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Sociolingüística y Pragmática Del Español
Sociolingüística y Pragmática Del Español
y pragmática
del español
SEGUNDA EDICIÓN
Carmen Silva-Corvalán
Andrés Enrique-Arias
Ana M. Carvalho, Rafael Orozco, and Naomi Lapidus Shin, eds., Subject Pronoun
Expression in Spanish: A Cross-Dialectal Perspective
Rafael A. Núñez Cedeño, Sonia Colina, and Travis G. Bradley, eds., Fonología
generativa contemporánea de la lengua española
Sara M. Beaudrie and Marta Fairclough, eds., Spanish as a Heritage Language in
the United States: The State of the Field
Susana de los Heros y Mercedes Niño-Murcia, eds., Fundamentos y modelos del
estudio pragmático y sociopragmático del español
John M. Lipski, Varieties of Spanish in the United States
Sociolingüística
y pragmática
del español
SEGUNDA EDICIÓN
Carmen Silva-Corvalán
Andrés Enrique-Arias
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∞ This book is printed on acid-free paper meeting the requirements of the American
National Standard for Permanence in Paper for Printed Library Materials.
Capítulo 2: Metodología
2.1 Introducción 38
2.2 Observación de la comunidad e hipótesis de trabajo 40
2.2.1 Un ejemplo: Covarrubias 40
2.2.2 Cuestiones éticas 41
2.3 Selección de la muestra de hablantes 43
2.3.1 Consideraciones generales 43
2.3.2 Muestreo al azar 43
2.3.3 Muestreo intencionado 44
2.3.4 Número de individuos en la muestra 46
2.3.5 Estratificación socioeconómica de la muestra 47
vii
viii Índice
Apéndice 367
Referencias 371
Índice de materias 000
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Prefacio, primera edición
xiii
xiv Prefacio
xv
xvi Prefacio
xvii
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Cuadros
xix
xx Cuadros
xxi
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1
Lengua, variación y dialectos
1.1 ¿Qué es sociolingüística?
La sociolingüística es una disciplina que abarca una gama amplísima de inte-
reses relacionados con el estudio de una o más lenguas en su entorno social.
Examina preguntas tales como: ¿Por qué “suenan diferente”, por ejemplo, un
mexicano, un español y un chileno cuando hablan la misma lengua, el caste-
llano o español (castellano y español se usan de manera sinónima en este
libro)? ¿Hay una forma correcta de hablar una lengua? ¿Cuál es la diferencia
entre lengua y dialecto? ¿Qué nos motiva a elegir una forma de decir algo
entre varias alternativas similares? ¿Por qué cambian las lenguas y no
hablamos hoy como hablaban, por ejemplo, Cervantes o Bolívar, en el caso
del castellano, o Shakespeare y Washington, en el caso del inglés? ¿Qué es lo
que sabemos cuando solo a partir de la manera de hablar de una persona, sin
necesidad de verla, podemos adivinar su nivel de instrucción, su sexo, su
región o país de origen e incluso su edad? Lingüísticamente hablando, ¿es un
bilingüe la suma de dos monolingües? ¿Cuánto y cómo cambia una lengua en
una situación de bilingüismo social?
Como dejan entrever estas preguntas, tanto los fenómenos lingüísticos
como los sociales que conciernen a la sociolingüística son de naturaleza com-
pleja. Es fácil comprender, por tanto, que definir y delimitar esta disciplina de
manera precisa es tarea difícil y, en todo caso, poco fructífera. En sentido
amplio, podemos definirla como el estudio de aquellos fenómenos lingüísti-
cos que tienen relación con factores de tipo social. Estos factores sociales
incluyen: (a) los diferentes sistemas de organización política, económica,
social y geográfica de una sociedad; (b) factores individuales que tienen
repercusiones sobre la organización social en general, como la edad, la raza,
el sexo y el nivel de instrucción; (c) aspectos históricos y étnico-culturales;
(d) la situación inmediata que rodea la interacción; en una palabra, lo que se
ha llamado el contexto externo en que ocurren los hechos lingüísticos. Esta
definición amplia abarca no solo las preocupaciones de lo que se considera
más estrictamente sociolingüística sino también las de la sociología del len-
guaje, la dialectología y otras disciplinas, a cuyas diferencias nos referiremos
con detalle más adelante.
La perspectiva sociolingüística se opone a las posiciones teóricas que
mantienen que el objeto de estudio de la lingüística es la lengua aislada de su
1
2 Capítulo 1
marco nos podemos preguntar, por ejemplo, quiénes usan el vasco guipuz-
coano, con qué interlocutores, en qué dominios lingüísticos, cuándo y con
qué finalidad. Habrá situaciones en las que el mismo hablante usará una
variedad del castellano u otra variedad del euskera (el batúa, por ejemplo,
la variedad normalizada estándar). ¿Por qué? ¿Cuáles son los factores
situacionales que determinan la elección de uno u otro código lingüístico?
¿Cuáles son los modelos normativos para la alternancia de una u otra variedad
de lengua en una comunidad de habla o en una subcomunidad o red social?
Hemos usado repetidamente la palabra situación, y se hace necesario defi-
nirla técnicamente. Goffman (1972) arguyó que la correlación entre situación
y conducta lingüística debería incorporarse de forma explícita en el estudio
del habla. El concepto de situación social es global e incorpora factores tales
como la edad, el sexo, el país o región de origen, el nivel de escolaridad y el
trasfondo cultural. Específicamente, una situación social existe cuando dos o
más personas, relacionadas entre sí de una manera particular, se comunican
sobre un tema (o tópico) común o compartido en un lugar determinado. En
una situación social podemos observar la relación entre los participantes (en
cuanto a edad, sexo, familiaridad, jerarquía o rango), el número de partici-
pantes, el grado de formalidad de la situación, la espontaneidad o regularidad
y predictibilidad de la situación, etc. (ver Diagrama 4.2 en el Capítulo 4).
El planteamiento de Goffman (1972) ha motivado una serie de interesan-
tes estudios sobre la organización social de numerosos tipos de intercambio
lingüístico, en particular sobre la forma en que se estructura la conversación
y esta contribuye a la comunicación de significados pragmáticos y sociales.
Nos referimos aquí especialmente a los trabajos de Eckert (1990); Sacks,
Schegloff y Jefferson (1974); Tannen (varios en Tannen 1982, 1987); y Tusón
Valls (2008).
Tarea fundamental de la sociología de la lengua es la identificación de las
características según las cuales se pueden agrupar o clasificar las situaciones
sociales en conjuntos que tengan correlativos únicos y específicos de con-
ducta lingüística. Cada conjunto de situaciones sociales constituye un ámbito
de conducta sociolingüística, o dominio de uso de una lengua. Algunos de
estos dominios son, por ejemplo, la familia, la calle, los lugares de diversión,
el trabajo, la escuela, la literatura, la prensa, la iglesia y la administración
pública. También se han considerado diferentes dominios o ámbitos de con-
ducta sociolingüística los varios niveles de formalidad del intercambio lin-
güístico: formal, informal e íntimo, que se pueden identificar dentro de cada
uno de los dominios de tipo social-institucional ya mencionados. En estos
varios ámbitos hay además otros factores que pueden desempeñar un papel
en la elección y uso de un código lingüístico, por ejemplo el tema de la comu-
Lengua, variación y dialectos 7
estudio de las reglas que regulan la interacción lingüística. Una de las cues-
tiones centrales ha sido la investigación de cómo procede una conversación,
en base a qué presuposiciones y cómo interpretan los participantes lo dicho
por su interlocutor o sus interlocutores. “Lo que se dice” es diferente de “lo
que se está hablando”; es decir, las mismas palabras se pueden interpretar de
maneras diferentes, pueden tener significados diferentes según lo que los
participantes tengan en mente, según sus creencias, intenciones y presuncio-
nes, que crean un marco de referencia específico para la interpretación de los
enunciados.
“Lo que se dice” es siempre una versión parcial e incompleta de “lo que se
está hablando”. Para poder descubrir el significado real de “lo que se dice”,
el etnógrafo incorpora a su análisis un estudio de las acciones que acompañan
al habla, la conducta total de los participantes y su conocimiento del tras-
fondo sociocultural compartido por estos. Así, el investigador pretende des-
cubrir cómo la estructura de la conversación refleja el conocimiento social de
los participantes. ¿Qué tipo de conocimiento social implícito nos permite
comprender el intercambio lingüístico? Se ha propuesto que este conoci-
miento se usa, por lo menos, de tres maneras: (a) para reconocer el discurso
como un caso de narración, amenaza, dirección, conversación informal, o
argumentación; (b) para lograr un efecto social, como por ejemplo una res-
puesta del interlocutor o una acción por parte del interlocutor, o para saber
cuándo tomar la palabra; (c) para comunicar un estado emocional, como por
ejemplo temor, sorpresa, crítica, buen humor, etc.
La etnografía de la comunicación se diferencia de la sociolingüística en
cuanto a que centra su interés en el descubrimiento de las normas sociales
que son parte del acto de comunicación y que rigen nuestra percepción total
de los hechos, mientras que la sociolingüística, como la hemos definido aquí,
se concentra en el estudio de las normas lingüísticas que son parte del acto de
comunicación y que responden a la percepción que los hablantes tienen del
hecho total en que se realiza la comunicación. Veamos, por ejemplo, cómo se
puede enfocar el estudio de una secuencia descriptiva como en 6:
Dialecto A Dialecto B
(Ej.: castellano peninsular) (Ej.: castellano de América)
AC1 AC2 ACn AD1 AD2 ADn BC1 BC2 BCn BD1 BD2 BDn
DIALECTOS LOCALES
continuos que se entrecruzan entre sí, de tal manera que una variedad diató-
pica dada incluye variedades diastráticas, diafásicas, estándares y no estánda-
res, variedades históricas y, obviamente, numerosos idiolectos.
Existe la tendencia a identificar la variedad estándar con la lengua histó-
rica o común. Esta práctica es ciertamente errónea, ya que los diversos dia-
lectos (AC, AB, BC, etc.) poseen una variedad estándar propia (llamada
también “la lengua estándar”) que en cada región o país corresponde al ideal
normativo que se enseña en las escuelas, al habla de los grupos sociales de
mayor prestigio, a la variedad que se escribe en documentos oficiales, en
diarios, periódicos y otras publicaciones consideradas “de buena calidad”.
Como indicamos en el Cuadro 1.2, el dialecto estándar tiene relación con el
nivel de educación y de inteligibilidad precisamente porque la escolaridad
tiende a nivelar las diferencias dialectales tanto mediante la imposición cons-
ciente de normas lingüísticas como mediante la creación de oportunidades de
contacto intenso con la lengua escrita, que representa una variedad menos
diferenciada de la lengua común.
En el mundo hispanohablante, la Real Academia de la Lengua y las Acade-
mias Correspondientes desempeñan un papel importante en el mantenimiento
de una variedad más o menos uniforme del castellano (o español), lo que favo-
rece la inteligibilidad entre los dialectos hablados por los grupos de más alto
nivel educacional. Así y todo, se reconoce la existencia de dialectos estánda-
res diferentes en el mundo hispánico. En las palabras de Fontanella de Wein-
berg (1992, 121), “la presencia en la América Hispánica de distintos centros
de prestigio lingüístico, que determinan la existencia de una estandarización
16 Capítulo 1
Habla Escritura
espontánea no espontánea
elicitada
con tiempo para vocalizarse para
para como si fuera vocalizarse
planificar espontánea
sin el requisito
de vocalizar
planificada no planificada
ensayo carta
novela mensaje
1.3.1 La dialectología
La dialectología es una disciplina con una larga tradición, con una metodología
bien establecida y una rica y valiosa literatura. Es indudable que la dialectología
20 Capítulo 1
8. Código elaborado:
Hay tres niños jugando fútbol y un niño patea la pelota y se mete
por la ventana la pelota quiebra el vidrio y los niños lo están mirando
y un hombre sale y les grita porque quebraron el vidrio así que ellos
se escapan y entonces una señora mira por su ventana y regaña a los
niños.
9. Código restringido:
Están jugando fútbol y él la patea y se mete por ahí y quiebra el
vidrio y lo están mirando y él sale y les grita porque lo quebraron
así que se escapan y entonces ella mira para afuera y los regaña.
16. qué te voy a decir, una puerta sí se puede hacer, porque una puerta
coges la escuadra y las medidas y 0 haces 0. (Landa 1995)
se opina que hay una lengua española/castellana correcta, hablada por la gente
culta, y dialectos de esta lengua, más o menos incultos, que la escuela tiene la
obligación de erradicar. Recordemos, sin embargo, que ya en el año 1927 el
famoso lingüista norteamericano Leonard Bloomfield nos hacía notar que no
solo es cierto que toda lengua cambia constantemente sino también que las
formas [llamadas] incorrectas no pueden ser el resultado de ignorancia o des-
cuido porque son estables y funcionales dentro de una comunidad (Bloomfield
1984). Así pues, la persona que ha aprendido “haiga”, por ejemplo, ha apren-
dido tanto como aquella que ha aprendido “haya”.
La sociolingüística ha recalcado el hecho de que ningún individuo en ver-
dad habla una lengua: ni el español, ni el inglés, ni el portugués. Todos habla-
mos un dialecto de estas lenguas, y dentro de cada uno de estos dialectos los
hablantes manejan continuos de formalidad (o estilos), diferentes registros y,
en la mayoría de los casos, las modalidades oral y escrita. La llamada varie-
dad estándar es simplemente uno de los dialectos de una lengua, que goza, lo
reconocemos, de mayor y más amplia aceptación social, pero que desde una
perspectiva estrictamente lingüística no es superior a ningún otro dialecto,
sino solo diferente.
Preguntas de comprensión
1. ¿Qué aspectos son característicos de la perspectiva sociolingüística frente
a otros enfoques en el estudio del lenguaje? ¿Qué intereses comparte la
sociolingüística con disciplinas como la sociología del lenguaje, la etno
grafía, la etnolingüística, la dialectología o la lingüística histórica?
2. ¿Cómo se definen lengua, dialecto, variedad, idiolecto, sociolecto, están-
dar, vernáculo, norma y lengua nacional? ¿Qué son variedades diatópi-
cas, diastráticas y diafásicas? Explica alguno de los criterios que se han
propuesto para distinguir entre lengua y dialecto. ¿Por qué se puede decir
que el español es una lengua policéntrica?
3. ¿Qué factores influyen en la creación y mantenimiento de diferentes
dialectos y sociolectos?
4. ¿Qué problemas le plantean las diferencias diastráticas y diatópicas al
sistema educativo? Da ejemplos de propuestas que ha hecho la socio
lingüística para contribuir a que la educación sea un vehículo para con
seguir una sociedad más igualitaria.
Ejercicios de reflexión
Ejercicio 1
Los siguientes grupos de enunciados representan usos lingüísticos posibles
en español. ¿Asocias alguno de estos enunciados con el habla de alguna
región, país o grupo social en particular? Trata de determinar las razones por
las cuales algunos de estos usos gozan de mayor prestigio que otros.
Ejercicio 2
Los informantes que participan en estudios sociolingüísticos, al ser pregunta-
dos directamente sobre sus usos lingüísticos, suelen dar descripciones que son
diferentes de su uso real en conversación espontánea. ¿Cuál es el motivo de
que la autovaloración lingüística de los hablantes y su uso real sean contra-
dictorios? En vista de lo que sucede en estos casos, ¿qué métodos serían más
adecuados para obtener datos lingüísticos fiables?
Ejercicio 3
En muchas ocasiones la distribución geográfica de fenómenos lingüísticos se
corresponde con diferencias históricas, geográficas y socioculturales como,
por ejemplo, límites entre zonas de montañas y zonas costeras, áreas con
diferente cronología relativa de colonización, sustratos indígenas diferentes,
zonas rurales y urbanas, etc. ¿Puedes poner algún ejemplo de correlación
entre fronteras de tipo lingüístico y factores geográficos o socioculturales en
el mundo hispanohablante? ¿Crees que el estudiar correspondencias de este
tipo aporta algo esencial a nuestro conocimiento del lenguaje humano, o que
es algo meramente anecdótico?
Ejercicio 4
¿Es justificable la intervención de las autoridades en cuestiones lingüísticas?
Si es así, ¿cuáles son las áreas en que los planificadores lingüísticos deben
intervenir y con qué objetivos? ¿De qué manera se podría ayudar a una len-
gua minoritaria (que tiene un número reducido de hablantes en comparación
con otra lengua en una región determinada) o a una lengua minorizada (que ha
sido marginada y su uso puede incluso haberse prohibido en algún momento)
a elevar su estatus social?
2
Metodología
2.1 Introducción
Una constante preocupación de la sociolingüística ha sido el desarrollo de
metodologías y técnicas confiables para el estudio del habla, tanto con res-
pecto a la recolección y selección de los datos que constituirán el objeto de
estudio como al análisis de estos. En este capítulo examinamos algunos
métodos y técnicas empleados en estudios sociolingüísticos. No pretendemos
que estos sean la última palabra. Por el contrario, muchos de ellos se cuestio-
nan con frecuencia, planteándose alternativas que parecen más apropiadas, o
simplemente aceptando que no se ha encontrado aún el método o la técnica
ideal para el estudio de fenómenos sociolingüísticos. Examinamos, pues,
tanto los avances como los problemas vigentes en torno a cuestiones tales
como la forma apropiada de seleccionar a los hablantes que se van a estudiar
y de obtener muestras de habla cotidiana, la definición de una variable lin-
güística y de sus contextos de uso, los problemas asociados con la definición
de las categorías sociales, la cuantificación de una variable y la aplicación de
procedimientos estadísticos.
El método sociolingüístico es descriptivo e interpretativo y es motivado
por el objetivo central de dar cuenta de las estructuras de la lengua en el
discurso oral primariamente y, secundariamente, en el escrito (la lengua
escrita constituye, sin embargo, la única fuente de datos en estudios de
variación que atienden a la lengua usada en épocas anteriores a la invención
de las grabadoras).
La sociolingüística se caracteriza por su enfoque pancrónico; es decir, la
variación sincrónica —aquella que se da en un momento determinado de la
historia de la lengua— se explica frecuentemente como consecuencia de
procesos de evolución histórica (diacronía) ya completados, en etapa inicial
o en desarrollo. Un estudio sincrónico da cuenta de aspectos de la lengua en
un momento histórico determinado, sin referencia a otros puntos en el
tiempo (cf. Saussure 1966). En cambio, un estudio diacrónico examina los
fenómenos lingüísticos desde el punto de vista de su evolución en el tiempo.
La perspectiva pancrónica (del griego pan ‘todo’ y khronos ‘tiempo’) atiende
a ambos aspectos temporales (ver Capítulo 1 Sección 1.1 y Capítulo 7 Sec-
ción 7.2).
38
Metodología 39
no sean causa de daño físico o emocional para los individuos incluidos. Aunque
la observación de la conducta de una persona o la grabación de una conversa-
ción no se conciben como posible causa de daño físico, las consecuencias
emocionales que este tipo de estudio puede tener sobre los individuos estudia-
dos deben tenerse en cuenta. Por eso los lingüistas han desarrollado códigos
éticos adaptando las prácticas desarrolladas en otras disciplinas, principalmente
el ámbito médico y la antropología.
Muchos hablantes se sienten incómodos cuando saben que su grabación
puede ser escuchada por otros, incluso cuando se les asegura que nadie podrá
identificarlos. Esta incomodidad se extiende también a la publicación de
pasajes tomados de grabaciones, un hecho que hemos experimentado perso-
nalmente. Al mostrarle a una mujer un artículo en el que aparecía una anéc-
dota (obviamente en forma anónima) que ella había contado en una entrevista,
se sintió molesta y fue necesario asegurarle que nadie que la conociera tendría
acceso a esa publicación. Otra cuestión que preocupa a los sociolingüistas es
la relación que se establece con los sujetos estudiados después de algún
tiempo de observación o grabación. Algunas conversaciones tocan temas
muy personales, problemas que afectan al hablante y necesitan solución.
¿Qué hacer en este caso? Si está a nuestro alcance ofrecer ayuda, la respuesta
es fácil. Si no, el investigador puede quedarse con la satisfacción de haber
escuchado a esta persona hablar de sus problemas; un oído atento es con
frecuencia ya una gran ayuda.
Se preguntan además los sociolingüistas en qué pueden servir a aquellos
que les han permitido muchas veces avanzar académicamente (Rickford
1997; Wolfram 2013), especialmente cuando el investigador no es miembro
de la comunidad en estudio y esta es una comunidad pobre o discriminada.
¿Es ético “usar” a un grupo social sin dar algo a cambio? ¿Es suficiente sim-
plemente atraer la atención del mundo académico hacia esta comunidad?
¿Debe desarrollarse un compromiso sociopolítico con la comunidad estu-
diada? No damos aquí respuestas a estas y muchas otras preguntas de tipo
ético, pero no podemos dejar de notar que muchos sociolingüistas estadouni-
denses han adoptado posturas comprometidas con la situación lingüística de
los llamados “latinos”. Destaca en este sentido Ana Celia Zentella que utiliza
el término lingüística antropolítica para definir una perspectiva de estudio
sociolingüístico que pone su énfasis en el contexto político, económico e
ideológico en que existen las variedades lingüísticas (Zentella 2014). Según
Zentella, los investigadores deben utilizar los métodos y los resultados de sus
investigaciones para combatir las situaciones de desigualdad e injusticia
social. El lector interesado en las cuestiones éticas relacionadas con la inves-
Metodología 43
hace difícil el análisis. Labov (1966, 201; nuestra traducción) nota el pro-
blema en las siguientes palabras:
Como comenta Tagliamonte (2012, 101), las cosas han cambiado mucho
desde los años 60 y 70 en lo que respecta a las opciones metodológicas rela-
tivas a los muestreos. Mientras que en aquella época era posible desde el
punto de vista práctico y económico compilar un amplio muestreo al azar,
hoy día las reducciones presupuestarias, la necesidad de cumplir plazos y el
rechazo de muchas personas a hablar con desconocidos ha hecho que este
tipo de técnica se emplee cada vez menos. Su propio intento de hacer un
muestreo al azar de hablantes de inglés nacidos y criados en la ciudad de
Toronto, Canadá, fracasó completamente (p. 103) pues un altísimo porcen-
taje de los habitantes de la ciudad (más del 90% en algunos barrios) había
nacido en el extranjero. Ante esta situación, Tagliamonte consultó el censo y
seleccionó los barrios con mayor porcentaje de población oriunda de Canadá,
pero esta técnica tampoco funcionó pues en más del 69% de los casos no
había nadie en la casa cuando pasó a hacer las entrevistas. Al final, con una
bajísima tasa de éxito del 2,4%, abandonó la idea del muestreo al azar y
empezó a pedir a los pocos entrevistados que iba seleccionando que le pusie-
ran en contacto con familiares y conocidos con las características necesarias
para completar la muestra.
Por otra parte, la inclusión de categorías sociales continuas, ya sea por edad,
educación, nivel ocupacional, clase socioeconómica, etc., a menudo ofrece al
investigador la ventaja de poder identificar en qué punto del continuo existen
las barreras sociolingüísticas más notables (ver Capítulo 4 Sección 4.6).
Grupos Ocupación
Alto Empresarios de nivel superior; altos ejecutivos; altos fun-
cionarios del poder ejecutivo, legislativo, judicial y militar;
grandes hacendados o empresarios privados
Medio alto Profesionales universitarios de libre ejercicio: médicos,
abogados, ingenieros, arquitectos; jefes de nivel superior en
la administración pública y privada; personal de formación
intelectual, técnica y universitaria avanzada
Medio Jefes de nivel medio; empleados subalternos de mayor
calificación; empresarios de comercio, industria y servicios
medios; profesionales libres de menor éxito; secretarios
ejecutivos; técnicos varios; profesionales medios de la
salud
Medio bajo Empleados subalternos de menor calificación; pequeños
comerciantes y empresarios
Bajo alto Obreros calificados; capataces y supervisores; vigilantes
Bajo Obreros no calificados; vendedores ambulantes; personal de
servicio doméstico o en empresas y servicios
Metodología 49
2.3.8 Resumen
Para resumir, hay básicamente dos métodos de selección de una muestra de
hablantes: un método de muestreo al azar (survey), y un método de selección
intencionada en el que: (a) las características de los hablantes han sido pre-
determinadas y estos se seleccionan más o menos al azar hasta completar el
número deseado de individuos en cada categoría social; o (b) los hablantes
seleccionados constituyen un grupo social compacto, ya sea porque son
miembros de una red social, porque viven en la misma manzana o vecinda-
rio, porque tienen un dominio común de trabajo (por ejemplo, una escuela),
etc. Cualquiera que sea el método que el investigador emplee, deberá decidir
qué factores extralingüísticos incluirá en el análisis. Los que se han conside-
rado más frecuentemente han sido edad, sexo, nivel educacional, ocupación
y el factor complejo denominado clase social, nivel socioeconómico o nivel
sociocultural.
