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Caza o captura de camélidos mediante trampas en las pinturas rupestres de


Pulpintoqasa, Apurímac, Perú

Article · January 2011

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Rainer Hostnig

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Caza o captura de camélidos mediante
trampas en las pinturas rupestres de Pulpintoqasa,
Apurímac, Perú
Rainer Hostnig rainer.hostnig@gmail.com

Resumen

El artículo trata sobre un conjunto de pinturas rupestres arcaicas registrado y documentado


por el autor en 1985 en la comunidad campesina altoandina de Pisquicocha al sur de la
provincia de Aymaraes, Apurímac, y que según su interpretación representa un sistema
particular de caza y/o captura de camélidos mediante trampas en forma de hoyos socavados en
el suelo. Compara las escenas representadas con los vestigios de sistemas de trampas
precolombinas descubiertas en la misma década por la arqueóloga cusqueña Trinidad Aguilar
en las alturas de las provincias de Canchis y Canas y los diferencia de los sistemas de caza y/o
captura de camélidos mediante el encorralamiento o acordonamiento de los animales
representado en varios paneles de pinturas rupestres altoandinas del sur y centro peruano.

The article deals with archaic rock paintings registered and documented by the author in 1985
in the highland community of Pisquicocha in the southern part of the province of Aymaraes/
Apurimac (Peru), and argues that they represent a specific method of hunting or capturing wild
camelids by means of a trap consisting of an earthen pit. The author compares the painted
scenes with remains of pre-Colombian trapping systems discovered in the same decade by
Cusco archaeologist Trinidad Aguilar in the puna areas of the Cusco provinces of Canchis and
Canas, and distinguishes them from other techniques for hunting or capturing wild camelids
using corrals, nets or ropes which are represented in several rock art sites in the high Andes of
Southern and Central Peru.

Palabras Claves: Pinturas rupestres – camélidos – sistemas de caza – Arcaico - Apurímac

Key words: Rock paintings – Camelids – Hunting Systems – Archaic Period - Apurimac

Introducción

En las últimas décadas, el conocimiento sobre manifestaciones rupestres en las zonas


altoandinas del Perú se ha incrementado notablemente y ha permitido la formulación de
interesantes hipótesis sobre la distribución de determinados patrones estilísticos.
Guffroy (1999) quien fue el primero en realizar un análisis comparativo de
representaciones rupestres de la zona altoandina desde el punto de vista iconográfico y
estilístico, llegó a identificar y definir varias tradiciones rupestres, entre ellas el llamado
“Estilo naturalista de los Andes centrales”, un grupo de pinturas halladas en los

1
departamentos de Junín y Lima. Focalizó la descripción de este estilo en los camélidos
silvestres, dado que en las pinturas estudiadas, los motivos antropomorfos son escasos o
ausentes. Basa su análisis en sitios estudiados o mencionados por Bonavía (1972),
Bonavía y Ravines (1968), Ravines (1986) y Rick (1983) entre los años sesenta a
ochenta del siglo pasado y opina que el estilo naturalista del centro podría representar, -
por ciertas semejanzas con el estilo de la Patagonia argentina -, “una evolución,
acompañada de una difusión hacia el norte, de la tradición andina anterior”.

En un artículo más reciente, titulado “L’art rupestre de l’ancient Pérou”, Guffroy (2007)
da a conocer una definición y distribución reajustada de las tradiciones rupestres
peruanas. Según el mapa de distribución proporcionado, el estilo naturalista del centro
ocuparía los departamentos de Junin, Lima y Huancavelica con sitios representativos
como los de Cuchichaqa, Tomakucho y Cuchimachay. Atribuye a estas pinturas una
antigüedad de 4,000 a 1,500 años a. C. y resume las características del estilo señalando
que se trata de camélidos de dimensiones grandes, generalmente pintados de rojo y con
el vientre exageradamente inflado. Los antropomorfos son raros y contrastan con los
animales por sus pequeñas dimensiones. Según Guffroy, estas pinturas estarían
asociadas a ceremonias de fertilidad animal o con el inicio de la domesticación.

