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El Sindicalismo en El Peru
El Sindicalismo en El Peru
A través de este módulo pretendemos darles una visión crítica de la Historia del Movimiento
Sindical, mediante lecturas y actividades a resolver, complementando lo expuesto en el curso.
Buscamos de esta forma que Uds. conozcan y se comprometan verdaderamente con su
organización sindical y por ende con nuestra institución madre que le dio vida al sindicalismo
peruano. La Confederación General de Trabajadores del Perú CGTPtrabaja día a día en Lima y
provincias, a través de capacitaciones, cursos, talleres, entre otros, para mantener
actualizados, preparados y bien formados a sus dirigentes de base y a los sindicalistas de base
afiliados y comprometidos con su labor sindical. El sindicalismo de clase que nos enseñará
Mariátegui, es el marco para desarrollar en presente manual sindical.
Así, unas organizaciones sindicales fuertes y consolidadas contribuirán a través del diálogo y la
participación social, a una mejor distribución de la riqueza y ampliación de oportunidades, con
el objeto de eliminar o reducir las desigualdades y la exclusión social; objetivos que podrán
alcanzarse mediante la aplicación de políticas públicas como mecanismo democrático.
Conclusuiones
1.1 LOS INICIOS DEL MOVIMIENTO SINDICAL PERUANO Con la derrota en la guerra con Chile,
el consecuente agravamiento de la crisis económica y la pérdida del control de los recursos
productivos claves se sentaron las bases para la integración del país al sistema capitalista
mundial -que entraba en su fase monopólica - en condiciones de radical dependencia que
lo condenarían en adelante a la condición de exportador de materias primas, cancelando la
posibilidad de un desarrollo autocentrado.
1.2 LOS INICIOS DEL SINDICALISMO Cuando hace más de 200 años, en Inglaterra, florecía la
industria, la clase obrera, joven y sin experiencia, probaba recién formas organizativas y
sus respuestas, de una manera que ahora nos parecería de lo más inverosímil, por
ejemplo: los "Ludistas", pasaron a la historia por considerar que los traba-jadores deberían
organizarse, para destruir las máquinas, fruto de la tecnología del vapor, según ellos era la
mejor forma de evitar el d e s e m p l e o . O t r o s , l o s denominados "Cartistas" sentían
que no había mejor forma de evitar la represión que ya a tan temprana edad sufrían, que
organizar una sociedad que se comunicara por medios epistolares, por canas (de allí su
nombre),
Conforme las grandes usinas se iban extendiendo por toda Europa y se acrecentaba la
experiencia de los trabajadores, éstos optaban por otras formas de organización. La mayor
toma de conciencia acrecentaba su sentido de solidari-dad, a esto hay que añadir que apareció
un criterio nuevo, el “Internacionalismo”, concepto éste que los llevó a dotarse de una
organización Internacional y con-forme se asumía como "Clase" explotada, se propuso
objetivos políticos, fue así que durante decenios la organización de la Clase no sólo trascendió
las fronteras de los países, sino que no hizo distingos entre las tareas políticas y las sindicales
propiamente dichas, fueron las épocas de la I Internacional, en la que convivieron los utópicos,
anarquistas, marxistas, etc; cuya organización era de estructura mundial (más precisamente
europea) con secciones en cada país. Como puede verse sus reclamos también tenían
dimensión general como es el caso de la lucha por las "Ocho Horas”. Derrotada la experiencia
de la I Internacional y su obra máxima: la Comuna de París, la organización de los trabajadores
cambió radicalmente:
Como se puede apreciar este no sólo fue un cambio de tipo organizativo, fue ante todo un
cambio político y de concepción, que es el que nos rige hasta hoy en todas las variantes
sindicales.
Orígenes. El Movimiento sindical en el Perú es fruto del desarrollo capitalista. Antes sólo
existían Movimientos de Productores. El contexto socioeconómico en el que se desarrollan
estos últimos es el de capitalismo mercantil y artesano (talleres).
Etapas.
- Aunque el gran tronco del sindicalismo moderno es el Anarco Sindicalismo, sus raíces pueden
encontrarse en el Gremialismo y el Mutualismo.
- Luego vendría el Anarco Sindicalismo, el cual dominaría la escena laboral en las tres primeras
décadas de este siglo y sería sucedido por el Sindicalismo Clasista.
- En los años 30, también se ensayan variantes que buscan un sindicalismo apolítico, entre
ellos el sindicalismo revolucionario y otros de tipo confesional.
- Pasada la represión de Odria, (ochenio) el sindicalismo renace fuertemente influenciado por
las corrientes mundiales en boga:
- Sindicalismo de Clase
- Sindicalismo Libre
- Sindicalismo Cristiano.
Concepciones.
El Mutualismo considera las ideas de los socialistas utópicos, (Prudhon) en el sentido que la
pequeña propiedad y el artesanado seguirán siendo los factores de mayor peso en la
producción social. Para ellos, la organización por excelencia eran las cajas mutuales, las cuales
eran consideradas además, un arma de lucha contra el estado y la opresión.
Estructuras Organizativas.
• El Mutualismo se corresponde con un modelo traído desde Europa, en el siglo pasado que
son las Cajas Mutuales. Básicamente se asentaba en la captación de cuotas de afiliados, para la
creación de un fondo que les sirviera de ayuda mutua en caso de desastres, accidentes,
siniestros. Su funcionamiento era sobre la base de un Comité Directivo, no eran comunes las
asambleas. La aparición de la gran empresa y con ella del proletariado, pone en crisis este
modelo.
Imperialismo
¿Qué es el proletariado?
El "proletariado" es el conjunto de personas que para vivir están obligadas a vender su "Fuerza
de trabajo", es decir su capacidad de trabajar. Por esta labor reciben un "salario". Se les
denomina "proletarios" cuando surgen a inicios del capitalismo, la única propiedad que
disponían era su prole, es decir sus hijos. Hoy en día, el término proletariado engloba no sólo a
los obreros sino a todos los trabajadores que reciben un salario o sueldo dentro del
capitalismo, a todos los asalariados.
¿Qué es el sindicalismo?
Es un movimiento social que comprende una práctica y un discurso de defensa de los derechos
de los trabajadores frente a los patrones. El sindicalismo surge como un mecanismo de
defensa de los débiles, de los explotados frente a los poderosos. Dentro del mismo existen
diferentes corrientes basadas en las ideologías políticas o sociales, pero un principio común a
todos ellos es “la unión hace la fuerza”.
En los primeros 30 años del presente siglo, son dos los gobernantes que cubren la mayor parte
del período: José Pardo (Presidente de 1904-1908 y 1915-1919) y Augusto B. Leguía (de 1908-
1912 y 1919-1930). Luego de Pardo y Leguía, t o m a l a p r e s i d e n c i a Guillermo Billinghurst
en 1912 que representaba corrientes antioligárquicas. Su gobierno, significó una breve
interrupción del dominio civilista. El golpe militar de Oscar R. Benavides restauró el poder
oligárquico, dejando el gobierno a José Pardo. El sistema político imperante se caracterizó por
una concentración del poder, con neutralización de las capas medias y marginación casi
completa de las clases populares.