52 Capítulo 2
2.4.1.3 La conversación
La naturaleza del control y la participación del sociolingüista en la conversa-
ción define tres tipos de conversaciones: dirigida, semidirigida y libre.
En la conversación libre, tal como su nombre lo indica, el investigador no
ejerce ninguna clase de control, ni sobre los temas del diálogo ni sobre la
cantidad de la participación de los hablantes (lo que podría controlar dirigién-
dose más frecuentemente a uno u otro de ellos). Este es generalmente el for-
mato de la sesión de grupo con tres o más personas y, a veces, de la sesión
individual durante el período inicial de sondeo de la comunidad.
En el extremo opuesto se ubica la conversación dirigida, que sigue un
orden y un contenido planificado con anterioridad, pues persigue obtener la
mayor cantidad de datos útiles en el menor tiempo posible. A continuación
ilustramos lo que podría ser el desarrollo de una entrevista basándonos en el
esquema seguido por Fontanella de Weinberg (1979):
a. La situación del informante. Durante los primeros minutos de la sesión
se obtuvieron los datos personales del informante: nombre, edad, sexo, ocu-
pación, familia, etc. Este comienzo obviamente define de inmediato la situa-
ción como una de entrevista. Fontanella de Weinberg reconoce que esta y la
parte siguiente de la entrevista se desarrollaron en estilo formal.
b. Los gustos del informante. Esta parte incluyó preguntas sobre la comida,
artículos de tocador y belleza, la casa y la vestimenta. Se pretendía obtener
respuestas que contuvieran palabras con la variable (ʃ); por ejemplo, chanti-
lly, schop, champagne, shampoo, crochet, cachemira y chalet.
c. La travesura más emocionante y el susto más grande. Durante esta ter-
cera parte Fontanella de Weinberg le pidió al hablante que contara la trave-
sura más emocionante de su niñez, o el susto más grande de su vida. Según
Fontanella de Weinberg, ambos tipos de relato proporcionaron muestras de
habla espontánea.
Para el propósito de Fontanella de Weinberg, era necesario obtener una
gran cantidad de ciertos ítems léxicos y una muestra de habla que reflejara
diferentes estilos. Aun si no se hubiera llegado al estilo espontáneo, habría
sido posible investigar el efecto del estilo en la frecuencia de ocurrencia de
Metodología 59
las variantes fonológicas, ya que es bien sabido que la parte inicial de una
entrevista reviste mayor formalidad, mientras que, a medida que el infor-
mante se acostumbra a la situación, el habla tiende a ser menos formal. En
una entrevista dirigida de este tipo, sin embargo, parece poco posible que
surja el habla espontánea, y casi imposible que surja el habla vernácula. Esto
no significa que la entrevista no tenga validez.
Algunos estudios completan cada sesión con dos tipos de lectura, una de
un texto y otra de listas de palabras, siguiendo así estrechamente la metodo-
logía usada por Labov en sus estudios. Labov (1972a, 85) agrega una tercera
clase de lectura, la de pares mínimos, que para este autor representaría el
estilo más formal de todos, es decir, aquel que resulta cuando el hablante
pone la mayor atención a su habla, cuando los procesos de autoobservación y
autocorrección son más intensos.
La entrevista dirigida puede terminar, entonces, con tres pruebas de lectura:
d. Lectura de un texto. El texto debe tener entre cien y doscientas pala-
bras. Una lectura antes de la grabación puede ser necesaria, especialmente
en el caso de hablantes de bajo nivel educacional. El contenido del texto
también es de importancia; un tema familiar, informal e interesante es pre-
ferible, ya que el objetivo es estimular una lectura rápida y relativamente
despreocupada en la que el lector no preste demasiada atención a las varia-
bles en estudio.
e. Lectura de listas de palabras. El hablante lee aquí palabras aisladas; por
tanto, se presume que la atención puesta en ellas es mayor que si aparecieran
en un texto. En un estudio de la variable (ʎ), por ejemplo, se podría incluir la
siguiente lista, en la que los ítems que interesan (dados aquí en cursiva) se
han mezclado con otros con los que se relacionan semánticamente:
callo valla
cayo vaya
pollo halla
poyo haya
callado gallo
cayado gayo
incluye parte de las entrevistas del proyecto PRESEEA. Junto a los corpus de
la RAE existe también el Corpus del español (CE; www.corpusdelespanol.
org), un corpus histórico de 100 millones de palabras. Hay además otros
corpus de menor tamaño, o especializados en alguna variedad concreta; para
una nómina completa de corpus orales en formatos diversos véase Briz Gómez
y Albelda Marco (2009).
El empleo de los corpus informatizados supone en muchos aspectos una
continuidad con la metodología sociolingüística tradicional, pues sigue
habiendo un énfasis en el empleo de datos reales, pero implica también varios
cambios. Uno de ellos es la pérdida de contacto con la comunidad de habla;
hay que tener en cuenta que en muchos casos los corpus ni siquiera dan infor-
mación del perfil sociolingüístico del hablante del cual proceden los ejem-
plos. El otro gran cambio es que, frente a la lectura lineal del texto completo
que se daba en las investigaciones anteriores a la llegada de los grandes cor-
pus en línea, en estas nuevas herramientas se accede a los datos mediante una
máquina de búsqueda. Con el fin de obtener los datos, los usuarios necesitan
introducir una palabra o frase en un cuestionario de consulta, y la aplicación
de búsqueda crea una concordancia que muestra todos los ejemplos del texto
buscado en el corpus junto a su contexto de aparición, con información básica
sobre el texto de origen, tal como título, autor y fecha de composición. Esto
significa que es necesario conocer de antemano, por medio de gramáticas,
diccionarios o estudios, las formas que son relevantes para rastrear el fenó-
meno que se desea investigar. Los corpus son por tanto la herramienta idónea
cuando se conoce la lista exhaustiva de las formas relacionadas con el fenó-
meno que se desea estudiar, pero son inadecuados cuando estamos investi-
gando estructuras que se pueden expresar con elementos de clase abierta o
para los que no podemos saber de antemano todas las formas posibles de
expresión (Enrique-Arias 2012).
En cualquier caso, no cabe duda de que los grandes corpus informatizados
son un recurso de innegable valía que permite hacer investigaciones a una
escala impensable con los medios tradicionales. Por ejemplo, King et al.
(2008; comentado en Schwenter 2011) estudiaron la elección de modo con
cinco adverbios epistémicos (tal vez, quizá, quizás, posiblemente, probable-
mente) en tres dialectos (Argentina, México, España) con datos del corpus
CREA. A partir de 3022 ejemplos analizados en contexto concluyeron que, si
bien es en Argentina donde más uso se da del subjuntivo con estos adverbios,
los tres dialectos exhibían tendencias semejantes: el factor que más favorece
el empleo del subjuntivo es la referencia temporal (presente frente a futuro o
pretérito) seguida del adverbio empleado (en particular tal vez y quizá, qui-
zás). Los otros factores estudiados (la persona del verbo y la adyacencia del
Metodología 67
A. Posición
i. Interior de palabra: co(s)tumbre (‘i’)
ii. Final de palabra: lámpara(s) (‘f’)
B. Contexto fonético
i. Preconsonántico:
posición interna: co(s)tumbre (‘i’)
posición final: la(s) palomas (‘f’)
ii. Postconsonántico (posición interna): in(s)titución (‘c’)
iii. Prepausal (posición final): árbole(s) (‘p’)
iv. Prevocálico (posición final): lo(s) árboles (‘v’)
C. Acento silábico
i. Vocal tónica: Parí(s) (‘t’)
ii. Vocal átona: árbole(s) (‘a’)
D. Número de sílabas
i. Monosílabas: pa(z) (‘m’)
ii. Bisílabas: ni-ño(s) (‘b’)
iii. Polisílabas: lám-pa-ra(s) (‘l’)
5. a. Ese era el hombrei (0) que estabas hablando con éli esta mañana.
b. Ese era el hombre (con) que estabas hablando esta mañana.
6. Tenía otra chicai que tenía carta de permanencia, pero que ellai ya
aprobó, ya.
7. Es un armai que lai puedes utilizar muy bien para poder vender tu
producto.
8. También tengo tus recibosi, que te losi llevo.
9. O sea, hacer cambios socialesi, que ha habido en el país, que hay
que reconocerlosi, importantes.
10. Por lo menos estoy tranquiloi, que esoi es lo que importa.
11. He aprendido un montón de cosasi que ahora lasi aplico.
12. Es el tipo de chicai que tú quieres hacer algo con ellai; y ella, no.
13. Yo lei dije a mi mamái que (a) la personap que lep gusta ser atrevida
no se le quita nunca.
Preguntas de comprensión
1. ¿Cuál es el objeto de estudio de la sociolingüística? ¿Cuáles son las cinco
fases típicas en un estudio empírico? ¿Qué problemas éticos se le plantean
al investigador y qué precauciones se pueden tomar para aliviarlos?
2. Describe los diferentes tipos de muestreos en la selección de hablantes.
¿Qué propuestas se han hecho respecto del número de hablantes en la
Metodología 83
Ejercicios de reflexión
Ejercicio 1
Supongamos que queremos hacer un estudio sociolingüístico considerando
las siguientes tres variables: sexo, nivel socioeconómico (distinguiendo tres
clases: alta, media y baja) y edad (tres grupos: joven, medio, mayor).
Ejercicio 2
Con respecto al estudio de la pregunta anterior, ¿cuál crees que es la forma
más apropiada de seleccionar a los hablantes: un muestreo al azar, o un mues-
treo intencionado? Menciona brevemente las ventajas y/o desventajas de uno
y otro método. ¿Cómo harías para contactar con los hablantes? Asimismo,
justifica el método para recoger datos que representen diferencias de estilo.
Ejercicio 3
Identifica los componentes de un estudio sociolingüístico publicado en un
artículo o libro (el profesor o profesora puede proponer un estudio adecuado)
siguiendo la pauta a continuación.
84 Capítulo 2
85
86 Capítulo 3
Los ejemplos deben construirse con gran cuidado para asegurar que el
único rasgo variable sea el que se investiga pues es necesario evitar que la
evaluación hecha por el hablante pueda responder a otros factores lingüísti-
cos. Obviamente, los ejemplos deben ilustrar todas las variantes de la variable
en estudio para permitir la comparación de las reacciones de los encuestados
hacia ellas. En nuestro caso, las variantes son el Condicional (ejemplos 2 y 4)
y el Subjuntivo (ejemplos 1 y 3), que en algunos dialectos del español de
Burgos, Santander y el País Vasco alternan en ciertas oraciones subordinadas
donde la norma estándar acepta solo el Subjuntivo (es decir, solo los ejem-
plos 1 y 3 serían gramaticales de acuerdo con esta norma).
La encuesta tenía por objeto obtener tres juicios de cada hablante: sobre la
gramaticalidad de cada ejemplo, sobre si usaría una oración como la ilustrada
por cada ejemplo y sobre si otras personas en el pueblo las usarían. Con ante-
rioridad, los hablantes encuestados habían sido observados y/o grabados y el
análisis de sus datos había permitido establecer cuáles de ellos poseían la varia-
ble Condicional-Subjuntivo. Se pretendía que los resultados de la encuesta
dieran información sobre las normas sociolingüísticas y sobre el grado de
conciencia lingüística de la comunidad, sobre el concepto de sí mismos y de
otros que pudieran tener los encuestados y sobre sus sentimientos de lealtad y
de identidad con la comunidad.
La aplicación de la encuesta se vio entorpecida por el mismo tipo de difi-
cultades con que se han enfrentado otros investigadores. Las diez oraciones
El estudio de actitudes lingüísticas 87
tuvieron que ser presentadas a cada hablante en forma oral y escrita a la vez
ya que algunos de ellos demostraban cierta dificultad para leerlas (Covarru-
bias es una comunidad rural), pero sin embargo expresaban la necesidad de
tenerlas por escrito. Las respuestas y comentarios de los hablantes se anota-
ban al momento de darse.
La primera dificultad se derivó del hecho de que los encuestados no acep-
taban ciertas construcciones no debido a la presencia de un Condicional o
Subjuntivo, sino por el uso del Imperfecto del Subjuntivo en -ra y el uso de
ciertos ítems léxicos. Así, la respuesta de Tito, hombre de veintitrés años, a la
cuestión de la gramaticalidad del ejemplo 1 es que no es correcto y que ni él
ni otros en el pueblo lo dirían. La causa de la incorrección, explica Tito, es
que en vez de estuviéramos debería usarse estuviésemos y en vez de mostra-
rías debería usarse enseñarías.
Algo semejante sucedió al preparar el cuestionario para un estudio de
algunos fenómenos de transferencia del catalán en el castellano hablado en
Mallorca (Enrique-Arias 2014). Uno de los fenómenos estudiados es el
empleo del verbo pedir como verbo matriz de interrogativas indirectas (me
pidió cuántos años tengo) frente a la norma monolingüe que exige el verbo
preguntar en estos contextos. Los bilingües catalanohablantes que participa-
ban en el estudio aceptaban enunciados como “me pidió cuál era el camino
para ir al castillo” y sin embargo daban puntuaciones mucho más bajas al
enunciado “me pidió si es usted soltera o casada”. La razón es que en el
español peninsular y en el catalán de Mallorca la cópula estar es la que se
emplea habitualmente con adjetivos de estado civil (soltero, casado, divor-
ciado, etc.) por lo que los hablantes estaban reaccionando a la extrañeza de la
colocación “ser soltero” en su variedad y no al empleo de pedir en el ejemplo
en cuestión. Las situaciones de este tipo nos hacen darnos cuenta del riesgo
que conlleva la encuesta escrita con preguntas cerradas ya que limitarse a
asignar una puntuación a un enunciado puede no responder directamente al
objetivo de la pregunta formulada.
El contenido de los ejemplos es otro factor que puede crear confusión. Por
ejemplo, en el estudio de Covarrubias, Marcelo, hombre de setenta y cuatro
años, contestó que él no diría 4 (“Si tendría 20 millones de pesetas ya no
trabajaría más”), pero luego comentó: “Si me volvería de 20 o 30 años diría
que no trabajaría más”, lo que indica claramente que había reaccionado al
contenido y no a la forma del ejemplo.
Estos problemas son solucionables gracias a la aplicación oral de la en-
cuesta, y la información obtenida recompensa el tiempo y el esfuerzo inverti-
dos. El hecho de que los hablantes no reaccionen a la forma no estándar de la
88 Capítulo 3
en esa ciudad suscitaría actitudes más conflictivas entre los grupos, pero
solamente en un plano ideológico abstracto: paradójicamente son también los
estudiantes de Florida los que confieren mayor valor al conocimiento del
español en el ámbito económico y profesional.
En un estudio de actitudes a través de varias generaciones de mexicoame-
ricanos en Los Ángeles, Silva-Corvalán (1994a) observó que entre los hablan-
tes de segunda y tercera generación se da una disminución en el número y
fuerza de las motivaciones o razones para mantener o mejorar el conocimiento
del español, así como una reducción en los dominios del uso del español en la
comunidad. Asimismo, el compromiso con el mantenimiento de la lengua, es
decir la disposición a participar activamente en actividades orientadas a
fomentar el idioma español y la cultura mexicana, disminuye de manera bas-
tante drástica a medida que aumenta la duración de la residencia de la familia
en los Estados Unidos, a pesar de que las actitudes hacia el idioma español y
la cultura mexicana continuaban en general siendo muy positivas en todos los
grupos generacionales. Los resultados están de acuerdo con las observaciones
de Fishman, Cooper y Ma (1971) de que las comunidades bilingües muestran
una alarmante brecha entre las actitudes positivas hacia un idioma en retroceso
o secundario y la disposición a hacer algo concreto para poner en práctica esas
actitudes. Por su parte Mejías, Anderson y Carlson (2002) examinaron varios
aspectos relacionados con el mantenimiento del español en el valle del Bajo
Río Grande de Texas, comparando estadísticas de 1982 con datos del 2000. Su
estudio confirma la continuidad e incluso el fortalecimiento de la lealtad al
español, lo que favorece su mantenimiento tanto en ambientes privados como
públicos. No obstante, el estudio detecta también la aparición de actitudes que
favorecen el cambio al inglés, especialmente entre los estudiantes e individuos
con más nivel de instrucción, pues identifican la lengua mayoritaria con la
superación personal. Asimismo, los grupos generacionales de mayor arraigo
en los Estados Unidos muestran un notable descenso en el deseo de mantener
la lengua materna.
Como ya hemos dicho, el estudio de actitudes ha constituido el objetivo de
muchas investigaciones que intentan predecir el futuro de una lengua mino-
ritaria en un contexto bilingüe. En estas situaciones, no es infrecuente que un
grupo monolingüe mayoritario desarrolle actitudes negativas hacia la lengua
(o las lenguas) de minoría. En relación con el español, por ejemplo, los his-
panos mayores de setenta años afirman que, cuando ellos eran jóvenes, se les
prohibía hablar español en la escuela y en el trabajo. Por el contrario, en la
actualidad los hispanos aseguran que, cuando hablan español frente a un
anglohablante, la reacción no es hostil. Cuando lo es, los hispanos parecen
sentirse más seguros y reafirman su derecho a comunicarse en español.
96 Capítulo 3
En el trabajo, el uso del español solía ser mínimo. Sin embargo, las inmi-
graciones recientes han estimulado un uso más frecuente que motiva incluso
a hablantes de segunda y tercera generación a reaprenderlo. Una situación
de este tipo es la que describe espontáneamente Lina (mujer de treinta y
siete años, generación 2) en relación a su esposo, de tercera generación. El
esposo de Lina es hijo del dueño de la imprenta a la que se refiere ella en el
ejemplo 6.
6. Y digo yo que este señor [su esposo] su español era horrible, ¿ver-
dad?, porque lo había perdido cuando se mudaron a ese vecindad.
Sí, pero cuando nos casamos entonces ya no era el estudiante, ya se
puso a trabajar en la planta. Y en la planta, los hombres que trabajan
las imprentas casi todos son hispanoamericanos. Vienen de distin-
tos países, pero todos hablan español. Entonces por su amistad, en
la imprenta él pudo aprender español.
culturas hispanas continúan siendo muy positivas; positivas son también las
actitudes de los hispanos hacia el inglés.
Preguntas de comprensión
1. ¿Qué interés tiene el estudio de actitudes en la investigación sociolingüís
tica de un fenómeno? ¿Qué técnicas se emplean, y en qué se diferencian los
métodos directos de los indirectos?
2. ¿Por qué es interesante el estudio de actitudes en situaciones de bilin
güismo? Respecto de los estudios de actitudes realizados en los Estados
Unidos, explica cuál es la actitud predominante ante el español y ante el
inglés. En las situaciones de lenguas minoritarias, ¿qué diferencia encon-
tramos entre las actitudes hacia la lengua minoritaria y el comportamiento
real de los participantes?
Ejercicios de reflexión
Ejercicio 1
Diseña un cuestionario con preguntas para evaluar las actitudes hacia un
fenómeno de variación morfosintáctica (por ejemplo leísmo o laísmo, había/
habían, dequeísmo u otro). Pon especial cuidado en evitar que la evaluación
hecha por el hablante pueda responder a otros factores lingüísticos o extralin-
güísticos. ¿Hay alguna manera de asegurarse de que los informantes están
evaluando exclusivamente el fenómeno estudiado?
Ejercicio 2
Diseña una prueba de evaluación subjetiva de un fenómeno no estándar. Para
ello, haz grabar dos pasajes, uno que contenga la variable en cuestión y otro
sin ella, y elabora un cuestionario para descubrir las impresiones acerca de la
profesión, nivel socioeconómico, capacidad intelectual y simpatía del hablante
de la grabación.
4
Teoría de la variación y sociofonología
4.1 La variable lingüística
Como hemos dicho anteriormente, el estudio variacionista del habla, al que
diera un impulso vital el trabajo pionero de Labov (1966, 1972a y b), es uno
de los quehaceres centrales de la sociolingüística. Estos estudios se proponen
explicar, básicamente, la variabilidad inherente en los sistemas lingüísticos.
La sociolingüística ha mostrado que es posible incorporar la descripción de
fenómenos variables como parte de la descripción de una lengua que se con-
cibe como un sistema cuya heterogeneidad no es arbitraria ni errática, sino
sometida a reglas o condicionamientos sistemáticos. De acuerdo con este
marco teórico, el modelo descriptivo incluye por lo menos dos tipos de
hechos de lengua: categóricos y variables. Un hecho categórico en fonética,
por ejemplo, es la pronunciación de /d/ después de /l/ (como en caldo), que
en este contexto se realiza siempre como oclusiva [d]. La pronunciación de
/d/ es variable, en cambio, en posición intervocálica, pues puede pronunciarse
como aproximante [ð] (como en lado [ˈlaðo]) o ser elidida (como en cantado
[kanˈtao]). En sociolingüística el concepto de opcionalidad se sustituye por el
de variación condicionada, la que puede estar determinada por factores extra-
lingüísticos, intralingüísticos, o por una combinación de estos dos.
La sociolingüística desarrolló el concepto de regla variable, liberándose
así de un postulado que había dominado a la lingüística desde su nacimiento:
que el objeto de estudio de la lingüística es el sistema gramatical homogéneo
e invariante, lo que Saussure (1966) denominó langue. El uso de este sistema
gramatical, el habla o parole (segundo elemento de la dicotomía saussu-
reana), quedaba fuera del alcance de la investigación lingüística; su estudio
científico lo han desarrollado los sociolingüistas a partir de la segunda mitad
del siglo XX.
La regla variable surgió como una alternativa a la regla generativo-
transformacional, de naturaleza categórica u opcional. La regla variable, en
cambio, incorporaba la contribución cualitativa y cuantitativa de ciertos ras-
gos del entorno lingüístico y social a la realización de una u otra variante de
una variable lingüística.
Pero la sociolingüística ha dejado de lado el uso de la regla variable como
forma de representar la variación. Se han seguido perfeccionando los proce-
dimientos estadísticos que permiten examinar esta variación. En lugar de la
100
Teoría de la variación y sociofonología 101
miento funcional alto como morfema plural (“la casa” vs. “las casas”) y como
morfema flexivo verbal (“canta” vs. “cantas”). Los estudios sociolingüísticos
se han propuesto dar información más precisa, estadísticamente válida, sobre
la influencia que un factor (lingüístico o extralingüístico) tiene en la posible
realización de uno u otro alófono de un fonema determinado. Un ejemplo de
este tipo lo constituye el estudio de (s) en el español puertorriqueño de Fila-
delfia realizado por Poplack (1979), quien usó VARBRUL (ver Capítulo 2)
para calcular la contribución probabilística de un número de factores a las
variantes aspiradas y elididas de (s).
Entre otros, Poplack examina la (s) como morfema verbal, pues su elisión
resulta en la neutralización morfológica de la segunda y tercera persona ver-
bal y, en algunos casos, incluso la primera (e.g., [yo] cantaba, [tú] cantabaØ,
[ella] cantaba). Sorprendentemente, los resultados del estudio indican que la
(s) morfemática es la que tiene la mayor probabilidad de ser elidida (0,65),
efecto quizás contrarrestado por la baja probabilidad de elisión con sujetos no
expresos (0,39), los que desambiguarían la persona verbal. La elisión es ade-
más favorecida ante pausa y, en final de palabra, por la posición prevocálica,
lo que constituye un resultado también sorprendente si se considera que, en
general, el debilitamiento de consonantes finales de palabra tiende a no
ocurrir en posición prevocálica. En los datos puertorriqueños, sin embargo, la
elisión es desfavorecida cuando (s) va seguida de consonante. Resultados
similares obtiene Samper Padilla (1990) en Las Palmas de Gran Canaria,
como muestra el Cuadro 4.1 a continuación, adaptado de los Cuadros 3.31 y
3.34 de Samper (pp. 134 y 140).
