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Vivir, amar y morir

en zapatillas
Oscar Virga Digiuni

Vivir, amar y morir


en zapatillas

Editorial Autores de Argentina


Apellido autor, Nombre
Título obra. - 1a ed. - Buenos Aires : Autores de Argentina, 201A.
136 p. ; 20x14 cm.

ISBN 978-987-1791-10-1

1. Narrativa Argentina . 2. Novela. I. Título.


CDD A863

Editorial Autores de Argentina


www.autoresdeargentina.com
Mail: info@autoresdeargentina.com

© 2014 Oscar Virga Digiuni

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723.


Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Agradecimientos

A Beto Zunino, Luis Rubial y a todos


los que saben que están en estas páginas.

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Prólogo

de Mónica Monetti

En este libro Oscar transmite sus experiencias personales junto


con la sabiduría de autores que él generosamente nos regala, y nos
introduce, con un lenguaje cotidiano, en la experiencia del coaching.
Su lectura me ha parecido realmente un viaje maravilloso. Cuan-
do comencé a leerlo por primera vez, me sentí transportada en esta
escena que tan cuidadosamente Oscar ha montado para el lector:
domingo, living, decontracté, con zapatillas, vinito de por medio con
brusquetas, y en un momento me di cuenta que no estaba sólo leyen-
do sino conversando con él, hablando juntos de las cuestiones del
alma. Había aceptado su invitación, él me hablaba, me preguntaba,
yo pensaba y le contestaba. Se había abierto un diálogo a la distan-
cia. Estando él en Mendoza y yo en Buenos Aires, compartíamos el
mismo espacio como por arte de magia. Me veía reflejada en muchas
de sus reflexiones, atrapada por el hilo de su agudo pensamiento, y
embargada por la poesía de su estilo.
Oscar es, además de amante de la fotografía, pintor de escenas y
paisajes, un gran escenógrafo, que nos transporta al decorado per-
fecto para cada una de los temas y escenas que desarrolla. Cada tema
es cuidadosamente acompañado con un escenario apropiado. Dibu-
ja y colorea cielos, tormentas, pájaros, atardeceres y amaneceres….
Logra que la lectura se convierta en una fiesta sensorial, donde ve-
mos, percibimos aromas, sentimos, tocamos, y somos tocados, por
todos los estímulos que su imaginación diseña para nosotros.
Cada adjetivo nos lleva a un universo de profundidades. Nos hace
volar con la imaginación, escudriña nuestras fantasías y deseos más
profundos, y se ofrece amorosamente como espejo de nuestros jui-

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Vivir, amar y morir en zapatillas

cios, emociones, sentimientos y acciones. Es provocador en el me-


jor sentido de la palabra, nos seduce y nos mueve, nos conecta con
nuestra vibración más sutil. Cada cuerda va sonando al ritmo de sus
preguntas. Es ambicioso, no quiere que salgamos igual después de
haber sido atravesados por esta conversación.
Intenta mover, a través de esta invitación a conversar, nuestra fibra
más íntima. Nos invita a que nos replanteemos cómo estamos vi-
viendo, dónde reside nuestro poder interior, cómo nos conectamos
con el placer, qué estamos eligiendo, con qué nos estamos compro-
metiendo en la vida, en definitiva, cómo estamos siendo, cómo es-
tamos transitando hoy esta experiencia humana y quienes estamos
eligiendo ser.
Se están cayendo todos los paradigmas y modelos epistemológicos
que sostenían la separación entre el adentro y el afuera, lo creado y
el creador. Ya no le podemos echar la culpa a nadie. Seguramente
el lector frente a mis afirmaciones se hará muchas preguntas, pero
estamos viviendo una maravillosa época de desarrollo de la ciencia,
donde ya contamos con nuevas confirmaciones y en muy poco tiem-
po podremos gozar de las respuestas a nuestros interrogantes.
La conexión con este poder creador es lo único que nos lleva a la
energía del equilibrio. Esta conversación que despliega Oscar con-
tigo, lector, busca cuestionar a ese observador y trabajar con él la
energía del centramiento, ya que las aguas turbulentas sólo pueden
aquietarse recorriendo el camino hacia el ser interior, en el desarro-
llo de esta conversación con uno mismo, donde están acumulados
todos los saberes de la historia genética de la especie y la historia
personal y presentados como el relato que nos identifica, que nos
brinda identidad.
En este mismo sentido, Oscar sondea nuestras conversaciones in-
ternas para desacartonar viejas creencias en las que podamos estar
atrapados, y que hacen que manejemos nuestra vida en piloto auto-
mático y sigamos creando más de lo mismo, en definitiva, aquello
con lo que no estamos satisfechos. Si queremos algo distinto, se trata
pues, de mirarnos en el espejo para poder movilizar la inercia neuro-
nal que nos lleva por el camino más cómodo. ¿Cómo pretender una

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Oscar Virga Digiuni

vida más rica si no nos atrevemos a salir de nuestra cajita de comodi-


dad?. Salir de nuestros esquemas supone el riesgo de la angustia que
provoca la incertidumbre, pero sin animarnos a ese desafío posible-
mente nos perderemos una vida llena de oportunidades.
Para dejar de ser víctimas y ser protagonistas es preciso hacernos
cargo de nuestro poder creador, ser conscientes que voluntaria o in-
voluntariamente estamos creando en todo momento. Parafraseando
a Oscar, para atravesar tormentas, es necesario un poco de coraje
y determinación, ya que sin ellos no aparece lo nuevo. Por ello el
autor nos invita a trabajar nuestros miedos, a desafiar nuestras con-
versaciones de no posibilidad que están bloqueando nuestras mejo-
res posibilidades y nos acompaña con su pensamiento para sacar lo
mejor de nosotros, nuestra fuerza interior, movilizando el espíritu de
la Creación en nosotros.
Vivir, Amar y Morir en zapatillas es una invitación para diseñar
nuestra vida desde el foco puesto en el amor, el amor a nosotros mis-
mos y a los demás, para lo cual necesitamos desarrollar la aceptación
y el perdón, único lugar desde donde podemos sanar las relaciones y
crear nuevas relaciones productivas.
Mediante sus reflexiones ha buscado empoderarnos, que no sea-
mos los mismos después de haber atravesado esta lectura. Ha busca-
do dejar huella en el alma de cada uno de los lectores. Podríamos de-
cir que este libro es un Coaching para el alma, donde el Oscar-Coach,
excelente por cierto, nos moviliza con sus preguntas poderosas.
Desde mi visión sólo crecemos cuando formamos comunidades de
aprendizaje y le agradezco profundamente a Oscar el poder compar-
tir este espacio con él y con otros.
Gracias Oscar por escribir este libro, que nos brinda luz en el ca-
mino del autoconocimiento y la superación personal, y que me ha
llegado al alma.

Mónica Monetti

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Prólogo

de Guido Samelnik

“Home, Sweet Home” es la primera frase que sale de mi cuerpo en


este momento, mientras leo y vibro con las sabias palabras que mi
querido amigo Oscar G. Virga Digiuni nos regala en esta experiencia
maravillosa. Por cierto, estoy en casa, es domingo a la tarde y estoy
en zapatillas.
Conozco a Oscar hace 6 años. La vida nos juntó en un espacio es-
pecial de crecimiento personal como es una Formación de Coaches.
Por esas cosas de la vida, a mí me tocó ser el Formador y a Oscar, el
Aprendiz. Y después de este tiempo de verlo, escucharlo y sentirlo,
puedo decir con todas las letras que Oscar es un MAESTRO. Y si
resumiera en una palabra mi experiencia sobre él, sería: GRACIAS.
Gracias Oscar, por enseñarme con el ejemplo el valor del amor, la
compasión, la humanidad, la responsabilidad y la integridad.
Yendo al libro, Oscar nos acompaña, mientras nos tomamos la
copa de vino y disfrutamos del domingo en paz, a volvernos obser-
vadores de nosotros mismos, y no dejarnos llevar por nuestra mente,
como si ella tuviera la “verdad” de quienes somos y lo que es posible
para nosotros. Nos conecta con eso que hace que nos sintamos ple-
nos y vitales, sin las interferencias que surgen de nuestros procesos
mentales y creencias culturales que nos limitan más veces de las que
nos potencian.
Gracias a Oscar, puedo ver la evolución en mis tormentas perso-
nales, a entenderlas y no temerlas, sabiendo que después del movi-
miento, la inestabilidad y el caos, viene una serena calma y las cosas
se vuelven más claras. Entonces, puedo ser un observador distinto
del mundo, más crecido, más grande, más consciente.

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Vivir, amar y morir en zapatillas

Este viaje me hace entender el equilibrio natural que hay en la vida,


en la naturaleza.
En la vida vamos a pasar (quieras o no) por momentos alegres y
felices, y por otros que no te agraden tanto. Si sabemos que en la
vida tendremos de los dos momentos, porque pelearnos y resistir-
nos cuando aparecen?. Aprendí escuchando a Oscar la posibilidad
de ACEPTAR y DISFRUTAR de ambos momentos, y sacar en cada
situación el mayor provecho y crecimiento.
Las tormentas no tienen ninguna connotación en sí mismas, “las
tormentas son tormentas”. Como las interpretas y las sientas, te abri-
rán o cerrarán posibilidades para tu vida.
Como dice Oscar, este no es un libro, es un espacio de relación en
el cual nos encontramos con nosotros mismos, y aquí el protagonista
de este maravilloso cuento que se llama VIDA eres TÚ.

TODOS NACIMOS PARA BRILLAR…

“Nuestro miedo más profundo no es estar a la altura.


Nuestro miedo más profundo es que somos muy poderosos.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad la que nos asusta. El dismi-
nuirse no le sirve al mundo.
No hay sabiduría en esconderse, para que otros no se sientan inse-
guros cerca de uno.
Todos nacimos para brillar, como todos los niños. No está en algu-
nos de nosotros, está en todo el mundo.
Y al dejar que nuestra propia luz brille, inconscientemente permi-
timos que otros hagan lo mismo.
Al ser liberados de nuestro propio miedo, nuestra presencia auto-
máticamente libera a otros”.
(Fragmento extraído de la película Coach Carter).
Gracias Oscar por ser catalizador para que mucha gente libere su
poder interno y consiga una vida plena de sentido.

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Oscar Virga Digiuni

A ti amigo lector, déjate fluir en esta conversación y permítele ser


TU ESPEJO y tu CAJA de RESONANCIA, para encontrarte contigo
mismo en tu mejor versión, más allá de este rato, esta tarde tranquila
de domingo, en zapatillas…
Feliz Viaje…!!!!!

Guido Samelnik
Noviembre de 2013

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Introducción

Cómo es uno de tus domingos?. No importa la época del año ni


cómo haya sido la noche del sábado. Si está soleado, llueve, hace
mucho calor, nieva, si vas a misa, si ese día hay algún partido de tu
equipo de fútbol favorito que te tenga estresado o si hay alguna salida
prevista para la tardecita.
La pregunta sobrevuela a todas esas circunstancias. Cómo encaras
a la vida los domingos?. Cuando tomas conciencia que es domingo,
tu cuerpo rejuvenece minutos, horas, días…. Te sientes más liviano,
respiras como dicen los libros, hasta ensayas algún pasito de algo pa-
recido a una rutina gimnástica. Te disfrutas en el espejo, ves detalles
que te detienen en tu propia observación, conversas con tu mirada,
la descubres en una dimensión que no conocías…. Allí comprendes
que sólo otros sabían lo que dice tu mirada. Te da cierto placer con-
versar con tú mismo. Conectarte con tu interior a través del espejo
y ponerte en el lugar que es tuyo desde siempre. Antes que otro, eres
tú el que necesita hablar contigo mismo. Y eso pasa los domingos….
Vas a desayunar. Te tomas el tiempo del mundo y de alguna otra
galaxia, también. Miras el cielo, distingues matices de tonos celes-
tes según el ángulo de los rayos del sol, encuentras formas en las
nubes…. Imaginas que se fundirán cuando choquen o te quedas
esperando si el viento gambetea y las deja con vida unos minutos
más. Escuchas un ruido cercano y llamativo que te traslada a otros
momentos. Parece un pájaro recibiendo un nuevo amanecer. Es un
pájaro recibiendo al amanecer. Eso dibuja una sonrisa en algún lugar
del cuerpo. No te estás riendo; te sentirías un estúpido si lo hicieras
solo porque un pájaro hace lo normal. Pero algo de tu ser vibra en
esa misma frecuencia. Algo de tu ser se reconoce en unidad con esa
sinfonía. Y como ese algo no se hace público, te sientes bien y no un
estúpido naturalista.

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Vivir, amar y morir en zapatillas

El desayuno es una extensión del canto del pájaro. Medido, tran-


quilo, armónico con tus sensaciones. Entre los seres vivos existe eso
que conocemos como leyes de atracción natural. Que se manifiestan
en los juegos de seducción. Están más allá de los cálculos y las es-
peculaciones individuales. Generalmente, las especulaciones son in-
versamente proporcionales al resultado de la seducción. Cuanto más
se deja fluir al instinto hay más probabilidades que las cosas lleguen
al puerto que quieran llegar, aunque no sea el que una molesta voz
interna nos reclame. Si el puerto referido es el naturalmente correcto,
más placentera será la estadía en el mismo. Si la voz interna nos lleva
para otro lado, no se aceptan quejas al orden natural.
Por eso, hay magia en ese desayuno. Porque parece que todo está
conectado en una misma frecuencia, hay un gran juego seductor que
envuelve el momento. Es un sueño raro. Es un regalo. Es la vida que
te (nos) encanta y te (nos) pone en un estadio de conciencia cercana
y lejana a la vez.
Los sabores, los aromas, los sonidos de alrededor, los objetos, en
fin, lo que te rodea, conforma un escenario único, inmediato. No
hay en ese lugar recuerdos pesados ni ansiedades. Máximo presente.
Unidad ambiental casi plena. En ese momento, eres dueño de una
parte de un conjunto. Te reconoces como tal y lo disfrutas.
Estás cómodo. No sé si para contestar “bien” si te preguntan, por-
que prefieres “do not disturb”. Pero sí, bien…. Vestido al paso, ligero,
“de entrecasa”, sin posturas, sin modas. En zapatillas. La palabra es
“cómodo”. Dueño de la situación y del tiempo. Delante del resto, al
frente de tus cosas, centro de tu tiempo y por encima de las peque-
ñeces cotidianas.
Te imaginas todo ese placer si estuvieras calzado con zapatos?. Y
no quiero replantear la pregunta, con zapatos acordonados … aga-
chándote para fijar los nudos, pararte y sentir tus pies entrampados,
queriendo escaparse, discutiendo con paredes inflexibles y trasla-
dando todo ese conflicto para arriba, buscando solidaridad en tu
humanidad, que siempre es una unidad con ellos, en las buenas y en
las malas.

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Oscar Virga Digiuni

Imaginas tu sonrisa, tu otro Yo en el espejo, tu mirada distraída, tus


sentidos abiertos, los pájaros cantando, las nubes jugando, el desa-
yuno lento, tus convivientes rondando, tus sensaciones de domingo
a la mañana y tus pasos libres en esa jaula de cuero?. Yo imagino, te
imagino, enjaulado entero. Entregado a la letanía de tus dedos infe-
riores, dominado por ese enraizamiento, condicionado en tu presen-
te y limitado en tu futuro.
Podría imaginar más. Cuánto?. Todo lo que me devuelva el tiempo
dejando fluir mis pensamientos. Pero no es el objetivo abrumarte
ni aburrirte con esta disquisición. Solo quise que juguemos un rato
a compararte en dos estadios diferentes. Uno, en el pleno gobierno
de tu poder personal, siendo libre y universal, decidiendo tus actos
en consciencia automática, presente en tus momentos, haciendo y
sintiendo, ágil y ético, entero, benditamente inocente, sinceramente
único y eterno.
El otro, no. NO. Nada. Poco. Restringido, dependiente, chiquito,
torpe, tonto, doliente, sumido….
Estas últimas palabras, seguramente, te alejaron unos centímetros
del libro. No temas. Fueron las últimas, lo prometo. No las volveré a
usar. No he venido a tu casa a ofenderte. Perdóname. Si te afectaron,
es porque me equivoqué de destinatario. He tocado una puerta que
no estaba en mi ruta.
De aquí en adelante, hablaré con el otro. Con el hombre poderoso.
Si las palabras de tres párrafos atrás te han acercado a la página, si
han excitado alguna parte de tu ser, he cumplido mi primera misión:
llegar a tu casa, apretarte en un abrazo y que compartamos algu-
nas horas de charla y experiencias. Vamos a dejar esta charla escrita,
para que otros accedan en otros tiempos y la hagan suya en esos
momentos.
Si, acepto una copa de vino. Nos sentiremos más cercanos. Más
tarde, veremos si seguimos con café, algún coñac, whisky… será
tema de ese momento.
Ponte cómodo. Me gustan tus zapatillas.

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Capítulo 1

La evolución
“Dime, oh Dios, si mis ojos, realmente,
la fiel verdad de la belleza miran;
o si es que la belleza está en mi mente
y mis ojos la ven por doquier que giran”.
Miguel Angel Buonarotti

Siempre me gustó ver las tormentas formarse. Bueno, siempre… des-


de que me acuerdo. Especialmente, las tormentas eléctricas.
Mucho más acá en el tiempo, supe que eso dependía de una co-
rriente de aire caliente que se eleva, se enfría luego a temperaturas
por debajo de su punto de rocío  y se condensa, liberando el calor
latente, para ir generando esos caprichosos cúmulus nimbus y cirrus.
Y que cuanto más alta es la velocidad de la corriente ascendente de
aire mayores son las turbulencias internas en la nube, propiciando
mayor actividad interactiva de las cargas eléctricas de las partículas
y, con ello, aumentando la cantidad e intensidad de relámpagos y
rayos que se producen, así como la fiereza de la lluvia.
Poco me importó, desde que me acuerdo, saber esto último. Es casi
como ver un espectáculo de magia desde bambalinas. Se pierde algo
o todo de esa magia. O sea, una cosa es el conflicto con la curiosidad
y otra cosa es pasar la raya en la que se pierde, instantáneamente,
todo misterio.
Poco me importó, también, ser consciente que muchas de esas tor-
mentas a las que refiero causarían daños en cultivos, en barriadas
populosas, en coches o hasta en vidas humanas. No lo digo por in-
sensible, sino por otra cosa que espero entiendas.

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Vivir, amar y morir en zapatillas

Me gusta ver la evolución de la tormenta. Una vez, en un verano


muy caliente, al sur de Mendoza, en el embalse de la represa del Ni-
huil, sentado en una canoa y esperando que algún pez dispusiera
acompañarme, fui testigo de esa evolución. Pude observar en prime-
ra fila cómo empezaba a elevarse de la superficie del lago una ligera
voluta de vapor de agua y aire, que se fundía en el bajo cielo a los po-
cos segundos. Sin descanso, otras volutas similares la sucedían hasta
que en algunos minutos, pocos, muchos… ya quedaba estampada
una nube en el paisaje de ese atardecer. Probablemente, los peces es-
tuvieran acostumbrados a ese espectáculo, porque ninguno de ellos
vino a observarlo conmigo.
Extasiado por esa contemplación se me fue la tarde. Y yo me fui
con ella. Pero mis ojos estaban clavados allí, como dos niños de ciu-
dad en su primera visita a un zoológico, abstraídos por tanta natura-
lidad y tan cercana.
Algo pasó. No lo registré a tiempo. No tenía Google a mano para
preguntar por qué. Quien me acompañaba en la canoa estaba como
yo. En un instante, esa nube y sus amigas nos avisaron que la fiesta
había llegado a su fin y que había que volver a casa. Claro que las
formas no fueron muy civilizadas. Bastó un relámpago mayúsculo,
el trueno obsecuente, y comprendimos. Había que apurar la salida
de ese lago.
Los simpáticos relámpagos y los truenos barítonos y tenores deja-
ron el escenario a un viento furioso, una corrida frenética de nubes,
un vals asimétrico de las aguas del lago y las primeras gotas que cru-
zaban el aire. Nuestra presencia allí excedía lo que un privilegiado
plateísta puede pretender.
Abreviando, aquí estoy, escribiendo este relato. Estoy tentado de
confirmarte que no sé si cambio esta comodidad por aquella incerti-
dumbre. En realidad, quiero dejar claro que no la cambio a ninguna
de las dos. Porque la aventura es excitante para el ser humano, pero
también lo es compartir la experiencia y que eso llegue a excitar a
quien le es compartida.

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Oscar Virga Digiuni

Todo cambia.
Otro de mis hobbies es la fotografía. Un don que me permite ver
un instante y contárselo al mundo en una imagen. Y que el mundo
vea ese mismo instante. Pero, qué ve el mundo de ese instante que yo
acabo de ver?.
El ojo humano es el protagonista de la fotografía. Forma parte de
un sistema sensible, compleja red de tejidos, nervios y músculos, ar-
ticulados a su vez con otro sistema más complejo, llamado ser huma-
no. Esta entidad viva, es parte de un sistema mucho más abarcador
y generativo, que posee una dinámica eterna. Hago aquí un parén-
tesis para que convengamos en una definición porque la usaremos
bastante más adelante. Algo es eterno cuando no tiene un tiempo
material, cuando no responde a una lógica secuencial creada por el
pequeño hombrecito de ese macro-sistema, y, entonces, es presente
en todo momento. Hecha la salvedad, el ojo humano está viendo,
entonces, eternamente, cientos, miles, millones de instantes a su alre-
dedor. Muy frecuentemente, con o sin una máquina que los registre
sobre un film sensible o lo digitalice, uno de esos instantes se graba
en una memoria albergada en el tesoro interior humano.
Como toda función orgánica, el ejercicio hace a su eficiencia. En
este caso, la eficiencia puede ser considerada como el resultado de
ver más en el mismo tiempo, por ejemplo. Esto hablaría de un ojo
más atento y entrenado para responder más inmediatamente a…. a
qué?.
La fotografía, en tanto actividad sensitiva humana, refleja a qué
responde más inmediatamente ese sistema. La eficiencia, entonces,
deja paso a la eficacia, como descriptora individual, antes que com-
parativa, de distintas situaciones. No importa tanto si se ve más en
un tiempo determinado; interesa la eficacia: cuánto más se vea.
En ese sentido, la comparación entre estadios personales en dis-
tintos momentos permite conocer la evolución de un sistema ob-
servador, el de quien se trate, y advertir la mayor disposición de ese
sistema para ver. En términos fotográficos que se han popularizado,
diríamos que ese observador tiene mayor apertura o más panorámi-

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Vivir, amar y morir en zapatillas

ca, más profundidad de campo visual, diferentes contrastes, distintas


sensibilidades para iluminarse, etcétera.
Concretamente, cuanto más se utilice el sistema observador huma-
no, integralmente considerado, mucho más allá del humilde ojo, ha-
brá tantos más instantes que quedarán registrados en la experiencia
fotográfica vivencial. Así se construye la película personal, con una
sucesión de fotos instantáneas. Y así se proyecta en la inmensa sala
de cine que compartimos a diario: la calle.
En este punto se puede comprender que el fotógrafo mira al todo,
entiende que algo ha de quedar registrado porque ha movilizado un
impulso hacia allí y lo imprime tecnológicamente. Cuando ese re-
gistro se hace público, puede que otros sientan el mismo impulso
que hubieran sentido de haber estado en ese lugar y en ese instante
preciso, puede que no sientan nada o que solo sientan o analicen que
ese instante ha sido oscuro o poco empático.
El fotógrafo no captura una imagen sino que es al revés. La imagen
externa es una representación dimensional de algo que ha abierto
un diálogo con su mirada, que responde desde su observador eter-
no-interno porque se ha encontrado reflejado allí afuera. La rúbrica
del acta de encuentro es un click. Si la quieres complicar un poco,
son vibraciones energéticas de similares frecuencias que se buscan y
encuentran, como es usual en la Naturaleza.
Volvamos a las tormentas. Me gusta verlas y, también, me gustan
como metáforas. Hay un inicio imperceptible, un proceso turbulen-
to, un orden interno a ese caos, un progreso natural, energías inte-
ractivas, impacto en lo externo, clímax, distensión, disolución, resul-
tados, fin del ciclo y, al cabo, todo es pasado. Queda lo vivido. Queda
la experiencia. Se comparte y asimila.
Muchos instantes en la evolución de una tormenta son fotos per-
sonales. Disparan semejanzas con los procesos vitales. Hay una pe-
lícula de su devenir, transcurso y desaparición. Hay sensaciones en
cada momento y hay paralelos con ese fenómeno. Tal vez, la magni-
ficencia y la dimensión del espectáculo colaboren con esta sumisión
del espectador. Tanto más si se desarrolla en ámbitos naturales, lejos
de las protecciones de la civilización.

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Oscar Virga Digiuni

Yo puedo desechar el convite a la experiencia. No tomar riesgos


innecesarios. La tormenta del Nihuil pudo haberse llevado la canoa
con todo lo que había arriba. La foto puede resultar borrosa o inex-
presiva para muchos.
Puedo no sentirme atraído por la contemplación sencilla de una
parición tormentosa, pero no soy ajeno en ningún momento. La es-
tética de las formaciones, el temor por su impacto, la ansiedad por
saber si afectará a mis planes, la ingobernabilidad humana del fe-
nómeno, si habrá granizo, viento o lluvia fuerte, su irrupción en mi
rutina, en fin, desde su génesis misma y en su evolución no me siento
ajeno. Todo lo contrario, la acompaño como miembro de su mismo
sistema.
Como refiero más arriba, hay una metáfora en las tormentas. Y la
metáfora es el proceso evolutivo. Un inicio imperceptible, un proceso
turbulento, un orden interno a ese caos, un progreso natural, energías
interactivas, impacto en lo externo, clímax, distensión, disolución, re-
sultados, fin del ciclo y, al cabo, todo es pasado.
Es inútil contradecir un mandato interior. Hay conexiones natu-
rales que no entienden de explicaciones racionales. Hay condiciones
culturales muy débiles ante la presencia del espíritu de la Creación.
La evolución es natural e inevitable.
Es tan sencillo como andar en zapatillas. Tan libre como eso. Sin
complicaciones.
Yo defiendo la evolución. Nada involuciona. No existe el proceso
reversible si no es forzado. Como dice mi amigo Guido Samelnik1, se
trata del “estar siendo”. Cada estar es una foto de la película siendo. Y
cada instante es lo que cada observador ve, registra o conecta desde
su interior con el exterior.
Dicen por ahí que la madurez se alcanza cuando ya no nos permi-
timos mentirnos a nosotros mismos. Creo que el Yo es maduro desde
el mismo momento en que toma conciencia de su ser; no sé si esto
se da a las 12 semanas de gestación, a los 9 meses o después de 1 año
del primer berrinche. Porque nada creado por el ser humano puede
1
“Coaching integral del siendo” (2010)

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Vivir, amar y morir en zapatillas

engañar, condicionar o alterar lo que es eterno, anterior y posterior a


ese ser humano, un elemento de la Gran Humanidad (o Gran Crea-
ción) que lo (nos) incluye.

Te escuchás?.
Por qué dices que no estás de acuerdo?. Que nada cambia, que
todo está igual….
No eres el mismo de ayer, ni del año pasado. Si te niegas a ver que
estás distinto desde entonces, estás cometiendo un acto de inmadu-
rez. Te estás negando posibilidades perfectas. Diría el fotógrafo que
estás achicando tu campo visual. Permíteme que diga inmadurez, y
no lo tomes como ofensivo porque no digo que lo seas. Digo que es
un acto inmaduro, porque va contra tu propia naturalidad, que no
sabe mentirse.
La sinceridad es uno de los pilares del bienestar personal. Tan es
así que no necesito recordártelo. Lo sabes antes de conocerme. Lo
sabes desde que te conoces a ti mismo. El no dejar de pensar en eso
que hiciste a contrapelo de tu sentimiento, los dolores de conciencia,
las confesiones, las lágrimas que se escaparon, los gritos que ya están
en el aire, la mentira piadosa y el sabor amargo… qué es todo eso?.
Ya sé que no eres lo peor…. Ni yo soy el mejor. No hablo de tí ni
de mí. Hablo de alguien, pero no te distraigas poniéndole un nom-
bre que pueda desviarte de lo que estamos tratando. Ese alguien no
está ocupado o preocupado por los efectos de lo que hizo o dijo. Sus
sentimientos y sensaciones son solo suyos y no los toma por cuen-
ta de quien haya recibido sus acciones y palabras. Entonces, si algo
queda emitiendo señales intermitentes, que se descubren por distin-
tos canales y con diversas formas, hay un llamado que atender. Es el
llamado de la sinceridad.
Se puede no contestar, claro. Un llamado, dos, tres… pero sabes
que está allí. Presente y esperándote. Como yo, ahora. Yo sé que te
cuesta hablar contigo, por eso me ofrezco a escucharte y que me uses
de caja acústica. Y también puedo ser tu espejo, donde te mires es-
cuchándote.

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Oscar Virga Digiuni

Te acuerdas cuando hablamos de la evolución de una tormenta?.


Es un fenómeno natural. Como entenderse con la sinceridad, con tu
sinceridad. Tu Yo.
Un inicio imperceptible, pudo ser esa misma pregunta que se dis-
paró antes de la segunda copa de vino. Por qué niegas tu evolución?.
Que todo es igual y nada cambia en tu vida….
Me anticipo a cuestionar el uso del TODO y del NADA. Para en-
tendernos, entre nosotros o con nosotros, es muy útil hablar el mismo
idioma, no es cierto?. No lo tomes a mal, pero creo que podría llegar
a aburrirme si te pido que me explicites qué es TODO lo que está
igual en tu vida (el detalle de todo lo que es tu vida, digo) y lo mismo
para el caso de lo NADA que ha cambiado en ella. Además, eso no
es abrir un diálogo sino cerrarlo. Las generalizaciones son absolutas.
No hay nada más allá ni más acá de algo absoluto. Es así y punto.
Hasta acá llegamos… y si no quieres hablar, no te escucharé.
Prefiero que le preguntes a tu sinceridad por algo en particular,
no por todo. Ella es quien más te conoce, quien nunca ha dejado de
observarte y quien te mantiene conectado con tus fuentes de inspi-
ración para cualquier acto. Sabe de vos desde miles de años antes de
hoy y de este momento, de lo que eres, de lo que quieres ser y de lo
que algo un poco más grande que vos necesita que seas.
Si lo haces es porque sientes que hay inestabilidad. La calma se
conserva a sí misma. Cuando tu Yo te descubre poco armónico es
probable que te haga expresarlo de alguna manera fotográfica. Cap-
tura un momento de tu atención en el afuera y lo deja registrado en el
adentro. En vez de un clic tal vez haya una palabra, un gesto, un do-
lor, un pensamiento, una carcajada. O una reacción que espera abrir
el diálogo con tu sinceridad….. Algunas ondas comienzan a elevarse
por la inestabilidad…
Un proceso turbulento, es, por ejemplo, el inicio de ese diálogo. Es
un momento similar a un derrumbe: mucho ruido, pérdida de refe-
rencias, desorientación, descompensación orgánica, alerta excitada,
búsqueda de nuevas posiciones, contemplación del entorno, sensa-
ción de desapego, entrega. Tantas palabras podrían usarse para des-

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Vivir, amar y morir en zapatillas

cribir un tiempo majestuoso en el que parece no haber gobierno de


nada ni nadie.
Estás abierto a escucharte. Te conectas con tus profundidades. Vas
explorando el camino, no te animas a dar pasos firmes porque hay
mucho misterio en él. A poco de transitarlo, concentrado y atento,
aquel misterio empieza a revelarse amigable, como si no fuera tan
desconocido. Evocas alguna otra vez que estuviste aquí… sí, estuvis-
te en esta película… recuerdas estas fotos… son tus emociones.
Tantas palabras podrías usar para definir lo que estás viviendo. Es
una creación. Es una transformación. Y lo será tantas veces como
suceda. Es tu libertad.
Cuanto más avanza la turbulencia menos lo es. Dejas atrás esos te-
merosos primeros sondeos y estás más cómodo en la circunstancia.
Estás adentro, eres protagonista y ya no un extraño. Cada vez menos
cosas te parecen ajenas. También avanzas más firme porque hay más
luz en el ambiente, se respira un aire más fresco y todo tu ser está
tenso y confortablemente adormecido, como dirían los muchachos
de Pink Floyd.
Bienvenido a tu libertad. Estás emocionado, estás creando. Es-
tás dialogando con tus fuentes y eso es creativo. Estás despejando
la hojarasca que los vientos han acumulado sobre ellas. Tus fuentes
siempre estuvieron allí, siempre fueron tuyas, pero no son las mis-
mas hoy. Han evolucionado. Se han renovado. Hace un minuto eran
distintas. Se regeneran porque es el mandato eterno. La vida es eso:
evolución constante. Libertad y más libertad. Aunque parezcan tur-
bulencias…… Se cruzan las corrientes de aire caliente con las más
estables…
Un orden interno a ese caos, que es el camino y sus reglas. Se puede
andar y estar en equilibrio. Ese es el orden interno: el equilibrio. “En
estos tiempos de oscuridad iluminada, de distracción a perpetuidad….
Quiero abrazarte y sentirte vibrar… No hay que viajar a otra dimen-
sión para escuchar lo que suena mejor dentro tuyo”2.

2 
“Vas a bailar”, Ciro y los Persas (2010).

