You are on page 1of 98



1
Xuño de 2020

Edición e maquetación: R. Moralejo


Imaxe da cuberta: Gorka del Campo
CALDO GALEGO
IDEAS PARA A POSPANDEMIA



Índice
LIMIAR 9

REFLEXIONES DEL SINDICATO LAB ANTE LA POSPANDEMIA


Garbiñe Aranburu 11
CRISIS CRÓNICA DEL CAPITALISMO Y PANDEMIA:
¿HACIA DÓNDE VAMOS?
Xabier Arrizabalo Montoro 19
CAPITAL VERSUS VIDA
Ricardo Castro 33
SEO
Gorka del Campo Oliveira 39
12 TÉRMINOS + 2 HAIKUS
Irrecuperables49
COVID-19(84)
Fernando Lores Masip 59
O CAPITALISMO NA UCI
Rubén Moralejo Silva 65
DEZ NOTAS SOBRE O CONFINAMENTO
Manuel Outeiriño 73
A «MINORÍA DE IDADE» COMO SÍNTOMA PANDÉMICO
Fernando Ramallo 77
RACHAR O BLACK MIRROR
Francisco Sampedro 83
DECRECEMENTO OU BARBARIE
Iolanda Teixeiro Rei 89

Limiar
O acaecemento da pandemia da covid-19 no marco da mundializa-
ción capitalista supuxo a entrada nunhas novas condicións de vida para a
inmensa maioría da poboación. En pleno estado de excepción e baixo as
medidas de obrigado confinamento adoptadas por unha grande parte dos
Estados, cómpre, para nós, falar de «tempos interesantes». Tempos nos
que os aconteceres —tamén os reflexivos— superan a rutina e o cotiá.
A este respecto, Caldo Galego é o resultado dunha iniciativa colec-
tiva enfocada cara á posta en común de reflexións —moitas xurdidas
durante o confinamento— que afondan sobre as condicións nas que
nos atopamos, as consecuencias da pandemia da covid-19 na sociedade
e, nalgúns casos, sobre que facer ao respecto, sempre dende o punto de
vista dos intereses das clases explotadas.
Con este fío condutor, mais dende a diversidade de perspectivas
de cada unha das once contribucións que recolle esta compilación, as
seguintes páxinas propoñen, de xeito breve, unha chea de ideas (sobre
a sociedade, o traballo, a política, a economía, a nosa relación coa
natureza...) para pensar a pandemia e a pospandemia. Por mor deste
formato, os textos poden lerse en conxunto, por separado ou de xeito
complementario.
En definitiva, agardamos que a lectura desta compilación poida con-
tribuír a animar ou a continuar a reflexión sobre a actual conxuntura e,
nomeadamente, sobre o presente e o futuro máis inmediato.

9
Reflexiones del sindicato
LAB ante la pospandemia
Garbiñe Aranburu1
1. La situación de excepcionalidad que estamos viviendo no
responde únicamente a un problema de salud pública. Lo que
estamos viviendo es mucho más que una crisis sanitaria, esta crisis se
encuadra dentro una crisis sistémica: crisis social, crisis de cuidados,
crisis ecológica. El que está enfermo es el sistema económico impe-
rante, un capitalismo salvaje donde prima la lógica del mercado y del
beneficio rápido. Un sistema capitalista, heteropatriarcal y ecocida que
impide una vida digna y que destruye el planeta.
Un modelo que ha mostrado tener unas carencias enormes para
afrontar la actual situación de emergencia por varias razones:
• La política de recortes, de privatización y de mercantilización
en los servicios públicos durante los últimos años, también en
la sanidad pública. Ahora es cuando se han visto esas caren-
cias, en forma de falta de personal o de camas.
• La cuestión de los cuidados sigue sin resolverse de manera
adecuada. Los trabajos de cuidados no se reconocen, no se
han repartido ni reorganizado.
• Una economía globalizada incapaz de satisfacer las necesidades
básicas de la ciudadanía. Una economía que impulsa la pre-
carización laboral y social y que compite en costes, en vez de
apostar por una economía más local y por un empleo de calidad.

2. Esta crisis ha visibilizado cuáles son los trabajos indispen-


sables para sostener la vida. Trabajos esenciales como la sanidad,

1. Secretaria general de LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak).

11
Garbiñe Aranburu

ambulancias, el cuidado de mayores, quienes abastecen la comida, las


limpiadoras, etc. Trabajos desarrollados principalmente por mujeres.
Aproximadamente un tercio del colectivo trabajador es femenino.
Trabajadores y trabajadoras del ámbito de la sanidad que están
padeciendo en primera persona las consecuencias de recortes que se
han impuesto durante los últimos años. Trabajadoras que trabajan en
el ámbito de los cuidados o en sectores feminizados, sin el debido
reconocimiento político, económico y social y en la más absoluta
precariedad laboral y salarial.
Ha sido bochornoso ver que han tenido que trabajar sin las medidas
preventivas adecuadas, poniendo en riesgo su salud y la de las personas
con las que trabajan. En muchos casos, con plantillas insuficientes, con
mucha presión y una carga emocional muy fuerte.
Las consecuencias de todo esto son brutales, un porcentaje eleva-
dísimo de personas que trabajan en estos servicios esenciales, sobre
todo en sanidad, han contraído el virus y algunos han fallecido.
Merecen nuestro reconocimiento, nuestro agradecimiento, nues-
tros aplausos y mucho más. Tenemos que devolverles el esfuerzo que
han hecho, luchando para reforzar los servicios públicos, luchando
para que tengan unas condiciones de trabajo dignas.

3. Confinamiento a la medida del capital. La dicotomía que se


ha querido instalar en términos de salud-economía es falsa. La dico-
tomía está entre SALUD y MAYORÍA SOCIAL o defender los inte-
reses de una élite económica. Otra vez, el conflicto CAPITAL-VIDA.
Desde el inicio de esta crisis la CEOE y quienes representan los
intereses de las grandes empresas lo han tenido muy claro: tratar de
trasladar el coste de esta crisis a las y los trabajadores y a las arcas
públicas. Esto es algo que ya han conseguido porque en el diseño
de las medidas del confinamiento la salud y las necesidades de las
personas no han estado en el centro.
Se tardó demasiado en decretar el cierre de toda aquella actividad
económica que no sea esencial y se ha corrido demasiada prisa en la
reapertura y sin garantizar la salud de las y los trabajadores.

12
Reflexiones del sindicato LAB ante la pospandemia

Si a esto le sumamos el hecho de que en los servicios esen-


ciales se ha trabajado sin garantías suficientes y que a día de hoy,
todavía, no exista una apuesta política decidida para realizar los test
de forma masiva, la consecuencia es un modelo de confinamiento
que se está alargando mucho con unas consecuencias económicas y
sociales brutales.

4. La pandemia para reforzar el Estado y para tapar la crisis te-


rritorial del régimen del 78. Desde que se decretó el estado de alarma
por parte del Gobierno de Madrid, hay una concentración de poder que
parece incuestionable. Además la crisis está siendo la excusa para una
clara apuesta recentralizadora, limitando el poder de las autonomías.
Al mismo tiempo, utilizando un lenguaje bélico, se ha profundi-
zado en la militarización y existe una apuesta política para legitimar y
avalar a los diferentes cuerpos de seguridad del estado. El control de la
pandemia no necesita de paseos militares por la calle.
El estado de alarma ha supuesto un aumento del control social
y ha limitado por completo nuestra capacidad de movimiento a
nivel individual, así como nuestras libertades políticas y sociales. El
trabajo sindical es un servicio esencial que no podemos desarrollar
con normalidad en las calles. Un claro ejemplo es lo que ha sucedido
con las caravanas de coches o movilizaciones que se han querido
convocar en torno al Primero de Mayo. Aunque se hayan dado ga-
rantías de cumplimiento de las medidas de seguridad pertinentes, han
sido prohibidas en la mayoría de los casos. Esto no va impedir que
recuperemos las calles para la movilización social.

5. La lucha de clases más viva y necesaria que nunca. A lo largo


de esta crisis está siendo una constante apelar a la idea de que la covid-
19 afecta a todos por igual y que tenemos que salir todos juntos.
Si bien es verdad que el virus no discrimina, todos y todas no
tenemos las mismas condiciones para afrontar esta situación. Las
consecuencias de las políticas austericidas de los últimos años no nos
afectan de la misma manera, la precariedad laboral y social que cada

13
Garbiñe Aranburu

vez se extiende más ha dejado en una situación de mayor vulnerabi-


lidad a una parte muy importante de la sociedad.
No es lo mismo pasar el confinamiento en una casa con jardín o en un
piso sin ventanas, o no es lo mismo estar confinados con las necesidades
básicas cubiertas o con la preocupación de si llego o no a final de mes.
Se nos insta a colaborar y a no confrontar. Pero nosotras no vamos
en el mismo barco que el capital. Las y los trabajadores somos quienes
estamos padeciendo las consecuencias de esta crisis y lo seguiremos
haciendo si no recuperamos la senda de la movilización y de la lucha.

6. La crisis que la pague el capital. El capital ya se está pre-


parando para la siguiente fase. Las y los trabajadores también nos
tenemos que organizar para la lucha.
No vamos a permitir que vuelva a pasar lo mismo que en la crisis
anterior. Ya conocemos las consecuencias y el fracaso social de las
recetas neoliberales que se han impuesto durante los últimos años.
Tenemos que entrar a disputar la siguiente fase al capital y lo
tenemos que hacer en todos los frentes, en las empresas, en las calles
y en las instituciones. Nuestro trabajo es el que transforma el mundo,
hay que empoderar a la clase trabajadora porque somos quienes
tenemos esa fuerza transformadora.
Estamos ante una fase no exenta de riesgos, que nos puede llevar a
un capitalismo más salvaje aún o a un mayor autoritarismo. Pero también
de oportunidades. En esta crisis han caído muchos dogmas neoliberales.
Es patente que el actual modelo es insostenible. Ahora pocos cuestionan
la importancia de un sistema público fuerte de salud, o la necesidad de
resolver la cuestión de los cuidados o la importancia de tener un estado
que intervenga en la economía. Esto nos abre una nueva ventana de
oportunidad para proyectar un modelo alternativo al capitalismo.

7. Una nueva normalidad que rompa con la norma establecida.


Los partidos sistémicos y el capital ya han acuñado un nuevo término,
para el proceso de desescalada y para afrontar la crisis económica y
social que ya está aquí: «la nueva normalidad».

14
Reflexiones del sindicato LAB ante la pospandemia

Las consecuencias económicas y sociales de esta crisis ya están


entre nosotras, en forma de aumento de desempleo, de ERTE/ERE, de
gente que no puede pagar la hipoteca o el alquiler y un largo etcétera.
Además, las consecuencias emocionales de haber perdido algún familiar
y no poder despedirle o las consecuencias de haber pasado por un confi-
namiento que ha sido duro y largo, están presentes.
En este contexto puede calar la idea de la «nueva normalidad»,
mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Por eso decimos
que este es un concepto que tenemos que desarmar y debemos darle
un nuevo contenido.
Es la clase trabajadora la que necesita construir otra normalidad. No
se pueden seguir aplicando las políticas austericidas. No queremos volver
a la normalidad capitalista que no reconoce los trabajos de cuidados,
no queremos la normalidad capitalista que extiende la precariedad y la
pobreza, no queremos la normalidad capitalista que destruye el planeta.

