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EL Swere ew in comeeeza La perversién, de Freud a Lacan Dario GRozt Exisce atin hoy, entre muchos analistas (y escuclas), tuna apreciacién casi mayoritaria de la posicién freudiana sobre a perversidn que resulta interesante intertogar: que no habria en Freud las suficientes coordenadas de estruc- ura capaces de delimitar los campos de la neurosis y la cperversién y que seria recién a partir de Lacan que esto se ‘yuelve posible. Tal apreciacidn critica contra Freud termina siendo, por lo menos, un tanto engaiiosa. Sobretodo si de lo que se trata con esta formulacién es de la descon- textualizacidn de momentos epistemol6gicos claramente distintos. Es cierto que en los tiempos de Freud no habia aiin coordenadas que puedan dar cuenta de las estructuras tal como se las entiende en la escena intelectual francesa de la década del ’50. Todavia no habian acontecido los desarrollos conceptuales de Lévi-Strauss, Benveniste, la relectura de Ferdinand de Saussate, ¢ incluso las primeras formulaciones de Lacan en lo referente a la relevancia de lo simbélico. E] esfuerzo freudiano no radicé en diferen- ciar estructuras en el interior de un campo ya delimitado, cl della subjerividad tal cual lo hereda Lacan, sino que, y de 7 Brwwect | Tuate | Grose | Loree | Sato | Lueneau manera diferente, para él fue primero necesario realizar una operacién de gran trascendencia en el psicoanilisis: defini cul es el campo del sujeto inconsciente y cules serian las modalidades intrinsecas a dicha definicién. Para decitlo de manera mis sencilla: en tiempos de Freud no existfan atin Jas coordenadas suficientes pata pensar el estructuralismo, y que fue aecesatio primezo definir qué es el gran campo de la subjetividad y qué alojar en su interior. Quiz resulte mas apropiado dejar el concepto de estructuras para el lacanismo, cuestién que concuerda con Sus contextos epistemolégicos y sus precisiones de funda- mento, y usar en Freud el cérmino de campo subjetivo y de modalidades clinicas para dat cuenta de todo lo inhe- rente a las implicancias del descubrimiento inconsciente yal armado del aparato psiquico. De esta manera, no es tuna preocupacién freudiana la delimitacién estructural de las presentaciones del sujeto, sino la conformacién de un campo que site la realidad del inconsciente del sujeto y sus avatares, y donde puedan diferenciarse diversas moda- lidades clinicas hacia el interior del mismo. Se entiende entonces que estas modalidades subjetivas freudianas no tuvieron la exigencia epistémica que la estructuralidad laca- niana intenté darle a la psicopatologia, pero no eludieron en ninguna oportunidad los esfuerzos pertinentes para lograr una diferenciacién psicopatolégica de gran valta. Es precisamente a partir del antecedente de las diferen- iaciones clinicas freudianas que las estructuras de Lacan pudieron acontecer en la practica del psicoandlisis, Es por tal motivo relevante decir que Freud incurrié a lo largo de su obra en la afirmacién de innumerables precisiones conceptuales que intentaron diferenciar las 78 Ex svyeTO EN LA ESTRUCTURA neutosis y la perversién, incluso la psi en modal dades subjerivas que definié en relaci6n a la “de at el aparato psfquico, alos modos de satisfaccién pulsional yal armado constitutivo de la subjerividad. Estas concep tualizaciones situaron lo que a partir de él puede ubleane como el campo de la subjetividad inconsciente y de las modalidades clinicas inherentes a él: neurosis, psicosis y perversion. Campo en el que Lacan, contando ya oe ‘esa primera delimitacién, pudo finalmente cae en la formulacién de coordenadas de estructura. Sin embargo, y a favor de Freud, ral esfuerzo por situar el gran campo de la subjetividad fue siempre lo suficientemente certero en [a lectura diferencial de los padecimientos subjetivos. Sin lugar a dudas, a lo largo de su obra mareé de pane muy precisa cudles son las divergencias entre neurosis y perversién. Dicho incluso de manera més categérica: no hay ningin lugar en la obra freudiana donde la pervert no se muestre notoriamente diferente a las otras modali- dades clinicas, anticipando en varias décadas los cimientos clinico-conceptuales para una divisién de estructura. Por el lado de Freud CCabe mencionar que Freud fue avanzando en esta deli- mitacién del campo subjetivo y sus modalidades clinicas conforme fue desarrollando sus teorizaciones y los funda- mentos de su obra. Todos sus conceptos, y entro ellos también el de perversién, fueron encontrando diversas versiones a medida que el psicoandlisis freudiano desplegé sus derroteros, Para alcanzar el entendimiento de cualquier 79 oct | Tuate | Grost | Lérez.| Saro| Lurensau concepto freudiano se torna necesario no sélo realizar el recorrido por tales versiones, sino, y fundamentalmente, poder colocar en contexto cada momento para asi situar las implicancias y tensiones de su descubrimiento. Es menester entonces realizar una lectura genealégica de las distintas versiones de la perversién y del despliegue contextual de |a complejidad de tal concepto. Estas versiones se fueron desplegando a la menera de una construccién concep- tual conforme Freud avanzé en su obra. Cada una de ellas incluyé a la anterior, y lejos de entrar en contradicciones, fueron articuldndose entre si en un intento de definir la uunidad del concepto. Si bien pareciera no haber rupturas entre las versiones, sino el progreso de una idea, sin embargo ¢s pertinente situar las distintas posiciones a las que Freud llegé en cada una de ella, casi como sien la precipitacién de cada versién pudieran encontrase las claves de un campo tan complejo y diverso que si se lo redujera s6loa un momento se tornarfa una simplificacién en exceso parcializadora. Estas versiones constituyen, entonces, modos muy singu- lares de pensar la perversién pero también modos de situar las coordenadas de una presentacién clinica que necesita del despliegue de sus tensiones. Versiones que, lamentable- mente, muchos analiszas (y escuelas) consideran absolutas © totales de manera independiente, prescindiendo de las tensiones conceptuales necesarias de un avance y sin situar los contextos de las demas modalidades. Queda entonces definido como modo de lectura, que sélo puede alcanzarse elentendimiento de la trama clinico-conceptual freudiana sobre la perversiGn sies que se recurre a un recorrido genea- lgico por las versiones y sin considerar a ninguna de ellas como total y absoluta. 