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PSICOPEDAGOGIA
FITXA TÈCNICA
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MÀSTER UNIVERSITARI DE
PSICOPEDAGOGIA
Presentació
Competències
-Que els estudiants siguin capaços d'integrar coneixements i enfrontar-se a
la complexitat de formular judicis a partir d'una informació que, sent
incompleta o limitada, inclogui reflexions sobre les responsabilitats socials i
ètiques vinculades a l'aplicació dels seus coneixements i judicis.
Objectius
- Reflexionar sobre els conceptes clau vinculats amb la teoria de l’educació.
- Relacionar idees i conceptes que són tractats des de diferents perspectives i
paradigmes.
- Endinsar-se en els principals problemes teòrics que plantegen els diferents
protagonistes d’un procés d’ensenyament i aprenentatge.
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MÀSTER UNIVERSITARI DE
PSICOPEDAGOGIA
- Elaborar un criteri a l’hora d’abordar un dilema educatiu qualsevol.
Activitat Proposada
Després d’haver llegit el material de l’assignatura (podeu consultar la taula
que relaciona cada PAC amb els recursos d’aprenentatge corresponents),
d’haver vist la pel.lícula Profesor Lazhar i de veure aquest fragment de la
pel.lícula La lengua de las mariposas que us aportem aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=6RQ2hD81TBE, contesta las següents
qüestions.
(Cal tenir en compte que, quan la resta de personatges al.ludeixen a “Don
Gregorio”, es refereixen al mestre que protagonitza la pel·lícula):
1-Atenent a l’escena cinquena (del minut 4:15 al minut 5:16) relaciona-la
amb els conceptes de “tacte pedagògic” que apareix en les lectures
proposades.
3-Quines actuacions del mestre (en les dues pel.lícules, tant la del material -
Profesor Lazhar- com el fragment breu de La lengua de las mariposas que
t'aportem en aquesta PAC) t’ha semblat que tenen relació amb
l'apartat 6.3. Es acogida, responsabilidad de l'article de Pedro Ortega
Ruiz?
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MÀSTER UNIVERSITARI DE
PSICOPEDAGOGIA
Recursos de l’aula). El fet de no referenciar les lectures que es proposen com
a material (els articles) implica que no es pugui superar aquesta primera
PAC.
d) Caldrà referenciar totes les lectures fetes, tenint cura de citar-les
correctament. És possible ampliar les lectures amb materials externs a
l’assignatura, sempre que queden ben referenciats.
e) Els articles els podeu baixar seguint les indicacions que trobareu al
marcar-los (Biblioteca digital UOC). Pel que fa a la pel·lícula l’he de visionar
a través de la plataforma FILMIN (rebreu el codi per veure-la a través del
servei de Biblioteca. Aquest codi es sol fer arribar als estudiants passats uns
6 dies després de l’inici del semestre). Reviseu al Pla Docent el
funcionament dels temes relacionats amb el visionat de les pel.lícules a
través de la Plataforma Filmin.
Materials i Recursos
Articles
-Ortega, P. (2016) La ética de la compasión en la pedagogía de la
alteridad, Revista española de pedagogía, , Vol. 74, nº 264, pp. 243-264
-M. Pallarès; J. Traver; J. Planella. (2016) Pedagogía del cuerpo y
acompañamiento, una combinación al servicio de los retos de la educación,
Teoría de la educación, , 28, 2, pp. 139-162
-Marcos Santos Gómez (Educación, símbolo y tacto. Más allá del modelo
instrumental de la pedagogía",Arbor: Ciencia, pensamiento y cultura,
-Pallarès, M. . (2019). El Twitter de Paulo Freire. Resignificaciones y
horizontes de la educación desde ¿Pensar con los sentimientos.¿ Utopia y
Praxis Latinoamericana, 24, 83¿99
Pel.lícules:
Profesor Lazhar, 2011, Philippe Falardeau (dir.)
La lengua de las mariposas
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MÀSTER UNIVERSITARI DE
PSICOPEDAGOGIA
- La totalitat de l’extensió de la PAC ha de ser de 1700 paraules.
- S’han de respondre totes les qüestions plantejades.
Els criteris d’avaluació d’aquesta PAC1 són:
- Claredat de la redacció i les explicacions donades a partir d’un alt
nivell de reflexió de les vostres propostes.
- Quantitat i qualitat de referències teòriques pertinents amb les
respostes i que aquestes estiguin ben justificades (i ben
referenciades seguint la normativa APA).
- Originalitat de les idees personals exposades i que aquestes trobin
un bon encaix en el tema que heu escrit.
- Pulcritud i correcció ortogràfica del document presentat.
Temporalització
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ISSN: 1130-3743 - e-ISSN: 2386-5660
DOI: http://dx.doi.org/10.14201/teoredu2016282139162
RESUMEN
© Ediciones Universidad de Salamanca / CC BY-NC-ND Teor. educ. 28, 2-2016, pp. 139-162
140 MARC PALLARÈS PIQUER, JOAN TRAVER Y JORDI PLANELLA
PEDAGOGÍA DEL CUERPO Y ACOMPAÑAMIENTO, UNA COMBINACIÓN AL SERVICIO DE LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN
SUMMARY
This article deals with the pedagogy of the body and the ethical relationship
known as accompaniment. These are presented as elements of the educational prac-
tice with the aim of effecting a critical vision which helps the pedagogues analize
their methods and their interventions. We come to the conclusion that it is neces-
sary to place Pedagogy at an intersection doubly mediated: mediated by the body,
as domain of education that creates, and mediated by the accompaniment, so that it
can become an element of intervention. This double mediation enables Pedagogy to
develop adecuate competences and equips it with a knowledge of education which
entitles it to establish principles of intervention at the service of action and, therefore,
provides it with mechanisms to face up to epistemic challenges that minimize the
reservations raised in the latest years.
SOMMAIRE
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PEDAGOGÍA DEL CUERPO Y ACOMPAÑAMIENTO, UNA COMBINACIÓN AL SERVICIO DE LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN
1. INTRODUCCIÓN
1. El término alemán bildungsroman se aplica a una clase de novelas en las que se muestra el
desarrollo físico, psicológico o social de un personaje, habitualmente desde la infancia hasta la madurez.
La palabra alemana podría ser traducida como novela de formación o novela de aprendizaje, incluso
como novela de autoformación (LÓPEZ GALLEGO, 2013).
2. Para Rancière, «lo decisivo no está en el saber del enseñante, entendido como un cuerpo de
información supuestamente disponible para ser comunicado de un lugar a otro. Lo decisivo está en otro
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PEDAGOGÍA DEL CUERPO Y ACOMPAÑAMIENTO, UNA COMBINACIÓN AL SERVICIO DE LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN
lugar: está en la manera en que el profesor se acerca a su objeto; el modo en el que se hace presente
ante él y en la relación que ayuda a estructurar con y junto al alumno; en la relación de éste con ese
objeto que media entre ambos» (BÁRCENA, 2012, 46).
3. El ansia por el conocimiento es inherente al ser humano. La virtud de la studiositas mide estas
ganas de saber: en parte minimizando el deseo, en parte impulsándonos a conocer aquello que nos
conviene saber, y a desarrollar el esfuerzo que implica. La studiositas, como virtud moral, intenta cana-
lizar de manera virtuosa ese anhelo por conocer. De la misma manera que sucede con cualquier virtud,
regula nuestras acciones en función de la razón; pero también se encarga de otorgar a la prudencia el
conocimiento que precisa para poder corregir y/o guiar las acciones humanas (VÁZQUEZ RAMOS, 2011).
4. TOURIÑÁN (2014, 14) nos recuerda que «es importante mantener esta precisión e identificación
como ámbito de actuación, porque su defensa y fundamentación contribuye a formar criterio en los
profesionales de la educación acerca del valor educativo de un área cultural y su posibilidad como
conocimiento pedagógico. Y esto tiene sentido en términos de definición real».
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En las páginas que siguen nos vamos a ocupar de la pedagogía del cuerpo
y de la relación ética (del educando con el educador) conocida como acompaña-
miento. La intención es presentar estos dos sustratos de la mentalidad pedagógica5
como elementos de la práctica educativa en tanto que acción, con el objetivo de
determinar una visión crítica que pueda servir al pedagogo/a para analizar sus
métodos y sus actos de intervención pedagógica. Así, dotamos a la Pedagogía de
un conocimiento de la educación que le permite fijar principios de intervención al
servicio del dominio de la acción y, por consiguiente, le proporcionamos mecanis-
mos para arrostrar desafíos epistemológicos que pongan remedio a la desconfianza
creada en los últimos tiempos6.
Hace ya casi cuatro décadas que Nassif (1977, 59) afirmó que «indudablemente
la biología es la primera de las ciencias con las cuales se relaciona la pedagogía.
No es posible pensar en la formación del hombre […] si previamente no se conoce
su estructura morfológica, su capacidad de adaptación biológica, los momentos
de su desarrollo orgánico, su diversidad tipológica». Y Hubert7 expuso que el
desarrollo de la pedagogía implica el conocimiento de las leyes generales de la
vida, pero también el conocimiento de los condicionantes del desarrollo humano,
la instrucción de las maneras que bajo el influjo de los condicionantes biológicos
puede tomar nuestra estructura mental8 y, en última instancia, el conocimiento de
la anatomía y la fisiología humanas. Sin embargo, este último aspecto ha sido uno
5. Tal y como señalan KAAGAN y HEADLEY (2010), la mentalidad pedagógica solo tiene sentido si
se relaciona con la base de significación del conocimiento de la educación, porque lo que certifica el
conocimiento de la educación es su capacidad para minimizar problemas.
6. Efectivamente, aspectos tales como su excesiva teorización o la desaprobación de su natu-
raleza normativa terminaron provocando que algunos autores considerasen a la Pedagogía como una
disciplina poco útil para describir los ámbitos de realidad que se desarrollan en la educación (BREZINKA,
2002), sobre todo cuando vio cuestionada su legitimidad tras la llegada de la posmodernidad (GOZÁL-
VEZ PÉREZ, 2010), circunstancia que, en determinados contextos, instauró una «auténtica desconfianza
en los educadores acerca del valor de la Pedagogía para asumir las circunstancias educativas reales y
concretas» (AYALA, 2011, 121).
7. Citado por LEITHWOOD, MASCALL y STRAUSS (2009).
8. Desde el punto de vista cognitivo, hay tres planteamientos que han alterado la manera como
se venía interpretando la articulación de la mente humana: la psicología computacional, la cognición
extendida y la cognición encarnada (HERNANDO, 2012).
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de los grandes olvidados por la Pedagogía moderna; y esto a pesar de que Merleau-
Ponty9 afirmara en 1945 que «no tengo un cuerpo, sino que soy mi cuerpo» y a
pesar también de que autores como Bourdieu advirtiesen que el cuerpo concurre
de manera cómplice del juego social (Santos Gómez, 2013a).
Aunque «todas las corrientes pedagógicas implican una concepción del
cuerpo» (Arboleda, 1997, 83), la Pedagogía no siempre ha dispuesto del soporte
de las diferentes disciplinas para elaborar un concepto propio sobre el cuerpo, ni
ha recurrido a corrientes pedagógicas para estructurar una concepción del cuerpo
desde sus fundamentos (Synnott, 1991; Teddlie y Reynolds, 2000). Todo esto ha
conducido a que
Los lineamientos definidos en las políticas educativas respecto al cuerpo constitu-
yen una normatividad que lejos está de asumir el sentido del cuerpo; esto es, la cor-
poreidad, como un elemento sustantivo en la formación integral de los individuos.
El cuerpo ha sido limitado al campo motriz, llámese educación física, juego, teatro,
recreo entre otros –de lo que se infiere que se ha descorporeizado el denominado
terreno intelectual– que si bien ofrece profundas alternativas pedagógicas, no jus-
tifica la eliminación del cuerpo en otras esferas (Arboleda, 1997, 83).
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10. Platón utilizó el término de «paradigma» para referirse a conceptos tales como «ejemplo»,
«modelo», «patrón» o «copia». En este artículo es usado en los términos de la epistemología, sobre todo
en la noción de KUHN (1978) según la cual un paradigma se enmarca dentro del ámbito general de la
ciencia y opera en marcos regidos por modelos teóricos que van acumulando el conocimiento y van
solventando las indecisiones y/o dificultades que la evolución humana va presentando. Así, cuando
surgen anomalías en el paradigma, se reajustan los conceptos que lo conforman. En el caso de que las
anomalías sean desmesuradas, lo que se hace es poner en duda la vigencia del paradigma.
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11. Estamos de acuerdo con la noción de capacidad que sostiene NAUSSBAUM (2012): No son
simples habilidades residentes en el interior de una persona, sino que incluyen también las libertades
o las oportunidades creadas por la combinación entre esas facultades personales y el entorno político,
social y económico. Según declara Nussbaum, la idea intuitiva básica de su enfoque de las capacidades
es que debemos partir de una concepción de la dignidad del ser humano y de una vida acorde con esa
dignidad. Las capacidades se entienden como requisitos mínimos básicos para una existencia digna y
formarían parte de una teoría mínima de la justicia social (GUICHOT-REINA, 2015, 51).
12. Hay que tener en cuenta que no «poseemos» nuestro cuerpo sino que «somos» en cuanto este
cuerpo, por eso no decimos «haces daño a mi cuerpo» sino «me haces daño» (ROMBACH, 2004).
