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Introducción

El alfabeto latino y su pronunciación


El alfabeto español y de la gran mayoría de culturas occidentales proviene del alfabeto
latino, por lo que es muy similar:

ABCDEFGHIKLMNOPQRSTVXYZ
abcdefghiklmnopqrstuxyz

El alfabeto latino tradicional tiene 23 letras o grafemas, todas presentes en el abecedario


español, aunque no todas las letras del español están en el latino. Algunas consideraciones
a tener en cuenta:

● en latín clásico no existe la j, que solo se usa en ediciones antiguas o eclesiásticas;


● la u y la v compartían la misma grafía, aunque en las ediciones modernas suelen
diferenciarse;
● la x y la z son consonantes dobles (x → /ks/; z → /dz/).

La tradición en España para la pronunciación del latín es la pronuntiatio restituta, es decir, la


que los lingüistas consideran que era la pronunciación del latín clásico. Es la que
seguiremos nosotros, no solo por respeto filológico, sino porque precisamente conocer la
pronunciación real es indispensable para trabajar con la gramática histórica del propio latín,
del español e incluso del protoindoeuropeo.
Las vocales, las semiconsonantes y los diptongos
Las vocales son a, e, i, o, u, que pueden ser largas o breves. Por su parte, la i y la u pueden
funcionar como vocales o como semiconsonantes. Funcionan como semiconsonantes en
estos casos:

● al principio de palabra seguida de vocal: Iulius «Julio»;


● entre dos vocales: ovum «huevo»; al principio del segundo miembro de una palabra
compuesta, seguida de vocal.
Realmente todo esto se engloba en una sola regla: i y u son semiconsonánticas cuando
están al principio de una sílaba inmediatamente seguida de vocal.

En latín clásico tenemos solo tres diptongos:

1. ae
2. oe
3. au
Cualquier otra combinación de dos vocales juntas será hiato (o semiconsonante seguida de
vocal), incluso si en español son diptongo.
La acentuación
En latín no hay ninguna palabra aguda: son todas llanas o esdrújulas. Las palabras de dos
sílabas son siempre llanas.

La dificultad está en las de tres o más sílabas, ya que pueden ser llanas o esdrújulas. Para
saberlo, hay que atender a la cantidad de la penúltima sílaba:

si la penúltima sílaba es larga (¯), la palabra es llana: a-mō-ris [amóɾis];


si la penúltima sílaba es breve (˘), la palabra es esdrújula: mi-lĭ-tes [mílites].
La pregunta es, pues, ¿cómo sabemos si una sílaba es larga o breve?

La dificultad está en las de tres o más sílabas, ya que pueden ser llanas o esdrújulas. Para
saberlo, hay que atender a la cantidad de la penúltima sílaba:

si la penúltima sílaba es larga (¯), la palabra es llana: a-mō-ris [amóɾis];


si la penúltima sílaba es breve (˘), la palabra es esdrújula: mi-lĭ-tes [mílites].
La pregunta es, pues, ¿cómo sabemos si una sílaba es larga o breve?

Una sílaba es larga cuando:


● tiene un diptongo: Grae‑ci‑a;
● a la vocal le siguen dos consonantes o una consonante doble: hōstis, dūxi.
Una sílaba es breve cuando:
● a la vocal le sigue otra vocal: Grae‑cĭ‑a.
No podemos saber la cantidad de muchas sílabas según los métodos explicados, por lo que
hay que consultarlo en el diccionario: amicus, erroris, operam…
Asimismo, hay que tener en cuenta que una misma palabra, dependiendo del caso de la
flexión, puede cambiar su acento: amor [ámoɾ]; amoris [amóɾis].
Las palabras átonas (proclíticas y enclíticas)
La mayoría de las palabras átonas son clíticas, es decir, como no tienen su propio acento,
tienen que apoyarse en la pronunciación en una palabra contigua que sea tónica. Según si
la palabra en la que se apoyan está antes o después, serán enclíticas o proclíticas.
Las palabras proclíticas se apoyan en la siguiente para su pronunciación, y son las
preposiciones y algunas conjunciones.
Las enclíticas son a las que tenemos que prestar más atención, ya que para su
pronunciación y también para su escritura se apoyan en la palabra anterior:
● -que «y» | puer puellaque «el niño y la niña»;
● -ve «o» | puer puellave «el niño o la niña»;
● -ne = partícula interrogativa | venisne? «¿vienes?».
Una palabra con un enclítico pierde su acento original y se hace llana (o aguda, si no se
cuenta el enclítico): hominem [óminem] > hominemque [ominémkwe].
Clasificación de las palabras en latín
De forma muy similar al español, las palabras latinas se clasifican en dos grandes grupos:

● Flexivas (variables): sustantivos, adjetivos, pronombres y verbos.


● No flexivas (invariables): preposiciones, conjunciones, adverbios, interjecciones y
partículas.

Los casos y su función


Efectivamente, los sustantivos latinos tienen género (masculino, femenino y neutro), número
(singular y plural) y, además, tienen otro elemento prácticamente perdido en español, que
recibe el nombre de caso.
Los casos del latín y sus funciones sintácticas
Los casos son cada una de las formas que toma un sustantivo para expresar una función
sintáctica. En latín existen seis casos generales, más un séptimo caso mucho menos
frecuente.
1. Nominativo
El nominativo es el caso más básico, ya que expresa principalmente la función del sujeto de
la oración. También expresa el atributo, si lo hay, con verbos copulativos como sum.

● Puer est probus.

El niño es bueno.

● Homo non est deus.

Un hombre no es un dios.

2. Vocativo
El vocativo expresa la función apelativa, es decir, una llamada a un interlocutor o una
segunda persona. Debe escribirse siempre entre comas, tanto en latín como en español.
● Manete, pueri, hic.

Permaneced, niños, aquí.

3. Acusativo
El acusativo, sin preposición, normalmente expresa el complemento objeto directo, y
algunas veces algún tipo de complemento circunstancial.

Con preposición, expresa un complemento circunstancial cuyo valor va dado por la


preposición.

● Puer videt canem.

El niño ve (a) un perro.

● Puer it ad canem.

El niño va junto al perro.

4. Genitivo
El genitivo expresa principalmente los complementos del nombre o del adjetivo.

● Puer videt canem puellae.

El niño ve al perro de la niña.

5. Dativo
El dativo expresa los complementos indirectos. Al contrario que en español, en latín nunca
lleva preposición.

● Puer dat malum puellae.

El niño da una manzana a la niña.

6. Ablativo
El ablativo, tanto con como sin preposición, expresa fundamentalmente los diversos
complementos circunstanciales.

● Puer it ad canem cum patre.

El niño va junto al perro con su padre. (compañía)

● Romani pugnant gladiis.

Los romanos luchan con espadas. (instrumento)

7. Locativo
El locativo solo lo utilizan algunos sustantivos de las declinaciones 1.ª, 2.ª y 3.ª. Expresa el
complemento circunstancial de lugar «en dónde».

● Manete Romae.

Permaneced en Roma.

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