80 EL suyero EN La esrauCTURA Ahora bien, en este intento por precisar la gencalogia de la perversién en el interior del campo de la subjetividad y diferenckindose a su vez de las otras modalidades clinicas, podrfan pensarse en Freud tres versiones del concepto que se cortesponden con tres momentos diferentes en el desa- rrollo del psicoanslisis freudian: 1. Primera version freudiana: la perversién como la puesta en acto positivo de la fantasia neurética, quee cotresponde con un primer Freud, anterior a la metapsicologia, que sieuando la sexualidad como desarrollo estructurante de lasubjetividad considera a esta modalidad clinica como la realizacién sexual de aquello que en la neurosis se Fantasea. La diferencia fundamental esté planteada en la presencia o carencia del mecanismo de la represién. Son textos funda- mentales de esta primera versién el Manuscrito K, la Carta 52y su escrito paradigmédtico para este periodo Tres ensayos (para una teorta sexual. La perversién serfa, entonces, la “exteriorizacién directa” dela pulsién sexual “sin difracciones” cuando esta alcanza un nivel de intensidad lo suficientemente alto como para vencer el umbral de la defensa. Si hay defensa, y por lo tanto el mecanismo de la tepresién operando con eficacia la pulsién sexual quedaria limitada por los diques (vergtienza- moralidad-asco) y reducida a la “intimidad” de las fancasta sexuales del neurético. Mientras que la ausencia de defensa mostraria, sin velos, el vance de una pulsién sexual “exte- riorizada’ y sin limite. Finalmente, la perversién seria el “positivo” de las précticas sexuales que no encuentran ninguna defensa en su avance, al tiempo que la neurosis seria el “negativo” que queda luego de que la defensa opera. 81 Buwucet | Juate | Gross. | Lévez.| Sato | Lorena Unaconsideracién que es de relevanci: versién Freud construye un borde muy sutil entre neurosis y perversién, No se trata del “contenido” de la prictica, sino dela “intensidad” que hace de la pulsién sexual sin diques una mostracién “exclusiva” y “fija’. Dicho de manera més sencilla: para Freud, el perverso actiia por no tener limites al placer aquello que en la neurosis, por efecto ce la defensa, queda reducido al campo “intimo” de las fantasfas. La fuente independiente de displacer (que después en la segunda tépica se constituird como siper yo) es cl operador que hace de borde entre la mostracién perversz y la negativizacién (como efecto de la represidn) que funciona en la neurosis. A modo de sintesis esquemética de esta primera versién de la perversién se podrian situar las siguientes formulaciones: a) que la perversién no se reduce a las consideraciones morales sobre el contenido de las précticas sexuales, ya que la sexualidad en si misma tiene las carac- teristicas universalizables de una perversién en el sentido amplio del concept; b) que la intimidad de las précticas sexuales y la regulacién de las mismas situarian, precisa- mente, algtin dique o limite frente al avance totalizante del placer; mientras que en la perversién se tratarfa de la mostracién de dichas practicas en una proporcién que cevidenciarfa un sin limite y un fuera de intimidad; c) que en la perversi6n se trata de un avance pulsional que no tiene el limite de la represin ni la consecuente instauracién de los diquies d: la vergiienza, la moralidad y el asco; d) que dicho avance pulsional en la perversién constituye las caracter(s- ticas de “exclusividad” y “Bjeza’ como una mostracién sin velamientos de la insistencia totalizante del placer; e) que enesta primera 82 Ex suyero EN LA estRUCTURA justamente por la insistencia totalizante del placer no hay cn la perversién una “fuente independiente de displacer” que pueda motorizar el mecanismo de la represidn; f) que tal fuente de displacer propia de la neurosis es indepen- diente de las vivencias y acontecimientos y, por lo tanto, ubicable como criterio constitucional (0 estructural); g) que la presencia cotalizante del placer en a perversi6n atto- jarfa como resultado una compulsién a la prictica perversa, mientras que la presencia de una fuente de displacer en la neurosis ubicaria como efecto el mecanismo de la repre- i6n; h) que habrfa una clara diferencia entre dos posiciones subjetivas distinguibles: ausencia de represién en la perver- sidn, presencia de la represién en la neurosis; i) que la perversién seria, finalmente, el modo positivo de presen- tacién de la obscenidad del placer sin limites llevados a la fijeza y la exclusividad, mientras que la neurosis seria su negativo en tanto la sexualidad se encuentra limitada en su avance por la represién como mecanismo constitutivo de una intimidad. 2. Segunda version freudiana: la perversion como fracaso de la funcién fantasmdtica de ‘pegan a un nifo”, que se corresponde con la conceptualizacién freudiana del narci- sismo y de la inteleccién de formas de la satisfaccién no todo reducibles a la sexualidad. La diferencia fundamental std situada en la presencia o carencia del “amor” del padre como estabilizador de la estructuracién subjetiva y en la fancién que el fantasma produce como constituyente de la divisién entre neurosis y perversion. Son textos fundamen- tales de esta segunda versién Introduccién del Narcisismo, las Conférencias 20 y 21 y un Pegan a un nifio. 