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evolucién material de los instrumentos Iiticos, © a eanceptos como el de zocidn, Sin que su uso sea una novedad en si mismo, si que es ka primera vez. que {os conceptos entran con normalidad en el texto de un gran manual de Palcolitico: si ‘ello unimos la originalidad de la estructura diacrénica por continentes, ya comen- tada, colegiremos que nos encontramos ante un libro que va a marear un antes y un después en la bibliografia universitara en los pafses de habla hispana. Y quizés incluso pudiera tratarse de un manual exportable, traducible a otras lenguas y que entonces Pouria entrar en Ia galerfa de los clisicos a nivel europeo y mundial. En el cambiante mundo de las estructuras docentes universitaias, se nos hace \iticil saber a qué nos estaremos enfrentando en un futuro inmediato, ya sea en Espaia, ‘ya on los paises hispanoamericanos. Pero la solidez y universalidad de esta obra hard ‘casi imposible prescindir de su recomendacién durante afios. Las fases més antiguas de la Prehistoria tienen, desde este momento, uta obra bésica de referencia: Hominidos: las primeras ocupaciones de los continentes. Josep M. FULLOLA PERICOT yM, Axosis Pent Meworzasat, profesores de Prehstoria de la Universidad de Barcelona CapiruLo 1 INTRODUCCION J.L. El inicio de un proyecto inteligente en el planeta INTRODUCCION GENERAL Los homfnidos hemos adquirido eapacidad para conocer a medida que nos he- os ido humanizando en el transcurso del Plio-Pleistoceno, hace ya ms de 2 millo- nes de afios. La singularidad espacio-temporal de nuestra naturaleza humana —a ‘como a de todos los reinos del planeta— solamente halla explicacién en el marco, primero, del simbiotismo y, mds tarde, de la selecciGn natural. La emergencia de la in- {cligencia operativa en la Tierra es fruto del azar, sin embargo, este hecho rompe el ‘eontinaum de la historia a nivel biol6gico: hominizacién y humanizaci6n representan luna dindmica tnica en el proceso evolutivo zooldgico. La evolucién de los homnidos hasta cl nacimiento y desarrollo de la inteligencia operativa no tuvo ninguna direc- Clonalidad; a partir de 1a emergencia de la conciencia hominida, la l6gica organiza- tiva de nuestro linaje adquirié una dimensién Ginica en el proceso de hominizacién. ‘A tencr de las leyes fisicas y biol6gicas, nuestro género ha seguido evolucionando hasta ruestros dias a través de distintas especies; ahora, la conciencia de nuestra pro- pia evolucién condiciona nuestro devenir y es posible que también condicione el fu- {ro del planeta. Hoy nuestra especie, Homo sapiens, necesita explicar su origen y su conti- hwidac. Gracias al avance de la ciencia y a sus aplicaciones tecnolégicas, hemos, podido calificar y cuantificar los registros arqueolégicos y paleontolégicos que eben permitir que incrementemos el conocimiento que poseemos sobre nosotros Iismes, y dicha capacidad de anélisis va acompafiada por el conocimiento de nues- {to desarrollo biol6gico y por saber inferir la evolucién de nuestro comporta- miento social. Continuando este proceso nos acercamos vertiginosamente al conocimiento de nyestro origen; aunque falta mucho por saber y por descubrir, la caja de Pandora ya ‘est abierta. Las distintas disciplinas, comunes a los investigadores en evolucién bu- ‘mana, nos han ayudado a sintetizar y a poner en comtin mucha informacién, pero no nos han permitido resolver los enigmas que atin se hallan lejos de nuestro alcance de énero. Una de las cuestiones seminales para comprender e6mo, cudndo y dnde se pro- dujo Ia emergencia de la inteligencia operativa ya ha obtenido unas respuestas im- Fio. 1.1. Foto satlite planeta Tierra. Pensables hace tan sélo unas décadas (Donchin er al., 1998). No cabe duda que fue Africa el continente que vio emerger Ia intcligencia operativa primate; los registro lo- calizados en su Zona centro-oriental y en Sudafrica nos han aproximado de forma pric- tica, emptic, a la realidad del conocimiento consistent. Durante el siglo xx, qued6 sobradamente contrastada Ia importancia del clima cen el proceso de construccin de nuestra inteligencia, Es indudable que los cambios climaticos han influido