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LA PRUEBA DE OFICIO SEGÚN MARIANELLA LEDEZMA NARVÁEZ

Tradicionalmente se sostenía que la decisión debía basarse única y exclusivamente, en los


medios de convicción aportado por las partes pues el Juez carecía de poderes para disponer
oficiosamente de la práctica de pruebas.

Bajo este sistema tradicional se justificaba la figura del juez convidado de piedra o juez
espectador pues le estaba prohibido practicar pruebas de oficio ya que ella era labor privativa
de las partes. El juez solo tenía que conformarse con la buena o mala información que le
suministraban éstas.

Esta expresión clásica del principio dispositivo fue cuestionada por la ciencia procesal alemana
del xix. En donde se sostenía que la nueva expresión del dispositivo a través del llamado
principio de aportación señala que las partes tienen el monopolio de aportar al proceso los
elementos fácticos de sus pretensiones, los hechos y los medios de prueba, pero éste último
no es exclusividad de las partes. El juez no se limita a juzgar, sino que se convierte en un
verdadero gestor del proceso, dotado de grandes poderes discrecionales, orientados no solo a
garantizar el derecho de las partes sino principalmente a valores e intereses de la sociedad.

Con el nuevo sistema dispositivo se exige un juez diferente del convidado de piedra. Se busca
un juez director del proceso, que lo impulse, y que intervenga activamente en él. Un juez que
pueda acordar pruebas por su propia iniciativa, bajo dos circunstancias: dentro de los límites
de las pretensiones de las partes y en cualquier momento del proceso. Ello no significa que las
partes quedan liberadas de la carga de la prueba, puesto que ellas están en inmejorable
posición de suministrar los medios idóneos para acreditar lo fáctico de sus pretensiones ya que
quien mejor que ellas para conocer las particularidades de la relación que ha originado el
conflicto, esta situación es de énfasis en el artículo comentado, cuando señala: “con la
actuación probatoria de oficio, el juez cuidará de no reemplazar a las partes en su carga
probatoria y deberá asegurarles el derecho de contradicción de la prueba.

Se puede agregar que nuestro ordenamiento procesal confiere facultades al juez para que el
proceso civil sea una autentica comunidad de esfuerzos, tanto del juez como de las partes. El
art. 51, inc. 2 y 3 del código que permite que el juez pueda realizar actos procesales para el
esclarecimiento de los hechos controvertidos u ordenar en cualquier instancia la
comparecencia personal de las partes, a fin de interrogarles sobre los hechos discutidos.

Por otro lado, debemos señalar que en materia probatoria debe distinguirse entre actos de
demostración t actos de verificación. En los primeros se incluyen los originados por las partes y
el segundo los provenientes de la iniciativa del juez, concluyendo ambos a probar los hechos
que se alegan.

Las pruebas oficiosas deben ejecutarse con todas las formalidades, pues no son privilegiadas.
Lo único que las diferencia es su origen.

La facultad probatoria del juez, debe de desarrollarse dentro de los límites que señalan los
hechos de las partes que es materia del debate, pero esos límites pueden ser superados
cuando se advierte la posibilidad de actividad fraudulenta en el proceso.

Frente a estos límites del juez existen dos posiciones polarizadas. Gelsi Bidart sostiene que la
iniciativa probatoria le permite al juez investigar inclusive más allá de los hechos expuestos en
los respectivos escritos postulatorios. Se procura que el Juez sea elemento activo, protagónico
del proceso, incluso en materia probatoria, iniciativa probatoria, asunción de la prueba,
dirección de su diligenciamiento, participación directa en esta, evaluación siguiendo las reglas
de la sana crítica.

Otra posición es la que sustenta Véscovi, el cual piensa que las limitaciones se refieren al
principio de carga probatoria y en la imparcialidad necesaria que impide al Juez sustituir la
voluntad de las partes.

La prueba de oficio por tanto debe observarse con respecto al derecho de la defensa de las
partes. Se afecta cuando se realicen a espaldas de las partes o se les limita el derecho de
contradicción sobre la prueba obtenida.

Nótese que la prueba de oficio puede ser ordenada bajo resolución inimpugnable, pero
motivada. La ausencia de motivación está sancionada de nulidad, esta exigencia no tenía tal
dimensión con la antigua redacción del artículo 194 del CPC, pues se limitaba a invocar la
motivación mas no tenía la sanción de nulidad.

