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TURISMO RESIDENCIAL Y CAMBIO SOCIAL NUEVAS PERSPECTIVAS TEORICAS Y EMPIRICAS Tomés Mazén y Antonio Aledo, Eds. JX Ueneaitat d'Alacant FS trversiad de Alicante Po treo * FUNDACIO oN OBRAS SOCIALES — www.tundaciontraxorg © de los textos: sus autores, 2005 © de eta edicién: CAM, Ostas Soci, FRAXy ‘UNIVERSIDAD DE ALICANTE, VICERRECTORADO DE EXTENSION UNIVERSITARIA, 2005 Praduecién: EDITORIAL AGUA CLARA, S.L. (Rosel6, 95. 03010 Alicante) JInpresién: Quinta IuPResiOn, SL, (Alicante) ISBN: 84-8018-264-4 Depésito legal: A-924-2005 FOTOCOPIAR LIBROS NO ES LEGAL EL OTIUM EN LA CASA ROMANA DE RECREO Y EL ORIGEN DEL TURISMO RESIDENCIAL" Juan A. RocuE CArcet, Universidad de Alicante LAS VILLAS DE RECREO EN LA ROMA ANTIGUA ‘Aunque el prototipo de ls residencias de recreo surge en Egipto y en los pardaeisiorien- tales' (un parque de grandes dimensiones, sobre todo si es rico en dtholes frutales),serd en la Grecia Helenistca de os siglos II y Il a. C. cuando, aprovechando los priodos de paz del campo, étas logren una fuerte expansién, Como nos ha informado Isécrates, estas villas se situaron en las campifias del Atica en las que los griegos més ricos, que sentfan cansancio por la agitada vida urbana ateniense, hallaron més tranquilidad y donde podian disfrutar de unas chabitaciones mds bellas y més ricamente amuebladas que las encerradas en las murallas de Atenas». Pero, ademds de esa mayor comodidad y tranquilidad a la que alude el autor clésico, los ciudadanos atenienses vigjaton también a la campitia probablemente persiguiendo, en algunos aspectos de su existencia, mayores cotas de libertad que ls que su ciudad, simbélicamente amutallada, ls permitla. Yes que las antiguas ciudades amurlladas otorgaban asus habitantes una estructura psfquica paranoide yun sentimiento de hallarse permanentemente cautivos (Lewis Mumford!) por lo que nos encontramos todavia lejos de esa época en la que las ciudades medievales convertfan en libres a los ciudadanos Porque all encontraban proteccién contra el sistema feudal. En estos momentos, el vie —Ia Od- sea de Homero es un excepcional ejemplo de ello»— y ls villas de recreo sirven como vlvula de escape, como pequefios momentos de libertad, de a, a veces, asfixiante condicin de vida urbana y as{seguird siendo —como se verd— en la cvilizacién romana, heredera en muchos aspectos de la gtiega y también en los referidos a estas villas de recreo. Al parecer, en Roma, la residencia campestre se origina tras la victoria romana en las Guerras Painicas, cvando se instalan las primeras villas, sencillas granjas que atin no mostraban una diferen- ciacién entre los espacio del duefoy los de a servidumbre. Un ejemplo significative lo constituye la casa de campo que tuvo Escipin el Afticano (6,112. C.) en Liternum, en la costa de Campania, Y que pesar de que no era propiamente una finca de recreo sino mds bien una especie de granja fortifcada en la que el propio Escipién desarrollaba labores agricolas, ra uilzada para descansar, para retirarseen soledad dela gente y, sein Horacio’, parael oti? y para evadirse de as preocupaciones cotidianas de la vida piblica, convirtiéndose de este modo en un importante precedente dels villas de recreo. Desde el final de las Guerras Ptinicas hasta los principios del s. V d. C., estas fincas —que ‘muchas veces incluyen viveros y espléndidos parques y jardines con animales salvaje! — convirteron {a campifia romana en un inmenso jardin, Pero la eliminacién de la piraterfa por Pompeyo en el 67 a. C.y el desarrollo imperial de una extensa red de calzadas posibilité que los ciudadanos romanos se trasladaran ala campitiay por toda Italia. Este desplazamiento estaba condicionado por la situacién politica romana y, especialmente, por las responsabilidades de os senadores’ que tenfan la obligacién de permanecer en Roma, sobre todo en los momentos de graves crisis polfticas y que, por tanto, 31 32 tinicamente podfan ia ls villa por breves temporadas, A finales dels. d.C., podian dejar Roma s6lo bajo autorizacién y unas vacaciones de una ciertalongitud eran concedidas exclusivamente durante el discesuscenatus (las vacaciones oficiales del senado) que, en el siglo Ia. C., se desarrllaban en abril o-en los primeros dias de mayo™. En esta época, la estancia en las villas era casi obligatora, siendo las preferidas las de Campania, que se llenaban cada aio. Pero la permanencia all era de pocos dias y se pasaba de una villa a otra (como le sucedta a Ciceréa), pernoctando en casa de amigos o en pequetias estaciones de descanso. En la primera edad imperial, ls vacaciones del senado se cambiaron a septiembre y octubre", adapténdose a las condiciones climaticas, Pro es interesante comprobar cémo, para it las villas dela Campania, se monté una linea de comunicacién maritima que posela un ritmo regular, mientras que en el golfo de Népoles existfa una barca que concctaba las distintas villas, lo que permitia que sus duefios se intercambiaran vistas. La eliminacién de la piraterl, la red de calzadas las vacaciones del senadbo, el estable- cimiento de lineas de comunicacién y de una red chotelera» resulté un estimulo para que se alzaran villas de recteo 20 sblo en las cercantas de las ciudades (fueron famosas las del entorno de Roma y, en particular las de Laurentium para estancias breves) 0 en la campifia, sino para que se extendieran por toda la pen{nsula, especialmente por la Italia central que posela la mayor concentracién de villas —como se aprecia en el mapa =, Esto puso de moda la montafia y el mar de un modo tal que todos los personajes més notables econémica y socialmente trataron de conseguir una villa de este tipo. Son muy instructivos al respecto Cicer6n y Juvenal. El primero, porque sabemos que poseyé, alo largo de su vida, un total de nueve villas situadas en el Trastévere yen Arpino ademés de en la costa del Latium y de la Campania, es decir, en Antium, Cumas, Pompeya, etc; porque las utilizaba para sus desplazamientos, y porque contaba, a lo largo de la Via Appia, con varios albergues en los que se hospedaba cuando viajaba desde Roma en direccién hacia sus villas, Juvenal, por su parte, porque nos informa de que las clases més acomodadas de Roma fueron edificando en los parajes més bellos de Italia suntuosas y magnificas villa, decoradas y amuebladas lujosamente: «Cretonio tenfa la mania de edificar: ya sea en el curvo litoral de Gaeta, ya sea en la roca encumbrada de Tibur, ya sea en las montafias de Preneste, se disponta villas de torres altas..o", Asi pues, el camgo, la montafay la costa se fueron llenando de villas de recreo. Entre las localidades montafosas destacaba ‘Tibur, la actual ‘Tivoli, que, por su extraordinaria ubicacién paisajfstica, fue, desde los tiempos de los Escipiones, un sitio apropiado para los que amaban el campo y descaban pasar alli largas temporadas, Cicerén era uno de ellos, pues disfrutaba del encanto de «las colinas yla vista del paisaje o el paseo a lo largo de la costa», Tambien los poetas supieron alabar el frescorde sus aguas y de sus sombraso de su clima, como es el caso de Horacio que dejé escrito que «Tibur... aquel al cual da largas primaveras y suave invierno Jipiter..», En los montes Albanos,«! lugar preferido fue Tusculum (Prascati) que posefa cuantiosas villas, de las que cuatto pertenecfan a emperadores. En los alrededores de los lagos Albano y Nemi proliferaron igualmente suncuosas villas y los que buscaban sitios para mejorar su delicada salud podian dirigitse hacia las zonas mds soleadas del sur de Italia, hacia Lucania o Tarento que eran 1. La Villa dela punta, en Sorrento, invade el mat unos lugares abrigados donde podtan huir del largo invierno romano, Para los que optaban por