8. Retos del sindicalismo. La realidad de precariedad y pobreza


que ya conocemos y lo que se vislumbra generan mucho miedo e
incertidumbre. La teoría del Shock ya está aquí y esto puede tener un
efecto paralizante que vamos a tener que afrontar. Hay que ideologi-
zar y concienciar a las y los trabajadores sobre la importancia de la
organización y la lucha sindical y social.
Esto requiere tener respuestas a los problemas y a las preocupaciones
del día a día (empleo, salud laboral, condiciones laborales...) y al mismo
tiempo hacer propuestas de transformación social para generar alternativas
al sistema imperante. Combinar lo táctico con lo estratégico.
Los cambios tan profundos y estructurales en las relaciones
laborales, que han sido pensadas para dividir y debilitar a la clase
trabajadora, nos obligan a repensar constantemente nuestro modelo
sindical. Repensar sobre cuál es nuestra oferta sindical para que
todo el colectivo trabajador sienta que el sindicato es un instrumen-
to útil que responde a su problemática, tengan una relación laboral
indefinida o no, tengan una relación contractual en el Régimen
general o sean falsos autónomos o trabajadoras del hogar, sean de la

15
Garbiñe Aranburu

empresa principal o de una empresa subcontratada. Repensar para


llegar a los colectivos más vulnerables.

9. La sostenibilidad de la vida en el centro. Hay que cambiar


de raíz el actual sistema capitalista, heteropatriarcal y ecocida. Otro
modelo económico y social que ponga fin a este ciclo de concentración
de poder y de acumulación capitalista es deseable y es posible.
Desde hoy tenemos que iniciar una transición ecofeminista hacia
otro modelo que ponga la sostenibilidad de la vida en el centro. Para
LAB, ese nuevo modelo debe pivotar sobre los siguientes ejes:
• Tiene que reconocer y repartir todos los trabajos. Tiene que ga-
rantizar un empleo y unas pensiones dignas y derechos sociales.
• Un sistema público fuerte: reforzar el sistema de salud
pública, un sistema público de cuidados, no más privatiza-
ciones y publificar los servicios públicos.
• Un nuevo modelo de producción y de consumo. El actual
modelo de sobreproducción que apuesta por el cemento y un
consumo desmesurado destruyen el planeta. Y mayor control
político y social sobre la economía.
• Hay que repartir la riqueza. Se tiene que recaudar más y de
forma más progresiva.
• Hay que cambiar la orientación de la política fiscal actual y
es urgente un impuesto que grave la riqueza acumulada por
las grandes fortunas durante los últimos años.

10. Es tiempo de intensificar la lucha sindical y social.


Durante los últimos años ha habido una activación social muy im-
portante del movimiento de pensionistas, del feminismo y de las
luchas sindicales en los centros de trabajo.
Este sindicato siempre ha defendido la necesidad de articular el sujeto
de clase, la importancia de confluir las diferentes luchas y de generar alian-
zas en el ámbito sociosindical. En Euskal Herria el marco donde confluye
una mayoría sindical y social es la Carta de Derechos Sociales.
El pasado 30 de enero, desde la Carta Social convocamos una

16
Reflexiones del sindicato LAB ante la pospandemia

huelga general confluyendo en la misma todas las luchas que se


venían desarrollando durante los últimos años. Una huelga que no
era de respuesta, una huelga a la ofensiva a favor de un trabajo, unas
pensiones y una vida dignas.
Este confinamiento que estamos viviendo tiene que ser un pa-
réntesis que no nos puede sacar de la senda de la movilización. Hay
que recuperar la lucha y hay que hacerlo en clave ofensiva, en clave
de disputa de poder al capital.
La historia no está escrita, la correlación de fuerzas será la que
determine el transcurrir de esta nueva fase. Organización y lucha
para que la crisis la pague el capital.

17
Crisis crónica del
capitalismo y pandemia:
¿hacia dónde vamos?
Xabier Arrizabalo Montoro1
1. «El mundo no está preparado»

«Si bien la enfermedad siempre ha formado parte de la expe-


riencia humana, una combinación de tendencias mundiales,
que incluye en la ecuación la inseguridad y fenómenos me-
teorológicos extremos, ha incrementado el riesgo. La enfer-
medad se encuentra a sus anchas en el desorden y aprovecha
la situación: los brotes han ido en aumento en las últimas
décadas y el espectro de una emergencia sanitaria mundial se
vislumbra peligrosamente en el horizonte. Si es cierto el dicho
de que “el pasado es el prólogo del futuro”, nos enfrentamos
a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, suma-
mente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que
podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi
el 5 % de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa
escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad
e inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado»2.

1. Afiliado a CCOO, Profesor de la Universidad Complutense de Madrid y Director del Diploma


«Análisis crítico del capitalismo: el método marxista y su aplicación al estudio de la economía
mundial actual» de la misma universidad. Agradezco la colaboración fraternal de Diego Farpón y
Patricia Pinto para la elaboración de este texto.
2. Banco Mundial y Organización Mundial de la Salud (Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación)
(2019); «Un mundo en peligro», Informe anual sobre preparación mundial para las emergencias sanita-
rias, septiembre (https://apps.who.int/gpmb/assets/annual_report/GPMB_Annual_Report_Spanish.pdf).

19
Xabier Arrizabalo Montoro

Este texto es de dos instituciones imperialistas, el Banco Mundial


y la Organización Mundial de la Salud. Fue publicado el pasado mes
de septiembre de 2019. No se adoptaron medidas, de modo que, en
efecto, el mundo no ha estado preparado de forma acorde a la ca-
pacidad científica y técnica disponible. Pero debemos precisar: es
el mundo capitalista el que no estaba preparado. Ni podría haberlo
estado porque, como explicamos en seguida, las exigencias de la ren-
tabilidad impiden el mantenimiento de una red sanitaria pública bien
dotada, con empleo digno y basada en un sistema de investigación
asimismo financiado adecuadamente y, todo ello, orientado a cubrir
las necesidades del conjunto de la población.

2. La barbarie ya estaba aquí

La magnitud de la catástrofe. En el terreno sanitario, la OMS, a


fecha de 25 de mayo, registra 342 029 muertes y 5 304 772 contagios.
Resulta obvio que estas cifras subestiman el monto real, especialmente
por los numerosos casos de muertos y contagiados que no se registran
(en el Sudeste asiático, por ejemplo, la OMS solo contabiliza 5347
muertos y 173 159 contagiados).
En el terreno económico, la situación es devastadora. El FMI
preveía en abril pasado una caída del 3,0 % en la producción mundial
este año 2020. La OIT estima «la pérdida del equivalente a 305 millo-
nes de empleos a tiempo completo en el mundo», incluso que «más
de la mitad de los trabajadores del mundo podrían perder sus medios
de subsistencia durante este segundo trimestre del año (…) de los
2000 millones de personas que trabajan de manera informal en todo el
mundo, cerca de 1600 millones han sufrido daños masivos en su capa-
cidad de ganarse la vida (…) los ingresos de los trabajadores informa-
les cayeron 60 % en todo el mundo». En el caso español, la producción
caerá entre un 6,6 % y un 13,6 %, según el Banco de España, y la tasa
de paro se disparará hasta el 21,7 %, sin contar los más de 3,4 millones
de trabajadores con ERTE, el 30 % de los cuales acabará desempleado,
de acuerdo a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal

20
Crisis crónica del capitalismo y pandemia: ¿hacia dónde vamos?

(Funcas habla de que podría alcanzar hasta un 34 % incorporando a los


trabajadores afectados por un proceso de ERTE)3.
Pero la barbarie ya estaba aquí. De acuerdo a la FAO, pese a
que en el mundo hay 7500 millones de habitantes y se producen
alimentos con los que podría alimentarse a 12 000 millones a razón
de 2700 calorías diarias, más de 815 millones de personas padecen
hambre4. En las economías más avanzadas, las condiciones de vida
de la mayoría de la población, que es la clase trabajadora, han re-
trocedido y se encuentran amenazadas de nuevos retrocesos. Baste
citar el caso de Grecia, donde tres millones de personas, de una
población de apenas once millones, carecen de toda cobertura sani-
taria. Pero también se puede mencionar el de Alemania, donde un
17 % de la fuerza de trabajo soporta los llamados minijobs, cuyo
salario medio es de 291 euros mensuales, sin ninguna cobertura
social o ínfima5. Y en ambos países, como en los demás, la fracción
dominante del capital, que es el capital financiero estadouniden-
se, pretende imponer sus exigencias a través de nuevas vueltas de
tuerca a las políticas de ajuste permanente fondomonetarista. No es
que estas políticas tengan consecuencias sociales negativas para la
mayoría, sino que es su contenido mismo el que supone esos nuevos
retrocesos, ya que al fin y al cabo no buscan sino la desvalorización

3. Los datos proceden de: https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2020/04/14/


weo-april-2020; https://www.ilo.org/global/topics/coronavirus/lang--es/index.htm; https://
www.airef.es/es/centro-documental/informe-sobre-la-actualizacion-del-programa-de-estabili-
dad-ape-2020-2021/; Banco de España (2020); «Escenarios macroeconómicos de referencia para
la economía española tras el Covid‑19», Artículos Analíticos, Boletín Económico, 2/2020, 20 de
abril; https://www.youtube.com/watch?v=y-NApkR9ObY&feature=youtu.be.
4. FAO y otros (2017); El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017, Roma,
pág. vi. Y Ziegler, Jean (2008); «El hambre y los Derechos del Hombre», en Revista Colombiana de
Sociología, nº 30, pág. 13, quien atribuye el dato a Jacques Diof, director entonces de FAO.
5. Arrizabalo, X., Pinto, P. y Vicent, L. (2019); «Historical Significance of Labor’s Increased
Precariousness in Germany, the United Kingdom, and Spain», American Journal on Economics
and Sociology, vol. 78, nº 1, enero.

21
Xabier Arrizabalo Montoro

de la fuerza de trabajo, además de facilitar el pillaje de los recursos


naturales6.

3. La pandemia no provoca la crisis; es la crisis del capitalismo


la que provoca la pandemia

El orden cronológico aparente puede engañar. Por ejemplo, en Chile


no fue el golpe de Estado del imperialismo estadounidense en 1973
el que instauró una dictadura que optó por una política económica de
devastación de las conquistas obreras y democráticas (mantenida hasta
ahora y ante la que se produce la explosión social que arranca el 18 de
octubre pasado y no se detiene). Sino que fue de cara a imponer esa
política, para lo que se requería una dictadura, por lo que se dio el golpe7.
Lo mismo ocurre ahora: no es la pandemia la causa de la crisis económi-
ca. Por el contrario, es la crisis del capitalismo, una «crisis crónica», la
que provoca que un virus tenga un efecto pandémico tan demoledor, sin
perjuicio de que efectivamente esta pandemia, a su vez, hace aflorar una
crisis relativamente latente y, sobre todo, la acelera y dispara.
Justo antes de la pandemia, ¿qué quedaba del discurso oficial de que
se había salido de la crisis económica, que era cosa del pasado? El FMI
habría estado encantado de lanzar buenos augurios sobre el desempeño
futuro de la economía mundial, como complemento para la propaganda
de un supuesto «capitalismo bueno» que permitiría resolver los proble-
mas, ilusión a la que con mucho afán se consagran siempre dirigentes de
la «vieja» y la «nueva» política. Pero la realidad impedía esos augurios,
porque todas las señales revelaban lo que, en sendas ruedas de prensa,
la máxima autoridad oficial del FMI, su directora-gerente Christine

6. «La UE y el euro: instrumentos para la institucionalización y extensión del ajuste fondomone-


tarista en Europa» (Arrizabalo, 2014: 625-648).
7. Desde el curso 1955-56 regía un convenio entre la Universidad de Chicago y la Universidad
Católica de Chile, para formar los «Chicago boys» que efectivamente conducirían la devastadora
política económica de la dictadura. Al respecto puede verse Arrizabalo, X. (2020); Milagro o
quimera: la economía chilena durante la dictadura, IME, Madrid.

