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Tracto reticuloespinal
pontino o medial Tracto corticoespinal
b Área motora lateral
Corteza motora
primaria suplementaria
Corteza sensitiva Tracto reticuloespinal
primaria
bulbar o lateral
4 6
Corteza sensitiva 1
de asociación 5
23 Tracto vestibuloespinal
Tracto corticoespinal
7
anterior
Áreas con función motora teza cerebral y la médula espinal y que también se ha denominado
Áreas con función sensitiva vía de activación directa del sistema motor, existen otros fascícu-
los descendentes que envían información al aparato segmentario
motor de la médula espinal. Se trata de las vías de activación
Figura 1. Principales áreas de la corteza cerebral donde se originan las
fibras del fascículo piramidal o corticoespinal. La mayor parte de las fibras indirecta (VAI), vías polisinápticas que hacen escala en núcleos
piramidales nacen en áreas con función motora, pero algunas nacen en del tronco del encéfalo y que también reciben influencias de la
áreas con función sensitiva. a) cara lateral; b) cara medial. Los números corteza cerebral [6,8]. En algunos tratados de anatomía, estas vías
indican la correspondencia con las áreas de Brodmann.
descendentes distintas de la VP reciben el nombre de vías extra-
piramidales [3,12]. Sin embargo, los clínicos suelen emplear el
A pesar de que la función motora de la VP es la más conocida término ‘extrapiramidal’ con un significado diferente, para desig-
y, sin lugar a dudas, la más importante en el ser humano, se trata nar los circuitos de control motor de los ganglios basales y sus
de una atribución tardía en la evolución filogenética que ha sido alteraciones [13]. En sentido estricto, la palabra ‘extrapiramidal’
precedida por el desarrollo de la función sensitiva. El propio FCE podría hacer referencia a cualquier estructura del sistema motor
es una adquisición anatómica relativamente reciente, que aparece situada fuera de la VP (cerebelo, ganglios basales, etc.) y, ante tal
por primera vez en los mamíferos más primitivos y tiene un núme- amplitud e imprecisión, sería mejor desistir de utilizarla [4,8,14].
ro de fibras cada vez mayor. El aumento de dimensiones de la vía Las VAI son más antiguas filogenéticamente que la VP y
corticoespinal en las especies más evolucionadas pone de mani- constituyen un sistema de control suprasegmentario sobre el cual
fiesto la importancia creciente de la influencia de la corteza cere- se superpone esta última. Dentro de las VAI se incluyen los tractos
bral sobre las estructuras inferiores [1]. En la mayoría de los car- reticuloespinal pontino o medial, vestibuloespinal y tectoespinal,
nívoros, las fibras terminan, exclusivamente, en el asta dorsal y que siguen un trayecto medial, así como los tractos reticuloespinal
porciones adyacentes de la zona intermedia y sirven para controlar bulbar o lateral y rubroespinal, que descienden por el cordón la-
el flujo de información sensitiva que llega a la médula. Con la teral de la médula [2] (Fig. 2). A estas vías se les atribuye princi-
evolución, el número de axones que finalizan en regiones más palmente el control de actividades posturales y reflejas, mientras
ventrales se incrementa gradualmente, llegando a establecer co- que el control de los movimientos voluntarios –al menos en las
nexiones con las motoneuronas espinales, en particular con las especies más evolucionadas– se atribuye de forma predominante
motoneuronas que inervan la musculatura de las manos [6-9]. a la VP [9,15]. Ahora bien, las VAI participan asimismo en el
Cuanto mayor es el número de estas proyecciones en la escala control de la actividad voluntaria, como lo demuestran algunos
evolutiva, mayor es la destreza manual de la especie, destreza que experimentos realizados en primates.