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13. Nótese que, en esta concepción, subyace un cierta positividad, que contrasta con el lastre
que acompaña a la historia del cuerpo: el cuerpo es una cárcel para el alma (Platón); el cuerpo nos
impide acceder al conocimiento (Descartes); el cuerpo es uno de los gérmenes del pecado (cristia-
nismo) (PLANELLA, 2006).
14. Sobre la función que ha desempeñado el cuerpo en la historia de Occidente AGUIRRE (1993,
146) asegura que «no se puede entender el concepto de cuerpo sin aludir a las grandes corrientes
filosófico-teológicas que actúan en la cultura occidental como sustrato conceptual de referencia». Ha
habido multitud de enfoques sobre el binomio cuerpo-alma, que no han transcurrido de manera lineal
y que se han localizado en contextos diferentes. A partir de las aportaciones de la Antropología cultural,
las ciencias sociales han contado con registros lingüísticos que han facilitado la reconstrucción de la
historia del cuerpo, hecho que lleva a PORTER (1993, 258) a constatar que «sería […] simplista suponer
al cuerpo humano una existencia intemporal como objeto natural y no problemático, con necesidades
y deseos universales».
15. Hay distintas maneras semánticas de interpretar el cuerpo: entendido como elemento antagó-
nico al alma (antropología dualista), interpretado como la parte física de la persona, es decir, limitando
el cuerpo a lo anatómico (materialismo) o concibiendo al cuerpo como sinónimo de la persona, como
se hace desde este artículo. Partimos, por consiguiente, de una visión integral del sujeto próxima a la
concepción unitaria del mismo, alejada de las concepciones dualistas. Esto quiere decir que cuando
anunciamos el término cuerpo no estamos situando solo la materialidad, lo físico, sino que, en el sentido
más merleau-pontiano, hablamos de cuerpo vivido, encarnado, habitado.
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16. En palabras de SENNETT (1997, 17), «a la civilización occidental le resulta difícil honrar la
dignidad del cuerpo y la diversidad de los cuerpos humanos».
17. Fue a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI cuando se asentaron las dos concepciones
sobre el cuerpo: una primera (cuerpo-objeto-orgánico) más husserliana, que entiende que el cuerpo es
algo modelado según aquello que la sociedad espera de él; y una segunda concepción más subjetiva
(cuerpo-sujeto-intencional), que es aquella que entiende que el cuerpo no está terminado, por eso todos
podemos «añadirle nuestra propia marca, nuestro propio signo de identidad» (LE BRETON, 2002, 31).
18. Aunque queda fuera de los objetivos de este artículo, quisiéramos poner en valor la antro-
pología de la substancia de Rombach, puesto que su definición nos sitúa en un campo en el que
las fronteras entre la antropología y la pedagogía se reducirían al máximo, pues la antropología de
la substancia «supone un núcleo esencial en el individuo que se encuentra bajo las determinaciones
individuales, cambiantes y casuales; un núcleo que las sostiene, las une y les da sentido y consistencia.
El modelo de la substancia subraya que hay “algo” en el hombre, “algo” universal e inmutable, que se
establece en todos los seres humanos de la misma manera y solamente se manifiesta como un principio
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20. Además de lo expuesto, también hay que descartar que la imagen-cuerpo que aparece en las
redes sociales sea capaz de convertirse en sujeto corporeizado porque «son más una caja de resonancia
de discursos ya constituidos e instituidos, un espacio que se limita a permitir la ampliación y la modu-
lación (bastante desordenada) de determinadas ideas que ya se encuentran circulando en diferentes
ámbitos de la sociedad, antes que un nuevo lugar de participación plena tendiente a la creación de
un colectivo que pueda constituirse en un actor social de importancia» (RAIMONDO, REVIGLIO y DIVANI,
2015, 12).
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PEDAGOGÍA DEL CUERPO Y ACOMPAÑAMIENTO, UNA COMBINACIÓN AL SERVICIO DE LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN
Como indica Ortega Ruiz (2004), durante la segunda mitad del siglo XX se
estudiaron con detenimiento los condicionantes que repercutían en los procesos
de enseñanza-aprendizaje, pero se analizó menos la relación del educador con el
educando.
El educador tiene el deber ético de actuar como sujeto responsable, preparado
para autoexigirse la responsabilidad del acto educativo en un intento de dar voz
a la actuación (al acto educativo mismo) y a la reciprocidad. El hecho de que el
educador tenga este deber ético no implica que la ética devenga el objetivo último
de la educación, ni una competencia que se deba lograr, la ética debe limitarse a
… la condición de posibilidad de la relación educativa. La ética es una de las
formas que adopta la excentridad humana. Por eso no hay educación sin ética. La
«moral», todo el conjunto de valores, normas y hábitos en los que un ser humano
ha sido formado, forma parte de la cultura y, por lo tanto, de la naturaleza humana,
del «mundo». La «ética», en cambio, surge al «poner en cuestión» la naturaleza. Hay
ética si soy capaz de «problematizar» mi propia naturaleza (biológica y cultural),
si existe la posibilidad de entrar en crisis. La ética no forma parte de la naturaleza
sino del hiato entre la naturaleza y la condición humana, entre el «mundo» y la
«vida» (Mèlich, 2008, 122).
21. Utilizar la etiqueta de «nueva paideia» no tiene otra pretensión que abrir una vía para percibir
la educación como acción humana a favor de la socialización intencional y como práctica prohumanista
dentro del actual sistema de creencias e ideologías dominantes (FERRAZ, 2012). Así, lejos de pretender
promover un ideal regulativo que tenga que fijarse institucionalmente, presentamos, de forma modesta,
una propuesta para que vaya incardinándose en el sentir de la Pedagogía, a quien se habilita tanto para
comprender el concepto de educación (en general) como para determinar los elementos que condicio-
nan y establecen su significado frente a cualquier otra manera de interacción.
22. Afirma VELETSIANOS (2010, 19) que «la individualidad del educando tiene que ser el punto de
inflexión a partir del cual el docente le ayude en la formación de su personalidad. Quien educa, pues,
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debe empezar por conocer la individualidad de quien es educado, su naturaleza, su manera de ser y
sus posibilidades».
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23. El propio ORTEGA RUIZ (2004, 5) afirma que «la relación más radical y originaria que se esta-
blece entre maestro y alumno, en una situación educativa, es una relación ética que se traduce en una
actitud de acogida, y un compromiso con el educando, es decir, hacerse cargo de él».
24. Siguiendo a Lévinas, admitir a los otros en el proceso de enseñanza es aceptar todo lo que
nos trasciende y nos desborda, lo que va más allá de la capacidad de nuestro yo y nos obliga a salir
de él (BÁRCENA y MÈLICH, 2003).
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25. Aplicado a esta situación, PLANELLA (2013, 123) afirma que «el término acompañamiento es
en realidad un concepto paraguas o un concepto esponja, que abarca múltiples formas de entender y
trabajar con personas desde el nexo de la proximidad a las mismas».
26. Acerca del «tacto pedagógico» recomendamos la lectura del artículo de SANTOS GÓMEZ
(2013b).
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el objetivo de alcanzar un ideal imaginario» (Fanjul, 2006, 317). Pero no hay ideal
sin educación y no hay educación sin relación ética que (re)estructure y constituya
la acción educativa como tal. La pedagogía del cuerpo y la actitud ética del acom-
pañamiento relacionan mentalidad pedagógica y específica con acción. A través
de las dos, el presente artículo ha ofrecido al conocimiento de la educación una
mirada pedagógica especializada no solo como medio que propone condiciones
de viabilidad de la acción, sino como marco de concreción que marca la posibili-
dad del hecho educativo mismo.
Todo lo expuesto se enmarca dentro del objetivo primario de la Pedagogía,
ya que cualquier propuesta que pretenda ser válida se debe plantear desde unos
parámetros «medios-fines» en los que los medios se adapten a la definición de
educación que cada sociedad o cada contexto elija; porque cualquier medio no es
solo un medio educativo: «Este es el punto clave de su sentido pedagógico, que se
completa en la misma medida en que somos capaces de entender que los medios,
al ser relativos a una finalidad, son medios respecto del sujeto que actúa» (Touri-
ñán, 2014, 28), que actúa para desarrollar la finalidad de la acción, sea desde la
pedagogía del cuerpo, sea a partir del compromiso ético canalizado a través del
acompañamiento o sea desde cualquier otro sentido pedagógico que acredite un
encaje entre el medio, el agente y la acción en cada situación concreta.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura
Vol. 189-763, septiembre-octubre 2013, a073 | ISSN-L: 0210-1963
doi: http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.763n5010
VARIA / VARIA
Cómo citar este artículo/Citation: Santos Gómez, M. (2013). Copyright: © 2013 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto
“Educación, símbolo, tacto. Más allá del modelo instrumental distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons
en la pedagogía”. Arbor, 189 (763): a073. doi: http://dx.doi. Attribution-Non Commercial (by-nc) Spain 3.0.
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RESUMEN: Argumentamos que las teorías pedagógicas basadas ABSTRACT: I argue that the pedagogical theories based on mo-
en epistemologías modernas de tipo racional instrumental no dern epistemologies of instrumental reason are not entirely
son totalmente adecuadas para abordar la educación. Esto es suited to studying education. This is due to the huge complexity
así porque el hombre y la relación educativa manifiestan una and depth of man and education, which needs to be captured
enorme complejidad y una profundidad que ha de captarse in- interpretively, with a hermeneutic or tactile intelligence, which
terpretativamente, con una inteligencia hermenéutica o táctil, is the Greek phronesis, or practical wisdom. This requires an
que se relaciona con la phronesis griega, o sabiduría práctica. Es effort to understand what can never be fully understood or
preciso un esfuerzo por comprender lo que no puede ser jamás illuminated, considered something symbolic, ambiguous, dark,
plenamente comprendido ni iluminado, como algo de naturale- singular, and contingent. Scientific reasoning, which aims to fu-
za simbólica, ambigua, oscura, singular, contingente. La razón lly illuminate and master it is taking the wrong approach and
científica que pretende iluminar plenamente y dominar resulta one that is hostile to the nuances of this human reality called
un medio ciego y hostil a los matices de esta realidad humana “education”.
que llamamos educación.
PALABRAS CLAVE: Hermenéutica; Símbolo; Phronesis; Razón; KEYWORDS: Hermeneutics; Symbol; Phronesis; Reason;
Filosofía de la educación; Educación. Philosophy of education; Education.
1. INTRODUCCIÓN: HACIA UNA ALTERNATIVA AL pedagogía silenciosa, pedagogía sin voz, por ella ha-
MODELO INSTRUMENTAL blaba un proyecto de reducción del hombre y de toda
En la actual investigación educativa debemos plan- idea emancipatoria” (Pérez Luna, 2003, 94).
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tearnos si lleva a buen puerto el paradigma episte- Un recomendable artículo de José Antonio Zamora
mológico instrumental con su clásico desdoblamiento (2009) diagnostica certeramente lo que está ocurrien-
Educación, símbolo, tacto. Más allá del modelo instrumental en la pedagogía
entre una razón teórica que piensa y abarca desde un do en el mundo de la enseñanza, teniendo como refe-
punto privilegiadamente neutro ese otro lugar llama- rencia la filosofía de Adorno. “La formación reducida
do “práctica”. O sea, se trata de replantear el papel a cualificación profesional se orienta unidimensional-
de la razón en la forma en que esta es utilizada asép- mente a la promoción de aquellas capacidades y talen-
ticamente para analizar una realidad objetivada. Este tos que prometen una utilidad económica actual. Y las
asunto es hoy un tema candente ya que este paradig- instituciones educativas son evaluadas por el mismo
ma típicamente moderno subyace al modelo de las criterio, es decir, según sirvan o no al proceso produc-
competencias, que puede venir a ser, en sus distintas tivo, a aumentar la competitividad de la economía o
versiones, el del sujeto capacitado para operar en un a mejorar las oportunidades de ingreso y ascenso de
mundo a su disposición, el del sujeto que adquiere quienes pasan por ellas” (Zamora, 2009, 39). Suscri-
técnicas para desenvolverse en un medio que lo de- bimos plenamente los temores de Zamora de que “La
safía y es capaz de afrontar los problemas planteados iniciativa individual y la libertad de investigación puede
por la supervivencia en dicho medio. verse muy mermada por la tendencia observable en
Filosóficamente, esto se vincula con un modelo ins- esa estructura a la estandarización y el control, la pla-
trumental de razón en el que esta es un medio para nificabilidad y la comparabilidad” (Zamora, 2009, 41).
conseguir fines, una suerte de útil que emplea el su- La constante exigencia de cumplir con los requisitos del
jeto para sobrevivir y medrar en el medio ejercitando mercado laboral y de una preparación técnica frenéti-
su dominio sobre el mismo. Tal vez en el discurso de ca para no sufrir la exclusión, tiene, afirma Zamora, un
las competencias exista un abanico de posibilidades efecto devastador: “supone el triunfo de la ideología
mayor que el representado por las posibilidades es- economicista neoliberal en el plano de la automercan-
pecíficas contenidas en una mera razón instrumental tilización de los individuos, que han de estar dispuestos
y técnica objetivante. Pero si no fuese así, estaríamos a relativizar sus rasgos personales o incluso a no for-
ante una nueva versión del clásico mal de la moder- mar ninguna personalidad en el sentido clásico para
nidad ya tantas veces diagnosticado, consistente en adaptarse flexiblemente a las condiciones rápidamente
una reducción de la razón que obliga asimismo a una cambiantes del mercado” (Zamora, 2009, 43).
