Capitulo 11
El Nuevo Mundo
Las colonias inglesas de América conocen en el siglo xvtt, incluso antes de su independencia,
tuna gran actividad intelectual que se manifiesta por la creacién de bibliotecas, sociedades eruditas
institutos educativos. Junto con esas instituciones aparecen los primeros miicleos museolégicos bajo
la forma de gabinetes de curiosidades, en donde las obras de arte propiamente dichas son todavia muy
raras, Dominan los ejemplares de historia natural, pues esta ciencia apasiona a los Estados Unidos
en el siglo xvutt. La Universidad de Harvard, siguiendo el ejemplo de Oxford y de Cambridge, empezd
coleccionar «curiosidades» en 1750. Entonces casi no haba un americano culto que no fuera més 0
menos naturalista. El presidente Thomas Jefferson tenia un gabinete de fésiles en el Palace presi-
dencial recientemente construido, que no se llamaba atin Casa Blanca. Sin embargo, no se descui-
daban las Bellas Artes. Hacia 1743, Benjamin Franklin pudo escribir en sus Propuestas para la promo-
ciém dem conocimiento provechoso entre las plantaciones inglesas en América : «La ingrata tarea de instalar
‘nuevas colonias, cosa que ha concentrado los esfuerzos del pueblo sobre lo esencial, en la actualidad
esté virtualmente concluido; asi pues, muchos hombres, en cada provincia, se hallan en una situacién
holgada que les permite el cultivo de las Bellas Artes». Respondiendo a una sugestién de Thomas
Jefferson, el College of William and Mary de Williamsburg afadié las Bellas Artes a su programa de
estudios en 1779.
En 1773, cuando la Library Society de Charleston (fundada en 1743, South Caroline) decidi6 agre-
arse un museo, aparece probablemente por primera vez esa palabra en América. Una coleccién simi-
lar existia en la Library Company, érgano de la Phisical Society de Filadelfia, que en 1784 compré
pinturas y dibujos de Pierre Eugene du Simetiére (1736-1784), que habia celebrado una exposicién
dos afios antes en el American Museum de Arch Street. Una familia de artistas — los Peale — tuvo
‘un importante papel en el florecimiento museolégico de los Estados Unidos. Charles Wilson Peale
(1741-1827), célebre retratista de Ia escuela americana, capitin de voluntarios durante la guerra de la
Independencia, abrié en 1784 en Filadelfia su Peale’s Museum en el Independence Hall. Podian admi-
241El Peale’s Museum de Fi-
ladelfia, segin sm grabado anti-
gua, Charles Wilson Peale (1741-
1827), que habia sido alunno de
Benjamin West en Londres, sir
en la milicia revolacinaria y pinté
os retrats de las béroes de la gue
ra de la Independencia. En 1784,
fendi en Filadelfa ws museo mis
1, a la vex, bistrice y cieatifce;
Jor retrates de lor birees etaban
‘lgadoren la parte alta dela tlas
cr as que se velan gemplares de
bistria natural y de etografiay y
maguetas de miguinas.
rarse alli los retratos de los grandes hombres de la Revolucién, pintados por él mismo, colgados en
cima de fsiles y conchas colocados en vitrinas; la etnografia tenia alli su puesto gracias a maniquies
de cera representando indios de la América del Norte, vestidos con sus trajes y armas. También habia
modelos de miquinas. La tendencia a combinar la ciencis, la técnica y el arte fue la base de una tradi~
cién museolégica que se proseguitia durante los siglos x1x y xx. Son notables ejemplos de este tipo
de museo mixto el Brooklyn Museum, que en 1891 se convierte en el Brooklyn Institute of Art and
Sciences y Los Angeles County Museum, inaugurado en 1913. El mayor de los Peale comunicé su
pasidn por la museologia a cuatro de sus hijos, alos cuales puso los nombres de Rafael, Ticiano, Rem-
brandt y Rubens. De 1814 a 1830, Rembrandt y Rubens organizaron en Baltimore una galeria y un
museo de arte que llegaron a ser el punto de reunién de artistas y aficionados; Rembrandt daba con-
ferencias y hacia demostraciones cientificas en las que preconizaba, por ejemplo, la utilizacién del
gas para la iluminacién,
En 1825, el East India Marine Society abrié en Salem (Massachusetts) un musco relativo al comer-
cio con China; ¢s el antecesor de aquellos museos de Extremo Oriente que tanto abundarin en los
Estados Unidos poco después. Sin embargo, al lado d? numerosos especimenes etnolégicos pro-
cedentes de los mares del Sur y del Extremo Oriente, se ven, en completa mescolanza, retratos de los
t India Marine Society
comerciantes de Salem, de los miembros y de los oficiales de la
242niuticos, trajes. Mis adelante, este musco se denomina Peabody Museum of Society, del nombre de
George Peabody, londinense que le permitié adquirir las colecciones de historia natural del Essex
Institute.