las playas y las ensenadas, eran muy valoradas las que bordeaban las costas del Latium, de Antium (Anzio) —en ella habfa una villa cuya fachada entraba en el mar—, de Gaeta y también las de Campania, donde destacaron las localidades de Cumas, de Miseno, de Pozzuoli de Sorrento (donde existan varias villas que miraban al mar, como la de Capo, la de la Punta (imagen 1) o la de Agripa que, en la parte que daba al mar, posefa grutas con funcién de sriclinium que avanzaban sobre el nivel del mar"), de Salerno, de Bayas y de Pompeya. Me voy a detener a continuacién en ef caso especifico de Bayas por su importancia y por su parangén con ciudades tur(sticas contemporéneas, mientras que a continuacién me referiré a Pompeya. Bayas, situada en la costa de Campania, fue una de las onas de moda més importantes, pues posefa un clima favorable incluso en invierno, ademds de un hermoso paisaj: «No hay golfo enel mundo—escribié Horacio"*— que, por su belleza, sobrepase en brillo al de la amable Bayas», Yello sin olvidar que, en ela, florecfan los jardines —algo que han destacado Estrabén” y Dién Cassius**—, que posefa atractivas aguas termales* cuyo caréctersulfuroso tenfa propiedades curativas y que permitia la realizacién de actividades deportivas: «..alrededor de ambas se han levantado muchos edificios muy apropiados para pasar la vida o practicat ejrcicios deportivos», nos relata Dién Cassius”. Hay que destacar asimismo de esta ciudad costera que —como su- pieron ver los escritores contemporéneos® entusiasta o criticamente— fue, durante las primeras centurias del imperio, el centro de un modo de vida alegre en el que era posible escuchar musica sobre géndolas, beber y baiarse en bikini, jugar yliberarse de ls rgidas costumbres dela capital 0 de las grandes ciudades. No es de extrafiar, por tanto, que Bayas fuera uno de los lugares de esparcimiento més notables del mundo romano, la residencia favorita de los emperadores desde Augusto a Alejandro Severo y que los ricos edificaran allf sus villas de recteo®, conformando —como nos destaca Estrabén®*— un hermoso escenario natural salpicado por suntuosas villas con jardines y torres: «todo este golfo esté ocupado por las ciudades antedichas, y entre ella, 33 34 por jardines y villas, unas a continuacién de otras, por lo que representa el aspecto de una sola ciudad. Por este motivo, por formar una linea continua edificatoria, ademés de por su cardcter Iujoso y cosmopoita y por el placer que oftecta, Bayas se ha convertido en un auténtico precedente de actuales ciudades turisticas como Cannes, Torremolinos o Riccione™ PoMpeya, CIUDAD RESIDENCIAL Y DE OCIO Pompeya fue otra destacada ciudad de recteo en la que, a diferencia del resto de urbes romanas de las que tinicamente poseemos un conocimiento muy parcial”, el excelente estado de conservacién de su trazado y de sus numerosos edificios piblicos y villas nos permite ob- tener interesantes inferencias relacionadas con la visién que los romanos tuvieron del turismo residencial. Al parecer fue una ciudad pequefa, de unos 20.000 habitantes, y dedicada a las actividades portuarias, agricola y residenciales que estimularon que alli veranearan los ricos romanos®. A ello también ayuds considerablemente un paisaje natural y urbano apropiado para el descanso. El natural, porque es destacable la magnifica ubicacién de la urbe —todavfa hoy sorprende gra- tamente— que se hallaba entre las pendientes del Vesubio y cerca del mar y porque —tal y como han atestiguado las excavaciones arqueolégicas— posefa cerca de 450 areas verdes de diversas dimensiones y distribuidas de manera heterogénea, aunque de un modo més ampli en las regiones Ty I, situadas en le perferia de la ciudad”. El urbano, porque su trazado y sus infraestructuras también evidencian sus posibilidades residenciales, Contaba (imagen 2) con una serie de edificios piblicos que se agrupaban en tres dreas: la mds importante era la del foro y sus dependencias, que constitufan el centro religioso y municipal, as{ como una zona de bafios situada muy cerca. Al sur, se encontraba otta especie de foro, el nicleo dedicado a los espectéculos y a las diversiones que contaba con un teatro, un odedn (un pequeio edificio destinado a las representaciones musicales 0 a las declamaciones poéticas), una pequefia palestra (para actividades y competiciones deportivas) y santuarios consagrados a los dioses exéticos; en un lugar préximo, estaba el templo mds antiguo de la ciudad, del siglo VI a. C. En el suroeste, se ubicaba un barrio con manzanas pequefias y apretadas de configuracién irregular y, en uno de sus dngulos, se hallaban el anfiteatro (para las luchas de los gladiatlores y de las fieras) y la gran palestra. El resto del plano urbano se completaba con talleres artesanos, con edificios para las manufacturas textiles, con viviendas lujosas en el centro y con una red de establecimientos hoteleros como posadas, restaurantes y prostfbulos®, Este trazado urbano, como no podia ser de otra manera, se ha ido completando a lo largo de la historia de Pompeya. Esta ciudad surgié en torno a tn asentamiento osco—campano fundado en el siglo VI a. C., probablemente de un pequefio nticleo ya habitado en el siglo VIII a. C. Més tarde, estuvo en poder de los griegos hasta que, en el siglo V a. C., cayé en manos de los etruscos y, posteriormente, nuevamente en la de los griegos, siendo precisamente estas dos civilizaciones las que més influyeron en su trazado urbano. En torno al 424 a. C., Pompeya fue romada por los samatticos originarios de la peninsula itdlica que estaban asentados por Campania yallf estuvieron hasta el 89 a. C., momento en el que fue asediada, ocupada y sometida por Silla que mandaba las tropas romanas, Enel 80a, C. se convitié en colonia romana y, desde entonces, su historia se vincula a la de Roma (con l periodo tardorrepublicano hasta el 27 aC. y, desde esa fecha, con el Imperio), aunque desde luego no por mucho tiempo puesto que en el 62 a. C. un terremoto la asolé totalmente y en el 79d. C. la erupcién del Vesubio le sepulté por completo bajo una Iluvia de lava y ceninas*. POMPEYA 2. Plano de Pompeya Como decfa su azado urbano es fruto de su historia, pero es muy interesante comprobar que los pueblos que més influyeron en su devenit parecfan encaminarsu destino hacia la actividad residencial, La sistematizacién monumental de a ciudad fue ralizada en el periodo tardo—sam- nitco, epresentando un salto cualitativo con relacién a las modestas estructuras piblicas alzadas anteriormente, Mientras que en el Foro Triangular se levantaron —siguiendo modelos helenis- ticos— el teatro, un templo dedicado a una divinidad extranera,sedes de asociaciones y,cerc, las termas, en el Foro Civico —continuando el modelo urbanitico romano y de sus colonias del siglo Il 2. C— fueron erigidos un templo, ts eificios administrativos, a gran Baslcay el Macellum (e\ mercado). Esta politica de monumentalidad de los samnitas se mantuvo todavia en los dos foros de la ciudad en la época del asediosillano, lo que indica que la clase dirigente local de esas dos etapas histéricas de la ciudad siguié ocupdndose de los edificios destinados al uso colectivo, Esto continuaré ocurtiendo cuando concluya la colonia sillana, puesto que se abrirén grandes obras publicas como el Templo de Venus, el anfiteatto, las Termas del Foro y el drea del Foro Civil de Foro Triangular, se procedert ala defniiva monumentalidad dl centro urbano y se multiplicarén los espacios puesto a disposicidn dela comunidad. Pero lo significativo para ese destino residencial es que la construccién de monumentos préximos a las antiguas reas pablicas 35 36 Y clturals del Foro Triangular y del Foro Civil refljan una proyecién urbanstica que pivlegia, Primero, el