You are on page 1of 30

Resumen desarrollo 2

LA CAUSA DE LOS ADOLESCENTES (Dolto)


El purgatorio de la juventud y el segundo nacimiento.
No se conoce tan bien al adolescente como al niño. Algunos prolongan la infancia
hasta los 14 años y los 17 años, como una simple transición hacia la edad adulta.
Algunos psicólogos reducen la adolescencia a un capítulo final de la infancia.
Dolto dice que es una etapa de mutación. El nacimiento es una mutación que permite
dar el paso del feto al niño de pecho, el adolescente pasa por una muda respecto de la
cual nada puede decir. El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones
que los jóvenes reciben de los adultos y según lo que la sociedad les impone como
límites de exploración, los adultos están para ayudar a los a un joven a entrar en las
responsabilidades y no a ser un adolescente retrasado. Hay muchos padres que no
saben ser padres de adolescentes.
En el curso de esta mutación, reproduce la fragilidad del bebe que nace, sumamente
sensible a lo que recibe como mirada y oye como palabras que le conciernen. Un bebe
cuya familia lamenta que sea como es, que tenga una nariz así o aza, etc. Corre el
riesgo de quedar marcado para toda la vida, mientras que la gente cree que no se
entera de nada, esto puede comprometer sus relaciones con la sociedad. El papel de
las personas que son externas a la familia cumple un papel importante durante este
periodo.
En este momento de fragilidad los adolescentes, se defienden contra los demás,
mediante la depresión o mediante un estado de negativismo. No tienen vida sexual,
sino es a través de la imaginación, la masturbación es un remedio de su depresión pero
se convierte en una trampa, porque se descargan nerviosamente y tienen mayor
dificultas para afrontar la realidad y por lo tanto carece de la fuerza para ir a buscar en
la realidad, a otra ser humano el amor que le ayude a salir de esta trampa.
La época difícil, es el momento de la preparación de la primera experiencia amorosa, el
riego del primer amor es experimentado como la muerte de la infancia. El hecho que
marca la ruptura con el estado de infancia es la posibilidad de disociar la vida
imaginaria de la realidad.
La primera vida imaginaria que se inicia a los 3 o 4 años pone la mira en las personas
del grupo próximo al niño. Los niños tienen las mismas opiniones con los padres pero
cuando los padres no están de acuerdo, el niño presenta dificultades para pensar por
su cuenta. La segunda vida imaginaria, los temas de interés los encuentra fuera del
campo familiar, sigue contando con su familia como un lugar de refugio, pero no siente
que desempeñe un papel y pone su empeño en triunfar socialmente. Cuando llega a la
adolescencia el mundo imaginario exterior le provocara decir que quiere salir.
Un individuo joven sale de la adolescencia cuando la angustia de sus padres no les
produce ningún efecto inhibidor. Han alcanzado el estado adulto cuando son capaces
de liberarse de la influencia paterna.
La imagen del cuerpo.
En cuanto a la ropa, en la antigüedad y hasta el renacimiento, desnudez estaba
reservada a la representación masculina de la juventud. Los griegos representaban a la
mujer desnuda en la edad adulta. Hasta el renacimiento no aparece las
representaciones de la adolescencia como tal. Dolto dice que no recuerda evocar la
representación del momento adolescente.
Ritos de paso.
Con el amor, uno arriesga demasiado la muerte de todo un pasado, sin esperanza de
un futuro. Y, precisamente si en la actualidad hay cada vez más adolescentes
desesperados que huyen al mundo imaginario de la droga, o al otro, imaginario
también, de la muerte, que es el suicidio. Dolto piensa que es porque carecen de ritos
de paso, no tienen puntos de referencia claros proporcionados por la sociedad que les
permiten animarse a correr un riesgo.

LOS JOVENES Y EL FURUTO (Rascovan)


Ir a la escuela es algo más que el fin de una etapa educativa, implica un proceso de
cambios, los cuales son situaciones de crisis que en muchos casos ayudan al
crecimiento. La escuela es un espacio social en el que se tejen relaciones afectivas que
en ocasiones perduran toda la vida, durante la infancia y la adolescencia la escuela
funciona como un ordenador-organizador de la vida cotidiana, estableciendo los
tiempos de actividad y descanso. Finalizar la escuela es comenzar a transitar un camino
que está marcado por el pasaje de la adolescencia a la adultez.
Uno no se hace adulto en un instante, tampoco deja de ser adolecente por decreto,
por eso es ante todo un proceso personal y colectivo.
La adolescencia marca un nuevo rumbo en la vida, supone una ruptura con el pasado
pero sin perder la idea de continuidad. No hay adolescencia, sino adolescentes, con
todos los aspectos comunes que se pueden encontrar, pero también con todas sus
particularidades.
La pubertad: dimensión biología.
Es un proceso biológico caracterizado por el desarrollo corporal y sexual. Los cambios
biológicos promueven transformaciones en la actitud del púber en relación con su
cuerpo y hacia los demás. Las trasformaciones de la pubertad conducirán la vida sexual
infantil a su forma adulta, el sexo no hace al ser hombre o mujer. El cambio físico de la
pubertad conduce al sujeto hacia un trabajo de construcción de su propia identidad,
siendo la sexual uno de los aspectos sobresalientes. El pasaje al estado físico adulto,
marcado por la primera menstruación en las mujeres y la primera eyaculación en los
hombres se realiza en ocasiones a través de ritos de iniciación.
La adolescencia: dimensión psicológica.
Durante la infancia los padres son figuras centrales en el proceso del crecimiento y
desarrollo. Al abandonar progresivamente la infancia, el adolescente va utilizando
diversos recursos que le sirven para moldear su nueva forma de ser, va en busca de
figuras que sustituyan a los padres. Busca averiguar quién es y se entrega con fervor a
sus amigos, novio/a, grupo. Las amistades son las que ocupan en la actualidad el lugar
central de identificación. Tres situaciones por las que todo sujeto humano atraviesa en
el pasaje de la infancia a la adolescencia y se denominan duelos:
Duelo por un cuerpo infantil: el adolescente sufre modificaciones que, por su rapidez e
intensidad, provocan que viva su cuerpo como ajeno, lo que le produce sensaciones
extrañas y de falta de autocontrol.
Duelo por los padres de la infancia: los padres dejan de ser esas figuras idealizadas,
que todo lo saben y lo pueden. Los adolescentes comienzan a advertir sus debilidades
y su envejecimiento.
Duelo por el rol de niño: las conductas adquiridas durante el proceso de la infancia ya
no le sirven al adolescente para desenvolverse en el mundo de relación con los otros,
debe renunciar a su identidad de niño.
La adolescencia: dimensión sociológica.
Los adolescentes y jóvenes además de compartir la transición hacia la adultez, tienen
una forma de vivir con características propias y diferentes a las de otros grupos. La
adolescencia en un fenómeno sociocultural que posee un conjunto de actitudes y
patrones de comportamientos aceptados para todos los sujetos de una determinada
edad. En torno a la adolescencia se ha construido un imaginario cuyo principal eje es la
noción de homogeneización, es decir, un conjunto de ideas, creencias, etc. Como si
todos los adolescentes fueran iguales, por el hecho de ser adolescentes. De este modo
se podrían tres formas diferentes:
Juventud dorada: identifica a todos los jóvenes con los privilegiados despreocupados.
Son individuos que poseen tiempo libre.
Juventud blanca: se ve en ella al mesías, al redentor, a los personajes maravillosos que
salvarían a la humanidad, que podrían hacer todo lo que sus padres no.
Juventud gris: se depositan todos los males, la delincuencia, violencia, vagancia, son
jóvenes confusos, desorientados.
IDENTIDAD Y ETAPAS DE DESARROLLO (Erikson)
Fue el primer discípulo de Anna Freud, luego se dedicó a la adolescencia. Le intereso el
tema de la búsqueda del adolescente sobre su propia identidad. La misma, es según
esto una afirmación, "un sentirse vivo y activo, ser uno mismo, la tensión activa y
confiada y vigorizante de sostener lo que me es propio; es una afirmación que
manifiesta una unidad de identidad personal y cultural". La Identidad se da como el
resultado de tres procesos: biológico, psicológico y social, los cuales están en una
interacción ininterrumpida de todas las partes.
Postula ocho fases del desarrollo:
Primer etapa: (desde el nacimiento hasta aproximadamente los 18 meses). Es la
sensación física de confianza. El bebe recibe el calor del cuerpo de la madre y sus
cuidados amorosos. Se desarrolla el vínculo que será la base de sus futuras relaciones
con otras personas importantes; es receptivo a los estímulos ambientales es por ello
sensible y vulnerable, a las experiencias de frustración son las experiencias más
tempranas que proveen aceptación, seguridad, y satisfacción emocional y están en la
base de nuestra desarrollo de individualidad. Depende entonces del sentimiento de
confianza que tengan los padres en sí mismos y en los demás, el que lo puedan reflejar
en sus hijos.
Segunda etapa: Autonomía vs. Vergüenza y Duda, desde los 18 meses hasta los 3 años
aproximadamente). Esta etapa está ligada al desarrollo muscular y de control de las
eliminaciones del cuerpo. Este desarrollo es lento y progresivo y no siempre es
consistente y estable por ello el bebe pasa por momentos de vergüenza y duda. El
bebe inicia a controlar una creciente sensación de afirmación de la propia voluntad de
un yo naciente, se afirma muchas veces oponiéndose a los demás. El niño empieza a
experimentar su propia voluntad autónoma experimentando fuerzas impulsivas que se
establecen en diversas formas en la conducta del niño, y se dan oscilando entre la
cooperación y la terquedad, las actitudes de los padres y su propio sentimiento de
autonomía son fundamentales en el desarrollo de la autonomía del niño
Tercera etapa: Iniciativa vs. Culpa (desde los 3 hasta los 5 años aproximadamente). La
tercera etapa de la Iniciativa se da en la edad del juego, el niño desarrolla actividad,
imaginación y es más enérgico y locuaz, aprende a moverse más libre y violentamente,
su conocimiento del lenguaje se perfecciona, comprende mejor y hace preguntas
constantemente; lo que le permite expandir su imaginación. Todo esto le permite
adquirir un sentimiento de iniciativa que constituye la base realista de un sentido de
ambición y de propósito. Se da una crisis que se resuelve con un incremento de su
sensación de ser él mismo. Es más activo y está provisto de un cierto excedente de
energía, es posible ocuparse de qué es lo que se puede hacer con la acción; descubre
lo que puede hacer junto con lo que es capaz de hacer.
Cuarta etapa: Laboriosidad vs. Inferioridad (desde los 5 hasta los 13 años
aproximadamente). Es la etapa en la que el niño comienza su instrucción preescolar y
escolar, el niño está ansioso por hacer cosas junto con otros, de compartir tareas, de
hacer cosas o de planearlas, y ya no obliga a los demás niños ni provoca su restricción.
Posee una manera infantil de dominar la experiencia social experimentando,
planificando, compartiendo. Llega a sentirse insatisfecho y descontento con la
sensación de no ser capaz de hacer cosas y de hacerlas bien y aún perfectas; el
sentimiento de inferioridad, le hacen sentirse inferior psicológicamente, ya sea por su
situación económica- social, por su condición "racial" o debido a una deficiente
estimulación escolar, pues es precisamente la institución escolar la que debe velar por
el establecimiento del sentimiento de laboriosidad.
Quinta etapa: Búsqueda de Identidad vs. Difusión de Identidad (desde los 13 hasta los
21 años aproximadamente). Se experimenta búsqueda de identidad y una crisis de
identidad, que reavivará los conflictos en cada una de las etapas anteriores; los padres
de los adolescentes se verán enfrentando situaciones nuevas que serán un nuevo reto
para su misión orientadora. Son características de identidad del adolescente: La
Perspectiva Temporal, orientación en el tiempo y en el espacio La Seguridad en Sí
Mismo La Experimentación con el Rol, énfasis en la acción El Aprendizaje interés por el
contacto con el medio ambiente y una estrategia del aprendizaje vital. Polarización
Sexual: Adecuado grado de desarrollo del propio interés sexual. Liderazgo y Adhesión:
Adecuada integración al grupo de "pares". El Compromiso Ideológico, orientación
valorativa y participación en el ambiente.
Sexta etapa: Intimidad frente a aislamiento (desde los 21 hasta los 40 años
aproximadamente). La intimidad supone la posibilidad de estar cerca de otros ya que
posees un sentimiento de saber quién eres, no tienes miedo a “perderte” a ti mismo,
como presentan muchos adolescentes el joven adulto ya no tiene que probarse a sí
mismo. A esta dificultad se añade que nuestra sociedad tampoco ha hecho mucho por
los adultos jóvenes la tendencia mal adaptativa que Erikson llama promiscuidad, se
refiere particularmente a volverse demasiado abierto, muy fácilmente, sin apenas
esfuerzo y sin ninguna profundidad o respeto por tu intimidad.
Séptima etapa: Generatividad frente a estancamiento (desde los 40 hasta los 60 años
aproximadamente). Periodo dedicado a la crianza de los niños la tarea fundamental
aquí es lograr un equilibrio apropiado entre la productividad y el estancamiento la
productividad es una extensión del amor hacia el futuro. Tiene que ver con una
preocupación sobre la siguiente generación y todas las demás futuras: teniendo y
criando los hijos, la enseñanza, la escritura, la inventiva, las ciencias y las artes, el
activismo social complementan la tarea de productividad. En definitiva, cualquier cosa
que llene esa “vieja necesidad de ser necesitado”, el estancamiento, por otro lado, es
la “auto-absorción”; cuidar de nadie personas tratan de ser tan productivas que llega
un momento en que no se pueden permitir nada de tiempo para sí mismos, para
relajarse y descansar. Al final, estas personas tampoco logran contribuir algo a la
sociedad.
Octava etapa: Integridad frente a desesperación (desde aproximadamente los 60 años
hasta la muerte). Esta última etapa, la delicada adultez tardía o madurez la tarea
primordial aquí es lograr una integridad con un mínimo de desesperanza Primero
ocurre un distanciamiento social, desde un sentimiento de inutilidad existe un sentido
de inutilidad biológica, debido a que el cuerpo ya no responde como antes, junto a las
enfermedades, aparecen las preocupaciones relativas a la muerte. Los amigos mueren;
los familiares también parece que todos debemos sentirnos desesperanzados; como
respuesta a esta desesperanza, algunos mayores se empiezan a preocupar con el
pasado. La integridad yoica significa llegar a los términos de tu vida, y por tanto, llegar
a los términos del final de tu vida.