83 Bawwcet | Luate ] Gxost | Lérez | Saxo | Porenzav Sin abandonar su primera versién, Freud inicia a partir de la metapsicologia y dela introduccién del concepto de narcisismo una serie de desarrollos que intentaron precisar la diferencia entre neuosis y perversién en coordenadas ahora sf estructurales. Ya no se ¢ratard de la perversién como el avance de la pulsidn sin el limite de la represién, sino de indicar qué aspectos constitucionales entran en juego en el desarrollo de la misma y de situar un modo singular del complejo de Edipo como el factor deter- minante y causal de las perversiones. Si la perversién es para Freud la puesta en acto del complejo de Edipo en la referencia “al amor incestuoso de objeto”, la neurosis serfa la puesta en fantasia de dicho complejo. Para ambas posiciones subjetivas de lo que se trata es del “terreno del complejo de Edipo” y, por lo tanto, de las relaciones incestuosas con los objeto parentales. En la perversion se produce un “quebrantamiento” de los limites al Edipo que dejaria como saldo una “secuela” de carga libidinosa. De esta manera, la perversin seria una “direccién determ nada del Complejo de Edipo” que queda adherida a una carga libidinosa con teadencia a la exclusividad (pulsién filica tendiente a la complecud). Lo importante de esta afirmacién no radica tanto en el lugar nuclear que el complejo de Edipo tiene tanto para la neurosis como para la perversién, sino en la mencién especifica de la perver- sién como un “fenémeno residual inhabitual”. Pensado de esta forma, la perversién de vuelve una salida frente al complejo de Edipo que deja como efecto un “residuo inhabitual”. Dicho de manera més sencilla: en la perver- sién hay un “extra” pulsional que le otorgarfa ese cardcter tan repetitivo de la impulsividad. 84 Ex suyero EN 1A ESTRUCTURA Ahora bien, esta caracterizacién tan categérica de neurosis y perversién como dos posiciones en un mismo campo edipico lo llevan a Freud a precisar dénde radicaria la diferencia. La clave esté en la frase fantasmatica “Pegan a un nifio”. Dependerg de la metaforizacién que dicha frase logra en la estructuracién del fantasma edipico. Si se puede construir la frase fantasmatica a través de la metd- fora “me pega porque me ama” entonces el fantasma entra en funcién y la posicién neurética se constituye; si, por el contrario, no se logra la articulacién metaférica entre amor y padre quedarfa en vacio la funcién fantasméstica y la peor versién del ‘padre pegador” entraria en juego empujando al acto, La metéfora “me pega porque me ama” logra anudar el Edipo con neurosis porque permite la construccién de un relato que puede soportar la “ligazén incestuosa con el padre”, Sin la metéfora del amor, la peor versin del padre quedaria ligada al goce incestuoso del Edipo pero como una modalidad que tiende a la exclusividad totalitaria. En esta segunda versién de la perversién Freud logra situar una diferencia fundamental en ese borde sutil que neurosis y perversién tienen en el campo edipico. Ya no se trataria Gnicamente del eje fantasia/acto y de la repre- sién, sino del modo en que se metafotiza el amor al padre. Situar al goce paterno en coordenadas del amor lograria pacificar la embestida del goce sobre la economia pulsional. Por momentos pareciera que Freud adelanta en por lo menos 60 afios al concepto de pere-version de Lacan. El perverso seria aquel que no puede pacificat el goce “sédico” de ese Otro que es el padre a través del fantasma del amor, cuestién que lo dejaria en ese particular lugar de ser el representante del padre pegador. 85 Beuvoct| Tuas | Grost | Lover | Saro | Luvexeau A modo de sintesis esquematica de esta segunda versién freudiana de la perversién se podrian situar las siguientes formulaciones: a) que la perversién, al igual que la neurosis, sienta sus bases estructurales en el complejo de Edipo y en esa relacién tan particular con el goce del padre; b) que el problema especifico de la perversién es que el goce del padre no logra entrar en la metéfora del amor, y que el “padre pega y me pega” resuena de manera exagerada- mente literal; c) “Amar a un padre que me pega (porque me ama)” serfa, precisamente, la funcién misma del fantasma neurét‘co; funcién que estaria ausente en la estructura de la perversién; d) que la perversién sitéa un modo particular del naicisismo en tanto fijacién pulsional sobre “toda” la sexualidad adulta, 0, lo que es lo mismo, que la perver- sin es la sexualizacién toralizante del narcisismo; e) que tal fjacidn a un narcisismo “todo” sexualizado no permi- tirfa definir a un Otro del amor que pueda llegar a ser constitutive del fantasma neurético “pegan a un nifio”; f) que justamente por no poder situar la légica del Otro del amor, la perversién ubicarfa el modelo narcisista como modalidad de la sexuacién y de la toda falicizacién de la economia pulsional; g) que tal sexualidad perversa queda “coda” tomada por la busqueda del placer en coordenadas narcisistas, donde el falo se vuelve meta narcisista a buscar pero no ordenador en tanto posibilidad de falta; h) que el Padre es ese Otro del amor que por stu carencia harfa de la perversién una sexualidad narcisista en el falo totalizado, y que por su presencia pondrfa en funcién el fantasma neurético y la posibilidad de la castracién,como el articu- lador del campo edipico. 86 Ex suyero ew 14 ESTRUCTURA 3. Tercera versidn freudiana: la perversion como desmezcla pulsional en la desmentida de la castracién, que se corresponde con la segunda tépica freudiana y con la necesariedad de suponer en todas las modalidades subjetivas mezclas pulsionales entre erosy thanatos. La dife- rencia fundamental de la perversién radica en el desborde pulsional del Eros sexual por sobre la ineludible mezcla que la pulsién de muerte, soporte de la castracién y del stiper yo, debiera producir en el campo del sujeto neuré- tico. De esta manera, la desmentida se vuelve el soporte de una operacién que fetichiza el falo y hace de la castra- cién una escisién constitutiva. Son textos fundamentales de esta tercera version Mds alld del principio del placer, El ‘yoy el ello, Neurosis y psicosis, El problema econémico del ‘masoquismo, El fetichismo, La escisién del yo en el proceso defensivo y el Esquema del psicoandlisi. Con el texto Mas alld del principio del placer, se inicia un momento en la obra freudiana donde se producen cambios conceptuales de relevancia. No sélo la tensién pulsional encuentra nuevas derroteros en la ineludible mezcla entre Eros y Thanatos, sino que el aparato