reducción del sujeto y, como en toda reducción, a una Frente a este somero diagnóstico, creo que la pe-
serie de olvidos, mutilaciones e invisibilizaciones de dagogía debería cumplir una función de resistencia
distinta índole, que se han señalado abundantemente a estas dinámicas mercantilistas que echan mano de
en la historia de la filosofía contemporánea. La dialé- modelos instrumentales de racionalidad. De hecho,
ctica de una razón instrumental, que tiende a ejercer la pedagogía sería más útil si no se centrara tanto en
su dominio contra el propio sujeto que se vale de ella ofrecer respuestas, sino en interrogar(se), en sospe-
para dominar el mundo, sería uno de los señalados char de sus propias explicaciones y en introducir ele-
peligros (Horkheimer y Adorno, 2001). mentos discrepantes y marginales en su discurso. Así
Por un lado, esta reducción epistemológica mues- cabría entender una pedagogía y por ende una escue-
tra, a mi juicio, un déficit en la comprensión del la y universidad comprometidas con la sociedad, en la
hombre, y por otro lado, también implica un empo- medida en que actuaran como instancias críticas.
brecimiento existencial, en la medida en que como En este trabajo deseo traer a colación una alterna-
indicaba el subtítulo de una conocida obra de Adorno, tiva a este paradigma instrumental de la modernidad
la vida resulta dañada (Adorno, 2003). De hecho, en instalado implícitamente en parte de la pedagogía
no pocas ocasiones desde la propia pedagogía se ha actual. Para ello hay que atender a la filosofía, como
venido criticando los excesos de un modelo empírico propone a los educadores el profesor Joaquín Esteban
explicativo de corte restringidamente positivista en (2002). Éste expone una concepción de la pedagogía
el estudio científico de la educación (Gordillo, 1992, inspirada en la filosofía hermenéutica de Gadamer
182-184). Como afirma Pérez Luna con clarividencia: que, entre otras implicaciones, permite una conexión
“La pedagogía que se sometió a las directrices de la entre teoría y práctica en la pedagogía, como se ha
razón instrumental atentó contra la libertad, se hizo señalado en algún otro artículo (VanderVen, 2009).
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Recordemos que el pensamiento de Gadamer (2002 una epistemología de raigambre cartesiana. Así que el
y 2003) es un intento de, como se ha dicho, “urbanizar profesor Joaquín Esteban valora el papel de la memo-
la provincia heideggeriana”, es decir, dotar de un cier- ria en la educación, pero no una memoria entendida
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to contenido lo que en Heidegger queda sólo en el aire como instrumento técnico, como cúmulo de datos e
como mera “facticidad”. Se trata de ese fondo desde instrucciones, sino como ese entorno o tradición en
Obviamente, la ontología débil, entendida como La palabra educación nos remite a un tiempo huma-
hermenéutica del sujeto y relacionada con una exis- no, concreto, dual; a un acontecer que se nos impone
tencia que se auto-interpreta y que se sitúa en un con- en nuestro trato con un Otro que se cuela en nues-
tingente contexto (comunitario), rechaza la epistemo- tro mundo, en nuestra firme seguridad, en nuestras
logía que era capaz de establecer sentidos y órdenes certezas. El niño introduce un más allá, un futuro de
firmes en el mundo y en lo humano. Esta epistemo- posibilidades y novedad-natalidad (Bárcena, 2002), y
logía, que puede funcionar bien para la ciencia, es un simultáneamente un presente singularísimo.
peligro, por reduccionista, si la intentamos aplicar a La relación previa a todo estudio teórico empren-
la comprensión del hombre-sujeto y de la existencia. dido por la pedagogía, entendida como ciencia o re-
Sencillamente, la epistemología basada en un méto- flexión que los padres establecen con los niños, es una
do apriorístico que analiza, establece leyes y deduce, relación de cuidado, de acogida, de receptividad. La
no puede decir nada sobre la existencia. Pero todavía cara del niño con sus grandes ojos exige al adulto que
más, la propuesta del profesor Joaquín Esteban (2002) vele por él y de su rostro emana, como diría Levinas,
es que dicha epistemología y dicho paradigma moder- una suerte de imperativo ético que siendo universali-
no tampoco valen para educar de manera efectiva
zado y extendido al género humano, se manifiesta en
o por lo menos para entender qué hacemos cuando
el mandato “no matarás” (Levinas, 1977). Es una ley
educamos. Este autor se sitúa en un término medio,
sin palabras, porque se alza previa a la palabra crea-
entre el mencionado racionalismo fuerte de la moder-
dora, como condición de la misma. Ésta es la teoría a
nidad o del platonismo y otro exceso: el relativismo.
la que apunta la cara del niño, la obligación de velar
Según Esteban (2002), el educando iría insertándo- por su vida y, todavía más, por su futuro. Cuando se
se en su medio al ser educado por este mismo medio está con un niño se está también con su futuro; un
o por el educador-mediador, pero nunca como agente futuro propio al que sin embargo no se debe sacrificar
capaz de distanciarse y dominar al modo instrumen- el presente. En el niño, de hecho, se concretizan dos
tal su propio medio lejos de todo prejuicio. Educarse tiempos: futuro y presente, el futuro por hacer y el
es impregnarse de un entorno, de una atmósfera que singularísimo instante. Ambos inciertos y requeridos
nutre las preguntas y orienta el pensamiento, previa a de protección y cuidado.
todo uso instrumental de la razón y a toda apuesta por
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Una consecuencia de este enraizamiento de lo edu- cia positivista que, según Manem, no llega al todo que
cativo en lo más personal y concreto del niño es que constituye el proceso o acto educativo. De hecho, el
nunca deberíamos perder de vista lo concreto en la educador reflexiona, pero lo hace inmerso en su tarea
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reflexión teórica o en la enseñanza universitaria que y a partir de lo que le ocurre en ella. Hay una prioridad
se da a futuros maestros. Me refiero a que, aunque se de lo práctico en el pensamiento pedagógico, porque
Educación, símbolo, tacto. Más allá del modelo instrumental en la pedagogía
enseñen métodos, didácticas, técnicas de enseñanza, la pedagogía es un saber teórico que es sin embargo
hay una cualidad esencial que es en sí lo más especí- eminentemente práctico (es “teoría práctica” podría
ficamente pedagógico o educativo, como un tacto. Es afirmarse, aunque suene contradictorio).
una sensibilidad que consiste en la buena lectura que
El conocimiento pedagógico se encarna en lo que
uno hace de ese momento práctico, de ese ambiente
Manem llama “tacto pedagógico” que es una suer-
concreto, de esa situación de educación y del estado
te de sensibilidad situacional, dada en una situación
del niño. Hay que advertir que la psicología ayuda pero
educativa, de la que se extraen consideraciones para
eso no implica que reduzcamos este tacto al conoci-
una acción prudente, equilibrada, eficaz, encaminada
miento y método específicos de la psicología. Es más
a obtener un bien en el niño. Es lo que para Manem
que eso, porque estamos hablando de la capacidad
suple a las técnicas cuando estas son entendidas en
de ser demandado por la llamada que es en sí el Otro
un sentido de razón estratégica. El tacto no es una
y de preocuparse por su presente y su porvenir. Es un
racionalidad estratégica, de medios-fines, que pueda
ponerse en la situación de hacerse cargo del destino
planificar en función de unos objetivos claros, aun-
del niño como persona que va, que se hace, que está
que presuponga una cierta reflexión en la inmersión
siendo, que requiere un porvenir y que tiene unas po-
práctica y previa, anticipadora. Lo bueno que espera
sibilidades por conquistar. Es responsabilidad. Hay en
obtenerse para el niño viene dado por una tradición
esta relación educativa un obvio desnivel, porque el
y por ejemplos anteriores que están en la memoria
educador tiene autoridad, auctoritas, ganada día a día
(en gran parte inconsciente y corporal) del maestro.
y concedida por el niño (la autoridad del adulto se la
De hecho, el modo en que se aprende y ejercita el
da el niño y el adulto se la gana).
tacto es mediante ejemplos y situaciones únicas, que
Estas ideas son desarrolladas, a partir de ejemplos es como, precisamente, estructura su libro Manem
prácticos, con imágenes concretas, por el catedrático (1998), como un enorme cúmulo de elocuentes ejem-
de educación de origen holandés Max van Manem plos que expresan sin definiciones cerradas lo que es
(1998). Su objetivo es abandonar los abundantes el tacto, mostrando el tacto en acción. Vemos que lo
enfoques psicologistas en pedagogía y acudir a una que se pone en marcha es una especie de inteligencia
visión más próxima a la filosofía, de raigambre her- interpretativa, intuición moral práctica, sensibilidad y
menéutica y fenomenológica, en la medida en que se receptividad hacia la subjetividad de los niños y ca-
elude la ontología de lo factual (positivismo) para ir, pacidad de improvisación en el trato con ellos. Debe-
por el contrario, a lo fáctico, al mundo de la vida, a mos resaltar, en este sentido, que recientemente se
la inmersión en el contexto difícilmente captable con ha publicado un artículo que describe una aplicación
la mirada positivista y los instrumentos del psicólo- creativa del modo fenomenológico de comprensión
go. No hay un rechazo, por supuesto, de la psicología interpretativa y “táctil” de la realidad por parte del
con sus métodos habituales, sino un adentrarse más educador en un caso concreto, propuesto por Ma-
hondo de lo que resulta posible para ella con dichos nem, que puede ser leído y valorado paralelamente a
métodos. De este modo, el pedagogo de formación o lo que aquí vamos desarrollando a un nivel más espe-
inspiración filosófica se sumerge en ese tiempo que culativo (Ayala, 2011).
he calificado al principio como “humano”, “concreto”,
“dual”, ese lugar singular en el que hay que situarse y La razón objetivante y técnica se nos torna impo-
estar para comprender el proceso educativo. Advirta- tente para comprender la pedagogía en última ins-
mos que ello no se opone a la disposición de una cier- tancia porque lo que sucede en una clase resulta casi
ta racionalidad u objetividad dada sobre el terreno, imposible que sea descrito en sus términos, porque
sobre la marcha, similar a la del actor que sopesa su resiste toda conceptualización. Es decir, si intentamos
actuación mientras hace su papel en la obra de teatro. describir o explicar lo que sucede en el aula con la dis-
Así se ha destacado no sólo por Manem sino por algún tancia propia de la reflexión convencional, ya no es-
otro autor (Clark, 2005). tamos en el nivel propio de la situación pedagógica y
no podemos captar su tiempo. Se requiere una cierta
Hay, por tanto, razón y captación racional de lo que
reflexión semejante a una consciencia, dice Manem, a
ocurre, pero no al modo objetivante propio de la cien-
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un estar consciente en dicha situación. La clase, desde pretendiera Freud, no puede ser interpretado en un
la perspectiva del profesor, es una “consciencia” que sentido positivista. Uno debe sumergirse en él, como
sin llegar a ser plenamente distancia reflexiva, ya que en la literatura o en los mitos, y probar hermenéuticas
a073
se halla inmersa en lo que allí está sucediendo, es un aproximativas. Mèlich (2004a) valora, sobre todo, la
continuo anticipar, ajustarse, modificar, que podemos hermenéutica emprendida por Girard, que encuentra
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ta que el horror no era que en el centro de todo hubie- les del hombre, que sirvan para exorcizar la demo-
ra un infierno o un dios malo, sino que sencillamente nización que ocurre cuando lo relativo es elevado a
no hubiera centro. Eso es lo que peor puede soportar absoluto, cuando lo relativo es, inapropiadamente,
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el hombre y por eso mismo creamos mitos y somos absolutizado, perdiendo su carácter contingente y pa-
simbólicos. Esa es nuestra noche y nuestra penumbra, sando a ocupar como un todo el conjunto de lo real.
Educación, símbolo, tacto. Más allá del modelo instrumental en la pedagogía
que, según Mèlich, gran parte de la pedagogía ha elu- Mèlich (2002) subraya la temporalidad y la memoria
dido. Él reivindica un reencuentro con esta naturaleza como parte de una pedagogía que resitúe en la me-
simbólica nuestra, que puede hallarse en la literatu- tamorfosis a las personas. La literatura, en particular,
ra fácilmente, en grandes novelas y autores (Mèlich, nos reconcilia con nuestra consustancial finitud si
2003). Todo esto no supone una vuelta a un extremo aprendemos que hay tantas lecturas como lectores,
irracionalista, advierte, sino que asumimos otro modo que son posibles innumerables lecturas de un mismo
de razón, otra racionalidad, una razón simbólica que texto porque el texto es algo inacabado, no logrado,
busca pensar connotativamente, pensar lo ambiguo, finito, que nos transmite, por tanto, ese carácter an-
lo inseguro, lo incierto, de un modo vibrante. Se trata timetafísico que podemos extrapolar a la ética como
de que ampliemos nuestra noción de razón, de mane- relación con los otros, relación en perpetua reconsi-
ra que abordemos las zonas de la realidad que, con el deración, como reconstitución con la alteridad desa-
modo restringido positivista, debíamos dejar de lado. fiante (Mèlich, 2011).