alcanza su nivel más elevado en el ser humano. Para entender el papel de los distintos fascículos motores, es
interesante recordar los trabajos experimentales realizados por
Lawrence y Kuypers hace ya más de tres décadas. Estos investi-
LA VÍA PIRAMIDAL NO ES LA ÚNICA VÍA gadores observaron que los monos en los que se interrumpían por
NERVIOSA completo ambos tractos piramidales recuperaban pronto una amplia
ENCARGADA DE LA MOTILIDAD VOLUNTARIA motilidad, incluso la motilidad distal de las extremidades, aunque
Aparte de la VP, vía monosináptica que se extiende entre la cor- perdían de forma definitiva la habilidad para realizar movimien-
Antebrazo
Tronco
Brazo
Muslo
Mano
Pierna
Cuello
Pie
Decusación de
las pirámides
Cara
Lengua
Laringe y
Tracto Tracto faringe
corticoespinal corticoespinal
lateral anterior
Figura 3. Fascículos que constituyen la vía piramidal. Las fibras del tracto Figura 4. Representación somatotópica de la corteza motora primaria en
corticoespinal lateral se proyectan sobre motoneuronas laterales encargadas una sección coronal. En realidad, sobre este esquema se pueden diferenciar
de la motilidad distal de las extremidades, mientras que las fibras del tracto múltiples mapas motores a pequeña escala, con un alto grado de superpo-
corticoespinal anterior se proyectan sobre motoneuronas mediales que con- sición de los territorios correspondientes a distintas partes del cuerpo.
trolan la musculatura axial y proximal. La mayor parte de las fibras que viajan
por el tracto corticoespinal lateral son fibras cruzadas, pero algunas no se
cruzan y pueden participar en el movimiento de las extremidades ipsilaterales.
tos fraccionados con los dedos de la mano. En cambio, otros monos puede ser asimétrica [19]. Cuando pasan del bulbo a la médula, las
en los que se practicó una sección incompleta, con preservación fibras corticoespinales se disocian en dos fascículos: el FCE o
de algunas fibras piramidales, sí llegaron a recuperar, en mayor o piramidal lateral, más voluminoso, que discurre por el cordón
menor medida, la destreza y agilidad manual para ejecutar movi- lateral, y el FCE o piramidal anterior, de menores dimensiones,
mientos precisos [16]. Parece, por tanto, que la vía corticoespinal que desciende por el cordón anterior. En los textos clásicos, el
es necesaria para los movimientos distales de precisión con un alto tracto lateral también se denomina FCE cruzado porque contiene
grado de fraccionamiento de la actividad muscular, como los mo- las fibras que se han decusado en el bulbo [3,4,12]; estas fibras se
vimientos individuales de los dedos. De todas formas, tras lesio- proyectan fundamentalmente sobre motoneuronas laterales en-
nes completas de los tractos piramidales, los monos mantenían un cargadas de la motilidad de las extremidades, haciéndoles llegar
amplio repertorio de movimientos, lo que se debe atribuir a la impulsos procedentes del hemisferio cerebral opuesto [5,9]. El
actividad de otras vías motoras descendentes, las VAI. De hecho, tracto anterior ha recibido también el nombre de FCE directo
los mismos autores comprobaron que la lesión de estas otras vías porque sus fibras no son cruzadas [3,4,12]; en realidad, la mayoría
en un segundo tiempo provocaba en los mismos monos un impor- de estas fibras se cruzan en su terminación y tienen proyección
tante déficit motor [17]. La VP puede estar implicada en todo tipo bilateral sobre motoneuronas mediales encargadas de la muscula-
de movimientos, pero su función más importante parece ser la tura axial y proximal [5,9]. Hoy se reconoce que una cierta can-
ejecución de movimientos fraccionados de la mano y ésta es la tidad de fibras que no se cruzan en el bulbo viajan por el tracto
única función que otras vías nerviosas no pueden compensar. corticoespinal lateral de la médula y pueden aportar proyecciones
ipsilaterales a las motoneuronas que controlan la musculatura de
las extremidades [4,20] (Fig. 3). Es posible, además, que existan
LA VÍA PIRAMIDAL CONTROLA LA MOTILIDAD múltiples decusaciones de fibras en el seno de la médula a distin-
DE LOS DOS LADOS DEL CUERPO: tos niveles [21]. El trayecto de las fibras corticoespinales explica
EL CONTRALATERAL Y EL IPSILATERAL que los movimientos de un lado del cuerpo estén regulados de
Desde sus múltiples orígenes en la corteza de cada uno de los dos forma predominante por el hemisferio cerebral contralateral, tal y
hemisferios cerebrales, los axones que constituyen el FCE con- como aseguró Jackson en el siglo XIX [22]. Ahora bien, la existen-
vergen en la corona radiata y la cápsula interna [18] y, a continua- cia de fibras no cruzadas justifica que exista un cierto grado de
ción, descienden por el mismo lado del tronco del encéfalo atra- control ipsilateral [23]. El control bihemisférico es más importan-
vesando los pedúnculos cerebrales, la base de la protuberancia y te en el caso de los músculos axiales y proximales, los menos
las pirámides bulbares. Se sabe que, en el límite inferior del bulbo, afectados cuando hay una lesión piramidal unilateral, pero tam-
la mayoría de las fibras se cruzan en lo que se ha llamado decusa- bién existe en el caso de los músculos distales de las extremidades.