22
Crisis crónica del capitalismo y pandemia: ¿hacia dónde vamos?

Lagarde, llamaba el 18 de abril de 2018 «nubes en el horizonte»; ex-


presión a la que se adhería posteriormente el economista-jefe del propio
FMI, Maurice Obstfeld, el 9 de octubre del mismo año, ligando estas
nubes a la guerra comercial y el sobreendeudamiento.
No, la crisis que había estallado en 2007-2008 no era cosa del
pasado. Ni tampoco un tropezón, sino que estaba ligada a la secuencia
crisis-ajuste-crisis que remontaba a la crisis de los setenta. Es decir, el
ajuste que trataba de responder a la crisis de los setenta contribuía a que
se desembocara en la crisis que estalla en 2007-2008. Una auténtica
huida hacia delante: es la crisis del imperialismo, la fase última del
capitalismo. Esas políticas de ajuste desmantelaron la sanidad pública,
precarizaron el personal sanitario y el investigador, desviaron la in-
vestigación farmacéutica hacia la pura rentabilidad cortoplacista. Es
decir, solo la crisis crónica del capitalismo y los intentos de parchearla
en una terrible huida hacia delante explican que un virus se convierta,
en pleno siglo XXI, en una terrible pandemia como la que padecemos.

4. El capitalismo no es reformable

No es una casualidad que tanto el (des)enfoque dominante en


materia económica como su contrario, el método marxista, sean coe-
táneos y precisamente del último tercio del siglo XIX. Ningún plan-
teamiento teórico en el campo social se despliega desconectadamente
de su contexto histórico. Y el de ese periodo está presidido por la
constitución política de la clase explotada como movimiento obrero.
Ante lo que la clase dominante decanta la suerte de la economía polí-
tica como un peligro y, por consiguiente, la esteriliza, consagrándola
a mirar hacia otro lado, para asegurarse de que no se vea, para camu-
flar las causas de fondo de los padecimientos que sufre la mayoría de
la población. Por el contrario, el marxismo expresa teóricamente el
intento de comprensión de las causas de los problemas de la mayoría,
para intervenir ante ellos. Esto es, mientras la clase trabajadora tiene
todo que ganar conociendo dichas causas, la burguesía no tiene nada
que ganar con ello, sino todo que perder.

23
Xabier Arrizabalo Montoro

El método marxista explica científicamente el carácter no ya contra-


dictorio del capitalismo, sino crecientemente contradictorio. La rentabi-
lidad, motor de la acumulación capitalista, tiende a caer y aunque esta
tendencia puede contrarrestarse, cada vez es más complicado lograrlo y
exige un grado mayor de explotación (es la ley del descenso tendencial
de la tasa de ganancia que Marx formula en el libro III de El capital).
Así se entiende que el desarrollo de las fuerzas productivas que hizo
posible el capitalismo forma parte del pasado, que en la actualidad es
cada vez más sistemática su destrucción, como se constata en las crisis,
las guerras, el saqueo de los recursos naturales y, por sobre todo, la des-
valorización de la fuerza de trabajo, explicación de la precarización cre-
ciente de las condiciones de vida de la mayoría8. Por tanto, los problemas
no proceden de una u otra política económica, sino de las leyes que rigen
el capitalismo. Que, por eso mismo, no es reformable.

5. Las respuestas a la pandemia

Ni que decir tiene que no todos los gobiernos son iguales. Los
casos de Trump, Piñera o Bolsonaro, entre otros, son especialmente
elocuentes. La ayuda médica cubana a muchos países es la antítesis. En
el caso español, es evidente que la situación no habría sido lo misma
con un Gobierno de la derecha que, mayoritariamente, es una derecha
franquista. Las barbaridades del Gobierno regional madrileño son una

8. Conviene precisar dos cuestiones respecto a las fuerzas productivas. Por un lado, teóricamente,
que las fuerzas productivas no son la productividad, aunque se basen en ella. Son la materialización
efectiva de esa productividad en la mejora sostenida de las condiciones de vida del conjunto de la
población, gracias a cómo produce sus medios de vida de una forma siempre renovada y, por tanto,
integrando su distribución y consumo (por eso hablar con rigor del desarrollo de una sociedad es
hablar del desarrollo de sus fuerzas productivas). Por otro lado, históricamente debe consignarse que
el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, por ejemplo en Europa hasta 1900, no
tuvo ni podría haber tenido un carácter idílico, asentándose en la explotación, incluso de los niños, y
en el pillaje colonial (que bloqueó el desarrollo de las fuerzas productivas en las colonias).

24
Crisis crónica del capitalismo y pandemia: ¿hacia dónde vamos?

buena prueba9. Pero, ¿qué balance se puede sacar de la actuación del


Gobierno central, autodenominado progresista?
Aunque el Gobierno asumiera en enero, apenas semanas antes
del estallido de la pandemia, Sánchez ya presidía el Gobierno desde
junio de 2018. Y no había revertido realmente ninguna de las políticas
impuestas por los gobiernos previos del PP. ¿Y ahora, con Podemos
e IU en el Gobierno? Es cierto que ha adoptado algunas medidas de
protección a los trabajadores, pero solo de forma parcial, debido a su
orientación general de defensa del capital y del orden monárquico.
Además, con falsedades, como la supuesta prohibición de los
despidos, tras dos semanas desde la declaración del estado de alarma.
La realidad es que no se prohibieron, lo que supondría que los des-
pidos serían declarados nulos, sino que se estableció que serían im-
procedentes (por tanto, sin obligación de readmisión, solo con una
indemnización de 33 días por año trabajado en lugar de los 22 del
despido procedente, lo que con la precariedad reinante, es un dato
muy limitado). Y además sin carácter retroactivo, de modo que se
refrendan todos los dictados en esas primeras dos semanas. Y sin pro-
teger a los trabajadores temporales cuando su contrato durara menos
de dos meses (la duración media es de 42 días y el 30 % son de 7
días o menos). Lo mismo puede decirse de la renuncia del Gobierno
a intervenir fábricas para la producción de mascarillas o de sueros
hidroalcohólicos. No es solo esto, sino que el Gobierno, en este caso
su ministro de universidades, Castells, pretende aprovechar la situa-
ción de confinamiento para promover una «Nueva Ordenación de las
Enseñanzas Oficiales Universitarias» que refrenda los reaccionarios
decretos Wert y 3+2 del PP. Y todo ello bajo el paraguas de la inten-

9. El Gobierno madrileño, presidido por el PP desde hace veinticinco años, es el principal res-
ponsable de la especial gravedad de la pandemia en Madrid, por la devastación provocada en la
sanidad, etc. Pero en el mismo cuadro de esta situación, han seguido poniendo la administración
al servicio de los negocios privados y a cualquier precio: por ejemplo, imponiendo a los niños y
niñas pobres con becas de comedor un menú de comida basura durante dos meses.

25
Xabier Arrizabalo Montoro

sificación de la ley mordaza, cuya derogación era un compromiso de


todos los partidos que integran el Gobierno.
Todo esto revela los límites de los gobiernos subordinados al
marco institucional de los estados burgueses, particularmente en casos
como el español, procedentes de una dictadura nunca derrotada que
incluso impone el régimen monárquico como forma estatal («cárcel
de trabajadores y de pueblos»). Pero más allá de las particularidades,
cualquier gobierno subordinado a los intereses del capital podrá llegar,
eventualmente, a medidas de cierta protección de los trabajadores, mas
siempre parciales y acotadas en el tiempo, limitadas por su orientación
de base que es la protección de los intereses del capital.
Con un añadido: que para esta orientación se busca atar de pies y
manos a las organizaciones obreras y populares, comprometiéndolas
en pactos y alianzas de unión nacional, de conciliación de clase (como
con la omnipresencia del «diálogo social» y la propuesta de reeditar los
malhadados Pactos de la Moncloa de 1977). Estas organizaciones solo
deben tener un mandato: defender incondicionalmente las reivindica-
ciones de sus afiliados y del conjunto de los explotados y explotadas.

6. ¿Hacia dónde vamos? O socialismo o más barbarie

«La sociedad burguesa se encuentra ante un dilema: o avance


hacia el socialismo o recaída en la barbarie»10. Esta fórmula que
Róża Luxemburg atribuía a Engels se queda corta hoy. La barba-
rie no es una elucubración, sino una realidad plenamente asentada,
como se ha documentado en el apartado segundo y podría documen-
tarse mucho más extensamente, de forma ilimitada11. La supervi-
vencia del capitalismo traerá consigo una barbarie cada vez mayor.

10. Luxemburg, Rosa (1916); «La crisis de la socialdemocracia» en Obras Escogidas, tomo 2,
Ayuso, Madrid, 1978, pág. 20. Este texto fue escrito en prisión, en 1915 y publicado finalmente
en abril de 1916, firmado con el seudónimo «Junius».
11. Puede verse Arrizabalo, X. (2016); Capitalismo y economía mundial, IME-Arcis-UdeC,
Madrid, págs. 445-488.

26
Crisis crónica del capitalismo y pandemia: ¿hacia dónde vamos?

Inevitablemente porque no se trata de una determinada forma de


gestionar el capitalismo, sino de su trayectoria inexorable ligada a
las leyes que la rigen (sin perjuicio de que puntualmente algunas
políticas puedan aliviar padecimientos).
El régimen social basado en la propiedad privada de los medios
de producción alcanzó su máxima expresión en el capitalismo. A su
vez, este alcanzó su fase superior, última, hace ya más de cien años.
No tiene nada que ofrecer, porque las fuerzas productivas se transfor-
mado cada vez más en fuerzas destructivas, como ya previeron Marx
y Engels en 1845-46: «en el desarrollo de las fuerzas productivas, se
llega a una fase en la que surgen fuerzas productivas y medios de in-
tercambio que, bajo las relaciones existentes, solo pueden ser fuente
de males, que no son ya tales fuerzas de producción, sino más bien
fuerzas de destrucción (…). Estas fuerzas productivas, bajo el régimen
de la propiedad privada, solo experimentan un desarrollo unilateral, se
convierten para la mayoría en fuerzas destructivas»12. Ninguna ilusión
en nuevos desarrollos sistemáticos de las fuerzas productivas, ante la
constatación de una sistematización cada vez mayor de su destrucción,
con las crisis, las guerras, el saqueo de los recursos naturales y, espe-
cialmente, la desvalorización de la fuerza de trabajo.
En consecuencia, la única alternativa para resolver los problemas
que afecta a la mayoría de la población, que es la clase trabajadora,
es iniciar el tránsito a una nueva sociedad, no basada en la propiedad
privada de los medios de producción, sino en su colectivización que
permita caminar hacia «el reino de la abundancia», una sociedad co-
munista13. Prueba del anacronismo del capitalismo, siempre violento,
es el desempleo y la precariedad, mientras que la jornada laboral no se
ha reducido de forma sustancial desde hace decenios y decenios. Por el
contrario, ¿cuál sería la jornada laboral hoy en una sociedad no capita-
lista, comunista? Esto es, si no se dedicara ni una sola hora de trabajo ni

12. Marx, Karl y Engels, Friedrich (1845-46); La ideología alemana, Ediciones Pueblos Unidos
y Cartago, Buenos Aires, 1985, págs. 81 y 69.
13. Puede verse Arrizabalo, X. (2018); Enseñanzas de la Revolución rusa, IME, Madrid.

27
Xabier Arrizabalo Montoro

medio de producción alguno a actividades que existen, exclusivamente,


por exigencias de la explotación y la competencia que rigen la economía
capitalista (en campos como el armamento, las finanzas, la publicidad,
etc.); así como si el trabajo verdaderamente necesario para el bienestar se
repartiera entre el conjunto de la población en edad de trabajar, esto es,
incluyendo a quienes hoy se les excluye contra su voluntad (los desem-
pleados) y a los parásitos que se autoexcluyen, amparándose en su apro-
piación privada de los medios de producción. Es evidente que con muy
pocas horas semanales, seguramente menos incluso que 4 o 5, se pueden
producir los alimentos, ropa, vivienda, transporte necesarios, además de
enseñanza, sanidad, cultura. Para toda la población. Lo que solo sería un
primer paso, porque garantizar unas dignas condiciones materiales de
vida para el conjunto de la población no es la culminación de la sociedad
comunista, sino más bien su principio: a partir de ese hecho se abre un
mundo enorme para que la humanidad despliegue todas las capacidades
que le caracterizan como especie y que, inevitablemente y cada vez más,
son castradas en el capitalismo14.
Una nueva sociedad que sería por tanto la antítesis de la sociedad
capitalista, en la que incluso no solo la supervivencia material, sino
también otras cuestiones elementales como el acceso a la cultura, re-
sultan más y más vetadas para la mayor parte de la población mundial:

14. «Es tan difícil predecir cuáles serán los límites del dominio de sí mismo que es capaz de alcanzar
el hombre futuro, como prever hasta dónde se podrá desarrollar el dominio técnico sobre la naturaleza.
La construcción social y la autoeducación psicofísica serán dos aspectos paralelos de un único proceso.
Todas las artes —la literatura, el teatro, la pintura, la escultura, la música y la arquitectura— darán a
este proceso una forma sublime. Más exactamente, la forma que revestirá el proceso de edificación
cultural y de autoeducación del hombre comunista desarrollará hasta el grado más alto los elementos
vivos del arte contemporáneo. El hombre se hará incomparablemente más fuerte, más sabio y más
complejo. Su cuerpo será más armonioso, sus movimientos más rítmicos, su voz más melodiosa. Las
formas de su existencia adquirirán una calidad dinámicamente dramática. El hombre normal se elevará
a las alturas de un Aristóteles, un Goethe o un Marx. Y por encima de estas alturas se elevarán nuevas
cúspides»; Trotsky (1924); Literatura y revolución, Ruedo Ibérico, Colombes, 1969, pág. 175.