Ahora se trata de asumir que en efecto somos en En este discurso que enfatiza el desafío de la alteri-
gran parte seres simbólicos que no pueden vivir sin dad exteriorizante, lo que se señala es el papel de una
relatos, relatos que nos motivan e implican afectiva- negatividad impugnadora como tensión, el lugar de
mente, compuestos de símbolos, con ritos, de mitos una dialéctica que pone el énfasis en lo no logrado, de
al fin y al cabo. Creo que ese subsuelo está y estará lo que resta, de lo que no está, de lo ausente. Así, en
siempre y no pertenece como muy bien recuerda una teoría del lenguaje, cobraría mayor importancia,
Mèlich, contra Levi Strauss y otros, a una infancia de por ejemplo, lo no dicho que lo dicho. Hay en el mun-
la humanidad. Pero la madurez sí existe, a mi juicio. do, en la palabra, en la memoria, una serie de vacíos,
La madurez de la humanidad sería la capacidad de cri- de no lugares, que son también constituyentes, como
bar, comparar, analizar, sopesar, valorar y extraer las magnitudes negativas, como densidades o presentes
consecuencias de los distintos relatos, de las distintas impresencias que una pedagogía de la finitud habrá
tradiciones que nos constituyen y sustentan. Es una de considerar y que, en términos morales, tienen que
labor ardua y casi imposible, ya que como decía Gad- ver con la experiencia del mal, cuyo punto de máxima
amer para pensar necesitamos prejuicios y tal vez sea densidad ha sido Auschwitz (Mèlich, 2004b). Como
así, y no exista la posibilidad de esa ilustración inge- afirma el profesor Reyes Mate: “Lo sorprendente de la
nua, cartesiana, de un pensar neutro, absolutamente memoria es que nos hace ver que de la realidad forma
exterior. Pero sí es posible una comparación, un tra- parte también algo que no existe” (Mate, 2003, 23).
bajoso sopesar. Se vive en la relación y se cambian
Esta negatividad es la que se narra en el libro bíblico
o matizan las perspectivas y las posiciones, porque
del Apocalipsis. En él el profesor Pérez Tapias encuen-
siempre estamos en lugares relativos, que aun siendo
tra expresada la necesidad de una radical solidaridad
relativos, pueden cambiar y ampliar (o reducir) pers-
con los débiles, la lucha contra el mal y “el anhelo de
pectivas y miradas.
que la muerte no obtenga la victoria, de que la injus-
ticia no sea la última palabra” (Pérez Tapias 1999a,
4. PEDAGOGÍA DE LA FINITUD 87). Concluye el mencionado autor en el artículo al
Cabe, pues, esbozar una pedagogía de la finitud, que nos referimos que “En esa tarea de un humanis-
consecuente con el carácter finito, contingente, in- mo antiidolátrico debemos converger, desde la apues-
acabado de la existencia humana. El profesor Mèlich ta esperanzada en favor del hombre, en una historia
acude a lo antropológico para sustentar en ello, en su tensa —¿trágica sin remisión?— y siempre abierta”
incierto suelo, una vacilante praxis pedagógica que es (Pérez Tapias 1999a, 88). Este mismo autor, en un ar-
poética, literaria, narrativa en un sentido que conecta tículo posterior propone retomar la concepción ben-
con planteamientos filosóficos próximos a Gadamer jaminiana de la memoria y la recuperación del rostro
y sobre todo a Ricoeur (Kemp, 2006, 174-177). En la del Otro maltratado, para relanzar el pensamiento
literatura se encuentran claves, según Mèlich, para utópico, tras su cuestionamiento en nuestros días de
el encuentro con las limitaciones espacio tempora- crisis de la Modernidad. Se trata de que a partir de lo
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fragmentario, retomemos una utopía abierta, sin afán ciales y entonces se ataran cabos sueltos. Una narra-
de totalidad, que no sacrifique a los individuos a una ción o persona brilla para nosotros como no brillan las
identidad totalizante recayendo en totalitarismos (Pé- demás, una vida nos impacta como ninguna otra, una
a073
rez Tapias 1999b, 206-209). historia habla con voz penetrante, imponiéndose. Se
establece la mímesis creativa a la que se refiere Kemp
El hombre concreto se hace en un movimiento
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o sujeto competente). Hay una reducción instrumen- listas. Pero esto no se resuelve con la minuciosa mi-
tal de algo que es una actividad de naturaleza poética crodescripción positivista de datos que desmenuza la
en un sentido originariamente griego de poiesis, de realidad, atomizándola y, a mi juicio, desactivando la
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producción de algo nuevo que se hace presente, que crítica que muchas veces se pretende ejercer con la
irrumpe, que llega a estar con otros en la historia. teoría. La mirada proletaria, precisamente hoy, no es
Educación, símbolo, tacto. Más allá del modelo instrumental en la pedagogía
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NOTAS
1 En una investigación se ha puesto de re- aplicaciones, tal como sugerimos en el aspectos morales en contextos intercultu-
lieve que en el paradigma pedagógico del cuerpo de nuestro trabajo. Vg. Beckett, rales (Birmingham, 2003) o sencillamente a073
service-learning se requiere una raciona- Agashae y Oliver, 2002; Beckett, 2008. razonamientos morales (Bessant, 2009),
lidad de tipo práctico como la expresada Se ha resaltado la necesidad de supera- o para el trabajo cooperativo entre los
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ARTÍCULOS
UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 2 4 , n° EXTRA 1, 2019, p p . 83-99
REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL
CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA.
ISSN 1315-5216 / ISSN-e: 2477-9555
RESUMEN ABSTRACT
Se presentan algunos de los debates que laten en la educación This article presents some of the debates surrounding current
actual. Se ha recurrido a fragmentos de la obra de Freire education. It has been used fragments of the work of Freire less
menores a 140 caracteres, que, anunciados en forma de twits, than 140 characters, which, announced in the form of twits, help
nos ayuden a analizar significativamente diferentes cuestiones us to analyze significantly different current socio-educational
socio-educativas actuales. Se han contrastado con el issues. They have been contrasted with the content of the work
contenido de la obra del filósofo Álvaro B. Márquez-Fernández of the philosopher Álvaro Márquez-Fernández Pensar con los
Pensar con los sentimientos. A raíz de cuestionar la exigencia sentimientos. As a result of questioning the demand assigned
asignada a la educación de convertirse en una especie de to education to become a kind of social placenta, from
placenta social, a partir de concebir la esperanza como algo conceiving hope as something that works as a way to support
que funciona como forma de acompañamiento de supuestos reconstructive pedagogical assumptions, and as a result of the
pedagógicos reconstructivos y a la estela del reclamo de la claim of the conscience of our sensitivity to assign affections to
consciencia de nuestra sensibilidad para asignar afectos a la life and our experience (to learn to coexist through reasoning
vida y a nuestra experiencia (para aprender a convivir mediante and feelings), the approach to the legacy of these two authors
razonamientos y sentimientos), la aproximación al legado de has allowed us to present guidelines and processes that
estos dos autores nos han permitido presentar pautas y provide opportunities for self-construction and also
procesos que proporcionan oportunidades de autoconstrucción demonstrate the need to claim a pedagogy that does not evade
y también evidenciar la necesidad de reclamar una pedagogía reflection on the subject of education.
que no eluda la reflexión sobre el sujeto de la educación
Palabras clave: Educación; Freire, Álvaro B. Márquez- Keywords: Education; Freire, Álvaro B. Márquez-Fernández,
Fernández, filosofía de la educación; estructura social, nuevas philosophy of education; social structure, new technologies.
tecnologías.
Utopía y Praxis Latinoamericana publica bajo licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Compartir Igual 4.0 Internacional
(CC BY-NC-SA 4.0). Más información en https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
PALLARÉS PIQUER
El Twitter de Paulo Freire. Resignificaciones y horizontes de la educación…
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INTRODUCCIÓN
Desde que hace algunos años Twitter se consolidó como vehículo de comunicación social comenzó a
regular aspectos de nuestra vida tales como los campos simbólicos del pensamiento o la creatividad
(Márquez-Fernández: 2015). También reestructuró alguno de los pilares sociológicos y comunicativos, ya que
hizo posible que los antiguos receptores de información se convirtieran también en productores y
transmisores. De esta manera, cuando un twit pone en contacto a una cantidad indefinida de personas, se
establece una semiótica del sentido (Fabbri: 2004) en la que quien escribe y el twit termina por emitir un
mensaje que queda determinado por el peso simbólico de los signos.
La eficacia comunicativa de un twit no radica tanto en la agudeza por si misma (definida por Lichtenberg
como “lente de aumento”1) como sí en la posibilidad de que esta agudeza se ponga al servicio de la reflexión.
Un twit transmite un mínimo de sonido con un máximo de sentido. Aunque su fuerza comunicativa sea
consecuencia de la elocuencia, la entidad (comunicativa) procede de la carga alusiva: la connotación
expresiva de un twit viene tanto de lo que queda escrito en sus limitados caracteres como de aquello que lo
inspira (en cierta manera, ya nos lo dijo Marco Aurelio hace muchos siglos: “Que la afectación no maquille tu
reflexión”).
A raíz de lo expuesto, se van a extraer fragmentos de la obra de Paulo Freire menores a 140 caracteres,
para que, en el presente artículo, tomen forma de twits. También queremos rendir homenaje al filósofo Álvaro
Márquez-Fernández, que nos dejó recientemente, por eso se va a recorrer a la excelsa Pensar los
sentimientos, imprescindible obra del filósofo venezolano, para derivar hacia estados valorativos todo aquello
aportado por ambos autores.
La selección y el contraste quedan justificados porque, a pesar de los años transcurridos desde el deceso
de Freire, ocurrido en 1997, conviene tener presente que:
Algunos conceptos freireanos son básicos para intentar comprender su relevancia en la actualidad
(…): la cultura, el diálogo, el método de alfabetización, la disyuntiva opresora/oprimido, los procesos
de concientización y el educador (Villegas: 2016, p. 88).
Se trata, por lo tanto, de una selección de fragmentos que es fruto de una revisión hermenéutica de la
obra de Freire. Concebiremos la hermenéutica como la capacidad para interpretar un texto, para
comprenderlo, para situarlo en contexto, para entender al autor/-a y a sus intenciones (García Bravo y Martín
Sánchez: 2013). Así, se propone hacer uso de la interpretación como herramienta intelectual para generar
explicación y, por lo tanto, facilitamos que “la hermenéutica entre a jugar un papel central como método de
indagación y pesquisa cualitativa para producir comprensión en las ciencias humanas” (Martín Sánchez:
2014, pp. 86-87).
Así pues, el uso de la hermenéutica queda justificado porque la selección de los fragmentos de la obra
de Freire que aparezcan en este artículo se aproximarán a la producción del sentido analítico que
propongamos desde estas mismas páginas; todo ello con el objetivo de que la hermenéutica pase a ser una
herramienta al servicio de las ciencias sociales que sugiera y determine, fenomenológicamente, la
comprensión de los textos como una preestructura ontológica, que, además, tras el contraste con Pensar con
los sentimientos, devendrá un saber con fondo y forma y concomitante a las propuestas metodológicas que
cada disciplina (de las que conforman las ciencias sociales) establezca2.
Aprovechando la apelación de Freire a la reflexión, a la conciencia, a la deliberación y al debate (Pallarès
Piquer: 2014), y sustentando todo ello en la concepción pedagógica de Álvaro Márquez-Fernández que
entiende que “enseñar a través de la pedagogía solo es posible si quien enseña lo hace desde la praxis
personal y subjetiva de que quien enseña no enseña lo aprendido, sino que enseña una experiencia para
aprender” (2014, pp. 124-125), utilizaremos los fragmentos (en forma de twits3) de la obra de Paulo Freire
con la finalidad de sugerir “escenarios y situaciones de forma que se conviertan en facilitadores de
encuentros, suscitadores de interacción social, catalizadores en suma de procesos que proporcionen al sujeto
oportunidades de autoconstrucción” (García de Dujo y Mínguez: 2011, p. 274).
Al fin y al cabo, el legado de Freire nos facilita el acceso a la autoconciencia, hecho que permite a la
pedagogía sugerir claves para reconstruir procesos; en este sentido, el hecho de “pensar con la razón”
refuerza la significación de la experiencia de aprendizaje para poder guiar a quien aprende (el aprendiz) en
su camino tenaz hacia la búsqueda de todos aquellas manifestaciones de la realidad que puedan ser
exploradas y reestructuradas como conocimientos y/o saberes (Márquez-Fernández: 2014).
Lo descrito por Freire en otros contextos (pasados) y lo redactado por Álvaro Márquez-Fernández más
recientemente, en Pensar los sentimientos, nos servirá para concertar distintas experiencias sociales y para
presentar referencias que trasciendan a aquellos marcos de contextualización inmediatos, núcleo de algunos
de los debates educativos de esta época en la que vivimos, conformada por un presente efímero en el que,
a menudo, quemamos el tiempo para convertirlo en seguida en otra cosa, sin que ello implique
necesariamente que seamos capaces de vincular este presente con la sinuosidad de gran parte de las
facticidades históricas que nos acompañan.