EL ESTUDIO DE LA PSICOLOGIA (Piaget)


La infancia de 7 a 12 años: la edad de 6 años, que coincide con el principio de la
escolaridad propiamente dicha del niño, marca un hito decisivo en el desarrollo
mental.
A. Los proceso de la conducta y de su socialización

Es sorprendente la diferencia entre los medios escolares superiores a siete años y las
clases inferiores, en los pequeños es imposible distinguir claramente lo que es
actividad privada y lo que es colaboración: los niños hablan, pero no se sabe si se
escuchan, ocurre que varios emprendan un mismo trabajo, pero no se sabe si se
ayudan realmente. En los mayores nos sorprende un doble progreso: concentración
individual y colaboración afectiva cuando hay vida común.
Desde el punto de vista de las relaciones interindividuales, el niño, después de los siete
años adquiere, cierta capacidad de cooperación, dado que ya no confunde su punto de
vista propio con el de los otros, sino que los disocia para coordinarlos, esto se observa
en el lenguaje de los niños. En cuanto al comportamiento colectivo de los niños, se
observa después de los 7 años un cambio notable en las actitudes sociales.
En los juegos los niños mayores de 7 años se controlan unos a otros con el fin de
mantener la igualdad ante una ley única. El término de ganar adquiere un sentido
colectivo: se trata de alcanzar el éxito en una competición reglamentada.
Lo esencial es que el niño ha llegado a un principio de reflexión. En lugar de las
conductas impulsivas de la pequeña infancia, el niño después de los 7 años piensa
antes de actuar y comienza a conquistar ai esa difícil conducta de la reflexión, es decir,
una discusión consigo mismo. El niño de 7 años comienza a liberarse de su
egocentrismo social e intelectual y adquiere la capacidad de nuevas coordinaciones, la
lógica permite la coordinación de puntos de vista entre sí
B. Los procesos del pensamiento
A partir de los siete años, el niño es capaz de construir explicaciones propiamente
atomísticas y ello en la época en que comienza a saber contar. A esa edad el niño
también se da cuenta que existe la conservación de sustancias.
C. Las operaciones racionales

A la institución que es la forma superior de equilibrio que alcanza el pensamiento


propio de la primera infancia, corresponden, en el pensamiento ulterior a los 7 años,
las operaciones. Hay operaciones lógicas, aritméticas, geométricas, temporales, etc.
Una operación es en primer lugar, psicológicamente una acción cualquiera, cuya
fuente es siempre motriz, perceptiva y intuitiva. Dichas acciones tienen a su vez como
raíces esquemas sensorio-motores, experiencias afectivas o mentales.
Hacia los 7 años se constituyen toda una serie de sistemas de conjuntos que
transforman las intuiciones en operaciones de todas clases. No existe ninguna
operación aislada, sino que siempre es constituida en función de la totalidad de las
operaciones del mismo tipo.
D. La afectividad, la voluntad y los sentimientos morales

La afectividad de los siete a los doce años se caracteriza por la aparición de nuevos
sentimientos morales y, sobre todo, por una organización de la voluntad, que
desembocan en una mejor integración del yo y en una regulación más eficaz de la vida
afectiva.
Los primeros sentimientos morales derivan del respeto unilateral del niño pequeño
hacia sus padres o hacia el adulto. El respeto mutuo conduce a nuevas formas de
sentimientos morales, distintos de la obediencia exterior inicial.
La adolescencia.
Las conquistas propias de la adolescente aseguran al pensamiento y a la afectividad un
equilibrio superior al que tenían durante la segunda infancia. El pensamiento y sus
nuevas operaciones y la afectividad incluyendo al comportamiento social.
A. El pensamiento y sus operaciones

Si lo comparamos con un niño, el adolescente es un individuo que construye sistemas y


teorías. Piensa concretamente problema tras problema. Lo que sorprende en el
adolescente es su interés por los problemas inactuales, sin relación con las realidades
vividas día a día, o que anticipan, con una ingenuidad que desarma, situaciones futuras
del mundo. Lo que sorprende más que nada es su facilidad para elaborar teorías
abstractas.
B. La afectividad de la personalidad en el mundo social de los adultos

La vida afectiva de la adolescencia se afirma por la doble conquista de la personalidad


y su inserción en la sociedad adulta. Se coloca como un igual ante sus mayores, pero se
siente otro, diferente de estos por la vida nueva que se agita en él. Y entonces,
naturalmente, quiere sobrepasarles y sorprenderles transformando el mundo. Vemos
como el adolescente se prepara a insertarse en la sociedad de los adultos: por medio
de proyectos, de programas de vida, de sistemas. En cuanto a la vida social del
adolescente, podemos encontrar en ella, como en los demás terrenos, una fase inicial
de replegamiento. Medita sin cesar en función de la sociedad, para la sociedad que le
interesa.