Hacia el norte de Junín, en el Santuario Nacional de Huayllay, departamento de Pasco,


la arqueóloga Patricia Mayta (2004) documentó a comienzos del nuevo milenio varios
paneles con pinturas rupestres de una tradición parecida, mientras que Ruiz (2000),
Pérez y Ferrúa (2004) y Ccencho (2008) registraron y describieron pinturas arcaicas de
camélidos estilísticamente similares en los departamento de Huancavelica y Ayacucho.
Hace un cuarto de siglo fueron dadas a conocer las pinturas rupestres apurimeñas de
Pulpintoqasa y Pintasq’a (Hostnig 1988, Pérez y Rodríguez documentaron el segundo
sitio nuevamente en 1999) y posteriormente las de Achaccercca y Utcomachay (Hostnig
2003), pertenecientes al mismo estilo naturalista de dimensiones grandes descrito por
Guffroy. La existencia de esta tradición rupestre altoandina en otros departamentos de la
región central andina, de la sierra centro-sur y sur de los Andes peruanos hace necesario
replantear la extensión de su área de distribución.

A continuación se presenta una versión ampliada del artículo sobre las pinturas
rupestres de Pulpintoqasa, publicada hacia fines de la década de los ochenta del siglo
pasado en un compendio de estudios sobre camélidos y sobre la economía y cultura
pastoril (Hostnig 1988, Jorge Flores Ochoa, comp.). Se complementó la información
con una breve descripción de un sistema arcaico de caza o captura de camélidos
mediante una manga de piedras en forma de embudo que termina en un hoyo y que
posiblemente se encuentre representado en el yacimiento rupestre de Pulpintoqasa.

Descubrimiento fortuito y nacimiento de una pasión

Llegué a conocer las pinturas de Pulpintoqasa en el año 1985, de manera fortuita.


Trabajaba entonces como ingeniero agrónomo de la cooperación austriaca brindando

2
asistencia técnica a una comunidad campesina quechua llamada Pisquicocha en las
alturas de la provincia de Aymaraes, una típica comunidad altoandina dedicada a la
crianza de camélidos y al cultivo de tubérculos. Supervisando una pequeña obra de
riego comunal en la Quebrada Huacahuasi, a unos dos kilómetros de distancia del centro
poblado de Pisquicocha, se desató repentinamente una tormenta y junto con los
comuneros que trabajaban en la obra, buscaba refugio en un abrigo rocoso en la ladera
de la margen derecha de la quebrada. Grande fue mi sorpresa al encontrar en la pared
del fondo del abrigo un panel con pinturas rupestres de color rojo oscuro, con la
representación de camélidos de gran tamaño. Volví dos veces más al lugar en los meses
siguientes, para tomar fotografías y realizar un dibujo a mano alzada de las pinturas.

Hacia fines de los 80 y durante la primera mitad de la década de los noventa,


Pisquicocha sufrió las secuelas terribles del conflicto sociopolítico que entonces asolaba
la región1) y que obligó a las organizaciones no gubernamentales suspender o cerrar los
proyectos de desarrollo en curso. Desde entonces ha pasado un cuarto de siglo y
mantengo la esperanza que el sitio con las pinturas se haya podido conservar gracias a
su lejanía de los centros poblados y por estar fuera de las rutas más transitadas de la
zona.

Ubicación y acceso

La Comunidad Campesina de Pisquicocha se encuentra en el extremo sur del


Departamento de Apurímac y colinda con la provincia ayacuchana de Parinacochas. El
sitio de Pulpintoqasa está situado a una altura de unos 3,930 m sobre el nivel del mar, en
el piso altitudinal de la puna.

3
Fig 1: Mapa de la Provincia de Aymaraes
con indicación del sitio Pulpintoqasa

4
Fig 2: Ubicación de Pulpintoqasa en la comunidad Pisquicocha
(Fuente: Imagen satelital Google Earth)

Se llega a la comunidad por una trocha afirmada que se desprende de la carretera


asfaltada Abancay-Nazca a la altura del km 193, cerca del caserío alpaquero de Pilluni.
En el camino se pasa por la divisoria de aguas a 4,400 m.s.n.m., que divide las cuencas
del río Pachachaca, tributario del Apurímac, con la del río Ocoña, se cruza las extensas
pampas de Pilpinto para luego descender en medio de tolares y colinas fuertemente
erosionadas hacia el poblado de Pisquicocha, situado a 3,850 m.s.n.m. y a 30 kms desde
la troncal. En los años 80 sólo existía una trocha carrozable que terminaba a unos dos
kilómetros de distancia de la población. El viaje a la comunidad era toda una aventura
que duraba alrededor de nueve horas, cruzando planicies altoandinas que parecían
interminables y teniendo que atravesar extensas lagunas donde en la época de lluvias,
los compañeros de viaje tuvieron que adelantarse a pie en el agua helada para advertir al
chofer del vehículo sobre la presencia de piedras grandes ocultas debajo del agua
(fig.3).

