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Kay qillqa pallakupi nin, tawa wawqikuna kasqanku , Ayar Manku , Ayar Awca, Ayar kachi,
Ayar Uchupiwan.
Juknin paykuna ukhumanta astawan kallpayuq kaspa, tawa rumita uqharispa, tukuy
kallpawan chuqasqa, rumikunata tawa kitiman chayasqanku, chaykuna kankuman nin
tawantin suyukuna.
En tiempos remotos, antes de que llegaran los españoles el cerro rico estaba cubierto de
“ichhu” una paja alta y también de arbustos.
Los hombres descubrieron que el cerro estaba lleno de minerales y para sacarle la
riqueza que tenía destruyeron también la vegetación y este dejo de crecer. Ahora esta
desnudo y frió como si le hubieran arrancado la vida.
Cuando el inca Huayna Capaj fue a Potosí desde Quito, para bañarse en las aguas
medicinales de Tarapaya, se quedo muy admirado de este cerro que lo llamaban Sumaj
Orco o “Cerro Hermoso”; pensó que tan bello cerro debería tener mucha plata dentro de el
y mando a sus servidores averiguarlo. Cuando los enviados del Inca quisieron buscar
metales del cerro, escucharon extraños ruidos que venían del fondo de la tierra y que
parecían voces de trueno. Desde entonces le llamaron “potocsi” que quiere” estruendo,
estallido” “que brota” Después llegaron los españoles y sometieron a nuestro pueblo….
Una noche un indio llamado Diego Huallpa, tuvo que pasar la noche con sus llamas de
cerro de Potocsi; había atado a sus animales a unos arbustos; estos se pusieron a dar
jalones tratando de desamarrarse y lograron sacar de cuajo algunas plantas. Diego
Huallpa vio sorprendido un rico filón de plata a flor de tierra.
Cuando contó esto a su patrón que era el español don Juan de Villarroel, muchos otros se
enteraron y llegaron hasta el cerro de todas partes. Se adueñaron del Potocsi y por
muchos años sacaron de sus entrañas cantidades de plata que nunca enriquecieron a los
hijos de estas tierras….
Mientras muchos españoles se enriquecieron, miles de mitayos que eran indios que
trabajan en las minas murieron al sacar la plata. Costo dolor y sangre. Algunos dicen que
morían cerca de 50000 mitayos cada año.
Leyenda del Maíz
En la región de Collana, habitaban dos jóvenes que habían unido sus vidas en
matrimonio, producto del amor que sentía el uno por el otro.
Huayru, el joven, pertenecía al ayllu de Chayantas, donde el arma de guerra era la honda
y Sara Chojllu, la joven, al ayllu de Charcas, donde utilizaban lanzas para combatir.
Ambos ayllus se unieron para defender sus tierras de los españoles.
El día de la batalla, Sara Chojllu se encargó de facilitarle las piedras a Huayru, al igual
que todas las mujeres, que no tenían hijos, lo hacían con sus respectivos esposos.
Al morir la noche, los ayllus ganaron la batalla. Poco después de finalizar el combate, por
descuido de uno de los miembros de Charcas, una lanza se clavo en el corazón de la
bella india y murió en los brazos de su amado, esbozando su última sonrisa.
Los dos ayllus se enfrentaron hasta quedar sin soldados. Huayru y sus compañeros
cavaron una tumba para enterrar a Sara Chojllu. Huayru lloró toda la noche, y sus
lágrimas regaron la tumba.
Al día siguiente, creció sobre el nicho de Sara una planta desconocida que se extendió en
todo el terreno. Viendo la planta, Huayru recordaba a Sara, puesto que tenía el mismo
color (verde) de sus ojos.