sector destinado a la actividad educativa y cultural y, secundariamente, la actividad politico—adminstrativa, Es decit, que la clase drigente pompeyana presté més atencin al sector Nidico y cultural de a ciudad y mostt6 un escaso interés por el centro politco®, ‘Asta predilecién de los dirgentes pompeyanos por lo liico y lo cultual se uniré muy Pronto el hecho de que abandonarén su interés por los monumentos publics y se concentrarén an el lujo el confore de sus casas privadss, algo que los viajeros que se acercaban a Pompeya notaban enseguda, pues observaban quel sonoma dea ciudad estaba més determinada or los attios de las casas privadas que por sus principales plazas piblicas. Es, por tanto, pecisamente en este cambio de lo piblico alo privado donde se manifest, a mi parece, otto importante aspecto que subraya el cardcter residencial de la ciudad vesubiana, Pero, antes de profundizar mds en esta cuestién, voy atatar primero de defini y de clasifcar los diferentes tpos de casa esidencial para, a continuacién, intentar establecer de qué modo la evolucién de estas casas estimuld su cardcter residencial En Roma existicron tres clases bdsicas de viviendas habitables: la villa 0 casa aslada sic tuada en el campo o fuera de los muros de la urbe, la domus 0 morada unifamiliar construida en la ciudad y la incul o edfcio urbano con varias plantas 0 cenaclae. Mientras que esta dtima nonmalmente era la asa de las plebeys (sin peruico de qu en ella también moraran algunos "ios, sobre todo en ls plantas més bajas de mejor calidad), la domus urbana y la villa eampestre Pertenecan alas clases acomodadas y aristocréticasy imbolizaban un status privilepiado™, Peto esta sencilla clsificacién de lavvienda romana que acabo de presentat no era en la préctca tan fil de etablecr, sobre todo porque ls romanos no defnieron cada uno de esos conceptos de una ‘manera homogénea y clarifcadora. Témese, como ejemplo de ello, que paa el téxmino domnus un autor ha encontrado en los contemporineos romanos hasta 1.200 usos diferente, Por otro lao, !s palabra villa podia referirse a edifcosdversos qu posfan destino diferentes, ya que exstian villas urbanas (es Catén quien primero les adjudica este nombre), rstcas,suburbanas —estaban sitwadas cerca dela ciudad y no eran destinadas ala agrcultura— y marftimas—emplazadsen la costa y dedicadsscorrientemente al recteo, si bien tambign exstan en ella pisifactorias—. A este dad” que manifesta a villa urbana, variopinto panorama hay que afiadit la diléctica campo— aque es una casa de eceo (as la denomina Vitruvio®)siuada en el campo, aunque parece una casa de ciudad por su clegancia, por sus apartamentos independientes de verano e inviemo, por Sus bafios y por sus paseos”, En cualquier caso, para el objeto de este articulo, me interesan la dlomus ya il, as casas de os ms ios siempre y cuando cumplan fa fancién de rere ala que se referfa Vitruvio. La evolucién de este tipo de casas también estimulé el carécterresidencial de la ciudad de Pompeys, lo que se produjo en dos fases sucesivas, La primera de ella abarca desde finales del Via. C. hasta la mitad del s. Ila. C. y, durante la misma, la rica domus romana de la edad tardo. ‘republican (la Casa del Palatino, por ejemplo) se basé en la autcelebracién del propetri yen !s ostentacidn del lujo, Estas funciones se cumplimentaban adecuadamente através del vestibulo y de un atrio central. El vestbulo serva de recepcién de ls visitantes, en tanto que en el atto se realzaba la extendida y wadicional ceremonia politica y pablica romana de la salutato del pro- pietario a los clientes que se acercaban a la casa en busca de favores, de prebendsas, de dinero o de comida, La importancia dl atro es fundamental en la casa, ya que fue durante ese largo periodo el espacio de transicidn donde se aticulaban las midtples relaciones pablicas —polticas--, con los antepasados y con los dioses® del propietario, es deci, el centro poltico—socal, teligioso y simbélico de la casa, ademds del corazén estructurante de sus distintos ambientes, Por tanto, si los ciudadanos més poderosos de Pompeya perdieron interés por los monumentos piblicos de su ciudad y se concentraron en el lujoy el confort de sus viviendas, especialmente del atrio donde se celebraban los encuentros piblcos de su propietatio, puede inferise entonces que lo piblico se ha trasladado desde los foros alos atrios de las casa. As, el camino de Pompeya hacia su cardcter residencial se manifest, en esta primera fase, por el traslado de lo piblico desde el foro hacia la privacidad de ls viviendas, por lo que no debe sorprender que los vistantes que legaban ala ciudad notaran que lo mds destacado de la misma eran sus rcas casas con lujosos atrios. La segunda fase en el recortido tesdencal dela casa pompeyana impulss una privatizacién todavta mayor y tuvo lugara partir dela mitad dls Ia, C. hasta la desaparicién dela ciudad, Esta etapa estuvo determinada por dos grandes momentos: el producido por el profundo proceso de helenizaci de a sociedad romana que aecté al estructura de a cas, hasta ahora inalterada; el que se desarrollaré al inicio del siglo a. C., justo cuando oes la inluencia helentstica y Pompeya fue colonizada por los romanos. En estos dos tiempos se produjeron cuatro decisivas vatiaciones en las originarias casas aristoctéticas romanas de Pompeya, las dos primeras como resultado del influ helenistico y las dos tltimas fruto de la colonizacién romana, La primera de elas fue la incorporacién del peristilo (espacio columnado que rodeaba un lugar abierto, en general un patio o un jardin cuadrangulat), del sriclino (un lecho para comer 0, por extensién, la sala de comida) y de los oct (grandes salas de estar o de representacién) en el sector més apartado de la casa, utilizado precedentemente como jardin (hortus o viridarium), Este fendmeno llevé a que —ya desde el sig Ill, C.— el huerto productivo se transformara en un jardin de gusto naturalsta que expresaba una concepcién de la naturaleza domesticada, somet- day humanizada en la que se evidenciaba el poder del propietatio, ast como su modus vivendi, esto es, el ideal de la amoenitas. Y es que la concepcién del peristilo como jardin porticado con fuentes, estatuas, vegetacidn y, a veces, algunas especies de animales, se orientaba a la recreacién del esptitu, al descanso, a un ocio contemplatvo y sensual que se vivia de una manera intima y reservada. En efecto, l jardin —como la comida— era un lugar paa las sensaciones de todo tipo, visuales, olfativas, tdciles, uditivas y gustatvasy, por tanto, un marco epicireo por excelenca. Al ‘mismo tiempo, también era un escenario adecuado para revvir los idealesestoicos de recteaciSn, de meditacién y de ocio culto entre os proclves a evadirse de las preocupaciones publica en los das de descanso*, La segunda mutacién de la casa pompeyana fue la introduccién del prothyron (una com- pleja puerta doble de entrada —imagen 3—) con el que el ingreso ala casa se hacta atravesando 7 38 3 Ingreso en prothyron de la Casa del toro, Pompeya una puerta doble que se introducfa en el fauces (un largo corredor de ingreso), al término del cual se abria el atti, Pero el importante cambio tiene lugar porque, con el prothyron, se complica el ingreso de tal modo que da una mayor intimidad a la casa, impidiendo que su interior estuviese expuesto a la vista piblica. Ello se acompafié con una interiorizacién generalizada de la vivienda al cerrarse ala calle y al sustraerla de vanos 0 ventanas de un modo tal que, cuando las tenfa, se situaban en lo més alto y se protegfan o con unas hojas de vidrio de un cristal muy espeso —el lapis pecularis— o con contraventanas de madera que protegfan ala casa del sol, del aite flo, ast como de ruidos®. La tercera transformacién de la casa pompeyana sucedié cuando los arquitectos ya no consideraron el atrio como su parte més importante sino el peristilo ubicado en lo mds interior de {a misma, Este cambio desde el atrio hacia el perstlo se produjo en la segunda miad del silo Tl a. C. el personaje principal que lo provocé fue el tribuno republicano Cayo Graco!