autorizado fue quemado, quien supiera leer o escribir podría ser acusado de
conspirador y rebelde. En el continente quedaron dispersos Mariño, Bermúdez, Santander,
Urdaneta y Piar. La resistencia continuaría.
CARTA DE JAMAICA
Bolívar derrotado llega a Jamaica a finales de mayo de 1815, aquí imposibilitado de usar la
espada, afiló la pluma; de aquí salió la histórica Carta de Jamaica, que no perderá vigencia
jamás. Con esta embestida política, Bolívar, intentó hacer un daño moral a la España
colonial ante el mundo. Esa pluma le ganó adeptos a la idea revolucionaria; Francia,
Inglaterra, Estados Unidos, le sonreían a las ideas de Bolívar. La carta de Jamaica dejaba
claro al mundo que la semilla de la libertad americana estaba sembrada que era solo
cuestión de tiempo el verla germinar, que España no estaría capacitada para costearse una
guerra infinita en el suelo americano y que terminaría derrotada . También critica el
proceder político de los americanos que se ajustan más sus cadenas en vez de decidirse a su
liberación definitiva; también prevé que será cuestión de tiempo y educación para que eso
cambie. En todos los sentidos, según esta larga epístola, la derrota al imperio estaba
garantizada.
En ese momento la revolución había fracasado. España había vencido. Si Morillo actuaba
rápida y efectivamente podría restablecerse el dominio español en el nuevo mundo de
manera completa. Más sin embargo Bolívar visionario veía en la lejanía del horizonte un
destino diferente. No estaba equivocado. “Los lazos que nos unían con España han sido
rotos. El odio que la Península ibérica nos inspiró es mayor que el océano que nos separa.
La guerra a muerte ha obrado su efecto” “Un pueblo que ama a la libertad será al fin libre”.
Retrata Bolívar el panorama global de la América en el Sur, la provincia del Rio de la Plata
se había liberado. En Chile se combatía con éxito. Perú, aun sumisa, despertaría de su
letargo. Nueva Granada amenazada no se sometería y Venezuela había sido conquistada a
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costa de su destrucción total. También analiza México, Puerto Rico y Cuba. España no
podría tener un ejército capaz de dominar a 16 millones de almas que lucharían por su
libertad. ¿Podría esperar España reconquistar a América sin una flota y sin dinero? ¿Y
podría España, un país sin industria ni excedentes económicos, sin arte ni ciencia proveer a
América de sus necesidades vitales?. Bolívar expone que aunque España lograra subyugar a
América en ese momento, los mismos problemas volverían a surgir en veinte años.
Ese es el final de la Carta de Jamaica, sus últimas líneas indican claramente una petición de
auxilio a Inglaterra. La carta pudo haber impresionado a aventureros, soldados y luchadores
que pronto cruzaron el Atlántico y se sumaron a la causa. No obstante en su conjunto, se
borró sin llegar a ser leída. Esta propuesta tan extensamente explicada y tan profundamente
expuesta no fue considerada seriamente en Londres. Pocas semanas después de su
publicación escribió a Ricardo Wellesley: “Si tuviese la mas mínima esperanza de que
América podría triunfar sola nadie más que yo habría deseado servir a mi país sin soportar
la humillación de tener que implorar ayuda a una potencia extranjera. Pero esta esperanza
se ha desvanecido. Llegue hasta a rogar ayuda. Iré a Londres a buscarla. Si es necesario iría
hasta el fin del mundo.”
Para el gobierno español, Bolívar le era fatal tanto con la espada como con la pluma por lo
que, ayudado por informes de espías, Morillo logró llegar al aposento de Bolívar a través de
una daga empuñada por un sirviente de éste quien había sido ganado a la idea de honores y
dinero. Una noche, debido a un torrencial aguacero, Bolívar decidió dormir en su cama en
vez de la habitual hamaca del pasillo que era lo común para él. Esa noche el puñal de la
miseria y la corrupción cobró una víctima y fue a hundirse en el pecho de Félix Amestoy,
amigo de Bolívar, quien había aprovechado que la misma estaba vacía y había decidido
dormir el ella sin sospechar que la muerte traicionera estaba al asecho.
En esos días, de Cartagena le llegó una solicitud de auxilio ante el cerco de Morillo, Bolívar
sin pensarlo se lanzó al mar con lo que le quedaba el 18 de diciembre de 1815, pero a mitad
del viaje le llegaron noticias de que ya Cartagena había caído. Una sola cosa pudo hacer,
desvió el rumbo hacia Haití; la Haití de Petion, que lo acogería, protegería y ayudaría a
preparar una invasión a la América en manos de los españoles. Allí llegó el 27 de Diciembre
de 1815 y se encontró, además, con parte de sus oficiales que habían llegado desde
Venezuela, allí llegó también la flotilla que logró escapar de Cartagena. Petion los acogió a
todos, que no faltara techo, cobija ni alimento. Bolívar se encargó de organiza rlos
políticamente.
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1816
DE CAYO EN CAYO
SIMON BOLÍVAR
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DE CAYO EN CAYO
1816
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PRIMERA EXPEDICION DE LOS CAYOS
NACIMIENTO DE LA TERCERA REPUBLICA
Bolívar llegó a Port Au Prince el 1 de enero de 1816, al día siguiente fue recibido por el
presidente, Alejandro Petion. Petion, esclavo por descendencia, había llegado a la posición
que ahora ostentaba por sus propios esfuerzos. Petion vislumbró, como lo había hecho un
año antes Camilo Torres en Nueva Granada, que la libertad del continente se encarnaba en
la persona de Bolívar. Petion se convirtió así en protector de Bolívar. Bolívar bosquejó
sintéticamente a Petion el estado de la revolución. Cartagena había caído y los españoles
amenazaban a toda Nueva Granada. Bolívar juró tener un plan para libertar al continente
entero y pidió a Petion la ayuda que le fue negada en Jamaica. Petion solo pidió a cambio
que Bolívar otorgará la libertad a todos los esclavos de los territorios que liberase. Bolívar
convino en ello y propuso conceder el crédito de estos decretos libertarios al presidente
Petion y con ello levantar un monumento al carácter bondadoso del presidente de Haití.
Sin embargo Petion se negó a ello, la mitad de la isla era aun colonia española, tenía que
tomar en cuenta además la posición de Estados Unidos. Además Petion siempre fue
enemigo de los reconocimientos personales. Todas las actuaciones de Petion a Bolívar se
hicieron a través de agentes secretos, así le hiso llegar armamento y municiones. Le
permitió reclutar marineros siempre y cuando esto se hiciera sin poner en riesgo la propia
independencia de su pequeño país. El dinero se logró a través de un rico comerciante ingles
para no comprometer los fondos públicos en esta aventura. Allí llegó también al grupo
revolucionario Luis Brión, prospero comerciante de Curacao, quien en Jamaica puso su
fortuna a disposición de Bolívar y la independencia sudamericana. Brión, mitad empresario,
mitad pirata, había fletado una pequeña flota de cuya ayuda dependería el éxito de toda la
expedición.
En Aux Cayes convergieron Mariño, Bermúdez, Piar, Brión, Aury, el escocés MacGregor,
el francés Ducoudray y Zea. Bolívar sometió a consideración de este improvisado
“parlamento”, así bautizado por él para darle legalidad al acto, el mando de la expedición y
la forma de gobierno que instaurarían; su destino: Venezuela. Para el mando de la
expedición fue propuesto Bolívar, por Brión. El general Mariano Montilla, entre otros, se
opone, enemistado con Bolívar desde los sucesos de Cartagena, a que éste asuma la
dirección general de la lucha armada y enérgicamente acusa a El Libertador de ser el
causante de los fracasos sufridos, lo tilda de incapaz y cosas por el estilo... “He venido a
decirle todo esto para que se bata conmigo. No veo cuáles son sus méritos para mandar
esta expedición. Por su incapacidad nos hallamos aquí derrotados. Vamos, saque sus
pistolas o su sable...”. Después de arduas discusiones, en las cuales Bermúdez y Aury se
unieron para impedir la marcha de la expedición y en la que éste ultimo ordenó se le diera
una goleta para irse a atacar México; desde la capital Aux Cayes, el presidente Petion tuvo
que intervenir, prohibió el ataque a México y ordenó la unión entre los rebeldes.
Así Bolívar asumió el mando, Mariño fue designado por éste como su representante, Brión
primer almirante de la Republica y Zea Administrador en jefe. Bermúdez fue separado de la
expedición y se le prohibió ir a Venezuela bajo ningún concepto. Mariano Montilla decidió
no participar. El 31 de Marzo de 1816 la pequeña flota deja Haití y parte hacia Venezuela.
Esta expedición llegó el 3 de Mayo a la Isla de Margarita, que había sido retomada por
Arismendi, quien no vaciló en reconocer al Libertador como a su jefe supremo. Allí nació
la Tercera República. Arismendi se quedó en la Isla para mantener a raya a los españoles
que, en pequeño y derrotado grupo, aun continuaban acuartelados en la capital margariteña
y Bolívar siguió rumbo a Carupano. Allí desembarcaron sus tropas, el 29 de mayo de 1816
y con Soublette y Piar a la cabeza los españoles fueron derrotados. Mariño y Piar se
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adentraron rumbo a Guiria para tomar el Orinoco. Bolívar permaneció en Carupano donde
en poco tiempo fue acosado por los españoles y donde sin que exista explicación
documentada sobre el hecho ni Mariño ni Piar acudieron en su auxilio.
Bolívar tomó una decisión atacar Cumaná para tener una vía de escape, y ordenó a su flota
prepararse para la acción, pero los marinos que trajo de Haití eran más mercenarios que
guerreros y se negaron a acompañarlos a una aventura sin posibilidad de tesoros que
obtener. Pensando en conseguir apoyo del pueblo, Bolívar, desistió de su plan de seguir
hacia el Este y tomar el Orinoco, por esto enfiló sus barcos hacia Ocumare de la Costa
cerca de la Guaira donde llegó el 6 de julio de 1816. Efectivamente los sorprendidos
españoles se retiraron y el desembarco fue exitoso. Bolívar envió a Soublette a avanzar
sobre Maracay. Su esperanza de lograr adhesiones populares a su ejército no fue
correspondida, el pueblo del centro estaba tan reacio como el del Este. Soublette fue
enfrentado por Morales el 13 de julio y cuando Bolívar logró llegar en su auxilio ya estaba
perdido y su ejército desperdigado. Bolívar regresó a Ocumare y el caos reinaba. Sobre la
playa estaban diseminados, cañones, municiones, lanzas; todo lo que Petion había dado a
Bolívar para su expedición. Los tripulantes de sus barcos, habían dejado todo, habían
cargado sus barcos con frutas para vender en Curazao y se habían marchado. Solo tres
barcos pequeños permanecían en la bahía
.
Morales venía camino a Ocumare, era obvio que no habría cabida para todos los soldados y
el arsenal de guerra en los pequeños barcos. Reunidos en consejo de guerra , el 14 de julio,
se decidió que los oficiales y soldados se abrirían paso entre los españoles para tratar de
huir a los llanos. A Bolívar se le prohibió acompañarlos por lo peligroso de la empresa. Sin
embargo Bolívar se negó y ordenó que bajaran su equipaje de los barcos y que cargaran en
ellos todo el arsenal que pudieran. Nunca pudo aclararse que sucedió después. Según
palabras dejadas por Soublette, Bolívar perdió tiempo entretenido con una mujer “ En
estos hechos entró en juego el amor…Marco Antonio, haciendo caso omiso al peligro que
enfrentaba, perdió un tiempo precioso al lado de Cleopatra.”. Lo cierto es que, después de
dos días perdidos, repentinamente un informe falso llegó a la bahía donde se encontraba
Bolívar, indicando que ya Morales estaba en el pueblo de Ocumare, el pánico fue general.
Bolívar y sus hombres saltaron al primer barco y levaron anclas. Mientras esto sucedía los
oficiales que habían quedado en el pueblo de Ocumare se quedaron esperando
instrucciones de Bolívar, quien nunca regresó.
La catástrofe de Ocumare le granjeó odios eternos entre sus partidarios. “Nunca di un paso
durante la guerra que pudiese calificarse de cobarde” dijo Bolívar años después. Sobre el
episodio aclaró que estuvo a punto de matarse pero en el último momento un amigo lo
empujó al barco y zarpó. Dos mercantes y un barco de guerra fue todo lo que quedó. En
vano ordenó Bolívar al capitán del mercante que iba al frente desembarcar en Choroní para
unirse a sus tropas. Este puso rumbo hacia Bonaire y Bolívar ordenó dispararle mas no
logró hacerle daño así que tras ellos llegó también a Bonaire. Allí estaba Brión quien ayudó
a dirimir la pelea con los piratas del mercante y con el resto que estaba allá.
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SEGUNDA EXPEDICION DE LOS CAYOS
Curazao no recibía a los rebeldes de Venezuela así que Bolívar debía partir; acompañado de
Brión salió rumbo a la costa venezolana pero toda estaba ocupada por realistas. Por espías
se enteró que los patriotas se habían asentado en el interior del país; puso rumbo a una isla
cercana a Puerto Rico pero la vigilancia española era excesiva. Así siguió de isla en isla cual
pirata del Caribe, deambulando, con plan de seguir a Guiria donde al fin llegó a finales de
agosto de 1816. Sin embargo aquí el recibimiento fue hostil. Todos habían culpado a
Bolívar del desastre de Ocumare. Bermúdez que estaba en Guiria y quien desde el principio
había aspirado a ser el jefe de la revolución, pero que había sido excluido de la expedición
de Haití y sobre quien pesaba una prohibición de entrar al país, se había aliado con Mariño
y habían declarado al Libertador desertor y traidor. Bolívar los acusó a su vez de
insurgentes. Una parte reconocía la autoridad de Bolívar y otra la de Mariño y Bermúdez.
La amenaza de guerra civil aparecía una vez más en el panorama de la lucha por la
independencia; Bolívar haría lo mismo que ya había hecho cuando Rivas y Piar, y cuando
Del Castillo; si su presencia era la causa de la división se exiliaría de nuevo.
Después de seis días de negociaciones, Bolívar fue obligado a abrirse paso hasta su barco
con su espada mientras Bermúdez daga en mano lo seguía. Pensó en iniciar su invasión
desde otro punto de la costa pero no fue seguido por sus soldados así que se fue hacia la
isla de margarita donde la flota española lo interceptó por lo que puso rumbo hacia Haití.
Una vez más los abiertos brazos de Petion lo recibieron. Allí llegó Bolívar a mediados de
septiembre de 1816, esta vez, humillado más que derrotado. “Cuando un hombre es
desgraciado- escribió con amargura- nunca tiene la razón. No es sorprendente que yo
también este sujeto a esa ley universal”. Sin embargo en su visión reconoció que no todo
estaba perdido que habían logrado avances y penetraciones, entonces con ahincó se dedicó
a buscar apoyo una vez más. A Petion dijo: “Esta vez asestaremos el golpe definitivo”.
Mientras Bolívar organizaba una vez más una flota, con ayuda de su protector Petion, le
llegaron noticias de que el oprobió al que había sido sometido en Guiria había sido
ampliamente rechazado y quienes no participaron en ello se negaban a reconocer otro jefe
que no fuera él. En Octubre de 1816 un consejo de guerra presidido por Piar llamó a
Bolívar a que asumiera el mando en jefe. Arismendi y los habitantes de Margarita apoyaron
esta demanda. El colombiano Zea fue enviado a Haití como portavoz de los patriotas.
Bolívar no vaciló un instante, afinó a prisa todos los detalles y en diciembre puso rumbo a
Venezuela. La cuna de los odios y celos hacia su persona, pero también la cuna de su
esfuerzo por la libertad.
Bolívar sale de Haití el 21 de diciembre de 1816 y a finales del mes llega nuevamente a
Margarita de donde pasa a Barcelona que había sido invadida de forma temeraria por Mac
Gregor y con ayuda de Piar, que había tomado Cumaná, la habían liberado al vencer a
Morales en el Juncal. Allí estableció Bolívar su campamento y desembarcó todo el arsenal
que había traído.
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1817
GUAYANA
SIMON BOLÍVAR
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GUAYANA
CONQUISTA DE GUAYANA
CONGRESO DE CARIACO
FUSILAMIENTO DE PIAR
JOSE ANTONIO PAEZ
1817
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CONQUISTA DE GUAYANA
En Barcelona, en enero de 1817, organizó su campamento, allí se enteró de que una
guerrilla comandada por un llanero llamado José Antonio Páez estaba peleando contra
España en el Oeste y en el hato de Mucuritas con solo 1100 llaneros había derrotado a un
ejército de 4000 españoles comandados por De La Torre. Sin embargo los celos por el
liderazgo de Bolívar seguían siendo una piedra en el camino de la libertad: Piar y Mac
Gregor se fueron por iniciativa del primero con los mil quinientos hombres que tenían a
invadir Guayana.
Bolívar por su parte emprendió una maniobra de distracción al enemigo, haciéndoles ver
que estaba resuelto a atacar a Caracas. Publicó proclamas fechadas desde supuestos sitios
del interior del país, mando pequeñas columnas a ataques tipo guerrilla . Él mismo, con solo
seiscientos hombres de los cuales cuatrocientos eran nuevos reclutas, se lanzó a atacar a los
españoles en Clarines, estos mantuvieron su posición y Bolívar, derrotado, tuvo que
regresar a Barcelona. Después de la derrota de Clarines, Bolívar entendió que debía unificar
los ejércitos para poder enfrentar al poderoso y unificado ejército español. Comisionó a
Arismendi a entenderse con el joven llanero, Páez, para que se uniese a su ejército. Ideó
tratar de lograr reunir una fuerza conjunta de diez mil hombres para, desechando
definitivamente un posible ataque a Caracas, entonces atacar Guayana como zona
estratégica de donde partiría todo ataque futuro. Bolívar previó que quien dominara el
Orinoco tendría, comida, movilidad con salida al Atlántico y territorio para organizarse;
esos factores haría a cualquier ejercito allí establecido invencible.
Bolívar escribió también a los demás jefes patriotas y en especial a Piar para que se le uniese
en Barcelona tan pronto fuera posible. El plan consistía en proteger la costa oriental
venezolana para mantener intacta las comunicaciones con el exterior, de las que dependía el
abastecimiento. Sin embargo Piar no atendió el llamado y siguió su propia marcha sobre el
Orinoco. Bolívar no podía abandonar Barcelona pues allí estaban almacenados todas las
provisiones y pertrechos que trajo de Haití. Después de Clarines, los españoles iniciaron su
avance hacia Barcelona. Bolívar. Ante la inminencia del ataque español a Barcelona, le
solicitó, ahora en plan de auxilio, la comparecencia de Piar con su tropa pero éste se
desentendió. Bolívar llamó a Mariño que estaba en Cumaná pero cuando éste decidió
responder ya los españoles estaban a tiro de cañón de Barcelona. Bolívar tenía solo
seiscientos hombres y la mayoría eran indios con arcos y flechas; con ellos llevó todo el
arsenal al monasterio de San Francisco, lo fortificó y se atrincheró. Los españoles entraron
a Barcelona y la encontraron desierta, sin embargo cuando se esteraron que Mariño
avanzaba hacia allá y les cortaría la retaguardia, abandonaron la ciudad. Bolívar celebró esto
como una victoria y cuando Mariño llegó junto a Bermúdez, quien aun lo acompañaba,
Bolívar fue al encuentro directo a Bermúdez, quien la última vez que había visto a Bolívar
fue cuando lo persiguió sable en mano en Guiria. Al llegar a éste lo abrazó y le dijo:
“Vengo a abrazar al libertador del Libertador” Bermúdez no esperaba tanta generosidad en
un momento en que cualquier gesto palabra o acción valía lo mismo que una medalla en el
pecho. Bolívar ganaba nuevamente a un amigo.
La situación seguía siendo crítica, no tenían suficientes hombres para combatir contra
España. Bolívar decidió enviar el arsenal hacia Margarita para su resguardo y marchar hacia
el Orinoco a encontrarse con Piar, que se negaba a retroceder a Barcelona. Dejó a Marinó
encargado de la defensa de Barcelona y a un batallón que se quedó en la ciudad le dio
planes de refugiarse una vez más en el monasterio, en caso de ser necesario. El 21 de
Marzo de 1817, Bolívar marchó hacia el Orinoco, dejando a su ejército en la planicie que
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sigue después de Barcelona y se adelantó solo con quince hombres a reconocer la zona.
Una patrulla española lo divisó y se le fue encima al reconocerlo. Un hecho sumamente
audaz salvó a Bolívar, dio orden de ataque al sonido de corneta y se lanzó al galope sobre la
columna española; esta dio vuelta y huyó suponiendo que detrás de Bolivar venia su
ejército completo. ¿Quién podría creer que el comandante en jefe andaría solamente con
quince hombres?. Bolívar pasó el Orinoco y se reunió con Piar el 4 de abril. Apenas había
avanzado cuando un barco español pasó e incautó la solitaria canoa. Hasta ese momento
Piar no había tenido éxito en las misiones que tenía asignadas. No había podido apoderase
de Angostura que era su primer objetivo. Los españoles dominaban todo el rio, por lo que
Piar se había visto obligado a dejar al enemigo a su espalda y adentrarse en la provincia. Su
plan ahora era dominar “las misiones” extensiones de terrenos en manos de los monjes
capuchinos y que se dedicaban a cultivar, por lo que los dominios españoles estaban
abastecidos. Diecinueve enclaves de estos estaban esparcidos por la zona, donde Vivian
unos siete mil indios. La máxima autoridad eran estos monjes españoles,
antirrevolucionarios, monárquicos extremos y que se encargaron de inculcar ese
sentimiento en los habitantes de la zona. Piar logró apoderarse de las misiones y encarceló a
los monjes. La revolución ahora podía contar con alimentos.
Luego de organizar con Piar el ataque a Angostura, Bolívar volvió a reencontrarse con el
ejército que había dejado pero lo que encontró el 17 de abril, no fue lo mismo que había
dejado. Apenas se fue Bolívar los españoles se precipitaron contra Barcelona y la habían
destruido. Mariño no había movido un pelo en su auxilio. Por el contrario una vez mas
había desconocido el mando de Bolívar, a Arismendi y Bermúdez los convenció de que
este había muerto y a otros de que los había abandonado. Por último Arismendi y
Bermúdez habían roto con Mariño y se habían separado de éste con quinientos hombres,
con ellos fueron al reencuentro del Libertador. Bolívar ante este hecho exclamó. “Hasta
cuando continuará Mariño haciendo el mal a nuestra causa con sus ansias de poder? ¡No se
da cuenta del daño que ocasiona al país con esta ambición que nada podrá satisfacer?
Bolívar avanzó en el plan acordado con Piar. El 24 de abril, avanzó hacia el punto previsto
pero allí tuvo que esperar por la llegada de Piar con su ejército y provisiones más de lo
previsto. Algunos soldados murieron al comer raíces venenosas y los caballos de los
oficiales fueron sacrificados para alimentar al resto. Los dos ejércitos se unieron el 2 de
mayo de 1817; Soublette y Arismendi eran parte del estado mayor de Bolívar; Piar fue
ratificado en su puesto de comandante general del ejército y Bolívar como jefe supremo.
Estas cosas que podrían ser banales son realmente el aguijón que hería a la revolución,
había que buscar la forma de unificar en un solo mando a varios ejércitos que andaban
comandados por sus propios cabecillas y que en lucha diseminada no podrían bajo ningún
concepto derrotar al unificado ejército español, Primera potencia militar de la época.
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Piar avanzó hacia San Félix donde se enfrentó a los refuerzos enviados por Morillo y los
derrotó. Mas, sin vencer Angostura, los españoles seguirían siendo los dueños del Orinoco
y en cuestión de tiempo su fuerza sería imposible de enfrentar. Bolívar encomendó a Piar
extremar el control de la zona de los misioneros para evitar el ingreso de alimentos a
Angostura. Sin explicación quedó una orden dada entonces según la cual se realizó la
ejecución de los religiosos a quienes Bolívar había ordenado confinar, fuera de las misiones
en un terreno donde no tuvieran influencia con la población civil a quienes tenían ganados
para la causa del rey como mandato divino de Dios. Todos fueron ejecutados lo cual alejó a
la población del propósito del ejército libertador, y ganó fuerte crítica internacional.
CONGRESO DE CARIACO
Bolívar esperaba la llegada de la flota de Brión para poder atacar pero una nueva
conspiración de Mariño se había desarrollado. En Cariaco, Brión y Zea habían sido
engañados por éste en la aplicación de un plan supuestamente aprobado por Bolívar. El 8
de mayo Mariño organizó en Cariaco, cerca de Cumaná, una junta de Gobierno que el
presidió y de la que supuestamente Bolívar formaba parte; según esto, éste había tomado el
control del país y puesto a su mando la responsabilidad de la dirección de la guerra. Bolívar
mandó emisarios con órdenes de destitución de Mariño y de desconocimiento de sus actos.
Los mejores oficiales abandonaron a Mariño y fueron a ponerse a la orden de Bolívar, entre
estos Urdaneta que había caído en el ardid y un joven que haría historia de la historia y
gloria de la gloria: Antonio José de Sucre, el cumanés inmortal.
Estos hechos sin embargo significaban la lucha interna por el fin común. Afuera el
enemigo declarado, adentro los celos, los egoísmos y las aspiraciones personales incluyendo
las de Bolívar. A Mariño le escribió: “Si hasta ahora he actuado con moderación fue por
prudencia y no por debilidad. No crea que las intrigas son tan fuertes que pueden
destruirnos. Mi posición jamás ha sido mejor….tres mil hombres cumplen mis órdenes y
continúan haciendo lo que yo mando…No estamos en Constantinopla ni en Haití. Aquí no
hay tiranos ni anarquía, ni los habrá mientras viva y pueda empuñar mi espada.”
A los pocos días Angostura no soportó más el hambre al que había sido sometida por el
sitio de los patriotas. El 17 de julio de 1817, el coronel español que gobernaba la zona dio
la orden y más de cuatro mil personas incluyendo el clero se embarcaron en la flota
española para escapar. Más de treinta botes zarparon rio arriba, muchos cayeron en manos
de Brión, muchos murieron perdidos en los diferentes afluentes del Orinoco, muchos
perecieron de hambre en la misteriosa selva. Bolívar ocupó la ciudad el 18 de julio y esto
selló el destino de la Vieja Guayana. Imposibilitados de recibir refuerzos y expuestos a
morir de hambre a los pocos días Guayana se rendía ante Bolívar. Bolívar era ahora dueño
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del Orinoco. Ante él una rica extensión de recursos ilimitados. Hacia el Este el comercio
internacional le traería armas de Trinidad, y Margarita sería su centro de armas y
provisiones. Hacia el Oeste tenía un canal de comunicación directa que pasando por el
Apure llegaba al Magdalena. Bolívar tenía en este momento una fuerza militar y moral
suficiente para enfrentar al ejército español; solo tenía ahora que superar la anarquía interna
y establecer una autoridad legal.
Mariño y Piar se creían con derecho al mando supremo. En este punto Piar, una vez
lograda la conquista se creyó con derecho a adjudicársela porque siempre fue su propósito.
No tomó en cuenta que desde Jamaica ya Bolívar había previsto que el ejército que ocupase
y dominase el Orinoco tendría la mayor de las ventajas en la guerra por la libertad
sudamericana. Piar comenzó una serie de insubordinaciones y protestas que, aunque
exponía, no iban en contra de Bolívar iban en contra de la unificación. Bolívar envió una
inspección hacia las misiones y Piar la protestó por creerse criticado en el cumplimiento de
su deber. Después de que Bolívar para salvar la situación destituyó al inspector
comisionado; entonces Piar renunció y arremetió contra Arismendi a quien acusó de robar
caballos y mulas para aumentar su fortuna personal. Bolívar aclaró este mal entendido y
escribió a Piar: “Prefiero un combate con los españoles que un conflicto con los patriotas.
Si estamos divididos, si sucumbimos a la anarquía y nos destruimos
mutuamente…entonces España triunfará. Por favor desista de abandonar su puesto. Si
usted estuviese al frente yo no desertaría, así como no desertaré ante quien mañana ocupe
mi lugar…no importa quien sea, siempre y cuando la justicia y la razón estén de su parte y
su país lo necesite”. Sin embargo mientras más avanzaba la campaña del Orinoco y más
éxitos se tenían mayor eran los celos de Piar quien al fin, el 30 de julio de 1817, logró su
pase a retiro y salvoconducto para establecerse en cualquier sitio o abandonar el país si
quería. Ante esto Bolívar escribiría “Aquí manda quien puede, no quien quiere”.
FUSILAMIENTO DE PIAR
Con la vieja ciudad de Guayana también en su poder Bolívar se sentía invencible; después
de que Piar obtuvo su pase a retiro, Bermúdez informó a Bolívar que algunos oficiales le
habían comunicado que Piar planeaba una insurrección. Bolívar ordenó que Piar fuera
llevado a su presencia y que fuera arrestado si se oponía. Piar no solo no acudió sino que
escapó lo cual fue tomado como una admisión de su culpabilidad. Había temor de que Piar
se uniera a Mariño y, más allá de eso, era conocido el odio racial de Piar hacia la raza bl anca
de la cual siempre se había declarado ser víctima. Mulato hijo de pueblo lograba fácil
adhesión de gente de su clase y era hábil militar, eso lo hacía más peligroso para los planes
de Bolívar que, el muchas veces engreído, Mariño.
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tropas seguidoras del líder oriental. Pero Bolívar se mantuvo inflexible y ordenó la
ejecución de la pena. Piar pensó que su pena sería conmutada pero al ser notificado de que
Bolívar la había ratificado entró en pánico y se desmayó. Sin embargo todos estaban
convencidos de que solo sería un lección y que antes de su ejecución llegaría el perdón. No
fue así a la cinco de la tarde del 16 de Octubre de 1817 Piar fue conducido al paredón.
Bolívar había ordenado una ejecución pública y así se haría. Piar Saludo a la Bandera, rogó
al pelotón que apuntaran bien y murió como un hombre.
Esta sombra perseguiría a Bolívar y los corazones que se desgarraron en esta acción
sangrarían para siempre, quizás hasta su fiel Urdaneta fue herido en esta acción. Muchos
historiadores coinciden en que con este hecho Bolívar se libraba de un rival a la hora de la
repartición de honores y reconocimientos. En efecto el carácter de Bolívar era ganado a
estas cosas más que a la fortuna personal, además como líder necesitaba ser el jefe supremo
para que su plan se realizara como lo había previsto, soñado y planeado. Bolívar al
respaldar el veredicto no hizo más que imponer el imperio de la ley en un momento en el
que la unión bajo un solo mando era imperante. La lucha de bandas separadas necesitaba
terminar si querían vencer. Piar había sobreestimado su propia capacidad y menospreciado
la de Bolívar. Bolívar tenía claro desde el principio que la lucha sería continental para poder
garantizar el triunfo sobre España. Piar y Mariño eran líderes de una lucha personal y local
sin más proyección que su propia parcela. Quien obtuviera el mando supremo ejecutaría su
plan. Los hombres de la guerra de ese entonces no conocían mas lenguaje que el de la
fuerza, por eso los disparos del 16 de Octubre de 1817 en Angostura fueron en esencia los
que le dieron a Bolívar la victoria sobre su propio ejército y le allanó el camino a la Victoria
sobre el ejército español. “La muerte de Piar- escribió once años después- fue una exigencia
política que salvó al país. Los rebeldes fueron perturbados y atemorizados…Mariño y su
congreso de Cariaco quedaron desarmados. Todos se pusieron a mis órdenes. Se estableció
mi autoridad y se evitó la guerra civil y la esclavitud del país. Nunca fue una muerte tan útil,
tan política y al mismo tiempo tan merecida” “El general Mariño también mereció la
muerte. Pero no era tan peligroso; en su caso la política podía dejar paso a la humanidad”
Es cuestionable asumir que Mariño era menos peligroso y menos capaz, pero Piar, mulato y
extranjero era en esencia más peligroso para el plan de Bolívar.
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polvo de los caballos al galope. Sus columnas se desplazaban kilómetros en una sola
jornada con la rapidez de una compañía mecanizada actual. Sus seguidores eran participes
de la repartición de botines de conquista. El ganado era llevado lejos de los sitios de ataque
para mantenerlos seguros y así tener alimentos permanentes. Páez, quien luego le cobraría
con creces y en especias a la Republica sus favores y sacrificio en la guerra, iba
apoderándose de territorio para la causa de la revolución.
Bolívar envió una delegación a solicitar a Páez que lo reconociera como comandante y
pronto llegaron a un acuerdo. Páez decidió poner su ejército a las órdenes de Bolívar, los
jinetes protestaron pero Páez fue firme en su decisión. En carta a Bolívar, Páez ratificó ese
acto de disciplina. Bolívar agradeció el gesto y en acto político le dio trato de igual. Le
envió pertrechos, material bélico e instrucciones. Un nuevo aliado con voz, ejército y
carácter propio se sumó a la lucha por la independencia. Páez crearía desde el inicio una
nueva nube de celos y orgullos heridos entre el resto de los aliados de Bolívar. Páez logrará
hacer su voluntad la mayoría de las veces y eso ocasionaría una cadena de celos que
acompañarían todo el escenario hasta la muerte de Bolívar.