ción de las pirámides, para continuar en el lado opuesto de la La presencia de fibras no cruzadas explica que la destrucción de
médula espinal [2,5]. La proporción de fibras que se decusan es las vías motoras en un lado del encéfalo pueda determinar no sola-
muy variable de unos individuos a otros, oscilando generalmente mente una hemiplejía del lado opuesto, sino también una cierta
entre un 70 y un 90% [1], y en un mismo individuo esta proporción debilidad o pérdida de destreza en el lado del cuerpo ipsilateral a la
lesión, el lado supuestamente sano. En 1973 A. Brodal, profesor de sistema motor, tanto en condiciones fisiológicas como en condi-
Anatomía de la Universidad de Oslo, describió con detalle el cuadro ciones patológicas. Con estas técnicas se puede detectar un cierto
clínico que él mismo había presentado y que asociaba una hemiple- grado de activación de las áreas motoras del hemisferio cerebral
jía izquierda –atribuida a un infarto profundo en el hemisferio ce- ipsilateral con el movimiento de la mano en individuos sanos,
rebral derecho– y una clara dificultad para la escritura y la realiza- aunque en un grado significativamente menor que el correspon-
ción de otras tareas de precisión con la mano derecha [24]. Poste- diente a la activación del hemisferio cerebral contralateral. Sin
riormente se ha comprobado en diversos estudios que, si se recurre embargo, después de una lesión cerebral causante de hemiplejía, el
a pruebas suficientemente sensibles y se usa como referencia la movimiento de la mano afectada se asocia con activación de las
fuerza de controles sanos, es posible detectar un déficit motor más áreas motoras de ambos hemisferios cerebrales, incluyendo la cor-
o menos sutil en la extremidad superior ‘asintomática’ de pacientes teza motora primaria y la corteza premotora [50-58]. Estos hallaz-
hemipléjicos [23,25,26]. Se han descrito incluso algunos casos ra- gos han podido ser replicados mediante la técnica de Doppler trans-
ros de lesión cerebral con hemiparesia ipsilateral en pacientes en los craneal, tanto por el grupo de Silvestrini et al [59-61] como por
que, supuestamente, el grueso de fibras corticoespinales son fibras nosotros mismos [62]. En una serie de 30 pacientes que sufrían
no cruzadas [27,28]. Asimismo, se ha podido comprobar en prima- hemiplejía secundaria a una lesión vascular cerebral detectamos un
tes que las lesiones experimentales de la corteza motora de un he- incremento significativo de la velocidad de flujo en la arteria cere-
misferio provocan una discreta debilidad de la extremidad superior bral media ipsilateral –la del lado sano–, con el movimiento de los
ipsilateral, además de una parálisis contralateral [20]. dedos de la mano afectada desde la primera semana de evolución;
Existen numerosas evidencias de que las fibras motoras no cru- asimismo, pudimos encontrar una correlación positiva entre la res-
zadas pueden asumir funciones de control motor sobre el hemicuer- puesta hemodinámica del hemisferio sano en la fase aguda y el
po ipsilateral, el afectado por la paresia, cuando existe una lesión grado de fuerza en las extremidades afectadas. Estos resultados
encefálica contralateral. La restauración de la motilidad después de apoyan la contribución de las vías motoras ipsilaterales en la recu-
una destrucción completa del tracto corticoespinal de un lado [29,30] peración motora que tiene lugar poco después de una lesión cere-
o, incluso, después de una hemisferectomía [31], sugiere que las bral, tal vez en relación con un desenmascaramiento de conexio-
vías motoras homolaterales deben de desempeñar un papel en la nes nerviosas que hasta entonces habían permanecido funcional-
recuperación de las extremidades paréticas. La función compen- mente inhibidas. En esta reorganización podrían estar involucradas
sadora de las vías motoras ipsilaterales queda aún más sustentada tanto las fibras piramidales de proyección ipsilateral como otras
por los fenómenos observados con lesiones bilaterales secuencia- fibras no cruzadas pertenecientes a las vías motoras de activación
les: algunos pacientes recuperados de una hemiplejía secundaria indirecta –por ejemplo, a la vía corticorreticuloespinal.