*— y con- dujo a que, paulatinamente a partir de la colonizacién romana de Pompeya, el attio fuera siendo reducido y convertido en una especie de vestibulo monumental hasta que desaparecié en torno al siglo I d. C. Bs ésta una importantisima transformacién, que impone una nueva estructuracién arquitect6nica de la casa, una nueva vinculacién de los propietatios con los visitantes y una nove- dosa relacién en la dialéctica pablico-privado (imagen 4)®, puesto que, de privlegiar el sector de amici paterfamilias famil-iares PRIVATE PUBLIC-~ clientes servi HUMBLE Ta estructura socal de la casa romana, segin A. Wallace Hada teptesentaci6n, se pa6 a priorizar el sector intimo y de recreo de la casa. De manera que, si durante la edad samnitica fue la arstocracia la que gestion6 directamente la vida pblica, y la noblera y riqueza de sus casas se percibia desde la calle, con el periodo tardortepublicano la suntuosidad se trasladard hacia la zona mis interior y apartada, De este modo, la funcién publica y politica de las casas nobles, particularmente dominante en el periodo precedente a la colonizacidn sillana, ha sido reemplazada por el empleo de los espacios habitable para garantizar un escenario apropiado al otium del propietaro, lo que de una manera prictica se difunde por Ialia probablemente ya en els. Ia. C.,yseestabiliza a fines del siglo I. a. C., momento en el cual las villas estaban destinadas principalmente al otium. En definitiva, con la reduccién del attio ya no se sugerfa estar en una suntuosa casa urbana —posible escenario de una actividad politica sino en una amena villa de campo 0 ciudad rodeada de verde y destinada al onium. La cuartatransformacién de la casa pompeyana ocurré una vee pasada la etapa sillan, ya que, junto a lareactivacion de ls grandes obras pblicasy la pervivencia durante el imperio de la preponderancia del petistilo sobre el atro™, los intereses de los propietatios privados se moverén desde la ciudad al campo (en el cual surgirén grandes y suntuosas villas, como la de los Mistrios, la de Diomedes, la de Cicerdn 0 la de Fannius Synistor..) y del centro ciudadano —donde en un tiempo se concentraban casi todas as més ricas casas con peristilo— a la propagacién occidental y meridional de la llanura, donde ahora serén construidas grandes residencias panorémicas a caballo de la murall!, Por tanto, partir dels. a. C., fa arquitectura se va air dilatando en el espacio circundante, de modo tal que las relaciones entre el jardin y la villa se transformardn en decisivas para crear la atmésfera entre ideal eidlica de la villa. Y, lo que es més decisvo, completé ast a time etapa de privatizacién que —como se ha visto— ha acompafiado la historia de Pompeya y de sus viviendas. Yes que, hora, la casas abandonan la ciudad —el ugar comiin y piblico por 39 40 antonomasia—en diteccién hacia lo espacios privados del campo y lejos tanto de os asuntos urba- nos como del contacto fisico y psicolégico con todo lo que pueda representar la propia ciudad. La sustitucién del peristilo por el atrio como el lugar més importante se puede apreciar en tun buen niimero de domus pompeyanas, como nos informa detalladamente cl espléndido libro de Fabrizio Pesando, “Domus” edilizia privatae socest Pompeiana fra III eI seco a.C®, Entre estas domus seencuentrala Casa del Criptopértco y del Sacello Iiaco, del. Ua. Cs. d.C. Esta muestra un attio y un peristlo de la zona residencial de la casa tardorrepublicana que se encuentra en un sector apartado y particularmente suntuoso. Es un espacio reservado al estudio y ala lectura que expresa un espacio ideal al que se refieren las fuentes literarias. Se trata de una serie de ambientes decorados con pinturas y pavimentos del II Estilo, situados cerca del patio interior de la casa y originariamente abiertos escenogréficamente sobre la logia del jardin. Destaca especialmente el programa decorativo de la Sala de los elefantesy el del criptopértico que muestra un Ciclo Homético «que exalta los or/genes troyanos de los habitantes de la casa. En este completo programa decorativo sobresalen dos temas principales a autorrepresentacién del duefio de a casa como estudioso de las cosas rerrenales (de la historia) y de las celestes (de la astronomia),y la subordinacién de lo creado y de las acciones humanas a la diosa Venus. Ast pues, la decoracidn se refiere, en definitiva, a tres aspectos: la religiosidad de los ocupantes, la exaltacién de su posible origen y la celebraci6n de la actividad del espiritu. La Casa de a nave Europa, por su parte, se dispone alrededor de un gran petistilo y tiene, ademés, atro y jardin, Ese perstlo se expandié, en el s. Ia, C,, frente aun jardin que en origen ocupaba tres cuartas partes de la insula (sector en el que se dividia la ciudad romana con plano sistemético u ortogonal). La Casa del too se reestructuté en los iltimos decenios del siglo Ta. C,,evidenciando el paso del atrial peristilo que fue organizado como un parddeios. As, se introdujo en la vivienda un jardin que era visto como un espacio natural controlado y ordenado por el hombre destinado al placer. Esta misma idea era expresada con la boca de una fuente en forma de toto que se hallé en la casa y que significaba la fuerza incontrolable de la naturaleza ahora plegada ala voluntad humana. El attio de la Casa de las bodas de Argento exhibfa unas grandes columnas que le dieron un aspecto de aula regia y que fueron consideradas el signo més impresionante de la luxuria del propietatio de la casa porque éste era el lugar que tradicionalmente acogia a los clientes, En torno al 40-30 a. C. se reestructuré la casa y se aiadié un gran jardin rodeado por sus cuatro lados de pérticos. Este jardin posefa un xystus privado (un vial con érboles, un érea verde de jardin destinado a paseat) que reproducia el aspecto de un gimnasio griego por el que se paseaba a cubierto, La Casa de Pansa, que contaba con attio, peristilo y gran jardin donde se cultivaban hortalias, era de planimetria regular (lo que la comparaba alas casas del Faun, del Laberinto 0 de Menandro*) y, por eso, fue el més tipico ejemplo de casa aristocrética romana. La razén es que esta domus ilustta el modo de concebir el espacio habitable de la gran aristocracia pompeyana de la edad samnitica porque se ubicaba en el interior del tejido urbano de la ciudac, en la regular Regién VI, cercana a donde se concentrabs la vida politica, econémica y religiosa de la ciudad. Pero, en el s, Ifa. C., cuando la casa comenzé a expandirse hacia la zona anteriormente ocupada por el hortus, el espacio se organizé en torno al peristilo, La Casa del laberinto (imagen 5) tenta 5, Peristilo de la Casa del laberinto un atrio de edad samnitica, mientras que el peristlo norte era de ines del siglo Ila. Cy en él se concentré una rica decoracién que encarnaba la potencia y la finura de los habitantes de la casa. En este sentido, también destacaba el tablinum (Sala de representacién con funciones de paseo) con su gran ventana panorémica sobre el jardin. La Casa del Fauno (imagen 6), por la tiqueza de su implante y de su decoracién, ocupa un puesto central en todo estudio sobre los edificios do- mésticos romanos de edad republicana. Estésituada en la insula 12 dela extensa y regular Regién VIy es vecina inmediata del antiguo centro ciudadano dominado hasta el final de la edad arcaica por el Templo de Apolo. La primera parte