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PAU XUÑO 2011

HISTORIA DE ESPAÑA OPCIÓN B

Nos textos propostos deféndense tres sistemas políticos diferentes: absolutismo (Doc.1), liberalismo
(Doc.2) e democracia (Doc.3). Atendendo a eles debes elaborar un texto no que desenvolvas as seguintes
cuestións:
contextualización de cada documento nun período concreto da historia de España; caracterización de cada
un dos réximes nos seus trazos esenciais; diferenzas entre eles en aspectos esenciais, como a soberanía, a
etrutura do poder ou os mecanismos de representación e participación. Lembra que non se trata de respoder
a preguntas illadas, senón de realizar unha composición coherente e argumentada, e que na avaliación se
terán en conta os coñecementos, a utilización dos documentos e a corrección da expresión escrita.

Doc.1.-En 1814, á volta de Fernando VII a España, os partidarios do absolutismo asinan o


coñecido como
“Manifesto dos persas”:

“A monarquía absoluta é unha obra da razón e da intelixencia: está subordinada á lei divina, á xustiza e ás
regras fundamentais do Estado; foi establecida por dereito de conquista ou pola submisión voluntaria dos
primeiros homes que escolleron os seus reis. Así que o soberano absoluto non ten facultade de usar sen razón
a súa autoridade (dereito que non quixo ter o mesmo Deus); por iso foi preciso que o poder soberano fose
absoluto, para prescribir aos súbditos todo o que mira ao interese común, e obrigar á obediencia aos que se
negan a ela (...).
Non podendo deixar de pechar este respectuoso Manifesto en canto permita a nosa representación e os
nosos votos particulares coa protesta de que se estime sempre sen valor esa Constitución de Cádiz, e por non
aprobada pola V. M. nin polas provincias (...) porque estimamos as leis fundamentais que contén de
incalculables e transcendentes prexuízos”.

Doc.2.-En 1845, Joaquín Francisco Pacheco, líder do Partido Moderado, defende o sufraxio
restrinxido:

“Distinguimos hoxe, señores, os dereitos políticos dos dereitos civís; e se estes os concedemos a todos os
cidadáns, non así os primeiros, que non podemos outorgar senón aos que os han exercer ben (...).
O dereito electoral non será un dereito de todos, e as ínfimas clases de calquera país deberán estar
privadas del pola razón sinxela de que non poderán exercelo convenientemente (...).
Tomouse por regra xeral como base para a concesión deste dereito o goce de certa renda ou o pagamento
de determinada contribución. Este principio, señores, é racional e aceptable. A riqueza, ou por mellor di
cir o benestar, a vida desafogada e doada, en que o traballo material non é unha carga dura, non é a penosa
ocupación de todos os momentos, e deixa espazo para as concepcións do espírito; ese benestar mediano (...),
ese é o que debe tomarse como condición de capacidade política, porque é o que dá a intelixencia e a valía na
orde social (...)
Quen gaña afanosamente o seu sustento nun traballo ímprobo e co suor do seu rostro, quen non pode gozar
algunha vez o digno descanso (...), quen está reducido a un escaso xornal (...), non pode pretender a
consideración nin a estima política”.

Doc.3.-Principios e obxectivos que proclama o 20 de setembro de 1868 a Xunta


Revolucionaria de Sevilla:

“1. A consagración do sufraxio universal e libre, como base e fundamento da lexitimidade de todos os
poderes e única verdadeira expresión da vontade nacional.
2. A liberdade absoluta de imprenta (...)
11. Cortes Constituíntes por sufraxio universal directo, para que decreten unha Constitución en harmonía
coas necesidades da época”.