- 28 -
Oscar Virga Digiuni

Lo que suena mejor dentro tuyo es el equilibrio. Que no signifi-


ca quietud. Sentirte vibrar… El Universo está basado en un orden
perfecto: la armonía entre todos sus integrantes. Y eso se repite al
interior de cada uno de sus integrantes, como réplicas del sistema
mayor. La turbulencia es el prólogo de la armonía. El diálogo con tu
sinceridad conduce al equilibrio, al alineamiento de tu Yo con el otro
Yo, el que sale a la batalla diaria. Juntos son eternos. Son el orden
natural. La plenitud. El Orden Natural.
Cuando transitabas cada vez más liviano por las turbulencias esta-
bas entrando en ese orden. Y viceversa. Cuando avancemos en esta
charla, creo que habrá un momento para volver sobre este tema. Pero
quiero anticiparte una idea, para que no nos olvidemos de hablarlo.
Esto es Dios. El orden natural es un dios, y no importa si yo lo escribo
con mayúscula, vos no y otro se va cuando lo escucha nombrar. Un
dios, los dioses, qué son?. Podemos converger en que son entes supe-
riores, únicos, magníficos, sabios, poderosos, evolucionados, gene-
rosos, inasibles, invisibles, influyentes sobre nosotros, depositarios
de alguna fe, eternos, justos.
Alguna vez estuviste en estado de equilibrio, tú con tu Yo?. Has
vivido esa experiencia?. Cuándo?. Cuánto hace de eso?. Arriesgo a
que no ha sido dentro de un templo. Ni ha sido meditando. Te sor-
prenderá que yo lo sepa sin que hayamos cruzado palabra antes de
ahora. Te sorprenderás tú mismo al escucharlo. Se te escapará una
sonrisa cuando descubras que pasas por esa situación cientos, miles
de veces en tu vida.
Estás en equilibrio cuando besas y abrazas a tu hijos?. Cuando jue-
gas con ellos o miras, concentrado, sus tareas de la escuela?. Cuando
tu mascota viene a tu encuentro y te habla con sus ojos, no te sientes
un dios por un momento?. Qué sientes haciendo el amor con amor?.
Liberándote, siendo generoso con ese otro cuerpo, qué ves?. Com-
partiendo una cena con amigos, dueño de ese momento único, eres
poderoso?. Por qué andas descalzo en la arena de una playa cual-
quiera?. Y de noche, envuelto en una brisa y mirando millones de
puntos blancos en el cielo?. Caminando en zapatillas por la ladera
de una colina, negociando con ella sus obstáculos, llegando a la cima

- 29 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

y respirando hondo en ese lugar, qué hablas con vos?. Crees que al-
guien besa como vos?. Dónde irás de vacaciones en unos meses?.
Qué lugar quieres conocer y por qué?. Esperamos la justicia divina o
mientras tanto vamos haciendo algo cada día?. Si te digo con quién
tienes que casarte, vas a considerarlo?. Por qué elegiste esa profesión
y no otra?.
Entonces, ahora, qué es el equilibrio?. Es el orden natural?. Es el
orden de Dios, de dios, de los dioses, de tu Yo?. Te dejo en silencio…
mientras, van cayendo algunas gotas, empujadas por el viento, por su
propio peso, por la ley de gravedad…
Un progreso natural, es la fluidez de la vida, que anda buscando
toda oportunidad de animar. Qué pasa si dejas un recipiente con tie-
rra en cualquier lugar donde pueda recibir humedad y algo de luz?.
El vientre de una mujer está preparado para recibir un embrión en
cualquier momento, asegurarlo, alimentarlo y protegerlo hasta en-
tregar un ser humano íntegro y completo. El huevito de un insecto,
un reptil o un ave encierra ya todo lo que requiere para su formación,
una criatura minuciosamente equipada para desenvolverse en su rei-
no apropiado. Igual cosa ocurre con semillas vegetales.
Luego, si existe tal virtuosa voluntad de atender con esmero y mi-
nuciosidad cada uno de los infinitos detalles que resultarán en un ser
vivo, es posible pensar que está previsto y dispuesto lo necesario para
que la vida continúe en similares condiciones ambientales. Nadie ha
sostenido hasta aquí que nacer sea un castigo eterno.
Los seres vivos aprenden y desarrollan los movimientos imitando
a sus antecesores. Del mismo modo, los procesos interactivos entre
los seres vivos son el producto de sus maestros. Entre tú y yo resulta
lo que tú y yo queremos que pase. Si las condiciones ambientales son
cuidadas, el progreso es natural.
Esta es la fase evolutiva del equilibrio. Una vez estabilizada la si-
tuación, hay un devenir esperable. Es el desarrollo, el camino com-
partido hacia estados de mayor entendimiento. Ya son notorias algu-
nas consecuencias: hay definiciones, decisiones, tomas de posición,
acompañamiento emotivo… Ya son muchas las gotas, y puede apre-
ciarse una formación con rasgos característicos propios.

- 30 -
Oscar Virga Digiuni

Energías interactivas, que potencian el proceso hacia la búsqueda


de sus alcances, sus límites. Es el momento explosivo pero sin des-
madre. Cuando tus energías están liberadas, todo tu ser lo está. Estás
en el borde. A instantes del momento más importante. Hay reflejos,
revisiones, reacomodamientos, consistencia, espontaneidad.
Vos y tu Yo, y las nubes, se excitan en una danza compartida. Hay
complementos necesarios, aceptados y vinculantes. Los movimien-
tos siguen compases, prolijamente ensamblados, continuados, cre-
cientes en el ritmo. Se habla con todos los sentidos. Podría asimilar-
se a un baile descalzo sobre una gruesa alfombra blanca, muy bien
mantenida. Esa es la sensación… Pareciera que va a llover todo el día,
pero lo estoy disfrutando, encantado.
Impacto en lo externo, vas descubriendo las primeras consecuen-
cias, anticipadas a posteriores y más exhaustivas evaluaciones. Son
observaciones preliminares, aunque hechas en dominio de la con-
ciencia sobre lo que está sucediendo. Ya hay señales para diseñar lo
inmediato posterior. También hay sensaciones y visiones, que acom-
pañan una actitud contemplativa, inocente, despojada de prejuicios,
no exenta de firmeza… Ha sido importante… hay evidencias de su
poder.
Clímax, llegar al límite, aceptando que se ha dado todo. Es la cul-
minación, el tiempo y lugar de la máxima expresión. La emoción
más intensa y el pensamiento más refinado. Allí donde tu Yo vibra en
plenitud armónica. Es la fiesta del encuentro integral, en la plaza de
tus fuentes, en el punto más lejano de tu viaje interior. Donde estás
más cómodo, donde no hay tiempo ni medidas, ni ruidos extraños.
Puedes hablar y ser escuchado, por vos mismo, sin interferirte en
cada situación.
Es el instante mágico, porque así llamamos a lo que no podemos
explicar con nuestros saberes. En este caso, poco te interesa explicar-
lo. Lo estás viviendo como si fuera el último, o el único. Sin embargo,
no es nada de eso. Y como lo estás registrando, o como te estás regis-
trando en ese momento, hay chances que sea adictivo.
Saboréalo, quédate allí un poco más, sin apuros. Es tu lugar en el

- 31 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

mundo, ahí está tu espacio y tu riqueza. Tu amor y tu comunidad. Tu


presente y tu eternidad. Tu paz y la mía, porque son la misma cosa.
Te has abrazado con tu sinceridad y fundieron sus caminos en un
punto: el paraíso de tu Yo. Él, supremo en ese reino único e indivisi-
ble, reconoce tu esfuerzo. Tú te regocijas con la experiencia. Sientes
la misma alegría de un chico haciendo piruetas con su bicicleta, tan
solo porque eres un chico en este instante. Libre y sano. Puro, sin
condiciones… las energías se exhumaron con el último trueno, des-
pués de iluminarse todo...

Digo con Borges, “no hay acto que no sea coronación de una
infinita serie de causas y manantial de una infinita serie de
efectos”.

Distensión, disolución. Ambas son fases de una misma etapa, en


la que el sistema busca su nueva estabilidad, de regreso del proce-
so anterior. La calma se va abriendo camino sin resistencias, en un
ambiente despreocupado, satisfecho, con las energías bajas o en re-
cuperación, sin demandas. Es la hora de dejar fluir, otra vez, pero
ahora con una diferencia de posición. Ya no estás parado en el pro-
tagonismo de la película, sino en un rol secundario, o “de reparto”,
complementario.
La distensión es como el post-operatorio. Relajarse y dejar que los
órganos busquen su nuevo equilibrio, distinto al anterior. La disolu-
ción es desconectar las baterías que alimentaron el movimiento hasta
el clímax.
Has pretendido encontrarte con tu sinceridad y lo has conseguido,
después de una aventura excitante y plena. Concretaste un objetivo,
sientes tu poder, has creado, has influido en vos y en tu medio am-
biente. Tu participación pasa a un segundo plano, ahora. Es el mo-
mento previo a la contemplación de la obra, pero ya tiene algo de eso.
Como ocurre cuando vas a un concierto de algún músico: quisiste ir
allí, hiciste lo necesario y estás allí, ya vives la satisfacción, ya estás
en el concierto, aunque falta lo mejor. Lo mejor ya pasó. Estás allí. Lo
demás ya no depende de tí.

- 32 -
Oscar Virga Digiuni

Sientes una paz que se parece bastante al deber cumplido. Sólo que
no has hecho nada que hayas debido, como imposición de otros, ni lo
has hecho por cumplir, por responder a lo que otro esperaba de tí. Lo
que has hecho es ejercer libre y autónomamente tu soberanía, infini-
ta, indelegable, todopoderosa. Has sido Tu Yo, por derecho natural
y no por deber terrenal… el silencio se apodera del silencio, calma el
viento, los verdes y los marrones son intensos, el cielo espía por dónde
asomarse…
Resultados, fin del ciclo y, al cabo, todo es pasado. Empezamos a ser
conscientes de los efectos de lo que pasó. Digamos, no despegarnos
del hecho causal. Ser una unidad causa-efecto. Sin juicios de valor
sobre las consecuencias. Están allí, pero no necesito dar explicacio-
nes. Porque yo soy mis consecuencias. Y tú, las tuyas.
Los niños suelen querer escapar del tribunal que ha de juzgar sus
actos, siempre que no sean los de una personita correcta, claro. Saben
que son culpables antes del juicio. Pero pretenden ser irresponsables,
para evitar la condena. Solo lo pretenden, porque no saben de defen-
sas ni alegatos. Basta mirar su actitud corporal para comprender que
se están delatando solos. Porque en su génesis no cabe la impureza
de la mentira. En la tuya, tampoco. Ellos son sus consecuencias. tú,
también. Lo que actúan es fruto de su inmadurez: se mienten a sí
mismos, creando un relato, que no es acompañado por todo su ser.
Como el famoso perro que volteó la olla…. Y como tú.
Cuando el acto cometido es igualmente transgresor, pero no so-
cialmente incorrecto, la convalidación del entorno lo hace sentir
dueño del momento. Poderoso. Pleno. Su sonrisa o su gestualidad
es ganadora.
En su aún escaso código de comunicación social, las señales son
elementales. Tanto en un caso como en el otro, son expresiones del
diálogo con su sinceridad, con su naturalidad más profunda. Sin em-
bargo, en el primero de los ejemplos, no ha habido acuerdo en ese
diálogo y sí lo hubo en el segundo. El resultado es sólo uno, visible
en el mundo externo y en el interno a la vez, más allá de cómo se lo
quiera presentar. No hay dos finales de la misma película, aunque

- 33 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

muy bien puede haber dos interpretaciones del mismo final. Por eso,
hay un incordio o un gesto ganador. Desalineación o alineación in-
terior.
En su caso, el niño responde a un marco social. En el tuyo, puedes
elegir. Él ha hecho algo que de lo que espera evaluación social, posi-
tiva o negativa, según su experiencia. Tú puedes seguir ese modelo,
esperando que otros aprueben o no tus decisiones, o asumirte como
un hijo perfecto de una creación magnífica. Si ésta es tu elección, los
diálogos con tu Yo acabarán todos en decisiones que estén más allá
de complacencias o reprimendas. Serás responsable de tus actos. Po-
deroso. Pleno. En realidad, lo eres durante toda tu vida, aún si acabas
de enterarte.
La unidad con tu Yo es superior a tu voluntad del momento. Es
anterior a tu paradigma social. Y también es posterior a él. Te sobre-
vive. Por eso me distraje unos minutos con los ejemplos de los niños.
Me pareció más sencillo verlo en ellos y no en tí. Cómo te sientes?.

Terminada la tormenta, cumplido el ciclo natural, hay otro


ambiente….

- 34 -
Capítulo 2

Ahora será pasado. Ya lo es.


“Siempre fuiste mi espejo; quiero decir que para verme
tenía que mirarte”
Julio Cortázar

Las cosas están distintas. Y lo estarán otra vez en el instante si-


guiente, cuando avance la evaporación, continúe la filtración del sue-
lo, progrese el desagüe, aumente el sol su influencia, sople más viento
y limpien cielo y tierra. Hay una foto de este momento y otra, aunque
no me he movido un milímetro, en el instante posterior. Y así, suce-
sivamente. La película es eterna….
El niño que quiso ocultar su travesura (su acto) no es mentiro-
so. Lo fue en ese momento y ante esa precisa circunstancia, en la
que evaluó necesario tomar esa decisión. El mismo niño, una hora
después, arranca una sonrisa de ternura de sus padres por un gesto
altruista con su hermano menor, y no es un santo por ello.
Las cosas están siendo todo el tiempo. Sólo son en un preciso mo-
mento, pero al siguiente ya dejaron de serlo. Con las personas ocurre
lo mismo. Con las tormentas, también.
Aún cuando muchas veces funcionas “en piloto automático”, esto
es que no sientes estar haciendo entonces algo nuevo o distinto de
lo que hiciste o eras media hora atrás, y que tu vida se conduce sin
novedades de tu mando, todo lo que hemos charlado hasta aquí te
ubica en un devenir atento y presente. Quien no está alerta a esto es
tu sistema consciente; por eso, te parece que todo está igual, “nor-
mal”. Y en eso coincidimos: es normal que así sea. Pero todo no es
nada igual.

- 35 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Quien sí está consciente de esa evolución es tu Yo. Sin que lo notes,


te va llevando de su mano. De esta manera, cuando necesitas estar
presente a nivel consciente para tomar una decisión, no importa el
campo de tu vida del que se trate, estás ágil y ejecutivo. Así, el proce-
so, que nos llevó un buen rato de charla para recorrerlo, se hace corto
y eficiente, porque hay experiencias de acuerdos previos. Eso simpli-
fica el menú de opciones a un conjunto de estándares, disponible a
priori para su uso inmediato, pero que no está escrito en mármol ni
es inalterable. Hay quienes llaman a esto “tu personalidad”.
Incluso, hay algo así como una memoria dual, semántica y episódi-
ca, que remite a lo que es tu esencia para actuar en tal caso. Para no
embrollarte con esto, sólo diré que la parte semántica es la que guar-
da los conceptos que aprendiste por transmisión y la episódica es un
gran acumulador emotivo, o, dicho de otro modo, es la que atesora lo
que has aprehendido en tu experiencia. Ambas aportan a la síntesis
personal e intransferible que es la evolución de tu Yo.
En este momento, ahora, tu Yo es una unidad consciente. No es una
ilusión. Hay allí una cantidad de experiencias evaluadas, procesadas,
incorporadas, que movilizan (o disparan) sentimientos, sensaciones,
emociones. Existe un ser que es y actúa según como es. Mientras
estamos charlando están vibrando algunas cuerdas en tu interior, en
una frecuencia que puede o no ser la misma que hace vibrar a las
mías. O sea que podemos estar sintiendo melodías diferentes cuando
somos protagonistas del mismo hecho. Porque en las consecuencias
somos productos de síntesis diferentes.
Probablemente me dirás que no he descubierto nada nuevo. Cla-
ro que es así: no he descubierto nada nuevo. Sólo quise recordarte
que bajo matices físicos y rasgos caracterológicos distintos, que nos
hacen únicos, estamos sosteniendo un diálogo que ya lleva algunas
horas. Porque nos entendemos más allá de ideas, etiquetas, juicios,
sensaciones o referencias que nos separan, intentando bloquear la
comunicación fluida entre dos seres vivos que son reyes en su domi-
nio espacial.

- 36 -
Oscar Virga Digiuni

Nos entendemos porque disponemos de libertades totales para


crear en ese dominio, que es la matriz superior, única y perfecta, que
nos da vida y espacio. Crear es compartir esa matriz y todos sus re-
cursos, buscando el máximo beneficio común. Estamos conectados,
en todo momento, con esa totalidad. Que no se detiene en limita-
ciones físicas ni de ilustración: no hay cuerpos ni formas, niveles ni
representaciones, que condicionen esa interacción.
Esa conexión es el lugar común, el encuentro, de toda tu riqueza
individual con la mía, la de tus familiares, tus vecinos, compañeros
de trabajo o estudio, la de tu mascota o la del paisaje que está impreso
en la ventana de esta sala mientras te digo estas cosas. Allí no llegan
las miserias ni las mezquindades separatistas. Simplemente, porque
no existen. Todo lo que te molesta en el camino hacia ese paraíso no
es natural. Y lo que no es natural, no existe en tu vida.
Por qué me miras así?. Qué has escuchado?... Me anticipo a decir-
te que el Cabernet Sauvignon me gusta mucho y no está causando
efectos no queridos aún… Tampoco tengo fiebre más alta de la habi-
tual… no estoy delirando.
A ver, por favor repite lo que escuchaste… si, eso dije: lo que no es
natural, no existe en tu vida.
Piensa por un momento en los recursos que son necesarios para
que estés vivo y presente aquí, ahora, charlando conmigo. Te doy
unos minutos para que los enlistes.
Quieres que repasemos lo que escribiste?. A ver… necesitas estar
respirando y en plenitud de tus poderes vitales: libertad para dis-
poner de tus sentidos, posibilidad y decisión de estar aquí, concen-
tración, interés en lo que hablamos… también es necesario que yo
esté aquí al mismo tiempo y en una situación general similar a la
tuya. Qué más?. Cuesta encontrar otras “condiciones necesarias”, no
es cierto?.
Bien. Esto que está pasando, podría suceder si no tuviéramos estos
cómodos sillones, esta mesa, estas copas con exquisito vino, nuestros
relojes, teléfonos celulares sobre la mesa, esos libros en tu biblioteca,
el techo que nos protege, la luz que nos alumbra, el aire acondiciona-

- 37 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

do a 23º C que hace más confortable nuestra estancia aquí o el auto-


móvil que conduje para llegar hasta aquí?. Hemos omitido algunas
otras cosas importantes para que esta reunión ocurriese.
Te escucho…
No te pareció buen ejemplo?. Ok. Quieres que usemos otro?. A
ver…. Qué es lo que más disfrutas en tu vida?. Hacer el amor?. Muy
bien, vamos por ahí, entonces. Repitamos el ejercicio de enlistar qué
es necesario para que ello suceda. Espero tus conclusiones…
Me has vuelto a responder lo mismo de antes… debería concluir
yo que para estar charlando conmigo y hacer el amor con quien más
quieras necesitas esencialmente lo mismo?... Caramba… desde el
punto de vista científico, la acumulación de pruebas verificables so-
bre una hipótesis constituye el basamento de una ley universal. Sin
pretensiones de empirista lógico, podríamos insistir en esta práctica
para intentar acercarnos a una conclusión respaldada por más evi-
dencias propuestas. Sin embargo, hasta que eso acontezca, me está
sirviendo que nos entendamos en lo que ya estamos intuyendo…

De ilusiones también se vive (y se muere despacito… ).


“Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera
ceniza en la memoria…”.
Jorge Luis Borges

El vino te ayudará a comprender que el pasado es ceniza en tu me-


moria. Sólo permanece aquí porque tu presente le hace lugar. Es una
de sus ilusiones.
Si alguna vez estuviste en una situación límite, que te demandó una
respuesta precisa e inmediata, en la que cada instante fue un capítu-
lo, estuviste en plena consciencia del momento “ahora”. Todo tu ser
lo estuvo. Te concentraste en la administración eficaz de tus recursos
y en tomar las decisiones con que superaste la emergencia. En una

- 38 -
Oscar Virga Digiuni

fracción de segundo, gestionaste con tu Yo una compleja provisión:


atención, observación, evaluación, cálculo, diseño, preparación,
coordinación y acción. Fuera de tu Yo, tuviste tiempo suficiente para
encomendar alguna respuesta contextual. En ese momento, fuiste
una unidad con el Universo, vibrando en altísima frecuencia con él.
Nunca sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es tu única opción.
Pudo haber fallado algo o pudo ser exitosamente salvada la situa-
ción. No importa. Estamos rescatando el hecho en sí, tu respuesta,
más allá del resultado. Lo que explica tanto acto valiente de personas
comunes en extremo, que habitualmente no son atletas ni extrover-
tidos. Que ponen en riesgo su integridad física para salvar la de otro,
asumen protagonismo movilizados por un acto ético o de justicia
pública, o, más sencillamente, se yerguen desde su hombría cabal
para echar luz en una disputa de intereses encontrados. En todos los
casos, hay una conexión natural que libera energías maestras, puras,
tendiente a reponer el equilibrio que, como ya lo conversamos, no es
el mismo previo al suceso. Es un nuevo equilibrio.
En ese escenario temporal, no sirvió de nada tu pasado. No estuvo
presente. Porque no hubo lugar (tiempo) para que dialogue conti-
go, con tu mente. Si lo hubiera habido, probablemente, su influencia
habría cambiado alguna o algunas de tus decisiones, menguando tu
poder. Te habrías entorpecido. Si la cuestión hubiera sido grave, tal
vez los efectos podrían haberlo sido también. Si no, podrías haberte
consolado con solo haber pasado un momento desagradable o incó-
modo.
El pasado solo existe cuando desprecias el encantador poder del
“ahora”. Entonces, ingenuamente, abres las puertas para que tomen
tu control diversas formas de culpas, amarguras, resentimientos, tris-
tezas, quejas, lamentos, dolores, sihubieras… en fin, un cóctel insano
que corroe tu calidad humana. Y complica tu presente. Tu “ahora”.
Si estás viviendo parado en tu presente, las situaciones límites de
las que hablamos pasan, generalmente, sin dejar registros excepcio-
nales. Porque son normales. No se viven como escenas de una pelícu-
la de acción o de terror. Y, más aún, transcurren en una inexplicable

- 39 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

levedad. Algo asimilable al estado de éxtasis o de gracia que describe


Daniel Goleman3, refiriendo a la neurobiología en la alta competen-
cia (excelencia). Es “la zona” en que las emociones se canalizan y
alinean con la consciencia, fusionándose en las acciones necesarias
para lograr el objetivo. Cita ejemplos de deportistas de elite, reco-
nocidos artistas, gerentes en altas exigencias e, incluso, el de un ci-
rujano, que, después de terminar una operación riesgosa, reparó en
un montón de escombros yacentes a sus pies: era parte del techo del
quirófano, derrumbado mientras él estaba absorto en “la zona”.
Es lo que llaman el estado de flujo. En ese estado hay una especie de
olvido de sí mismo pero, a su vez, plenitud de disposición. El circuito
neuronal es absolutamente eficiente, hay equilibrio entre tensión y
relajación y el desempeño es óptimo. Lo que parece muy difícil es
absorbido y resuelto por habilidades y destrezas desconocidas. Estas
referencias no solo caben a tareas de alta competitividad. El estado
de flujo describe tanto la coordinación de acciones de un campeón
de ajedrez o de fórmula 1, de un concertista de piano, de un resca-
tista en un terremoto o de un tal Leonel Messi en pleno dribbling,
como las de una madre pariendo, un leopardo cazando a una gacela,
un ama de casa preparando una salsa o un estudiante de ingeniería
dando un examen a mitad de su carrera. Claro que me dirás que no
son comparables las situaciones. No lo son en su impacto público,
pero sí en su génesis y devenir. Todas responden a un mismo estado
activo presente.
Dejar fluir es el secreto. Pero no es ninguna revelación. Todo lo
contrario: es un ejercicio natural. El pasado batalla para no perder
vigencia y lo hace tratando por muchos medios de impedir la vi-
talidad del momento “ahora”. Busca atrofiar la musculatura, con-
dicionarla, para que cuando sea requerida no esté disponible en su
capacidad. Y seas torpe, imperfecto, escaso de habilidades para los
desafíos de hoy.
Henry Ford decía que “los obstáculos son esas cosas espantosas que
ves cuando sacas los ojos de tu meta”. En una versión libre, la sabidu-

3 
“La inteligencia emocional” (1995)

- 40 -
Oscar Virga Digiuni

ría del “ahora” es no atender a los obstáculos. Porque el momento


presente, éste, es tu renovada meta, es lo único que existe y te nece-
sita atento. Puedes ver los obstáculos, pero no mirarlos. Aceptar su
existencia, conocerlos, pero no darles reconocimiento. No son natu-
rales y tú sí lo eres. No hay entendimiento posible entre dos entida-
des de dimensiones diferentes. Este instante es. Y tú eres en él.
He allí la razón de ser del pasado: estar presente en tu vida, con
tu consentimiento. Recordándote que hiciste mal muchas cosas, que
te has equivocado y puedes repetirlo, que por ello hay culpas que
pagar (todavía), que no debes olvidarte de las pérdidas materiales
ni afectivas, que eres injusto y eso no es una actitud correcta, que
has lastimado, que pudiste haber hecho otras elecciones, que dejaste
pasar con pena y sin gloria muchas oportunidades para cambiar de
suerte, que hay cosas que no son para ti (porque siempre fue así), que
tu experiencia te aconseja no meterte en determinados lugares por-
que te comprometes y después es difícil salirse, que tienes motivos
para quejarte y puedes sostenerlos, que callaste y estás arrepentido,
que debes sufrir en silencio para no hacer daño a otros, que cuando
no arriesgaste no ganaste y te lo reprocharon, pero otras veces arries-
gaste y te salió mal la jugada … O que ves cómo progresó tu vecino o
tu hermano y eso te obliga a buscar explicaciones. Que no has estado
con tus hijos lo suficiente, que no hablaste alguna cosa con tu padre
o tu abuela ya muertos, que si te hubieras puesto de novia con aquel
chico tu vida sería mejor, que si no hubieras fumado tanto tiempo,
que por qué no estudiaste aquello otro, que de nada valió serle fiel a
tu mujer si hoy duermen en camas separadas…. En fin… entras en
alguna de estas categorías ?. En cuántas….????.
Dejar fluir es ignorar el discurso del pasado. Nada de lo que aquel te
diga puede ser cambiado para modificar sus efectos. Ni por ti ni por
quien admires. Ni por Dios. Sólo lo consiguió la fantasía de George
Orwell en su mítico 1984, donde describía cómo quienes detentarían
el poder en el Reino Unido para ese año reescribirían la historia para
acomodarla a sus necesidades presentes. Ciencia ficción.

- 41 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Tu ahora es tanto más poderoso en relación directa a cuanto in-


fluya sobre tu actualidad el pasado. Ya no se trata sólo de situaciones
límites; cotidianamente, lo que atiendas a tu pasado estás desaten-
diendo a tu presente. No hay dos tiempos ni dos vidas paralelas para
ensayar. Uno excluye al otro en lo que hagas y eso tiene expresiones
muy claras en cuan directo o laberíntico sea tu camino.
Eckhart Tolle4 aporta un ejemplo muy gráfico. Años atrás, yo mis-
mo hubiera dicho “qué pena no haberlo leído mucho antes…” (sic).
Allí el autor expone esta dicotomía en la ocasión eventual de haberte
quedado atascado en el barro con tu automóvil. No se trata de em-
pezar a maldecir a todos los dioses ni a tu suerte (como siempre…),
ni que por qué te pasó esto justo a ti y malhumorar a toda la gente
que te acompaña. Eso es la influencia del pasado. Y te quita energías
para salir del barro. Lo insultas pero lo necesitas. Te gusta estar en el
barro, que te cueste la vida…
En cambio, si no etiquetas mentalmente el momento, la situación,
si no juzgas condiciones ni circunstancias, y solo te concentras en
dejar fluir tu ahora, no habrá negatividad emocional, frustración o
desencanto. Dispondrás de todos tus recursos para las acciones ne-
cesarias y, al mismo tiempo, otros recursos, externos, se complemen-
tarán para proveerte ayuda. No digo que celebres el atasque, sino
que lo aceptes y lo dejes en el pasado. Y que nada resista tu decisión
de salir prontamente del lugar. Si usas tu pasado no puedes usar tu
presente.
Luego, no te engañas, porque deseas salir del barro (no hay resig-
nación), ni te entregas mansamente a los brazos de tu rival potencial
más poderoso en ese momento (tu mente). Estás en unidad con tu
Yo. No hay separación de tus estados emocional y mental. Todo tu
ser está colaborando con el objetivo de sacar el auto de allí. Y, en-
tonces, aparece la conexión externa, que es la extensión de tu Yo: la
Providencia.
La próxima vez que llueva, y necesites transitar por un camino
barroso, ya dispondrás un nuevo registro de alertas, producto de la

4 
“El Poder del Ahora” (2000)

- 42 -
Oscar Virga Digiuni

evolución que has experimentado. Es probable que evites caer en la


misma trampa, por tu mayor pericia, destreza o sensibilidad conduc-
tiva. O que elijas caminos alternativos asfaltados.
De manera más general, la incapacidad de aceptar y aceptarte en
tu dimensión, genera crecientes trastornos psicológicos y, más tarde,
físicos. Se complica la fluidez vital de tu organismo, que comienza a
darte signos de las restricciones a su funcionamiento natural. Sur-
ge una compulsión inconsciente, defensiva, que pretende cubrirse
(cubrirte) del mundo externo y sus influencias. Es el nacimiento de
tus juicios. Las interpretaciones y las percepciones conducen todas
para el mismo norte, que es asegurarte la supervivencia en un medio
hostil. Ese sistema se alimenta continuamente mordiendo su pro-
pia cola. Su prolificidad es envidiable: nacen miedos todos los días.
Creas una falsa identidad. Tu mundo externo empieza a teñirse de
grises y sombras. Acechan los riesgos. Aumentan tus prevenciones.
Tus relaciones se enferman o son asépticas, en precaución. Tu cuer-
po pesa cada vez más y se restringen tus libertades de movimiento.
La paranoia te espera en la próxima estación.
No puedes evitar que te sucedan ciertas cosas, pero sí puedes elegir
qué hacer cuando esas cosas te suceden. Cuando aceptas que lo que
pasó no puede ser modificado por ningún mecanismo psicológico ni
físico, baja notablemente el quantum de estrés que aquello produjo.
Y, lo más importante, puedes controlar tus re-acciones y proyeccio-
nes hacían terceros. Allí puedes dedicar todos tus recursos a fluir
con la situación hasta que se resuelva naturalmente. Enfocarte sólo
y totalmente en eso, sin dialogar con nadie más que con tu enorme
capacidad para encontrar respuestas, en tu ahora.
Ya es casi una muletilla que si algo no te satisface, tienes tres opcio-
nes: lo aceptas, lo cambias o te apartas de ello. Cualquiera que escojas
es una acción que rompe con la inercia y desde ya pone en marcha
un proceso de superación, de nuevo equilibrio.
Si no puedes cambiar la cosa, al aceptarla plenamente desactivas el
discurso resentido y desgraciado, liberándote de sus anclajes. Has-
ta es probable que te sorprenda la facilidad con que se resuelve el

- 43 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

asunto, sin mayor esfuerzo visible de tu parte. Comprenderás allí el


sentido práctico de los anclajes a que me referí antes.
Si lo puedes cambiar, decididamente es tu momento. Cuando lo has
visto, tu mirada te conduce por la senda pródiga y se activa el me-
canismo de intenciones. Todo lo que tienes es todo lo que intentas.
Finalmente, si no lo puedes cambiar ni aceptarlo, la variante es
apartarte del tema y olvidarlo. Es la manera en que, sabiamente, apli-
cas las otras dos, gambeteando al pasado. Por un lado, estás aceptan-
do que eso está pero no le haces caso; por otro lado, estás cambiando
tu mirada. Al dejar la preocupación sin efecto, porque te apartaste de
ella, estás en una nueva perspectiva. Precisamente, la perspectiva sin
efectos presentes.
Un viejo proverbio hindú reza: mono viejo no mete la mano en la
cumbuca. En la India, los cazadores abren un pequeño agujero en un
coco, colocan una banana adentro y se esconden. El mono se acerca,
toma la banana, pero no consigue sacarla, porque su mano cerrada
no pasa por la abertura. En lugar de dejar la fruta, el mono se queda
allí luchando contra lo imposible, hasta que es fácilmente atrapado.
Concluyendo, digamos que se entrega abrazado a su pasado….

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Oscar Virga Digiuni

Feliz Hoy
Quizás del mismo modo si se trata de un año nuevo
... o de un nuevo grupo de pertenencia
… o de un nuevo lugar donde vivir
… o de un nuevo amigo o de una nueva relación afectiva.

Nada puede ser realmente nuevo si uno lo vive desde viejas actitudes.

Que no se nos vaya el tiempo de vida en asuntos que no valgan la


pena.
Nadie vino a este mundo
… a encerrarse en un lugar seguro
… a lograr la aprobación de los demás
… a ”matar el tiempo”.

  El tiempo es algo precioso: un recurso no renovable.

Que miremos hacia atrás solo para cerrar asuntos pendientes.


Para que el pasado se quede donde está:
… decir lo largamente callado
… hacerse cargo de los errores
… y pedir disculpas
… y reconocer lo recibido
… y dar las gracias
… comprender lo no comprendido
… dejar ir lo que ya no es.

Así se abre el camino hacia lo Nuevo.

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Vivir, amar y morir en zapatillas

Que sepamos pedir ayuda cuando la necesitemos, para volver a


erguirnos.
Dejarse ayudar es un buen antídoto contra la soberbia y la necedad.
Que sepamos ayudar a quien lo necesite
… sin perdernos en el otro
… sin invadir ni manipular
… sin generar dependencias
… sin forcejear para que alguien cambie lo que no está
dispuesto a cambiar.

Ayudar es un ejercicio de solidaridad inteligente, consciente de sus


trampas y límites.

Que permanezcamos abiertos a encontrar compañeros de camino afi-


nes a nuestra Esencia.
Vinicius decía que “la Vida es el arte del Encuentro”..

No nos escondamos de la vida. Estar vivos es poco frecuente


entre los seres humanos.
Lo están quienes abren su consciencia y trabajan su sensibilidad,
porque hay que recuperarlas a ambas de la educación.

Que seamos parte de aquellos que, mucho más que un Año Nuevo,
celebran cada Día nuevo, intensamente vivos.

Aquí y Ahora.