Por su parte, Morillo, había dedicado un tiempo precioso en invadir a la isla de Margarita
donde esperaba tener todo a punto para recibir a una flota española que venía en auxilio;
no le dio tanta importancia a Bolívar, a quien suponía en Guayana; mas, sin embargo, había
centrado su atención en el movimiento de Páez al cual consideraba más peligroso que a
Bolívar. Morillo había salido derrotado de Margarita en julio de 1817. El ejército español
fue derrotado en la árida tierra margariteña por un pequeño ejército de 4 00 hombres
comandados por Juan Bautista Arismendi. Mientras Morillo se enfrentaba a las balas
patriotas en la isla de Margarita, Bolívar había conquistado Guayana. Morillo abandona
Margarita y se dirige con urgencia a Caracas. Tarde fue cuando decidió enviar a De La
Torre a mantener al ejército de Bolívar circunscrito a Guayana. Bolívar envió a Zaraza a
mantener a raya a la división de De La Torre sin enfrentarlos pero la orden no fue
cumplida tal como fue dada y en encuentro donde aparentemente estaban parejas las dos
fuerzas, Zaraza, quizás para lograr meritos propios enfrentó a De La Torre el 2 de
diciembre de 1817 en el sitio de la Hogaza. La pérdida fue prácticamente total, el ejército
patriota quedó duramente golpeado en ese enfrentamiento. Para evitar pérdida similar en el
Oeste, Bolívar, le ordenó a Páez no enfrentar sus tropas y simplemente mantenerse en
espera.
El Libertador, decidió llevar a su propio ejército a unirse al de Páez en Apure. Lejos estaba,
Morillo de imaginar que Bolívar habría de avanzar casi mil quilómetros en las condiciones
más adversas, en pleno invierno, y que su ejército se uniría al de Páez. Lejos estaba Morillo
de imaginar que el caudillo de los llanos reconocería de inmediato la jefatura de Bolívar y se
sometería a su mando.
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1818-1819
LIBERACION DE NUEVA GRANADA
SIMON BOLÍVAR
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LIBERACION DE NUEVA GRANADA
BOLIVAR Y PAEZ
LEGION EXTRANJERA
CONGRESO DE ANGOSTURA
LIBERACION DE CASANARE-PASO DE LOS ANDES
LIBERACION DE NUEVA GRANADA
CREACION DE LA GRAN COLOMBIA
1818-1819
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BOLIVAR Y PAEZ
Cuando se encontraron el 30 de enero de 1818, Bolivar había logrado agrupar una fuerza
de tres mil hombres. Páez con sus mil llaneros, automáticamente reconoció en Bolivar al
jefe. Ambos hombres se escudriñaron sin nada que criticar uno del otro. En esta unión
estaba garantizado el dominio de todo el territorio sur de Venezuela. Caracas, Valencia,
Coro, Maracaibo seguían en poder de España; al igual que Bogotá, Santa Marta Cartagena,
Quito y Lima. En el Sur del continente San Martin avanzaba en la independencia de la
Argentina y Chile.
Bolivar acompañado con Páez logró tomar por sorpresa a San Fernando de Apure, el 5 de
febrero, la sitió y dejó una fuerza suficiente de acoso para hacerlos morir de hambre o
rendirse. Siguió entonces su marcha sobre Calabozo donde había un cuartel español
importante. Morillo ya en Caracas repuesto de los sucesos de Margarita y sorprendido por
la aparición de Bolívar en los llanos se lanza en auxilio de Calabozo. Bolívar lo enfrentó el
12 de febrero, antes de llegar a Calabozo y le ocasionó una importante derrota. Morillo
logra escapar y Bolívar comienza a seguirle los talones sin lograr darle alcance. Llegó el
momento en que ya Morillo había logrado cierta posición favorable y Bolívar tenía dos
opciones, seguir hasta darle alcance en Valencia o volver a Calabozo y establecerse para el
invierno. Bolívar optó por la primera pero Páez logró imponer su opinión de lo favorable
que sería devolverse a Calabozo con la infantería cansada de tan larga marcha.
Bolívar organizó como pudo a los que le quedaron y se lanzó a encontrarse con el enemigo.
El 25 de marzo, en el sitio del Semen, cerca de La Puerta se encontraría con Morillo quien
le ocasionaría una aplastante derrota. Bolívar logró escapar, esta vez, debido a que Morillo
resultó herido y no pudo seguirlo. Morillo fue ascendido y le fue otorgado el titulo de
Márquez de la Puerta. Los españoles dieron por perdida la posibilidad de Bolívar de
continuar la guerra, mas este se transformó en un tigre y como tigre tuvo que ser
perseguido, lanzó ataques esporádicos, logró abastecimiento desde Angostura y la lucha
continuó.
En el sitió del Rincón del Toro un nuevo atentado casi acaba con la vida de Bolívar, el 26
de abril. Un soldado delató al ejército español el sitio donde acampaba Bolívar y el santo y
seña para pasar la alcabala. Santander era el encargado de la alcabala y al recibir el santo y
seña dejó pasar a los asesinos, cuando estos le pidieron ver a Bolívar Santander les indicó
cual era la tienda de campaña donde este se encontraba. No se supo exactamente como
escapó Bolívar de esta, lo cierto es que las balas pasaron por sobre su cama y ya este no
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estaba ahí. Una horrible confusión creó una desbandada general y la caballería empezó a
tomar posiciones de manera desorganizada, en la confusión Bolívar logró escapar al
momento que los soldados españoles seguros de haber matado al Libertador entraron en
tromba al campamento. El desastre fue total, Bolívar logró escapar pero su ejército fue
destruido. Preso de fiebres se refugió en San Fernando todo el mes de mayo. Páez había
perdido territorios y el Este estaba prácticamente inmovilizado. La perdida parecía
irreversible. Bolívar logra irse a Angostura donde se establece nuevamente en el mes de
junio.
LEGION EXTRANJERA
Estos acontecimientos, obligarían a Bolívar reconsiderar su táctica de guerra. Ya en
Angostura, Bolívar evaluó concienzudamente el desempeño de su ejército, la imaginación le
daría una nueva estrategia, el cerebro del genio tendría que buscar la forma de no perecer
en el intento y por el contrario triunfar. Todas estas derrotas le harían cambiar la forma de
enfrentar a los españoles. El genio reaparecería con más fuerza. Comprendió que además
del valor e intrepidez de los llaneros y además del sacrificio de su tropa, hacía falta técnica.
Los llaneros no querían salir de su territorio, los españoles estaban atrincherados en
Caracas donde los cerros que formaban su entrada eran su mayor aliado. Bolívar tendría
que buscar la forma de expulsarlos de ahí, un ataque de frente era imposible por lo que
atacar por los flancos era la única alternativa. Su ejército, además, no era igual a los
maduros regimientos de Valencia, Burgos y Asturias. “Los éxitos que logra el enemigo y las
ventajas de su caballería sobre la nuestra se deben a su táctica. “Los españoles atacan en
escuadrones cerrados y del mismo modo podían aguantar firmes el contraataque”. Pero no
solo era la caballería, la infantería no era diferente. Los infantes de Bolívar eran muchachos
de catorce a veinte años, que apenas sabían manejar las armas. Bolívar propuso a los
oficiales europeos del estado mayor, iniciar una campaña de reclutamiento en Europa;
aprobado este plan la campaña comenzó a través de sus amigos y aliados en el exterior. La
legión extranjera haría su aparición trayendo nuevos problemas.
Los británicos por el hecho de no cobrar eran vistos como dedicados al pillaje, lo cual los
ofendía. Por su parte los republicanos se quejaban del alcoholismo de los legionarios, los
cuales bebían hasta caer inconscientes. La arrogancia de los británicos le causaba enorme
problema a Bolívar al momento de enrolarlos al ejército. Dos de estos oficiales se hicieron
notar uno por su vanidad y otro por su traición. Hippesley y Wilson. Hippesley fue
asignado a Páez, en agosto de 1818 y pidió para sí el grado de brigadier general al negársele
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se regresó a Angostura y de ahí se regresó a Inglaterra de donde se dedicó a calumniar a
Bolívar por todos los medios posibles. El caso de Wilson, también asignado a Páez fue más
grave al llegar a San Fernando no tardó en enterarse de la rivalidad latente entre Páez y
Bolívar. Asumió el comando de las tropas británicas y ante un número de oficiales ebrios
declaró su desconocimiento a la autoridad de Bolívar. Organizó un desfile y nombró a Páez
comandante general de los ejércitos. Al principio Páez se sintió halagado pero luego lo
envió a Angostura con una nota. Bolívar lo encarceló pero logró fugarse, luego se supo que
era un agente infiltrado por el ejército español.
El proyecto, debido esas complicaciones, era ahora rechazado por la mayoría del estado
mayor. Urdaneta dijo preferir diez batallas a un paseo con una legión extranjera; sin
embargo, Bolívar continuó con el proyecto y pidió a López Méndez que desde Inglaterra
siguiera enviando más soldados. Bolívar intuyó que los problemas serian transitorios y poco
a poco se fue decantando el grupo, los borrachos, los flojos, los indisciplinados fueron
descartados. De ahí salieron excelentes colaboradores como el coronel Rooke, O´Leary,
quien llegó a ser uno de los más íntimos confidentes de Bolívar; Perú de la Croix, a quien
Bolívar abriría su corazón más que a nadie y por supuesto el inigualable Fergusson que dio
su vida por Bolívar.
Ya en agosto de 1818 le llegaría a Bolívar noticia de que la provincia del Rio de la Plata era
irreversiblemente libre y el comandante en jefe del ejército argentino, el general José De
San Martin había iniciado la empresa de liberal Chile y Perú.
Mientras Bolívar organizaba todo en Angostura, ordenó la impresión del primer periódico
del país “Correo del Orinoco” para divulgar propagandas y noticias de la guerra. Zea fue su
editor. Al mismo tiempo los españoles hicieron lo mismo con la “Gaceta de Caracas”
encargado de publicar documentos falsos sobre los patriotas y noticias a favor de la corona.
Bolívar seguía derrotado, los españoles estaban fortificados. Páez aunque ambiguo en su
reconocimiento del mando continuaba causando molestias a los españoles en el Oeste.
Morillo se vio obligado a retirar parte de las tropas de Nueva Granada y enviarlas a
Venezuela, debido a eso otra hoguera patriota se encendió y bandas guerrilleras penetraron
Nueva Granada por la llanura de Casanare a unirse con Santander quien comandaba una
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división revolucionaria en esa zona bajo el mando de Bolívar. Bolívar aprobó la táctica
guerrillera de Páez y el efecto que este causaba. Esto aumento el ego del llanero, que había
tratado anteriormente de imponer su estilo pero que había sido rechazado por Bolívar. Ya
el partido de Páez se comenzaba a solidificar.
CONGRESO DE ANGOSTURA
Bolívar planeó ir a encontrarse una vez más con el ejército de Páez en el llano, para
organizar el frente contra los españoles El 21 de diciembre de 1818 un convoy de botes
fluviales partió de Angostura y el 16 de enero de 1819 se reunirían con Páez. Los llaneros
recibieron a Bolívar con algarabía y vítores. Fue esta la primera vez que ambos líderes se
encontraron después de la rebelión del coronel Wilson, pero Bolívar sabía que esa llama
aun estaba encendida en las filas del ejército y que debía ser extinguida de inmediato. A
Páez le explicó que cualquier acto de indisciplina hacia él, lo sería también hacia la
Republica y que no se toleraría independientemente de quien fuera el causante; se
sacrificaría a quien fuera, a favor de salvar a la patria. Páez entendió la alusión a Piar y le
mostró su acuerdo en todo y que él no abrigaba ningún propósito de rebelión. Bolívar
satisfecho lo nombró General de División y dejó bajo su mando a la caballería.
Bolívar recibió noticias de que cuatro mil británicos más habían arribado a Angostura.
Restándole importancia al ejército de Morillo, impartió instrucciones y se regresó a
Angostura a seguir con el adiestramiento. Otro propósito tenía Bolívar, la consolidación del
estado necesitaba su legalidad. Bolívar, había convocado delegados de todo el territorio
liberado y de los que aun se mantenían bajo el mando español para, en Asamblea
constituyente, darle forma legal a los actos de gobierno. El congreso de Angostura
oficializaría el irreversible estatus de la patria libre y soberana, el 15 de febrero de 1819
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económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia
por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia . Semejante a un
robusto ciego que, instigado por el sentimiento de su fuerza, marcha con la seguridad del
hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos. Un
pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se
esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud; que el imperio
de las leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe
someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas
de las leyes que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad.”. “La libertad-dice
Rousseau, es un alimento suculento, pero de difícil digestión. Nuestros débiles
conciudadanos tendrán que enrobustecer su espíritu mucho antes que logren digerir el
saludable nutritivo de la libertad. Entumidos sus miembros por las cadenas, debilitada su
vista en las sombras de las mazmorras, y aniquilados por las pestilencias serviles, ¿serán
capaces de marchar con pasos firmes hacia el augusto templo de la libertad? ¿Serán
capaces de admirar de cerca sus espléndidos rayos y respirar sin opresión el éter puro que
allí reina? Meditad bien vuestra elección, legisladores. No olvidéis qué vais a echar los
fundamentos a un pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la naturaleza le ha
señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente rango que le espera. Si vuestra
elección no está presidida por el genio tutelar de Venezuela que debe inspiraros el acierto
de escoger la naturaleza y la forma de gobierno que vais a adoptar para la felicidad del
pueblo; si no acertáis, repito, la esclavitud será el término de nuestra transformación”.
“Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan
peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo
se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la
usurpación y la tiranía”. “Legisladores extraigan sus conclusiones. No olviden que deben
echar las bases de un Estado en formación”. El nuevo estado debería nacer de estas
deliberaciones bajo tres virtudes pedidas por Bolivar a los legisladores: Un máximo de
felicidad, un máximo de seguridad social y un máximo de estabilidad política. Bolivar
solicitó a los legisladores añadir un nuevo poder a la estructura del estado, el poder moral.
“No intentemos lo imposible, si nos elevamos demasiado en la esfera de la libertad,
caeremos otra vez en el abismo de la tiranía. Unidad, unidad, unidad: esa debe ser nuestra
divisa”. Terminado su discurso dijo a los legisladores: “Caballeros, comiencen sus t areas.
Yo he finalizado las mías”. Aplausos y euforia total fue el corolario de estas palabras.
Bolivar pidió se eligiese un nuevo presidente para traspasarle sus obligaciones. Se eligió
provisionalmente a Francisco Antonio Zea a quien Bolívar tomó el juramento de rigor.
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prensa de intrigas. Esto allanó el camino al reconocimiento internacional, ninguno de los
acompañantes de Bolívar estaba capacitado para esto, eso lo ratificaba en su puesto de jefe
supremo de la revolución.
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información no lo creería, nadie sería tan audaz y arriesgado para intentar cruzar los Andes
en plena época de lluvia. Además el ejército español en Nueva Granada no estaría
preparado para enfrentarlo. Los riesgos eran altos también y Bolívar no los ocultó. Además
del riesgo de avanzar en esas condiciones estaba el riesgo de marchar sólo con los mejores
hombres y dejar el resto en la defensa de Venezuela. No podía confiar prácticamente en
nadie. Urdaneta estaba enfrentado por el mando con Arismendi. Mariño con Bermúdez.
Cualquier oficial podría en su ausencia tomar un rango que no le corresponda. Otros
podrían dar órdenes contrarias a las emanadas de sus superiores. El riesgo de perder todo
lo conquistado ante Morillo era grande pero la carta debía jugarse. Parte de la misión de
Páez sería hacer creer a Morillo que todo el ejército de Bolívar continuaba en Venezuela
pero el propio Páez era un riesgo a su vez.
Bolívar consultó con Páez a quien le hizo ver la no conveniencia de tener al ejército
inactivo, como ya había pasado en Calabozo el año anterior. El ejército desertaría ante la
precariedad de las condiciones como antes lo hizo. Bolívar le pintó a Páez con magníficos
colores la ventaja de la liberación de Nueva Granada. Páez no tomaría parte en ella su
participación seria atacar Cúcuta y cortar las líneas de comunicaciones de los españoles,
llegado el momento. Páez estuvo de acuerdo, según sus propias palabras porque “los ojos
del Libertador eran irresistibles al plantear la acción”. Si estaba convencido o no imposible
saberlo, además para Bolívar lo importante era su aprobación, de los demás no se esperaba
ninguna oposición. Para todos, Bolívar marcharía fuera de Venezuela a una odisea en la que
era más probable hallar la muerte que triunfar.
Bolívar puso todo el empeño en lograr alimentos, ganado, caballos, armas, pertrechos,
zapatos de cuero y abrigos pero no fue fácil equiparse de estos últimos. Cuando partieron
hubo menos resistencia de la que Bolívar esperaba, la mayoría eran jóvenes y estaban
contentos de movilizarse. Todos creyeron avanzar hacia Cúcuta pero se dirigieron a las
llanuras del Casanare donde se encontraron con el ejército que comandaba Santander. El
11 de junio los dos ejércitos de encontraron. Bolívar ordenó un descanso de tres días
mientras organizaba las tropas. El mismo tomó el mando, conservó a Soublette como jefe
de estado mayor. Le asignó la jefatura del cuerpo de avanzada a Santander. Conocedor del
terreno y comandante de la tropa ahí acantonada. Atravesar el llano fue de penurias
inmensas, ríos trasformados en lagunas, ciénagas, pantanos, lluvia incesante, mosquitos.
Muchas mulas y caballos se ahogaron, la mitad del ganado se perdió. Cuando por fin
llegaron al pie de las cordilleras, el obstáculo más grande apareció, el camino andado era un
paseo en comparación con la poderosa e inaccesible cadena de los andes que se erguía
imponente ante sus pies. Si trasportar el equipo cuesta arriba en un sitio donde no había
huellas de camino, de por si requería un esfuerzo grande, el factor sicológico fue más difícil
de combatir.
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El ejercito de Bolívar estaba conformado por indios muchos aun en guayuco. En su más
remota imaginación podía haber supuesto que algo como eso existiese. Esos mismos indios
que dominaban como el demonio la inmensidad del Orinoco, del Apure, del llano y sus
misterios; en la montaña se sentían invadidos de pánico, la niebla que hacía desaparecer a
los que iban delante, los riscos, la temperatura, todo era tan nuevo como aterrador para
estos. Caballos que en el llano corrían sin herraduras en la montaña resbalaban y caían. La
lluvia helada causaba una especie de disentería. Los soldados venezolanos se rebelaron, que
les importaba a ellos la Nueva Granada. Bolívar logró una y otra vez animar a las tropas.
Les hablaba de algo nuevo para ellos: la gloria. Bolívar lograba triunfar en el espíritu
humano.
Después de las inenarrables penurias del ascenso por los Andes; el primer grupo de
españoles fue sorprendido por la vanguardia de Santander y derrotado, esto elevó la moral
de los cansados patriotas. A solicitud de Santander el ejército se dedicó a pasar por el alto
de Pisba, proeza que rayaba en la locura, pero que causaría un daño enorme a la incrédula
guarnición española que se encontraba del otro lado. El 4 de julio comenzaron el ascenso
por este trágico y doloroso paso. Bolívar perdió los caballos que quedaban y parte del
arsenal de guerra. Muchos patriotas murieron pasando el empinado estrecho. El maltrecho
ejercito patriota llegó a un pueblo llamado Socha donde fueron bien recibidos por los
habitantes. Lo inimaginable para los españoles había pasado, el ejército patriota estaba a
pocos días de ellos, de haberlo sabido en ese momento con solo cien hombres habrían
acabado con el plan de Bolívar. Hambrientos, debilitados, con la legión británica y el resto
de la retaguardia lejos aun, este ejército distaba mucho de ser capaz de enfrentar como lo
harían más tarde al ejército español. Este desconocimiento por parte del ejército español le
dio a Bolívar un precioso tiempo para reorganizar a su ejército. Bolivar envió a aldeanos a
recoger parte del arsenal que había quedado en los desfiladeros. Parte de la población
ayudó a Bolívar en funciones de espionaje. Bolívar les encargó a demás la tarea de
magnificar al ejército patriota y actuar “como si el espíritu Santo hubiera venido a liberar a
la Nueva Granada”.
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Una perdida dolorosa de la batalla del pantano de Vargas fue la del coronel Rooke, el cual
fue herido de bala en un brazo; fue amputado y aunque soportó con valentía la operación
no sobrevivió más de tres días. Cuando el médico irlandés terminó de amputarlo, Rooke
exclamo: “Deme el brazo, ¿ha visto alguna vez un brazo más hermoso? Luego lo levantó y
gritó ¡viva la patria! ¿Qué patria?, alguien dijo; y él respondió “!La que tendrá mi tumba¡”.
Con el ejército maltrecho, Bolívar declaró ley marcial y reclutó a todo el que pudo. Ahora
debía entrenar a los nuevos soldados, la mayoría con sombreros de lana de los altos andes y
ruanas, la mayoría cerraba los ojos al disparar lo cual los hacía doblemente peligrosos.
El 3 de agosto, Bolívar, atravesó una vez más al Sagamoso; esta vez Barreiro tendría que
retroceder y abandonar. Bolívar lo siguió en la noche pero en un momento de inspiración
desvió su camino y se dirigió directo a la capital de la provincia: Tunja, donde entró el 5 de
agosto. Bolívar fue recibido como héroe por el pueblo mientras los españoles que habían
quedado ahí escapaban. Bolívar no solo capturó un buen arsenal sino que desde esa
posición cortaba la retaguardia a Barreiro, el cual como buen soldado comprendió de
inmediato que la suerte de todo el país estaba ahora en juego. Bolívar ordenó mantener a
Barreiro imposibilitado de contactarse con el interior hasta obligarlo a presentar batalla. Por
fin llegó el encuentro, ahora los soldados de Barreiro estaban cansados de tanta marcha y
hambrientos, mientras los de Bolívar descansados. Barreiro intentó cruzar el puente de
Boyacá. Cuando la vanguardia española intentó cruzar el puente fue atacada de manera
sorpresiva por los jinetes patriotas. Barreiro pensó que era una patrulla de reconocimiento y
ordenó atacarla para limpiar el camino a la marcha de su ejército. Todas las fuerzas de
Bolívar aparecieron de entre las montañas. Una parte del ejército español logró cruzar el
puente pero el grueso quedó sin lograrlo y a merced del ataque patriota. La victoria patriota
fue fulminante de los tres mil españoles, mil seiscientos fueron hechos prisioneros entre
ellos todo el estado mayor incluido Barrientos. Todo el arsenal de guerra fue tomado por
los patriotas.
La batalla del puente de Boyacá, inmortalizada para la historia como la Batalla de Boyacá,
ocurrió el 7 de Agosto de 1819 y significó la liberación de la Nueva Granada. Bolívar envió
a Bogotá una comunicación exigiendo la rendición al Virrey de Nueva Granada pero este
en vez de hacerlo huyó disfrazado de indio junto a su estado mayor. Bolívar aseguró trato
respetuoso a los prisioneros e invitó a su mesa al estado mayor capturado. Solo un hombre,
que fue reconocido de entre los españoles por Bolívar, fue ahorcado en pleno campo de
batalla por órdenes del Libertador, Su nombre Vinoni, el mismo que había traicionado a
Bolívar en Puerto Cabello y había permitido la perdida de esa plaza en 1812, cuando se
perdió la Primera República. Bolívar entraría triunfante en Bogotá tres días después, el 10
de agosto de 1819.
El Libertador fue recibido por masas de gente que aplaudían a su paso. Bolívar tomó el
palacio del Virrey, donde alguien se elevó de entre la multitud y lanzó elogios al Libertador,
según sus palabras todos los héroes de la historia eran solo sombras ante el Libertador.
Bolívar le detuvo: “Gran y noble orador yo no soy el héroe que habéis pintado, mas
emuladlo y yo os admiraré” ante lo que la multitud rió El libertador se ganó ese primer día
a un grande y peligroso enemigo su nombre: Vicente Azuero.
Esta campaña que concluyó con la liberación definitiva de la Nueva granada fue una proeza
militar que ocupa los altares de las victorias militares de la historia universal . “En un solo
día Bolivar destruye los frutos de una campaña de cinco años y en una batalla reconquista
todo lo que habíamos ganado en innumerables encuentros.” exclamó Morillo cuando se
enteró de la derrota de Boyacá. Bolívar dominaba Nueva Granada, el Virrey había huido a
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Cartagena. Los españoles tenían fortificación al Oeste, en la costa atlántica; al Norte, en
Cúcuta y al Sur cerca del Ecuador. El resto de los españoles habían huido hacia Lima y
Quito al igual que el clero del Sur, sin embargo el avance del ejercito patriota hacia al Sur
fue indetenible.
Bolívar expuso la unión del territorio liberado en una sola nación: La gran Colombia estaba
naciendo. Esta idea fue apoyada por todos. Bolívar organizó al gobierno y dejó en la
vicepresidencia a Francisco de Paula Santander cuyos meritos eran innegables tanto en la
batalla de Boyacá como en todo el paso de los Andes. El 28 de septiembre la ciudad realizó
una celebración en honor a la victoria. Bolívar atravesó la ciudad en solemne procesión
seguido por su ejército, se erigieron arcos del triunfo al mejor estilo romano. Se levantaron
seis estatuas que representaban las seis virtudes de Bolívar. Veinte jóvenes vestidas de
blanco cantaban himnos a su gloria y una de ellas, cuyo padre había sido decapitado por los
españoles, le colocó una corona de laureles. Antes de partir de regreso a Angostura, donde
se ratificaría de forma legal la anexión del territorio a la nación, Bolívar envió carta al
fugitivo Virrey para intercambiar a Barrientos y su estado mayor a cambio de iguales
prisioneros. Todo esto con el fin de dar por terminada la ley de la guerra a muerte pero el
virrey no se dignó contestar dejando a los prisioneros ante su trágica suerte.
La amenaza ahora estaba en el Norte. Morillo había enviado a De La Torre a Cúcuta y Páez
no había logrado detenerlo. Morillo no creyó prudente enfrentar a un victorioso Bolívar y
decidió mantenerse inactivo en Venezuela a la espera de refuerzos de España. Esto fue
favorable a Bolívar. Morillo había magnificado la fuerza de Bolívar, la realidad era que el
ejército patriota estaba en estado lamentable, necesitaba cañones, pertrechos y refuerzos.
Bolivar necesitaba tiempo y eso fue lo que Morillo le dio. Bolívar siguió su avance al Norte
en vía de regreso y era aclamado por los pueblos. De la torre intentó un nuevo ataque pero
Bolivar no le dio importancia, dio instrucciones a Urdaneta para con una división bautizada
como Ejercito de Norte lo mantuviera a raya.
Los temores de Bolívar al partir a la conquista de Nueva Granada, se hacían ciertos: Mariño
y Bermúdez habían cundido de intrigas al gobierno. El vicepresidente Zea fue
desobedecido en tal forma que había terminado encarcelando a Arismendi, acusado de
instigador; además hubo de destituir a Mariño. Mariño fue hasta el congreso y acusó a Zea
mientras dejaba colar que, siendo éste el representante de Bolívar, era cómplice del riesgo al
que estaban sometidos por el abandono de Bolívar al que acusó de desertor. Mariño expuso
de manera solapada a través de algunos congresistas que Bolívar se había llevado el grueso
del ejercito a otro país y había dejado para la defensa de Angostura solo una pequeña
división la cual no soportaría un ataque español que, por cierto podría suceder el cualquier
momento. El pánico cundió la ciudad. Llegaron informes una vez más de que Bolívar había
sido derrotado, que había muerto, que había sido capturado; al final un congresista
partidario de Mariño expuso: “Acostumbrémonos, de una vez por todas a menospreciar a
Bolivar. Entonces nos veremos libres de su custodia”. Zea no podía controlar al congreso,
al final terminó destituido el 13 de noviembre y elegido Arismendi Vicepresidente, el cual
fue traído en hombros desde la prisión. Tomó el mando y nombró a Mariño, otra vez,
Comandante en Jefe de los ejércitos del Este.
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sorprendidos cuando, repentinamente, apareció el Libertador en Angostura el 11 de
Diciembre. Bolívar se hizo el desentendido de todo lo sucedido y en plan amigo abrazo a
todos, agradeció a todos y le aseguró a cada uno por separado su confianza. Bolívar
necesitaba el congreso. Reunido este, el 15 de Diciembre de 1819, Bolívar expuso los
logros de la conquista y solicitó la anexión del territorio en un gran país que llegaría hasta el
Ecuador. Al terminar, Zea dio un discurso de alabanza a Bolivar y los mismos que días
atrás gritaban crucificadle hoy de pie gritaban ovaciones al héroe. Arismendi renunció a la
vicepresidencia.
La Gran Colombia acababa de nacer, comprendería tres departamentos con sus respectivas
capitales: Venezuela, Colombia y Ecuador; con Caracas, Bogotá y Quito respectivamente.
Debía formarse, además, una Capital Federal donde se asentaría el poder. Debía elegirse un
presidente y un vicepresidente. Cada provincia debería tener un gobernador con titulo de
vicepresidente. Bolívar fue electo Presidente y se decidió que un representante de Nueva
Granada asumiera la vicepresidencia por lo que Zea fue elegido, así las cosas el triunfo de
Bolívar sobre la conspiración era total.
Bolívar regresaría a Bogotá donde fue recibido con Vivas y desfile en honor a la nueva
Republica, esto halagó mucho a Bolívar, quien se sintió complacido; Santander había sido
el organizador de todo. Sin embargo la paz no había llegado aun, el estandarte real aun
ondeaba en Caracas, Quito y Lima. Apenas Bolívar abandonó Bogotá para regresar a
Angostura, Santander había ordenado el fusilamiento de treinta y cinco españoles, entre
estos el coronel Barrientos. Bolívar montó en cólera pero ante el hecho consumado no
pudo hacer nada. Santander dio argumentos más ninguno tenía prueba sobre la necesidad
de tal acción, por lo que el oscuro acto quedó para la historia como un simple acto de
venganza. Una campaña de descredito y un daño a la imagen internacional acompañaría al
hecho tan vil e inútil. La relación entre los soldados venezolanos y granadinos y sus jefes no
era buena y empeoraban cada vez más. “Los malentendidos que surgen de la unión que
traté de establecer me hacen sufrir las torturas de los condenados. La única razón que me
incitó a proponer la creación de la Gran Colombia fue el pensamiento de disipar para
siempre las causas del odio, desunión y desintegración. ¡Qué desengaño, si estas se
multiplican ahora!”
“Estoy decidido a decir adiós a Venezuela el verano próximo y a dirigirme a Chile, Buenos
Aires o Lima para morir…pues doquiera que voy hay desunión y desorden. Pronto vendrá
la muerte. ¡Qué pueblo infernal tenemos aquí!.
Bolívar sólo estuvo dos semanas en Angostura, ahora el problema era por donde continuar
el avance libertador: ¿Por Venezuela, Nueva Granada o Ecuador? A Santander escribiría:
“El enemigo debe ser dividido, pues dividido podemos enfrentarlo sin arriesgar el destino
de Colombia en una batalla general que podría ser fatal. La disciplina es la virtud principal
de estas tropas enemigas como el coraje es la nuestra; pero resulta evidente que aquella es
más útil en batalla que el valor.”
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Alianza para el mantenimiento del dominio en América. Prusia y Austria se mantuvieron
indiferentes pero el zar de Rusia envió a Cádiz una flota en auxilio; sin embargo después de
la espera, cuando por fin llegaron los barcos no fueron considerados aptos para atravesar el
Atlántico por lo que fueron devueltos. La tropa que ya tenía casi un año acuartelada en
Cádiz en espera de como pasar a combatir en América, sufrió el efecto de ejército ocioso.
Los oficiales se quejaron de la paga, los soldados de la comida y el alojamiento. Dentro del
cuerpo de oficiales se fundaron sociedades secretas. Se regaron historias sobre lo terrible de
la revolución sudamericana, que de la fuerza expedicionaria anterior nadie había regresado,
que la fiebre amarilla la guerra y lo despiadado de los americanos habían aniquilado a todos
los soldados en la misteriosa selva.
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1820-1821
LIBERACION DE VENEZUELA
SIMON BOLÍVAR
66
LIBERACION DE VENEZUELA
1820-1821
67
SUCESOS DE ESPAÑA-CONSTITUCION DE CADIZ
El 1 de Enero de 1820 el ejército español se rebeló al grito de “Constitución y Libertad”. El
movimiento se extendió con rapidez al resto del país y el Rey tuvo que ceder, jurando la
constitución. De este suceso la revolución americana fue favorecida en la orden de
desmovilización del ejército español, ningún soldado vendría a América. En marzo, los
periódicos de Caracas, no divulgaron mas allá de una simple revuelta sin consecuencias. Sin
embargo. Más tarde llegaron a Morillo desde Madrid órdenes de publicar la constitución y
tratar de restablecer la paz mediante la conciliación. Morillo se vio obligado a publicar la
constitución y se consideraba separado del mando. Además el ministro real lo urgía a
terminar la guerra que estaba arruinando a España. Morillo recibió instrucciones de
negociar con los cabecillas de la revolución. Al leer esto dio rienda suelta a la indignación.
“Se han vuelto locos en Madrid, me piden que me rebaje a tratar con los mismos hombres
a quienes combato. Todo está perdido. Obedeceré pero desde ahora en adelante no hay
que contar con el sojuzgamiento de estas provincias”.
Sin saber mucho de esto Bolívar estaba listo para liberar la costa Atlántica colombiana.
Mariano Montilla y Brión ejercerían presión desde Rio Hacha y Santa Marta. Una segunda
fuerza de combate debía bajar desde el rio Magdalena y librarlo de españoles. Bolivar estaba
con Urdaneta en el ejército del Norte. Al mismo tiempo se ordenó a una división avanzar
hacia el Sur a preparar la campaña contra Ecuador. A punto de comenzar la operación
conjunta, Bolívar recibió las noticias de la revolución española. “¡Qué suerte loca”,
exclamó, las nuevas de España no podrían ser mejores. “Nuestro destino está decidido, ya
es seguro que no vendrán más tropas a América y así la lucha se inclina a nuestro favor.”.