En Las Palmas, la elisión de -s es favorecida en posición final de palabra
(0,76), cuando la -s va seguida de vocal tónica (0,54) o de pausa (0,85) y
Estos dos sistemas tienen que ver con diferentes formas de conceptualizar
las relaciones de parentesco de acuerdo con el sexo del hablante.
En japonés existe un uso diferencial de pronombres de tratamiento entre
hombres y mujeres: para dirigirse a su mujer, el marido usa un pronombre
que indica su estatus más alto, mientras que la mujer se dirige a su marido
con formas honoríficas y pronombres que señalan el estatus inferior de ella.
Muchas lenguas reflejan imágenes diversas del sexo masculino o feme-
nino en sus gramáticas y en el vocabulario. Algunas de estas imágenes son
positivas para el sexo masculino y negativas, inexistentes o de menor jerar-
quía para el femenino, según se observa en la marcación de género masculino
o femenino en español en pares de palabras como las siguientes:
problema es que la supresión del artículo puede dar lugar a cambios de sen-
tido. Como explica Bosque (2012, 14–15): “El que dice Conozco a los espe-
cialistas en esta cuestión está diciendo que los conoce a todos, mientras que,
si dice Conozco a especialistas en esta cuestión, está diciendo que conoce a
algunos (que podrían, como antes, ser hombres o mujeres)”.
La cuestión del sexismo en el lenguaje continúa suscitando un animado
debate. Por ejemplo, Moreno Cabrera (2015) ha respondido a las tesis de Bos-
que señalando que a la hora de valorar esta cuestión es crucial distinguir la
diferencia entre lengua natural, cuya gramática no puede ser sexista, y lengua
cultivada, referida a las lenguas o variedades que se usan generalmente en el
registro escrito, en contextos administrativos, judiciales, políticos, educativos,
etc. Estas variedades artificiales, aunque basadas en las naturales, están some-
tidas a una intervención explícita e intencional social, cultural e ideológica-
mente controlada; por consiguiente sí pueden ser sexistas y es por tanto
pertinente hacer recomendaciones de uso para intervenir de modo consciente
de acuerdo con parámetros ideológicos.
Los que ven sexismo en el sistema del español han sugerido el empleo del
signo de “arroba” para evitar el uso no marcado del masculino, como en l@s
alumn@s deben reunirse en el gimnasio. Pero este uso no ha sido refrendado
por la RAE ni por los manuales de estilo de los medios de comunicación. La
RAE hace notar que este no es un signo lingüístico y, por tanto, su uso con esta
función es inadmisible (Diccionario panhispánico de dudas, www.rae.es). En
verdad, el signo de arroba puede en algunos casos dar lugar a inconsistencias,
como ocurre en el ejemplo dado por la RAE (en el artículo “Género”): *Día
del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.
Queda claro que seguir las recomendaciones dadas para darle realce al
género femenino trae consigo ciertos inconvenientes. Pero es también evi-
dente que la estructura de la lengua influye en la manera en que los hablantes
piensan y perciben el mundo (García Meseguer 2002; Kurinski y Sera 2011),
así es que no es extraño que los hablantes de español tiendan a identificar el
género masculino o femenino con el sexo masculino o femenino.
Las desigualdades lingüísticas se reflejan en el léxico; ciertas palabras y
expresiones son usadas exclusivamente o más habitualmente por las mujeres
(adorable, amoroso, tierno, fascinante, encantador, delicioso) y otras por los
hombres (las palabras tabú son usadas con bastante más frecuencia por los
hombres). Los hombres también usan con más frecuencia que las mujeres la
forma neutra de los adjetivos; por ejemplo grande, precioso, caro, mientras
que las mujeres los modifican, ya sea con sufijos diminutivos o aumentativos
—grandecito, preciosísimo, carísimo— o con adverbios intensificadores:
muy, muy chico (Zernova 2000).
114 Capítulo 4
Cuadro 4.3 Frecuencias de (d) intervocálica y (s) final por edad y sexo (probabilidad
de [ð] con IVARB y de /s/ con TVARB, rango y grados de diferencia)
Grados de
Probabilidad de Probabilidades diferencia
Grupo [ð] [Ø] [ð] Rango [s] [h] [Ø]
Preadolescentes
Niña N 138 62 .46 20 .22 .39 .38 47
% 69 31
Niño N 48 52 .26 .17 .20 .61
% 48 52
Adolescentes
Muchacha N 91 9 .79 51 .49 .26 .23 57
% 91 9
Muchacho N 100 100 .28 .21 .33 .45
% 50 50
20-30 años
Sexo fenemino N 317 60 .67 22 .49 .39 .11 24
% 84 16
Sexo masculino N 237 113 .45 .44 .32 .23
% 68 32
40-50 años
Sexo fenemino N 145 55 .50 14 .29 .40 .30 34
% 72 28
Sexo masculino N 149 101 .36 .36 .23 .40
% 60 40
60+ años
Sexo fenemino N 252 48 .67 28 .46 .27 .25 54
% 84 16
Sexo masculino N 93 57 .39 .19 .37 .42
% 62 38
TOTAL N 1570 657
% 70 30
Teoría de la variación y sociofonología 119
/r̄ /, vibrante múltiple, alveolar, sonoro, con numerosos alófonos en los diver-
sos dialectos del español (e.g., sordos, fricativos, velares). La asibilación está
muy difundida en Hispanoamérica (partes de Guatemala, Costa Rica, Vene-
zuela, Cuba, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Argentina,
México y el Suroeste de los Estados Unidos) y se constata también en España
(Canfield 1981, 13; Lastra y Martín Butragueño 2006).
En su estudio, Rissel (1989) codifica variantes asibiladas versus no asibi-
ladas. En general, la asibilación de /ɾ/ final es mucho más frecuente que la de
/r̄ /, y nunca ocurre cuando /ɾ/ final va seguida de consonante. Los factores
extralingüísticos examinados incluyen el sexo y el nivel sociocultural del
hablante, el estilo (conversación y lectura) y las actitudes de los jóvenes estu-
diados hacia los roles asociados con mujeres y hombres.
Este último factor resulta novedoso. Se examina por medio de dos pregun-
tas que la autora hace a cada joven durante la entrevista: “¿Crees tú que las
mujeres casadas deberían trabajar fuera de la casa?” y “Después que te cases,
¿quieres que tu esposa trabaje fuera de la casa?” o (a las mujeres) “Después
que te cases, ¿quieres continuar trabajando?”. Aprobar que la mujer casada
trabaje fuera de la casa se interpreta como no tradicional. La autora reconoce
la limitación de estas preguntas, pero obtiene resultados que apuntan en
direcciones interesantes para futuras investigaciones.
En el grupo de jóvenes estudiados, las mujeres asibilan más frecuente-
mente que los hombres. Además, la correlación entre asibilación y actitudes
resulta también estadísticamente significativa. Las mujeres y los hombres de
actitudes menos tradicionales, i.e., los que aprueban que la mujer casada
trabaje fuera de la casa, tienen el mismo porcentaje de asibilación. A partir de
este punto, la frecuencia de asibilación aumenta gradualmente en las mujeres
de acuerdo con actitudes cada vez más tradicionales. Entre los hombres se da
la relación inversa: menos asibilación de acuerdo con actitudes cada vez más
tradicionales. La asibilación es además más pronunciada en los grupos socia-
les medio y bajo. Estos resultados son interesantes, pues apuntan en la misma
dirección de los resultados obtenidos por Fontanella de Weinberg (1979) y
Wolf y Jiménez (1979) para el ensordecimiento de /ʒ/ en Bahía Blanca. En
ambos lugares, la variante local (asibilación, ensordecimiento) alcanza una
etapa en la que una mayor o menor frecuencia tiene asociaciones con con-
ducta femenina o masculina; es decir, las diferencias frecuenciales son sím-
bolo de diferencias según sexo y parecen apuntar a un cambio en curso: el
aumento gradual de las variantes locales.
Lo contrario ocurre cuando la variante local no goza de prestigio, como
muestran Michnowicz y Carpenter (2013) para las variantes aspiradas de /p,
t, k/ en el español de Yucatán, consideradas no estándares. En este caso, las
Teoría de la variación y sociofonología 121
a las normas de prestigio a través de las diferentes edades, aunque los hablan-
tes de la clase social más baja nunca logran completo dominio de la variante
estándar. De hecho, cuando se consideran dialectos verticales (o sociolectos),
se observa que las diferencias lingüísticas más marcadas se asocian con dife-
rencias de clase social. Discutimos esta correlación en la sección siguiente.
de haber (yo ha, nosotros hamos) son variables que se presentan exclusiva-
mente en los estratos socioculturales más bajos. De estos hechos surge natu-
ralmente la pregunta: ¿Por qué? ¿Qué motiva la difusión de ciertas variantes a
través de barreras sociales y la contención de otras? Esta pregunta, que sigue
siendo motivo de interesantes investigaciones empíricas, se responde a veces
en relación al prestigio local, a veces encubierto, asociado con las variantes en
cuestión.
La correlación entre rasgos lingüísticos y grupo socioeconómico cambia
tanto a través del tiempo como a través de las barreras geográficas. Así, un
rasgo lingüístico puede ser considerado de prestigio en una región o país,
neutro en otro y estigmatizado en un tercero. Un posible ejemplo lo consti-
tuye el leísmo para seres animados masculinos, de prestigio en Castilla, pero
neutro o incluso estigmatizado en el Cono Sur de América. En el plano foné-
tico, la aspiración de /s/ implosiva es estigmatizada en Castilla mientras que
la realización categórica de /s/ como fricativa alveolar sería estigmatizada en
el Cono Sur de América.
Entre los parámetros usados para definir objetivamente la clase social de
un individuo, el nivel educativo ha mostrado ser el factor que mejor predice
las características lingüísticas de la muestra (ver Cuadro 4.4). El sistema
educacional crea conciencia lingüística entre niños y adolescentes mediante
la enseñanza de reglas prescriptivas y la corrección abierta de rasgos lingüís-
ticos de poco prestigio. Además, la exposición extensa y continuada a la
lengua escrita estándar y normalizada de los textos de estudio y otros docu-
mentos facilita la autocorrección y la supresión de regionalismos.
De hecho, los hablantes pueden llegar a suprimir o producir menos fre-
cuentemente una variante de poco prestigio. Sin embargo, a pesar de esta
conducta corregida, podrían ser clasificados dentro de la clase social en la
que han sido socializados, ya que la supresión de varios rasgos lingüísticos
no es fácil de lograr. Los hablantes nativos de una lengua perciben la con-
ducta lingüística de otros hablantes de manera global y, a partir de este
juicio global —que incorpora claves fonéticas, prosódicas (ritmo, entona-
ción), léxicas, etc.—, los clasifican en uno u otro grupo social. Queda claro,
entonces, que la caracterización se perfila con más exactitud si se toma en
cuenta más de una variable. En todo caso, los estudios de variación socio-
fonética han mostrado al menos tres hechos interesantes: (a) ciertas varia-
bles son más sensibles que otras al parámetro socioeconómico; (b) los
procesos de autocorrección se aplican más estrictamente en el caso de
estereotipos lingüísticos; (c) los porcentajes combinados de un grupo de
variables estratifican más clara y apropiadamente a los hablantes en dife-
rentes estratos sociales.
132 Capítulo 4
tas a prestar constante atención al papel del individuo dentro del grupo, a los
factores que definen un grupo social, y a las razones por las cuales la conducta
de un individuo se desvía de la esperada para los miembros de un grupo
determinado. Surge aquí una problemática complejísima a la que no espera-
mos dar solución en estas páginas; nuestro objetivo es simplemente presentar
algunas de las posibles respuestas ofrecidas por varios investigadores.
Es axiomático en sociolingüística que todo estudio tiene como punto de
partida el individuo, ya que se necesita comprender primero la conducta de
este para llegar a comprender la del grupo. Esta metodología ha permitido
establecer que las diferencias individuales pueden ser mínimas, pero también
significativas incluso dentro de un grupo pequeño y bien definido como es la
familia. Esto se debe a que la experiencia lingüística y social de dos indivi-
duos es necesariamente diferente; es decir, la historia social del individuo
condiciona su habla de forma única. Diferencias lingüísticas identificadas
entre hermanos, por ejemplo, no se deben únicamente al factor sexo o edad,
sino que reflejan estilos de vida, valores, actitudes, expectativas y experien-
cias diferentes; en suma, una historia social diferente.
Observaciones similares llevaron a Sankoff y Laberge (1978) a proponer
que se adopte también la noción de mercado lingüístico en los estudios de
variación. Este enfoque establece que la conducta lingüística de los hablantes
será más o menos estándar según la importancia relativa que la variedad lin-
güística legitimizada por la ideología social dominante tenga en la vida
socioeconómica de los hablantes. En consecuencia, dentro de un grupo social
se darán conductas lingüísticas diferentes según las aspiraciones y/o la acti-
vidad socioeconómica de los miembros de dicho grupo social.
Es claro que el valor que pueda tener el acceso a la norma estándar no es
el mismo en campos de trabajo como la educación, la literatura y la política,
por ejemplo, comparados con trabajos de tipo manual o tecnológico. El índice
de participación en el mercado lingüístico no puede basarse solo en la ocupa-
ción, sin embargo, porque no se aplicaría apropiadamente en el caso de due-
ñas de casa, estudiantes, jubilados e individuos que hayan cambiado de
ocupación a través de su vida.
Otra dimensión explicativa de la variación que se ha explorado a través del
estudio de la dinámica de microgrupos sociales ha sido la de la integración a
la red social. La lengua desempeña un papel importante en la actividad social
de un individuo, integrándolo o no a un grupo social dado. Ya hemos visto
cómo los individuos en general se ajustan a las normas de su grupo social,
generacional, etc. La hipótesis relacionada con la red de enlaces sociales
establece que una red social densa o cerrada —esto es, una red constituida
por microgrupos cuyos miembros interactúan entre sí con mayor frecuencia
134 Capítulo 4
e intensidad que con los miembros de otra red social— restringe estrecha-
mente las normas de conducta de los individuos y conduce a un alto grado de
conformismo lingüístico y, por ende, a un bajo grado de desviación indivi-
dual. Al revés, una red social abierta o difusa, con lazos débiles de unión,
conduce a un grado bajo de conformismo lingüístico; es decir, la conducta
lingüística de los individuos se aleja de las normas de cualquier red social
densa con la que se compare.
Esta hipótesis, propuesta y examinada por Milroy (1980) en tres barrios de
Belfast (Irlanda del Norte, Reino Unido), parece estar basada en lo que Giles
y Powesland (1975) denominan la teoría de la acomodación, según la cual
los individuos tienden a acomodar su conducta lingüística a la de aquellos
con los que entran en contacto.
Los tres barrios estudiados por Milroy son de clase obrera y tienen carac-
terísticamente una estructura social basada en redes sociales densas con
lazos múltiples de unión entre sus miembros. Esto significa que la interac-
ción se desarrolla dentro de un territorio claramente definido y que los indi-
viduos están relacionados en varios niveles: de familia, de trabajo, de
vecindario y de amistad. El grado de integración de los habitantes de cada
barrio a la red social local es variable, sin embargo; en Belfast, se definió
cuantitativamente asignándole a cada individuo un punto o cero en relación
a cinco parámetros (Moreno Martínez 2002 presenta una crítica a la metodo-
logía de Milroy 1980):
Los estudios que toman como unidad social una comunidad de práctica
consideran la variación lingüística dentro de un cuadro amplio de conductas
sociales (Eckert 2000). Una consecuencia importante de esta perspectiva es la
visión de cambios de estilo no como resultado de la atención a la manera de
hablar o de acomodación a un interlocutor o un público (ver sección siguiente);
el estilo lingüístico se entiende, en cambio, como parte integrante de lo que el
hablante hace para construir su identidad social.
A pesar de las dificultades asociadas con una definición exacta de comuni-
dad de habla o comunidad de práctica, estos constructos continúan usándose
como marcos de referencia espacial y social en sociolingüística, junto a otras
dimensiones de la estructura social, como la red social, los subgrupos genera-
cionales, etc. Debemos tener presente, en todo caso, que el concepto de comu-
nidad, como el de clase social, implica un cierto nivel de abstracción, pues
sugiere la existencia de grupos discretos, lo que no corresponde a la realidad
objetiva de la sociedad.
4. ¿Queríh un traguito?
5. ¿Te quiereh tomar un trago?
6. ¿Quieres algo de beber?
7. ¿Le puedo ofrecer algo de beber?
Teoría de la variación y sociofonología 139
Situaciones
conversación,
clase, el individuo individuo relaciones
sermón, como como interper-
discurso, individuo miembro de sonales
juego, una catego- relaciones
etc. ría social de rol y
categoría
respectivamente, con una palatal lateral sonora [ˈoʎa] y con una palatal frica-
tiva sonora [ˈoʝa]. El yeísmo es característico de extensas zonas de España y
la mayor parte de Hispanoamérica. El mantenimiento de la oposición de
palatales se da generalmente en variedades del español en contacto con el
catalán y el vasco en España, y en contacto con lenguas nativas andinas en
América del Sur (e.g., quechua, guaraní, aymara).
En Barranquilla, Rodríguez Cadena (2013) identifica cuatro variantes de
la variable en una muestra de 72 hablantes barranquilleros en palabras como
calle, llave, yema, desayuno: una variante plena, [ʝ]; una debilitada, [j], apro-
ximante, palatal, sonora; una vocalizada, [i]; y una elidida, [Ø]. Estas dos
últimas son casi inexistentes, por lo que no las incluye en el análisis cuantita-
tivo. En 3998 casos, la variante más frecuente es la debilitada, con un 66%,
frente a la plena, con un 33%. El programa VARBRUL da los resultados
presentados en el Cuadro 4.5 (adaptado de la tabla 8 de Rodríguez Cadena),
que muestran que la variante debilitada es más probable en el estilo de con-
versación semidirigida, y menos probable en los estilos formales de lectura y
lista de palabras. Rodríguez Cadena (2013, 147) razona que “este resultado
es coherente con las tendencias sociolingüísticas del consonantismo del espa-
ñol, ya que las variantes debilitadas muestran mayor frecuencia y probabili-
dad en los contextos informales, espontáneos y vernaculares”.
Es de interés mencionar aquí un estudio de Caravedo (2013), que identi-
fica otras variantes de [ʝ] en el español peruano, aunque no las examina desde
la perspectiva estilística. Además de la aproximante [j] y la fricativa [ʝ] (como
en Colombia), estas variantes incluyen una fricativa postalveolar sonora [ӡ],
una africada no rehilada [dz] y una africada rehilada [dӡ]. Pero es el español
bonaerense el que ha atraído mayor interés, pues una de sus características
más prominentes es el yeísmo rehilado o žeísmo [ӡ], y el yeísmo ensordecido
o šeísmo, [ʃ], en palabras como lluvia, yo, calle, etc. (Fontanella de Weinberg
1979, Wolf y Jiménez 1979). Tres posibles pronunciaciones de lluvia son:
[j]uvia ~ [ӡ]uvia ~ [ʃ]uvia. Un aspecto relacionado que también ha sido estu-
diado es el de la acomodación de las variantes argentinas de (ʝ) a las variantes
Cuadro 4.6 Porcentaje de retención [s], aspiración [h] y elisión [Ø] de /s/ en dos
polos estilísticos en cinco clases sociales de Cartagena, Colombia
Estilo
Informal Lectura de palabras
[s] [h] [Ø] [s] [h] [Ø]
Clase social Porcentajes
Alta (A) 26 37 37 90 3 7
Media alta (MA) 19 38 43 95 2 3
Media (M) 22 34 44 95 2 3
Media baja (MB) 16 33 51 79 7 14
Baja (B) 17 36 48 73 10 18
Teoría de la variación y sociofonología 147
las cinco clases y en todos los estilos, pero en proporciones variables que
indican estratificación social y estilística. Los valores absolutos de frecuencia
de las variantes en los diferentes estilos son sensibles a las diferencias socia-
les, pero los patrones abstractos de variación a lo largo de la dimensión esti-
lística son los mismos a través del parámetro social.
El concepto unidimensional de estilo como reflejo del grado de atención
prestado a la forma de hablar se ha mostrado insuficiente como parámetro
explicativo de la variación diafásica. El usuario de una lengua no cambia su
manera de hablar porque quiere prestar mayor o menor atención a su habla,
sino que esta mayor o menor atención es una consecuencia de otras fuerzas
motivadoras que se desprenden del deseo, consciente o inconsciente, del
hablante de acomodar su habla a un interlocutor o público presente o ausente,
o de crear una imagen social que identifique su lugar en un orden social más
amplio.
Siguiendo algunos de los nuevos planteamientos con respecto a la variación
estilística, Medina-Rivera (1997) graba a cada sujeto en diferentes situaciones
por períodos de al menos sesenta minutos cada vez para poder así obtener
muestras de diversos temas y tareas discursivas. Medina-Rivera decide uni-
formar la muestra en relación al parámetro clase social. Su examen del factor
estilo incorpora cuatro factores a los ya tradicionales:
4.6 Resumen
Cerramos aquí este capítulo sobre teoría sociolingüística y variación fonoló-
gica. Esperamos haber demostrado que la variación lingüística está condicio-
nada tanto por factores sociales más o menos obvios —como la edad, el sexo
y la clase social— como por factores sociales más sutiles relacionados con la
historia social del individuo, con sus ambiciones y con los grupos sociales
con que se identifica o aspira a identificarse. La teoría lingüística no puede
dejar de reconocer estos hechos. Son ya numerosos los estudios de variables
fonológicas del español que los confirman. Entre las variables ya examina-
das, aunque no de manera exhaustiva, están (ver referencias a lo largo de este
capítulo):
Preguntas de comprensión
1. ¿Qué se propone estudiar el enfoque sociolingüístico del estudio del
lenguaje? ¿Por qué es relevante este enfoque? ¿Cómo se define la variable
lingüística? ¿Qué es una variante de una variable?
2. ¿En qué consiste la hipótesis funcional en el estudio de la variable fonética?
¿Qué factores se han señalado como relevantes en la elisión o debilitamiento
de (s)? ¿Apoyan los estudios reseñados la hipótesis funcional?
3. Explica qué son indicadores, marcadores y estereotipos.
4. ¿En qué difieren las nociones de sexo y género? Explica las características
que según los estudios sociolingüísticos diferencian el habla de los hom-
bres y las mujeres.
5. Explica la noción de prestigio abierto y prestigio encubierto y las razones
por las que los hablantes usan formas de bajo prestigio.
6. La distribución de variables según edad típicamente refleja tres situacio-
nes: ¿cuáles son?
7. Explica en qué consisten las clasificaciones alternativas de grupos sociales
que se han propuesto (historia social, redes sociales, mercado lingüístico).
8. ¿Cuáles son los tres componentes básicos en el contexto situacional en que
se dan las interacciones lingüísticas? ¿Qué tareas propone la metodología
laboviana para obtener muestras de habla con variación estilística?
Ejercicios de reflexión
Ejercicio 1
Repasa los factores que condicionan la elisión y aspiración de -s final en los
estudios de Poplack (1979) y Samper Padilla (1990) reseñados en este capí-
tulo. Determina cuál es el comportamiento que predicen para las ocurrencias
de -s final en el siguiente texto:
150 Capítulo 4
“El lunes pasado, mientras Amalia mostraba la casa a los compradores tú dor-
mías. Lo mismo hacías el martes. Los demás días o no estabas aquí o mirabas
telenovelas”.
Ejercicio 2
Junto con otros compañeros de clase, considera los argumentos de Bosque
(2012) y Moreno Cabrera (2015) en lo que respecta al debate sobre el uso
sexista del lenguaje (ambos artículos están disponibles en internet; ver refe-
rencias). ¿Cuál de las posiciones representadas es en tu opinión más acertada?
Ejercicio 3
Las siguientes expresiones describen situaciones que podemos encontrar en
estudios sociolingüísticos. De acuerdo con lo visto en este capítulo, di si cada
uno de los siguientes enunciados (típicamente) se podría referir a una variante
de prestigio, a una variante estigmatizada o es algo neutro, o si sencillamente
los enunciados no expresan nada que permita saberlo. Cada afirmación debe
evaluarse independientemente de las demás.