2 Si esto es posible es porque, a partir de Heidegger, la hermenéutica se empezó a entender como algo que se podía
encontrar al margen tanto de su consideración como conjunto de reglas para la interpretación como de su condición de
soporte metodológico de las ciencias humanas (Bodei: 2001).
3 En este sentido, aunque 140 caracteres puedan parecer pocos, como señala Besalú (2010, p. 263) Freire siempre sintió
la necesidad de “dar un significado real a las palabras, lejos de la grandilocuencia y de la vacuidad. Las palabras deben
referirse a realidades conocidas, próximas o lejanas”.
4 En consonancia con Garcés (2015), consideramos que la educación es el inicio de un “desplazamiento”, un punto de
inflexión hacia un exterior que nos (pre)dispone a alejarnos incluso de nosotros mismos.
5 En su excelsa Pasión Intacta, Steiner asegura que “la atrofia de la memoria es el rasgo dominante de la educación y la
etc.) que buscan trasmitir todo aquello que se considera irrenunciable y necesario para la existencia de la
ciudadanía de cada momento (Del Dujo y Mínguez: 2011).
Las interpretaciones que podemos desarrollar acerca del hecho educativo son muy diversas, pero eso
no implica “que todas sean apropiadas, ni tan solo buenas en un sentido ético y moral” (Martínez, Esteban,
Jover y Payá: 2016, 19); porque la educación es una acción, pero también es un efecto (Wester: 2008). En
este sentido, cualquier enfoque metodológico que ambicione aproximarse a la racionalidad pedagógica
entenderá la educación como un conjunto de procesos intencionados cuya acción pedagógica es concebida
como un hacer, no como un pensar, porque hablamos de actuar en contextos sociales y educativos
determinados (Martín: 2013). Por eso la educación asigna preponderancia a la realidad, inherente a sus
objetos de conocimiento (Riveiro, Latorre y Blanco: 2018), y debe exigir a la(s) ciencia(s) que la analiza(n)
condicionantes basados en una acción que “invite a conocer, a interactuar unos sujetos con otros; [educar]
es reflexionar sobre el aquí y el ahora, sobre el ser y estar en el mundo” (Martín: 2013, p. 81).
La educación es, pues, un acontecimiento concreto, una realidad práctica; el enfoque metodológico de
la concepción educativa de Freire habitualmente es enmarcado dentro de la dialéctica 6 que se basa en la
relación biunívoca “teoría-praxis”. En este sentido, estas palabras resultan significativas:
Esta caracterización es válida hasta un cierto punto, principalmente por lo que concierne a su modelo
de pedagogía radical y a la concepción de la búsqueda-acción participativa. Pero este ideal regulador
de unidad entre teoría y práctica no puede aplicarse directamente como base para evaluar todas las
formas de investigación social. Este modelo teórico-práctico tiene que enmarcarse, por lo tanto, en
una concepción histórica más amplia de las ciencias sociales. Orientación que él nombró a veces
como humanismo científico (Allen y Torres: 2003, p. 106).
En las palabras que veremos a continuación, y que podrían adoptar la forma de un twit, Freire argumentó
que, para aquellas personas que acometen la acción cultural con la mirada focalizada en la libertad:
«La ciencia es el instrumento indispensable para denunciar los mitos creados por la derecha, y la
filosofía es la matriz de la proclamación de una nueva realidad» (Freire: 1975, p. 20).
Siguiendo este hilo, Álvaro Márquez-Fernández concibe la filosofía como una experiencia racional creada
a partir de la intersección circunscrita entre la realidad y nuestras ideas sobre ella, hecho que le porta a
aseverar que “de esa relación fenomenológica entre la presencia-apariencia y la presencia-ausencia de los
objetos e ideas de la realidad, surge la filosofía como experiencia racional del pensamiento” (2014: pp. 71-
72).
En consecuencia, y haciendo confluir lo escrito por Freire y por Álvaro Márquez, podemos aceptar a la
filosofía como metodología de la historiografía y a la ciencia como eje canalizador de lo universal concreto (y
presente en todo acontecimiento [Santos: 2012]). A través de ambas, disponemos de la capacidad para
asimilar el sentido de la educación, entendida como la conciencia de la necesidad, esto es, el escenario de
las posibilidades reales del actuar, y reservamos a la antropología filosófica la finalidad de ofrecer ejemplos
de “existir humano” que colaboren con la tarea de comprensión de la educación (Gómez, Gallo y Planella:
2018).
6 Afirma Freire (1974, p. 90) que “[...] el diálogo no puede existir sin un amor profundo por el mundo y por los hombres.
Nombrar al mundo, que es un acto de creación y de re-creación, no es posible sin estar impregnado de amor. El amor es,
al mismo tiempo, el fundamento del diálogo y el diálogo mismo... el amor es compromiso hacia los demás hombres”. Esta
(re)valorización de la dialéctica ha servido como punto de inflexión de postulados pedagógicos que forjan teorías educativas
que tienen como finalidad nuclear “Lograr acercar [a profesorado y alumnado] a una negociación que aproxime al
estudiante al saber formal académico que responda a estándares o teorías universales. A esto se le conoce como
hermenéutica-dialógica” (Jiménez, 2015, p. 649).
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A partir de la posibilidad de conversión de cualquier cosa o hecho en conocimiento, asimilando gran parte
de lo que se agita en nuestro interior (pero también en el mundo), la educación nos prepara para realizarnos
(Ballesta y Céspedes: 2016), es decir, para que cada persona sea capaz de crear su historia en función de
unos condicionantes que Weber explicó que marcan nuestra ética de la vocación. Hablamos de una vocación
que, en pleno siglo XXI, viene condicionada por el hecho de que las personas:
Buscan aprender más allá de las instituciones responsables de la formación de individuos. […] Se
tiene la posibilidad de tomar parte en colectivos ciudadanos que les permiten acceso directo, sencillo
y práctico al conocimiento (Zaldívar y Laudo: 2017, p. 41).
A pesar de que Freire no desarrolló unos postulados filosóficos exhaustivos de las ciencias humanas o
sociales (Allen y Torres: 2003), retomó el interés de Goldmann por conocer la vía a partir de la cual las
estructuras sociales generan posibilidades para la conformación de nuevas maneras de conciencia. En base
a este enfoque estructuralista histórico, hay un conjunto de cuestiones a las que Freire puede considerar
como “verificables objetivamente” (las relaciones opresor-oprimido, la estructura de las desigualdades, etc.).
Sin embargo, su interés se centró en resituar al estructuralismo histórico en el marco de la idiosincrasia de la
práctica, lo que le exigió llevar a cabo un análisis más profundo de la acción participativa. Allen y Torres
(2003, p. 98) evidencian un ejemplo concreto cuando explican que Freire puso en duda “los proyectos de
extensión rural en los que los agrónomos tratan de imponer soluciones tecnocráticas a los campesinos. El
resultado es una forma de mesianismo tecnológico (…) que desemboca en una forma mecánica de
modernización que ilustra que las técnicas no son neutrales”.
En contextos como este, la ciencia social acaba convirtiéndose en una vía de “invasión cultural”, y, a
tenor de ello, Freire afirma que:
«Los invasores hacen uso de las ciencias sociales, la tecnología y las ciencia físicas para mejorar y
pulir su acción» (Freire: 1985, p. 151).
Así, no hay ninguna disciplina basada en la conducta que pueda asimilar significativamente la
comprensión de la dialéctica de las relaciones «ser humano-mundo» (Pippin, 1997) ni que pueda prever (ni
siquiera aceptar) la posibilidad de la concientización7, circunstancia que se pone de manifiesto en este
mensaje en forma de twit tan explícito como, al mismo tiempo, demoledor:
«La concientización es viable tan solo porque la conciencia del hombre, aunque esté condicionada,
es capaz de reconocer que lo está» (Freire: 1975, p. 30).
De esta manera, podemos sugerir que será difícil que una nueva tecnología pueda afianzarse como
soporte social si no va acompañada de una transformación cultural y de un conjunto de acciones en el campo
de la cultura popular (Pallarès Piquer, Chiva, Cabero y Caro: 2018).
En Freire, el Humanismo científico y la concientización forjan el acontecimiento8 como pliegue de lo real
(Pallarès Piquer: 2018), es decir, como una especie de fisura de lo ideal, como una discontinuidad o como
7 La concientización es “el proceso por el cual (...) el sujeto encuentra la capacidad para detectar. En términos críticos, la
unidad dialéctica entre uno mismo y su entorno. Por eso reafirmamos que no hay concientización fuera de la praxis, fuera
de la unidad entre teoría y práctica y entre reflexión y acción” (Freire: 1990, p. 160). Consideramos necesario recordar que
los procesos desarrollados a través de la concientización no son meramente cognitivos (formas de percepción estructural),
también tienen un componente ético. Se trata, como muy bien explica Sullivan (1990), de una conciencia dual que intenta
adaptarse a aquellas funciones que se le han concedido.
8 En cierta manera, cuando Álvaro Márquez-Fernández afirma que “el pensamiento es para el pensar el acontecimiento, el
arribar al campo de las ideas que reflexionamos simbólicamente, a través del código de los signos concretos” (2014: p.
119) está confiriendo al pensamiento un estatus de antesala de las ideas, que serán las que después regularán las
transiciones hacia las formas postconvencionales de pensamiento y desplegarán aplicaciones existenciales, que se
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El Twitter de Paulo Freire. Resignificaciones y horizontes de la educación…
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un marco de actuación que tiene la posibilidad de canalizar el sentido, los anhelos, los intereses y la evolución
cognitiva de los individuos desde las diferentes estrategias de la acción educativa misma.
Un acontecimiento educativo es una exposición que no fija condiciones a lo que está por venir ni a quien
pueda llegar, y que tampoco no se debe domeñar ante las adversidades, por eso “una educación con sentido
ético ha de esforzarse en fortalecer vínculos con todos los seres humanos y con las condiciones ambientales
que hacen posible una vida más digna” (García del Dujo y Mínguez: 2011, p. 269).
A raíz de esta demanda de vinculación con los otros, bajo el choque de y con la realidad y bajo el
paraguas de los sueños en forma de contextos “ideales” (sueños muy presentes en congresos y debates
educativos internacionales que se llevan a cabo en la actualidad), despuntan algunos obstáculos (Pallarès
Piquer: 2019), hablamos de adversidades que a menudo impiden que las demandas de mejoras en los
sistemas educativos tengan en cuenta aquello que Philip Roth llamó “el imposible control de las cosas reales”.
Para evitar este inquietante intento multiforme de someter el conjunto de los fenómenos sociales a la
hegemonía de la educación (y a un conjunto de preceptos supuestamente incuestionables), Freire ya nos
avanzó que:
«El investigador crítico tiene que saber querer la verdad de la realidad y no adaptar la realidad a
su propia verdad» (Freir: 1978, p. 70).
La educación y muchos de los debates que esta suscita necesitan de circunspección; la educación nos
confiere (o, por lo menos, nos debería conferir) la posibilidad de salir de nosotros mismos y de habitar otras
conciencias. Algunos de sus principales problemáticas (la inclusión escolar, el absentismo, la falta de
recursos para afrontar las necesidades específicas de una parte del alumnado, la adaptación de las nuevas
tecnologías, etc.) se instalan continuamente en el centro y terminan condicionan el desarrollo de su día a día
(Varona: 2016), por eso la pedagogía necesita explorar aquello que se (nos) escapa “al control”; la demanda
de contextos educativos ideales que nos llegan desde diferentes foros, en cambio, lo que hace es negarlo; la
pedagogía constata la pluralidad, pero la demanda de contextos ideales la conjura; la pedagogía enseña la
moderación, la demanda de contextos utópicos donde desplegar una educación ideal sugiere una cierta
desmesura; la pedagogía tiene que ver con la atención, la demanda de contextos ideales deviene una fuente
de deseo; la pedagogía debe dirigirse hacia un conjunto de proyectos humanos y tiene que insertarse en
ellos (Valladares: 2017); la propuesta de instauración de contextos irreales, en cambio, otorga al campo de
la educación unas exigencias “de protección” similares a las de la placenta, puesto que pretenden aunar y
condicionar las experiencias del pensamiento y su creatividad a (supuestos) paradigmas que funcionan como
nexos sistémicos de totalidades absolutas.
Estas exigencias de protección (a las que hemos llamado, en el párrafo anterior, “placenta”) perciben la
acción del aprendizaje como un resultado sumatorio incapaz de integrarse en los complejos procesos que
derivan del análisis de la conciencia racional (Márquez-Fernández: 2017), y no tienen en cuenta que, en
educación, no todo se reduce a la condición humana, a la sucesión de códigos culturales o a la variedad de
formas sociales (Fuentes y Calderín: 2017); se hace necesario contar también con las acciones humanas y
con sus desvanecimientos en la inercia de los hechos (Herazo, Valencia y Benjumea: 2018). Y también
necesitamos prestar atención a algo que, en realidad, se encuentra fuera de la jurisdicción de la praxis y del
sentido práctico de un quehacer educativo que, en cierta manera, embota cada vez que queda reducido a
una manifestación sociocultural instrumental cuya (única) función es la búsqueda de la verdad (o cuyas
formas de representación se limitan a recursos y energías doblegadas a la mera utilidad humana, ya que, en
plena era digital, a menudo se pretende que este quehacer educativo ofrezca al alumnado actual todas las
posibilidades latentes en la trascendencia [Cañadas, Castejón y Santos: 2018]).