Sin embargo en el campo de la guerra nada se detenía, los españoles del Sur habían
avanzado sorpresivamente al Norte y amenazaban Bogotá, fueron repelidos y expulsados al
Sur. La invasión de Montilla al mando de la legión extranjera que recibió en Margarita no
prosperó; al llegar a Rio Hacha, el 12 de marzo de 1820, los españoles se negaron a rendirse
por lo que Montilla ordenó a su flota seguir adelante para liberar Santa Marta y Maracaibo;
estos se negaron y exigieron, además de su pago, ser llevados a una colonia británica,
exponiendo que aun siendo recién llegados ya estaban cansados de servir a un estado mala
paga. Montilla hizo lo que pudo hasta que se decidió por evacuar Rio Hacha y prescindir de
los irlandeses. Estos en una noche se emborracharon e incendiaron la ciudad y se llevaron
los barcos. No obstante Bolívar felicitó a Montilla por su actitud ante el acto y le hizo ver
que no era para él nada sorpresivo esa actitud de los irlandeses.
En cumplimiento a la orden real, Morillo había constituido una junta de Pacificación con
sede en Caracas. La junta envió una circular a los líderes rebeldes: Páez, Bermúdez,
Montilla y muchos otros. Propuso Morillo un armisticio por un mes y el deseo de llegar a
un entendimiento con ellos. Morillo se llevaría una lección, todos los líderes por separado
lo remitieron a Bolívar. Mandó comunicación al Congreso de Angostura y esto tampoco
prosperó. Morillo entendió que cualquier trato tendría que pasar por Bolívar. Al fin Morillo
ordenó carta para Bolivar y la envió a través de De La Torre. Bolívar respondió de
inmediato: “Con la mayor satisfacción acepto, en nombre del ejercito que aquí acampa, un
armisticio de un mes de duración que usted propone en nombre del comandante en
jefe…lamento que los delegados del gobierno español hayan tenido que dar tantas vueltas
antes de hallar mi cuartel” En el ejército español comenzaron a sucederse deserciones en
masa.
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ARMISTICIO
Confiado en su triunfo, Bolívar escribió a Morillo y le envió una copia de la constitución de
Angostura. Este estatuto sería la única base para negociar. Los representantes de Morillo no
estaban facultados para negociar en esos términos, pero éste estaba dispuesto a tratar con él
como presidente de un estado soberano. Esto agrado sobremanera a Bolivar. Una serie de
éxitos se sucedieron con rapidez: Montilla liberó Rio Hacha y Santa Marta, la ciudad que no
se había pasado al lado revolucionario desde 1810 y que se había constituido en un fuerte
bastión español. Bolívar ocupó Mérida y Trujillo. Las deserciones españolas eran cada vez
más grandes. Con todos estos éxitos Bolívar solicitó a Morillo un armisticio por seis meses.
Morillo contestó con una contrapropuesta y por primera vez nombró una comisión para
llevar la respuesta.
Morillo avanzó con su ejército para acercarse a Bolívar y se situó en Trujillo. La situación
de Bolívar se hacía crítica, no podía arriesgarse a dar batalla ni tampoco mostrar debilidad,
si es que quería firmar un armisticio. Lentamente retrocedió a una posición más favorable
por si Morillo continuaba acercándose. Durante este periodo la comunicación fue
constante y extrema entre los dos comandantes, explicándose las razones de cada paso que
daban. Bolívar exigió a Morillo que detuviera su marcha y este le respondió que su avance
era solo para proteger Maracaibo, la otra ciudad que junto a Coro y a la recién caída Santa
Marta nunca se habían sumado a la revolución. Las notas eran de una firmeza y una
diplomacia que quedó para los anales de la historia como ejemplo de manejo diplomático.
“Si vuestra excelencia continúan avanzando y al hacerlo cree que puede imponer las
condiciones del armisticio, le aseguro que no las aceptaré y que vuestra excelencia será
responsable ante la humanidad y su propio país de la continuación de este sangriento
conflicto”, escribió Bolívar a Morillo. Un emisario le llevó una solicitud de Morillo donde
este enviaba el deseo de que Bolívar se retirara hasta Cúcuta, a lo que éste le respondió
“Decidle a vuestro comandante que con mucho gusto me retiraré a Cúcuta cuando vuestra
excelencia se retire a Cádiz”.
Al final el histórico encuentro entre los dos generales se realizaría en la Villa de Santa Ana
el 27 de Noviembre de 1820. Antes de verse ya habían firmado los preliminares que
regularían el armisticio. Morillo se hizo acompañar de un escuadrón completo y un batallón
de infantería, todos pomposamente ataviados para la ocasión. Cuando apareció O´Leary
anunciando la inminente llegada del Libertador, fue de gran asombro generar al ver
aproximarse a Bolívar montado en una mula y acompañado solo por quince de su estado
mayor. Morillo exclamó “¿Ese es Bolívar?”, ¿Ese es el grande hombre que ha puesto de
cabeza a un imperio completo?. Los dos hombres se abrazaron y, apenado Morillo, ordenó
el retiro inmediato del ejército que lo acompañaba. De la conversación privada de los dos
hombres durante los tres días que compartieron en la Villa de Santa Ana, nada quedó
escrito; el armisticio quedó ratificado: los dos ejércitos se mantendrían dentro de sus límites
al momento de la firma. Se haría un canje de prisioneros, se regularía la guerra. Se asomaba
la posibilidad de una finalización de las hostilidades y en el encabezado se habló de los
gobiernos de Colombia y España con lo que quedaba reconocida la Republica. Los dos
hombres se reconocieron y Morillo quedó, según sus propias palabras, “hechizado de la
personalidad de Bolívar”. En el momento de la despedida se ordenó, a solicitud de Bolívar,
elevar un monumento en el sitio exacto del primer abrazo, por lo que de inmediato se
colocó un monolito de piedra. Morillo, luego desde Europa, le escribiría como a un amigo
y le admitiría que su franqueza lo había afectado profundamente. Morillo abandonó el
mando y le sucedió en este De La Torre. Este era menos eficiente como comandante que
Morillo y además estaba casado con una pariente de Bolívar y ya se encontraba ligeramente
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ganado a la causa americana, como muchos de los del estado mayor, plazas y soldados
españoles. Sin embargo este Armisticio ocasionó criticas en Angostura al sentirse estos
inconsultos a la toma de decisiones personales por parte de Bolívar. Se dijo que el
armisticio era más dañino que diez derrotas. Bolívar escribiría a Urdaneta: “Las altas
autoridades de Angostura piensan que, como están en el Orinoco, están en el Támesis, y
aunque pertenecen al a raza de los manaures, se creen todos Pitts”, haciendo alusión a los
lores ingleses que desde Londres dominaban la monarquía constitucional inglesa .
SUBLEVACION DE MARACAIBO
En enero de 1821, Bolívar se encontraba en Bogotá para dedicarse a la negociación con
España; nombró comisiones que envió a tratar con el Rey, envió cartas a Morillo
pidiéndole interceder ante el Rey, envió cartas a De La Torre indicándole la conveniencia
de llegar a un acuerdo de paz. La Asamblea Nacional de Colombia debía reunirse en
Cúcuta, por lo que a finales de enero Bolívar dejó Bogotá. En camino hacia Cúcuta, Bolívar
se enteró de que Maracaibo se le había sublevado a España y el 28 de enero de 1821, se
había pasado al lado patriota. Su organizador fue el general Urdaneta, uno de los tantos
descontentos por el armisticio que según ellos dejaba la mayor parte del territorio en manos
de España. Urdaneta urdió un plan y asumió su total responsabilidad, aunque Bolívar
conocía esto, todo se manejó de manera secreta para que el armisticio no fuera violado.
Ante el éxito de Urdaneta al lograr una sublevación civil sin comprometer al ejército,
Bolívar tenía que tomar una decisión. Si interfería el armisticio sería ofendido con esta
acción y España así lo reclamaría. Sin embargo la conquista de esta provincia era de una
utilidad estratégica invalorable así que sin dudarlo, Bolívar felicitó a Urdaneta por el logro
obtenido y, consiente del significado de esta acción, giró instrucciones a sus comandantes
para prepararse para el inicio de las hostilidades, el armisticio había sido roto.
Para Bolívar esta zona anexada directamente al territorio de Colombia era de una
importancia estratégica enorme; para España no lo era tanto, mas sin embargo, el daño
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moral que causaba que una de las pocos territorios que jamás habían dejado de ser española
y que fuera la ciudadela española por excelencia desde 1810 ahora fuera parte de Colombia
era una herida al corazón. El Mariscal De La Torre envió su protesta, pero Bolívar le
respondió que el armisticio no contemplaba casos como ese donde la provincia se liberara
por otros medios distintos al ejército libertador y le recomendaba someter la situación a un
tribunal arbitral. El español se negó y exigió la devolución de la zona. Las cartas fueron y
vinieron y cuando el español comprendió que con la perdida de Maracaibo al Norte y
Guayaquil al Sur al mismo tiempo de forma casi voluntaria, él se encontraba en una
posición más que difícil; pidió continuar el armisticio. Bolívar aprovechó para exigir
mejores condiciones, consciente que De La Torre no estaría en capacidad de aceptar.
LIBERACION DE VENEZUELA
La campaña comenzó el mismo 28 de abril de 1821, Bolívar ordenó a Bermúdez atacar
Caracas, en la comunicación le dijo que no acarrearía sobre él ninguna responsabilidad el
resultado de esta acción, que solamente atacara y que el propio Bolívar asumía la
responsabilidad de las consecuencias. El ejército español ocupaba todo el nordeste lo que
impedía el avance a Bolívar, pero De La Torre no contaba con que Caracas podría ser
atacada por el Este como efectivamente atacó Bermúdez, el cual después de derrotar a los
españoles entró a la capital el 13 de Mayo. De la Torre envió a Morales a detener el avance
de Bermúdez y éste al ver la supremacía del español se retiró; su misión había sido realizada
con éxito, dividió al ejército español. Ahora Bolívar concentraría en un solo bloque a los
tres ejércitos del Oeste para atacar.
Bolívar llegó a San Carlos el 5 de junio, allí se encontraría con Páez y Urdaneta. El
Libertador había logrado unificar a sus ejércitos y el 15 de junio se enteró que los españoles
se habían retirado a la planicie de Carabobo. Bolívar organizó al ejército patriota en tres
divisiones: Páez a la Vanguardia; la segunda división bajo el mando de Sedeño y el Coronel
Plaza al frente de las reservas. Seis mil hombres conformaban el ejército de Bolívar que por
primera vez era superior al español, De La Torre contaba solo con cinco mil hombres ya
que Morales había dejado tres mil a la defensa de Caracas. De la Torre escogió la planicie
de Carabobo para defender el paso a Caracas. Por la mañana del 24 de Junio de 1821 los
patriotas se apoderaron de los cerros de Buena vista; cuando Bolívar divisó al ejército
enemigo ya este se encontraba en formación de batalla. Seis columnas de infantería y tres
regimientos de caballería se habían desplazado y ocupado las llanuras y cerros circundantes.
Con esa formación Bolívar vio que un ataque frontal sería un suicidio.
Para usar la sorpresa como táctica Bolívar hizo adelantar a dos de sus divisiones para hacer
creer a los españoles que atacaría por el centro. Mientras tanto ordenó a Páez que rodease
el ala derecha de De la Torre que era la más débil y atacase por la retaguardia. A las once
de la mañana al mismo tiempo en que se situaban al frente del enemigo las divisiones
patriotas en formación, comenzó Páez su marcha por terreno accidentado abriéndose paso
a punta de machete y en zonas donde solo podían pasar de dos en dos. Tarde comprendió
de La Torre que sería atacado por el ala derecha. Toda su formación de guerra quedó
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trastocada, la reserva tendría que actuar de vanguardia. De la Torre envió primero a un
regimiento y luego dos más a repeler el ataque. El regimiento Británico entró en acción en
auxilio de los valientes de Apure. Bolívar, que dirigía la batalla desde una colina envió
refuerzos a la segunda división. La infantería patriota comenzó un avance indetenible hacia
la llanura y los españoles pusieron en movimiento su caballería. La caballería patriota con
Páez a la cabeza entró también en movimiento siendo suprema la victoria de los jinetes de
Páez. Dos regimientos españoles fueron destruidos y un tercero se rindió al verse rodeado
por los llaneros. La artillería y dos regimientos españoles intentaron retirarse a Valencia,
pero Bolívar lanzó a la segunda y tercera división que aun mantenía en reserva. El coronel
Plaza del ejército patriota, murió en combate heroico. De la Torre y Morales lograron huir
con el único regimiento que les quedó. Bolívar mismo tomó parte de la acción en
persecución y lanzó sobre ellos a los jinetes. El general Sedeño se arrojó solo contra una
formación de soldados de infantería española y murió. Bolívar al ver que la persecución era
desorganizada y sin plan detuvo la acción. Los españoles escaparon dejando su artillería.
Otra pérdida del ejército patriota fue la del negro primero quien al sentirse herido de
muerte en pleno campo de batalla busco a su jefe Páez para despedirse de él. Con la
segunda batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, Venezuela había sido liberada.
La guarnición de la Guaira intentó abrirse paso a Puerto Cabello luchando, pero al final
aceptó la honorable rendición ofrecida por Bolívar. Solo Puerto Cabello y Cumaná
lucharían un tiempo más. Bolivar entró triunfante a Caracas como en 1813. Esta vez no se
quedó mucho tiempo. Tomó algunas decisiones y dejó a Soublette en el gobierno de
Venezuela. En México, Iturbide había logrado la independencia; esto garantizaba la
independencia de Centro América. Al sur, San Martin ya se encontraba en Lima, aunque el
país en forma general aun seguía en manos de España. Bolívar temía que San Martin
avanzara a Guayaquil y este se sumara a Perú.
Desde Maracaibo envió comunicación a Cúcuta “Estoy resuelto a ser un gran ejemplo de
republicanismo, de modo que este acto sirva de ejemplo a otros. No es prudente que el
gobierno recaiga en las manos del hombre más peligroso…ni es conveniente que el
comandante en jefe del ejercito administre justicia, pues seguramente se producirá un
conflicto general contra este individuo y cuando el caiga arrastrará en su caída a todo el
gobierno”. A su ministro de finanzas escribió: “Se lo que puedo hacer mi amigo, y donde
puedo ser útil. Tenga la seguridad de que solo soy bueno para luchar…o por lo menos para
marchar junto a los soldados, e impedir que manden otros peores que yo. Todo lo demás
no es sino una ilusión de mis amigos. Como me vieron guiar el rumbo de un barco en la
tormenta, creen que debo ser almirante de una flota…me parece que nada será considerado
más sublime que mi renuncia al poder y mi dedicación por entero a las armas que pueden
salvar a mi país. La historia dirá: Bolívar tomó el gobierno para liberar a sus conciudadanos
y cuando fueron libres los dejó para que pudieran ser gobernados por la ley y no por los
dictados de su corazón”.
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El parlamento mantuvo su posición por lo que Bolívar tomó juramento como presidente
de la Republica el 3 de Octubre de 1821. El gobierno quedó constituido de forma central.
En vez de las grandes provincias previstas en Angostura, se crearon provincias menores, se
eliminaron los cargos de vicepresidentes regionales y se designaron intendentes de
departamentos. Venezuela fue dividida en tres provincias y Nueva Granada en cuatro.
Bolívar aunque logró imponer la mayor parte de sus observaciones no quedó conforme por
lo difícil que fue el que le aprobaran lo solicitado y porque partes esenciales fueron
rechazadas. Con esa constitución los hombres seguían sintiéndose Venezolanos y
Neogranadinos y como se había acordado que Ecuador formaba parte de la Unión, la
capital fue trasladada a Bogotá, que estaba a igual distancia de Quito y Caracas. Esto dio
origen a una tormenta de protestas de parte de la delegación de Venezuela. Aprobada la
Constitución Bolívar, dejó en este esfuerzo de unidad heridas lacerantes en los corazones
de los patriotas de ambos bandos que pugnaban por su propio interés regional. A pesar de
ser un triunfo político por parte de Bolívar, este intuyó que esa unión lograda de esa
manera era efímera y mal lograda. Cuando las campanas de la catedral de Bogotá
anunciaron al mundo que la República tenía constitución, Bolívar dijo: “Las campanas
doblan por la muerte de Colombia”.
Bolívar solicitó una ley especial que le permitiera ausentarse del gobierno para seguir la
campaña del Sur, quiso dejar a Nariño de vicepresidente, pero este había sido muy
discutido durante la aprobación de la constitución por lo que Bolívar propuso la
vicepresidencia a Francisco de Paula Santander. La elección fue fatal pero inevitable; para
ese momento Bolívar aun confiaba en Santander quien ya preveía un enfrentamiento con
Páez, el cual nunca pudo ser aplacado; a Santander, Bolívar le escribió antes de partir al Sur
“Usted no se imagina el espíritu que anima a nuestros jefes militares. No son los mismos
hombres que usted conoce. Son hombres que no conoce, hombres que han luchado
durante mucho tiempo…, que creen haber reunido muchos meritos y que ahora se sienten
humillados, miserables y desesperanzados de recoger alguna vez los frutos de sus esfuerzos.
Son llaneros resueltos e ignorantes; hombres que nunca se consideraron iguales a otros que
saben mas y que tienen mejor aspecto que ellos. Yo mismo, que siempre he sido su jefe, no
sé todavía de cuanto son capaces. Los trató con la mayor consideración, pero incluso esta
consideración no es suficiente para proporcionarles la confianza y la franqueza que deben
existir entre camaradas y compatriotas. Nos encontramos al borde del abismo, o mejor aún,
en la cima de un volcán que puede entrar pronto en erupción. La paz me asusta más que la
guerra. Y con esto le doy una idea de lo que no digo ni puedo decir”. Es más que obvio que
Bolívar describía en esta nota a Páez y lo que se esperaba de él.
Venezuela y Nueva Granada estaban definitivamente libres del gobierno español pero un
nuevo gobierno nacía, para muchos, más nefasto que el anterior. Bolívar seguiría su lucha
por la libertad del Sur y no tardaría mucho en comprobar que su pesimismo no solo no era
infundado sino que los sucesos que vendrían después de lograda la paz, serian más
peligrosos para su salud que todos los enfrentamientos en los campos de batalla.
73
Por su parte, al Sur, Sucre se hacía cargo de la situación de Guayaquil; donde, en su primer
rapto de entusiasmo, los revolucionarios habían concebido la esperanza de penetrar el
interior y apoderarse de Quito, donde el gobernador español Aymerich estaba fortificado.
Al llegar Sucre la situación militar era causa de gran ansiedad pero la política era intrincada
y tortuosa. Los monárquicos no eran los únicos enemigos con que Sucre se encontró, los
habitantes de Guayaquil y los gobernantes de Perú también ponían en peligro el éxito de su
misión. La anexión a Colombia no era popular, para la mayoría era más deseada la
completa independencia o en su defecto la anexión al Perú. Además San Martin que ya
gobernaba en Lima, aunque España seguía en posesión del país, había enviado emisarios
para hacer propaganda a favor de la anexión al Perú. Sucre solo tenía a su favor el
conocimiento de los patriotas de Guayaquil de que no podrían mantenerse sin ayuda de
Bolívar, por lo que se aferraron de su mano con la esperanza de soltarla apenas pudieran.
Sucre había firmado un pacto de amistad con el consejo de Guayaquil, en mayo de 1821,
asegurando el apoyo del ejército colombiano, evitándose tocar el tema de la anexión. Era
imposible para Sucre avanzar a Quito, por no contar con recursos suficientes para subir a
una helada ciudad que estaba en la cima de la cordillera, debido a esto se planteó dejar que
fuera Aymerich quien llevara la ofensiva. El español cayó en la estrategia y atrevidamente
descendió con tres mil hombres en dos divisiones, por caminos separados, a avanzar sobre
Guayaquil en las cálidas costas. Sucre con una fuerza inferior derrotó a la división de
Aymerich y obligó a la otra a retroceder. Pensando en que podría aprovechar la ocasión,
Sucre marchó sobre Quito, pero los españoles le enfrentaron en batalla y convirtieron las
victorias colombianas en una fulminante derrota, Sucre apenas pudo escapar con cien
hombres. España podría en ese momento reconquistar Guayaquil con facilidad. Pero no
tuvieron valor para enfrentarse en la costa una vez más, pensando que la fuerza colombiana
era superior a la devastada división que había sobrevivido. Dos meses después con Sucre
reforzado, El 21 de noviembre de 1821, España ofreció un armisticio el cual Sucre aceptó
de inmediato.
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1822
LIBERACION DEL ECUADOR
SIMON BOLÍVAR
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LIBERACION DEL ECUADOR
BOMBONÁ
PICHINCHA
MANUELA SAENZ
SAN MARTIN
CONFERENCIA DE GUAYAQUIL
1822
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BOMBONÁ
En Enero de 1822 Bolívar decidió atacar Pasto: “Nuestra caballería llegará sin caballos;
nuestras pertenencias se habrán perdido. Necesitaremos pan; el ganado será escaso, porque
los animales agotados se perderán en el camino. Se producirán innumerables enfermedades
pues la época de lluvia es la peor temporada. Las deserciones no cesarán, según nos enseñó
la experiencia. Además están las ventajas del enemigo…cuenta con cuatro mil hombres, un
numero que no puedo reunir y estos cuatro mil hombres estarán descansados y en posición
favorable. Comprendo claramente que debemos luchar contra lo imposible, pues no puede
modificarse la naturaleza de esta tierra ni la de este pueblo débil”.
Si la hazaña que realizó Bolívar cuando atravesó los Andes es parte de la gloria eterna de
este audaz estratega, la marcha de Popayán a Pasto no es menos grande. Además de lo
inaccesible del rocoso y helado terreno rodeado de impresionantes corrientes de agua y
cascadas, la lucha se realizaría en una región montañosa donde las cresta s cubiertas de nieve
se elevaban a los seis mil metros. Los españoles sabían que sus posiciones eran
inexpugnables y, seguros de la posibilidad del ataque de Bolívar, ya el General García se
había atrincherado con su ejército en las colinas que dominaban Pasto. Bolívar en su
avance, ya había perdido mil hombres, entre el acoso de la naturaleza y el de la guerrilla
española que los acosaba. En el sitio de Juanambú Bolívar reconocería que a pesar de lo
inaccesible de la posición del ejército español que estaba atrincherado con mil ochocientos
hombres sobre la colina, había que intentar el cruce. De no hacerlo estaba obligado a
admitir la derrota y retroceder después de tanto sacrificio. “La posición del enemigo es
extraordinaria, nuestra fuerza no puede aquí mantener la posición ni en todo caso
retroceder. En esta condiciones nuestro valor se hace mas grande, Juro que este ejercito
puede y debe ganar”.
El 7 de abril de 1822, los ejércitos de García y Bolívar medirían sus fuerzas. La batalla ahí
librada pasó a la historia como la Batalla de Bomboná. El General Valdés debía cercar el ala
izquierda de los españoles trepando por las rocas y colinas que protegían su posición.
Mientras tanto la sección principal del ejército, al mando del General Torres, tenía que
atacar sin demora al centro español. La batalla comenzó hacia las dos y media de la tarde
con la posibilidad de solo unas cuatro horas de luz. Los españoles defendieron las colinas a
fuego de cañones y rifles; las perdidas en las filas patriotas fueron terroríficas. Este
combarte fue uno de los más sangrientos de la guerra. Después de tres horas Bolívar vio
que el cerco había tenido éxito y una vez más lanzó sus tropas contra el centro del enemigo
pero este no flaqueó. Cayó la noche y ninguno de los bandos pudo continuar peleando. La
Batalla de Bomboná no dio la victoria a ninguno de los dos bandos.
Las pérdidas de Bolívar fueron mayores que las del general español, García. Bolívar había
sacrificado a un tercio de su tropa y no había avanzado un milímetro. Al día siguiente el
general español le envió dos banderas colombianas que había capturado durante la batalla.
En su mensaje dijo a Bolívar que no quería guardar trofeos de un enemigo a quien podría
destruir pero no conquistar. En la misma carta, sugería a Bolívar que retrocediese a
Popayán, puesto que no había podido apoderarse de Pasto. Bolívar entendió en este gesto
que el español estaba dispuesto a negociar, más después de nueve días de infructuosas
comunicaciones Bolívar entendió que Pasto no sería dominada y desistió del plan. Bolivar
no escapó a la censurara por haber intentado lo imposible. La prensa colombiana calificó la
batalla de Bomboná como una ocasión para derramar sangre inútilmente. Más, sin
embargo, el plan de Bolívar de hacer un cerco con él por las montañas y Sucre por la costa,
para converger en Quito había prosperado con esta acción.
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PICHINCHA
Mientras Bolívar atraía hacia Pasto a lo mejor de las tropas españolas, quienes tenían en su
mente la lección dada por el intrépido Bolívar en Boyacá y no despreciaban cualquier
intento de ataque de Bolívar; Sucre, que había logrado unificar a los soldados argentino-
peruanos con Santa Cruz de aliado, avanzaba hacia las montañas y cada día se acercaba más
a la capital. El ejército patriota divisó los picos nevados que custodian a Quito y los
españoles esperaron confiados en que Sucre atacaría por el sur; pero éste ordenó de
improvisto rodear el macizo de Pichincha y avanzar sobre Quito desde el Norte. Los
españoles al darse cuenta de la acción trataron de defenderse pero buena parte de esa
sección, incluido el general García había marchado a Pasto a enfrentar a Bolívar. A las diez
y media del 24 de Mayo de 1822 dio comienzo a la batalla por la liberación de Ecuador. Los
colombianos, argentinos, peruanos, la legión británica, todos lucharon con gran valor. La
victoria patriota la dejó sellada el ataque por asalto del general Córdoba, al frente del
regimiento Magdalena.
Al día siguiente Sucre entró en Quito, la victoria de Pichincha había sido tan comple ta
como la de Boyacá y Carabobo. El gobernador Aymerich y la provincia a su cargo se
rindieron ante el joven oficial cumanés. La capitulación, firmada el 25 de mayo, incluyó la
captura de mil cien hombres y su equipo y, lo más importante, la liberación del suelo
ecuatoriano hasta Pasto. En ese entonces el mismo Pasto ya no podía resistir mas; sin
embargo los habitantes estaban fanáticamente resueltos a luchar hasta morir e incluso
suicidarse antes que permitir que Bolívar entrase a la ciudad. Sin embargo, las autoridades
creyendo que aun se combatía duramente en Quito, comprendieron que Pasto quedaba
entre dos fuegos y era difícil mantenerse. Al enterarse García los sucesos de Pichincha
resolvió la rendición de la ciudad el 28 de mayo, guardando silencio sobre el triunfo de
Sucre. Bolívar por su posición estaba incapacitado de recibir noticias; por lo que, García
manteniendo el secreto logró de Bolívar importantes condiciones para la entrega de Pasto,
incluyendo el respeto a la vida a todos los monárquicos y compromiso de amistad del
Libertador hacia García.
Para aplacar el fanatismo de Pasto, Bolívar se dirigió al obispo de Popayán quien era el
principal incitador de esa actitud y quien había renunciado ante la capitulación de García.
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“!Qué¡ ¿El eminente pastor abandonará el rebaño que el propio Dios le ha confiado? ¿Y
por razones políticas? ¿Quién atenderá entonces la viña del señor?” le pidió esperar a que la
Santa Sede reconociera a Colombia como estado soberano y él sería uno de los santos
defensores de la fe en tan turbulento momento. Colombia perdió un oponente y Bolívar
ganó un admirador. Se organizó un tedeum al que asistió Bolívar. El libertador avanzó
hacia Quito, donde llegó el 16 de Junio y fue recibido con júbilo por el pueblo. Las plazas
públicas estaban adornadas con arcos de flores y banderas colombianas, las campanas de la
catedral se echaron a vuelo y se lanzaron cohetes y salvas. Bolívar abrazó a Sucre y felicitó a
sus hombres, escuchó discursos.
MANUELA SAENZ
El 16 de Junio de 1822, mientras Bolívar cabalgaba por la ciudad en desfile, un gran suceso
lo marcaría para siempre; de un balcón salió disparada una flor que dio en el pecho del
libertador. Bolívar la agarró y al mirar hacia el balcón se topó con unos brillantes ojos y una
sonrisa que le alegraría lo que le quedaría de vida, su nombre: Manuela Sáenz de Thorne.
“si la mitad de mis soldados tuvieran esa puntería, el ejército español habría sido barrido de
la faz de América en el primer encuentro” gritó el Libertador, mientras le devolvía la flor a
la dama.
Manuela Sáenz, hija del acaudalado comerciante español Don Simón Sáenz, quien en
infidelidad a su esposa la también española Doña Juana María Larrahondo y Valencia había
establecido una relación a escondidas con la criolla Doña María Aizpuru, de cuya relación
nacería la bellísima Manuelita. La niña pasó su infancia a la sombra de un hogar donde el
padre llegaba de manera furtiva, lo cual permitió que se estableciera una unión total entre
madre e hija y en la niña un carácter altivo seguro de que sus caprichos serian complacidos
casi en su totalidad. Manuela compartiría su adolescencia con dos esclavas negras con
quienes aprendería a trepar árboles, nadar y andar a caballo sin silla. Su padre se distanciaría
cada vez más de la casa que fue el oculto cálido y amoroso nido, hasta desparecer casi por
completo, por lo que la madre se convirtió en adoradora de los inicios de la revolución en
1809 con la esperanza de un cambio social. Doña María de lado de los revolucionarios en
Quito vio pasar frente a ella de manera impasible a centenares de españoles rumbo a la
prisión, incluido su amante el señor Sáenz. En esa frialdad irían mezclados su amor propio
de mujer abandonada con su corazón americano ofendido ante la tiranía española. Poco
duró este momento antes de que el gobierno español recuperara el mando y las cabezas de
los revolucionarios empezaran a adornar las plazas públicas.
Doña María se fue con su hija a su hacienda fuera de la ciudad. En 1814 cuando la
proximidad del pacificador Morillo hacía temblar lo poco que quedaba de revolución, Doña
María para tratar de proteger a su hija y a la vez para tratar de corregir su creciente
coquetería e independencia, la internó en el convento de Santa Catalina. También es
posible que en esta decisión estuviera la preferencia que se notaba en Manuela por el oficial
de Húsares Fausto D`Elhuyar, español como Don Simón, cuya proximidad a Manuela le
hacía prever a la madre un desenlace igual al de ella en una relación sin futuro. Sin embargo
D`Elhuyar ducho en amores difíciles se las ingeniaría para mantenerse en contacto con la
interna al punto de que un día Manuelita abandonó el convento en secreto y se fugó con el
oficial, dejando desesperada a Doña María quien vio repetirse en su hija su dolorosa
historia. No se equivocaría la madre y su hija seria abandonada también por un español
después de disfrutar de las mieles del amor primero. En un principio Manuela desconsolada
no dejaba de llorar y regreso a la casa de su madre quien la recibiría con inmenso amor. Sin
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embargo Manuela de carácter fuerte haría de esta derrota amorosa su escudo para salir
adelante, sus deseos de idilios aumentaron más, sin ser herida; ahora no le importaría a ella
herir a nadie. Manuela, también se impuso lograr una posición social sustentada en un buen
matrimonio. Esto lo lograría con el inglés Jaime Thorne, hombre taciturno de mediana
edad y gran reputación. Con el matrimonio empezó para ella una agitada vida social, su casa
se convertiría en el centro de la actividad. Llena de lujos, Manuela de Thorne, vio caer
muchas barreras que la sociedad le había impuesto. El doctor al poco tiempo convencido
del poco amor que Manuela le profesaba, le notificó su intención de pasar a Lima a lo que
la bella quiteña no se opuso en lo absoluto y por el contrario se dispuso a acompañarlo de
inmediato.
Tres años pasaría la pareja en Lima, sin embargo la ciudad defraudaría a la bella dama, pues
la llegada del matrimonio a la metrópoli pasaría prácticamente desapercibido, a diferencia
de Quito donde era centro de atención. Sin embargo un nuevo giro darían los
acontecimientos, pues Lima era ya un polvorín de ideas revolucionarias y la gesta de San
Martin en el Sur eran seguidos por todos. Invitada en el inicio por la guayaquileña Rosita
Campuzano a reuniones patriotas, pronto la casa de los Thorne, a despecho del tranquilo y
temeroso doctor, se convertiría en centro de dichas reuniones. La figura principal de la
hazaña emancipadora era José De San Martin, y el corazón de Manuela esperaba con ansia
la llegada del glorioso y magnifico hombre. Una desilusión se llevaría pues la opaca entrada
de San Martin en Lima , su falsa modestia, su rigidez puritana, su desprecio a las multitudes
y su apego al orden conservador de las clases americanas, dejaron en el alma de Manuela la
sensación de que este no era el hombre que había esperado con secreto entusiasmo. Su
amiga Rosita Campuzano ocuparía la cama infiel del héroe del Sur. A pesar de haber sido
condecorada por el propio San Martin con la “orden de las caballeresas del Sol, por su
participación activa en la causa revolucionaria, ésta decidió regresar a Quito cuando se
enteró que su padre, quien se había asentado en Lima desde hace varios años, se iría hacia
allá por temor a acciones contra los españoles. Fue en ese viaje cuando la Señora Thorne
dejaría a su marido en Lima y llegaría sola a Quito y su estadía coincidiría con la llegada de
Bolívar a la ciudad.