5
Fig. 3: Viaje a Pisquicocha en los años 80, atravesando las
lagunas de Pillpinto en la época de lluvia

La comunidad campesina Pisquicocha cuenta en la actualidad con 127 hogares y una


población total de 508 habitantes2). Las familias se dedican al pastoreo de camélidos
(alpacas y llamas) y a una agricultura complementaria de subsistencia. En los años
ochenta varias familias se dedicaban todavía al comercio interregional mediante el
trueque, realizando viajes largos con sus recuas de llamas a Arequipa y otros
departamentos del sur intercambiando productos entre la costa, sierra y ceja de selva.

Fig. 4: Paisaje de Pisquicocha en 1985

6
Fig. 5: Llamero preparando la llama guía para el viaje.
Pisquicocha, 1984

Desde Pisquicocha al sitio Pulpitoqasa hay apenas 3,6 kilómetros o una hora de camino
a pie. El camino pasa por el cementerio de la comunidad para luego ascender hasta la
cabecera de la Quebrada de Huacahuasi-Paicca, donde en los años ochenta se
encontraban varias cabañas de pastores con sus corrales de alpacas y llamas. De allí se
baja por un sendero hasta el fondo de la quebrada. Avanzando unos 500 m en la ribera
derecha del riachuelo se llega al pie de un afloramiento rocoso de escasa altura en cuya
base se encuentran las dos cavidades, que albergan las pinturas rupestres motivo de este
artículo. El camino sigue luego en la margen izquierda de la quebrada hasta el abra de
Kenkopoccro, donde comienza el descenso a los laymes (= terrenos comunales en los
que se practica la rotación sectorial) de Pisquicocha en la parte baja de la comunidad.

7
Los abrigos con las pinturas rupestres

El soporte de las pinturas rupestres de Pulpintoqasa lo forman las paredes de fondo de


dos abrigos o cavidades contiguas ubicadas a unos 2 y 2.5 m de altura, respectivamente,
encima de la base del afloramiento rocoso (fig. 6). Para fines del registro y
documentación he asignado el código PUL-A a la cavidad en el lado izquierdo (visto
desde el observador) y PUL-B a la del lado derecho. El abrigo PUL-A constituye una
cavidad casi redonda de apenas 1 m de alto con 0.85 m de ancho y 1.7 m de
profundidad. PUL-B tiene con 1.7 m de alto y 1.9 m de ancho casi el doble de tamaño.
Esta cavidad es también algo más profunda, superando en aproximadamente 30 cm la de
PUL-A. El piso de ambos abrigos rocosos tiene una inclinación pronunciada hacia
fuera, lo que los convierte en espacios no aptos para una estadía prolongada en su
interior.

Un tercer abrigo se encuentra a una altura de aproximadamente l0 m desde el suelo


encima de estas dos cavidades y es hoy en día prácticamente inaccesible. Puede haber
servido a los cazadores-recolectores de refugio temporal puesto que -según
comunicación verbal de un profesor de Calpamayo de la vecina provincia ayacuchana
de Parinacochas- tenía un piso artificial hecho de grandes lajas de piedras que llenaban
la cavidad del piso rocoso natural, probablemente para evitar el estancamiento del agua
en la época de lluvias. Desafortunadamente, este piso falso fue destruido en su totalidad
por ese profesor en años anteriores, quien al presumir un tapado debajo de las lozas, las
había extraído de su emplazamiento original y echado hacia abajo. Por haber sido
destruido el contexto arqueológico del piso de este abrigo, ya no será posible establecer
en el futuro una eventual asociación entre la ocupación de la misma y la producción de
las pinturas en los abrigos ubicados en la base del farallón.