El instrumento fundamental de acción política de la oligarquía fue el Partido Civil, fundado por
Manuel Pardo en el siglo XIX, y que en el siglo XX representaba al grupo de los grandes
propietarios urbanos, de los productores de azúcar y algodón, de los comerciantes más
poderosos, de los catedráticos, abogados y profesionales proveniente de la élite social y al
servicio de los sectores dominantes, etc. Los Aspíllaga, los Pardo, los Lavalle, los Osma fueron,
entre otros, los apellidos más renombrados de los oligarcas de entonces.
El segundo civilismo difería en cuestionas claves del civilismo histórico formado por Manuel
Pardo. Una vez que el guano y el salitre fueron pérdidas en la guerra y los recursos naturales
fundamentales del país como la ganadería y minería de la sierra central, la exportación de
lanas y el comercio del sur andino, el petróleo y buena parte de la infraestructura de
transportes (como los ferrocarriles y la navegación en el Titicaca) fueron entregados al capital
imperialista; la plutocracia civilista ya no podía soñar más con la posibilidad de liderar un
proyecto de desarrollo nacional. En adelante su función se limitaría a la de socia menor de la
explotación imperialista del país. Las clases dominantes en la historia peruana siempre han
sido débiles frente al imperialismo extranjero. Han optado por ser socias menores antes que
defender un proyecto nacional
Cuantitativamente no son muy significativos, un censo de 1920 señala que en Lima hay 30,255
artesanos mientras que los obreros son 7,492. La hegemonía inicial del movimiento social
pertenece a los artesanos particularmente a los panaderos que el Primero de Mayo plantean la
demanda de la jornada de 8 horas desde la federación de obreros panaderos "La Estrella del
Perú". También los zapateros jugaron un papel importante en las movilizaciones de 1912 que
llevaron a Billinghurst al poder. Fueron en este gobierno que los obreros del Callao obtuvieron
para ellos la jornada de las 8 horas. Tendrían que pasar 5 años más para que el paro obrero
golpeara a la sociedad oligárquica y la obligara a extender esta reivindicación al conjunto de la
clase obrera.
Aunque los obreros eran una minoría el estar en la capital de la república les daba una
capacidad de incidir en la marcha política del país, superiora la de otros sectores de
trabajadores. El peso de los artesanos se expresó ideológicamente en la hegemonía del
anarquismo en la primera fase de formación de la conciencia proletaria. A ésta le siguió una
fase de anarcosindicalismo que reivindicaba la actividad sindical como la forma de acción
proletaria por excelencia, demostrando una profunda hostilidad frente a cualquier modalidad
de organización partidaria, que implicaba para ellos la renuncia a la independencia de clase.
Un síntoma de lo difícil que significaba esta política es su relación con la revolución soviética,
donde se alegraban por el triunfo del proletariado ruso pero lamentaban la hegemonía
bolchevique que traicionaba la independencia proletaria.
La naciente clase obrera peruana era pequeña joven y demográficamente dispersa. Por su
concentración y su combatividad demostradas en las luchas de 1912 destacaban los azucareros
y por eso resultó importante para el Apra ganar el apoyo de ese sector proletario clave. En esta
zona se vivió un proceso de maduración en la conciencia obrera casi paradigmático: en 1919 el
proletariado rural de Chicama se movilizó y, destruyó maquinarias e incendios intencionales de
las plantaciones. Sin embargo, dos años después los obreros de la hacienda Roma iniciaron una
gran huelga con un pliego que demandaba aumento de jornales, abolición del pago en fichas
que obligaba a los trabajadores a comprar en la tienda de la hacienda y la instauración de la
jornada de las 8 horas. La época de los motines anticapitalistas llegaba a su fin.
El anarcosindicalismo fue una ideología que articulaba las principales ideas del anarquismo
junto a una práctica que subrayaba la actividad sindical. Se consideraba que los obreros eran
los portadores de la revolución social y política. El anarquismo cuestiona la existencia del
poder político y ve en el mismo la causa de los males de la humanidad. Propugna una sociedad
basada en asociaciones de productores sin representación política. El anarquismo daba
atención a la superación de los trabajadores mediante la cultura, de allí su interés en
desarrollar una cultura obrera mediante la publicación de revistas, y la fundación de
bibliotecas populares. El principal representante del anarquismo en el país es Manuel González
Prada.
Desde 1913 la lucha por la Jornada de las 8 horas se toma bandera común de la mayoría de
huelgas o movilizaciones. Estas luchas se libran tanto durante los dos gobiernos de José Pardo
como durante el de Guillermo Billinghurst, alentadas por el signo populista y reformador de
este último. Su signo central, salvo el mitin organizado en apoyo a Billinghurst y por el "pan
grande", es reivindicativo corporativo. En 1918 el trabajo del grupo La Protesta desemboca en
la constitución de la Federación Obrera Local de Lima, que asume oficial y centralizadamente
la lucha por la Jornada de las 8 horas, realizando un paro general entre los días 13, 14 y 15 de
enero de 1919, y consiguiendo dicha reivindicación en ese mismo mes.
Además de que el gobierno de Pardo creó la primera Guardia Urbana, la policía reprimió
violentamente las nuevas manifestaciones y encarceló a los principales dirigentes. La derrota
del movimiento pro-abaratamiento significa un duro golpe para la clase obrera. Muchos
dirigentes comienzan a repensar las ideas anarquistas iniciales, las mismas que reposaban en
un movimiento de protesta fundamentalmente reivindicativo y economicista.
El debate entre Haya y Mariátegui giró básicamente en torno a dos preguntas: ¿Qué es el
Perú? Es decir, como se define al país en sí mismo y en su lugar en el escenario mundial. Y la
segunda era, ¿cómo construir una sociedad mejor? Ambos pensadores, aspiraban a una
sociedad justa y democrática en el país, pero diferían en sus análisis y sus métodos. Al mismo
tiempo, ambos eran líderes de personalidades muy opuestas. Estas diferencias hicieron que el
debate entre ellos fuera más áspero.
Esta discusión resulta importante, pues implicó la discusión del país como una totalidad en su
presente y en sus posibilidades de futuro.
Odría al derrocar al gobierno, asume el control del país, y el líder del PAP Haya de la Torre se
asila en 1949 en la Embajada de Colombia y permanece allí por cinco años, hasta que la Corte
Internacional de Justicia falló a favor de dejarlo salir del país.
El Gobierno de Odría representó una dura represión para apristas y comunistas. Sus
organizaciones políticas fueron puestas fuera de la ley y sus militantes perseguidos. Asimismo,
muchas organizaciones sindicales y sus activistas y dirigentes fueron deportados, encarcelados
o asesinados.