Una sociedad de Boston llamada Atheneum, fundada en 1807, abre en 1826 un musco con los
ccuadros que compra cada aio en las exposiciones; aunque haya ya en América algunos comerciantes
restauradores, mas o menos dudosos, que pretenden vender obras antiguas, la pintura americana con-
temporiinea es siempre la que provoca el mecenazgo. Es el momento en que se fundan Academias
que engendrarin los futuros museos, como la Pennsylvania Academy of Art de Filadelfia ola Ameri-
can Academy of Art de Nueva York. En Boston, Buffalo, Chicago, Cincinnati, Cleveland y Washing
ton, las escuclas de arte constituirin otras tantas eélulas museolégicas. El sistema de la asociacién es
‘en esa época muy préspero. Los filéntropos se dedican a la educacién del piblico, Daniel Wadsworth,
arquitecto, ofrece un terreno para la construccién del Wadsworth Atheneum, en Hartford (Connec-
ticut), erigido de 1842 a 1844, en parte gracias a sus fondos; el edificio neogético subsiste en la
actualidad; el museo forma un centro cultural entre la Historical Society y el Young Men’s Institute
que mis tarde se convertiré en una importante biblioteca publica.
La idea del musco universitario, tipo de institucién casi desconocido en Europa, salvo en Ingla-
terra y en Italia, adquiri6 cuerpo en las primeras décadas del siglo xrx. Yale dio el primer paso en 1832
al construir una galeria para albergar Ia generosa donacién que de sus pinturas hizo el famoso
artista y patriota coronel John Trumbull, ayudante de campo del general Washington. Yale acepté
los cuadros, pero como Trumbull estaba pasando dificultades econémicas, la universidad le asigné
uuna renta de mil délares anuales. A partir de este momento, la universidad se apasioné pot las colec-
ciones de arte, Hacia 1870 se construyé una galeria, en el estilo de un palazzo renacentista, para alber-
gat las colecciones en continuo crecimiento, y en 1953 Louis Kahn dibujé con este fin un ancjo en
acero y cristal en el que figuraban unos locales para la ensefianza de historia del arte, arquitectura
y dibujo.
En 1811, el honorable James Bowdoin III, que habia sido representante diplomitico de los Es-
tados Unidos en Francia y en Espafa, legé su coleccién de cuadros y dibujos al Bowdoin College
(Brunswick, Maine). Entre los dibujos, valorados en 7500 délares el lote, habia un paisaje de Brue-
ghcl. Sin embargo, el Bowdoin College no construyé un museo para acoger sus objetos de arte hasta
1857. Asimismo, la Universidad de Harvard se dedicé muy pronto a coleccionar. Su Fogg Art Mus-
seum posee las mas hermosas colecciones de dibujos de América. Esos colegios de Nueva Inglaterra
‘erearon un tipo de museo que se imit6 en todo el pais, haciendo del museo universitario una carac-
tetistica especifica de la vida cultural americana,
Como hace notar Walter Pach, es muy cierto que los hombres que desempefiaron un papel
activo en la fundacién de los més antiguos muscos fueron asimismo los que sirvieron a la nacién en
otros terrenos, como Jefferson, Livingston y Bowdoin.