No obstante ser inimpugnable la facultad discrecional del juez para ordenar pruebas de oficio,
ello no significa que dicha prerrogativa no sea posible de remedios procesales, cuando no
existe razonabilidad en la decisión adoptada.

La prueba de oficio busca asegurar la efectiva igualdad de las partes en el proceso, el


descubrimiento de fraudes en detrimento de terceros y de evitar sentencias inhibitorias y
nulidades, Blanco Gómez considera además que en muchas ocasiones las partes no alcanzan
acreditar los extremos de sus pretensiones, sea por errores, descuidos, negligencias. Lo cual
determinaría fallo alejado de la justicia y contrario a la finalidad del proceso. El juez con la
iniciativa oficiosa puede en cualquier momento ordenar las pruebas necesarias para verificar
los hechos del debate.

Otro aspecto a tener en cuenta en la prueba de oficio es la distinción entre fuente y medio de
prueba. Sentís Melendo señala que todas las fuentes son anteriores del proceso y se
incorporan a él haciendo uso de los medios de prueba. La fuente es el conocimiento que tiene
el testigo de los hechos, el medio es la declaración que presta. La fuente es la cosa u objeto
que se somete al perito, el medio es el examen expresado en el dictamen pericial.

La facultad probatoria de oficio no es exclusiva de los jueces de primera instancia, sino de


todos los magistrados en general.

En tal sentido, se advierte en algunos pronunciamientos judiciales la tendencia a declarar


nulidad de las sentencias por prueba diminuta (reprobando al juez de primera instancia, no
haber hecho uso de la facultad de oficio) disponiendo al juez las ejecuta bajo un listado, en el
que se detalla el medio a realizar y lo que se debe buscar. Al respecto, la Sala Suprema de la
Nación señala que: dentro de un sistema de libre valoración de la prueba, si la instancia
superior no está de acuerdo con la valoración de los medios probatorios efectuados por el
inferior, tiene expedita su atribución revocatoria del fallo apelado, pero no puede disponer
que este varíe la convicción a la que haya arribado, ni mucho menos ordenarle actuar pruebas
de oficio por ser esta función discrecional del juez, que puede ejercer cuando de los medios
probatorios ofrecidos por las partes no haya arribado a una convicción sobre los hechos
materia de controversia.
Nótese que lo que recoge el art. 194 del CPC se refiere a una facultad de iniciativa probatoria,
que puede ser ejercida por todos los jueces para verificar las fuentes de prueba que aportan
las partes a través de los medios de prueba insuficientes.

En tal sentido, si ella operase así perfectamente podría el juez de apelaciones ejecutar, en su
instancia, la prueba de oficio que lleve a verificar o corroborar las fuentes que ya existen en el
proceso y sobre las cuales pudiere existir alguna duda.

Con la actuación de oficio, no se vulnera ni restringe la posibilidad del ejercicio de la defensa


de las partes, pues necesariamente debe practicarse con citación de ellas, las que tendrán la
posibilidad de impugnar su resultado. La prueba de oficio es concebida como una facultad del
juez para aportar prueba al proceso, esa facultad tiene restricciones como estar referido a los
hechos del proceso y a la existencia de prueba insuficiente o débil. Bajo éstos dos supuestos, el
juez tiene que motivar las razones por las que decide incorporar dicha prueba de oficio,
mandato que inimpugnable, lo que no significa que su resultado no lo sea, todo lo contrario,
tiene que darse la posibilidad del control para su posterior eficacia probatoria; ese control lo
tiene que hacer bajo los parámetros del art. 302 CPC. También es importar señalar que el
objeto de la prueba de oficio no es acreditar una afirmación o situación jurídica, pues, ello es
propio de la carga probatoria de las partes, en las pruebas de oficio, el juez busca verificar,
corroborar, lo ya acreditado por las partes, pero de manera débil o insuficiente. Nos
explicamos, si en un proceso de filiación, la parte actora ofreciera una prueba histológica de
sangre, la valoración de dicha prueba resulta insuficiente, pues, el estudio de los grupos
sanguíneos no es una prueba con fortaleza para sostener la existencia o no de la paternidad;
en ese escenario, el juez puede incorporar prueba de oficio, como es la prueba genética del
ADN para corroborar el resultado de la pericia sanguínea; evidentemente que este último
medio de prueba es insuficiente para generar la certeza sobre la paternidad y por ello, ante
una prueba débil, el juez no puede construir la certeza para construir una decisión, ahí que s
ele permite que el juez incorpore otras pruebas necesarias para alcanzar la certeza al
momento de tomar su decisión.

