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PTR Lid, y Tras he exgrimna sutil Lo tinico que Leyra recordeba de sa madre era que después de la cena talleba cabezas de lobos en cascara de naranja y que le cepillaba el pelo negro con un cepillo de plata, hasta que salteban chisoas, —Esas son tus ideas que tratan de escapar —le decia su madre antes de dormir. Leyra tenfa cinco aiios cuando su madre murié. A su padre no lo habia conocido. Su padre no habia dejado a su paso nada, ni siquiera eso que atin la gente que se iba yse llevaba todo solfa dejar: el rombre. La habfe criado su abuela, Vera, cue le habia ense- ado a dibujar, hasta que se dio cuenta de que la nifia aprerdia todo sola, como si en sueios Ia visitaran pro- fesores misteriosos para dare lecciones de perspectiva ¥ de luz. Dibyjada cualquier cosa que habia a mano: un caballo pastardo, un zapato de hombre tirado en la vere- da, un moline de viento. ¥ cerdos, cardas, carcos, como los que redeaban la casa donde vivian, al sur del pueblo. ‘También copiaba cibujos de viejas ediciones de las nove- las de Julio Verne, De vez en cuando los coloreaba. Usaba solo tres colores: azul, rojo, amarillo. Una tarde de octubre, mien:ras tomaba tn té en jy confiteria Las dos Aguilas, Vera Simonides, la abvela de Leyra, se concent en escucaar Io cue decfan en ting mesa vecina, Una profesora le comentaba @ otra que ung alumna del colegic Témpore habia tenido que frse a ot.y paisy que por 2so habfa tana vecante, —Una vacante, jescuchaste? —le dijo exaltada Vers, —Basta, abuele, te vena oft, —Estoy hablando en voz baja, —Se te oye desde la ctra sunta de la confiteria, Vera no Is hizo caso, y siguié kablando, No le hable- baa Leyra, en realidad penszba en voz alta. Lepra estata, termirando tercer aio, que era e!tilt:mo curso que podia seguirse en el pueblo. Si queria continuar estudianda te. nia que irse a alguna ciudad. A menos que entrase é2 el Instituto Térspore. Pero a Leyra no le gustaba la idea. —Ese colagio parece una cdrcel. Las chicas nunca s¢- Ter, y cuardo lo hacen, van en fila, como scldados, :02, us capas oscuras... —Es el mejor colegio de toda la zona. Bl pucblo %0- davia no habia sido fundado y el Témpore ya estaba alls jarto ala fabrica de tintas Apenas Vera Mlezé a su rasa se puso a elegir algunos eltre, ni el pan, ni el vaso de agua, Las otras alumaas comaban le sofa con avidez, porque siempre tenian hambre, pero Bastizna solo teria hambze de Lyra, Sus largas has temlaban en el aire, como si siguieran el rite de ura melodia que solo alla estaba destnada. —Mo tencrias que haberte presentao —dije. lLeyra no respondié. Tomaba la soa de verduras muy espacio, El plato de metal le mantenia bien caliente. —Bso va z hacer queme tenga que esforzar. Yno que- 1a esforzarme. Leyra traté de concentrar su ztencién an su lato, —Vamos 2 tener que resolver esto 2 la raanera tradi- ional ual es la manera tradicional? —preguats Leyra, * labatall x Bastiana se incliné hacia ella, como si quisiera coy, rie an seereto. No viste sala dels retratos? Hace muchos ao, cuando as alumnas tenfan que diimiralguna discusign xno asaban palabras, sino su habilidad. Leyra recordaba perfectamente la sala de los reteatog yaquellas cares marcadas con cicatrices cue eran signoy, Pregunté: —Dibujos? —Su verdadera habilidad. Un combate. Un dado, Cada una tenia un signe secteto. La esgrima sutil, asta Mamaban. La més habil erala que estampaba su marca en Jos brazos o en la cara de su rival. No bastaba un rasgu- ‘ho, Debia ser su signo, Sino, no la daban por vencedora. No podia ser la verdad. Era leyenda, pensé Leyra. ‘Un mito que circulaba de oido en ofdo, en los momentos ‘Muertos antes de las clases, 0 de cama en cama, cuan- do ‘as luces ya estaban apagacas. Y sin embargo, jqué explicacién habfa para aquellos retratos aquellas iniciales, letras griegas, os? sombrios, para diminutos corazones 0 Me imagino que si una alumna se peleaba con otra con una pluma, las echaban alas dos. ‘Los ojos de Bastians se agrandaron. Al contrario! Las autoridades aprobaban la esgri- ‘ma sutil. Consideraban que las ‘que se batian eran las mis valientes, las mas habiles, las mejores. Inclusive cuando Perdian, se les reconocia el honor de haber participado de 3. ¥eramés que una batalla: era in ritual re Bran otros tiempos, Si ahora ocurriera algo ast, echarian alas culpables. Por qué? ¢Alguien prohibié los combates? (Hay al- gar. cartel cue diga “Queda probibica la exgrima sutil”? i -2s0, yo 2¢ lo harfa con una plama, prefiero mis Fa shes. ‘Bestianz mostr6 su mano derecha. Las ufias como cu- chillos. Después se levanté y se fue, sin probar bo-ado. 63 Elviernes Leyra preparé sus cosas como para ira casa de su abuela, Después del periodo de adaptacién a la vida como interna (que excluia las salidas) le tocaba pesar el fin de semana en su casa. Bajé junto con las otras, espe- rando que su abuela estuviera abajo, pero no la vio. Aragon se acercé hasta ella —Simonides, me temo que no podré salir este fin de —@or qué no? —Dejaron esta carta de parte de su abuela. Leyra dejé caer su equipaje y tomé e! sobre que le ten- dia Aragon, La carta estaba escrita por una de las herma- ns desu abuela, Decia que Vera estaba internada y que en dos dias le darian el alta, Pero pasaria una temporada en su casa, en Azul. Volvié derrotada a su cuarto, “Deberia preocuparme or mi abuela’, pensé, pero no podia evitar pensar en st ‘misma, en su encierro, Se acercaban las vacaciones de vierno, Si su abuela no volvia a su casa, Leyra tendria que stitute Pasar los quince dfas entre las paredes del it 65 Unamatiana a profesora Fariasle pidié aLeyra que llevara ala direccién un cuaderno donde se anotaban las faltas de disciplina de las alumnas. Sus renglones decian esta frase repetida al infinite: “Hablé en clase’. Solo cambi ta el nombre de las alumnas. Muy de vez en cuando aso- maban otras faltas: “Se durmié en clase’, “Molesté a una compatiera”, “Se trepé a una estatua’, “Malgasta la tinta’. Leyra atravesé el jardin, pasé entre las columnas de la. galeria y subié las escaleras. Golpe6 la puerta, que estaba entreabierta. Como nadie respondis, entré. Enelenorme «scritorio se ordenaban plumas, tinteros y abrecartas. Buscé un espacio libre y dejé el cuaderno, De las paredes colgaban descoloridos banderines de clubes 0 colegios, tal vez intercambiados en lejanas competencias deporti- vas, Un gran cartel de latén de las tintas Témpore dec loescrito, escrito esté. El telescopio, junto a la ventana, apuntaba hacia la casa Témpore, Leyra se aseguré de que no hublera nadie cerca de la puerta. Abrié las ventanas al aire frio del in- ‘vierno y puso su ojo derecho sobre la lente. 