de la casa se construyé en torno al 180 a. C. y toda el daca norte estaba ocupada por un gigantesco hortus, Pero en los primeros decenios del. Ila. C.la domus cambié radicalmente de aspecto, todas las anteriores partes fueron desmanteladas y, en su lugar, se alz6 una tinica estancia que ocupaba ya el interior aislado y que mostraba un espacio con podio que ha sido interpretado o como un sacrarium o como un teatro doméstico utilizado para declamar composiciones literaris, algo que sabemos que fue habitual en los ambientes privados de las casas a partir de la mitad del s, La. C. Tras esta renovacién, la casa quedé estructurada de Ja siguiente manera: para los clienes,elatrio tuscano; para los amigos los dos petistlos, y, para la familia, el aio tetrasiloy los ambientes con él conectados. De la decoracién del ario tuscanico sobresalen dos aspectos: la multiplicacién de los ambientes destinados al banquete, estos, del espacio de convivencia del sector publico de la casa y la decoracién dionislaca (méscaras,sdtiros danzantes, Eros-Dionisos a lomos de una pantera...) que desvela la adhesin de la edad samaitica a la tradicion cultural y religiosahelenistica, Porelcontrario, la decoracién de la parte privada muestra una hua asidtica y del Egipto alejandrino, y la del peristilo mayor, un paradeisos oriental. En todo 41 42 6. Reconstruccién del atrio de la Casa del Fauno aso, fo més importante es que en esta casa se muestra una jerarqula de sus ambientes decorados que evidencia el peso mayor de las éreas {ntimas y apartadas de la casa. Oras domus situadas en la ciudad con attio y petistio son la Casa de Ariadna 0 Casa de los capitelescolorados, que con sus 1.700 m? fue la més grande y suntuosa de la edad samnttica; la Casa de los capitelesfigurades, del s. Ia. C., que muestra una decoracién dionisiaca que revela el placer de vivir dionisiacos la Casa 7. Plano de la Casa del citarista i j de M, Obellius Firms, con attio, perstlo y un amplio jardin; la Casa de Menandro, que presenta un trio reducido a una especie de vestbulo, mientras que la zona més lujosaes la del persis la Casa de Cuspius Pansao de Paguius Proculus, dels. Ia. Cay la Casa del Ctarista que presenta un atrio destinado alos clientes (imagen 7, nimero 6) y un petistil ditgido a los amigos (véanse en a imagen 7, los niimeros 32, 17 y 56). El desplazamiento de las casas desde el interior de las ciudades hacia su extrarradio buscando vistas de paisajes naturales se aprecia muy bien en ls villas de los Misteriosy de Diomedes, tly como nos indica Harald Mielsch, en su libro La villa romana con guida archeologica alle ville romane’! La Casa de los Misterios (imagen 8) es el ejemplo més famoso de la villa del siglo Ia. C. y estaba situada distante de la muralla de la ciudad. Si el primer mticleo dela misma fue articulado en torno al atro de la segunda mitad del siglo I a. C., poco después se efectuaré la ampliacién realizada en torno a un gran perstlo que se convert en el principal ambiente de recepcién del edifco. ‘Ademés, es destacable que esta villa tenfa un implante regular y contaba con una magnifica vista panotimica. La Casa de Diomedes, dl siglo Tl a. C., posefa una gran estancia con vistas al centro del jardin, al mary a los montes del horizonte,y, ademés, su disposicién en terrazas le permitia observar la campifia romana y una famosa cascada, Su forma de un bloque tinico articulado sobre terrazas era t{pica de arte romano de la edad tardorrepublicana, como muestran también las villas de Pompeyo en Albano y la de Quintiio Varo en Tivoli 8. Reconstruccién de la Villa de los Misterios, Pompeya En definitiva, en todos los ejemplos de domus y de villae se ha comprobado que seha pasado de la magnificentia publica ala hecuria privata, de lo paiblico alo privado, del atrio al petstlo, del Aortus al peristilo ajardinado, de la naturaleza domesticada ala privatizacidn e interiori-racién de Ja naturaleza, de la participacién politica ala evasin y al otium. B 44 EL OTTUM BN LA SOCIEDAD ROMANA El otium participaba, segdn Cicerdn, de la esencia misma de la villa romana, es decir, que su tipica forma arquitecténica no puede ser concebida dnicamente como la expresién del poder porque le son extrafias funciones de representacién politica y porque en ellas es posible sustraerse a las obligaciones oficiales y a las actividades puiblicas, lo que no quiere decir que la riqueza y el prestigio del propietario no se manifieste en ellas™. Por otta parte, tampoco pueden ser consideradas un simple elemento del paisaje agrario ni un género arquitecténico, sino una verdadera y propia forma de vida o, como se ha dicho, un microcosmos de la civilizacién romana, una sintesis esencial de sus circunstancias sociales, econdmicas, politicas, culturales y religiosas®. Y es que el avium era socialmente aceptado s6lo como un complemento dell actividad primaria del hombre de estado, esto ¢s, del negotium, lo que explica que el retito alas villas slo se considerara positivo por temporadas y que el otium adoptara formas més ideales que reales™. Los complementos fundamentales del osium’*, que estimulaban el cuidado del cuerpo y del espirtu, fueron la cultura, la literatura, el jardin y la gastronomfa, y las formas ideales que buscaban se plasmaron a través de los elementos decorativos de la casa —has pinturas patictales, las esculturas, los partertes, ls fuentes, las columnas...—. Ast seexplica que algunos ambientes de las villas estuvieran expresamente dedicados ala cul- tura, destacando entre ellos la biblioteca, el teatro donde en ocasiones se declamaban obras literarias (la villa de Posllipo, cerca de Népoles contaba con dos teattos) y la galerfa de estatuas que muchas veces eran una especie de museo o coleccién de obras artisticas (la villa Adriana de Tivoli. ‘También colaboraban las pinturas parietales que, gracias a la cantidad y a la calidad de las encontradas en Pompeya, han podido ser clasificadas en cuatro estilos diferentes pertenecientes a épocas distintas,siendo el I Estilo de finales del s. la. C., el II Estilo de la primera mitad dels. I. a C. yel Illy IV Estilos de época imperial. Los temas de la vida cotidiana son excluidos de la decoracién de las casas o de ls villas y proceden (al igual que en la escultura) de distintos campos culturales como la religign —escenas mitoldgicas—, la filosofla, la arquitectura, el teatro o la literatura”. Al principio, las pinturas y elementos decorativos se concentraron en el atrio, pero més tarde lo harfan sobre todo en la zona del peristilo y sus estancias aledafias. En los triclinia (el espacio destinado a |a comida) predominaban las escenas mitolégicas (Narciso, Perseo y Andrémeda, el Juicio de Pars, Diana y Acteén, Dionisosy Ariadna, Marte y Venus, Ariadna abandonada, la cafda de fcaro, Polifemo y Galatea y Aquiles en Skyros), las figuras aisladas, los paisajes, las naturalezas muertas, péjaros y animales, y misceléneas®, Son importantes las naturalezas muertas o bodegones, los xenia en griego («egos hospitalarios para huéspedes») que siguen un curso evolutivo que va desde unos inicios teligiosos —en los que son considerados una especie de ofrendas— a una paulatina secularizacién de los mismos e introduccién en la escena del otium. El apogeo de este género en las ciudades vesubianas se alcanza, quia, con el Estilo II en un momento en el que todavia el atrium tenfa un papel decisivo en la casa y las suculentas comidas publicas —los banquetes— del propietario para los clientes requerian que estas pinturas fueran un complemento en las que, de un modo realista, se mostraban alimentos de todo tipo. Con posterioridad, la literatura y los motivos iconogréficos —el otium— y las pinturas de vivero (los propietarios posefan en sus villas viveros