Ejercicio 4
Comenta detalladamente el Cuadro 4.6, que presenta porcentajes de retención,
aspiración y elisión de /s/ en Cartagena, Colombia, en covariación con las
variables nivel socioeconómico y estilo. Compáralo con los datos del Cuadro
4.2 (Castañer, Puerto Rico) y los datos de Santiago de Chile que reporta Cid-
Hazard (2003), presentados en el Capítulo 2. Explica qué diferencias y seme-
janzas tiene el comportamiento de las variantes en las tres comunidades
estudiadas.
Teoría de la variación y sociofonología 151
Ejercicio 5
Elabora y analiza una lista de fenómenos de variación fonológica que se estén
produciendo actualmente en una comunidad hispanohablante. ¿Tienes la
impresión de que ciertas variables son favorecidas por determinados grupos
de edad, sexo y/o nivel socioeconómico?
5
Variación sintáctica y morfosintáctica
5.1 La cuestión del significado en la variación sintáctica
El interés científico del paradigma variacionista es la explicación de las
estructuras morfosintácticas tal como se observan en la lengua en uso, ya sea
en el discurso oral o escrito. El objetivo central es la descripción e interpreta-
ción de la variación entre formas que aparentemente “dicen la misma cosa”
(por ejemplo “Te llamo mañana” ~ “Te llamaré mañana”). Este objetivo no
ha estado exento de controversia. En verdad, la correlación entre variables
sintácticas y sociales fue en un principio un punto bastante debatido en socio-
lingüística, especialmente desde que Lavandera (1978) cuestionó explícita-
mente la posibilidad de extender la noción de variable sociolingüística a otros
niveles descriptivos además del fonológico.
El éxito logrado en los estudios de variación fonológica aplicando los
métodos labovianos y las técnicas de análisis cuantitativo desarrolladas tanto
por Labov (1966) como por D. Sankoff (1978), motivó a los sociolingüistas
a aplicar las mismas técnicas y métodos en el análisis de casos de aparente
variación sintáctica. Así se estudiaron, por ejemplo, fenómenos tales como la
negación múltiple en inglés (Labov 1972b), la elección de modo verbal en
cláusulas condicionales en español (Lavandera 1975), la expresión del sujeto
y su posición con respecto al verbo en español (Bentivoglio 1987; Silva-
Corvalán 1982).
La extensión del modelo sociolingüístico al nivel morfológico y al sintác-
tico parecía, en un principio, justificada. G. Sankoff (1973, 58, nuestra tra-
ducción), por ejemplo, había afirmado que “la extensión del modelo
probabilístico de la fonología a la sintaxis no es un paso conceptualmente
difícil”, lo que según ella había quedado comprobado por los resultados de un
número de investigaciones realizadas en Nueva Guinea y en Montreal que
parecían indicar que la variación morfológica y sintáctica estaban condicio-
nadas de manera consistente y sistemática por factores lingüísticos internos y
por factores externos de tipo social y estilístico.
La definición de la variable sintáctica (o morfosintáctica) replicaba la de
la variable fonológica como dos o más realizaciones o actualizaciones de un
elemento común; o dos o más formas de decir la misma cosa. La naturaleza
de la variación morfosintáctica, sin embargo, no es análoga a la de la varia-
ción fonológica, por varias razones, resumidas en (a) a (d) a continuación:
152
Variación sintáctica y morfosintáctica 153
(a) Hay menos variación sintáctica que fonológica en una variedad deter-
minada de lengua. Una variable sintáctica tiene generalmente dos variantes
(por ejemplo, “Vi a Juan” ~ “Lo vi a Juan”), mientras que una fonológica
tiene casi siempre al menos tres variantes, y con frecuencia más de tres.
(b) La variación sintáctica es más difícil de estudiar y, especialmente, de
cuantificar, debido a la poca frecuencia con que se dan los contextos de ocu-
rrencia de una variante determinada y a la dificultad de obtener ejemplos del
uso de una u otra variante sin elicitarlos directamente. La expresión del sujeto
en español es quizá la variable sintáctica más frecuente. Así y todo, en una
oración dada hay un solo sujeto mientras que puede haber muchos casos de
una variable fonológica, como por ejemplo la -s implosiva.
(c) Los contextos de ocurrencia de una variable sintáctica son en general
más difíciles de identificar y definir que aquellos de una variable fonológica.
(d) Aún más importante, la variación morfosintáctica plantea el problema
de las posibles diferencias de significado que pueden estar asociadas con
cada variante. Es decir, mientras las variantes fonológicas constituyen dos o
más formas “de decir la misma cosa”, las variantes de una variable morfosin-
táctica no son claramente dos o más formas diferentes de decir lo mismo,
como bien lo ha planteado también Otheguy (2014), entre otros.
A manera de ilustración, se pueden comparar las posibles variantes de
la variable (s) en el lexema “costa” (en el español de Chile, por ejemplo),
con una aparente variable sintáctica: la elección entre el orden “verbo-
objeto directo-frase preposicional” (2a), o “frase preposicional-verbo-
objeto directo” (2b).
Como acto ilocutivo, los ejemplos 5a–d pueden comunicar lo mismo: una
respuesta negativa a la invitación a hacer ejercicio. Sin embargo, en la teoría
sociolingüística desarrollada por Labov, 5a–d no son variantes de una misma
variable porque no tienen el mismo significado lógico o referencial. Por lo
tanto, aunque estamos de acuerdo con la preocupación teórica de Lavandera,
no podemos dejar de notar que una definición funcional de variable sintáctica
convierte el objeto de estudio en algo ilimitado, como lo indicamos con el
“etc.” bajo los ejemplos 5a–d.
Se ha notado también que para que una variable sintáctica sea sociolin-
güística, debe cumplir dos condiciones adicionales (Lavandera 1978): (a) las
variantes deben tener significado social, estilístico u otro más allá del signifi-
cado referencial; (b) la cuantificación de las variantes debe ser tal que las
frecuencias relativas de ocurrencia según ciertos factores sean las indicadoras
directas de los significados no referenciales (i.e., social y/o estilístico).
Subrayamos el elemento socio-porque queremos llamar la atención hacia
la existencia de variación que no es de carácter esencialmente social. En ver-
dad, el análisis de algunas variables sintácticas y morfosintácticas ha mos-
trado que en muchos casos el efecto de factores sociales externos (e.g., etnia,
educación, sexo, edad) sobre la elección de una u otra variante es mínimo o
inexistente. Los factores lingüísticos internos que condicionan la variación
han resultado ser, por otra parte, de gran interés y han llevado a asignar un
papel central a los aspectos semánticos, pragmáticos y cognitivos de las uni-
dades lingüísticas (Aijón Oliva 2013; Aijón Oliva y Borrego Nieto 2013;
Blas Arroyo 2008; Claes y Ortiz López 2011; Serrano 2010; Serrano y Aijón
Oliva 2012; Silva-Corvalán 1996; entre otros). Explicaciones semánticas y
pragmáticas de la variación morfosintáctica forman parte importante de una
visión teórica integrada de la sociolingüística.
No es difícil identificar variables fonológicas, pero sí puede serlo la iden-
tificación y justificación de variables en los niveles morfológico, léxico y
sintáctico, es decir, donde las posibles realizaciones equivalentes de un
mismo elemento no son en verdad equivalentes en cuanto a su función o
significado contextual. La pregunta que surge frecuentemente es la siguiente:
¿Se usa una forma en vez de otra porque se quiere comunicar un mensaje
diferente, por muy sutil que sea, o es una elección libre entre alternativas que
comunican lo mismo?
Hay variables sintácticas y morfológicas que no parecen conllevar diferen-
cias de significado en ningún nivel de análisis lingüístico o pragmalingüístico
Variación sintáctica y morfosintáctica 157
Por otro lado, la expresión variable de sujetos en español parece estar con-
trolada por factores semántico-pragmáticos que no nos permiten definir esta
variación entre expresión y no expresión como dos formas de decir la misma
cosa. Obsérvese el ejemplo 9, donde la expresión o no del sujeto “yo” en 9b
tiene consecuencias semánticas claras, ya que un sujeto cero implica que es
“ella” la que “estaba temblando” y no “yo”, tal como el hablante especifica.
Según D. Sankoff (1988), o las dos formas (ser y estar en nuestro caso)
tienen la misma función, es decir, su significado se ha neutralizado en el
discurso, o las formas retienen funciones diferentes y estas funciones alter-
nan, es decir, unos hablantes usan una forma con su función en los mismos
contextos donde los otros hablantes usan la otra forma con su otra función. El
complejo forma-función está, entonces, en distribución complementaria en la
158 Capítulo 5
ticos. Si, por otra parte, comprobamos que las variantes conllevan diferencias
de significado más allá del nivel lógico o referencial, la interpretación de una
posible covariación con factores sociales y estilísticos constituiría una tarea
delicada y compleja de llevar a cabo. Podemos sugerir, siguiendo a Lavandera,
que se interprete como indicadora de diferentes estilos de comunicación. Más
apropiado sería, sin embargo, recoger tantos datos como sea suficiente para
controlar los factores semántico-pragmáticos en el análisis cuantitativo, como
explicamos más adelante.
Reconocemos, entonces, al menos dos niveles de significado: (a) referencial
o lógico, independiente del contexto discursivo; y (b) contextual, de semántica
discursiva o pragmática discursiva, que se deriva del uso de las formas lingüís-
ticas en el discurso en un contexto comunicativo dado. El significado contex-
tual es examinado en la etapa de análisis cualitativo, etapa que permite proponer
variables explicativas que corresponden a las hipótesis sobre el efecto de los
factores semánticos y pragmáticos sobre las diversas realizaciones de la varia-
ble. Volvamos al ejemplo de la minitableta.
Entre los dos extremos de aserción y no aserción —donde hay una corre-
lación perfecta entre la matriz léxica o sintáctica y el modo de la cláusula
principal y subordinada— hay matrices que van de mayor a menor asertivi-
dad y que favorecen la presencia de Indicativo o Subjuntivo sin requerirla
obligatoriamente. Estas matrices permiten mayor creatividad a los hablantes.
Así, quizá, por ejemplo, coocurre tanto con Subjuntivo como con Indicativo
(Finanger 2011; C. García 2011); y no saber coocurre más frecuentemente
con el Indicativo, pero los hablantes pueden seleccionar el modo para comu-
nicar su punto de vista con mayor o menor certeza, como en 18 y 19, respec-
tivamente:
Los análisis de variación tienen que diferenciar todos estos posibles con-
textos de uso del Indicativo y Subjuntivo. Además, la conciencia de que los
Variación sintáctica y morfosintáctica 163
26. Si vienes (I) / vinieras (S) de Guadalajara para el Cinco de Mayo . . .
29. Cuando va (I) uno a la escuela ya no tiene tanto tiempo para viajar.
30. . . . dije yo: ‘Si me caso (I) yo con este hombre, ¿cómo sería mi
vida?’
Lavandera observa que los hablantes que usan variablemente una forma
Condicional lo hacen a expensas del Subjuntivo, y propone que esta sustitu-
ción es motivada por una necesidad comunicativa de los hablantes: el deseo
de diferenciar entre situaciones más o menos probables de actualizarse en un
mundo futuro.
Los contextos más probables favorecerían el uso del Condicional y los
menos probables el del Imperfecto de Subjuntivo. La tercera forma, Presente
de Indicativo, es la única de las tres que puede referirse a hechos no contra-
rios a la realidad (39), aunque también puede referirse a hechos que son solo
probables (40) y no probables (41) (Lavandera 1975, 237 y 281).
Cuadro 5.1 Frecuencia relativa de las variantes -ra/-se, -ría, -ba en los diferentes
contextos lingüísticos
N -ra/-se -ría -ba
Prótasis 72 25 38% 46 64% 1 1%
Apódosis 33 — 19 55% 14 45%
Otros contextos 169 36 21% 133 79% —
45. Él si saldría otra cosa, se marchaba, pero está tan malo España, está
muchísimo malo.
46. ¿Dónde vas con cincuenta años? Únicamente si los hijos emigraran
y harían allí fortuna, vamos, entonces si harían fortuna, se llevarían
a los padres cuando seríamos más viejos.
47. Ahora que si yo me volvería joven, me dirían, “Te vas a volver
joven, Joaquina, y no vas a cobrar una perra de pensión”, yo mejor
quería la juventud.
48. Y decíamos, “Si ahora despertaría y se viese con su trajecito del
Corazón de Jesús”.
49. Sería feliz si no tendría este dolor.
50. Si ella estaría sola, se arreglaba con ese dinero.
Cuadro 5.2 Frecuencia relativa de las variantes -ra/-se, -ría según la edad y el
sexo de los hablantes
-ra/-se -ría
N total N % N %
Mujeres (14) 126 34 27% 92 73%
Hombres (12) 114 27 24% 87 76%
Edad: 14–30 (8) 31 3 10% 28 90%
Edad: 30+ (18) 209 58 28% 151 72%
172 Capítulo 5
51. Me vine con Pepe hoy a la oficina; Pepe/él/Ø vive cerca de mi casa.
52. Ø/yo hablo bien español, pero el francés Ø/yo lo hablo muy mal.
Variación sintáctica y morfosintáctica 173
53. Contraste
Mi señora habla bien inglés pero yo lo hablo muy quebrado.
*Mi señora habla bien inglés pero Ø lo hablo muy quebrado.
54. Información focal
A: ¿Quién trajo este diario? B: Yo lo traje. / *Ø lo traje.
55. Clarificación del referente del sujeto
S: Pues, se me grabó tanto en la mente que cuando la sepultaron, yo
de noche miraba visiones, pero era la realidad. Porque yo desper-
taba gritando y mi hermana tenía que levantarse a verme. /C: Ah,
fíjate./ (a) Y ella iba a mi lado (b) y yo estaba temblando, que hasta
los dientes se oían que pegaban.
distintas del español pueden ser diferentes, pero la expresión del sujeto prono-
minal responde de manera similar a los mismos condicionantes o variables
explicativas.
El factor “ambigüedad de la forma verbal” también muestra correlaciones
similares en algunos dialectos, pero no hay acuerdo general. Un número de
estudiosos ha sustentado la idea de que la ambigüedad se correlaciona con
mayor frecuencia de expresión de sujetos (e.g., Bentivoglio 1987; Blanco
Canales 1999; Lastra y Martín Butragueño 2015; Silva-Corvalán 1982 y
1994a), pero otro número similar no encuentra apoyo para tal relación (e.g.,
Enríquez 1984; Miró Vera y De Pineda Pérez 1990; Ranson 1991; Samper
Padilla et al. 2006).
La persona gramatical es uno de los factores que inciden en el uso o no de
un pronombre sujeto. Con excepción del pronombre uno indefinido, que en
general presenta la probabilidad más alta de ocurrencia, los pronombres sin-
gulares no tienen siempre el mismo ranking. Lo que sí es común a todas las
variedades estudiadas es que los sujetos singulares se expresan con mucho
mayor frecuencia que los plurales. Esto se ve claramente en la tabla 8.2a de
Otheguy y Zentella (2012, 163), basada en datos de inmigrantes recientes a
Nueva York. Dicha tabla muestra una probabilidad muy baja de expresión de
los pronombres plurales de primera y de tercera persona definida e indefinida.
La probabilidad de expresión es favorecida por usted indefinido, por uno y
por tú (definido e indefinido). Yo, usted definido y él/ella favorecen la expre-
sión, pero su peso probabilístico no es estadísticamente significativo.
Algunos resultados globales de expresión de sujetos pronominales indican
que estos se expresan con mayor frecuencia en el español del Caribe y en
Santiago de Chile que en otras variedades del español. Esta comparación no
es del todo fiable, sin embargo, pues los estudios examinados no han incor-
porado los mismos factores, no han separado en todos los casos contextos
obligatorios de los opcionales y se han propuesto diferentes preguntas. Las
discontinuidades frecuenciales observadas se han postulado como diferen-
cias diatópicas más que sociales. A pesar de los problemas que presenta la
comparación, en el Cuadro 5.3 (adaptado de la tabla 7 de Cerrón-Palomino
2014) intentamos dar una idea sobre las diferencias y semejanzas interdialec-
tales en cuanto a la expresión de pronombres sujeto en general.
La hipótesis funcional defendida por Hochberg (1986) propone que la
mayor frecuencia de sujetos en el Caribe responde a la necesidad de compen-
sar la información de persona y número que se pierde al elidir la /s/ de las
desinencias verbales. La elisión de /s/ implosiva es más frecuente en las
variedades caribeñas (dominicanos, puertorriqueños, cubanos, barranquille-
ros; Castañer es una excepción) y en Santiago que en el resto de las varieda-
Variación sintáctica y morfosintáctica 177
Cuadro 5.3 Tasa de sujetos pronominales en relación con localidad o país de origen
Localidad o país de origen de los hablantes Tasa pronominal
San Juan, Puerto Rico 44,7%
Dominicanos en Nueva York 41%
Santiago, Chile 38%
Puertorriqueños en Boston 37%
Puertorriqueños en Nueva York 35%
Barranquilla, Colombia 34,2%
Cubanos en Nueva York 33%
Castañer, Puerto Rico 28%
Ecuatorianos en Nueva York 27%
Colombianos en Nueva York 24%
México, D.F. 21,7%
Madrid, España 21%
Mexicanos en Nueva York 19%
Lima, Perú 16,8%
que ha vivido en los Estados Unidos desde más o menos los veinte años de
edad, da en principio algo de apoyo a la hipótesis.
La narrativa en el ejemplo 16 del Capítulo 6 contiene 27 verbos finitos,
que podrían haber ocurrido con sujeto explícito. De estos, 11 están en el
Pretérito, 8 están en el Presente de Indicativo y 8 en el Imperfecto. Como
muestra el Cuadro 5.7, hay un aumento gradual de expresión del sujeto par-
tiendo del porcentaje más bajo con el Pretérito, luego el Presente de Indica-
tivo, seguido de las formas de Imperfecto, que tienen el porcentaje más alto
de expresión.
Este análisis motiva una cuestión metodológica interesante con respecto a
la selección de pasajes incluidos en estudios de la expresión de pronombres
sujeto. Las funciones identificadas para los diferentes tiempos (Cuadro 5.6)
son características del discurso narrativo, y este es el tipo de discurso quizá
más frecuentemente analizado. Estudios futuros de la expresión del sujeto
deberían incorporar una gran variedad de géneros o tareas discursivas y tabu-
laciones cruzadas que controlen estas diferencias de género, así como también
otros factores que se sabe que tienen correlación con la expresión del sujeto
(e.g., primera persona singular; uno no específico). Un enfoque de este tipo es
empleado por Travis (2007), quien estudia el efecto que las diferencias de
género discursivo pueden tener en la expresión del sujeto de primera persona
singular en dos géneros —narración y conversación— en datos de Nuevo
México y de Colombia. La autora muestra que el género del discurso es un
factor que debe considerarse, pues en su estudio los datos conversacionales
Cuadro 5.7 Pronombres sujeto expresados según el tiempo usado en una narrativa
Tipo A (Pretérito) Tipo B (Presente I) Tipo A (Imperfecto)
N % N % N %
3/11 27% 3/8 38% 4/8 50%
182 Capítulo 5
exhiben una tasa mayor de expresión de sujetos comparados con los porcenta-
jes de expresión en narraciones.
Parece que la frecuencia de sujetos explícitos con diferentes personas gra-
maticales responde a restricciones de tipo comunicativo/pragmático que se
reflejan en la distribución diferencial de pronombres específicos y no especí-
ficos. Los pronombres específicos tienen un referente identificable, bien deli-
mitado; los no específicos —uno y, ocasionalmente, tú— tienen un referente
indefinido que incluye al hablante, posiblemente al interlocutor, y a otros no
especificados. Los ejemplos 56 y 57, de datos de Los Ángeles, ilustran pro-
nombres no específicos.
58. C: . . . después que ya he estado hablando unas dos, tres horas en
inglés, me siento como cansada, quiero poder hablar en español,
fíjate. No sé si a ti te pase igual.
A: Sí, porque se esfuerza uno más, está uno pensando en español y
tratando de hablar en inglés y es doble trabajo, entonces.
Sin usted, tanto mamá como la receptora de la carta podrían ser las que
sufren la alergia. Los porcentajes de expresión de sujetos son evidentes: 19%
con formas no ambiguas, 43% con verbos ambiguos cuyo referente es clari-
ficado por el contexto de uso, y un altísimo 90% de expresión con formas que
permanecerían ambiguas en el contexto.
186 Capítulo 5
67. Pero yo me levanto a ver qué se va a hacer ese día. (a) Si el niño
necesita esto [S V O], (b) si la niña necesita lo otro [S V O], (c) y
así va la rutina [V S], . . . (d) Y los niños realmente nos tienen
jóvenes [S V X]. Porque Héctor dice de (e) cuando tenía él dieciséis
[V S X], diecisiete (f) y llegaba el mes de marzo [V S], le gustaba
subirse a una loma y volar papalotes.
68. En esos años, si vivía uno en ese barrio es que era rico.
sujetos), los OIs ocurren en posición preverbal casi tan frecuentemente como
postverbal. La posición usual del OD, en cambio, es postverbal. La aparición
en posición preverbal es explotada con varios propósitos comunicativos, los
que van desde el establecimiento de cohesión en el discurso hasta indicar que
el referente del O es contrario a lo esperado. Existe además una relación
interesante entre la entonación y el orden de palabras: ciertos Os son coloca-
dos en posición preverbal porque, en esta posición, el contorno entonacional
de la oración permite asignar prominencia a constituyentes preverbales que
no comunican información nueva. El O en el ejemplo 72, con el patrón ento-
nacional no marcado de una oración declarativa simple, recibe la mayor
altura tonal, mientras que la frase “por muy bien cierto” recibe el acento pri-
mario de la oración (Silva-Corvalán 1983b).
OD Función
[–nuevo, –contrastivo] = enlace contextual
[–nuevo, +contrastivo] = foco contrastivo
[±nuevo, +contrastivo] = contrario a lo esperado
[+nuevo, –contrastivo] = complemento focal
Este breve examen de la variable orden de palabras deja en claro las difi-
cultades inherentes a la extensión del concepto de variable sociolingüística al
nivel de la sintaxis. Esta variable es cualitativamente diferente, pues está
condicionada por factores relacionados con el mayor o menor peso informa-
tivo de los constituyentes de una oración. La frecuencia de ocurrencia de una
u otra variante posicional, por tanto, refleja primeramente propiedades del
discurso y consecuentemente no tiene por qué formar un patrón regular de
covariación con factores sociales.
Como sugerimos en secciones anteriores, este tipo de variables requiere
antes que nada un estudio riguroso de la función de cada variante en el dis-
curso. Luego, el establecimiento de correlaciones sociolingüísticas válidas
podrá hacerse con respecto a cada una de las funciones de cada variante, y
esto siempre que identifiquemos variación con respecto a cada función. En
196 Capítulo 5
El uso repetitivo del clítico verbal, o pronombre átono, ocurre con series
verbales que permiten la subida del clítico de un verbo subordinado (vacunar
y dejar en 78) a un verbo semiauxiliar (tener que e ir a). La presencia o ausen-
cia del clítico pleonástico no conlleva diferencias de significado contextual.
En variedades estándares, el clítico solo puede ocurrir a la izquierda del verbo
finito o a la derecha de la forma no finita, pero no en las dos posiciones.
Los clíticos pleonásticos no ocurren en el habla de individuos con nivel
terciario de escolaridad en Santiago de Chile (Silva-Corvalán 1981a). Por otra
parte, en datos de dieciséis hablantes de nivel primario de escolaridad, ocurren
con un porcentaje global de 11%. En este grupo socioeconómico, los clíticos
son al menos indicadores sociolingüísticos ya que covarían con factores socia-
les adscritos: edad y sexo. Su frecuencia aumenta de aproximadamente 4%
entre los niños a 15% entre los de más de cincuenta años de edad. Dentro de
cada grupo por edad, la variable distingue claramente a los hombres de las
Variación sintáctica y morfosintáctica 197
mujeres (i.e., covaría con el factor sexo), ya que ocurre siempre con más fre-
cuencia en el habla de los hombres, alcanzando el porcentaje más elevado
entre los hombres de quince a diecisiete años: 31%. Los clíticos pleonásticos
son, pues, de manera similar a una variable sociofonológica, una variable
sociosintáctica.