67 ‘Tardo unos segundos en enfocar. Un camino ge gy, ros, ahora sacudides por el viento, conducia hac | casa, A pesar de los arboles, la casa podia distin. con dlaridad: las paredes blancas, os postigos pintagye de verde, el techo de pizarra. Junto ala casa habia un pe quetio lago. El agua, a la distancia, parecfa un pedaay dg vidrio. Habia un muelle y un bote. "Cuando gane la prug. ba Tempore voy a aprovechar para remar todas las tar. des’, pens6, Sus brazos se harian més fuertes, y estaria sola en medio del lago, y no habria ninguna Bastiana que laatormentase. Perdida en sus ensoaciones, dejé que los minutos Pasaran. A su lado alguien tosis, Leyra dio un salto, asustada, Bra Aragon, —iLe interesan las estrellas? Creo que de noche se ven mejor. —Querfa ver la casa Térmpore. —Sé que varias alumnas se anotaron para la prueba ‘Tempore. Usted también, me ‘imagino. Si conocieran le @s2 Témpore, harian lo imposible para no it... ~Sihubiera algo de malo, la sefora Lamarr evitarla enviar a alguien ahi, gno cierto? ‘Aragon negé con la cabeza, con aire de vesignacién: ~ ste colegio pertenece a la familia Tempore. NO 1g Gabriel Texpore, sino también a otros familiares anes: Pero si él quisiera retirar su apoyo a la sefora Lamarr, los otros aceptarian, y venderian el colegio de inmediato, a _¥ oso significa... —Significa cue si Témpore pide una ilustradora se le qviaunailustradora. S: le envia a la mejor, —jLe vaa decir a la directora que yo..? Avag6n sefta'6 la paerta. ase ahora, Simoriices. Hay coses misinteresan- tesparaver que esa casa que se cae a pedazos. Leyra bajé tan apurade las escaleras que -ropezd ene «timo escal6n. Hlunes Julia la encontré pélida y més delgade. Layra no habia comido casi nada en el En de semana. —Si renuncias a la prueba te ve a dejar en paz —le sugirié Julia. Bra el recrao largo, Salieron al jardin. —Avnque renuncie, Bastiana no me va a dejar en paz, Las otras se anctaron y no las molesta. Me tomé de blanco desde antes ée la convocatoria, desde que me —Pero las tras no sor. tan buenas. Con vos tiene miedo de perder. —Sabe que la van a elegir a ella, porque es Is favorita. —Bsle favorita de la dixectora. No de Témpore. Qaién sabelo que piensa el escritor. —#Por qué Bastiana es la favorita? {Por qué los profe- sores la dejan andar a su antojo? —Nadie vio nuncaa su familia. Pero debe venir deuna familia pederosa. Quizds emparentada con los Tempore. ~ZNole preguntaste por sus padres? —No. gTe parece una buena idea ir are Me degollaria con sus garras. gontarle algo? na —ojalé gane ella... —difo Leyra. sPor qué? —‘asivaa estar lejos del colegio por quince das, Lego al final el dfa de Ia prueba Témpore, Ie hubiera gustado que le dieran a conocer el texto gy, habia que ilustrar antes de tener que dibujar, ast poy, pensar Porque no se podia dibujar todo: haba que elegy una escena, 0 un objeto, o un personaje, y tratar de que ra en simbolo de tods lo demas. Las candidatas eran cinco. La directora las cité en el aula magna. Leyra miré a su alrededor, pero no vioa Bastiana. Cerca de ella se senté la chica que dibujaba coses diminutas. se convirtie! —i Bastiana...? —le pregunt6 Leyva en un susurto Laotra no respondis, Tenia miedo de hablar. Pero Leyra sintié ce inmediato la presencia de Basti 2a, aun sin verla: como siempra, Pata poder ver todo lo que Podie vermada delo que la Le directora dio en voz Voy a leer el texto, btu positie, pero sol estaba a sus espaldes, ella hacia, mientras Leyra no otra dibujaba, baja: Lo voy a leer con la ‘mayor len- : lo una vez, No me digan que ne ° Voy a volver a leer. Pueden hacer ut 8, No senloquevana ager” Bera de horrar, ast qe pier La directo) Prometido, Las a SCG om la Leta que hal Palabras flotaban wn, segundo en el ait? "5 cayendo de los Arboles, antes Mio de la sala, como hij de desaparecer. Ena la historia de un fabricante de méscaras que lle aba 2 un pueblo, Aunque en el pueblo la gente no fes- tebe carnaval, le empezaron a comprar esas mascaras, ut estaban hechas con arte exquisite. Ya medida que Ins miscaras iban a cada casa, el comportamiento de lee habitantes empezaba a cambiar... Mientras trataba de dibujar, Leyra sentiala mirada de Bastiana. Su mirada era algo fisico, ocupaba lugar en el «espacio, le hacta bajar la cabeza, la doblegaba, la vere “Soy le musa que la inspira’, pens5. “Entonces que ella sea mi musa también’. Recordé los ataques sucesivos, las zmenazas, la cafda, La recordé descubriendo su etiqueta enel bordillo de la capa. Su mano respondié por ella, s1 mano trazaba répido el corazén de le historia La alumna de los dibujos diminutos dibujo muchas méscaras dimimutas que colgaban de una pared. Otra hizo la mascara del diablo. Bastiana dibujé su propia care, pero sin expresién, con los ojos vacios de las mascaras. Leyra prefirié no hacer una mascara, Dibujé a una niita en el momento de abrir una caja. No se veia la mas- cara que se escondia en su interior. Solo la cara de miedo dela chica, iluminada por una luz que venia de la caja misma. Leyrale evs la hoja a la directora. ia termin6? —pregunté Lamarr. —Terminé, Todas las otras alumnas segufan dibujando, abort slarmadas porque una hubiera terminado primero. 73 La rapidez no es una Adgjar los tres cibujos? —Uno sole. Este. —3Va a competir con un solo dibujo? Bsc va a dismi- air sas pasibilidades. Leyra no dijo nada. Solo bajé !a cabeza. —May bien, puedeirse Cuando pas6 junto a Bastiana, ella ompi¢ la punta del lapiz contra el papel. tud que yo valore. {Mev a 4 ‘Aveces Leyra veia a Bastiana en el jardin, quieta, como ura estatua més. Una tarde la vio bgjo la llovizna, como sifuera incapaz. de notar que se estaba mojardo. Antes habia estado siempre en compaiiia de un. grupo de acdli- tas gue se apuraban a cumplir con sus deseos, por temor de que en vez de elegir a una victima gjena e su circu- Jo, como Leyra, sefalara a alguna de ellas. Pero Bastiana se habia cansado de sus seguidoras. Ahora estaba sola, ccmo si su odio fuera tan precioso que no puciera ser compartido con nadie. Una tarde la profesora Trau envio a Leyra a buscar unos lipices. Tenia que pedirselos a Aragén, que se ocu- paba del depésito, extendido por los sétanos del colegio. Atraves6 el pasillo y las voces le llegaron asombrosamen- te precisas. Se habia accstumbrado al murmullo eterno de las pupilas; pero ese sector del edificio siempre estabz fn silencio, porque todos los profesores y el personal