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EDITORIAL Pequefia historia de una gran Ley: En el XXV aniversario del Estatuto de los Trabajadores 1. El «Boletin Oficial del Estado» del dfa 14 de marzo de 1980 publicaba el texto de la Ley 8/1980, de 10 de marzo, del Estatuto de los Trabajadores (ET). De este modo y en un periodo de tiempo de apenas quince meses desde la promulgacién de la Cons- tiucién espariola (CE), se venia a dar cumplimiento al mandato contenido en su art. 35.2. EL ET se convertfa as{ en una de las primeras leyes de desarrollo constitucional. ‘Con motivo de la presentacién del proyecto de ley ante la Comisién de Trabajo del Congreso de los Diputados, el entonces Ministro de Trabajo, Sr. Calvo Ortega, habria de manifestar que «este Estatuto constituye una primera pieza, y la més importante, de una nueva reforma laboral»; de una reforma que, «solicitada undénimemente por todos los Grupos Parlamentarios de esta Camara», nace de la necesidad de ajustar el ordenamiento juridico-laboral «a los cambios en el ordenamiento juridico-politico». Enjuiciadas desde las coneretas circunstancias concurrentes en el momento en el que fueron pronunciadas, ls afirmaciones ahora rememoradas se limitaban a exterio- tizar algunas constataciones dificilmente refutables. Apenas promulgada la Constitu- cién, todas las fuerzas politicas espafiolas, bien que no solo ellas, eran partidarias de tuna refundacién de las bases y estructuras normativas del sistema espafiol de relacio- nes laborales en un sentido acarde a los principios y valores constitucionalmente con- sagrados. Pero esas mismas palabras también formulaban un juicio de valor igualmen- te compartido: ninguna otra norma brinda- ‘ba una mejor ocasién, textual y contextual, para la instauracion de un nuevo marco de relaciones laborales que aquella que hat El transcurso del tiempo ha venido a acrecer y realzar quedado nominativamente incorporada al _la significacién del ET, articulado de la propia Constirucién que en la actualidad puede Eltranscurso del tiempoha confirmalo Alificarse como estratégica ese inicial juicio de valor sobre Iarelevan- fl doble plano politico cia del ET. O por expresar la idea con y juridico mayor precisién, el devenir histérico ha venido a acrecer y realzar la significacién del ET, que en la actualidad puede calificar- se como estratégica en el doble plano politico y juridico. Desde una Perspectiva polf RRELACIONES LABORALES® EDITORIAL Pequefia historia de una gran Ley: en el XXV Aniversario del Estatuto.. tica, el carécter estratégico del ET deriva de la habilidad demostrada por las sucesivas y diversas fuerzas politicas que han ejercido, en cada momento hist6rico, el poder legislativo para mantenerle en un terreno al abrigo de tentaciones groseramente par tidistas. Veinticinco afios después de su aprobacién, el ET es una ley refractaria a ser adscrita a una determinada ideologfa, sea ésta de la naturaleza que fuere. Desde luego, las numerosas reformas que el ET ha experimentado a lo largo de su ya dilatada vigen- cia han traducido, como no podta ser de otro modo, distintas alternativas polticas; de politica econémica o de politica social. Pero en una apreciacién de conjunto, el ET es hoy una norma que ya ha sido sancionada, en mayor menor medida, por los par- tidos politicos, por las organizaciones sindicales y por las asociaciones empresarale Al margen del distinto poder legislativo que aquellos primeres, los partidos politicos, han ejercido y con independencia de la diversa capacidad de influencia sobre dicho poder de estas otras, de las representaciones de intereses de trabajadores y empresario, todas ellas han mantenido un técito compromiso sobre la necesidad de preservar la identidad del ET y sus posibilidades de adapear las relaciones laborales al cambiante entomo. En cumplimiento de este pacto no escrito, os sucesivos reformadores del ET han sabido conciliar, dentro de limites razonables, un doble objetivo: la conservacién yeel