Cuadro 5.14 Tabulación cruzada entre posición del clítico y semántica del verbo
matriz en cuatro países. Los porcentajes corresponden a la posición preverbal.
(p ≤ 0,00)
Total % significado
casos Total epistém. deónt. gramatic. progresivo futuro básico
Chile 232 70% 85% 15% 92% 89% 91% 33%
México 210 77% 75% 63% 88% 80% 92% 41%
Venezuela 302 62% 75% 56% 78% 75% 74% 32%
España 327 70% 79% 60% 89% 91% 94% 41%
Notas: epistém. = modales epistémicos (poder, deber de); deónt. = modales deónticos (deber, tener
que); gramatic. = otros significados gramaticalizados, incluyendo progresivos y futuros
Variación sintáctica y morfosintáctica 203
Cuadro 5.15 Posición preverbal del clítico en perífrasis verbales con auxiliares
que ocurren diez o más veces en las muestras estudiadas
Chile-México-
Verbo matriz Grupo 1 Venezuela-España
Ir a 92% 89%
Estar 91% 83%
Poder 60% 76%
Querer 32% 61%
Empezar 73% 46%
Tener que 57% 45%
Deber 17% 34%
por los resultados de los estudios de Gómez Molina (2011), Guirado (2009)
y Schwenter (1999), quienes incluyen tanto la presencia (dequeísmo) como la
ausencia de de (queísmo). Schwenter muestra que la ausencia/presencia de la
preposición de en usos no estándares actúa como un marcador de la fuente de
información en que los hablantes se basan para emitir sus juicios, es decir,
actúa como marcador de evidencialidad: la presencia de de indica alejamiento
de la información expresada en la proposición; su ausencia comunica el com-
promiso del hablante con el contenido de lo que está comunicando.
Guirado (2009) examina en detalle el (de)queísmo en un corpus sociolin-
güístico de Caracas. Su investigación corrobora el valor de la preposición de
como marcador evidencial y explica por qué la tendencia al uso de la preposi-
ción aumenta cuando la fuente de la evidencia no es el hablante (i.e., el sujeto
no es yo; ejemplo 99, 25a de Guirado) y por qué tiende a omitirse cuando
hablante y sujeto gramatical coinciden (ejemplo 100, 23b de Guirado).
101. . . . ahora la última noticia es de que hasta la extrema derecha está
implicada en este asunto.
102. . . . uno el consejo que le da es de que no se embarace en los años
que está haciendo sus estudios.
Obligación
103. Todos debemos obedecer las leyes del tránsito.
104. Debes de ver médico si tienes fiebre.
Posibilidad
105. El alto debe ser el jugador.
106. Debe de estar enfermo, yo creo.
Preguntas de comprensión
1. Explica en qué se diferencia la variable morfosintáctica de la variable
fonética y por qué es más compleja de estudiar. ¿Qué cuestión principal se
debate en lo que respecta al significado en variación morfosintáctica?
210 Capítulo 5
2. ¿Cuáles son los principales factores que se han identificado como relevantes
en la variación en la expresión del sujeto en español? ¿En qué variedades se
da más expresión del sujeto? ¿Apoyan claramente la hipótesis funcional los
estudios disponibles ?
3. ¿Qué tendencias generales sigue el orden de palabras en el español con-
versacional? ¿En qué consiste la estrategia de la iconicidad sintáctica?
4. Describe los fenómenos conocidos como clíticos pleonásticos, el leísmo y
el laísmo, la duplicación de clíticos, los objetos nulos, y la subida de clíti-
cos. ¿En qué áreas del mundo hispánico se dan estos fenómenos? Menciona
para cada uno de ellos algún factor con que covarían.
5. Describe los usos variables del queísmo y dequeísmo y de la variación
entre deber y deber de.
Ejercicios de reflexión
Ejercicio 1
Los siguientes pares de oraciones representan variación morfosintáctica.
Analiza los ejemplos y determina si las variantes representadas podrían darse
en variación libre en el discurso, o si por el contrario la variación conlleva
diferencias de significado semántico o pragmático.
Ejercicio 2
Lavandera (1975) y Silva Corvalán (1984a) han estudiado los factores que
condicionan la elección de tiempo y modo verbal en oraciones condicionales
en Buenos Aires y Covarrubias, respectivamente. Compara los dos estudios
con especial atención a las siguientes cuestiones:
Variación sintáctica y morfosintáctica 211
Ejercicio 3
De entre los estudios de variación sintáctica reseñados en este capítulo (Condi-
cional/Subjuntivo, expresión del sujeto, orden de palabras, clíticos pleonásti-
cos, laísmo y leísmo, duplicación de clíticos, objetos nulos, subida de clíticos,
dequeísmo, variación deber/deber de), determina cuáles consideran factores
extralingüísticos exclusivamente, cuáles consideran solamente factores lin-
güísticos y cuáles consideran los dos.
Ejercicio 4
La menor frecuencia textual de las variables morfosintácticas es un inconve-
niente a la hora de su estudio. Por ejemplo, en el estudio del habla de Cova-
rrubias de Silva-Corvalán, treinta y seis horas de grabación solo dieron como
resultado 241 ocurrencias de oración condicional. ¿Puedes proponer algún
recurso metodológico para compensar este inconveniente?
Ejercicio 5
Una hipótesis que trata de explicar la expresión del sujeto en el español cari-
beño propone que la mayor frecuencia de sujetos en estas variedades responde
a la necesidad de compensar la información de número y persona que se pierde
al elidir la -s final (cf. Hochberg 1986). Algunos estudios ponen a prueba esta
hipótesis investigando dialectos con elisión de -s y comparándolos con la
expresión del sujeto en dialectos que retienen la -s (cf. Ranson 1991; Cameron
1993 y 1996; o el estudio de Los Ángeles de Silva-Corvalán). ¿Qué sugieren
estos estudios con respecto a la hipótesis funcional de Hochberg?
Por otra parte, ¿tienen alguna relevancia en el estudio de esta cuestión los
estudios de retención de -s final reseñados en el Capítulo 4 (Poplack 1979;
Samper Padilla 1990; Ranson 1993; Carvalho 2006)? Si es así, ¿apoyan estos
las tesis de Hochberg?
6
Pragmática del discurso oral
212
Pragmática del discurso oral 213
3. a. ¿Llegarás tarde?
b. No. Yo no te llego jamás tarde.
4. a. ¿Cuando llegas?
b. *Yo te llego esta tarde.
forma primaria y más frecuente de comunicación, aunque hoy en día las redes
sociales (por ejemplo, los mensajes de texto [‘texting’] y Facebook) y el
“meil” o correo electrónico son un desafío a la comunicación oral. Numerosos
estudios dedicados al análisis de la conversación han demostrado que este
registro tiene sus propias reglas y convenciones tanto lingüísticas como de la
forma en que la interacción debe proceder (Bañón Hernández y Fornieles
Alcaraz 2008; Briz 1998; Cestero Mancera 2000 y 2002–2003; Koike y James
2012; entre muchos). Algunas de las preguntas que se examinan en esta línea
de estudios incluyen: ¿Cómo se estructuran los turnos de habla? ¿Cuán uni-
versales o culturalmente específicas son estas estructuras? ¿Qué papel desem-
peñan o qué significado tienen el silencio, las repeticiones, las autocorrecciones
y las pausas en una conversación? ¿Cuáles son las estructuras lingüísticas y
las convenciones sociales que subyacen a tales actos conversacionales como
los saludos, las despedidas, las disculpas, los mandatos y las sugerencias?
En esta línea de investigación se entrecruzan las preocupaciones de socio-
lingüistas y pragmaticistas. La pragmática examina tales fenómenos como
los actos de habla, las presuposiciones e implicaturas, la deixis y otros que se
manifiestan en la conversación. La sociolingüística ha incorporado también
estos fenómenos en sus análisis del habla espontánea y ha examinado, por
ejemplo, la relación entre diversos actos de habla y algunos casos de varia-
ción sintáctica o morfosintáctica.
La comunicación lingüística no se realiza solamente con el propósito de
informar de algo, sino que muy frecuentemente con el propósito de lograr que
alguien haga algo, que reaccione de alguna manera al enunciado de un emisor.
Es decir, la lengua nos sirve para hacer cosas: hacer preguntas, saludar, pedir
disculpas, ofrecer condolencias, pedir un favor, dar direcciones, insultar, invi-
tar, prometer, amenazar, etc. Estos constituyen actos de habla, las unidades
mínimas de la comunicación verbal (Austin 1962).
Los actos de habla han sido estudiados principalmente por filósofos que
adoptan una perspectiva funcional del significado de las expresiones lingüís-
ticas. Se ha propuesto que un acto de habla tiene varios componentes, tres de
los cuales nos interesan aquí. Primero, el componente locutivo o acto de
emisión, que corresponde al enunciado mismo, su estructura gramatical y su
significado básico. Segundo, el componente o acto ilocutivo, que corresponde
a la intención (o intenciones) con que se produce el acto de emisión (e.g., la
emisión “Hace frío”, una afirmación como acto locutivo, puede ser dicha con
la intención ilocutiva de pedir al oyente que cierre una ventana). Finalmente,
el acto perlocutivo es el efecto o consecuencia que tiene el acto locutivo (e.g.,
el oyente cierra la ventana).
Todo acto de comunicación involucra al menos los componentes locutivo,
ilocutivo y perlocutivo. El ejemplo dado, “Hace frío”, sugiere sin duda que
Pragmática del discurso oral 217
relatados. Esta orientación se puede dar en una sección aparte o puede apare-
cer en las cláusulas narrativas mismas. La forma verbal más frecuente en las
secciones de orientación es el Imperfecto de Indicativo (I), pero también
aparecen el Presente Simple (PI) y Progresivo, el Imperfecto Progresivo, el
Pretérito (P) y el Futuro morfológico.
Uno de los elementos más importantes de la narrativa es la evaluación,
aquella sección en la cual el narrador indica cuál es la razón de ser de la
narrativa, por qué los hechos son importantes, por qué vale la pena recordarlos
y contarlos. La evaluación también puede darse en secciones independientes
o en las cláusulas narrativas a través de toda la historia. En el primer caso, la
evaluación se clasifica como externa, en el segundo, como interna. Los ele-
mentos lingüísticos empleados en la evaluación pueden ser de tipo léxico,
sintáctico y prosódico; por ejemplo, ciertos adjetivos, cláusulas superlativas,
el habla reportada, exclamaciones, preguntas retóricas, acentuación enfática,
pausas y, como veremos a continuación, el uso del Presente histórico.
La coda y la resolución o resultado tienen funciones que coinciden par-
cialmente según las definiciones dadas por Labov. La resolución dice lo que
ocurrió finalmente. La coda, por su parte, señala explícitamente que la histo-
ria ha terminado, por medio de expresiones tales como: “Y eso fue todo”, “Y
así terminó la cosa”, “Y eso fue lo que nos contó”, o puede indicar el efecto
de los hechos relatados. De cualquiera de estas maneras, la coda permite un
cambio de pasado a presente en el enfoque temporal y señala además el tér-
mino de un tipo de discurso. Todas las narraciones tienen resolución, pero
solo una minoría contiene una coda expresada lexicalmente.
En el discurso narrativo, por ejemplo, el Presente del Indicativo (PI) es
prototípicamente imperfectivo, estativo, en las secciones que sirven a la fun-
ción de orientación; mientras que es necesaria y prototípicamente perfectivo
y dinámico en las cláusulas narrativas (ver el ejemplo 13). Por otro lado, el
resumen de una historia, que contiene los acontecimientos más sobresalien-
tes, es codificado en una forma perfectiva, como se muestra en 9 y 10.
y 13t; y el Presente histórico en 13m–o, 13r y 13s. Otros usos del Presente de
Indicativo, como en la orientación, tienen como punto de referencia temporal
el momento de hablar y no podrían ser sustituidos por el Pretérito.
En la narrativa oral, entonces, la variación Pretérito-Presente histórico es
posible solo en las cláusulas narrativas. Aquí, el Presente histórico tiene una
función retórica: la de presentar hechos pasados en forma más vívida; es
decir, su función es evaluativa.
Recordemos que un elemento importante de la narración es su evaluación:
los mecanismos mediante los cuales el narrador hace que la historia parezca
interesante, divertida o fuera de lo usual.
Observemos que la secuencia de Presentes históricos en la narrativa en el
ejemplo 13 ocurre precisamente en el relato de las acciones cómicas, que
salen de lo común y hacen resaltar la finalidad de la historia: mostrar que no
se puede engañar a este profesor porque siempre descubre al que engaña,
pero que lo hace de una manera tan simpática que no es posible sentir antipa-
tía hacia él. Así, los saltos del profesor, su carrera de un lado al otro de la sala,
el momento en que “pilla” al alumno y el gran susto que este se lleva se
relatan en el Presente histórico, tal como un comentador deportivo, por ejem-
plo, usa el Presente de Indicativo para relatar las acciones que están ocu-
rriendo casi simultáneamente con el relato. Al usar el Presente de Indicativo
para describir hechos ocurridos en el pasado, el hablante los presenta como si
los estuviera viendo en el momento de hablar. Esto produce un efecto de
proximidad y hace la narrativa más vívida y dramática. El Presente histórico
es, por lo tanto, un mecanismo de evaluación interna.
El Presente histórico no tiene el mismo efecto en todo tipo de género, ya
sea oral o escrito. Por ejemplo, el uso exclusivo del Presente histórico en el
ejemplo 14 no hace más vivaz la narración, sino que simplemente parece
reproducir las reglas para el uso del Presente en la descripción de ciertos
sucesos en una novela, reglas que no son necesariamente las mismas en el
habla. Otra característica del ejemplo 14, que confirma nuestro análisis de
falta de expresividad, es la ausencia de rasgos típicos de una narrativa actuada,
tales como el habla reportada, la repetición, las exclamaciones, sonidos
expresivos y gestos—en una palabra, la ausencia casi total de evaluación.
16. a. A: Entonces, yo jugando con ella, jugando con ella, todo el tiempo.
b. Entonces, volvió en otra ocasión
c. y dice, “¿Pues, sabes qué?” dice “No le hace lo que tú pienses, tú
te vas a casar con mi hijo”.
d. B: Otra vez le volvió a repitir [sic] la misma cosa.
e. A: Y le dije yo, “Bueno, ándele pues”.
f. Yo iba a llevarle la corriente, le llevaba la corriente;
g. todos los días salíamos a comprar verdura o alguna cosa;
h. ’tonces nos encontrábamos, “Buenos días, ¿cómo está?” Y, y
todo esto, y así, ¿verdad?
i. Todavía no le conocía, ¿okey?
j. Pasó.
k. Entonces en una, en una tarde había terminado . . . habíamos
terminado mi hermana y yo de la cena.
l. Y lavé los trastes y todo eso;
m. entonces el, los botes de los desperdicios estaban afuera.
Entonces, llevaba yo el, el traste de los desperdicios, iba/ ya en
la tarde como, cosa de las seis de la tarde,
n. y salí afuera allá a tirar los desperdicios al bote.
o. Y abrí la puerta y el/
p. salí.
q. Pero así, al salir la puerta había ramas, ¿verdad? Y ento/
r. había una banqueta que era la que xxx hasta los últimos xxx atrás.
s. Y en eso que voy saliendo
t. y va pasando una persona así,
u. ya mero que le echo los desperdicios,
v. “¡Ay, perdone!”
w. Y ya me, me detuve.
x. “Oh, no tenga cuidado”, dice.
y. Luego la persona siguió caminando.
z. Entonces ya fui yo
aa. y tiré los desperdicios.
bb. ¿Quién era esa persona? [hablante se ríe y mira a B, su esposo].
cc. B: Y, y, yo cuando llegué a la casa me quedé pensando. Dije,
“¿Quién era esa señorita que está ahí, que vive enfrente?”. Yo
nunca la había visto aquí.
A: Yo no me di cuenta porque ya estaba oscuro.
B: Y yo le pregunté a mi mamá.
A: Yo no me di cuenta. Yo no más vi que era un hombre, pero no
me di cuenta quién era, ni sabía tampoco quién era, no lo conocía.
228 Capítulo 6
y, ya, tú sabes, ahora y de ahí, lo que ha hecho difícil encontrar una defini-
ción que las abarque a todas y deje afuera aquellas que no pertenecen a esta
categoría.
San Martín (2015, 86) define los marcadores como “un grupo de partículas
que, característicamente, cumplen una función extra-oracional a nivel prag-
mático controlando la situación de enunciación, organizando la información
discursiva o guiando la interpretación de los enunciados”. Esta definición
intenta captar la observación de que los marcadores señalan las relaciones
entre unidades del discurso, y que los marcadores funcionan en varios nive-
les: proposicional o semántico, e inferencial o pragmático. Romera (2000)
clarifica esta doble función afirmando que un marcador tiene una función
semántica cuando une el contenido proposicional de dos unidades discursi-
vas, y una función pragmática si relaciona las actitudes o creencias del
hablante hacia la realidad de los hechos expresados por los enunciados. Así,
pero en el ejemplo 21 es la conjunción adversativa con la función semántica
de unir el contenido de dos enunciados que están en contraste; en el ejemplo
22, pero es la conjunción-marcador: relaciona las actitudes o creencias de los
hablantes hacia los hechos expresados por los enunciados que une. Nótese
que ni las actitudes ni los hechos se encuentran antiorientados en 22; pero
introduce un segundo miembro que repite con mayor énfasis el contenido del
primero (ver Porroche 1996 para un estudio más extenso de pero).
23. Si yo, a mí eso me da igual ¿me entiendes? [. . .] Era más o menos
para saberlo tú.
¿Qué significado podemos postular para ahora en 26? ¿Se trata del adver-
bio ahora, en oposición a antes o entonces? Si es un adverbio, ¿cuál es su
distribución sintáctica? Notemos que Álvarez Martínez (1992, 19) define los
adverbios como “unidades tónicas, autónomas, que pueden combinarse con
curva de entonación y constituir mensajes . . . , desempeñan una función
sintáctica en la oración . . . y pueden ocupar cualquier posición dentro de la
frase en la que aparecen”. Las conjunciones, por el contrario, “son átonas y
no autónomas . . . , solo sirven para establecer las relaciones de subordinación
o coordinación . . . y se sitúan siempre delante del elemento que capacitan o
coordinan”.
Ahora en 26 puede responder a la definición de adverbio: constituye men-
saje y tiene flexibilidad posicional, como se ilustra en 27.
El lexema ahora señala un límite entre las partes del texto en 29. El tema
de la conversación es la posibilidad de legalizar el aborto. En 29, el hablante
240 Capítulo 6
30. Eran treinta y tres las líneas de tranvía, que se las sabía de memoria
uno y cuando salía de la casa uno sabía qué tranvía tenía que tomar
para ir a tal parte. Ahora cuando sale tiene que estar averiguando
qué pasará por allá, o sea, se ha complicado mucho la ciudad. [m70]
Deíctico temporal
31. C: El de hace dos años. El de hace dos o tres años atrás.
H: No, el de ahora, el de ahora. [acento enfático; m47]
C: El de ahora fue en Los Ángeles.
Deíctico de discurso
32. No, por ser en partes me llaman, pongamos el caso que en un casa-
miento, ¿ya? Por ser la niña/ la, la señora me dice, “Bueno, ¿qué
tengo que hacer? qué es lo que esto y esto, esto aquí y acá”. Ahora
[acento enfático], la misma persona de esa casa me dice “¿Cómo
puedo, eh:, presentar la mesa tanto pa’ los novios y pa’ las visitas?”.
[M, m43]
Veamos ahora los ejemplos 38–39, que ilustran las funciones (c) y (d)
delineadas arriba. En 38, ahora introduce una condición cuyo contenido,
aunque relacionado con el discurso precedente, supone un cambio en el desa-
rrollo de la argumentación. En 39, ahora introduce un elemento dislocado o
extraído de una pregunta retórica: específicamente “el día que se llegue a
dominar esa fuerza mental”, extraído de la pregunta “¿a dónde se va llegar el
día que se llegue a dominar esa fuerza mental?”.
38. Entonces pongamos el caso que tenga dos niñas, dos niñas que
xxx, que conversen conmigo y yo mismo les digo cómo van
poniendo, la mesa. Ahora si esa persona no quiere que yo esté sir-
viendo, a las mismas niñas yo mismo me encargo de decirles, “Así,
acá” . . . [M, m43]
39. . . . voy pensando en un amigo y, y, y voy llegando a la esquina y
viene por el otro lado el amigo que iba pensando yo, que no pensaba
verlo. Hay cosas así, que, hay, hay fuerza mental que va, y puede
alcanzar a, a otro. Ahora eh:, el día que se llegue a, a dominar esa
fuerza mental, ¡puh:! ¿a dónde se va llegar? No sé. [F, m70]
40. [la idea es que la mujer pudo haber engañado al que va a ser su
esposo]
M: Ahora, hay muchas personas que se han casado así no más y de
repente de la noche a la mañana dicen “Pucha, estoy embarazada”;
entonces ¿por qué no llegan a un acuerdo? [M, m43]
246 Capítulo 6
42. C: ¿Tú tienes una posición frente a este problema del divorcio aquí
en Chile?
H: Sí, yo pienso que debería legalizarse, debería legalizarse, debe-
ría legalizarse. Yo diría de que debería darse forma de que la mujer
quedara más protegida.
a. Ahora, ¿qué repercusiones traería?, no lo sé, no sé si aumentaría
el divorcio o no,
b. pero yo pienso que no lo va a aumentar ni lo va a disminuir, lo
que sí, puede normalizar situaciones que hoy día son irregulares,
que no tienen sentido, ¿ya?, no tienen ningún sentido;
c. entonces puede dejar mejor a los cabros, puede dejar mejor a la
mujer. Incluso, fíjate, para el mismo hombre, imagínate que no
puede rehacer su vida, porque tiene que quedarse con dos casas,
el sueldo no le da para mantener dos familias,
d. entonces es una chacra que uno nunca entiende. . . . [H, m47;
chacra = enredo (chilenismo coloquial)]
noción de contraste, una noción que es más fuerte que la de leve oposición que
conlleva ahora y, en consecuencia, el sentido de reserva es más fuerte con
pero. Entonces, por otra parte, agrega el sentido de conclusión o resultado
(Lamíquiz 1993, 26), que es posible en el enunciado 42a, pero no en 42b.
En 42c y 42d el sentido resultativo de entonces es evidente: el resultado o
la consecuencia de que exista divorcio es que “puede dejar mejor a los
cabros . . .”; la consecuencia de que no exista es que la situación “es una
chacra que no se entiende”. Como resultado, en este contexto enunciativo
específico ni ahora ni pero pueden sustituir a entonces.
Este ejercicio de conmutación de diversos conectores, en usos considerados
incidentales en las gramáticas, nos lleva a poner en duda que haya grupos
oracionales enlazados por unidades adverbiales o locuciones de tipo adverbial
que pudieran eliminarse sin consecuencias semánticas. En la mayoría de los
contextos enunciativos en nuestros datos, la elección de uno u otro conector
está determinada por la semántica del conector, y su sustitución o eliminación,
si fuera posible, tendría consecuencias en la interpretación de los enunciados.
La escasísima atención prestada a la forma ahora en estudios del español
oral parece deberse a que esta forma no solo tiene valores que la distinguen
de otros conectores en el nivel de enlace oracional, sino también a que ocurre
en géneros y temas del discurso de carácter subjetivo, por ejemplo en el
género discursivo argumentativo. Es posible que en los corpus usualmente
estudiados tengan mayor presencia los discursos objetivos, como por ejem-
plo las narraciones.
El discurso tiene carácter objetivo cuando da información factual que
puede ser ratificada por otros. Tiene carácter subjetivo cuando el emisor
expresa opiniones, evalúa hechos, o especula sobre hechos posibles. La dis-
tribución de ahora según el tipo objetivo o subjetivo de discurso resulta sig-
nificativa. La función conectiva se asocia con discurso subjetivo. ¿Cómo se
puede explicar esta distribución, por lo demás estadísticamente significativa?
