You are on page 1of 5

Problemes filosòfics II (Grup A 2), professor: Álex Mesa

(31/10/2022 i 07/11/2022)

3.2. La teoria de la perfomativitat de Judith Butler.

- El sexe (també) és performatiu: El gènere en disputa de Judith Butler presenta una


tesi que trenca amb la forma d'abordar la qüestió del gènere amb anterioritat: el sexe
és també quelcom construït culturalment, és performatiu. Aquesta tesi és contundent
perquè trenca ja no amb el binarisme de gènere, sinó amb la funció binària
sexe/gènere. Tradicionalment, els feminismes i les diferents teories de gènere havien
assumit com un a priori que la categoria del sexe fa referència una realitat biològica
inqüestionable. Aquesta assumpció implicava, per tant, que el gènere era una
categoria voluble, subjecte a "identificació" i a canvi, quelcom que tenia a veure amb
la percepció d'un mateix. En aquest sentit, la discrepància entre l’autopercepció i
aquest sexe biològic produïa, en conseqüència, el que s'ha conegut com a disfòria de
gènere.

- L'assignació sexual no és neutra: Però què vol dir que el sexe és també construït?
Què significa que és quelcom que es performa (i que ens performa)? Òbviament,
qualsevol nadó neix amb determinats genitals i determinades càrregues hormonals que
els fan identificar, en la majoria dels casos, com mascles o femelles de la seva espècie
(llevat dels cassos d’intersexualitat). No obstant això, l'assignació sexual encara que
parteix de la base de la diferència genital més elemental (diferència que ni tan sols ens
preguntem per què es torna tan operativa), va molt més enllà: en el moment en el qual
es determina que un nadó és un nen o una nena, neix un món per cadascun d'ells, a la
vegada que es tanca un altre (expectatives en relació amb el seu comportament, forma
de vestir, rols i habilitats socials, perfil professional i personal, etc.).

Veure citacions de Butler:

- Intel·ligibilitat de gènere.
- Identitat de gènere.
- Abjecció: A Cossos que importen Judith Butler continua el seu treball encetat a El
gènere en disputa tot incidint en els límits discursius del sexe, quelcom ja present en
el seu treball anterior i que començava a ser insinuat per Michel Foucault. No obstant
això, Butler elabora un concepte què és més específic que el de l'exclusió: l'abjecció
(un terme que també utilitza Julia Kristeva). L'abjecció fa referència a l'espai
"invivible", dels cossos que no són representats per la norma (anomenada per Butler
freqüentment com “heterosexualitat obligatòria”) i que estan delimitant els mateixos
límits del discurs i, per tant, de la visibilitat.

- Queer: En un primer moment, el terme Queer designava de forma pejorativa a les


discrepàncies respecte de l'heterosexualitat obligatòria i volia significar "rar",
"estrany", "anòmal". No obstant això, des de part del moviment LGTBI es produeix
una reapropiació del terme i, encara més que només emprar-ho amb orgull, es fa
servir com una reivindicació d'aquesta mateixa dissidència, generant uns estudis
teòrics al voltant d'aquesta que es qüestionen la natura i la idiosincràsia de la
diferència sexual mateixa per, en última instància, confrontar en última instància
l'operativitat mateixa de l'abjecció.

El género en disputa

Si se refuta el carácter invariable del sexo, quizás esta construcción denominada “sexo” esté
tan culturalmente construida como el género; de hecho, quizá siempre fue género, con el
resultado de que la distinción entre sexo y género no existe como tal... Como consecuencia, el
género no es a la cultura lo que el sexo es a la naturaleza; el género también es el medio
discursivo/cultural a través del cual la “naturaleza sexuada” o un “sexo natural” se forma y
establece como “prediscursivo”, anterior a la cultura. (Butler, 1990, p. 55)

En definitiva, la “coherencia” y la “continuidad de la persona” no son rasgos lógicos o


analíticos de la calidad de la persona sino, más bien, normas de inteligibilidad socialmente
instauradas y mantenidas.
En la medida en que la “identidad” se preserva mediante los conceptos estabilizadores de
sexo, género y sexualidad, la noción misma de “la persona” se pone en duda por la
aparición cultural de esos seres con género “incoherente” o “discontinuo” que
aparentemente son personas pero que no se corresponden con las normas de género
culturalmente inteligibles mediante las cuales se definen las personas. (Butler, 1990, pp.
70-71)
Las “personas” sólo se vuelven inteligibles cuando poseen un género que se ajusta a normas
reconocibles de inteligibilidad de género. [...]
[...] ¿en qué medida las prácticas reguladoras de la formación y la separación de género
determinan la identidad, la coherencia interna del sujeto y, de hecho, la condición de la
persona de ser idéntica a sí misma? ¿En qué medida la “identidad” es un ideal normativo
más que un aspecto descriptivo de la experiencia?
En definitiva, la “coherencia” y la “continuidad” de “la persona” no son rasgos lógicos o
análiticos de la calidad de la persona, sino, más bien, normas de inteligibilidad socialmente
instauradas y mantenidas. (Butler, 1990, pp. 70-71)