La dictadura de Odría dio paso a una farsa de proceso electoral. Dos son las características de
este proceso, primero la irregularidad y farsa del mismo y la detención del contendor de Odría,
el general Ernesto Montagne. Farsa, porque una elección en que solo un candidato compite,
con su "compadre" en el control del Ejecutivo y encarcelado en el Panóptico el candidato
opositor no son elecciones auténticas en ninguna parte del mundo.
Luego, Manuel Odría gobernaba el Perú desde el 28 de julio de 1950 hasta el 28 de julio de
1956 en que cumplía su mandato presidencial. Este gobierno se caracterizó por la ausencia
total de libertades políticas mínimas y la represión de todos los opositores. Bustamante y
Rivero en el exilio, Haya de la Torre asilado en la Embajada de Colombia, el Partido Comunista
fuera de la ley al igual que el PAP. Al amparo de la Ley de Seguridad Interior de la República
puede gobernar sin control, un Congreso de mayoría absoluta no le impide ninguno de sus
actos.
La guerra de Corea le permitió al país cierta holgura económica, y al gobierno hacer una
apreciable cantidad de obras pública, aunque el costo de la vida subió un 92.6 % desde 1948 a
1956.
La sucesión presidencial debió recaer en el compadre del general Odría, general Zenón Noriega
Ministro de Guerra. Pero por desconfianza del general Noriega se quiso adelantar a la sucesión
y se sublevó, pero la sublevación fracasó. Odría apresó a su compadre dejándolo internado en
el Panóptico. Ante esta situación, parecía que la reelección de Odría era un hecho, sin embargo
una sublevación en 1956 en Iquitos por el general Merino y la ruptura de la cadera del general
Odría lo obligó a convocar a elecciones generales.
Tres fueron las características de este proceso. Primero, por ley el gobierno del general Odría
le otorgó el voto a las mujeres en 1956. Tema que había sido discutido desde la constituyente
de 1931, pero que por oposición de los apristas y otros sectores políticos, no se había logrado
concretar. Otra de las características es que a pesar de haber vuelto a la legalidad el PAP, más
no a su líder, esta organización no participó directamente en el proceso electoral, pero negoció
su apoyo con Lavalle, Prado y Belaúnde; para finalmente decidir su apoyo a la candidatura de
Prado. Finalmente, aparece en la escena política nacional Fernando Belaúnde Terry, que ya
había sido diputado por Lima de 1945 a 1950. En esta elección encabezaba al Frente de
Juventudes Democráticas que posteriormente, se convertiría en partido político, denominado
Acción Popular.
Una vez desarticulada la CGTP, los trabajadores carecieron de una central sindical que oriente
y lidere sus reivindicaciones y luchas. En este escenario se persiguen a los sindicalistas y se
reprime todo intento de organización gremial. Sólo algunos sindicatos locales logran subsistir
aunque de manera dispersa y sin mayor coordinación.
Durante este período la CTP fue dominada exclusivamente por líderes apristas, los cuales
siguiendo los vaivenes de la política dictada por sus dirigentes políticos, abandonó los
principios del sindicalismo clasista y empezó una práctica de conciliación de clases y lo que
después se denominó el "sindicalismo amarillo". Este sindicalismo no defiende los intereses de
los trabajadores de manera independiente y consecuente, por el contrario, responde a los
intereses de la patronal.
Asimismo, en febrero del 67, los ciento cincuenta mil afiliados a la poderosa Federación de
Trabajadores de Construcción Civil, dieron inicio a una huelga general indefinida en la que
detuvieron a sus dirigentes Manuel Díaz Salazar e Isidoro Gamarra. En marzo decretó una
huelga la federación textil y simultáneamente paralizaron sus labores los trabajadores del
Seguro Social Obrero. Poco después, a este vendaval de luchas reivindicativas se unieron los
obreros de las empresas eléctricas, los cerveceros y los maestros. En el centro de estas
acciones de masas, estuvo el mitin convocado por el CDUS en la plaza San Martín en
septiembre de 1967 y el paro nacional de octubre de este mismo año que tuvo amplio eco y
concitó la simpatía generalizada del país.
Cuando los trabajadores peruanos consideraron culminado este proceso de lucha por
conseguir una central sindical autónoma y clasista, a través del CDUS se convocó a un
Congreso Nacional celebrado entre el 9 y 14 de junio de 1968, en el mismo que se reconstituyó
la Confederación General de Trabajadores del Perú, CGTP, dando inicio a una nueva etapa en
el desarrollo de las luchas del movimiento sindical peruano y latinoamericano.
El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas
Los escándalos de los últimos meses del régimen belaundista y la reorientación del gobierno a
raíz de la nueva alianza del APRA con la burguesía emergente, favorecieron la directa
intervención de las fuerzas armadas en el proceso político, impidiéndose así, la consolidación
del proyecto populista.
Las fuerzas armadas estaban interesadas en establecer una serie de reformas que atacaran la
estructura tradicional del país de tal manera que se tranquilicen las reivindicaciones populares
a la vez que se reduzcan los lazos de dependencia del exterior.
Con la intervención militar en la Brea y Pariñas, el nuevo Gobierno cortó el nudo gordiano que
ataba la política peruana y las fuerzas armadas legitimaban su intervención en la política a la
par que frenaban el ascenso aprista que se había producido gracias al deterioro del gobierno
belaundista.
De los partidos políticos el APRAy el PC son los que mejor pueden mantener una presencia en
el escenario gracias a su presencia en organismos gremiales populares.
El respaldo popular que Velasco logra articular alrededor de su persona gracias a las medidas
de carácter nacionalista y el enfrentamiento con los EEUU una suerte de "conciencia nacional
populista" (COFIER) atraviesa casi todos los grupos sociales. Se irá formando un frente de
integración de clases con respaldo popular, es decir, un frente populista dirigido por las fuerzas
armadas. En este sentido, por ejemplo, se designa como alcalde de Lima, al presidente de la
Sociedad Nacional de Industrias como una manera de acercarse a los empresarios.
A partir de 1970, el discurso del gobierno y el sentido de su política es bastante claro, -dentro
de los límites que las opciones "terceristas" tienen- y ésto tiene una consecuencia directa
sobre la izquierda que se divide de acuerdo a la posición que se tome frente al gobierno. El
Partido Comunista que tiene una importante presencia en los medios obreros y sindicales
decide apoyar al gobierno, lo que inevitablemente devendrá en ser utilizado por éste en
determinadas coyunturas. Mientras que la llamada "nueva izquierda" que aglutina a
campesinos y capas medias se enfrenta frontalmente al gobierno.