8
Fig. 6: Autoridades y comuneros de Pisquicocha frente a
los dos abrigos contiguos de Pulpintoqasa, año 1985

Las pinturas

Abrigo PUL-A

La pequeña superficie plana de la pared de fondo de este abrigo, que forma una pequeña
cavidad casi redonda en la roca, sólo permitió representar un camélido grande (figs. 7 y
8). Este fue pintado de perfil y en posición normal, es decir con las patas hacia abajo.
Mide 40 cm del pecho hasta la cola. El cuerpo es voluminoso y alcanza el máximo
grosor (24 cm) en la parte delantera. El cuello del animal es largo y delgado (2 cm de
grosor) e igual que las dos orejas, fuertemente doblado hacia atrás, con la cabeza
mirando en dirección de la cola. Las extremidades delanteras y posteriores están
flexionadas y terminan en los característicos dedos hendidos de los camélidos. El
interior del cuerpo está cubierto de pequeños trazos paralelos oblicuos de distintos
tamaños en imitación del pelaje del animal. El interior de las extremidades, de la
cabeza, del pecho y de las anclas fue rellenado con pintura.

El camélido se encuentra parcialmente encerrado por una línea gruesa del mismo color
rojo oscuro. Esta forma un círculo con una pequeña abertura de 30 cm en la parte
superior de la que se desprenden dos líneas cortas, una orientada hacia la izquierda y la
otra hacia la derecha. Esta última, de casi 1 m de largo, se prolonga hacia la pared
exterior del abrigo. La distancia entre la abertura y el punto más bajo de la línea
semicircular mide 55 cm.

9
Fig. 7: Vista del panel del abrigo PUL-A, año 1985

Fig. 8: Dibujo del panel del abrigo PUL-A

Abrigo PUL-B

En PUL-B, los motivos se presentan de manera algo diferente. Gracias a una superficie
plana mayor en el fondo del abrigo el autor o a los autores de las pinturas contaron con
más espacio para su obra pictórica, lo que les permitió pintar dos escenas similares, una
encima de la otra (figs. 10a, 10b y 11). Cada escena está compuesta, como en PUL-A,
de un camélido y una línea semicircular que lo encierra. Contrario a PUL-A, sin
embargo, los dos camélidos de este panel están representados con las patas hacia arriba
como si estuvieran cayendo en un hoyo.

El camélido de la escena superior es el más grande de los tres registrados en Pulpitoqasa


(fig. 9). Mide 60 cm del pecho hasta la cola y 24 cm de ancho en la parte céntrica del
cuerpo. El cuello es menos largo que el del camélido de PUL-A. Tiene 20 cm de
longitud y un grosor de 4 cm, en correspondencia con el mayor tamaño del animal.
Termina en una cabeza corta de 15 cm de largo. La línea gruesa que encierra al
camélido, tiene en la parte superior una apertura de 90 cm. La distancia entre la abertura
y fondo mide 70 cm.

10
Fig. 9: Escena de caza/captura en la parte superior del panel
de PUL-B, año 1985
(Foto tratada con DStretch.ImageJ, canal “lds”)

En la escena de abajo, el camélido es representado en sentido contrario al de arriba. Es


de dimensiones notablemente más pequeñas, midiendo solo 44 cm de pecho a cola.
Parece representar una cría. Sus extremidades son largas y delgadas y terminan en los
típicos dedos pares de los camélidos igual que en los otros dos animales. La apertura del
semicírculo, sin embargo, tiene las mismas medidas que las del “hemiciclo” en la parte
superior. No se pudo medir la altura del semicírculo por haberse borrado la parte
inferior de la línea. También se ha borrado la cabeza y parte del cuello del animal.

En ambos camélidos, el interior del cuerpo, entre las ancas y el pecho, ha sido llenado
con rayas oblicuas, ya apenas discernibles (sobre esta técnica de estriado ver artículo
sobre Sumbay, Hostnig 2009).

Los tres camélidos de Pulpintoqasa parecen representar vicuñas por la gracilidad de sus
cuerpos y la forma de la cabeza.