de 'eescuelasabian que la sefiora Lamarr odiaba las conver Cones en vor alta. Aleaneé a of i Ieane6 a vir quela directora discutfa wun otra mujer 75 76 coma tenia que atravesar esa selay Prefiié esperar g, terminaren de hablar. —Pero el sefior Tempore ya se ha decidido... dig), otra mujer, —Be imposible que haya decidido eso. Déjerne hablar conél—la directora alz6 la voz. Leyra se asomé. La directora Lamarr era una cabera més otra que la otra mujer. Esta vestia de azul, con un viejo abrigo de piel un poco ridiculo para el campo, Tea. dria la misma edad de Lamarr. —;Para qué? Para convencerlo? —pregunté la mujer, —No necesito convencerlo de nada. Si tiene otra ofi- nién, deje que él mz convenza a mi. —El sefior Témpore est enfermo. No puede verla, —Siempre enfermo, gEs que no se va a curar nunca? —No quiero Hevarle problemas. Cualquier emocién fuerte puede acabar con su corazén. Cuando hablaba, su voz temblaba. —i¥ 4l sabe cual es mi opinién? —pregunté la directora. —Pero, seftora Lamarr, gqueé le importa a usted siel- ge aunao a otra? Todas son buenas en este coleg:0. —Usted tiene que hacerse cargo... 1 —Me hago cargo. Por eso ella esta aqui, en el mejor lugar. Noes el mejor lugar para ella... Cuando pierda, va’ quedar fuera de control, —Nada se escapa de su control, sefiora Lamarr. —Naila, mencs ella, =Las Ilevaria a les dos, pero Témpore serge solo tna. Ha estado trabsjando desde poon Bl fabricante de méscaras, y el fine esta ‘que e8 superior a sus otros libros, iere que hace tiem. cerca. Dice Qiere la mano ¢e la mejor. Leyra quiso escapar antes de que le descubricran, pero el piso de madera cruji6, * —Quign esta ahi? —pregunté la directora, Leyra aparecié de las sombras, —2Estaba escuckando? — No! Tengo que levarle estos ligices ala profesera... —Entonces vaya! ;Desaparezcal La otra mujer bajé la vista, avergonzada por el reto que acababe de recibir Leyra. por los pasillos. {Hablaben realmente de lla y de Bastiana? :0 se referian a otras dos alumnas? Sea cual fuera la eleccién de la candidata, solo habfan quedado dos. Ala noche le conté a Julia la conversacién: La directera parecia desquiciada. No le imporsaba que Terapore estuviers enfermo. Defenciaa su candidata. —A Bastiana —dijo Julia—. Siempre fue su favorita. —Lamarr tendria que aceptar Ia opinién ée Témpore —opind Leyra—. Después de todo, es él el que tiene que trabajar con la elegida Le gustabe imaginar que ella ara la candidata de Tém- Pore. Pero tenia que aceptar que no habia entendido nada dela conversacién, y que la favorita del escritor podia ser cualquiera Corri bs una semana para las vacaciones de invierno. Bra viernes, que era el dia més distendido de la semana. Al- unas alumnas se iban con sus familias hasta el domin- pala noche; se despedian de sus amigas a los abrazos, si fueran a ausentarse durante afios, y prometian truer regalos al volver. Las otras se dedicaban a pasear porel jardin, murmurando acerca de amores imaginarios ysimulando que escribian cartas a novios que vivian le josy eran palidos y sufrian de insomnio. Las més chicas jugeban a as escondidas, ocultndose detras de las esta- tuas, dejando a veces que les acariciaran la cara las ma- tos de piedra y musgo. Los profesores ya se habian ido. sragoa era el tinico adulto que se vefa, e iba de un lado a stro reponiendo tejas caidas, cambiando lamparitas 0 ca- ‘sando murciélagos. Los Hlevaba en una bolsa de arpillera. ‘veces asustaba a las alumnas acercéndoles la bolsa. Leyra era de las que no podfan salir, porque su abuela Segula en Azul. Busc6 a Julia por las aulas, pero no la am Records de pronto que ella le habia adverti- “ae una tia la pasaria a buscar: era una tia que habia 79 80 visto poces veces, pero que se habia instalado cerca gy Ja zona. A Leyra la entristecié Is idea de no poder egy. vorsar con Julia hasta el lunes a la mafiana, Odi alia yi, ‘quella llevaba de paseo. Qué podia hacer? No convent, deambular por el colegio por la perspectiva de encontrar a Bastians, Fue a la biblioteca: era un territorio libre, porque Bastiana nunca entraba alli. La sala estaba vacia. Buseé una escalera para alcanzar el estante donde dormfan los libros de Témpore, Tomé uno ~EI sétarto de los Markin- son- y comenz6 a mirar con atencién las ilustraciones. Pensé en la seflora Genta, imaginé su mano hinchada. Ese libro, que era el sitio, ye delatata el dolor en las articulaciones. Los trazos eran mas bruscos, impacien- tes. Leyra pensé: “La ilustredora nos cuenta las aven- turas de los personajes, pero también nos cuenta quele ducle la mano, que esta impaciente por terminar, que se ha quedado hasta tarde para acabar con el trabzjoa tiempo’. En ese momento entré una de las alumnas menozes —gleyra Simonides? La directora te necesita. —2A mi? gPara qué me quiere? —Dijo alge de una comperencia. —favoy, Lani ibaa salir cuando retrocedi6, como si hubiera clvidado una parte importante del mensaje, y agregé: pees ala Alvecin Ets en al depésite ere li scecconada 2O habia que hacer una estaba tan segura de querer ganar, 6@ instalarse en Ia casa de Témpore. Ya se eg prandoa la zutina del institute, Dejé et libro en la mesa, porque pensabs retomar la lecura en unos mirutos. Caminé por el pasillo en bus. ca dela puerta que conducia al s6tano, donde estaby 1 deposit. Alli se guardaban las tintas, las hojas de dita jo, los pupitres en desuso. La mayor parte de los stiles provenia de la fébrica Témpore, que habia cerrado sus puertas un cuarto de siglo antes, Avagén se ocupaba de mantener en orden ese laberinto de cas, Como venia de un pasillo Leno de luz, la penumbra del sétano la cep6: habia una sola lamparita, una gota de uz amarilla. Mas allé del alcance de la lamparita se ex- las cajas de cartén con el logotipo de la fébrica ‘Tempore. Tembién habia cajones de madera con espacio yrara ocho grandes frascos de tinta, —iSetora Lamar? —pregunts. Le lamparita iluminaba una pequetta mesa, cubier- ‘2 con un mantel de hule verde. Sobre el mantel habia una pluma: el cuerpa de madera azul, le punta brillante aguzada. Era una trampa, y habia caide tan facil que se sintié ‘mo una idiota. That6 de vetroceder, pero una pared de alumnas le ce- N6elpaso ala escalera. Tran las amigas de Bastiana. Lucian asustadzs, pete ‘franqueables, Al principio no vio mas que uniformes y S208, y oli el aliento a pasillas de menta. Bnseguila SY 0j08 corrigieron Ja imprecision de la penumbra, y vio ‘taba acostum- 81 82 cue eran tres, Las tes estaban 8 NETVICSS Que Pag Jos caramelos cen los dientes Bastiana dejé la oscuridad y se acereé a