El 15 de Junio de 1822 Quito se preparaba para recibir a Bolívar todo era algarabía, las
calles se estaban adornado con arcos y flores esa noche nadie dormiría con el ambiente de
fiesta y música, solo los españoles se apartarían de esa alegría pues quien llegaría era el
hombre que había liberado todo el Norte de la América del Sur. El 16 todo era emoción los
balcones estaban repleto de hermosas mujeres y hombres a caballo correteaban por la
ancha avenida trayendo noticias sobre la proximidad de la llegada de la comitiva al grito de
¡Ya llegan! ¡Ya llegan! Las bandas marciales tocaban himnos de triunfo. Bolívar entraría a
Quito seguido de su oficialidad y 600 jinetes; montaba un magnifico caballo blanco y según
un cronista “Bolívar vestía su gran uniforme militar: casaca bordada de oro, con los
entorchados y charreteras de General, una rica espada del mismo metal, pantalones anchos
de paño, de grana, de idéntica labor al costado, grandes botas de montar con espuelas
sobrepuestas…una faja y banda de seda tricolor con bellotas y rapacejos de oro bajando del
hombro derecho al costado izquierdo, terminaba ciñéndole la cintura..”
Ese encuentro, esa flor y esa respuesta cambiarían la vida de Manuela para siempre.
Manuela encontraría en Bolívar lo que había buscado desde siempre. Esa misma noche se
encontrarían en el baile en honor al Libertador; del brazo de Don Juan Larrea y presentado
por él llegó Manuela al Libertador. Bolívar la invitaría a bailar acaparándose mutuamente
durante la velada. Así marcharían los dos hacia lo inevitable, el amor forjaría un lazo
irrompible para siempre en estos dos apasionados corazones. Dos semanas después tendría
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su primera separación física, cuando Bolívar marcharía a Guayaquil, desde ese momento la
cantidad de correspondencia entre ambos supliría las ausencias. Manuela Sáenz de Thorne
se ganaría las críticas de la sociedad por su infidelidad a su marido, a quien realmente nunca
había amado y del que de manera cruel se refirió en una carta: “Como esposo eres torpe. La
vida monótona está reservada a tu nación. Haces el amor sin sentir placer…conversas sin
gracia. Caminas con pasos medidos, saludas con rigidez. Te levantas y te sientas con
cuidado. Gastas bromas sin reír. Yo me rio de mi misma y de toda tu seriedad británica”.
Con el tiempo ya era pública la relación de Bolívar y la Sáenz, el Dr Thorne le rogó que
volviera con él pero su respuesta fue: “¡No, no y no! Hombre por amor de Dios…mi
querido señor, eres excelente, eres inimitable. Puedes creer que nunca te diré tus defectos.
Pero mi amigo no es una pequeñez que te haya dejado por el general Bolívar…¿Crees
seriamente que si soy elegida por él y soy dueña de su corazón preferiría ser ni siquiera la
esposa del padre, del Hijo y del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no
puedo estar unida a él según las leyes del honor, como tú las llamas. ¿Crees que me siento
más o menos honrada porque sea mi amante y no mi esposo? Oh! yo no vivo para los
prejuicios de la sociedad, que fueron inventados para torturarse los unos a los otros”…y
termina diciendo en esa carta: “hagamos algo más. Casémonos nuevamente cuando
estemos en el cielo…pero no en esta tierra. En nuestro hogar celestial llevaremos vidas
angelicales, enteramente espirituales, pues aquí en la tierra y como hombre eres muy torpe.
Allí todo sería muy británico. Pero basta de bromas. Seriamente y sin reír, con toda rectitud
de conciencia, la verdad y la pureza de mujer inglesa, digo que no me casaría contigo otra
vez”.
El idilio de Manuela y Bolívar se haría tan fuerte que las ausencias por los compromisos del
Libertador y sus campañas harían muchas veces estrago en el ánimo de la apasionada
quiteña.: “Estoy muy enojada y muy enferma. Que cierto es que las ausencias largas matan
el amor y aumentan las grandes pasiones. Tú me tenías poco amor y la prolongada
separación la mató. Pero yo, que tenía una gran pasión por ti, la he mantenido para
preservar mi paz y felicidad. Y continúa y continuará mientras viva. Manuela”. Bolívar
respondería a esta: “Pienso en ti y en tu suerte a cada momento. Sí. Te adoro, hoy más que
nunca”. En una ocasión Manuela escribiría al edecán de Bolívar: “El general ya no piensa
más en mí. En diecinueve días apenas si me ha escrito dos veces. ¿Qué pasa?”. A veces
Bolívar le pediría que volviera a su marido más ni ella quería ni él la dejaría marchar. Una
vez Manuela amenazó con marcharse a Londres con su marido y Bolívar le escribió:
“Espera, sea como sea, ¿Escuchas? ¿Entiendes? Si no, eres una ingrata, infiel y más, una
enemiga. Tu amante” poco después le escribiría: “Mi adorada, tu respuesta no es clara
sobre ese terrible viaje a Londres… ¿Es posible, querida? No me des a resolver acertijos
misteriosos. Dime la verdad y que no quieres ir a ninguna parte. Contéstame lo que
pregunté recientemente, de modo que conozca tus intensiones en forma definitiva y segura.
Quieres verme…por lo menos con tus ojos. Yo quiero verte, verte e nuevo….tocarte,
sentirte, gustarte, unirme contigo en todo sentido. ¿No me quieres tanto como yo? Bueno
es lo más real y honesto que puedes decirme. Aprende a quererme y no te vayas, ni siquiera
con el mismo Dios. A la única mujer… Tuyo. Bolívar”.
“Mi encantadora Manuela, tu carta me deleitó. Todo es amor en ti. Yo también estoy
sufriendo esa fiebre abrazadora, que nos consume como a dos chicos. A mi edad sufro de
una enfermedad que debí haber olvidado desde hace tiempo. Solo tú me tienes en esta
condición. Me ruegas que te diga no que no amo a nadie más que a ti. No, no amo a nadie,
ni amaré a nadie. El altar que tú habitas no será profanado por ningún otro ídolo ni
imagen…aunque sea el mismo Dios. Me has hecho un adorador de la
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belleza…específicamente de Manuela. Créeme que te quiero y te querré solo a ti y a nadie
más que a ti. No te mates. Vive para mí y para ti. Vive para consolar a los desgraciados y a
tu amante que se consume por ti.”
Bomboná y Pichincha, significaban la liberación total del territorio colombiano; con esta
acción Colombia quedó libre de España. Pero Guayaquil era otra cosa, esta provincia no
formaba parte de Ecuador y allí había triunfado una rebelión popular en la que el ejército
colombiano no había tomado parte por lo que había que esperar que fueran sus ciudadanos
quienes decidieran que hacer. La anexión de esta provincia a Colombia podría provocar un
enfrentamiento con Perú, donde se encontraba San Martin. Bolívar ordenó a sus
partidarios ganarse a la opinión pública a favor de la anexión a Colombia, y el mismo se
puso en camino desde Quito. Esta marcha significaba que Bolívar veía más allá de la
frontera de Colombia y su visión se había expandido hasta el Potosí, Perú debía ser
liberado de España. A San Martin escribió: “Siento la mayor satisfacción al anunciar a
Vuestra Excelencia que la guerra de Colombia ha terminado y que su ejército está listo para
marchar dondequiera lo llamen sus hermanos, especialmente al territorio de nuestro vecino
del Sur”. San Martin, quien ya había liberado Argentina y Chile le replicó que la
participación de soldados argentinos y peruanos en Pichincha habían sellado la unión de
Colombia y Perú, y que el único campo de batalla que quedaba en Sudamérica era el Perú.
Bolívar usó todo lo que pudo para anexarse Guayaquil sin ocasionar un enfrentamiento con
San Martin, quien había ordenado de su parte, desde Lima, una política de no intervención.
Bolivar por su parte pidió que Colombia interviniese y escribió a San Martin: “No
comparto el punto de vista de vuestra Excelencia de que la voz de la provincia debe
escucharse antes de que se pueda establecer la soberanía Nacional, pues ninguna parte sola
si no el pueblo en su conjunto, resuelve estas cuestiones libre y legalmente en una asamblea
general” “Los intereses de una pequeña provincia no pueden alterar el porte majestuoso de
Sudamérica. Espero con impaciencia las discusiones que Vuestra Excelencia se digne
sugerir”.
Mientras San Martin enviaba a una flota peruana a Guayaquil, Bolívar ordenó a Sucre, que
se había quedado en Quito al mando de la provincia de Ecuador, que retuviera allí a la
división argentina que había combatido en Pichincha, para impedir que esta protegiera a los
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partidarios de la anexión a Perú. Bolívar llegó a Guayaquil el 11 de Julio, casi al mismo
momento en que llegaba el ejército colombiano. La ciudad era un caos total, las calles
estaban llenas de adictos a los tres partidos; los gritos de “Viva la Independencia” se
confundían con los vítores a Colombia y Perú. En medio de ese caos la presencia de
Bolívar fue vital para la decisión a tomar. Bolívar, según su costumbre, apeló a las masas
declarando que todas las provincias del Sur estaban bajo la égida de la libertad y las del
Norte bajo la ley colombiana. “Solo vosotros os encontráis en una posición falsa y
ambigua. La anarquía os amenaza. Os traigo la salvación”. Prometió un plebiscito, pero
mientras esto se organizaba, sus partidarios destruyeron frente a la casa donde habitaba
Bolívar la bandera de Guayaquil e izaron la de Colombia; los barcos en puerto lanzaban
salvas en honor a Bolívar. Los miembros de la Junta Comunal de Guayaquil huyeron
temiendo por sus vidas. Bolívar reprochó estos actos, pero hay evidencias de que en
privado los apoyaba. Cuando se extendió el desorden, Bolívar anuncio a la Junta Comunal
que asumiría el control para impedir males mayores pero que eso no limitaría la libertad del
pueblo. Guayaquil quedó anexado a Colombia el 13 de Julio de 1822 y Bolivar se declaró su
dictador.
SAN MARTIN
José de San Martin, había nacido en la provincia del Rio de La Plata cinco años antes que
Bolívar, hijo de un alto funcionario del gobierno colonial; muy pequeño fue llevado a
España donde permaneció hasta los veintisiete años de edad. En España, San Martin
ingresó a la Academia Real, destinada a la educación de la nobleza, se hizo cadete. Fue
ascendiendo en su carrera militar de forma gradual. Ante la invasión de Napoleón, San
Martin luchó por la libertad de España contra el imperio francés y al distinguirse en la
batalla de Bailén, fue ascendido al grado de Teniente Coronel; en ese momento se entera
del movimiento independentista en su país natal, Argentina, y decide regresar a América.
San Martin llega a Buenos Aires en 1812 y se pone a la orden de la revolución. Se le
encomendó la organización de los granaderos a caballo. Entrenó su ejército soldado por
soldado y oficial por oficial, con toda la paciencia, tenacidad y disciplina que había
adquirido en los ejércitos europeos. Su temprana victoria en la batalla de San Lorenzo
mostró la efectividad del entrenamiento militar, sin embargo San Martin no estaba
interesado en victorias aisladas; éste, al igual que Bolívar pensó en una campaña continental
y así como Bolívar tomó centro en Caracas, éste tomó centro en Buenos Aires. Ante toda
oposición San Martin fue influyendo con sus victorias. Para San Martin, la clave de la
victoria continental estaba en Perú. Este razonamiento se basaba en que los españoles
habían defendido débilmente las tierras del Plata debido a su escasa importancia
económica, los productos de las pampas eran de escaso valor y de difícil comercio por la
vasta extensión del territorio. En contraste los metales preciosos del Perú representaban un
elemento vital en la economía española, arrebatarles ese tesoro seria una estocada mortal al
corazón español; que le imposibilitaría hacer la guerra. Esto le llevó a San Martin a prever
que España defendería al Perú hasta la muerte.
San Martin tuvo que cruzar los Andes para llegar al Perú. Pero su estrategia contrastaba con
la de Bolívar en la planificación sin improvisación. Estableció una fortaleza en la provincia
de Mendoza, el fuerte de Tucuman, donde apertrechado contra cualquier ataque español se
dedicó a crear un ejército capaz de llevar adelante sus planes; su idea era “tener en
Mendoza un ejército pequeño y disciplinado, pasar a Chile para desembarazarse de los
españoles y establecer un gobierno amistoso y estable que terminase con la anarquía”
“después enviar por mar al ejército para Perú y tomar Lima” “ tenga la seguridad de que la
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guerra no terminará hasta que estemos en Lima”. Más exacto no pudo ser San Martin en su
profecía. El mismo lograría abrir la puerta que terminaría en la aniquilación del último
reducto español de la América, en la inmortal gesta de Ayacucho, dirigida por el gran
Mariscal de Campo, Antonio José de Sucre.
Las dificultades de San Martin para atravesar los Andes fueron superiores a las de Bolívar,
pero tenía a su favor un ejército mejor preparado y pertrechos. A su campamento habían
llegado muchos chilenos después de que España retomará el control del país, entre ellos
uno se destacaría: Bernardo O´Higgins. Después de veinte días para travesar los Andes,
finalmente San Martin llegó a Chile con ocho mil hombres bien entrenados. En
Chacabuco, San Martin obtuvo la victoria que buscaba. A diferencia de Bolívar, San Martin
no buscaba una Gran Patria argentina ni un gran país continental; solo creía en la necesidad
de un país libre y esto no sería posible si los vecinos no lo eran, pues la amenaza de una
invasión esclavizadora por parte del imperio estaría siempre latente. Chile se constituyó en
estado independiente y Bernardo O´Higgins su primer presidente. Al poco tiempo los
españoles apertrechados al sur de Chile contraatacaron en batalla nocturna. O´Higgins y
San Martin apenas pudieron escapar. San Martin reorganizó su ejército y poco tiempo
después, en la batalla de Maipú, ganó para siempre la independencia de Chile. Desde ese
momento San Martin se dedicó a la creación de una flota para invadir al Perú por mar;
cuando la tuvo lista y equipada. Partió con cuatro mil quinientos hombres. “Estamos en
camino hacia el destino final de nuestra independencia”.
El momento de esta expedición era más que propicio, en Perú el Virrey había leído en
público la constitución de Cádiz y solicitó ponerse en contacto con los líderes del
movimiento emancipador. San Martin exigió el reconocimiento de la independencia y en
compensación ofreció establecer una monarquía constitucional con un príncipe español
como rey. El pueblo estaba ganado a esta idea pero el virrey no quiso hablar de
independencia bajo ningún concepto. San Martin a través de provocadores incitó al pueblo
a rebelarse mientras él y su flota sitiarían Lima. Ante esta rebelión el ejército español
depuso al virrey Pezuela y nombró al general La Serna, nuevo Virrey. Se restablecieron las
negociaciones mas no se llegó a ningún acuerdo. La Serna consciente de que el interior del
país aborrecía la independencia dejó una pequeña guarnición en Lima y se apertrechó en las
montañas con el grueso del ejército. San Martin entró a Lima sin resistencia. Sin embargo
Perú no había sido liberado, desde las montañas los españoles podrían bajar en cualquier
momento a retomar Lima y echar al mar a los argentinos. San Martin se proclamó
Protector del Perú. Sin embargo no logró consolidar la independencia. Su gabinete estaba
formado por argentinos, colombianos y peruanos que pugnaban por sus propios intereses.
Su proyecto de constitución fue rechazado. El consejo de estado envió una comisión a
Europa para persuadir a un príncipe alemán a aceptar la corona peruana, pero esta idea
estaba lejos de agradar al pueblo. El odio político envolvió a San Martin, hasta los
compañeros de armas creían que era necesario matarlo para terminar la guerra contra
España. Mediante un atentado se intentó cristalizar esta idea, aunque igual que Bolivar, este
grande también resultó ileso, mas su corazón quedó profundamente herido ante esta acción
de traición.
Los altos oficiales empezaron a perder la fe en su jefe, la fiebre amarilla diezmaba a los
soldados argentinos, las deserciones empezaron a ser rutinarias, el clima moral y físico de
Perú se combinaban para acabar con el más disciplinado de los ejércitos que tuvo la
revolución. El protector intuyó que sin ayuda de Bolivar no lograría la independencia del
Perú, además San Martin se sentía con derecho a pedir ayuda por la colaboración en la
liberación de Ecuador. Creyendo que Bolivar se encontraba aun en Quito, San Martin se
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fue rumbo a Guayaquil donde pensaba lograr con su presencia que se votara por la anexión
de ese puerto para el Perú, y una vez logrado esto seguir a Quito a pedir ayuda a Bolívar.
“Me encontraré con el Libertador de Colombia, la terminación efectiva de la guerra que
sostenemos y la estabilidad del ordenamiento político a la que América se aproxima con
rapidez, hace necesaria nuestra reunión. La sucesión de los acontecimientos nos ha hecho
responsables, en gran medida, de esta noble empresa”.
CONFERENCIA DE GUAYAQUIL
El 26 de Julio de 1822, José de San Martin, cuya sombra de gloria había perseguido a
Bolívar, llegó a Guayaquil. El libertador estaba resuelto a enfrentar por fin a este hombre y
salir con los laureles intactos y agigantados ante el mundo como el hijo predilecto del
destino. El encuentro entre Bolívar y San Martin siempre ha encendido la imaginación de
los sudamericanos. Fueron los dos hombres más grandes de la revolución sudamericana.
Sin embargo estos dos hombres eran diametralmente distintos. Bolívar era ya, en ese
entonces, el Libertador de Nueva Granada, Venezuela y Ecuador, y presidente de la Gran
Colombia. San Martin era el libertador de Argentina y Chile, y el Protector del Perú. Bolívar
no estaba en Quito sino en Guayaquil, y ya se había anexado la provincia. Un desastre se
precipitaría sobre San Martin en esa fatídica visita. San Martin que no se creía capaz de
combatir al decadente ejército español que quedaba en Perú pensó en hablar de igual a igual
con el Libertador, quien estaba en ese momento en la cúspide de la cima. San Martin llega a
Guayaquil sin plan concreto para plantear a Bolívar e ignorando su presencia. Al saberse la
noticia de su arribo, Bolívar envió a bordo a uno de sus ayudantes a darle la bienvenida.
Cuando San Martin tocó suelo, los que se oponían a Bolívar aprovecharon para vitorear a
San Martin, el cual fue escoltado hacia la casa que Bolívar le había mandado preparar y
donde ya lo esperaba. El Protector y El Libertador se abrazaron por primera y última vez
en sus vidas. Cuatro puntos llevó San Martin al encuentro con El Libertador: Primero, el
problema de Guayaquil; Segundo, su demanda de que el presidente colombiano resarciese
las pérdidas sufridas por la división argentina durante la campaña contra Quito; Tercero, la
solicitud de que Bolívar enviase refuerzos para la liberación del Perú; Cuarto, la solicitud de
que el libertador aprobase los planes monárquicos para el Perú.
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arriesgaba la consolidación de Colombia, eso no lo podía saber San Martin; quien concluyó
que la ambición personal de Bolívar le impedía ayudar al Perú. San Martin le ofreció
entonces ponerse él y su ejército bajo el mando de Bolivar y cuando este rechazó el plan, la
conclusión de San Martin fue que Bolívar no creyó en su sinceridad. La verdad es que
Bolivar como estratega no creía viable esa posibilidad, aunque el oficial más viejo se
subordinara al más joven, su tropa no se mostraría inclinada a obedecerle y a cada crisis la
tropa argentina tendría la posibilidad de la proclamación de San Martin como jefe.
Dos días pasó San Martin en Guayaquil; Ni Bolívar, ni San Martin hicieron público lo
conversado. Bolívar le dedicó pocas líneas a esta entrevista y prácticamente nada dijo al
congreso colombiano. El 27 de julio, San Martin se retiró sin despedirse: en medio de la
noche después de la cena de rigor y un baile organizado por el libertador en su honor; San
Martin pidió a su ayudante lo llevara a su barco aduciendo que había mucho ruido en la
fiesta; una vez abordo, ordenó levar anclas y partió. Al llegar a Lima, el 20 de agosto, se
enteró que en su ausencia había estallado una revolución contra uno de sus más íntimos:
Bernardo Monteagudo, y que el marqués de Torre Tagle, a quien San Martin había
nombrado autoridad suprema lo había sacrificado para salvarse a sí mismo. San Martin
comprendió que los peruanos habían dejado de ser amistosos hacia él y que el ejército
también estaba indispuesto. Las esperanzas que había puesto en Bolívar lo habían
traicionado, en vista de todo esto renunció y se marchó del Perú. Pasó a Buenos Aires y
después a Bruselas donde se mantuvo apartado de la política hasta su muerte en 1850.
Bolivar recibió con frialdad la noticia de la renuncia de San Martin “En resumen…Perú ha
perdido un buen general y un benefactor” con estas palabras el tema San Martin
desapareció para Bolivar.
Ahora el camino al Perú estaba abierto al Libertador. Bolívar planeó liberar Perú con un
gran ejército, pero solo si el ejercito dejado por San Martin no lograba su objetivo. Bolívar
se tomó su tiempo para organizar con calma y esperar el giro de las noticias internacionales.
Estados Unidos había proclamado la doctrina Monroe “América para los americanos” eso
prometía ayudar al termino del dominio europeo en la América del Sur. Guayaquil había
votado por la anexión a Colombia, pero Bolívar escribió a Santander “La región es como el
Chimborazo es fría por fuera pero por dentro arde con el fuego de la rebelión”. Santander
exigía al presidente volver a Bogotá para influir ante el congreso y Páez desde Caracas hacia
lo mismo. A Santander dijo que prefería luchar contra los españoles que contra sus
compatriotas. Cuando Santander le dijo que ahora todo tendría que hacerse según lo
ordenara el congreso, Bolívar replicó: “No seguiré en la presidencia si no se me reconocen
las facultades extraordinarias que el congreso me ha concedido. Tengo el convencimiento
de que Colombia solo puede mantenerse en orden y bienestar mediante el poder absoluto.
Colombia necesita un ejército de ocupación que la mantenga libre”. Cuando Bolívar
escuchó los primeros comentarios de que se propondrían modificar la constitución, lo
tomó como un desafío personal. “La constitución de Colombia fue decretada sacrosanta
por un periodo de diez años. No será modificada impunemente mientras viva, ni mientras
el ejercito de los libertadores esté bajo mi mando”. A Santander escribió: Vuestra
Excelencia sabe, como sabe toda Colombia, que he dedicado mi vida a la seguridad, la
libertad y la felicidad de Colombia. Mi política fue siempre de estabilidad, fuerza y libertad
verdadera…Vuestra Excelencia sabe que he jurado la constitución y que me he constituido
en su fiador. La constitución es inalterable durante diez años…La soberanía del pueblo no
es completamente ilimitada pues la justicia es su fundamento y la máxima eficacia su
propósito…¿Cómo pueden creerse los representantes del pueblo habilitados para cambiar
constantemente la estructura social?”.
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1823-1824
LIBERACION DEL PERÚ
SIMON BOLÍVAR
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LIBERACION DEL PERÚ
1823-1824
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GUERRA CIVIL EN EL PERÚ
En enero de 1823, en Perú, la renuncia de San Martin había transformado el poder público
en un caos. Bolívar ofreció enviarles 4.000 hombres en auxilio, pero el congreso peruano
rechazó la oferta exponiendo que deseaban armas pero no tropas. La división que ya
Bolívar había enviado fue recibida con hostilidad, la prensa se encargó de difundir
calumnias sobre los colombianos y finalmente su comandante se vio obligado a regresar a
Guayaquil. El ejército argentino estaba desmoralizado, sus jefes estaban desengañados y
desconcertados, mientras en las sierras el ejército español mantenía su población estable.
Finalmente la guarnición de Lima exigió la conformación de un nuevo gobierno y Rivas
Agüero fue nombrado presidente, el 27 de febrero. Su primer acto de gobierno fue enviar
delegados a Guayaquil a solicita a Bolívar una nueva fuerza expedicionaria que liberase al
Perú, en cumplimiento a lo acordado con San Martin. Bolívar de inmediato aceptó y
respondió: “Colombia cumplirá sus obligaciones con Perú. Conducirá sus soldados hasta el
Potosí y estos valientes regresaran al país con la única satisfacción de haber contribuido a la
destrucción de los últimos tiranos del nuevo mundo. Colombia no ambiciona un solo
grano del suelo peruano”. Bolívar prometió al gobierno peruano un ejército de seis mil
hombres y solicitó autorización al congreso.
El caos que encontró Sucre era difícil de superar, el parlamento y el gobierno estaban
completamente enfrentados y el ejercito a la deriva, Sucre y el comandante de la t ropa
peruana, Santa Cruz se dedicaron en conjunto de mejorar la organización de la tropa y para
sacarlos del letargo decidieron movilizarlos hacia las arterias de las posiciones españolas.
Sin embargo la anarquía política impedía toda decisión; los contrincantes políticos querían
en bandos diferentes que Sucre asumiera el mando total del país con su bancada como
respaldo. Sucre se negó a todo declarándose solo embajador e incapacitado para tomar una
decisión fuera de su posibilidad. Sin embargo al iniciar sus movimientos militares los
españoles salieron de las montañas y amenazaban con la reconquista de Lima. A mediados
de Junio de 1823, cuando los españoles estaban próximos a Lima, Sucre se vio obligado a
tomar el mando, evacuo la ciudad y se fue a la fortaleza del Callao, sin embargo los
políticos también mudaron el gobierno al mismo sitio. Al poco tiempo Sucre les pidió que
se fueran más al norte para no contaminar al ejercito con sus discusiones. Lo hicieron pero
antes de partir denunciaron a Rivas Agüero y nombraron a Sucre comandante en jefe del
Perú. En Trujillo donde se fueron el gobierno y el parlamento, las discusiones continuaron,
el presidente Rivas Agüero enfrentó militarmente al parlamento el 19 de Julio y lo derrotó,
por lo que éste se mudó a Lima que había sido evacuada otra vez por los españoles. Allí
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declararon a Rivas Agüero traidor y nombraron presidente al marqués de Torre Tagle.
Ahora además de las divisiones del ejército entre Perú, Colombia, Guayaquil, Argentina,
Chile; también había dos presidentes, uno en Trujillo y otro en Lima.
Ese fue el escenario que encontró Bolívar al arribar a Lima el 1 de septiembre. Cuatro
ejércitos que obedecían a mandos distintos, una flota que obedecía a un oficial naval
británico, un presidente en Trujillo y otro en Lima, además el pueblo que había sido
inducido desde el exterior a la libertad, se sumaba por instinto a quien fuera vencedor y así
como recibían a los patriotas con vítores harían lo mismo con los españoles. Bolívar se
había encontrado con toda suerte de situaciones pero un pueblo desleal a la causa no había
sido parte de eso. En el caso de Perú la traición y la disposición a coquetear con España
invalidaban todo esfuerzo por fomentar el espíritu de la independencia. Bolívar tenía
conciencia de que su sola presencia aumentaba la buena voluntad hacia España. “Siempre
seré un extranjero para la mayoría de esta gente y siempre despertaré celos y desconfianza
en estos caballeros…Ya me pesa haber llegado aquí”. Sin embargo Bolívar fue recibido con
honores por el gobierno y con gran algarabía por el pueblo. El 13 de Septiembre, la
Asamblea Nacional le confirió la más alta autoridad militar con todas las atribuciones que la
emergencia exigía, autorizándole a reducir a Rivas Agüero. Torre Tagle seguía siendo jefe
del gobierno civil, pero le habían cortado las alas por lo que comenzó a trabajar en contra
de Bolívar.
Bolívar se dirigió al ex presidente rebelde Rivas Agüero, pero este peruano que meses antes
había ido a suplicar a Bolivar que salvara a su país era ahora un enemigo declarado. Llamó a
Bolivar tirano, usurpador y atrajo para sí a un buen grupo de oficiales del ejército y la
marina. Para Bolivar lo único peligrosos de esa acción consistía en la actitud favorable hacia
Rivas Agüero por parte del comandante de la flota pues si esta se revelaba no podrían
contar con refuerzos colombianos que solo era posible transportar por mar. En este
escenario el ejército peruano a las órdenes de Santa Cruz había desembarcado en un puerto
del Sur para dirigirse al Alto Perú y se habían desintegrado a los cuatro vientos sin
presentar una sola batalla. Cinco mil hombres del ejército peruano habían desertado. Solo
con las fuerzas colombianas comandadas por Sucre, contaba el Libertador. Rivas Agüero
por su parte estableció conversaciones con el ejército español para unirse a ellos con sus
soldados peruanos a fin de expulsar al extranjero Bolívar. La reacción de Bolívar fue
inmediata, escribió a Santander: “Necesito seis mil hombres experimentados, armas y todo,
pero todo, cuanto se necesita de equipo…por el bienestar de Colombia, arrostraré la
tormenta. Si se me apoya puedo hacer cualquier cosa.” Sin embargo mientras esa carta
llegaba a Bogotá se discutía y llegaba la tropa, Bolívar podría quedar atrapado. Si Rivas
Agüero lograba unirse al ejército español el fracaso sería total. Pidió a Sucre actuar contra
Rivas Agüero, pero Sucre se negó aduciendo que no quería involucrarse en una guerra civil.
Al final, el 16 de noviembre de 1823, Bolivar tomó el mando de cuatro mil hombres y salió
a enfrentar a los tres mil hombres que seguían a Rivas Agüero, el plan era tratar de aislar a
la mayoría de los soldados del traidor, de su jefe. Entre los oficiales de Rivas Agüero se
encontraba uno de apellido La Fuente que había viajado varias veces de Trujillo a Lima y a
quien Bolívar le había mostrado pruebas de la traición de su jefe. Convencido e
impresionado reunió a varios oficiales, apresaron a Rivas Agüero y lo entregaron a Bolívar
quien le permitió embarcarse a Europa. Bolívar se libró de un traidor y de una guerra civil.
Estableció su cuartel general en Trujillo. Por su parte Argentina había firmado un acuerdo
con España para una paz definitiva, por lo que las tropas argentinas en Perú ya no eran una
bendición. Chile apoyó al Perú por su propia seguridad y a finales de Octubre había
enviado una flota hacia Lima pero cuando Bolívar dio instrucciones para que esta se
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dirigiese al puerto del Callao, la flota desobedeció y regresó a Chile con aprobación del
gobierno chileno. Bolívar escribió a Santander: “No se puede seguir confiando en chilenos
y argentinos. Y estos peruanos son de lo más miserables para esta guerra… Estos peruanos
no son aptos como soldados. Huyen como antas. Aquí no podemos contar más que con
los colombianos. Envíame la vieja guardia, pues con ella somos invencibles”. La utilidad
para Colombia de la anexión de Guayaquil quedó aquí más que demostrada, sin ese puerto
en manos de Colombia hubiese sido imposible dirigir la guerra del Sur.
El 1 de Enero de 1824. Bolívar, llegó al puerto de Pativilca a unas treinta millas de Lima;
allí llegó enfermo, al pisar tierra se desmayó y fue llevado en brazos, consumido por una
fiebre alta. Siete días luchó por su vida en una aldea semi desierta sin médicos ni auxilio de
ningún tipo; solo su voluntad de hierro le salvaría.
91
comer con nadie. La presencia de la gente me fastidia. Vivo entre los arboles de este
miserable lugar de la costa del Perú, y me he convertido en un misántropo en la noche.
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temeraria, en ese momento la victoria estaba muy lejos en el horizonte. Bolívar solo
controlaba una provincia mientras los españoles tenían el resto del país con doce mil
hombres en las montañas y además la captura de Lima y el Callao le había abierto la puerta
al mar nuevamente. A finales de Enero de 1824, en España, el Rey había retomado el
control y volvía a ser Rey absoluto; las autoridades españolas en Lima celebraron este
cambio, ya no habría ley constitucional que les pusiese freno a sus ambiciones.
Bolívar organizó su cuerpo de oficiales. Sucre tomó el mando del ejército aliado. Se ordenó
a los soldados peruanos levantar sus campamentos en el Norte. Los colombianos se
desplazaron cerca de las montañas. Para Marzo de 1824 ya Trujillo se había convertido en
un arsenal. Las mujeres hacían uniformes. Se recolectaba todo metal para confecc ionar
cantimploras de hojalata. Se fabricaron herraduras para los caballos. En esta campaña no
habría el elemento sorpresa pues cada bando sabia la exacta ubicación del otro solo era
necesaria la mejor preparación para el combate. En consecuencia el plan de Bolívar
consistía en demorar las cosas y someter a las tropas a un adiestramiento intenso que las
preparase para la lucha en la montaña. Se construyeron refugios y se equiparon con comida
y agua. Los soldados practicaron marchas de montaña para acostumbrarlos al mal de altura.
Sucre además de adiestrar a los soldados se dedicó a cabalgar por las montaña s para
descubrir caminos. Para Abril el ejército contaba con diez mil hombres; las reservas
colombianas bajo el mando del joven coronel Córdoba; la división peruana con el mariscal
La Mar; la caballería bajo el mando del argentino Necochea y el británico Miller. Bolívar
había logrado financiar y adiestrar un nuevo ejército en medio de la total adversidad. Ya lo
había dicho meses antes en carta a Santander: “Estoy resuelto a no dejar nada por hacer,
aunque tenga que empeñar mi alma, para salvar a mi país”.