respeto a los valores de fondo del ET, de aquellos que animaron su aprobaciGn y siguen concentrando todavia hoy el mayor nivel de consenso, y la incorporacién de nuevas regulaciones, expresivas, de manera més 0 menos abierta, de la defensa de sin- gulares intereses de grupos sociales 0, ms sencillamente, de la articulacién de conere- tas opciones politicas. Desde una perspectiva jurfdica, el carscter estratégico del ET tiene, si cabe, una mayor visibilidad. Como hicieran notar hace ya algun tiempo CASAS, BAYLOS y ESCUDERO, la posicién que ocupa el ET es de una «indiscutible centralidad», apre- ciada esta propiedad tanto en el sen del complejo entramado normativo que confor: sma nuestro sistema de relaciones Iaborales como en el propio modelo de relaciones considerado en su conjunto. A lo largo de su recorrido histérico, el ET ha logrado, gracias al continuado concurso de otras normas y de otros agentes juridicos, superar sus originarias insuficiencias, terminando por convertrse en una norma dotada de una notable capacidad estructuradora. En primer lugar y de manera sobresaliente, de los ‘elementos intemos de nuestro entero sistema de relaciones laborales, habiendo con. tribuido a la definicién y consolidacién de sus actores principales (representacién uni taria, empresario y organizaciones sindicales y asociaciones empresariales mas repre- sentativas 0 representativas en el sector), a la delimitacién de las técnicas y métodos de autorregulacién de uso preferente (negociacién colectiva, derechos de informacién © consulta y medios auténomos de solucién de conflictos) y a la configuracién de los escenarios en los que los actores utilizan esas técnicas (empresa o ambito inferior, franja, sector e intersector). Pero el ET ha colaborado igualmente a ajustar y adaptar alguno de los elementos externos a dicho sistema, como puede ser el relativo a la dis ciplina juridica del mercado de trabajo. RELACIONES LABORALES® 2I70, Dal-Ré Pero ademis de ello, el ET se ha erigido en un «enc cot mg circulado y en el que ha confluido la préctica toralig & vee aa ae nuestro ordenamiento laboral (CASAS, BAYLOS y ramp Jas normas convencionales (convenios yacuerdos cr 188 cg > cfatan iden, les el ET, en funcidn de la estructura juridica asigr [itl na esperimen do y sigue actuando come ley tinica, como ley tr "a auge,® eConstitucion, supletoria, Pero también y en segundo luger, de « Suva ‘omepor el Grupo contenido laboral completo o parcial, respecto Sion y fie emtenidos ss yy desempefia funciones tan variadas como las 4 man lado, habia los reglamentos), de una ley complementarie ds , Ree "Boetaee en fin y en relacién no cerrada, de una lr rep cng ejerce, por ejemplo, respecto de la ley de | eres 2» eRe Bie 2. Las consideraciones expuestas ya’ 4a hy, te oo iD a morar el XXV aniversario de la aprob Sons (Gn gonsolidacién otras muchas. Algunas tienen un cart ccién de la que ha sido la primera ley" . 30 fey 8S Ua 0, siGn para reafirmar, una ver més, lag bora atid la nocion cho ast como de los valores superc an yg Sci, nk Seti Ms y pluralismo social, Orras tlenen, jon), lene, 7%) equivalente a na gn tivo austdnomo, fs gp en. el mis amplio fe sup Peep s tas manifestaciones (politica, Press “ads. ide ordenacién y puestas. Yes que, en efecto, meni aes sistema espaol op Mes 5 *Stieyk autonomia cién de la vigencia temporal de oportunidad para un doble emp ET enel arcode tiempo cor eta Prope Pe tareas, a desvelar las opcio Regn MO de eo & ae ili ross reformas, a detectar 1 Dane on, ta i oe Stan Cid, easy “cin parlamentaria de la cido en las relaciones de gt Ben 9 Ot en pants ‘empresarios individual ” tie te norma a las cambiant’ Mel pasa, Maco s Ura y, ‘ie, 5 wi quedé ya incorporada al cidad de la propia nc 8 asin Vee in , nag olin’ “ami, ta Comisién de: Asuntos asignados (juicio dr dag lege 12 inace, dae ¥ dead y las disfunciones La pe, Minden 2 Pega 87 4 Dinuredos. X desde envon: fe cn ©? regu gts, tin polémica de fondo qu connie. iss com "206 up, ar) Senado. El