Criterios de avaliación/corrección

Como tema a abordar, as diferenzas esenciais entre os sistemas políticos defendidos nos documentos:
absolutismo (Doc.1), liberalismo (Doc. 2) e democracia (Doc. 3).
No desenvolvemento do tema, débense tratar as cuestións mencionadas nas orientacións, utilizando os
documentos:
-Contextualización de cada documento no seu período correspondente: restauración absolutista á volta de
Fernando VII trala guerra contra o Francés (Doc. 1), moderantismo predominante durante o Réxime isabel
ino (Doc. 2) e triunfo da Gloriosa que en setembro de 1868 inicia o Sexenio Democrático (Doc. 3).
-Caracterización de cada un dos réximes nos seus principais trazos.
-Diferenzas en aspectos esenciais, como o exercicio do poder no absolutismo (concentración do poder en
mans do soberano, fundamentada nunha lexitimidade de orixe divina), liberalismo (exercicio da soberanía
nacional a través de mecanismos de representación e participación baseados no sufraxio restrinxido) e
democracia (soberanía popular e sufraxio universal).
Como coñecementos específicos, débense valorar –entre outros- as mencións a personaxes importantes que
protagonizan os diferentes períodos, un manexo axeitado da cronoloxía ou as referencias a algúns docum
entos constitucionais que dan carta de natureza a diferentes réximes.

Tenemos delante tres documentos de carácter político representativos de los diferentes sistemas de gobierno
que existieron en la España del siglo XIX y que, al igual que ha ocurrido en otros países europeos, muestran
el tránsito del Antiguo Régimen al estado moderno desde el punto de vista político. Si bien se trata de un
fenómeno común a Europa, la revolución liberal española ha presentado algunos rasgos específicos sin los
cuales no se podrían entender algunas de las características de la españa contemporánea.
Hablo sobre todo del carácter prolongado en el tiempo que ha tenido dicha revolución como también, al igual
que en otras partes de Europa, de su carácter violento,si tenemos en cuenta que la revolución liberal española
ha estado protagonizada por una guerra civil desarrollada en varias fases, las guerras carlistas, aunque
enmascaradas bajo un conflicto dinástico que enfrentó a partidarios del Antiguo Régimen (carlistas) y
partidarios del estado liberal(isabelinos).
Como resultado de ello a fin de siglo España podía contar con un sistema político homologable, desde el
punto de vista formal, al de los países de nuestro entorno, pero lejos aún del desarrollo tecnológico y social en
el que ya se encontraba buena parte de Europa occidental.