la masa, —Los combates son una antigua tradicién en elgg gio, Telo dije. “© Rastiana abri6 su mano derecha para ane Leyra contemplara, Habia visto su maléad, ahora veia su ig, ror cura. Las umlas estaban esmaltadas con alguna clase dp pintara que brillaba en la oscuridad. Ya no eram uias, eran las garres de una bestia que estaba ansiosa por emerger. —No cuiero pelear —dijo Leyra, —Claro que vas ¢ pelear. No. Cuardo quiso abrirse paso entre las seguidoras de Bastiana, las tres la empujaron hacia su enemiga. Ba- tonces sintié el rasguiio en el brazo. Bastiana se habla acercado cor. un salto silencioso y habia dado un earpx- 20 veloz, Las ufas le abrieron la camisa, ‘Se miré la herida. Un trazo rojo. Eastiana habia cr zado un limite: ahora estaban en un mundo distinto. Leyra tuvo la fugaz esperanza de ‘cue ese fuera el final del duelo esti, ya me heriste —dijo—, Perdi, Habia leido en alguna parte que los antiguos dueles sehacian a primera sargre. Bn las peliculas y en las 10" las sefores de grandes bigotes se citaban al amnanesct gn alin descampado para resolver alguna denda de Honor. Una vez que no recibia un tajo o estocada Ks ceutncantes quedaban libres de la pesada cigacién instar 0 de hacerse Matar de estiananegé con la cabeza: paraque termine, una de las dos debe ser herida en scan. ¥con el simbolo que haya clegid su cotrinean- fe Elmioes este. ‘Consus uflas, traz6 en la pared algo que parecta una L £ —gfor quéese signo? —Me llamo Bastiana Libra, yno sabias? Y este es el signo de la libra, La libra esterlina, Lo voy a dibujaren tu mejiladerecha, :Cual es el tuyo? inguno. Bastiana tomé la pluma que descansaba en la mesay selaarrojé. Leyra la atrapé en el aire. —Si melastimés, te van a echar de la escuela No. Hacé de cuenta que tengo privilegios. Que soy hija de alguien, Que nadie me puede echar, Que todos es- tin condenados a mi. Leyra apreté la pluma, ;Cémo habia que sostenerla? Cerca de la punta de metal, para conseguir mis domi- vio? gO en el otzo exxtremo, para que la estocada llegara més les? Bligié un punto medio, Ns te decidiste? Aunque no tengas oportunidad de ‘razatlo, hay que elegir un signo. Qué podia elegir? gSu inicial, la 1? Se parecia alal de Ura, Mité en un rincén las cajas de las tintas Tempore Yio el cisne, que se repet{a, a veces negro, otras rojo © azul, Era un trazo répide y senzillo. —gEntonces? gblegiste? —pregunté Bastiana, Leyra ibe a decirlo, pero la otra la hizo callar, —Skhh. No me impor‘a cual sea el signo. No vas a tener oportunidad de dibujarlo. Y Bastiana avanzé hacia ella con la mano derecha ex. tendica, en busca de su cara. 83 a sentada en una sille, lejos del esexitorio de intivectora. Les vodillas juntas, le espalda dereche, la 7, espadas y escopetas, apolilladss paserines ce elnbes de cazadoresy sobre coo, exbemg ecierv05- “Le gusta cazaral sefior Tempore? No, el que eazaba era su padre, También au abuelo, pefue el que fund la “brie de tintas ye Instituto Tem, pore Na toms lammeriandal Si, gracias. Javiera le mosteé la cocina y le presents 2 jandinero, Novak, ya suesposa Graciana, la cocinera. Elera bajo y cor. yulento, con la cara roja. Vestfa un overol Jenc de remien- dos. Ella vestie un delantal de cccina a cuadtos y parecia diez aos més joven que él. La miraron en silencio, amitad éecaminoentre ia timidez,y el xechazo. Nole sonrieronen. ringtin momento ni dijeron una palabra de bienveniéa. Se Imtaron a saladazla con una inclinadiéa decabeza. Javiera la guio hasta una gran escalera de madera. En ada certimetro de pared habia un cuadro, una fotografia exmarceda, «an plato decorado, viejas espadas 2 escopetas, cono silos habitantes de acuella casa no soporteran los spicos vacios. —Su cormitorio esta en el primer piso, igual que el niio.E segundo perterece al sefior Témpore. —Puedo verlo ahora? —No. Esté enfermo y no soporta que nadie Hay que evitar los ruides. No hay que hacer nad ae © ‘arts del tual invariasle en el que se ha convertile 6 ida, Mient-as subizn las escaleras Ley an Seana 4: eran torpes y pesados, mientras CUE Jo moleste. que ls que susp" 8 ao se ofan, Bsos zapatos anticuades de felpa, os gan sian fabricando? “Javiera abrié una puerta. Bl cuarto era grande; ung, snario enorme, una mesa, una sill 1a cama. En las pon, des, cuadres que mostraban jarrones con flores, Por lz ventana del cuarto se veia el institute. Desg esa ventana todo parecia lejano y apagado: la rigida disc, pling, el frio que endurecia las manos, la crueldad insen. sata de Bastiana. Leyra se qued6 mirando el instituto, como si miraraa lo lejos su propie vida. abe si mi dibujo le gusté al sefior Témpore? —No sé s'le gustd. $6 quelo consideré epropiads, —La seficra Lamarr no queria que yo viniera... —Lo importante es que usted esta aqui. La verdades que extrafiames a la sefiora Genta, que durante tan‘os, afios ilustré las historias de Témpore. Era muy buena, eno cree? —Si, bastante buena... Sintié un placer malicioso al usarla palabra “bastante’. —Le voy a dar algunas instrucciones. Le recomiendo anotarias. —Tengo buena memoria. —Como prefiera. El desayuno es a las ocho. Hl a sera hs doce. La cena es a las ocho. Va a comer 0? dana) i028 Xevak, que se ocupa del jardin, Bs vege’ Henao ene algtin plato proaibido por indicacién médic#? —No. Come cualquier cosa, —Mejor asi. No si ‘as que todo molesta, fento simpatia por las remilgadas # _ xo soy ast qa mujer se 2 1 pdr trabajar donde prefira, La sala est. asu dis- cogié de hombros. sicién. ea sala.. de las cornamentas de ciervos? TG Tiene buena lus. La setiora Gas pe a, sw anteceso- va peeria trabajar abi. Me acomedo en cvalquier lado. wviera ya se estaba por ir cuando volvié hacia ella we olvidaba. Ademas de la casa principal kay otra egotia,Bsti en el fondo. Aig vive Ia hermana dal se- jor Témpore, Regina, Nunca sale de ahi. Y ro tolera ser olstaéa, Usted podri caminar en direccién oeste, en diceccén este 0 en divecci6n norte, perc munca, NUNCA, debe caminar en dicecci6n sur. Bsté claro? Esta claro. —Por apropiada que sea como ilustradera, si violaesa tendva que volver al colegio o a su casa. —Nlaseticra..? —Regina. Regina Tempore. —élla no come con les demas? —Lellevamnos todo le que necesita. Nu ‘asa, Verd sus ventanas siempre con cortinas gruesas. Odia a uz inca sale de la 95 Leyra esperaba conocer esa misma noche al «efor Témpore. Fero nc Io vic esa noche, ni al dia siguiente nial otre dia Los dos hermanos, Gabriel y Regira; eran igual de invisibles, ‘Ala mafiana, después del desayuno, Javiera le trajo ura veintena de hojas escritas « maquina, A