Un dato interesante es que el golpe del 3 de octubre no significó la prohibición de los partidos
ni su persecución sistemática. El propio descrédito en que habían caído los anuló
políticamente. Asimismo, en esta coyuntura se puedo observar los débiles lazos que unían las
organizaciones políticas con la sociedad civil, en tanto sólo el APRA y el PC tenían referentes
sociales concretos a través de lo cuales aparecer en la escena política, mientras que AP, PPC y
los demás partidos debían de resignarse a estar en un segundo plano, sin voz ni voto. En esta
coyuntura los periódicos tendrán nuevamente una importancia central, pues son los que
permiten una manera de influir en las decisiones de la cúpula militar.
El problema que se plantean los actores sociales políticos luego del golpe de Velasco es ¿cómo
acceder o influir en el nuevo entorno presidencial? En este trance, los gremios tanto de
trabajadores como de empresarios van a ser fundamentales como interlocutores que el
gobierno aceptará no sin reservas.
Los primeros años del gobierno revolucionario significaron un contexto propicio para la
organización sindical. Fue el período donde el movimiento sindical dio el más importante salto
organizativo de su historia. Esto se puede explicar por la conjunción de un discurso oficial
izquierdista y promotor de la participación Popular. Un conjunto de organizaciones de
izquierda que decidieron organizar a obreros y campesinos" para la cercana revolución
socialista, y una capa de trabajadores jóvenes que estaban interesados en mejorar sus
condiciones de vida y en organizarse con este objetivo.
A partir de 1974 se empieza a definir una alianza entre el Apra y el MLR junto con los militares
de la "Misión" cuyo objetivo es controlar y copar el movimiento popular. En esta correlación
de fuerzas los periódicos vuelven a tener un papel importante, Correo por ejemplo se
convierte en uno de los voceros de las tesis del "no partido" mientras que Expreso intenta
definir una línea de colaboración con el PC y otros grupos.
La segunda fase
El Estado de Emergencia tiene efectos importantes en las movilizaciones sociales en curso. Las
horas-hombre, perdidas por huelgas, se reducen significativamente de 20,269 en 1975 a 6,822
en 1976 y a 4,648 en 1977. Las luchas se desarrollarán de manera dispersa y aislada.
Reforma Agraria
Reforma Educativa
Reforma de Prensa
Durante los años 70' se desarrolló una relación de “paternalismo clientelar”, entre los grupos y
partidos de izquierda y los nuevos sindicatos formados en la época.
Paternalismo Clientelar:
Los años 70' representaron un crecimiento importante para el movimiento sindical. En este
proceso, apoyado por el clima de tolerancia al sindicalismo que produjo el gobierno reformista
militar, los partidos de izquierda realizaron importantes esfuerzos por incrementar los
sindicatos y formar nuevas organizaciones gremiales. El Partido Comunista y los grupos como
el PCR, VR y otros grupos maoístas son los que destacan en este proceso.
Buena parte de la denominada "Nueva Izquierda" estaba formada por jóvenes de clase media
urbana, sectores de la pequeña burguesía radicalizados interesados en ser parte de las masas
trabajadoras, en cierta medida venían con una imagen "idealizada" de los trabajadores, al
darse con la realidad el idealismo se convirtió en paternalismo.
Los políticos se consideraron así mismo como "iluminados", como portadores de la ideología
correcta, la cual debían de llevar a los trabajadores, los cuales eran los encargados de "dirigir la
revolución", pero por su escasa organización y conciencia de clase, debían de ser “ayudados” o
dirigidos a su vez por los partidos,
Una primera idea es la de “dirección que necesita ser dirigida". Hay una visión paternalista de
los sindicatos, como menores de edad, que deben ser llevados de la mano, por los políticos.
Pero a la vez, los sindicatos representaban la fuerza de los políticos, por su capacidad de
afiliación y movilización. Los dirigentes sindicales rápidamente se dan cuenta que tienen
capacidad de negociar con los políticos, mejores términos en el intercambio.
Los políticos dan a los sindicatos dirección política, formación sindical y política, asesoría legal,
apoyo logístico para prensa sindical, etc.
Los sindicatos dan a los partidos, presencia en el medio obrero, masas capaces de movilizarse,
apoyo sindical que se convierte en apoyo político.
La década del 80 es donde pueden verse los principales efectos de las derrotas sufridas por el
movimiento popular. La situación del movimiento sindical podría interpretarse de distintas
formas. Por un lado, los continuos despidos y la recesión económica habían golpeado al
movimiento y en especial a sus dirigentes. Sin embargo, al final del período se habían
conseguido importantes reivindicaciones y la autoridad social de las centrales obreras era
importante. Tenemos entonces un movimiento estructural ni ente débil, pero con una alta
legitimidad y liderazgo social.
Una situación similar ha vivido diferentes movimientos populares y obreros en otros países, en
otras coyunturas. Dos casos que nos son familiares, son la situación del movimiento obrero
francés después de la insurrección de la Comuna en 1871 y los obreros rusos luego de la fallida
revolución de 1905. En ambos casos tenemos movimientos que se desempeñaron con
habilidad e inteligencia pero que fueron derrotados. En el caso francés, el movimiento tuvo
que esperar al nuevo siglo para recuperarse, mientras que los rusos, lograron una victoria en
1917. La diferencia entre ambos casos es el papel asumido por las organizaciones políticas. Los
franceses perdieron a sus principales organizaciones políticas (marxistas, anarquistas,
socialistas), mientras que los partidos rusos no sufrieron mayores darlos en 1905.
En el caso del Perú, es necesario señalar la relación de dependencia entre los movimientos
obreros y populares de los partidos políticos. Esta dependencia se expresó en que los
dirigentes gremiales muchas veces también eran responsables políticos, por lo que asumían
una doble lealtad. Esta relación de dependencia implicaba muchas veces, la organización y
apoyo económico aparte de la función de orientación y educación política. El resultado era que
los partidos de izquierda sobrevaloraban la madurez ideológica del movimiento sobre el cual
trabajaban.
El movimiento obrero, ensaya durante los 80' con diferente éxito, la misma estrategia que le
había ocasionado victorias a un alto costo: los Paros Generales. Sin embargo, salvo avances
parciales, y luchas heroicas, el balance final de esta estrategia no resulta positiva. Los paros
generales pueden entenderse desde dos puntos de vista: por un lado son una respuesta rápida
y efectista a una serie de medidas del gobierno sobre las cuales se quiere presionar para su
modificación o revocamiento. Por otro lado, los paros generales son una estrategia de
evaluación y acumulación de fuerzas, hacia formas más confrontativas de lucha política. A
nuestro entender algunas dirigencias partidarias asumieron de esta forma los Paros Generales,
mientras que el movimiento en su conjunto lo asumió según el primer enfoque. Por esta razón,
las dirigencias insistían en apoyar los paros en su afán de "acumular fuerzas" y responder al
gobierno, pero los trabajadores cada vez, evaluaban que los paros no resolvían nada
Luego del descalabro del proyecto aprista, la difícil situación económica y el incremento de la
violencia social, es fácil entender el rápido crecimiento del descrédito de los partidos políticos.