Feliz Hoy.

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Oscar Virga Digiuni

Perdón, por ayer.


“No esperes por el juicio final. Se lleva a cabo cada día”.
Albert Camus

“El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Bendice al que
lo da y al que lo recibe”.
William Shakespeare

Cuántas cosas no te perdonas al día de hoy?. Cuántas no has per-


donado aún, considerando que el tiempo ya se ha llevado los efectos
inmediatos del hecho que te afectó. Muchas, no es cierto?.
Cuándo fue la última vez que perdonaste a alguien, explícitamen-
te?. Puedes hacer un ejercicio de recordación con todo tu cuerpo de
ese momento?. Con los ojos cerrados, te pido que hagas una recrea-
ción de eso…
Apuesto a que sientes en este momento lo mismo que en aquel.
Algo muy parecido a flotar en el agua: en un equilibrio algo inestable,
pero con un estado de paz. Si?.
Para hablar del perdón, antes es necesario poner la mirada en su
sostén: los juicios. Por esta vía llegaremos muy rápido y directamente
a comprenderlo. Y darlo por hecho.
Para que exista algo que perdonar, ese algo tuvo que haberte afec-
tado negativamente. Lo más común es cuando sentiste haber sido
víctima de una ofensa o un daño. Lo menos común es cuando el
supuesto daño ha sido producido por vos mismo hacia tu persona.
Vamos por el primero. Te sentiste ofendido. Lo sentiste tu. Pero,
es una ofensa ?. No hay alternativas ?. Por qué ?. De acuerdo a tus
paradigmas y creencias, estándares culturales, personales y hasta fa-
miliares, observas un hecho de una manera particular y única. Lo
interpretas de acuerdo a tu propio manual de análisis, le das un sig-
nificado y sacas tus conclusiones. Eso no es común con tu hermano
o con tu mejor amigo. Pueden pensar parecido y coincidir muchas
veces en vuestras opiniones sobre el mundo. Pero cada hecho es ob-
servado por tu propia mirada, que es solo tuya.

- 47 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Los juicios o interpretaciones que hagas, en tanto son tan perso-


nales, pueden no ser compartidos por otros seres humanos, en cuyo
caso no tendrían el valor de universales o absolutos. Sólo serían el
resultante de tu observación. De hecho, las mesas de bares, los re-
creos en los lugares de trabajo, las colas de banco, las tribunas de un
estadio deportivo y tantos otros espacios de reunión de personas son
testigos de la diversidad de juicios sobre un mismo hecho. Nada es
objetivo cuando se pone a consideración de sujetos. Ese es un primer
punto: cada quien es amo de sus conclusiones y ninguno es dueño de
una verdad totalizadora.
A partir de allí, lo que para tu pudo haber sido ofensivo, para mí
o para tu cuñado Jorge no lo fue. Si al hecho de marras intentamos
contextualizarlo, analizando posibles causas, circunstancias cerca-
nas, características y estados de ánimo de los actores involucrados,
consecuencias y derivaciones actuales, hasta es probable que las con-
clusiones sigan dispersándose y sean menos rotundas. Muchas cosas
pueden entenderse aún sin justificarse. Llegamos así a un segundo
punto: no hay observaciones inmodificables en el tiempo.
Por otro lado, existen múltiples mecanismos resolutivos de una
controversia de intereses. Desde el más antiguo y eficaz, que es el
diálogo, pasando por instancias de acercamiento o mediación, los
institutos legales y judiciales y, en el otro extremo, también antigua
pero menos civilizada, la reyerta lisa y llana. Está en la esencia del
hombre resolver sus diferencias y no ahondarlas. Es una convención
social que también ayuda a diluir la eternidad de los juicios.
La complementación de las tres posturas deja con poca sustenta-
bilidad a un juicio. Sin fundamento, pierde todo sentido serio. Sólo
puede permanecer con vida por alguna razón “práctica”, vinculada
con la necesidad de su mentor de utilizarlo como elemento defen-
sivo. No obstante, con el tiempo, los beneficios se reducen notoria-
mente frente a sus secuelas: rencor, desconfianza, aislamiento, revan-
chismo, auto-boicot, etc.
Un poco más complejo resulta el proceso de perjuicio hacia tu
propia persona. Porque allí no hay una interpretación de un hecho

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Oscar Virga Digiuni

externo, que ya viste cómo se degrada y desmonta. En este caso, hay


dos factores concurrentes, que creo lo hacen más potente en sus im-
plicancias. Tienes menos armas para combatir y los hábitos hacen al
monje. En primer lugar, faltan, en general, dos de las tres instancias
propuestas anteriormente: las intercesiones de un tercero o el diálo-
go (contigo). Para el segundo factor, el acostumbramiento a convivir
con esos juicios no cuestionados va endureciéndote y restringiendo
posibilidades a tu persona.
Así, puedo escucharte decir que tú eres un inútil para arreglar las
cosas de la casa, que otra sería tu vida de haber estudiado tal carrera
universitaria, que te casaste muy joven y eso te alejó de tus amigos,
que tu madre siempre prefirió a tu hermano menor, que te hubiera
gustado trabajar de manera independiente, y así cuántas cosas más.
Todas muy arraigadas y sin solución a la vista.
Te decía más temprano que no podemos elegir lo que nos pase,
pero sí qué hacer con eso. Es absolutamente concerniente a mí y a
tu condición humana decidir eso. O no hacerlo, que también es una
decisión. El perdón es una de las opciones para los casos que ve-
nimos charlando. Que NO es aprobación de nada ni de nadie, no
es complicidad, no es renunciamiento a ningún estadio moral. Sólo
aceptación. Y nada menos que eso.
Si te ofendieron, o tu juzgaste eso, también pudiste pensar que esa
fue la etiqueta que le pusiste a un acto de la otra persona. Que más
allá de sus motivos, que eran de él y no tuyos, vos tomaste como cier-
to lo que te dijo y te enojaste porque no coincidías con su aprecia-
ción. Pudiste haberle preguntado por qué te dijo lo que te dijo, que
te diera fundamentos, haberle ofrecido tu punto de vista o, simple-
mente, ignorarlo. Lo mismo te ha pasado alguna vez cuando dijiste
algo que fue interpretado por tu interlocutor de manera muy distinta
a tus intenciones. Y tampoco a él le interesó aclararlo. Ocurre que
la mente no entiende de entendimientos sino de posturas. No es su
negocio que las gentes se reconozcan como similares. Al contrario,
necesita identificarse y distinguirse. Que cada uno esté bien encasi-
llado en su lugar.

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Vivir, amar y morir en zapatillas

El impulso defensivo quedó registrado, con nombre y apellido del


destinatario. Y allí, a medio camino entre tu mente y tu corazón, em-
pezó a fermentar el caldo de cultivo con todas las bacterias enfocadas
en ese agresor. Si el daño fue material, probablemente las bacterias
sean más desarrolladas. En cambio, si se trata de juicios hacia tu per-
sona, los microorganismos son de otra familia. Menos complejos,
más silenciosos en su tarea, pero igualmente destructivos.
Me parece que estás en ebullición interior. Veo tu mirada muy
atenta y estás como fundido con el sillón. Se ha disparado alguna
alerta?.
Entiendo que puedas estar revisando algunas situaciones pasadas
que hayan cultivado colonias insanas. Ya no puedes resolverlas con
quien las generó. O si, pero es extemporáneo: no se podrá recrear
el momento. Más te ha de servir incorporar nuevas prácticas ante
hechos similares, para ensayarlas hasta ponerlas a punto y que en lo
sucesivo surjan espontáneamente.
Si me has comprendido, vas a tener mucho trabajo. Hace muchos
años que tu mente trabaja en silencio pero sin pausa, ante tu total
complacencia. Tejiendo juicios, distribuyéndolos y organizando su
mantenimiento. Consolidando tu forma de ser. Los juicios son la sal
de las personas. Lo que nos da un sabor especial a cada uno. Pero
mucha sal hace daño.
Cuando están fundados y ubicados en un marco de referencia de-
terminado, me explican y representan sin afectarte a vos ni a nuestra
posibilidad de relacionarnos. Por ejemplo, es distinto que yo te diga
“creo que cuando manejas en el centro de la ciudad estás incómodo y
por eso te veo haciendo maniobras riesgosas para vos y los demás”, a
que diga “manejas como un loco, vamos a chocar en cualquier mo-
mento”. En el primer caso, hay un fundamento propuesto y una aper-
tura a conocer tu opinión, lo que puede generar que la charla derive
hacia mi oferta a reemplazarte en esa función, que no vayamos por
allí, que lo hagamos en otro medio de transporte, que caminemos,
etc.. El tono de voz, seguramente, acompaña las palabras. En resu-
men, no ha sido más que un intercambio reflexivo de puntos de vista

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Oscar Virga Digiuni

entre dos personas comunes. Y hablaremos al instante siguiente de


otra cosa, como si nada. En la segunda opción, es probable que re-
acciones mal, alterado como estás por la situación y acicateado por
mi comentario agresivo, incluido un color de voz poco amistoso. No
imagino mucho más diálogo; si lo hay, estará enmarcado en una es-
calada de desafíos o reproches que sólo estirarán las diferencias del
momento y dejarán una huella en cada uno para lo sucesivo (más
allá de la conducción peligrosa en el centro de la ciudad). Te ubicaré
en el casillero “no es bueno para administrar situaciones de alta ten-
sión” y caerás varios escalones en mi ranking juicioso.
En ambos casos, tu hiciste lo mismo. Yo respondí de maneras dis-
tintas a tu acción. Fui cortés y amigable o fui brutal. Fui protagonista
en una escena de dos actores o me sentí víctima de tu vehemencia
para conmigo, el auto y los demás. El hecho relatado es uno solo. La
diferencia es donde estuve parado yo, en el ahora o en el pasado. Res-
pondo ante el hecho, me hago cargo, o reacciono impulsivamente.
Vamos para adelante o vamos para atrás.
Si, vas a tener mucho trabajo en los próximos minutos, pensando
y sintiendo cuánto te, me y les complica mantener modelos mentales
tan juiciosos…
De todos modos, es tarea para el hogar, como diría tu maestra de
4º grado. Lo que me importa es saber qué harás después de revisar tu
estructura mental.
Te he traído varios ejemplos de cómo tienes columnas internas que
sostienen cantidad de supuestos, rígidas pero sin fundación, sobre
las que apoyas tus actos, reflejos en muchos casos. Y así la vida, tu
vida, la mía, la nuestra, sigue… inestable, insegura, por caerse en
cualquier momento. La cuestión se reduce a reforzar las columnas
o decidir que tus actos tengan otros apoyos, que estén sustentados
de otra manera. Si optas por lo primero, te pregunto por qué. Si es lo
segundo, también.

Cómo dices?. Quieres cambiar y no sabes cómo hacerlo?.

- 51 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Dónde estamos?. Aquí, ahora. No ayer ni antes. O sea que lo que


hagas lo harás aquí y ahora. Y harás lo mejor que creas en este mo-
mento. Como lo hiciste ayer o antes. Solo tienes que estar atento y
dispuesto a soltarte. Estás preparado?. Escucharás una palabra mági-
ca y empezará tu cambio…
La palabra mágica es Perdón. Es la llave que abre el portal para
atravesar el muro hacia tu aquí y ahora. No es un órgano pero fun-
ciona como tal: cuanto más se usa mejor responde. Tal vez sea por-
que se aligeran las cargas y el andar se hace más liviano y fluido. Lo
que parece mágico, en realidad no lo es. Hay una explicación física.
De este lado del muro no se admiten cargas viejas, es todo nuevo,
instantáneo. Así funciona el presente, haciendo uso de todo lo que es
ahora, desconociendo lo que era y lo que será.

“Debemos perdonar siempre, recordando que nosotros mis-


mos hemos necesitado ser perdonados. Tenemos necesidad
de ser perdonados mucho más a menudo que de perdonar”.
Juan Pablo II.

El Perdón siempre contiene justicia, aunque no estés tan seguro


que sea justo. La justicia suprema es poner las cosas en su lugar, más
allá de los juicios particulares. Lo que haya pasado, lo que hicimos
o recibimos, está en otra dimensión. Perdonar o perdonarse es estar
en plenitud aquí, en esta dimensión, sin traer más equipaje que lo
puesto, que ya es mucho.
Si algo que recibí de ti me molestó, es injusto que yo cierre la po-
sibilidad de renovar mi diálogo contigo cuando no soy el dueño de
nuestra relación. Sólo soy el dueño de mis actos y estoy trasladando
eso a los actos de los dos. Me estoy apropiando de lo que no es mío y,
además, lo hago como castigo hacia ti, cuando ningún tribunal te ha
sancionado ni me encomendó a mí que lo hiciera. Hay algo bastante
más grande que estos dos pequeños cuerpos a que nos remite nues-
tra condición. Allí reside la fuente de sabiduría y justicia mayor. No
soy yo. No eres tú. Y esa fuente, habitualmente, confía en nosotros.

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Oscar Virga Digiuni

Nos renueva el crédito a cada paso. Nos repone la oportunidad a


cada momento. Sólo hay que tomarla.
Si algo o mucho hiciste contigo que crees te ha perjudicado, cabe
la misma reflexión. No puedes juzgarte y penarte a ti mismo. Se-
rías sospechable de parcialidad y, por tanto, también habría de ser
injusto. Has acumulado muchas pruebas en tu contra; fojas y fojas
de varios expedientes contienen cargos por errores, faltas, disparates
o descuidos. Podrías alegar inocencia en algunos casos, ingenuida-
des en otros. Estarías complicado por evidencias en muchos de ellos.
Pero no hay juez para decidir sobre tu vida. Eres un hombre o una
mujer libre. Sin pasado que te condene. Ve a disfrutarlo.
Eso es el Perdón. Descargar lo que te has puesto encima o lo que le
has puesto encima a otros y les pesa a ambos para seguir sus viajes. Y
no tiene razón para estar allí, tampoco. No cumple ninguna función.
Pero empezando por los que has cargado. Es un gesto de nobleza.
Hay unas palabras que se usan en esos casos, a modo de saludo
formal para iniciar el trabajo: te ofrezco mis disculpas, no fue mi in-
tención hacerlo. El otro suele responder: gracias, las acepto.
Cuando te diriges a ti mismo, el saludo tiene otra forma: amigo, te
perdono por… (tal cosa), libera tu alma de esa carga. Ya no existen en
ti registros o consecuencias de ella.
Para ambas situaciones, el protocolo suele cerrar con una forma
común: Bienvenida sea la Grandeza a nosotros….. Honores al Pre-
sente. Salud... !!!!!

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Capítulo 3

El futuro no es ahora
“El secreto de permanecer siempre vigente es
comenzar a cada momento”
Agatha Christie

“Si uno conociera lo que tiene con tanta claridad


como conoce lo que le falta…”
Mario Benedetti

El futuro es el otro retador del presente, de tu ahora. No sé si es más


efectivo que tu pasado, pero sí afirmo que es más seductor. Ilusiona
como nada ni nadie. Y siempre está ofreciendo una sonrisa que po-
cos pueden resistir. Es un vendedor profesional. Y cuenta con una
ventaja: al ser ideal, nadie puede ir a reclamarle porque no entregue
lo que ha prometido. Nadie lo encontrará, ningún juez podrá atra-
parlo; tal y como si no existiera.
Te ha llevado un buen rato entender (y lo que te llevará aún practi-
car) cómo liberarte de tu pasado para estar vivo y presente en el hoy.
Y yo vengo ahora a traerte otro desafío, que es liberarte también de
tu futuro. Si, ya sé lo que me vas a decir: el pasado es un mal compa-
ñero de ruta, pero el futuro no te ha hecho nada como para ponerle
el collar. Para eso tengo dos respuestas, a falta de una. Es cierto que
no te ha hecho nada; yo agrego que no lo hará tampoco y que traerá
a tu vida tantas complicaciones como el pasado, siempre que pongas
tu presente allí.
Escuchaste hablar de La sirenita, el cuento de Hans Christian An-
dersen¿. Ella era un personaje tierno y enamoradizo que salvó a un

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Vivir, amar y morir en zapatillas

apuesto príncipe de naufragar. La joven luego se enamoró de aquel


e hizo un pacto con la bruja del mar: la hechicera la transformaría
en humana, pero si el príncipe se casara con otra, moriría. Además,
como pago, la bruja le cortaría la lengua y así se quedaría con su
bella y aguda voz. El príncipe, tras un brevísimo idilio, se casó con
una joven de sangre noble. Las hermanas de la sirenita le ofrecie-
ron un cuchillo mágico, que le devolvería la cola si mataba con él
al príncipe. Pero el amor de la sirenita era tan grande que prefirió
transformarse en espuma antes que hacer eso. Por su bondad, sería
recompensada con un alma inmortal, algo que ninguna sirena po-
seía hasta entonces.
El futuro se te aparece como una sirenita. Dispuesto a auxiliarte en
un momento de zozobra e incertidumbre, cautivándote. Te enamo-
ras de él y él, parece, de ti. Pero es un amor de cuento infantil, con-
denado a vivir solo allí, en un ambiente laxo y de colores suaves. Tú
existes y él no. Por eso no hay vida que suceda a un enamoramiento
entre ustedes.
Si tu negociación con el pasado no viene bien, tu presente es un
lugar incómodo. Tienes muchas cargas en el lomo y cada día es una
pesada rutina. O ya no es tan pesada cuando la incorporas como
hábito. Pero no has sido puesto en el mundo para pasar el tiempo
pintando palitos en la pared por cada día que transcurre. Tu Yo lucha
y se desangra con la fe que lo empecina, como dice el tango, para que
tu vida sea mejor de lo que ves. Él resiste al pasado, lo pelea para que
estés aquí, presente y entero en el Ahora. Pero tu mente tiene otros
planes. Si te tuvo anclado en un lugar de chatura y desconcierto no
fue para perderte así nomás. Ella te hizo (sentir) carente, incomple-
to. Puedes ser consciente o no. En el primer caso, te sientes como
si te hubieras quedado corto en el desarrollo de tu carácter, y te ves
como una buena persona pero con menos sangre que tus pares; en
el segundo, hay un volcán a punto de explotar antes que implotar,
proyectando anhelos y deseos variados.
Qué te propone el futuro¿. Instalarte allí para saldar tus vacíos con
éxitos materiales, posiciones destacadas, reconocimientos, relacio-
nes brillantes, placeres y demás. Te alivias la carga de frustraciones

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Oscar Virga Digiuni

y tu vida tomará un tono envidiable, pleno de realizaciones. Te ima-


ginabas que sería tan sencillo cambiar la tendencia sin hacer nada,
sólo encomendándose a los dioses?. Claro que lo mereces. Cuánto
hace que vienes luchando sin pausa por estar mejor?... Cómo será?.
Cuándo será?. Cuánto será?.
El futuro no existe. Ya te lo dije. Al menos no existe en la dimen-
sión que propone tu mente. Lo que ha de existir es un ahora en un
momento que está a equis horas o días de éste. Pero si no sabes en-
tenderte con tu ahora, éste, cuando llegue ese otro ahora seguirás
ilusionado con el próximo, y así sucesivamente…. Y ninguno traerá
resultados porque no los tienen.
Muchas veces en nombre del futuro se vivieron presentes infer-
nales. Sin distinciones de clases sociales ni de niveles educativos.
Cuántas guerras o revoluciones (con sus muertos) se justificaron en
una inmediata mejoría de las cosas?. Cuántos santones abusan de la
fe renovada de pobres gentes que no se encuentran con su presen-
te?. Cuántas cosas dejaste pasar porque estabas apostando a futuro?.
Cuánto estrés acumulaste esperando que llegue ese día?. Cuántas
preocupaciones sostuvieron el tiempo anterior a esa operación de
corazón?. Cómo viviste esos meses mientras no llegaba el llamado
que confirmaría tu nuevo empleo?. Cómo viviste las últimas 5 fechas
del campeonato?. Y la agonía de tu madre en el hospital?. Qué pasó
mientras esperabas que aprobaran tu solicitud de crédito?.
El exceso de atención al futuro es un escape del presente. Porque
tal como sucede con el pasado, es un estadio excluyente: no se ha
descubierto aún cómo estar al mismo tiempo acá y allí. Palabras
tan emotivas como esperanza, promisoria, confianza u optimismo
te trasladan amigablemente. Vives en otra ilusión, más dulce que el
pasado, inocente, pero, paradójicamente, más amarga en el final.
Acabo de hacerte un breve recorrido por situaciones en que el fu-
turo se apoderó de tu presente, quitando energías y desenfocándote
de lo cotidiano, de lo que requiere de tu total atención. Repara en el
detalle que todos esos ejemplos corresponden a situaciones en las
que no podías hacer absolutamente nada más que esperar algún des-

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Vivir, amar y morir en zapatillas

enlace. Solo eras un actor de reparto en la película que otros actua-


ban y dirigían. Pero ahí estabas, queriendo aparecer en un lugar pri-
vilegiado de la cartelera. Quiénes te acompañaban?. Sin respetar un
orden de méritos, estaban ansiedad, incertidumbre, estrés, miedo,
fantasía, insomnio, taquicardia, inquietud y otros que no se hicieron
notar tanto. Ningún buen amigo.
A ver, amigo, quiero cambiar la tendencia de esta charla. He inten-
tado mostrarte que el futuro no es ahora. Vamos a descubrir cómo el
ahora nos lleva a un futuro real, concreto y de realizaciones consoli-
dadas. Que no será futuro. Será ahora, cuando lo sea.

Sueños, deseos y metas. Y creencias.


“Las acciones de los hombres son las mejores
intérpretes de su pensamiento”
James Joyce

“Piensa, cree, sueña y atrévete”


Walt Disney

Vivimos en un mundo de formas. En estos tiempos no somos tan


creyentes como poseedores de creencias5. Esto habla de las olas de
pensamiento que se convierten en tendencias activas en la sociedad,
instaladas en el consciente colectivo por enormes esfuerzos (e inver-
siones) en publicidad y propaganda, y tributarias de los intereses del
emisor de esos mensajes. Con el tiempo, otros intereses, utilizando
los mismos u otros canales de comunicación masiva, pueden revertir
aquellas tendencias y movilizar las creencias en una dirección distin-
ta. Las creencias van y vienen.
Todos podemos contar cientos de casos de cambios operados en
nuestras vidas a partir de comprar mensajes que modificaron nues-
tras creencias y, de allí, nuestros hábitos consecuentes. Y nuestros
sueños y deseos. Van desde un producto limpiador de pisos hasta un
5
“La realidad emergente”, Walter Truett Anderson (1990)

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Oscar Virga Digiuni

candidato a presidir el gobierno del país. E incluyen tomas de posi-


ción que bien pueden admitirse como creencias, desde el momento
en que las sostenemos como la mejor opción (en cada caso) para
nuestra cotidianeidad y desplazan a otras que han sido tradicionales.
Creo que revisar esas tradiciones demuestra una búsqueda de algo
mejor, de superación, una evolución constante. Particularmente,
prefiero hacerlo desde la decisión personal y, menos, por el incentivo
o la presión externa. Yo puedo probar cambios, observar resultados,
tomar conclusiones y modificar hábitos o conductas. Tú también lo
puedes hacer.
El compromiso con esa actitud parte del lenguaje propio. Términos
absolutos como “nunca” o “siempre” cierran posibilidades al cambio
evolutivo. Generalizar o sentenciar una opinión puede cancelar la op-
ción de un crecimiento en aquella experiencia, porque no permiten
flexibilidad (reflexión) a la observación. Asimismo, las interpretacio-
nes que hacemos al analizar un hecho encaminan nuestras acciones
en un sentido determinado, generando otras acciones (y reacciones)
de terceros que, en conjunto, modelan una construcción particular
de realidad. Si la interpretación del mismo hecho es distinta, proba-
blemente serán otras las acciones tomadas, será otra su influencia en
terceras personas y, en definitiva, la realidad construida como sínte-
sis también será diferente de la anterior.
Una posibilidad se abre camino de concreción a partir de conside-
rarla como tal. Creer para ver y no al revés. La admisión de esa posi-
bilidad genera un estado anímico de in-quietud, explorativo, creati-
vo, abierto a un nuevo estado de cosas. Y esa emoción pre-dispone
a la acción. Desafía, excita y, finalmente, moviliza. Esta es la clave
del lenguaje como generador de realidades: el pensamiento activa al
conjunto del ser hacia “tu o tus” objetivo. Se complementan e invo-
lucran la palabra, las emociones, el espíritu, las energías y el cuerpo.
Todo el proceso es presente. Tus sueños tienen una relación íntima
con lo que crees, lo que deseas y, claro, con las metas que estableces
en el camino hacia ellos. Baste preguntarle a tus padres o abuelos
cuáles eran sus sueños. Te parecerán tontos algunos de ellos, por

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Vivir, amar y morir en zapatillas

todo lo que te he dicho recién. Sin embargo, no ha cambiado nada


la estructura conceptual del proceso que los soporta y gestiona hasta
su concreción.
Un sueño es una imagen proyectada exquisitamente, perfectamen-
te, desde tu sistema de creencias. Esa pertenencia le da respaldo en
tu consciencia y moviliza las primeras energías hacia su concreción.
Porque lo crees lo puedes imaginar con formatos y detalles. Aquí se
engancha tu deseo: si lo crees es porque has alimentado la posibili-
dad. Tienes confianza en tus recursos (propios y a tu servicio) para
llevarlo a cabo. Lo deseas porque, antes, lo has sentido desde tu Yo.
Lo deseas porque es tuyo, en toda su dimensión. Está en tu ahora, lo
estás viviendo, no es una ilusión. Cuando percibes el deseo incorpo-
rado, comienza el plan. Como se lee en el libro Un curso de milagros,
“es imposible no creer en lo que ves, pero es igualmente imposible
ver aquello en lo que no crees”.
Si un deseo es reprimido, en cambio, su energía motora se canaliza
hacia otros destinos, anidando con su carga negativa en algún órga-
no. Tu deseo, sin acción evolutiva, interfiere la conexión con tu aquí
y ahora. Allí nace una bifurcación del camino natural. Es un atajo
que conduce a la ilusión. Dicen quienes saben que en ese atajo ace-
cha la enfermedad, buscando personas que han perdido el camino
de sus sueños.
Lo que te movilicen tus deseos lo harás ahora. No mañana. O si lo
harás mañana es porque lo decidiste hoy, de acuerdo a algún condi-
cionante. Lo que no dependa de ti, no te afectará. Porque no es tuyo.
Ni hoy ni en el futuro. Así de simple.
Yo perdí a mis dos padres en un año, ambos por cáncer. Mi deseo
era que superaran la enfermedad. Era plenamente consciente de mi
rol en esa historia. Sólo podía asegurar que tuvieran todos los trata-
mientos en tiempo y forma, me ocupaba de las cuestiones adminis-
trativas necesarias para ello, de proveerles esa tranquilidad y todo el
amor que fuera capaz de generar con mis actos. No tengo hermanos.
La familia era pequeña y pareció achicarse aún más en esa circuns-
tancia.

- 60 -
Oscar Virga Digiuni

Cuando el panorama fue tornando hacia lo irreversible, cambiaron


los deseos, adaptándose al nuevo escenario. Ya no cabía otra cosa,
creí, deseé, asumí, que transitaran los últimos metros con liviandad.
Sólo pude soñarlo y acompañar desde mi lugar. No tomé el atajo de
una ilusión, sin base en el presente. No esperé lo que no podía es-
perar. Viví el momento. Y el final no fue otra cosa que un momento
más. No fue sorpresivo ni estresante. Al contrario, recuerdo la enor-
me paz que dispuse en esos días. No me quedaron cosas pendientes.
No me falló el futuro. Estaba allí, en ese ahora, entero.
Si el ejemplo no fue ilustrativo, vamos por otro. Tal vez, más cerca-
no a lo que vemos a diario. Tienes deseos de mudarte de casa. Vamos
a chequear cómo lo estás manejando.
Por distintos motivos, quieres cambiarte de casa. Puede ser por
amor a un lugar determinado o por espanto a los vecinos. No impor-
ta. Estás movilizado por ese deseo. Qué necesitas para concretarlo?.
En primer lugar, antes que ninguna otra cosa, que el deseo sea firme,
que esté metido en tu hoy. No es un deseo cuando oyes a alguien
decir “qué lindo sería poder mudarse” o “me gustaría vivir en tal lu-
gar”. Esos son comentarios al paso, que pueden llegar a deseos si son
alimentados con muchas vitaminas. Tu deseo se escuchará como “yo
quiero vivir allí” o “yo voy a tener mi casa en tal barrio”. Si le pones
plazo al deseo, parece más energizante. Todo lo que haces en tu vida
parece necesitar un término, un límite en el tiempo calendario, para
no dispersarte ni distraerte. Y qué ocurre cuando se acerca la fecha
y estás lejos del objetivo?. Cómo andas de tu estrés?. Los plazos son
enemigos de la salud si no están incluidos en tu deseo..
Si lo deseas es porque lo crees. Tu sistema consciente toma nota y
pone en aviso a todo su circuito gerencial. Sin que te enteres, por-
que se desarrolla en otros planos, la noticia va movilizando recursos
que se conectan con aquel para intercambiar posibilidades, acciones,
pedidos y hacer concurrir a todas ellas en el objetivo común. Claro
está que todo pasa si tú eres el director de la orquesta. Si tu deseo se
mantiene vigoroso, presente en todas tus cosas y momentos, si estás
enfocado en él positivamente, si le vas dando formas en tus sueños
pero al despertar sigues acá, ahora.

- 61 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Así, la orquesta responde armoniosamente. Leía hace poco a Ben-


jamín Zander, director de la Orquesta Filarmónica de Boston, de-
clarar que él no comprendía por qué era la estrella de su organiza-
ción cuando no emitía ningún ruido frente a cien personas que sí
lo hacían y muy bien. Hasta que descubrió que su mérito era darle
poder a los músicos, despertar la posibilidad en ellos. Su función era
conducir sus dotes, una vez liberadas y animadas. Y disfrutar de eso.
Tú también, al pararte en tu deseo, aquí y ahora, estás conduciendo
una orquesta de recursos. Dando poder y abriendo la posibilidad de
desarrollo de sus dotes y potencialidades a tu servicio. De tu entor-
no inmediato (afectivo, laboral, familiar), el menos inmediato pero
también involucrado en tu deseo (agentes inmobiliarios, financieros,
intermediarios y, eventualmente, diseñadores y constructores), el
mediato (relaciones circunstanciales, medios de publicidad, ambien-
te, oportunidades, etc.) y la Providencia. Empiezas a sentir la melo-
día. Van apareciendo los sonidos en el tiempo que corresponde y no
en los que tu mente quiere o no que aparezcan. No hay disonancias.
Te sorprendes de cómo las cosas parecen organizadas desde algún
otro lugar para que vayan sucediéndose. Se dan casualidades que no
lo son. La orquesta no improvisa: responde a un director, que solo
los mira y transmite su necesidad de que vayan entrando a jugar sus
roles en los momentos requeridos. Cada recurso sabe qué hacer y
cuándo, subordinado a la demanda del director. A tu demanda, a tu
deseo. Por eso el director es director. Por eso eres el director de tu
obra. Porque estás presente, al mando de los movimientos. No ima-
gino semejante armonía y concreción si ese director, tú, estuviera es-
perando que sus recursos aparecieran cuando se les dé la gana. O no.
Si este ejemplo también es incomprensible, te invito a recordar al-
gún examen de tu escuela secundaria. No cualquiera. Alguno en el
que te hubieras preparado especialmente porque te gustaba la ma-
teria, la profesora o querías sacártela de encima porque ya la habías
dado cuatro veces sin éxito… Trata de recordarlo con detalles y, si es
posible, con los ojos cerrados para transportarte hasta entonces. Qué
sientes?. Cómo lo sientes?.

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Oscar Virga Digiuni

Quieres otros casos sugeridos?. Muy bien. Aquella chica o chico


que te gustaba a tus 17 años, el auto que viste en una publicidad o en
la calle y no paraste hasta que fue tuyo, ese empleo por el que decidis-
te jugar tus mejores fichas y lo conseguiste, la carrera que estudiaste
porque sabías que era tu vocación, las vacaciones de ese verano en tu
amada costa cuando no había cómo imaginarlas, la medalla de oro
en los juegos nacionales de básquet junto con el equipo que compar-
tiste desde las categorías infantiles, la noche de presentación de tu
concierto de guitarra en el teatro municipal, cuando llegó tu primer
hijo, cuando te tomaron la foto el día de su graduación primaria,
cuando dejaste ir a tu primera novia…
Qué tuvieron en común todas esas situaciones o experiencias de tu
vida?. No esperaste por ellas, fuiste protagonista. Armaste tú mismo
la escalera de creencias, deseos, sueños y metas. Y vaya si la usaste.
Estuviste bien presente y consciente de tus actos para lograr llegar al
último peldaño. No tuviste más fe en otros que en ti y en tu ahora.
Te concentraste en cada instante del camino, en cada paso. El futuro
no existió como objetivo, sino como consecuencia de cada momento
vivido en plenitud de acción y consciencia. Seguramente has tenido
algunos brotes de estrés o ansiedad o miedos. Como el director de
orquesta tiene notas erradas o fuera de tempo. Pero nunca te contro-
laron ni entorpecieron el flujo de tu deseo. Porque tu mente no es
más fuerte que tú. No te puede, si no la dejas. La energía de tu ahora
es infinita. La de ella, depende de lo que le dejes tomar.
Conoces a alguien que suela decir que “cuando tenga dinero” se
dará tal gusto o comprará tal cosa que necesita para su casa?. Si?. Yo,
también. Por qué crees que “el dinero” ha de venir a su encuentro
para resolver esa carencia. Quién se lo mandará?. A quién se lo está
pidiendo?. A quién le reclamará si no llega?. Cómo pasará los días
entre ese comentario y el día en que el dinero, finalmente, arribe a
sus manos…?. Te gustaría vivir con una persona con tales ansias de
progreso y realizaciones?. Qué mensaje recibirán sus hijos?. Qué es-
cucharán sus vecinos cuando se encuentren en el mercado del barrio
y les cuente de sus limitaciones?. Cómo influirá en la comunidad su
pobre compromiso con lo que le interesa?. Qué le interesa?. Qué en-

- 63 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

tiende por generosidad, si no lo es siquiera consigo?. Puede ser soli-


daria una persona que no prioriza su bienestar? (no digo posesiones,
sino bien-estar con uno mismo y sus intenciones). Qué espera de la
vida?. Qué espera?. Qué…?.