La Corcoran Gallery de Washington fue la primera en asociar una rica coleccién de pintores ex-
tranjeros contemporineos a un conjunto de pintura americana. Corot, Millet, Théodore Rousseau,
Diaz de la Pea, Monticelli, Thorwaldsen, Crawford, Cénova y Barye se codean alli con John Sin.
gleton, Copley, Gilbert Stuart, Benjamin West, Thomas Sully, Thomas Cole, Charles Elliot ¢ Hiram
Powers. William Wilson Corcoran (1789-1888) era un banquero que habia hecho fortuna en la guerra
243‘Vaso ceremonial de tipo Yu.
China, Dinastia Shang. Freer
Gallery, Washington. Las mustos
de os. Estados Unidos som mucho
‘mds ricos en coleciones de Ex-
‘tremo Oriente que los de Exropa.
de México; en 1859 pidié a James Renwick, arquitecto de la Smithsonian Institut, que le dibujara
un edificio destinado a albergar su coleccién y a mostratla al piblico, «para alentar y promover per-
petuamente la pintura, la escultura y las Bellas Artes en general». Con sus mansardas y sus cdpulas,
el edificio imitaba la arquitectura francesa del siglo xvi. La galeria del segundo piso, decorada en
«estilo neobarroco, recordaba el Salén Cuadrado del Louvre. La coleccién, asimismo, era de inspira-
cién netamente francesa. Corcoran encargé a un conservador de la galeria, el coleccionista William
T. Walters de Baltimore, que hiciera réplicas exactas de los bronces del escultor Barye. A consecuen-
cia de la guerra civil, el museo no se instalé hasta 1869; la coleccién fue trasladada a un nuevo edifi-
cio en 1897. La primitiva construccién alberga ahora al Palacio de Justicia americano. La Corcoran
Gallery de Washington constituye en la actualidad un testimonio intacto de la museologia romintica.
La segunda gran Exposicién Universal, que tuvo lugar en Nueva York en 1853, hizo sentir la
ausencia de un museo de arte en la gran metrépoli de los Estados Unidos, pero hubo que esperar
adn diez afios antes de que se proyectara la creacién de uno. La idea tomé cuerpo en el transcurso
de una cena que reunié a algunas personalidades americanas, entre ellas a muchos diplomiticos, el
4 de julio de 1866, aniversario de la Independencia y que se celebré en Paris en el Pre Catalan, restau-
ante elegante del Bois de Boulogne bajo el Segundo Imperio. En 1869 se instituyé en Nueva York
4 ese efecto un comité provisional que agrupaba a cincuenta personalidades; el consejo de los frutees
se formé en 1870, recibié las primeras donaciones en dinero, y desde 1871 compré ciento setenta y
‘cuatro cuadros que, segiin el gusto de la época, eran principalmente flamencos y holandeses (Malle
Babbe de Frans Hals). Con esas obras se inauguré el museo en un local provisional, una antigua
sala de danza, la Dudsworth’s Dancing Academy, en la Quinta Avenida; en los tres primeros meses
tuvo seis mil visitantes, cantidad importante para la época. La organizacién definitiva del museo se
realiz6 gracias a un acuerdo con la ciudad de Nueva York, que concedié un terreno para su edifica-
ccién en el Central Park. La ciudad tenia que pagar también el personal, encargindose los trustes de
la sociedad de reunir los fondos para la compra de colecciones y de la gestién. Empezado en 1874,
abierto en 1880, el primer edificio tuvo que ampliarse ocho afios mis tarde. En 1903 se amplia de
‘nuevo y se termina del todo gracias a una donacién de 400 000 délares debida a Jacob S. Rogers,
‘oscuro ciudadano de Patterson (Nueva Jersey) enriquecido como construetor de locomotoras.
La creacién del Metropolitan Museum da origen a una nueva tradicién de la museologia americana:
Ja ayuda municipal a los museos de arte. Esta ayuda estd en condiciones de llegar a ser la fuente més
importante de ingresos para los museos de los Estados Unidos. En 1953, los coneejos municipales
hhan destinado 8 400 000 délares solamente para los gastos de funcionamiento de los museos. El
Pennsylvania Museum of Art y el Detroit Institute of Arts dependen casi del todo de sus ciudades
respectivas en lo que respecta a los fondos destinados a su funcionamiento. Algunas ii
como el St. Louis City Art Museum, reciben para sus compras fondos deducidos de los impuestos
municipales.