Y una de las razones de ello la encontramos en el primer documento. Es un fragmento de un libelo conocido
popularmente como “el manifiesto de los Persas”, llamado así por emplear una antigua costumbre del
Imperio Persa para justificar la vuelta al ejercicio del absolutismo real en el gobierno de España a manos de
Fernando VII. Retorno a las costumbres políticas propias del antiguo Régimen que se entiende, en el texto,
como una vuelta a la normalidad después de ese breve período, considerado como un exceso, en el que estuvo
en vigor la Constitución de 1812, el primer paso de la revolución liberal española.
Dicho documento fue redactado por un sector de la nobleza, partidario de que el rey, tras el fin de la guerra,
debía recuperar la plenitud de su soberanía y declarar nulas todas las reformas llevadas a cabo por las Cortes
de Cádiz. En el texto aparecen los sencillos principios del absolutismo real, el monarca concentra en su
persona todos los poderes, el legislativo, ejecutivo y judicial, y el origen de esas prerrogativas está en la
voluntad de Dios, hecho este que hace incontestable y fuera de toda discusión el carácter absoluto de la
monarquía y que, de paso, legitima la situación de privilegio de la que gozan las instituciones o sectores
sociales sustento de este sistema político: la iglesia y la nobleza.
Fernando VII regresó a España en marzo de 1814, recibido con entusiasmo popular. Su vuelta representaba
un grave problema político: los liberales exigían que el rey acatase y aprobase los decretos de Cádiz y la
Constitución de 1812. Contando con el apoyo de gran parte del estamento eclesiástico, nobles y jefes
militares, Fernando VII declaró nulos los decretos elaborados en Cádiz y la Constitución y restableció las
viejas instituciones del Antiguo Régimen: el poder absoluto, la Inquisición, los señoríos jurisdiccionales, los
privilegios fiscales de nobleza y clero... El retorno al absolutismo real causó una escasa oposición entre las
clases populares, que identificaban las reformas liberales como una agresión a la religión y a las costumbres
tradicionales.
La derrota de Napoleón permitió la restauración del absolutismo en gran parte de Europa, aunque no duró
mucho tiempo; poco a poco el liberalismo fue triunfando en toda Europa occidental y protagonizando la
construcción del estado moderno. No fue así en España donde, salvo el paréntesis del trienio liberal, el
absolutismo continuó hasta 1833
De la ideología liberal es una muestra el documento 2, o de una de sus corrientes, el liberalismo doctrinario.
El liberalismo es una corriente de pensamiento que defiende un nuevo concepto del poder y de la sociedad
basado en la libertad (de ahí su nombre), igualdad jurídica, limitación de la autoridad y participación
política de los ciudadanos frente al absolutismo y los privilegios del Antiguo Régimen. Consideramos a la
Independencia de los Estados Unidos y, sobre todo, a la Revolución Francesa, como ejemplos paradigmáticos
de revolución liberal. Siendo, en nuestro país, las Cortes de Cádiz quienes desempeñaron ese papel al
desmontar el antiguo Régimen y construir uno nuevo que habría de tener a la Constitución de 1812 como
pilar. Sus principios políticos son:
Los derechos y libertades individuales que el estado debe proteger, la igualdad de todos los individuos ante
la ley, la limitación del poder político, la soberanía nacional como forma de legitimar el poder, la división
tripartita de este en ejecutivo, legislativo y judicial; participación de los ciudadanos en el sistema político;
una lei fundamental (constitución) en la que se recojan los principios políticos sobre los que se sustenta el
ejercicio del poder. Además de los principios económicos que giran en torno al respeto a la propiedad privada
y la libertad económica.
A pesar del lugar avanzado de las Cortes de Cádiz en el liberalismo europeo, no sería hasta 1833, como
dijimos antes, tras la muerte de Fernando VII, cuando el liberalismo comienza a imponerse poco a poco, y en
medio de una guerra civil, en nuestro país. Y será la tendencia representada por el documento 2, el
liberalismo doctrinario, la dominante en España durante prácticamente todo el reinado de Isabel II (1833-
68) y una parte de la Restauración.
El texto, de J.F.Pacheco, líder del partido moderado en una época en la que espadones como Narváez u
O'Donnell alumbraban constituciones tan conservadoras como la de 1845, recoje, sin duda, la influencia de
liberales europeos como Benjamin Constant (principal ideólogo del liberalisno doctrinario). En él aparece el
principio fundamental de esta corriente: la política debe de estar en manos de aquellos que demuestren su
capacidad e interés para tomar las riendas de la cosa pública, y el criterio que más claramente muestra esa
capacidad para tomar las riendas del estado o el interés por los asuntos públicos es la propiedad, y el grado
de eficiencia en que esa propiedad se traduce en riqueza. De ahí que el pilar fundamental en los comienzos de
la construcción del estado liberal sea (aquí y en Europa) el sufragio censitario, sistema electoral que
proporciona los derechos políticos a aquellos que certifican un determinado nivel de riqueza, prueba
