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Los trastornos tiroideos son comunes en mujeres jóvenes en edad reproductiva; estas
alteraciones tiroideas son la segunda causa de complicaciones endocrinológicas durante el
embarazo después de la diabetes.
Un aspecto fisiológico importante a tener en cuenta son los cambios hormonales y las demandas
metabólicas durante el embarazo, ya que conducen a modificaciones complejas de la función
tiroidea que dificultan el diagnóstico y el tratamiento. Los cambios durante el embarazo son:
• Aumento de la HCG, que estimula el tiroides. Esto explica que la HCG posea actividad
tirotrópica intrínseca por lo que sus niveles séricos elevados estimulan la glándula tiroidea.
Dicha estimulación de la glándula tiroidea se traduce en aumento de la tiroxina libre, la
cual, mediante feedback negativo, inhibe la secreción de la TSH y la TRH. Hay que tener en
cuenta que la HCG alcanza cifras máximas en las primeras 12 semanas de gestación por lo
que la actividad de la tirotropina en etapas tempranas de la gestación disminuye más de
un 80%.
• Aumento de la excreción urinaria de yodo
• Aumento de la globulina transportadora de tiroxina (TBG), alcanzando su punto máximo a
la semana 20, estabilizándose entonces y manteniéndose durante el resto de gestación en
valores casi dos veces mayores a los basales
• Tendencia al aumento del nivel sérico de la hormona estimulante del tiroides (TSH)
• T4 libre: alcanza cifras máximas con niveles de HCG, luego se normaliza. Sólo pequeñas
fracciones atraviesan la placenta.
• T3: se incrementa hasta la semana 18 para estabilizarse posteriormente. Sólo pequeñas
fracciones atraviesan la placenta.
Durante el embarazo se debe aumentar la ingesta de yodo para que el tiroides materno pueda
aumentar la síntesis de hormonas y el tiroides fetal pueda producirlas. La deficiencia de yodo
durante la gestación se ha relacionado con aumento de abortos, mortalidad fetal y perinatal, bajo
peso al nacer y alteraciones en el neurodesarrollo. Cerca de una de cada 20 mujeres tiene valores
bajos de yodo en orina de 24h (VN: 150-250 μg/l). Por ello y para evitar déficit se recomienda la
administración de yoduro potásico a dosis:
• Preconcepcional: 100 μg/24h
• Durante embarazo y lactancia: 150-200 μg/24h
• Gestación múltiple: 300 μg/24h Cabe destacar que la dosis no debe de ser superior a 500
μg/24h en ningún caso.
HIPOTIROIDISMO
Se caracteriza por datos clínicos inespecíficos y graduales, como fatiga, estreñimiento, intolerancia
al frío, calambres musculares y aumento de peso. Otros síntomas característicos del
hipotiroidismo son: edema, sd. del túnel carpiano, piel seca y caída del cabello. Se estima que un
tercio de las gestantes con hipotiroidismo tiene los síntomas clásicos, otro tercio tiene clínica
moderada y el resto de las pacientes están asintomáticas, a pesar de existir una alteración
funcional evidente.
Efectos gestacionales
Cerca del 70% de mujeres con hipotiroidismo no tratado presentan ciclos anovulatorios y,
consecuentemente, reducción de la fertilidad.
Todos estos efectos adversos graves parecen desaparecer o, en todo caso, disminuir si se lleva a
cabo un buen control y tratamiento de la enfermedad, sobre todo si éstos se inician ya desde el
primer trimestre. Es por lo que se recomienda identificar a la paciente hipotiroidea en la primera
visita obstétrica (ya sea preconcepcional o en el diagnóstico del embarazo).
Etiología
Diagnóstico:
• En pacientes con hipotiroidismo primario el nivel de TSH está elevado y el de T4L está por
debajo del límite inferior.
• En el hipotiroidismo secundario o central la TSH se encuentra normal o inadecuadamente
alta para una T4 libre por debajo del límite inferior.
• En el hipotiroidismo subclínico la T4 libre es normal con una TSH que es mayor que el
límite superior normal de referencia.
Manejo clínico:
-Hipotiroidismo subclínico: se define como el incremento de TSH sérica con tiroxina sérica normal.