propésit lado, ora gy ode 4 Ute ae sane ae he na Soin "0, refrendada y promulgada, la nae dag lacie (gs Menta, fe una dobe y no coineidente meee 2 ia mag ig at Tita ‘Meu acepcin comdn en nuestro toria o, tal 1p Alergy * para obligat 0, en fin, tégimen emmy "0 dey Co aye PO%nes petsonales de un sueto, en pio ET, er roy Ongp, 9. ‘podia ser entendida, conforme a ciones de tr. Lay ‘e0 comparado, como el conjunto RELACIONES LABORALES® Fernando Valdés Dal-Ré Pero aden is de ello, el ET se ha erigido en un «enclave normativo» por el que ha circulado y en el que ha confluido la préctica totalidad de las normas que integran nuestro ordenamiento laboral (CASAS, BAYLOS y ESCUDERO). Desde luego, de Jas normas convencionales (convenios y acuerdos colectivos) en relaciGn con las cua- les el ET, en funcién de la estructura jusidica asignadas a sus propias reglas, ha actua~ do y sigue actuando como ley tinica, como ley minima, como ley bésica 0 como ley supletotia. Pero también y en segundo lugar, de otras muchas disposiciones legales, de contenido laboral completo o parcial, especto de las cuales el ET puede desempefiar y desemperia funciones tan variadas como las propias de una ley de habilitacin (para los reglamentos), de una ley complementari, tal como sucede con la LUSL o la LPL, 0, en fin y en relacién no cerrada, de una ley de coordinacién, que es la funcién que ejerce, por ejemplo, respecto de la ley de Derechos y Libertades de los Extranjeros. 2, Las consideraciones expuestas ya oftecen algunas buenas razones para conme- morar el XXV aniversario de la aprobacién del ET; pero también pueden evocarse otras muchas. Algunas tienen un carécter simbélico. En tal sentido, la conmemora ign de la que ha sido la primera ley lahoral del perfodo constitucional brinda la oca- si6n para reafirmar, una ver mas, la defensa del Estado social y democrético de Dere- cho asi como de los valores superiores de su ordenamiento: libertad, justicia, igualdad y pluralismo social. Otras tienen, en cambio, un alcance n s sustantivo. La celebra- cign de la vigencia temporal del ET, como de cualquier otra norma legal, presta la ‘oportunidad para un doble empeito intelectual: el ejercicio de la critica, en sus distin- tas manifestaciones (politica, social o juridica, entre otras) y Ia formulacién de pro- puestas. Y es que, en efecto, interrogarse sobre el itinerario normativo seguido por el ET enel arco de tiempo comprendido entre 1980 y 2005 estimula, entre otras muchas tareas, a desvelar las opciones de politica de derecho a las que han servido sus nume- rosas reformas, a detectat los cambios que, a resultas de esas reformas, se han produ- cido en las relaciones de poder entre los actores sociales o entre los trabajadores y los ‘empresarios individualmente considerados, a conocer el grado de satisfaccién de la norma a las cambiantes demands sociales (juicio de adecuacién), a observar la capa- cidad de la propia norma para alcanzar, en cada momento, los objetivos que le fueron asignados (juicio de efectividad) o, en fin, a denunciar las insuficiencias de la norma y las disfunciones de las soluciones técnicas seleccionadas, proponiendo los oportunos cambios. El propésito de estas Ifneas no es, desde luego, el tratamiento, ni en profundidad ni en superficie, de los temas enunciados o de otros de alcance semejante. Con bas- tante menor ambici6n, me limitaré a reliza algunas anotaciones mindsculas ala his- toriao, tal ves, ala infrahistoria de una ley que debe ya escribirse con mayésculas. ésce un atributo de grafia que quiere hacer justicia, desde luego, a la historia del pro pio ET, en la que se resumen y compendian de manera ejemplar tanto las transforma- Ciones de toda indole habidas en el universo de las relaciones laborales en Espatia EDITORIAL / Pequefia historia de una gran Ley: en el XV Anivei ‘como, mas en general, las reivindicaciones, las tensiones, las expectativas, las frustra cciones y las realizaciones de una buena parte de los miembros de la sociedad espafio- lay de los grupos sociales en que ellos se integran. Pero la dignidad de la maytiscula también debe asignarse y por idénticas razones a la propia ley; a una ley que, pese a las criticas a las que puede hacerse acreedora, tiene en su saldo, entre otros muchos resultados positivos, el haber contribuido a la afirmacién y consolidacién del valor de la autonomfacolectiva, entendida la nocién no s6lo en su sentido més estricto, como equivalente a poder normativo, sino también en el mas amplio de método de ordena- cién y gobierno del entero sistema espaiiol de relaciones laborales. 