El primer director del Metropolitan Museum fue un hombre poco comin: el general Luigi Palma
di Cesnola (1832-1904). Procedia de una familia de la antigua nobleza feudal del Piamonte y habia
clegido la carrera de las armas; camisa roja en el bando de Garibaldi, luché por la unidad italiana;
después se fue en busca de aventuras a los Estados Unidos, que por entonces padecian la guerra de
Secesién; rindié un gran servicio a los yanquis al organizar una escuela de oficiales que dio origen
ituciones,El Maestro de Flemalle.
La Anunciacién de Merode.
Cheisters, Metropolitan Mascam,
Naera York. Adguirida con gran
sercio on 1957 a la familia de
Ural por el Metropolitan Mae
eum, esta dbra es sus de las mis
importantes de las exportadas de
Exropa a los Estados Unidos en
sto: kines ates.
1 la actual escuela militar de Washington; como agradecimiento, el presidente Lincoln le nombrd
‘cénsul en Chipre; alli descubtié su vocacién de arquedlogo, organizé excavaciones durante nueve
afios y en 1870 vendié las principales piezas halladas al Metropolitan Museum. Dos afios més tarde
fue llamado para ponerse al frente del museo cuya direccién desempefié hasta su muerte. Un anti-
cuario francés, Gaston Feuardent, puso en duda la autenticidad de sus colecciones, declarando que
por lo menos en gran parte estaban compuestas de falsificaciones. Poco después de esta acusacién,
Palma di Cesnola publicé un informe en el que negaba terminantemente tales imputaciones; Feuar-
dent replicé acusindole de calumnia. El general gané el subsiguiente proceso, pero no se consolé
jamds de esa afrenta; con todo, otros objetos de su coleccién alcanzaron dieciséis afios mis tarde, en
venta piblica, 1200000 délares. Todavia hoy, en un palacio de Rivarolo, pequefia ciudad del Pia-
monte, la diltima descendiente de la familia Palma di Cesnola conserva piadosamente los wltimos ves-
tigios de esa coleccién célebre que suscité tantas opiniones encontradas.
Desde sus comienzos el Metropolitan Museum desperté una viva curiosidad; s6lo se abria los dias
laborables. Cosa euriosa — y ajena el espiritu de los museos anglosajones —, la proposicién de abririo
<1 domingo, para que los trabajadores pudiesen ir a instruirse, provocé una viva oposicién por parte
de Ia ubuena sociedad», Sin embargo, una comisién de treinta mil ciudadanos reunié los 4000 déla-
res necesarios para el pago de la guardia de conservacién suplementaria y se llevé a cabo la apertura.
En alud se precipité una muchedumbre ineducada que manoseaba los objetos, comfa en los peldafios
de las escaleras, tiraba los desperdicios y escupia en el suelo. Una vez superado el primer choque, esta
horda acabé por disciplinarse,
En 1905 comenz6 para el Metropolitan Museum una gran era de prosperidad con el nombramiento
como presidente del consejo de los trustees de J. Pierpont-Morgan, el rey de la bolsa en Wall Street.
Mientras se adquirfan obras de arte occidental, una gran actividad de biisqueda en cl campo arqueo-
légico permitié al Metropolitan Museum mantener su rango a la altura del British Museum y del
Louvre; al igual que este iltimo, se impuso como finalidad presentar todas las formas del arte de
todas las civilizaciones. El museo vio aumentar ripidamente sus fondos de adquisiciones. Durante
los diez afios siguientes recibié una serie de donaciones magnificas, 1913 fue una fecha histérica para
el mundo artistico de Nueva York: el Armory Show inicié al pablico americano en el arte europeo
contemporiineo y los tesoros de J. P. Morgan, de Benjamin Altman y de William H. Riggs ingresaron
en el Metropolitan. De siibito, Nueva York se vio en posesién de un museo internacional de rango
universal, equiparado a los mejores museos europeos. Hoy en dia, el Metropolitan Museum es el mis
visitado del mundo; anualmente recibe seis millones de visitantes; en una sola tarde de domingo
de 1965 pasaron por sus salas cincuenta y seis mil personas.