a una lesión situada en uno de los dos hemisferios cerebrales se
vuelven tetrapléjicos cuando sufren una segunda lesión en el lado
opuesto, lo que parece indicar que la actividad del hemisferio LAS FIBRAS PIRAMIDALES NO SIGUEN
cerebral sano –menoscabada con la segunda lesión– había com- UNA DISTRIBUCIÓN SOMATOTÓPICA ESTRICTA
pensado funcionalmente las consecuencias del primer daño [32,33]. Clásicamente se reconoce que existe una organización somatotó-
El papel compensador de las fibras que parten del hemisferio pica en las áreas motoras de la corteza cerebral [10,63-65]. En la
cerebral indemne podría explicar, además, la aparición de ‘movi- corteza motora primaria se pudo trazar un mapa motor a partir de
mientos en espejo’: en muchos pacientes hemipléjicos se aprecian los estudios originales de Sherrington con estimulación de cere-
movimientos asociados en el lado sano cuando realizan esfuerzos bros de primates, realizados a principios del siglo XX, y de los ulte-
por movilizar el lado parético, y esto puede reflejar una participa- riores trabajos de Penfield, basados en la estimulación del córtex de
ción de las mismas vías en la motilidad de una y otra mano [34-37]. personas conscientes durante intervenciones quirúrgicas [7,66]. El
Además de estas observaciones clínicas, son numerosos los traba- mismo Penfield representó en forma de homúnculo el mapa motor
jos experimentales realizados en primates que apoyan la participa- cortical, tratando de reflejar la secuencia y la extensión relativa de
ción de las fibras ipsilaterales en la recuperación neurológica des- las regiones correspondientes a distintas partes del cuerpo [67]. Se
pués de una lesión de la corteza motora o del FCE [20,38-41]. trataba de una figurilla humana invertida de abajo a arriba y algo
Aparte de los estudios clinicopatológicos, las técnicas electro- distorsionada, con una representación extensa de las zonas con
fisiológicas han puesto de manifiesto igualmente la existencia de funciones motoras más complejas y delicadas –faringe, laringe,
un control motor ipsilateral y de su posible papel en la recupera- lengua, cara y mano– y una representación de menores dimensiones
ción después de una lesión. En sujetos normales, la estimulación de otras zonas corporales –antebrazo, brazo, tronco, muslo y, en la
magnética transcraneal permite obtener potenciales motores evo- cara medial del hemisferio, pierna y pie– (Fig. 4). Asimismo, se ha
cados no sólo en los músculos de las extremidades contralaterales, podido identificar una organización somatotópica en las áreas
sino también en los de las extremidades ipsilaterales [42-44]. En motoras secundarias [7,63,64,67]; en la corteza premotora, esta
los pacientes que han sufrido lesiones hemisféricas, la estimula- organización es paralela a la de la corteza motora primaria, mien-
ción magnética del córtex motor intacto suele inducir una respues- tras que en el área motora suplementaria la cabeza está represen-
ta ipsilateral más marcada y con un umbral más bajo, posiblemen- tada en la porción anterior, los miembros superiores en una zona
te como consecuencia de la reorganización del sistema motor tras intermedia, y los inferiores, en la parte posterior.
el daño cerebral [35,36,45-49]. Hay que reconocer que el homúnculo de Penfield, esa figurilla
Las técnicas de neuroimagen funcional basadas en la medi- que hoy nos resulta tan familiar, ha sido útil como representación
ción del flujo sanguíneo cerebral regional, entre las cuales se in- aproximada del mapa motor. Sin embargo, no se ajusta de forma
cluyen la técnica de inhalación de 133 Xe, la tomografía computa- estricta a la realidad. El tradicional patrón de homúnculo es de-
rizada por emisión de fotón único, la tomografía por emisión de mostrable, a grandes rasgos, mediante las modernas técnicas de
positrones y la resonancia magnética funcional, también han pro- neuroimagen y electrofisiológicas [68-75], pero debe contemplar-
porcionado un método de exploración del funcionamiento del se más bien como un esquema sobre el que existen desplazamien-
x
tos locales en direcciones diversas [64,67]. De hecho, en infartos fenómenos de ramificación neuronal o el desenmascaramiento de
de la convexidad cerebral no se ha podido encontrar una buena sinapsis ya existentes [82,84].