la méquira le hace falta un cambio de cinta, Al- gunes letras estan um poco empastads, sobre todolaa y ‘a ese, pero se entiends, yns? Layraledio ura mirade alas hops ~Y sino entiendo algo, no puedo ver al sefior Teme pore? —Yo puedo aclazatle si una pzlabra o una frase no se entienden. —Pero si necesito verlo.. —aPara qué necesitaria verlo? —Para conversar sobre mi trabajo Para saber qué es- pera S1de mis dibujes. —Usted es la ilustradora. Usted toma sus decisiones. ia visto otros ‘sbras publicados? o7 93 —Si, por supuesto.. Si necesita refrescar st memoria, en Ia biblioteg de abso esti todos los libros. La sefiora Genta era my, esmerada, y se proponia ser tan fiel como era posible 5, imaginacién de Témpore. Bsperamos de usted el mism, trabajo. Bs mds, serfa muy bueno que sus dibujos se par cierana los de Genta.. —Cada una tiene su estilo... —Pero es bueno que los lectores sientan que hay una continuidad entre una ilustradora y otra. Bl lector tiene que descansar en los libros, sin que haya grietas entre las palabras y el dibujo, o entre un dibujo y otto... Leyra habia empezado a dibujar imitando las ilus- traciones de unos libros de cuentos de hadas. En ese en- tonces tenia menos de seis afios y le parecfa l6gico que cualquiera comenzara asi, tratando de repetir algo que le gustaba. Pero ahora ya habia aprendido, estaba en cami- no de dibujar sus propias cosas. No queria repetir el esti- lo anticuado de Amalia Genta. Consider6, sin embargo, gue era mejor no discutir con Javiera. Preferia tomar sus Propias decisiones sin ‘proclamas ni escandalos. —Desgraciadamente no hay modo de que hable con Amalia Genta, Ella no esté en el pueblo, of decir que s* fuea vivir a Baia Blanca, ala casa de una prima. A.Leyra no le importé: no tenia ningdin interés en ha- Dlar con la sefiora Genta, sa primera noche se quedé iamévil en la cama, &2 'eoseuridad,atenta alos ruidos de la casa, Nadie oyelos ‘sidos de su propia casa, pero para el visitante tod0 € motive de alerma. El viento en las ventanas, los cruji- dos de la escalera, los muebles que acomodaban su peso ‘en una pata o en otra... Leyra trataha de encontrarle un origen a cada ruido. Esos pasos que se oan, eran los de ‘Témpore? 2¥ esa ventana que se abria y luego se cerraba? Le hubiera gustado subir las escaleras y entrar en su cvarto, decitle: “Yo gané, yo soy la ilustradora’. Pero es- taba segura de que si hacia eso la echarian de inmediato. 99 Yas: Leyra empezé a trabajar. Se levantaba ales siete, y a las ocho ya estaba desayunando zon Graciana y Koval, que eran muy callados y la miraban con desconiianza. El desayuno consistia en café conleche y tastadas con man- teca. Leyra intenté preguntarles dénde habian trabajatlo antes, cudnt hacia que estaban sn a casa, pe:o elios res pondian con monosflabos. ¥ cuando interté preguntar c6mo era el sefior Térmpore, Sraciana respondié: —De eso se ocupa la sefiora Javiera. Yo cocino, Kovak se ocupa del jardin. —Pero debe estar muy enfermo. Como no sale nunca —¢Parecemos médicas? —respondis Koval. Después de desayunar Leyza iba a la sala 7 comenza- baa leer las paginas y 2 hacer los bocetos. Se acostum- bré a trabajar bajo las cabezas de los ciervos. Cuando las Ventanas estaban abiertas, la sorabra de las coramentas «aa cobre el papel —Témpore es:4 muy contento con su trabajo —le_ ijo Javiera al tercer dia de su estadia en la case—. Yo oté que usted no me hizo caso y se aparté de la linea de 102 aasenora Genta, Pero.aél eso no parecié importare. pi, aque viene bion cue haya un aire nuevo, = podré verlo? —Todavia no, Cuando se mejore, De dia estaba animacda: ‘e gustaba dibsjar, pasear por el ardin, aventurarse més allé de la laguna. A veces se senteba en un :ronco caido para leer un libro mientras comia una manzana. Hacfa pienics imaginarios, jugaba 4 que Jalia la acompafiaba: sentadas en el 2asto, comian un sindwich 0 un lfajor de maicena 7 ella le contaba a lia cézmo iba su trabajo, y los movirsientos de esa ex- traia casa. Leyra acornaba un pozo les casas vara que Julia ($3 Julia imaginaria) no se preozupera. No he visto todavia al sefior Témpore, pero sé que esté muy interesado en mis dibujos. La cocinera y el jar- dinero son muy tranguilos yno me agctan con su charla, Y Javiera, la prima de Témpore, es come un ame ce Uc~ 2 poco seria, pero solo porque tiene sobre sus hox:- bros el manejo de toda le casa. Jalia le contaba de un chico que le gustzba, alguien del pueblo, que estaba haciendo el servicio militar. Bra hijo del gerente del Benco Nacién. Habfan ido juntos al ‘inico cine del pueblo, donde caban los fines de semana 193 104 dos peliculas en continuado. Zodow los datos habian ‘aly, ede ura delascartas de Julia, Bl soldaco tedayig yombre; Julia Io Hama Esteban, Sebastidn, Mae iompre conan noxabe distinto. No impor‘aba, rer 8 invgis eonvevsaciones. Julia, cada vez mas confiady.,* hablaba come si fueran navios. Me parsce que todo es0 es poce real, que todo ese mtu imaginacién —e reprochaba Leyra Y Julia, la Julia imagineria, se mostraba ofendida de que pusiera ea dude sus palabras. Leyramno le decia nada de la mujer invisible que abi. taba la casa del érbol. Julia era muy miedosa, y no quesia asustarla Ala caida del sol su dnimo decaia: el silencio de jer- inero y de la cacinera, que a la mafiana le resultaba no solo agradable sino ind:spensable (Leyra no se levanta- ba coa ganas de hablar), ala noche se valvia opresivo. Y aando se iba a la cama sentfa mas que nunca que extra- faba a su abuela. Lo peor era cuando apagata la luz, ‘Todas las noches 08.0: mismos pasos, Tenta cariosidad por saber quién 72 elque caminata. :Podia tener e! sefior ‘Térapore esos pasos eves, como de bailarina? Pero no se animabe a espiar, £€ ‘nedaba en la cama, oyendo como los pasos se acercaban, ean el escalera, pasaban frente a ella y se pe eee - se aia la Puerta de la casa, Bra Javiers, Rivel aa ted @or qué el caminzn:e nocturno tenit ers . las bed noches, con la tenacided de un So” ee lleva:ian comida a Regina? {Tan tarde? sabia que si abria la puerta al ofr los pasos, los goznes paren ruido y ella seria descubierta, Ast que decidis ore- arse pata espiarsin ser ofda. Buscé en la cocina una dotellita de aceite Jubricante que Kovak usaba para subicicleta. Dejé caer unas go:as en iosguanes de ou puerta y devolvi6 el accite a su lugar. Pro- sgabrit y cerrar la puerta: ahora no hacia ningtin ruido. Bsa noche se queds despierza en la oscuridad hasta que oyé los pasos de siempre. Se cuedé junto a la puerta. ‘a abrié lentamente. La luz del pesillo estaba eacendida. Sra apenas una lamparita de 25 vatios, pero basté para ‘juminar la cara blanca de Javiera. Era un pobre descubri- miento, porque ella esperaba ver por fin a Témpore. Ten- dria que conformarse con esa verdad. Era Javiera la que ‘bayven‘a todas las noches. Ya estaba dispuestaa volver alle cara cuando not6 que Javiera Hevaba en sus manes tma pequeiia botella. Aun- que no hubiera podido jurarlo, a Leyra le parecié que ence- rrcbe un Ifquido de color rojo oscuro. Al dia siguiente exploré las alecenas en busca de una borella semejante. No habia ninguna parecida. Habfe en elcomedor un mueble donde se guardaban las bebidas alcokdlicas, pero aquellas betellas (whisky escocés, jerez, "cognac, una botella verde en cuya etiqueta leyé la pa~ -abra chsinthe) estaban envueltas en telaraftas. Fueran ‘uales fusran los problemas de esa casa, el alccholismo 0 Secontaba entre ellos. Se pregunté qué misteriosa bebica tomaria Témpure. 