ESQUEMA DEL PSICOANALISIS. FREUD


5. Un ejemplo la interpretación de los sueños.
Sola podrán hacernos adelantar los estados de conflicto y de sublevación, cuando el
contenido de ello del inconsciente tiene perspectivas de penetrar en la conciencia y el
yo ha vuelto a ponerse en guardia contra su intrusión. Un estado así es el dormir
nocturno, y por eso mismo la actividad psíquica en el dormir, que percibimos como
sueño, es nuestro objeto de estudio más propicio, además de ese modo evitamos el
reproche.
El sueño es un suceso regular en la vida de los seres humanos normales, este puede
ser confuso, intangible, sin sentido alguno; llegado al caso, sus indicaciones
contradicen todo nuestro saber de la realidad, y nos comportamos como unos
enfermos mentales, pues, mientras soñamos, atribuimos a los contenidos del sueño
una realidad objetiva. El entendimiento del sueño si suponemos que aquello por
nosotros recordado como sueño tras el despertar no es el proceso onírico efectivo y
real, sino solo una fachada tras la cual el sueño se oculta. Es nuestro distingo entre un
contenido manifiesto del sueño y los pensamientos oníricos latentes.
Lo mejor es empezar comprobando que hay dos clases de ocasiones para la formación
del sueño, (un deseo inconsciente) ha hallado mientras uno duerme la intensidad que
le permite hacerse valer en el interior del yo, o bien una aspiración que quedo
pendiente de la vida de vigilia. El dormir es un regreso tal al seno materno; como el yo
de la vigilia la motilidad, esta función está paralizada en el estado del dormir.
Las pruebas de la participación de la participación del ello inconsciente en la formación
del sueño con abundantes y de fuerza demostrativa.
A) la memoria del sueño es mucho más amplia que la del estado de vigilia. El sueño
trae recuerdos que el soñante ha olvidado y le eran inasequibles en la vigilia.
B) el sueño una sin restricción alguna unos símbolos lingüísticos cuyo significado el
soñante la mayoría de las veces desconoce.
C) la memoria del sueño reproduce muy a menudo impresiones de la primera infancia
del soñante, de las cuales podemos aseverar de manera precisa que no solo han sido
olvidadas, sino que devinieron inconscientes por obra de la represión.
D) además, el sueño saca a la luz contenidos que no pueden provenir de la vida
madura ni de la infancia olvidada del soñante.
Lo que vuelve al sueño tan inestimable para nuestra intelección es la circunstancia de
que el material inconsciente trae consigo, cuando penetra en el yo, sus modalidades
de trabajo. Esto quiere decir que los pensamientos preconscientes en los cuales hallo
su expresión son tratados, en el curso del trabajo del sueño, como si fueran sectores
inconscientes del ello, y en el otro caso de formación del sueño, los pensamientos
preconscientes que consiguieron un refuerzo de la moción pulsional inconsciente son
degradados al estado inconsciente. El trabajo del sueño es en lo esencial un caso de
elaboración inconsciente de procesos de pensamiento preconscientes.
Otra propiedad del trabajo del sueño, es la presteza para el desplazamiento de
intensidades psíquicas (investiduras) de un elemento sobre otro, de suerte que a
menudo en el sueño manifiesto un elemento aparece como el más nítido y, por ello,
como el más importante.
6. la técnica psicoanalítica.
El sueño es una psicosis, una psicosis de duración breve, inofensiva, hasta encargada
de una función útil. El yo tiene la tarea de obedecer a sus tres vasallajes, de la realidad
objetiva, del ello y del superyó. El medico analista y el yo debilitado del enfermo
apuntalados en el mundo exterior objetivo deben formar un bando contra los
enemigos, las exigencias de conciencia moral del superyó. El yo enfermo nos promete
la más cabal sinceridad, o sea, la disposición sobre todo el material que su percepción
de sí mismo le brinde, y nosotros le aseguramos la más estricta discreción y ponemos a
su servicio nuestra experiencia en la interpretación del material influido por lo
inconsciente.
Para que el yo del enfermo sea un aliado valioso en nuestro trabajo común tiene que
conservar cierto grado de coherencia. Existe sin embargo, otra clase de enfermos
psíquicos evidentemente muy próximos a los psicóticos: el enorme número de los
neuróticos de padecimientos grave. Pero su yo ha mostrado ser capaz de mayor
resistencia, muchos de ellos pudieron afianzarse en la vida real.
Con los neuróticos pedimos en la terapia total sinceridad a cambio de una estricta
discreción, no solo queremos oír lo que sabe y esconde a los demás, sino que debe
referirnos también lo que no sabe. Lo comprometemos a observar la regla
fundamental del psicoanálisis, que en el futuro debe gobernar su conducta hacia
nosotros, no solo debe comunicarnos lo que él diga adrede, lo que le traiga alivio,
como en una confesión, sino también todo lo otro que se ofrezca a su observación de
sí, todo lo que le pase por la mente, aunque sea desagradable decirlo, aunque le
parezca sin importancia y hasta sin sentido. De esta forma nos ofrece una multitud de
material que está bajo el influjo del inconsciente.
Este hecho de la transferencia pronto demuestra ser un factor de insospechada
significatividad: por un lado, un recurso auxiliar de valor insustituible, por el otro, una
fuente de serios peligros, esta transferencia es ambivalente incluye actitudes positivas,
tiernas, así como negativas, hostiles, hacia el analista, quien por lo general es puesto
en el lugar de un miembro de la pareja parental, el padre o la madre.
La relación transferencial conlleva, además, otras ventajas, si el paciente pone al
analista en el lugar de su padre o de su madre; le otorga también el poder que su
superyó ejerce sobre su yo, puesto que estos progenitores han sido el origen del
superyó y entonces el nuevo superyó tiene oportunidad para una suerte de
poseducacion del neurótico, puede corregir desaciertos en que incurrieran los padres
en su educación. Otra ventaja de la transferencia es que en ella el paciente escenifica
ante nosotros, un fragmento importante de su biografía, actúa ante nosotros en lugar
de informarnos.

7. una muestra de trabajo psicoanalítico.