de manera determinante en la configuracién de Tos primates Actuals ¥, sobre todo, en el desarrollo de nuestro género. El clima es también el res ponsable de a formacién de relieves y dela vegetacin que han permitido el desarrollo ¥ la consolidacin del reino animal, asi lo demostraremos en el primer capitulo. En Jos cimientos del desarrollo de 1a singularidad cultural del género Homo se halla un ontexto ecolégico cambiante. Ahora mismo es imposible separar al primate humano dhe la cultura y de la téenicas el tiempo y la adquisicion de complejidad han abierto fretas en la cerrazén de muestra forma de pensar y nos han convencido de que se re- (Wlete un largo proceso para que un organismo desarolle un comportamiento extra- omitico complejo, ‘La intuicién de Darwin, que incluso iba més lejos que sus propuestas tedricas, le llev6 a proponer Africa como el lugar donde tuvo lugar la emergencia humana en 0 famoso libro Origen de las especies. El tiempo y la investigacin cientifica le han dado la raz6n. En Ja actualidad sabemos que el inicio de nuestro proyecto de homi- ‘ilo ineligente fue gradual, puesto que, antes que la producciGn extrasomatica, de- Wer desarrollarse unas condiciones que predispusieran a un grupo de primtes para WW singularidad que implica la fabricacién y el uso de instramentos utilizando otros Aivtrumentos, Hace menos de un siglo que se iniis ta contrastacign de esta realidad empitica |n obleracion del conocimiento que poseemos sobre estas cuestiones ha sido tan es. pectacular que, en las dltimas décadas, se ha multiplicado exponencialmente teal {que sabiamos sobre yacimientos y fosiles y nos hemos acercado vertiginosimgmte 4 las actividades técnieas que levaron a cabo las primeras especies de nuestro genet Es en el continente afticano donde se halla la clave para conocer el origen de nuestra singularidad. El estudio de sus registros mis significativos debe permitimos estructurar una base de conocimiento cientifico sobre la que consttuir teorfas acerca de nuestra emergencia y nuestro desarrollo posterior. Saber que en el continente afti- ‘eano se produjo el despegue de la que ahora es nuestra construceién més humana, la técnica, nos permite analizar en profundidad la serie de condiciones que debieron exis- tir para que este fenmeno tuviera lugar precisamente all. Femos estado buscando nuestro origen por todos los rincones del planeta. Durante mucho tiempo, en el siglo x1X y a inicios del xx, crefmos a pies juntillas que lo po- drfamos hallar en el continente asitico y fue hacia alli donde la comunidad cientitica dirigié sus miradas (Dubois, 1894). Una vez més, la realidad se demostr6 muy tozuda y nos obligé a rectificar volviendo de nuevo a fijar nuestra atenci6n sobre Africa. Africa se halla atin précticamente inexplorada. Actualmente grandes extensiones de terreno son selvas que no han sido prospectadas; existen grandes éreas que guat- dan f6siles enterrados a centenares de metros de profundidad, ningtin fenémeno geo- légico les ha hecho surgir a la superficie como ocurrié en el valle del Rift. Miles y miles Ge cuevas conservan celosamente los fésiles en su interior, muchas de ellas se han desrumbado y han sellado el acceso a un rico patrimonio. Hay mucho por hacer, pero Io que nos interesa es conocer y, por lo tanto, vamos a iniciar un recorrido para saber e6mo emergieron y evolucionaron los hominidos en el continente africano, para peder explicar més tarde la forma en que abandonaron aquelterritorio y emo se dedicaron a conquistar otras latitudes en un proceso de emigracidn y de balance de- ‘mogréfico que atin no ha concluido. 