reales)” van a tener cada ver més una mayor presencia en coherencia con la evolucién de la casa romana a la que anteriormente he hecho referencia, También abundaton los motivos pintados o estucados en las paredes que imitaban incrustaciones de mérmol en formas arquitect6nicas 0 pequefas escenas figurativas o algunas mansiones heleniticas. Estas pinturas de tema urbano se complementaban con las imagenes de jardnes dls habtacionesy de ls parede de fondo del pértico™ (imagen 9), Todo ello, representaba un simulado marco tridimensional arquitecténico en el que, en ocasiones, se colocaban temas mitol6gicos derivados de Oriente y de lugares exdticos, de manera que el ambiente cerrado sombrio de las habitaciones se disolviaen una serie de panoramas mégicos o de natutalzas habitadas, lo que, unido a los techos también pintados ya ls sueos cubierts con pavimentos y bellos mosaicos, consegufa un ambiente sofiador, lo que se ha llamado vel suefio de la ciudadh*, es deci, un estar dentro de una ciudad artificial que es més ideal y sofada que real y que, por tanto, denota una vex més el deseo de evasién del propietario, 9. Dibujo reconstructivo de pintura de jardin adornado con fuentes (DAREMBERG-SAGLIO) El otium se lograba igualmente en el jardin, que también consttuird un elemento fundamental dea vill, sobre todo cuando los tomanos, buscando el ideal de locus amoenus tants veces aparecido en las fuentes ltearias, consuyeron sus villas en las afueras de la ciudad, en el campo o en la costa para disfrutar, asl, del otium. Resulta instructivo al respecto saber que legisaron una servidumbre de vistas que impedia que se pusiera nada delante que pudiera obstaculizr sus panordmicas®, En cualquier caso, los jardines no expresan un amor por la naturaleza real, sino por una naturaleea domesticada, ordenada y dominada pore! hombre, ademés de intririzaday privatizada, Finalmente, también la gastronomia fue considerada un componente bésico del atium y del hedonismo®, especialmente a partir de la segunda guerra pinica y de la victoria sobre Anfbal que ttajo decisives cambios en el valor dela comida, pues se past de la frugalidad al refinamiento gas- 45 tronémico™. Todos estos clementos del orium se completaban en una ciudad como Pompeya donde exista una importante red de locales de ocio como restaurantes, hospedertas, bares, prostbulos que estaban abiertos después del anocheoer®, 46 Fsta sociedad romana dedicada al otium fue posible por la interaccién de miiliples causes econémicas, culturales, filosbficas, politicas y sociales. Un impulso importante para la sociedad del ocio lo oftecié el crecimiento econdmico inintetrumpido, especialmente desde la paz la extbilidad pollica que trajo Augusto en el siglo Ia. C., que se extendié al menos hasta el siglo III d. C, Ese incremento afecté sobre todo a los més ticos que, aunque eran pocos, se dedicaban a consumit la riqueza més que a inverts, lo que se encuentra en la base del oti, Los viajes que efectuaron los romanosalo largo y ancho de sus dilatads trrtoris, el intercambio de ideas que eso trajo aparejado, ademés de la influencia helenstica en las clases més favorecidas, fueron también estfmulos cultucales importantes paa el desarrollo dela sociedad del oco, Eigualmente o fueron las filosofas epicirea y estoica, ya que sila primera, la mds influyente durante el impetio, transformé la villa campestre en una morada de lujo destnada a veces disfrutar del orium,o sea, al perfeccionamiento relajado del cuerpo y ala evasin y ala intimidad (no debe olvidarse que Epicuro rechazaba la gloria, las empresas militares, la politica y los bafios de multitudes), la forma de pensar estoicaafadié la contemplacién del jardin de ls villas como un lugar de soledad donde el alma se serenaba y donde se estimulaban las preocupaciones morales y la vida interior” Pero, junto al crecimiento econémico, al consumo de los rcos, alos viajes y a las ideas filos6ficas epictteasy estoicas, ambien el sistema politico favorecié el otium, ya que sobre todo los gobiernos tirénicos de Nerén y de Domiciano aconsejaron a los més poderosos un reir alejado de Roma para evitar las humillaciones o los castigos. Ya esto hay que unique, desde el reinado de Claudio, laadministracién puiblica fue pasando a manos de los libertos, reduciéndose asf progresivamente la participacién publica dela aristocracia Esta situacién general de Roma fe acompatiada, en el cao concreto de Pompey, por una paulatina reduccién del papel politico de a vieja aristocracia samanitica, ya que, después de Slay hasta el final del imperio, la antigua gens fue marginada de los cargos politicos y, consecuentemente, del ordo de la ciudad. Finalmente, no hay que olvidar que esta sociedad del ocio se sustentaba igualmente, y de una manera no menos importante, en la mano de obra esclava®, LA CONCEPCION DEL OCIO RESIDENCIAL DE LOS ESCRITORES LATINOS Los escritores romanos supieron ver en las villas de recreo y en el ocio que, en ells, se desa- rrollzban tanto aspectos positivos como negativos. Entre los primeros, sobresale el valor del vig y del ocio, asf como el placer que da el disfrute de los paisajes naturales y el contraste existente entre la vida dela ciudad y la del campo. Sobre el viaje manifista Plinio el Joven! que tiene encanto «el cambio de pais y de aire, ¢ incluso [..,] el solo hecho de viajar de una finca a otra». Con respecto a la funcionalidad del ocio, Séneca y Plinio el Joven nos han dejado péginas favorables. El primero”, cuando aconseja a Lucilio meditary leer durante el paseo y cuando afade que el otium es necesatio para ese relajamiento al que debe enttegarse el sabio. Plinio el Joven”, en el momento en que destaca lo itil que es el otinm para la inspiracién de sus obras y para llenar el vacfoexistencial que, spin d,conlleva la vida en la ciudad: «..Creedme: dejad all también vosotrs, cuando podais, ese ruido en el que vivis, esas idas y venidas sin objeto y esos trabajos perfectamerte vanos y entregaos al estudio y al ocio. Porque es mejor (..] gozar del ocio que no hacer nada». ‘Acerca del deleite de la naturaleza se ocupa Plinio el Joven en numerosas ocasiones, unas veces refiriéndose concretamente a Bayas, donde posefa dos villas”, y otras ala hospitalidad de Pompeya”, a las «delicias» del lago Como” —donde tenfa varias villas—, a la maravillosa luz del sol y 2 la belleza del paisaje marino de sus villas de Laurentum —situada en la costa— y de Tusci, a las excelentes vistas de su villa de Toscana’*—ubicada en la pendiente de una coli- na— y al goce que le producian algunas partes especiales de sus villas, como es el caso de un comedor ubicado en un saliente sobre la ribera que le posibilitaba oft el murmullo de las olas y tocarlas 0 el de una piscina que miraba al mar o el de algunas habitaciones aisladas donde podfa descansar porque no se percibfan ni la vor de sus esclavos ni el bramido del mar ni las tempestades ni la luz del dia”. Finalmente, al contraste entre el modo de vida urbano y el rural también se han dedi- cado algunos escritores latinos que posefan vill. Son los casos de Horacio”” y de Marcial”, que contrapone el ruido y las molestias de la vida en la ciudad, que impiden el suefio, con la tranquilidad del campo que, ademés, le permite dejar la tdnica y vestir una mds corriente —de nuevo, nos encontramos aqut el tema de la liberacidn de las costumbres que las villa de recreo consentian—. También Plinio el Joven se detiene en esta cuestién, ya que prefiere la vida en el campo a lade la ciudad por su sencillez y su aire saludable y porque aquélla permite un sano ejercicio (a través de la caza, de la pesca y de los paseos), asi como la realizaciSn de actividades creativas e intelectuales, de amigables conversaciones y la