Dos explicaciones compatibles parecen posibles:
(a) El procesamiento de un discurso menos familiar para el emisor motiva
el uso de ahora como una manera de facilitar la producción y estructuración
espontánea de discurso.
(b) El discurso menos familiar puede asociarse con el registro escrito, en
el que se constata el uso de ahora y ahora bien.
Estas hipótesis necesitan obviamente ser investigadas en estudios futuros;
pero la aparición de ahora conectivo en el habla de personas con muy bajo
nivel de escolaridad, que habrían tenido escaso contacto con el registro
escrito, inclina la balanza en contra de la asociación de ahora conectivo con
este registro. En cambio, es plausible argumentar que la función facilitadora
Pragmática del discurso oral 249
los datos pero más fuertemente en la teoría. Un apoyo empírico más defini-
tivo debe buscarse en datos diacrónicos en futuras investigaciones.
¿Son los marcadores elementos con significado propio, o depende su signi-
ficado del contexto? Algunas muletillas o rellenos de pausa, como eh o poh
(de pues) pueden estar vacías de significado referencial. Nuestro estudio
indica que ahora, al menos, conserva su significado de perspectiva presente y
cambia el significado de referencia temporal externa al de referencia temporal
interna al discurso en contextos determinados.
De acuerdo con su origen adverbial temporal, ahora señala el punto en el
que se emite una nueva proposición, y tiene orientación principalmente cata-
fórica: indica que el enunciado que encabeza no continúa estrictamente el
contenido discursivo inmediatamente anterior, pero es relevante a dicho
contenido. Los marcadores del discurso funcionan en varios planos de manera
simultánea, ya que hacen referencia a la estructura textual, al contenido del
enunciado y a los interlocutores. Ahora funciona en más de un plano: en la
estructura secuencial, marca un límite en el discurso; en la ideacional, señala
la actitud del hablante (valor epistémico); en la interaccional, involucra al
receptor (función apelativa).Texto y contexto son, pues, inseparables. No es
posible interpretar adecuadamente uno sin hacer referencia al otro, así como
tampoco parece ya posible hacer lingüística sin considerar cómo se usan las
unidades lingüísticas en el discurso. En casi cien años, hemos avanzado
desde el triángulo saussuriano de signo, significante y significado, en el que
estos dos últimos se conciben como dos caras de la misma moneda (el signo)
hasta el de texto, contexto y mensaje, en el que los dos primeros se conciben
como dos caras de la misma moneda: el mensaje, es decir, el significado o
sentido que se infiere a partir de la interacción entre texto y contexto. El
Diagrama 6.1 ilustra estas dos perspectivas diferentes.
y 38% de venga) y los jóvenes (40% y 36%) frente a los hablantes de mayor
edad (11% y 25%, respectivamente). Esta estratificación por edad indicaría
una progresiva extensión de su uso. La tendencia expansiva observada tam-
bién sería apoyada por el hecho de que son los individuos de clase media los
que producen estos marcadores en mayor proporción.
San Martín (2004–2005) realiza un estudio exhaustivo de igual como mar-
cador discursivo en el habla coloquial de Santiago de Chile, con el propósito
de identificar su función pragmática y de establecer posibles correlaciones
con factores sociales.
El uso de igual como marcador se ilustra en el ejemplo 37, dado antes; 44
ilustra su valor adverbial.
Preguntas de comprensión
1. Menciona algunas de las perspectivas que se incluyen dentro del análisis
del discurso y enumera para cada una de ellas algún fenómeno relevante.
260 Capítulo 6
2. Describe cuáles son los elementos que puede presentar una narración com-
pletamente desarrollada. ¿Qué tiempos verbales predominan en cada una
de las secciones en que se divide la narración? ¿Qué elementos caracteri-
zan el discurso argumentativo conversacional?
3. ¿Qué son los marcadores del discurso? ¿Qué funciones desempeñan?
4. ¿Qué procesos de cambio son característicos de los elementos que sufren
un proceso de gramaticalización? ¿En qué consiste la subjetivización? Pon
ejemplos de procesos de gramaticalización y subjetivización en marcado-
res del discurso en español.
5. Explica brevemente en qué consiste la teoría de la imagen y da algún
ejemplo de cómo se ha aplicado para definir estrategias de cortesía en
español. Describe la distribución geográfica aproximada de las formas de
tratamiento tú, vos, usted y vosotros en el mundo hispánico.
Ejercicios de reflexión
Ejercicio 1
Analiza el contraste de función y significado de las palabras en negrita en
cada par de oraciones:
Ejercicio 2
En muchas ocasiones la gracia de los chistes reside en la situación absurda
que produce una violación de las máximas de Grice. Analiza el siguiente
cuento y explica, utilizando el modelo griceano, por qué es (supuestamente)
gracioso. ¿Conoces otros chistes que representan violaciones semejantes de
las máximas de Grice?
Ejercicio 3
Selecciona un pasaje narrativo procedente de materiales orales y analízalo
señalando los elementos identificados por Labov más los propuestos por
Silva-Corvalán.
Ejercicio 4
Selecciona una entrevista de un video de internet, transcribe un pasaje con
discurso argumentativo y analízalo de manera similar a como se ha hecho con
el ejemplo 18 de este capítulo.
Ejercicio 5
Busca en internet videos de televisión de diferentes países hispanohablantes en
los que haya diálogos (por ejemplo, entrevistas, tertulias o debates). ¿Se pue-
den apreciar diferencias en lo que respecta al uso de las formas de tratamiento?
7
Variación y cambio
7.1 Introducción
Uno de los objetivos centrales de la sociolingüística variacionista ha sido la
identificación y explicación de los procesos de cambio lingüístico. La lingüís-
tica histórica se plantea como objetivo la investigación y descripción de los
sistemas lingüísticos a través del tiempo; su enfoque es diacrónico. La lingüís-
tica descriptiva, por otra parte, analiza la lengua tal como existe en un momento
dado; la congela, podríamos decir, en el tiempo y la analiza como sistema
estático; su enfoque es esencialmente sincrónico. La sociolingüística, en cam-
bio, subraya la validez de una perspectiva que examine posibles fenómenos de
cambio en un momento sincrónico de lengua y que, además, explique, cuando
así se justifique, un estado de lengua en relación a su desarrollo histórico; esta
es, pues, una perspectiva pancrónica.
Los miembros de una comunidad lingüística no tienen generalmente con-
ciencia del cambio, pero una mirada hacia el pasado —cien o más años atrás—
muestra claramente que un número de elementos de la lengua y sus valores
relativos en el sistema son diferentes, tanto así que, por ejemplo, el castellano
del siglo XII resulta ininteligible para la mayoría de los hispanohablantes de
hoy. La evolución evidente de las lenguas plantea al lingüista preguntas tales
como: ¿Por qué cambian los patrones lingüísticos? ¿Qué cambios son posibles
en las lenguas naturales? ¿Qué factores detienen o promueven el cambio dentro
de los sistemas lingüísticos y sociales? Estas y otras preguntas han sido enfocadas
y respondidas de forma diferente por diferentes escuelas lingüísticas, de las cuales
haremos un breve repaso.
El estudio científico del cambio lingüístico comenzó con un grupo de estu-
diosos de las lenguas indoeuropeas conocidos como los neogramáticos. Estos
primeros lingüistas postularon que el cambio lingüístico estaba controlado
por dos principios fundamentales: la regularidad del cambio fonético, y la
analogía. La regularidad del cambio implica que una ley de cambio fonético
afecta a todas las palabras de una lengua que poseen el sonido implicado en
ella, y a todos los hablantes de una comunidad en un determinado período
histórico. Los neogramáticos consideraban que la única motivación para el
cambio fónico residía en la fonética misma y, por consiguiente, que este
actuaba sin tener en cuenta los niveles morfológico, sintáctico o semántico,
262
Variación y cambio 263
ni las consecuencias que pudieran tener los cambios fónicos sobre ellos. Las
aparentes excepciones debían deberse a la analogía o al préstamo.
La analogía, a diferencia del cambio fonológico autónomo, afecta precisa-
mente a la relación entre la estructura fonológica y la estructura morfológica,
sintáctica o semántica. Es el mecanismo que regulariza la relación entre
forma fonológica y función gramatical una vez que esta relación se ha roto
como resultado del cambio fonológico.
El desarrollo de los verbos españoles con incremento velar en la primera
persona del singular del Presente de Indicativo nos sirve para ilustrar el cam-
bio analógico. En el español hay varios verbos (entre los que destacan hacer
y decir por su alta frecuencia de uso) que presentan un sonido /g/ en la pri-
mera persona singular del Presente de Indicativo (hago, digo) pero no en las
demás personas (haces, hace, hacemos, etc.); este sonido aparece también en
el paradigma del Presente de Subjuntivo (haga, hagas, hagamos, etc.). La
alternancia entre formas con y sin /g/ es el resultado de una evolución foné-
tica regular. El sonido /k/ precedido de vocal y seguido de /a/, /o/, /u/ evolu-
ciona a /g/ (dico > digo, dicamus > digamos); como en las demás personas el
/k/ latino va seguido de las vocales /e/ o /i/ tenemos otros resultados: dicis >
dices, dicet > dice, etc.
Esta presencia de /g/ en la primera persona singular del Presente en dos
verbos de uso tan común presumiblemente ocurrió con suficiente frecuencia
como para motivar la aparición de la velar en otros verbos en los que no existía
/k/ o /g/ en la raíz: poneo > pongo, teneo > tengo, salio > salgo, traho > traigo
y otros más; a su vez estos verbos, siguiendo el patrón de hacer y decir han
desarrollado formas con /g/ en el Presente de Subjuntivo (ponga, tenga, etc.).
En ningún caso podemos atribuir la aparición de este sonido /g/ a una evolución
fonética, sino que se debe al hecho de que unos verbos imitan el patrón mor-
fológico de otros. La analogía típica de los neogramáticos funciona como una
proporción (decir → diga; poner → ponga; traer → traiga). Hay, no obstante,
otros tipos de procesos analógicos, como la creación analógica, la nivelación
de paradigmas y el cruce o contaminación; lo que todos tienen en común es que
la forma de una palabra se ve influida por la forma de otra con la que tiene
algún tipo de relación semántica o paradigmática (Hock 2003). A diferencia de
la regla fonética, que es altamente sistemática, el cambio analógico tiende a ser
impredecible; como acabamos de ilustrar, un buen número de verbos del espa-
ñol han adoptado el patrón de insertar /g/ en el paradigma del Subjuntivo
(traiga, salga, oiga, etc.) y sin embargo innovaciones documentadas —como
haiga de haber, o vaiga de ir— no han sido aceptadas por los hablantes cultos
y no han llegado a consolidarse en el estándar general.
264 Capítulo 7
Para los neogramáticos, el cambio fónico regular afectaba tanto a todas las
palabras del léxico que fueran susceptibles de ello como a todos los hablantes
de una comunidad, y todo ello de manera uniforme. Esta concepción pronto
fue cuestionada por los estudios de geografía dialectal; al comparar datos
lingüísticos procedentes de diferentes puntos geográficos, el resultado era
más bien la imagen del cambio fónico propagándose gradualmente en el
tiempo tanto en el léxico como en el espacio. Este hecho puso de manifiesto
la necesidad de tener en cuenta la evolución de cada palabra individualmente,
pues su historia no estaba totalmente condicionada por las leyes de evolución
fónica de los neogramáticos. La observación de que el cambio fonético no se
da en todos los ítems léxicos al mismo tiempo suscitaría el desarrollo de
teorías de difusión léxica que proponen que los cambios afectan primero a los
elementos de alta frecuencia (Wang 1969). De modo semejante, la sociolin-
güística partiría de los resultados y postulados de la geografía dialectal para
observar y explicar la difusión de los cambios lingüísticos a través de los
diferentes grupos sociales.
El enfoque atomista de los neogramáticos, quienes habían estudiado la
evolución de ciertos elementos fonéticos, morfológicos o léxicos a través de
un número sucesivo de estados de una lengua determinada, sin intentar des-
cribir explícitamente la relación de estos elementos con el resto del sistema
en uno u otro estado sincrónico, fue rechazado enérgicamente por Saussure
(1966). Como medio de hacer más preciso y adecuado el estudio de la lengua,
Saussure propuso la dicotomía sincronía-diacronía como herramienta meto-
dológica. Según Saussure (1966, 79–80), toda ciencia debería distinguir dos
ejes de referencia temporal: el eje de las simultaneidades o eje sincrónico,
que representa las relaciones coexistentes en un sistema sin que intervenga el
factor tiempo; y el eje de las sucesiones o eje diacrónico, que incluye el factor
tiempo y los cambios que afectan a uno u otro elemento de un sistema dado.
De acuerdo con esta diferenciación, Saussure propone distinguir dos cien-
cias del lenguaje: lingüística evolutiva o diacrónica, y lingüística estática o
sincrónica. La lengua, entonces, puede estudiarse en uno, dos o más períodos
diferentes en forma totalmente independiente de los hechos que causaron el
cambio de un período a otro. Al mismo tiempo, Saussure reconoce que es
importante comprender la génesis de un estado particular de lengua, es decir,
los procesos que han conducido a este estado, para poder comprender tam-
bién la verdadera naturaleza de un estado sincrónico de la lengua. Aunque no
estamos de acuerdo con todos los postulados saussureanos, es necesario
reconocer que su concepto de la lengua como sistema estructurado de signos
tuvo una consecuencia positiva en la lingüística histórica, porque motivó el
Variación y cambio 265
paso del centro de interés desde ciertos elementos aislados hacia los efectos
que el cambio tiene o puede tener en la estructura de una lengua.
El principio fundamental del estructuralismo diacrónico es que el cambio
se halla condicionado por el sistema lingüístico en el que tiene lugar, es decir,
que el condicionamiento del cambio es interno a la lengua. Así, la explicación
del cambio se busca, principalmente, en la estructura interna del sistema lin-
güístico mismo, tomando en cuenta la existencia de espacios fonológicos
más o menos amplios, de correlaciones fonológicas incompletas o en dese
quilibrio, etc. Por ejemplo, se podrían explicar los procesos de lenición con-
sonántica en las lenguas románicas occidentales (una serie de cambios que
suponen el debilitamiento de las consonantes intervocálicas) como el resul-
tado de la necesidad de un reajuste en el sistema. Tradicionalmente se ha
tomado como punto de partida el desequilibrio producido por el aumento de
la frecuencia de las geminadas en latín vulgar por los procesos de asimilación
de grupos consonánticos (rs, ps > [ss]; pt > [tt]; mn > [nn], etc.). Este desequi-
librio habría sido compensado por la simplificación de las geminadas ([tt] >
[t]) que a su vez habría provocado reacciones en cadena como la sonorización
de las sordas intervocálicas ([t] > [d]) y la fricativización y eventual pérdida
de las sonoras ([d] > [ð] > Ø). La motivación interna no es necesariamente la
misma en todos los casos de cambio; se explica a veces a partir de la estruc-
tura del sistema, y otras veces según la función que los elementos en cuestión
tienen dentro del sistema.
La función tiene que ver con el rol que los elementos desempeñan en la
comunicación en cuanto a facilitar el proceso cognitivo de la comprensión.
En este sentido, el modelo estructuralista impone dos requisitos que tienen
que cumplir los cambios para ser viables: (a) los cambios no deben impedir
la comprensión de los ítems léxicos afectados, pues haría ininteligible la
comunicación entre los hablantes que usan el sistema conservador y los que
usan el innovador; y (b) si la carga funcional de la oposición fonológica que
puede resultar afectada por el cambio es alta —es decir, si la oposición es
importante en la diferenciación de un gran número de palabras muy comunes
y útiles— habrá resistencia al cambio y viceversa.
En español, por ejemplo, se ha observado que la /s/ se aspira con más fre-
cuencia en posición final de palabra, donde es usualmente morfemática (plu-
ral o inflexión verbal) y contextualmente redundante (ver Capítulo 4, Sección
4.2.1). La /s/ interior de palabra tiende a no aspirarse tanto como en final de
palabra, lo que podría deberse a la existencia de numerosos pares mínimos:
asma-ama, costa-cota, hasta-ata, pista-pita, pasta-pata, etc. Por otro lado, la
oposición palatal lateral [ʎ] versus no lateral [ʝ] no tiene carga alta, ya que
266 Capítulo 7
hay poquísimos pares mínimos en los que esta oposición establece diferen-
ciación (poyo-pollo, vaya-valla); por tanto, tiende a perderse más fácilmente.
La visión estructuralista de que la lengua es un sistema où tout se tient, es
decir, en el que todas las piezas encajan y forman una estructura coherente y
autónoma, ha permitido realizar análisis sofisticados de sistemas lingüísticos
en el plano sincrónico, pero es una seria desventaja para explicar el cambio
lingüístico: si la lengua es un sistema où tout se tient, ¿cómo es posible que
se produzcan cambios? La corriente heredera del estructuralismo, la gramá-
tica generativa, introduce como elemento crucial para entender el cambio
lingüístico el proceso de aprendizaje del lenguaje en la infancia. Considere-
mos por ejemplo el cambio del orden de los constituyentes de la oración de
objeto-verbo (OV) a verbo-objeto (VO) en la historia del inglés. Varios estu-
dios hechos desde la perspectiva generativista (e.g., Lightfoot 1991) defien-
den que el inglés antiguo era uniformemente OV y que la variación con el
orden VO que se puede apreciar en la estructura superficial se debe a reglas
opcionales que se generan a partir del orden OV subyacente. Los hablantes
utilizaron estas reglas opcionales con frecuencia creciente hasta el punto de
que en el nivel superficial el orden VO llegó a ser casi categórico. Así pues se
dio un momento en que los niños, que estaban expuestos al orden VO domi-
nante en la estructura superficial, adquirieron ese orden en su gramática. De
acuerdo con esta perspectiva, aunque los textos reflejan la variación entre el
orden OV y VO a lo largo de varios siglos, el orden OV habría sido estable y
uniforme en la estructura profunda, y el cambio en la gramática de los hablan-
tes se habría producido de manera abrupta durante la adquisición de la lengua
por parte de una nueva generación.
El momento actual de la lingüística histórica se caracteriza por una notable
combinación de perspectivas teóricas y metodológicas, incluso algunas que
parecían irreconciliables hace apenas un par de décadas. Los factores de
explicación del cambio lingüístico se han visto enriquecidos por el estudio de
la variación tipológica: la delimitación de los universales lingüísticos y el
desarrollo de una serie de principios funcionales para explicarlos supone un
avance para la lingüística histórica al restringir las opciones posibles en
cuanto al resultado de los cambios lingüísticos y al aportar nuevos factores
generalmente relacionados con cuestiones relativas al procesamiento y el uso
del lenguaje. Asimismo, las corrientes de la lingüística moderna —como el
generativismo, la gramática funcional, la psicolingüística, la pragmática y el
análisis del discurso— han adoptado la perspectiva histórica para validar las
presuposiciones básicas que cada una propone como principios que rigen la
comunicación humana; de este modo, cada una de estas perspectivas ha
hecho importantes contribuciones al estudio diacrónico de las lenguas.
Variación y cambio 267
7.2.1 Introducción
Una de las aplicaciones más importantes de la sociolingüística ha sido en el
área de la lingüística histórica. El análisis de la variación ha sido empleado
en el reexamen de documentos históricos y, aún más frecuentemente y con
gran éxito, en el estudio de procesos de cambio lingüístico en curso en el
habla de ciertas comunidades. Parece natural que la sociolingüística pueda
hacer aportes valiosos en este campo, ya que es la disciplina que ha desarro-
llado las herramientas metodológicas necesarias para analizar la lengua como
plurisistemática.
En oposición al concepto estructuralista de lengua como sistema monolí-
tico, uniforme y homogéneo, la sociolingüística propone el concepto de sis-
tema inherente y ordenadamente heterogéneo y variable. Esta heterogeneidad
coexistente en un sistema sincrónico dado explica de manera más adecuada
el paso de un estado de lengua a otro, es decir, la diacronía. En las palabras
de Weinreich, Labov y Herzog (1968, 100–101, nuestra traducción): “La
clave para una concepción racional del cambio lingüístico —en verdad, de la
lengua misma— es la posibilidad de describir la diferenciación ordenada en
268 Capítulo 7
mina también cambio desde arriba. Por el contrario, “los cambios desde abajo
son cambios sistemáticos que aparecen primero en la variedad vernácula y
resultan de la acción de factores lingüísticos internos” (Labov 1994, 78,
nuestra traducción). El grupo social no tiene conciencia de estos cambios, al
menos en sus etapas iniciales e intermedias.
Estos dos tipos de cambios parecen ser los que se dan en el caso de dos
variables fonológicas en el español de Santiago de Chile: la velarización de /f/
y la elisión de /b/, que discutimos a continuación. Recordemos que la muestra
incluye treinta y dos hablantes pertenecientes a cuatro grupos de edad y a dos
niveles educacionales (A = tres años de escuela; B = doce o más años de
escuela), con un número paralelo de hombres y mujeres en cada grupo.
Como ya hemos señalado, una de las variantes de (f) en el español de
Chile (de hecho en todos los países hispanos) es la velar fricativa [x]. La
cuantificación de la variante [x], en oposición a todas las otras posibles
variantes de (f), según la edad, resulta en las correlaciones ilustradas en el
Diagrama 7.1.
3. . . . como el camión era muy grande tenía asiento de sobra, . . . no,
como el carro de mi hijo también está muy grande, . . . tiene metro
y medio más grande que todos.
de contacto de lenguas pueden dar lugar a una amplia gama de fenómenos sin
que tenga que darse necesariamente un cambio lingüístico.
8. ahora le estaba diciendo acá a Norma que había venido ese día [. . .],
dice, vio doña Pepa eso que pasó dice con — con los televisores
dice — el que toma nota ¿tiene necesidad de repetirlo en voz alta?
dice eh
a dar a luz reporta que sus compañeras le han dicho que la presencia del
marido en el parto será beneficiosa para ella, porque después de esa experien-
cia su esposo no le podrá negar nada (A. Ocampo 2014, 65).
Preguntas de comprensión
1. ¿Qué es la perspectiva pancrónica en el estudio del lenguaje? ¿En qué
aspectos fundamentales difiere la perspectiva sociolingüística del modelo
estructuralista? Explica el principio del uniformitarismo.
2. Explica en qué consisten los cinco problemas que se plantea la sociolin-
güística en lo que respecta a los cambios lingüísticos (restricción, transi-
ción, inserción, evaluación y actualización). Define los conceptos de tiempo
aparente y tiempo real, y de cambio desde arriba y cambio desde abajo.
3. ¿Qué hechos se consideran indicadores de un cambio en tiempo aparente?
¿Y de una variable lingüística estable? ¿Qué es la hipercorrección en la
frecuencia de uso de una variante?
4. ¿Cómo se ha llegado a la conclusión de que se ha producido una retracción
de la asibilación de las vibrantes en el español de México?
5. ¿Qué particularidades tiene la distribución de ser y estar en el español de
Los Ángeles? Explica qué consecuencias ha tenido el contacto con el cata-
lán en el castellano de Mallorca.
6. ¿En qué se diferencia la distribución de los usos del Pretérito y el Presente
Perfecto en México y España? ¿Qué cambios de forma y función ha
experimentado dice en su paso de forma verbal a marcador del discurso?
Variación y cambio 297
Ejercicios de reflexión
Ejercicio 1
Considera las siguientes situaciones. Para cada una de ellas, di si se correspon-
derían (típicamente) con un cambio desde arriba, o si por el contrario se trata-
ría más bien de un cambio desde abajo (cada afirmación debe evaluarse
independientemente de las demás).
Ejercicio 2
Aplicando la teoría funcionalista del cambio a los dialectos del español en que
el sonido [s] final de sílaba tiende a debilitarse, se podría predecir que la -s que
desempeña una función gramatical (por ejemplo, la de plural en libro-s) se
resistiría más a desaparecer que la que es tan solo parte del material léxico,
como la -s en lunes. Un argumento lógico para refutar la aplicación de la teoría
a este caso sería argumentar que la -s final no es imprescindible para expresar
el plural. ¿Qué otros elementos pueden expresar ese significado funcional?
Los estudios reseñados en los Capítulos 4 y 5, ¿apoyan o refutan esta hipótesis
en el caso de la -s final?