Los españoles tenían su fuerza principal en las montañas del alto Perú, actual Bolivia,
montañas desgarradas por erupciones volcánicas que caen perpendicularmente al mar, sus
crestas cubiertas de nieve parecen inaccesibles. La población, indios puros, se rindieron al
español y se le sumaron como antes a sus jefes incas y como lo harían luego a los ejércitos
de la independencia, estaban convencidos de que su destino era servir. Los cuarteles del
Virrey La Serna estaban en Cuzco, la anterior capital de los incas; su ejército era una fuerza
de doce mil hombres, la mayoría nativos mejor preparados para la lucha en esa zona tan
adversa. Comandaban este ejército un cuerpo homogéneo de oficiales, cuyos mejores
cerebros eran Canterac y Valdés, acantonados al Sur, en el valle de Jauja. De la Serna pudo
acabar con el ejército de Bolívar pero un suceso extraordinario impidió esta acción. El
general realista Olañeta se alzó con sus cuatro mil hombres contra la autoridad del Virrey al
sentirse disminuido en la independencia que como gobernador del alto Perú había
ostentado. Olañeta era enemigo supremo de los independentistas pero esta acción, sin que
él lo supiera, salvó al ejército patriota de la aniquilación. Olañeta se nombró Gobernador de
las provincias del Plata y llenó las posiciones gubernamentales con sus seguidores; De la
Serna tenía que enfrentar esta rebelión con dureza por lo que el enfrentamiento de los dos
ejércitos realistas era inminente.
JUNIN
Enterarse Bolívar de estos sucesos fue de gran alivio, esto le daba tiempo a continuar la
preparación de su ejército. Además era motivo para festejar el saber que también el jefe
español sufría las divisiones y traiciones, esto para el carácter de Bolívar era una especie de
alivio, por primera y única vez, desde que comenzó la guerra, el unificado ejército realista
sufría una división “Los españoles también sufren ahora la influencia de la estrella maligna
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del Perú. Los Pizarro y los Almagro luchan entre sí. La Serna pelea con Pezuela, Riva s
Agüero pelea con el congreso, Torre Tagle con Rivas Agüero, y Torre Tagle además con su
madre Patria. Ahora además Olañeta está luchando con La Serna y, en consecuencia,
tenemos tiempo de llegar a nuestra palestra armados de pie a cabeza”. Bolívar le escribió a
Olañeta, haciéndole ver que luchaba por una buena causa para su zona y le ofreció su
amistad. Olañeta se sorprendió pero respondió en un tono similar a Bolívar. Esto dio a
Bolívar el coraje para comenzar la acción. “Puesto que me he enterado de la pelea entre La
Serna y Olañeta, he decidido comenzar la acción contra Jauja en el mes de mayo”. El 15 de
Junio, Bolívar dio la orden de marchar “Estoy poseído por el demonio de la Guerra y a
punto de terminar esta lucha de un modo u otro…El genio de América y mi destino se me
han subido a la cabeza”.
Canterac envió patrullas de reconocimiento para estar seguro de los informes sobre la
marcha de Bolívar y una vez confirmados se preparó para el enfrentamiento. El
enfrentamiento se desarrolló el 6 de agosto de 1824, en la tarde. El objetivo de Canterac era
proteger Jauja como centro de operaciones por lo que al ver al ejército de Bolivar
retrocedió, pero Bolivar adelantó los movimientos y a las cinco de la tarde chocó con
Canterac en la llanura de Junín. Fue una acción precipitada de parte de Bolivar y muchos
historiadores ven en esta el deseo del Libertador de aprovechar la fecha conmemorativa, 7
de Agosto, de la batalla de Boyacá que le dio la libertad a Colombia para influir en el
espíritu de sus soldados. Canterac sintiéndose con ventaja se lanzó al centro y al ala
izquierda del ejército libertador, pero estos esperaron con tranquilidad y al tenerl os cerca
empuñaron sus largas lanzas, táctica aprendida con los llaneros de Páez, el choque fue
terrible para los españoles. Sin embargo al principio Canterac logró cierta ventaja, los
patriotas se vieron forzados a retroceder lo cual les hizo perder su formación; pero eso
mismo hizo que los españoles entraran demasiado profundo en las líneas republicanas y
cuando el regimiento de Húsares peruanos tomó la ofensiva el retroceso fue tan violento
que la victoria española pronto se transformó en derrota. La lucha duró sólo hora y media.
Canterac tuvo que huir al ver la desbandada de su caballería. No se disparó un solo tiro
durante todo el encuentro. Se utilizaron solamente sables y lanzas, el aire se llenó del ruido
de los aceros al chocar. Casi todos los generales republicanos participaron en el encuentro.
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La brillante “escaramuza de Junín”, como la llamó Bolívar, tuvo grandes repercusiones. La
confianza en sí mismos se desplazó de las fuerzas españolas a las republicanas. El pánico se
apoderó de las fuerzas de Canterac, que esa misma noche abandonaron las llanuras de
Junín, en loco desorden, allanando el camino al éxito final. Bolívar escribió: “El genio de
América nos guió y la suerte nos sonrió. No hace todavía un año desde que partí de Lima
para tomar quince provincias que estaban en manos de los renegados y para liberar a más
de veinte que estaban en poder del opresor. He logrado todo esto sin tener que disparar un
solo tiro.” La batalla de Junín le había dado al Libertador el control de las fértiles
altiplanicies de Jauja, cortando así la fuente de abastecimiento del ejército español del
Norte. Sin embargo la batalla de Junín no era decisiva, Canterac había huido, en su camino
se unió en Cuzco con La Serna y marcharon para reunir todas sus fuerzas.
Bolívar necesitaba también engrosar sus filas, nuevas divisiones habían llegado de
Colombia. A Sucre lo envió para regresar a sus cuarteles a los desamparados y
convalecientes. Sucre cumplió su misión, pero al concluirla sacó sus quejas de que esa
misión lo había puesto en ridículo ante sus compañeros y pidió el pase a retiro. Bolivar
respondió de inmediato: “Contesto a su carta que me trajo Escalona con una frase de
Rousseau... “Esta es la única cosa sin talento que ha hecho en su vida”. Creo que le falta por entero
el juicio si piensa que deseaba insultarlo. Yo mismo quería llevar a cabo la misión que le
encomendé, pero como pensé que usted, con su gran energía, podría cumplirla mejor, se la
confié como prueba de mi estima y no para humillarlo…Esta sensibilidad, este escuchar los
chismes de los hombres mezquinos, es indigno de Usted. La gloria consiste en ser grande y
en ser útil”. Sucre retiró su solicitud de renuncia.
Llegó la época de lluvia y las acciones se paralizaron por un tiempo. Sin embargo Bolívar
quería aprovechar el efecto de Junín para aumentar el ego de su causa, así que ratificado
Sucre como comandante de los ejércitos, le dio la orden de tomar la acción que desease ya
fuera ofensiva como defensiva, mientras el regresaría hacia la costa para tratar de liberar a
Lima y el Callao, lo cual elevaría la moral del ejercito. En su calidad de dictador, fue
nombrando gobernadores y jueces a su paso, se restableció la educación y se garantizó la
propiedad privada. El 24 de octubre, mientras Bolívar seguía su marcha recibió una carta
del Gobierno colombiano donde el Congreso le había revocado el mando de las tropas de
Colombia. Santander, vicepresidente del gobierno y representante de Bolívar ante el
Congreso hizo ver a Bolívar que este había adoptado esa decisión por propia iniciativa y
ante su imposibilidad de evitarlo. Más tarde se demostraría que éste fue realmente el
instigador de la misma. Fue una decisión ridícula, le enviaban tropas al Libertador para
libertar el Perú pero le negaban el derecho de comandarlas. Bolívar quedó desilusionado de
esto; “Felices aquellos que mueran antes de ver el fin de este drama sangriento. Por más
triste que sea nuestra muerte, será más alegre que esta vida”. La decisión del congreso fue
un golpe para su orgullo que pudo no cumplir mas sin embargo lo soportó, no sin
amargura.
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Santander afilaba ya con más profundidad sus uñas parlamentarias que acabarían con la
destrucción moral del libertador y la destrucción real de la unión Grancolombiana.
AYACUCHO
Bolívar retomó Lima con facilidad y restauró el gobierno el 5 de diciembre; se dedicó a
crear un ejército igual al que Sucre tenía en la Sierra, seguro de que en cualquier momento
el Virrey La Serna bajaría a las tierras cálidas a enfrentarlo y así se desarrollaría el encuentro
final, donde el vencedor lo obtendría todo. Le hizo saber a Sucre de su plan y le notificó
que debido a eso no podría enviarle ningún tipo de ayuda al ejército colombiano por el
momento. Bolívar estaba equivocado, los acontecimientos se desarrollarían de otra manera.
Bolívar había ordenado a Sucre mantenerse al tanto de los movimientos del enemigo y
quedarse cerca de aquel independientemente de la posición que tomase. La Serna contaba
con nueve mil quinientos hombres y había ideado por su parte ir contra Sucre para
empujarlo hacia el Norte y así cortarle el paso hacia Bolívar. Acabado este ejército La Serna
bajaría a la costa por Bolívar. La Serna pensó que al no estar Bolívar a la cabeza del ejército
esto sería favorable para él, pero pronto sería desengañado. Sucre ante el acoso del ejército
español que lo empujaba sin dar oportunidad de hacerle frente dijo: “Dondequiera se
encuentre el enemigo, lo destruiremos. Tengo confianza ilimitada en este ejército”. Bolívar
fue más lejos, escribió a Sucre diciéndole que el desplazamiento español le parecía excelente
pues obligaba a sus hombres a luchar con valor desesperado para escapar de la trampa.
Para salirse del cerco de La Serna, Sucre inició una retirada de treinta días. El Virrey al
notarlo apresuró su avance para alcanzarlo. El ejército español empezó a cansarse pues iba
en marchas y contra marchas siguiendo a veces información falsa.
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imposible para los españoles, contener esa avalancha de tiros y bayonetas. El virrey
retrocedió mientras lanzaba el pleno de las tropas del centro, sin resultado. El avance de
Sucre era indetenible, el ataque hizo que los españoles retrocedieran más allá de sus propias
trincheras. Córdoba capturó la artillería realista, acorraló a la aterrorizada reserva española y
condujo sus tropas hasta la colina. El Virrey La Serna fue hecho prisionero.
Sucre acorraló a Canterac quien ofreció su rendición. El hombre que había puesto la
bandera de Castilla a los pies de América apenas tenía treinta años, su nombre: Antonio
José de Sucre. “Aunque la posición del enemigo fue tal que tuvo que acceder a la
capitulación incondicional, creo que es digno de la generosidad americana rendir algunos
honores al enemigo que había sobrevivido en Perú por catorce años…! Honor al vencido,
Gloria al vencedor!”. En consecuencia la capitulación tuvo lugar en pleno campo de batalla
e incluyó la rendición total del ejército español, la entrega de todo el territorio del Perú, el
abandono de todas las guarniciones, todos los pertrechos militares y la fortaleza del Callao
con su equipo.
Sucre envió noticias a Bolívar, América del Sur había quedado completamente liberada.
Para él nada pidió y ni una sola palabra de jactancia se encontró en la carta enviada. A
Córdoba lo nombró general de división, cosa solo permitida al supremo comandante, es
decir, a Bolívar y con humildad expone al Libertador: “Si he hecho mal, por favor
perdóneme. Me sentí justificado por su amistad, por la justicia y por la victoria para hac erlo.
Como recompensa, le ruego que preserve su amistad hacia mí”. Bolívar al recibir la noticia
de Ayacucho, bailó por la habitación al grito de “!Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria! ”. Ratificó el
nombramiento de Córdoba y nombró a Sucre, Mariscal de Ayacucho. Sucre entró en
Cuzco el 24 de Diciembre de 1824, donde recibió el estandarte de Pizarro y el manto real
que en tiempos antiguos llevaban los fundadores de la dinastía de los Incas.
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1825
CREACION DE BOLIVIA
SIMON BOLIVAR
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CREACION DE BOLIVIA
1825
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LIBERACION DEL ALTO PERU
Mientras se seguía negociando, Sucre tomaba posiciones en el Alto Perú como preparativo
para la inevitable rendición de Olañeta, ya fuera por la vía política como por las armas. Sin
embargo Olañeta empezó a prepararse para combate, Sucre en consecuencia lanzó una
proclama desde el territorio conquistado en el Alto Perú invitando a los pobladores a
proclamar al ejército revolucionario y a acudir en su auxilio. Ante esto varias secciones de la
división de Olañeta abandonaron a éste y la guarnición de Cochabamba se unió a la causa
patriota, abriendo a Sucre y su ejército las puertas de esta ciudad. El 9 de Marzo Sucre entra
en La Paz, en pequeña escaramuza donde se hicieron prisioneros a todos los generales
españoles; Olañeta escapó hasta que el 13 de Abril de 1825, incapaz de rendirse, se
enfrentó con lo que le quedaba de ejercito muriendo en combate. Sucre había logrado
finalizar el sueño de Bolivar para el ejército libertador: Había puesto su pie en el Potosí. La
batalla donde murió Olañeta, fue el último combate del ejército libertador contra un
ejército español. América del Sur estaba Libre. Solo el fanatismo absurdo quedaría en el
Callao, donde en sitio que Bolivar impuso duraría todo un año, al final de este los españoles
ahí acantonados, muertos de hambre y cansados entregarían la fortaleza sin presentar
batalla.
Sucre, en el Alto Perú, sin instrucciones de Bolívar, se decidió por emitir un decreto
declarando esta región independiente y convocó una Asamblea Nacional para determinar
su forma de gobierno. Bolivar protestó esto; pues este decreto violaba el principio de Uti
Possidetis, en virtud del cual toda nación debía mantener al final de la guerra el territorio
que poseía en 1810. El alto Perú había formado parte del Perú y del Virreinato de La Plata,
por lo que Perú y Argentina deberían tomar la decisión sobre su destino. A Sucre escribió
una dura crítica por este hecho, el 26 de abril: “Usted y el ejercito a su mando me están
subordinados. Su provincia solo debe ejecutar lo que yo ordene. Ni Usted ni Yo, ni los
parlamentarios peruanos o colombianos pueden infringir ni violar los principios del
derecho público que hemos reconocido en América”. Ante esto Sucre dio sus razones y
entre estas que no había recibido ninguna instrucción de Bolívar pero si él no lo aprobaba,
100
entonces aplazaría la convocatoria de la Asamblea y, esta demás decirlo, expuso su
renuncia. Bolivar le respondió cual hermano mayor. “Un alto destino le está reservado.
Preveo que la gloria de usted rivalizará con la mía. Usted ya ha ganado dos campañas y me
aventaja a mí en amabilidad, energía y celo por la causa común”. Los historiadores en este
punto coinciden en que, conocido el carácter del Libertador, su impedimento no estaba
razonado en la creación del estado libre del Alto Perú, sino en la necesidad de ser él quien
lo hiciera. La reputación de Sucre se le igualaría y quizás se elevaría al libertar una nación y,
después de liberar una región, fundar otra.
CREACION DE BOLIVIA
Bolívar dejó un gabinete a cargo de Lima y el 10 de Abril de 1825, emprendió marcha a
recorrer el país hasta llegar al Alto Perú; en el camino fue homenajeado, vitoreado,
venerado; mientras a su vez, una vez escuchada las quejas de los habitantes, giraba
instrucciones en cuanto a educación, hospitales, vías y todo lo que un gobernante en gira
puede hacer. A mediados de mayo, al llegar a Arequipa, en el Alto Perú, convocó a los
habitantes para que se reunieran en Asamblea Legislativa, pero solo de manera provisional
a reserva de un futuro acuerdo entre Perú y Argentina. El decreto de Bolívar en Arequipa
del 16 de mayo de 1825 era una copia del decreto que le había criticado a Sucre. Desde
Arequipa siguió a Cuzco. Allí los moradores le dieron una silla dorada para su caballo, las
mujeres le colocaron una corona de oro y diamantes y fue tratado como padre de los
indios, lo mismo que un jefe Inca.
Mientras Bolívar seguía su marcha por el alto Perú, la Asamblea Nacional se reunió en
Chuquisaca, el 10 de Julio; los diputados, invocando a Bolivar como primogénito del
Nuevo Mundo, imploraron su protección y solemnemente declararon su independencia. Y
se bautizaron con el nombre que ganaría el corazón del libertador: Bolívar. El nombre de la
república que nació ese 10 de julio de 1825, luego derivó en Bolivia; ante lo que el
libertador no pudo disimular su aprobación y orgullo: “Pronto moriré, pero la Republica de
Bolivia durará hasta el fin de los tiempos. Rómulo fundó una ciudad y que dio su nombre a
un imperio. Yo no fundé una ciudad pero si un estado que lleva mi nombre. Un estado
integrado por personas que aman la libertad”. Los diputados le pidieron que redactará la
constitución lo cual fue su mayor regalo; la única condición que le pidieron, que el gobierno
fuera republicano, representativo y de carácter centralista.
Bolívar llegó a la Paz, el 18 de agosto de 1825 donde fue recibido con honores; en la
Catedral se le ofreció una corona de oro que rechazó pasándola a Sucre más este tampoco
la quiso para sí y terminó en la cabeza del joven Córdoba, héroe de Ayacucho. Allí llegó
una delegación argentina a felicitar a Bolívar por sus favores a la libertad de América y con
autorización plena para negociar con Bolívar sobre los límites del nuevo estado. La verdad
es que Argentina quería de Bolívar su ayuda sobre una situación que se había planteado con
Brasil. Allí Pedro I que había separado a Brasil de Portugal había extendido su territorio
hacia la margen oriental del Rio de la Plata. La gran mayoría de los moradores de
Montevideo se habían opuesto al nuevo amo y pedían mantenerse en las provincias unidas
del Rio de la Plata. Si Argentina escuchaba este clamor se tendría que enfrentar en guerra al
Brasil y si no lo hacia aquel se apoderaría de toda la zona del Rio de la Plata. Los argentinos
le propusieron a Bolivar nombrarlo su protector y que este fuera a su t erritorio con su
ejército y su flota con todos los gastos cubiertos por el gobierno argentino. Bolívar no
podía comprometerse en tamaña empresa pero tampoco podía dejar a un país considerado
imperio como Brasil extenderse impunemente. Además necesitaba que Argentina no
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ofreciera resistencia hacia el nuevo país, este era para Bolívar el punto más importante.
Bolivar en acto pomposo, el 16 de octubre de 1825, pronunció un discurso condenando al
emperador del Brasil y dijo que enviaría tropas a la frontera brasileña. Luego de esto
Argentina dio plenos poderes a Bolivar para decidir sobre la cuestión de Bolivia. Esto
significó la creación definitiva del nuevo territorio independiente: Bolivia había nacido
como país.
CONSTITUCION BOLIVIANA
Con esto Bolívar comenzó a organizar a la nueva Republica, sin embargo se fue
nuevamente a Lima dejando a Sucre encargado del gobierno. Al rendirse El Callao,
terminaría de forma definitiva la lucha contra España. Bolívar trabajó en la Constitución
pendiente para Bolivia y la impuso; esta Constitución es la obra del constructor pleno de un
país, salido de su espada y de su corazón. Esta sería la causante de la principal polémica
política. Si hasta ahora Bolívar había sumado odios y celos entre sus amigos y enemigos;
esta obra sería considerada por muchos maquiavélica, pues imponía una presidencia
vitalicia y una vicepresidencia hereditaria. La creación de Bolivia y su constitución cierran
un raro capitulo en la vida de Bolívar. La vida del Libertador llegó a su apogeo en Bolivia
en lo sucesivo vendría el descenso. Ya era hora de que se reuniera la Asamblea de Perú,
Bolivar ahora terminaría su dictadura. Las discusiones fueron agrias, las divisiones
profundas; al final Bolívar como dictador impuso su criterio sobre las facultades de la
Asamblea, según muchos autores, mas por presencia de las bayonetas colombianas, que por
la discusión de ideas.
Bolívar ante estos rumores, como antes había hecho y como haría muchas veces mas,
expuso su renuncia lo que alarmó a la sociedad peruana que en conjunto suplicó a Bolívar
no se marchase pues la anarquía vendría, ministros firmaron esta solicitud, agrupaciones de
empresarios la refrendaron al punto que al ministro del interior llegó al absurdo de plantear
la posibilidad de un plebiscito para averiguar si Perú aceptaría la constitución Boliviana.
Ningún órgano del poder estaba autorizado para esto pero Bolívar, enamorado de su
creación avaló la idea. Eso era un golpe de estado. A Santander expuso: “Mi corazón es
débil cuando se expone en contacto con los que me aman. Y en verdad todos me quieren
en Perú, por lo menos todos lo proclaman con gran cordialidad. Lo cierto es que de varios
miles apenas hay uno que me deteste o, mejor dicho, que se asuste de mi.” Ante esto,
muchos de los que Bolívar no vio protestaron la maniobra, para estos la independencia del
Perú no podría estar completa si al adoptar la constitución Boliviana se elegía, como
Bolívar sabia, al Libertador como presidente vitalicio. Así solo habrían cambiado un
gobernador extranjero vitalicio por otro, respaldado también por la fuerza de sus fusiles
ahora colombianos como antes fueros españoles. Otro atentado en tierras peruanas
sucedió, Bolivar no se inmutó y la constitución Boliviana fue aprobada. Bolivar fue electo
presidente Vitalicio, más no aceptó, aduciendo que Colombia lo necesitaba. Enamorado de
su idea, intentaría exponer esa constitución para sustituir la de Cúcuta que estaba previsto
se modificara o sustituyera en 1831. Bolívar marchó solo dejando en Perú y Bolivia al
ejército colombiano lo cual con el tiempo sería un error, pues estos serian tomados por
hostiles extranjeros. Así termina la etapa de la lucha contra España y comienza la de la
lucha interna, desarrollada en escenarios diferentes a los anteriores; el campo abie rto y el
frio de las montañas se trasformarían en salones cerrados, quizás más fríos que los
anteriores. La espada seria cambiada por la palabra; pero este enfrentamiento seria más
encarnizado y más dura que el anterior.
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SEGUNDA PARTE
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1826
DESDE EL SUR
SIMON BOLÍVAR
104
DESDE EL SUR
1826
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SUCESOS DE LA PROVINCIA DE NUEVA GRANADA
En el año 1826 Bolívar, Presidente de la Unión Grancolombiana se encuentra aun en la
campaña del Sur, campaña esta que concluyó con la liberación de Ecuador, Perú y la
creación de Bolivia; y Francisco de Paula Santander en calidad de Vicepresidente de la
Unión se encuentra a cargo del poder ejecutivo. Fue en estos tiempos cuando Páez
comienza en Venezuela el movimiento separatista denominado La Cosiata debido, entre
otras cosas, al descontento contra la administración de Santander. El 11 de Mayo de 1826
la municipalidad de Valencia acordó solicitar el adelanto de la reforma a la constitución de
Cúcuta la cual estaba vigente desde 1821 y tenía prevista su primera reforma para 1831,
pedir al Libertador que interpusiera su influencia para convocar la Gran Convención y
nombró a Páez Jefe civil y militar hasta la llegada de Bolívar; Páez al juramentar el cargo lo
hizo “con la condición de no obedecer nuevas órdenes del gobierno de Bogotá”, el 16 de
Mayo el acuerdo es ratificado en Caracas con lo cual queda desconocido el Gobierno
bogotano.
Esto se resume en la carta de Santander a Bolívar el 19 de Julio de 1826 , donde le pide que
siga a Venezuela y además le hace un resumen elogioso sobre el proyecto de constitución,
ese estilo epistolar de Santander, habla mucho del carácter manipulador de este hábil
político: “Respecto a la venida de Usted, permítame que le diga mi opinión. Usted no
debiera venir al Gobierno, porque este Gobierno, rodeado de tantas leyes, amarradas las
manos y envuelto en mil dificultades, expondría a usted a muchos disgustos y le granjearía
enemigos. Supuesto, pues, que no debe Usted venir a desempeñar el gobierno este debe autorizarlo
plenamente, como lo estaba Usted en el Sur, para que siga a Venezuela con un ejército a arreglar todo
aquello…Su discurso preliminar a la Constitución de Bolivia ha sido aplaudido
universalmente, como obra maestra de elocuencia, de ingenio, de liberalismo y de saber. El
primer capítulo que sirve de introducción al discurso, nos ha parecido de sublime
elocuencia. El Capitulo sobre religión es divino. El de la libertad de los esclavos es
eminentemente filantrópico. El de la monarquía es solo digno de la gloria de Usted. Todo
el discurso es eminentemente magnifico, y creemos que cualquier defecto que tenga la
Constitución, está oculto tras de un discurso tan sublime como el que precede. Espere
Usted infinitos aplausos de la pluma de los liberales de Europa…Muchos enamorados tiene su
106
discurso. Vamos a imprimirlo, dudo que se hablara mal del proyecto, al menos donde yo pueda tener
algún influjo”
Para Santander, lo fundamental no era la supervivencia de las instituciones hasta 1831, sino
obtener de Bolívar que sostuviera la constitución contra la rebelión de Páez; mas adelante
en la misma carta indica: “Si yo hubiera sido usurpador, todos los fuegos se me habrían
echado encima, y lo mismo si hubiera sido algún otro General sin relaciones ni prestigio; ha
sido Páez, ¿Y porque es Páez han de callar las leyes, los principios y hasta la razón? Por
desigualdad tan disforme no se ha combatido, ni yo he cooperado a la independencia del
país para que los colombianos queden representando la escena infame y peligrosa de
someterse al poder del más fuerte a despecho de las leyes y de autoridades legitimas”
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decidir sobre la supervivencia o cambio del régimen político vigente y así responde a
Santander el 14 de octubre de 1826, ocasionándole un duro golpe: “Usted me aconseja que
no admita el mando sin una autorización especial como la que traje del Sur. Ciertamente que
yo admitiré la autoridad que ha puesto Usted en el estado en que se halla…En una palabra, mi querido
general, yo no conozco mas partido de salud que el de devolver al pueblo su soberanía primitiva para que
rehaga su pacto social. Usted dirá que esto no es legítimo; y yo, a la verdad, no entiendo que delito se comete
en ocurrir a la fuente de las leyes para que remedie un mal que es del pueblo y que solo el pueblo conoce.
Digo francamente que si esto no es legitimo, será necesario a lo menos, y, por lo mismo, muy propio de una
republica eminentemente democrática”.
Esta actitud inflexible del libertador hizo comprender a Santander que se exponía a perder
todas sus cartas negociables con Bolívar, quien no estaba dispuesto a ceder en su libertad
de pactar tanto con él como con Páez; esto lo llevó a abandonar su posición de
representante del orden y hacer entonces lo mismo que Páez, por lo que comenzó una
campaña de ataques a Bolívar a través de la prensa y reuniones, injuriándolo y acusándolo
de aspirar a coronarse emperador, entre otras cosas. En Popayán tuvo Bolívar abundantes
indicios sobre los nuevos giros que tomaba la política en la capital de Colombia, por lo que
le envió la siguiente advertencia al Vicepresidente Santander: “Mientras que el pueblo
quiere asirse a mí, como por instinto, ustedes procuran enajenarlo de mi persona con las
necedades de la Gaceta y de los oficios insultantes a los que ponen su confianza en mí. Está
bien, ustedes salvaran la Patria con la Constitución y las leyes que han reducido a Colombia
a la imagen del palacio de Satanás que arde por todos sus ángulos. Yo por mi parte, no me
encargo de tal empresa. El 1º de Enero le entrego al pueblo el mando, si el Congreso no se
reúne para el 2 y después marchare a Venezuela a dar allí mi última prueba de consagración
al país nativo. Si Usted y su administración se atreven a continuar la marcha de la República bajo la
dirección de sus leyes, desde ahora renuncio al mando para siempre en Colombia, a fin de que lo conserven
los que saben hacer este milagro. Consulte Usted bien esta materia con esos señores, para que el día de mi
entrada en Bogotá sepamos quien se encarga del destino de la República si Usted o Yo”.
Alarmado Santander por los términos de esa carta, quiso hacer un último y decisivo
esfuerzo para evitar el total rompimiento con el Libertador, por lo que salió a Tocaima a
recibirlo, no sin antes escribirle: “No cuente Usted, mi general, con la constante fidelidad
del partido disidente de Venezuela, ni con los veleidosos del Sur; el día menos pensado le
faltan a Usted y si (Dios no permita que suceda) Usted sufre alguna desgracia, esos señores
lo abandonan y le hacen actas en sentido contrario a las pasadas. Cuente Usted solo con los
pueblos de Nueva Granada, con nosotros solamente; nosotros jamás lo abandonaremos; en nosotros
encontrara Usted siempre amor, respeto, gratitud y obediencia; pero es menester que usted no nos abandone,
que no nos sacrifique a los insensatos deseos de cuatro ambiciosos de Venezuela y de cuatro calaveras del
Sur, que oiga la opinión de estos pueblos, que los lisonjee por todos los medios decentes y legítimos, que no
nos posponga a los hijos de Venezuela”
En esta crucial reunión Santander manifestó a Bolívar, con firmeza, que él y el pueblo
granadino no podían aceptar la modificación de la carta vigente sino después de que el
Libertador declarara explícitamente restablecido el orden constitucional y marchara a
Venezuela a extinguir la revuelta acaudillada por Páez contra el gobierno. Convencido
Santander de que la principal preocupación de Bolívar era la introducción en Colombia de
la carta boliviana ya aceptada por el Perú y Bolivia; se animó a discutir con el Libertador las
críticas que se hacían a la mencionada carta en dos puntos importantes; la presidencia
vitalicia y la facultad del presidente de elegir al vicepresidente el cual luego seria hereditario,
una referencia a esto la encontramos en carta de Santander a Bolívar, posterior a esa
reunión: “Yo le dije en el camino de la mesa, que la presidencia vitalicia y la vicepresidencia
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hereditaria eran los puntos en que disentían los patriotas ilustres; pero que solo para que
Usted la ejerciera y solo por la vida de Usted podría pasar la presidencia vitalicia; mas,
vicepresidencia hereditaria…jamás”
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Libertador interrumpió bruscamente el discurso, manifestándole que había aceptado oírle
por pensar que se trataba de honrar en él las gloria ganadas por el ejército colombiano en
los campos de batalla del Sur, de donde él venía cubierto de triunfos; le agregó, además,
que ya era hora de hablar menos de las violaciones a la constitución y hablar más de la
iniquidad de algunas leyes. Luego, para cortar aquel incidente, montó nuevamente a caballo
y haciendo un ademán a su comitiva para que le siguiera, en medio de la consternación de
los presentes, se dirigió a Bogotá.
Dejando a un lado los vistosos uniformes de General, lucidos con orgullo en los salones de
la aristocracia caraqueña cuando se entendía con ella, Páez volvió a vestir como los rudos
llaneros y en las praderas de Calabozo y el Apure reunió nuevamente hordas de guerreros.
El eco del grito ¡Revolución! En boca del fiero caudillo tuvo poderosa resonancia en
aquellos pueblos divididos por el odio de castas, y ese huracán revolucionario regado hacia
el oriente prendió rápidamente en Cumana y Maturín, donde todavía se ma ntenía vivo el
recuerdo de la gesta racista de Piar. Así las cosas, la revuelta que en aquellas regiones los
agentes de Páez desencadenaron contra Bermúdez, por su fidelidad al gobierno y a la
110
constitución, perdió rápidamente la fisonomía de una lucha entre leales y enemigos de la
Constitución, para adquirir las características de una lucha de razas, en la cual se revivían
los sangrientos episodios de los tiempos de Boves. Con estos sucesos el Gobernador de la
provincia de Carabobo, leal aun a la constitución y a la república, comunica al gobierno:
“Los principales autores de la revolución piensan en ultimo evento acogerse a la clase
antiguamente denominada de “pardos”, o echarse en brazos de los españoles. Para lo
primero han tenido el cuidado de diseminar especies ridículas y calumniosas contra el
Gobierno y contra el mismo Libertador…El General Páez pasó los llanos de Calabozo y
Bajo Apure, a organizar escuadrones de caballería y fomentar la opinión a favor de la
revolución. Ha empleado muchos oficiales llaneros que pertenecían al ejército español.”
Pero el General Páez no se detuvo ahí en la ejecución de sus planes encaminados a levantar
la totalidad de Venezuela contra Bolívar y el gobierno de Bogotá. Después de expedir un
pomposo decreto, en el cual convocaba un Congreso Nacional de Venezuela, cuyas misión
era decretar su definitiva separación de la Nueva Granada; para librarse del Libertador,
único rival que podría disputarle el dominio de su territorio, hizo circular entre las clases
populares especialmente entre los “pardos” el rumor de que el Libertador por ser
caraqueño, mantuano y blanco, se pretendía coronar emperador y sojuzgar al pueblo a una
minoría de aristócratas, más dura y cruel que la española. Bolívar llega a Cúcuta y allí tuvo
informes sobre los peligrosos giros que tomaban los sucesos políticos de su patria.
Alarmado hizo venir algunos contingentes de las guarniciones vecinas para seguir con ellos
a Venezuela, y a manera de advertencia, escribió a Páez: “Conmigo ha vencido Usted; conmigo ha
tenido Usted Gloria y Fortuna, y conmigo debe usted esperarlo todo. Por el contrario, contra mí el General
Labatut se perdió, el general Castillo se perdió; contra mí el general Piar se perdió; contra mí el general
Mariño se perdió; contra mí el general Rivas Agüero se perdió y contra mí se perdió el general Torre Tagle.
Parece que la providencia condena a la perdición a mis enemigos personales, sean americanos o españoles; y
vea usted hasta donde se han elevado los generales Sucre, Santander y Santa Cruz.