psiquico toma una nueva estructura en la denominada segunda tépica del yo, el ello y el sttper-yo. Tales cambios también establecen tuna versién diferente de la perversi6n, donde el problema econémico de tonalidad masoquista de la pulsién muerte y el exceso félico en el fetiche marcan sus coordenadas. En este momento de la obra freudiana irrumpe un texto de gran valor para sus conceptualizaciones: El problema econdmico del masoquismo, Y no porque se trate de las perversiones, ya que de hecho poco y nada hay sobre las perversiones en este articulo de Freud, sino porque 87 Bevccr |Tuate Gaont | Lénez | Sato | Lovenzau justamente va a definir de manera muy precisa que el masoquismo es un problema econémico de la constitucién subjetiva normal en el campo de la neurosis. La perversién masoquista serfa una te-edicién secundaria de un maso- quismo primario que ¢s inherente a toda subjetividad. Pasa con este texto lo mismo que con Intreduccién del narci- sismo 0 con El fetichismo, Freud usa algunos conceptos que Ja psiquiatrfa de la época utilizaba en las perversiones para describir los procesos normales del desarrollo. Tal cuestién sigue en sintonfa con ana idea muy preliminar en Freud: que la sexualidad infantil coincide con sexualidad perversa. De esta manera, el natcisismo primario, como también el masoquismo primario, incluso hasta lo que podrfamos lamar el fetichismo primario, no serian perversiones en el sentido estructural, sino modos pregenitales de la sexua- lidad infantil con fuertes componentes pulsionales no alineados atin al falo normalizador del complejo Edipo. Freud retoma una idea que es fundamental en esta tercera versién: que er: la perversién sélo se alcanza “una plasmacién parcial” y que la “eleccidn de objeto (petvetso) no es excluyente”. O, lo que es lo mismo, que no hay perversidn total y que siempre se trata de la parcialidad en a perversién, Esta idea final de Freud pareciera cuestionar las diferencias estructurales entre neurosis y perversién. Una perversién parcial rendria un “espacio para una exten- sién mayor o menor de la conducta sexual normal”, La tan insistente “exclusividad” de la perversién en las dos primeras versiones cae de manera categérica. Paral diltimo Freud, se uratarfa mds bien de “extensiones” de la sexualidad neurética, donde la mezcla pulsional rige una tensién inte- resante entre falo y castracién, con la posibilidad de partes 88 Ex suyero an 1a usraucrura perversas donde el falo se desmezclarfa faltando el deseo por Ja castracién. Quizd se pueda pensar a esta posicién final de Freud como el adelanto de Ja idea de pére-versién de Lacan, donde en la estructura neurética habria un nticleo de goce del padre no tramitado por la castracién, A modo de sintesis esquemtica de esta tercera versién de la perversién en Freud se podrian situar las siguientes formulaciones: a) que la perversién es efecto de la desmen- tida del falo materno y de su consecuente castracién, lo gue conllevaria a un avance de la sexualidad fetichista (exceso falo sin el contrapunto de la castracién) por sobre la sexualidad neurdtica en coordenadas de la represi6n; b) que tal desmentida produce el desbalanceo de la mezcla pulsional a favor del aumento de la erotizacién del falo sin falta, por sobre el masoquismo primario propio de la castracién neurética; c) que la perversi6n, precisamente por la desmentida de la falta de falo y la desmercla a favor de la sexualidad fetichista, es la extensién de una sexualidad con caracteristicas pre-genitales donde faltarfa el deseo de castracién; d) que no hay posicién total de la perversién, ya que siempre son extensiones mas 0 menos amplificadas (pero finalmente parciales) de la sexualidad infantil por sobre la sexualidad adulta efecto del complejo de castra- cién; ) que mientras en el neurdtico se trata de la necesidad de ser castigado por el padre (sentimiento inconsciente de culpa en el masoquismo social), en el perverso, por el contrario, el padre es favorecedor de un goce sexualizado (con caracterfsticas fetichistas) que pone en acto y sin represién la realizacién punto por punto de las Fantasias de paliza de la sexualidad infantil; f) si el falo en tanto nece- saria falta se vuelve el objeto de la neurosis, precisamence Brtvcet | Iuate | Grows. | Lévez | Sa | Lureneav por tensar las posibilidades falo-castraci6n, en la perversién se instaurarfa el falo positivizado (y sin falta) por medio del fetiche; g) la perversién seria la re-edicién secundaria del mascquismo primario pero con fuerte componentes de la pulsién sexual adheridos a partir de la desmentida de la castracién; h) definitivamente la perversién, en tanto posicién psicopatolégica de la subjetividad, nada tiene que ver con la homosexualidad, que es Una entre Otras de las formas vilidas y posibles de la sexuacién del sujero. Por el lado de Lacan ‘Abordar Ia ensefianza de Lacan en lo referente a la Perversién supone el atravesamiento de un problema que, por lo menos, conlleva una serie de elementos epistemo- logicos a considerar y que es base para la proliferacién de innumerables confasiones. El problema es inherente al lacanismo mismo: que en lugat de buscar definiciones cerradas, la ensefianza de Lacan es una obra que permanen- cemente establece aperturas y relaciones entre conceptos; que, a la vez, por intentar captar precisamente lo real en el sujeto, tales conceptos se encuentran siempre recubiertos por una significativa complejidad no reducible sélo al saber; y que, finalmente, el avance sobre cualquier temé- tica en psicoandlisis se realiza por medio del desarrollo de una idea en continua construceién. Cada concepto en el psicoandlisislacaniano no alcanza nunca ni la completud nila totaidad y, lejos de estar “todo” dicho desde el inicio, siene porel contratio las imprecisiones que el avance de un discurso acarrea por el movimiento de la propia tempo- 90 EL suyero EN 1A ESTRUCTURA ralidad. Dicho de manera més sencilla, la Perversién en. Lacan no presenta en ningtin instante definiciones precisas ni completas, esta siempre en una relacién de tensién rela- cional con neurosis y