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Unidad 3

ENAMORAMIENTO E HIPNOSIS
En una serie de casos, el enamoramiento no es más que una investidura de
objeto de parte de las pulsiones sexuales con el fin de alcanzar la satisfacción
sexual directa, se llama amor sensual. La certidumbre de que la necesidad
que acaba de extinguirse volvería a despertar tiene que haber sido el motivo
inmediato de que se volcase al objeto sexual una investidura permanente y
se lo “amase” aun es los intervalos, cuando el apetito está ausente. El
desarrollo de la vida amorosa de los seres humanos: en la primera fase, el
primer objeto de amor se encontrado en uno de sus progenitores. La
represión que después sobrevino obligo a renunciar a la mayoría de estas
metas sexuales infantiles, pulsiones “de meta de vida”. Los sentimientos que
en adelante alberga hacia esas personas amadas reciben la designación de
“tiernos”. Las anteriores aspiraciones “sensuales” se conservan en el
inconsciente.
Con la pubertad se inician nuevas aspiraciones, dirigidas a metas
directamente sexuales. En casos desfavorables permanecen divorciadas. El
hombre se inclina a embelesarse por mujeres a quienes venera, que empero
no le estimulan el intercambio amoroso; y solo es potente con otras mujeres
a quienes no “ama”, a quienes menosprecia y aun desprecia. En el
adolescente su relación con el objeto sexual se caracteriza por la cooperación
entre pulsiones no inhibidas y pulsiones de meta inhibida. Y gracias a la
contribución de las pulsiones tiernas, de meta inhibida, puede medirse el
grado de enamoramiento por oposición al anhelo simplemente sensual.
En el marco de este enamoramiento el hecho de que el objeto amado goza
de cierta exención de la crítica, sus cualidades son mucho más estimadas que
en las personas a quienes no se ama o que en ese mismo objeto en la época
en que no era amado. A raíz de una represión o posposición de las
aspiraciones sexuales eficaz en alguna medida, se produce este espejismo: se
ama sensualmente al objeto solo en virtud de sus excelencias anímicas.
De la idealización, discernimos que el objeto es tratado como el yo propio, y
por tanto en el enamoramiento influye al objeto una medida mayor de libido
narcisista. El objeto sirve para sustituir un ideal del yo propio no alcanzado.
Se ama en virtud de perfecciones a que se ha aspirado para el yo propio y
que ahora a uno le gustaría procurarse, para satisfacer su narcicismo.
Rasgos de humillación, restricción del narcicismo, perjuicio de si, están
presentes en todos los casos de enamoramiento. Toda satisfacción sexual
rebaja la sobrestimación sexual. Contemporáneamente a esta “entrega” del
yo al objeto. La conciencia moral no se aplica a nada de lo que acontece en
favor del objeto. El objeto se ha puesto en lugar del ideal del yo.
La identificación y el enamoramiento: En la primera, el yo se ha enriquecido
con las propiedades del objeto, lo ha “introyectado”. En el segundo, se ha
empobrecido, se ha entregado al objeto le ha concedido el lugar de su
ingrediente más importante. Desde el punto de vista económico no se trata
de enriquecimiento o empobrecimiento; también puede describirse el
enamoramiento extremo diciendo que el yo se ha introyectado el objeto.
Que el objeto se ponga en el lugar del yo o en el ideal del yo.
El trecho que separa el enamoramiento de la hipnosis no es muy grande. El
hipnotizador ha ocupado el lugar del ideal del yo. El Hipnotizador es el objeto
único: no se repara en ningún otro además de él. Lo que le pide y asevera es
vivenciado oníricamente por el yo. El vínculo hipnótico es una entrega
enamorada que incluye toda satisfacción sexual, mientras que en el
enamoramiento esta última se propone solo de manera temporaria, y
permanece en el transfondo como meta posible para más tarde. El vínculo
hipnótico es una formación de masa de dos.
El amor sensual está destinado a extinguirse con la satisfacción; para
perdurar tiene que encontrarse mezclado en el comienzo con componentes
puramente tiernos, vale decir, de meta inhibida, o sufrir un cambio en ese
sentido.
La conciencia moral de la persona hipnotizada puede mostrarse refractaria,
aunque en lo demás preste una total obediencia sugestiva. Pero esto quizás
de debe a que en la hipnosis, puede estar vigente el saber de qué se trata
solo de un juego, de una reproducción falaz de otra situación cuya
importancia vital es mucho mayor.
La formula de la constitución libidinosa de una masa; tiene un conductor y no
ha podido adquirir secundariamente, por un exceso de “organización”, las
propiedades de individuo. Una masa primaria de esta índole es una multitud
de individuos que han puesto un objeto, uno y el mismo, en el lugar de su
ideal del yo, a consecuencia de lo cual se han identificado entre sí en su yo.