DECRETO DE MARACAIBO
Es evidente que Bolívar llegó al acuerdo de Tocaima con Santander porque creía que podía
lograr un acuerdo pacífico con Páez, pero en estas circunstancias tuvo que empezar a
111
pensar en la necesidad de hacer una revisión al famoso tratado de Tocaima. “El General
Páez-le decía a Perú Lacroix- es el hombre más ambicioso y mas vano del mundo; yo lo conceptuó como
el hombre más peligroso de Colombia porque tiene medios de ejecución, tiene resolución y prestigio entre los
llaneros, que son nuestros cosacos” Debida a la enorme presión a la que se vio sometido Bolívar
con la inesperada reacción de Páez; tuvo éste que buscar los medios para recobrar la
simpatía de los partidos venezolanos, interesados en la reforma inmediata de las
instituciones en sentido federal para librarse de la jurisdicción de Bogotá.
Con tal fin dicto en Maracaibo su famoso decreto del 19 de Diciembre de 1826, en el cual
ofrecía a los pueblos la pronta convocatoria de los colegios electorales para que
determinaran cuando y como se reuniría la Gran Convención Constituyente,
contraviniendo todo lo acordado en Tocaima con Santander. Apenas enterado Páez del
decreto de Maracaibo, comprendió que había ganado una batalla inicial al gobierno de
Bogotá, pues había logrado, a costa de comprometer la unidad de Colombia, obligar a
Bolívar a apresurar la convocatoria a la Convención para la reforma constitucional, sin la
participación al Congreso para el análisis del polémico artículo 119, tal y como había
acordado con Santander en Tocaima.
112
1827
CONGRESO
SIMON BOLÍVAR
113
CONGRESO
1827
114
FIN DE “LA GRAN JORNADA”
DECRETO DE PUERTO CABELLO
El 2 de enero de 1827 una vez conocido el decreto de diciembre pasado dictado por
Bolivar donde se convocaría a los colegios electorales, Páez, resolvió aplacar la indignación
de Bolívar dictando un decreto anulando la Convocatoria del Congreso Nacional para
Venezuela, tras lo cual Bolívar, sin disimular su regocijo le escribió: “Si Usted quiere venir a
verme, venga. Morillo no desconfió de mi lealtad, y desde entonces somos amigos. Si usted
no tuviera por conveniente hacerlo así, mande entonces una persona de su confianza a
tratar conmigo” Entre las condiciones enviadas por Páez a través de un emisario, una
consistía en que así como Santander le pidió que lo mantuviera en el ejercicio del Poder
Ejecutivo; Páez, a su vez, pedía a Bolívar una solución que contemplara su permanencia en
el mando de Venezuela. Bolívar aceptó esta condición y envió a decir al jefe rebelde que
ella sería contemplada en posterior decreto. Entonces dejó Maracaibo y marchó a Puerto
Cabello, mientras Páez se acercaba a Valencia.
En Puerto Cabello Bolívar tomó una muy grave decisión: Dictó un decreto que rompía
todo lo pactado con el Vicepresidente Santander en Tocaima, al conceder la amnistía
general para todos los facciosos y designar a Páez suprema autoridad civil y militar de
Venezuela. La tremenda responsabilidad histórica que asumía con ese decreto y la
conciencia de violar con el, compromisos solemnemente contraídos con Santander, los
expresa en la siguiente carta dirigida al Vicepresidente: “Mi querido General, desde
Maracaibo no he escrito a Usted porque estaba en marcha a esta plaza, donde llegue ahora
tres días. La encontré en guerra abierta con Valencia; tuve noticia del estado de Occidente y
Oriente de Venezuela, donde ya se combatía, y últimamente vino el general Silva a darme
noticias del Llano que ya ardía. Los tres días que llevo en esta plaza los he empleado en
comunicaciones con el general Páez, que, al fin ha mandado reconocer mi autoridad como
presidente de la República en todo el territorio de Venezuela, y el mismo se somete a ella bajo el
titulo de jefe superior, que no tendrá otras atribuciones que las que le son concedidas a ese destino. Por mi
parte, no he podido menos que dar el decreto que usted verá; el evita la guerra civil que devoraba ya a
Venezuela y calmando el furor de los partidos, es un triunfo para la Patria y también para la Republica.
No puede Usted imaginarse, mi querido general, la fermentación en que se hallan todos los
partidos de Venezuela, y la serie de males que tenía delante era tan terrible como dilatada:
dentro de poco no hubiéramos encontrado sino escombros anegados en sangre. En fin, mi
querido general, la guerra civil esta evitada; mi autoridad, que es perteneciente a la
Republica, reconocida, ¿y puede desearse un triunfo más completo? De otro modo, cada
pueblo habría sido un escombro o un sepulcro”.
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disensiones, he debido celebrar la cesación de la guerra y por tanto he hecho celebrar la
noticia con repiques de campana, música, etc. El público, que esperaba medidas expiatorias, y que
no se sabe colocar en las circunstancias del que manda, ha mostrado poco contento; pero se ha procurado
persuadirles de la oportunidad de las medidas y en la Gaceta las he justificado con hechos históricos”.
Entre tanto el Liberador, preocupado por llegar a un acuerdo definitivo con Páez, en
cambio de esperar al jefe rebelde decidió ir a su encuentro en Valencia, después de
escribirle: “Voy a dar a Usted un bofetón en la cara yéndome yo mismo a Valencia a
abrazar a Usted. Morillo me fue a encontrar con un escuadrón y yo fui solo, porque la traición
es demasiado vil para que entre en el corazón de un grande hombre”. El 4 de Enero, en el cerro de
Naguanagua, se reunieron el León de Apure y el Libertador. Desde un principio las
diferencias que aun pudieran existir fueron fácilmente superadas, porque Páez, satisfecho
con las concesiones del Libertador, se apresuró a hacer pública y ostentosa manifestación
de su obediencia, y el hombre que ayer había llegado a desconocer su autoridad, en forma
humilde se puso a sus órdenes. En consecuencia los dos hombres se dirigieron a Caracas,
donde el pueblo le rindió a Bolívar un impresionante homenaje de devoción. La entrada
triunfante de Bolívar el 10 de Enero de 1827 fue la última entrada triunfal del Libertador en
una Capital de América y fue catalogada por los historiadores como La Gran Jornada, que
comenzó en Lima el 3 de Septiembre de 1826 y terminaba el 10 de Enero de 1827, después
de haber recorrido a caballo, en cuatro meses, con cortos periodos de descanso, 1 346
leguas (unos 6.000 km.); con el resultado positivo de haber evitado la Guerra civil.
Conocida por Santander esta actitud comprendió que Bolívar, para contentar a Venezuela
no vacilaba en sacrificarlo a él, por lo que se puso decididamente en contra del Libertador y
participó en manifestaciones públicas organizadas en Bogotá, donde se exponía que Bolívar
apoyaba a los facciosos, a los que estaban al margen de la ley y en contra de la constitución
establecida. El 2 de Marzo le escribió a Bolívar: “No dudo que el general Páez debe estar
profundamente agradecido y adicto a usted, porque además de que Usted ha sido el ancla
que lo ha salvado de grandes comprometimientos, le ha prodigado obsequios y
consideraciones que no pudo esperar. ¿Quién si no Páez ha ganado en estos disturbios? El
gobierno nacional y los pueblos que junto con sus autoridades sostuvieron el sistema
político conforme se les exigió y lo prometieron solemnemente, deben ver en toda las
recompensas y distinciones que usted dispensa a los del partido contrario, otras tantas
pruebas de la reprobación de nuestra conducta…Desde Pasto hasta Mérida y Barinas, hay
un descontento general por el solo anuncio de que se variará el sistema y se convocará por
usted la Convención; creen que todas estas medidas son adoptadas solo por dar gusto a
Venezuela, y se contempla tanto la opinión de aquel país, que se mira con desprecio la
116
opinión de estos pueblos; temen todos que el interior vendrá a ser una colonia disimulada
de Venezuela, que Bogotá perderé su prestigio, que recibirán sus condignos castigos por no
haber proclamado la dictadura, que los granadinos serán los ilotas de los venezolanos, y que
de grado o por fuerza se nos dará la constitución de Bolivia”.
Político al fin, Santander comprendió que la única manera de enfrentar el poderío militar de
Bolívar era justamente a través del congreso, el cual convocado para el 2 de enero no se
pudo reunir por los sucesos de Venezuela y por los disturbios del Sur que impedían la
llegada de los diputados, y tomando como cosa propia la instalación del cuerpo legislativo,
ni economizó esfuerzo ni dejo de utilizar recursos que pudiera servir para ese fin. Desde los
últimos de Febrero, presente ya un numeroso grupo de congresistas en Bogotá, los reunió
en junta preparatoria y los mantuvo informados de los sucesos de Venezuela sin disimular
ante ellos la gravedad que a los mismos le atribuía el Ejecutivo. De esta manera, mientras su
agentes trabajaban activamente en todo el país para traer a la capital a los representantes
necesarios para reunir el quórum, el Vicepresidente creaba en el ánimo de los ya presentes
un sentimiento a favor de los intereses de su causa. Sin embargo a pesar del esfuerzo,
mientras Bolívar legislaba en Venezuela usando las facultades extraordinarias de que estaba
investido, Santander se veía reducido a la impotencia por no lograr reunir el Congreso. En
ese escenario ocurre la rebelión de un oscuro sargento de apellido Bustamante quien en
Lima, a cambio de una fuerte suma de dinero, se rebeló contra el general Jacinto Lara
indicando que lo hacía porque el respetaba la constitución y las leyes mientras que en
Quito, Guayaquil y Valencia la repudiaban.
REBELION DE BUSTAMANTE
La verdad de este episodio (como no se tardó en demostrar) fue que a cambio de un pago,
este Sargento, logró tomar la plaza de Lima, bajo la excusa de defender el orden
constitucional. Aprovechando el deseo de los soldados colombianos de regresar a su patria,
la aristocracia de Lima pagó una fuerte suma a este sargento, el cual habilidosamente
aprovechó el deseo de la tropa colombiana para sacarlos del Perú y dejar a los aristócratas
de Lima en libertad de apuntalar el feudalismo peruano, tan gravemente amenazado por el
paso del Libertador por el Sur. Con esta alta traición a la patria, Colombia pierde el alto
Perú el cual queda en manos de la oligarquía peruana, y fuera de la unión gran colombiana
Por desinformación o consciente de lo que hacía, Santander aprovechó este hecho para
terminar de convencer a los congresistas de que la justa causa por la defensa de la
constitución tenía en Bustamante un ejemplo a seguir e hizo enviar a Bustamante la
siguiente nota:“Ustedes uniendo su suerte como la han unido a la nación colombiana y al gobierno
nacional bajo la actual constitución, correrán la suerte que todos corramos. El Congreso va se va a reunir
dentro de ocho días, a él le informaré del acaecimiento de 26 de enero; juntos dispondremos lo conveniente
sobre la futura suerte de ese ejército, y juntos dictaremos la garantía solemne, que a usted y a todos los ponga
a cubierto para siempre”.
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agregarlos al Perú en cambio de un poco de dinero ofrecido a Bustamante y sus cómplices…La nota del
secretario de guerra a Bustamante aprobando la insurrección es el fallo de la muerte de Colombia. No más
disciplina, no más tropas, no más defensores de la patria. A la gloria del ejército libertador
va a suceder el latrocinio y la disolución”.
A pesar de esto, Santander no tuvo reparo en hacer ver que la rebelión de Bustamante
constituía un apoyo importante del ejército a futuros ataques a la constitución y animado
por eso le escribe a Bolívar: “En mi concepto, el hecho de los oficiales de Lima es una
repetición del suceso de Valencia, en cuanto al modo, aunque diferente en cuanto al fin y
objeto. Aquel y los que se repitieron en Guayaquil, Quito y Cartagena, ultrajaron mi
autoridad y disociaron la Republica; el de Lima ha ultrajado la autoridad de Usted con la
deposición del jefe y oficiales que usted tenia asignados. Ya verá Usted lo que es recibir un
ultraje semejante y considerara como se verá un gobierno que se queda ultrajado y burlado”.
Esta última frase es una clara alusión a la desairada posición en que le había puesto Bolívar
al premiar con sus decretos de Maracaibo y Puerto Cabello los actos subversivos
acaudillados por Páez en Venezuela. Indignado Bolívar por la complacencia de Santander
ante la traición de Bustamante, se expresó duramente de él en Caracas, y según afirman
algunos historiadores, llegó hasta a solidarizarse con quienes en Venezuela acusaban al
Vicepresidente de manejo indebido de fondos del empréstito Ingles. Apenas supo esto
Santander, insistió en buscar una respuesta perentoria y firme de Bolívar sobre esa materia.
Si bien es verdad que Bolívar no se reafirmó en la acusación, es evidente que el mal ya
estaba hecho y que a partir de ese momento al Vicepresidente le sobraban rezones para
agrupar a la Nueva Granada en una línea colectiva de oposición a todos los planes y
medidas del Libertador Presidente.
En esta carta Santander le dice al Libertador: “Mi muy respetado General: no puedo menos
de agradecer de Usted mucho su carta del día 19, en la que se sirve expresarme que le
ahorre la molestia de recibir mis cartas y que ya no me llamaría su amigo. Vale más un
118
desengaño, por cruel que sea, que una perniciosa incertidumbre, y es cabalmente por esto,
que estimo su declaración. No me ha sorprendido su carta, porque hace más de un año que
mis encarnizados enemigos están trabajando por separarme del corazón de usted; ya lo han
logrado; ya podrán cantar su triunfo…No escribiré mas a Usted, y en este silencio a que me
condena la suerte, resignado a todo, espero que en la calma de las pasiones, que son las que
han contribuido a desfigurar las cosas, usted ha de desengañarse completamente de que ni
he sido pérfido, ni inconsecuente. Gané la amistad de usted sin bajezas, y solo por una
conducta franca, integra y desinteresada; la he perdido por chismes y calumnias fulminadas
entre el ruido de los partidos y las rivalidades; quizás la recobraré por un desengaño a que la
justicia de usted no podrá resistirse. Entre tanto sufriré este último golpe con la serenidad
que inspira la inocencia. Al terminar nuestra correspondencia, tengo que pedirle a usted el
favor de que sea indulgente por la libertad que yo he empleado en todas mis cartas; tomé el
lenguaje en que creía que debía hablarle a un amigo, quien tan bondadoso se mostraba
conmigo, hasta el caso de haberme excitado desde el Perú a que no prolongase la
interrupción de mis cartas, que ya había empezado a omitir. No dudo que usted me
impartirá esa gracia, con la misma bondad con que se la ha impartido a sus enemigos y a los de su
patria. Yo la merezco más que ellos, porque siquiera he sido antiguo y constante patriota, su
compañero y un instrumento eficaz de su gloriosas empresas. Nada más pido de usted,
porque es lo único en lo que temo haberme hecho culpable. Mis votos serán siempre por
su salud y prosperidad, mi corazón siempre amara a usted con gratitud; mi mano jamás
escribirá una línea que pueda perjudicarle, y aunque usted no me llame toda su vida, ni me
crea su amigo, yo lo seré perpetuamente con sentimientos de profundo respeto y de justa
consideración. Besa las manos de V.E., su muy atento y humilde servidor, Francisco de P.
Santander”.
Así comenzaba el histórico duelo que en el quinto Congreso de la República iban a librar
sus más eminentes personalidades. Santander obtuvo, sin dificultad alguna, de los
legisladores que aceptaran los términos del acuerdo de Tocaima, es decir, la interpretación
del artículo 191 de la Constitución para anticipar la Gran Convención Constituyente, sin
quebrantar el régimen constituido. Después de varios días de debate se declaró la
conveniencia de modificar la Constitución antes de los 10 años establecidos y fijaron fecha
119
para la reunión de la Convención y la Ciudad de Ocaña como sitio para instalarla. El golpe
mortal a la idea de exponer como alternativa el proyecto boliviano fue dado a finales de
agosto, cuando el cuerpo legislativo adoptó, casi unánimemente, una medida de carácter
trascendental, por su fisonomía anti boliviana; la solemne declaración donde se señalaban en
forma perpetua e irrevocables, una serie de modalidades institucionales, que resultaban
incompatibles con las propuestas por Bolívar en el Código Boliviano. De esta manera el
Congreso de Colombia descartaba tal Código como solución a la reforma a la Carta
vigente.
Otro golpe recibido en ese mismo tiempo vino desde Lima, donde la aristocracia peruana
lograba que el Congreso declarara “sin ningún valor” la Constitución Boliviana, la cual había
sido adoptada por este país años atrás y procediera a elegir Presidente de la Republica, en
sustitución de Bolívar, al mariscal Don José de La Mar. Apenas tomado el mando en Lima,
La Mar, envió contingentes peruanos a los linderos de Bolivia y la frontera sur de
Colombia, para estimular focos de insurrección y para tratar de obtener levantamientos,
por los mismos métodos usados en la rebelión de Bustamante. Para lograr este propósito,
buscaron con habilidad a aquellos sargentos y oficiales del ejército colombiana que por su
carácter eran sensibles a ofertas pecuniarias, para comprometerlos en la insurrección
peruana, la cual tenía como objeto lograr la total disolución de la República. Así se suscito
la Rebelión del Sargento José Guerra en La Paz, quien al frente de de un numeroso
contingente depuso a los jefes Bolivarianos y después de ponerlos presos reunió a los
insubordinados en la plaza al grito de ¡Viva el Perú!, para luego forjar las arcas públicas y
huir con el dinero allí depositado, siendo alcanzados por los soldados leales a Colombia y
totalmente exterminados. En este escenario de rebeliones y declaraciones adversas a la
Carta boliviana, la Nueva Granada daba los últimos preparativos para la reunión de la
histórica Convención de Ocaña.
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1828
CONSPIRACION
SIMON BOLÍVAR
121
CONSPIRACION
LA CONVENCION DE OCAÑA
LA DICTADURA DE SIMON BOLIVAR
SUCESOS DE LAS PROVINCIAS DEL SUR
LA CONSPIRACION DEL 25 DE SEPTIEMBRE
1828
122
LA CONVENCION DE OCAÑA
La rebelión de la Paz fue recibida con grandes elogios por la prensa de Bogotá, la cual
estaba dominada por Santander; enterado Bolívar de esto se encaminó a marcha forzada a
la Capital, donde llegó el 10 de septiembre, recibido con frialdad y tras una protocolar y casi
hostil entrevista con Santander, tomó posesión de la presidencia y con satisfacción pudo
ver como el Congreso aprobaba, por efecto de su sola presencia, todo lo realizado por él en
Venezuela. A fines de octubre ocurrieron nuevos levantamientos en el oriente venezolano,
en los cuales la bandera era el viejo odio racial; alarmado Bolívar por la rápida propagación
de los sucesos, procedió a declarar turbado el orden público y anunció su propósito de
encaminarse personalmente a los focos amenazados, pero conservando esta vez, como lo
autorizaban los artículos 108 y 118 de la Constitución, el ejercicio del poder ejecutivo, para
evitar que Santander se encargase del mando.
Al mismo tiempo se produce una insurrección en Cartagena por lo que, Bolívar, sin
pensarlo de dirige a Bucaramanga, desde allí vigilaría los tres focos de la insurrección:
Cartagena, Venezuela y Ocaña, siendo este último el más peligroso, allí la pelea en la
trinchera política tenía como armas la difamación, la mentira y la inmoralidad.
Muchos fueron los sorprendidos cuando en el recinto de la convención, una vez terminada
la ceremonia de instalación, se comenzó la lectura del mensaje que enviaba el libertador
para tal fin: “Constituido por mis deberes a manifestaros la situación de la Republica,
tendré el dolor de ofreceros el cuadro de sus aflicciones…Colombia que frente a las
123
huestes opresoras respiraba solo pundonor y virtud, padece, como insensible, el descrédito
nacional. Colombia que no pensaba sino en sacrificios dolorosos, en servicios eminentes, se
ocupa de sus derechos y no de sus deberes…Nada añadiría a este funesto bosquejo, si el
puesto que ocupo no me forzara a dar cuenta a la nación de los inconvenientes prácticos de
sus leyes…debo decirlo: Nuestro gobierno está mal constituido…nuestros diversos
poderes no están distribuidos cual lo requiere la forma social y el bien de los ciudadanos.
Hemos hecho del legislativo sólo, el cuerpo soberano, cuando no debía ser más que un
miembro del soberano; le hemos sometido al Ejecutivo, y dado mucho mas parte en la
administración general que la que el interés legitimo permite. Por colmo de desacierto se ha
puesto toda la fuerza en la voluntad y toda la flaqueza en el movimiento y la acción del
cuerpo social…Todos observan con asombro el contraste que presenta el ejecutivo,
llevando en si una superabundancia de fuerza al lado de una extrema flaqueza; no ha
podido repeler la invasión exterior o contener los actos sediciosos, sino revestidos de
dictadura…Destruida la seguridad y el reposo, únicos anhelos del pueblo, ha sido imposible
a la agricultura conservarse. Su ruina ha cooperado a la de otras especies de industria,
desmoralizando el albergue rural, y disminuyendo los medios de adquirir; todo se ha
sumido en la miseria desoladora; y en algunos cantones los ciudadanos han recobrado su
independencia primitiva, porque perdidos sus goces nada los liga a la sociedad y aun se
convierten en sus enemigos.
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Santander; recoger la simpatía de todo el elemento civil y resquebrajar la unidad entre los
que respaldan la propuesta bolivariana.
Santander y sus partidarios se dieron cuenta de todos los peligros que, para los logros ya
obtenidos, podía significar la presencia de Bolívar en las deliberaciones, por lo que antes de
que la Asamblea llegara a pronunciarse al respecto, desataron una ofensiva general contra la
conveniencia de invitar a Bolívar a participar en los debates. Primero los más exaltados
adversarios del libertador pronunciaron encendidos discursos contra el “tirano”, cuya
presencia en Bucaramanga, según dijeron, constituía una amenaza para la libertad de los
diputados; y, por último, el propio Santander cerró aquel histórico debate con un discurso
tranquilo, en el cual, después de hacer grandes elogios a Bolívar y a sus servicios a la causa
de América, expresó su temor de que la presencia del Libertador pudiera amenazar la
libertad de los diputados en sus deliberaciones, pues, según manifestó, a él le había
ocurrido muchas veces que después de acercarse a Bolívar con indignación, tras oírlo había
salido desalmado y lleno de admiración por aquel hombre extraordinario. Concluyó
recomendando que se negara tal solicitud, para que los constituyentes pudieran tomara sus
decisiones guiados solamente por los dictados de su conciencia y no por la avasalladora
influencia del genio de Bolívar. Al pronunciarse la asamblea sobre este punto se le infringe
a Bolívar otro golpe, ya que para tomar la decisión de no convocarlo, Santander logró la
adhesión de un grupo venezolano, quienes decidieron con su voto la cuestión planteada.
En el espíritu de Bolívar comienza a librarse una dramática lucha entre no tener compasión
con sus adversarios o conducirse de manera que sus actos no lo coloquen en la posición de
déspota arbitrario y por lo tanto indigno del título de Libertador. Le escribe a Urdaneta:
“Yo me sepulto vivo ante las ruinas de esta patria complaciente y dócil a los c onsejos de los
tontos y de los perversos; por lo mismo, debo irme a romper con el mal. Lo último sería
tiranía y lo primero no se puede llamar debilidad pues no la tengo. Estoy convencido de que si
combato triunfo y salvo al país y usted sabe que yo no aborrezco los combates. Mas ¿Por qué he de
combatir contra la voluntad de los buenos que se llaman liberales y moderados? Me
responderán a esto que no consulté a estos mismos buenos y liberales para destruir a los
125
españoles y que desprecié para esto la opinión de los pueblos; Pero los españoles se llamaban
tiranos, serviles, esclavos y los que ahora tengo al frente se titulan con los pomposos nombres de republicanos,
liberales, ciudadanos. He aquí lo que me detiene y me hace dudar.”
Esta situación tuvo su fin ante la magistral decisión tomada por Castillo Rada y Briceño
Méndez de retirarse de la convención de Ocaña, llevándose con ellos a la bancada
bolivariana. Apenas el libertador fue notificado de ese propósito, sin calificarlo
abiertamente de conveniente, lo aceptó por considerarlo menos grave que la adopción del
proyecto de Azuero y Santander. Así que cuando Castillo Rada le informó que él y sus
amigos no vacilarían en abandonar la Asamblea para denunciar ante el país a los
“promotores el mal”, el pesimismo y el cansancio que lo embargaban se esfumaron ante la
esperanza de que todavía no se había perdido todo. “Ustedes-le escribió a Briceño Méndez
y Castillo Rada-me han devuelto a la actividad y, por consiguiente, no deben temer que yo
les abandone como han llegado a sospecharlo; cumplan ustedes, pues, con su deber, que yo
haré lo mío.”
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implacable que se requieren para mandar sin el consentimiento y contra la voluntad de los
gobernados. Esa frialdad con la que pudo ejecutar las decisiones que nos llevaron a lograr
la independencia del imperio español, no la pudo tener al momento de aplicarla para lograr
que el pueblo liberado se mantuviera unido a la justa causa de su propia independencia.
El motín, que había sido preparado en secreto en Perú por el general Gamarra, sirvió de
pretexto para que este se internara con el grueso de sus fuerzas en el territorio boliviano,
con la excusa de “proteger la preciosa vida del mariscal de Ayacucho y libertar al país de las
facciones de la anarquía”. Esta aventura de Gamarra coronó con éxito debido a que el
Mariscal de Ayacucho, amargado y herido por estos sucesos, había dejado el país para
encaminarse a Guayaquil, después de entregar el mando a Pérez de Urdininea. El ejército
invasor entró sin mayores resistencias a La Paz y continuó su avance hacia Oruro, donde se
encontraba Pérez de Urdininea, quien ante la sorpresa general, se plegó sin resistencia a las
onerosas exigencias del invasor.
127
“Cuando los buenos patriotas esperaban ver defendida la independencia de la República
con el brío que inspira siempre una buena causa, y cuando nacionales y extranjeros se
prometían honrado y noble proceder de quien hasta entonces mereciera la buena
reputación de que gozaba, se vio desmentir a Urdininea sus crecientes protestas de
oponerse hasta morir al envilecimiento de su patria, ratificándose el ignominioso tratado
que ajustaron en Piquitá sus comisionados con los del jefe del ejército invasor”.
Según este tratado se acordaba la evacuación total de todo el territorio boliviano, de los
naturales de Colombia y todos los extranjeros que existiesen en el ejercito; convocar a una
Asamblea Constituyente para modificar la Constitución el Estado; elegir un nuevo
presidente y el producto de las rentas del territorio boliviano, deducidas las pensiones de las
tropas nacionales, quedarían a beneficio de Perú. Agrias entrevistas sostuvo el Libertador
con el embajador peruano en Colombia, quien exigía el inmediato retiro de las fuerzas
colombianas de los territorios del Sur, mientras se declaraba sin autorización para resolver,
ni aun para escuchar, las quejas del gobierno por la intervención del ejército peruano en
Bolivia.
128
LA CONSPIRACION DEL 25 DE SEPTIEMBRE DE 1828
Florentino Gonzales, uno de los más activos participantes de la conjura, dice: “Y a no
podíamos lisonjearnos de triunfar sino con la impresión de terror que causaría en nuestros
contrarios la noticia de la muerte de Bolívar”. Faltos de los medios inmediatos de
ejecución, estos jóvenes ilusos se consagraron a conseguir adeptos entre las fuerzas
armadas, logrando solo la colaboración de sargentos y oficiales expulsados de ellas o a
punto de serlos, por mala conducta. En este episodio algunos estudiosos afirman que una
vez tomada la decisión de matar a Bolívar, ella fue consultada al general Santander, quien le
manifestó que de ninguna manera lo intentaran antes de su partida a Estados Unidos, en
desempeño de la misión diplomática que le habían asignado. Mas muchos concuerdan que,
por el contrario, es imposible llegar a armar un complot de esa magnitud sin que la
instrucción y preparación hubiese provenido de alguien de alto rango como el General
Santander, quien planificó el atentado y propuso la ejecución para cuando él no estuviese
en Colombia..
Todos los conjurados fueron apresados, dicen que el Libertador les aconsejó que no dijeran
que traían el plan de matarlo, para que no los condenaran a muerte, pero ellos respondieron
que habiendo ido a eso no podían negarlo. Dice Manuela Sáenz en carta a Simón
Rodríguez: “Su primera opinión fue que se perdonase a todos; pero usted sabe que para eso
tenía que habérselas con el general Urdaneta y Córdoba que eran los que entendían estas
causas. Lo que si no podré dejar en silencio fue que el consejo había sentenciado a muerte a
todo el que entró a palacio, y así es que, excepto Zuláivar, Hormet y Azuelito, que
confesaron con valor como héroes de la conspiración, los demás todos negaron, y por eso
dispusieron presentármelos a mí a que yo dijese si los había visto. Por esto el Libertador se
puso furioso. Esta señora, dijo, jamás será el instrumento de muerte ni delatora de
desgraciados”.
Como se desprende de estos relatos, el primer impulso del Libertador fue conceder el
perdón general a los conspiradores; pero la exaltación de sus ministros y consejeros,
quienes le pidieron no permitir que un gesto de generosidad suyo, abriera paso a la
impunidad en momentos tan delicados del orden público, lo impidió. Los conspiradores
fueron, entonces, enjuiciados con los cargos de conspiradores contra la seguridad del
Estado, siendo condenados a muerte a catorce de ellos. Entre los acusados estaba el ex
vicepresidente, General Francisco de Paula Santander, quien se refugió en la casa del
General Rafael Urdaneta, cuando el pueblo de la capital se dispersó enfurecido por la
ciudad para castigar a los autores del atentado. Desde un principio se dio por descontada la
129
participación de Santander en los hechos, mas sin embargo se descartó la posibilidad de
imponerle el condigno castigo y en tal sentido, Bolívar se dirigió al Mariscal Sucre en carta
fechada 28 de octubre de 1828: “Estoy desbaratando el abortado plan de conspiración;
todos los cómplices serán castigados más o menos; Santander es el principal, pero es el más
dichoso, porque mi generosidad lo defiende”. La importancia que se atribuyó en el proceso
dirigido por Urdaneta y gran parte de militares venezolanos, al encuentro de pruebas
susceptibles de comprometer a Santander, así como la ejecución de un personaje tan
popular en el pueblo neogranadino como lo era el almirante Padilla, determinaron en este
pueblo el renacimiento del espíritu de descontento y rebelión manifestado durante la
convención de Ocaña, con el agravante de que esta vez era manifiesta no solo la división de
partidos sino el odio entre venezolanos y neogranadinos.
130
1829
BOLIVAR I
SIMON BOLÍVAR
131
BOLIVAR I
1829
132
LA GUERRA DEL SUR
Cuando la escuadra peruana atacó Guayaquil y el general La Mar, al frente de ocho mil
quinientos hombres, avanzaba hacia las provincias colombianas de Cuenca y Lonja; el
libertador se enteraba de que los coroneles granadinos José María Obando y José Hilario
López, después de proclamarse defensores de la constitución de Cúcuta, se levantaron en
armas contra Bolívar en el Cauca. Así entre la capital y el foco amenazado por las tropas
extranjeras, emergió una insurrección de los propios nacionales, lo cual hacia
extraordinariamente difícil la defensa de las fronteras de la República.
Deseoso Bolívar de poner fin a la revuelta del Cauca, en momento en que Obando se
ufanaba de coordinar sus movimientos con los del ejército invasor, ordenó al general
Córdoba, ocupar Popayán, mientras él con el grueso del ejército se dirigió al Sur a
responder la agresión peruana. Mientras Bolívar se encaminaba al Sur, La Mar invadía la
provincia de Loja y se encaminaba a Cuenca. Sucre, quien había sido nombrado por el
libertador, generalísimo de todas las fuerzas colombianas en aquellos departamentos, se
dirigió al encuentro de La Mar obligándolo a abandonar los territorios ocupados. A Sucre
Bolívar escribe: “Le nombro jefe absoluto del sur. Todos mis poderes, buenos y malos, los
delego en usted. Haga usted la guerra, haga usted la paz; salve o pierda el sur. Usted es el
arbitro de sus destinos y en usted he confiado todas mis esperanzas” Jamás Bolívar había
confiado en nadie hasta ese punto de la entrega total de sus poderes, ni nunca hubo general
que lo mereciese, a no ser el gran cumanés. Siguiendo estas instrucciones de Bolívar, el
mariscal de Ayacucho buscó una solución pacifica con La Mar y a tal efecto envió a este las
condiciones de un acuerdo.
La Mar, a pesar de no estar de acuerdo con los términos de la propuesta, nombró emisarios
y envió sus propios términos al tiempo que en silencio y con un hábil movimiento de
flanqueo se encaminó a Girón para colocarse con el grueso de su ejército a la espalda del
ejército colombiano. Afortunadamente Sucre se enteró de la maniobra y con una celeridad
admirable mandó a tacar a los contingentes que La Mar dejó en Saraguro, dominándolos
fácilmente, a la par que con el grueso de su ejército se dirigió también a Girón. Así fue
como el 27 de Febrero de 1829 al amanecer, las fuerzas colombiana s pudieron divisar
atrincherados en el portete de Tarquí, a los enemigos. Pronto la gloria sería para uno de los
combatientes. Quedaban enfrentados el Mariscal Antonio José de Sucre y José de La Mar,
uno de sus antiguos generales que en la histórica acción de Ayacucho estuvo a punto, por
su notoria impericia, de entregar el triunfo a los selectos batallones realistas de Valdés. Esta
vez tampoco se pudo apreciar ningún merito militar a La Mar. Apenas comenzado el
ataque colombiano, las filas peruanas se rompieron y, después que el desorden general se
introdujo en ellas, se inició una desbandada general. En Tarquí Sucre destruyó la casi
totalidad del ejército peruano que había invadido territorio colombiano.