psicosis, y, de acuerdo al momento en que fue formulada, tiene las caracteristicas epistemolé- gicas que fueron propias de ese tiempo de desarrollo. Como con cualquier otro concepto en el lacanismo, la verdad se dice a medias y no-todo es situable en ninguna definicién. Con la Perversién, como con cualquier otro concepto, se vuelve necesario realizar por lo menos tres cortes en la ensefianza de Lacan. De esta manera, se pueden abordar las tensiones inherentes al tema y asi intentar subsanar las complejidades ¢ incompletudes que esto implica. Cada ‘uno de estos cortes no agota de manera exhaustiva el desa- rrollo de la Perversién, son més bien el recorrido por tres ‘momentos de su ensefianza donde el concepto alcanzé la suficiente consistencia como para ser delimitado en una unidad diferenciable a las otras. Cabe destacar que habria casi tantas versiones como seminarios o textos lacanianos, ya que la Perversion es un concepto fundamental en stt ‘ensefianza y transversal en todo el despliegue de su obra. Que en este caso sean tres es sélo una cuestién de decision epistémica, Estos tres cortes (0 versiones) se corresponde con la delimitacién de tres grandes momentos en su ense- fianza: el predominio de lo Simbélico en sus primeros seminarios, la interrogacién de lo Real en su momento intermedio, y el anudamiento Real-Simbélico-Imaginario de sus tiltimas afirmaciones. Quizé fueron estas cuestiones de complejidad episte- molégica y sus implicancias en la conceptualizacién de la Perversién, las que provocaron no sélo una setie de confu- 91 Bewwcet | Tuate, Grost| Lérez.| Sao | Lureneav siones que muchos analistas (y escuelas) hicieron de cada versién, sino, ylo que es atin mas preocupante, que amplifi- caron la prevalencia de frases nunca dichas por Lacan como fundamento del tema. Lo cierto es que parte del lacanismo actual mantiene fuertes errores sobre el tema e incurre de manera frecuente en moralizaciones discriminatorias. Los tes errores mas notab‘es son: considerar una clinica de la perversién sdlo anclada en la primera versién y que, exage- rando el lugar del falo, no cuenta ni con el objeto a ni con el concepto de goce como Real del sujeto; repetir la extraiia definicidn de la estructura perversa como la simple identi- ficacién con el objeto «, desconociendo que este objeto no es exclusivo de la perversién y que justamente es el nudo central de la neurosis y la castracién; o, finalmente, insistir con la prescindencia de poder incluir una versién lacaniana situada en las coordenadas RSI del nudo de harromeo capaz de situar en la pére-vetsién Un goce y el Otto como refe- rentes ineludibles de la estructuracién subjetiva. Por no situar la tensién entre las tres versiones, lamen- tablemente muchos znalistas (y escuelas) hacen de la psicopatologla, y especialmente de la Perversién, una herra- mienta de enjuiciamiento moral y de cuestionamiento de pricticas subjetivas que debieran ser libres, al punto de llevar al psicoandlisis al peor lugar de volverse una préc- tica de mojigateria y ciaismo. Es harto frecuente escuchar a algunos analistas qu2, rasgindose las vestiduras detras del catecismo de la psicopatologia, condenan en sus anali- zantes lo que en la intimidad de sus propios goces abunda de sobremanera. La psicopatologia debiera ser un modo conjetural de la escucha abierta, nunca el cerramiento néstico y clasificatorio de las pricticas subjetivas. 92 Ex sujeTo EN LA ESTRUCTURA Por tal motivo, se torna necesario resituar con clatidad conceptual, a la vez que con sentido critico, las distintas versiones lacanianas de la Perversién a partir de la litera- lidad de cada referencia bibliogrdfica y de la contextualidad de los diversos momentos de su ensefianza. Si bien las distintas versiones no son excluyentes entre s, sin embargo mantienen una légica de desarrollo temporal y de avance entre las mismas que son innegables en la obra de Lacan. Podria considerarse que cada versién siguiente incluye a la anterior y avanza en relacién a esta, y que, entonces, la tercera versién no sélo es el modo final que Lacan encuentra para dar cuenta de la posicin perversa, sino también su versién mis critica. Cabe agregar que las tres versiones no agotan la complejidad del concepto, aunque si alcanzan a transmitir la tensién de su desarrollo y las implicancias de una clinica. Podrian, entonces, recortars¢ las siguientes tres versiones lacanianas de la perversiéi 1. Primera versién lacaniana: el perverse identifica al {falo materno por desmentida de la castracién (incluye los desarrollos que van entre los seminarios 1 al 8, especial- mente la idea estructuralista fuerte de la psicopatologia), ¢ intenta situar a la perversién dentro del estructuralismo duro del primer Lacan y que, por lo tanto, necesita de fuertes precisiones diferenciales en relacién a las otras dos estructuras: neurosis y psicosis. Es una versién que utiliza al registro Simbélico como herramienta fundamental a Ia hora de situar las diferencias y a la cadena significante como estructuralmente preferible por sobre las supuestas confusiones imaginarias. De esa manera, el falo se vuelve 93 Beuuces | luate | Grosu|| Lénez | Sato | Lureneau el significante fundamental que ordena el campo de la subjetivided, regulariza las relaciones de objeto y permite el despeje cue las significaciones imaginarias suelen aporcar. Sin embargo, por no tener atin inventado al objeto a y carecer de la conceptualizacién sobre el goce, es la versién lacaniana que més lejos se encuentra de lo real de esta modalidad subjetiva y la que més se pierde en los labe- rintos de la fenomenologfa de sus manifestaciones. A modo de sintesis esquemética de esta primera versién lacaniana de la perversién se podrian situar las siguientes formulaciones: a) que en esta primera versién se trata de un “més alld de la imagen” del falo en el espejo, 0 sea un més alld de la falta del falo de la madre, que empuija al sujeto perverso al “paso al acto” en la desmentida de la castra- cién matema; b) que este paso al acto de la desmentida de la casteacién materna es siempre de forma “paroxis- tica”, en