3, De entre todos las preceptos dotados de un contenido laboral expreso y discuti- dos en las cdmaras legislativas con motivo de la tramitacién del texto constitucional, el relativo al «estatuto de los trabajadores» fue, muy probablemente, uno de los que menos debate origin6. En [a versién elaborada por la ponencia elegida en el seno de la Comisién de Asuntos Constitucionales y Libertades Pablicas del Congreso de los Diputados, el ‘entonces art. 30, tras reconocer en sus dos primeros niimeros una serie de derechos y deberes laborales individuales (derecho al trabajo y deber de trabajar, libertad de pro- fesién u oficio, promocién «personal» a través del trabajo y derecho a una remunera- cién suficiente, sin que en ningin caso pueda haber «discriminacién por razén de sexo»), disponia en su niimero tercero que «para hacer efectivo el derecho reconoci- do en los parrafos anteriores la ley regulard un estatuto de los trabajadores» [Al resefiado precepto se presentaron cinco enmiendas. La primera solicitaba la supresién de dicho precepto por resultar «obvio». La segunda, dirigida a «mejorar el contenido», proponta, como redaccién altemativa, la siguiente: «se regulard por ley La tercera enmienda resultaba coincidente con la anterior tanto en su motivacién como en su formulacién. La cuarta oftecfa una redac- ign parecida, bien que no idéntica, del precepto; era ella ésta: «Por ley se regular un Estatuto de los trabajadores». La tiltima enmienda, en fin, pedta igualmente la supre- sién de aquel pasaje, sin ofrecer la oportuna motivacién un estatuto de los trabajador Una ver examinadas y discutidas, la Ponencia acord6 por mayorfa, y con vistas a «simplificar la redacci6n de este apartado», aceptar en parte tres de las mencio- nadas enmiendas, proponiendo una nueva redaccién del siguiente tenor literal «La ley regulard un estatuto de los trabajadores». A lo largo de los debates habidos en la Comisién de Asuntos Constitucionales, el texto elaborado por la Ponencia no habrfa de experimentar modificacién alguna en su contenido, sin que, de otro lado, se abriese la més liviana discusién. De ahf, que en el texto del proyecto de Constitucién dictaminado por la propia Comisién se mantuviera aquella literali- dad, sin mas alteracién que el mero cambio de ordinal: el art. 30.3 pas6 a ser el att 32.2. El Pleno del Congreso de los Diputados, en fecha 11 de julio de 1978, apro- RELACIONES LABORALES® Fernando Valdés Dal-Ré b6 por una muy amplia mayoria la propuesta del dictamen de la Comisién de Asuntos Constitucionales. En su trdnsito por el Senado, el contenido del art. 32.2, que habia de ser ya iden. tificado con su actual numeracién, con Ia del art. 35.2, tampoco habria de experimen- tar reforma alguna. No obstante, el debate en el seno de la Comisién de Constitucién tuvo mayor interés como consecuencia de la enmienda presentada por el Grupo Socialistas del Senado. En ella, se proponfa una especificacién de los contenidos sus- tantivos de la ley reguladora del Estatuto de los Trabajadores, que, de un lado, habria de fijar el nnarco jurkdico general de la relacion laboral y, de otro, establecer las con: diciones mfnimas de los trabajadores y sus condiciones personales. En el turno de réplica a la intervenci6n del senador cen- El Estatuto de lo: trista, Sr. Pérez Puga, solicitando su deses- Trabajadores ha contribuido a timacién, ol senador socialista, Sr. Vida 