133
arreglo con Colombia en base del armisticio de Girón. A esta buena noticia siguió otra
donde se le informaba que el Mariscal Santa Cruz había asumido el mando en Bolivia y
había restaurado en ella el régimen de la constitución Boliviana que había sido abolida
cuando ocurrió la invasión peruana.
PROPUESTA DE MONARQUIA
La relativa calma que permitió a Bolívar el buen estado de las cosas en los territorios del
Sur, no duraría mucho tiempo; cuando las tropas peruanas entregaban a Colombia los
territorios ocupados, el libertador se enteró de un suceso que lo llenó de alarma y de
sorpresa: la insurrección contra el gobierno, iniciada en la provincia de Antioquia por una
de sus más leales oficiales: el General José María Córdoba. ¿Qué había pasado para que el
héroe de Ayacucho, hasta ayer uno de los más exaltados bolivarianos, se hubiera pasado
espectacularmente al bando de los adversarios de Bolivar y seguir el camino de la rebelión,
iniciado en la Nueva Granada por Obando y López?. El motivo fue el descubrimiento de
algunas gestiones del consejo de ministros para establecer en Colombia un régimen
monárquico. El consejo, compuesto por Castillo Rada, Urdaneta, José Manuel Restrepo y
Estanislao Vergara, después del atentado del 25 de septiembre de 1828 juzgó imposible
gobernar a Colombia dentro de las normas del sistema republicano y representativo, por lo
que constituyeron secretamente una junta de personalidades notables e iniciaron
conversaciones con los representantes diplomáticos de la Gran Bretaña y Francia para
buscar la manera de negociar la posibilidad de sustituir el régimen republicano por una
monarquía. Desde el primer momento, los del consejo, sabían lo difícil que sería llevar al
Libertador a aceptar ese proyecto, así que movidos por esa convicción, se orientaron a dar
a sus planes una formas que permitiera la implantación del régimen monárquico con una
especie de regencia del Libertador durante su vida y la coronación de un príncipe europeo a
su muerte.
Los miembros del consejo habían sostenido y sostenían correspondencia con agentes en
todo el país, con la mira de difundir el sentido y detalles del plan monarquista y de preparar
un ambiente susceptible a influir sobre el congreso constituyente que estaba próximo a
reunirse. Una ola de indignación ahogó entonces el entusiasmo causado por la victoria de
Tarquí, y el partido santanderista, silenciado por el destierro de su jefe y el desprestigio que
alcanzó por el atentado del 25 de Septiembre de 1828, encontró una nueva y muy atractiva
bandera para mantener el apoyo de la opinión pública y provocar una división radical en las
propias fuerzas militares. Gran ´parte de la oficialidad, hasta ayer fiel al gobierno y al
libertador, no disimularon su hostilidad contra el insólito plan del consejo de gobierno.
Bolivar, actuando en consecuencia, decidió convocar un congreso constituyente para el año
1830 a fin de restablecer el orden constitucional.
Al mismo tiempo que Córdoba se alzaba en armas, la misma prensa europea recogió
informaciones de corresponsales oficiosos y comenzó una campaña de desprestigio
internacional. El hombre que hasta ayer era alabado como símbolo de la libertad de
América, ahora era retratado como tirano y desleal a sus ideas, por la prensa europea. Una
difícil situación se presenta entonces al Libertador; el Señor Campbell, representante de la
Gran Bretaña en Colombia, estimulado por el entusiasmo del consejo y probablemente
autorizado por ellos, se dirigió en nota oficial al Libertador solicitándole su opinión sobre el
plan de monarquía, dejándole entrever que su gobierno lo veía con simpatía. Las
implicaciones de esta grave consulta, formulada por el representante de la que había pasado
a ser la primera potencia de la época, estriba en la lucha que ya establecían en la América
134
meridional La Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos, con sus respectivos regímenes:
Monárquico, Republicano y de Restauración, quienes pretendían buscar la expansión
política e ideológica para lograr con esto el predominio de sus intereses comerciales en la
zona. Los ingleses y franceses veían con simpatía la posible restauración del régimen
monárquico en la América hispana, seguros de que por ese camino adquirirían decisiva
influencia en el sur del hemisferio. Los americanos del Norte, miraban a las antiguas
colonias de España con el evidente interés de llevar a ellas la política republicana a fin de
ganar influencia sobre su actividad comercial. Si Bolívar manifestaba francamente su
desaprobación a tal planteamiento, se exponía a desautorizar al consejo de gobierno en
momentos en que se hallaba empeñado en sofocar la rebelión de Córdoba. Bolívar optó
por dar respuesta al emisario británico exponiendo imparcialmente su criterio y aplazando
un concepto definitivo para cuando se hubiera aclarado el acuerdo entre Francia e
Inglaterra sobre la elección de la dinastía. “Lo que usted se sirve decirme con respecto al
nuevo proyecto de nombrar un sucesor de mi autoridad que sea príncipe europeo no me
coge de nuevo, porque algo se me había anunciado con no poco misterio y algo de timidez,
pues conocen mi modo de pensar. No sé qué decir a usted sobre esa idea que encierra mil
inconvenientes. Usted debe conocer que por mi parte no habrá ninguno, determina do
como estoy a dejar el mando en este próximo congreso; mas ¿Quién podría mitigar la
ambición de nuestros jefes y el temor de la desigualdad en el pueblo?¿No cree usted que
Inglaterra sentiría celos por la elección que se hiciera de un Borbón?¿Cuanto no s e
opondrían los nuevos Estados Americanos?¿Y los Estados Unidos, que parecen destinados
por la providencia a plagar a la América de miserias en nombre de la libertad…?Por lo
mismo yo me reservo para dar mi dictamen definitivo cuando sepamos que piensan los
gobiernos de Inglaterra y Francia sobre el mencionado cambio de sistema y la elección de
las dinastías”.
135
miserable. Tercero. Las clases inferiores se alarmarían, temiendo justamente los defectos de
la aristocracia y de la desigualdad. Cuarto. Los generales y los ambiciosos de todas
condiciones no podrán soportar la idea de verse privados del mando supremo. No he
hablado de los inconvenientes europeos, porque pudiera darse el caso de que no los
hubiera, suponiendo siempre una rara combinación de circunstancias felices”.
Todas estas presiones crearon un estado de ánimo muy pesimista sobre el futuro de
América en el Libertador, como se expresa en carta enviada al general O´Leary el 13 de
septiembre de 1829: “No es creíble el estado en que estoy, según lo que he sido toda mi
vida; y bien sea que mi robustez espiritual ha sufrido mucha decadencia o que mi
constitución se ha arruinado en gran manera, lo que no deja duda es que me siento sin
fuerza para nada y que ningún estimulo puede reanimarme. Una calma universal, o más
bien una tibieza absoluta me ha sobrecogido y me domina completamente. Estoy tan
penetrado en mi incapacidad para continuar más tiempo en el servicio público, que me he
creído obligado a descubrir a mis más íntimos la necesidad que veo de separarme del
mando supremo para siempre, a fin de que se adopten por su parte aquellas resoluciones
que le sean más conveniente” En carta dirigida a José Ángel Álamo dice Bolívar: “haga
Venezuela la voluntad suya: que se separe, o federación, o lo que quiera. Yo no me opongo
a nada, nada, nada, pues no deseo más que mi licencia o la libertad, como los soldados o los
esclavos”.
SEPARACION DE VENEZUELA
El 23 de septiembre, y una vez cumplidas las formalidades finales del tratado de paz con el
Perú, el Libertador dejó Guayaquil y se encaminó a Bogotá. En ese camino llegó una
comunicación del mariscal Sucre, a quien Bolívar había solicitado aceptar el mando que él
pensaba dejar irrevocablemente, en ella el Mariscal se negaba a aceptar el gobierno y le
hacía responsable de los males que, en su opinión, no tardaría en sobrevivir a Colombia
como consecuencia de la actitud que había llevado a Bolívar a convocar un Congreso para
decidir definitivamente sobre la organización política de la Republica.
En los lentos días de su viaje a Pasto, a pesar de las demostraciones de entusiasmo de que
se le hizo objeto en el camino, Bolívar se reafirmó en su propósito de renunciar
definitivamente al mando. A dar este paso lo impulsaba la seguridad de que la empresa de
136
su vida estaba al borde de su crisis definitiva. La ambición de los jefes y caudillos más
destacados de la guerra de independencia por participar en la sucesión presidenc ial, le
convenció de la necesidad de hacer la transmisión tranquila y ordenada a un hombre capaz
de garantizar la continuidad de su obra. Bolívar estaba convencido de que la sucesión
presidencial no era asunto puramente legal, sino un problema humano, porque en la
América del Sur no eran las instituciones las que garantizaban la influencia de los
gobernantes, sino la influencia personal de los gobernantes la razón de la influencia de esas
instituciones.
En carta a O´Leary le decía: “Allá va una idea para que usted la de vueltas y la considera
bien; ¿No sería mejor para Colombia y para mí y aun mas para la opinión pública, que se
nombrase un presidente y a mí se me dejase de simple generalísimo? Yo daría vueltas
alrededor del gobierno como un toro de su manada de vacas. Yo le defendería con todas
mis fuerzas y las de la República. Este gobierno sería más fuerte que el mío, porque
añadiría a mis fuerzas propias las intrínsecas del gobierno y las particulares del personaje
que lo sirviera”. El libertador se dirigió a Popayán, donde tenía pensado establecerse
durante las deliberaciones del congreso para alejar toda sospecha sobre sus supuestas
intenciones de recortar la libertad de los representantes o influir indebidamente en sus
conciencias. En la copiosa correspondencia que recibe en Popayán, el Libertador ve
claramente que, sobre su intención de dimitir al gobierno y no participar en el Congreso, se
habían formado por lo menos dos partidos radicales, e incompatibles con las solucione
imaginadas por él para aquella grave emergencia. Por una parte los simpatizantes de la
propuesta monarquista del Consejo de Gobierno, que no escatimaban esfuerzo para influir
en el ánimo de los representantes a favor de su idea; y por otro lado la facción de Páez en
Venezuela, resuelta a exigir como requisito insustituible para continuar en la Unión de la
Nueva Granada y Venezuela, la elección por el congreso del general Páez como presidente
de la República, alegando que después del largo ejercicio del mando por el granadino
Santander, había llegado el turno a los venezolanos.
Enterado Bolívar de la pasión con que ambos bandos defendían sus aspiraciones optó por
notificarlos públicamente de su desacuerdo con ambas; el 22 de noviembre de 1829 se
dirigió al consejo de ministros en una sensacional comunicación que provocó revuelo en la
opinión pública: “…Es, por tanto, el dictamen de S.E.: Que se deje a aquel cuerpo
representativo de la soberanía (el Congreso) toda la libertad necesaria al cumplimiento de
sus altos deberes; y que la administración actual suspenda todo procedimiento que tienda a
adelantar la negociación pendiente con los gobiernos de Francia y de Inglaterra”.
En el caso del general Páez, Bolívar no necesitó de ninguna manifestación pública para
expresar sus ideas, pues días después de su llegada a Popayán se presentó el Capitán
Austria, enviado desde Venezuela por Páez para comunicarle que el caudillo del Apure no
se opondrá a la consolidación de la unión Colombiana si el congreso decidía elegirle
presidente. Igualmente expresó, Austria, que el general Páez confiaba en que el Libertador
pondría al servicio de su candidatura, su influencia con los legisladores. Conocedor de las
ambiciones de Páez y de los recursos de que disponía para atentar peligrosamente contra la
consolidación de la unión colombiana, Bolívar no quiso dejar con su respuesta, origen a
ningún equivoco y en instrucciones escritas para Austria, le ordenó manifestar a Páez que él
no podía ni deseaba adelantar las gestiones de él esperadas. A Páez le envió una carta
donde le declaró que su deber era respetar las decisiones de los representantes del pueblo,
tanto si le investían de la calidad de presidente como si se designaba para e se cargo a
persona diferente. “Digo a usted, bajo mi palabra de honor, que serviré con el mayor gusto
137
a sus ordenes si es usted el jefe del Estado; y deseo que usted me haga la misma protesta de
su parte en el caso de que sea otro el que mande”.
Aconsejado Páez, como en 1827, por el intrigante Peña, optó entonces por desencadenar
en Venezuela una nueva revolución contra “el mal gobierno del General Bolivar”, y
comenzó a invitar a los liberales a desconocer la autoridad de Bolívar , acusándole de ser el
autor de las gestiones a favor de la monarquía iniciadas por el Consejo de Gobierno. El 23
de noviembre se reunió en Valencia una junta popular y en ella se firmó un acta en la que
categóricamente se declaraba “…que Venezuela no debe continuar unida a la Nueva
Granada y a Quito, y que se dirija esta petición al Congreso Constituyente, para que
teniéndola en consideración, provea los medios más justos, equitativos y pacíficos, a fin de
conseguir la separación sin ocurrir a las vías de hecho. El 25 de noviembre se instaló en
Caracas una asamblea, que fundándose en el acta de Valencia, declaró su “…voluntad de
proceder a la separación de Venezuela del gobierno de Bogotá y al desconocimiento del
gobierno del general Bolívar.”. Al conocer el libertador, tan dramáticas noticias no vaciló
en aceptar la solicitud de la junta preparatoria del congreso, que le pedía encarecidamente
su regreso a la capital. Mientras Bolívar se encaminaba a Bogotá, Páez procedía a convocar
nueva junta popular donde sus agentes lograron obtener la siguiente declaración: “Que se
desconozca la autoridad de Bolivar, la de su Consejo de Gobierno y la del Congreso
Constituyente. Que Venezuela se separe de la unión. Que el General Páez sea el jefe del
gobierno y que no se permita de ningún modo que el General Bolívar vuelva al territorio
venezolano.”
138
1830
EL OCASO DEL SOL DE AMERICA
SIMÓN BOLÍVAR
139
EL OSCASO DEL SOL DE AMERICA
CONGRESO ADMIRABLE
CONGRESO DE VALENCIA
DISOLUCION DE LA GRAN COLOMBIA
MUERTE DEL MARISCAL ANTONIO JOSE DE SUCRE
CAMINO A LA MUERTE…ULTIMOS DIAS DEL LIBERTADOR
SANTA MARTA
SAN PEDRO ALEJANDRINO
ULTIMA PROCLAMA
MUERTE DEL LIBERTADOR
TESTAMENTO
1830
140
CONGRESO ADMIRABLE
El 13 de enero de 1830, Páez convocó en Valencia a un Congreso Constituyente que debía
instalarse el 30 de Abril. El 15 de enero, al mediodía, haría Bolívar su última entrada en
Bogotá, según el relato de Posada Gutiérrez: “Las calles se adornaron como nunca; todos
los regimientos de milicias de caballería de la sabana, en numero de 3.000 hombres,
formaron en la plaza y alameda de San Victorino; un batallón de línea y uno de milicias
fuerte de 1000 hombres, formaron en la carretera de San Victorino hasta el palacio. Puede
asegurarse que todo el que tuvo caballo o pudo conseguirlo, salió a encontrarle. Los
balcones, las ventanas, las torres, estaban llenas de gente…” Mas a pesar del pomposo
recibimiento, “el instinto de las masas veía más bien en aquella solemnidad los funerales de
la Gran República, que la entrada triunfal de su glorioso fundador”.
En los días siguientes, el Libertador se entrevistó con muchos de los representantes del
congreso y a todos manifestó su definitivo propósito de renunciar al mando el mismo día
de la instalación del Congreso Constituyente. No pudo, sin embargo, encontrar en ellos el
ambiente que hubiera deseado a favor de una posible designación del general Sucre como
su sucesor. Aun cuando la mayoría de los miembros del congreso eran amigos de conservar
la unidad de la República, no existía ningún acuerdo en cuanto a la elección de la persona
apropiada para remplazar al Libertador en el gobierno.
Ocupada la silla presidencial, por el Libertador, ese 20 de enero de 1830; Bolívar recibiría
durante la ceremonia de instalación los últimos honores militares como Jefe del Estado.
Bolívar, en su breve alocución hizo presente a los diputados de la gravedad de las
circunstancias, manifestándoles que de su prudencia y sabiduría esperaba la patria su
salvación. A todos, de dos en dos, fue tomando su juramento de “Cumplir con nue stro
deber”. Terminada la ceremonia, el Libertador abandonó el recinto y el secretario del
Congreso procedió a dar lectura de la proclama en la que Bolivar anunciaba al pueblo
colombiano su dimisión al mando. En su mensaje al congreso deliberadamente se abstuvo
de hacer algún comentario sobre la organización política del país, para evitar ser acusado de
ejercer indebida influencia sobre el ánimo de los legisladores. “!Conciudadanos! Hoy he
dejado de mandaros…Escuchad mi última voz: Al terminar mi carrera política a nombre de
Colombia os pido, os ruego, que permanezcáis unidos para que no seáis los asesinos de la
patria y vuestros propios verdugos”.
141
Libertador. En ese mismo momento hay clima de conflicto con Venezuela, por lo que
Sucre actúa como legislador y presidente del congreso sólo quince días. Páez había
ordenado la colocación de ejércitos en la frontera con Nueva Granada al mando del general
Mariño. El Congreso nombró, en consecuencia, una comisión para entenderse con Páez en
nombre del Congreso de Colombia. Sucre, presidente del Congreso fue designado a su vez
presidente de esta comisión y con este propósito dejó Bogotá y partió a encontrarse con
Páez y buscar una solución que permitiera la continuidad de Venezuela dentro de la
República. En ausencia de Sucre, el Congreso le da a éste un golpe político ruin: por
votación mayoritaria el congreso aprobó una ley donde se establece que para ocupar la
Presidencia de la República se requiere una edad mínima de 40 años. Con esta medida el
congreso deja a Bolívar si la posibilidad de proponer a Sucre, de 35 años, como su sucesor.
La comisión de negociación con Páez fracasó ante le rotunda negativa de los emisarios del
caudillo venezolano a aceptar cualquier fórmula que no implicara la independencia absoluta
de Venezuela. Días después, debido a estos dos importantes sucesos, Bolívar tomó una
decisión desesperada, muy propia de un temperamento susceptible a los agravios: ante las
ofensas que se le infringían por la prensa en Bogotá y Caracas y las insistentes negativas del
Congreso a aceptar su renuncia y a elegir su sucesor, fundándose en el decreto que en 1828
reglamentó la dictadura, el 1 de marzo designó en forma autónoma y directa al señor
Domingo Caicedo como Presidente de la República y después de hacerle formar entrega
del cargo se encaminó a la quinta de Funcha para alejarse de forma definitiva de los
negocios públicos.
A pesar de esta acción, los ataques no cesaron. El gobierno de Caracas dejó entrever la
posibilidad de confiscar las minas de Aroa, el único resto de su fortuna y con el producto
de cuya venta, había anunciado Bolívar pasaría en Europa su vejez. En la puerta de la casa
de María Antonia Bolivar, hermana del Libertador, en Caracas, apareció escrita la siguiente
estrofa:
CONGRESO DE VALENCIA
142
sea aprehendido en territorio venezolano, debe ser pasado por las armas de inmediato” esa
moción fue rechazada.
El 8 de mayo, después de despedirse por última vez de Manuela Sáenz, en una carta, el
Libertador abandona Bogotá y emprende camino a Cartagena, para desde ahí tomar barco a
Europa, donde ya tenía decidido pasar su retiro. “Mi querida, me satisface decirte que estoy
bien. Aunque me embarga tu pena y la mía por nuestra separación. Mi querida, te amo
muchísimo, y te amaré mucho más si ahora eres mucho más razonable que en ningún
momento anterior. Pon cuidado en lo que hagas: de lo contrario, te echarás a perder, o sea
que nos perderemos los dos. Siempre tuyo, tu devoto amante. Bolívar” Desde su partida
143
los ataques contra Manuela tomaron forma y nombre: Vicente Azuero, este se encargó de
incitar a la gente a manifestar su descontento con la Sáenz mediante carteles, “papeluchos”
y actos como la quema de muñecos en la fiesta de Corpus Christi, en los que se
personificaron a Manuela y Bolivar bajo los nombres de Tiranía y Despotismo. La reacción
de Manuela fue súbita: destruyó las figuras y todo el andamiaje que las sostenía. Ante esto
el resentimiento santafereño cedió a las acciones de Azuero; sin embargo, Manuela recibió
el apoyo de las mujeres: “Nosotras, las mujeres de Bogotá, protestamos de esos provocativos libel os
contra esta señora que aparece en los muros de todas las calles (…) La señora Sáenz, a la que nos
referimos, no es sin duda una delincuente”. El gobierno estuvo a punto de considerar este y otros
llamados de las “mujeres liberales”, como ellas mismas se llamaron; pero un folleto titulado
“La Torre de Babel” escrito por Manuela Sáenz, en el que no sólo se ponía de manifiesto la
ineficacia e ineptitud de los rectores del gobierno sino que revela secretos de estado, hizo
que se le acusara de “Actos provocativos y sediciosos” y se procediera a encarcelarla. Estos
acontecimientos fortuitos, pero que a la luz de cualquier entendedor se ven como
provocados impidieron que, la Libertadora del Libertador, estuviera a su lado en los
trágicos momentos que se avecinaban.
El 13 de mayo de 1830, Bolívar llega a Honda, donde recibe la noticia de que en los
departamentos del Sur se había hecho efectivo lo anunciado en los últimos meses: El
General Flores había declarado esos departamentos independientes de Colombia y asumió
el mando del Estado de Ecuador, nombre dado a la nueva República. Si Bolívar no hubiese
estado dominado por la tremenda amargura de ver como sus tenientes destruían, a la
manera de los generales de Alejandro, la gran nación que había formado y por cuya
potencia interna había sido posible la independencia sudamericana; un sentimiento de
vanidad le habría dominado al comprender que aquella formidable construcción política
solo había existido por el milagro, casi inverosímil, del gran despliegue de sus propias
energías que durante veinte años le permitieron recorrer victorioso el continente.
El adiós de Sucre a Bolívar fue una carta escrita inmediatamente y enviada sin demora a
alcanzar al libertador en el camino: “Cuando he ido a casa de usted para acompañarlo, ¡Ya
se había marchado! Acaso es esto un bien, pues me ha evitado el dolor de la más penosa
despedida. Ahora mismo, comprimido mi corazón, no sé qué decir a usted. Más no son las
palabras las que pueden explicar los sentimientos de mi alma respecto a usted; usted los
conoce, pues me conoce mucho tiempo y sabe que no es su poder, si no su amistad, la que
me ha inspirado el más tierno afecto a su persona. Lo conservare cualquiera sea la suerte
que nos quepa, y me lisonjeo que usted me conservará siempre el afecto que me ha
dispensado. Sabré en todas circunstancias merecerlo. Adiós mi General, reciba usted por
gaje mi amistad y las lagrimas que en este momento me hace verter la ausencia de usted.
Sea usted feliz en todas las partes y en todas partes cuente con los servicios de su más fiel y
apasionado amigo”.
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A esta carta Bolívar responde: “Mi querido General y buen amigo: la apreciable carta de
usted, en que se despide de mi me ha llenado de ternura, y si a usted le costaba
escribírmela, ¿Qué diré yo, yo, que no solamente me separo de mi amigo, si no de mi
patria? Dice usted muy bien, las palabras explican muy mal los sentimientos del c orazón en
circunstancias como esta; perdone usted, pues, la falta de ellas y admita mis más sinceros
votos por su prosperidad y por su dicha. Yo me olvidaré de usted cuando los amantes de la
gloria se olviden de Pichincha y Ayacucho. Usted se complacerá al saber que desde Bogotá
hasta aquí he recibido mil testimonios de parte de los pueblos. Este departamento se ha
distinguido muy particularmente. El general Montilla se ha comportado como un caballero
completo. Saludo cariñosamente a la señora de usted, y protesto que nada es más sincero
que el afecto con que me repito de usted, mi querido amigo. Su Bolívar”.
En estas dos cartas se paseaba, cínicamente, la muerte. Las sombras estaban a punto de
posarse sobre la América toda. La muerte de las más grandes llamas que brillaron en aras
de la libertad se aproximaba y con la extinción de esta llama, la oscuridad sobrevendría por
siglos.
Sucre iba amargado de todo lo que vio en el Congreso, decepcionado de la forma mezquina
como los políticos trataban la construcción de la patria, ¿Quién puede dudar de que llegado
a Quito, Sucre sería proclamado sucesor de Bolívar y de que, en la proyectada Asamblea
Constituyente desplazaría por su prestigio a todos, incluso a Flores? Sucre poseía la
experiencia de haber estructurado sabia y eficientemente a Bolivia. Flores, además de
inexperto, era de escasa cultura intelectual. El 16 de mayo, el Libertador se embarcó en
Honda, camino a Mompós, en su ruta al puerto de Cartagena desde el cual pasaría a
Europa, donde esperaba descansar de las vicisitudes de los últimos tiempos. Lejos estaba
de saber que la amargura no había terminado, que las miserias del alma humana le tenían
reservada aun la peor de las decepciones.
El 4 de Junio de 1830, en las oscuras selvas de Berruecos sería asesinado el Gran Mariscal
de Ayacucho, quien iba en camino a Quito a enterarse de la situación de Ecuador. La prisa
de querer llegar a tiempo para celebrar el cumpleaños de su pequeña hija le daba un
aliciente más al viaje de Sucre. A su esposa había escrito desde Cúcuta al finalizar su fallida
comisión negociadora con Páez: “Te escribo por un extraordinario para saludarte, para
decirte que te pienso cada vez con más ternura, para decirte que desespero por ir junto a ti;
para pedirte que por recompensa de mis delirios, de mi adoración por ti, me quieras
mucho, me pienses mucho. Como marcharé volando me detendré muy poco en Bogotá,
estaré contigo muy breve. Este es todo mi deseo. Quiéreme mucho como yo te quiero. Tu
Antonio.”
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La comitiva que acompañaba a Sucre se componía de siete personas: el gran Mariscal de
Ayacucho, el diputado Andrés García Téllez, hacendado de Cuenca; el sargento de
caballería Ignacio Colmenares, venezolano del Tocuyo; el sargento López Caicedo,
asistente del Mariscal; el negro Francisco, sirviente de García y dos arrieros de carga. Sucre
viajaba condenado a muerte. Poco antes de su partida hubo en Bogotá una junta política en
la casa de Pancho Montoya, en la cual, según narra Juan B. Pérez y Soto, se resolvió “que
era necesario suprimir al general Sucre, quien era el único por sus talentos militares y
prestigio que podía conservar el predominio del libertador en Colombia”. Adoptada esa
medida se comunicó a Obando para matarlo si iba por Buena ventura y al general Tomas
Herrera si se iba por Panamá. Obando debía vigilar la vía de Pasto; el general Murgueitio la
de Buena Ventura (camino más probable para el viaje de Sucre). El 1 de Junio de 1830, 3
días antes del asesinato, el periódico “El Demócrata” de Bogotá, publicó: “Bien previmos
el objeto de la marcha acelerada del general Sucre, cuando dijimos en nuestro número
anterior, hablando de las ultimas pérfidas de Bolívar, que había movido todos los resortes
para revolucionar el Sur de Colombia…Puede ser que Obando haga con Sucre lo que no
fuimos capaces de hacer con Bolívar”.
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bárbaramente a los más ilustres generales y cuyo merito ha producido la libertad de
América. Yo no sé que causa ha dado este general para que atenten contra su vida, cuando
ha sido más liberal y más generoso que cuantos héroes han figurado en los anales de la
fortuna, y cuando era demasiado severo hasta con los amigos que no participaban
enteramente de sus sentimientos. Yo pienso que la mira de este crimen ha sido privar a la
patria de un sucesor mío. Cuando veo que el desprendimiento más sublime y la inocencia
más pura no salvan a los bienhechores de morir como tiranos, no, no, yo no serviré a país
tan infame, a hombres tan ingratos y execrables”
Después de estos sucesos, Bolívar se instala en Cartagena, desde donde recibe correos
sobre los acontecimientos que están en marcha, entre los que destaca un plan conspirativo
para hacerle retornar a la presidencia y seguir forzando la unión de la maltrecha República;
entre los más fieles comprometidos con la propuesta se encuentran, entre otros, Manuela
Sáenz y el General Rafael Urdaneta. El 2 de septiembre de 1830, a través de un golpe de
estado, Urdaneta, derrocó a Joaquín Mosquera y se nombró “Depositario del mando
supremo” en ausencia del Libertador. Una vez tomado el poder, tanto el pueblo como el
ejercito le piden insistentemente a Bolívar que regrese, el 5 de septiembre Bolívar envía
correspondencia pero no indica si aceptará o no la petición. El 18 de septiembre publica
una proclama donde rechaza la petición y reafirma su plan de abandonar el país y pasar a
Europa. El 20 de septiembre a Briceño Méndez le escribe: “Uds. Verán mi propuesta
aunque parece que ofrezco mucho, no ofrezco nada, sino servir como soldado, no he
querido admitir el mando que me confieren las actas, porque no quiero pasar por un jefe de
rebeldes y nombrado militarmente por los vencedores. He ofrecido al gobierno servirle
porque no me puedo excusar en peligros semejantes, si me dan un ejército lo aceptaré y si
me mandan a Venezuela iré…Yo no puedo vivir entre asesinos y facciosos; yo no puedo
ser honrado entre semejante canalla, y no puedo disfrutar del reposo en medio de las
alarmas. A nadie le piden tantos sacrificios como a mí, y esto para que todos hagan lo que
les tiene más en cuenta. Aquí no hay equidad, mi amigo: por consiguiente yo debo tomar
por mi mismo la parte de mí. Justicia. Yo estoy viejo, enfermo, cansado, desengañado,
hostigado, calumniado y mal pagado. Yo no pido por recompensa más que el reposo y la
conservación de mi honor; por desgracia es lo que no consigo”.
147
Tuberculosis. La primera causa la expusimos al inicio de esta recopilación: La
Conspiración.
Posada Gutiérrez, dice: “Bolívar consultaba al médico que tenía a su servicio, se hacía
examinar con desgano, oía el diagnostico, después guardaba las prescripciones y se olvidaba
del tratamiento a seguir. Perú de La Croix relata que en el año 1828, en Bucaramanga, el
Dr. Charles Moore, le formuló un vomitivo con tártaro emético para tratarle un trastorno
digestivo, prescripción que se negó a seguir, habiendo comentado a su edecán días después:
“Usted ve que sin el emético del doctor me he puesto bueno y que si lo hubiera tomado
estaría ahora con los humores revueltos y con una fuerte calentura”. El mismo autor señala
algunos comentarios de Bolívar sobre su médico de entonces: “Este doctor está siempre
con sus remedios, sabiendo que yo no quiero drogas de botica; pero los médicos son como
los obispos: aquellos siempre dan recetas y estos siempre echan bendiciones, aunque las
personas a quienes las dan, no las quieran o se burlen de ellas. El Dr. Moore está orgulloso
de ser mi médico y le parece que esta situación incrementa su ciencia; creo que
efectivamente necesita apoyo. Es un buen hombre y conmigo de una timidez que perjudica
sus conocimientos y luces, aun cuando tuviese las de Hipócrates. La dignidad doctoral que
ostenta algunas veces, es un ropaje ajeno de que se reviste y que le sienta muy mal. Esta
engañado si piensa que yo tengo fe en la ciencia que profesa, en la suya y en sus recetas. Se
las pido a ratos para salvar su amor propio y no desairarle. En una palabra, mi médico, para
mí es un mueble, un aparato de lujo y no de utilidad. Lo mismo me ocurría con el capellán
que he hecho regresar”.
148
al general Montilla diciendo: “Necesito con mucha urgencia de un medico y ponerme en curación formal
para no salir tan pronto de este mundo”. En esa misma misiva del 2 de octubre dirigida a
Urdaneta escribió: “Yo he venido aquí desde Cartagena un poco malo, atacado de los
nervios, de la bilis y del reumatismo. No es creíble el estado en que se encuentra mi
naturaleza. Esta casi agotada y no me queda esperanza de restablecerme completamente en
ninguna parte y de ningún modo. Solo un clima como el de Ocaña puede servirme de
alivio, pues la tierra caliente me mata y en la fría no me va bien…” Desde Soledad el 17 de
Octubre le dice: “…Mis nervios sufren extraordinariamente de este inmenso calor; de
suerte que con mucho dolor, puedo menearme y dar un paseo por la casa, sin poder subir
una escalera por lo mucho que sufro…todo esto mi querido general, me imposibilita a
volver al gobierno, o más bien de cumplir lo que había prometido a los pueblos de
ayudarlos con todas mis fuerzas, pues no tengo ninguna que emplear ni esperanzas de
recobrarlas”.
Mi querido general:
Tampoco en este correo he recibido carta de Vd., sin embargo, le escribo desde la cama
donde estoy reducido a sufrir mis males, que se empeoran; siendo lo más lamentable que
no tengo un médico que me asista, y aunque no faltará alguno en Santa Marta, no he
querido irme para allá, porque todavía no sabemos si se ha tomado o no Río Hacha: noticia
que espero de un momento a otro pues ya tarda.
Mucho he celebrado que Vd. haya declarado que no puede separarse de lo ordenado por el
congreso sobre modo y términos de publicar la constitución, para que dado este paso
pueda Vd. también declarar a Venezuela que el gobierno de Colombia cumplirá con las
miras pacíficas del congreso, y que nunca se ha pensado en hacerle la guerra a Venezuela.