Dice Enrique Santos Discépolo, desde su tango, que “uno


busca lleno de esperanzas el camino que sus sueños prometie-
ron a sus ansias”. Desde otra época, Eladia Blásquez pareció
contestarle que “permanecer y transcurrir no siempre quiere
sugerir honrar la vida… no es existir, hay tantas maneras de
no ser, tanta conciencia, sin saber, adormecida”.

Esperar es un estadio mental. Tú estás aquí y tu mente está allá.


En el medio hay una disputa que se llama estrés. Pero hay algo más.
Hay una negación del presente, con todo lo que él lleva puesto. Esto
es mucho, muchísimo más que lo que posees. No te gusta tu casa, tu
auto, tu ingreso financiero, tu gato, tu suegra, que no te has ido de va-
caciones, que no puedes descansar más que el domingo y que ni eso,
que ya van tantos años así… no te conforma ir a misa y escuchar al
sacerdote hablar de espiritualidad, no ves oportunidades, se te pasan
los años y ya no tienes la silueta ni la gracia para seducir a los hom-
bres que te gustan… tus hijos no te atienden como esperaste que lo
hicieran según cuánto les dedicaste, sospechas de todo y de todos…
Todo eso se resuelve con el arma mayor que dispones: tu ahora.
Todo lo que tienes para hacer está a tu disposición ya mismo. Cómo?.
Deseando lo que quieres que pase. Y haciéndolo, por supuesto.
Es en el presente en que pones en marcha las acciones en procura
de resolver tus dis-gustos o in-comodidades o dis-conformismos o
escaseces. En cualquier caso es una decisión tuya. No depende de
otros. Si la torta no alcanza para todos, puedes conformarte con una
porción menor o agrandar la torta. No hay más interpretaciones ni
terceros influyentes.
Mucho hemos charlado antes de lo que pesa un pasado presen-
te. Varias de las cosas que te he planteado son consecuencias de no

- 64 -
Oscar Virga Digiuni

haber cerrado situaciones que han fermentado por años. Y ahora se


las entregas al futuro. Pasas de largo Tu presente, donde más feliz
estarías disolviendo todos tus dramas. Qué estás haciendo hoy, aquí,
para empezar a modificar algo de eso con lo que te molesta convivir
a diario?. Si se trata de dialogar y suavizar aristas filosas con alguien,
lo propones?. Si estás sospechando alguna decisión que han de acor-
dar otros y te afecte, lo indagas?. Si hay un encasillamiento sobre tu
persona, lo aclaras?. Si dormiste el sueño de los inocentes y se pasó
algún tren, te despiertas?. Si recibes un trato no esperado, bajas la
persiana o pides explicaciones?. Prefieres poner la lupa en los demás
o escuchaste hablar alguna vez de autocrítica?. Estás ensanchando tu
capacidad laboral o la usas hasta que se agote tu oferta?. Qué estás
leyendo?. Con quién estás hablando?. De qué?. Qué te interesa ver en
televisión?. Qué estás haciendo hoy, aquí, para estar mejor?.
Sabes cuál es el producto más vendido a través de la historia del
Hombre en la tierra?. Dios. Ha sido y es un éxito de marketing. Na-
die nunca lo ha visto y cerca del 100 % de los seres humanos lo he-
mos comprado. Sabes cuál es el segundo producto en ese ránking?.
El futuro. Solo unos puntos debajo de Dios. Siempre fue más fácil
encomendarse a que él se haga cargo de nuestros anhelos. Y si no
alcanzaba, acudíamos a Él, a Dios. El marketing ha hecho un gran
trabajo en ambos casos, pero ha fallado con el Hombre. O las mentes
del marketing no han querido revelar este misterio. Es una criatura
de Dios, con toda su potencia y perfección, y evoluciona, va a más.
Con la ventaja que cuantos más hombres y mujeres lo asuman, más
caerá el futuro en la lista de productos más populares.
Buda enseñó que la felicidad es dukkha, un vocablo pali que sig-
nifica algo así como “insatisfacción”. Es una definición: son insepa-
rables. Felicidad e insatisfacción son partes de lo mismo. Solo las
distancia la ilusión de ocurrir en tiempos distintos, cuando en reali-
dad en esos momentos distintos ocurre que una es más visible que la
otra. Haciendo una interpretación que nos acerque a lo que estamos
hablando, las carencias que sufras hoy no serán eliminadas si el futu-
ro te trajera soluciones. Porque tu felicidad no tiene ni tendrá que ver
con lo que hagas, poseas o alcances. No. Ni tu insatisfacción se debe

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Vivir, amar y morir en zapatillas

a que hoy no haces, posees o alcanzas lo que quieres. A muchas per-


sonas esta revelación les ha llegado tarde, cuando ya estaban presas
de antidepresivos, alcohol o drogas.
En este mundo de formas, los ciclos de éxito y fracaso son alter-
nados. Pero en uno o en otro no cambia la esencia del ser humano.
Lo que se ve es superficial y formal. Por debajo, corre la realidad
profunda. Fluye y serpentea por sus espacios de libertad. Es eterna e
inmodificable por circunstancias. Ahí está tu fuente de vida y sabi-
duría. Nada la detiene. Es cosa de los hombres refrescarse en ella o
ignorar su existencia, pretendiendo que sólo un auto nuevo, un cuer-
po perfecto, un viaje de aventuras o un título universitario expliquen
la felicidad o su opuesto.
Mientras desconozcas cuánta riqueza inutilizada hay allí debajo de
tu cuero pelearás en desventaja contra tu mente y todo lo que ella
ha elaborado en tantos años de trabajo y acostumbramiento. Eres
un hombrecito con un garrote tirando mandobles a una bestia que
puede tomarte con un dedo. De hecho, ambos lo hacen a diario. Si
lograras comprender que ella se alimenta de tu pasado y de tu futuro,
y le cortaras los víveres, se invertirían las dimensiones. Le tendrías
piedad a la pobrecita pulga, que estaría saltando para intentar recu-
perar su posición de poder.
Cuando descubras que tu Yo vive feliz en el presente, dueño abso-
luto de todo lo que necesitas y quieres, en un estado de paz y leve-
dad eternas, te enamorarás de ser humano. Y vivirás una paradoja:
cuando menos dependas de las formas externas del mundo mejor te
irán las cosas en ese mismo mundo. Cuanto menos persigas lo que
crees que te hace feliz, más fácilmente vendrá a tu encuentro. Porque
tus deseos son órdenes para la orquesta que diriges. Si en lugar de
dirigirla, la ignoras…
Al perder esa dependencia, también serán distintas tus relaciones.
Las disfrutas mientras están y no las sufres cuando se van. No senti-
rás ansiedad por poseer ni temor a perder. Y no serás esclavo de tu
pasado presente ni de tu futuro presente.
La primera dependencia que se romperá será la del tiempo, donde
navegan tus ilusiones. Si alguna vez lo logras, me recordarás cuando

- 66 -
Oscar Virga Digiuni

estés en medio de un atolladero de tránsito a las 12 del mediodía y


con un sol que hace brasas allí afuera, o cuando quien esperas en una
cita se retrase más de 15 minutos o cuando tu turno para el médico
lleve más de tres cuartos de hora de demora y el paisaje de la sala de
espera a tu alrededor sean caras largas y alimonadas.
Finalmente, hago mías otras palabras de Eckhart Tolle6: “la negati-
vidad es totalmente antinatural. Has visto alguna vez una flor infeliz
o un roble estresado?. O un delfín deprimido, una rana con baja auto-
estima o un pájaro con resentimiento?. Sólo aquellos que están en con-
tacto estrecho con el hombre pueden incorporar algunos signos de su
conducta neurótica y locura. Observa cualquier planta o animal para
que te enseñe (recuerde) lo que es la aceptación… qué es dejar fluir…
qué es vivir enteramente en el Ahora… y que te enseñe a vivir y morir
y no cómo convertir la vida y la muerte en un problema permanente…
he vivido con varios maestros Zen, todos gatos (yo, también)… incluso
los patos me han enseñado importantes lecciones de vida. Por caso,
cuando dos patos se enzarzan en una pelea, más allá de sus motivos, al
cabo de unos segundos se separan y nadan alejándose del lugar mien-
tras aletean vigorosamente. Así liberan la energía excedente acumula-
da para el combate, evitando que el pasado sobreviva en su presente y
construya una identidad en torno a él…”.

Vivir al día
Hay días que quieres que el reloj gire más rápido y otros en que no
sabes cómo frenarlo, para estirar la vigencia de las horas que estás
viviendo. Tus estados de ánimo pretenden torcer una rutina inexora-
ble. La sucesión de momentos no distingue razones para ello. Tú, sí.
Somos lo que hacemos. Esa es la clave para entender que todo lo
que sucede en tu vida es fruto de una obra personal, por acción u
omisión. Así te construyes. Tus emociones acompañan ese proceso,
desde un instante antes de cada acto. Por ejemplo, el miedo ante una
circunstancia te empuja a una elección entre enfrentarla o escapar.
6 
“El Poder del ahora” (2000)

- 67 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Por lo mismo, la tristeza te apoca y la alegría recarga tus músculos.


Son respuestas fisiológicas adaptativas ante la circunstancia. Respon-
den a percepciones, creencias, moldes de interpretación instalados
por algunas vivencias anteriores, patrones familiares, culturales o
genéticos. No todos nos subimos a una silla cuando aparece una rata
en el salón ni salimos como trompitos cuando escuchamos un rock
en el pub.
Por eso, los momentos te parecen más largos o más cortos según
cómo los vivas, qué entiendes de lo que pasa en ellos. Como percibas
las circunstancias del contexto, se dispararán tus respuestas automá-
ticas, emotivas. Como sucede con cualquier bicho del reino animal.
Solo que a diferencia de los animales, de los otros animales, ser hu-
mano te permite optar, elegir “qué hacer” ante una circunstancia.
Hay más recursos a tu disposición, incluyendo, fundamentalmente,
la capacidad desarrollada para comprender situaciones y crear alter-
nativas para superarlas positivamente.
La experiencia acumulada de una especie animal es transmitida
entre generaciones sucesivas, por vías genéticas, para preservar
su supervivencia. Es su única intención. Se verifica en actos pre-
cisos, programados, únicos. Por ejemplo, que una madre ballena
conduzca a su cría mar adentro, que un pájaro hornero recoja
ramitas y barro para hacer su nido o que un topo no confunda
una inocua soga tirada en el piso con una serpiente. O cambiar de
zonas de residencia según alteraciones climáticas, por la presen-
cia de nuevos y peligrosos vecinos o para ir en busca de reservas
alimentarias más extensas. Hasta se han desarrollado nuevas for-
mas físicas para adaptarse al medio.
Más allá de las similitudes básicas, los comportamientos hu-
manos han agregado otros recursos a su especie. Desde los rudi-
mentarios a los más sofisticados y exquisitos. El valor de todos los
descubrimientos e invenciones exitosas ha sido aplicar el ingenio
para mejorar en algún sentido la vida en este planeta. Y explicar-
los como nuevos derechos para facilitar la convivencia y grados
superiores de bienestar.

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Darse cuenta
Un Maestro Zen fue convocado por una persona anciana a la ce-
lebración del cumpleaños de su nieto para que dejara alguna de sus
reflexiones. El Maestro fue muy preciso y breve: muere el abuelo,
muere el padre, muere el nieto. Ante el estupor de los presentes, el
anciano lo increpó por su mal gusto y desubicación ante el momento
festivo. La respuesta que recibió fue: “no entiendo tu sorpresa. Eso
sucederá, sin dudas. Es para celebrarlo. O acaso lo harías si no fuera
en ese orden?”.
Lo que sostiene tu rutina es el nivel de conciencia que tienes so-
bre tus circunstancias. La consecuencia es decidir qué hacer frente
a eso: repetir respuestas o cambiarlas. Cuando suena tu celular en
una reunión qué haces?. Si le dices a tu interlocutor -disculpe, tengo
que tomar la llamada-, en realidad estás mintiendo. No tienes que
tomarla, sino que estás eligiendo hacerlo. Es mucho más sencillo
echarle la culpa al impertinente teléfono que asumir la responsabi-
lidad por la interrupción. Tú no tienes nada que ver?. Si prefieres
atender el teléfono es porque te interesa más averiguar qué desea
quien te está llamando que mantener el flujo de la charla con quien
estás reunido. Los hechos externos son solo información, datos, y
no estímulos.
La conciencia es un estado pasajero, una posibilidad dinámica. Se
nutre de tus valores, tus virtudes y tus actos significantes, que los ha-
cen evidentes. Son éstos los que te hacen progresar. El estado cons-
ciente es tu actitud ante la circunstancia. En el caso del teléfono, qué
es lo que te está importando?. Según lo que creas, crearás tu acción.
Puedes pensar en el objeto de la reunión, el respeto por el tiempo de
tu interlocutor (o por el acuerdo en reunirse, aceptando reservar ese
tiempo de ambos), lo que le afecte a él tu actitud, una excusa para
escaparse o para señalar indirectamente que ya no quieres seguir con
ese encuentro, etc.
Cada una de esas interpretaciones pertenece a un modelo de
creencias. En cada caso, hay una emoción asociada y una acción re-
fleja. Atender o no, esa es la cuestión.

- 69 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Just do it
Si sueltas una pelota que tienes entre tus manos, por qué cae?. Me
gustaría saber tu respuesta. Tal vez, sea la misma que, estadística-
mente, recibo en mayor proporción al preguntarlo en numerosos
talleres y encuentros de capacitación. Por la ley de Gravedad, obvio.
En otras palabras, la pelota que estaba en tus manos es arrancada de
allí por esa maldita ley, sin que tú puedas hacer algo al respecto para
evitarlo. La fuerza de la Naturaleza lo hizo todo.
Y si no la sueltas?. Por qué esa ley no te arroja al piso con la pelota?.
Serás castigado por los dioses al cruzarte en el destino de sus leyes?.
Siempre que las razones de lo que te pase estén fuera de tus posi-
bilidades, estarás siendo una víctima de tus circunstancias. Nada has
hecho ni harás para evitarlo. No puedes, en verdad. Ni lo intentas.
Está fuera de tu programa. Las horas se hacen largas, los días iguales,
la suerte una envidia y la vida un tango… una herida absurda (per-
dón, Polaco Goyeneche).
La conciencia es una posibilidad dinámica que se alimenta de pre-
guntas. Las que no pueden hacerse los otros animales. O si, pero les
lleva años y vidas responderlas. Qué puedes hacer para que la pelota
no caiga?. Qué sucede cuando suena tu celular en una reunión?. Qué
pasa si le pides a tu jefe el puesto vacante?. Cómo será tu día si visitas
a dos clientes más?. Cómo comprarán tu servicio si no lo conocen?.
Deseas resolver el malentendido con tu amiga?. Todas estas pregun-
tas admiten un NO, claro. Es un resultado probable. Pero es mucho
más que no hacerse la pregunta.
Eres el resultado de tu estado de conciencia sobre las cosas que te
han pasado y pasan. Puedes darte cuenta o no. Lo que cambia es qué
haces con lo que te pasa: ignorarlo o pararte frente a frente. Sufrirlo
o manejarlo. Cuando eliges esta última opción, sientes que estás vivo,
estas aquí y ahora, presente con tus recursos. Las horas duran sesenta
minutos y la suerte es una consecuencia que viene a tu fiesta, donde
suenan ritmos variados… pop, rock, chacareras y allegros. Ningún
tango (bueno, me gustan, pero no sólo…).
Elijo una expresión norteamericana, que comparto filosóficamen-

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Oscar Virga Digiuni

te. “Let go, let God”. Algo así como déjalo en manos de Dios. Tu Dios,
o tu dios, te ha dado el poder de pensarte, comprenderte, cuestionar-
te, apropiarte de tus decisiones, darle sentido a tus actos y a tus días.
Sus manos son las tuyas.
Sólo házlo. Existe. No hay culpas ni equivocaciones. Hay respon-
sabilidad por lo que eliges y aprendizaje contínuo de sus consecuen-
cias. Si te amas, si deseas lo mejor para tí, no le temes a nada ni a
nadie. Tú sabes. Es tu vida, carajo. Vive al día, en paz contigo. En tus
manos.

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Oscar Virga Digiuni

Capítulo 4

La visión está en tu mirada


“Si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo; es ahí
donde debe estar.
Ahora debes construir los cimientos debajo de él”.
George Bernard Shaw

“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar


tablas o distribuir el trabajo.
Antes que eso, has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y
ancho”.
Antoine de Saint-Exupery7

La visión es, básicamente, un escenario subjetivo diseñado a par-


tir de conversaciones de posibilidad con uno mismo, y en el que se
sintetizan una serie de aprendizajes, emociones y deseos. Es donde te
quieres ver en un tiempo determinado.
Es un elemento natural de los espíritus libres, que respiran evolu-
ción. Como dijo Eduardo Galeano: “mirá pibe, si Beethoven hubiera
nacido en Tacuarembó, hubiera llegado a ser director de la banda del
pueblo”.
Como ya estuvimos charlando, la evolución no es sólo una virtud
de algunos. Es innata a la condición humana. Su ritmo tiene que ver
con cuánto cargues en tus alforjas. Venimos de darle unos cuantos
minutos a las influencias del pasado y el futuro en tu vida. Bien, a
eso me refiero con lo de la carga. Cuanto más ligero de cargas esté tu

7 
“El Principito” (1943)

- 73 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

presente, tu espíritu dispondrá de más libertad de movimiento para


crear visiones. E irás hacia las visiones para que sean obras de tu
vida, utilizando eficientemente todos tus recursos.
Tu visión habla por ti. Tú puedes contarme por horas quién eres,
qué has hecho, de tus logros y reconocimientos, de glorias y caídas,
de heroísmos y travesuras. Pero me bastará preguntarte a qué aspi-
ras, qué te moviliza, y que me respondas sinceramente, para saber de
ti mucho más. Y con más precisión. Sin laureles ni maquillajes. Lo
sabré porque estaremos conectados en un nivel al que no llegan las
formas terrenales. Donde no hay vendedores ni compradores, no es
un mercado transaccional. Ese lugar es la fuente madre, la que ali-
menta a todas las fuentes de vida. La que recibe tus sueños.
Si tu visión es que tus hijos sean personas de bien y padres de fa-
milia ejemplares, por caso, yo conoceré más sobre ti que todo lo que
aún no me has contado. No te pediré muchos detalles más. Y me
emocionaré al escucharte. No tengo hijos, no son mis hijos, pero eso
quiero yo también, porque ambos compartimos todo lo que es inhe-
rente a nuestro ser humano y social, incluidas las visiones.
Es normal escuchar eso, claro, mucha gente imagina lo mismo;
mas, cómo explicarte que todo lo normalmente humano nos emo-
cione. No estamos hablando de los resultados, sino sólo de cómo los
imaginamos.
Si, en cambio, me dices que tu visión es ser ingeniero en el año tal,
o que tu empresa alcance el lugar dominante del market share al cabo
del próximo ciclo, o que Silvana es tu mujer y madre de tus hijos
en 5 años, o que al año 2020 vives con tu familia en una casa muy
luminosa de madera y piedra en la montaña, con un arroyo cerca-
no y bellos cuadros naturales colgados de tus paredes de aire, estoy
mirando un perfil de trazos bastante finos de tu persona y, también,
de tus empresas. Puedo o no compartirlas o emocionarme, porque
ya no se trata de deseos tan altruistas o humanamente comunes. Son
tuyos, individuales.
Cuando digo que miro un perfil de tu persona por tu visión, no
quiero caer en la ligereza de la etiqueta. No digo que esté abriendo

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Oscar Virga Digiuni

juicios de valor o de calificación, que tanto he combatido un rato


antes en esta charla. Sí digo que aprecio por dónde vas, y que no me
importa tanto por dónde has venido. Si convalido el concepto de la
evolución permanente del ser humano, y vivo atento a las posibi-
lidades que abro y se abren a cada instante, no puedo clasificarte,
enjaularte, por lo que me cuentas que deseas. No puedo, no debo, no
quiero, porque no lo mereces. Ni tú, ni yo, ni nadie.
Se trata de una referencia para que intentemos acercarnos o para
considerar que no estamos yendo al mismo puerto y sigamos por
nuestros caminos distintos. Lo que no dudo es que tiene un valor
muy superior a leer tu biografía. Es como comparar una foto con una
película. Tú puedes?. Yo, no.
Esto se parece a la vuelta del perro queriendo tomar su cola. Es-
tamos en un círculo que nos acerca otra vez a la cuestión de estar
presentes, aquí y ahora. La visión no tiene un tiempo futuro. Está
aquí. Es aquí. No puedes imaginarte en el futuro porque no existe
nada allí. Ni él, ni tú. Te imaginas hoy en el lugar que quieres estar o
ser cuando el ahora sea ese momento. Cuidado que no es sólo una
disquisición sintáctica. O tal vez sea semántica, pero no me meto
en tecnicismos del lenguaje. Quiero que comprendas lo que quiero
decir, nada más.
Para generar tu visión, pones en juego lo mejor de ti. Vas traba-
jando tu imagen final de acuerdo a lo que vayan dictándote tu sen-
sibilidad y tu talento, apoyado en lo que has aprendido, lo que has
experimentado, las competencias que desarrollaste, tu inteligencia
emotiva, tu mirada... Miguel Ángel Buonarotti lo dijo muy senci-
llamente: “la estatua está dentro del bloque de yeso; sólo hay que ir
sacando el material sobrante para llegar hasta ella”. Ahí está definida
la visión con la simple grandeza de un genio.

Te invito un coñac para saborear esa definición. Exquisita…

Para que definas el producto final de tu visión, es absolutamente


necesario que todos tus sentidos y recursos estén disponibles en tu

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Vivir, amar y morir en zapatillas

mesa de trabajo. Aquí y ahora. Te lo imaginas a Miguel Ángel qui-


tando el material sobrante y pensando que mañana debería encon-
trarse con un acreedor?. Es probable que en alguno de los mazazos
se aplastara un dedo… aunque, más allá del dolor, el trastorno mayor
sería su desenfoque.
Tu mayor capacidad para ajustar el producto está ahora. Perdón, es
una redundancia. No hay otro momento para que esté a tu servicio.
La cosa es que en plenitud presente de tus datos, saberes y sentimien-
tos estás en condiciones de hacer los trazos gruesos y finos. Darle la
terminación más acabada que tu Yo decida. Él sabe los límites de tu
búsqueda, que no son precisamente límites. Digamos, mejor, exten-
siones. No tienes apuros ni necesidad de influencias de terceros. Será
tu modelo. No bases las decisiones de tu vida en atender consejos de
quienes no tendrán nada que responder ante los resultados. O que
no los disfrutarán como tú. Serán ajenos al producto y, por lo tanto,
son ajenos a su génesis. Por lo mismo, recuérdalo cuando le hablas
a otro quien.
No contradigas a tu Yo. Déjate llevar, fluir en esa rueda mágica.
Las veces que quieras. Es tu vida, amigo. Será más rica y excitante en
la medida que tengas más visiones. Espero que a esta altura ambos
sepamos que hablamos de lo mismo. Por las dudas, aclaro que no
dije (o no quiero que interpretes) que tengas muchos proyectos. Son
cosas diferentes, aunque las asimilemos a diario. Ambas nacen en el
presente, si?. Pero responden a una dinámica distinta. Para que lo
recuerdes, te diré que el proyecto es push y la visión es pull.
El proyecto es push, que en inglés significa empujar. Tienes una
idea, a la que no le falta amor ni sentimiento, decides concretarla
en plenitud de tus recursos, diseñas las etapas, defines recursos re-
queridos antes y durante las mismas, haces el plan o programa de
avance con detalle de tareas, convocas (o precisas) colaboradores,
proveedores y aliados, los eliges y aseguras, combinas actividades,
negocias, ajustas y te dispones a ejecutarlo. En el camino, monitoreas
el progreso de las obras según el plan para estar prestos ante even-
tuales desvíos y necesidades de correcciones. Vas haciendo evalua-
ciones parciales de resultados esperados. Puede haber replanteos por

- 76 -
Oscar Virga Digiuni

acciones internas del proceso o impactos externos, o todo seguir su


curso normal. Todo previsto y marchando apropiadamente según lo
calculado, hasta el final. Corte de cintas y aplausos.
Es la línea de montaje industrial. La creó el señor Henry Ford en
1913. Dicho método, inspirado en el modo de trabajo de los ma-
taderos de Detroit, consistía en una sucesión de puestos de trabajo
vinculados en serie por una línea de montaje a base de correas de
transmisión y guías de deslizamiento, que iban desplazando auto-
máticamente el  chasis  del  automóvil  para que los distintos grupos
de operarios realizaran sobre él las tareas planeadas de ensamble. La
denominada fabricación en cadena, con la que Ford revolucionó la
industria automovilística, era una apuesta arriesgada, pues sólo re-
sultaría viable si hallaba una demanda capaz de absorber su produc-
ción, que seguía el patrón de la organización científica del trabajo
de Frederick Taylor.
Pull es tirar. Hay una diferencia más que simbólica entre empujar
y tirar. No describiré otra vez el proceso de tu visión. Sólo te diré
que el mundo industrial de hoy ya no sigue los preceptos fordiano ni
tayloriano. Después de la segunda guerra mundial, ante el cambio de
condiciones económicas y políticas, se fue consolidando un nuevo
esquema de relaciones de producción, cuyos orígenes, curiosamente,
son contemporáneos con los de Ford. Se lo conoce, genéricamente,
como el modelo de producción Toyota.
El sistema de producción Toyota, como filosofía de trabajo, tiene
sus orígenes en la industria textil y, en particular, en la creación de
un telar automático allá por el año 1900. Su gestor, Sakichi Toyoda,
tuvo como objetivo liberar a los operarios de tareas repetitivas que
pudieran afectar su eficiencia laboral. Basándose en este invento y en
innovaciones y patentes subsiguientes, la familia Toyota fundó una
empresa textil (Okawa Menpu), en Nagoya, que luego se convirtió
en  Toyota Motor Company. Es en esa época cuando nacieron los
conceptos de Jidoka (traducido por algunos autores como “automa-
tización”) y Poka-yoke (a prueba de fallos), que, junto a otros pos-
teriores, como Just-in-Time (JIT, Justo a Tiempo) y Kaizen, confor-
maron lo que conocemos hoy como Sistema de Producción Toyota.

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Vivir, amar y morir en zapatillas

Te explico los fundamentos del sistema Toyota y te pido que, mien-


tras te lo cuento, vayas haciendo paralelos con el proceso de tu visión:
1. Just in time: básicamente, es que la producción se realiza justo
a tiempo de la necesidad del consumidor. No hay stocks de
productos terminados que se tratarán de “meter” en el mer-
cado a través de batallas de marketing ni materias primas o
recursos inmovilizados a la espera de ser requeridos; en ambos
casos, se han generado trastornos financieros. Se ha invertido
un dinero y no se sabe cuándo se recuperará. Se produce lo ne-
cesario para satisfacer exactamente el pedido y en los tiempos
del pedido. Aumentan la eficiencia y la eficacia del proceso. Se
reducen los costos y se minimizan las pérdidas de recursos por
trabajos innecesarios.
2. Jidoka: las máquinas se detienen ni bien termina la necesi-
dad de su uso o cuando, por algún defecto, se entorpece su
funcionamiento. Esto dispara alarmas que explican lo que ha
sucedido (y dónde) y suspenden, inmediatamente, el proceso.
No hay gastos por switch on (encendido) improductivo y se
previene la fabricación de elementos defectuosos.
3. Poka-yoke: es un complemento del factor anterior, ya que
consiste en el diseño inteligente de productos y procesos de
manera que haya pocas probabilidades de errores, tanto en las
operaciones individuales como en el progreso del ensamble.
4. Kaizen: la traducción más apropiada es mejora continua. Es
una práctica de observación activa de la gestión productiva,
con el aporte de los distintos actores involucrados. Incluye Cír-
culos de calidad, Gestión del Cero defecto, Kanban (testigos
para visualizar flujos productivos) y mantenimientos preven-
tivos. Aumenta la eficiencia del proceso.
Bien. Dónde estás?. Estás…????. Ahhh… mientras te espero voy a
probar este maridaje parmesano-lambrusco…
Sí, te escucho… sssiiiii, claro, muy bien, creo que comprendiste
el mensaje... La visión organiza tus recursos desde el lugar de la de-
manda, del consumidor, que eres tú… con eficiencia total de recur-

- 78 -
Oscar Virga Digiuni

sos. “Para construir un barco, evoca en los hombres el anhelo de mar


libre y ancho…”. Se produce lo que ya está vendido. En un proyecto,
en cambio, no es tan cierto que el final coincida con la última imagen
planeada originalmente.

Creer o no creer. Esa es la cuestión.


“El que no cree en sí mismo, miente siempre”
Nietzsche

“Una batalla perdida es la que uno cree que está perdida”


Jean Paul Sartre

La visión necesita de la fe como el amor de los besos. Si no besas,


es cariño. U otro tipo de amor. Pero no es el amor que imaginaste
cuando te dije lo anterior. La visión necesita fe, antes, durante y des-
pués de ser obra.
Cuando la visión todavía no es visión, cuando aún tiene una ima-
gen borrosa, que no se sabe qué significa o qué pretende ser, un golpe
de fe decide las cosas. Creer, tu fe, hace que ese boceto se convierta
en matriz. Es el empujón que algo te da para cambiar de estado. Pa-
sas de lo insustancial a lo real. Y más que eso: el envión alcanza para
dar los primeros pasos; hay una energía implícita en la decisión, que
excita ese instante. Cuando crees en ti, siempre sientes eso. Una fuer-
za que te lleva puesto, y no te molesta que así sea. Recuerda cuando
hablamos de “la zona” de Goleman.
Una vez que se ha iniciado el camino, la fe te ayuda a transitarlo.
Pero ya no desde un lugar principal; le cede el lugar al compromiso.
Lo acompaña, lo anima, está atenta para que no se distraiga, lo escu-
cha cuando duda. Es importante que no lo deje solo, pero su aporte
mayor ya fue hecho. Por allí, tal vez, necesite plantarse firme ante al-
guna adversidad. No siempre sucede. Como su valor reside en cómo
y no qué transmite, su función es, ahora, enrolar a otros colaborado-
res para la empresa. Mientras el compromiso va adelante, ella va a su
lado o por otros caminos secundarios, sumando fieles a la procesión.

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Vivir, amar y morir en zapatillas

En algún momento, puede pasar que no la veas por ningún lado. No


te ha abandonado: es silenciosa, reservada y no le gustan las expo-
siciones. Tanto la han usado algunos hombres con fines egoístas e
insanos que está un poco suspicaz. Prefiere hacer lo suyo y que no la
vean con nadie, para evitar tener que dar nuevas aclaraciones.
Por eso mismo, precisamente, cuando llegas a destino y quieres
mostrar al equipo responsable de la aventura, no aparece… Allí des-
cubres que tu fe no se ve en los resultados sino en el intento. Pero no
te ha traicionado. No. Tranquilo. Está recargando baterías. Ya sabe
que la tienes en cuenta, que la nombras como un factor determinante
de tus logros y que ya hay quienes están pidiéndote cómo contactarse
con ella. Y no le ha de fallar a nadie.
Creer para ver.
“Creo que si miráramos siempre al cielo, acabaríamos por tener alas”.
Gustave Flaubert

“En ciertos oasis, el desierto es solo un espejismo”.


Mario Benedetti

Desde que recuerdes, estás creyendo. En la seguridad de tus pa-


dres, en los reyes magos, en Papá Noel, en la maestra de primer gra-
do, en la pureza de tus amistades del barrio, en tus dotes de futbo-
lista, en los sentimientos de tus muñecas, en tus sentimientos para
con tus muñecas, en Jesús, en que tu perro es de goma, en tus armas
seductoras, en lo que te cuenta la profesora de biología del día vigé-
simo octavo de cada mes, que los españoles eran malos y los ingleses
eran peores (pero los espantamos a ambos…), que los blancos son
mejores que los negros, que los verdes son de temer, que todo tiempo
pasado fue mejor, que la madurez llega con los años, que los alema-
nes perdieron la guerra por tontos y porque no se les entendía nada
cuando hablaban entre ellos, que la luna es blanca y romántica, que
el sol es amarillo y se enoja seguido, que los héroes son de bronce y
no fueron nunca al baño, que la gente se casaba hasta que la muerte
los separara (eso ha generado una crisis depresiva a la muerte… ),

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Oscar Virga Digiuni

que en la política había principios, que Dios existe, que Dios existe a
veces, que Dios no es serio, en fin… que tantas cosas más…
Qué queda de todo eso que creíste?. Fotos. Símbolos. Más fotos.
Recortes de diarios. Pocas creencias siguen vivas. Hay otras, nuevas.
Escribió David Lebón8:

Con el tiempo vas cambiando 


y tus ojos van mirando más allá. 
Cuánto tiempo más llevará, 
cuánto tiempo más llevará. 
Ilusiones, letras de cristal, 
simulando que sabes adónde estás. 
Nos dirán “que viejo que estás”, 
por favor, hablemos de verdad. 
Y con el tiempo, la magia de estar aquí, 
va suponiendo que sabes adónde debes ir. 
Cuánta ignorancia 
corre por tu cuerpo hoy. 
Ni siquiera te entregás al viento,

sin pensar por qué. 


Cuánto tiempo más llevará 
Cuánto tiempo más llevará.