contemplacién de los paisajs. Los escritores romanos también supieron ver aspectos deleznables en la vida ociosa y en el lujo, muchas veces desmedido, de estas villas. Entre esta erticas sobresalen las que se refieren a la espectacularizacién del viaje, ala especulacién, al lujo, ala desigualdad, a la destruccién ecoldgica, a la introduccién de malas costumbres y a la masificacién, Del primer aspecto trata Séneca”, que ve con inguietud y desazén que «..os viajes se suceden unos a otros, un espectaculo reemplaza a otro». ‘APlutarco® no le parece bien el aumento de precios y la especulacién que han traldo aparejadas las villas de recteo, pues repara en va qué velocidad hablan aumentado los precios ¥ qué progresos habla hecho la invasién del lujo», en tanto que «se dice que Cornelia habla comprado esta casa en 65,000 denarios y que, tras un tiempo relativamente corto, Lucio Lucullo la adquitié por 500.200». También protestan los autores romanos por el lujo desmedido de estas villas, como hace Juvenal* cuando escribe que «...preparaba las altas cumbres de sus villas, elipsando con sus mdrmoles venidos de Grecia y de lejanos patss, el templo de la Fortuna y el de Hércules [..] La locura de su hijo ha disipado toda su herencia queriendo un mérmol aiin més bello pata construir nuestras villas—. Plutarco®, por su parte, denuncia el lujo de la villa que el dictador Mario poseia en Miseno, mds suntuosa de lo que en realidad cortesponderia ala de- bida austeridad de un caudillo militar. Igualmente Séneca®® compara la austeridad de la villa de Escipidn el Afticano con el Iujo y el calor de Jos bafios puiblicos y privados de su tiempo y sarcésticamente nota que «ahora llaman escondrijos de cucarachas [si uno no puede bafarse W 48 y broncearse a la ver, si desde la bafiera no puede contemplar los campos y el mat... Varrén™ censuraba el lujo de a villa urbana, mientras que Veleyo Patérculo® criticaba a Liculo porque «fue el primero en introducir el actual lujo en las construcciones, en los banquetes y en el mobiliarion. ‘Acerca de la desigualdad que esta pompa producfa se ocupa Salustio™® que contrasta el lujo de los ricos frente a la miseria de los pobres: «...gqué mortal, que sea hombre de verdad, puede aguantar que a ellos les sobren riquezas para derrocharlas construyendo en el mar 0 allanando montafas y que a nosotros, en cambio no nos llegue el patrimonio familiar ni siquiera pata lo necesatio?». Esta indicacién al allanamiento de montafias también sugiere una critica a la destruccién natural, algo que estd muy presente en numerosos escritores”, como por ejemplo Horacio que llama la atencién sobre el retroceso del mar —«Te empefias en hacer retroceder los bordes del mar que ruge ante Bayas, estimdndote demasiado poco rico por no tener més que la tierra firme de la riberan**— o la invasién del dominio piiblico marino —«...4 te empefias en invadir con tus cimientos toda la tierra firme, todo el dominio piblico del mam —. En una linea similar, Veleyo Pacérculo™ criticaba las villas de Liiculo porque esus diques se adentraban en el mar y las aguas marinas eran llevadas a tierra firme mediante tdineles; Pompeyo el Grande, no sin agudeza, adquii el habito de llamarlo el Jerjes con toga», La critica de Séneca” va ditigida a la artificialidad de la visién de la naturaleza y a su privatizacién, en el momento en que en una de sus controversias filoséficas hace decir a Papirius Fabianos «..admito que montafias y bosques sean llevados a estas casas estrechas y que, en la oscuridad y el humo, se pongan verdor, mares y ros. Apenas puedo creer que uno de estos ricos haya visto extenderse selvas y llanuras hasta perderse de vista, baiadas por un rio [...] Quin, pues, podria deleitarse con copias tan carentes de gracia, si conociera la realidad? Sin dude lo que les agrada, como a nifios, es lo que se puede tocar y prender con la mano, o meter en su bolsillo.... También Marcial” cuestiona esta privatizacién de los jardines de las villas: «..2 posees para ti solo todo esto». Asimismo existieton ataques morales a las «malas» costumbres que las zonas de recreo producfan, Propercio, por ejemplo, define Bayas como un «lugar donde peligran todos los amotes», como «ruina de Amot», como ciudad «corrompida», en definitiva®. Séneca, por su parte, efectia una condena moral de esta ciudad, ya que segtin él edeben evitarse los lugares contrarios a las buenas costumbres. Ni Canopo ni Bayas son buenos» porque «la lujuria se lo reserv6 para hacerlo famoso—®. Finalmente las personas apacibles protestaban por la invasién de la alta sociedad romana que turbaba su existencia tranquila y reposada, Tal es el caso de Horacio que, para librarse de la masificacién de Tibur, buscaba lugares mds aislados, mientras que otros se desplazaban hasta Preneste o Subiaco, También es éste el caso de Plinio el Joven™ que prefiere su villa de Toscana a Tésculum, Tibur o Preneste porque alli «se disftuta de una calma mds profunda, més inviolable y, por tanto, exenta de toda inquietud. Nada os obliga a la toga, ningin molesto en la vecindad, todo esté en paz y en reposo y esa calma contribuye a la salubridad del pals, tanto como un cielo mds sereno y un aire més sutil. Es alli donde mi espititu y mi cuerpo se encuentran mejor, Porque ejercito el primero por el estudio y el segundo mediante la caza». A MODO DE CONCLUSION Como se ha podido ver, casi todas estas criticas podrfan ser asumidas por un estudioso con- tempordneo del fenémeno turistico. En efecto, tanto las criticas ecolégicas que llaman la atencién sobre la destruccién de los montes y de la costa, como las efectuadas conta el lujo y las desigualdades sociales” o las que inciden en los inconvenientes dela masficacién tufstica efectuadas por los es- critores latinos poseen una sorprendente actualidad. Como igualmente la tiene toda la informacién que aqui recojo y que describe las infraescructuras que crearon los romanos —las maravilloss casas residenciales con jardines y espléndidas decoraciones, ls calzadas que comunicaban los distintos Jugares, las I{neas marftimas regulares, la red de hospedajes y de lugares de ocio como restaurantes, bares, etc—, las motivaciones del turismo romano y las funciones que cumplfa —la necesidad de acio y de descanso, el cuidado del cuerpo y de espritu, la evasi6n por un tiempo de los problemas cotidianos y de las responsabilidades, la cutiosidad por conocer otros lugares, el deseo de aumentat el nivel cultural. —. Todo ello nos muestra que el concepto de ocio que se plasma en las casas romanas puede considerarse el precedente del actual turismo resdencial,con sus virtudes y sus defectos. Y aunque no se puede olvidar que una importante diferencia separa nuestras sociedades democréticas —for- smadas por ciudadanos iguales que han democratizado el fendmeno del turismo— del mundo romano —conformado por una sociedad aristocrética,profundamente desigulyjerdrquica que se sustentaba sobre una base econdmica de tipo esclavsta—, creo que estamos obligados, desde las ensefanzas que nos oftece esa vieja manera romana de ver el turismo residencial, a teflexionar y a actuar. No estarfa de més, en este sentido, que el actual turismo residencial democratico se convirtiera, tomando como modelo el ideal de otium romano, en un gran ideal de ecologismo sostenble, de disgregacién de las diferencias sociales y jerdrquicas, de disolucién de las masificaciones buscando un turismo de corte is intimistay privad y, en definitiva, que fuera capaz de satsfacer las ansfas de libertad y de placer de las que, en muchas ocasiones, nos privan las urbes actuaes. BIBLIOGRAFIA AULO GELIO, Les Nuits attiques, Les Belles Lettres, Paris, 1967-1978. CIARALLO, Annamaria, Verde Pompeiano, L’Erma di Bretschneider, Roma, 2000, CICERON, Discursos, III, Gredos, Madrid, 1991. ——— Cartas Poltticas, Akal, Madrid, 1992. —— De oficis, Signorelli, 1971. ——— En defensa de Celio, Universidad Nacional Auténoma, México, 1976. Sobre la Repitblica, Sobre el Orador, Gredos, Madrid, 2001. 