9 Estableciendo una analogía con la concepción teológica que concibe la synousia como una especie de participación de
Cristo en la esencia de Dios el Padre, aquí la presentamos como el momento (inicial) para aprender a pensar
autónomamente, sin la necesidad de presupuestos que circunscriban a la acción educativa en situaciones de acotación de
la racionalidad. Synousia como espacio de permanencia en el tiempo, como posibilidad de comparación entre sí de los
diferentes estados de las personas y como eje de actuación pedagógica capaz de canalizar tanto la esencia del pasado
como el compromiso del futuro.
10 Es evidente que, en muchas ocasiones, la ascesis se desvanece: en la acción educativa del día a día, por ejemplo, lo
que realmente sucede es que, de una manera u otra, se van produciendo disfunciones, tanto en la indiferenciación de
algunas necesidades elementales (que terminan por no ser atendidas) como en la repetición de aquellos movimientos
cíclicos que, en realidad, resultan inherentes a todo proceso vital.
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educación como un êthos basado en la tenacidad del maestro/-a, condicionada por actividades plurales, sea
en consonancia con una metodología concreta, sea en la guía de un objetivo pedagógico, sea como
constructo transformativo que fomenta el cuidado de la persona y el desarrollo de formas de subjetivación
(Fuentes: 2016), o sea en base a la relación del alumnado consigo mismo11. Hablamos de un escenario de
intersubjetividad que porta a Álvaro Márquez-Fernández (2014, p. 103) hacia la dimensión de la pasión, esto
es, “a esa otra conciencia que ha perdido la sensibilidad, (…) que se debe lograr y obtener a partir de una
aprehensión de la realidad que impacta en su placer estético a nuestros sentidos y sentimientos”. Por lo tanto,
la intersubjetividad de Freire nos guía hacia un êthos que asume la aprehensión de la realidad explicitada por
Álvaro Márquez y que debe contar con puntos fijos (decisiones estratégicas, metodologías eficaces, etc.) que
eviten que a la educación se le exija la necesidad de ser esa placenta social que lo tenga que solucionar casi
todo. De esta manera, más que una medicina social, la educación debe ser “una episteme, (…) una
construcción [de saber, de convivencia, de evolución humana, etc.] a partir de la experiencia del pensamiento
y del razonamiento dialéctico y complejo acerca de nuestro modo subjetivo de aprehender los significados
del mundo”.
No obstante, estos significados del mundo, actualmente, en la realidad educativa están totalmente
condicionados por “un fantasma que recorre el mundo [educativo actual]: el fantasma de la evaluación, de
las competencias, de los logros, de los estándares, estrategias que despojan al maestro de la posibilidad de
construir una subjetividad y lo abrigan bajo máscaras del mercado y la globalización (Echeverri: 2003, p. 6).
Esta globalización a la que alude Echevarri no solo aumenta el número de sectores que intervienen en el
ámbito de la educación sino que establece una convergencia en los discursos y en las prácticas que se
desarrollan (Tarabini: 2013), es lo que Dale (2000) caracterizó como la instauración de una agenda educativa
que se organiza globalmente.
Ante tales circunstancias, cabría preguntarse qué medios tiene a su alcance la pedagogía para escapar
de la paradoja de la individualización totalizante que conlleva el proceso de expansión de las nuevas
tecnologías –una individualización que hace que muchos adolescentes hoy tengan menos necesidad de
compartir espacios físicos con sus compañeros/-as que antaño– y, a la vez, para poder abandonar la
engañosa protección de la cerrazón en sí misma en la que la pedagogía ha caído. En este estado de cosas,
¿son las nuevas tecnologías y la globalización unas meras proyecciones del saber instrumental o pueden
erigirse en maneras de desvelar la realidad? Para Freire, en cualquier era de cambios y transformaciones
que se pretenda basar (exclusivamente) en la tecnología lo que terminará sucediendo será que:
«El mito de la tecnología sustituirá a las entidades mágicas que antes explicaban las situaciones
problemáticas» (Freire: 1975, p. 20).
Con esta aseveración, renuncia a conferir a la evolución tecnológica la capacidad de acuñar en los
objetivos de los humanos una especie de sello que tome forma de hecho social interdependiente (capaz de
correlacionar a humanos y a elementos tecnológicos). Como muy acertadamente afirman Allen y Torres
(2003, p. 175) “para Freire la dimensión del desarrollo, positiva, implica una noción de humanización como
vocación ontológica12, una problemática que él relaciona con las condiciones sociales que permiten la
formación de posibilidades humanas que impliquen la construcción activa de la libertad humana”.
11 Volpi (2012) aduce que uno de los preceptos pedagógicos nucleares tiene que ser el “conocerse a sí mismo”. Este es
uno de los retos que debe afrontar la escuela del futuro, puesto que “en la modernidad avanzada se realiza la
individualización bajo las condiciones de un proceso de socialización que (…) impide gradualmente la autonomía individual”
(Beck: 2006, p. 215).
12 Esta vocación ontológica es la que, para Freire, debe conducir a los humanos a ser sujetos (y no objetos, como se ha
evidenciado en una cita anterior); tenemos la capacidad de ser sujetos a través de análisis acerca de nuestras situaciones
concretas y “cuanto más reflexionamos entorno a ellas –papel coadyudante del educador–, más dispuestos nos hallamos
a intervenir en el contexto social para transformarlo” (Fullat: 2000, p. 148).
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Sin embargo, para Arostegui y Saborido (2005) las transformaciones actuales de la educación confluyen
con un discurrir histórico pautado que, aunque no fija rupturas decisivas, instaura unos cambios que se
encuentran “estrechamente relacionados con las innovaciones tecnológicas (…) en tiempo real, con la
transformación de las ideas y con las nuevas condiciones del capitalismo flexible” (Arostegui y Saborido:
2005, p. 22).
Aun así, los diseños curriculares tienen que liberar a la educación de su función de placenta social y
deben migrar hacia dimensiones del saber que no se reduzcan a desafueros modélicos pseudo-
comunicativos (Comparada y Morgado: 2017). Se trata de reafirmar el objetivo de afrontar los retos que se
les presuponen, pero que lo hagan en función de la clarividencia comprensiva y afectiva, a partir de
contenidos que relancen a la educación por encima de los valores de cambio y del uso de los recursos
humanos como engarces emergentes del mercado (Hernández: 2017).
Cuestionar la función de placenta social asignada a la educación, situar en el centro del debate la manera
en la que las nuevas tecnologías deben integrarse en la acción educativa y hacer referencia a la globalización
nos sirve para confirmar que, del predominio del “ver” de la pedagogía clásica se hace necesario pasar, como
hizo Masschelein (1998), a una propuesta basada en espacios y tiempos educativos con otros significados.
Se trata de promover proposiciones creativas con un alto grado de flexibilidad curricular que propongan
caminos pedagógicos repletos de fenómenos significativos y multimodales derivados de la peculiar facticidad
en la que se encuentran hoy las vinculaciones del alumnado con la escuela (Sierra, Caparrós, Vila y Martín:
2017). Todo ello con el fin de que la educación no sea reducida a una placenta social donde cobijarlo casi
todo y que la pedagogía no se convierta en “un discurso vacío ni una receta o un conjunto de ellas que se
aplican de manera automática a procesos y acontecimientos en las instituciones o en el contexto amplio de
la educación” (Rodríguez: 2005, p. 284).
La mención a otros espacios y tiempos del párrafo anterior se ha hecho en sintonía con aquella
concepción de la educación que concibe que ninguna meta es susceptible de ser confirmada de forma aislada
(Ayala: 2018), al margen de su contexto global (holístico). Sin embargo, no queremos limitar las opciones
existenciales de la acción educativa al conjunto de funciones que le propone la mirada social. <eximiéndole
de su función de placenta, lo que sí que pretendemos es dispensarle de tener que reducir sus objetivos a los
confines marcados por la experiencia inmediata (Keleher: 2017); con esta descarga de valencias ónticas
sugerimos que existen múltiples paradigmas (en cuanto que toda observación está acompañada de “teorías”)
e interminables visiones del mundo (en cuanto que distintos constructos conceptuales crean formas
diferenciadas de percibir la realidad). Sin embargo, lo asumimos sin la pretensión de pedir a la educación que
sea capaz de localizar la totalidad de los enigmas de la existencia, puesto que “educar no es solo elegir fines
sino aceptar las limitaciones que inevitablemente se imponen desde el inicio a la condición humana” (García,
Gil Cantero y Reyero: 2017, p. 21); pero reivindicamos afrontar estas limitaciones con un optimismo que,
ciertamente, va más allá del estado de superación del placer agridulce que sentimos en aquellos momentos
en los que pasamos las páginas de un álbum familiar, pues:
«Hace falta una clase de educación basada en la esperanza» (Freire: 1975, p. 9).
«El hogar y la escuela funcionan en gran medida como agencias que preparan a los invasores del
futuro» (Freire: 1985, p. 152).
Corresponde a este futuro la proposición de escenarios y categorías al servicio de la reflexión de los
objetivos de la educación en su singularidad, con una pedagogía que no huya del análisis del sujeto de la
educación (García, Gil Cantero y Reyero: 2017). Las sociedades actuales, con sujetos que manifiestan sus
relaciones básicamente (aunque no exclusivamente) a través de redes sociales e imágenes, necesitan de
contextos de debate preparados para el análisis crítico de sus condicionantes (Marcos Dipaola: 2017). Y,
para tal empresa, proponemos la esperanza como constructo pedagógico involucrado con el mundo en
derredor:
«Actuar sin esperanza, basada en la necesidad de que la verdad sea una cualidad ética de la
lucha, es equivalente a negar que la lucha sea una de las piedras angulares» (Freire: 2005, p. 9).
Hablamos de la esperanza como flujo de (re)conexión del pasado y el futuro dentro del presente de la
experiencia y de la imaginación creativa (Marramao: 2011); esperanza como eje articulador de acciones
humanas que ayuden a fortalecer las propuestas pedagógicas basadas en situaciones de comunicación
insertadas en procesos de resignificación social; esperanza como vehículo de cohesión interhumana que
desarrolla un papel ontológico: sin el ámbito de lo que la esperanza tiene de cotidiano no podemos llevar a
cabo ninguna de nuestras tareas más trascendentes (Beuchot: 2016), porque la esperanza proporciona el
contexto motivacional como vocación ontológica capaz de actuar, como en el imperativo ético Von
Foersteriano, de tal forma que nos permite generar nuevas posibilidades (Pallarès Piquer y Chiva: 2018).
El uso que Freire hace del término esperanza tiene “un origen teológico, [puesto que] él se encarga de
apoyarlo en una metafísica esencialista o teleológica” (Allen y Torres: 2003, p. 78). Sin embargo, se trata de
una concepción de la esperanza que permite concebir un punto de inflexión desde el que atalayar la
complejidad de las adversidades del presente; y no solo como presentación de supuestas soluciones a dichas
adversidades sino como vía de acceso a la riqueza de un mundo plural “sin vértices y centros estables,
caracterizado por una multiplicidad irreductible de experiencias, imágenes y narrativas. Solo de esta forma
lograremos recomponer dentro de nosotros mismos el multiverso temporal que penetra la gramática de las
formas-de-vida, el tiempo del trabajo y el tiempo para el amor, el tiempo perdido y el ganado” (Marramao:
2011, p. 94).
Si queremos afrontar con rigor los debates sobre la pedagogía que precisamos para analizar los
contextos educativos del futuro hace falta una metafísica analógica “con la suficiente capacidad para
sacarnos del equivocismo en el que nos encontramos sin condenarnos al univocismo en el que estuvimos”
(Beuchot: 2016, p. 106).
Liberar a la educación de su función de placenta, describir las formas de integrar las nuevas tecnologías
en las prácticas escolares, afrontar el conjunto de los retos educativos de hoy, son aspectos que se deben
canalizar mediante posicionamientos que desemboquen en una ontología que ni puede separarse de la
pedagogía ni tiene que ser rígida, pues “educar en una concepción del hombre, en una antropología filosófica,
es una ontología de la persona” (Beuchot: 2016, p. 106).
Hacemos referencia a una esperanza que se objetiva, que nos pone en relación con la actividad de los
demás, que deja señales, que dispone de un valor (permanente), que planifica contextos educativos
cooperativos y que acepta que:
«El futuro evoluciona partiendo de la transformación del presente tal como este va sucediendo. No
es lo que nos hace falta ser, sino aquello que hacemos con el presente» (Freire: 1996, p. 111).
Hablamos de la esperanza como un presupuesto de formas de interacción y de trasvase de información
(de la pizarra digital hacia el alumno, por ejemplo), y como constructo antropológico-social que implica la
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existencia de la(s) realidad(es), esto es, algo que funciona como forma de acompañamiento de pautas
(pedagógicas) reconstructivas de la misma manera que la rectitud de las acciones funciona, en cualquier
ámbito social, como elemento de cumplimiento de las normas básicas de convivencia. Esperanza como
conexión con un hecho educativo que lo que hace es permitir que fluyan instantes en los que “no se trata de
ninguna otra cosa, no se ofrece ningún contenido del mundo al que podamos agarrarnos (…). Es el instante
del vacío expiar del tiempo. Allí está el tiempo puro, la pura presencia” (Safranski: 2007, p. 236). Instante del
vacío expiar del tiempo a la espera de una esperanza que solo se constituye como actor pedagógico insertado
en un acontecimiento, el educativo, que resulta envolvente, pero también incompleto:
«En el hecho de ser incompleta y ser conscientes de ello radican las raíces mismas de la educación
como manifestación exclusivamente humana» (Freire: 1985, p. 27).