En las elecciones municipales de 1989 triunfa un independiente, Ricardo Belmont, propietario
y animador de televisión. Un año después, en medio de una acelerada polarización social y
política, producida por la estatización de la banca y el posterior enfrentamiento entre el Apra y
Libertad, la población decide romper dicha situación apostando por una figura ajena al
escenario político: Alberto Fujimori.
Diversos son los estudios antropológicos, sociológicos y políticos que explican el triunfo de
Fujimori y la relación especial que tiene con la población;, por eso señalaremos
esquemáticamente algunos puntos:
Esta imagen inicial de Fujimori, le permite acceder al gobierno y más aún, trastocar su discurso
ambiguo en un programa claramente neoliberal, sin mayores costos en cuanto a popularidad.
Sin embargo, Fujimori parece entender que los dos problemas claves del país: la implantación
de una economía de mercado libre y la derrota del senderismo resultaban imposibles de
resolver dentro de los marcos formales de la democracia representativa. Luego de dos años de
gestión, y ante una cada vez mayor oposición parlamentaria, Fujimori estrecha su alianza con
los militares y decide quebrar el orden constitucional.
El golpe de estado de Fujimori del 5 de abril de 1992 encuentra un abrumador apoyo en los
sectores populares, especialmente, los más desorganizados. Este respaldo se explica en primer
lugar por una exacerbada demanda de orden. Como han observado Cavarozzi y Paramio, los
países que desarrollan políticas populistas fracasadas o ajustes económicos que no consiguen
los objetivos propuestos de estabilidad, propician situaciones de desaliento y de inacción en
un creciente número de marginados. Una caída de expectativas resultado de esta situación
exige menos de los gobernantes, creándole condiciones favorables para obtener el apoyo de la
población. Cuando la inflación o la hiperinflación duran por un período prolongado se
producen modificaciones en la orientación de los actores sociales. Ellos le van a dar cada vez
menos importancia a los problemas de eficacia (la definitiva salida a la crisis económica)
sustituyéndolos por la efectividad (la capacidad de aplicar un programa liberal exitoso) que
estabilice las variables económicas por un período de tiempo.
Esta nueva situación es interpretada como una respuesta suficiente, sin que se presente una
presión sostenida por una mejora de los niveles de vida. Las brechas sociales no son advertidas
o no se las toma en cuenta porque para la mayoría se plantea una suerte de tregua social
sustentada en un equilibrio de mínimos: que nada se modifique, que nada se altere, que el día
siguiente sea comparable con el día anterior. Por otra parte, esta demanda de orden se
realimenta por las mismas condiciones de la recesión económica ya que ella provoca
expresiones de violencia individual o colectiva, inseguridad ciudadana y corrupción. El círculo
se cierra y otra vez por el punto que reclama la urgencia de respuestas autoritarias.
En otra línea de explicación, como señaló hace muchos años Kornhauser, en situaciones de
atomización social e hiper-adhesiones a símbolos y líderes, los medios de comunicación se
vuelven extremadamente sensibles a sus auditorios buscando reflejar y moldear la opinión
pública. Cuando los individuos no encuentran otros canales orientadores de opción se sienten
investidos de poder porque crean vínculos imaginarios con un conjunto de compañeros
anónimos. Los periodistas tienden además a utilizar las encuestas para atribuirse legitimidad
ante su interlocutor político. Cuando entre un gobernante de facto y el conjunto de la
población no existe sino el vacío político, los filtros autoritarios y las campañas periodísticas
cobran una importancia decisiva apuntalando al orden conservador implantado.
_IESI - Mejía, Carlos Manual de Historia del Movimiento Sindical 2003 FOS - IESI – CGTP
https://www.iesiperu.org.pe/wp-content/uploads/2021/03/06-
Historiamovimientosindical2006.pdf
El libro de Julio Portocarrero, Sindicalismo peruano. Primera etapa. 1911 – 19301 , se inscribe
en la perspectiva antes señalada. Es el testimonio de uno de los protagonistas de los
acontecimientos más importantes del movimiento obrero peruano: nacimiento del
sindicalismo, conquista de las ocho horas, creación del Partido Socialista y fundación de la
Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP).
Julio Portocarrero nació en 1898, por lo que el movimiento obrero que conoció y que relata en
sus memorias es el de inicios del siglo XX. Sin embargo, los primeros obreros peruanos
surgieron a mitad del siglo XIX debido a la presencia de capitalistas extranjeros “que venían a
hacer fortuna en el Perú, y contrataban mano de obra para sus textilerías, para la explotación
del guano o para el tendido de vías férreas”.
Los obreros que surgieron en esta época comenzaron a organizarse para defender sus
intereses y mejorar sus condiciones de vida, generando diversas formas de lucha, como
manifestaciones y protestas. En los años 50 del siglo XIX, los carpinteros del Callao realizaron
una revuelta contra la importación de puertas y ventanas: las arrojaron al mar. Y a mediados
de la siguiente década, artesanos limeños se amotinaron contra las tiendas de importadores
extranjeros .
A comienzos del siglo XX, nuestro país contaba con un naciente movimiento obrero y con
algunas organizaciones de trabajadores. Ya en 1901 se había realizado el Primer Congreso
Obrero, el cual dio como resultado la creación de la Asamblea de Sociedades Unidas. Según
Ernesto Yepes, en este Congreso ya se mostraban obreros de tendencias con “matices
socialistas”.
Asimismo, se habían constituido diversas federaciones, entre las que destacaba la Federación
de Panaderos “Estrella del Perú”, que …rompió con la Federación de Artesanos y se convirtió
en el eje centralizador de las luchas obreras urbanas. El 1ro de mayo de 1905, la Federación
organizó un solemne acto para celebrar la jornada internacional de los trabajadores. Allí se
acordó iniciar una lucha común por conseguir la jornada de ocho horas. En torno a esta
reivindicación unitaria, el proletariado de la capital empezó a organizarse y el movimiento
obrero tomó cuerpo.
Al igual que muchos obreros, Julio Portocarrero comenzó trabajando como jornalero en las
diversas haciendas que existían en las afueras de la antigua ciudad limeña.
Además de las labores agrícolas, los trabajadores de las haciendas se encargaban también del
pastoreo de los animales (cerdos, vacas, carneros, caballos, etc.).
Portocarrero era todavía un niño cuando comenzó a trabajar en las haciendas. Tuvo que dejar
de estudiar para dedicarse a trabajar (no culminó el primero de Primaria). En las haciendas
ganaba entre 50 y 80 centavos diarios. Luego, por recomendación de su hermana –quien
trabajaba como obrera en Vitarte– se fue a trabajar a la fábrica.