Han pasado unos años, pero el contrapunto no ha cambiado tanto


entre “las letras de cristal” y “lo viejo que estás”. Se vino sumando la
ignorancia, “que no deja siquiera entregarte al viento sin pensar por
qué”. Todo debe ser explicado. Lo que sí ha cambiado es la percep-
ción de mucha gente desde entonces.
Mucho antes, era creer a ciegas. Después, fue ver para creer. Hoy

8 
“Cuánto tiempo más llevará?”, Serú Girán (1982)

- 81 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

hay de ambos, con prevalencia del primero, nuevamente, pero esta


vez gracias a tanto marketing. Y hay una veta, cada día más notoria,
que se está haciendo su lugar amigablemente, sin recurrir a los coda-
zos. Creer para ver.
Las creencias globales están siendo afectadas gravemente por el
individualismo. Las personas, tú, yo, agobiadas por tantos mensajes
cruzados e inquisidores de su inocencia, se han ido refugiando en
su interior. Allí han descubierto un nuevo espacio, el de la privaci-
dad, que necesita reconstrucción por haber sido abandonado mucho
tiempo. De todos modos, no es tan complicada esta tarea, porque ese
es el lugar primario, el esencial, el básico. Hay que retirar algunos
escombros, limpiar, buscar fuentes y dar una lavada de cara general.
Después, crear las nuevas instalaciones para las nuevas necesidades.
Algunas gentes, para habitar rápidamente su nueva intimidad, han
consumido realidades del supermercado. Buscaron ofertas de nue-
vos ídolos, íconos, líderes, pensamientos, manadas y placeres encur-
tidos. No tuvieron paciencia suficiente. “Han cambiado de collar pero
siguen siendo perros”, como decía don Arturo Jauretche9. Los entien-
do. No es para cualquiera este asunto de hacer un nuevo ser desde
la casi nada. Y que se vea feliz y entero, sin dudas, para que nadie le
reproche haber escapado del arca.
La convivencia es cada vez más compleja, en todos lados. Gracias a
todos los dioses, no obstante, los medios de comunicación te ayudan
a simplificar las contradicciones. Vuelve a haber buenos y malos, y
chau. A otra cosa. Hace falta una religión?. Ok, sigues en el rebaño,
pero lo haces selectivamente: negocias no salir por las seguridades
que te brindan. Todo bien.
Hasta que un día sonaron todas las alarmas juntas. Te das cuenta
que eres adolecente. Ya sé que pasaste los 20. No me interesa tu anti-
güedad sino cuánto y cómo has vivido. Sientes que estás adoleciendo
de fe. En todo. Y te arrastra a ti también al todo. No sabías qué nom-
bre ponerle a ese estado de ir y venir…
Es el comienzo de una aventura, con los condimentos de misterio
9 
Ensayista, escritor y político argentino (1901-1974)

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Oscar Virga Digiuni

y locura que le son propios. Por un camino que se hace al andar,


ensayando cada paso. Te raspas las piernas, metes un pie en un pozo,
miras con atención, estás un poco agitado. Eliges nuevos alimentos,
te animas a lo desconocido. Te olvidas del supermercado; en rea-
lidad no te preocupa saber si hay alguno por la zona. Cuando vas
superando pruebas, empiezas a imaginar cómo sigue. Dudas menos
y avanzas más. Duele menos y disfrutas más el camino. No sabías
bien dónde te estabas metiendo. Ahora tampoco, pero vas y vas. Gra-
cias a ti, que elegiste creer. No en ti, probablemente. Sino en tu Yo,
ese ser eterno que ha tomado tantísimas formas porque el mundo
de las formas se lo reclamaba para aceptarlo. Y él lo aceptó, con su
gigante humildad, para no dejarte solo nunca. Ha sido ángel, perro,
padre, mar, árbol, atardecer, camino, mujer, profesor, abuela, cielo,
talismán, viento, trigo, Cristo muerto, montaña nevada, mármol en
la tierra, flor, estrellas, vino, amigo, silencio…
Creíste y acá estás. Hombre nuevo. Mujer nueva. Creíste y estás
viendo otra persona. Creíste que podías y pudiste. Algo ha cambia-
do. Pero tu nuevo espacio es el viejo, no lo reconoces?. Es el mismo,
después de haberlo llenado, primero, de tanto fetiche multicolor y
haber retirado, después, a esos mismos fetiches, ya pálidos y deshi-
lachados. Han pasado unos años, pero te veo más joven. Renovar los
ambientes parece que tuviera algún efecto tonificante. Como cam-
biar de lugar los muebles, si?.
Mil quinientos años antes de Cristo, ya lo había expresado Sidd-
hartha Gautamá Buddha (Buda): “no hay que creer en la fuerza de
las tradiciones, aún cuando las hayan honrado muchas generaciones
y en muchos sitios; no hay que creer en algo porque muchas personas
hablen de eso; no hay que creer en la fuerza de los sabios antiguos…
después de investigar, hay que creer en lo que cada uno haya probado
y encontrado razonable para sí…”. Siempre ha sido así, amigo, amiga.
Bueno, si no fue siempre así, al menos hace tres mil quinientos años
que algunos ya creían en eso.

Creer para ver. Todo lo que tienes es todo lo que intentas. Porque
crees en ti y en lo que imaginas para verlo. Aunque no hayas sido

- 83 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

consciente de eso hasta ahora, cuando lo estás leyendo. Pero no basta


sólo con creer. Hay algo más por hacer. Te lo dije al pasar y ahora voy
a dedicarle uno minutos más.

Otro lambrusco?.

Com-pro-miso.
“Un caballero se avergüenza que sus palabras sean
mejores que sus hechos”
Miguel de Cervantes Saavedra

“El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión”


Paulo Coelho

La palabra compromiso es una composición de dos sufijos latinos


y un verbo, a saber:

• Com (cum)= con, compañía


• Pro (pro)= a favor de
• Miso (mito-mitis-missi-missium)= misión

Esta introducción sobre el origen de la palabra compromiso sirve


de marco para que comprendas la magnitud del poder que encierra
la acción de declarar un compromiso con otro o con uno mismo.
Cuando declaras un compromiso, estás prometiendo la realización
de una acción (misión). Esta declaración, una vez puesta en pala-
bras, es el comienzo de una aventura de la cual conoces su puerto
de llegada, que es la acción realizada, la meta alcanzada, el objetivo
logrado, el proyecto finalizado, el plan completado, etc.. No conoces
aún la ruta exacta, es decir, cuáles serán todas las acciones concre-
tas que te llevarán a ese destino.  Puedes conocer algunas de ellas,

- 84 -
Oscar Virga Digiuni

incluidas en un plan general, pero, como en toda aventura, siempre


puede haber inconvenientes o contingencias que requieran revisar o
confirmar el compromiso declarado.
Te decía recién que la fe le cedía el lugar de comandante al com-
promiso en el viaje hacia tu visión. En realidad, desde que tu visión
ha quedado registrada en aquella fuente de vida donde nos encontra-
mos (recuerdas?), el trabajo de llegar hasta ella se hace bastante sen-
cillo. Tu creencia pone en marcha la rueda y le toca al compromiso
un rol protagónico que puede asimilarse al de un piloto automático.
Debe estar y no fallar. Porque la ruta está trazada, hay una atracción
desde el punto de llegada que tira (pull) hacia allí y tu fe acompaña.
Imposible perderse. Al cabo del viaje, se lee en el libro de apuntes:
aquí estas, eres tus compromisos.
El compromiso comienza con una declaración. Si estás solo o si
hay un auditorio enfrente, no cambia demasiado. Lo que sí importa
es desde dónde salen esas palabras. Para que tenga el valor de com-
promiso necesitas emocionarte al escucharlas. Ese es el inicio de una
creación de realidad, porque todo tu ser se está involucrando. No
te voy a explicar lo que quiero decir porque ya lo conoces. Ya lo has
vivido. Cuando le dijiste a esa chica que querías ser su novio, cuan-
do le dijiste que sí a él, cuando aceptaste aquella deseada oferta de
trabajo o esa vez que prometiste a tu amigo agonizante acompañar
a su familia.
Claro que no siempre se trata de hablar con las palabras. Tu ser
habla de otras maneras. Cuando la enfermera te puso en los brazos
a tu bebé y lo miraste, estabas declarando un compromiso. Cuando
te fuiste de la casa paterna y te abrazaste con él, en tu mirada había
un compromiso. Cuando estrechaste la mano de tu socio el día que
abrieron la oficina comercial, estabas declarando tu compromiso.
Cuando aceptaste en tus brazos a tu mascota, con solo cinco años en
tu espalda, estabas tomando un compromiso. El día que recibiste el
diploma de manos del decano de la universidad, en tu sonrisa amplia
se dibujó un compromiso profesional. Cuando fuiste a preguntarle a
tu agente inmobiliario por ese terreno, estabas poniendo en marcha
un compromiso: hoy estamos charlando sobre ese terreno, pero bajo

- 85 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

un techo y entre varias paredes. Asimismo, al aceptar que nos junte-


mos para hablar de todo esto, hubo un compromiso de tu parte para
que tu realidad sea otra cuando acabemos.
Tu visión es un contrato. Tu fe es quien lo firma. Tu compromiso es
quien lo garantiza, el que avala su concreción.
Los dos días más importantes de tu vida son el de tu nacimiento
y aquel cuando descubriste para qué. Ese día se inicia un camino
de compromisos frecuentes, que respaldan lo que se te ha revela-
do. Empiezas a darle formas más acabadas al modelo. Ese trabajo
te llevará lo que te quede por respirar. Gracias a tu esencia, la
evolución es continua hacia lo que quieres ser. Y cada retoque es
un compromiso. Cuando hablamos de visión, no imagines que te
propongas llegar a la luna y vivir allí. Una visión es la salida de
esta noche. Otra, es la reunión de mañana con tu jefe. Cuando
algo quieres que sea, lo imaginas, vives ese momento ahora y crees
en eso, estás pariendo un compromiso. Cuando este proceso ter-
mina en el resultado que viste antes, has creado otra realidad, has
puesto un nuevo ladrillo en tu construcción, que está más com-
pleta que antes. No amerita una celebración con globos y música,
porque es el devenir natural de tu existencia. Aunque, íntima-
mente, cuando sonríes por otro ladrillo puesto estás viviendo tu
fiesta privada, no es así?.
El compromiso es amor puro. En cualquiera de sus formas de ex-
presión, contiene lo mejor tuyo. Eso es el amor, lo mejor tuyo: tu
sinceridad, tus recursos humanos para desarrollarte, tu inocencia,
tus manos dispuestas, tus palabras justas, tu firmeza y coraje, tu ter-
nura, tu buen humor. Todo lo que utilizas cuando pones en marcha
una visión. No sabe lo que es una mentira ni engañarse. No entiende
de qué se trata porque no le es útil a sus necesidades. Vale aclararlo
para que nadie use su nombre y lo haga quedar mal. Entonces, si la
declaración de compromiso no se cumple, llámala de otra manera.
Mentira, a secas. Cuídate mucho de no decir “compromiso” cuando
no lo es, porque puedes descalibrar tu sistema y en algún momento
no saber qué cosa es cada una. Y, seguramente, tampoco lo sabrán
los demás, cuando adviertan que usas las palabras ligeramente y sin

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Oscar Virga Digiuni

rigor. No tomarán en serio tus declaraciones. Por ese camino, no irás


hacia visiones ni proyectos. Sólo pasarán micros que te lleven para
aquí y para allá.

“Por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura se recogen raci-


mos de los espinos o higos de los abrojos?”. (Mateo VI, 15-20)

Compromisos domésticos.
“El nombre que tenemos sustituye lo que somos:
no sabemos nada del otro.
Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre
y eso es lo que realmente somos”.
José Saramago

“Dios es un verbo”.
Richard Buckminster

Los que aman demasiado.


“Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente
aquello que no quiere oír”.
George Orwell

El simpromiso (o el No Amor)
El amor es una “burda exageración de la diferencia entre una per-
sona y las demás”, según lo pensaba George Bernard Shaw. Amor
es una palabra mágica, porque a todo lo que es inexplicable rápida-
mente lo explicamos con que es mágico. En tan solo 4 letras resume
la grandiosa potencia y exquisitez del ser humano. No necesita de
aclaraciones ni congresos para analizarlo. En menos de un segundo
dice lo que significa. En cambio, toneladas de segundos y millones de
letras se han utilizado para intentar explicar su ausencia.
Puedes tomar esto como un manifiesto romántico. Pero traigo

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Vivir, amar y morir en zapatillas

otras intenciones. Pretendo que conversemos un rato sobre lo que


pasa cuando el AMOR no está. Cuando no está en tus momentos,
en tus decisiones, en tus actos, en tus resultados. A eso yo lo llamo
SIMPROMISO.
No me refiero a que tu novia, esposo, hijos, mascota o amante no
estén a tu lado, estés triste por eso y las cosas no salgan como esperas.
Me refiero al AMOR, así con mayúsculas, para distinguirlo del otro,
que se ocupa de las relaciones hacia afuera, aunque se escriba con las
mismas letras.
El AMOR es lo que conecta todo lo que te hace crecer. Es lo que te
hace bien, lo que te hace fluir ágilmente y conduce a tus logros, en
familia, profesión, deporte, viajes, trabajo, estudios.
Hay COMPROMISO cuando estás haciendo lo que quieres, lo que
te gusta, lo que eliges. Sale lo mejor de ti. Puedes lo más. Tus virtu-
des, tus destrezas, tus mejores humores están a flor de piel y se salen
de tu cuerpo para convertirse en logros. Explotan tu orgullo y tu
sensación de gratitud a los dioses. Como lo bautizó Ken Robinson,
estás viviendo en “tu elemento”.
Estás en este mundo, en este tiempo y en este cuerpo para eso. No
hay otra cosa que pueda ponerte en un lugar más exitoso que eso, lo
que te compromete. Allí, te sientes perteneciendo, contenido, dicho-
so, ecológicamente consciente en el sentido más amplio, porque eres
una unidad con tu entorno físico, social y ambiental. No te falta ni
sobra nada. Plenitud de recursos y utilidad de ellos. Y tú, el gestor-je-
fe de tamaña grandeza.
Unos días atrás, una amiga me consultó porque necesitaba medir,
cuantificar, grados de alcance de objetivos en su empresa y no sabía
cómo hacerlo. Le pregunté cuáles eran esos objetivos y me los descri-
bió confusa, vagamente. Repregunté por detalles y en un momento
me dijo que eso la aburría. Qué cosa la aburría?. Hacer los números
(que mostrarían el devenir de su negocio). Me sonó rara esa respues-
ta. Volví a preguntar qué la aburría intuyendo otra cosa. Me explicó,
después de resoplar, que estaba trabajando en un rubro que le gusta
pero que se sentía poco acompañada por su socia después de 15 años

- 88 -
Oscar Virga Digiuni

y que ella se exigía prosperar el negocio para encontrar motivos de


continuar en esa sociedad.
Insistí con que precisara sus objetivos, tratando de imaginarlos
en el contexto de la empresa y la sociedad. Y allí se terminó la
conversación. Apareció su SIMPROMISO. Su vaguedad de expec-
tativas y rumbos es el resultado de no estar ya comprometida con
esa sociedad.
Querer forzar compromisos a contramano de la propia intuición es
tiempo y vida perdidos. Los mensajes llegan de distintas formas, has-
ta que las pocas ganas se apropian de la escena. Si no hay alineación
de pensamiento y sentimiento, nada parece útil. Nada es útil.
Otro amigo andaba por el mundo tratando de sumar vendedores
a su gerencia comercial. Usaba el argumento que podían ocupar sus
tiempos libres y contactos para ofrecer su producto, a modo de Plan
B, como para ir teniendo otros ingresos por si, en algún momento,
ante la extendida inestabilidad laboral, perdieran su actividad prin-
cipal. Al cabo de 3 meses, recurrió a verme porque los 3 vendedo-
res incorporados habían hecho muy poco de lo que él esperaba. Su
discurso había sido un boomerang y estaba recogiendo el fruto del
simpromiso sembrado. El Plan B le estaba cobrando su factura…
Tú compromiso con algo o alguien es una síntesis psico-emocio-
nal. Es el resultado de un acuerdo íntimo, profundo, contigo mismo,
por el que has decidido que tu camino pasa por ese algo o alguien. Tu
elección sólo reconoce a su fuente en algo muy tuyo, un tesoro que
toma las formas de tu elemento.
Allí sales al mundo exterior a encontrarte con quienes están en esa
misma vibración. Y los encuentras. Y cómo lo disfrutas, si?. Enton-
ces, crees que la suerte te ha tocado. Es al revés, exactamente. Tú la
has invitado a la cena.
El AMOR es el clima para que crezcan sanos y fuertes cada uno de tus
frutos, preciados y preciosos. Tú compromiso es ese AMOR visible, lo
que le pones, cómo cuidas y te esmeras para acompañar cada iniciativa,
cada proyecto, cada elección. No necesito abundar en detalles: recuerdas
que has celebrado cada vez que registraste estas sensaciones.

- 89 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

En qué andas simprometido por estos días?. Necesitas hacer algo


con eso.
Te está llevando minutos, horas, años. Te está llevando la vida
adonde no quieres llevarla. Estás entre nosotros para otra cosa. Para
darnos lo que trajiste en tu sangre.
Vamos, lo vas a hacer?.

Como esto no es una ciencia exacta, aquí sí cabe que una cosa y su
inversa son iguales. El compromiso es amor. Y el amor es compromi-
so. Qué delicia poder ganarle una a las matemáticas…
El amor es compromiso, también, en tanto resultado de una rela-
ción. Es una visión (relación) que se concreta a través de compromi-
sos cotidianos. Por ejemplo, madres (padres) e hijos. Si logras mirar
esas relaciones con este cristal, ves mucha más rutina que compro-
misos. O excesos de compromisos. Cómo es eso?.
Parece una contradicción, pero cuando se “ama” mucho, mucho
o demasiado, escasean la tolerancia y la buena voluntad. Cuando se
odia, también faltan la tolerancia y la buena voluntad. O sea, que
tanto el excesivo amor como el odio (algunos dicen que es el exceso
de amor…) son la negación de la tolerancia y la buena voluntad.
Volvamos al Amor. Aquellas madres que dicen amar tanto a sus hi-
jos que no les dejan separarse del nido, ni casarse, ni actuar indepen-
dientemente de ellas cuando ya son hombres y mujeres mayores de
edad, sencillamente, no aman. Lo que sienten es deseo de posesión.
Igualmente, aquellas novias y esposas que sufren torturas de celos.
Esos tipos de “amor” no son otra cosa que excesos de compromisos.
Sobrepasan la medida justa y se alejan de las virtudes de la tolerancia
y la buena voluntad.
Me voy a meter en un berenjenal y sin calzado… Por lo general, el
exceso de sentimiento prueba que hay falta de desarrollo de la inte-
ligencia intelectual. A nadie le agrada que otro le descubra su falta
de inteligencia, pero puedo comprobarlo (sin dar nombres…). En

- 90 -
Oscar Virga Digiuni

tu ser, el ideal es el equilibrio. Estás diseñado para vivir en armonía


interior y en perfecto equilibrio con el Universo. Así nacemos. Pero
la convivencia hace de las suyas y condiciona el desarrollo simétri-
co de tu personalidad a medida que vas creciendo. Cuando hay un
desbalance, o sea cuando se verifica un exceso de algo, es porque otro
algo se ha quedado demorado y no hace el contrapeso necesario para
mantener el equilibrio original. Un exceso de calor en un ambiente,
por ejemplo, se equilibra con igual cantidad de frío para hacer agra-
dable la permanencia en el lugar.
Para hacer un paralelo que ayude a graficar lo que quiero decir,
convengamos que la inteligencia es fría y la emoción es cálida. Una
gran capacidad emotiva es una cualidad magnífica, siempre que esté
equilibrada con igual capacidad intelectual. Sucede con los artistas,
cuya exuberante sensibilidad tiene la expresión artística para volcar
toda su potencia emotiva. En cambio, otra persona que no sea artista
practicante, con similar abundancia emotiva y con poco desarrollo
intelectual asociado, vuelca todo su exceso sentimental en los seres
humanos que la rodean, pretendiendo manejarlos. Intolerancia y
poca voluntad.
Qué tal si probamos imaginar relaciones más sanas, si ambicio-
namos (visionamos), creemos, comprometemos y creamos más
equilibrio?.
Los que se unen y se desunen.
“Cuando dos personas están bajo la influencia de la más violenta,
la más insana, la más ilusoria y la más fugaz de las pasiones,
se les pide que juren que seguirán continuamente en
esa condición excitada, anormal y agotadora,
hasta que la muerte los separe”.
George Bernard Shaw

Algunas doctrinas fabricadas allá lejos por los humanos han sido
manuales de procedimientos espirituales. Los responsables técnicos
de aplicarlos los han hecho más manuales aún. Por estos días, ya es-

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Vivir, amar y morir en zapatillas

tán muy manoseados. Por ejemplo, recuerdas esa ley que dice “lo
que Dios ha unido, que ningún hombre lo separe”. La has escuchado
muchas veces. Alguna vez, incluso, muy cerca. Te han explicado que
cuando te casas no debes salirte de ese lugar porque serás castigado
al contradecir un mandato divino.
Más allá de las escrituras, mucho más allá, estuvo el espíritu de
Dios. Me apoyo en alguien que ha pensado mucho y bien antes que
yo sobre estos temas, Emmet Fox10: “hemos visto que se refiere a la
unión original de la pareja primitiva, simbolizadas por Adán y Eva. Y
no es una amenaza contra el divorcio que es simplemente una solución
humana, sino que es un consuelo ofrecido por la infinita ternura de
Dios nuestro Padre, como para confortarnos diciéndonos “no temas
hijito mío, tienes tu amor de siempre y para siempre”.
Tu compromiso con quien te cases o reúnas en pareja está muy por
encima de los circunstanciales vendedores de manuales espirituales.
Alejandro Jodorowsky11 ha dicho, magistralmente, que “la pareja
perfecta no es la simbiosis de dos egos infantiles, sino la colabora-
ción de dos conciencias libres”. El compromiso es contigo, antes que
con otra persona. Es tu visión lo que te moviliza. Si la cumples, Dios
te acompañará, feliz, como todo padre cuando su hijo también lo es.
Aunque no comparta tu decisión. Su grandeza está en aceptar que te
ha dado todos los poderes para que seas. Y te ha largado al mundo
sin ningún librito bajo el brazo ni edecán detrás.
Quién eres?.
“Cuando alcancé la sabiduría, ella me miró y dijo:
ya me alcanza cualquiera”.
Roberto Fontanarrosa

En este mundo de formas, todos hemos adoptado alguna. Además


de la belleza, la altura, la nariz grande o los cabellos rubios, todos
intentamos hacernos un lugar único y destacado en el concierto ge-

10 
“El sermón del monte” (2007)
11 
Multifacético artista chileno, nacionalizado francés (1929)

- 92 -
neral con otras formas propias que son tan visibles como las enun-
ciadas. Bueno, hago la salvedad que eso es y será así, más allá de lo
que nosotros hagamos. Pero queremos creer que lo hemos hecho por
nuestra propia virtud y voluntad… y así resulta que ese personaje
único y destacado, a veces, es muy distinto de la persona única y
destacada que originalmente nos entregaron cuando vinimos a este
planeta.
Las maneras de presentar en sociedad ese personaje público son
muy variadas. Un bebé llora y patalea cuando quiere algo, pero la in-
tensidad de esa actuación ya está definiendo su estilo personal. Algo
más crecidito, un niño sabe cómo ganarse a sus padres o abuelos,
con una morisqueta, una sonrisa, una lastimera confesión o nego-
ciando desde una insoportable cara de traste. Después, en el grupo
de la esquina del barrio, en la sala escolar, en la clase de inglés o en
el club, empiezan a ponerse a prueba y desarrollarse otros accesorios
más complejos para medirse y encontrar el lugar propio. El espacio
parece finito, o sea que cuando alguien se expande mucho, otro debe
achicarse en igual o similar proporción.
En esas interacciones se van ajustando posturas, modales, pala-
bras, estéticas. El personaje va tomando forma de persona. Lo que
no se tiene se puede adquirir, tomando prestado, copiando, imitan-
do, o creando, también. Ahora está la invalorable ayuda de internet y
las cadenas televisivas, que proporcionan en minutos lo que a otros
nos llevó años… Llega a los primeros cruces con el otro sexo. O con
el otro sexo y sus variaciones. A poner en la cancha todo. A dejar la
piel, como decían los viejos relatores deportivos. Más tarde, mayores
exigencias en el ámbito educativo, manejarse con relaciones nuevas,
la primera pareja. Otros desafíos, como pueden ser practicar algún
deporte de manera regular y en competencias, alguna disciplina ar-
tística o ya laboral, donde también hay pugnas por reconocimientos.
Me refiero al reconocimiento en sus diversas formas: premios, éxitos,
clientes, aplausos, besos, exámenes superados, etc..
En algún momento, por ahí cerca o unos años más adelante, co-
mienzan las batallas por la soberanía económica y financiera. Hay
que vender el producto personaje para que alguien decida comprar-

- 93 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

lo, y así dar inicio al giro de la rueda que sólo se detendrá muchos
años después. Gracias a tanta gimnasia previa, las tensiones de la
competencia no son desconocidas. Lo que sí lo es, es el terreno don-
de se compite. Te voy a contar una experiencia personal con mucho
recorrido.
Desde hace unos veintialgo de años, he disfrutado de llevar adelan-
te numerosas capacitaciones para jóvenes (y no tanto) en disposición
para el ingreso al mercado económico-laboral. Te hago una aclara-
ción desde ahora: no me refiero a búsqueda de empleo dependiente,
sino a todo lo que significa ingresar al mercado laboral, incluidos los
inventores que desean que alguien y muchos les reconozcan comer-
cialmente sus méritos, los que inician un camino empresario perso-
nal, los ex jefes-futuros empleados, y así toda la fila de casos.
Para cualquiera de los casos, es necesaria una presentación del
candidato. Te contaré de aquellos que están en la búsqueda de em-
pleo dependiente. Otro día, si quieres, hablamos del resto. Qué es
lo primero que piensa quien está en tal situación?. Contactarse con
agencias de recursos humanos, comprar el diario y leer los avisos que
piden candidatos a ocupar plazas laborales determinadas, recorrer
lugares en los cuales están abiertos registros de oferentes de capaci-
dades laborales, dejar sus datos en páginas de internet afines a estas
búsquedas, etc..
Hay que presentarse, físicamente o a través de un resumen de ante-
cedentes personales, conocido como currículum vitae, hoja de vida,
foja de antecedentes, según el país de que se trate. Respecto de la
confección de ese documento, en esos veintipico de años que te dije,
he preguntado lo mismo, me han respondido lo mismo y tuve que
rematar con lo mismo. A ver, cómo haces tú documento de presen-
tación?. Me vas dictando y yo tomo nota…
Abreviaré el tema. Resumiendo, todos empiezan por sus datos y
terminan por sus capacidades. Mi pregunta es (fue): quién de ustedes
ha hecho alguna vez alguna actividad comercial, de venta?. Siempre,
alguno de los presentes, ha vendido algo, alguna vez. Bien, vos, que
alguna vez vendiste. Por favor, véndeme este bolígrafo (el que tengo

- 94 -
Oscar Virga Digiuni

en mis manos). Allí comienza una descripción de sus características


y virtudes para convencerme que es, sin dudas, lo mejor que puedo
elegir. Algunos, siempre, lo asisten al vendedor para sumar ventajas
a la oferta. Pregunto si esta escena se repite, en otros casos, a aquellos
que han vendido en alguna oportunidad. Claro que sí. Así es la venta
de un producto: realzar sus virtudes, describirlas con énfasis y deta-
lles, en tono ganador, mostrar antecedentes y referencias, ofrecer a
prueba sin compromiso, hablar (si cabe) de los defectos o diferencias
(desventajosas) de la competencia directa, sugerir que nada mejor te
puede pasar en la vida (al menos hoy) a que yo haya venido a ponerte
en tus manos este producto, bla, bla, bla… Después de esa perorata,
si los dioses están de mi lado, una participación porcentual de la ven-
ta realizada y cobrada, determinada por mi empleador y liquidada
en alguna próxima ocasión, pasará a engrosar mis arcas exitosas.
Qué diferencia ves, conceptualmente, entre la presentación para la
venta de un bolígrafo, un auto, una vaca o tu propio producto, vos?.
La descripción del proceso de venta que hice, cambiando el producto
X por vos, sería distinta?. En qué?. Qué cambiarías?. Por qué?. No
has estado años preparando este producto (vos) para que se gane su
lugar en el mercado social?. Por qué no lo ofreces como imaginaste?.
En qué estas pensando?. En nada, amigo, amiga.
Puedes hablar mucho y muy intensamente de un producto que es-
tás ofreciendo para que te compren y beneficies con migajas. Puedes
retorcer tu cerebro buscando figuras simpáticas para mostrarlo en
acción, para hablar convincentemente de él, para espantar objecio-
nes del comprador, y hacerlo muchas veces en el día y en el mes. Por
una retribución que otro decide, cuándo y cuánto, pagarte. Crees en
el producto que acabas de conocer. Subordinas tu nombre, prestigio,
carrera y hasta la comida de tus hijos a lo que él pueda hacer por ti.
Y tú, esperas la próxima vida?.
Eres el producto que más conoces. Puedes dar miles de detalles, si
lo quieren. El mejor diseñado. El que más satisfacciones garantiza a
quien lo contrate (por no decir, compre… entiende mi piedad…). El
más seguro. El más versátil. El de más capacidad. El más humano.
El menos previsible. El de tecnología más exquisita. Y el único que

- 95 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

puede mejorar todos los días su prestación.


No es nada casual que cuando les pido que hagan su currículum
vitae, insistan con poner sus datos al principio, luego dónde hicie-
ron la escuela primaria, la secundaria, los estudios superiores, otros
estudios, dónde empezaron a trabajar hace 10 años, todo lo que han
hecho (desde servir café en un club de barrio hasta calculista de la
NASA), y terminen, finalmente, diciendo que sólo disponen medio
día… Quién eres?.
No es casual. Les pregunto, quién eres?. Me dicen, acá están mis
antecedentes. En el orden estricto en que fueron armando el perso-
naje. Repito, quién eres?. Me miran… Les recuerdo sus noches de
pubs, confiterías o disco?. A las chicas que te gustaban, les entregabas
tu currículum vitae?. O te presentabas tu mismo como un producto
seductor para el candidato a cliente?. A todas te presentabas igual?.
No cambiabas algo de tu discurso, tu postura, tu presencia, según lo
que evaluabas del otro lado?. Te presentabas por cumplir con una
rutina o intentabas jugar tus mejores fichas?. Quién eres?.
Cuando fuiste presentado en casa de tus suegros, ya había pasado
algo antes. Esa noche fue la formalidad. Pero, antes, tus suegros han
querido saber de ti. Qué crees que han preguntado?. Qué preguntas-
te vos a tu hijo/a en una ocasión semejante?. Quién es él/ella?. Quién
va a entrar en mi casa?. A quién le entregaré mi bien?. Quién eres?.
Cuando alguien ofrece un puesto laboral en una empresa, necesita
cubrir una función e insertar una nueva pieza en su sistema de tra-
bajo. Crees que le interesa saber si serviste café en un club de barrio?.
Crees que le importa si estudiaste en tal o cual escuela primaria?. O
si por dos meses trabajaste en un comercio de venta de helados, hace
5 años?. Qué crees?. Crees que le es útil saber si acreditas alguna
capacidad afín a la función que desea atender?. Crees que porque
no la tienes estás fuera del juego?. Crees que le interesa saber quién
eres para dejarte entrar a su empresa a utilizar sus bienes?. Crees que
le importa saber si eres una persona honesta, responsable, puntual,
respetuosa, aplicada, educado por padres que te han enseñado esos
valores, que te gusta disfrutar de tus amigos en los tiempos libres,

- 96 -
Oscar Virga Digiuni

que practicas tal deporte regularmente, que te gusta aprender, etc.,


etc.,?. Te estuve preguntando quién eres, no qué sabes hacer?. Ok?.
Ahora, después de escucharme, puedes responderme algo?.
Si solo tienes escasos 20 añitos, nula o pobre experiencia laboral,
crees correr en desventaja por eso?. No te sirve de nada ser todo lo
que eres?. No confías en eso?. No confías en ti, entonces. Claro que
hay lugares en que son muy exigentes con los requisitos. Pero me pa-
rece que estás utilizando esa prevención particular de uno o algunos
lugares para generalizar tu no se puede hacer nada.
Volvemos al principio. Estábamos hablando de visión, de fe y de
compromiso. Volvamos al principio. Si tu visión es desarrollarte en
tal campo laboral o profesional, será natural todo lo que venga des-
pués. Se irán acomodando las cosas, tu fe te llevará adonde haya que
ir y tu compromiso será fluido como agua entre tus manos.
Busca tus visiones. Habla con tu Yo. Redescubre lo que llevas pues-
to. Es muy valioso para que siga escondido debajo de tu personaje. Si
no lo aprovechas tú, nadie lo hará. Eres una criatura perfecta y pre-
ciosa, con los mejores recursos a tu disposición, cuando los quieras.
Trata de encontrar ese lugar único y destacado en el mundo por lo
que eres y no por lo que sabes hacer. Es mucho más sencillo ser que
parecer. Es mucho más redituable ser que saber. No me creas a mí.
Pruébalo. Mira donde quieres estar varias veces por día. Confía en tu
potencia. Acciona. Es nada más que eso. Y eso es todo lo que tienes
que saber para ser lo que quieres ser.
Un tal Miguel Angel dijo una vez: “el mayor peligro para la ma-
yoría de nosotros no es que nuestras aspiraciones sean muy altas y
parezcan inalcanzables, sino que son muy modestas y las alcanza-
mos fácilmente. Tenemos que aspirar más alto y comprometernos
con nuestros logros”.

- 97 -
Oscar Virga Digiuni

Capítulo 5

Poder y auto-liderazgo
“Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido
poder sobre nosotros”.
Hermann Hesse

“La conciencia es el mejor libro moral que tenemos”.


Blas Pascal

“Me pasé la vida imaginándote, no es momento para ser cobarde”.