105 El sefior Témpore me insistié para que uno de los cuadernos Témpore —dijo Javiera- ~ Forma: ban parte de una edicién especial. No salian ala venta: la firma los regalaba a fin de aiio. Quedan muy pocos. saviera puso ante ella un cuaderno con tapas azules, Estaba envuelto en papel de seda, liviano y traslicido. Una vez Leyra habia accmpatiado a su abuela a Buenos Aires y habia Gescubierto que en la casa Harrods envol- vian las cat ver ese papel para creer que dentro habia algo precicse. Javiera dio unos golpecitos con su dedo indice sobre Jatapa del cuaderno. —De ahora en mis hard aqui sus borradores, en vez deusar hojas sueltas, Leyra lo empezé a usar de inmediato. Le gustaba tra- bajar en sus paginas cosidas, como sia los dibujos les hi- Gera bien estar cerca unos de otros, 2n la intimidad del cuaderno, A medida que pasaban los dias, Leyra se movia con ds soltura por la casa y por los alrededores. Sabia que 15 con ese mismo papel de seda. Bastzba 108 tenia prohibidos dos lugares: la habitacién de Tempore , tr casa del fondo, a Ia que Tlamaban “la casa del érdg po pargue estuviera encima de un érbol, sino perque jg ramas deun ombii se apoyaban sobre su tejado, sin embargo, Leyra hacia lo posible por acercarse alg case. Queria ver aunque fuera la sombra de Regina Tem. pore. Pero las ventanas siempre estaban cerradas, y las cortinas cortidas. Nadie se preocupaba por reparar las tejas destrozadas, y el ombi parecia estar a punto de derribar Ja casa. Sus ramas habian entradoa través delas tejas, aflojandolas, Una tarde Leyza se acercé a Kovak, que cortaba el paste con ura podadora manual. Las cuchillas estaban desafiladas, y el trabajo le costaba al jardinero un enorme esfuerzo. Kovak parecia no advertir su presencia. Leyra le seftalé la cabaiia que estaba cerce del muelle {Qué hay ahi? —pregunts. —No sé, Desde que yo estoy, nadie abrié esa puerta —i¥ sabe dénde esta lallave? —No. —iAhi guardan los remos? —No sé, seforita. Kovak siguié podando el pasto. Las llaves de toda la casa estaban colgadas de claves, enla pared dela cocina, Leyra aprovech6 la hora de la sie ta Deseché las llaves grandes, inapropiadas para un C2" dado. Examing las otras. Se quedé con siete. Las probs. Cuando la puerta se abri, la golped un hedora mad ras himedas y lonas podridas. La luz entré con pere23- Bn las peredes habia estantes con herramientzs oxi- gadas: martillos, espatulas, destornilladores, Tarros de yinzara y botellas de aguarrds, Una lata con clavos y tor- rillas. Contra la pared habia una tosca cruz de madera, que parecia provenir de ara tumbs, porque tenia restos de tierré. Bs mi imaginacién —se dijo Leyra—. Son sclo dos rmaderas cruzadzs. ;Quién querria guardar la uz de una tumba? Enel centro del minime hatiticulo babfa un bulto cu- bierto con unalona enmohecida. Lo descubrié. Era an cis- ne. Un cisne grande, un cisne-embarcacién, Seguramente en tiempos remotos lo habrian echado a flotar por el pe- queno lago. Tal vez Témpore habia jugado con ese cisne duarte su infarcia. Con mucho trabajo arrastré al cisne hasta Ia luz del sol. Eabfa sido blanco, pero la pintura se habia saltado. Del amarillo del pico quedaban unos pocos manchores den amarillo fuerte, casi anaranjado. A través de unos pedales se movian unas aletas. La embarcacién estaba Frovista de ur. pecueiio timén. Pero el mecanismo estaba cxiade, Estuvo largo tiempo observando el mecanismo y ha- Giendo saltar con las ufas a pintura suelta. Creyé que no tenia testigos (Kovak habia abandonado su lucha contra ‘¢l pasto) pero de pronto oyS: —Seforita Leyral Leyra miré hacia la casa. Javiera venia hacia ella, ofuscada. 109 m0 Qué cree que estd haciendo? .Quién le dj que, «ia ebriresa puersa? Mire cémo est su ropa. H vestido de Leyra estaba sucio con polvillo del ryg que, restos de pintura y mobo. "Este cisne es una belleza, Quisiera dibujarto, —Devudlvalo a cu lugat. Leyra miré el cisne. No era lo mismo alejatlo de laca baiia que devolverlo a su lugar: habia una suave pendion. te, Emperé a empujarlo, sin ganas. Entonces se abrié una ventana en el segundo piso Leyra y Javiera miraron hacia lo alto, cubriéndose le cara con la nano a causa del sol, tan amarillo que era blanco, Un hombre se asom5, Més tarde Layra veria que era alto, pilido, que tenfa los ojos azules, pero en ese momen to, deslumbrada por el sol, no vio nada. La vez soné cavernosa, con una autoridad de ultra- tumba. —Déela, Javiera. —Vuelva.a la came, Témpore. Este aire fio... —Este aire nome hard nada. —Solo queria dibujar el cisne —dijo Leyra— No sabia ‘que estaba probibido. Ahora lo devuelvo a su lugar. — {Usted esla nueva ilustradore? Si. —Me habia olvidado de que existia la juventud —Ha" ‘bia un tono de asorrbro en su voz—. Puede dibuiatlo toda loquequiera, pero con una condicién. Javiera iba a decir algo paro se quedé calleda, y Lev"? tomé como un eriunfo que Témpore se dirigiera a lla. _-,Cuxilles la condici6n? —Que lo hage fl isne en el agua. Jeviera empez6 a responder, a decir que era imposible rama peligteso, pero sus palabras se pordieron, ‘rempore haba cerrado la ventana, » Me encantaria ver de nuevo al Porque aaa. Durante dos noches la despertaron los pasos de Javiera, yeontuvo sus ganas de espiar, pero la tercera abrig, solo para saber siel ritual era siempre el mismo, si todas aque- las caminatas nocturnas tenian como centro la pequetia botella. Como la vez anterior, abrié la puerta de a poco. Ahi bajaban los pasos, exactos como el tictac de un reloj, ahi ‘estaba Javiera con sus cabellos grises recién cepillades y sin recoger, y un candelabro en la mano derecha y la