Julio Portocarrero ingresó a trabajar como obrero textil en la Vitarte Cotton Mill, en la sección
de devanadores. La siguiente descripción nos ofrece un panorama de la jornada de trabajo en
el Vitarte de ese entonces: En Vitarte, cuando llegué a la fábrica, el horario que encontré fue
de 6:30 de la mañana a 9:00 de la noche, con su cuarto de hora para tomar el desayuno, y su
hora de salida para el almuerzo. Se salía también a las 6 de la tarde para la comida y se
regresaba a las 7 para seguir trabajando hasta la noche. Ese era el horario de trabajo: más de
12 horas. El trabajo era a destajo: no existía el trabajo a jornal más que para algunos peones,
creo que en la herrería y en el rodado de pacas, pero todos los que teníamos vinculación
directa con el proceso de producción de hilados, ganábamos por lo que producíamos
Por lo que podemos observar, la jornada de trabajo era de más de doce horas; la
remuneración era principalmente a destajo; y existía el horario nocturno. Además, también
trabajaban mujeres y niños. Esta organización del trabajo se reproducía casi en todas las
fábricas de la capital.
Frente a esta situación, los obreros de Vitarte realizaron una huelga en 1911 exigiendo
aumentos de salarios y la supresión del trabajo de noche. Con aún trece años de edad, Julio
Portocarrero participó activamente en la huelga. Sin embargo, esta fue saboteada por los
gerentes mediante la contratación de nuevos trabajadores. Ante esto, se convocó a un paro
general con apoyo de las federaciones de Lima y Callao. El paro fue convocado para el 10 de
abril y fue contundente: todo Vitarte estuvo paralizado, así como Lima y Callao. Finalmente, el
presidente Augusto B. Leguía anunció la supresión del trabajo nocturno. Ahora, la jornada ya
no iba hasta las 9 o 10 de la noche, sino solo hasta las 7.
Esto fue un triunfo –señala Portocarrero–, que quizá, los que no han conocido el trabajo
nocturno, no le dan la importancia que tiene; pero fue un gran triunfo, porque no solamente
repercutió en el posterior desenvolvimiento de la vida de los trabajadores de Vitarte, en el
sentido de defender su salud, sino que repercutió incluso en estar más resueltos a constituirse
en organización.
El anarquismo en Vitarte
El grupo anarquista de Vitarte tuvo una fuerte presencia en el movimiento obrero de la zona. A
partir de la difusión del diario La Protesta, comenzaron un trabajo de ideologización y
politización de los trabajadores. Llegaron a distribuir alrededor de cuatrocientos números
diarios solo en Vitarte. Julio Portocarrero perteneció al grupo anarquista de Vitarte, el cual se
reunía en Lima con Delfín Lévano y su padre, Caracciolo Lévano, notables anarquistas de la
Federación de Panaderos “Estrella del Perú”. Entre los anarquistas limeños también se
encontraban Carlos Barba, Nicolás Gutarra y Juan Manuel Carreño, todos ellos destacados
dirigentes obreros.
A partir de 1905, los obreros anarquistas comenzaron a agitar la reivindicación de las ocho
horas de trabajo. Tendrían su primera victoria en 1913 de parte de los estibadores de la Unión
de Jornaleros de la Compañía Naviera y la Empresa Muelle Dársena del Callao. El 4 de enero se
declararon en paro. Se sumaron otros sectores obreros, como los metalúrgicos, molineros,
tipógrafos, panaderos, etc.
En la gestación de esta huelga, el gremio en conflicto –dirigido por Fernando Vera– acusaba así
el impacto de la propaganda y orientación de la naciente ‘Federación Obrera Regional
peruana’ (1913) pero sobre todo de la acción del grupo ‘La Protesta’ el que, luego de varias
asambleas previas con los jornaleros –a las que asistían Lévano, Viteri, Gutarra– consideró
madura ya ‘la preparación psicológica de las masas.
El paro dio como resultado la aprobación de la Resolución Suprema (10 de enero de 1913) que
decretaba las ocho horas de trabajo para los jornaleros del Callao. La victoria de los
estibadores del Callao motivó la lucha de otros sectores obreros. Sin embargo, no consiguieron
su objetivo y tuvieron que regresar a sus trabajos después de varios días de paro. Terminaba
así la primera conquista de las ocho horas del proletariado peruano y el primer intento de
extenderla a todos los sectores obreros.
El año siguiente, 1914, está marcado por varios acontecimientos de relevancia política. La crisis
económica, producto de la caída de las exportaciones, genera una crisis política que se
evidenció en huelgas y manifestaciones obreras y que terminó en un golpe de Estado contra el
presidente de turno, Guillermo Billinghurst. El golpe fue efectuado por Óscar R. Benavides
El carácter clasista del golpe se encuentra claramente expresado en las palabras de homenaje
que se les tributó a los hermanos Prado Ugarteche, durante el banquete que se les ofreció
para celebrar la caída de Billinghurst. El oferente explicaba que la causa de la intervención
militar se debía a que el golpe iba: ‘Contra la audacia irrespetuosa, insolente y demoledora de
las clases bajas, que habían como eclipsado a las clases dirigentes.
Benavides gobierna durante un año y convoca en 1915 a una convención de partidos políticos,
la misma que designó a José Pardo como presidente. Con esta elección, se solucionó la crisis
política. Asimismo, el aumento de las exportaciones durante 1915 alivió la crisis económica,
pero no para los trabajadores. El aumento exorbitante de la demanda internacional provocó el
aumento del precio de los alimentos. Los productores locales preferían venderlos en el
exterior.
Esta situación provocó la reacción de los trabajadores, quienes exigieron la disminución de los
precios, pero a la vez retomaron el reclamo por las ocho horas de trabajo. En Vitarte, como ya
comentamos, los obreros realizaron una huelga en 1914 contra el alza del costo de vida. En
1916, los jornaleros del Norte Chico (Huacho, Huaura, Sayán) realizaron huelgas para exigir
aumento de salarios y la jornada de ocho horas13. Asimismo, en 1917, los obreros petroleros
de Lobitos (Talara, Piura) entraron en huelga con las mismas exigencias. En ambos casos, el
Estado respondió con una brutal represión que dejó varios muertos.
La constante lucha de los obreros llevará al Gobierno a ceder ante algunos reclamos. El
presidente Pardo pidió al Parlamento la aprobación de varias leyes propuestas por José Matías
Manzanilla en 1904. El Parlamento se opuso, pero la presión popular consiguió la aprobación
de leyes que otorgaban a los trabajadores descanso dominical, obligación de proveer viviendas
y servicios médicos de parte de las minas y haciendas, entre otros. Entre estas medidas se
encontraba la Ley 2851, que decretaba la jornada de ocho horas para las mujeres y los niños.