Boston, Filadelfia y Nueva York fundaron grandes museos durante seis aftos consecutivos. Esta
repentina eclosién de museos de arte hacia 1870 revelaba una profunda toma de conciencia por parte
de la dite intelectual americana. La guerra de Secesién era reciente. Fl pais afrontaba graves proble-
mas de inmigracién y de reconstruccién. Fundar instituciones, establecimientos de ensefianza y muscos,
se consideraba como un acto positivo de filantropia.
Las colecciones de pintura europea antigua comienzan a introducirse en los Estados Unidos a
finales del siglo. En 1871, James Jackson Jarves vendié por 22000 délares un conjunto muy bello de
pinturas italianas del srecento y del quattrocento a la Universidad de Yale; primeramente la habia ofre-
247Vista del Pennsylvania
Museum de Filadelfia
Por su arquitectura, que es wna
imitacin antigua, ecte mee,
‘onstruide de 1919 a 192
prueba la ajiién de lor Ente:
doz Unides a exe exile meoriego
(que st remonta a los origenes
de le museologia moderna
cido a Boston, su ciudad natal, para formar el nicleo de un museo, peto'se Ia rechazaron. A finales de
siglo, Bernard Berenson aseguraré con sus trabajos y su accién directa con Mrs, Gardner el éxito dura
dero del arte italiano del Renacimiento en los Estados Unidos. Animada por Whistler y John Singer
Sargent, Mrs. Isabella Stewart Gardner habia comenzado en 1886 a interesarse por la pintura, reuniendo
aduado de la Univer
tuna coleccién de cuadros americanos contemporincos; animé a Berenson, joven
sidad de Yale en 1887, le ayudé en sus viajes de estudios por Europa y le
ella toda una coleccién de pinturas de la primera época del Renacimiento. En 1886, esa coleccién era ya
\carg6 que formase para
lo bastante importante para que Mrs. Isabelle Gardner pensase en hacer construit un edificio para
a toda otra ciudad:
acogerla; lo concibié a la manera de un palacio de aquella Venecia que ella preferi
conocido bajo el nombre de Fenway Court, ese original edificio lleno de marmoles, trabajos de forja
a-ese lugar de rancio perfume,
y objetos de arte importados de Italia, se termind en 1903. Hay que ir
hoy convertido en museo por voluntad de la fundadora, para respirar el ambiente tipicamente anglo-
que fue el de los comienzos de Berenson, Berenson
saj6n inspirado por Ruskin y Walter P:
Mrs. Gardner inauguraban asi el umuseo ambientado» que tanto éxito tendria en los Estados Unidos.
En 1873, la ciudad de Filadelfia recibié en donacién la coleccién Wilstach, que contenia una im-
Hall, gran edificio
Portante seccién de pintura europea. Este conjunto quedé expuesto en el Memori
248Plano del Museum of fine Arts de Boston. Piso principal
(2. pie). Le fachada inspira ov el plano dels Propileas de Atenas,
igual que el Britich Museum. El ee central e:th formado por sma
Cccalera monamental, wn vestbnl (debaje dela bibliatcs) y ana rotonde,
‘como on el mea de Drede, Erte maseo 2 erminé on 1909.
cencristalado, con fachada neobarroca, que se construyera
para la Exposicién Centenal de 1876.