bo- ‘olla en la izquierda. La hubiera podido observar sin ser advertida, de no ser por una gran polilla que salté a su cara, Entonces Leyra grité. No fue un alarido, solo un pequetio gruni- do de sorpresa y repulsién, pero basté para sobresaltar a Javiera. La botella del liquido rojo resbalé de sus manos Yestallé a sus pies. Pudo percibir la ira de Javiera antes de que gritara: fue como si bubiera bajado la temperatura de la habitacion. #Qué esta haciendo aca? ;Cierre la puerta de su cuartol Leyra se agaché a limpiar: Yo laayudo. —aytdese usted misma: vayase. Esta casa ag quiere. . Leyra cerrd la puerta de la habitacién. Del otro letg Tegaba la vo2 de Javiera —Maldita, maldita, maldita... a3 114 Dio vueltes en la cama, sin poder dormir. El amanecer ‘tajo consigo el suefo, pero no por mucho tiempo. A las siete y media soné su despertador. Con la luz del dia ob- serv6 que tenia una mancha en el camisén. La botella, al romperse, la habia salpicado. La mancha tenfa un color parduzco. Busc6 una lupa y la mir6 con detenimiento: no tenia modo de saberlo con certeza, pero tenia el aspecto deuna gota de sangre. Zlémpore necesitaba sangre? {Estabe anémico? De dénde salfa la sangre para esa secreta transfusién? Una certeza acabé con todos esos pensamientos: “No, qué es- tpida soy. Javiera estaba volviendo con la botella de san- se, Bsa es la sangre de Témpore”, Javiera se la extraia, seguramente para cumplir con alguna clase de aniilisis. Pero hacia falta tal cantidad? {Una botella de casi medio litro? Después de Jas palabras de Javiera, no le quedaba otra posibilidad que partir. No podia ir a su casa, porque ?o habia nadie. Tendria que volver al colegio. ;Y sihabian aceptado de nuevo a Bastiana? 115 116 Lye yj co su eoipa peroantes ds que Mega, Ja puerta Javiera la detuve. Usted me echs —Disculpe m: sl genio. Estaba muy nerviosa. Ten, 1e cumplic con el tratamiento médico de Témpere, —3Bn qué consiste el tratamiento? Eso ro le importa. Su trabajo es dibujar. Tecmrine eutrabajo y recibiré el pago que corresponde, —Esta casa me asusta. —Es una casa vieja, nada mis. So'o faltan pocos dias Ahora no tenemos tiempo para padir al instituto otta ilustradora, La editorial ros redama el libro. Leyra no habia notaco que ningana editorial rela. mara nada, Al menos por teléfono: tcnca sonaba. Tal vez qu ni siquiera funcicnara. Javiera le quit6 la valija de la mano, in los dies siguientes Leyra se ocupé de las dos cosas a hhver: dibujar el cisney a la vee repararlo, tal como habia pedido Témpore. Primero se dedicé a la parte mecénica. Con el cisne vyoleado hacia tun lado, froté con una lija las palas que im- pulsaban el agua, para quitar el 6xido, Repuso un par de tornillos perdidos, Lubricé el mecanismo hasta compro- bar que bastaba con mover los pedales para quelas aletas semovieran. Logré reparar el timén. En los estantes de la cabaiia habia muchos tarros de pintura. La mayoria estaban vacios o con la pintura rese- ca, pero algunos escondian, bajo una capa sélida, un poco de liquido. A Leyra le gustaba rasgar con una espatula la textura tersa de la pintura seca, para ver cémo flu‘a des- de abajo el liquido escondido. Lo mas importante era reunir suficiente pintura blan- a como para pintar todo el cisne. Mezclé lo poco que ha~ bia, a pesar de que eran de dos marcas diferentes, y le alcenzé para darle dos manos ligeras a todo el cuerpo del cisne. Luego hizo retoques: amarillo para el pico, negro 117 118 para sa marca qve ns Esme siMPIE timer ays pico, azalpara los 00s ; a parecia un cise, Solo hacia falta que se ogg, alagua. : Cada tantomirabahacialaventanadelseiior Témy, espermba una seal de aprobacién, aunque fuera nay Go con la mano. Le importaban menos sus 4ibujos qieq) modo como habia restaurado el cisne. Reparar algo guy se ha roto siempre da una satisfacci6n particular, mg, intensa inclusive que la decrear algo. El que crea no sabe si tiene sentido lo que ha hecho, pero repararalgoes vol ver anstalar en el mando algo que ya tera ganado my Ingar. Reparar algo viejo es como fabricarse ana peque- a maquina del tiempo cue permite volver al pasado, aunque sea.a una minima parte de! pasado. Pero la ventana seguia cerrada. Con un trapo impregrado de aguarris traté de catse la pintura de las manos. Le quedaron pequefs manchitas negras, blancas, azules y amarillas entre les plisgues de los dedos, en las palmas, enlas musieces. Ea los dias siguientes Javiera se mostré mas amable Una tarde se acerc6 a cbservarla mientras trabajaba, algo que ¢ Leyra la paso muy nervicsa —Nunca hablamos de usted —dijo la mujer—. Cue teme de su vida Leyrahizo un desganado resumen. Era joven: el past do no le interesaba, solo el porveni. Ademis, no qe" hablarde su madre y de su abuela con una desconocidt- ge apord amarrar su entrada al colegio, la quema de es i, ]as primeras clases. ols de Julia, de los profesores, de la rutina, No spencions a Bastiana. Pero igual su antigua enemiga se ‘prio paso en la conversacin: Me pareci6 ver a una alumna alta, con las uias lar- as —ijo Javiera —Si, Bastiana Libra. — gis amiga suya? No. Soy nueva. Tengo pocas amigas —respondis, NY le parece que el colegio esti bien mansjado? Quiero deci... Realmente es tan exigente como en el pa- sade? "Bato era lo que queria preguntar’, pens6 Leyra. “No le interesan los profesores, ni las alamnas, ni Bastiana, Quiere que yo sea su informante’. —Es muy exigente. Hay materias més dificiles que otras. —Sin embargo, usted entrd hace pocos meses. Tém- pore pidié una ilustradora y la mejor result6 ser usted ¢Nole parece que eso habla mal de las otras? —No. Puedo ser buena en ilustracién, pero otras me superan en caligrafia, en bocetos de edificios, en pintura... —Sé que la sefiora Lamarr era muy temida. {Sigve siéndelo o perdi su poder? Leyra pensé qué respuesta dar. Si decia que era temi- da, la pintaria como un monstruo. Si decia que nadie lete- nia miedo, Javiera pensaria que habia perdido autoridad. —Bs respetada. Todos la respetan. 