COMPLEJO DE EDIPO

Freud descubre el complejo de Edipo a través del análisis de sus pacientes y de


su propio autoanálisis, donde reconoce los celos vividos por él hacia su padre y el
amor hacia su madre. A Finales del siglo XIX en la correspondencia que mantenía
con Filess comienza a teorizar sobre este y resalta dos temas que serán centrales:
deseo incestuoso y hostilidad al padre.
La nominación complejo de Edipo aparece en 1910, pero Freud tomo el drama de
Edipo Rey como argumento interpretativo para explicar las funciones y las
consecuencias de esta triangulación: madre-padre-niño.
El complejo de Edipo es una etapa del desarrollo del niño y es fundamental en la
configuración psíquica del sujeto, el mismo coincide con la fase fálica del
desarrollo de la libido.
Freud afirma que la vida sexual no comienza solo en la pubertad, sino que se
inicia enseguida después del nacimiento con nítidas exteriorizaciones. A temprana
edad el niño da señales de una actividad corporal sexual y el primer órgano que
aparece como zona erógena es la boca, ella sirve en primer término a la
autoconservación por vía de alimento. En el chupeteo que se da por medio de la
misma el niño obtiene un placer independiente de la nutrición y que por eso debe
ser llamada sexual y es la denominada fase oral (0-2 años).
La segunda fase es la sádico-anal (2-3 años) porque aquí el niño busca la
satisfacción en la agresión y en la función excretoria (expulsión y retención). La
tercera fase en la llamada fálica (3-5 años), aquí solo desempeña un papel
principal el genital del varón (falo) con esta fase la sexualidad de la primera
infancia alcanza su apogeo y se aproxima al sepultamiento.Varón y niña tendrán
destinos separados, ya que en un principio ambos partían de la premisa de la
presencia universal del pene, pero ahora los caminos de los sexos se divorcian.
El varoncito entra en la fase Edipica, el primer objeto erótico del niño es el pecho
materno nutricio, el amor se engendra apuntalado en la necesidad de nutrición
satisfecha. Pero al comienzo el pecho no es distinguido del cuerpo propio, y
cuando tiene que ser divorciado del cuerpo, es decir, trasladado hacia afuera por
la frecuencia con que el niño lo echa de menos, toma consigo, como objeto una
parte de la investidura libidinal.
Este primer objeto se completa luego en la persona de la madre, quien no solo
nutre, sino también cuida y provoca en el niño tantas otras sensaciones
corporales, tanto placenteras como displacenteras. En el cuidado del cuerpo, ella
llega a ser la primera seductora del niño, aquí arraiga la significatividad única de la
madre y se fija inmutable para toda la vida como el primer y más intenso objeto de
amor.
Una vez que el niño entra en la fase fálica de su desarrollo libidinal, recibe
sensaciones placenteras de su miembro sexual y aprende a procurárselas a
voluntad mediante estimulación manual, se convierte el amante de la madre.
Desea poseerla corporalmente en las formas que ha visto por sus observaciones y
vislumbres de la vida sexual, y pretende seducirla mostrándole su miembro viril, de
cuya posesión está orgulloso.
El niño muestra dos lazos psicológicamente diversos: con la madre, una
investidura sexual de objeto y con el padre, una identificación que lo toma por
modelo. Ambos coexisten por un tiempo sin influenciarse entre sí, pero la vida
anímica avanza y a consecuencia de ella ambos lazos confluyen.
Tras la masculinidad que despierta temprano en él, busca sustituir junto a su
madre, al padre, quien como mencione anteriormente ha sido su envidiado
arquetipo por la fuerza corporal que en el percibe y la autoridad con que lo
encuentra revestido. Es decir que ahora el padre es su rival, es un estorbo en su
camino y le gustaría quitárselo de en medio.
Si por ejemplo, durante una ausencia del padre le es permitido al niño compartir el
lecho de la madre, de donde es desterrado luego tras el regreso del padre, la
satisfacción al desaparecer el padre por un momento y el desengaño cuando
reaparece le significa unas vivencias que lo marcan profundamente.
La madre comprende que la excitación sexual del niño se dirige a su propia
persona, aunque sabe que no es correcto consentirla, por lo tanto le prohíbe el
quehacer onanista, pero esa prohibición no funciona. Busca entonces otro
recursomás tajante, el complejo de castración: amenaza quitarle su miembro, pero
cede al padre esa tarea para hacerla más terrorífica y creíble, sin embargo al niño
le parece inconcebible que pueda suceder eso.
Solo cundo recuerda haber visto unos genitales femeninos y haber comprobado
que a estos les falta esa pieza apreciada que el si tiene, cree en la seriedad de la
amenaza que ha oído y así cae en el trauma más intenso de su joven vida.
La masculinidad del niño no resiste esta primera conmoción, para salvar su
miembro sexual renuncia a la posesión de la madre, pero de todos modos está
presente en él un fuerte componente femenino, ya que también quiere sustituir a la
madre como objeto de amor del padre. A consecuencia de la castración renuncia
también a la masturbación, pero no a la actividad fantaseadora que la acompaña,
la misma se intensara ya que es la única forma de satisfacción sexual que le ha
quedado.
El complejo de castración produce tanto en el niño como en la niña efectos:
inhibidores y limitadores de la masculinidad y promotores de la feminidad.
El complejo de Edipo finaliza con la entrada en el periodo de latencia, de acuerdo
con la teoría freudiana, el complejo se revive en la pubertad y esta reaparición
declinaría a su vez con la elección de objeto, que abre paso a la sexualidad adulta.