A las 6 de la tarde del tercer día se presentó el ministro de Fomento, Manuel Vinelli, a las
gradas del Ministerio de Fomento, ubicado en el paseo Colón, junto a la Federación de
Estudiantes, en el local que es actualmente el Museo de Arte. Ahí, desde esas gradas, el
ministro leyó el decreto del gobierno que concedía la jornada de las 8 horas
La conquista de las ocho horas trajo consigo una serie de avances en la organización de los
trabajadores. Se creó la Federación de Trabajadores de Tejidos del Perú, la Federación Gráfica,
la Federación de Choferes, etc. Asimismo, se creó la Federación Obrera Regional Peruana
(FORP). “El movimiento de los trabajadores ya tenía en la Federación Textil un sustento para
buscar una organización superior. Recién después de esto, es que ha surgido la Federación
Obrera Regional Peruana; antes, no. El intento anterior de organizar la F.O.R.P. no pudo
concretarse”
En abril de 1919, por acuerdo de diversas federaciones obreras, se constituyó el Comité Pro
Abaratamiento de las Subsistencias, liderada por Gutarra, Barba y Fonkén. El Comité buscaba
la rebaja de los principales artículos de consumo y de los principales servicios. Para ello, acordó
realizar un paro general el 1° de mayo; y durante las semanas siguientes hubo varios mítines
exigiendo el cumplimiento de sus reclamos.
El 26 de mayo, el Gobierno ordenó el arresto de los tres dirigentes y de otros veinte obreros
del Callo. Al día siguiente, se convocó un paro general exigiendo la liberación de los obreros
apresados. Este fue totalmente acatado, con mítines en la ciudad, apedreamiento de casas
lujosas y saqueos a los almacenes de víveres. Los choques con la policía dejaron –según datos
oficiales– un trabajador muerto en Malambo, tres en otros lugares de Lima, seis en el Callao,
dos en Chosica, numerosos heridos en Jauja, Huancayo y Huacho.
En este contexto, Augusto B. Leguía dio el golpe de Estado del 4 julio de 1919. Los obreros
realizaron una manifestación celebrando el golpe y exigiendo la liberación de sus dirigentes
presos. El 7 de julio, Leguía se vio obligado a liberar a Gutarra, Barba y Fonkén, debido a que el
diario La Razón publicó una nota anunciando la liberación de los dirigentes y un mitin de los
mismos. Al Gobierno no le quedó más que liberarlos para no ganarse la animadversión de los
obreros. Sin embargo, poco tiempo después los deportó.
La Universidad Popular
Por acuerdo del sindicato, Julio Portocarrero se contactó con el presidente de la Universidad
Popular, Haya de la Torre, para que se dicten clases en Vitarte. La Universidad Popular
“Manuel González Prada” había sido creada por acuerdo del Congreso de Estudiantes de Cusco
(1920) y se inauguró en enero de 1921. A los pocos días, en febrero, comenzó a funcionar en
Vitarte.
Sin duda, una de las figuras más notables de la Universidad Popular en Vitarte fue Haya de la
Torre. Promovió la implementación de la biblioteca para los obreros y la realización de la Fiesta
de la Planta, un evento de recreación y compartir entre los trabajadores. “Por eso es que Haya
de la Torre tuvo tanta acogida, debido a toda esa labor en la Universidad Popular; en Vitarte
especialmente. Tuvo una gran acogida en el movimiento obrero” (p. 102). Debido a esto,
señala Julio Portocarrero, muchos trabajadores textiles de Vitarte se adhirieron, tiempo
después, al Partido Aprista.
El acercamiento de Julio Portocarrero con Mariátegui y Haya de la Torre será también el punto
que marcará su alejamiento del movimiento anarquista. Hasta mayo de 1925, Portocarrero
seguía distribuyendo La Protesta en Vitarte. Sin embargo, las críticas del diario a las actividades
de la Universidad Popular terminarán por provocar la ruptura del vínculo.
En setiembre de 1926, Mariátegui fundó la revista Amauta, que tenía como objetivo “plantear,
esclarecer y conocer los problemas peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos.
Pero considerando siempre al Perú dentro del panorama del mundo”. Al publicarse la revista,
Portocarrero se convirtió en su distribuidor en Vitarte.
Para la realización del Segundo Congreso Obrero de Lima, ya existían tendencias definidas
hacia el socialismo. En el Segundo Congreso se presentan “mociones de una tendencia
marxista, clasista o revolucionaria, que unificaban el sentir de los trabajadores hasta esos
momentos”. Las organizaciones obreras habían “entrado a un proceso de clasificación de
tendencias, orientaciones y rumbos que debería tener el sindicalismo”. Mariátegui, como
sabemos, envió un documento a este Congreso, en el cual señaló que “el lema del congreso
debe ser la unidad proletaria”, la unidad de todos los trabajadores en torno a un “programa de
acción”.
La discrepancia entre Haya de la Torre y Mariátegui está presente en la editorial del número 17
de la revista Amauta, “Aniversario y balance”. Aquí, Mariátegui define la tendencia socialista
de la revista y cuestiona la intención de Haya de la Torre de formar un partido nacionalista
“pequeño burgués y demagógico”.
Definidos los objetivos socialistas, Mariátegui y el Grupo de Lima comenzaron a trabajar. Para
reorganizar el movimiento sindical, formaron el Comité Pro 1º de Mayo, que luego se
convertiría (el 1º de mayo de 1929) en Comité de Organización de la Confederación General de
Trabajadores del Perú. Asimismo, comenzaron a publicar el periódico Labor como “extensión
de la obra de Amauta” y para que sus propuestas alcancen a un público mayor.
Durante el encuentro, hubo una discusión entre la delegación peruana y el líder de la III
Internacional para América Latina, Victorio Codovilla. El delegado argentino propuso que el
Partido Socialista del Perú debió intervenir en el problema de Tacna y Arica promoviendo un
plebiscito bajo control obrero. Para Portocarrero, eso “en un elemento de la categoría de
Codovilla, era el desconocimiento de la realidad peruana y de la realidad chilena, de las
condiciones en que desenvolvíanse los acontecimientos en aquella época, de la posibilidad que
teníamos los trabajadores de efectivamente expresar nuestro punto de vista, que luego debía
ser acogido y aceptado por los chilenos
Reflexiones finales
Además de los testimonios de las huelgas de Vitarte y de los paros en Lima y Callao; de los
congresos y conferencias sindicales y comunistas a nivel internacional; además de todo ello, el
libro ofrece como anexos importantes documentos que registran la historia obrera de nuestro
país. Actas de fundación de sindicatos, volantes de federaciones, entre otros, pueden ser
revisadas en el libro citado.