119 120 —{fambién usted? —Por supuesto. —{fambién Bastiana Libre? —Todos —dijo Leyra. Leyra estuvo atenta alos movisnientos de Javiera, para poder regresar al cuarto de Témpore a la primera opor- tunidad, Se enters de que el :rémitz -un asunte ban- cario~ babfe fallado, y Javiera tenia que ir de vuelta al pueblo, La oyé hablar con Graciana: —No me guste ir al pueble: me miran con ganas de preguntarme, pero no se animan.. — Preguntarle qué? —guiso saber Leyre. —Neda. Si segaimos vives, sponge. Er los pueslos como es:e no hay nada que hacer. Bstin atentos al vuelo de las moscas. A Ia tarde salen a Ia vereda, se sienta2, toman mae y hablan ce Las vidas ajenas. Dos dias después el Ford T volvié a partir en una ube ce pclvo y Leyra zprovechs para invadir el segundo piso, Se ofa el ruido de la maquina de escribir. Tempore @5- cribja con lentited. La puerta estaba entreabierts. Leyra la empuj. Sin saludar, atenta solo a sas propios pensamientos, jor 12g 130 —Para qué es la sangre? ‘Tempore dejé sus manos en el site y 14 mird cong 5 muy bien si se trataba de wna persona req), tan personaje escapade de tin steno, —Para mi hermana. ‘Todos los dias necesita ung sransfusign para seguir viva. No quiere verme, perp debo hacer lo posible para que siga viviendo, Pero usted cree que su hermana sigue en la cass? —Claro que sigue en la casa. Bn la casa del arbol. Esa es su guarida, su madriguera. —Me parece que no hay nadie. Todavia no revisé la ao supiera casa, pero. —iNo sele ocurra entrar ahi! Ella es muy violenta {Hace cudato que no la ve? No s —Me resulta extrafilo que nunca salga de su casa . unos meses... spor qué? Tampoco la via través de las ventanas. —{Cree que yo imagino a mi hermana? —Creo que se fue. —No puede irse, gQuién se va a ocupar de ella? —La casa esta vacia, estoy segura. Bueno, casi segt ra. Ala noche hay una luz encendida. —iY para qué querria Javiera mi sangre? —Para debilitarlo, Para que no salga de esta habitacio» —Usted esta muy sola, y la gente sola confunde le que vive y lo que suefia. Le voy a dar una prueba de le existencia de mi hermana. {Ve esos papeles? ‘Tempore sefial6 unos papeles que estaban junto a! maquina de escribir. Leyra fue hasta la mesita. A la izquierda de la maqui- a de escribir estaban las piginas que Témpore habia tipsada. Aa dececha, hojes escritas a mana, con letra di- minute. Aigunas paginas estaban abarrotedas de Zreses. En otras habia palabras sueltas. oda ia hoja vacia y en el centro la palabra “noche”. O “rojo”, pero con cada letra muy separada de les otras. Las palabras formaban edi- ficios, espirales, fores. También habia manchas de tinta que guardaben cierta armon‘a, como si estuvieran he- chas a propisito. —4Soa sus borradores? —{Mios? No. Bsa esa letra de mi hermara. i cué escride? La letra es incomprensible. —Sslo yola entiendo. Escaibe todolo que yo escribo. —Zodo le que usted escribe? —Claro, Yo soy un fraude. —No es un fraude. Es Témpore, Mi madre adoraba sus libros. —Mi hermena es la verdadera astora delos cuentos qu2 todos leen. Lo que pasa es que siempre necesito que alguier. pasara en limpio ese descrden, 252 caos vivien- xe. Frases sueltas, parrafos incemprensibles, personajes que cambian de nombre en cada pagina. Parece come si soSara las cosas que escribe; quiero decir, parece que 50- fara mientras escribe. Yo grego lo demés. Yo ordeno Uuming, abro les ventanas ée sus cuentos como usted ha abierte la ventana de m: cuarto la primera ver cue entré Sine, todo seria locura y escuridac. 332 132 Asi que usted ne es el autor. Leyra sintié una pizca de desilusién. —Soy en parte el autor. Pero la chispa la da ella —Pero si sigue dindole su sangre... usted va a mori, —Solo hasta que Regina se recupere. Hasta que termine el invierno, Hasta que la primavera Ic infeste todo con sus mosquitos y sus Huvies. Entonces ella es. tara curada. —Maiiana por la manana voy « tratar de hacer fotar elcisne, {Vaa verlo? —Claro. Yo paszabz siempre con ese cise. Miherma- na también, Habia dos cisnes, uno se hundié hace cuz- renta aos, Pero tenga cuidadc. Esté muy viejo. Aqui na hay nadie que pueda rescatarla. —El lago debe tener muy pece prefundidad. —Al contrario. Esto era una excavacién. Sacaban marmel. La empresa quebr6. Luego, en tiempos de mi abuelo, hubo una gran inundacién. Ast se forms el la guito, Es mas profundo de ‘o que parece y el fondo es de marmol La conversacion habia distraido a Leyza de su vi gilancia. Se asoms6 para ver si el Ford T se acercaba ala casa. Estaba estacionado en la puerta. {Cémo no lo habia ofdo? Tal vez el viento soplaba e direccién contraria y se llevaba los estornudas del motos ‘Tenia que salir del cuarto antes de Javiera la viera. ‘Su prisa no sirvio de nada, porque cuando gird vio @ Javiera en el umbral. Parecia estar ahi desde siempre. L& miraba con un odio que Leyra solo habia visto en Bastiana- =Le dije que no subiera, {No le ensenan en el insti- tuto la importancia de cumplir las érdenes que se le dan? _Habia una parte del texto que no entendia. Lo que no entiende son las reglas. —Yols llamé —dijo Tempore. Usted esta inmunodeprimido. Cualquier virus que traiga esta chica de afuera puede matarlo, —Yo la llamé, y la voy a lamar més a menudo. Voy a tomar el té con ella. ¥ vamos a conversar del trabajo. Seré asihasta que termine con el libro. Javiera sefialé los papeles de Regina Témpore: Tal vez ese libro no se termine nunca. Usted sabea Jo que me refiero. —Estoy seguro de que se vaaterminar —fa nadie, que la her- mena de ‘Témpore se habia ido tiempo atrés. Alertatia 153 154 a Témpore de que su entrega de sangre era una g inutil. Convenceria a la sefiora Lemarr Probs con el picaporte, pero no celia. Se acered 3 yp, ventara, La cortina ~emavilla y sucia~ dejabe espacio, Py fic:ente para mirar. Peto el cristal estaba empaiaio, Se encendié una luz dentro de la casa. Ante esa sei] de vida, la faria de Leyra desapareci6 al instants, Asus. tada, dio un paso hacia atrés, Una figura vestida de rj seacercé ala ventana. Adin a través del vidric empefiado, reconocié su cafa. El rojo, mas intenso que el de las otras capas del instituto: un color que los Zabricantes de telas yano hacian. Leyra ecczp6 hacia la casa. frend sa noche, después dels cena, cusndo Graciana y Kovake vase habian levantado, Javiera entré en lacccina. Vi sus heellas, Cuando le di !a biervenida 2 esta casa, le adverti que si se acercaba < la casa del Sr al a echaria ¢e inmediaco —Queria ver <émo era. —Quiere conocer a Regira Témpore? ,Quiere que la dejea solas con elle? Le dije que alguien mz habfa robado la capa. Usted no me crey6. Noes su caza, —gCémo que no es mi capa” La tenia auesta cuanco egué a esta casa, —Es la capa de Regine. La reconoci de inmediato, apenas usted entré en esta casa —Miabuzla la compré, —Tiene sus iniciales. MR? —Si. Maria Regina. Maria Regina Témpore. Usted Puede considerarlo un robo, si prefiere est. Esta en su 155 156 derecho, Puede pedirme dinero para una nueva gang Pero teagan cuenta que el robo también fue un acto g, justicia Ia capa ha vuelto su verdadere duefa,

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