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A Viscounts Stolen Fortune A Regency Romance Lost Fortune Found Love Book 1 Pearson Full Chapter
A Viscounts Stolen Fortune A Regency Romance Lost Fortune Found Love Book 1 Pearson Full Chapter
ROSE PEARSON
C O NT E NT S
(Book 1)
By
Rose Pearson
© Copyright 2022 by Rose Pearson - All rights reserved.
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***
It took Alice some time to find Lord Foster. The ball was loud and was a crush, with so many guests
it was difficult to move. She had been present for at least one hour before she finally managed to
catch sight of him. He did not appear eager to join in with the rest of the revelers, for he stood to one
side and continued to watch them, as she had seen him do at the previous ball. Perhaps he was afraid
that news of his situation would become known to the rest of society, and she could not blame him for
that fear. Now that Lord Blackford was aware of it, it was only a matter of time before he told his
friends and acquaintances.
“Alice, where are you going?”
Alice glanced into the eyes of her sister. Henrietta was pouting as usual, although her eyes were a
little narrowed.
“I am taking a turn around the room.”
“You cannot do so. You have no chaperone.”
Henrietta’s voice lifted, a tiny smile tugging at her mouth. Clearly, she was eager to prevent Alice
from having any enjoyment whatsoever during the evening, but Alice was not about to permit her
sister to prevent her from doing so. A wry smile lifted the edge of her mouth.
“That may be the case for you, my dear sister, but our parents do not care what I do.”
“You shall not find a match if you do not start behaving a little more properly.” Henrietta’s
narrowed eyes lifted to Alice’s, her lip curling. “That is why no gentleman will consider you. It is
because you are entirely improper.”
“That is not the case, my dear sister.” Although Henrietta’s words needled her, Alice chose not to
rise to it. “It is because our honorable mother and esteemed father have decided to pour the entirety of
their hopes into you. You are to make the very best match. You are to wed a gentleman of fortune, to
become highly spoken of in society with a comfortable future - and I am set to become a companion to
our wretched aunt living at the coast.” Henrietta’s eyes flickered and Alice’s brows lifted. Was her
sister unaware of this? She had always assumed that Henrietta had known of her mother’s intentions.
“That is, unless I am willing to do such things as walk around the ballroom by myself, in the hope of
finding a suitable match somehow. How many gentlemen will see me otherwise?” Henrietta’s lips
flattened and Alice’s shoulders dropped. Shaking her head, she let her voice soften a little. “Our
mother and father will do nothing to aid me so therefore, I must do it myself – and I shall do so. Of
that you can be quite sure.”
Turning away swiftly, she made her way across the ballroom before Henrietta could say another
word, only to come face to face with Lord Foster himself. His hand grasped hers and she did not pull
it away.
“Miss Lawrence.” The eagerness in his voice and the light in his eyes were unmistakable. “Pray
tell me, have you spoken to Lady Florence?”
“Yes, I have.” Alice did not hold back the truth, nor did she try to wrap it in sentiment and
gentleness. “I am afraid you have no hope there.” The building light in Lord Foster’s eyes
immediately faded, turning them from hazelnut brown to very dark indeed. His eyebrows drooped
over them, and he lowered his head for a moment or two, pulling his gaze away. “I am sorry.”
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que si me la hallaban quedaria
pobre y si moria sin que supiesen
donde estaba pesábame pensar
que se habia de perder. Pues
venido á mi patria y no sin
congoja y dolor, venida la noche,
cuando todos estaban en silencio
y quietud, levantabame yo y abria
las huesas adonde tenia el tesoro
enterrado y en una mesa
comenzabalo á contar y
mirandolo me pesaba porque lo
poseia, pues en conservarlo me
daba tanta congoja y dolor, y
despues de vuelto á la tierra no
podia dormir considerando si
estaba seguro allí, si los cofres en
que estaba la plata y aparador los
podian hurtar; en viendo un raton
ó una mosca luego saltaba de la
cama pensando que ladrones me
hurtaban y robaban; voceaba con
gran priesa y espanto y levantada
mi gente decianme denuestos é
injurias, que aun agora con ser
gallo no los querria sufrir,
llamabanme abariento rixoso
miserable y que ellos mismos me
robarian con enojo de mi misera
abaricia, dezian que no querian
serbirme y tenian mucha razon
porque muchas noches los azia
lebantar cinco y seys vezes que
no los dexaba dormir: ¿Quién
contaria agora, Micillo, por orden
los sobresaltos, las malas
comidas y bebidas que yo pasé?