fehaciente de su capacidad para participar en los asuntos públicos.. En donde se sitúa ese nivel de riqueza
que separa a capacitados de no capacitados fue, durante el reinado de Isabel II (y parte del de Alfonso XII)
uno de los principales puntos que separaba a liberales moderados de liberales progresista; los moderados
eran partidarios de hacer más restrictiva la participación ciudadana en la vida política (no más de un 1% de la
población) mientras los progresistas tendían a ampliar esa participación entre los contribuyentes más
acomodados (que no solía superar al 3% de la población).
No eran esas las únicas diferencias que separaban a moderados de progresistas, los moderados eran más
restrictivos respecto a las libertades y derechos individuales (limitación de la libertad de expresión mediante
la censura), eran partidarios de la confesionalidad del estado, mientras que los progresistas eran partidarios
de la libertad de culto. Los moderados tenían un concepto compartido de la soberanía entre Cortes y
monarca, que normalmente era jefe del poder ejecutivo, mientras que progresistas eran partidarios de una
más estricta división de poderes... (más diferencias en las páginas 176-77 del libro antiguo).
El enfrentamiento entre moderados y progresistas fue, sin duda, el protagonista de la vida política durante el
reinado de Isabel II, siendo con frecuencia militares los principales portavoces de ambas opciones, los
citados arriba por el moderantismo y Espartero como figura más popular del progresismo. Siendo el
progresismo la opción protagonista entre 1837 y 1843 y el moderantismo hasta 1868 (con la excepción del
bienio progresista de 1854-56)
Probablemente la figura de mayor peso del liberalismo español, en su versión historicista será Antonio
Cánovas de Castillo, artífice de la España de la Restauración e inspirador de su Constitución, la de 1876, que
recoge los principios característicos del liberalismo moderado español; plantea una monarquía constitucional
doctrinaria y conservadora en la que la corona gozaba de importantes prerrogativas, como compartir la
soberanía con la Cortes, bicamerales, y el reconocimiento del catolicismo como la religión del estado español.
Al igual que ocurría en el resto de Europa el liberalismo progresista, empujado por la fuerza creciente de las
clases populares, fue evolucionando hacia posturas de carácter democrático. En otras palabras, el
progresismo liberal acabó haciéndose eco de una reivindicación que cada vez iba cobrando más fuerza: el
sufragio universal, dando lugar así al nacimiento del liberalismo democrático, que entrará en la escena
política con la revolución de 1868, la Gloriosa, (el doc3 es una proclama, entre muchas, de esta revolución, la
de la Junta Revolucionaria de Sevilla) y que supondrá, al menos temporalmente, el triunfo de los ideales
progresistas: la soberanía popular, la igualdad de derechos políticos (sufragio universal), una estricta
separación de poderes (que no contemplaba el moderantismo), un amplio reconocimiento de los derechos y
libertades de los ciudadanos y la libertad de culto.
El documento 3 hace referencia explícita a dos de las reivindicaciones más queridas del liberalismo
progresista, a estas alturas ya podemos referirnos a él como el partido democrático, tal como eran el sufragio
universal y la libertad de expresión (el texto reclama libertad de imprenta, pues la prensa era el principal
medio de comunicación en la época).
También en el mismo documento se reivindica la convocatoria de unas Cortes constituyentes, es decir, unas
cortes que tendrían como tarea fundamental la redacción de una nueva Constitución, la Constitución de
1869, la primera Constitución democrática de España (o la segunda, esto es una opinión personal, a ver, la de
1812 contemplaba el sufragio universal, pero también contemplaba la soberanía compartida entre las Cortes
y el Rey).
La Constitución de 1869 estaba inspirada en los principios del liberalismo democrático y establecía: la
soberanía nacional, la monarquía como forma de gobierno, una clara separación de poderes, cortes
bicamerales, el poder judicial estaba en manos de los tribunales, libertad de cultos y derechos y libertades
recogidos de forma explícita y amplia. También se recogía por primera vez el derecho de asociación y
reunión.
Como es sabido la falta de adaptación de Amadeo I de Saboya al trono español junto con los numerosos
conflictos que sacudían a la sociedad española trajeron consigo el fin prematuro de dicha Constitución y un
paso más, aunque efímero, en la democratización de España: la Iª República, que además de consolidar los
principios democráticos recogidos en nla Constitución de 1869 trajo consigo una ordenación territorial
nueva, el federalismo, considerada por muchos un sistema político más democrático que el centralismo
característico de la monarquía borbónica. Ello es normal si entendemos que en el siglo XIX se entendía que a
mayor descentralización mayor proximidad de los ciudadanos a la administración y por lo tanto mayor
democracia (no existían los medios de comunicación que existen hoy …)

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