298 Capítulo 7
Ejercicio 3
Considera las siguientes nociones y explica brevemente: (a) si se pueden rela-
cionar con alguno de los enfoques estudiados relativos al cambio lingüístico
(por ejemplo, estructuralista o neogramático), y (b) qué relevancia tienen las
nociones en cuestión a la hora de estudiar el cambio lingüístico.
1. Hipercorrección
2. Analogía
3. Cambio desde arriba
4. Valor morfemático
5. Gramaticalización
6. Adquisición del lenguaje en la infancia
7. Difusión léxica
Ejercicio 4
Explica qué relevancia tiene el estudio de cada una de las siguientes variables
a la hora de estudiar el cambio lingüístico: edad, nivel socioeconómico, sexo,
estilo.
8
Lenguas en contacto y bilingüismo
8.1 Cuestiones teóricas
Los estudios del cambio lingüístico han prestado mucha atención a las len-
guas pidgins y criollas, a la adquisición de la lengua materna y otras lenguas,
y a los fenómenos lingüísticos que se desarrollan en situaciones de bilin-
güismo y multilingüismo. Las lenguas en desarrollo o en vías de perderse, así
como también aquellas que se mantienen en una situación de contacto, cons-
tituyen un laboratorio natural para el examen de hipótesis sobre el cambio
lingüístico. Estas lenguas se caracterizan por sus rápidos y continuos cam-
bios, los que pueden observarse en su origen y en su difusión en los sistemas
lingüísticos y sociales.
Decimos que dos o más lenguas están en contacto cuando conviven en el
mismo espacio geográfico y son usadas por los mismos individuos, es decir,
cuando existe bilingüismo (o multilingüismo), situación en la que los hablan-
tes bilingües constituyen el locus del contacto. Reservamos el concepto de
bilingüismo para el proceso lingüístico mismo, es decir, para el uso de dos
lenguas (multilingüismo sería de tres o más) por un mismo hablante, al que
se denomina bilingüe.
Esta situación sociolingüística es una de las más favorables al cambio, ya
sea por el gran número de préstamos que se dan entre las lenguas involucra-
das o por el fenómeno de interferencia o transferencia. Hablamos de transfe-
rencia lingüística o de interferencia cuando una lengua exhibe diferencias de
la norma lingüística monolingüe que corresponden, en cambio, a estructuras
existentes en la lengua de contacto. Es el individuo el que transfiere de una
lengua a otra. Diferenciamos aquí entre transferencia e interferencia según la
estabilidad del elemento foráneo en la lengua que lo recibe (i.e., lengua
receptora). La interferencia es pasajera, inestable, ocasional. La transferen-
cia, en cambio, corresponde a elementos transferidos de una lengua a otra
que se mantienen en forma más o menos estable en la lengua receptora. (Estas
definiciones no son universalmente compartidas.)
Al lingüista le interesan los fenómenos lingüísticos característicos de una
situación de bilingüismo social. Especificamos que se trata de bilingüismo
social o de la sociedad, pues casi con certeza podemos predecir que estos
fenómenos no tienen por qué ser característicos de otras situaciones de bilin-
güismo, como el bilingüismo individual y el bilingüismo de grupo o de élite.
299
300 Capítulo 8
(d) las actitudes positivas o negativas de los individuos hacia las lenguas
en cuestión.
Los investigadores ofrecen diferentes definiciones del concepto de simpli-
ficación. Ferguson (1982, 58, nuestra traducción) ha señalado que “las nocio-
nes de ‘simplicidad’ y ‘simplificación’ están entre los conceptos más vagamente
usados en la caracterización de una lengua”. Sin embargo, agrega que a pesar
de esta dificultad, existe acuerdo general sobre lo que en realidad constituye
simplificación lingüística. Simplificación incluye, por ejemplo, la reducción
del inventario de formas lingüísticas, del alcance semántico o de las funciones
de la lengua, y la eliminación de estructuras alternativas en ciertos niveles
(Ferguson 1982, 59).
En un trabajo anterior, Silva-Corvalán (1994a), propone considerar la
simplificación como un proceso. Así pues, define la simplificación como
un proceso complejo que implica también generalización, en cuanto a que
una forma dada se está extendiendo a un número cada vez mayor de con-
textos. La simplificación, entonces, supone la extensión o mayor frecuencia
de uso de una forma X en un contexto Y (i.e., generalización) a expensas de
una forma Z, usualmente en competencia con y semánticamente similar a
X, en circunstancias en que tanto X como Z existían en la lengua en cues-
tión antes del comienzo del contacto con otra lengua. Mientras la forma
X se extiende, la forma Z se contrae o reduce. El resultado final de la
simplificación es la pérdida de formas, es decir, un sistema simplificado
con menos formas y posiblemente, aunque no necesariamente, la pérdida
de significados.
Esta definición de simplificación parece corresponder a la noción de hiper-
generalización como el uso más extenso de una forma de lo que se esperaría
en el uso diario. La única diferencia es que la simplificación se refiere explí-
citamente a contracción o reducción —esto es, al uso menos frecuente de una
forma más o menos alternativa— y la hipergeneralización no. Esta última
puede afectar contextos donde no existe una forma con la que podría haber
competición, es decir, donde podemos tener XY extendiéndose a X0 o vice-
versa (e.g., 0 + Vi —» se + Vi). Un término relacionado es regularización, que
se refiere a esos casos donde las formas extendidas o hipergeneralizadas son
aquellas que tienen una distribución estructural más amplia en la lengua en
cuestión.
Sin lugar a dudas, la noción de transferencia es también controvertible.
Puede ser definida simplemente como la incorporación de rasgos de un idioma
a otro, con una consecuente reestructuración de los subsistemas involucrados
(Weinreich 1974). Sin embargo, el problema es que la transferencia no léxica
es muy difícil de comprobar. Aun así, consideramos que puede haber ocurrido
304 Capítulo 8
lengua oficial, pero cuyo contacto con diversas lenguas indígenas (e.g., gua-
raní en Paraguay; quechua en Perú, Ecuador y Bolivia; lenguas utoaztecas en
México) ha dado lugar a variaciones diatópicas; y en España, donde el con-
tacto con el euskera, el gallego y el catalán se refleja también en ciertos rasgos
característicos del español hablado en las zonas bilingües. A su vez, en la
formación del español tuvo importancia la influencia léxica árabe: aceite,
almohada, hasta, limón, naranja, ojalá y muchísimas otras palabras de uso
frecuente tienen su origen en el árabe. Hoy en día el español está en contacto
con esta lengua en Ceuta, Melilla y en general en el norte de Marruecos.
Dada la historia del español en el oeste de África del Norte y el prestigio que
ha disfrutado, la influencia ha sido principalmente del español en el árabe
(Sayahi 2011). Según Sayahi, hay alrededor de 2000 préstamos establecidos
en uso en Marruecos, incluyendo palabras muy comunes como playa, cama-
rero y cocina.
Más recientemente, la conquista del suroeste de los Estados Unidos por
hablantes de inglés y la inmigración masiva de hispanoamericanos a los Estados
Unidos ha dado lugar a una situación de contacto entre el inglés y el español
en la que, a diferencia de los ejemplos dados arriba, el español no es la lengua
oficial ni se asocia con grupos de prestigio socio-político-cultural. Tomando
en cuenta los factores psicosociales asociados con estos dos tipos de situacio-
nes de lenguas en contacto, podemos predecir que el impacto del español
sobre el inglés será mínimo comparado con el que el español ha tenido en
otras situaciones de contacto.
Las situaciones de bilingüismo o multilingüismo intenso (uso frecuente de
dos o más lenguas), extenso (número elevado de bilingües) y estable (en que
las dos lenguas han existido paralelamente por largo tiempo y ninguna parece
estar en vías de caer en desuso) son comunes. Es difícil identificar un país
como estrictamente monolingüe, aunque Portugal parece ser un ejemplo.
Veamos algunos países donde se hablan dos o más lenguas (en muchos casos
más lenguas de las mencionadas abajo).
Si los dominios de uso de cada una de las lenguas están claramente delimi-
tados —por ejemplo, lengua A se usa en el hogar y con los amigos más ínti-
mos; lengua B se usa en todos los demás dominios (escuela, trabajo, lugares
públicos, etc.)— nos encontramos con una situación de diglosia.
El concepto de diglosia fue introducido para describir la situación que se
encuentra en lugares como Grecia, el mundo árabe en general, Suiza y Haití.
En estas sociedades existen dos variedades distintas de la misma lengua: una
que se usa solo en ocasiones formales y públicas y otra que es usada por
todos los miembros de la sociedad en las situaciones usuales de la vida diaria.
Por ejemplo, en una comunidad diglósica árabe, la comunicación en el hogar
y en las actividades cotidianas se desarrolla en una variedad de árabe colo-
quial. En ocasiones formales se requiere el uso de un árabe más clásico y
conservador, una variedad tan diferente de la lengua vernácula que se hace
necesario enseñarla en la escuela como si fuera una lengua extranjera.
El rasgo más característico de una situación diglósica es la especialización
funcional de las dos variedades, que comprenden una variedad estándar alta
y una variedad estándar baja. Aunque la función de estas variedades varía de
una comunidad a otra, en general la variedad alta se usa en los discursos
políticos, sermones religiosos, conferencias, radio y televisión, editoriales
periodísticos, y en la literatura más selecta. La variedad estándar baja, por
otra parte, es empleada por todos los grupos sociales como el medio de
comunicación usual en la vida diaria. Ejemplos de comunidades lingüísticas
diglósicas son:
Alto Bajo
griego katharevousa dhimotiki
árabe clásico coloquial
tamil literario coloquial
alemán en Suiza alemán alto alemán suizo
310 Capítulo 8
Otro candidato es el morfema posesivo -i que el español pudo haber tomado
prestado del árabe, por ejemplo en alfonsí (‘de Alfonso’) o israelí. Este sufijo
no parecía ser productivo (i.e., no se aplicaría en la formación de nuevas
palabras), lo que habría indicado la posibilidad de que el español hubiera
pedido prestado el lexema completo como un solo morfema indivisible. Sin
embargo, parece ser que la creación de nuevas repúblicas en el Oriente Medio
ha motivado la creación de gentilicios con el sufijo -í, como kuwaití.
De manera similar, en España se ha adoptado la palabra inglesa footing
(pronunciada futin) en hacer footing, la actividad de correr regularmente (en
los Estados Unidos se dice jogging, palabra adoptada en algunos países his-
panoamericanos). Las palabras inglesas contienen el morfema flexivo pro-
gresivo -ing, correspondiente a -ndo en español. Este morfema dependiente
se ha extendido en España a algunas palabras nativas; por ejemplo, puente +
ing = puenting, que significa “saltar desde un puente atado a una cuerda elás-
tica” (en inglés, bungee jumping, ‘saltar con cuerda elástica’), como en ir
puenting y hacer puenting.
Otro caso curioso en España lo constituye la adopción del morfema geni-
tivo del inglés en los nombres de ciertos locales comerciales (especialmente
bares estilo pub inglés), que aparecen escritos así: Paco’s, Pepe’s, etc. Los
morfemas -ing y ’s como préstamos en el español tienen una funcionalidad
muy limitada y no parece que puedan llegar a convertirse en morfemas pro-
ductivos.
función de posesión no se marca con un clítico verbal, como en 4a, sino con
un adjetivo posesivo, replicando la estructura del inglés en 5.
6. Yo Ø vi a él afuera.
Otros ejemplos de este tipo son registrarse y papel, que han incorporado
significados de los lexemas ingleses formalmente similares, register ‘matri-
cularse’ y paper ‘diario, periódico’.
La transferencia léxica puede manifestarse también en la forma de un calco,
que es la traducción literal de una lengua a otra de un lexema compuesto, un
modismo u otras expresiones.
Varias preguntas pueden surgir en un estudio de préstamos léxicos en rela-
ción a la cuestión de la integración gramatical del préstamo y a la causa del
préstamo. El grado de integración del préstamo en el sistema de la lengua
receptora puede investigarse en el nivel fonológico, morfológico y sintáctico.
Los lexemas pueden transferirse sin ningún grado de adaptación, en cuyo
caso es posible considerarlos extranjerismos, o pueden adaptarse más o
menos completamente al sistema de la lengua que los recibe.
La adaptación fonológica de nombres propios españoles al sistema del
inglés es frecuente en los Estados Unidos. Se pueden citar nombres de calles:
Higuera [haiˈgira], Sepúlveda [sәˈpʌlvәdә], Pico [ˈpikoʊ]; topónimos: San
Pedro [sænˈpiːdroʊ], Los Ángeles [losˈændʒəlәs], Santa Cruz [ˈsæntə ˈkruːz];
y nombres de personas: Rosa [ˈɾoʊzə], José [hoʊˈzeɪ], Maite [máitɪ].
Por otra parte, los préstamos del inglés se adaptan rápidamente a la morfo-
fonología del español. En este sentido, es interesante notar qué morfemas se
escogen como productivos. En los préstamos verbales, por ejemplo, parece
haber preferencia por el morfema derivacional -ar, a veces precedido de e,
como en tichar (teach + ar ‘enseñar’) y dostear (dust + ear ‘sacudir/ limpiar
el polvo’).
318 Capítulo 8
Regla 1 Regla 2
truck —» troca —» la troca
como una señal del estatus social asociado con el conocimiento de la lengua
de prestigio. ¿Por qué otra razón se usarían palabras como staff en vez de
personal o shopping center en vez de centro comercial en muchos países
hispanohablantes?
(El término hispano se usa aquí porque es un término utilizado por la Oficina
del Censo de los Estados Unidos para ciudadanos con ascendientes de Hispa-
noamérica o España. No obstante, parece que muchas de las personas a las
cuales va dirigido el término en cuestión prefiere el término latino.) El Cua-
dro 8.1 indica además el número de personas mayores de cinco años que
declaran hablar español en casa según el Censo de 2010.
En los diez estados mencionados en el Cuadro 8.1, el 28,4% de la pobla-
ción total es hispana y el 20% de la población total (sobre 27 millones) habla
español en casa. Después del inglés, la lengua hablada por el mayor número
de personas en los Estados Unidos es el español.
Los hispanos son el grupo minoritario más numeroso; para el año 2050
constituirán el 29% de la población total, estimada para entonces en unos 440
millones de habitantes (Passel y Cohn 2008). El crecimiento de la población
hispana que pronostican estos cálculos no se corresponde necesariamente
con un crecimiento paralelo de los hablantes de español, dado que a partir del
establecimiento en los Estados Unidos se produce un desplazamiento masivo
hacia el inglés. A pesar de este cambio hacia el inglés, los Estados Unidos son
en cuanto al número el segundo país hispanohablante del mundo después de
Lenguas en contacto y bilingüismo 327
Cuadro 8.2 Hablantes nativos de español mayores de 5 años en los Estados Unidos
Número de hablantes Porcentaje de la
Año nativos de español población total
1990 17,3 millones 7%
2000 28,1 millones 10%
2010 37 millones 13%
2015 41 millones 13%
la cría de ganado era vital. Por aquel entonces, los españoles y mexicanos ya
estaban familiarizados con la flora y fauna de la región y con las prácticas de
los vaqueros que el cine mitificaría más adelante. Los recién llegados pronto
aprendieron y adaptaron a las reglas fonéticas y morfológicas del inglés
muchas de las palabras españolas características del medio: cañón (canyon),
mesa, sierra, arroyo, adobe, chaparral, saguaro, patio, hacienda, rancho
(ranch), sombrero, vaquero, rodeo, vigilante, desperado, burro, bronco, y
muchas otras pasaron a formar parte del léxico inglés. Los nombres de los
estados y de muchas ciudades, pueblos, ríos y montañas son también españo-
les: El Paso, Amarillo, Santa Fe, San Diego, Los Ángeles, San Francisco,
Palo Alto; los ríos Colorado, Brazos, Río Grande; las Montañas Sandía en
Albuquerque, la Sierra Nevada en California y las Montañas Sangre de Cristo
en Colorado y Nuevo México.
Otro tipo de préstamo que penetró al inglés antes del siglo XX es lo que
Hill (1993) denomina Nouvelle Southwest Anglo Spanish, usado para promo-
ver comercialmente el Suroeste. Estos préstamos están relacionados con la
industria turística, sobre todo en Nuevo México, Arizona y la costa del Sur de
California, y han experimentado un considerable incremento. Entre ellos se
incluyen principalmente nombres de comidas: guacamole, enchilada, taco,
tostada, tamale, margarita, fiesta; nombres de lugares: La Villa, Calle de Paz
y Playa del Rey (frecuentemente a los bares de los hoteles se les denomina
“La Cantina”, que paradójicamente se refiere a un bar de poca categoría en
Hispanoamérica); y nombres de eventos y celebraciones: La Fiesta de los
Vaqueros (un rodeo en Tucson), Cinco de Mayo, El Tour de Tucson (una
competición ciclista). También son frecuentes las combinaciones de nombres
españoles e ingleses: Redondo Beach ‘Playa Redondo,’ Palos Verdes Estates
‘Fincas de Palos Verdes’ y El Conquistador Hotel.
inmigrantes han traído consigo muchos dialectos diferentes del español, pero
las variedades dominantes siguen siendo sin duda las mexicanas, que repre-
sentan formas variadas de hablar el español que abarcan desde lo rural a lo
urbano, y de dialectos no estándares a estándares.
Insistimos en que hablar del español de los Estados Unidos no es fácil dado
el gran número de variedades de esta lengua habladas en este país (Escobar y
Potowski 2015 examinan los principales dialectos del español de los Estados
Unidos; ver también López Morales 2009, entre otros). Por ejemplo, el cons-
tante flujo de centroamericanos con su característico voseo (uso de vos en
lugar de tú), aspiración de -s en final de sílaba (costa se pronuncia [ˈkohta]) y
también frecuentemente en inicial de sílaba (sopa se pronuncia [ˈhopa]) —ras-
gos estos desconocidos en la mayor parte de los dialectos mexicanos—, ade-
más de numerosas diferencias de vocabulario, debe ser tenido en cuenta a la
hora de identificar su dialecto como una variedad importante del español, al
menos en California.
De acuerdo con el Censo de 2010 hay más de quinientos mil salvadoreños
en California (de ellos, más de la mitad en el Condado de Los Ángeles), y más
de trescientos mil individuos originarios de otros países centroamericanos
(Nicaragua, Honduras, etc.). El Cuadro 8.3 muestra el origen geográfico y
número de hispanos en los Estados Unidos. La población más grande de mexi-
canos se ha establecido en California (alrededor de 15 millones). El porcen-
taje de puertorriqueños y cubanos, por otro lado, es mucho más alto en el
Noreste y en Florida, respectivamente. En Nueva York hay además un por-
Cuadro 8.3 Población hispana en los Estados Unidos, clasificada según lugar de
origen (Censo de 2010, U.S. Bureau of the Census, mayo de 2011)
Origen Número Porcentaje
Mexicanos 31 798 258 63,0%
Puertorriqueños 4 623 716 9,2%
Cubanos 1 785 547 3,5%
Dominicanos 1 414 703 2,8%
Salvadoreños 1 648 968 3,3%
Otros centroamericanos 2 349 312 4,6%
Sudamericanos
(principalmente Colombia, Ecuador y Perú) 2 769 434 5,5%
Otros orígenes (incluyendo España) 4 087 656 8,1%
TOTAL 50 477 594 100,0%
Lenguas en contacto y bilingüismo 331
8. Investigadora = C; Silvia = S
C: ¿Y tenían una casa grande para la familia o era chiquita? ¿Cómo/?
S: Bueno, cuando, murió mi papá, vivíamos en una casa bastante,
muy grande, donde había, este, muchas huertas, frutales, alrededor.
Estaba en el centro la casa y estaba rodeada de puros árboles, puros,
puros árboles frutales. O sea que salíamos de allí y, con una canasta
o algo así. La llenábamos de duraznos, manzanas, toda clase de, de
fruta. Y verdura también que, se sembraba allí. Rábanos, lechuga,
todas clases de verduras. (G. 1)
9. Investigador = H; Robert = R
H: ¿Y tu tortuga cómo la conseguiste?
R: Un día yo y mi papá estábamos regresando de, de, de un parque
con, con un troque de mi tío. Y estábamos cruzando la calle. Y nos
paramos porque estaba un stop sign. Y mi papá dijo, “Ey, Roberto.
Quita esa tortuga que está en la calle”. Y no le creí, you know. Y
miré. Y creí que era un piedra, pero grande. Y no le hice caso.
Entonces me dijo, “Apúrele. Quita esa tortuga”, you know. Y me
asomé otra vez. Y sí era tortuga. ¡Estaba caminando ese piedra
grande! [risa] Pues me salí del carro, del troque. Y fui y conseguí el
tortuga. Y me lo llevé pa’ mi casa. (G. 2)
y del inglés;” billón, que en los Estados Unidos refiere a mil millones
(1 000 000 000), pero en otros países hispanohablantes es un millón de
millones (1 000 000 000 000). Otros estadounidismos serían departamento,
para referirse a un ministerio o secretaría; aplicar, en el sentido de presentar
una solicitud; email para correo electrónico y rentar para alquilar o arrendar.
En los últimos años se ha desarrollado un debate interesantísimo sobre la
cuestión de qué es el spanglish o espanglish, de si el español que se mezcla
con palabras y expresiones del inglés es o no espanglish, o incluso si estamos
ante una nueva lengua llamada “Spanglish”. En el habla coloquial el término
se usa para referirse a cualquier variedad del español que manifiesta influencia
evidente del inglés. Con frecuencia la pregunta “¿Tú hablas español?” que se
le hace a un hablante del grupo 2 o 3, se responde “Bueno, hablo Spanglish”
solamente porque su vocabulario incorpora préstamos del inglés o porque
alternan los dos idiomas en su conversación con otros bilingües. La califica-
ción de “Spanglish” es desafortunada, sin embargo, pues lleva a los bilingües
y al público en general a evaluar el uso del español de los Estados Unidos en
forma negativa. El tema se discute en conferencias y numerosas publicaciones
(e.g., Dumitrescu 2012; Fairclough 2003; Otheguy 2009; Paz 2005; Villa
2010). No ahondaremos aquí en el problema, excepto para citar a Otheguy
(2003, 15), quien observa que los años de residencia de los emigrantes en los
Estados Unidos van separando a las familias hispanas de sus orígenes y van
introduciendo más inglés, pero que no estamos ante una nueva lengua, “sino
ante un tipo de uso, que no tiene nada de extraordinario ni sorprendente, sino
que se aprecia en cualquier comunidad bilingüe del mundo. A este uso lingüís-
tico recurren los bilingües neoyorquinos con naturalidad, porque les sirve de
seña de identidad”. También sirve el uso alternado de dos lenguas como sím-
bolo de pertenencia a la comunidad hispana o latina para los bilingües en el
resto de los Estados Unidos
Los ejemplos incluidos en esta sección corresponden a anglicismos de uso
muy general en las comunidades bilingües en este país, que esperamos lle-
guen a ser aceptados tal como se aceptan los chilenismos, argentinismos, etc.
Los clasificamos en cuatro clases, justificadas lingüísticamente por su posible
efecto semántico o sintáctico y socialmente por la mayor o menor presencia
de estos préstamos en diferentes grupos según el tiempo de residencia en los
Estados Unidos.
Clase 1: Préstamos de una palabra Transferencia de formas con sus
significados: mapear de ‘to mop’ (trapear el piso), sinke de ‘sink’ (lavapla-
tos), troca o troque de ‘truck’ (camión), so de ‘so’ (así que), marqueta de
‘market’ (mercado), obertain de ‘overtime’ (tiempo complementario), bil de
‘bill’ (cuenta), bloque de ‘block’ (manzana), etc. La transferencia de signos
Lenguas en contacto y bilingüismo 343
28. Ella hablaba como yo más o menos, machucado español, mitad las
palabras inglés y mitad, palabras español. (G. 3)
inglés: She spoke like me more or less, chopped-up Spanish, . . .
Lenguas en contacto y bilingüismo 347
Es interesante notar que los calcos del tipo 5 ocurren casi exclusivamente
en el español del grupo 3.