4 Revisaremos Ia evolucién humana en Africa desde todas las perspectivas posi- bles para explicar como se conforma la humanidad prehistrica: la paleozeografia, la biodiversidad de hominidos, la bipedestacion, el crecimiento del cerebro, las herra- mientas, la caza... Ademés, explicaremos este universo siguiendo los grandes regis- tros que han hecho posible que nos adentremos en el conocimiento de los primeros hhominidos y de sus actividades en el continente madre. Altica es, en fin, el continente de la evolucién primigenia, el punto de referen- cia que permite documentar cOmo y a partir de qué momento se ocups el planeta Tierra, cl primer continente donde hubo un primate que desarroll6 actividad inteligente. Se ‘rata, por tanto, del primer continente que tuvo conciencia, del primero que alberg6 un ‘organismo capaz.de modificar extrasométicamente el entomo, Desde Aiea partieron los hominidos hacia el resto de la Tierra hace 1,8 millones de aiios. Mas tarde, tras 2,6 millones de afios de técnica, nuestro plancta esté totalmente humanizado y, aun: ‘que todos sus continentes han sido ya ocupados, el proceso atin no ha terminado. El futuro estd en manos de nuestra especie, en las manos del Homo sapiens. Lo mismo haremos con Asia y Europa, repasaremos todos los aspectos que han hecho posible el éxito del proyecto evolutivo y, finalmente, nos centraremos en Australasia y en el continente americano. Una visién global para los hummanos del siglo xx1 in- ‘mersos en el proyecto de la globalizacién. 1.2, Aniilisis geolégico: métodos y téenicas. Los métodos de datacion ‘Toda Ia informacién que ha permitido la redacci6n de esta obra se basa en la °Th/*4U cs la diferencia de su solubilidad en el agua la que es utilizada para datar. De esta ma- nera son datables los sistemas en el que no sé ha llegado al equilibrio secular. Los nucleidos hijos y padres pueden ser sustrafdos o sumados durante el mo- mento de a modificucigu del esta de equilibrio. Durante la solubilizacién del’Th y el U, el ‘raccionamiento puede ser mas 0 menos completo. Una vez cerrado el siste~ ma, el tiempo necesario para llegar al equilibrio radiactivo depende de la vida media de los nacleidos a medir. Para calcular el tiempo en el gue se ha producido el des- cequilibrio es necesario que: la duracién del fraccionamiento del par de nucleidos pa~ 0.1 yy/g)y a las modificaciones geoguimicas que ‘afectan ia muestra, En el caso del método *Th/U, todo el 7°Th debe de tener su. prigen ea la desintegracién del 7U, con lo que es necesario establecer la cantidad de B0Th22Th, Para valores “°Th/Th = 17 indica la presencia de "Th exdgeno, ‘mientras que larelacién “°Th?™U s 1 es evidencia de un sistema cerrado. Para valores superiores a 1, de esta dltima relacién, indica no contaminacién de forio exdgen y migracién de “!U muy comiin en materiales datados porosos (Bischoff eta, 1988), asada en la determinacién de las proporclones ™rW2**Th mT, to de isocrona 'Th, permite la determinacién de la proporcién inicial de * {que aumenta la precisin de la edad determinada, En arqueologfa del Cuaternario son ampliamente uilizados espeleotemas de cue- vas ¥ fuentes, huesos y dientes con la técnica del 2°Thy4U mediante espect6metros alfa y gamma. La precisién del espectmetto alfa se sitia entorno a 5-10 %, mientras {que los espectrémetros de masa (TIMS) es igual o mejor que un I %. En general son mejores las muestras que tienen un color blanco y transparente que las polvorientas (dirty) grises y marrones, pero es fundamental Ia ausencia de particulas detriticas. ara espectrometria de masa con acelerador no es necesaria una gran cantidad ‘de muestra (< 1 g), mientras que para la espectometria alfa es necesario 10-20 g. La contribucién de los métodos de las series del uranio para la geocronologia de sedi- ‘ments terigenos y biogénicos de los fondos ocednicos, corales,fosforitas, etcétera, ha sido clave (Lowe & Walker, 1997; Wagner, 1998). La datacién de espeleotemas de cuevas mediante series del uranio ha sido empleada para modelizar el dre- naje de 1os acufferos o los cambios del nivel del mar (Ford et al, 1993; Vesica er ail, 2000). Nucleidos cosmogénicos La exposicién de la tierra a un flujo de rayos edsmicos afecta a la atmésfera y a sus dtomos mediante colisiones de alta energia. De esta colisin primaria, a unos 20 km de altura, resulta una radiacién césmica secundaria, de particulas subatémicas, con ‘menor energfa que la primera y caida lenta sobre la superficie de la tierra donde para répidamente. Estas reacciones nucleares forman nucleidos estables y radiactivos titi- les para la datacién. Segiin el dominio de su formacién se distinguen nucleidos cos- ‘mogénicos formados en la atmésfera de Ios que se generan cerca de la superficie