Los géneros “inteligibles” son los que de alguna manera instauran y mantienen relaciones
de coherencia y continuidad entre sexo, género, práctica sexual y deseo.
La heterosexualización del deseo exige e instaura la producción de oposiciones discretas y
asimétricas entre “femenino” y “masculino”, entendido estos conceptos como atributos que
designan “hombre” y “mujer”... Algunos tipos de “identidades” no puedan “existir”:
aquellas en las que el género no es consecuencia del sexo (nota mía. transexualidad) y otras
en las que las prácticas del deseo no son “consecuencia” ni del sexo ni del género (nota mía.
homosexualidad) (Butler, 1990, p. 72)

Si la “identidad” es un efecto de las prácticas discursivas, ¿hasta qué punto la identidad de


género, vista como una relación entre sexo, género, práctica sexual y deseo, es el efecto de
una práctica reguladora que puede definirse como heterosexualidad obligatoria? (Butler,
1990, p. 72)

Si la noción de una sustancia constante es una construcción ficticia creada a través del
ordenamiento obligatorio de atributos en secuencias coherentes de género, entonces parece
que el género como sustancia, la viabilidad de hombre y mujer como sustantivos, se
cuestiona por el juego disonante de atributos que no se corresponden con modelos
consecutivos o causales de inteligibilidad (p. 83)

Así, dentro del discurso legado por la metafísica de la sustancia, el género resulta ser
PERFORMATIVO, es decir, que conforma la identidad que se supone que es.
El reto que supone reformular las categorías de género fuera de la metafísica de la sustancia
deberá considerar la adecuación de la afirmación que hace Nietzsche en La genealogía de la
moral en cuanto a que “no hay ningún SER detrás del hacer, del actuar, del devenir; el
AGENTE ha sido ficticiamente añadido al hacer, el hacer es todo” [...]
]...] Corolario: no existe una identidad de género detrás de las expresiones de género; esas
identidad se construye performativamente por las mismas “expresiones”, que, al parecer,
son el resultado de ésta (p. 85) (Butler, 1990, pp. 84-85)

Cuerpos que importan

Lo abyecto' designa aquí precisamente

l. Evidentemente, el sexo no es sólo la norma mediante la cual llegan a materializarse


los cuerpos y no está claro que el "sexo" pueda operar como norma
independientemente de otros requerimientos normativos sobre los cuerpos.
Aclararemos esta cuestión en secciones posteriores de este texto. 2. La abyección (en
latín, ab-jectio) implica literalmente la acción de arrojar fuera, desechar, excluir y,
por lo tanto, supone y produce un terreno de acción desde 20 Judith. Butler
Introducción 21 aquellas zonas "invivibles", "inhabitables" de la vida social que, sin
embargo, están densamente pobladas por quienes no gozan de la jerarquía de los
sujetos, pero cuya condición de vivir bajo el signo de lo "invivible" es necesaria para
circunscribir la esfera de los sujetos. Esta zona de inhabitabilidad constituirá el
límite que defina el terreno del sujeto; constituirá ese sitio de identificaciones temidas
contra las cuales -yen virtud de las cuales- el terreno del sujeto circunscribirá su
propia pretensión a la autonomía y a la vida. En este sentido, pues, el sujeto se
constituye a través de la fuerza de la exclusión y la abyección, una fuerza que
produce un exterior constitutivo del sujeto, un exterior abyecto que, después de todo,
es "interior" al sujeto como su propio repudio fundacional.
La formación de un sujeto exige una identificación con el fantasma normativo del
"sexo" y esta identificación se da a través de un repudio que produce un campo de
abyección, un repudio sin el cual el sujeto no puede emerger. Éste es un repudio que
crea la valencia de la "abyección" y su condición de espectro amenazador para el
sujeto. Por otra parte, la materialización de un sexo dado será esencial para la
regulación de las prácticas identificatorias que procurarán persistentemente que el
sujeto rechace la identificación con la abyección del sexo. (Butler, 1995, pp. 19-20)

Bibliografia específica:
Butler, Judith (1990). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad.
Barcelona: Editorial Paidós.
Butler, Judith (1995). Cuerpos que importan. Sobre los límites discursivos y materiales del
sexo. Buenos Aires: Paidós.

You might also like