Las pinturas de PUL-A y PUL-B están hechas con un pigmento de color rojo oscuro. La
tonalidad, de acuerdo a la nomenclatura de MUNSELL, corresponde al "Dark Red,
HUE 5R, 3/8" (rojo oscuro, tonalidad 5R 3/8), característico de las pinturas
precolombinas tempranas de la región.

11
Fig. 10a: Panel de PUL-B, año 1985 Fig. 10b: La misma fotografía
tratada con el programa DStretch.ImageJ,
canal de color “ire”

Fig. 11: Dibujo del panel de PUL-B

En el panel del abrigo PUL-B se observan pequeñas manchas redondas de color claro en
medio o alrededor del camélido en la parte superior, debido al desprendimiento de la
pátina de la roca. Estos daños pueden haber sido ocasionados por piedras lanzadas
mediante hondas de parte de niños pastores en épocas más recientes.

12
Interpretación de las pinturas

Por la combinación de los dos elementos en la composición pictórica de los paneles de


Pulpintoqasa -camélidos en posición de caída y semicírculo que los encierra
parcialmente- deduzco que se trata de escenificaciones de la caza o captura de
camélidos mediante el uso de trampas a manera de fosos u hoyos (naturales o cavados).
Corrijo con ello mi primera propuesta de interpretación (Hostnig 1988) según la cual el
sistema de caza representada sería el de “desbarrancamiento intencional” de los
animales. Resulta que al elaborar mi primer artículo sobre las pinturas de Pulpintoqasa,
aún desconocí el estudio de Trinidad Aguilar Meza sobre trampas precolombinas para la
caza de camélidos en la zona altoandina entre las provincias cusqueñas de Canchis y
Canas, cuyo resumen fue publicado en el mismo compendio de artículos sobre “Pastores
de llamas y alpacas” compilados por el antropólogo cusqueño Jorge Flores Ochoa
(1988).

Aguilar logró diferenciar dos tipos de trampas: una, en forma de embudo, compuesto
por dos muros largos que en su parte superior se cierran en un foso circular amurallado.
Este foso, según la autora, “puede encerrar hasta veinte o treinta animales, …. dando la
posibilidad de selección para trasquila o matanza”. El segundo tipo consta de “un foso
rectangular amurallado con un promedio de 2.5 m de largo por 0.4 m de ancho, con dos
canchas laterales unidas al foso, formando callejones conductores” (Aguilar, 1988:61).
Según Aguilar, con este segundo tipo de trampa sólo un animal habrá caído en el foso,
mientras que los demás entraban en las canchas laterales debidamente controladas por
los cazadores (fig.12). Concluye que por la cantidad de trampas registradas, éstas
“sugieren haberse usado en la caza de vicuñas que hubo en abundancia en esta área”.
Los siguientes dibujos ilustran los dos tipos de trampas.

13
Fig. 12: Sistemas de trampas con integración de fosos
para capturar camélidos silvestres (Aguilar 1988:64)

14
Fig. 13: Sistema de caza del tipo “trampa A” según Trinidad (1995).
El dibujo está en posición invertida para mostrar la analogía con las escenas pintadas

Es muy probable que sea la “trampa con pozo” del primer tipo la que vemos
representada en las pinturas rupestres de Pulpintoqasa. Hace falta una prospección
arqueológica de la superficie de las punas aledañas al sitio para eventualmente
identificar evidencias de este sistema de caza en el terreno.

A pesar de nuevos hallazgos de pinturas rupestres arcaicas en las provincias apurimeñas


de Grau, Antabamba y Aymaraes en los últimos 20 años, ya no se encontró nuevas
representaciones de este tipo particular de trampa para la caza de camélidos. En el arte
rupestre del sur andino abundan, sin embargo, las configuraciones de sistemas de caza
mediante cercos a manera de trampas (ver Hostnig 2010). El ejemplo más cercano se
puede observar en el panel de Pintasq’a en la provincia apurimeña de Grau, donde el
camélido no cae en un hoyo sino entra por una manga o embudo en un semicírculo o
pequeño corral, azuzado por cazadores (fig. 14). Más similitud con las pinturas de
Pulpintoqasa tiene un panel de Atico, Caravelí, en el departamento de Arequipa (fig.
15), donde fue representado un camélido con las patas hacia arriba y el cuello doblado
hacia atrás cayendo en lo que parece ser una trampa (Linares 2011).