Hallarias de verdad que son los
ricos verdaderos infelices sin
algun descanso ni plazer porque
se les va la gloria y el descanso
por otros albañares de
asechanzas que no se paresce,
ladrillados por encima con
lisonjas. E quánto mejor duerme
el pobre que no el que tiene de
guardar con solicitud lo que con
trabajo ganó y con dolor de lo
dejar. El amigo del pobre será
berdadero y el del rico simulado y
fingido, el pobre es amado por su
persona y el rico por su azienda,
nunca el rico oye verdad, todos le
dizen lisonjas y todos les
maldizen en ausencia por la
enbidia que tienen á su posesion.
Con gran dificultad allarás en el
mundo un rico que no confiese
que le será mejor estar en su
mediano estado e en esta
pobleza, porque en la berdad las
riquezas no hazen rico sino
oqupado, no hazen Señor, sino
mayordomo, y más son siervos de
sus riquezas y ellas mesmas les
acarrean la muerte, quitan el
plazer, borran las buenas
costumbres; ninguna cosa es tan
contraria del sosiego y buena bida
quel guardar y arquerir tesoros y
habellos de conservar. Gran
trabajo es sobre todo ver el
honbre veynte hyjos alredor de si
de contino pregon á Dios que yo
me aya de morir porque ellos se
entreguen y hereden mi posesion.
Pues sobre todos mis males te
quiero contar los trabajos que
pasé despues.
CAPITULO X
Gallo.—Proquré de casarme la
tercera vez con una que se llamó
Laureola hyja de Aureo Consul
que ni en generacion ni estado
era mi ygual, salbo que era la
más apuesta dama que en toda la
probincia se halló, la qual tomé
porque siendo pobre y no de tan
buena parte no tenia causa de
conquistarme como las pasadas.
Quiero dezir, amigo Micyllo, sy
con las pasadas habia tenido
trabajada bida, con aquella no me
faltaron tragos de muerte, porque
sintiendose tan soblimada en
hermosura y a mi con sennales
de vejez en la cara y con algunas
canas y con algun desquydo della
en la cama y sin dientes para
comer, dezia cosas abominables
contra su padre, porque siendo
ella tan hermosa la habia casado
con honbre tan feo, pudiendo
enplearla en persona de mayor
merescimiento y de menor edad
con que ella pudiera mejor gozar
su edad é hermosura; digote en
verdad, Micillo amigo, que
haziendome vna mannana de
dormido le oí dezir estando en
contemplacion: ¡oh! malandantes
sean los dioses y todo esto que
permiten y ordenan, pues
ordenaron y permitieron que mi
gentileza y hermosura se pusiese
en poder deste monstruo, el qual
piensa que con los bienes me
paga y que con el buen
tratamiento me contenta y con las
palabras me satisfaze. Sy supiera
en quanto tengo sus riquezas y el
caso que hago de su tratamiento
y lo que estimo sus buenas
palabras, no haria bida conmigo,
é maldita sea la donzella que se
casa con quien no conosce
porque no se vea engannada y
lastimada segun yo agora;
pluguiera á los dioses que me
traxeran agora no á poder de
quien tanto duerme y de quien tan
poco bela, bueno para lo que le
cumple, malo para lo que le
conbiene, diestro á las malicias,
torpe en las buenas obras. Bien
penso Areo Consul, mi padre, que
en darme este marido me hazia
gran bien y merced; bien paresce
que tubo mayor quydado de su
probecho que dolor de mi daño.
Si tubiera memoria de mi bien no
me procurara tanto mal; penso
que me casaba con él para tener
descanso, yo pienso que jamas
me faltará trabajo, porque quien
duerme despues de haber
dormido y no trabaja despues de
haber holgado como este bestiglo
haze ¿qué puedo esperar del sino
que el bibira con su desquydo y
yo morire con mi quydado? a él
se pasa en sueños la vida y a mi
se me trasporta en trabajos el
tiempo, maldita sea yo quando
dixe de sy; ¿por qué no dixe de
no? porque me matara un honbre
bibo y no me diera vida un
hombre muerto; aunque creo que
la vida que me dara será tal como
de las otras dos mugeres que ha
tenido; pluguiese á los dioses que
asi como agora está se quedase y
que nunca mas mis ojos le viesen
despierto. Y quando vi, Micillo,
que tan deshonestas cosas dezia
hize que despertaba por no oyr
otras peores en viendome
despierto; lebantóse de apar de
mí más enojada que contenta,
diziendo que me levantase en
hora mala que se me pasaba el
tiempo en dormir, sobre lo qual
benimos en tanta descordia que
no descansé hasta que puse las
manos en ella y de aquel enojo
murio, de cuya muerte y no
menos de la vida quedé con tal
escarmiento que acordandome de
aquella muger y no poniendo en
olbido las otras propuse de hacer
vida solo y no mal acompañado, y
no queriendo olbidarme la
rigorosa fortuna de contentarse
con el mal pasado me dieron a
Coridona por muger, con la qual
por...
CAPITULO XIII