correlación entre la localización exacta de la lesión y la zona del Al igual que en las áreas motoras de la corteza, se ha podido
cuerpo debilitada [76]. Dentro de cada área principal –extremidad describir una cierta distribución somatotópica en las fibras del
superior, extremidad inferior, etc.–, se distinguen, a su vez, mapas tracto piramidal a lo largo de todo su trayecto [3,4,12]. Según los
motores a pequeña escala, que se han estudiado ampliamente en postulados clásicos, en la cápsula interna, las más anteriores son
los últimos años mediante técnicas electrofisiológicas más sofis- las fibras corticobulbares –también llamadas corticogeniculadas,
ticadas que los antiguos estudios de estimulación eléctrica. Se han por estar situadas en la rodilla de la cápsula interna– y, por detrás
definido varias características de estos mapas, entre las que des- de éstas, se localizan las fibras correspondientes al miembro su-
tacan la representación múltiple, la convergencia, la divergencia perior, al tronco y al miembro inferior. En el tronco cerebral, las
y la superposición [5,7,8,66,77]. En realidad, la contracción de un fibras corticobulbares –las que terminan en los núcleos motores de
determinado músculo o la aparición de un movimiento concreto los pares craneales– ocupan una posición medial, y las más late-
pueden evocarse desde distintas regiones, a menudo discontinuas, rales son las fibras de la extremidad inferior. También en la mé-
lo que parece traducir una representación cortical múltiple [78,79]. dula espinal, las fibras destinadas a niveles más bajos son las que
La existencia de múltiples eferencias hacia un mismo músculo e, están situadas más lateralmente. En realidad, en la representación
incluso, hacia una misma motoneurona espinal implica una conver- somatotópica del FCE se ha demostrado una considerable super-
gencia en las proyecciones corticomotoneuronales; también se ha posición de territorios [2,91], tal y como ocurría en la corteza
comprobado que hay una divergencia de las ramificaciones axona- cerebral. Esta superposición explica, por ejemplo, que no sea
les correspondientes a una misma neurona piramidal hacia núcleos posible demostrar una correlación exacta clinicotopográfica en
motores diferentes. Por otro lado, existe cierto grado de superposi- los casos de lesión de la cápsula interna con afectación del FCE
ción en la representación cortical de distintos movimientos, múscu- [92]. Existen incluso algunos trabajos que parecen indicar que, en
los y motoneuronas, en parte por la divergencia de proyecciones de la cápsula interna, las fibras procedentes de la corteza motora son
cada célula piramidal y en parte por la proximidad de neuronas que más posteriores que las que descienden desde la corteza premoto-
regulan distintos grupos musculares. Así, en primates [80] y hu- ra y el área motora suplementaria, y que cada grupo de fibras
manos [81] se ha visto que los movimientos de cada uno de los mantiene su propia organización somatotópica [93].
dedos se producen por activación de poblaciones superpuestas de
neuronas corticales y que el control motor de un dedo en particular
pone en marcha una extensa red neuronal distribuida por toda el LA LESIÓN DE LA VÍA PIRAMIDAL NO PROVOCA
área de la corteza motora correspondiente a la mano. HIPERREFLEXIA NI ESPASTICIDAD
Tal vez la característica funcional más interesante de la organi- La VP tiene un largo recorrido a través del encéfalo y la médula
zación de la corteza motora sea su plasticidad [7,10,65,77,82-86]. espinal, lo que la hace extraordinariamente susceptible a distintos
Se ha comprobado que la función de una zona determinada pueden tipos de lesión –vascular, traumática o de cualquier otro origen–
asumirla otras zonas, de modo que las representaciones somatotó- . Esto justifica que muchos de los pacientes neurológicos presen-
picas de la corteza motora son capaces de experimentar desplaza- ten un cuadro clínico secundario en una lesión piramidal. Como
mientos o cambios en sus dimensiones ante acontecimientos muy ya se sabe, la manifestación más evidente de este tipo de lesión es
diversos. Esta plasticidad de la corteza cerebral parece desempeñar una hemiparesia o hemiplejía, que afecta al hemicuerpo contrala-
un papel importante en la adquisición de nuevas habilidades moto- teral si la lesión se sitúa por encima de la decusación de las pirá-
ras. Así, la obtención de imágenes de resonancia magnética funcio- mides, es decir, en el encéfalo, y al hemicuerpo ipsilateral si el
nal en seres humanos pone de manifiesto que el entrenamiento de proceso se encuentra por debajo, es decir, en la médula espinal.