Gustavo Cerati

Las explicaciones básicas respecto del Poder tienen que ver con
la capacidad de influir efectivamente sobre otras personas. Esa es la
representación más elemental que te ha acompañado desde que re-
cuerdes. Un buen orador, un negociador duro, tu padre, tu jefe, tu
maestra de primer grado, el director técnico de tu equipo de fútbol
juvenil, el presidente de tu país, todos tienen poder sobre ti. Les obe-
deces. Pueden decidir sobre ti.
Cuántas veces has escuchado decir que las empresas multinacio-
nales, los países de economías mayores o los medios masivos de
comunicación tienen un poder casi ilimitado. Sus influencias sobre
nosotros son similares a las de quienes te dije antes?. Qué piensas?.
Probablemente, reconozcas distintos grados de intensidad en las
influencias de todos ellos sobre tu vida y tus cosas. Algunas se notan

- 99 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

inmediatamente y otras hay que buscarlas con más trabajo. Pero, es


cierto, todos (y cuántos más) consiguen que tú y muchos más hagan
lo que ellos quieren o proponen.
La primera acepción de “poder” que se lee en el diccionario de la
Real Academia Española, refiere a “tener expedita la facultad o poten-
cia de hacer algo”. O sea, disponer de la decisión y la opción de hacer
algo libremente, cuándo y cómo se quiera. Según lo que veníamos
hablando, que les dejes a ellos ambas cosas.
En los últimos años has venido escuchando hablar, cada vez más
frecuentemente, del poder del consumidor. Cómo es eso?. Que las
grandes cadenas comerciales, compañías de comunicaciones, pro-
ductoras de bienes o servicios diversos, entidades financieras y hasta
los partidos políticos más grandes de los países, deben atender las
expresiones de sus clientes. Cómo puede ser que semejantes poten-
cias mundiales (o nacionales), con tanto poder, necesiten algo más
de ellos que recibir sus pagos a cambio de lo que les entregan?. Qué
es lo que necesitan?.
Alguien, que no es sospechable de haber tenido algo que ver con
los intereses del marketing salvaje mundial, la madre Teresa de Cal-
cuta, dijo que “a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una
gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”. Y qué
sería si le faltaran muchas, miles, millones de gotas…?.
Precisamente, en las sociedades más avanzadas, el poder del con-
sumidor se ha verificado cuando muchas gotas se retiraron de algún
mar engañoso, achicándolo. Y el poderoso mar tuvo que rebajarse a
los pies de las pequeñas gotas, para que volvieran a confiar en él. A
tu escala, lo ves y lo haces a diario. Una cadena de supermercados de
alcance masivo no se ha de fundir si la abandonas, o una empresa de
servicios telefónicos no bajará su cotización en bolsa porque te vayas
de ella, o un presidente de tu país no reparará en que ya no lo votas-
te como la última vez. Pero estás ejerciendo tu poder de decisión y
de opción. Así lo estimulas, porque no estás acostumbrado a usarlo.
Estás dejando ese mar para ir a otro donde estés cómodo. Sabes que
en ti le estoy hablando a millones de consumidores?. Sabes lo que eso

- 100 -
Oscar Virga Digiuni

significa, cuando hay redes de comunicación que hacen instantánea


la transmisión de tus decisiones?. Vas entendiendo, a priori, dónde
está el poder?.
La vida, en este Universo que te he tocado integrar, está basada en
el átomo y no en la inconmensurable magnificencia de la Vía Láctea
que te contiene. Todo lo que pasa con la vida sigue ese patrón rela-
cional: se origina en el elemento básico del conjunto que se trate.
Los resultados visibles, posteriores, son agregados de lo que ha su-
cedido en ese núcleo inicial. Los consumidores cambian decisiones
empresarias cuando muchos de ellos, uno a uno, deciden lo mismo.
El muro de Berlín no se cayó por viejo. Una hormiga no voltea una
pared. Una gota de agua no puede nada contra una roca. Tú no pue-
des contra el mundo. Tal vez, puedas algo si empiezas a intentarlo en
el mundo.

Egolatrías

Dicen que el Ego existe.


Hay por allí algunos inquietos observadores que andan
por el mundo hablando de él.
O, más precisamente, hablan de sus vicios.
Porque parece que es un vicioso olímpico.
Y carga con todos los anti-valores que supimos
conseguirle para estar seguros que nunca,
pero nunca, nos contagiaremos.

El solo verlo nos pone en la vereda de enfrente, a


buena distancia de caer en sus
tentadoras ofertas. Pero el muy bicho Ego,
con algunos años en el lomo,
ha desarrollado sagacidad y audacia. Como Dios, cualquier Dios,

- 101 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

el que más te guste o escuches, ha sabido tomar


prestados ropajes y señales
para hacerse amigable, común, casi uno más entre nosotros.
Un habitual compañero de ruta.

Claro que el Ser Humano, Hijo Supremo de una Perfección


que sólo se rinde ante esa Creación, puede darse cuenta
cuándo está en presencia de un igual real o de un farsante disfrazado.
Ha sido diseñado teniendo en cuenta esa necesidad.

Las claves requeridas están bien guardadas,


en el interior más profundo,
en recónditas cavernas a las que solo puede
acceder el Sentimiento y activarlas,
hablando el lenguaje Sincero con la Intuición, a
quien le fue encomendada la celosa guarda
de las puertas de esas cavernas ….

Como todo órgano vivo, el Sentimiento debe ser


bien alimentado si se quiere
que su respuesta sea ágil, elástica y,
en definitiva, eficiente con nuestras necesidades.
Si no, ya lo hemos visto suficientemente,
el Ego puede negociar con la Intuición,
conseguir que mire para otro lado,
y hacernos confundir recurrentemente.

Así, tantas personas poderosas, responsables,


inteligentes, honestas, solidarias,

- 102 -
Oscar Virga Digiuni

enfáticas y necesarias, parecen ególatras.


Y no siempre lo son. O lo están siendo.

El Sentimiento, sólo Él, puede activar las


claves para entender, comprender,
todo lo Humano en su Justa Dimensión.

Todo lo demás es anécdota.


Incluida la pobre falacia del Ego
buscando un lugar en el mundo.

En este mundo. El Nuestro.

El Poder es Tuyo.
“Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer al hombre
quizá mejor que ninguna otra generación.
¿Qué es, en realidad, el hombre?.
Es el ser que siempre decide lo que es.
Es el ser que ha inventado las cámaras de gas,
pero, asimismo, es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando
una oración”...
…...“Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los
hombres que iban de barracón en barracón, consolando a los de
más, dándoles el último trozo de pan que les quedaba.
Puede que fueran pocos en número,
pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre
se le puede arrebatar todo salvo una cosa:

- 103 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

la última de las libertades humanas -la elección de la actitud


personal ante un conjunto de circunstancias-
para decidir su propio camino”.
Víktor Frankl12

Cuenta Fredy Kofman13 una anécdota sucedida con sus hijos, To-
más y Paloma, probablemente muy familiar para vos. “Después de
interrumpir una de las peleas de Tomás con su hermana, le pregunto:
por qué le estás pegando a tu hermana?. Porque ella me hizo burla, res-
pondió. Entonces, le pregunté a Paloma por qué lo había hecho. Porque
él se burló primero…”.
La escena, muy familiar en todo sentido, explica una reacción sal-
vaje de esas personitas que se parecen mucho, demasiado, a lo que
pasa en la calle, afuera, en esa sociedad enferma que termina conta-
giando a tus pobres chicos dentro de tu casa. Claro está, sin que tú
puedas hacer casi nada…
Siguiendo con el mismo autor y libro, trae un ejemplo complemen-
tario del que ha contado de sus hijos. “… Por qué atiendes el teléfono
cuando estás en una reunión?. Cuando le dices a tu interlocutor -dis-
culpe, tengo que tomar la llamada-, en realidad estás mintiendo. No
tienes que tomarla, sino que estás eligiendo hacerlo. Es mucho más
sencillo echarle la culpa al impertinente teléfono que asumir la res-
ponsabilidad por la interrupción. Tú no tienes nada que ver… Uno
elige hacer lo que hace como respuesta a la situación que percibe…
Si prefieres atender el teléfono es porque te interesa más averiguar
qué desea quien te está llamando que mantener el flujo de la charla
con quien estás reunido… Los hechos externos son sólo información
y no estímulos”. También familiar, no es cierto?.
Estos ejemplos aparecen banales frente a las referencias del libro
de Víktor Frankl, pero todos comparten el mismo concepto: la deci-
sión es tuya en todo momento. Nada explica, per se, reacciones au-
12 
“El hombre en busca de su sentido”, Dr. Víktor Frankl (1946)
13 
“Metamanagement” (2001)

- 104 -
Oscar Virga Digiuni

tomáticas y viscerales, como las de Paloma, Tomás y tú, atendiendo


el teléfono en medio de una reunión. Recuerdas cuando hablamos
de descargar tu ahora de pasado y/o de futuro?. Recuerdas cuanto
hablamos de tu presente íntegro y consciente?. Que tus visiones son
obras que nacen de este presente puro?. Que tu fe y tus compromisos
viven plenos y potentes aquí y ahora?. Bien, cómo le llamarías enton-
ces, ahora, a todo eso junto?. Si. Es tu Poder.
Tu Poder reside en disponer absolutamente de todo tu ser en todo
momento para lo que tú creas. De otro modo, es hacer coherentes al
observador y al decisor que conviven en ti, compartiendo la misma
dimensión de libertad (autonomía) personal. O, más brutalmente, es
que cada acto de tu vida no dependa de nadie o nada en particular,
aún cuando, en el extremo, lo negocies sin perderte de vista. Deci-
des por ti y no lo haces por reacciones automáticas ante estímulos
externos.
Tu Poder es el creador de tu realidad. Lo uses más o menos, estarás
más o menos conforme con ella. Y contigo. Porque hay un placer do-
ble en ejercer tu poder personal: que concretas lo que deseas y que te
sientes plenamente dueño de tus actos. Lo ves y lo haces. En dominio
de tu Poder, eres consciente que no hay límites sino momentos para
que las cosas ocurran. Lo imposible será, desde este instante, algo
que aún no intentaste o algo cuyo tiempo todavía no es. Depende
de tu mirada.
Tu Poder es la muerte de la víctima que has llevado dentro hasta
hoy. Decides qué hacer con lo que te pasa y no te rindes ante su
oferta. No tienes que ni debes hacer lo que otros han decidido por ti.
Eres el líder de tu propio equipo y todos, ahora, respetan y recono-
cen tu mandato. No porque lo digas imperativamente, sino porque
lo transmites y ellos, el mundo, lo percibe. No se trata de la autopro-
clama de un loco lindo. Nada de eso. Es la presencia de tu persona en
un escenario donde habitan personajes. Es la fuerza de la Naturaleza
pulseando con un mundo de formas precarias, acostumbrado a ejer-
cer un poder sin bases y sin oposición. Así es fácil. O lo fue hasta hoy.
Pero, sabes?. No es más fácil que subirte a tus propios zapatos. Per-

- 105 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

dón, a tus propias zapatillas. O no te sientes rey del mundo cuando


tus pies están abrazados tan confortablemente?. Estás bien parado,
contenido, fluyendo y sin tensiones fastidiosas. El mejor par de zapa-
tos no es comparable a un par de zapatillas. Eres inconsciente de su
presencia, como accesorio, pero es la base de apoyo para todo lo que
camines. No te sientes poderoso de vivir la vida en zapatillas?.

Volvamos… aunque no nos hemos ido tan lejos… Te decía que tú


lideras tu vida cuando asumes su poder. Le puedes llamar auto-lide-
razgo, porque es eso. Eres tu propio líder. Te reconoces por el poder
que te transmites. Qué sucede con un líder?. Por qué lo es?.
Un líder es quien sintetiza una visión compartida por muchos. Lo
que para esos muchos es un lugar ideal de encuentro, el líder se los
representa con palabras y gestos accesibles y concretos. Ve la idea en
el fenómeno bruto, la expone y se encamina hacia ella con determi-
nación, movilizado por su creencia y por el compromiso que toma.
Su fe contagia a través de una comunicación ágil, multicanal, pero a
la vez directa y precisa. Fascina, enamora con su ejemplo. En su vali-
dación original hay proyecciones de un complejo virtuoso, donde se
funden coraje, enfoque, honestidad, flexibilidad, solidaridad, emo-
tividad, consciencia temporal, épica y, por sobre todo eso, presencia
anímica.
Tomar decisiones es un riesgo. No tomarlas también lo es. Un líder
se define por el nivel de riesgo que está dispuesto a tomar, pero no
inconscientemente.
Te pido que reemplaces en la caracterización que hice del líder a
los muchos por tú mismo. Y revises cómo es la relación entre tú, líder,
y tú, liderado… Te parece una tontera como queda, no?. Bueno, lo es
si lo tomas literalmente. Te encomiendo, por favor, una lectura con
tu mirada, no con tus ojos.
Ahora si?. Bien… tú lideras tu Poder. A quién otro has de seguir,
que represente mejor que tú, tus propios deseos y visiones?. Quién
es más consciente que tú de tus momentos?. Quién puede gestionar
más eficazmente tus emociones en cada momento?. Por qué has de

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delegar lo que quieres comunicar?. Así como no le prestarías tu no-
via/o a otro/a para que la/o enamore, por qué razón cederías tus de-
cisiones, si son enteramente tuyas, como no lo es tu novia/o?. Quién
defendería con más valentía y romanticismo tus intereses más ínti-
mos?. Hay alguien más honesto que tú contigo?. Tomarías por otro
más riesgos que por ti?. Piensas que otro lo haría con tu caso?. A
quién escuchas más todo el día, todos los días?. A quién respondes
más todo el día, todos los días?. Quién disfrutaría más de tus logros?.
Quién se beneficiaría más?. Qué más hay?.
Sabes lo que hay detrás de tu auto-liderazgo?. Otros similares, en
otros tantos cuerpos. Que van a verte y animarse. Imaginas lo que
significa eso?. Más gente con más poder personal. Menos persona-
jes. Más sinceridad en las relaciones y, allí nomás, más paz social
y más justicia. Estás sintiendo el Poder recorriendo tu cuerpo al
escucharme?.

Juegos de poder.
“Combatiré por la primacía del hombre sobre el individuo”.
Antoine de Saint-Exupery14

“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta


que nos ponemos de pie”.
Emily Dickinson

Se dan en todos los aspectos de tu vida, en todos tus ámbitos. Pun-


tualmente, en tu actividad laboral o empresaria, por ejemplo, donde
compartes con tu equipo, compañeros, proveedores, clientes, cole-
gas, cada uno pretende jugar y proyectar sus intereses desde la posi-
ción de poder personal, grupal, empresario, sectorial, etc..
Aparecen en la discusión por un precio o condiciones del contrato
comercial, competencias por posiciones relativas, reconocimientos
14 
“El Principito” (1943)

- 107 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

jerárquicos o históricos, por aportes o ideas, etc.. La lista puede ser


enorme, porque interactúan permanentemente los sentimientos,
ideas, experiencias, sueños, necesidades y otras cuestiones de los di-
rectos e indirectos afectados en una relación personal y las influen-
cias sobre éstos de sus respectivos ambientes formativos, culturales
y vivenciales.
En tu casa, donde no hay intereses comerciales, también se juega
al poder. Quién tiene la mayor autoridad y por qué, quién la pone en
discusión, cómo, cuándo, con qué modos?. Es un juego que no de-
bes acotarlo, porque es innato del ser humano y facilita la expansión
personal. Claro que no es lo mismo allí que en un ámbito donde se
disputen espacios a cara de perro. Aunque, en realidad, el juego bien
jugado no debería dejar perdedores en ningún campo.
Se trata de una competencia de intereses personales, que se aventu-
ran desde tus propias disponibilidades espirituales, físicas, mentales,
energéticas y emocionales en cada momento. El objetivo esperable es
buscar acuerdos satisfactorios para todos, digamos empates honro-
sos. Que todos sumen. Porque nadie dijo que sea una competencia
con un solo premio para el ganador. Ciertamente, es una ventaja que
se juegue con las reglas de la madre Natura. Que siempre ha dado el
mensaje que todos ganamos bajo su albedrío. Si alguien queda con
una sensación de derrota o postergación, ha ocurrido otra cosa. Ya
no es un juego de poder entre pares poderosos.
Ahora que hemos hecho las distinciones, puedes repasar en la va-
riedad de juegos de poder que has jugado, para establecer cuándo lo
has hecho con personas y cuándo, con personajes?. Se me está por
escapar una carcajada de ver tu expresión desconcertada…. Voy por
un café mientras redondeas la respuesta.
Bien, listo?. No te voy a examinar. No vine a eso… sólo quería que
dejaras volar un poco tu imaginación asociativa, porque estás en
condiciones de hacerlo. Y, además, es un buen ejercicio para hacer
cada tanto. Sigamos…
Alguna vez viste un ego?. Está sí quiero que la respondas, por favor.
No?. Hay millones, casi tantos como personas habitan tu mundo. No

- 108 -
Oscar Virga Digiuni

lo has visto porque se mimetizan. Parecen personas normales, pero


solo por fuera. Se esconden debajo de sus pieles y de sus sonrisas
normales. Por sus frutos los conoceréis, se podría decir, otra vez.
Ellos juegan este juego apostando fuerte. Si estás atento, puedes
ver cuando se salen de la piel de tanto machacar y dejan su sello en el
aire… es más, algunos ya no pueden volver a su viejo ropaje y que-
dan así, como prenda reversible, con la funda interior para el lado de
afuera. Bueno, no sé si no pueden volverse para adentro o ya no les
interesa guardarse nuevamente…
La cuestión es que tienes que estar atento a los egos sueltos. No
son poderosos, pero sí mañosos. Les gusta la exposición, pelean por
eso y sin treguas. Cansan de tanto insistir. Y entienden la competen-
cia como excluyente. Les va la vida en los intentos por destacarse.
Te decía que debes estar atento, pero no porque sean peligrosos o
agresivos, sino porque pierdes el tiempo en jugar con ellos. O, mejor,
contra ellos. No ganas nada en esa refriega. Nunca les ganarás. Ellos
tampoco, pero se contentan con alimentar sus fuentes de mezquin-
dad con una nueva moneda farisea y ofrendarle a su Ego Maestro
otra medalla de cartulina.
El secreto de este juego, cuando lo practicas con seres poderosos,
es que te sientas a gusto, cómodo, efusivo. Disfrutes de la negocia-
ción, de la búsqueda de afinidades y acuerdos, y de sentirte dueño de
ese momento. No te preocupes de los efectos sobre terceros, porque
no pretendes pasar por encima a nadie. Sí quieres que no queden
sabores amargos remanentes ante decisiones tomadas y eso sucede
cuando te abres a explorar una variedad de posibilidades presentes, a
buscar alternativas y mejorar las jugadas. Sin apuros y sin falsedades.
Empoderados todos.
Esa es la diferencia cuando intentas jugar con personas o con per-
sonajes (egos). Hay o no hay juego. Creas realidad o sostienes una
ficción.
Cuando eres consciente que estás en plena capacidad de crear tu
realidad, no hay vuelta atrás. Eres consciente de tu Poder. Y aunque
parezca redundante, entonces eres poderoso. Desde allí, es continua
la generación de intuiciones, emociones, visiones y decisiones, todas

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Vivir, amar y morir en zapatillas

en armonía. Esa es la gimnasia de tu Poder.


Te paras en tu Ahora, te centras en él y escuchas lo más profundo.
Ahí está tu fuente de Poder, donde se encuentra tu esencia, tu Yo, lo
que deseas, lo que sientes y la energía que moviliza en ese instante la
decisión para la acción.

Fuentes de poder.
La persona que cae y se levanta nuevamente está apelando a su
genio interpersonal, o inteligencia emocional.
La gente frecuentemente llama a este tipo de inteligencia
“tenacidad” o “determinación”.
Cuando las personas hacen cosas que tienen
mucho temor de hacer,
están apelando a su genio interpersonal.
La gente llama a eso “valor” o “coraje”.
Cuando una persona comete un error y
tiene la inteligencia interpersonal para admitirlo y disculparse,
ese genio se llama frecuentemente “humildad”.
Robert Kiyosaki15

Yo, por mucho tiempo creí que mi facilidad oratoria era un factor
de influencia sobre terceros. Que con eso podía ejercer cierto poder
sobre otros. Tal vez, haya sido así, en algunos casos. Pero, también,
era una herramienta “intrusiva”. En algunos lugares, llegaba y rebo-
taba. No entraba. Y yo no lo veía.
Lo descubrí cuando tuve que hablarme a mí mismo. Y si no cam-
biaba, yo también me rebotaba… no me escuchaba. Cuando empecé
a preguntarme cosas, a bucearme, en vez de discursearme, se abrieron
portones. La novedad corría por las arterias y se metía en los rin-
15 
“Padre rico, padre pobre” (2000)

- 110 -
Oscar Virga Digiuni

cones. Empezaron a aparecer imágenes, visiones, objetivos, diseños.


Nuevas realidades. Totalmente propias y puras. El Poder había veni-
do a mí.
Cuando te sientes cómodo con alguna de tus facilidades operativas,
las que te abren puertas normalmente, como pueden ser tu expresión
pública, tu capacidad manual, cualquier saber hacer, una habilidad
práctica, un título habilitante, etc., puedes confundirlas con fuentes
de tu poder. Es muy común eso, porque hay gente que las valora en
ese sentido y te reconoce un lugar destacado. Eso pasa en el mundo
de las formas. Quienes responden a esos estímulos, son los egos. Pero
tú no estás hablando aquí conmigo por ser uno de ellos. Te hubieras
ido hace rato, te estarías aburriendo de tanta perorata incomprensi-
ble para quien solo pretende figurar.
Cuando entiendes que tus fuentes de poder son las visibles en el
mundo formal, estás perdiendo el tiempo. Te demoras y condicionas
en tu desarrollo personal. Se utilizan habitualmente esas fachadas
cuando solo se persiguen vínculos circunstanciales o leves. Si la exi-
gencia es menor, no es necesario mostrar lo que no se quiere mostrar.
Eso no vende. Sucede que, como se van obteniendo pequeños triun-
fos con la coraza por delante, la costumbre se hace ley. Y sin vetos a la
vista, la ley se hace de hierro. Entonces, incompletudes, inconsisten-
cias, zonas para obligarte quedan a oscuras y no te ocupas de ellas. El
tiempo hace lo suyo. Los médicos, también.
Tu fuente de poder no es visible, pero está a la vista cuando la quie-
ras ver. Es tu Yo. Lo conoces?. Llevamos horas hablando de él. Diga-
mos que lo conocías, pero hacía falta mirar un poco desde otro lado
para reconocerlo. Lo que necesitas para ser poderoso está contigo
desde el primer día que viste luz en este mudo. Lo has utilizado y no.
Lo has desechado y lo has vuelto a buscar y allí estaba, intacto. Y es-
tará las veces que lo necesites. Siempre útil y dispuesto a tu servicio.
Porque eres, precisamente tú. Ahora. Presente en tu visión.
Cuanto quieras lograr está en tu capacidad de verlo consumado.
Concretarlo es parte del mismo juego de Poder. No hay misterios.
No se necesitan máscaras de actor. Ni hablar lindo ni disponer de
guardaespaldas ni mucho dinero. Eres quien consume lo que propo-

- 111 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

nes, antes que cualquier otra persona. Tu Poder como consumidor


es el que te desafía todo el tiempo a ti mismo. Eres gota y mar, sin
paradojas lingüísticas.
Sin embargo, el acceso a tu poder, amigo, amiga, no es gratui-
to. Dejarás algunas cosas en el camino para sentirte poderoso. Por
ejemplo, posturas, algunas relaciones, prácticas discursivas, algunos
registros, hábitos especulativos, falsedades, temores, ansiedades y
ropajes pesados. Al principio, extrañarás sus compañías. Te faltarán
cosas. Puede que hasta sientas inseguridades. Un poco más que al
principio, también. Hasta que tu andar sea dinámico, vivo. No sé
cuánto tiempo te llevará alcanzar ese régimen. Persiste, persevera.
Es tu camino.
Cuando tú y tu Poder son uno solo, tu vida es poderosa. No hay li-
bros con recetas. No hay clase social predispuesta. No hay delegados
por nadie. No existe el acceso por condición previa. El Poder no es un
privilegio. Es una virtud viva.
Paulo Coelho lo reflejó muy bien con sus palabras:
“…. en el interior de Paraíba, junto a Pedra do Ingá, conocí a un
hombre analfabeto, sin ninguna cultura más allá de la tradición oral.
En media hora que pasamos juntos, me dijo cosas que solo los maestros
dicen.
En un departamento, en Nueva York, junto al Central Park, conocí
a un hombre que hablaba cinco lenguas. Tenía una vasta biblioteca
sobre magia. Pasamos tres horas conversando, y él me dijo cosas que
apenas los discípulos dicen.
Y, otro día, conocí a otro hombre analfabeto y sin cultura, que en
media hora habló apenas tonterías. Y, otro día, conocí a otro hombre
culto, políglota, que me abrió los ojos sobre cosas importantísimas.

Esto también ya pasó con usted. Por tanto, intentar establecer reglas,
preconceptos o patrones, apenas empobrece nuestra búsqueda. Estar
abierto para la vida, es estar abierto para el prójimo. Cuando nuestro
ángel usa a las personas para darnos algún mensaje, no las escoge de
la manera en que nosotros las escogemos”.

- 112 -
Oscar Virga Digiuni

Capítulo 6

De ruidos, palabras y mensajes


“Habla para que yo te vea”.
Sócrates

“Algo anda mal en este mundo, en el que los


inteligentes tienen muchas dudas
y los estúpidos tienen todas las certezas”.
Charles Bukowski

Tú has saludado a mucha gente en tu vida y no sabes cuánto bien


has hecho solo con ese simple e inocente gesto cotidiano. El verbo
saludar quiere decir salud dar, o dar salud. ¿Sabes de algo más ge-
neroso y más noble?. Asimismo, le has agradecido a tantísima gente
por hechos o actitudes que han tenido contigo. Y qué les has dicho?.
Gracias. Sabes qué ha significado esa palabra en sus vidas?. Los an-
tiguos le ofrendaban gracias a sus benefactores, pretendiendo que
los dioses derramaran sobre ellos alabanzas o loas celestiales (que
recibieran gracias divinas).
Los usos repetidos de ambas dedicatorias les han hecho perder sus
significancias. Hoy son solo palabras de uso formal, aunque guardan
todavía una connotación respetuosa y amigable para quien las da y
las recibe. Es probable que mucha gente desconozca los orígenes de
estas palabras, pero eso no cambia que mantengan, desde la lejana
antigüedad, los efectos de su aplicación. Son creadoras de realidades.
No importa si le estás dando salud o sólo saludando rutinariamen-

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Vivir, amar y morir en zapatillas

te, o si estás pidiendo gracias a los dioses para tu interlocutor o solo


le estás agradeciendo su gesto, en ambas situaciones estás cambiando
la realidad anterior al mensaje emitido. Como se trata de hechos re-
iterados, no te resulta tan sencillo advertirlo. Pero imagínalo ahora,
ubicándote en tiempo y espacio, y sintiendo las sensaciones desde
ambos lados de la escena. Antes que lo hagas, te pregunto, es indis-
tinto para ti que alguien llegue a tu casa y comience a desarrollar su
discurso sin saludarte?. O que cuando cedes el paso a alguien siga su
camino sin decirte gracias?. Sólo te he citado dos ejemplos muy co-
munes, pero que sirven para comprender lo que valen esas palabras,
aún cuando las rebajes a meras formalidades.
Si las consideras como gestos de respeto o educación, digamos que
incluidos en un menú de reproducción inconsciente, tienen el enor-
me respaldo de haber sido aceptadas por generaciones como tales. Y,
en todo caso, las normas de respeto o de convivencia amigable, son
valores fundamentales del entendimiento humano. Qué es eso si no
lo que dicta la consciencia del Hombre, que como pares sea natural
que se entiendan fácilmente?. Las formalidades son ítems ya consa-
grados de ese menú de entendimiento básico. Son como ruidos, pero
abren el espacio para crear un diálogo.
En medio de esos ruidos hay otros ruidos, que solemos llamar pa-
labras. A diferencia de los formalismos, las palabras tienen sentidos
interpretativos según quien las emita o las escuche. Si me dices, hola,
hay poco lugar a dudas respecto de tus intenciones. Puede haberlas
de acuerdo al tono con que lo digas, pero como sea estás abriendo
un diálogo. Pero si te pregunto por la palabra erotismo, por ejemplo,
podemos pasar horas tratando de entendernos o, incluso, conven-
cernos, uno al otro.
Está claro que el erotismo arranca en la base sexualidad, pero en-
tre ambas hay un terreno fangoso. Allí haríamos cabriolas para en-
contrarnos. Porque mi juicio, para llegar hasta el erotismo desde la
sexualidad, incluye influencias de mi genética, mi formación religio-
sa, mi esquina de barrio, mi escuela educativa, mi escuela hogareña,
mis amigos, mis lecturas, mi moral, mis costumbres, mi experiencia
vivencial, mis novias, mis estudios superiores, mis revisiones perió-

- 114 -
Oscar Virga Digiuni

dicas a todo lo anterior, mis hijas, mis amigos (ya creciditos), mis
compañeros de trabajo, mi proveedores de consciencia gráficos y di-
gitales, mis… me cansé, son demasiados opinando, si?.
Si una escena de una película que ambos estamos viendo fuera de
contenido erótico, habrá dos interpretaciones: la tuya y la mía. Re-
pito, la misma escena, dos interpretaciones. No quiere decir que nos
disguste a alguno de los dos; quiere decir que no veremos exacta-
mente lo mismo. Ni hablar si alguien hace algún comentario sobre
la escena.
Un viejo refrán dice que “hay quien cruza el bosque y solo ve leña
para el fuego”. Se trata de lo que cada uno está observando. Recuer-
das cuando, hace bastante ya, hablábamos de la fotografía?. Cuando
haces click es porque en ese momento lo que has visto te ha llama-
do para hacerlo. Se han conectado, ha sonado una alarma interior.
No busques las causas y aprieta el disparador antes que sea tarde…
Adentro y afuera se encuentran desde otro lugar.
Lo que le importa a tu Yo tiene palabras para explicarlo. Claras,
precisas, emotivas. Si tienes una visión, la explicarás con las pala-
bras que elijas y transmitirás tu estado imaginario apoyándote en las
emociones que te movilizan. Quienes te escuchen, interpretarán lo
que cada uno quiera o pueda interpretar en ese momento, compar-
tiendo tu emoción o no, registrando o no algo de eso hacia adelante.
Influye para eso el arsenal de juicios que cada uno de tus oyentes lle-
va puesto y, además, lo que pase por cada uno de ellos en ese instante
preciso. Hablar con elegancia y minuciosidad no es garantía que así
te entiendan. Ni siquiera lo es de la pureza de tu mensaje.