te- rrestre. El conocimiento del ntimero exacto de nucleidos cosmogénicos producidos en el pasado en la atmésfera es fundamental para la datacién mediante is6topos cos- mogénicos como el Cl, Los rayos cdsmicos primarios son filtrados por el campo magnético terrestre. Solo las particulas con trayecto paralelo al campo magnético terrestre producen las co- lisiones de alta energia. Cerca del Ecuador el filtro es més efectivo que en los polos: cs el llamado efecto de la latitud. Sin embargo, la rapidez en la distribucién y en mez- cla de 1os nucleidos radiactivos en la baja atmésfera disminuye Ia importancia del efecto de la latitud. También existe un efecto de Ia altitud, may significativo en Ia produccién de nucleidos cosmogénicos, Estos, formados en la atmésfera, se distribu- ‘yen por captacién en los reservorios: la biosfera, la hidrosfera y la litosfera Entre reservorios y la atmésfera hay un determinado nivel de equilibrio. Este cequilibrio es estacionatio si el intercambio entre captacién y desintegraciGn radiactiva de nucleidos esté compensado, especialmente con la vida media de los nucleidos. El terramiento, etc. Sin embargo, existen variaciones fomporales y espaciales en el nivel de equilibrio entre reservorios causados por cam- bios en la produccién y en la captacién de los nucleidos, ya sea en Ja atmésfera por hiezelas incompletas 0 por la lentitud en el intercambio entre reservorios. Estas varia- ‘elones complican Ta aplicacién de la técnica de datacién mediante nucleidos cosmo- _génicos utmostéricos, pero aportan mediciones experimentales sobre el comportamiento, del campo magnético terres idn atmosférica y del océano, etc. Carbono 14 El is6topo C'¥, también denominado radiocarbén, es radiactivo y cosmogénico, Se forma en la atmésfera, donde Ia concentracién de neutrones prodkicidos por la ra- diacién césmica es mas importante. La colision de neutrones en el nécleo de 10s &to- mos de N! produce un nucleido de C!* y un hidrogeno. La desintegracién radiactiva del C¥ est caracterizada por la formacién de nitrégeno, una particula beta y un neu trino. De hecho existe un equilibrio temporal en Ta cantidad del C!8, medido me- diante el peso del Cl producido en la atmésfera y el C! desintegrado, pero el valor del C froducido por as explosiones nucleares a partir de los afos cincuenta del si- slo xx ha variado su media en un 3-4 % (Bradley, 1999). Este equilibrio, caracterizado por un valor medio de Cl en la atmésfera, no quiere decir que sea constante a escala geol6gica. Plantas y animales asimilan cierta cantidad de Cl en sus tejidos. El contenido en radiocarbén estd en equilibrio con la atmésfera a medida que los tejidos de los organismos son reemplazados durante su Vida. En cuanto el organismo deja de vivir, el intercambio cesa y el reloj basado en la \desintegracién radiactiva de este isdtopo se activa. Los materiales para datar son de ori- zen biolégico: maderas carbonizadas y no carbonizadas, colgeno de hueso, coproli- 10s, fitolitos y oxalatos de calcio, polen, turbas y humus, conchas marinas, etc. (Lowe & Walker, 1997) ara el contaje de la desintegracién del radiocarbono en geofisica cada vez es nds generalizado el uso del acelerador de masas. La rapidez y mucha menos canti- dad de muestra para la determinacién de la edad son sus principales ventajas, Muestras ‘uy peqaefias y contaminadas pueden dar problemas. Al ser tno de los métodos mis usados en arqueologia y geologia del Cuaternario y de més larga uflizacién existe una sgran canidad de trabajos que exponen las compiicaciones geoffsicas y geoguimicas de la técnica del C'4, Actualmente, su calibracién con las fechas dendrocronol6gicas ¥-con otras, especialmente las series del uranio y el contaje de lsminas, hace del mé- todo de datacién por radiocarbono una técnica indispensable para la precisiOn crono- légica de la arqueologia prehistérica del Pleistoceno superior. Berilio 10 y aluminio 26 El aucleido Be"? es producido tanto en la atmésfera como en la superficie de la tierra o Be in situ. El Be ha sido utilizado en geocronologia desde hace tiempo, pero los progresos en su deteccién por AMS han impulsado su desarrollo en diferentes