un determinado ejercicio manual se acompaña de una expansión del Junto a la pérdida de fuerza suele haber una serie de signos aso-
área cortical activada durante el mismo, al tiempo que el ejercicio ciados, como el aumento del tono muscular con las características
se ejecuta con mayor precisión [87]. Además de su contribución a propias de la espasticidad, la exageración de los reflejos miotáti-
los procesos de aprendizaje, la plasticidad del córtex motor puede cos, la abolición de los reflejos abdominales y la respuesta exten-
ser esencial para la recuperación de las funciones motoras que se sora del reflejo cutáneo plantar o signo de Babinski. Puede haber
pierden a consecuencia de una lesión. Mediante técnicas de estimu- un período transitorio de hipotonía e hiporreflexia en el momento
lación se ha comprobado que las lesiones cerebrales pueden seguir- agudo de la lesión, pero posteriormente los reflejos reaparecen y
se de un desplazamiento de la representación motora hacia zonas se vuelven hiperactivos y el tono se incrementa, apareciendo es-
indemnes, tanto en monos [88] como en humanos [89]. También los pasticidad [6,14,94]. Así como la hiperreflexia se atribuye a una
estudios de tomografía de emisión de positrones permiten objetivar potenciación de los reflejos fásicos, la espasticidad se ha relacio-
una expansión del área motora correspondiente a la mano después nado con una actividad refleja tónica mantenida.
de una lesión cerebral causante de hemiparesia [54,90]. Las regio- Sin embargo, la lesión pura y aislada del FCE no provoca el
nes no dañadas de la corteza motora primaria, e incluso otras áreas cortejo sintomático que habitualmente vemos en la práctica clíni-
corticales como la corteza premotora y el área motora suplementa- ca. En trabajos experimentales realizados con primates se ha ob-
ria, pueden incrementar su actividad y asumir cierto grado de con- servado que la sección del tracto corticoespinal a la altura de la
trol motor sobre las partes del cuerpo debilitadas; desde las distintas pirámide bulbar [16,38-40,95,96] o del tercio medio del pedúncu-
áreas motoras en funcionamiento, el hemisferio lesionado puede lo cerebral [97] da lugar a debilidad del hemicuerpo contralateral
enviar impulsos al hemicuerpo contralateral a través de las fibras junto con hipotonía e hiporreflexia. Mientras que la debilidad
piramidales cruzadas que no se han dañado y a través de fibras puede atribuirse a una disminución de actividad de las motoneu-
nerviosas de otras vías descendentes, como la vía corticorreticu- ronas α –las que inervan las fibras musculares extrafusales–, el
loespinal. Los mecanismos intrínsecos de la reorganización cortical descenso del tono y de las respuestas reflejas puede deberse a una
no se conocen bien, aunque se admite que podrían estar implicados pérdida de las influencias descendentes facilitadoras sobre las
motoneuronas γ –las que inervan las fibras situadas en el interior motoneurona superior’ para indicar que las manifestaciones clíni-
de los husos musculares– [2,5,98]. Las lesiones circunscritas a la cas se deben a la lesión combinada de las fibras piramidales y de
VP son extraordinariamente raras en el ser humano [29,30]. Dan otras fibras descendentes que también influyen sobre la actividad
lugar, como en el animal de experimentación, a hemiparesia sin de la motoneurona inferior [6,14].
clara espasticidad, a lo que se asocia una pérdida de los reflejos
cutáneos abdominales y un signo de Babinski. Por tanto, ni la
espasticidad ni la hiperreflexia están presentes en las lesiones CONCLUSIÓN
puras de la VP. Lo cierto es que la mayoría de las lesiones afectan Es posible que estas reflexiones ofrezcan una nueva perspectiva
de forma conjunta al tracto corticoespinal y a los fascículos de del paciente con lesión de la VP, aunque todavía no alcancemos
activación indirecta, que en su trayecto discurren mezclados entre a ver todos los fenómenos que acontecen. En todo caso, puede ser
sí. El incremento del tono y la exageración de los reflejos miotá- importante reparar en que la VP se relaciona anatómica y funcio-
ticos, signos incluidos a veces de forma errónea en lo que común- nalmente con otras estructuras nerviosas y que su actuación se
mente se denomina síndrome piramidal, en realidad no son una integra, por tanto, con la del conjunto del sistema nervioso. Una
consecuencia de la lesión del FCE, sino de la lesión de otras vías vez más debemos contemplar el sistema nervioso central de forma
descendentes, como el sistema corticorreticuloespinal. Por esta holística, y no como una simple agregación de áreas, núcleos y
razón, algunos autores prefieren utilizar la expresión ‘síndrome de fascículos con funciones bien delimitadas.
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