Poder comunicar.
“Me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para mostrarle al
mundo como era su casa”.
Bertolt Brecht

Comunicar es transmitir un mensaje con algo más que la intención

- 115 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

que llegue a destino. Si no, es una mera difusión pública. Aún con
interpretaciones libres, como son todas, quien comunica utiliza to-
dos los medios que dispone para producir impacto, efectos. Después,
cada uno hace lo que hace con lo que recibe.
Así, has visto variedad de combinaciones estéticas y diseños en
tanta publicidad gráfica, televisiva, radial o por medios electrónicos.
Has visto películas, videos, reportes en noticieros de tv, has escucha-
do discursos en vivo o por radio, te ha tocado alguna vez ser protago-
nista de eso. Qué busca quien comunica?. Que su mensaje quede re-
gistrado en tu memoria emotiva, porque las emociones predisponen
para la acción. Y eso busca cualquier comunicador: que te muevas
en su dirección.
Si me dices algo y no me llega, no moveré un pelo. El cero es un
signo que representa la nulidad de un valor significativo, pero no es
una abstracción. La nada existe. Si tu mensaje no me emociona, me
moveré cero, o sea, nada. Pero el mensaje existió y tuvo su respuesta.
Adónde voy?. Que nada que digas es inocente. Siempre hay un efec-
to, aunque sea la nada. Lo que hace que tu mensaje sea una comuni-
cación efectiva es cuánto de ti has puesto en él. Cuánto poder tiene el
mensaje, en definitiva.
Has visto, seguramente, fotos de niños en zonas de guerra. Qué
te dicen sus miradas?. Has visto imágenes de perros jugando con
sus mascotas niños. Qué transmite su expresión?. O alguna toma de
una madre mirando a su hijo mientras lo amamanta. No te habla?.
Y, también, una modelo profesional posando ante la cámara, un de-
portista en el momento exitoso, un pintor terminando su fresco, un
violinista en medio de su concierto… Ninguno de ellos está hablan-
do, pero te han conmovido. Tanto como te pasó en algún discurso de
campaña presidencial, en el agradecimiento de tu hija en la fiesta de
sus 15 años o cuando tu padre se despidió de ti para marchar a otra
dimensión.
Volvemos al Poder. Lo que no sea poderoso, se pierde, amigo, ami-
ga. No llega a destino. Es intrascendente. Te deja allí, donde estás,
permaneciendo, cuando la vida evoluciona y evoluciona. Tu expe-

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Oscar Virga Digiuni

riencia, la de tu consciencia y la de tu entorno ya no es la misma


que hace dos minutos. Si tú duermes, se te escapa el mundo. Si dices
cosas desde tu pasado o desde tu futuro, no estás aquí. Y yo sí. Si ha-
blas sólo con palabras, estás de paso por aquí. Y yo no. Si quieres que
te escuche y te atienda, si quieres que nuestra relación sea poderosa,
empieza a provocarme, a emocionarme. Háblame con tu ser, desde
tu ser. Ahora. Aquí. Estamos para cosas grandes. Somos grandes.
Te estoy desafiando, pero no me siento a mirarte. A mí me toca es-
cucharte. Interpretar todos tus ruidos. Los que ingreso por los oídos y
los que tienen otra gama sensible. Cuantas más fibras me toques, más
llegará lo que me transmitas. Por eso insisto en que estemos los dos
acá. Es el único lugar en que podemos entendernos dos seres vivos.
No existe otro. Acá te siento, más que escucharte.
Sabes, me acuerdo de un esquema que podemos revisar juntos
para entender qué es esto de la comunicación efectiva o poderosa,
como me gusta llamarla a mí. Es el esquema de las 4 etapas de la
competencia. Qué es una competencia?. Es un saber hacer con altos
estándares. A ver si me acuerdo algo más… es el conjunto de conoci-
mientos, destrezas, habilidades, actitudes, valores y experiencias que
permiten hacer algo eficaz y repetidamente. Puff… lo dije de corri-
do… Merezco alguna copita, amigo…
Te propongo que veamos cómo se puede avanzar en la competen-
cia de entenderse poderosamente. Que no es otra cosa que hablar y
escuchar para crear realidades poderosas para los dos.
La primera etapa de la competencia es cuando eres inconsciente-
mente incompetente (II). O sea, no sabes que no sabes. Si te subes a
un coche por primera vez, no entiendes qué hacer con todo eso que
tienes enfrente. En este caso, si yo te hablo de conversaciones pode-
rosas y no has llegado a sentir tu Poder, o no has llegado a instalarte
aún en tu ahora cotidianamente, no sabes a qué planeta me refiero.
Cuando hablas y notas que poca gente te sigue o no consigues los
resultados que esperas, que empiezas a cansarte de escucharte, que te
aburres fácilmente, que te olvidas lo que te estaban diciendo recién,
que no te importa lo que otros quieran decirte, que usualmente estás
con la cabeza en cualquier parte, que te dan un número telefónico y

- 117 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

no retienes siquiera el comienzo, que nunca chequeas si lo que en-


tendiste es lo que te quisieron decir, que cualquier movimiento te
distrae, en fin… Te hice un pequeño atlas de situaciones comunes
entre gente que no es poderosa. Y no lo sabe.
El segundo paso es cuando eres conscientemente incompetente (CI).
Sabes ahora que no sabes. Recuerdas tus conversaciones de estos días y
reparas en alguno de los tips que te he detallado. En ese caso, ya estás en
camino. Es el momento en que se disparan los estímulos. Tienes idea de
dónde estás parado y sientes el deseo de la aventura, de ir por lo que te
falta y quieres. Es hora de poner en juego la batería de conocimientos,
destrezas y todo aquello que te dije para ir hacia tu competencia.
La tercera etapa es cuando eres conscientemente competente (CC).
Sabes que sabes. Cuidas las palabras, los silencios, hablas con tu
cuerpo, respetas al otro, lo atiendes, están ambos presentes, buscas
acuerdos (aún en el desacuerdo), sientes que estás conforme con lo
que resulta, lo chequeas con el otro, se entienden más allá de las pa-
labras. Mientras te lo iba diciendo pensaba en un momento íntimo
con tu pareja… cuando hablan sus corazones, según diría un poeta.
Pero no hablan sólo ellos. En ese espacio, ambos saben que saben lo
que están comunicando-se. Eso es Poder total. Entenderse tu Yo y el
del otro plenamente.
Te decía que pensaba en ese momento, pero también en que no
es el único. Tu Yo habla profundamente con el de tu hijo, siempre.
Algo similar ocurre cuando cierras un convenio comercial que deje
satisfechas a ambas partes. O hagas un acuerdo con tus empleados
y se sientan todos complacidos por el resultado. No se trata de una
cuestión de sentidos o de afectos. Pero sí de amor. Amor. AMOR. Así
es mejor, con presencia destacada. Eso es lo que robustece tu com-
petencia en las relaciones. Hablar y escuchar desde el Amor, que es
basamento de todo lo que vive. No hay vida sin Amor.
Tus relaciones son poderosas cuando el Amor las lubrica. Así, no hay
marcas ni rayones ni engranes posibles. El Amor facilita el ensamble de
las partes y su armonioso giro y complemento. No son palabras lindas.
Es la realidad que creas cuando sabes que sabes entenderte con toda la

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Oscar Virga Digiuni

Creación. Recuerdo algo que leí de Milan Kundera, muy lindo: “la ver-
dadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada
a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación
con aquellos que están a su merced: los animales”. No te entiendes con
ellos a la perfección?. Qué idioma utilizas para eso?... Cómo le hablas a
un caballo y te entiende?. Por qué te quedas embobado escuchando a los
pájaros del atardecer?. Aldous Huxley dijo algo parecido, que me toca
particularmente: “si quieres escribir sobre los seres humanos, lo mejor
que puedes hacer es llevar un gato a tu casa…”. Y si tienes dos, agrego,
puedes escribir un libro…
Finalmente, la cuarta etapa es cuando eres inconscientemente com-
petente (IC). Todo te sale bien naturalmente. No estás pendiente de
lo que dices o callas. No estás en tensión al escuchar. La relación
fluye. Sabes y lo haces como si no hubiera otra posibilidad. Vuelvo al
ejemplo del coche. Fuiste desde la ignorancia total a conducir mien-
tras vas hablando con dos personas, mirando por la ventana, escu-
chando y canturreando una música que emite la radio y, además,
cambiando las marchas y frenando según sea necesario. Y sin mayor
ritmo cardíaco en todo el tiempo.
No te preocupes por ser competente. Prefiere ser poderoso. Te can-
sarás de comer las cerezas de tantos postres…

Emociones que hablan.


“No sé si enamorarme o hacerme un sándwich… solo tengo claro que
quiero sentir algo en el estómago”.
Mafalda

“Pero, mi querido amigo, debo confesarte que,


desde que mi pensamiento ha cambiado,
ya no existen para mí palabras ambiguas ni dichos:
cada palabra tiene decenas, centenares de significados.
Y ahí empieza lo que temes... la magia”.
Hermann Hesse

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Vivir, amar y morir en zapatillas

No te ha pasado que en situaciones previas a tomar alguna decisión


entras en un estado de confusión, de incertidumbre?. Lo que pare-
cías tener resuelto se perturba, porque aparecen alternativas, dudas
y replanteos por eventuales consecuencias. O la palabra ajustada de
un amigo, siempre oportuna para dejarte embarullado y alejarse con
el placer de haber dado su consejo alegre y sin compromiso alguno.
En fin, como decía el Tata Julio Mendoza, los amigos y los jueces han
nacido para fallar….
Cómo sales del embrujo?. Hay un momento en que sientes que
algo te empuja a tomar una de las huellas que estás evaluando y con-
vertirla en camino. Ese algo es un sentimiento, con mezclas de intui-
ción y fe, que le habla a la razón para ayudarla a optar, produciéndole
una leve conmoción para convencerla. En adelante, para no repetir
todo esto, las llamaremos emociones, si?.
Desde el latín emotio, lo que te moviliza o impulsa hacia…, ya em-
piezas a darte cuenta qué rol juegan en tu vida. Disponen a la acción.
Pero, cómo?. No hay misterios. Tu aprendizaje emocional ahora es
una memoria que guarda registros de experiencias pasadas, con-
vertidos en patrones de reacción ante estímulos similares. En las di-
versas situaciones que tu Yo necesita solucionar tiene allí un menú
de opciones para elegir el modo de proceder, y lo hace de acuerdo a
cómo lo hizo anteriormente en un caso que pueda ser comparable.
Se trata de un sistema primario, elemental y hasta impreciso, después
de tanto que hemos hablado. Demasiado simple para la mente racio-
nal. Pero no hubo dios que lo haya podido cambiar en lo que lleva la
vida sobre la Tierra.
Pero hay otros casos en que la emoción no se apoya en lo pasado
sino en lo desconocido, en lo futuro. Es lo que hace que un niño vaya
con los dedos hacia un enchufe o un deportista emprenda la ascen-
sión de una montaña. Algo de eso es la curiosidad, si?. La búsqueda
de tus límites está alimentada por tus emociones afines. Te excita eso,
salir de tu status quo. Te invita a descubrir zonas que desconoces casi
absolutamente, a las que te aventuras movilizado por una mágica se-
ducción… bueno, no es tan mágica ni tan seductora… son las emo-
ciones, enteramente humanas y naturales. De tu mundo habitual. O,

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Oscar Virga Digiuni

mejor, del mundo habitual de las gentes poderosas. Porque si estás


cómodo en tu mosaico, allí te quedarás… Pero no es tu caso.
En los animales no pensantes (digamos…) hay algo que conoces
como la intuición. Cuando tienen pocos días de vida, aún no han
podido desarrollar ningún tipo de memoria como para tomar de allí
respuestas a sus necesidades de acción. Lo traen en otra memoria,
eterna, que los acompaña por generaciones y establece alertas vitales
y selecciones operativas. Tiempo después, se pueden observar algu-
nas emociones, tanto más intensas y variadas cuanto compartan sus
horas con seres humanos.
Los seres humanos también tenemos intuiciones. Responden al
mismo patrón de los otros animales, porque no están en el plano
racional y tienen funciones preservativas y selectivas. Éstas tienen
plena conexión con tu ahora. No con este momento actual, sino con
tu existencia en el presente, sin influencias del pasado. Es como un
espejo invisible, al que te miras y recibes por reflejo una percepción.
A veces, la intuición acompaña a la emoción. Otras, se enfrentan.
El campo de influencia de la intuición está acotado a su aporte en
el momento previo a la toma de una decisión. Es fugaz, un flash. No
te deja huellas ni se extiende en el tiempo mucho más que lo necesa-
rio y funcional. En cambio, las emociones producen consecuencias
diversas: hablan por varios canales, generan impactos múltiples y
complejos, dejan secuelas diferentes conforme su grado de magnitud
y pueden arraigarse, derivando en estados de ánimo.
Veamos, además, algunas de sus características. La primera y más
conocida es su manifiesta expresividad. Después de vivir unos años,
tú y cualquiera pueden reconocer una emoción por su evidencia físi-
ca en un ser vivo. Tu mirada, la actitud de tu cuerpo, los tonos de tu
voz, tu respiración, tu ritmo cardíaco, el color de tus ojos o de tu piel,
la temperatura de tu piel, la postura de tus labios, tu tono muscular
o la dinámica de tus gestos son medidas de la profundidad a que
esté instalada la emoción, sea ésta de alegría, ira, tristeza, excitación,
ansiedad, sorpresa, miedo, etc.
Como te decía antes, las emociones son producto de registros vin-

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Vivir, amar y morir en zapatillas

culados a la historia personal y genérica del ser humano. Es com-


prensible que se hayan ido adaptando en formas y grados según las
influencias del ambiente en que se ha desarrollado la vida del Hom-
bre. Por caso, la ira en un ser promedio que se debatía por su super-
vivencia en un hábitat agresivo (miles de años atrás) no podría ser
comparable con la de un señor que hoy se revele ante un intento de
asalto a mano armada. Los miedos de un niño en la Edad Media tal
vez sean tomados por ridículos en la actualidad, así como sus ansie-
dades o sus sorpresas. La calidad de las emociones que expresa un
ser humano promedio han sido afectadas por los diferentes entornos
culturales de épocas (o eras) sucesivas. No creo que esto sea aplicable
a las intuiciones, por su carácter más intrínseco al ser eterno, aún
cuando puedan cambiar sus estímulos con los tiempos.

Emocionarte (o el arte de gestionar tus emociones).


“La verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes”.
Charles Dickens

Si estás de acuerdo en que tus emociones tienen en su código ge-


nético mucho de tu experiencia personal y algo de la mía (como ser
eterno), no te resultará difícil entender que pueden ser modificadas
por la mano del Hombre. Educar las emociones cambia la conducta
de quien lo intenta, y le abre una perspectiva nueva de relación con
el mundo.
Sólo baste recordarte que las emociones aparecen como reacción
ante situaciones que revelan sensaciones pasadas. Si hablamos de al-
gún miedo, por ejemplo, averiguar qué hay por detrás de esa respues-
ta automática, y trabajarlo convenientemente, habilita una mirada
más tranquila sobre determinados sucesos. En ese caso, libera una
inmovilidad inherente al miedo. Si se tratara de la ira, detectar el ori-
gen primario del sentimiento encendido facilita su control, reducción
y hasta su desaparición en contextos similares. Queda claro que eso
abre paso a otras formas de enfrentar un conflicto. Te dejo imagi-
nando los beneficios de gobernar tus reacciones impulsadas por la

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Oscar Virga Digiuni

tristeza, la melancolía, la pasión, el odio, el malhumor, la ansiedad…


Te espero en unos minutos, mientras preparo unas galletitas con
atún y morrones, así las compartimos con un Chardonnay.
Qué tal?. Apasionante, no?. No… no me refiero al Chardonnay
sino a la experiencia de pensar en cómo sería tu vida si lograras do-
mar tus emociones a flor de piel. Por dos motivos: haces más justas
tus relaciones con la gente, al no cargarle a un inocente taras que
otros te pusieron años atrás, y, además, porque de esa manera, te
reconoces poderoso en tu dominio. Empiezas a ser más responsable
de tus actos y de tu función como ser humano en esta comunidad
y en este tiempo. Cada vez eres menos y estás más. Evolucionas, en
acuerdo con tu mandato superior. Paradójicamente, así eres más na-
tural, más espontáneo, más franco, cuando es común escuchar que la
gente calificada de esa manera es aquella que siempre es como la ves.
Si no evolucionas, no eres natural. Eres una foto que camina. Hasta
las rocas cambian con el tiempo por efectos externos e internos.
Vamos a ver algunos ejemplos de analfabetismo emocional. Sígue-
me, pero no te sientas afectado, por favor. No te estoy hablando a ti.
Si así lo crees, me lo dices. Porque te creo en otra dimensión humana.
Estás estresado?. Por qué?. Tienes muchas responsabilidades y
obligaciones?. Te superan?. Qué sientes cuando te piden más y más?.
Cómo lo sientes?. Cómo reaccionas?. Cómo accionas?. Alguien más
que tú se siente afectado por tu estrés?. Quién podrá ayudarte, en-
tonces?. Una pastilla, un trago?. Algo mejora si le gritas a tus hijos
cuando te piden ayuda por una tarea de la escuela?. O si eres un
huésped en tu propia casa?. Qué pasaría si no tuvieras tantas deman-
das o si las tuvieras en plazos más flexibles o si se distribuyeran entre
tu equipo o colaboradores?. Sabes decir NO sin ponerte colorado?.
Sabes decir SI responsablemente?. Te recuerda algo de lo que habla-
mos respecto del Poder personal?.
Cómo te ves al espejo?. Te ves o te miras?. Qué ves?. O qué miras?.
Te gustas, te quieres, te aceptas?. Alguna vez te has reído de tú mis-
mo, con ganas y en público?. O acostumbras a reírte de los demás,
por detrás de su percepción?. Qué cosas te hacen reir?. Te has visto

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Vivir, amar y morir en zapatillas

tu mirada?. Sabes que la risa empieza antes de la carcajada, mucho


antes, desde tu mirada?. Sabes qué es una sonrisa, además de un
movimiento facial?. Tienes vergüenza de algo?. Timidez, reservas?.
Tienes cosas que no puedes mostrar en público?. Qué cosas son tan
graves o tan nefastas que no las pueda conocer el mundo exterior?.
Has probado de echarlas a la basura, así no fermentan dentro tuyo?.
Qué crees que sucedería si te expones un poco más en un tiempo?.
Vendrán por ti?. Quiénes?. Y si no es así, si no hay nada que ocultar,
sabes cuánto sí hay para que compartas?. Lo sabes?. Lo ves?. Qué
ves?. Qué miras?. Qué esperas?. A quién?. Crees que sería más pode-
roso lo que intentemos juntos si me dejas conocerte?. Me ofrezco yo
primero. Me quieres conocer?. Soy uno de los tuyos.
Todo te molesta?. Todo está mal?. El tránsito, las colas en los ban-
cos, los precios de los supermercados, este gobierno (y el anterior y
el otro…), la juventud, los perros callejeros, el clima, los niños del
vecino, tu jefe, tus compañeros, los jueces, los sacerdotes, los sindi-
catos, el clima (otra vez), tu espalda, la chica del departamento de al
lado que saluda mucho al marido de tu vecina de enfrente… Por qué
eres la voz quejante en todos lados?. Nadie se da cuenta de todo eso
que tú ves?. Crees estar iluminado por los dioses para verlo antes que
otros?. O te faltará más luz, aún?. Por qué nadie hace nada para que
todo sea mejor?. No les importa su tiempo, su dinero, su bienestar?.
Cuando les hablas, cómo te miran, qué te dicen?. Te han propuesto
de candidato para las próximas elecciones municipales, aunque sea?.
Qué me dices?. Que lo que haces no tiene impacto en ningún lado?.
Estás seguro de eso?. Sabes que al hablar estás emitiendo energía y
que, si no hay intercambio, esa energía vuelve a ti?. Si lo que emites
está acompañado por tu ceño fruncido, es energía de baja frecuen-
cia, vulgarmente llamada negativa. O sea, que vuelve al origen y te
recargas. Crees que no tiene impacto en nada?. Estás seguro, aún?.
Te sientes seguro en tu vida?. En qué lo basas?. Eres un ser superior,
preocupado por los daños que reciben tus semejantes sin inmutar-
se?. Has recibido una formación de elite?. Te sientes orgulloso?.
Alguna vez escuchaste que cuando te quejas estás repeliendo lo
que manifiestas querer?. Cómo lo interpretas?. Alguna vez, alguna

- 124 -
Oscar Virga Digiuni

queja soltada al aire, fue respondida por alguien?. Además de sem-


brar consciencias, alguna vez sembraste otra cosa?. Recuerdas el
proceso germinativo?. Lo has intentado en la oscuridad y con agua
tóxica?. Hablándole con insultos a la indefensa semilla?. Cómo te ha
respondido?. Lo has probado en un vivero, con muchas semillas?. En
un campo, cultivando de noche, en invierno y regando con algún ve-
neno?. Ha crecido algo en esas condiciones?. Te sientes bien al acos-
tarte, al final del día, después de semejante gimnasia protestante?.
Te sientes fuerte, poderoso, superior?. Qué sientes?. Cómo quieres
sentirte?. Quién quieres sentirte?. Qué harás?. Cómo?. Cuándo?.
Tal vez eres todo lo contrario del anterior. Te importa algo de tus
pares?. Son tus pares?. Los sientes así?, O eres quien eres porque te
lo has ganado en tu vida, con mucho esfuerzo y sacrificio, absoluta-
mente solo y sin que nadie te ayude?. Crees que el que no tiene es
porque no quiere?. Cómo los miras?. Y si te piden ayuda?. Si te piden
que transmitas tus qué y tus cómo, qué haces?. Si convocan a tu quién,
quién responde la llamada?. Quién tiene que llamarte para que res-
pondas?. Para qué?. Si te digo compasión, qué te recuerda, además de
un tema musical?. Si te digo solidaridad, en qué piensas?. Si te llamo
hijo de la Creación, me dices que tu madre no se llama así?. Tienes
animales en tu casa?. Dónde están?. Para qué están?. Tienes hijos en
tu casa?. Dónde están?. Para qué están?. Tienes plantas en tu casa?.
Dónde están?. Para qué están?. Tienes a tus padres vivos?. Dónde…?.
Tienes vecinos?. Tienes amigos?. Qué tienes?. Qué posees?. Cuánto?.
Hasta cuándo?. Posees, crees?. Cómo lo haces?. Quién eres, además
del dueño de tus posesiones?. Quién eres?. Sabes quién soy?. Uno de
los tuyos.
Eres creyente en un Dios?. Le pides mucho?. Cómo pides?. Cuando
le pides soluciones a tu médico, le dices qué, cómo y cuándo debe
hacerlo?. Y cuando has visitado a un abogado, le sugeriste qué hacer
con tu caso?. Cuando alguien te pide algo, te gusta que te pongan exi-
gencias y condiciones a su petición?. Cómo reaccionas?. Qué sientes
en ese caso?. Invadido, apurado, manipulado?. Qué crees que sienta
tu médico o tu abogado?. Y Dios?. Cuando pides a alguien, estás
confiando en su capacidad de responder, no es cierto?. Pero estás

- 125 -
delegando tu confianza libremente o sólo estas dando órdenes?. Si lo
que recibes no es exactamente lo que pediste, qué piensas?. Que no
pediste claramente?. Que no te escucharon?. Que no les importas?.
Que no son capaces como pensaste?. Que te has dirigido a un dios
falso, pidiendo desde un personaje y no desde tu persona?. Que pa-
reces un niño encaprichado?. Qué sientes?. Cómo te sientes?. Cómo
te ves pidiendo?. Pides por favor o por deber?. Y cómo te ves dando?.
Cuánto y hasta dónde?. Cómo?. Te sientes enamorado cuando das?.
Libre o liberado?. Poderoso o liberado?. Feliz o liberado?.
Cómo dices…?. Que estás descompuesto…?. Te dije que no comie-
ras tanto… está caluroso y… ehh….?. Que no es por la comida…?. Y
entonces, por qué es…?.
La lucidez de las emociones.
“Si algo te emociona es porque estás creando; si no, estás obedeciendo”

“La potencia intelectual de un hombre se mide por


la dosis de humor que es capaz de utilizar”.
Friedrich Nietzsche

Según a quien le preguntes, la inteligencia es una cosa, otra o tantas


otras diferentes. De todos modos, el mundo acuerda en una idea de
lo que se trata. Alguna vez leí que era algo así como la facultad de co-
nocer, analizar y comprender. Puede ser una buena definición, pero
si a tu madre no le llevabas un boletín con todos nueve para arriba
no hubieras podido discutir sobre el sentido de esa palabra.
Unos años más acá en el tiempo, el psicólogo Howard Gardner
concluyó que tu madre, la mía, las de tus y mis compañeros de es-
cuela y todas las maestras que nos persiguieron bolígrafo en mano,
tenían una mirada sesgada sobre nuestra inteligencia. Y eso ha con-
dicionado la formación de mucha gente, incluidos ambos. Además,
por eso mismo, también ha condicionado la formación y el desarro-
llo de las comunidades que ambos hemos integrado hasta aquí.
El Dr. Gardner16 planteó que el coeficiente intelectual, viejo sinó-
nimo de la medida de tu inteligencia, no representa precisamente
lo que es la inteligencia de una persona. Y lo sustituyó por lo que él
llamó “inteligencias múltiples”, reuniendo allí a las clásicas capacida-
des lógico-matemática y expresiva oral y a las no consideradas hasta
entonces, como el talento para la creación espacial (propia de los
artistas), la aptitud kinestésica (plasticidad corporal), el genio para el
diseño musical, las habilidades para la comunicación interpersonal y
la pericia intrapsíquica (armonía interior).
No obstante, esta no es una clasificación cerrada sino solo una in-
troducción al concepto que sostiene que la inteligencia humana es
el producto de una variedad de talentos y capacidades, genéticos,
básicos y por explorar para su perfeccionamiento. Por ejemplo, en
algún momento de su trabajo, el equipo del Dr. Gardner hubo llega-
do a detallar (como divisiones) en la inteligencia interpersonal a las
capacidades para ejercer liderazgo, sociabilizar, resolver conflictos y
percibir movimientos sociales.
Señala el Dr. Gardner que “ninguna de las inteligencias descriptas
es más importante que la interpersonal”, dado que gracias a ella eliges
cómo estableces las relaciones en tu entorno y de allí se derivan to-
dos tus actos. Qué crees?.
Emoción e inteligencia han sido siempre enemigos íntimos. Pero
desde esta nueva observación, ya no lo son. Por el contrario, son
complementos necesarios. No hay (hasta el momento) modo ma-
temático de medir la inteligencia emocional, o sea cuánto se com-
plementan ambas. Jack Block17, un psicólogo de la Universidad de
Berkeley, ha avanzado en una comparación ilustrativa de dos tipos
teóricamente puros: un individuo con un elevado coeficiente intelec-
tual (CI) y otro con aptitudes emocionales altamente desarrolladas.
Las diferencias encontradas son muy interesantes. Te las leo para no
distorsionar sus conclusiones.

16 
“Frames of mind” (1983), referido por Daniel Goleman en “La inteligencia Emo-
cional” (1995).
17 
“La inteligencia emocional” (Daniel Goleman, 1995)

- 127 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

“El tipo puro de individuo con un alto coeficiente intelectual (esto es,
soslayando la inteligencia emocional) constituye casi una caricatura
del intelectual entregado al dominio de la mente pero completamente
inepto en su mundo personal. Los rasgos más sobresalientes difieren li-
geramente entre mujeres y hombres. No es de extrañar que los hombres
con un elevado CI se caractericen por una amplia gama de intereses y
habilidades intelectuales y suelan ser ambiciosos, productivos, predeci-
bles, tenaces y poco dados a reparar en sus propias necesidades. Tien-
den a ser críticos, condescendientes, aprensivos, inhibidos, a sentirse
incómodos con la sexualidad y las experiencias sensoriales en general
y son poco expresivos, distantes y emocionalmente fríos y tranquilos”.
“Por el contrario, los hombres que poseen una elevada inteligencia
emocional suelen ser socialmente equilibrados, extravertidos, alegres,
poco predispuestos a la timidez y a rumiar sus preocupaciones. De-
muestran estar dotados de una notable capacidad para comprometerse
con las causas y las personas, suelen adoptar responsabilidades, man-
tienen una visión ética de la vida y son afables y cariñosos en sus re-
laciones. Su vida emocional es rica y apropiada; se sienten, en suma,
a gusto consigo mismos, con sus semejantes y con el universo social en
el que viven”.
“Por su parte, el tipo puro de mujer con un elevado CI manifiesta
una previsible confianza intelectual, es capaz de expresar claramente
sus pensamientos, valora las cuestiones teóricas y presenta un amplio
abanico de intereses estéticos e intelectuales. También tiende a ser in-
trospectiva, predispuesta a la ansiedad, a la preocupación y la culpabi-
lidad, y se muestra poco dispuesta a expresar públicamente su enfado
(aunque pueda expresarlo de un modo indirecto)”.
“En cambio, las mujeres emocionalmente inteligentes tienden a ser
enérgicas y a expresar sus sentimientos sin ambages, tienen una visión
positiva de sí mismas y para ellas la vida siempre tiene un sentido. Al
igual que ocurre con los hombres, suelen ser abiertas y sociables, expre-
san sus sentimientos adecuadamente (en lugar de entregarse, por así
decirlo, a arranques emocionales de los que posteriormente tengan que
lamentarse) y soportan bien la tensión. Su equilibrio social les permite
hacer rápidamente nuevas amistades; se sienten lo bastante a gusto

- 128 -
Oscar Virga Digiuni

consigo mismas como para mostrarse alegres, espontáneas y abiertas a


las experiencias sensuales. Y, a diferencia de lo que ocurre con el tipo
puro de mujer con un elevado CI, raramente se sienten ansiosas, cul-
pables o se ahogan en sus preocupaciones”.
Estas pinturas son meros descriptores generales y de trazo grueso.
Sabes que no existen en el mundo real, pero comprendes el ejercicio,
si?. Cuánto le aporta a un individuo con alto CI disponer de una efi-
caz gestión de sus emociones?. Y, por supuesto, lo mismo vale pensar
en el sentido opuesto. Si aceptas que un ser humano es una resultante
de las dos fuerzas, buscarás que una no reduzca la potencia de la otra.
Las emociones pueden integrarse perfectamente a tu vida, aportar
su energía movilizadora y no entorpecer tus actividades. Eso es la
lucidez de las emociones. Al cabo, se trata de tu lucidez para estar
consciente de tu estado en todo momento. Se apoya en una plata-
forma ya conocida por ti: el estar aquí, ahora, presente y total. Tu yo
eterno desconoce influencias residuales de historias pasadas o ilu-
siones futuras que puedan afectar su positivismo esencial, solo por
ser. Solo y nada menos que por eso. A más consciencia presente, más
espacio y recursos para desarrollar tu inteligencia emocional. Cómo
lo haces?. Con tu sensibilidad a pleno para advertir brotes emocio-
nales y convivir con ellos, tomándolos en su raíz, conteniendo su
evolución y acotando sus efectos. Aceptarlos, reconocer sus orígenes
y trabajar inteligentemente si hay que reparar algo o acompañarlos
hasta que se extingan progresivamente. Eso favorece la fluidez de tu
devenir. Hacia los demás, desde tu empatía siempre fresca, repites el
procedimiento. Y ellos aprenden con tu ejemplo.
Así se construyen relaciones poderosas, bases de una comunidad
posible. Así, eres un dios más entre tus hermanos.

- 129 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Padres Nuestros
Padres nuestros que están en los cielos y en la tierra,

a quienes generalmente no santificamos su nombre.

Venga a nosotros vuestra sabiduría.

Hágase que nuestra voluntad no condicione

ni reduzca tus deseos,

ni tus proyectos en nosotros,

aquí en la tierra, siempre.

Guíennos en la búsqueda a veces torpe del pan de cada día,

como nosotros pretendemos guiar a nuestros hijos.

Perdonen nuestras ofensas y olvidos,

como nosotros no sabemos hacerlo.

No nos dejen caer en la ingratitud

y líbrennos de todo mal recuerdo.

Ni ustedes tuvieron escuela


ni nosotros somos jueces.

AMÉN

- 130 -
Oscar Virga Digiuni

“Recordemos el episodio de Jesús, cuando vinieron a presen-


tarle a una mujer que fue sorprendida en flagrante adulterio,
y que, de acuerdo con las leyes de Israel, debería ser apedreada
hasta matarla. El Maestro no respondió una sílaba. Se puso
a jugar con un dedo en la tierrita a sus pies. Los hombres que
la habían traído se fueron yendo uno tras otro y, cuando se
encontraron solos, le dijo Jesús: “Mujer, ¿adónde se han ido
tus acusadores?”. Ella contestó: “No lo sé, Señor”. “Tampoco
yo te acuso. Vete en paz”, fue la contestación del Maestro”.18

18 
“Te Regalo Lo Que Se Te Antoje”, (Conny Méndez, 1952)

- 131 -
Oscar Virga Digiuni

Capítulo 7

Déjate ser
“El bien y el mal no existen si no hay libertad para desobedecer”.
Erich Fromm

“Siempre he pensado que nada es mejor que viajar a caballo, pues el cami-
no se compone de infinitas llegadas.
Se llega a un cruce, a una flor, a un árbol, a la sombra
de la nube sobre la arena del camino;
se llega al arroyo, al tope de la sierra, a la piedra extraña.
Pareciera que el camino va inventando sorpresas
para goce del alma del viajero”.
Atahualpa Yupanqui

Todo el tiempo que estuvimos hablando se puede reducir a un can-


to a tu libertad. Llevamos unas cuantas horas, copas, pocillos, platos
vacíos, muchas palabras y más silencios. Tanto para eso. Lo merece.
Es lo más valioso que dispones a tu antojo.
Todo lo demás fluye. Todo tú demás. Todo. Incluida la nada.
Has compartido equipos deportivos, artísticos o laborales, reunio-
nes familiares, parejas, salidas con amigos, cenas, congresos, vaca-
ciones, paseos en lancha por un lago, caminatas aeróbicas, contem-
placiones de estrellas, karaokes, amores, charlas, libros… siempre
estuviste tu. Sólo. Contigo. Pocas veces lo pudiste aprovechar. O
nunca. No pudiste o no supiste?. Una cosa lleva a la otra. Pero en qué
sentido va la flecha?.
Dentro de tu sistema Hombre, si no te sabes no puedes demasiado.
No creo que haya otra posibilidad de sentido para la flecha. Porque

- 133 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

si puedes, qué haces?. Lo intentas. Por qué camino, si no los conoces,


si no te sabes?. Puedes pasarte la vida probando, hasta agotar tus
baterías, sin mayores resultados.
Bien, lo has entendido desde la lógica de un ser inteligente. Cómo
haces, entonces, para saberte, así después puedes aprovecharte?. Mi-
rando y siendo lo que eres. Por eso te dije que la libertad es lo más
valioso que dispones a tu antojo. Con ella haces y deshaces, eliges
cómo y cuándo, vas dónde y tienes qué, decides para qué y si no. Lo
demás ya lo tienes incorporado. Es lo que deja ser a tu libertad.
Cómo puedes aprovecharte, estar y ser, cuando te rodean otras
personas o cuando compartes una rutina?. Cómo lo imaginas, des-
cartando que te encierres en un baño?.
Cuando tu madre y algunos más te facilitaron la salida al mundo,
estabas completo. En ese instante, disponías de todo lo necesario para
que fueran atendidas tus demandas vitales de cualquier tipo. Nece-
sidades corporales y espirituales, deseos, contextos, todo satisfecho.
Por qué hoy, a ti, que eres ese mismo bebé un poco más grandecito, te
cuesta imaginar cómo ser el centro de tu vida?. Cuántas veces has es-
tado demorado en un proyecto personal o trabado en alguna de tus
actividades cotidianas?. Qué pensaste?. En aprovecharte o en buscar
con tu mirada alrededor, cual ave saqueadora, para encontrar culpas
que te tranquilizaran?. Qué explica que te levantes distinto un martes
de un domingo?. Había esa diferencia para aquel rozagante bebote?.
Entonces, no se admitían explicaciones de nada; las cosas tenían una
secuencia y una naturalidad. Hoy admites cualquier explicación. A
veces, hasta las justificas. Lo natural es lo inventado. Qué pasó?. Has
perdido tu libertad. La tienen los perros. Y tú te manejas con réplicas
de plástico, cartones y papeles de colores.
Tu Yo sigue su viaje eterno, mientras tanto. Acompaña tus idas y vuel-
tas. Todo lo suyo es eterno: amor, confianza, paciencia, escucha, com-
prensión, espera, disposición, diálogo, contención, alerta, intuición, sin-
ceridad… Hagas lo que hagas, él te ama, te tiene paciencia, confía en ti,
te escucha y comprende, te espera dispuesto para dialogar y contenerte,
cuida de tus excesos, intuye lo que es mejor, no te miente…

- 134 -
Oscar Virga Digiuni

Eres un bicho raro. Apuesto a que darías algo de valor para ti por
encontrar alguien que te acompañe en tu vida con todas esas carac-
terísticas. O se lo pedirías a Dios en tus oraciones. Si fuera del sexo
opuesto, con más razón, si?. Y te niegas a mirarte. Lo llevas puesto,
amigo, amiga. Todo eso está dentro tuyo. No lo usas, simplemente.
Eres tan rico, grande y poderoso que no lo puedes creer. Es demasia-
do para la pequeñez de tu personaje, que no quiere complicaciones.
Él quiere vivir en una maqueta tuya, a escala. Que la gente vea eso y
punto. Formas, diseños, colores, protecciones y tamaños aparentes,
ilusorios. La vida en ese prototipo no está. Ni estará. A nadie le im-
porta, si es una maqueta.
Hay un mandato natural. No naciste porque quisiste. O porque lo
quisieron tus padres y el partero. Estás aquí y ahora por alguna cues-
tión que los excede. Que nos excede. Y estarás hasta que tú excedas
a esa cuestión. Antonio Machado dijo que “la muerte es algo que no
debemos temer porque mientras somos, la muerte no es, y cuando la
muerte es, nosotros no somos”. Naturalmente, fluye. En contraste, en
la otra vereda, Will Smith, desde su personaje en la película Hitch
(2005), te recuerda que “la vida no se mide por las veces que respiras
sino por cuantas veces te has quedado sin aliento”.
Si pretendes no escuchar, es probable que no oigas. En algún mo-
mento, escuchas. Tal como si no quieres mirar, puedes taparte los
ojos y no ver; hasta que no tengas opción y miras. Tu sabiduría es
anterior a los artificios creados para resistirla. Aunque no sepas que
sabes. O no creas. Igual que lo anterior, ya llega el día en que crees
y sabes. Claro que no aparece todo junto, como un asalto a tus ilu-
siones. Sería muy poco inteligente de su parte. Y es todo lo contra-
rio. Tu Yo filtra gotitas de su presencia cuando tu personaje no tiene
respuestas y deja vacíos. Estás en brazos de tu madre, otra vez. Eres
el bebé con un cuerpo de hombre. Eres un niño con ropas de señor.
Eres tú.
Digo con Bertolt Brech que “la buena gente se la conoce en que re-
sulta mejor cuando se la conoce”. Lo que conoces como buena gente
es a tu Yo en el otro. Si no lo necesitas, no lo vas a cruzar en tu vida.
Hay razones físicas-energéticas que lo explican y no es mi tema. Sólo

- 135 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

sé que por tu camino están los millones que están y no los que bus-
cas o crees encontrar por tu seducción. Y en ese caso, tal vez hayan
estado allí esperando que llegue el momento del encuentro al que tú
tenías que ir seduciendo… qué se yo. Cuando vibras alto, armonizas
con otros que vibran alto; lo mismo ocurre en el otro extremo de la
gama de frecuencias. Las altas vibraciones se consideran positivas
y las bajas, negativas; esa clasificación responde a un sistema de re-
presentación cartesiano, en dos dimensiones. Es sólo una definición
geométrica y no creo que tenga nada que ver con lo que sucede en la
vida… no es cierto?. Cuando andas positivo también te encuentras
algunos negativos… o los evitas?.
Tu vida fluye en armonía con el Universo, de acuerdo a la voluntad
de Dios (eterna) y de manera perfecta. Parecen palabras muy fuertes.
Son. No hay más fuertes que esas. Lo que las supera es tu protagonis-
mo en ese espacio. Porque tú eres vida por sobre las palabras. Cuan-
do crees, creas. Luego, ves. Tocas, disfrutas. Los demás, también ven.
Así es el ciclo de la vida.
Cuando crees, creas. Le das entidad a lo que eres. Estás honrando
el mandato. Que no es un gran libro de tu vida al que solo te entregas
como títere. Nada de eso. El mandato es que seas, que no restrinjas
tu libertad. Todo lo que hay a tu vista y todo lo que percibes, está a
tu servicio. Es tuyo. Y es así para cada uno de nosotros. Abunda la
oferta. Cree, crea. Estás viendo. Estás siendo. Déjate ser.