Enamoramiento e hipnosis.

La notable historia de desarrollo por la que atraviesa la vida amorosa de los seres humanos viene a
agregar un segundo Factor. En la primera fase casi siempre concluida ya a los 5 años, el niño había
encontrado un primer objeto de amor en uno de los progenitores, en él se había reunido todas sus
pulsiones sexuales que pedían satisfacción. La represión que después sobrevino obligó a renunciar
a la mayoría de estas metas sexuales infantiles y dejó como se cuela una profunda modificación de
las relaciones con los padres.

En lo sucesivo el niño permaneció ligado a ellos, pero con pulsiones que es precisó Llamar de
meta inhibida. Los sentimientos que en adelante alberga hacia esas personas amadas reciben la
designación de tiernos. Es sabido que las anteriores aspiraciones sensuales se conservan en el
inconsciente con mayor o menor intensidad, de manera que en cierto sentido la corriente
originaria persiste en toda su plenitud.

Es notorio que con la pubertad se inician nuevas aspiraciones muy intensas dirigidas a metas
directamente sexuales. En Casos desfavorables permanecen divorciadas, en calidad de corriente
sensual de las orientaciones tiernas del sentimiento que persisten.

Pero es más común que el adolescente logre cierto grado de síntesis entre el amor no sensual,
celestial, y el sensual, terreno, en el caso, su relación con el objeto sexual se caracteriza por la
cooperación entre pulsiones no inhibidas y pulsiones de meta inhibida.
En el marco de este enamoramiento nos ha llamado la atención desde el comienzo el fenómeno
de la sobreestimación sexual: el hecho de que el objeto amado goza de cierta extensión de la
crítica sus cualidades son mucho más estimadas que en las personas a quienes no se ama o que en
ese mismo objeto en la época En qué no era amado. A raíz de una represión o posposición de las
aspiraciones sensuales eficaz en alguna medida, se produce este Espejismo: se ama sensualmente
al objeto sólo en virtud de sus excelencias anímicas y lo cierto Es que ocurre lo contrario a saber
únicamente la complacencia sensual pudo conferir al objeto tales excelencias.

El afán que aquí falsea al juicio de la idealización, Pero esto nos permite orientarnos mejor,
discernimos que el objeto es tratado como el yo propio, y por tanto en el enamoramiento afluye al
objeto una medida mayor de libido narcisista. Y aún en muchas formas de la elección amorosa
salta a la vista que el objeto sirve para sustituir un ideal del yo propio, no alcanzado.

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