cam- pos como la estratigrafia del Be!” en secciones de loess y sondeos polares. La pro- Aduccién del Be'® depende del clima (Wagner, 1998). Los nucleidos cosmogénicos producidos in situ, sobre la superficie terrestre, reaccionan con los atomos de Si. Este proceso sélo afecta a materiales situados a po- cos metros de la superficie. La concentracién de mucleidos crece graduaimente con la duracién de la exposicién hasta llegar a un nivel de equilibrio. Este nivel de equili- brio equivale a 5 veces la vida media y por tanto se puede calcular la edad de exposi- cién, Cuando una muestra lega a su nivel de equilibrio répidamente queda aislada de li radiacién cdsmica y la produceién de nucleidos queda suspendida, La eda! de ext cierre del sistema también puede establecerse. Si la superficie estd sometida a denu- dacién decrece el nivel de equilibrio. Con la cobertura temporal de la superficie a da- tar, se necesita estimar una comeccién relacionada con el espesor del nivel que tapa la superficie. La aplicacién cronométrica de nucleidos formados in simu puede presentar diferentes fuentes de contaminacién (Wagner, 1998). Sin embargo, el poder analitico de deteccién de los espectémetros de masa con acelerador (AMS) de los nucleidos a ‘menudo supera a los niveles de contaminacién. Es de esperar que el avance de la uti- lizacién de los aceleradores de masa implique un importante desarrollo futuro de es- tas téenicas le datacién mediante nucleidos cosmogénicos. 1 Bel” in sim cada vez es més empleado para daar Ia exposicion de supeti- cies neomiorfol6gicas en combinacién con ef AI?®, Ast se eliminan variaciones espa- cio temporales de la produccién de estos isstopos, Se utilizan rocas formadas por cvarzo, El cuarzo forma un sistema cerrado con el Be!” in situ y no se mezcla con el stinostético en los primeros metros de Ia superticie terest. Las principales reaccio- nies se forman entre los 1,5 y 2 metros. La técnica de dataci6n se basa en el aislamiento por enterramiento de los rayos edsmicos y la desintegracién de estos dos radionucei dos. Diferentes formas de aislamiento y sellado han sido empleadas para evidenciar tasas de denudacién de las cuencas sedimentarias. Un renovado interés para la ar- (queologia prehistéica es su aplicacién para sedimentos atrapados y aislados de las ra~ diaciones c6smicas en cuevas (Granger et al., 1997). Este método permite datar brechas en un intervalo superior y complementatio al rango temporal del U/Th. El intervalo de edad de aislamiento o enterramiento sus- ceptible de ser datado es de 0,3-5 Ma con precisiones de 5 %-10 4% para la técnica del Be!®, Con el método combinado Be!"/AI™ esta proporcisn tiene una desintegracién efeetiva de 1,3 Ma que permite su aplicacién en el intervalo de 10 ka hasta 10 Ma. Las premisas de esta tGenica de datacién para su aplicacién son un efectivo aislamiento 4e los rayos césmicos después de su enterramiento y que el sedimento no haya sido reelaborado o anteriormente enterrado, Recientemente, las brechas de cueva de la zona Sterkfontein han sido datadas entorno a los 4 Ma (Partridge et al., 2003). Un método El estudio de fos isGtopos de oxigeno es una herramienta fundamental. El is6- opo comiin de oxigeno tiene el peso molecular 16, pero existe un is6topo con dos neu- lwones mis en el nicleo y con el peso 18 y, por lo tanto, mAs pesado. La proporcién de estos is6topos en los esqueletos de los foraminiferos (organismos unicelulares) da informacion sobre la temperatura del ambiente en que vivieron. En sondeos realiza- ddos en sedimentos marinos, se puede establecer una curva que indica las variaciones dde temperatura en este punto a lo largo del tiempo gracias al recuento de los dos is6- topos (Shackleton, 1995; Shackleton, 2000). Muchas de estas curvas, realizadas en distintos puntos del mundo, revelan ‘que se trata de variaciones de temperatura a escala global (Zachos et al, 2001), Estas variaciones son cfclicas y se puede reconocer en ellas los Ciclos de Milankovich Podemos observar que los diferentes ciclos tienen una influencia dominante sobre el clima global en distintos periodos (fig. 1.4). Hace més de 2,6 Ma, la ciclicidad de la precisién de los