La neurosis y psicosis son los estados en que se procuran expresión las perturbaciones
funcionales de aparato. La neurosis no tiene causas patógenas específicas, sería ocioso
buscar en ellas unos excitadores de la enfermedad. Los neuróticos conllevan mas o
menos las mismas disposiciones que los otros seres humanos, vivencian lo mismo, las
tareas que deben tramitar no son diversas. La indicada etiología vale para todos los
casos de pene, miseria y paralisis anímicas, pero no todos esos estados pueden
llamarse neuróticos, las neurosis tienen caracteres específicos, son una miseria de
índole particular.
Estos dos factores, naturaleza pulsional y época de la vida, demandan ser abordados
por separado, aunque tienen bastante que ver entre si. Únicamente en la niñez
temprana (hasta el sexto año) pueden adquirirse neurosis, si bien es posible que sus
síntomas solo mucho más tarde salgan a la luz. La neurosis de la infancia puede
devenir por breve lapso o aun pasar inadvertida. La neurosis son, como sabemos, unas
afecciones del yo, y no es asombroso que el yo, mientras todavía es endeble indicado e
incapaz de resistencia, fracase en el dominio de tareas que más tarde podrían tramitar
jugando. Las exigencias pulsionales de adentro, así como las excitaciones del mundo
exterior, ejercen en tal caso el efecto de unos traumas, en particular si son solicitadas
por ciertas predisposiciones. El yo desvalido se defiende de ellas mediante unos
intentos de huida, represiones que más tarde resultan desacordes al fin y significan
unas limitaciones duraderas para el desarrollo ulterior.
Los síntomas de las neurosis son de cabo a rabo, se diría, una satisfacción sustitutiva
de algún querer-alcanzar sexual, no puede caber ninguna duda de que las pulsiones
que se dan a conocer fisiológicamente como sexualidad desempeñan un papel
sobresaliente e inesperadamente grande en la causación de las neurosis. En el
trascurso del cual el yo empieza a diferenciarse del ello, es también la época del
temprano florecimiento sexual al que pone termino el periodo de latencia.
Nuestra atención es atraída en primer lugar por los efectos de ciertos influjos que no
alcanzan a todos los niños, aunque se presentan con bastante frecuencia, como el
abuso sexual contra ellos cometido por adultos, su seducción por otros niños poco
mayores (hermanos y hermanas) y, cosa bastante inesperada, su conmoción al ser
partícipes de testimonios auditivos y visuales de procesos sexuales entre adultos, la
mas de las veces en una época en que no se les atribuye interés ni inteligencia para
tales impresiones, ni la capacidad de recordarlas más tarde.
Merece nuestro interés en grado todavía más alto el influjo de una situación por la que
todos los niños están destinados a pasar y que deriva de manera necesaria del factor
de la crianza prolongada y de la convivencia con los progenitores. Me refiero al
complejo de Edipo, así llamado porque su contenido esencial retorna en la sana griega
del rey edipico.
Debemos desarrollar por separado el desarrollo del varón y de la niña, pues ahora la
diferencia entre sexos alcanza su primera expresión psicológica. Para distinguir lo
masculino de lo femenino en la vida anímica nos sirve una ecuación convencional y
empírica, a todas luces insuficiente. Llamamos masculino a todo cuanto es fuerte y
activo y femenino a lo débil y pasivo.
El primer objeto erótico del niño es el pecho materno nutricio, el amor se engendra
apuntalado en la necesidad de nutrición satisfecha. Al comienzo el pecho no es
distinguido del cuerpo propio y cuando tiene que ser divorciado del cuerpo, trasladado
hacia afuera por la frecuencia con que el niño lo echa de menos, toma consigo como
objeto una parte de la investidura libidinal originalmente narcisista.
Este primer objeto se completa luego en la persona de la madre, quien no solo nutre,
sino también cuida y provoca en el niño tantas otras sensaciones corporales, así
placenteras como displacenteras. En el cuidado del cuerpo, ella deviene la primera
seductora del niño, en estas dos relaciones arraiga la significatividad única de la madre,
que es incomparable y se fija inmutables para toda la vida, como el primer y más
intenso objeto de amor, como arquetipo de todos los vínculos posteriores de amor en
los dos sexos.
8. aparato psíquico y el mundo exterior.
Nuestro supuesto de un aparato psíquico extendido en el espacio, compuesto con
arreglo a fines, desarrollado en virtud de las necesidades de la vida, aparato que solo
en un lugar preciso y bajo ciertas circunstancias da origen al fenómeno de la
conciencia, nos ha habilitado para erigir la psicología sobre parecidas bases que
cualquier otra ciencia natural, por ejemplo la física.
La ganancia que el trabajo científico produce respecto de nuestras percepciones
sensoriales primarias consiste en la intelección de nexos y relaciones de dependencia
que están presentes en el mundo exterior, que en el mundo interior de nuestro pensar
pueden ser reproducidos o espejados de alguna manera confiable y cuya noticia nos
habilita para comprender algo en el mundo exterior, preverlo y, si es posible
modificarlo.
El núcleo de nuestro ser esta constituido, pues, por el oscuro ello, que no comercia
directamente con el mundo exterior y, además, solo es asequible a nuestra noticia por
la mediación de otra instancia. Dentro del ello ejercen su acción eficiente las pulsiones
orgánicas, ellas mismas compuestas de mezclas de dos fuerzas primordiales (eros y
destrucción) en variables proporciones y diferenciadas entre sí por su referencia a
órganos y sistemas de órgano. Lo único que estas pulsiones quieren alcanzar es la
satisfacción, que se espera de precisas alteraciones en los órganos con auxilio de
objetos del mundo exterior. Pero una satisfacción pulsional instantánea y sin
miramiento alguno, tal como el ello exige, con harta frecuencia llevaría a conflictos
peligrosos con el mundo exterior y al aniquilamiento.
Los procesos que son posibles en los elementos psíquicos supuestos en el interior del
ello y entre estos (procesos primarios) se distinguen en vasta medida de aquellos que
nos son consabidos por una percepción consiente dentro de nuestra vida intelectual y
de sentimientos, por otra parte, no valen para ellos las limitaciones críticas de la lógica,
que desestima y quiere anular por inadmisible una parte de estos procesos. El ello,
cortado del mundo exterior, tiene su propio mundo de percepción. Registra con
extraordinaria agudeza ciertas alteraciones sobrevenidas en su interior, las que
devienen consientes como sensaciones de la serie placer-displacer.
LA ADOLESCENCIA ¿EVOLUCION O ACONTECIMIENTO SIMBOLICO? (ALIANI)
Cuando nos acercamos a la noción de adolescencia nos encontramos con que uno de
los conceptos que se le asocia es el de desarrollo. En la psicología del desarrollo, la
posición piagetiana remarca la incidencia de lo evolutivo y el desarrollo es así
asimilado a crecimiento y naturaleza.
No creemos que el adolescente este a merced de una personalidad incipiente que
evolucionara hasta alcanzar su objetivo. Tampoco creemos que el sujeto adolescente
ponga en juego un proceso de estructuración otro, diferente de aquel que en su
trayectoria edipica, hizo factible una significación fálica. La adolescencia se define por
la entrada en orden de la reproducción sexuada, esto implica una real diferencia al que
se enfrentaba el niño quien, aun en estado de aprender la sexualidad, no podía
ejercerla. Bien sabemos que la ley de prohibición del incesto pone a jugar el mandato
de que no se ejercite la sexualidad con aquellos de quienes se la aprende.
Si el adolescente se encuentra en un lugar diferente del niño en relación a la
reproducción sexuada, nos es debido al desarrollo hormonal, no es porque como niño
ña sexualidad no estaba presente y ahora sí, bien sabemos que la sexualidad es
infantil, sino porque la entrada en la producción sexuada obliga a poner en juego
nuevamente la función simbólica de la paternidad. Es decir la posibilidad de abandonar
la posición infantil y autorizarse en una elección exogámica de objeto.
El estado de latencia es definido por Freud como el periodo que establece una
separación entre la infancia y la pubertad, periodo de la vida en el cual las
adquisiciones de la sexualidad infantil normalmente caen bajo la represión, durante
este se observa una disminución de las actividades sexuales, la desexualizacion de las
relaciones de objeto y de los sentimientos a la aparición de otros como el asco, la
vergüenza y las aspiraciones morales y estéticas.
La prohibición del incesto regula y codifica las relaciones entre los humanos a través de
los lazos de parentesco y alianza, garantizando la existencia y continuidad de un grupo.
Es la regla que introduce el orden en el caos y en el azar de las relaciones; en tanto ley
vehiculizada por el lenguaje, limita un impulso sexual primitivo. La instauración de la
prohibición consiste en una trasformación, un pasaje que no está previsto en ninguna
evolución natural caracterizada por la espontaneidad. Es un acontecimiento cultural
sujeto a normas que no le son inmanentes y establece atributos relativos y particulares
en sus mandatos.
La prohibición del incesto se instituye en un tabú, quien lo infrinja amenaza la
existencia del grupo, libera las figuras de lo horroroso en cada comunidad, en un
retorno mítico de la horda salvaje.
LO QUE NO CESA DEL PSICOANALISIS A SU EXTENSION. (MARIO PUJO)
Adolescencia y discurso.
Adoptamos el término de discurso en sentido amplio, es decir, como una categoría
intermedia entre la universidad del lenguaje y la singularidad de la palabra. El
concepto de discurso se demuestra adecuado para englobar tanto el conjunto de lo se
dice, como las condiciones en que los hechos aparecen en los dichos o los modos en
que esos dichos son efectivizados, esto es, las modalidades del decir.
A partir de la amplitud de esta definición, una serie de cuestiones relativas a la
adolescencia pueden ser comentadas, de la cuales propongo tres: en primer lugar, la
definición de la propia adolescencia como entidad eminentemente discursiva; en
segundo lugar y superponiéndose en parte a lo anterior, el discurso sobre la
adolescencia, la multiplicidad de discursos que intentan dar cuenta de ella; en tercer
lugar, lo que forzando un poco los términos se podría denominar el discurso de los
adolescentes, los modismos que emplean, las formas dialógicas que adoptan, los
vínculos en que tienden a incluirse o a ser incluidos.
Un hecho de discurso.
Freud rehúsa hacer de la adolescencia una categoría de orden teórico, como lo hace
por ejemplo en la relación a los niños a partir del concepto de lo infantil. Pero el
concepto de Freud le opone, como marcando un límite y una discontinuidad a esta
idea de infancia, no es sin embargo el de adolescencia sino el de pubertad. Momento
de la vida pero también tiempo lógico que se apoya en las huellas que la biología
ofrecer al discurso, la aparición del vello en el pubis en ambos sexos servirá para
nombrar como metonimia de la aparición del semen o el ciclo menstrual.
La noción actual de adolescencia constituye, desde esta perspectiva un acontecimiento
reciente. No es difícil vincular su surgimiento hacia finales del siglo XVIII. Sin embargo,
las significaciones inherentes a la edad, en el sentido de los comportamientos
considerados adecuados a cada una de ellas, pierden toda consistencia cuando se las
ordena en torno a referentes. De hecho la clínica nos confronta con niñas de treinta
años, adolescentes de cuarenta, veteranos de catorce, las fronteras de la adolescencia
varían así en cada momento histórico, en cada comunidad, dependiendo de cada
familia, clase social o el barrio. La noción de adolescencia encuentra quizás sus
referencias más firmes allí donde los lazos sociales que caracterizan a una época hallan
una expresión objetivada en los códigos legislativos.
El discurso de los adolescentes.
Determinados vínculos que los jóvenes tienden a establecer y suelen ser considerados
característicos, hasta el punto que, su falta, puede dar lugar a una sospecha de
anormalidad. Entre esos rasgos sobresale, en primer lugar, el silencio, los largos
silencios puberales, mantenidos tanto frente al analista como ante los adultos en
general.
En segundo lugar, una posición dialógica particular, de inconformismo, malestar y
oposición frecuentemente padecida por los padres quienes se quejan a menudo de
que no pueden hablar con su hijo, con quien establecen un diálogo de sordos, entre los
reproches y la reivindicación. Por un lado el grupo, la sociedad fomenta la inclusión de
los jóvenes en actividades grupales, en el interior mismo de esos grupos suele
plantearse una forma intensa de amistad entre individuos del mismo sexo, a la que se
ha dado en llamar amistad adolescente.
Amistas que transcurre de tal modo que, cuando se da difícilmente pueda sobrevivir al
establecimiento efectivo de una pareja por alguno de los amigos. La amistad
adolescente como practica de una relación de pareja, constituye un ensayo de
acercamiento hacia el partenaire sexuado, que lo mantiene a resguardo de la angustia
de la confrontación con el otro sexo.
Unidad 2
LA METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD
En la pubertad aparece un nuevo fin sexual, hacia el cual tienden todos los instintos
parciales bajo la supremacía de la zona genital. Lo más singular de la pubertad es el
crecimiento de los genitales externos y el desarrollo de los genitales internos
(capacidad para producir semen y para recibirlo). Este aparato es puesto en actividad
por tres clases de estímulos:
- Medio externo (excitación de las zonas erógenas)
- Medio interno (factores orgánicos)
- Vida anímica (como almacén de impresiones exteriores y estación receptora de
estímulos internos).
La excitación sexual se expresa bajo dos formas: somática (erección y lubricación), y
anímica (tensión apremiante). El hecho de que el aumento de la tensión sexual sea
placentero (y no displacentero como cabría esperar de un aumento de tensión) se
explica por el placer preliminar y el placer final. En el placer preliminar hay mínimo
placer y máxima tensión, y luego se pasa al placer final (orgasmo) para maximizar el
placer y minimizar o descargar la tensión. La nueva función de las zonas erógenas es
hacer posible la aparición de mayor placer por medio del placer preliminar.
El peligro del placer preliminar es que implique un máximo placer y una mínima
tensión. De esta forma, no podría pasarse al placer final cuyo fin -el coito- es la
procreación: el placer preparatorio sustituye al fin sexual normal, lo que suele originar
perversiones. Esto es debido a un excesivo aprovechamiento de una determinada zona
erógena (y del correspondiente instinto parcial) para la obtención del placer, durante
la infancia. La mejor garantía para evitar esta supremacía del placer preliminar estaría
en la preformación infantil de la primacía de la zona genital.
El problema de la excitación sexual
La acumulación de materia sexual (semen) provoca neurológicamente la tensión
sexual. A su vez, la excitación de las zonas erógenas eleva la tensión (debido a una
previa conexión anatómica entre ellas y los centros nerviosos). Las excepciones a esta
hipótesis son la mujer, el niño y los castrados masculinos, en donde a pesar de no
haber acumulación de semen, sí existe excitación sexual. Según se ve en los castrados
masculinos, se deduce que la excitación sexual puede ser en forma importante algo
independiente de la acumulación de productos sexuales.
Teoría de la libido
La libido es una fuerza cuantitativamente variable que permite medir los procesos y las
transformaciones de la excitación sexual. La libido tiene también un carácter
cualitativo, pues se trata de una energía diferente a otras, como por ejemplo la que
dirige la nutrición. La excitación sexual no es sólo producida por los órganos sexuales
sino por todo el cuerpo: esta es la llamada libido - quantum o quantum de libido, cuya
representación psíquica se llama libido del yo, la que puede visualizarse o es más
asequible al analista cuando se transforma en libido objetal. Esta libido ligada a objetos
puede a su vez retirarse de estos, quedar flotante y volver al yo (libido narcisista). La
distribución de la libido en el yo o en los distintos objetos según el principio económico
explicaría muchos desórdenes neuróticos y psicóticos.
Diferenciación de los sexos
En la mujer la zona erógena directiva es el clítoris, y en el hombre, el glande. En el caso
de la mujer, ella deberá cambiar posteriormente la zona erógena del clítoris a la
vagina, mientras que en el hombre no ocurre ningún cambio.
Hallazgo de objeto
Si al principio el instinto es autoerótico, en la pubertad surge un nuevo fin sexual que
toma como modelo un momento anterior, incluso al autoerotismo, que corresponde a
la succión del pecho, donde éste es un objeto exterior al niño. Así, la elección de
objeto adolescente sigue este modelo de relación objetal, y sería entonces un retorno
a lo reprimido, o sea, al objeto sexual de la lactancia. Según este último modelo, el
niño aprende a amar al objeto satisfactor, lo que también ocurría cuando la madre al
higienizarlo estimulaba sus genitales. Todo esto debe ser estimulado por la madre. El
miedo infantil proviene de no ver a la persona amada, en presencia de desconocidos.
Cuando su libido no es satisfecha, la transforma en angustia. La tarea de los padres se
ve felizmente cumplida cuando su ternura hacia el niño evitó un desarrollo prematuro
del instinto sexual.
Luego, más tarde, será lo más fácil o habitual para el niño elegir como objeto sexual
aquellas personas que ha amado desde su niñez, por lo que se alzan los diques contra
el incesto. La elección de objeto se hace imaginativamente, sin consumación real.
Luego viene la repulsa a estas fantasías claramente incestuosas, junto con la liberación
del individuo de la autoridad de sus padres. Sin embargo, los que abandonaron la
fijación infantil incestuosa nunca escapan totalmente a esta influencia.
Cabe recordar, por último, que uno de los requisitos de la elección normal de objeto es
que recaiga sobre el sexo contrario. El otro requisito es que este objeto sea, además,
exogámico.