Reivindicar la esperanza para hablar del futuro de la educación comporta una connotación de validez
intersubjetiva, pero supone también categorizar a la pedagogía como punta de lanza inscrita en la totalidad
de un conjunto de formas vitales13 que no pueden pretender afianzarse, sin más ni más, a ninguna validez
normativa del pasado siglo en sentido estricto.
Hablar de esperanza tiene que ver con la necesidad de consolidar a una ciudadanía crítica que no se
vea abocada a prácticas escolares limitadas a la racionalidad sino a los acuerdos de razonabilidad, es decir,
a prácticas escolares que equilibren la posibilidad de cruzamiento dialógico a partir de los tres mundos
detectados por Habermas -objetivo, subjetivo y social- (Hoyos: 2013). Planteada así, ni concebimos la
esperanza como un actor-sustancia ni la entendemos como una estructura estrictamente homogénea, más
bien la oteamos como un escenario de experiencia que da rienda suelta a la agregación de acciones que se
puedan orientar hacia la dirección deseada, presentando a la pedagogía no ya la eficacia sino la consistencia
de nuestros planes de acción (Romero: 2004), por eso Álvaro Márquez concluye que necesitamos de “una
pedagogía de la praxis que ponga en relieve y exija una metódica, unos principios relativos de orden que
puedan dar razón de lo que se ha obtenido por medio de la investigación que pregunta acerca del sentido de
la realidad” (2014: p. 125).
La causación de la esperanza, por lo tanto, hay que circunscribirla al equilibrio de la tríada de mundos
Habermassiana, pero sin olvidar que tiene sus limitaciones, por eso no podrá llegar siempre a la dilucidación
de todos los objetivos que tendrá marcados quien ejerza como docente; aun así, la esperanza (con)tiene la
posibilidad de propagar continuamente los confines entre la deducción explícita de los hechos y la mera
aceptación de situaciones derivadas de la experiencia; la característica más valiosa de la esperanza es, pues,
su capacidad para reestructurar más experiencias en evidencias. Con esta facultad, lo que consigue es
ensanchar a la pedagogía en su compleción de alcance universal; la esperanza hace posible la sumersión
en las prácticas educativas desde una realidad enraizada en un optimismo que no contraviene la reflexión
temporal desde un flujo continuo que transite linealmente ni que constituya el “contexto” (pre)conocido de la
situación de la acción.
En cambio, sí que puede ayudarnos a percibir el futuro como un proceso en el que la educación sea la
iniciadora de fases que, con actuaciones pedagógicas, marquen situaciones y, simultáneamente, sean la
consecuencia de reivindicaciones (en forma de reformas educativas, por ejemplo) a las que pertenece
(Planella y Jiménez: 2018). Pero también de procesos de socialización a partir de los que se pueda crecer
13 Estas formas vitales deben ajustarse a la realidad, aunque “sólo atienden a una posibilidad parcial de esa realidad, a un
lado o punto de esa realidad, pero no a lo que podríamos llamar lo sustantivamente definitorio de esa realidad” (Gil Cantero
y Reyero: 2014, p. 274). Y es precisamente por esto por lo que la esperanza deviene una agitación ontológica e interna
del hecho educativo, por su capacidad de estructuración en un eje pasado-futuro que se corresponde precisamente con la
idiosincrasia parcial de la realidad, es decir, con la posibilidad de apuntar modificaciones y con la potestad de plantear
revocaciones.
PALLARÉS PIQUER
El Twitter de Paulo Freire. Resignificaciones y horizontes de la educación…
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exponencialmente, puesto que, como pasa con los árboles -que aunque sean viejos se convierten en jóvenes
cada vez que vuelven a florecer-, la esperanza es una variedad de nuestra propia esencia que detecta las
consecuencias de esta y las proyecta en algún espacio mucho más terso.
REFLEXIONES FINALES
Hemos aprovechado la mirada de diagnóstico de Paulo Freire para relacionarla, adaptada a las
limitaciones de espacio de un twit, con diversos aspectos relacionados con el campo de la educación.
Además, el contraste del legado de Freire con la obra Pensar con los sentimientos del sabio Álvaro Márquez-
Fernández nos ha permitido caracterizar algunas dimensiones de la pedagogía que necesitamos en un
mundo como el actual en el que, ciertamente, muchas de las fundamentaciones tienden a minimizar la
capacidad que antaño tenían para erigirse en pilares de referencia de la ciudadanía.
La educación es la matriz de lo infinito, la eclosión de variados destellos que no siempre están al alcance
de todo el alumnado (por eso hablamos de fracaso escolar, necesidades educativas especiales…); aun así,
la verdadera medida de su valor es la capacidad que dispone de desarrollar el crecimiento personal en cada
persona a merced de la fuerza de la acción pedagógica que todo hecho educativo lleva implícita. En el
aprender hay diferentes intensidades; en el enseñar, varias profundidades: aprender y enseñar se parecen a
unos ejes de transmisión que giran alrededor de un núcleo, el de la educación, que da testimonio de un tercer
plano: un escenario capaz de hacer progresar el camino de la vida de cada ser humano.
Educarse es percibir muchas sensaciones y saberes en forma de reclamo, como si fueran promesas de
magnificencias eternas (Pallarès Piquer y Traver: 2017); por eso hemos reivindicado la esperanza, que mira
y espera a la pedagogía como lo hacen los ojos de un médico, esto es, sin potestad para llenar de manera
omnipresente el espacio cósmico con remedios infalibles, pero con la posibilidad de apostar por propuestas
que escapen al cálculo.
Atribuir a la esperanza un valor pedagógico no implica entenderla como un influjo invisible de fórmulas
mágicas, más bien es un recurso que guía a la acción educativa hacia una yuxtaposición de situaciones en
las que el alumnado pueda presentir aquella parte de la eternidad que habita en él. Más que una placenta
que la proteja, también se ha evidenciado que la educación lo que necesita es conectar con las fuerzas vitales
que laten en la sociedad. La escuela como estufa de su presente, la pedagogía como invernadero del futuro
y el ejercicio docente como intersección donde alcanzar una temperatura que permita la búsqueda de
metodologías y valores que colaboren en la tarea de afrontar la formación humana como algo más que un
ideal.
A la postre, lo esencial es huir de concepciones sobre lo educativo que entiendan que aquello que se
desarrolla dentro de las aulas son únicamente “procesos educativos (…) intrainstitucionales con base a
tiempos planificados y a contenidos que forman al educando” (González: 2013, p. 107), porque entonces la
educación es como aquellos espacios que quedan detrás de los escenarios, pues queda reducida a una
áurea que se limita a crear puentes para vincularla a aspectos como el mercado laboral, la competitividad,
etc.
La finalidad última de la educación es transmitir ideas de lo que es la vida (Pallarès, Unda, Traver y
Lozano: 2018). Esto no siempre establece cambios en lo absoluto, pero nos introduce en el tránsito; por eso
la educación tiene que facilitar que nuestra vida alcance un estado en el que podamos llegar a graduaciones
donde lo que nos rodea merezca la pena ser atendido (es el concepto de “motivación”, tan defendido en la
disciplina de la psicología de la educación actual).
La clave de todo quizás radique en que el maestro sea capaz de desarrollar su tarea como los grandes
escultores, que conservan rígidas las formas pero que saben que algún día quizás tendrán que
reestructurarlas, por eso Álvaro Márquez afirma, en un excelso fragmento poético que tiene la capacidad de
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encapsular la esencialidad del vivir y de arraigar en el suelo y de abonar el acto de aprender, que “el
aprendizaje es (…) una búsqueda indeterminada al ritmo de una praxis que fluye como las aguas de un río
desde afluentes de superficie, pero también del subsuelo; sobre todo, porque el aprendizaje en libertad no
dispone de un manual o un método cuyas reglas dictaminen por dónde es que debe dar inicio y fin a lo que
se aprende” (2014, p. 132).
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BIODATA
Marc PALLARÉS PIQUER: Profesor de la Universidad Jaume I de Castellón, (España) en Teoría e Historia
de la Educación. Autor de más de 40 artículos publicados en revistas de impacto y de 8 libros. Sus líneas de
investigación se centran en la filosofía de la educación, en las pedagogías emergentes y en la Historia de la
Educación. En el ámbito literario ha ganado el Premio Recull de Periodismo de Catalunya, el Premio Ciudad
de Mallorca de Novela y el Premio Nacional de Novela de Andorra (Fiter y Rossell).
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=3070869
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La ética de la compasión
en la pedagogía de la alteridad
por Pedro ORTEGA RUIZ
Universidad de Murcia
centrado en su yo; y por otra, en una or- la mujer, la conquista de los derechos hu-
ganización de la sociedad que ha sucum- manos... El mismo Habermas (1991, 110)
bido a la complicidad estructural de un admite, no sin resignación, que «frente a
«mundo administrado» (Adorno, 1992), y los grandes problemas a los que hoy se
ha convertido en pura ilusión la preten- enfrenta la humanidad (la miseria del
sión de una vida individual moralmente Tercer Mundo, la violación de la digni-
lograda. Instrumentalización de la perso- dad humana, la hiriente distribución de
na, totalitarismos de todo signo, injusta la riqueza y el peligro de autodestrucción
distribución de los bienes, marginación y del planeta), nuestra moral discursiva no
explotación de los más débiles... son rea- tiene respuesta alguna: sólo confesar su
lidades crueles que, día a día, deberían fracaso, sólo convocar a los afectados a
sacudir la conciencia de una sociedad que que debatan entre sí» [1].
se ha abandonado a la contemplación de
los grandes principios y a la grandeza
moral de sus leyes. Y «no estamos ha- 2. La ética de la compasión
blando de una época histórica remota, La ética kantiana no es la única ma-
de un pasado clausurado, si es que exis- nera de situarse el ser humano ante los
te algún pasado que lo esté, al que nos demás y ante los acontecimientos. Hay
enfrentemos desde la distancia tranqui- otro modo ético de relacionarnos con los
lizadora de la historización, sino de una demás: la ética material, distinta de la
herida abierta y quizás no cicatrizable» ética formal kantiana, que se fundamenta
año LXXIV, nº 264, mayo-agosto 2016, 243-264
humanidad» (Mate, 2011, 47). Esta éti- no. Para la ética de la compasión no es la
ca idealista ha configurado un modo de invocación a principios éticos universales
pensar y vivir de Occidente. Se hace pre- la que nos mueve a respetar y defender la
sente en el propósito de ignorar la signi- vida del otro. Al menos, esta invocación
ficación de la realidad, cuando no en la ha sido una barrera bastante débil para
voluntad decidida de ocultarla, pero no librarnos, hasta ahora, de tanta barba-
de cualquier realidad, sino de aquella rie como ha conocido el pasado siglo y los
que resulta incómoda para una concien- comienzos de éste [2]. Las terribles tra-
cia bienpensante. Junto a las sombras de gedias que asolaron Europa en el siglo
una ética que ha llenado toda una larga pasado no se debieron a la ignorancia de
época en el pensamiento occidental, hay personas carentes de instrucción y cultu-
también luces en la ética kantiana: la ra. La Shoah surgió en un país altamente
abolición de la esclavitud y de la pena de civilizado; y el Gulag se implantó en un
muerte en la mayoría de los Estados occi- país que proclamaba la liberación de toda
dentales, la liberación y dignificación de opresión y toda tiranía (Steiner, 2002). Es
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La ética de la compasión en la pedagogía de la alteridad
del otro está en el origen de la ética y se «En la aparición del rostro hay
traduce en un mandato, no dictado por la un mandamiento inapelable, como
razón, sino por la experiencia negativa: si un amo me hablase. El ser que se
expresa, el ser que está frente a mí me
«Hitler ha impuesto a los hombres dice no, en virtud de su expresión mis-
un nuevo imperativo categórico para su ma. No que no es simplemente formal,
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versales e incondicionados que nos obli- en la voluntad racional y libre, como sos-
guen a un comportamiento moral ante el tiene la ética kantiana, sino en la posibili-
otro, no aborda la conducta moral con la dad de acoger al otro, responder de él de tal
idea previa de la dignidad de la naturale- modo que él prevalezca sobre mí (Chalier,
za humana, sino con un ahogo del espíritu 1995). «No está en mí la iniciativa en la ac-
que deja en suspenso el conocimiento o sa- ción moral, sino en el otro que me deman-
ber moral. Es un sentimiento cargado de da o suplica que no cierre los ojos a su su-
razón ante la vulnerabilidad y sufrimien- frimiento» (Ortega y Mínguez, 2007, 131).