28
Crisis crónica del capitalismo y pandemia: ¿hacia dónde vamos?

tanto por su presentación como mercancía inasequible salvo para pe-


queñas capas, como por la alienación que se impone de facto a los tra-
bajadores y que a menudo adopta la forma de unas pautas disparatadas
del limitado consumo posible. Y por el propio hecho material de que
la inmensa mayor parte de la jornada diaria se ha de dedicar a tratar de
proveerse de los medios para la subsistencia.

7. ¿Qué hacer?

Comenzamos este texto con la cita en la que dos organismos inter-


gubernamentales reconocen que el mundo no estaba preparado para la
pandemia que se avecinaba. El mundo capitalista. Porque si nos des-
embarazamos del capitalismo, entonces: «basta con fijarse y reflexio-
nar, por poco que sea, para convencerse de que existen los medios
necesarios para combatir la catástrofe y el hambre; de que las medidas
a adoptar son perfectamente claras y sencillas, completamente reali-
zables, plenamente asequibles a las fuerzas del pueblo, y que si no se
toman es única y exclusivamente porque su implantación lesionaría las
fabulosas ganancias de un puñado de terratenientes y capitalistas»15.
La discusión acerca del tránsito a una sociedad plenamente socia-
lista, comunista, parte de que no se trata de un deseo sino una necesi-
dad, porque el capitalismo no es reformable y conduce a una barbarie
cada vez mayor. Este tránsito exige una ruptura, una revolución, para
lo que la clase trabajadora requiere organizarse soberanamente, con
órganos de frente único y un partido obrero independiente. Para poder
constituir un Estado obrero, por tanto transitorio también, pero que no
es el comunismo, pese a las capacidades que abre. Porque la transición
necesita un amplio desarrollo de las fuerzas productivas y por tanto la
extensión mundial de la revolución. De hecho, tiene que combatir el
riesgo de contrarrevolución desde fuera y desde dentro, a través del
centralismo democrático y desarrollo de las fuerzas productivas.

15. Lenin (1917); «La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla», Obras escogidas, tomo
VII, Progreso, Moscú, 1973, pág. 72.

29
Xabier Arrizabalo Montoro

Y, ¿cómo comenzar? ¿Qué hacer de forma inmediata, sabiendo


que no hay atajos, que los procesos sociales no se decretan? Hay una
premisa: la inequívoca voluntad de la clase trabajadora de luchar por
sus aspiraciones. Pese a la frecuente retórica acerca de su supuesta
derechización, acomodamiento y desmovilización, la realidad es que
la clase trabajadora es una suerte de organismo vivo y, por ende, con
instinto de supervivencia. Lo comprobamos en el caso español, con la
enorme oleada de movilizaciones contra los recortes que se imponen
desde mayo de 2010 por el Gobierno de Zapatero, intensificados
desde diciembre de 2011 por los gobiernos de Rajoy. Movilizaciones
que solo se frenan desde el principio de 2015, año electoral en el
que las direcciones de los partidos «decretan» que toca electoralismo.
Es lo propio de organizaciones comprometidas con las instituciones
del (des)orden capitalista. A escala mundial el año pasado, 2019, es
verdaderamente significativo al respecto: desde el estallido revolu-
cionario argelino que arranca el 22 de febrero, hasta el chileno inicia-
do el ya emblemático 18 de octubre, pasando por Ecuador, Francia,
Hong Kong, Irak, Líbano y un largo etcétera. O aquí con la sostenida
movilización de los pensionistas con la consigna «las pensiones se
defienden, gobierne quien gobierne».
Pero no basta con esos estallidos que, sin duda, se van a extender ante
el agravamiento de la situación social en todo el mundo y el consecuente
aumento de la represión. Para abrir una salida a los problemas verdadera-
mente digna de este nombre, solo hay un camino posible, que es la organi-
zación política de la clase trabajadora, independiente de todo compromiso
con la clase capitalista y con todas y cada una de sus instituciones; en
particular del Estado burgués y todas sus formas, incluidos sus despliegues
internacionales, imperialistas. Contra todo diálogo social, unión nacional.
No es retórica. Se trata del agrupamiento de los explotados, ante la consta-
tación obvia de que no hay salida individual. Organización política, porque
otras formas organizativas y en particular la sindical, que son imprescin-
dibles, tienen un carácter limitado, de carácter más bien defensivo de las
condiciones laborales, pero insuficiente para la salida revolucionaria. Se
trata, por tanto, del partido, de la construcción del partido de los traba-

30
Crisis crónica del capitalismo y pandemia: ¿hacia dónde vamos?

jadores, del partido obrero. Una organización política independiente de


todos los explotados, de la clase trabajadora y el conjunto de sectores que
padecen las exigencias del capitalismo, tanto directa como indirectamente.
¿Para qué? Para luchar por las aspiraciones de la mayoría. Hasta el
final. Literalmente. Porque reivindicamos no solo la supervivencia, sino
una vida plena, una vida verdaderamente digna, rebosante, acorde con
las posibilidades de la especie humana, que pueda así realizarse com-
pletamente como tal: «la vida es hermosa. Que las futuras generaciones
la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente»16.

16. Trotsky (1940); Testamento, en www.ceipleontrotsky.org/Testamento, 27 de febrero.

31
Capital versus Vida
Ricardo Castro1
Sen ben é certo que estando aínda no epicentro da crise é compli-
cado facer unha análise con perspectiva histórica da situación, non é
menos certo que a propia historia ofrece exemplos que nos permiten
facer unha análise de índole comparativa, e por medio dela concluír
que o capitalismo descoñece o valor semántico da palabra «autocríti-
ca» e, ao tempo ten metástase do seu cancro: a avarenta acumulación
de capital a costa das nosas vidas.
A pandemia que estamos a vivir serve para analizar como o capital
xestiona as crises que el mesmo provoca, e si, afirmamos que provocou
esta pandemia máis ala das análises científicas que se poidan facer. A
expansión do capitalismo, na súa versión global e neoliberal, que medra
despois da caída do bloque soviético, provocou que o planeta caera na
sobreprodución e consumo acelerado. Países coma a China ou India
comezaron a súa incorporación ao capitalismo e medraron exponencial-
mente en poboación, ao tempo que a demanda de produtos alimenticios
tamén medraba en occidente, esixindo unha produción acelerada de
escaso control sanitario e moi atravesada pola experimentación científi-
ca. A este argumento podemos engadir que, e tamén pola falta de contra-
peso político, o capital asumiu o discurso da Escola de Chicago: débeda
cero, e para ir cara a débeda cero, o estado ten que recortar ao máximo o
investimento público, onde atopamos a sanidade.
Obviamente son estas políticas as que propician o contexto para
o desenvolvemento da pandemia: escaso control na cadea alimentaria
e poucos recursos para afrontar a crise. Cal é a reacción do capital,
tomando como exemplo o Estado español? Pois utilizar a ferramenta
da comunicación, dominar o discurso, mudar a semántica, o sentido

1. Secretario xeral da CUT (Central Unitaria de Traballadores).

33
Ricardo Castro

das palabras, crear unha nova linguaxe e poñer unha vela a Goebbels.
Dende o inicio utilizaron o mesmo recurso que no 2008 cando estalou
a crise das subprimes: neutralizar a responsabilidade, aquí ninguén ten
culpa de nada, todo vén por lei natural. Daquela o culpábel neutro foi o
mercado, desta vez é o virus. Partindo desta premisa falsa constrúen o
resto do discurso baixo o mantra da unidade (de apelido España) e co
subtítulo de que ou estás con nós ou es inimigo a combater.
Baixo este paraugas eliminaron os dereitos fundamentais nun
estado de alarma convertido en estado de excepción, deixando claro
que non hai separación de poderes nin democracia no Estado español.
A alienación da maioría da clase traballadora é o seu grande trunfo, coa
metáfora da xente aplaudindo nos balcóns e esquecendo que «dende o
balcón non hai solución», só as rúas e a confrontación de clase garanten
a conquista de dereitos. A pospandemia implicará un período de recor-
tes ata agora descoñecidos, e unha precarización do precario mercado
laboral. As tobas do poder saben que isto pode xerar descontento e
loita social, de aí que xa comezaran a ensaiar o nosa reacción ante os
recortes de dereitos fundamentais para evitar esa reacción social, e de
momento o ensaio vailles moi ben.
Indo ao concreto só queda dicir que o capital é contraditorio
coa vida digna, entendendo por esta non a capacidade de consumo
absurdo, senón ter as necesidades básicas cubertas: educación, sani-
dade, traballo, cultura, lecer, coidados... O noso obxectivo de clase
non pode ser outro que derrubar este sistema, e para iso debemos
comezar dando o paso de asumir o noso compromiso individual e
amplificalo no colectivo, dar o paso de saír e construír, tomando
coma primeiros pasos os seguintes:

1. Construír un movemento social e sindical de contestación


contundente que poña en contradición non só ao sistema capitalista,
senón tamén a todas as organizacións que levan anulando a conciencia
de clase e sendo cómplices do sistema, como as ONG ou as grandes
corporacións sindicais. As institucións que din servir para protexer
á clase traballadora demostraron que non o fan, baste lembrar a des-

34
Capital versus Vida

aparición de Inspección de Traballo no momento no que máis falta


facían. SOLUCIÓN: camiñar cara un sindicalismo de confrontación
e decisións propias, deixar de facer sindicalismo que está a reforzar a
inanición destes organismos.

2. Implicar á intelectualidade, adormecida e acomodada dende


a caída do bloque soviético, na construción dun discurso e debate
serio sobre o camiño andado dende finais dos anos setenta do
pasado século. É hora de que os círculos intelectuais actúen e sexan
quen de traspasar o teito da teoría para facela praxe. Precisamos
mensaxes claras e asumíbeis que fagan entender á clase traballado-
ra a situación na que está, que sitúen ao inimigo, líquido e sólido
ao tempo, fronte a nós. Temos que dispararlle palabras mortais ao
FMI, BM, OMC, UE, BCE...

3. Emprego: a nova realidade acelera aínda máis a necesidade


de mudar o enfoque. O camiño non pode ser outro que a redución
drástica da xornada de traballo ás 30 horas semanais, a abolición
das horas extra e o reparto do traballo. O consumo non pode ser o
epicentro das nosas vidas, só así seremos quen de camiñar cara a
dignidade. Débese elaborar un Plan de emprego público: implica
dous aspectos, en primeiro lugar, eliminar a precariedade na admi-
nistración pública e a contratación fraudulenta e, en segundo lugar,
deseño e investimento para un plan de emprego que atenda á xente
nova e ás franxas de idade máis afectadas polo desemprego. En
canto ao sector primario: neste punto temos que facer unha clara
reflexión sobre o que implicou a «Reconversión Industrial» feita
por Felipe González para cumprir cos mandatos neoliberais da UE,
é dicir, a transformación do Estado español nun centro de ocio tu-
rístico eliminando os sectores produtivos. Esta crise mostrou dúas
cousas: que o sector primario é transcendental e pode ser un inves-
timento produtivo de futuro e que no Estado español poden facerse
moitos calimochos pero non máscaras. Con relación a este punto
estaría ligado un plan para fixar á poboación rural.