equinoecios era dominante; después de esta fecha, lo fue la ciclicidad de la oblicuidad y, a partir de unos 0.9 Ma, la de la excentricidad de la Grbita, También podemos ver que el registro de isétopos de ox{geno indica cada ‘vez temperaturas més bajas. Aunque se considera que el registro de istopos de oxigeno es indicativo de temperatura, también refleja la acumulacién de hielo. El - estudio cel indice Mg/Ca en los sedimentos marinos permite separar las dos sefia- les y conocer la temperatura y el volumen de hielo acumulado en un momento de- terminado (Lear et al, 2000). La existencia de varios perfodos glaciales estaba ampliamente aceptada al fi- hal del siglo x1x, Tomando como base la geomorfologia de los Alpes, se han deno- Iminado los siguientes episodios glaciales: Wiirmiense, Rissiense y Mindcliense. Los {nterglaciales se denominan simplemente por los glaciales que los limitan, por ejem- plo, uno de ellos se llama Mindel-Riss. En base a las morrenas (sedimentos forma- dos por glaciares) encontradas en Alemania, se ha dado nombre al Weichseliense, Saaliense y Elsteriense mientras que los interglaciales son conocidos como Eemiense y Holsteiniense. El interglacial Cromeriense, definido en Inglaterra, precede a estos iglaciales. Existen muchos més nombres para identificar los glaciales e interglacia- Jes: muchos pafses han establecido secuencias estratigrétieas con sis propias deno- minaciones y, ademds, cada vez se reconocen més variaciones. El registro de los is6- topos de oxgeno ha demostrado que existen muchos mas ciclos glaciales de lo que se pensaba. La ciclicidad glacial tiene tn gran impacto en las latitudes altas, pero las varia- teiones de temperatura son mucho menores en los trépicos. Se ha propuesto que la de das latiruces altas tenga su equivalente en una ciclidad pluvial en los tripicos. Los de- {alles de esta cicticidad son discutidos, pero el registro de arena de origen eélico en sedimentos marinos al lado de Africa refleja los Ciclos de Milankovich, indicando ci clos en el grado de aridez en la zona del Sahara (deMenocal, 1995). Actualmente el efecto invernadero es muy conocido y esta bien descrito, aunque Jn explicacién del efecto es més complicada. Simplificando, ciertos gases como cl an Iidrido cerbénico (CO,) hacen que la stmsfera absorba mejor la radiaeién solar y que Jatemperatura global aumente. A lo largo de a historia de la Tierra, han existido gran des variaciones en la cantidad de CO, en la atmésfera porque el carbono puede estir ‘almacenado en la vegetacién o en las rocas. Procesos geolégicos como el de la ct sid pueden provocar, al igual que el uso de combustibles fésiles, un aumento de CO; en la y el almacenamiento de carbono en sedimentos 0 bio provocar un descenso de éste El estudio de is6topos de carbono en el registro geol6gico indica un deseenso de la concentracién atmosférica de CO, a partir de unos 6-8 Ma. El descenso de la ‘conventracién de este gas influye en las glaciaciones y tiene también influencia sobre Ja vegetacién, Distntos tipos de fotosfntesis son mas 0 menos eficaces dependiendo de la concentracién de CO, y de la temperatura; uno de ellos, llamado C3, predomina ‘en ciertos tipos de gramineas, El estudio de los paleosuelos sugiere que el descenso en Ja concentracién de CO, a partir de 6-8 Ma causa Ia extensidn de paisajes abiertos con un predominio de gramineas en latitudes bajas y més tarde también en latitudes altas (Cerling et al, 1997; Pagani et al, 1999). Ello coincide con el aumento de herbivo- +108 pastadores con dientes con coronas altas (las gramfneas provocan un fuerte des- gaste en los dientes) y asimismo puede coincidir con el principio de bipedismo en los hhominoideos Los ciclos glaciales no solamente influyen en el clima, sino que también lo ha- cen en la geografia, Durante las glaciaciones, se forman grandes glaciares sobre los, continentes en zonas que habitualmente tienen mucha precipitacin. La acumul cin de hielo sobre la superficie terrestre provoca un descenso del nivel de los océ- anos (el nivel eustético). Durante el Eoceno tardio ha empezado una primera acu- :mulaci6n sobre la Antértida y, aunque existen fluctuaciones, ésta ha ido