50 DECARO, Stefano, Arte y naturaleza en Pompeya, Museo Arqueoldgico Nacional, Népoles, 1599. 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NOTAS * Agradezco sinceramente al profesor Tomés Mazén haberme invitado a partcipar en este volumen colectivo dedicado al turismo, ai como haberme oftecid la idea de centrarme en el origen romano del turismo | Véase, Santiago Segura Munguta, Las jardines en la Antigiiedad, . 168 y si. 2 Véase, Jenofonte, Opera Omnia, Oec., IV, 20 2 Véase,Isbcrates, Discursos, VIL, 52. “ Véase, La ciudad en la historia, vol. I, pp. 54-64. 9 Véase, Civerén, De of I, 2 § Véase, Del orador, Il, 22 7 Véase, Harald Mielsch, La vile romana, Con guide archeologica alle ville romane, p. 35, *Véase, Aulo Geli, Las noches dca, I, 1 ys » Véase, Harald Mielsch, La vila romana. Gon guida archeological ville romane, pp. 126 y's Véase, Cicerén, Cartas politcas, Ad. Familiaes IM, 9,2; XII, 40, 3; XIV, 5,2. " Véase, Suetonio, Vide dels Césares, Vida de Augusto, 35. " Véase, Harald Mielsch, La villa romana. Con guida archeologica alle ville romane,p. 6. ® Véase, Cartas politicas. Ad Attico, XU, 44, 3; XIV, 8,1; XVI, 8, 1. Veéase, Juvenal, Sina XIV, 86 y sig. ” Véase, Cicerén, Cartas poitcas. Ad Antico, 734, ““ Véase, Horacio, Odas I, 6 " Véase, Harald Milsch, La villa romana. Com guida archeological vill romane, pgs. 35 5, y 53-57. 51 52 " Vease, Epltolas, 1, 83 y's ” Vease, Geografia, Libro V, 4, 187. ® Véase, Hisoria Romans, XLVI, 49-51. Véase, Plutarco, Mario, 34 ® Véase, Historia Romana, XLVI, 49-51. ® Véanse,ente otros, Marcil, Epigramas I, 63 y Cicerén, En defensa de Celio, XV y Clodia, 20. Como luego se veré tambidn Séneca y Fropercio se dedicaron a la ciudad de Bayas * Vease, Séneca, Epistalas Morales a Luclio, acta de lap. 204 ” Vease, Geografla, Libro V4 y Libro V, 4,5. Esta continuidad constructiva se produce también en el rfo Tiber. * Véase, Luis Feménder Fuses, Toray dniza del urisma, pp. 567 y sig, eas, igualmente, Tomés Maxén, Sociologia del surisme, pp. 60 ys *” Véase, Pedro Angel Ferndndez Vega, La casa romana, pg, 28 y Fabricio Pesando, «Domus» ediliia, privata, p. 275, ® Vease, Spiro Kostof, Hitria de la anquitecura, vol. I, p. 340. ® Véase, Annamatia Ciarallo, Verde Pompeiano, p. 38 ® Vease, Spiro Kostol, Historia dele arquiteetura, vol. I,p. 340. *'Véase; Pompei. Erolana, Vio, Civile ¢ Arte, pg, 16. y A. de Francisci, Pompeya, monuments en el pasado y en el presente, pp. 3 4. * Vease, Fabricio Pesando, «Domus», Edilicia private esoceté pompeiana fi Ile Isecolo aC, pp. 18 ys ® Vease, A.B. Morris, Historia de la forma urbana. Desde sus orlgenes hasta la Revoluciém Industria, pp. 62ys. % Véase, Pedro Angel Ferndnder Vega, La casa romana, pg. 417-8 * Véase, Richard P Salles, Fanilia, Domus, and The Roman Conception ofthe Family», p. 337. * Véase, Harald Milsch, La villa romana, Con guida archealogica alle vill romane, pp. 5. 7 Sostiene Pedro Angel Ferndndez Vega, en eLas éreas periurbanas de las ciudades altoimperiales romanas. Usos del suelo y zonasresidencialesy, , 158, que es dificil defender, a escala paisajsta, el antagonismo entre la ciudad y el campo y as villasasfparecen demostratlo. ® Véase, Vitrvio, Los diez libros de arguitectur, VI, 5,7 » Véase, Santiago Segura Munguta, Lo jandinesen la Antgiedad, pp. 167-169. Véase, Pedro Angel Fernandes Vega, La casa romana, pp. 80 y sig. y 132s. “ Vease, Pedro Angel Fernénder Vega, La cata romana, pp. 160 ys Vease, Spito Kostof, Historia dela arquitectura, vol. I, p. 342.ys “ Vease, Fabricio Pesando, «Domus, Ediza private esocetd pompeiana fea Ile I secolo aC, pp. 30 y 145. “Durante el imperio el atrio volvié a tener un cierto resugir, si bien no con la importancia anterior. * Vease, Andrew Wallace-Hadiil, «Te Social Structure ofthe Roman House”, pp. 77 ys “Véase, Fabricio Pesindo, Domus, Edilzia privataesceed pompeiana fra Ill ecolo aC, p. 174. * Véase, Pedro Angel Fernindes Vega, La casa romana, p. 69. “Vease, Fabricio Pesando, «Don, Ediza private esocetd pompeiana fee IIe Isecolo aC, p. 271 © Véase, ls pgs. 27-167. **En las casas de recreo romanas pevalec una tendencia a una oxganizacidn coherente, al orden, siendo poco frecuentes las casas de plano desordenado. Véase, Pedro Angel Ferndnder Vege, La cava romana, pp. 66 ys. * Vease, lap. 40, | | | | * Vease, Harald Milsch, Le villa romana, Com guida archelogca ale ville roman, p. 44 ® Véase, Pedro Angel Ferndndez Vega, La casa romana, pp. 15 y 454, * Vease, Harald Misch, La vila romana, Con guidaarcheologica ale ville romane, p. 125. % Véase, Stefano de Caro, Arte y naturaleca en Pompeya, p. 31. * Vease, Harald Miclsch, La villa romana. Con guide archeologica ale ville romane, p. 8 7 Véase, Pedro Angel Ferndndea Vega, La casa romana, pp. 177 ys. Véase, Roger Ling, «The Decoration of Roman Triclinas, pp. 247-8, * Véase, Stefano de Caro, Arte y natualeea en Pompeya,pp.20 y , © Vease, Harald Misch, La ville romana, Con guidaarcheologca alle ville romane, pp. 35 y 89 . § Vease, Josef Rykwert, La idea dela ciudad. Antropolola de a forma urbana en el mundo antigu, pp.5y s © Véase, Pedro Angel Femdndez Vega, La casa romana, p. 50. © Vease, Pedro Angel Fernéndez Vega, La casa romana, p. 283. Véase, Stefano de Caro, Arte y naturale en Pompey, p.18. © Vease,T. Kleberg, Hotels restaurant eb cabarets dans UAntguisé romaine, p. 121. Véase, Peter Garnsey y Richard Salles, El imperio romano, Economia sociedad y cultura, pp. 66 5 © Véase, Santiago Segura Munguia, Los jardines en la Antigiedad, pp. 199 y s, Véase, Pedro Angel Femdndex Vega, La casa romana, p. 248, © Véase, Bpitolas, I, 19. ™ Vease,Epttlas Morales a Lucila, 15, 46 y De la ranguilidad del alma, XVI, 4y 5 ” Vease, Epltlas, 1,9 ,3 ys. ” Véase, Laurentium, Il, 17, 12. ” Véase, Epstlas, I, 4,1. Vease, Plinio el Joven, Epistolas, 1,3, 1 ® Véase, Pinio el Joven, Epistolas, V, 6, ® Véase, Plinio el Joven, Eottlas, II, 17. 7 Vease, Sdtiras, I, 6, 80 ys. ® Véase, Epignamas, XII, 57 y IV, 64, 10. ” Vease, De la tranguilidad del alma, I, 13, © Véase, Mario, 34 © Véase, Sdtra XIV, 86 y's ™ Véase, Mari, 34 © Vease, Hpivola morale a Lucio, 86,8, Vease, Economia rural I, 13, 6, © Véase, Historia romana, Res gD. Aug, U, 23, 4 * Véase, Conjuracién de Catilina, 12, 3 y 20, 11 "Dublio Papinio Estacio representa una excepeién, en sus obras —Stbas I.2y De agus, 16—, pues describe la explanacién de montafias ola colmacién con tierra del mar o dels agos para construi vias actividades que dignifcan al hhombre en su lucha contra la naturaleza En cualquier caso, las referencias del autor clésico una ver més nos indican que eraprética habitual entre los romanos la destruccibn de la natualeza, 54 Vease, Odes Il, 18, © Vease, Odat, IIL, 24 % Vease, Historia romana, Res. D. Aug. I, 23,4 9” Esta referencia eres subraya la condena de Veleyo Patérculo dela destruccién del natualeza. Es posible que este autor conozca la obra Los pera de Esqulo, onde se dice queelrey pers Jerjesescastigado, ha perdido la guerra, por haber horadado los montes o por construir puente sobre el Helesponto. Véase, Esquilo, Los peas, p. 145, % Véase, Fpliolas Morales a Lucilia 11,1, 13. % Vease, Epigramas, XII, 50. % Véase, Propercio, Hlegla, A Cynthia, I, 11. % Vase, Séneca, Epistolas morales a Lucilio, 51. ® Véase, EptoasV, 6,45. 27 Piénsese, por ejemplo, en los interesantes estudios que el socidlogo Bourdieu reliaé sobre las diferencias —Ia distin- cién— que la cultura y el turismo generan,

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