35
Ricardo Castro

4. Vivenda:
• Aluguer: o Estado español ten bolsas de vivendas baleiras
utilizadas para especular. Ao tempo atopamos vivendas de
aluguer con renda antiga que foron succionadas polos fondos
voitres botando ás persoas que nelas vivían dende había
moitos anos. SOLUCIÓN: o estado, baseándose no interese
xeral, pode lexislar para que o mercado de alugueres estea
acoutado nos prezos e investir en vivenda social en réxime
de aluguer con prezos simbólicos para quen non ten recursos.
• Propiedade: o prezo dos alugueres e os enganos bancarios
levaron a que no Estado español haxa un grande volume de
propietarios afogados por hipotecas. Xa fomos testemuña do
grande engano que foi a compra masiva de vivenda (cláusu-
las solo, gastos notariais...) e agora vemos como as medidas
que o goberno trata de vender coma sociais non deixan de ser
fume de carozo. SOLUCIÓN: a banca debe 60 000 millóns
de euros, o estado pode esixir parte desta débeda anulando
o pago da hipoteca durante o tempo preciso (sen demora de
xuros ou máis prazos de pago) ás persoas que o precisen (no
paro con poucos ingresos, sen ingresos...). Ao tempo debe
facerse cun fondo real de vivenda social a disposición das
persoas máis desfavorecidas. A medio prazo debe lexislar
para regular tamén o prezo da vivenda.

5. Os sectores privatizados: o mundo da empresa privada fala cons-


tantemente do seu benfacer na xestión do negocio, a covid-19 serviu
para demostrar esta falacia, todos os servizos públicos esenciais que
pasaron á xestión privada nos últimos anos teñen problemas:
• Sanidade: todas sabemos a situación de caos que se está
a vivir na sanidade por falta de recursos e a privatización
dos servizos que teñen que ver coa sanidade. SOLUCIÓN:
derrogación da Lei 15/97 de PP-PSOE que permite a priva-
tización da sanidade pola porta traseira. Todos os servizos
relacionados coa sanidade (limpeza, cociña, mantemento,

36
Capital versus Vida

profesionais da sanidade, centros sanitarios...) deben ser


públicos. Eliminación dos concertos coa sanidade privada e
expropiación progresiva destes hospitais cando estiveron a
substituír a sanidade pública.
• Sector enerxético: dende a época de Felipe González, e pro-
gresivamente, foron privatizados o gas, luz, auga... Bens de
primeira necesidade cos que o capital xoga non só cos nosos
cartos, senón tamén coas nosas vidas. SOLUCIÓN: regular os
prezos e nacionalizar os sectores enerxéticos principais.
• Servizos sociais: agora todo son mans á cabeza ante a si-
tuación que se vive nos centros de maiores, son anos de
ir avisando que non se pode deixar en mans privadas que
buscan o negocio na vida dos nosos maiores, do mesmo
xeito que non podemos deixar as garderías, os centros para
persoas discapacitadas etc. SOLUCIÓN: As residencias de
anciáns deben ser públicas ou de xestión mixta, de xeito
que o estado teña a capacidade inmediata de reverter a súa
propiedade cara ao público no caso de mala xestión, sen
indemnización algunha.
• Educación: outro dos sectores sacrificados pola xestión capita-
lista. SOLUCIÓN: eliminar o ensino concertado, aumentar o
profesorado eliminando a contratación fraudulenta, inversión
nunha xestión pública que afronte a estrutura social na que se
aplica e utilice criterios pedagóxicos contemporáneos.

6. Protección das persoas traballadoras: a crise da covid-19 leva


implícita, novamente, unha situación de precariedade para a clase traba-
lladora. SOLUCIÓN: reformular as axudas ás persoas máis desfavoreci-
das, non só na vivenda, sanidade, educación..., senón tamén nos ingresos
mensuais garantindo unha renda mínima.

7. Artigo 135: cancelar como primeiro paso a reforma feita polo


PP-PSOE que prioriza o pago da débeda sobre calquera cousa. A sobera-
nía do pobo non está nas estrelas do uniforme dun coronel ou no tamaño

37
Ricardo Castro

da bandeira no mástil, está na capacidade de utilizar os recursos propios


nas necesidades do común. Despois deste artigo deberiamos, con urxen-
cia, derrubar este réxime do 78 construído contra as clases populares
dende as tobas do poder franquista e posfranquista. A constitución do
78 é o teito de pedra que cae sobre a clase traballadora. Nesta liña de
combate temos a obriga de facer pedagoxía contra o que significaron os
Pactos da Moncloa e o que van significar agora.

8. Intervención da industria farmacéutica: nacionalización deste


sector e eliminación do negocio das menciñas e patentes.

9. Estado laico: coa conseguinte eliminación de calquera ensino re-


lixioso e as subvencións e privilexios da Igrexa.

10. Transporte público: frear o transporte de consumo indivi-


dual de camiño a un transporte económico, ecolóxico e comunitario.
Medios de comunicación públicos independentes das censuras políti-
cas e dos nomeamentos a dedo.

38
SEO
Gorka del Campo Oliveira
Sirviéndome de las curvas a priori ascendentes y descendentes que
conforman la desdibujada cordillera de datos estadísticos, más o menos
tendenciosos y coyunturales, en base a los contagios, muertes físicas e
ideológicas, empáticas y simpáticas causadas por o tras la propagación
de este nuevo virus que, artificial o no, está sirviendo a la causa capi-
talista como tantas otras desgracias ecuménicas postindustriales, me
permito este paralelismo metafórico con los hechos ficticios sucedidos
tras el ascenso y descenso de Moisés al monte Sinaí, portando a su
vuelta las Tablas de la Verdad que recogían un decálogo inspirador
del manual ético y cívico que todo buen cristiano debe seguir si quiere
ganarse un lugar en el Reino de los Cielos.
Como tantos otros antes que yo, sin duda en su mayoría más cua-
lificados para este análisis y con un conocimiento Teo-político-econó-
mico al que no aspiro, intentaré dar forma a mi visión de la evolución
social del rebaño proletario en la sociedad gallega, extrapolable a
España y al resto de Europa a grandes rasgos, partiendo de una base
de observación amplia, al ser yo un trabajador no cualificado con más
de veinte años de experiencia en entornos industriales y callejeros, y
abusando nuevamente de un paralelismo difícilmente discutible entre
los fieles por temor de dios y los fieles por temor de la marginación
social, la cual podría evocar innumerables aforismos estéticos.

«El Gobierno es mi pastor, nada me falta».

Amarás al Capital sobre todas las cosas

Si en algo encontramos homogeneidad entre distintos miembros


de un mismo grupo de trabajo, vecinal o familiar, es en el aprecio
desmedido por el confort que proporcionan los bienes de consumo

39
Gorka del Campo Oliveira

para el ocio, hasta el punto de ver deseable una jornada de trabajo


diaria superior al 50 % del tiempo que pasamos despiertos. Entre
esta jornada, sus desplazamientos casa oficina fábrica y el tiempo
dedicado a vestirnos, alimentarnos y llevar a cabo nuestras funcio-
nes fisiológicas imprescindibles, perdemos hasta el 80 % del tiempo
que permanecemos despiertos. Durante todas estas acciones, rara vez
estamos solos, y cada operación requiere de nuestra concentración,
tanto durante las relaciones interpersonales propias de cada ámbito
como durante el resto de procesos psicomotrices. Esto reduce nuestro
tiempo «libre» a una o dos horas al día. Para cuando por fin podemos
hacer lo que nos gusta, elegimos hacer lo que nos abstrae, y así la
alienación se traslada del entorno laboral al doméstico y coloniza
nuestro subconsciente, terraformando artificialmente la aridez de una
libertad para desarrollar un arte para el que no hemos sido educados:
la elección. Así, volvemos al principio de este párrafo. Cambiaremos
nuestra fuerza de trabajo de 8 horas por artículos de ocio para abs-
traernos, y no serán aleatorios sino los mismos que use el resto de
nuestro círculo social, para alimentar así la homogeneidad gregaria
para la que sí hemos sido educados y que se convierte en el fin último
de nuestro sacrificio diario.
Tras el confinamiento por orden gubernamental para frenar la tasa
de contagios de la covid-19, el tiempo de ocio guiado por las institu-
ciones, la publicidad y el resto de las extremidades del capitalismo ha
sido ampliado y redecorado cuantitativa, que no cualitativamente, con
fines de implementación y consagración del amor hacia la despersona-
lización que el proletario abraza cada vez que gasta su tiempo y dinero
en compras online de artículos de entretenimiento para desplazar de su
experiencia vital las relaciones y el aprendizaje respecto a su situación
real. Al no querer enfrentarse a la reina o al apicultor, la larva retrasa
su eclosión y se sobrealimenta de jalea (en este caso jaleo, aplausos,
actividades online solidarias, etc.), a la espera de poder convertirse en
reina el día que deje de granizar y pueda salir de la colmena. Por des-
gracia, el granizo forma parte de un ciclo natural autorregulado y la
crisis del capitalismo es parte inherente de su naturaleza. Intentar salir

40
SEO

de esta crisis comprando más o ayudando al empresario para que invierta


es como soplar a una madera en llamas: durante un momento tendrás más
calor, pero habrá disminuido exponencialmente el tiempo que podrá arder,
pues la cantidad de oxígeno y carbono es limitada, al igual que la fuerza de
trabajo y los recursos naturales. Ningún sistema que base su movimiento
en una fuente de alimentación finita puede durar eternamente.

No tomarás el nombre del statu quo en vano

Recalcaré nuevamente la apreciación cuantitativa y no cualitativa


que inspira mi observación de la idiosincrasia proletaria pos covid-19.
Estamos acostumbrados al control. El control por parte del estado,
del encargado, de nuestros padres o incluso de la programación televi-
siva. La anticipación de acontecimientos nos genera una tranquilidad
que desemboca en el Síndrome de Estocolmo Obrero (SEO), mediante
el cual podemos entender conductas aparentemente contradictorias
pero perfectamente inferibles a la luz de los planes del Estado para con
sus inquilinos y usufructuarios.
La labor policial siempre va ceñida a un reglamento, cuyas leyes
han sido elaboradas por y para las clases pudientes, de modo que in-
fringirlas pasa por el pago de una multa o de un tiempo de cárcel. Como
sabemos, no existe una relación entre el importe de la multa y la situa-
ción económica del multado, por eso una multa de aparcamiento están-
dar equivale a la quinta parte del salario mínimo, independientemente
del contexto de la infracción. Un obrero, por ejemplo, es telefoneado
en relación a una oferta de trabajo y debe firmar un contrato en una
ETT antes de entrar a su nuevo trabajo. Desde la llamada, dispone de
una hora para ir, firmar, recoger la ropa y desplazarse al parque indus-
trial. La ETT no dispone de aparcamiento y sus oficinas acostumbran
a estar en el poco accesible centro de las ciudades. El obrero aparca en
doble fila y es multado. El obrero acaba de perder el equivalente a una
semana de trabajo por miedo a perder un trabajo.
Ahora vemos multas de 600 a 1500 euros por salir a la calle y no
nos importa, como no vemos mal que unos agentes golpeen a alguien

41
Gorka del Campo Oliveira

que protesta contra este abuso, porque tenemos envidia de quien pisa la
calle y nos reconforta sentirnos protegidos de viandantes, extranjeros,
y otras alimañas que afean nuestras vistas, tanto desde nuestra ventana
como desde nuestra perspectiva de patria mal entendida. Recordemos
que, cuando el miedo aflora, es el sistema quien recoge los frutos y les
saca zumo. Después de cada recaída en esta enfermedad que ha durado
casi dos siglos, las derechas se han visto reforzadas y con ellas todas sus
marcas blancas, desde el machismo hasta el antisemitismo, pasando por
la generalizada aporofobia que hábilmente introducen los medios audio-
visuales en nuestro subconsciente. Tras la covid-19, la normalización y
la legitimación del abuso de poder habrán echado raíces profundas.