En aquel momento crucial de su desarrollo, los muscos
americanos tomaban como modelo a sus congéneres
europeos. En la donacién que hacia a la ciudad de Filadel-
fia, Mrs. Wilstach especificaba que la galeria a construir
debia hacerse a base de un plano parecido al del museo de
Dresde edificado por Gottfried Semper, que se juzgaba muy
rictico y que inspir6 otros museos en Viena yen Amster-
dam, Es la disposicién que adopta el Museo de Bellas Artes
de Boston cuyo nuevo edificio se acaba en 1909, pero au-
‘mentado con dos alas laterales; el principio, que se seguiri
también en el musco de Cleveland, acabado en 1916, con-
siste en equilibrar dos cuadriléteros alrededor de un eje
central que comprende un gran vestibulo, una escalera
‘monumental y una rotonda; pero los patios encerrados en
los cuadriléteros, que tan tristes y reducidos son en los mu-
se0s europeos, se transforman aqui en jardin para el reposo
de Jos visitantes, cuya comodidad esté en primer término
de las preocupaciones de los musedlogos americanos. La
construccién del Boston Museum of fine Arts inaugura en
los Estados Unidos los estudios tedricos y técnicos de mu-
seologia, especialmente en lo que concierne a la iluminacién,
de las obras; pero este edificio en el que todos los servicios
de un gran museo se analizan y se distribuyen racionalmente
y que es el primero de los museos de arte que comporta una
divisién entre galerias de obras maestras y galerias de estu-
dios, disimula esta organizacién funcional tras una fachada
ingpirada en el estilo neogriego, al cual permaneceri fil
América para sus museos, porque esta forma de arquitectura
le parece que corresponde mejor a Ia dignidad de una insti-
tucién consagrada a las artes, y tiene en cierta manera un
ccaricter autéctono, pues ha inspirado la estética de su Epoca
colonial, Ninguna construccién de este tipo seri mas ambi-
ciosa que el colosal Pennsylvania Museum of Art de Fila
delfia, 'erigido entre 1919 y 1928, que se inspira en los Pro
pileos a escala gigantesca. Presenta frontones esculpidos y
intados, con vista a los cuales se habjan hecho investigar
cciones minuciosas para redescubrir Ia policromia exacta de
Jos monumentos de la Grecia antigua. «El nuevo Museo
de Arte de Filadelfia... serd tal vez durante muchos siglos
249York, Adguirido en 1907 por la
‘antidad de 17 800 dilares, este
‘adro suscité entoncesvinas eriti-
(as y 0 compra esto a punto
de costar el puesto al conserrador
de pinturas
el monumento més interesante de los edificados en estilo clisico» escribia Horace H. Jayne con mo-
tivo de su terminacién, Pero se gasté tanto dinero en esta exhibicidn arquitecténica que ya no quedé
mucho para la distribucién interior de un monumento poe» funcional, concebido sin embargo segin
cl principio del musco doble. Atin se iri més lejos en el pastiche de Nashville (Tennessee), donde
el Art Museum es una reproduccién del Partenén que evoca el Walhalla construido un siglo antes
‘cerca de Ratisbona por Leo von Klenze. Este estilo Von Klenze es también el de la arquitectura
exterior del Detroit Institute of Arts, erigido en 1920 por Ia ciudad del automévil. Pero aqui, el
-go oculta en el interior la més extrafa arquitectura de ambiente que se haya concebido en
un museo; la decoracién de cada sala se adapta al estilo de los objetos que se exhiben, mientras
{que las fachadas del propio patio toman un aspecto arquitecténico similar a las colecciones conte-
nidas en el interior.
El Cleveland Museum of Art, terminado en el afio 1916, adopté el plan general del de Boston.
Todas las galerias estén en el piso, agrupadas alrededor de dos grandes patios y de una rotonda,
Jo que permite soslayar el embarazoso hueco de Ia escalera, Las oficinas estin a un nivel inferior.
El Detroit Institute of Arts, proyectado en 1927 por Paul Philippe Cret, es una versién ampliada
del plano de Cleveland.
El Worcester Art Museum (Worcester, Massachusetts), uno de los més hermosos entre los
pequefios museos de América, que tanto abundan, fue fundado en 1896 por el industrial Stephen
Salisbury III. Sus fondos, que comprenden donaciones y legados, permiten financiar la conser-
vacién y las adquisiciones; el nico ingreso suplementario procede de las cotizaciones anuales de
los miembros del museo. La costumbre de vender tarjetas de miembros extendida por doquier en
los Estados Unidos, es pricticamente desconocida en Europa. Worcester fue el primer museo
que dispuso sus colecciones cronolégicamente en veinte galerias alrededor de un patio central.