aumentando gradualmente (Davis er al, 2001; Lear et al., 2000). La primera indicacién de acu- rmullacién de hielo sobre Groenlandia es de hace 11 Ma, y la existente sobre el norte de Eurasia es de hace unos 2,6 Ma. A causa de ello, el nivel de los océanos, aunque con grandes fluctuaciones, ha ido bajando @ lo largo de este tiempo. Alrededor de Jos continentes existen plataformas continentales sumergidas que, al ir descendiendo el nivel eustético, van exponiendo una mayor parte de su superficie formando islas {que se van aproximando a los continentes hasta llegar, en algunos casos, a unirse a ellos. Como veremos més adelante, las islas pueden acoger faunas endémicas con caracteristicas muy peculiares a consecuencia del aislamiento. El descenso general del nivel marino ha disminuido el nivel de endemismo de las faunas insulares. Durante Jos glaciales tuvieron lugar nuevas dispersiones hacia las islas, fendmeno que faci- lité también la dispersion humana tanto hacia las islas como hacia el continente aus- traliano, ‘Todos los factores que influyen en el clima pueden explicar la dinémica térmica del planeta y, por lo tanto, son basicos para entender cémo se producen los cambios, de temperatura y de humedad que sern fundamentales para entender la emergencia de ‘nuestro género en Africa y su posterior expansién planetaria (Vrba et al., 1995; Wilson et al, 1999). a puede EL ESTUDIO Y LA SISTEMATICA DE LOS ANIMALES ¥ PLANTAS El estudio de la evolucién biolégica y cultural humana y de su dispersién sobre la tierra necesita toda una serie de métodos y técnicas para poder estructurar y cono- cer los datos empiricos relacionados con este tema. La clasificacién ordena o agrupa entidades (como las especies de animales) en ceategorias y la nomenelatura proporciona los nombres. Son herramientas que facili- lades muy diversas, como la ecologia, ta bio 1 trabajo de cientificos de espe: geogral cl momeno de profundizar en la clasficacién y nomenclatura, pero si que debemos dedicarles unas Iineas puesto que es indispensable poseer un conocimiento mininvo de ellas. El sistema de clasificacién y la nomenclatura que se utiliza hoy en dia fue i troducido pot Linnaeus. El principio de la clasificacién de plantas se encuentra en su obra Species plantarum, publicada en 1753, y el dela clasificacién de los animales se halla en Is publicacién de la décima edicién de su obra Systema naturae, en 1758. Como era habitual en su época, estas obras cientificas fueron escritas en latin y no~ sotros segaimos usando los nombres latinos de animales y plantas. Esta es una gran ‘ventaja para los cientificos, puesto que unos y otras conservan los mismos nombres cen todas las publicaciones en lenguas tan dispares como la inglesa, rusa o china y cevitamos, de esta forma, la gran fuente de errores que podtfa suponer el tener que tra~ ducir los nombres de uno a otro idioma, LLinraeus reconocfa varias categoria: clase, orden, género y especie. Mis tarde, se han afadido otras més: familia, subfamilia,tribu —entre orden y género—, ademas dle infraorden, subgénero, subespecie etc, Las categorias reciben también el nombre de taxones, de ah la taxonomia. La categoria de la especie es Ia ms importante. Aunque existen diferentes definiciones, generalmente se considera que una especie es un grupo de individaos que pueden procrear entre ellos. La definicién de una especie (y subes- pecie) siempre se basa en un ejemplar, el «tipo>, generalmente un holotipo. Todos los Fig. 1.5, Carolus Linnaeus (Carl von Linné, 1707-1778). Fic. 16. Charles Darwin (1809-1882) individuos o ejemplares que pertenecen a la misma especie que el tipo reciben el mismo ‘nombre especifico, Un género tiene una especie tipo y las especies parecidas a la es- pecic tipo son las que se incluyen en él ‘Como ya mencionamos, los nombres se dan en latin o bien son «latinificados»; los genéricos y espectficos se escriben en cursiva, con una tinica diferencia entre am- bos: los genéricos se eseriben en maytiscula y los especificos en mimiscula, por ejemplo Sus scrofa Gabalf). El nombre especifco se utiliza siempre en combinacién on el nombre genérico y dicha combinaciGn es tnica, ya que no se