Santificarás las manifestaciones pacíficas

Vivimos en un patriarcado, pero sobre todo en un patrón‑arcado.


Para manifestarse hay que pedir permiso al gobierno y este propor-
ciona tanto la fecha como la duración y el recorrido, tratando de
interrumpir lo mínimo posible el transporte de mercancías y la ac-
tividad comercial. A mayores, proporciona a la patronal un tiempo
extra para aprovisionarse y paliar el efecto de la fiesta proletaria pa-
cífica de turno. Pero si esta forma de manifestación guiada y patro-
cinada puede parecer un placebo, nada más lejos de la realidad. La
propia patronal genera el caldo de cultivo del desagrado que lleva
a la huelga para usarla de excusa en posteriores informes falseados
sobre las pérdidas que ha supuesto, autoadjudicarse posteriormente
las ayudas pertinentes que saldrán de las arcas del Estado y rene-
gociar con los sindicatos el nuevo flagelum de reforma laboral o
convenio con el que hacer creer que ambas partes ganan.
Pos-covid-19 presenciaremos las firmas de nuevos convenios y refor-
mas laborales que parecerán salidas de una película de Woody Allen, pero
estarán legitimadas por el SEO y el miedo a la nevera vacía, que es lo que
históricamente automutila toda esperanza para la clase trabajadora.

No dejen de aplaudir, ¡es Ellis De Wald!

42
SEO

Honrarás a tu ego y a tu inconsciencia

Debido a la cantidad de información, la libertad para distribuirla


según el tipo y la escasa formación geopolítica, filosófica e histórica
del español medio, la industria audiovisual lleva décadas adoctrinando
en el escepticismo científico, a fin de abrir tantos frentes de debate sin
base experimental hasta conseguir colocar los libros de física cuántica
en la misma estantería que los de astrología y necromancia. El encierro
prolongado ha llevado a muchos a buscar respuestas sin hacer las pre-
guntas correctas, cayendo en conspiraciones francmasónicas, anunnaki,
nefilim, New World Order, terraplanismo e incluso a intentar curar a su
hijo autista con MMS, que viene siendo lejía. El SEO lleva a la recons-
trucción total de tu lugar en el campo de batalla e incluso de tu enemigo.
Como apuntar a la burguesía y al sistema les obligaría a renunciar a
su estilo de vida y enfrentarse a un enemigo real, se desvían hacia un
enemigo alienígena cuyo descubrimiento no solo les hace más dóciles,
sino que les eleva a la categoría de iluminados. Tras la covid-19 habre-
mos perdido entre nuestro ejército de potenciales obreros con conciencia
de clase a millones de obreros con conciencia de raza.

No matarás al miedo

Vivimos con miedo, nos drogamos con miedo, buceamos en


miedo y hemos convertido al miedo en el motor de nuestras vidas.
Miedo a envejecer solos, a no tener un techo o una posición social.
Miedo a parecer demasiado distintos y no solo lo imprescindible para
parecer originales y poseedores de carisma, el cual es también tan
cuantificable y etiquetable como nosotros mismos en cuanto a sujetos
sociales. Esta pandemia nos está dando la sensación de habernos en-
durecido, de ser protagonistas de una de esas películas americanas
apocalípticas que despiertan la heroicidad de personas mediocres que
cargan con arrojo el peso de la salvación de una especie o, en el mejor
de los casos, de un estilo de vida: el occidental.
Este temor al contagio, a la enfermedad y a caerse del tren de los

43
Gorka del Campo Oliveira

ecuestres ciudadanos sanos y productivos, cuyas encías son examina-


das cada cuatro años mediante unas elecciones generales y cada in-
tervalos más cortos mediante ofertas, anuncios y estudios estadísticos
sobre tendencias de compra, se diluirá en una sustancia más básica,
tanto desde su acepción química como antropológica: el miedo a dejar
de temer. Porque el miedo nos mantiene seguros de nosotros mismos
y nuestras responsabilidades éticas. Hoy es el miedo y no el agradeci-
miento el que lleva a millones de reses a salir a sus ventanas a balar
entre aplausos cada día a las 20:00 horas.

No cometerás actos altruistas anónimos

Ya hace mucho tiempo que dar tu opinión en las redes sociales, recau-
dar dinero para una acción ejemplar o dar consejos de vida a los desampa-
rados y descarriados legitimado por tu fama televisiva, tu gracia personal o
algún curso online de psicología y coaching, se ha convertido en un deporte
en auge, ganando más y más practicantes y adeptos cada año. Desde que
saltó la alerta sobre la covid-19, su número se ha disparado hasta tal punto
que podrías cruzar España de coach en coach sin tocar el suelo.
Quienes padecen el SEO se verán fácilmente ligados a este tipo
de gurús de red social. Pero lo más importante no es el mensajero o el
mensaje, sino la fama. Este fenómeno ha logrado situar a un reconoci-
do explotador de mano de obra infantil y escapista de las obligaciones
con la hacienda pública en la cima de la filantropía patria. Un gran
empresario del sector textil se convierte en modelo económico y ético
a seguir por muchas personas que asimilan mantras del estilo «él al
menos da algo» o «lo que hay es mucha envidia», cuando el argumento
razonable en su favor sería admitir que se sirve de las herramientas que
la legislación pone a su servicio. Claro que aquí estaríamos enfocan-
do nuestro reproche al Estado, y recordemos que esa madriguera de
conejo nos lleva de nuevo a la patronal y al enemigo real, lo cual no es
deseable, por lo que nos desviaremos hacia otros frentes más abstrac-
tos, ya sea Venezuela, los subsaharianos o los astronautas ancestrales.
Si no es famoso, no es real.

44
SEO

No robarás ilegalmente

¡¡¡Nunca jamás!!!

El sistema pone a disposición de quien pueda arriesgar su integridad


un sinfín de tácticas para conseguir dinero y recursos al módico precio de
la explotación ajena y, hasta hace poco, propia. Ser autónomo ha dejado
de ser parte del sueño occidental para ser un mal menor en manos de
quien quiere ser su propio jefe. Justo en este momento experimentamos
una bofetada de realidad, pues el jefe es el que era y sus lugartenien-
tes, entiéndase la clase política, pueden cerrarte el negocio cuando ellos
deseen o crean conveniente, sin prescindir de tu contribución mensual a
sus arcas. A pesar del parche de ayudas y congelación de las hipotecas y
las cuotas de autónomos, la deuda no desaparece y esto hará que muchos
actuales subsidiarios de dicho parche se estén replanteando sus aspira-
ciones empresariales. Una vez superado este bache durante el inevitable
descenso de la tasa de ganancia de los grandes holdings empresariales,
las franquicias irán asimilando a un ritmo más voraz y a muy buen precio
un sinfín de pequeñas empresas y profesionales para abastecer de mano
de obra cualificada sus líneas de producción.
Aquí he de mencionar al sector farmacéutico, cuyos laboratorios
forman parte de monstruos empresariales con tentáculos en terrenos
petroquímicos o armamentísticos, agrícolas y de ocio. Un sector que
posee sus propios bancos y funciona como una cooperativa de espe-
culadores de la salud. Son los grandes beneficiarios y, posiblemente,
los artífices de este estado de excepción. Tras la pandemia, es posible
que veamos a Bayern o a Monsanto en cada rincón de casa, como
amuletos Kill Paff de protección y control.

No darás otro testimonio que el que ha escrito tu amo

Desde 2015 hasta hoy ha habido una regeneración política, una


segunda transición tan falsa como la primera, pero que esta vez ha
protagonizado un cambio de paradigma entre la masa receptora de la

45
Gorka del Campo Oliveira

publicidad. Ahora se habla de política, ideología y sociología en todas


partes, sin importar el rango de edad o preparación académica. Esto
podría sonar idílico si no estuviésemos hablando de ganado reproduc-
tor. Jordi Évole habla de un tema que lleva años preocupando a mucha
gente y al día siguiente todo el mundo habla de ello. Wyoming ridicu-
liza a un político de derechas y los espectadores de izquierdas se ríen
y lo ridiculizan sintiéndose superiores intelectualmente... Justo aquí
reside el problema. La caricaturización de una enfermedad no sólo no
la combate, sino que baja nuestra guardia respecto a su peligro poten-
cial. Y en el caso de la creación de nueva opinión, como en Salvados,
nos convertimos en contenedores donde la televisión arroja los restos
ya masticados de una información que podríamos haber tenido más
completa y objetiva solo con tener una mínima curiosidad.

Después de la covid-19 veremos más carteles con piernas que personas.

No consentirás pensamientos ni deseos anticapitalistas

«Ni de izquierdas, ni de derechas». Lo que en un eje cartesiano


vendría siendo el punto (0,0) y, en este caso, la zona cero de la
propaganda capitalista, es el mantra que cada vez más homúnculos
proletarios adoptan como si fuese el arroz en la gastronomía asiática.
La palabra «extremista» ha sido tan adulterada por reiteración de un
uso indebido como «feminismo», «socialismo» o «comida rápida».
Antes, durante y sobre todo después de esta pandemia se habrá
acumulado una cantidad enorme de trabajo para filólogos y publicistas,
así como para docentes y terapeutas. Mientras todo parece indicar que
este sistema de distribución de la riqueza genera miseria, alienación
y desarraigo de la dignidad llevándonos a rescatar viejos sistemas
más respetuosos y razonables con el humano y su hábitat ecológico y
social, como el comunismo. La propaganda ha fabricado la conciencia
opuesta, situando al dolorido miembro fantasma de la hoz y el martillo
como una amenaza presente pero impalpable. Esto nos recuerda a la
moraleja del cuento del traje invisible del rey.

46
SEO

Mi libertad termina donde empieza la del patrón más cercano.

No codiciarás males ajenos

La covid-19, como ya he mencionado, está prestando un servicio


importantísimo a modo de desfibrilador para el capital. Está matando a
muchas personas, pero sobre todo a personas improductivas, ancianos
y pensionistas con patologías previas. Esta suerte de virus maltusiano
dará paso a uno de esos semivalles que tan poco abundan en las gráfi-
cas que representan la perdida de tasa de ganancia. En una época en la
que se vende más Trankimazin y orfidal que bolsas de Sugus, las far-
macéuticas se enriquecen en cooperación con un entramado complejo
y ramificado que incluye a psiquiatras, docentes y publicistas bajo la
tutela implacable de la patronal.
La mayor parte de la población adulta toma medicamentos para
paliar desequilibrios mentales relacionados con su entorno laboral, fa-
miliar, etc. Así, la propia maquinaria capitalista genera oferta y demanda
en el mismo lugar: el puesto de trabajo. El encierro de la covid-19 está
aumentando la hipocondría, así como acentuando los trastornos y disfun-
cionalidades propias de los usufructuarios e inquilinos de esta sociedad
de competencia y frivolidad. Como no queremos ser parias, nos agarra-
mos con fuerza a los grilletes y mordemos a quien intente liberarnos.
A modo de cierre y conclusión, podemos esperar que el tren del con-
sumismo y el miedo termine descarrilando y volvamos a mirar al rural y
la explotación cooperativa de trabajadores libres, celosos del medioam-
biente y recelosos del método de producción y especulación capitalistas.
Si bien no hace falta aglutinar 200 años de degeneración social para con-
denarlo al ostracismo histórico, sí demuestra a corto plazo que la única
forma de sobrevivirle es poseyendo tierra y cierta autonomía alimenticia,
algo que una nevera pequeña, en un piso de 40 m2 pagado con la mitad
del salario mensual, no puede proporcionar.
Cuando 30 o 50 años de generación de plusvalía y pérdida de
tiempo libre y salud mental no nos permite un pulmón de autonomía
de 6 meses, algo falla (o al menos quisiera creer que esta fuese la

47
Gorka del Campo Oliveira

forma más primitiva de relación racional entre causa y efecto por


parte de las víctimas del SEO).
La realidad concreta es bastante más perturbadora: miles de millo-
nes de adultos abrazando la protección paternalista del gobierno edul-
corando su rutina antropocida con la satisfacción de cumplir con lo que
se espera de ellos. Procreación y productividad. Legar la educación de
sus hijos a las plataformas online de entretenimiento adoctrinador por
falta de tiempo y capital cultural que ofrecer a las futuras generaciones
de zombis asalariados.
La ecuación de Drake llevada al localismo nos dice que será difícil
una revolución en esta galaxia de minorías concienciadas y enormes
masas de tardígrados aletargados, a la espera de una gota de ocio que
revitalice sus metabolismos consumistas psicóticos.