Tampoco es pasible de declarar la nulidad de la sentencia por estar sustentada en prueba


diminuta, todo lo contrario, si no está suficientemente acreditado el derecho que se alega, se
rechaza la pretensión; si tuviera dudas, se verifica para confirmar o revocar lo decidido, mas no
puede ser argumento para declarar la nulidad de dicho procesal. Esta vieja práctica en los
estamentos judiciales felizmente ha sido superada a partir de la modificación del art. 194 del
CPC que niega recurrir a la nulidad de la sentencia por ausencia de actuación probatoria de
oficio.

Si partimos por reconocer que las nulidades se justifican en la medida que causen agravio, no
se podría entender dónde aparece materializado el agravio, cuando el juez de primera
instancia, convencido en las pruebas aportadas al proceso, declara el derecho. Si para el
revisor el sustento probatorio es insuficiente, para su propia convicción, que lo corrobore con
su propia actuación en la instancia de revisión, recién allí podrá verificar la certeza de lo
declarado y confirmar lo decidido o caso contrario revocar y reformar lo resuelto, véase en
este sentido, el pronunciamiento emitido por la 6 Sala Civil de Lima, el cual hemos leído con
gran complacencia, frente a una apelación de sentencia, basada en que el juez olvida que
existen pruebas de oficio y si tiene duda para aplicar la justicia debe ejercer su facultad de
actuar pruebas de oficio. La sala revisora consideró que dicho agravio no puede prosperar,
toda vez que la denominada prueba de oficio se encuentra prevista en nuestro ordenamiento
procesal como una facultad del juez y no así como una obligación de este, por consiguiente, el
no uso de dicho mecanismo no constituye vicio ni error, evidenciándose por el contrario que lo
realmente pretendido por el recurrente es que el juez sustituya la actividad probatoria que
pesaba sobre la prueba de oficio, lo que es inadmisible dada su condición de tercero imparcial.

Por último, es necesario precisar que sería una utopía pensar que con las pruebas de oficio se
van a acabar las sentencias con premisas cuestionables e injustas, porque habrá casos en los
que la prueba de los hechos se torne imposible, a pesar de todos los esfuerzos realizados con
la iniciativa probatoria de oficio, pero el buen uso discrecional podría contribuir a lograr fallos
acertados que generen mayor confianza en la justicia.

LA PRUEBA DE OFICIO SEGÚN ALBERTO HINOSTROZA MINGUEZ

Las pruebas de oficio son las decretadas por el Juez (en decisión motivada e inimpugnable)
cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes son insuficientes para formarle
convicción. Así lo establece el artículo 194 del Código Procesal Civil, concordante con el
numeral 51 -inciso 2) del citado cuerpo de leyes, referido a la facultad genérica del Juez para
ordenar los actos procesales necesarios al esclarecimiento de los hechos controvertidos,
respetando el derecho de defensa de las partes. El artículo 194 del Código Procesal Civil
dispone principalmente: A. que, excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos
por las partes sean insuficientes para formar convicción el Juez de Primera o de Segunda
Instancia ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y pertinentes que
considere necesarios para formar convicción y resolver la controversia, siempre que la fuente
de prueba haya sido citada por las partes en el proceso; B. que con esta actuación probatoria
el Juez cuidará de no reemplazar a las partes en su carga probatoria, y deberá asegurarles el
derecho de contradicción de la prueba; C. que la resolución que ordena las pruebas de oficio
debe estar debidamente motivada, bajo sanción de nulidad, siendo esta resolución
inimpugnable, siempre que se ajuste a los límites establecidos en este artículo (194 del
C.P.C.). que en ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por no
haberse ordenado la actuación de las pruebas de oficio. La iniciativa probatoria de oficio opera
en el momento de admisión y práctica de la prueba, y, con ella, se trata de ampliar y agotar
todas las posibilidades para la determinación de los hechos controvertidos, a fin de aproximar
el fallo a la realidad existente. El Juez resolverá, pues, los problemas de hecho con comedida
libertad de averiguación, desvinculándose así de la actividad probatoria de los litigantes en
cuanto ésta resulte nula, débil o contraproducente a la deseada fijación del elemento fáctico
de la sentencia.

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