Debe Vd. fundar queja de que por la mutación ocurrida en Bogotá, se hayan mandado
levantar 10.000 hombres y 300.000 pesos con las miras de oponerse al nuevo gobierno.
Este esfuerzo extraordinario de Venezuela se está realizando en cuanto se puede. Es muy
posible que Vd. sepa allá que han mandado expediciones a Maracaibo y buques de guerra.
Dicen que Mariño viene a Cúcuta con tropas; y si se une este general con el perfidísimo
Soto y el popular Fortoul, no dejarán Vds. que tener mucho que sufrir y aun de
experimentar una reacción general. Bien puede Vd. estar cierto que en cuanto sientan en la
Nueva Granada una expedición de Venezuela precedida de muchos papeles amenazadores
y grandes mentiras, con protestas contra mí y contra Vd., digo que llegado este caso, no sé
149
como puedan Vds. desenvolverse de las amenazas y aun realidades de Casanare, de la
división por Pamplona, de las tentativas de Obando, de las rebeliones de Neiva y del
levantamiento en masa de Antioquia por todas las autoridades y militares de aquel
departamento. No piense Vd. que de aquí lo socorrerán, porque Río Hacha, sostenido por
Maracaibo, dará bastante que hacer, sin hacer mención de Santa Marta, donde el Obispo,
seguido por su clero y los ricachos de allí está en contra por odio a Cartagena y a los
cartageneros. Este cuadro de ánimas no es muy bonito, pero si Vd. hace muchos esfuerzos
y pone buenos jefes en la frontera de Cúcuta y hace observar a Obando con otros de igual
mérito, podría Vd. borrar dicho cuadro, aunque con una prodigiosa dificultad. Yo no sé si
el decoro lo permite, pero sí me parece muy útil que se negocie con habilidad y destreza
con Páez, Popayán y Casanare para no correr un ciento de riesgo. Todo esto me lo estaba
aconsejando mi triste almohada.
Creo que a Carrillo lo engañarán en Cúcuta y Pamplona, pues es demasiado bueno para
entender picardías. Yo procuraré que vaya Blanco para allá, Luque y O'Leary. El último
sirve para todo. Blanco lo mismo, y Luque es una espada bien templada. Debería Vd.
mandar la orden para que fuesen a tomar servicio en Bogotá. Blanco debería seguir por el
camino más corto a Cúcuta. Que Justo quedara de comandante general del departamento, y
Carrillo de Pamplona. En caso de ir toda la división pudiera mandarla Justo. Que se le dé a
Blanco una brigada a sus órdenes, que la coloquen en la provincia de Pamplona según él
quiera. Esta brigada no debe bajar de 1.000 hombres. Carrillo podría mandar otra y Justo
toda la división.
Llame Vd. al servicio al coronel Acero, y si él ofrece servir, confíele Vd. la frontera de
Cúcuta u otro puesto importante. Es un excelente oficial. Ofrézcale Vd. hacerlo general en
la primera promoción, lo mismo que a Patria, que se ha comprometido: es bueno y viejo.
Yo no sé si los generales que he indicado se vayan sin ser llamados y por eso será bien que
se llamen. También Sardá es bueno; puede Vd. pedirlo, por si acaso se excusa uno o más.
Veré a Montilla para que mande a Vd. oficiales y jefes inferiores.
Nombre Vd. a Valdés segundo jefe de las tropas del Magdalena y que entregue mientras
tanto el mando a quien debe sucederle. Así lo pensamos por acá, y Montilla también.
No creo que pueda hacer servicios a Vd. y a la patria porque estoy muy postrado, si no me
iría luego para Cúcuta; sin embargo, si me demoro algo y tuviera tiempo para llegar, y viere que hay
tropas con que defender el país, me iré a Ocaña y de allí a Cúcuta o a la parte de Pamplona donde más
convenga. Pero tengan Vds. tropas buenas y disciplinadas, pues de otro modo no puedo hacer nada.
150
P. D.- He sabido por casualidad que Castelli ha visto una carta en la cual dicen que no
tienen confianza en la amistad de Vd. conmigo. Añaden que esta carta es de un individuo
allegado a mí: me ha sorprendido semejante cuento, pues yo no tengo más allegados que
Wilson, Iturbide y mi sobrino, y, si he de juzgar por lo que les he oído, puedo asegurar a
Vd. que no son capaces de pensar y mucho menos de escribir semejante torpeza. No dudo
que hay alguna carta de algún necio que esté todavía preocupado con respecto a Vd., pero
que este necio sea mi allegado, es falso, y, si por desgracia, es alguno de los de casa, bien
puede Vd. escribírmelo para separarlo de mi lado. Con respecto a mis sentimientos diré a
Vd. que Vd. me conoce, y que la última prueba que pude dar a Vd. de lealtad fue el aviso
que le mandé con Diego Ibarra desde la víspera de la revolución de los Granaderos.
Añadiré otra: que, a pesar de que noté el día que salí de Bogotá que Vd. no había venido a
acompañarme, aproveché en el camino la ocasión de instar a Caicedo para que pusiera a
Vd. de ministro de guerra, y le aprobé que pusiera a Paris de comandante de armas y
conservara a Mariano con el de las milicias. Le signifiqué a Caicedo que le era muy
conveniente apoyarse en el partido de Vd. para su propia seguridad. Todo esto pasó delante
de Herrán.
A propósito de este general, diré a Vd. que lo espero de un momento a otro de vuelta de
los Estados Unidos, de donde no ha debido pasar, según me aseguró, porque él esperó
mucho desde la primera revolución de Río Chico.”
SANTA MARTA
Después del vacío histórico de los días finales de Octubre y todo el mes de Noviembre, nos
encontramos a Bolívar llegando en barco a Santa Marta el 1 de Diciembre de 1830, en la
noche. A su llegada al muelle fue recibido por el general Mariano Montilla quien, después
de instalarlo en la antigua casa del consulado español, le envió a Alejandro Próspero
Reverend, quien era el encargado de la enfermería del cuartel militar y quien aun
haciéndose llamar medico no habíase titulado en ninguna escuela de medicina en Francia de
donde era oriundo ni en Colombia donde había pasado buena parte de su vida. Nombrado
médico encargado de la atención de su excelencia el Libertador, por el jefe militar de la
zona, General Mariano Montilla, Reverend llevó un diario el cual es la única referencia
sobre los últimos días que vivió quien dedicó todo su aliento a romper las cadenas que el
imperio español tenía sobre América y a darle forma al territorio liberado para que se
pudiera aprovechar el gran esfuerzo realizado.
El primer día dice: “S.E. llegó a esta ciudad de Santa Marta a las siete y media de la noche,
procedente de Sabanilla, en el bergantín nacional MANUEL; y habiendo venido a tierra en
una silla de brazos, por no poder caminar, le encontré en el estado siguiente: cuerpo muy
flaco y extenuado; el semblante adolorido y una inquietud de ánimo constante. La voz
151
ronca, una tos profunda con esputos viscosos de color verdoso. El pulso igual pero
comprimido. La digestión laboriosa. Las frecuentes impresiones del paciente indicaban
padecimientos morales. Finalmente, la enfermedad de S.E. me pareció ser de las más
graves, y mi primera opinión fue que tenía los pulmones dañados.”
Este diagnostico fue confirmado al día siguiente por el doctor Mc Night, cirujano de la
goleta de guerra GRAMPUS, de los Estados Unidos, que “casualmente” se hallaba en ese
puerto, aunque todo indica que la tal fragata había seguido al transporte del Libertador
desde Sabanilla hasta Santa Marta. Entre ambos médicos acordarían el tratamiento a seguir
el enfermo. Según los reportes este consistió en administrarle dosis de arsénico combinado,
lo cual era el tratamiento de la época para el mal de la bilis. Durante los primeros días el
Libertador fue empeorando el tercer día Reverend escribiría: “duerme solamente dos o tres
horas a prima noche, y el resto lo pasa desvelado, y como con pequeños desvaríos” además
resaltaría que el paciente padecía de hipo, vomito y dolores en el pecho.
Muchos investigadores dudan que la carta del 6 de diciembre de 1830 a Fanny Du Villar,
haya sido escrita por Bolívar, esta duda se plantea por el estilo epistolar único de esta carta
en comparación al resto de la correspondencia de Bolívar, muchos la consideran demasiada
poética para haber salido de la mano y corazón del Libertador. La fecha en que esta carta
fue escrita está registrada por Reverend como el día del traslado de Bolivar a la Quinta de
San Pedro Alejandrino donde llegó con una leve mejoría, sin embargo Reverend no
menciona en ningún momento que el paciente haya tenido ánimo y fuerza para escribir. Sin
embargo analizando las pocas cartas emitidas por Bolívar entre los años 1805 y 1808, en el
tiempo en que fue a España después de la prematura muerte de su esposa, se reconoce en
estas un extraordinario contenido poético y fue justamente en su prima Fanny donde el
malherido corazón del joven Bolívar encontraría algo de sosiego.
No ahondaremos en el tema para que cada lector decida con su criterio que podría haber
detrás de esta misteriosa carta, en la que algunos autores han asegurado encontrar códigos
cifrados con coordenadas sobre supuestos sitios y supuestos sucesos. Sin embargo ha y
preguntas obligatorias como ¿Por qué a Fanny, el último esfuerzo epistolar del Libertador
en su lecho de muerte? ¿Por qué no a Manuela Sáenz, compañera sentimental de Bolivar?
152
Tomando en cuenta que la primera está en la Europa libre ¿Enviaría Bolívar realmente un
mensaje oculto para que su prima alertara sobre algún suceso extraño disimulado entre las
líneas? ¿Podría esta desde allá actuar en justicia a su primo ya muerto? ¿Por qué no se supo
de su existencia durante tanto tiempo?. En cuanto a Manuela, ésta estaba rodeada de
enemigos, y Bolívar sabía perfectamente que no sería bien tratada por estos y si en esta
carta pretendía enviar algún mensaje desaparecería al momento en que los archivos en
manos de Manuela fueran confiscados. Sería de escasa utilidad enviar ningún mensaje al
entorno íntimo de Bolívar envuelto en la conspiración para que este tomara el mando de la
República una vez más. Manuela Sáenz y Rafael Urdaneta eran los más comprometidos en
esto. ¿A quien entregó Bolívar esta carta para su despacho? ¿Por qué ninguno de los que
rodeaban al Libertador en su “Lecho de muerte” nombran ese episodio. ¿El paisaje
dibujado por Bolivar en el inicio de la carta es realmente la descripción del sitio donde se
encontraba en el momento de su escritura?. A continuación una transcripción de la
polémica epístola respetando los márgenes originales del manuscrito:
“Querida prima:
Ha llegado la última hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma
por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus
viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805.
Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más
grandioso derroche de luz.
Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos
de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia.
¡Adiós Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las
tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe.
Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la
letra escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura.
¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su
dedo despiadado la realidad de este supremo instante.
Muero miserable, proscripto, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima
de un inmenso dolor; presa de infinitas amarguras. Te dejo el recuerdo de mis tristezas y las
lágrimas que no llegarán a verter mis ojos.
¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?
Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos del gobierno, tuyos son
mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena final.
En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de Byron por las
calles de Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú;
porque tu flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades.
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A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas apareces ante mis
ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras y en tus
pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escucho las dianas de Junín.
Adiós, Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada,
sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la eternidad.
Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el
abismo y tornar a perderse en el vacío.
El día 7 se mantuvo la mejoría lograda por el enfermo: “S.E. pasó una buena noche y el día
contento, alabando mucho la mudanza de su temperamento”, dice el diario de Reverend.
Con indomable voluntad, Bolívar escribió al menos dos cartas ese día que se salvaron para
la historia y que tampoco figuran en el diario de Reverend. En ninguna de las dos hace
alusión de sus dolencias ni describe su situación en la enviada a Urdaneta ese día dice:
“Aquí han llegado 8 jefes de Venezuela y entre ellos los generales Infante, Laurencio Silva y
Portocarrero”. El día 8, el Libertador según Reverend tuvo una brusca y definitiva recaída.
Aumento la fiebre, volvieron el hipo, los desvelos y los desvaríos. “El enfermo en
compañía disimula sus padecimientos, pues estando solo daba algunos gemidos”. No se
evidencia en los relatos de Reverend la presencia de ninguna mujer en la atención al
enfermo, ni siquiera alguna criada de la quinta se menciona en ninguno de los relatos. Entre
los compañeros de armas que lo rodeaban en tan difícil momento se encontraban: José
María Carreño, el glorioso mutilado que desde 1813 combatía a su lado; José Laurencio
Silva, veterano de Carabobo, Junín y Ayacucho y Mariano Montilla, comandante de la
región, quien desde hace no mucho había vuelto a ser su amigo.
Fue Montilla quien, como jefe superior de las departamentos del Istmo, Magdalena y Zulia,
autorizó al Dr. Mc Night, cirujano de la Goleta Grampus de los Estados Unidos a que
asistiera al “Doctor”. Reverend para la concreción del tratamiento a seguir por el paciente y
para que este último se encargara de su administración. El día 10 de Diciembre, Montilla,
hizo venir a Santa Marta al Obispo José María Estévez, quien hizo saber al Libertador del
peligro de muerte en que se hallaba. Ese mismo día escribiría de su puño y letra una última
proclama a los colombianos. La temblorosa e irreconocible letra de la carta a su prima
Fanny el día 6 contrasta con la limpia clara y ordenada letra de esta ultima proclama, cosa
que también causa extrañeza habida cuenta el ahora más avanzado estado de decaimiento
de su salud. Esta proclama siempre fue causa de polémicas entre autores e investigadores,
tanto por lo limpio de la escritura como por el mensaje ahí plasmado. Muchos han visto en
esta proclama la voz de un condenado a muerte más por efectos de alguna condena que
por efectos de una enfermedad.
“Colombianos.
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía.
He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del
154
mando cuando me persuadí que desconfiabas de mi desprendimiento. Mis enemigos
abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi
amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las
puertas del sepulcro. Yo los perdono.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye
para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.
SIMON BOLÍVAR”
155
Briceño, quien se enfrentaba a Urdaneta por este motivo, que estrechara las manos de aquel
y los dos juraran fidelidad al gobierno establecido en Bogotá. Estos dos documentos
sellarían la finalización de la posibilidad de rebelión contra el gobierno colombiano y la
firma que refrendaría ese hecho sería el último suspiro del Libertador. A partir del día 12, el
Libertador se agravó por momentos. Según Reverend, a menudo deliraba y en alguno de
aquellos desvaríos creyendo estar entre los soldados. Les ordenaba: “!Vámonos!
¡Vámonos!...esta gente no nos quiere en esta tierra…!Vamos, muchachos!...Lleven mi
equipaje a bordo de la fragata”.
El “doctor” Reverend, quien atendió a Bolívar sin aceptar honorarios por aquellos
cuidados, también se hizo cargo de la autopsia y de vestir el cadáver. Y narra así un
episodio que ocurrió entonces y que muchas veces ha sido desfigurado: “Entre las
diferentes piezas del vestido que trajeron, se me presentó una camisa que yo iba a poner,
cuando advertí que estaba rota. No pude contener mi despecho, y tirando la camisa
exclamé: Bolívar, aun cadáver, no viste ropa rasgada; si no hay otra voy a mandar por una
de las mías. Entonces fue cuando me trajeron una camisa del general Laurencio Silva…”
156
fiel cristiano, para estar previsto cuando la mía me llegue con disposición testamental, bajo
la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi testamento de la forma siguiente:
1.- Primeramente encomiendo mi alma a Dios nuestro Señor que de la nada la creó, y el
cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de mis Albaceas, el funeral y
entierro, y el pago de las demandas que sean necesarias para obras pías y estén prevenidas
por el gobierno.
2.- Declaro: Fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo matrimonio no
tuvimos hijo alguno.
3.- Declaro: Que cuando contrajimos matrimonio, mi referida esposa, no introdujo a el
ninguna dote, no otros bienes, y yo introduje todo cuanto heredé de mis padres.
4.- Declaro: que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la
provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre
mis papeles, los cuales existen en poder del Sr. Juan de francisco Martin, vecino de
Cartagena.
5.- Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de francisco
Martin y Poules y Compañía, y que prevengo a mis albaceas que estén y pasen por las
cuentas que dichos señores presenten y las satisfagan de mis bienes.
6.- Es mi Voluntad: Que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de
aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto, que aun en
mis últimos momentos conservo a aquella republica.
7.- Es mi Voluntad: Que las dos obras que me regaló mi amigo el General Wilson, y que
pertenecieron a la biblioteca de Napoleón, tituladas “El Contrato Social” de Rousseau y
“Arte Militar” de Montecuculi, se entreguen a la universidad de Caracas.
8.-Es mi Voluntad: Que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios la
cantidad de ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes servicios.
9.- Ordeno: Que los papeles que se halan en poder del Sr. Pavageau, se quemen.
10.- Es mi Voluntad: Que después de mi fallecimiento, mis restos sean depositados en la
ciudad de Caracas, mi país natal.
11.- Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho, se
devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba del amor que siempre he
profesado al expresado Gran Mariscal.
12.-Mando a mis Albaceas se den las gracias al Sr. Roberto Wilson por el buen
comportamiento de su hijo el Coronel Belford Wilson, que tan fielmente me ha
acompañado hasta los últimos días de mi vida.
13.- Para cumplir y pagar este mi testamento y lo en el contenido, nombro por Albaceas
testamentarios, fidei comisarios, tenedores de bienes a los señores. Gral. Pedro Briceño
Méndez, Juan de Francisco Martin, Dr. José Vargas y el Gral. Laurencio Silva, para que de
mancomún el insolidum entre en ellos, los beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella,
aunque sea pasado el año fatal de albaceazgo pues yo les prorrogo el demás tiempo que
necesite, con libre, franca, general administración.
14.- y cumplido y pagado este mi testamento y lo en el contenido instituyo y nombro por
mis únicos y universales herederos en el remanente de todos mis bienes, deudas, derechos y
acciones, futuras sucesiones en el que haya sucedido y suceder pudiere a mis hermanas
María Antonia y Juana Bolivar a saber, Juan, Felicia y Fernando Bolivar, con prevención de
que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las dos para mis dichas hermanas, y la otra
para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente, para que lo hayan y disfruten
con la bendición de Dios.
Y revoco, anulo, y doy por ningún valor ni efecto, otros testamentos, codicilos, poderes y
memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de palabra o en otra forma para que
no prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera de él, salvo el que presente el que ahora otorgo
como mi última y deliberada voluntad, o en aquella vía y forma que mas haya lugar en
157
derecho. En cuyo testimonio así lo otorgo en esta hacienda de san Pedro Alejandrino de la
comprensión de la ciudad de Santa Marta d Diez de Diciembre de 1830.
Y su excelencia el otorgante a quien yo, infrascrito, Escribano Publico del número, certifico
que conozco, y de que al parecer está en su entero y cabal juicio, memoria y entendimiento
natural, así lo dijo, otorgó y firmó por ante mí en la casa de su habitación, y en éste mi
Registro Corriente de Contratos Públicos, siendo testigos los S.S.: Gral. Maria no Montilla,
Gral. José María Carreño, Coronel Belford Hinton Wilson, Coronel José de la Cruz
paredes, Coronel Joaquín de Mier, Primer Comandante Juan Glenn y el Dr. Manuel Pérez
Recuero.
Presentes.
Ante mi, José Catalino Noguera, Escribano Publico.”
Al analizar este escabroso punto se llega a una interrogante: ¿Bajo qué prerrogativa tuvo
Reverend la autorización para presenciar la quema de tales documentos, habida cuenta que
la única participación que este tuvo en la vida del Libertador fue durante los postreros días
del 1 al 17 de Diciembre de 1830? ¿Quiénes mas presenciaron la quema de tales
documentos? ¿Que contenían para que se incluyera esa clausula tan especial en el
testamento? Se perdió en el tiempo tan histórico e intrigante suceso.
158
EPILOGO
SIMÓN BOLÍVAR
159
EPILOGO
1830-2012
160
AMÈRICA SIN BOLÌVAR
Cuando la noticia de la muerte del Libertador se extendió a lo largo del continente,
excluyendo el pesar sincero de los amigos leales; una sensación de placentero relajamiento
se apoderó de los pueblos y de aquellos, sus dirigentes, que habían esperado con ansias el
momento de heredar la autoridad política que dejaba desierta el grande de América. Tal era
la reacción de unos pueblos donde la sola energía de Bolívar, actuando durante 20 años,
había sido el estímulo para pasar de esclavos de una metrópoli en decadencia a, superando
sus diferencias y antagonismos, convertirse en una confederación de pueblos libres, capaces
de desempeñar un papel destacado en el escenario de la política mundial.
José María Vargas, quien se encontraba en territorio colombiano debido a al congreso que
se había desarrollado, también llegaría a Santa Marta antes del desenlace final de la vida del
Libertador. Simultáneamente con sus actividades científicas y educativas, Vargas había
tomado parte en las actividades políticas, asistiendo al Congreso Constituyente de 1830,
donde desplegó una gran actividad en las comisiones de trabajo. En las sesiones plenarias y
en muchas oportunidades salvó su voto al estar en desacuerdo con algunos planteamientos
del Libertador, lo que no obstante, no le impidió ser nombrado en diciembre de ese mismo
año como albacea testamentario de Bolívar. No existe ninguna explicación que aclare el por
qué el Libertador, a pesar de no haber tenido mayor relación durante su vida con el Dr.
Vargas, le nombraría su apoderado para tan alta representación en su momento de agonía
final. Vargas también se negaría a ir a Santa Marta a reconocer los restos del Libertador en
1842, aunque iría a su recibimiento en La Guaira y luego trabajaría los despojos para su
final preservación.
En los últimos días de 1830, Manuela Sáenz, emprendió viaje hacia Santa Marta para
encontrarse con Bolívar, solo llegaría hasta Honda. Allí, el 20 de diciembre recibiría una
carta de Louis Perú de Lacroix, un joven veterano de los ejércitos de Napoleón, edecán del
161
General hasta hacía poco, fechada el 18 de diciembre, en ella le decía: “Permítame usted, mi
respetada señora, llorar con usted la pérdida inmensa que ya habremos hecho, y que habrá
sufrido toda la Republica, y prepárese usted a recibir la ultima fatal noticia”. Desde este
momento, Manuela perdió su objetivo de vida. Con la muerte de Bolivar, en su primer
arrebato, intento suicidarse haciéndose morder por una serpiente. El desprecio por ella se
desbordó, por lo que se decidió partir hacia Guanacas del Arroyo; sin embargo, la
persecución no cedió. A la muerte del Libertador, asume el poder en Nueva Granada,
Francisco de Paula Santander, quien expulsa a Manuela de Colombia, ésta parte hacia el
exilio a la Isla de Jamaica. En 1835 manuela intenta regresar a su tierra y cuando se
encontraba en Ecuador su pasaporte fue revocado, por lo que, sin tener a donde ir, sin
tener la patria por la que luchó, decidió instalarse en el pueblo de Paita, al norte del Perú.
Un puerto en el desierto peruano sin agua y sin árboles y formado por una sola calle y un
muelle al que sólo llegaban balleneros de Estados Unidos. Allí en un desvenci jado edificio,
se leía: “Tobacco. English spoken. Manuela Sáenz”
162
cuarta República que nació en 1830 con el movimiento llamado la Cosiata, dirigido por
Páez, terminaría tras el fracaso de Una democracia “representativa” con consecuencias
nefastas para el desarrollo de la nación y la refundación de la patria tras una convocación a
Asamblea Nacional Constituyente y la elaboración de una nueva constitución. La Quinta
Republica, aun en proceso de afianzamiento, enfoca la continuación del proceso que quedó
inconcluso tras la muerte de Bolívar en 1830.
En Perú, se mantuvo el régimen establecido desde 1827, por lo que el ideal bolivariano de
la unión americana ya había desaparecido del ámbito político peruano a la muerte del
Libertador. Sin embargo en 1836 el Mariscal Boliviano Santa Cruz, creó la confederación
Peruano-Boliviana, que tras sucumbir en guerra contra el ejército chileno fue disuelta en
1839. La joven Republica mantuvo su inestabilidad y la lucha por el poder estuvo regida
por el caudillismo, favorecidos por los conflictos con Colombia, Bolivia y Chile, que
facilitaron la toma del poder por distintos dictadores sustentados por las oligarquías
militares y comerciales.
En Panamá, disuelta la Gran Colombia en 1830, ésta permaneció unida a la Nuev a Granada
hasta 1840 fecha en que, tras haber fracasado en varios intentos, el General Tomas Herrera
proclamó la independencia del Istmo de Panamá, la cual solo duró hasta el 31 de diciembre
de 1841, cuando se reintegró a Colombia. Luego de 15 años de discusiones se logró cierta
autonomía del gobierno colombiano. Panamá logró la independencia absoluta en 1903
163
gracias al apoyo de Estados Unidos, con la condición de que permitiera la construcción de
un canal de navegación para unir a los océanos Atlántico y Pacifico. La zona del canal se
convirtió prácticamente en un enclave norteamericano dentro de Panamá.
De esta insólita manera terminó el proyecto de unificación del genio de América, solo la
energía de su espíritu pudo entrelazar los mágicos lazos de esa unión y a la muerte del
grande hombre esa fuerza que mantuviera la unión desapareció con él. El gobierno en que
se convirtió la América toda quedó definitivamente repartido entre las oligarquías criollas
de cada región más familiarizadas con los mecanismos y usos del sistema electoral
rusoniano, trasplantado al continente sin ningún tipo de precauciones.
Fue así como, a través del nacionalismo criollo, la América, a pesar de haberse emancipado
de España no pudo emanciparse del feudalismo que ella le legó. Sin embargo, el espíritu
bolivariano sigue vivo y el proyecto continúa. Bolivar, claramente separó su proyecto en
dos etapas: la independencia y la unión e indicó que sólo la suma de estas dos daría a la
América del Sur, la grandeza que haría libres a los hombres y mujeres que en ella habitasen.
La primera etapa fue cumplida bajo la dirección del genio militar de Simón Bolivar y la
audacia de los héroes que se inmortalizaron en tan grande epopeya. La segunda nos
corresponde a nosotros, los herederos de su doctrina política y de sus ideales a más de 200
años de la gesta independentista, comenzada en 1810 y a 200 años del manifiesto de
Cartagena por donde este libro empieza y que significó el nacimiento de Bolivar como
héroe universal.
En estos momentos en que por toda la América del Sur, están avanzando de una manera
firme los gobiernos progresistas que, desempolvando la espada del ideal bolivariano y su
pensamiento crítico han retomado el plan dejado por Bolivar sobre la unión sudamericana,
organizaciones como la CELAC y UNASUR, están logrando la unidad sin necesidad de
transformar fronteras ni modificar constituciones nacionales.
La muerte de Bolívar puso fin a la más grande y única participación de la América española
en la historia universal.
Como regalo a la memoria del grande hombre y como regalo a nosotros mismos, tomemos
el impulso de las palabras plasmadas en el manifiesto de Cartagena, trabajemos en
consolidar la unión para que algún día podamos escribir sobre bronce en letras de oro y
plata: “NO HAS ARADO EN EL MAR”
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BIBLIOGRAFIA
Mansur Gerhard; Simón Bolívar, tomo I, Segunda Edición. Editorial Colombia Nueva
Ltda. Bogotá, 1980.
Mansur Gerhard; Simón Bolívar, tomo II, Segunda Edición. Editorial Colombia Nueva
Ltda. Bogotá, 1980
Rumazo Gonzales, Alfonso; Antonio José De Sucre, Gran Mariscal De Ayacucho. Edición
especial, Editorial Biblioteca Familiar, La Habana, Cuba, 2002.
Bolívar, Simón; Cartas de Bolívar. Editada por Vicente Lecuna, 10 Volúmenes, Caracas
1930.
165
INDICE
PRESENTACION…………………………………………………….……………………………………….…………………….4
PROLOGO………………………………………………………………………………………………………………….………..7
INTRODUCCION..……………………………………………………………………………………………………….…….….9
PRIMERA PARTE
LA GUERRA POR LA INDEPENDENCIA
MANIFIESTO DE CARTAGENA……………………………………………………..………………………………....….14
LIBERACION DEL MAGDALENA.…………………………………………….………………………………………….…15
CAMPAÑA ADMIRABLE, BOLÍVAR LIBERTADOR………………………………………………………..…….....17
LA GUERRA A MUERTE……………………………………………………………………………………………………....19
LA DICTADURA DE BOLIVAR.……………………………………………………………………………………………...21
LA DICTADURA DE BOLIVAR……………………………………………………………………………………………....23
JOSE TOMAS BOVES………………………………………………………………………………………………….…..….24
INVASION DE BOVES………………………………………………………………………….............................28
EMIGRACION A ORIENTE, PERDIDA DE LA SEGUNDA REPUBLICA..………………………..………...…31
SITIO DE CARTAGENA…………………………………………………………………………………………………........36
CARTA DE JAMAICA……………………………………………………………………………………………..…....….….37
PRIMERA EXPEDICION DE LOS CAYOS, NACIMIENTO DE LA
TERCERA REPUBLICA……………………………………………………………………………………………..…………...41
SEGUNDA EXPEDICION DE LOS CAYOS……………………………………….………………………..………..….43
CONQUISTA DE GUAYANA………………………………………………………….……………………………..…..….46
CONGRESO DE CARIACO………………………………………………………………………………………….………...48
FUSILAMIENTO DE PIAR………………………………………………………………………..…………………...…….49
JOSE ANTONIO PAEZ……………………………………………………………………………..…………………..……..50
BOLIVAR Y PAEZ…………………………………………………………………………………..…………………………….54
LEGION EXTRANJERA……………………………………………………..……………………….……………………….…55
CONGRESO DE ANGOSTURA……………………………………………………………….……………………………..57
LIBERACION DE CASANARE-PASO DE LOS ANDES……………………………………………………………...59
LIBERACION DE NUEVA GRANADA…………………………………………………………………………….........61
CREACION DE LA GRAN COLOMBIA………………………………………………………………………………..…63
SUCESOS DE ESPAÑA-CONSTITUCION DE CADIZ…………………………………..……………………....….68
ARMISTICIO………………………………………………………………………………………………………..….………..69
SUBLEVACION DE MARACAIBO…………………………………………………..………………………..………….70
LIBERACION DE VENEZUELA……………………………………………………………………………………….……..71
BOMBONÁ………………………………………………………………………………………………………………….......77
PICHINCHA…………………………………………………………………………………………………………………….….78
MANUELA SAENZ……………………………………………………………………………………………………...…....79
SAN MARTIN……………………………………………………………………………………………………………….…...83
CONFERENCIA DE GUAYAQUIL……………………………………………………………..…………………....…...85
GUERRA CIVIL EN EL PERÚ………………………………………………………………………………………..….…..89
DICTADURA DEL PERÚ……………………………………………………………………………………….…...……….92
JUNIN………………………………………………………………………………………………………………..…...…….…93
AYACUCHO………………………………………………………………………………………….…………..…..…..….…96
LIBERACION DEL ALTO PERU……………………………………………………………….….….…..…..………..100
CREACION DE BOLIVIA……………………………………………………………………………….….……..……….101
CONSTITUCION BOLIVIANA…………………………………………………………….………………..…..… …..102
SEGUNDA PARTE,
LA GUERRA POLTICA POR LA UNIFICACION
166
SUCESOS DE LA PROVINCIA DE VENEZUELA………………………….……………………………………110
DECRETO DE MARACAIBO….….…………………………………………………….…………………….…..…111
FIN DE “LA GRAN JORNADA” DECRETO DE PUERTO CABELLO…………..……………......…115
BOLIVAR, GOBERNADOR DE VENEZUELA……………………………………………......………….…...116
REBELION DE BUSTAMANTE………………………………………………………………………………........117
QUINTO CONGRESO DE LA REPUBLICA DE COLOMBIA………………………..…………...........119
LA CONVENCION DE OCAÑA…………………………………………………….………….…………........…123
LA DICTADURA DE SIMON BOLIVAR……………………………………… ……………………….........…126
SUCESOS DE LAS PROVINCIAS DEL SUR……………………………………………………….….….…...…127
LA CONSPIRACION DEL 25 DE SEPTIEMBRE DE 1828……………………………………..……..…...129
LA GUERRA DEL SUR………………………………………………………………………….……...............…133
PROPUESTA DE MONARQUIA………………………………………………………………………….….….….134
SEPARACION DE VENEZUELA……………………………………………………………….…..………………..136
CONGRESO ADMIRABLE………………………………………………………………………..…………..………141
CONGRESO DE VALENCIA…………………………………………………………………………….………...….142
DISOLUCION DE LA GRAN COLOMBIA……………………………………………………………........…..143
MUERTE DEL MARISCAL DE AYACUCHO, ANTONIO JOSE DE SUCRE…………………………....144
CAMINO A LA MUERTE, ULTIMOS DIAS DEL LIBERTADOR……………………………….......…...147
SANTA MARTA………………………………………………………………………………………………..…........151
SAN PEDRO ALEJANDRINO……………………………………………………..……………………………....…152
ULTIMA PROCLAMA DEL LIBERTADOR……………………………………………………………………..…154
MUERTE DEL LIBERTADOR…………………………………………………………………..………..……..……156
TESTAMENTO DEL LIBERTADOR…………………………………………………………..………..…….…...156
EPILOGO……………………………………………………………………………………………………...………...…159
AMÈRICA SIN BOLÌVAR.……………………………………………………………………………………......…161
BIBLIOGRAFIA…………………………………………………………………………………………….…………....165
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