Mención aparte merecen los archivos gráficos contenidos en el libro. En diversas páginas de
Sindicalismo peruano podemos encontrar imágenes de paisajes industriales, de obreros en
actividad, de medidas de lucha y otras situaciones más.
https://www.catedramariategui.com/anteriores/2017/4_5_Sindicalismo.pdf
Primeras organizaciones obreras A fines del siglo XIX se fundan los primeros sindicatos en el
Perú, algunos con marcadas influencias anarquistas. Sin embargo el anarquismo permanecería
sin organización y disperso hasta recién comenzado el siglo XX. En 1904 Manuel Caracciolo
Lévano, Delfín Lévano, Fidel García Gacitúa y Urmachea, todos militantes anarquistas,
fundaron la Unión de Trabajadores Panaderos., promoviendo la primera huelga. El 1 de mayo
de 1905 celebraron por primera vez un acto en homenaje a los Mártires de Chicago.1
Fundación
En 1912 se fundó la Federación Obrera Regional del Perú, en Lima. De inmediato inició una
campaña por la jornada laboral de ocho horas. La Federación estaba integrada por la Sociedad
de resistencia de los obreros galleteros y anexos, la Federación de Electricistas, la Federación
de Obreros Panaderos "Estrella del Perú", la Unificación Textil de Vitarte, la Unificación
Proletaria de Santa Catalina, y otros gremios anarquistas. También la Federación recibía el
apoyo de grupos específicamente anarquistas como "Luz y Amor" y "Luchadores por la
Verdad" y diversas publicaciones libertarias.
La lucha por la jornada laboral de 8 horas se extendió a otras partes del país, desatándose una
ola de huelgas. Hubo conflictos en Talara, Lagunitas, Loritos y Negritos. La FORP también llevó
adelante un paro contra la Fox Duncan y Cía, para la reincorporación de 60 obreros
despedidos, que terminó dando marcha atrás con los despidos.
El Comité Pro-Abaratamiento
La Primera Guerra Mundial generó a la clase empresarial del Perú grandes beneficios en la
exportación de materias primas, pero a la vez hubo un aumento en los precios locales debido a
la especulación en los productos básicos. Los magros salarios no aumentaban, lo que provocó
que en abril de 1919 los sindicatos anarquistas iniciaran una campaña para el abaratamiento
de los bienes esenciales, creando el Comité Pro-Abaratamiento de las Subsistencias.
El 22 de julio del Comité Pro-Abaratamiento se derivó una nueva central sindical: la Federación
Obrera Regional Peruana (FORP), de corte anarcosindicalista, continuadora de la anterior
Federación.7 En su Declaración de Principios, la Federación Obrera Regional del Perú
consideraba que los capitalistas acaparaban los beneficios, monopolizaban el mercado y
reducían los salarios, que existía una carencia absoluta de moralidad y justicia en la sociedad, y
que esta injusticia social obligaba a los trabajadores a buscar medios para lograr un mejor
estado social de libertad integral e igualdad económica.
Represión y decadencia
El gobierno de Leguía buscó modernizar el modelo capitalista peruano, para lo que impulsó la
mediación en los conflictos obreros. Esta medida fue rechazada deplano por los anarquistas,
que comenzaron a perder terreno frente a los reformistas sindicales y a los socialistas, que
preferían la "política obrera" a la acción directa de los anarquistas.
Los miembros de una segunda Federación Obrera Local de Lima (FOLL), adhirieron al aprismo y
al marxismo, y finalmente rompieron tácitamente con los sindicatos y grupos libertarios en
1925, al no invitarlos a la celebración del Celebración del 1 de mayo. De todos modos, la FORP
se disolvió en los hechos al poco tiempo de su relanzamiento, y los esfuerzos para relanzarla
no fructificaron.
Los sindicatos anarquistas no solo se limitaron al mundo urbano, sino que tuvieron
participación en los movimiento rurales, en especial los obreros azucareros. En 1923 los
anarcosindicalistas trataron de formar una Federación Regional de Obreros Indios, rápida y
vigorosamente reprimida por el gobierno.
Durante la década de 1920 la represión del gobierno del presidente Augusto Leguía fue
incrementándose. Urmaechea, el director del periódico El Proletariado y otros militantes
fueron obligados a exiliarse. Luego de que fue derrocado Leguía, se creó la Confederación
General de Trabajadores del Perú (CGTP) (integrada por apristas y marxistas) en la cual los
anarcosindicalistas casi no tuvieron intervención.
Bibliografía
Ángel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas,
1990.
¿Qué es el Sindicalismo?
Los sindicatos aparecieron por vez primera en el siglo XIX, durante el nacimiento del
capitalismo industrial, como fruto de la lucha reivindicativa del sector proletario, fuertemente
influida por los partidos y organizaciones de izquierda.
“Gremio”, “unión” y “sindicato” son formas de llamar a este tipo de organización laboral,
amparado actualmente por los derechos humanos universales, que otorgan a los trabajadores
de toda empresa libertad de asociación y organización sindical.
Sindicalismo moderno
El siglo XX reafirmó el lugar de los sindicatos en el orden mundial del trabajo, y se organizaron
globalmente tres conjuntos o federaciones de sindicatos del trabajo:
Funciones de un sindicato
Las funciones de un sindicato requieren que actúa de manera colectiva, es decir, que su
propósito fundamental es la coordinación de la protesta, de la presión o de los beneficios para
que el conjunto de la clase trabajadora, o al menos un segmento específico de ella (los
trabajadores de un gremio específico) se vean beneficiados en su conjunto y no compitan
entre sí por gozar de la gracia del patrono, sino que respondan como un colectivo organizado.
Los sindicatos llevan a cabo las negociaciones colectivas para sentar los términos de la
contratación en un gremio del trabajo puntual, conforme a las necesidades específicas de sus
obreros y las características puntuales de la labor.
Así, los sindicatos forman parte de los entes convocados en las mediaciones entre el Estado,
los trabajadores y los patronos, como un ente autónomo que vela por la defensa de los
derechos de sus representados.
Tipos de sindicato
De gremio u oficio. Lo integran trabajadores que comparten un oficio o una profesión. Por
ejemplo, un sindicato de carteros.
De empresa. Lo integran los trabajadores que laboran en una misma empresa, indistintamente
del cargo que ocupen en ella (excepto al personal directivo, claro). Por ejemplo, el sindicato de
los trabajadores de la empresa de electricidad.
De industria o rama. Agrupa a los trabajadores de una rama o actividad industrial, comercial o
de servicios específica, que a pesar de no tener el mismo oficio, forman parte del ramo como
un todo. Por ejemplo, el sindicato de trabajadores metalúrgicos.
A nivel macro, se integran con otros sindicatos en Federaciones por rama u oficio, de modo de
actuar mancomunadamente a pesar de trabajar para distintas empresas. Dichas federaciones
se agrupan en Centrales sindicales, que son entes de negociación y diálogo entre los sindicatos
de un país o entre sus federaciones; los cuales a su vez integran movimientos sindicales
mundiales o de escala global.
Sindicalistas
Los voceros de un sindicato específico son llamados sindicalistas. Estos voceros gozan de un
nivel de exposición y de importancia política en la sociedad, que a menudo se traduce en
figuración pública y los riesgos que ella conlleva. Un sindicalista requiere de unas dotes de
liderazgo y negociación que le permitan organizar lo mejor posible a sus compañeros.
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