EL NARCISIMO (Freud)
Freud había estado usando el término “narcisismo” mucho antes de 1914. Ya en 1909,
Freud declaraba que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotismo y el
amor de objeto.
El término narcicismo, proviene de la descripción clínica y fue acogido por Näcke en
1899 para designar aquella conducta por la cual cada individuo da a su cuerpo propio
un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, la mira con
complacencia sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la
satisfacción plena. En este cuadro el narcisismo cobra el significado de una perversión
que ha absorbido toda la vida sexual de la persona.
Resultó evidente después a la observación psicoanalítica que rasgos aislados de esa
conducta aparecen en muchas personas aquejadas por otras perturbaciones; así
ocurre, según Sadger, entre los homosexuales, “se toman a sí mismos como objeto
sexual, parten del narcisismo y buscan jóvenes que se le parezcan para poder amarlos
como su madre los amó a ellos”. (En Freud en 1910) Surgió la conjetura de que una
colocación de la libido definible como narcisismo podría entrar y reclamar su sitio
dentro del desarrollo sexual regular del hombre. A la misma conjetura se llegó a partir
de las dificultades que ofrecía el trabajo psicoanalítico en los neuróticos pues apareció
como si una conducta narcisista de esa índole constituyera en ellos una de las barreras
con que se chocaba en el intento de mejorar su estado. El narcisismo en este sentido
ya no sería una perversión, sino el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la
pulsión de autoconservación de la que justificadamente se atribuye una dosis a todo
ser vivo.
Un motivo para considerar la imagen de un narcisismo primario y normal surgió a raíz
del intento de incluir bajo la teoría de la libido el cuadro de la demencia precoz
(Kraepelin) o esquizofrenia (Bleuler).
Los enfermos parafrénicos tienen dos rasgos fundamentales de carácter:
- El delirio de grandeza.
- El entrañamiento de su interés respecto del mundo exterior (personas y cosas). Esto
último los vuelve incurables.
También el histérico y el neurótico obsesivo han resignado (hasta donde los afecta
su enfermedad) el vínculo con la realidad. Pero no han cancelado el vínculo erótico con
personas y cosas. Lo conservan en la fantasía. Han sustituido los objetos reales por
objetos imaginarios de su recuerdo o los han mezclado con estos por un lado, y por
otro, han renunciado a emprender las acciones motrices que les permitirían conseguir
sus fines en esos objetos. Este estado de la libido se llama introversión.
Otro es el caso de los parafrénicos. Parecen haber retirado realmente su libido de las
personas y cosas del mundo exterior, pero sin sustituirlas por otras en su fantasía. Y
cuando esto último ocurre, parece ser algo secundario y corresponder a un intento de
curación que quiere reconducir la libido al objeto.
¿Cuál es el destino de la libido sustraída de los objetos en la esquizofrenia? El delirio
de grandeza, entendido como la amplificación y el despliegue de un estado que ya
antes había conducido al yo y así nació una conducta llamada narcisismo. El narcisismo
nace por replegamiento de las investiduras de objeto como narcisismo secundario que
se edifica sobre la base de otro, primario, oscurecido por múltiples influencias.
Otro aporte lo proporcionó las observaciones y concepciones sobre la vida anímica
de los niños y los pueblos primitivos. Se hallan rasgos que si se presentaran aislados,
podrían imputarse al delirio de grandeza:
- Una sobreestimación del poder de sus deseos y de sus actos psíquicos.
- La “omnipotencia de los pensamientos”,
- Una fe en la virtud ensalmadora de las palabras
- Y una técnica dirigida al mundo exterior, la “ magia”, que aparece como una
aplicación consecuente de las premisas de la manía de grandeza.