La prevalencia de hipotiroidismo subclínico en el embarazo ha sido estimada en 2-5%. El
hipotiroidismo subclínico es poco probable que progrese a hipotiroidismo clínico durante el
embarazo. A pesar de ello, a este grupo de gestantes se les realizará un perfil tiroideo (TSH y T4L)
en cada trimestre para descartar la progresión a hipotiroidismo clínico.
HIPERTIROIDISMO
Efectos gestacional
Por el contrario, el hipertiroidismo clínico, sobre todo en los casos severos y en los casos con
niveles altos de anticuerpos estimulantes del tiroides (TSI), se han asociado a:
Etiología
Manejo clínico
Las mujeres con hipertiroidismo deberán ser siempre evaluadas conjuntamente con
endocrinología, dado el riesgo de yatrogenia que supone la introducción de un tratamiento
antitiroideo no apropiado y las posibles complicaciones en caso de no iniciar el tratamiento
cuando esté indicado.
-Fármacos
• Antitiroideos (ATD)
o Propiltiouracilo (PTU). Es el tratamiento de elección en el primer trimestre de la
gestación, dada su menor teratogenicidad que el metimazol. Dosis inicial de 50-
300 mg/dia dividido en diferentes tomas.
o Metimazol (MMZ). Teratógeno en primer trimestre por lo que es el tratamiento de
elección en segundo y tercer trimestre. Dosis inicial: de 5-15 mg/dia
Efectos secundarios: Los más frecuentes son las reacciones alérgicas como el rash cutáneo. Más
rara (<1%), aunque potencialmente grave, es la aparición de agranulocitosis generalmente durante
los primeros 3 meses de tratamiento.
En la mayor parte de los casos, el recién nacido es eutiroideo. Sin embargo, algunos de ellos
padecen hipertiroidismo o hipotiroidismo con o sin bocio. El hipertiroidismo materno puede
afectar al feto a través de tres vías:
Dado que los anticuerpos TSI atraviesan libremente la placenta y pueden actuar sobre la glándula
tiroidea fetal (0.01% de las gestaciones) su determinación será necesaria en primer trimestre y a
las 22 semanas de gestación en las gestantes que presenten:
• Enfermedad de Graves
• Historia de Enfermedad de Graves tratada con tiroidectomía antes de la gestación
• Neonato previo con Enfermedad de Graves
• Anticuerpos TSI elevados antes de la gestación o al inicio de la gestación
Mediante ecografía pueden detectarse signos de hipertiroidismo fetal como taquicardia (<170 lpm
persistente durante 10 minutos), crecimiento intrauterino restringido, presencia de bocio fetal (el
signo ecográfico más precoz de disfunción tiroidea), maduración ósea acelerada, signos de
insuficiencia cardiaca congestiva e hidrops fetal.
Métodos invasivos: Solo en casos en que con los métodos no invasivos no se pueda llegar a un
diagnóstico del tipo de bocio que presenta el feto estará indicado realizar una cordocentesis para
estudio hormonal fetal.
Postparto y lactancia
En el posparto también se precisan controles seriados del perfil tiroideo (TSH y T4L) ya que en la
Enfermedad de Graves puede existir una exacerbación de la enfermedad. Incluso se han descrito
nuevos brotes tras el parto en Enfermedad de Graves en principio curada.
El metimazol a dosis < 30 mg/día y en 2ª línea el PTU a dosis < 300 mg/día se consideran seguros
en la lactancia; se recomienda administrarlos en dosis divididas y después de las tomas.
TIROIDITIS POSTPARTO
Se define como la aparición de una disfunción tiroidea autoimmune (anti-TPO (90%) o antiTG) en
el primer año tras un parto en una mujer que previamente era eutiroidea. Se presenta en el 5% de
las mujeres sin historia previa de disfunción tiroidea asociándose en un 25% de las pacientes con
diabetes tipo I, a un 14% de las pacientes con LES y en un 44% de las pacientes con enfermedad de
Graves, por lo que en estas pacientes se recomienda la determinación de TSH y T4 a los 3 y 6
meses posparto. Cuanto más elevados son los antiTPO, sobre todo al inicio de la gestación, más
riesgo existe de desarrollar una tiroiditis postparto.
Se presenta en dos fases, una primera fase hipertiroidea por destrucción de la glándula, muchas
veces asintomática que se presenta en los primeros 4 meses postparto, y otra segunda fase
hipotiroidea que se presenta entre el 3r y 8º mes, más sintomática.