tanto “momentos sincopados” en la historia del sujeto, que muestran el no-todo-el-tiempo de la mani- festacién fenoménica perversa; ¢) que lo que constituye, entonces, ala perversién no es su manifestacién fenomeno- ligica a la manera del catdlogo de las perversiones, sino la posicién es:ructural del sujeto “identificado al objeto falo materno” como desmentida de su falta; d) que, entonces, silo que define a la neurosis es el mas acé de la imagen del objeto, eso es dl falo como falta cn el espejo, lo que justamente sitda a la perversién es el intento por pos vizar ese objeto haciéndolo “presente” en el despliegue de la escena perversa; e) que, de esta manera, la fenomenologta paroxistica de la perversién cae siempre en un “laberinto imaginario” del falo como presencia sin falta, en tanto exceso de un goce sexual en coordenadas de lo que podria 94 Ex suyevo EN tA ESTRUCTURA llamarse goce “todo falico”; f) que muchos analistas todavia hoy, a pesar incluso del avance freudo-lacaniano sobre el centendimiento de la perversin, sostienen la moralizacién dela psicopatologia a la manera de la peor versién psiquia~ trizante de principios del siglo XX, donde la perversin se diagnéstica por su fenomenologfa y no por la posicién estructural del sujeto; g) que en esta peor versién morali- zante de la psicopatologia se llega, de manera claramente discriminatoria y prejuiciosa, a decir que se es perverso por el sélo hecho de no adoptar la posicién sexuada de la heterosexualidad, lo que tristemente psicopatologizaria (y con ello pervertiria) a las posiciones homo-trans-queer (tan dignas como cualquier otra) y a toda aquella posi- cidn que se corra de la “supuesta normalidad”; h) que en esta primera versidn lacaniana de la perversién apare- ceria el fetichismo como paradigma, ya que la operacién, de desmentida que positiviza y hace presente el falo de la madre arroja como resultado la existencia del fetiche como el modo filico-totalizante del objeto; i) que, finalmente, en esta primera versién lacaniana de la perversién, que intenta. una psicopatologia con predominio del registro simbélico y en los efectos que el significante produce sobre lo real y lo imaginario, no hay todavia una serie de conceptos que son fundamentales en la ensefianza de Lacan: la invencién del objeto a, la conceptualizacién de Un goce filico y de Otro que sea no-todo falo, las formulas de las posiciones sextiadas y el nudo de borromeo como operador conceptual capaz de anudar RSI los tres registros por fin equivalentes, 2, Segunda version lacaniana: el perverso es el instrumento del goce del Otro que restaura el objeto a en el campo del Otro (incluye los desarrollo que van entre los seminarios 9 al Bawcet | Tuate | Grout | Lover | Sato | Luveazau 19, y especialmente el escrito Kant con Sade), ¢ intenta sicuar a la perversién por sus coordenadas de Real, lo que permite diferenciaciones con las otras estructuras no tanto por las posiciones en relacién a una clasificacién sino por los elementos constitutivos de la misma. Es una versién que utiliza lo real de las satisfacciones de goce a partir del lugar central que en psicoanilisis tiene el objeto a. El falo como operador clinico pierde la funcién que tenfa en la versién anterior y el ordenamiento por lo simbélico no es la trama fundamental que sitia las distintas modalidades de la posicién perversc. De esta manera, se vuelven rele- vantes las particularidades del goce, principalmente del goce del Otro, y las medalidades singulares de la posicién que cada sujeto tiene en relacién a lo real del objeto. Si bien esta versién ya no se pierde en la fenomenologia de sus manifestaciones clinicas, y delimita, ademés, lo Real de la posicién perversa, sin embargo carece atin de una Jectura que pueda anudar los tres registros como trama RSI de toda subjetividad y asi alcanzar sus necesarias implican- cias entre goces y sentido. La ensefianza lacan‘ana fue modificindose a medida que avanzaron sus esctitos y seminarios. Sus conceptos, y con ello la perversién, estuvieron sujetos a una continua revisi6n y transformacién, a la ver que suftieron los quie- bres inherentes a las rupturas epistemoldgicas que Lacan produjo en algunos mementos de su obra. Uno de estas rupturas tuvo lugar entre el seminario 9 y 10 y se corres ponde directamente coa la invencidn del objeto ay con la irrupcién de lo Real del goce como concepto funda- mental. Lo que hasta este momento habia sido el campo del sujeto delimit ido entre significances con un fuerte Ex. suyeTo EN 1a astRUCTURA predominio de lo simbélico, y donde, ademas, la meto- nimia deseante y su significante, el falo, explicaban la triada necesidad-demanda-deseo; ahora fue necesario agregar a la psicopatologfa la impronta del objeto @en su doble articu- lacién: como causa del deseo y como lugar de la satisfaccién del goce. Sin embargo, para muchos analistas (y escuelas) esta segunda versin lacaniana qued6 afectada por un error de lectura de significativas implicancias. Dicho error, bastante grosero por cierto, no esté presente en la ensefianza de Lacan, pero si en muchos comentaristas de su obra, Para muchos, el perverso en esta segunda versidn seria el instrumento del goce del Otro por su identificacién con el objeto a, Nada més lejos de lo que Lacan intenté justa- mente delimitar. Es cierto que el objeto a esta presente en Ja escena perversa, pero para nada es exclusiva de ella ni tampoco se identifica all, claramente el objeto es e! lugar donde el goce se realiza y en tanto resto es lo que causa el deseo. Por lo tanto, el objeto @ también esté presente en la estructura neurética, Es més, el fantasma del neurético no dice sino eso: que el sujeto va al lugar del objeto @ en lo que se refiere a la satisfaccién de sus goces y a la posibi- lidad de sostener la causa deseante. Por lo tanto, no es que el perverso se identifique con el objeto a, ya que esto sticle ser precisamente el modo fantasmatico del neurético, sino que utiliza lo que Lacan llama la “encarnacién’” del objeto ppara sostener as{ una escena donde de lo que se trata es de la introduccién de un goce