Es posible decir entonces que Freud parte de la patología para postular la idea de
narcicismo.
En 1911 el descubrimiento del narcisismo condujo a Freud a establecer (en el Caso
Schereber), la existencia de una fase de la evolución sexual intermedia entre el
autoerotismo y el amor objetal. El sujeto comienza a tomándose a sí mismo, a su
propio cuerpo, como objeto de amor, lo que permite una primera unificación de las
pulsiones sexuales. (Laplanche)
En 1914, en la “Introducción al narcisismo”, introduce el concepto de narcisismo
considerando las catexis libidinales. Aludiendo a una especie de principio de
conservación de la energía libidinal, Freud establece la existencia de un equilibrio
entre la “libido del yo” (catectizada en el yo) y la “libido de objeto”: cuanto más
aumenta una, más empobrece la otra. El yo debe considerarse como un gran
reservorio de libido de dónde ésta es enviada hacia los objetos.
El rodeo por la patología permite a Freud deducir el estado originario de la libido; en
particular, el desvío por las afecciones en las que hay una desinvestidura del mundo
exterior, acompañada por un completo repliegue del enfermo sobre sí. Freud indaga el
destino de la libido retirada de los objetos, basándose en la observación de enfermos
esquizofrénicos, los que le parece la mejor respuesta a este interrogante. Freud
postula, tomando como ejemplo el delirio de grandeza, un estado original del yo en el
cual éste, investido totalmente por la libido, ponía de manifiesto una omnipotencia
absoluta. Ese estado de omnipotencia del yo define en adelante lo que se llama
narcisismo primario. Es un estado primitivo, que se caracteriza por la ausencia de total
relación con el ambiente, por una indiferenciación entre el yo y el ello, y su prototipo
lo constituirá la vida intrauterina, de la cual el sueño representaría una reproducción
más o menos perfecta. El narcisismo designa un estado precoz en el que el niño
catectiza toda su libido sobre el mismo. Con narcisismo primario se hace referencia al
primer narcisismo, el del niño que se toma a si mismo como objeto de amor antes de
elegir objetos exteriores. Tal estado correspondería a la creencia del niño en la
omnipotencia de sus pensamientos.
El narcisismo primario es una libidinización primaria del yo. A partir de esta carga
libidinal el yo puede investir a los objetos. Freud introduce una diferenciación en la
libido de acuerdo a la localización: si está en el yo es libido yoica o narcisista, si está en
el objeto es libido objetal.
Con narcisismo secundario designa ese mismo estado cuando reaparece por el retorno
al yo de las investiduras de objeto, es decir, designa una vuelta sobre el yo de la libido,
retirada de sus catexis objetales. “La libido retirada al mundo exterior ha sido aportada
al yo, de manera que aparece una actitud que podemos denominar narcisismo. Pero el
delirio de grandeza en sí no es creado de la nada; como sabemos, por el contrario, es la
amplificación y la manifestación más clara de un estado que ya había existido antes.
Nos vemos entonces llevados a concebir como un estado secundario, construido sobre
la base de un narcisismo primario oscurecido por múltiples influencias, a este
narcisismo que ha aparecido reintroduciendo las investiduras de objeto”. Esto
significaría que el yo constituye el reservorio de la libido, desde el cual ésta se
distribuiría sobre los objetos exteriores, con retorno al lugar de origen si estos objetos
no brindan satisfacción.
El conocimiento del narcisismo puede realizarse a partir de tres vías:
La enfermedad orgánica: la persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones
penosas, resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se
relacionen con su sufrimiento; mientras sufre, retira de sus objetos de amor el interés
libidinal, cesa de amar. Así, las dos pulsiones tienen el mismo destino y se vuelven otra
vez indiscernibles.
La hipocondría: se exterioriza en sensaciones corporales penosas y dolorosas, pero, a
diferencia de la enfermedad orgánica, no tienen su fundamento en alteraciones
orgánicas comprobables. Sin embargo, las alteraciones de órgano no faltan, su
fundamento es otro.
La vida amorosa del ser humano: los seres humanos tienen abiertos frente a sí dos
caminos para la elección de objeto: elección de objeto del apuntalamiento y elección
de objeto narcisista; tiene dos objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo
crió; y, además, se presupone en cada ser humano el narcisismo primario.

- Elección de objeto del apuntamiento: se elige el posterior objeto de amor según el


modelo de la madre o sustituto, es decir, la persona que cuidó y protegió al niño. El
pleno amor de objeto según el tipo de apuntalamiento es característico del hombre, el
cual exhibe una sobreestimación sexual del narcisismo originario del niño; esa
sobreestimación da lugar a la génesis del enamoramiento, empobrecimiento de libido
al yo en beneficio del objeto.
- Elección de objeto narcisista: se elige el posterior objeto de amor según el modelo de
la propia persona, es decir, se buscan a sí mismo como objeto de amor. En la mujer,
con el desarrollo puberal, por la conformación de los órganos sexuales femeninos
hasta entonces latentes, sobreviene un acrecimiento del narcisismo originario, el cual
es desfavorable a la constitución de un objeto de amor. Este es el tipo de elección de
objeto narcisista.

¿Qué relación guarda el narcisismo, de que ahora tratamos, con el autoerotismo que
hemos descrito como un estado temprano de la libido? Las pulsiones autoeróticos son
iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva
acción psíquica, para que el narcisismo se constituya.
Freud postula un camino para la evolución de la libido, siguiendo las siguientes etapas:
AUTOEROTISMO NARCISISMO RELACIONES DE OBJETO
No hay objeto ni yo Objeto y yo coinciden Objeto y yo existen de manera
independiente
Tanto la libido yoica y libido de objeto provienen de un procesamiento de los
caracteres íntimos del suceder neurótico y psicótico. La separación de la libido en una
que es propia del yo y una endosada a los objetos es la insoslayable prolongación de
un primer supuesto que dividió pulsiones sexuales y pulsiones yoicas. Ambos términos
indican la relación de la libido con su punto de destino, y no con su punto de partida.
El supuesto de una separación originaria entre unas pulsiones sexuales y otras,
yoicas, viene avalado por muchas cosas y no sólo por su utilidad para el análisis de las
neurosis de transferencia.
Este primer lugar, esta división conceptual responde al distingo popular tan
corriente entre hambre y amor, entre pulsiones del yo o de autoconservación y
pulsiones sexuales. La energía de las segundas se designa como libido. La nueva
subdivisión de las pulsiones sexuales en función de su objeto de catexis se puede
visualizar en el siguiente esquema:
Freud califica el yo como el gran reservorio de la libido, porque la libido, como
energía pulsional, tiene su fuente en las diversas zonas erógenas; el yo como persona
total, almacena esta energía libidinal, de la cual es el primer objeto; pero, a
continuación, el reservorio se comporta, respecto a los objetos exteriores, como una
fuente, puesto que de él emanan todas las catexis.
Ideal del Yo, es un término utilizado por Freud en su segunda teoría del aparato
psíquico: instancia de la personalidad que resulta de la convergencia del narcisismo
(idealización del yo) y de las identificaciones con los padres, con sus substitutos y con
los ideales colectivos. Como instancia diferenciada, el ideal del yo constituye un
modelo al que el sujeto intenta adecuarse.
“Ideal del yo” Freud lo utiliza para designar una formación intrapsíquica
relativamente autónoma que sirve de referencia al yo para apreciar sus realizaciones
afectivas. Su origen es principalmente narcisista: “lo que el hombre proyecta ante sí
como su ideal es el substitutivo del narcisismo perdido de su infancia; en aquel
entonces él mismo era su propio ideal”. Este estado narcisista, es abandonado,
especialmente a causa de la crítica que los padres ejercen acerca del niño. Se
observará que ésta, interiorizada en forma de una instancia psíquica particular,
instancia de censura y de autoobservación, se distingue, a lo largo de todo el texto, del
ideal del yo: ella “observa sin cesar al yo actual y lo compara con el ideal”.
La incitación para formar el ideal del yo, cuya tutela se confía a la conciencia moral,
partió en efecto de la influencia crítica de los padres, ahora agenciada por las voces, y
a la que en el curso del tiempo se sumaron los educadores, los maestros y, todas las
otras personas del medio.
La institución de la conciencia moral fue en el fondo una encarnación de la crítica de
los padres, primero y después de la crítica de la sociedad, proceso semejante al que se
repite en la génesis de una inclinación represiva nacida de una prohibición o un
impedimento al comienzo externa. Las voces y esa multitud que se deja indeterminada
son traídas ahora a la luz por la enfermedad, a fin de reproducir en sentido regresivo la
historia genética de la conciencia moral.
El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto al narcisismo primario y
engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento acontece por
medio del desplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde afuera; la
satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de este ideal.
Simultáneamente, el yo ha emitido las investiduras libidinosas de objeto. El yo se
empobrece a favor de estas investiduras así como del ideal del yo, y vuelve a
enriquecerse por las satisfacciones de objeto y por el cumplimiento del ideal.
Si consideramos la actitud de padres tiernos hacia sus hijos, habremos de
discernirlas como renacimiento y reproducción del narcisismo propio. Así prevalece
una compulsión a atribuir al niño toda clase de perfecciones y a encubrir y olvidar
todos sus defectos. Pero también prevalece la proclividad a suspender frente al niño
todas esas conquistas culturales cuya aceptación hubo de arrancarse al propio
narcisismo, y a renovar a propósito de él la exigencia de prerrogativas a que se
renunció hace mucho tiempo. El niño debe tener mejor suerte que sus padres, no debe
estar sometido a esas necesidades objetivas cuyo imperio en la vida hubo de
reconocerse. Enfermedad, muerte, renuncia al goce, restricción de la voluntad propia
no han de tener vigencia para el niño, las leyes de la naturaleza y de la sociedad han de
cesar ante él, y realmente debe ser de nuevo el centro y el núcleo de la creación.
Su majestad el bebé. Debe cumplir los sueños, irrealizados deseos de sus padres; el
varón será un grande hombre y un héroe en lugar del padre, y la niña se casará con un
príncipe como tardía recompensa para la madre. El punto más espinoso del sistema
narcisista, esa inmortalidad del yo que la fuerza de la realidad asedia duramente, ha
ganado su seguridad refugiándose en el niño. El conmovedor amor parental, tan
infantil en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo redivivo de los padres, que en su
transmudación al amor de objeto revela inequívoca su prístina naturaleza.
Agregado: relaciones entre Autoerotismo y Narcisismo y Su majestad el Bebe.
Freud sostiene que el YO no está presente desde el comienzo en el individuo sino
que tiene que constituirse, es decir, para que el Yo se constituya es necesaria una
carga libidinal.
En este sentido dice que las pulsiones autoeróticas son primordiales, iniciales y que
por lo tanto tiene que agregarse al autoerotismo una nueva instancia psíquica (el YO)
para que el Narcisismo se constituya (en el autoerotismo las pulsiones son parciales,
cada una se autosatisface en su zona erógena; en cambio en el Narcisismo se necesita
una unidad hacia la cual la libido pueda dirigirse y en la cual pueda satisfacerse. Por
ello se constituirá el YO como primer objeto a investir libidinalmente, Narcisismo 1º).
El Yo no esta dado de entrada cuando llegamos al mundo, sino que este se
constituye, pero no lo hace por el simple paso del tiempo, sino que algo debe ocurrir
¿Que es esto? Que haya una carga libidinal, en entonces, un proceso libidinal el que
permite que el yo se constituya…ahora de donde viene esta libido? Si llamamos
narcisismo primario a la libido concentrada en el yo ¿antes donde estaba esta libido?
Esa libido no esta originariamente en el niño, sino que proviene de los padres, más
precisamente, del narcisismo de los padres, narcisismo que alguna vez fue primario en
los padres y que con el paso del tiempo va dejando de ser narcisismo, dejando de ser
libido yoica para empezar a ser libido objetal, que puede cargar a los objetos del
mundo. Así, el niño bebe se convierte para los padres en el objeto fundamental del
mundo, el niñito es para los padres “su majestad el bebe”. “Su majestad el bebé”
según Freud es la imagen del bebé que los padres forman atribuyéndole características
de perfección, idealizándolo, colocándolo en una posición en la que no se enfrenta con
ningún tipo de restricción, en un lugar ajeno a las leyes de la sociedad, de la cultura.
Los padres fantasean que ese hijo no va a vivir las penurias que ellos vivieron, que va a
tener una vida sin sufrimiento y que va a lograr lo que ellos no pudieron y de algún,
mediante este movimiento los padres transfieren su narcisismo al niño (hay algo del
narcisismo que permite relacionar una generación con otra). Lo que se traslada es
ficticio e ideal, pero igualmente, el yo necesita necesariamente de eso para poder
constituirse.
Dicho movimiento es interesante porque coloca en el lugar del hijo un ideal, los
padres piensan que la vida del hijo va a ser ideal comparada con la vida de ellos, pero a
la vez ese ideal que trasladan el hijo es la imagen del propio Yo de ellos cuando eran
chiquitos, si se tiene en cuanta lo que dijo Freud, que lo que estos padres proyectan es
su propio narcisismo: “…Cuando yo fui chiquito mis padres me idealizaron, después yo
no logre ser eso en la vida pero tuve hijos y los idealicé. Es como si esos ideales se
fueran transmitiendo de generación en generación y junto con ellos una cierta carga
libidinal que hace que este ideal adquiera un valor a los ojos de la generación anterior
y hasta a veces a los ojos de toda la familia…”.
Luego el yo del niño va trasladando esa libido a los distintos objetos del mundo, los
va catetixando, los va libidinizando, es decir, cuanta más libido se pone en el mundo
menos libido hay en el Yo, llegando al punto extremo del enamoramiento (que seria la
contrapartida de la megalomania). Ese momento en el cual ante el valor otorgado a el
objeto amado el Yo queda totalmente empobrecido. Por eso Freud habla de
“servidumbre amorosa” en el sentido de que el Yo se coloca en el lugar de siervo
antes el objeto adquiere este valor totalmente libidinizado.
Así es como comienza a formarse el YO (Yo ideal). Freud señala que esta actitud de
los padres responde al renacimiento y reproducción de su propio Narcisismo 1º, el cual
tuvieron que abandonar cuando atravesaron el Complejo de Edipo. Como
consecuencia del CE se vieron obligados a someterse a las leyes de la cultura y en su
Yo se produjo una escisión: el Yo infantil va a ser conservado en la instancia psíquica
Ideal del Yo (aspiraciones, lo que quisiera ser y ya no es: el centro del universo, el
mejor del mundo) y a partir de ese momento el Yo va a ser comparado con ese ideal.