to del otro. Si la relación con el otro fuese una relación
de conciencia, entonces el tú (el otro) de-
La posición ética de Levinas no es nue- signaría un tema, como probablemente lo
va en la tradición judía, está ya presente indica el tú en la relación simétrica yo-tú
en la memoria colectiva del pueblo judío y de Buber (Levinas, 1999). «El sujeto, an-
se enmarca en la corriente de pensamiento tes de ser intencionalidad, es responsabi-
de los filósofos judíos de su tiempo, sobre lidad» (Levinas, 1993, 72). En Levinas, la
todo de F. Rosenzweig. Sin esta referen- conciencia es pura acogida ante la irrup-
cia, la obra de Levinas es ininteligible [4]. ción del otro que se nos hace presente sin
previo aviso. A esto Levinas lo llama «lo
ético», principio constituyente de mi rea-
4. La responsabilidad ante el otro lidad. Por el contrario, la intencionalidad,
es anterior a toda conciencia en la filosofía occidental, lleva consigo la
si éste existiese ya antes de toda rela- humanos en tanto que seres racionales,
ción ética. No existe el sujeto autónomo la ética levinasiana, en cambio, parte del
que decide actuar moralmente invocando hecho humano básico de la desigualdad y
principios éticos abstractos. La ética (res- asimetría entre unos y otros. Este modo
ponsabilidad) no sucede a un sujeto (sub- de relación asimétrico entre unos y otros
jetividad) ya constituido. La subjetividad es la piedra angular de la ética de la alte-
no es un en sí y para sí, es en su misma ridad y de la misma constitución del su-
esencia para el otro. El otro en su necesi- jeto humano. No hay sujeto humano sin
dad y urgencia, antes de toda argumenta- dependencia ética del otro (Bello, 2010).
ción ética, me constituye en sujeto. Esta relación ética asimétrica entre el yo
y el otro (heteronomía) marca la diferen-
«El Yo (Moi) no toma conciencia de cia entre la ética levinasiana y la ética de
esta necesidad de responder como si la donación «tan presente en propuestas
se tratara de una obligación o de un morales contemporáneas, como las éticas
deber particular sobre el que tendría relacionadas con la solidaridad, las éticas
que decidir. En el hecho de ponerse, del cuidado y un tipo de inteligencia que
el Yo es por completo responsabilidad algunos hemos llamado maternal» (Do-
o diaconía... Ser Yo (Moi) significa, a mingo, 2014, 89).
partir de aquí no poder sustraerse a la
responsabilidad, como si todo el edifi-
cio de la creación descansara sobre mis 5. El hombre, un ser «extraño»
para sí mismo
año LXXIV, nº 264, mayo-agosto 2016, 243-264
mos buenos, pero tampoco seres huma- no sólo por la razón (logos), también por
nos. Antes de la presencia interpelante el sentimiento (pathos); es necesario ir
del otro somos, sí, pero pura existen- más allá de una ontología totalizante que
cia, sueño prolongado. El otro es el que relega a márgenes insignificantes lo dife-
nos saca de nuestro autismo y nos con- rente (la otredad) y coloca en el centro a
vierte en seres vivos. No somos seres un sujeto triunfador y dar paso a la ética.
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vivos antes de que el otro interrumpa «No se trata, escribe Levinas (1999, 64),
el continuum o sueño de la existencia de asegurar la dignidad ontológica del
vacía» (Mate, 2011, 38-39). hombre como si la esencia fuese suficiente
para la dignidad, sino, por el contrario, de
Los estudios sobre la obra de Levinas poner en entredicho el privilegio filosófico
se han centrado, fundamentalmente, en su del ser, de preguntarse por lo más allá o
aportación a la ética como filosofía prime- lo más acá». El logos de la Razón ilustra-
ra. Centrados en la ética, la antropología da muestra una querencia inevitable al
ha quedado en un segundo plano. Y, sin totalitarismo, a reducir la pluralidad a la
embargo, es desde esta antropología como unidad, la diferencia al Todo (los hechos
hay que entender la ética levinasiana. Y sangrientos del pasado siglo dan testimo-
también desde esta antropología es como nio de ello). Y esta Razón ilustrada, que
hay que entender y hacer la educación. tanto ha influido en la manera de pensar
Inevitablemente la posición intelectual y vivir de Occidente, se manifiesta en la
que se adopte sobre el hombre nos lleva indiferencia y el desprecio por el signifi-
252
La ética de la compasión en la pedagogía de la alteridad
cabida a los otros y a lo otro (al mundo), por tanto, posibilidad alguna para una
para juzgarlo y transformarlo. No se edu- acción educativa universal fundada en
ca a seres abstractos, sin rostro ni biogra- principios pedagógicos de validez tam-
fía. Es el ser histórico, situado, vulnerable bién universal. No hay (ni puede haber-
y necesitado, arrojado del Paraíso el que lo) un lenguaje universal, éste es siempre
tiene que vérselas en la tarea indelegable el lenguaje de alguien. Si en educación
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de tener que existir, y existir como huma- no hay un lenguaje universal, tampoco
no en un mundo poblado por otros. No hay se contempla a un hombre universal,
lenguaje educativo si no hay lenguaje de la sino a éste y a ésta, a aquél y aquélla
experiencia, inseparable de su circunstan- en su biografía y situación concreta. No
cia. Sin ésta, el discurso educativo se torna hay respuestas educativas universales a
discurso vacío, sin sentido. La circunstan- preguntas o situaciones también univer-
cia es el locus necesario de la educación. sales, se responde de éste y de ésta, de
aquél y de aquélla, aquí y ahora. Al igual
que en la relación médico-paciente no
6.2. Es respuesta a un sujeto singu- hay enfermedades, ni siquiera enfermos
lar y concreto (en plural), sino este paciente o enfermo
En toda relación educativa la respues- concreto, tampoco en la relación educa-
ta se da a un sujeto concreto, singular. dor-educando hay aprendices de algo,
La educación en la alteridad no contem- ni siquiera alumnos, sino este educan-
pla a un sujeto universal, sino a alguien do (alumno) concreto que demanda de
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La ética de la compasión en la pedagogía de la alteridad
mí una respuesta a una pregunta, que dor. Cuando el educador acoge al otro y
no es la de todos, sino la de uno, la de responde de él renuncia a su yo para que
éste o ésta. Y esta respuesta ética es, por el otro sea alguien reconocido y afirmado
naturaleza, siempre provisional, insegu- en su dignidad de persona; desciende del
ra, contingente, propia del ser humano. pedestal de su superioridad intelectual y
No hay (ni puede haberla) una respues- moral para asumir la vulnerabilidad (ne-
ta ética definitiva porque los humanos, cesidad) humana del otro, elevando así al
por naturaleza seres nómadas, vivimos otro por encima de él; entiende su tarea
siempre en despedida; no hay, tampoco, educativa como un servicio, no sólo la en-
una respuesta educativa definitiva y uni- trega de un saber.
versal, ésta será siempre una respuesta
única, singular, propia de la singulari- Si la ética es acogida y responsabilidad
dad y excepcionalidad del ser humano incondicional hacia el otro que se nos im-
(Ortega, 2010). pone antes de toda elección, la educación
en la alteridad comparte esta misma exi-
gencia de incondicionalidad. El otro en la
6.3. Es acogida, responsabilidad ética nos es asignado, aun a nuestro pesar.
Responder del otro en educación sig- La educación en la alteridad es también
nifica acogerle y hacerse cargo de él. un acto de obediencia al otro quien se nos
No hay ética si no hay respuesta (acogi- presenta sin previo aviso, y se nos impone
da). No hay vida humana si no hay aco- sólo desde la vulnerabilidad de su rostro,
de amor, porque sin amor el educador dad a los individuos y los reduce a objetos
sólo se busca a sí mismo, o se centra en el de mercancía; defienden la necesidad de
aislamiento de su yo. Y entonces es inca- un sujeto capaz de resistir a la injusticia
paz de ver al otro y alumbrar una nueva y a la dominación, que haga suya la causa
existencia. histórica de los otros desde la solidaridad.
Desvelar las contradicciones del sistema
socio-económico imperante, sacar a la luz
6.4. Es resistencia al mal los mecanismos a través de los cuales se
La educación en la alteridad respon- reproduce y perpetúa el sistema de domi-
de del otro en toda su realidad; asume el nación, es la razón de ser de la ética en
contexto, no pocas veces contradictorio y Adorno y Horkheimer. Dialéctica de la
ambiguo, en el que se produce la acción Ilustración (Horkheimer y Adorno, 1994)
educativa, por lo que es una pedagogía es una denuncia a una sociedad ilustra-
negativa, de resistencia al mal; es una da que ha hecho del compromiso con la
denuncia y prohibición de aquello que no emancipación del hombre una obedien-
debe ser; es resistencia a toda forma de cia ciega al sistema totalitario; constata
dominación, a la tentación de lo absoluto. la experiencia de desgarro que supuso el
«No cabe la vida justa en la vida falsa», holocausto judío y la profunda decepción
escribe Adorno (2004, 44). La existencia en el proyecto ilustrado al que acusa de
de la ética y de la vida moral está unida a haber contribuido a hacer posible la expe-
la crítica al mundo administrado, a la con- riencia del Mal Absoluto. Toda la obra de
año LXXIV, nº 264, mayo-agosto 2016, 243-264
presente. «En nuestro presente hay pasa- en mí. El pasado soy yo —se entiende, mi
do, y los que no están, los que se han ido, vida» (Ortega y Gasset, 1975, 66).
los que nos han dejado, reaparecen una y
otra vez, a veces obsesivamente, en nues- El discurso y la praxis educativos no
tra vida cotidiana, dejando una marca, una han sido sensibles a las dolorosas expe-
huella» (Mèlich, 2010, 85). La educación riencias de antes y de ahora. «Ha habido
en la alteridad trata de hacer memoria y un silencio cómplice sobre los problemas
justicia de aquellos que nos han precedi- y situaciones que dañan gravemente la
do, conscientes de que desentenderse de la dignidad y la libertad de nuestros conciu-
más leve huella de su legado es condenar dadanos, víctimas de la exclusión social,
nuestro discurso a la insignificancia. Vol- pobreza, xenofobia, fundamentalismo re-
ver al pasado no es un ejercicio romántico, ligioso, nacionalismo totalitario» (Ortega
es condición inexcusable para entender y Romero, 2013, 66). Y una pedagogía que
el presente, porque no hay presente sin no haga memoria de «lo que nos ha pasado
contemporaneidad con el pasado. Lo que y hemos sido» queda reducida a una fun-
hemos llegado a ser, lo que somos, sólo se ción más del engranaje social, a una legi-
puede interpretar desde la memoria. El timación del supuesto orden social. «Sólo
relato de nuestra identidad no lo pode- la memoria de todas las víctimas nos pue-
mos construir sobre el vacío, sino sobre la de hacer recuperar la dignidad moral, ha-
memoria. El ser humano es un ser de me- cerles justicia y construir el futuro» (Or-
moria, construye siempre sobre el pasado. tega, 2006, 521). Nuestra biografía está
año LXXIV, nº 264, mayo-agosto 2016, 243-264
Pedro Ortega Ruiz. C/ Torre Álvarez, 5, la impaciencia por poner fin a la desesperación
3ºB. 30007 Murcia. Email: portega@um.es. y sufrimientos de las víctimas, no ajenos a una
moral que ha pasado por encima de las situa-
Fecha de recepción de la versión definiti- ciones de explotación de los seres humanos. Es
va de este artículo: 15. VI. 2015. difícil responder a si la ética de la compasión es
una barrera firme para defendernos de las bar-
revista española de pedagogía
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La ética de la compasión en la pedagogía de la alteridad
tro en LEVINAS sólo es «significación» que trae a hicieron el sacerdote y el levita), porque la moral
nuestra presencia la vulnerabilidad del otro; no del samaritano le prohibía relacionarse con el fo-
tiene referencia alguna física del rostro de una rastero. Sin embargo, actuó movido por un sen-
persona concreta. Pero tampoco es una pura abs- timiento de compasión, al margen o por encima
tracción. Cuando LEVINAS habla del «huérfano y de norma moral alguna. La ética es la respuesta
de la viuda» no se está refiriendo a personas con- compasiva que damos al otro necesitado.
cretas, son sólo «significación» de la condición de
precariedad y necesidad del otro de quien debo [4] Para ver la influencia de ROSENZWEIG sobre la
hacerme cargo, responder éticamente. Con estas obra de LEVINAS pueden consultarse las obras:
expresiones LEVINAS se aparta de una ética que La estrella de la redención y Nuevo pensamiento en
basa en argumentos de razón la obligación de las que F. ROSENZWEIG construye un discurso
una conducta ética. No son los argumentos de fundamentado en la tradición judía, y rompe con
la razón o la invocación de principios universales el dualismo del pensamiento occidental, deudor
los que nos impulsan a actuar éticamente, sino la de una concepción platónica del hombre.
necesidad y la vulnerabilidad del otro. Es el sen-
timiento de compasión hacia el pobre y sufriente [5] A veces se enmarca, erróneamente, el pensa-
(el huérfano y la viuda), su situación de necesi- miento de LEVINAS en la ética dialógica o en la
dad el que nos impulsa a actuar éticamente. Hay corriente personalista. LEVINAS defiende que
ética porque no sólo existo yo, sino que junto a la relación ética entre el yo (Moi) y el otro es
mí hay alguien concreto, un rostro de quien debo una relación asimétrica, no de igualdad. Entre
responder. Si sólo existiera un hombre en el mun- el yo (sujeto moral) y el otro hay una relación de
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Pedro ORTEGA RUIZ
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