48
12 términos + 2 haikus
Irrecuperables1
Mirada amiga
el vecino y yo, cada
uno a lo suyo.

Metido en casa
Dos árboles del patio:
la selva negra.

Asomarse a la vida. Bien sea por necesidad, gusto o aburrimiento


asomarse a la vida es sacar la cabeza por la ventana, casi respondiendo
a la llamada de un instinto primal. Lo cierto es que el aire nunca supo
tan bien: ver a los pajarillos volar cobra un nuevo sentido e incluso
tus propios vecinos conforman un nuevo rol: allí fuera, pese a estar
ahora medida con cuentagotas, existe aún una sociedad. Por supuesto,
disfrutar de este pequeño acto de libertad puede volverse obsesión,
pues somos codiciosos y a falta de poder expandir las experiencias
en nuestra propia vida en confinamiento, rápidamente se torna esta en
un catalejo hacia las de otros. Pese a todo, siempre hay que recordar:
el viento es ajeno a toda pandemia y siempre habrá otro amanecer;
asomarse a la vida es, al fin y al cabo, conectar con nuestro entorno a
un nivel más personal que nunca.

Biopolítica. Tecnología de control que toma a la especie como po-


blación, como conjunto de fenómenos naturales y gobierna a través de
los principios básicos de dicha población. Las ordenaciones «artificiales»
del Estado en términos jurídicos se sustituyen por regulaciones «natura-

1. Irrecuperables es un colectivo de pensamiento crítico, promotor de una serie de publicaciones


clandestinas.

49
Irrecuperables

les» que dibujan tanto los procesos económicos del mercado, como los
biológicos de la población y los civilizatorios de la nueva sociedad civil.
El conocimiento técnico-científico se ve acompañado de la racionalidad
política en forma de despotismo, que es a fin de cuentas un gobierno
económico. El gobierno, entendido ahora como técnica, como «con-
ducción de conductas», no tiene como objetivo un potencial de fuerzas
por dominar sino las acciones de los otros y de uno mismo. Utilizando
la libertad de los propios individuos —considerados como sujetos a un
tiempo libres y gobernados y no meramente como súbditos—, el gobier-
no incentiva sus iniciativas, persigue dirigirlas de forma casi-inconscien-
te, estableciendo un juego permanente de incitación y desafío recíprocos
en un vínculo de agonismo. La práctica gubernamental solo podrá hacer
lo que debe hacer si respeta esa naturaleza poblacional. Imperio, pues, de
la estadística. Habrá éxito o fracaso, que son ahora el criterio de la acción
gubernamental, y ya no legitimidad o ilegitimidad. Es decir, los gobiernos
pueden equivocarse, y el mayor mal de un gobierno no reside en la maldad
del gobernante, sino en su ignorancia. Un ejemplo reciente, calcular la
inmunidad de rebaño —la fracción de población que ha desarrollado an-
ticuerpos contra el virus suficiente para extinguir la pandemia— se ha
convertido en un reto tanto político como sanitario. La biopolítica era esto.

Ciencia. Dícese de otra gran ilusión: la búsqueda del saber no


conoce otro límite que sí mismo y se conduce a través de una mejora
constante de los procedimientos, la utilización de la lógica y la
sagacidad, el altruismo y el carácter universal. En realidad, la inmensa
mayoría de la investigación está movida por los beneficios inmediatos,
su aprendizaje también. Ilusión de competencia como mecanismo de
mejora constante, auspiciada además por los criterios neoliberales en
la educación superior y el principio de Mateo que parece aplicarse a
toda política científica (parábola del hijo pródigo: a quien tenga se le
dará y a quien no tenga se le quitará lo poco que tiene) y que subrayan
la privatización del conocimiento concebido ahora como un recurso
estratégico de explotación. El cierre de la situación lo protagoniza la
escasez absoluta de autocrítica. Más allá de políticos y administradores,

50
12 términos + 2 haikus

un factor más sutil y menos reconocido que contribuyó en la pandemia


actual a que se desperdiciaran semanas preciosas es atribuible a la
incapacidad de los laboratorios para coordinarse y actuar con eficacia.
El pensamiento mágico —podría llamarse negación— obstaculizó
la capacidad de algunos de los más experimentados expertos en
enfermedades infecciosas para reconocer la plena amenaza de lo que
se estaba abatiendo sobre el mundo.

Estatismo. Dícese de esa ilusión según la cual la inevitable


desigualdad económica acelerada por la crisis sanitaria solo puede
resolverse, al menos en sus extremos más injustos, a través de la
permanente intervención estatal. Espejismo basado en la supuesta
autonomía del poder político respecto al poder económico, como si
el Estado fuera una institución del todo independiente de las leyes
económicas que rigen la reproducción de la sociedad capitalista y por
tanto la clave de la distribución del «producto social» está enteramente a
disposición del Estado. Pero la realidad es todo lo contrario: la creación
de lo que ha de distribuirse, es decir, el proceso productivo, es un
asunto de la distribución, porque ambos procesos no están en absoluto
separados. Y ello se debe a que la distribución del producto —es decir,
la obtención del beneficio— es un momento clave en la circulación del
capital. Y lo que es específico del modo de producción capitalista es
que la circulación del capital constituye la base para la reproducción
económica de la sociedad. Lo característico del capitalismo no es tanto
cómo se produce (industrialización, tecnología, explotación) sino qué
se produce y reproduce. A ello se le une su carácter omnímodo: toda
institución humana queda afectada y une al sustantivo el domino del
adjetivo «capitalista». Por último, es irreversible: no es que no se pueda
salir de él, lo imposible va ser volver al punto anterior a su irrupción.

Hipernormalización son esas ruedas de prensa donde todo el


mundo hace referencia a un comité de expertos al que nadie da la
palabra. Que sus voceros sean cloacas con medallas y fuerzas de
cuerpos que protegen este (des)orden. Todos esos piolines repartien-

51
Irrecuperables

do mascarillas y abusos. Todos esos militares con camuflaje fluores-


cente, de alta visibilidad, armados para luchar contra el virus, para
desinfectarnos; agarrando esas mangueras con más inseguridad que
un niño que acaba de aprender a mear de pie. Auto glorificándose de
todas esas funciones públicas que suplantan, de esos hospitales de
campaña que al final levantan los currantes… de todo ese dinero des-
pilfarrado en sus juegos de guerra. Que decir de la desescalada; cuatro
fases para ponernos una cabezada, para evitar que relinchemos, que
nos pongamos de manos y para hacer que avancemos al paso hacia
esta «nueva normalidad»; hacia las profundidades de un mundo de
ficción. Hipernormalización es, en definitiva, todo este teatro, toda
esta mentira que nos negamos a ver, todo este fango que nos engulle
sin que luchemos. Resignados esperamos por un milagro, sin tener
autonomía ni coraje para imaginar otras verdades, para trabajar por
crear comunidad y vínculos que nos atraviesen.

Jugar no es un capricho. Durante el confinamiento los niños y


niñas han sido ignorados por el gobierno, pese a que son un colectivo
de los que más ha sufrido el encierro. Sus percepciones no son las
mismas que las de los adultos, su tiempo pasa más lento, están cono-
ciendo el mundo y pueden vivir el encierro como una verdadera losa,
algo interminable. La incertidumbre que en nosotros es pesada, en
ellos se convierte en un túnel sin fin. No seamos cadena de transmi-
sión de los discursos del poder, no seamos cadena de transmisión de
la autoridad. Pues si lo hacemos, será más difícil escapar de los juegos
del poder, de los relatos, mentiras y normas que habitualmente nos
imponen. Hasta más de un mes después del inicio del confinamiento
no se les ha dejado salir a jugar a la calle, cuando para los niños el
juego es clave, ya que (siempre que sea un juego libre) es su forma
de experimentar el mundo, sin mediaciones, entre iguales, de esta-
blecer y derribar normas, de vencer sus miedos y ponerse a prueba,
de hacer amigos y conocerse a sí mismos. El juego no reglado, el que
nace del impulso e imagina sobre la marcha, colectivamente. Los
parques han permanecido cerrados mientras los niños se aburrían en

52
12 términos + 2 haikus

las colas del supermercado. Con precauciones podrían haberlo hecho


antes. Cuidado, domesticar a los niños y niñas, por cómodo que sea
para que nos hagan caso, es domesticar a la sociedad del mañana. A
menudo no les tratamos con dignidad, como trataríamos a cualquier
persona libre y responsable, impidiendo así que lleguen a serlo. No
seamos cadena de transmisión.

Psicofármacos. Previendo lo que la privación de libertades


civiles y el encierro iban a suponer para muchos, el gobierno tomó
al inicio del confinamiento medidas sobre la salud mental. Concreta-
mente se ha asegurado que no faltaran psicofármacos en las farma-
cias. «Psicofármacos» es un eufemismo para referirse a las drogas
psiquiátricas. Diferentes sustancias muy distintas entre sí, que actúan
sobre el cerebro o el sistema nervioso, produciendo consecuencias
muy diferentes en cada persona y rompiendo de forma drástica la
autorregulación del organismo. Los efectos secundarios son nume-
rosos y especialmente peligrosos. Esta decisión denota un desprecio
terrible sobre la salud y sobre las personas. Pero es que además se ha
demostrado que los psicofármacos más utilizados en España, como el
trankimazin, potencian los efectos del coronavirus. De nuevo podría-
mos referirnos a que en gran medida la solución a estos problemas
va más allá de lo médico, pero incluso dentro de la acción médica
debería tenderse a frenar el abuso de psicofármacos. Sin embargo,
se ha decidido apostar por ellos en vez de facilitar redes de cuidados
o poner a disposición de quienes lo necesiten a profesionales que
puedan ayudarles con depresiones, crisis, etc. y buscar las causas
concretas que los han llevado a la situación. Encontraríamos sin duda
dramas familiares, laborales, económicos… que se resuelven fácil-
mente con una pastilla para olvidar y deprimir el sistema nervioso.
Nada es casualidad, esto se ha convertido en una de las principales
vías de ingresos de las empresas farmacéuticas. Una concepción de
la salud que no atiende a la prevención está destinada al fracaso y si
además tiende a separar a la persona de su cuerpo resulta desprecia-
ble. Que no lo llamen salud, que no lo llamen salud mental.

53
Irrecuperables

Que tu alimento sea tu medicina. Se está perdiendo la noción


de que la salud es colectiva. El miedo y el individualismo no ayudan.
También la noción de que la salud depende del entorno, de los hábitos
(que no son solo individuales, sino sociales, pues no vivimos en bur-
bujas). Las enfermedades que padecemos son hijas de este modelo
de sociedad. Aprendamos prevención. Aprendamos a que nuestro ali-
mento sea nuestra «medicina». Si comemos procesados, será nuestra
enfermedad. Aprendamos que nuestra alimentación está condicionada
por nuestro entorno y prácticas, que la comida nunca podrá ser una
decisión individual aunque compremos más sano (si nos lo permite
nuestra economía), pues cuando contaminan los ríos o las tierras,
los alimentos «ecológicos» son una mala broma o una estrategia de
marketing. Los pesticidas también circulan por el agua y la tierra. Y
no se puede elegir comprar alimentos no transgénicos, pero sí luchar
colectivamente contra su implantación. La tierra nos alimenta a todos
y no entiende de diferencias entre unos y otros. Tampoco podemos
elegir el aire que respiramos o el agua que bebemos y esto no es una
condena, se puede cambiar, depende de qué sistema productivo ten-
gamos. Quizás entendiendo la salud como algo más amplio y no solo
como no enfermar. Quizás entendiendo la enfermedad como un aviso
del cuerpo, que nos pide descanso, cambio de hábitos, acaso cambio
de vida. Por eso no se trata solo de lo «fuerte» que sea un virus sino
de lo débiles que nos volvemos en esta sociedad contaminante y que
produce nocividades. Todo esto puede cambiar. ¿Qué noción de salud
elegiremos enseñarles a los niños?