PSICOLOGIA DE LAS MASAS Y ANALISIS DEL YO


En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo,
como objeto, auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la
psicología individual es simultáneamente psicología social, en este sentido lato, pero
enteramente legitimo.
La acción entre actos anímicos sociales y narcisista cae dentro del campo de la
psicología individual y no habilita a divorciar esta última de una psicología social o de
las masas.
Cuando se habla de la psicología social o de las masas se suele prescindir de estos
vínculos y distinguir como objeto de la indagación la influencia simultanea ejercida
sobre el individuo por un gran número de personas con quienes está ligado por algo, la
psicología de las masas trata del individuo como miembro y de un linaje, de un pueblo,
de una casta, de un estamento, de la institución, o como integrante de una multitud
organizada en forma de masa durante cierto lapso y para determinado fin: la pulsión
social.
Nos inclinaremos en dos posibilidades: que la pulsión social acaso no sea originaria e
irreducible y que los comienzos de su formación puedan hallarse en un círculo
estrecho como el de la familia.
SUJESTION Y LIBIDO
Hemos partido del hecho de que en una masa el individuo experimenta, por influencia
de ella una alteración a menudo profunda de su actividad anímica. Apuntan a una
nivelación con los otros individuos de la masa, solo puede alcanzarse por la
cancelación de las inhibiciones pulsionales propias y por la renuncia de las
inclinaciones que él se ha plasmado. Nuestro interés consiste en hallar la explicación
psicológica de este cambio anímico que los individuos sufren en la masa. La explicación
alternativa que nos ofrecen los autores que escriben sobre sociología y psicología de
las masas es siempre la misma, la palabra ensalmadora “sugestión”. Tarde la llama
imitación, pero la imitación cae bajo el concepto e la sugestión.
Le Bon reconduce todo lo extraño de los fenómenos sociales a los factores: la
sugestión reciproca de los individuos y prestigio del conductor. Pero el prestigio se
exterioriza por su efecto que es, provocar sugestión.
McDougal elude la sugestión; como los otros, nos dice: la masa se distingue por una
particularidad sujestionabilidad. La sugestión seria un fenómeno primordial no
susceptible de ulterior reproducción, un hecho de la vida anímica de los seres
humanos.
Intentare aplicar el esclarecimiento de la psicología de las masas, el concepto de libido.
Libido es una expresión tomada de la doctrina de la afectividad, llamamos así a la
energía, de aquellas pulsiones que tiene que ver con todo lo que puede sintetizarse
como “amor”, el núcleo de lo que designamos “amor” lo forma: por un lado, el amor a
sí mismo, por el otro, el amor filial y el amor a los hijos, la amistad, y el amor a la
humanidad. Todas esas aspiraciones son la expresión de las mismas mociones
pulsionales que entre los sexos esfuerzan en el sentido de la unión sexual. Los vínculos
de amor constituyen también la esencia del alma de las masas, tales vínculos están
ocultos tras el biombo de la sugestión. Nuestra expectativa se basa en dos reflexiones
someras. La primera la masa se mantiene cohesionada en virtud a algún poder. En
segundo lugar, si el individuo resigna su peculiaridad en la masa y se deja sugerir por
los otros, recibimos la impresión de que lo hace porque siente la necesidad de estar de
acuerdo con ello, quizá “por amor de ellos”

LA IDENTIFICACION
El psicoanálisis conoce la identificación como la más temprana exteriorización de una
ligazón efectiva con una persona. Desempeña un papel en la prehistoria del complejo
de Edipo. Toma al padre como su ideal.
Contemporáneamente a esta identificación con el padre, emprende una cabal
investidura de objeto de la madre, muestra dos lazos psicológicamente diversos: con la
madre, una directa investidura sexual de objeto; con el padre, una identificación que lo
toma por modelo.
La unificación de la vida anímica avanza sin cesar, por esa confluencia nace el complejo
de Edipo normal. El pequeño nota que el padre le significa un estorbo junto a la madre.
Puede ocurrir después que el complejo de Edipo experimente una inversión, que se
tome por objeto al padre en una actitud femenina, la identificación con el padre se
convierte en la precursora de la ligazón de objeto que recae sobre él. Lo mismo vale
para la niña, con las correspondientes sustituciones.
La diferencia depende, de que la ligazón recaiga en el sujeto o en el objeto del yo.
Supongamos que una niña reciba el mismo síntoma que su madre; la misma tos
martirizadora. Ello puede ocurrir por diversas vías. La del complejo de Edipo, implica
una voluntad hostil de sustituir a la madre, y el síntoma expresa el amor de objeto por
el padre; realiza la sustitución bajo el influjo de la conciencia de culpa.
La identificación remplaza a la elección de objeto; la elección de objeto ha regresado
hasta la identificación. Esta es la forma primera del lazo afectivo; sucede que la
elección de objeto vuelva a la identificación, que el yo tome sobre si las propiedades
del objeto. El yo copia en un caso a la persona no amada y en el otro a la persona
amada. La identificación es parcial, toma prestado un único rasgo de la persona objeto.
Hay un tercer caso de formación de síntoma, en el que la identificación prescinde por
completo de la relación de objeto con la persona copiada. El mecanismo es el la
identificación sobre la base de poder o querer ponerse en la misma situación. La
identificación por el síntoma asa a ser así el indicio de un punto de consciencia entre
los dos ”yo” que debe mantenerse reprimido.
Podemos sintetizar lo que hemos aprendido de estas 3 fuentes: En primer lugar, la
identificación es la forma mas originaria de ligazón afectiva con un objeto; en segundo
lugar, pasa a sustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía regresiva, mediante
la introyección del objeto en el yo, y, en tercer lugar puede nacer a raíz de cualquier
comunidad que llegue a percibirse en una persona que no es objeto de las pulsiones
sexuales.
Estamos muy lejos de haber agotado el problema de la identificación; nos enfrentamos
con el proceso de la psicología llamada “empatía” y que desempeña la parte principal
en nuestra comprensión del yo ajeno, el de las otras personas.
El análisis de la melancolía, la pérdida real o afectiva del objeto amado, nos ha
proporcionado otro ejemplo de introyección del objeto.
Estas melancolías nos muestran al yo dividido, descompuesto en dos fragmentos, uno
de los cuales arroja furia sobre el otro. Este otro fragmento es el alterado por
introyección, que incluye al objeto perdido. En nuestro yo se desarrolla una instancia,
que se separa del resto del yo y puede entrar en conflicto con él. La llamamos el ”ideal
del yo”, y le atribuimos la funciones de la observación de sí, la conciencia moral,
censura onírica y el ejercicio de la principal influencia en la represión. Toma de los
influjos del medio, las exigencias que en este plantea al yo y a las que el yo no siempre
puede allanarse, de manera que el ser humano, toda vez que no puede contentarse
consigo en su yo, puede hallar su satisfacción en el ideal del yo, la medida del
distanciamiento entre este ideal del yo y el yo actual es muy variable según los
individuos, en muchos de los cuales esta diferenciación interior del yo ha avanzado
mucho respecto del niño.
COMPLEJO DE EDIPO