1a afirmacién y consolidacién Soria, manifestaré, tras lamentar que la centnienda no fuera a ser admitida, que , modelo éste que, en el propio texto constitucional, se expresa en tres pilares basicos: «la contraposicién de intereses en el mundo de! trabajo, la autonomfa colectiva de las partes sociales y el otorgamiento al Estado de la correspondiente potestad normativa ‘en materias laborales». «El término Estatuto —seguird razonando la mencionada exposicién de motivos—, de acuerdo con nuestra tradicién hist6rica, supone, princi palmente, la articulacién de la situacién juridica de una pluralidad determinada de sujetos juridicos y, por ende, de sus derechos y deberes. En tal sentido, se pronuncia la Constitucién, pues de ella se desprende, sin duda alguna, que el Estatuto de los Tra- bajadores es la norma estatal que establece y garantiza los derechos y deberes de los trabajadores por cuenta ajena Con tan sobria argumentacién, el prelegislador procedta a despachar la polémica sobre el contenido y alcance de la locucién constitucional acerca del «estatuto de los RELACIONES LABORALES® Fernando Valdés DaL-Ré trabajadores». Y lo hacfa utilizando un razonamiento manifiestamente evasivo y ses- ¢gado del fondo de esa polémica. Como ya se ha tenido oportunidad de hacer notar, el cconcepto estatuto designa, en nuestro lenguaje jurfdico més clasico, el régimen nor- mativo aplicable a ciertos sujetos, en funcién de sus condiciones personales. Pero no era ese el nico sentido que podfa atribuirse al vocablo empleado por el ar. 35.2, con el que, muy probablemente, quiso darse al legislador ordinario la oportunidad de incorporara nuestro sistema de relaciones laborales los contenidos normativos con los que, en Ia experiencia sindical europea, sobre todo la italiana, se haba terminado por identificar esa afortunada nocién de sfntesis en que se habfa convertido el «estatuto de los trabajalores>. Dicho ext otras pitabras, el Gubiesiy Lentrista, en ejewciciv de sus legitimas opciones politicas, podta haber optado, como asf lo hizo, por atribuir a la expresién constitucional «estatuto de los trabajadores» su sentido més tradicional. Pero ese ejercicio no debis de haberse efsctuado transformando el caricter abierto del art. 35.2 CE en una trinchera en la que quedaban excluidas, ya de raf, otras alterna- tivas. Enjuiciada con perspectiva histérca, la interesada confusin entre una y otra, entre opeién politica ¢ interpretacién constitucional, resultaba expresiva de una evi- dente desafeccién constitucional. O como con acierto habria de razonar la enmienda a la totalidad presentada por el Grupo Parlamentario Andalucista, implicaba «igno- rar el proceso de elaboracién hist6rica de la Constitucién y cancelar su espiritu com- promisario». 6. El 10 de julio de 1979, es decir, pocos dias después de la publicacién en el BOCG del proyecto de ley del estatuto de los Trabajadores, la Unién General de Tra- bajadores (UGT) y la Confederacién Espatiola de Organizaciones Empresariales (CEOE) firmaban el que habrfa de ser el primer acuerdo interprofesional del perfodo constitucional: el Acuerdo Basico Interprofesional (ABI). Las razones determinantes de la adopcién de este acuerdo aparecen formuladas de manera clara y sin reservas, Con su suscripcién, las partes signatarias pretendfan. alcanzar «coincidencias» en orden al desarrollo de los derechos sindicales y laborales establecidos en la ConstituciGn «que eviten tensiones y enfrentamientos innecesa ros», con vistas a permitir que la legislacin «que en su dla se apruebe responda a las realidades que pretende regular y tenga de esa manera garantizado un {ndice de apli- cabilidad préctica que la haga eficaz». En relacidn con el desarrollo constitucional del art, 35.2 CE, las partes firmantes, «conscientes de la imposibilidad de conseguir una coincidencia global sobre el todo el contenido» del proyecto de ley, buseaban obte- ner acuerdos en «criterios generales y determinados puntos conflictivos establecidos