Una de estas galerias es la reconstitucién de la sala capitular de un priorato benedictino del siglo xr,
cerca de Poitiers.
A diferencia de sus colegas europeos, los conservadores de los museos americanos conceden, en.
efecto, mucha importancia a mostrarlos objetos en interiores de Ia misma época, transportados con
grandes dispendios desde Europa a Estados Unidos (period rooms), con tal de evocat este ambiente con
tun estilo que armonice con los objetos (museos ambientados), cuando no se han podido procurar los
marcos antiguos. Este sistema habia presidido la instalacién del Museo Nacional de Zurich a finales
del siglo xxx. Para comprender ese gusto por la reconstitucién que anima a los americanos, més ain
‘en Jos museos de ciencias (Museums Groups), hay que corsiderar que el visitante de museo europeo,
completamente impregnado de pasado desde su infancia, tiene menos necesidad de tal evocacién
de ambiente que el visitante americano, para el cual el pasado que puede proporcionarle su pais no
se remonta més allé del siglo xvi. El éxito de ese sistema de presentacién data de una gran exposi-
cin de los estilos coloniales americanos que se llevé a cabo en 1924 en el Metropolitan Museum de
‘Nueva York y que luego fue convertida en museo: el American Wing; el edificio que cobija al Ame-
sican Wing se construyé segiin exigian los interiores antiguos transportados, con el fin de que fuera
posible colocar con facilidad puertas y ventanas, Con una extensién que llega hasta el periodo de la
vvida americana anterior al inicio industrial, es un conjunto >rodigioso y grato al publico de la Unién,
que gusta de acudir a contemplar su pasado, y muy itil al visitante extranjero, que encuentra alli
250Jan van Eyck. La Anuncia-
‘ién. National Gallery of Art,
Washington. Uno de las treinta 3
sen cuadros del Exmitese comprar
dos en 1930_y 1931 al gobierno s0-
sittco por el snader Mellon, que
‘ash por tsta obra 503 000 dila-
170s que desputs donb con toda 0
colicin «la National Gallery.
uun microcosmos de la América de los pioneros. Este movimiento de interés por el arte de Ia antigua
‘América se originé en una exposicién de pintura y de arte decorativo americanos (1625-1825) que
tuvo lugar en el Metropolitan, en el afio 1909, con motivo de Ia Hudson-Fulton Celebration, Casi
todos los museos americanos tienen sus «salas de época». El esfuerzo més sistematico que se ha lle-
vado a cabo en ese género en un gran museo se halla en el Pennsylvania Museum; los distintos estilos
de Occidente estén representados por conjuntos transportidos de Francia, Inglaterra, Alemania, Ho-
landa y Estados Unidos. En cuanto a Oriente, se encuertra incluso en el musco una sala hipéstila
del siglo xv1, procedente de un templo de Madura, asi como el vestibulo de recepciones de principios
del siglo x1x del palacio chino de Chaskang-Fu-Peiping. Fiske Kimbal, director del Pennsylvania Mu-
seum, cuyos sabios trabajos aportaron una contribucién notable al conocimiento del estilo rococs
francés, habia concentrado sus esfuerzos en ese punto.
Existe en Parfs un conjunto de period rooms, que son las salas del siglo xvitt legadas al Museo de
Bellas Artes de la Ciudad de Patis por el americano Edward Tuck. Esa forma de presentacién ha sido
muy criticada incluso en América; tiene, en efecto, mii:iples inconvenientes. Anquilosa el museo,
haciendo dificiles y costosas las transformaciones futuras; la iluminacién, tanto natural como atti-
ficial, suele ser insuficiente, si se quiere respetar el ambiente de época, lo que perjudiea mucho las
pinturas alli presentadas, que por otra parte casi siempre estin demasiado lejos de la vista del especta-
dor; los objetos preciosos no pueden protegerse en una vitrina, pues se perjudicaria el ambiente; la
otulacién de las obras es poco prictica y la circulacién del publico incdmoda debido a la estrechez
de las salidas; ademas, la divisién del museo en pequedas salas sucesivas hace més dificil la vigilancia.