- 136 -
Oscar Virga Digiuni

Las dos caras de tu moneda


Probablemente, alguna vez te hayas sentido contrariado cuando,
después de haber ayudado, acompañado o facilitado las cosas a al-
guien de tu cercanía, esa persona no tuvo correspondencia o actitud
similar hacia tu persona. Varias emociones desfilaron por el mo-
mento: enojo, tristeza, sorpresa, angustia. Tal vez te preguntaste el
porqué, buscaste en tu memoria alguna prueba de culpa propia que
pudiera justificar aquello o, simplemente, dejaste salir una catarata
de malos pensamientos hacia tu “verdugo”. Quizás, hasta lo hayas
comentado con alguien más y, lejos de apaciguarte, juntos doblaron
la apuesta. “La gente está cada vez peor”, “no hay que hacerle favores
a nadie”, “y encima, tienen suerte…”.
En cualquier acto de intercambio hay dos etapas: dar y recibir. No
hay más. El acto de dar se completa con su recepción. Se abre allí
una posibilidad, y no más que eso, de una futura inversión de roles.
Pensar como natural lo que no lo es forma parte de una construcción
(o una adopción mental) de un estado mercantilista, utilitario, de
tus relaciones. Algo así como que lo que haces tiene precio antes que
valor. Entonces calibras lo que viene con la vara de lo que fue. O, tal
vez peor, de lo que puede venir. Ese es un vicio muy común de este
tiempo: estar atravesado por las expectativas de la propia percep-
ción, anclado en el barro de un río que se mueve con poca fluidez.
El filósofo inglés Thomas Hobbes escribió en su “Leviatán” (1668)
que “la vida humana es solitaria, pobre, brutal y breve… Cada quien
tiene la libertad de utilizar su poder para garantizar la auto-conser-
vación. Cuando una persona se da cuenta de que no puede seguir vi-
viendo en un estado de guerra civil continua, surge la ley natural que
limita al hombre a no realizar ningún acto que atente contra su vida
o la de otros. De esto deriva otra ley de la Naturaleza: cada hombre
renuncia o transfiere su derecho, mediante un pacto o convenio, a
un poder absoluto que le garantice un estado de paz”. Llámalo Dios,
Estado… o algún (otro) vicio.
El vicio es una disposición de la voluntad a repetir actos que no
le hacen bien a nadie, empezando por su protagonista. Suele ser ca-

- 137 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

racterizado, desde alguna razón moral, por sus efectos. Yo creo que
es más importante circunscribirlo al daño personal. Luego, sí, esa
persona deja de ser y hacer un aporte valioso a su sociedad y hasta
puede atravesarse a ella. Hasta aquí, al menos yo no he visto cómo
recuperarse de este trastorno desde sus impactos sociales. Una en-
fermedad se supera tratándola en los niveles celulares y no bañando
con medicina el cuerpo del enfermo.
Confucio dijo que “los vicios vienen como pasajeros, nos visi-
tan como huéspedes y se quedan como amos”. Plutarco lo conti-
nuó: “quien tiene muchos vicios, tiene muchos amos”. Más acá,
según Abraham Lincoln “ha sido mi experiencia que gente que no
tiene vicios tiene muy pocas virtudes”. Algún otro, anónimo para
mí, ha dicho que “los vicios son virtudes que se pasaron de rosca”.
Por ahí vamos… orgullo y soberbia, firmeza y rigidez, templanza
y represión.

Con sentidos
Todo lo que está al alcance de tus sentidos tiene un sentido. Para
qué se inventó lo que conocemos como “martillo”?. Y un lápiz?. O los
neumáticos para autos?. Qué cambió la vida del ser humano cuando
se descubrió la ley de Gravedad o la estructura atómica?. Para qué
compartimos este espacio con las abejas y los árboles?. Cada uno de
esos elementos, fenómenos o seres vivos tiene una función en el con-
texto mayor y un sentido en su sistema menor. Esto es, se comple-
mentan en el universo que existen, según cuando sean requeridos.
Responden desde su particular identidad.
En el caso tuyo y en el mío, la identidad es una síntesis de dones,
talentos, virtudes. No importa aquí quién me/te los dio. Los tienes
y son tu aporte a la funcionalidad del sistema mayor. Ya me has leí-
do que creo que los talentos son aquellas cosas que hacemos bien
fácilmente y que, por eso mismo, disfrutamos haciendo. Piensa en
tus talentos. Son gracias, habilidades, facultades, aptitudes. Tu cuota
de divinidad. Como la tienen el martillo y las abejas, si te permites
atribuirles dones a ellos.

- 138 -
Oscar Virga Digiuni

Como refiere Martín Traverso en “Economía consciente”, la Naturaleza


abunda. El sol brilla siempre, la tierra se las ingenia para volver a parir
todo el tiempo, el agua lleva vida adonde puede llegar. La Naturaleza da
y coopera sin esfuerzo y sin condiciones. Sabe que esa es su función. No
inventa “otra naturalidad” que vaya por terrenos inciertos. Cada uno de
sus integrantes, utiliza lo que ha recibido y para lo que le fue entregado.
Ese es su servicio y su misión. Así es eficiente y eficaz en sus actos.

Consentidos
Cuando estás en lugares desconocidos, cuál es tu sensación?. Mie-
do, desconcierto, pequeñez, inseguridad, ansiedad…, estás en des-
equilibrio. Se rompe tu bien-estar y enfermas, conceptualmente, por
un instante. O puedes proyectarte así en más instantes, si no logras
superar al primero. Esa es la mecánica del vicio: una búsqueda an-
siosa de un lugar donde entregar el cansancio que trae la vida fuera
de su sentido. Lo comparten el ludópata y el alcohólico con el “mal
llevado” y el “falso”, con el negativo y el “trepador”.
Como parte de un sistema mayor que llamamos Naturaleza, tu nece-
sidad es única: estar presente contigo. No intentar explicarte ni demos-
trarte, porque te explicas cuando sientes y haces. Somos lo que hacemos.
Eres lo que haces. Tu función tiene relación con los talentos y dones que
portas. Tu misión es ponerlos en la calle, darlos a quien los solicite. Como
la flor te regala sus colores y fragancias. Como un animal puede darte su
compañía o el mar su paz. Lo que trasciende es lo que queda después
de lo obvio, lo inmediato. El martillo sirve para colaborar en la sujeción
de algo y no solo para golpear un clavo. Lo que hagas para otro abre un
nuevo espacio en la creación del sistema-mundo.

Das porque para eso lo tienes


Has vivido explicándote cada paso que vas a dar o ya diste, y general-
mente eso te demora, debilita o distrae en tu camino. No dudas cuando te
abres a tus sensaciones. Empiezas a reconocer tu valor en la misma medi-
da que vas recuperando la fluidez de tu sinceridad contigo. Estás vivien-

- 139 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

do en tu propio sentido de las cosas y vas cambiando tu ser-vicio por tu


servicio. Sin guión, entero, integrado. Empiezas a relajar tus inquietudes,
tus mandatos, tus presiones. Comprendes que vales más cuando das más.
Te sabes más útil. Te sientes sencillamente grande y hasta te asombras por
eso. Cuando ofreces lo mejor tuyo, a la vez te estás disfrutando. Esa es tu
mejor versión y no necesitas que nadie lo confirme. En ese estado, todo es
ganar. Contagias, proyectas, animas, inspiras a otras vidas.
La lógica de ese intercambio es que más gente te conoce y te puede
elegir para que sigas dando. Si hablamos de negocios, hay más proba-
bilidades que quieran saber cuál es el precio de ese servicio. Si no te eli-
gen, quizás no estén en la misma línea de tu opción. En cualquier caso,
el precio se pregunta después del valor percibido y no antes. Ser oferta es
ponerse a disposición. Ser aceptado o no son dos posibilidades con igual
peso. Así es tu moneda: de un lado está tú cara y del otro lo que ella paga.
Todas estas palabras han salido de mis entrañas. Hay mucho de mi pro-
pia experiencia en ellas. Las comparto para que creas que puedes re-crear-
te. Soy oferta para eso. Es uno de los significados que encontré para mi
experiencia. La vida es un laboratorio de pruebas y errores, donde los mo-
mentos son únicos. Los construyes con lo que ya sabes y los chequeas con
lo que empiezas a saber después. Todos son absolutamente tuyos.
Hace unos años, Joan Manuel Serrat le reclamaba al horizonte que
“cuanto más voy para allá, más lejos queda”. Cuando logró serenarse, se
le escuchó decir muchas veces “cuéntale a tu corazón, que existe siempre
una razón escondida en cada gesto, del derecho y del revés uno siempre
es lo que es y anda siempre con lo puesto… Nunca es triste la verdad, lo
que no tiene es remedio”.

Civilización salvaje.
“El lenguaje es un virus”.
William Burroughs

“Prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de prejuicios”.


Jean Jacques Rousseau

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Oscar Virga Digiuni

Quién inventó la palabra salvaje y le dio su significado?. Refiere


a algo que no está controlado o dominado. Lo usas con tus hijos, a
veces… perdón por la sonrisa… Sabes a quién le pusieron el bonete
con ese adjetivo… Yo digo que salvaje no es quien vive en la natu-
raleza sino quien la destruye. O no la deja fluir. Aún tomando para
mí la definición histórica. Quien no está controlado o dominado es
tu personaje, que suele querer destruir lo natural. Y está civilizado.
Desde tiempos muy pasados, la civilización ha avanzado sobre lo na-
tural. Física y espiritualmente. Tal vez, porque sus protagonistas son los
personajes. Es bueno que te aclare que no me llevo mal con la informática
ni con los medios de comunicación electrónicos, ni con la tecnología en
ninguna de sus ramas. Pero te estoy hablando a ti, no a los inventores ni a
los desarrolladores. La tecnología viene en auxilio del Hombre a facilitarle
sus tareas y no a cambiar su esencia. No puede. La civilización, además de
adelantos tecnológicos, ha sido el resultado de propuestas organizativas de
la convivencia en agregados humanos cada vez más complejos. No obstan-
te, en su nombre, hemos conocido salvajadas que no hubieran sido ima-
ginables siquiera, ya no comprobables, en los propios salvajes originales.
En este tiempo, las propuestas de vida natural (salvaje suena como
caníbal, no?) adoptan muchos elementos de la cultura civilizada y
negocian por los girones que quedan en el camino. No importa tanto
si alguien que se va a vivir al campo tiene las comodidades electró-
nicas de la ciudad; si toma la decisión es porque quiere otro tipo de
relación consigo y con su entorno y puede prescindir (de hecho, lo
hacen) de tanto ruido ambiente. Al mismo motivo se debe el creci-
miento vertiginoso de las ofertas turísticas vinculadas con menores
estándares de confort, respecto de lo que ha sido tradicional. La ar-
quitectura también ha tomado nota de esta tendencia. Algo similar
sucede con mucha gente movilizada en prácticas espiritualistas y de
desarrollo personal. Los movimientos ecologistas ya pertenecen a la
cultura del hombre promedio porque han superado su inicial estre-
chez de objetivos ambientalistas. Alguna fuente de energía que nadie
puede registrar aún está alimentando lo que ya dejó de ser una mo-
vida de temporada, un esnobismo de gente culposa o una moda de
gente adinerada (y culposa).

- 141 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Cada vez es mayor el número de personas que se inciviliza volun-


tariamente. O que se civiliza salvajemente. Este término resume las
dos vertientes: es un nuevo orden organizativo que se construye a
partir de lo no dominado. Entre nosotros, lo no dominado es lo que
ya estuvo dominado y se ha rebelado; por eso tiene un plus de valor.
Sin embargo, lo que creo más relevante no es el aspecto romántico
de sus elecciones. Lo que se ve como un corte épico en las costumbres
y usos de estas personas. Como siempre, lo esencial es invisible a los
ojos. Porque el hábito hace al monje. Algunos pueden haberlo inicia-
do como práctica de grupo social, otros como terapias alternativas,
otros por probar algo distinto, hay quienes entraron sin saber, están
los que lo hicieron por seguir a su marido, novia o candidata, etc..
No importa desde dónde han venido, bienvenidos al tren… !!. Tú lo
has experimentado en este viaje. Cuando vuelves a encontrarte con
tu Yo, ya no quieres abandonarlo más.
La otra cuestión que también me parece muy buena es que el Ahora
está sumando más fieles. Cuando rompes con tu personaje no quieres
recuerdos de él. Lo que fuiste, se fue. Ahora, eres. Si has vivido y amado
en zapatos, ahora lo haces en zapatillas. Es muy distinto. Y así esperas
que termine esta película, con los pies abrazados y no enjaulados. Estás
presente, aquí, ahora. Entiendes que lo que te rodea no es un centro co-
mercial gigantesco con múltiples escaparates. Es tu casa mayor. Donde
naciste. La que dejaste para ir tras las luces de la ciudad. A poco de co-
nocerlas empezaron a bajar su intensidad. O tus ojos ya no estaban tan
abiertos. Cambió tu mirada. Se transformó tu corazón. Eras otro. Otro
otro en la gran ciudad civilizada. Zapatos, corbata y cartera. Ruidos afue-
ra, toxicidad y ruidos adentro. Gris, marrón y rojo. Polvo, tentaciones y
mentiras. Codazos, turbas y tufos. Creer, descreer y reventar. Anónimos,
autómatas y antónimos. Duelos, batallas y guerras. Animales sueltos, sar-
na y desprecio. Soledad, sirenas y silencios. Pequeñez, locura y hospital.
Vida, muerte y misterio.
Algo se ve mejor. Ahora hay otros colores, más vivos. Hay fra-
gancias y brisas frescas. Hay hombres, mujeres y vos. Se ven y re-
conocen pares y diversos. Hay espacio y fluidez. Tu Yo respira con
buen ritmo. Está cómodo. Ensaya algunos movimientos gimnásti-

- 142 -
Oscar Virga Digiuni

cos. Trota unos pasos, luego corretea. Está probando su libertad. Y


sus zapatillas.
Evolucionas. Estás aquí, ahora. Sin pasado pesado. Sin futuro iluso.
Ves lo que quieres. Crees. Decides. Te comprometes. Te lideras. Sien-
tes tu Poder. Eres tuyo. Hablas y escuchas. Te comunicas más allá de
las palabras. Te emocionas. Eres más inteligente. Creas. Fluyes. Libre.
Grande. Natural. Eres Yo. Somos. Muchos. Hoy. Presente. Gracias. Te
abrazo en mi corazón.

Déjalo ser (Paul Mc Cartney, 1970)


Cuando me encuentro en tiempos de problemas,
La Madre María viene a mí
hablando palabras sabias, deja que sea.
Y en mis horas de oscuridad
ella está de pie justo frente a mí
hablando palabras sabias, deja que sea.
Déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser.
Susurra palabras sabias, deja que sea.

Y cuando la gente de corazón roto

se ponga de acuerdo en el mundo


habrá una respuesta, déjalo ser.
incluso cuando puedan sentirse solos,
todavía podrán ver una posibilidad,
habrá una respuesta, déjalo ser.
Déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser.
Habrá una respuesta, déjalo ser.
Déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser.
Susurra palabras de sabiduría, deja que sea.

- 143 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

Déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser.


Susurra palabras de sabiduría, deja que sea.

Y cuando la noche esté nublada

todavía hay una luz que brilla sobre mí


y brillará hasta mañana, déjalo ser.
Me despierto con el sonido de la música,
Madre María me consuela
hablando palabras sabias, deja que sea.
Déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser, sí, que sea.
Habrá una respuesta, déjalo ser.
Déjalo ser, déjalo ser, déjalo ser, sí, que sea.
Susurra palabras sabias, deja que sea.

Final abierto.
“Cuando leemos, creamos nuestras propias imágenes y asociaciones.
El libro vive dentro de nosotros, se reinventa en nosotros
a medida que lo vamos leyendo”.
Jostein Gaarder

“Terminado, el libro empieza”.


Carlos Fuentes

“Nuestra tarea es la de liberarnos, mediante la extensión de nuestro


círculo de compasión hasta que contenga a
todas las criaturas vivientes, la naturaleza
entera y su belleza”.
Albert Einstein

- 144 -
Oscar Virga Digiuni

Llegamos al final. Que, en realidad, como ha pasado en toda


esta charla, no es lo que parece. Nos dejaremos de ver por un
tiempo. No sé si horas, días, meses… pero este es el comienzo
de una nueva relación. Que llevará lo que te quede de mirada en
este paisaje. Lo que hemos construido en las horas que estuvimos
juntos es una nueva relación, tuya y contigo. Y mía, conmigo. Las
palabras, los humores, las emociones, las reflexiones, los senti-
mientos, las evocaciones que hemos atravesado, han sido estacio-
nes del viaje hacia un lugar que no es nuevo. Te llama la atención
descubrir un tono sepia sobre lo que estás viendo. Es como un
viaje de regreso. Lo es, amigo, amiga.
Es un regreso a tu casa. Pero no vuelves vencido, sino victorio-
so. Le has doblado el brazo a tu personaje, el que te fue alejando
disimuladamente de tu fuente de vida. Lograste soltarte. Quedan
hebras todavía de una historia común. Fue larga, intensa, caóti-
ca por momentos. Pasaste sin disfrutar. Ahora vuelves a vivir. A
amar y jugar como hace tiempo. Sin presiones. Aprendiste que
cuando le quitas presiones a tu mundo, el otro mundo, el de afue-
ra, te quita presiones.
Lo del tiempo no es para preocuparte. Bueno, nada te ha de volver
a preocupar en este tiempo. Sencillamente, porque no lo has de sentir
como una sucesión de horas y, dentro de ellas, hechos en los que has
sido alternadamente actor principal o secundario. El tiempo ahora es
tuyo, sin horas ni condiciones. El tiempo es lo que necesites recorrer
en tu fluidez. Entonces, no hay más que atender a lo que suceda, lo
que tú has querido que sea, cuándo y cómo lo deseaste, dónde y con
quién, por y para qué. No hay actores. No hay actuaciones. Es tu vida
y la de ellos, en una danza que busca su armonía siempre.
Tiempo atrás leía a Will Bowen19 comentando que en el inicio
de sus conferencias, para calentar el ambiente, le propone a la
gente que comience a aplaudir sin ninguna referencia. No hay que
seguir un ritmo, ni hacerlo fuerte o pausado. Sólo aplaudir como
salga por tiempo indeterminado. Imaginas el des-concierto. Al

19 
“Un mundo sin quejas” (2007)

- 145 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

cabo de unos escasos minutos, no más de dos ó tres, la música de


los aplausos ya es una melodía, un concierto. Sin pretenderlo, el
ruido se hace armonía, coordinación. Es una ley natural. Somos
armonía en tanto humanos somos. Como un enorme holograma,
las partes son idénticas al todo.
Como en la referencia de Carlos Fuentes, “terminado, el libro em-
pieza”. La ventaja es que este no es un libro. Entonces, no termina.
Es sólo una guía de apuntes de tu viaje de regreso a casa. Que te
ha acompañado para hacerlo más ameno. Y será un compañero de
ruta hacia otros destinos. Cada vez que necesites hacerlo. También,
podrás ayudar a otros en sus regresos al barrio. A la casa grande. A
la matriz.
Quiero agradecerte por lo que me has permitido. Hemos compar-
tido un camino. Me gusta viajar. Aventurarme. Si no hubiera estado
acompañado, todo esto sólo habría sido un recorrido por pensa-
mientos vagos. Me ayudaste a sentirlos, a expresarlos, a emocionar-
me… a crear una relación.
Para eso nos dieron libertades, para crear relaciones. Antes que
todo fuera algo, crear relaciones era la utopía del Hombre en uso de
su Poder. Vamos por más y más, sin límites ni condiciones. Qué es
eso?. Después, cuando sólo algo fue todo, las relaciones fueron lo que
pudieron los hombres sin utopías…
Gracias a tu compañía, estamos experimentando una muestra de
lo que fueron los principios. Claro, adaptados al presente. En zapa-
tillas. Te dejo como regalo un cuento breve, que te representa muy
bien. Nos estamos viendo en el camino. Salud…!!!

- 146 -
Oscar Virga Digiuni

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo


subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba,
la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.

El mundo es eso –reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay
dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes, fuegos chicos y fuegos de to-
dos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del vien-
to, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos,
fuegos bobos, ni alumbran ni queman; pero otros arden la vida con
tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acer-
ca, se enciende.

Eduardo Galeano, “El libro de los abrazos” (1989)

- 147 -
Oscar Virga Digiuni

Nota final a la segunda edición

Han pasado más de 4 años entre aquel Noviembre de 2013 y este


Marzo de 2018. Entre la primera y la segunda edición. Pero han pasa-
do, además, muchos intensos momentos entre ambas. La experien-
cia es lo que haces con lo que te pasa. Entonces, he ganado mucha
experiencia, gracias a que puse en práctica los conceptos comparti-
dos a lo largo de estas páginas. Lo vivo así, lo siento.
Quiero dejarte unas reflexiones finales, para que abran el camino
a tu propia posibilidad de experimentarlas. ¿Nos encontramos en el
próximo libro?.

Todo está bien


Más de una vez te has preguntado por qué estas con la batería baja.
No la del celular sino la tuya propia. La de tu cuerpo. Y es probable
que hayas buscado “enchufarte” siguiendo viejas recetas, tan proba-
das como de poco impacto. Una salida con amigos, un viaje corto,
comprarte algo, ir al cine… en fin, sacudones del sopor hasta que
retome su gobierno sobre tus cosas.
¿Por qué te sucede eso?. Cuando compartes tus sensaciones con al-
guien puedes escuchar respuestas de todo tipo: ¿por qué no te haces
un chequeo médico?, ¿estás durmiendo bien?, “la situación econó-
mica nos tiene a todos así…”, “uno hace taaaantas cosas…”, “la gente
está mal y eso contagia…”. Y así, tantas más.
De hecho, estas líneas están inspiradas en el proceso que vivieron
unos amigos a los que desde hace un par de años estuve escuchando
quejosos de cómo iban diversas cosas en la empresa que comparten.
Hasta ayer. Hablando con uno de ellos, me dijo que habían decidido
ponerla en venta. ¿El motivo?. Se les hace “pesado” sostener el pro-
yecto común. Sienten que no tienen las mismas ganas de antes para

- 149 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

enfrentar los problemas del día a día (en la empresa). Ni para lamen-
tarse. “Tenemos la batería baja todo el tiempo”, me dijo.
Son personas relativamente jóvenes y saludables. Inteligentes y res-
ponsables. Con vidas ordenadas y sencillas. ¿Por qué los “cansó” la
actividad cotidiana?. En el ADN de un comerciante o emprendedor
está la incertidumbre como energizante natural. Es el combustible
para sus motores de fuerza y avance. Aceptan el desafío permanente
del contexto porque ese es el entrenamiento para todos sus múscu-
los. Cuando el mar está muy calmo hay que desconfiar…
Todo lo que haces tiene un paraqué.
Siempre hay razones que explican nuestras conductas y hay objeti-
vos que las ponen en marcha. Los porqués y los paraqués. De dónde
venimos y hacia dónde vamos. Yo digo que la articulación entre am-
bos estados es la conciencia. Un cambio de mirada sobre el contexto,
un nuevo lugar de observación y darse cuenta de las posibilidades
que estimula una perspectiva distinta.
Cuando me refiero a una articulación es para imaginar un cam-
bio de tendencia en la acción, una reorientación hacia el norte, pero
siempre dentro de un proceso evolutivo. ¿Crees que alguien cambia
para estar peor, estando en su genérico sano juicio?.
A veces, la conciencia toma formas de destellos suaves, percepcio-
nes vagas y difusas. Otras, sientes “algo” pero no lo puedes identificar
ni asociar puntualmente. Incluso, hasta puedes confundir las señales.
En cualquier caso, hay complejos orígenes neuroquímicos de tu or-
ganismo que luego se reflejan en ciertas zonas de tu cuerpo. Como
la ignorancia es osada, puedo ensayar algunas interpretaciones para
ayudarte a reconocer emergentes de tu conciencia.
Un dolor físico repentino es una intensa expresión de un desba-
lance en tu homeostasis (equilibrio orgánico). Pero también puede
disparar otras consecuencias, silenciosas, que recorren otros circui-
tos en paralelo mientras esperan que tú te decides a atenderlo. En ese
devenir sin acción, tu sistema vital se asemeja a un pinball. Cuan-
do la resolución de necesidades y percepciones no es inmediata, ya
por la propia autorregulación conductual o por la evaluación de los

- 150 -
Oscar Virga Digiuni

costos asociados, se encienden diversas luces y sonidos (señales), al


tiempo que los rebotadores juegan con la “bola” (situación que hay
que resolver).
En 1994, Michael Graziano y Charlie Gross, ambos científicos de
la Universidad de Princeton, exploraron la respuesta neurológica de
unos monos ante una caricia o la intención de tal. Esto es, tocan-
do sus cabezas o acercando las manos hasta una distancia de unos
centímetros, repitiendo los movimientos pero sin llegar al contacto.
Y descubrieron la misma actividad celular en aquellos cerebros. “El
aura”, podrías pensar. Pero encontraron algo más: las células reacti-
vas están en la corteza premotora, la zona que diseña la predisposi-
ción a la acción. Inteligencia corporal en estado puro, según diría
Guy Claxton.

La hora del bostezo


Durante la conversación que tuvimos, mis amigos empresarios me
contaron que cada uno está dedicando tiempos crecientes de su día a
día a otros proyectos personales. Eso requiere de mayor disposición
de energía y deriva en el agotamiento al final de la jornada. Además
de las consecuencias en sus relaciones y salud. La persistencia de ese
modus vivendi ubicó en la silla de interpelación a la “pobre” empresa
común. De allí, la decisión de ponerla en venta.
Vuelvo unos renglones más arriba. ¿Por qué los “cansó” la activi-
dad cotidiana?. Simplemente, porque el foco de sus energías ya no
está dirigido hacia allí. Lo que ellos estaban percibiendo como una
extendida circunstancia de turbulencias internas y externas, es solo
un bostezo gigante. ¿Qué es el aburrimiento si no una clara contro-
versia entre estar aquí y querer estar allá?. Lo que ellos atribuyen a la
recargada complejidad que les presentaba la gestión de su empresa
es, desde otra mirada, que han bajado la energía entregada a su ad-
ministración para destinarla a otros destinos. Más entusiasmantes,
provocadores, desafiantes, movilizadores… La empresa no les de-
manda más atención sino que la atienden con menos energía. Parece
una cosa y es otra.

- 151 -
Vivir, amar y morir en zapatillas

¿Cuándo comenzó este proceso decadente?. Cuando pusieron la


primera mirada en los nuevos proyectos personales. ¿Por qué suce-
dió?. Porque recibieron alguna información, aún de forma indirecta,
como les pasó a los monos de Princeton, y se disparó una acción
original en ese sentido. ¿Para qué recibieron esa información?. Solo
para corregir rumbos en su misión social. La experiencia de vida
pide avenidas más anchas para expresarse.
El proyecto actual es la venta de la empresa. Eso está acompañado
de un nuevo impulso emocional. Los escuché tranquilos, dedicados
a este “nuevo” proyecto común. Sin reclamarse ni arrepentirse. Tal
vez, porque la etapa de revisión sobre sus propios pasos haya con-
cluido cuando la conciencia sobre la venta se instaló como opción
exclusiva. Las emociones asociadas a lo que “ya no es” se fueron con
la decisión sobre “lo que es”. Una continuidad práctica, inteligente
y conciente. Una circunstancia constructiva, equilibrada y positiva,
para ellos y sus entornos.

Vivir en zapatillas
Suelo trabajar en mis talleres la Teoría de las Aflicciones, una sín-
tesis presuntuosa de algunas enseñanzas hindúes. Allí se enuncia que
alrededor del 80 % de las cosas que te preocupan ya han pasado, un
10 % aún no ha ocurrido, otro 5 % escapa a cualquier control de tu
parte y el 5 % restante sí puede ser influida por tus decisiones. Y re-
mata: ¿de qué te estás ocupando, además de preocuparte?.
Desde ese lugar, instalado en ese observador, tu vida no tiene alti-
bajos. Nada es excitante ni dramático. Recorres tu vida en zapatillas.
Suelo decir que la buena vida es aburridísima y esto lo respalda. Si
cada cosa que te sucede es una señal de algo que ya está pasando en
tu sistema “corporal-vital” y que forma parte de un recorrido que
estás desandando, puedes descargarte de varios kilos y remedios.
Quizás hay que reentrenar los hábitos de atención al contexto. Sa-
ber que allí hay mucha información. TODA la información necesa-
ria. Que hay oportunidades en cada momento y que hay millones
de momentos. Todos tuyos. Comprender que si estás más presente y

- 152 -
Oscar Virga Digiuni

curioso contigo es probable que tengas más agilidad para darte res-
puestas. Que hay mucho por hacer en tus minutos para distraerte
con los de otros. O para otros. Algunos pensadores, como Marshall
Goldsmith, lo han llamado feedforward; algo así como “alimentar
hacia adelante”. Los coaches vivimos haciendo eso.
Imagino estar en un café entre unos señores ya entrados en años.
Uno de ellos, un tal Walt Whitman, dispara “mira tan lejos como pue-
das, hay espacio ilimitado allá; cuenta tantas horas como puedas, hay
tiempo ilimitado antes y después”. Otro señor, un tal Herman Hesse,
agrega “querido Walt, cuando alguien de verdad necesita algo, lo en-
cuentra; no es la casualidad quien lo procura, sino él mismo. Su pro-
pio deseo y su propia necesidad le conducen a ello”. Y el tercer señor,
que dice llamarse Jorge Luis Borges, remata, sonriente: “señores, quizá
haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato,
puedo ser también enemigo de mis opiniones…”. Nada termina mal,
hay un camino continuo y tiene muchas curvas, todas necesarias.
Pago mi café y los dejo en sus idas y vueltas. Todo está bien.

- 153 -
Índice

Agradecimientos...........................................................7
Prólogo de Mónica Monetti..............................................9
Prólogo de Guido Samelnik............................................ 13
Introducción............................................................... 17
Capítulo 1 .................................................................. 21
Capítulo 2................................................................... 35
Capítulo 3................................................................... 55
Capítulo 4................................................................... 73
Capítulo 5................................................................... 99
Capítulo 6 ................................................................ 113
Capítulo 7................................................................. 133
Nota final a la segunda edición.............................. 149
Libro editado por

Editorial Autores de Argentina

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