distinto, un goce que angustia al partenaite neurético, el goce del Ouro. El objeto a es el latigo que golpea en cualesquiera de sus formas fetichistas, es la mirada que no vacila en la posicién voyeur, es un darse aver sin los limites del pudor en el exhibicionismo, es la voz 07 Beuwect | Iuats | Gaowt,| Lénez | Sato | Lurensav que atormenta hasta la humillacién en el sadismo o que se pide hum llante en el masoquismo. El objeto es eso: es sélo tun objeto en la escena; tanto del neurético en su fantasma como del perverso en su paso al acto. Ademés, en Lacan tampoco esté confundido con el lugar del agente (sujeto) perverso. Que el agente perverso se valga del objeto « para que el goce del Orro se sostenga, no es lo mismo que decir que el perverso se identifique con este objeto. A modo de sintesis esquematica de esta segunda version lacaniana de la perversion se podrfan situar las siguientes formulaciones: a) que en esta segunda versién queda claro que el sujero perverso no se sittia nunca como identificado al objeto a en la escena perversa, sino que se vuelve su agente en tanto instrumento del goce del Otro para que, de esta manera, le sea al Otro devuelea su completud y su. goce sin castracién; b) que el objeto a esta presentificado en la escena perversa como lugar de satisfaccidn del goce pero no en su modalidad neurética, esto es como vacio en el Otro que da cuenta de su castracién, sino como el deslizamiento hacia consistencias objetales que ubican la desmentida de la falta: fetiche en el sadismo, deyecto en el masoquismo, falo todo a ver en el exhibicionismo, falo falrante pero restaurado al Otro en el voyeurismo; c) que la escena perversa exige siempre la presencia de un sujeto partenaire que’sea victima, y que en el limite imposible de tolerar de un goce del Otro instrumentalizado por el agente perverso, lo que aparece alli es la angustia del sujeto como evidencia real de la castracién que se desmiente; d) que el goce supuesto en Ia escena perversa es el goce del Otro, pera no en el sentido que de él pudiera hacerse en el campo de la neurosis, sino como totalizacién filica de un 98 EL suyero en 1a esrRucTuRa goce que no queda articulado al limite que necesariamente plantea la regulacién de la castracién; e) que la posicién del sadismo supone la encarnadura del objeto como fetiche negro todo consistente como falo sin falta, y que el agente sidico busca su satisfaccién en el tomento que infringe a sus victimas; f) que la posicién del masoquismo supone la encarnadura del objeto como deyecto, y que el agente masoquista encuentra su satisfaccién al situarse él mismo en ese lugar; g) que la posicién del exhibicionismo supone la encarnadura del objeto como un dara ver el falo totali- zante para el goce del Otro, y que el agente exhibicionista logra su satisfaccién al portar la mostracién de dicho falo; 1h) que la posicién del voyeurismo supone la encarnadura del objeto como siendo la mirada de un falo que por faltarle ala victima le es devuelta al Otro para completarlo, y que el agente voyeur alcanza su satisfaccién al sostener con su mirada el interrogamiento de la falta sobre el cuerpo de la victima; i) que la méxima sadeana se vuelve paradigmatica del modo en que el agente perverso intenta situar su posi- cién de instrumento para el goce del Otro: “Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quien quiera, y ese derecho lo ejerceré, sin que ningtin Ifmite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en ganas saciar en €l’; j) que el fantasma sadeano en tanto universal de la posicién perversa tiene cuatro términos: objeto 4, sujeto (8), voluntad de goce (V) y sujeto puro de placer (S); y que cn la satisfaccién de alguna modalidad del objeto intenta hacer por medio de la voluntad de goce del Otro que el sujeto dividido se vuelva sujeto puro de placer; k) que la vida singular del Marqués de Sade produjo un cuarto de giro en el fantasma sadeano, haciendo de la delegacién del 99 Bewocr | uate | Grose | Lérez | Sar | Lurenay derecho a todos del goce del Otro la posibilidad de una realizacién concreta de la escena perversa; |) que a pesar de la suposicién del sujeto puro de placer y del intento de uuniversalizar para tedos el goce del Otro totalitariamente filico, la experiencia sadeana de la perversién encuentra finalmente un limite infranqueable: la madre y la pena de muerte; m) que, finalmente, el sujeto perverso se vuelve tun defensor de la fe en un Otro completo y sin falta, intentando asi, aunque de manera siempre fallida, que se produzca en el Otre la restauracién del objeto a y la rest tucién de su complerud. 3. Tercera versién lacaniana: el perverso es una pére- versién (version del padre) que intenta la realizacién de la relacién sexual (incluye los desatrollos a partir del semi- nario 20 y especialmente los aportes del nudo borromeo cn [a clinica), ¢ incenta situar a la perversién como el anudamiento que un sinthome especifico produce en los registros Real-Simbélico-Imaginario. Anudamiento que si bien sigue estando en el campo borromeo, instaura una versién-del-pade también especifica (pere-version perversa) que en cada realizacién en acto intenta ejecutar la relacién sexual que no hay. De esta manera, la versibn- del-padre propia del campo de la neurosis, la que instala Ja no-telacién de las estructuras elementales del parentesco a partir de situar al padre como excepcién y a su goce en tanto prohibido, queda subvertida por una versién que no sélo hace del padre un anonimato inexceptuable sino que, a la vex, extiende su goce no regulado por la castta~ cién como si fuera un derecho para todos. La posicién neurética que hace del amor del padre una divinidad, se n perversa la versién totalizadora del vuelve en la pos 100 Ex SUjETO BN LA ESTRUCTURA goce filico supuesto a un Otro no alcanzado por la castra- cién, Es de esta manera, entonces, que para la perversion sf habria relacién sexual entre las generaciones del paren- tesco, Bsta versién lacaniana pierde la dureza estructural de la primera época al tiempo que gana la elasticidad topolé- gicaex-sistencial de un sujeco