Freud descubre el complejo de Edipo a través del análisis de sus pacientes y de su


propio autoanálisis, donde reconoce los celos vividos por él hacia su padre y el amor
hacia su madre. A Finales del siglo XIX en la correspondencia que mantenía con Filess
comienza a teorizar sobre este y resalta dos temas que serán centrales: deseo
incestuoso y hostilidad al padre.
La nominación complejo de Edipo aparece en 1910, pero Freud tomo el drama de
Edipo Rey como argumento interpretativo para explicar las funciones y las
consecuencias de esta triangulación: madre-padre-niño.
El complejo de Edipo es una etapa del desarrollo del niño y es fundamental en la
configuración psíquica del sujeto, el mismo coincide con la fase fálica del desarrollo de
la libido.
Freud afirma que la vida sexual no comienza solo en la pubertad, sino que se inicia
enseguida después del nacimiento con nítidas exteriorizaciones. A temprana edad el
niño da señales de una actividad corporal sexual y el primer órgano que aparece como
zona erógena es la boca, ella sirve en primer término a la autoconservación por vía de
alimento. En el chupeteo que se da por medio de la misma el niño obtiene un placer
independiente de la nutrición y que por eso debe ser llamada sexual y es la
denominada fase oral (0-2 años).
La segunda fase es la sádico-anal (2-3 años) porque aquí el niño busca la satisfacción
en la agresión y en la función excretoria (expulsión y retención). La tercera fase en la
llamada fálica (3-5 años), aquí solo desempeña un papel principal el genital del varón
(falo) con esta fase la sexualidad de la primera infancia alcanza su apogeo y se
aproxima al sepultamiento.Varón y niña tendrán destinos separados, ya que en un
principio ambos partían de la premisa de la presencia universal del pene, pero ahora
los caminos de los sexos se divorcian.
El varoncito entra en la fase Edipica, el primer objeto erótico del niño es el pecho
materno nutricio, el amor se engendra apuntalado en la necesidad de nutrición
satisfecha. Pero al comienzo el pecho no es distinguido del cuerpo propio, y cuando
tiene que ser divorciado del cuerpo, es decir, trasladado hacia afuera por la frecuencia
con que el niño lo echa de menos, toma consigo, como objeto una parte de la
investidura libidinal.
Este primer objeto se completa luego en la persona de la madre, quien no solo nutre,
sino también cuida y provoca en el niño tantas otras sensaciones corporales, tanto
placenteras como displacenteras. En el cuidado del cuerpo, ella llega a ser la primera
seductora del niño, aquí arraiga la significatividad única de la madre y se fija inmutable
para toda la vida como el primer y más intenso objeto de amor.
Una vez que el niño entra en la fase fálica de su desarrollo libidinal, recibe sensaciones
placenteras de su miembro sexual y aprende a procurárselas a voluntad mediante
estimulación manual, se convierte el amante de la madre. Desea poseerla
corporalmente en las formas que ha visto por sus observaciones y vislumbres de la
vida sexual, y pretende seducirla mostrándole su miembro viril, de cuya posesión está
orgulloso.
El niño muestra dos lazos psicológicamente diversos: con la madre, una investidura
sexual de objeto y con el padre, una identificación que lo toma por modelo. Ambos
coexisten por un tiempo sin influenciarse entre sí, pero la vida anímica avanza y a
consecuencia de ella ambos lazos confluyen.
Tras la masculinidad que despierta temprano en él, busca sustituir junto a su madre, al
padre, quien como mencione anteriormente ha sido su envidiado arquetipo por la
fuerza corporal que en el percibe y la autoridad con que lo encuentra revestido. Es
decir que ahora el padre es su rival, es un estorbo en su camino y le gustaría quitárselo
de en medio.
Si por ejemplo, durante una ausencia del padre le es permitido al niño compartir el
lecho de la madre, de donde es desterrado luego tras el regreso del padre, la
satisfacción al desaparecer el padre por un momento y el desengaño cuando
reaparece le significa unas vivencias que lo marcan profundamente.
La madre comprende que la excitación sexual del niño se dirige a su propia persona,
aunque sabe que no es correcto consentirla, por lo tanto le prohíbe el quehacer
onanista, pero esa prohibición no funciona. Busca entonces otro recursomás tajante, el
complejo de castración: amenaza quitarle su miembro, pero cede al padre esa tarea
para hacerla más terrorífica y creíble, sin embargo al niño le parece inconcebible que
pueda suceder eso.
Solo cundo recuerda haber visto unos genitales femeninos y haber comprobado que a
estos les falta esa pieza apreciada que el si tiene, cree en la seriedad de la amenaza
que ha oído y así cae en el trauma más intenso de su joven vida.
La masculinidad del niño no resiste esta primera conmoción, para salvar su miembro
sexual renuncia a la posesión de la madre, pero de todos modos está presente en él un
fuerte componente femenino, ya que también quiere sustituir a la madre como objeto
de amor del padre. A consecuencia de la castración renuncia también a la
masturbación, pero no a la actividad fantaseadora que la acompaña, la misma se
intensara ya que es la única forma de satisfacción sexual que le ha quedado.
El complejo de castración produce tanto en el niño como en la niña efectos:
inhibidores y limitadores de la masculinidad y promotores de la feminidad.
El complejo de Edipo finaliza con la entrada en el periodo de latencia, de acuerdo con
la teoría freudiana, el complejo se revive en la pubertad y esta reaparición declinaría a
su vez con la elección de objeto, que abre paso a la sexualidad adulta.
COMPLEJO DE EDIPO MUJER (electra)
Tanto el hombre como la mujer tienen una etapa predipica, donde toman como objeto
de amor a la madre y tienen una relación de hostilidad con el padre. Cuando el niño
termina su fase edipica, la niña recién la comienza, los efectos del complejo de
castración son más uniformes en la niña pequeña, y no menos profundos. Ella no tiene
que temer la pérdida del pene, pero no puede menos que reaccionar por no haberlo
recibido. Desde el comienzo envidia al varoncito por su posesión, se puede decir que
todo su desarrollo se consuma bajo el signo de la envidia del pene. Al principio
emprende vanas tentativas por equipararse al muchacho y, más tarde, con mejor
éxito, unos empeños por resarcirse de su defecto, empeños que, en definitiva, pueden
conducir a la actitud femenina normal. Si en la fase fálica intenta conseguir placer
como el muchacho, por estimulación manual de los genitales, suele no conseguir una
satisfacción suficiente y extiende el juicio de la inferioridad de su mutilado pene a su
persona total. Por regla general, abandona pronto la masturbación, porque no quiere
acordarse de la superioridad de su hermano varón o su compañerito de juego, y se
extraña por completo de la sexualidad.
Si la niña pequeña persevera en su primer deseo de convertirse en un varón, en el caso
extremo terminará como una homosexual manifiesta, de lo contrario, expresará en su
posterior conducta de vida unos acusados rasgos masculinos, escogerá una profesión
masculina, etc. El otro camino pasa por el deshacimiento de la madre amada a quien la
hija, bajo el influjo de la envidia del pene, no puede perdonar que la haya echado al
mundo tan defectuosamente dotada. Por ello, resigna a la madre y la sustituye por
otra persona como objeto de amor: el padre.
Cuando uno ha perdido un objeto de amor, la reacción inmediata es identificarse con
él, sustituirlo mediante una identificación desde adentro. Este mecanismo, acude aquí
en socorro de la niña pequeña. La identificación madre puede relevar ahora a la
ligazón-madre. La hijita se pone en el lugar de la madre, tal como siempre lo ha hecho
en sus juegos, quiere sustituirla al lado del padre, y ahora odia a la madre antes
amada, con una motivación doble: por celos y por mortificación a causa del pene
denegado. Su nueva relación con el padre puede tener al principio por contenido el
deseo de disponer de su pene, pero culmina en otro deseo: recibir el regalo de un hijo
de él. Así, el deseo del hijo reemplaza el deseo del pene.
El complejo de castración esfuerza a la niña hacia su complejo de Edipo por el efecto
de la falta de pene, para la mujer conlleva mínimos daños, permanecen en su postura
edipica femenina. Escogerá a su marido por cualidades paternas y estará dispuesta a
reconocer su autoridad. Su añoranza de poseer un pene, añoranza en verdad
insaciable, puede llegar a satisfacerse si ella consigue totalizar el amor por el órgano
como amor por el portador de éste, como en su tiempo aconteció con el progreso del
pecho materno a la persona de la madre.
Diferencias entre psicología del desarrollo y psicoanálisis
Psicología del desarrollo: Evolución en etapas con el objetivo de predecir
comportamientos. Al individuo se lo estudia desde las ciencias naturales. El desarrollo
es un hecho biológico con determinación genética, puede ser medible y estandarizable
con el objeto de predecir el desarrollo. Es un sujeto ordenado. La sexualidad aparece
en la pubertad donde se dan los cambios biológicos.
Psicoanálisis: está sujeto a un otro y al lenguaje. Tiene un proceso de construcción
simbólica y subjetiva, como ese otro lo inscribe (el yo se va formando). Se inserta en el
lenguaje dependiendo de ese otro. Hay una singularidad. La sexualidad comienza
desde el nacimiento y no solo en la pubertad. La adolescencia va más allá de los
cambios biológicos (discurso)
Instinto y pulsión.

INSTINTO PULSION
Esfuerzo De un solo golpe constante
meta Satisfacción desencuentro
objeto Fijo variable
fuente Orgánico Erógeno

You might also like