en dicho proyecto». El ABI no tuvo por finalidad organizar la atin precaria autonomfa colectiva ni, ‘menos atin, prefigurar el contenido sustantivo de los convenios colectivos que pudie- ren celebrar las organizaciones asociadas a las confederaciones signatarias El objetivo del ABI fue més estructural y, si se quiere, mds politicos se trataba de concertar, sob RELACIONES LABORA EDITORIAL / Péqueta historia de una gran Ley: en el XXV Aniversario del Estatuto.. la base de los principios generales del reconocimiento del «més amplio y més profun- do juego de la autonomia colectiva de las partes interlocutoras en las relaciones labo- rales» asf como «de la presencia y actuacién de las organizaciones sindicales y empre- sariales en todos los dmbitos de las relaciones laborales», una serie de criterios «que han de reflejarse en el Estatuto de los Trabajadores y dems leyes que conforman en nuevo marco de relaciones laborales» En razin de ello, UGT y CEOE estimaban urgente la apertura por el Gobierno de sconversaciones con ambas partes» y la asuncién, por éste, «de las conclusiones> alcanzadas en el documento suscrito, con su consiguiente incorporacién al proyecto de ley del Estatuto de los Trabajadores». 7. Una ver publicado el proyecto de ley del ET en el BOCG, la presidencia de la (Céimara acordé la apertura del plazo para la presentacién de enmiendas, prorrogado ‘en dos ocasiones. Concluido éste el 7 de agosto de 1979, se formularon tres enmien- das a la totalidad (por los Grupos Parlamentarios Andalucista, Comunista y Mixto, a través del diputado Sr. Bandrés) y 802 enmiendas al articulado. El Grupo Comunista present6, ademas, un texto altemativo. El proyecto pasé a la Comisién de Trabajo para su discusién y dictamen, en cuyo seno se constituyé una ponencia cuya primera tarea fue «la ordenacién y valoracién de las mismas con arreglo a su contenido» a fin de facilitar su examen y discusién en la propia Comisién. El debate en la Comision de Trabajo del Congreso de los Diputados se celebré entre los dfas 29 de octubre a 23 de noviembre de 1979. El 5 de diciembre, el BOG publicaba el dictamen de la Comisién sobre el proyecto de ley del ET asf como las enmiendas y votos particu: ares a presentar y defender en el Pleno. La comparacién entre los proyectos de ley aprobados por el Gobierno y dictami- nnados pot la Comisin de Trabajo del Congreso de los Diputados pone de manifiesto los consensos que se habfan alcanzado entre julio y diciembre de 1979. De su lado, EL ABI constituyé la principal de a lectura de las distintas intervenclones fuente de consensos, entre los _habidas en la primera sesién celebrada por grupos politicos mayoritarios _¢l Pleno sobre el proyecto de ley también se deducen los disensos. Aludiré seguida- mente a los mas significativos, a mi juicio, de unos y otros. de la Camara, en la fase de arranque de la tramitacién parlamentaria del ET, influyendo de manera especial _& El ABI constituy6, muy probable ? mente, la principal fuente de consensos en ; el arrangue de la tramitacién parlamenta los convenios colectivos sia del ET. Conforme habria de explicar el diputado Sr. Vida Soria en su intervencion ante el Pleno del Congreso de los Diputads, el Grupo Socialista habta presentado tuna serie de enmiendas que incorporaban wel espfritu» del pacto UGT-CEOE, deter- en la ordenacién juridica de RELACIONES LABORALES® rminante, en su opiniGn, de un «cambio radicab» en el articulado del Titulo IL. Es éste tun juicio que ha de calificarse como certero. El cotejo entre la redaccién del Titulo II tras su paso por la Comisién, y ls crterios sobre la ordenacién juridica de los con- venios colectivos contenidos en el ABI arroja una notable serie de coincidencias, nin- guna de las cuales puede estimarse como secundaria 0 de tono menor. La primera coincidencia afecta a la legitimacién para negociar convenios de smbi- tos de empresa o inferiores. A este respecto, el ABI estipulaba que

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