necesariamente constituido en el anudamiento RSI que incluye sus goces y el sentido. A partir del seminario 20 irrumpe en la ensefianza de Lacan un concepto que subvierte sus teorizaciones y que, sin lugar a dudas, produce una ruptura epistemolégica de significativa trascendencia: el nudo borromeo. Ya no se trataria ni del privilegio de lo Simbélico de sus primeros seminarios, ni tampoco de la interrogacién por lo Real de sus seminarios intermedios. Con el nudo borromeo, Lacan alcanza una articulacién que necesariamente anuda a los tres registros. Que estén anudados supone, por lo menos, que no se pueda ni pensar ni situar a ninguno de los registros como separable de los ottos dos. Los conceptos empiezan a perder sus referencias a sdlo alguno de los regis- «ros para pasar a ser formulados en tanto anudamiento RSI. De esta manera, el nudo de lo Real, lo Simbélico y Jo Imaginario pasa a ser la estructura topolégica del sujeto y el modo de constitucién de sus entramados de goce y de deseo. Con el nudo borromeo también se transforman las precisiones psicopatoldgicas de Lacan, De la insistencia de una psicopatologia fuertemente estructuralista de su primera clinica, alineada y hasta quizé alienada al signifi- cante como el tinico articulador capaz de diferenciar las modalidades subjetivas, se pasa a una clinica donde la topo- logia RSI del sujeto flexibiliza las exigencias de unicidad del significante para incluit, al mismo tiempo, las tramas 101 Bewucer | luats | Grose | Lorex | Sao | Lorenzay de goce Real y las manifestaciones imaginarias del cuerpo. La psicopatologia de este tercer momento lacaniano entrelaza en el nudo borromeo lo real de la vida en tanto ex-sistencia, lo simbélico de la mortalidad como el agujero que la palabra produce en las cosas, y lo imaginario de la extensidn corporal como consistencia de la subjetividad. Junto con el nudo borromeo irrumpen otros cuatro conceptos que se vuelven fundamentales en esta tiltima psicopatologfa de Lacan: cl “no-hay-relacién sexual” como el modo de situar lo imposible del encuentro entre Uno y Otro; la divisién entre Un goce (todo falico) y Otro goce (el que es necesario que no sea todo-falo) como el modo de localizar el campo de las satisfacciones; el sinthome y las, suplencias como cuartos elementos que anudan la estruc- cura topolégica del sujeto; y el concepto de pére-version como juego homofénico entre versién-hacia-el-padre y perversién, La tercera versién lacaniana de la perversi6n, entonces, se inscribe en el nudo borromeo como soporte topoldgico del sujeco y ubica como cuestiones fundamentales el lugar de los goces y la modalidad singular que la péte-versién perversa alcanea como sinthome anuidante de la estructura. Finalmente, se tratard para la perversién de intentat la rela- cién sexual que no hay a partir de la totalizacién del goce félico supuesto en el Otro. Cabe indicar que esta tiltima versién es significativamente poco situada por muchos analistas (y escuelas), casi como si lo tiltimo que pudiera decirse sobre la perversién fue articulado por Lacan en el seminario 16. O, peor ain, que el nudo borromeo y los conceptos fandamentales que de él se derivan no tuvieran nada que ver con la psicopatologia. Es mas, resulta hasta 102 Ex suyevo EW 1a esTRucrURA incluso cutioso que tantos analistas ni siquiera puedan relacionar que la homofonia entre pére-versién (versién hacia el padre) y perversin tiene para Lacan innumera- bles implicancias y consecuencias. A modo de sintesis esquemética de esta tercera versién lacaniana de la perversién se podrian situar las siguientes formulaciones: a) que el goce del sujeto perverso queda todo situado en el campo del goce filico y que, ademas, sin reconocer su limite hace de su satisfaccién la préctica totalizante de una falicidad no articulada con la castracién; b) que si bien neurosis y perversion son dos estructuras bien diferenciables, sin embargo tienen un borde sutil que los acerca y emparenta: el anudamiento borromeo de R.S.I + sinthome; c) que la posicién perversa ostenta tun saber sobre la relacién sexual que supone su realiza- cién sin amor, mientras que en la neurosis la no relacién sexual abre a la posibilidad del amor como su suplencia; d) que la pére-versiGn neurética es una versién hacia el padre que, por estar soportado en la castracién, se constituye como sinthome anudante de los registros Real-Simbélico- Imaginario y como ley que limita y regula los alcances de la relacién sexual; e) que la pére-versién perversa es una versién del padre diferente a la neurosis y que, precisa~ mente por no estar alcanzado por la castraci6n y por no poder situar al padze como excepeidn, hace de su goce una extensién de la satisfacci6n que es totalizante del universo filico; f) que la neurosis es una perversién fallida justa- mente por no poder sobrepasar los limites que la castracién le impone al goce filico por estructura; g) que uno de los, elementos fundamentales de la divisién entre neurosis y perversién es la inscripcién, 0 no, de la interdiccién del 103 Bruycct | Iuaus | Gros | Lévez | Sap | Lurenzau incesto como efecto necesario de la operacién castracién y Soporte estructural de la relacién sexual que no hay; h) que otro de los elementos fundamentales es la inscripcién, ono, de la prohibicién del parricidio y de toda forma de ctueldad, prohibicién que logra como efecto desu inscrip- cién el lazo entre la ley y el amor al padre como instancia estructurante del fantasma neurético; i) que la perversion es la estructura donde ni la interdiccién del incesto ni la prohibicién del particidio se inscribieron en tanto ley que pueda regular el campo de los goces, lo que empujaal sujeto perverso a la generacién de escenas donde se intenta lograr la relacién sexual que no hay; j) que, entonces, la pedofilia como perversién indiscutible se vuelve una préctica de la sexualidad que, por no estar regulada por las estructuras clementales del parentesco, produce efectos catastroficos al intentar la relacién sexual entre gencraciones de patientes. 104

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