15
Fig. 14: Dibujo de la escena principal del panel de Pintasq’a
(Pérez y Rodríguez 1999)

Fig. 15: Escena similar de captura de camélido


en Atico, Arequipa (Linares 2011:144)

Consideraciones finales

Las pinturas de los camélidos corresponden al típico patrón estilístico de la sierra


central y centro-sur de los Andes peruanos, caracterizado por animales de dimensiones
grandes de estilo naturalista y la ausencia de figuras antropomorfas (Guffroy, 1999).
Otra característica de este patrón es el tratamiento pictórico del cuerpo de los animales,
representando determinadas partes como el cuello, la cabeza y las extremidades con
tinta plana, mientras que el tronco del animal se encuentra rellenado con líneas paralelas
oblicuas. Figuras similares de camélidos se encuentran en Utcumachay e Iglesiamachay
en la provincia de Grau y en varios otros yacimientos rupestres de los Andes centrales.

16
Comparados con las figuras de camélidos en los abrigos de Cuchimachay en Lima y del
Bosque de Piedras de Huayllay en Pasco (Mayta 2000), los camélidos silvestres del
estilo naturalista hallados en los sitios rupestres arcaicos de Apurímac se destacan por
un mayor realismo en el tratamiento de las proporciones anatómicas de los animales.
Cabeza, cuello, extremidades y el cuerpo entero son bien proporcionados y no se
observa la inclinación hacia la estilización en la configuración del cuello y de la cabeza
como por ejemplo en el caso en las figuras de los camélidos de Cuchipinta/Lima o
Cuchichaqa, Junín.

En cuanto a la antigüedad de las pinturas, estimadas en la visita de 1985 de manera


conservadora en 4,000 ó 5,000 años (equivalentes al Arcaico Tardío), opino que sigue
siendo válida a manera de hipótesis de trabajo hasta que se logre corroborar o corregirla
mediante el análisis de pigmentos, es decir, la aplicación de la técnica AMS para la
datación absoluta (C14).

Agradecimiento

Doy las gracias a Matthias Strecker y a mi esposa Rosa Ana por el tiempo dedicado a la
revisión del texto, por sus sugerencias y correcciones.

¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com—

Notas
1) Pisquicocha figura entre las comunidades campesinas más afectadas por la violencia que asoló la
región de Apurímac y Ayacucho entre los años 1980 y 2000 y fue considerada en el Programa de
Reparaciones Colectivas del Plan Integral de Reparaciones por el Estado peruano (ver también:
http://alfa.minedu.gob.pe/portal/media/2006/oficios/CENTROS%20POBLADOS%20PRIORIZ
ADOS%20POR%20LA%20CMAN%20AMBITOS%20DE%20PAZ%20Y%20RECONCILIAC
ION.xls).

2) Debido a la violencia sociopolítica, hubo un fuerte descenso demográfico a fines de los años 80.
De una población comunal total de 180 en el año 1985, el censo de 1993 registró ya sólo 85
personas, de las cuales 35 eran hombres y 50 mujeres
(http://www.inei.gob.pe/BancoCuadros/Bancua20.asp?bco=14&dep=03&pro=04&dis=06&cat=
06&ccpp=1220&tit=Departamento:APURIMAC$Provincia:$Distrito:COTARUSE).

Muchos hombres cayeron víctima de la violencia o tuvieron que abandonar la comunidad entre
los años 1988 y 1989 por las frecuentes incursiones de Sendero Luminoso o de los Sinchis, el
cuerpo especial de enfrentamiento de la policía nacional.
3) En su tesis de grado de bachiller presentada en la Universidad Nacional San Antonio Abad del
Cusco, Aguilar (1986) presenta una descripción detallada y bien ilustrada de las trampas
halladas.

17
—¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com—

Cómo citar este artículo:

Hostnig, Rainer. Caza o captura de camélidos mediante trampas


en las pinturas rupestres de Pulpintoqasa, Apurímac, Perú.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/pulpintoqasa.html

2011

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2000 Quillamachay: Un centro de arte rupestre en Acobamba, Huancavelica. Arqueología y
Sociedad, Nº 13, Boletín del Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM, p.
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