admite homéni- ‘mos ni sinénimos, Si se detecta que se han introducido dos nombres para un mismo tax6n, la norma es usar el nombre mas antiguo. Esta norma y otras muchas estn re- cogidas en el cédigo de la nomenclatura 0 ICZN (International Code of Zoological Nomenclature). Los nombres de las clases, Grdenes, familias, tribus y categor‘as relacionadas (como subfamilias) deben empezar con mayscula. La terminacién de los nombres in- dica si se trata de familias, subfamilias y tibus: -idae, -inae e -ini, como pe. Suidae, Suinae y Suini. Los nombres de las familias, subfamilias y tribus siempre se basan en. ‘el nombre de un género representativo (el género tipo), en este caso del género Sus: Los taxones de categoria superior a especie son més subjetivos, lo que da lugar fre- ‘cuentemente a clasificaciones alternativas, aunque con el paso del tiempo una de las Variantes suele imponerse. E1 éxito de la clasificacién lineana reside en que se basa en semejanza anaté~ mica. La clasficacién de Linnaeus refleja bien las relaciones filogenéticas, a pesar de {ue este cientifico publics su clasificacién un siglo antes que Darwin su On the ori- in of species. Des siglos después de Linnacus fue introducido tn método denominado «cla- ddismo» con el objeto de estudiar mejor las relaciones filogenéticas. Este método cons- truye cl:dogramas, que son diggramas que pretenden reflejr las relaciones filogené- ticas, en base a caracteres derivados comunes y no a semejanzas. El uso waico de caracteres derivados es un avance metodolégico, pero hay otros aspectos de la cladis- tica que siguen siendo tema de discusién. Algunos de los defensores de este método tienden a reflejar el maximo detalle filogenético en la clasificacién, dando lugar a luna taxonomia més compleja. En cualquier caso, no debemos olvidar que ésta es una herramienta para cientificos que trabajan en campos muy distintos y que la mejor forma de mostaar Ia filogenia es un ébol filogenético. Hoy en dia contamos con distintos manuales para consultar Ia clasificacién de {os animales y de las plantas; para las especies de mamiferos recientes es Wilson y Reeder (1993), para los mamiferos recientes y fésiles a nivel genérico y supragéne- rico es McKenna & Bell (1997). PALINOLOGIA ¥ EVOLUCION HUMANA, Hoy en dia los prehistoriadores disponen de mis medios y téenicas que hace unas Aéeadas para conocer los elimas que han envuelto la evolucién humana. A menudo ‘lvidamos que la palinologia fue pionera en este campo y que sigue siendo necesaria para conocer los ambientes y cémo han influido éstos en el largo camino que hemos tecorrido. Asi, una rama de la palinologfa, la paleopalinologia, es la encargada, através del estudio de los pélenes fésiles, de reconstruir el paisaje vegetal contemporsineo de los restos arqueolSgicos almacenados en depdsitos naturales 0 antrSpicos. $i somos ea- paces de restituir la vegetaci6n, podremos deducir el clima que imperaha en aquella ‘p0ca, ya que sabemos que las distintas comunidades vegetales de nuestro planeta res- pponden a determinados tipos de clima. Para realizar un andlisis palinolégico s6lo precisamos unos 20 g de muestra de sedircento contempordneo del nivel arqueolégico a estudiar. Estos sedimen- tos se ratarénfisico-qufmicamente en un laboratorio adecuado, hasta eliminar todo el compenente mineral, a fin de obtener un residuo orgdnico en donde se hallaré el componente esporo-polinico a estudiar. El recuento y determinacion de los ele- mentos falinol6gicos (polfaicos y de la palinofacies) bajo microscopio éptico de Juz transzitida, permitira elaborar unos diagramas que serdn interpretados por el ppalin6logo. Los paquetes estadisticos (andlisis de clusters, de Correspondencias, et). asi como una formacién bésica on geolog(a, botinica y arqueologia y la relacién esirecha con otros analistas que hayan participado en el estudio, serdn de valiosa ayuda en la interpretacién paleoecolégica (Burjachs et al, 2003; Lopez Saez. et ul., 2003). De esta manera se ha podido saber que los ancestros de los humanos dese ieron de los érboles, empujados por el retroceso de la selva ecuatorial, EI elim

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