‘A pesar de todos estos defectos, los americanos siguen siendo muy aficionados a este tipo de pre-
sentacién, Recientemente, en 1951, se ha inaugurado en Winterthur (Delaware) un museo presentado
por entero segiin ese principio, el Henry Francis du Pont Winterthur Museum, que comprende ciento
vveinticinco period rooms.
El traslado de conjuntos antiguos puede extenderse incliso a la arquitectura. Tal ¢s el easo del anejo
del Metropolitan Museum que lleva el nombre de The Chisters. Ese magnifico conjunto, que con la
National Gallery de Washington es la realizaci6n mis bella de la museologia americana, tiene su ori-
gen en una coleccién de elementos de arquitectura que comprende cuatro claustros roménicos y
‘géticos, que fueron adquiridos en Francia y en Espafia por el escultor americano George Grey Bar-
ard. Apilando dos claustros uno sobre el otro, Barnard, con esos fragmentos, habia fabricado una
arquitectura fcticia, de un gusto algo roméntico, aniloga a la del antiguo Museo de los Monumentos
franceses de Lenoir; con ello hizo un museo privado que abrié al piblico en 1914. En 1925, John D.
Rockefeller Sr., al que los museos y monumentos de América deben innumerables beneficios, compré
la coleccién para donarla al Metropolitan Museum, afiadiéndole piezas medievales de su propiedad.
Pronto, la presentacién anticuada de Barnard pareci6 indigna de la calidad de aquellos fragmentos
insignes y se decidié construir para ellos un edificio nuevo a expensas de John D. Rockefeller, quien
cligié su emplazamiento en Fort Tryon Park, a doce kilémetros del centro de Nueva York y en un lugar
natural, que se gravé con un non edificand: para que se conservara intacto y cuya servidumbre se
extendié a la otra orilla del rio Hudson, ocupada por un bosque de hayas. Los elementos arquitecté-
nicos reagrupados, especialmente los cuatro claustros, encontraron su sitio en el interior de una cons-
truccidn en gres rosa que evoca vagamente un burgo renano. Esti dominada por una copia del cam-Hiabitacién de la Wentworth
House, en Portmosth, Nar
Hanptbire (1671, madras labre-
det de 1710 aproximadement)
‘Metropolitan Museum. La aper=
‘ra’ en 1822 de wna exposiin
tice a la Amirica colonial
ef Meroplion Maxum ronti-
lagi fencer la moda de for
petiod rooms enor mes. Eta
Exposcén dio organ ol American
Wing, wma de op recor mi fre
sented de! Metrpaiton Mu
panario de la abadia pirenaica de Sant Miquel de Cuxi, cayo admirable claustro roménico ha sido re-
constituido en el interior, sobre una area un poco menor que Ia original; en Francia ha quedado una
galeria. En las salas, agrupadas alrededor de los claustros y capillas, se presentan algunos de los més
ellos objetos del departamento medieval del Metropolitan Museum, como la Tapicerta de lor Paladi-
ines y la de El Unicornio, No se regateé nada para evocat la vida de la Edad Media; cerca del claustro
de Bonnefont, se encuentra un jardin monistico en el que se cultivan plantas medicinales, al lado de
otro jardin en el que se ven las mismas flores que en la Tapiceria del Unicorn. El museo se enriquece
sin cesar; el ultimo monumento transportado de Europa fue el abside rominico de Ia iglesia en rui-
nas de San Martin de Fuentiducia, Espafia, adquitido en 1958 porel Metropolitan Museum, que dio
1 cambio seis frescos espafioles de Ia Edad Media al Museo del Prado,
No se encontrd ambiente mis adecuado para presentar el insigne Triptice de Merede del Macstro
de Flemalle, cuya pérdida, en 1957, consterné a Bélgica. Objeto de paseos dominicales, ese museo es
muy popular entre los neoyorquinos; no lo es tanto para los europeos, especialmente los franceses,
quienes, a la vista de esos claustros, sacados de su pais y vueltos a montar en las orillas del Hudson,
acusan a América de