Clase 4: Tipo 6 Calcos que son una forma de relexificación crean estruc-
turas sintácticas no existentes en español. Este último tipo quizá sea el único
que pueda llamarse préstamo. Los ejemplos 30 y 31, que presentan el calco
de la secuencia that is why, son ilustrativos.
aquellos puntos en que las estructuras de las dos lenguas son equivalentes.
Aunque se han presentado contraejemplos a estas dos restricciones, son en
general válidas en el caso de la alternancia español-inglés, especialmente si
los hablantes están en los estadios superiores del continuo. Esto indica que los
hablantes conocen (intuitivamente) las reglas sintácticas de las dos lenguas.
En cuanto a la función comunicativa de la alternancia de códigos, las fun-
ciones propuestas incluyen la codificación de citas (discurso directo), repeti-
ciones e interjecciones, la codificación de emociones, una función retórica o
expresiva, y una función terapéutica-práctica. Veamos algunos ejemplos.
32. Le dije, “You look so upset today. Did you have a hard day?” Le
digo en una forma nice, pero también en una hostile way. (G. 3)
[. . . “Pareces muy molesto hoy. ¿Tuviste un día muy difícil?” . . .
agradable, . . . manera hostil.]
33. Una cosa que yo quise hacer cuando fui a Acapulco. . . . Me subí en
ese parachute ride, arriba del agua. Me subí en eso. Oh! I loved
that! (G. 2)
[. . . paracaídas, . . . ¡Ah! ¡Me encantó eso!]
34. . . . en cinco minutos me dijeron que podía go ahead, y so pues me
fui. Y como cuarta milla alguien estaba coming down at me. Nadie
lo paró y me, me machucó de frente. (G. 3)
[. . . seguir, así que . . . venía bajando derecho hacia mí . . .]
35. Prosa de un escritor chicano (Ricardo Sánchez, Canto y grito mi
liberación, New York, Doubleday, 1973, p. 148)
Why, I questioned myself, did I have to daily portray myself as a
neo-gringo cuando mi realidad tenía más sangre y pasión?
[¿Por qué, me pregunté a mí mismo, tenía que retratarme a diario
como un . . .]
36. Y la señora que my grandmother worked for tenía twenty-seven
rooms, you know, and we had our own house—in the back, where
we lived at, y—mi abuelito no pagaba renta. (G. 3)
[. . . para la que trabajaba mi abuela tenía veintisiete piezas, ¿ves?,
y nosotros teníamos nuestra propia casa—al fondo, donde vivía-
mos . . .]
Cada uno de los ejemplos dados ilustra una función diferente de la alter-
nancia de códigos. El ejemplo 32 corresponde a la frecuente tendencia a
reproducir el discurso directo en la lengua en que fue codificado original-
mente. En 33 la alternancia se da en parachute ride, un ítem léxico que la
hablante puede no conocer en español, y en una expresión de emotividad:
Lenguas en contacto y bilingüismo 349
37. C: Sí. Pero decían que estaba peligroso para hacer surfing.
A: Even for the surfers también [‘incluso para los surfers’]. /Sí, sí./
Vi uno que se subió en una, una ola de esas.
Y luego quebró. It broke [‘rompió’], arriba así,
y él estaba así co/, casi mero arriba/,
y, y lo agarró
y, y lo, y lo voltio así
y se lo, se lo llevó all the way in [‘hasta el fondo’].
Yo en San Pedro me agarró una de esas, long time ago when I was
younger [‘hace mucho tiempo cuando yo era más joven’].
350 Capítulo 8
40. Iba a ser profesional, pero creo que tenía [por tuvo] un accidente.
(G. 2)
352 Capítulo 8
Cuadro 8.8 Frecuencia del Subjuntivo según el tipo de contexto y según el grupo
(p ≤ 0,000)
Contexto obligatorio Contexto opcional
Grupo 1 183/195 93,8% 185/599 30,9%
Grupo 2 90/120 75,0% 134/574 23,3%
Grupo 3 73/139 52,5% 85/685 12,4%
356 Capítulo 8
Los clíticos son además afectados por procesos que se manifiestan también
en otras clases de palabras, tales como modificaciones en la marca de caso
(ejemplo 63), género (64) y número (65).
68. Una vez estaba en una gasolinera aquí (a) y una señora llegó ahí
[SV]. Yo estaba ahí esperando, estaban trabajando en el carro. (b)
Una señora entró [SV] y me preguntó si conocía . . . (G. 3)
69. [Eso] pasó el otro día. Vino mi papá [VS], “Mira, aquí esta/, nece-
sitan un precio aquí en estas formas”. (G. 3)
70. (a) . . . y así va la rutina [VS]. . . . (b) Y los niños realmente nos tie-
nen jóvenes [SVX], Porque H. dice de (c) cuando tenía él dieciséis
[VSX], diecisiete, (d) y llegaba el mes de marzo [VS], le gustaba
subirse a una loma y volar papalotes. (G. 2)
8.4.5 Conclusiones
Con respecto al papel que desempeñan las motivaciones externas e internas
en los cambios que experimenta el español en los Estados Unidos, la univer-
salidad de los procesos identificados a través de diferentes situaciones de
contacto argumenta en contra de la transferencia directa de elementos grama-
ticales foráneos en los niveles más altos de competencia bilingüe. En verdad,
numerosos estudios apoyan la observación de Malkiel (1983, 261, nuestra
traducción), según el cual incluso el defensor más entusiasta de una hipótesis
de sustrato tendría que aceptar que “solo un número seleccionado de elemen-
tos fonológicos, léxicos, etc., se filtran” de una lengua a otra en una situación
de bilingüismo prolongado.
362 Capítulo 8
En el caso del español actual en los Estados Unidos, vemos que una primera
generación de inmigrantes transfiere básicamente léxico: palabras y frases
fijas. En la segunda generación se observa reducción de los dominios de uso
del español, la lengua minoritaria, y falta de escolaridad completa en ella. Esto
conduce al desarrollo de una variedad en la que se constatan procesos de sim-
plificación y pérdida (por ejemplo en el sistema verbal, las preposiciones, las
oraciones compuestas y el léxico); inestabilidad en la marcación de género y
número (“había un piedras en la calle” por unas); inestabilidad en el uso de
artículos (“Gente come mucho aquí” por La gente); la aceleración de la difu-
sión de fenómenos de cambio ya presentes en la variedad ancestral; la incor-
poración de préstamos y calcos léxicos del inglés; y la alternancia más o
menos frecuente entre el español y el inglés. Más allá de esta segunda genera-
ción, la situación sociolingüística se torna aún más compleja y difícil de pre-
decir o describir.
Las etapas de cambio están controladas por al menos tres principios cuya
acción se observa a través de numerosas situaciones de contacto y desarrollo
lingüístico: los principios de generalidad, de distancia, y de transparencia
semántica (Silva-Corvalán 1994a).
El principio de generalidad predice que dadas dos formas con significados
relacionados que compartan por lo menos un contexto estructural, la forma
con una distribución pragmática y estructural más amplia se adquirirá pri-
mero o se perderá más tarde. Así, se perderá primero, por ejemplo, el Plus-
cuamperfecto, había comido, y más tarde el Pretérito Perfecto Compuesto, he
comido. Este principio se refiere a factores intralingüísticos que están
gobernados, a nuestro parecer, por la naturaleza de la comunicación. Esto
ha llevado a Silva-Corvalán (1985) a proponer el principio de distancia,
según el cual si un sistema lingüístico tiene varias formas en el mismo espa-
cio sintáctico-semántico, la forma más cercana al hablante, objetiva o subje-
tivamente, se adquirirá primero o se perderá más tarde. Factores de tipo
interaccional justifican este principio: la comunicación diaria tiende a ser
egocéntrica y concretizante.
Finalmente, la situación del español en contacto con el inglés justifica
también el principio de la transparencia semántica propuesto por Slobin
(1977, 186), según el cual los hablantes tienden a mantener una relación
biunívoca entre estructuras semánticas subyacentes y formas superficiales,
con el propósito de facilitar el procesamiento de los mensajes lingüísticos.
El estado icónico ideal no se alcanza nunca, sin embargo, ya que tanto en el
desarrollo ontogénico como filogénico de las lenguas las unidades lingüísti-
cas no están aisladas y la simplificación de unas conduce a la complejidad
de otras.
Lenguas en contacto y bilingüismo 363
Preguntas de comprensión
1. Define los siguientes conceptos: transferencia, interferencia, bilingüismo
de sociedad, continuo bilingüe, bilingüismo cíclico. Describe algunos de
los fenómenos lingüísticos que suelen darse en situaciones de contacto.
¿Qué es el intercambio o alternancia de códigos?
2. Pon ejemplos de situaciones de bilingüismo en el mundo hispánico.
Explica el concepto de diglosia en sus diferentes aplicaciones.
3. Explica con ejemplos los siguientes fenómenos de transferencia fonológica:
fusión o subdiferenciación fonémica, ultradiferenciación, reinterpretación, y
364 Capítulo 8
Ejercicios de reflexión
Ejercicio 1
Describe y comenta la situación lingüística de una comunidad en la que el
español se encuentra en contacto con otra lengua. ¿Qué lenguas son usadas
por quién y en qué ámbitos? ¿Qué lenguas avanzan o retroceden en número
de hablantes y/o contextos de uso? ¿Crees que se puede hablar de diglosia a
propósito de esta situación?
Ejercicio 2
A lo largo de su historia el español ha estado y/o está en contacto con nume-
rosas lenguas (visigodo, árabe, provenzal, francés, vasco, catalán, gallego-
portugués, lenguas amerindias, lenguas africanas, inglés, etc.). Haz una lista
de rasgos atribuibles a la influencia del contacto con alguna de estas lenguas
en alguna variedad del español actual. ¿Ha afectado esta influencia en la
misma medida al léxico, la fonética, la morfología y la sintaxis del español?
Ejercicio 3
Los datos a continuación reflejan los porcentajes de población hispana de los
Estados Unidos que hablan inglés y español bien o muy bien, según genera-
ción (adaptado de Taylor, Lopez, Martínez y Velasco 2012). ¿Qué implican
estos datos con respecto al mantenimiento del español en los Estados Unidos?
Lenguas en contacto y bilingüismo 365
Hablan inglés bien o muy bien Hablan español bien o muy bien
Primera Segunda Tercera Primera Segunda Tercera
generación generación generación generación generación generación
38% 92% 96% 91% 82% 47%
Ejercicio 4
Identifica los rasgos atribuibles a transferencia del inglés en esta narración
escrita por un hablante bilingüe méxico-americano. Analiza estos rasgos de
acuerdo con la clasificación de la Sección 8.4.4: “Aspectos lingüísticos del
español de los Estados Unidos”.
FACTORES LINGÜÍSTICOS
Variable dependiente:
1. Sujeto pronominal: e = expresado (yo fui al mercado)
(solo personales) n = no expresado (Ø fui al mercado)
4. Modo
i = indicativo
s = subjuntivo
367
368 Apéndice
6. Progresividad
p = progresivo (Pedro está leyendo/acabando de leer el diario.)
n = no progresivo (Pedro lee/acaba de leer el diario.)
7. Perfectividad
c = tiempo compuesto (Ha venido / Ha querido/podido venir)
s = tiempo simple (Vino / Quiso venir)
8. Ambigüedad
a = forma verbal morfológicamente ambigua (Quería venir)
n = forma verbal no ambigua (Quiere venir)
[Esta es una codificación mínima, que no considera ni el contexto ni varia-
ciones dialectales asociadas con pérdida de consonantes, sino solo las for-
mas que las gramáticas consideran ambiguas entre primera y tercera
persona de singular: imperfecto, condicional, tiempos del subjuntivo.]
11. Correferencialidad
c = correferencial con sujeto previo (i.e., el mismo sujeto del verbo
precedente: Luis fue a la playa; él no regresará hoy.)
Apéndice 369
FACTORES SOCIALES
13. Edad
a = Generación 1 (20–34 años)
b = Generación 2 (35–54 años)
c = Generación 3 (55 años o más)
16. Dialecto
p = Puerto Rico
v = Venezuela
etc.
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bilingüismo, 32, 299–302, 308, 309, 310, clase social, 48, 126–33, 274, 275; con-
323, 325, 339, 340, 353; actitudes hacia cepto de, 23, 49, 132
el, 94–98; y cambio lingüístico, 274, cláusulas: coordinadas, 223–25; limitadas,
286–88, 299, 321; cíclico, 300, 306, 223–25. Ver narración
325, 339, 349, 363; efectos lingüísticos clítico: cero, 29, 200–201, 315, 358–59;
del, 286, 302, 338–41, 353, 361; social, duplicado, 29, 199–200, 281; en el
94, 286, 299, 300, 302, 325, 339 español de los EE.UU., 315, 358–59;
bozal, 324; habla, 324 pleonástico, 30, 157, 196–97, 200;
subida del, 201–3, 237
calco: concepto de, 317; léxico-sintáctico, cocoliche, 321
343–47 codificación, 39, 69, 71–72, 105, 163,
cambio, 7, 12, 20–24, 102, 114, 236, 348; guía de, 78–79, 367
262–81, 299–301, 355; aceleración código: elaborado, 26–28; restringido,
del, 304–5, 351, 353, 356, 362; y 26–28
actitudes subjetivas, 269, 278, 285; competencia comunicativa sociolingüís-
actualización del, 269, 296; tica, 7, 11, 339
analógico, 262–63; concepción comunidad: de habla, 2, 7, 40, 66, 68–69,
estructuralista del, 265–66; condicio- 85, 93, 136–38, 268; de práctica,
namiento del, 265; desde abajo, 270– 137–38
71; desde arriba, 270–71, 272, 278; conducta lingüística: patrón estable de,
etapas del, 275–76, 362; evaluación 279; patrón móvil de, 279–80. Ver
del, 269; factores favorables al, 302, cambio
304; factores internos del, 24; foné- conectividad discursiva: y expresión de
tico o fonológico, 102, 262–63, 264, sujeto, 186–87; grados de, 186–87
269, 273, 280; generacional, 123, conector discursivo. Ver marcador de
280; y género, 114, 116, 119–20, 282; discurso
y gradación por edad, 278–79; indica- conocimiento pragmático de la lengua, 214
dores de, 274; inserción del, 269; en constituyentes oracionales, ordenamiento
marcha o en curso, 102, 119–20, 123, de los. Ver orden
158, 269–76, 280, 281–94, 351, 356; construcciones perifrásticas, 302, 305–6;
mecanismos del, 268–69; regularidad de futuro, 209, 288; de presente pro-
del, 262–64; restricción del, 269; gresivo, 315
retracción o inhibición de un, 121, contexto: lingüístico, 20, 39, 69–71, 76,
282–83, 286–88, 302; sintáctico, 280; 102, 106, 163; situacional, 139–40
en tiempo aparente, 270, 273–274, continuo: criollo, 322; dialectal, 12,
278–280; en tiempo real, 273, 280; 14–15; de proficiencia bilingüe, 300,
transición del, 269; y variabilidad, 305, 325, 339–41, 351, 361; de regis-
267–68, 278 tros y estilos, 17–18, 25, 31, 34, 141;
características sociales: adquiridas, 108; social, 46, 128
adscritas, 108 contorno entonacional, 193; contraespe-
carga informacional. Ver información rado, 194–95; informativo, 194
catalán, español en contacto con, 23, 87, convergencia, 50, 51, 283, 287, 302, 304,
144, 286–88, 302, 316 307, 315, 331, 341
cheli, habla, 124 conversación: análisis de la, 3, 6, 8–9, 25,
claro, 294 215–17; dirigida, 58, 141; grabada, 41,
Índice de materias 405
52–56, 141–42; individual y de grupo, diafasia, 11, 15, 18–19, 187, 234. Ver
56–57, 148; libre, 58, 141; máximas de variación diafásica
la, 217; módulos temáticos para la, 60, dialecto, 12–14, 43, 128, 310, 331; más
62; semidirigida, 60–61, 141, 144 correcto, 14, 17, 121; y enseñanza,
copias pronominales, en cláusulas relati- 31–33, 35; estándar, 16–18, 28, 121,
vas, 75–76, 78 129; y estandarización, 15–16; como
corpus computarizados (informatizados), símbolo de identidad, 24; vernáculo,
64–67, 294–96 17, 25, 32, 52, 139, 269, 322. Ver dife-
corrección, noción de, 16, 17, 142. Ver renciación dialectal
incorrección dialectología, 12, 25; social, 12; y socio-
correferencialidad: con el antecedente en lingüística, 10, 12, 20–21, 24, 26;
cláusulas relativas, 76; con el objeto urbana, 12
directo, 29, 199–200, 296; con el diasistema, 10
objeto indirecto, 77, 296; con el diastratía, 2, 11–12, 15, 88, 92, 102, 166,
sujeto, 173–75, 186, 368 198, 226, 234
correlaciones sociosintácticas, 160 diatopía, 11, 15, 88, 92, 102, 128, 172,
cortesía, 217, 236, 254; y formas de trata- 176, 198, 226
miento, 257; positiva y negativa, dice, 292–94
255–56 diferenciación dialectal: factores externos
covariación, 108, 161, 268, 270, 275; de la, 22–23; factores geográficos de
sociosintáctica, 109, 155. Ver la, 22–23
variación diferencial semántico, 89, 91
criollos, 320–23; con base española, 320, difusión, 21, 131, 264, 274, 299, 305, 307,
322–23 312, 316, 362. Ver cambio
criollización, proceso de, 320, 322–23 diglosia, 309–11
discursivo-cognitivo, dimensiones
datos, nuevas fuentes de, 64–69; técnicas discursivo-cognitivas, 201–202
de recolección de, 52–64 discursivo-funcional, 213
deber / deber de, 206–7 discurso: análisis del, 25, 209, 212, 215,
déficit lingüístico, 26–28 237, 266; carácter objetivo del, 248;
deíctico, de discurso, 240, 242, 243, 244, carácter subjetivo del, 248; modo del,
250; evidencial, 294; modal, 240; tem- 18; narrativo (ver narración); principios
poral, 240, 242, 243–44, 250. Ver de organización del, 234. Ver anclaje
ahora distancia social, 17, 23, 128
dequeísmo, 154, 155, 203, 205, 281; distribución complementaria, 157–58,
explicación funcionalista del, 204; 353; débil, 157–58
hipótesis psicolingüística sobre el, 204; dominio: como ámbito de uso de una len-
hipótesis semántica sobre el, 154, 204– gua, 5–7, 95, 97, 301, 302, 309–11,
5; e información focal, 204, 205–6 321, 351, 362; de conducta sociolin-
descriollización, 322 güística, 6; como nivel de proficiencia,
diacronía, 2, 38, 158, 264, 267, 295; y 97, 126, 307, 325, 331, 334, 335, 357
enfoque diacrónico, 38, 158, 251, 262,
264, 266, 267, 288; y lingüística de Ebonics, 31
corpus, 294–95 educación compensatoria, y código res-
tringido, 26–28
406 Índice de materias
pruebas: formales, 62–63; de repetición, 291; dos niveles de, 159, 217; el pro-
62–63. Ver lectura, tareas de blema del, 80, 152, 155, 190; lógico-
referencial o básico, 25, 101, 154, 156,
que, ausencia del complementante, 357–58 159, 170, 201–2, 216–17, 228, 293;
queísmo, 204–5, 281 pragmático, 25, 158, 160, 172, 187,
236; socio-estilístico, 122, 145, 156,
R (programa estadístico), 82 158, 160, 168, 270; textual, 238
rango, 75, 291 simplificación lingüística, 14, 50–51, 149,
Rbrul, 82 163, 165, 166, 265, 315, 362; princi-
redes sociales (nuevos medios), 68, 216 pios universales de, 306; en situaciones
red social, 6–7, 49, 51, 110, 132–135, de bilingüismo, 302, 305–6, 320, 341,
137, 138; abierta o difusa, 134; densa 351, 357, 362
o cerrada, 133–35, 137, 171; integra- sincronía, 2, 38, 264; y enfoque pancró-
ción a la, 134–35; y lazos múltiples, nico, 2, 38, 262; y enfoque sincrónico,
133 158, 262, 264, 266, 267, 268, 270,
registro, 7, 17–18, 31, 64, 65, 218, 310, 286
351; concepto de, 214–15; conversa- situación comunicativa, componentes de
cional, 215–16; escrito, 33, 113, 248, la, 5–6, 10, 70, 147, 212, 357
358; y género, 214–15, 217; oral, 53, situación social, 4, 6, 138, 148
217 sociolectos, 23, 88, 90, 121, 126, 128
regla: categórica, 100; opcional, 100; sociolingüística, avances metodológicos
variable, 30, 78, 82, 100, 101, 290 de la, 24–26; definición de, 1–2; histó-
regularización, 24, 28, 130–31, 302, 303, rica, 267; objetivos de la, 11
352 sociología de la lengua, 1, 4–5; objetivos
relatividad lingüística. Ver teoría de la, 5–6, 11
repetición. Ver priming Spanglish / espanglish, 321, 331, 341–42
respuesta breve y anónima, 63 SPSS, 72–74
subjetivización, 238, 250
¿sabes?, 254 sujeto, posición del, 183, 187, 191–92.
sabir, 320 Ver expresión del sujeto y ver orden de
Sapir-Whorf, teoría de. Ver teoría de la los argumentos oracionales
relatividad lingüística superstrato, 321–22
semántica, 80, 161; concepto de, 154; dis- survey, 43, 51. Ver método sociolingüís-
cursiva, 159 tico
semicriollos, 323 sustrato, 321, 361
ser y estar, neutralización de, 24, 62–63,
67, 157–58, 284–85, 357. Ver estar, tabulación cruzada, 72, 74
norma tareas de lectura. Ver lectura
sexismo, en el lenguaje, 112–13 técnica imitativa, 85, 89–93, 98
sifrina, 124 teoría: de la acomodación, (ver acomoda-
significado, contextual o discursivo, 154, ción); deficitaria (ver hipótesis deficita-
155, 156, 159, 160, 175, 196, 217–18; ria); funcionalista, 250; de la
discursivo prototípico, 218; episté- gramaticalización (ver gramaticaliza-
mico, 237, 250; expresivo, 238; grama- ción); de la relatividad lingüística, 8
ticalizado, 24, 158, 201–2, 236–38, tiempo aparente. Ver cambio
410 Índice de materias
tiempo real, 270, 273, 276, 278–79, 282– independiente, 70–72, 74–75; fonoló-
84, 286, 288, 305; y estudio de panel, gica, 40, 70–75; identificación de la,
280; y estudio de tendencia, 280. Ver 39, 70; sintáctica, 151–53, 158, 160;
cambio variantes de la, 70, 100–102
tiempo verbal, función en el discurso del, variable sociolingüística: definición de,
180–81. Ver narración 108–9, 152, 155, 195; estable, 274;
tópico oracional, 173, 190, 194, 199–200, tipos de, 108
212 variación: y clase social, 126–29, 278;
transferencia, 87, 285–86, 299, 301, 302, condicionada, 100–102; contexto
303, 304, 306, 307, 310–11; fonoló- estilístico de la, 138–43; diafásica o
gica, 311–12; e interferencia, 299; estilística, 25, 57, 138–48; y edad,
léxica, 306, 317–20, 341; morfológica, 123–26, 270; estable, 21–22, 274,
312–13; sintáctica, 313–16, 341 278, 286; individual, 24, 49; y sexo o
triángulo: estructural, 251; pragmático, 251 género social, 109–19, 119–21, 127;
tú: específico, 177, 182–83; no-específico, sintáctica y fonológica, comparación
177, 182–83 de la, 152–55; teoría de la, 2, 100–
tuteo, 257–59, 332 101, 160
Twitter, 18, 68, 69 variacionista, teoría. Ver variación, teoría
de la
ultracorrección linguística, 204 variante. Ver variable lingüística
unidad social de análisis, 40, 138. Ver variedad de lengua. Ver dialecto
comunidad venga, 234, 252–53, 254
ustedeo, 257 verbo: inacusativo, 192; inergativo, 192
vernáculo. Ver dialecto
vale, 234, 252–54 video. Ver entrevista (videograbada)
VARBRUL, 82, 117 voseo, 257–59
variable lingüística: concepto de, 100–
102; dependiente, 70–75, 78–79; eva- yeísmo, 21, 143–44, 148, 281; ensorde-
luación social de la, 93; explicativa o cido, 116, 144, 281; rehilado, 144