Salud mental. Durante el confinamiento se ha presentado, desde


los medios y las instituciones, una idea de salud mental que una vez más
y de forma premeditada ignora las causas del malestar psíquico. Se nos
ha insistido en que debíamos hacer ejercicio físico y mantener la mente
activa, con consejos contra la angustia, la depresión, etc., ignorando que
estos malestares son expresiones de un todo, de la persona, y no están
separados del resto de nuestras condiciones de vida. No es sobre emo-
ciones o malestares concretos contra lo que hay que actuar, sino contra

54
12 términos + 2 haikus

sus causas, aunque esto quizás no sea ya cuestión (solo) de la psicología,


sino de la política. Acaso de una psicología crítica. Nos recomiendan
«rechazar los pensamientos negativos», pero el psicoanálisis trataría
de buscar su causa. ¿Es un pensamiento negativo pensar el uso de la
alerta sanitaria para recortar libertades o derechos sociales y laborales?
Una parte cada vez mayor de la psicología busca aislar los problemas
sociales mostrando soluciones individuales, lo cual no funciona a largo
plazo. Hace recaer la responsabilidad únicamente en las personas y no
en las estructuras que causan o permiten esas situaciones, lo que a su
vez favorece que no actuemos de forma colectiva, sino sobre nosotros
(sobre nuestras emociones, nuestro cuerpo, nuestros pensamientos). Esto
se parece demasiado al conductismo. Algunas corrientes críticas de la
psicología buscan los problemas sociales que están detrás de los aspectos
psicológicos y sirven para entender la salud mental de forma más amplia
y en conexión con los demás. Corrientes como la antipsiquiatría ponen
en duda muchos preceptos teóricos de la psiquiatría y sus prácticas,
mostrando las funciones «policiales» de control de las personas, pero
también volviendo a unir el malestar psíquico con el malestar social.

Salud pública no es solo el sistema sanitario, al que acudimos


cuando ya estamos enfermos, sino aquello que nos evita enfermar: los
conocimientos y colectivos, los hábitos y el entorno. Es decir, nuestro
aprendizaje personal y colectivo, mediante la observación, que se sirve
de una larga herencia de conocimiento popular, que hoy han consegui-
do que parezca menospreciable e inferior al conocimiento instituciona-
lizado (el poder siempre deslegitima la capacidad y autonomía de las
clases populares). Y nos ayuda sin recurrir a ciertas técnicas o medica-
mentos agresivos para nuestro cuerpo. En los años 70 y 80, surgieron
muchas alternativas comunitarias en salud, promovidas por colectivos
y personas, fueran estas profesionales de la salud o no. Es necesario
recuperar ese camino, que aún se puede rastrear, y a la vez luchar por
una sanidad pública sin injerencias de seguros, farmacéuticas, lobbies
o privatizaciones. Y donde prime el respeto y cuidado al paciente.
Pero sobre todo por otra concepción más amplia de la salud unida a

55
Irrecuperables

las condiciones de trabajo, de ocio, de vida. El pensador Ivan Illich,


quien acuñó la idea de «convivencialidad», denuncia en su maravilloso
libro Némesis médica, a esa expertocracia que domina el mundo de
la salud. La idea de Némesis médica podría resumirse así: ¿tenemos,
como individuos —individuos en comunidad, más allá del sistema—,
capacidades de sanarnos, de curarnos? Esto acaba con la autonomía de
los legos a la hora de sanarse, volviéndolos vulnerables y dependientes
de un sistema que escapa a su control. Y eso que los trabajadores de la
sanidad con frecuencia ni siquiera deciden, sino que son «presos» de la
burocracia, de dinámicas impuestas, de leyes o normas aprobadas por
presiones políticas, pero siempre hay grietas y pueden abrirlas, como
podemos hacerlo nosotros.

Selva Urbana: 1. Lugar desordenado y/o peligroso sin leyes, (fi-


gurado). 2. Ciudad cuya vegetación es abundante y espesa. El confi-
namiento no sólo ha traído la reducción de las emisiones de CO2 y el
regreso de ciertos animales a lugares que habían abandonado tiempo
ha, sino que también ha mantenido a los jardineros en casa. El resultado
de esto son parques de hierba frondosa y verde intenso, árboles tupidos
con nidos y pequeños bosques urbanos. Acostumbrado a ver la natura-
leza urbana doblegada a seguir los geométricos deseos casi despóticos
del humano, semejante reverdecer resulta en pequeña medida catártico,
al menos si se es de algún modo amante de la naturaleza. Un deleitoso
recordatorio de que más allá de nuestros horarios y prisas existe una
fuerza inexorable que avanza al tic tac de un metrónomo puro, una
fuente de inspiración para todo aquel amante de sucesos distópicos
que se sentirán plenamente respaldados: un Madrid amazónico sólo
requiere tiempo. Por ahora disfrutemos de esta fugaz anarquía natural.

Zoonosis. Dícese del salto de enfermedades desde los animales


a la especie humana. Su carácter acelerado (llevamos ya varias crisis
zoonóticas a escala mundial en el siglo XXI) se debe a que la humanidad
en el capitalismo tiene una relación tóxica con la naturaleza y la
depredación extrema de esta última y de sus últimos reservorios con escasa

56
12 términos + 2 haikus

interacción con lo humano es la que abre las puertas a esa aceleración de


las pandemias. Una forma de explicar esta relación deletérea es mediante
el nivel de sobrecapacidad, el cual indica la fecha del calendario en la que
los humanos han consumido todos los recursos naturales que la Tierra es
capaz de regenerar en un año. 1971 fue el primer año de la historia de
la humanidad en que el nivel de sobrecapacidad se alcanzó horas antes
del 31 de diciembre. Así que 1970 fue el último año en que vivimos más
o menos compensados y a partir de entonces —y ya son 50 años— el
desequilibrio es evidente y arrancamos más excedentes de los que la Tierra
es capaz de reponer. En 2019, por ejemplo, la Tierra llegó a su nivel de
sobrecapacidad el 29 de julio. Quizá en 2020 se ha activado un mecanismo
para reestablecer cierto equilibrio ante el saqueo. Y es solo el principio.

57
COVID-19(84)
Fernando Lores Masip
I. La transformación antropológica nos sorprendió en un escenario
de antagonismos sociales (desigualdades) y naturales (crisis ecológica)
sin precedentes en la historia de la humanidad: no ha habido ninguna
sociedad anterior a la capitalista que alcanzase un grado de despliegue
de sus fuerzas destructivas tal que llegase a comprometer la vida en el
planeta: parece obvio que estamos ante un nuevo giro antropológico,
por tanto, no hay modelo: lo que sigue es futurología.

II. El «estado de excepción» como práctica de gobierno normal


y normalizada: la «democracia» no es un espacio de reconocimiento,
ni de participación, ni de decisión de la comunidad política, sino el
título de legitimación de élites capitalistas y gobiernos autoritarios para
administrar a las poblaciones, la estrategia de pacificación interior del
statu quo capitalista en nuestra tradición cultural —«Occidente»: se
tiende bajo su régimen al fortalecimiento del poder soberano (autorita-
rismo) y a la proliferación de «nuda vida» (poblaciones sin garantías,
expuestas y desamparadas): todos somos homines sacri en potencia,
si no ya en acto (terroristas, sospechosos de covid, disidentes que no
aplauden a las 20:00 horas). [Tesis Agamben].

III. En los países del sur de Europa es posible que los golpes
de estado sean hechos del futuro, no del pasado: es preciso señalar
la anomalía española, al ser el único país donde el fascismo ganó
la guerra y arraigó: la «democracia española» es un faux amis que
está por la II Restauración Borbónica (conocida popularmente como
Modélica Transición o Transición, a secas), una herencia histórica
resultante del Golpe de Estado de 1936: delegar el voto es legitimar
el 36, desde el punto de vista de la historicidad de las instituciones
políticas españolas: las familias políticas y económicas que constitu-

59
Fernando Lores Masip

yen la oligarquía española heredera del franquismo sólo cambiaron


de título, no de función, ni de estructura ni de morfología.

IV. Las nuevas prácticas de biosegregación (CovidPass) se suman


a las viejas formas de estratificación de la sociedad capitalista (clase,
género, raza) ahora de una forma generalizada (antes ya existían, como
con el VIH, por ejemplo, para señalar «clases peligrosas»): ahora
todos formamos parte de una «clase potencialmente peligrosa» donde
las interacciones están mediadas por biotecnologías (dispositivos de
poder, somos producto de esas mediaciones del poder): las prácticas
biopolíticas de gobierno regulan la vida y la muerte de las poblaciones
humanas y no-humanas (las deja vivir y las hace morir, según lo que se
conoce en sociología como «efecto Mateo»): se acelerarán las lógicas
de biocontrol ya en curso (geolocalización, teletrabajo, una conducción
algorítmica y bigdateada de la vida social): parece que estamos ante
el triunfo del paradigma inmunitario como inspiración de un nuevo
modelo de sociedad. [Tesis Esposito].

V. Correlativamente con lo que sucede a nivel de las instituciones


políticas, el capitalismo entra en una fase en la que la «crisis» es su
estado normal: yo no diría que las «crisis» son síntomas de agotamiento
del modelo, sino una nueva forma de gestionarlo (economía de guerra):
la «crisis» es el nuevo estado normal de la economía capitalista y la
concentración de riqueza no tiene visos de aflojarse, por el contrario,
experimentará una escalada (paralelamente a la concentración de poder):
se abren nuevos escenarios donde cada vez más la biología es subsumida
en las lógicas de capitalización de la vida (gametos, embriones, gesta-
ción por sustitución, órganos, semillas, etc.): la «crisis» es la condición
de posibilidad de la acumulación. [Tesis Arrizabalo].

VI. Proceso de des-mundialización que revierte las lógicas glo-


balizadoras, agudizado por tensiones nacionalistas locales: se recupe-
rará la política de bloques, el proteccionismo y, en algunos sectores,
incluso, la autarquía: supondrá un encarecimiento de la producción,

60
COVID-19(84)

elevación de los precios, escasez, más pobreza y, por tanto, se pro-


fundizará en la tendencia hacia una dualización de la sociedad con
amplios sectores sociales «desamparados», desconectados, engrosan-
do las filas del neolumpen, por un lado y, por el otro, con sectores
sociales que viven una suerte de potlach o ritualización paroxística
a través de actos de consumo celebratorios (comercio online), y de
fetichización de la mercancía (papel higiénico): es posible que, con
el incremento de las desigualdades de todo tipo, en el Sur de Europa
asistamos a una «latinoamericanización» de la sociedad: economía
informal, exclusión, violencia estatal y paraestatal, crimen, etc. (a
ellos les aplicaron en los 1990 las mismas políticas de «ajuste estruc-
tural» que al sur de Europa en los 2010): en el contexto español, se
constata el fracaso de la turistificación del modelo económico como
salida a la crisis de la construcción del 2008: se cronifica una eco-
nomía nacional sin valor añadido y frágil, expuesta a las coyunturas
(desvalorización del trabajo, terciarización de la economía, precari-
zación laboral, paro estructural, agudizamiento de las desigualdades,
desertificación y despoblamiento): España encabeza los índices de
desigualdad de la OCDE y la UE.

VII. El incremento de las desigualdades acelera la ruptura de las


reciprocidades: pacto social (lucha de clases) que se agudiza ahora por
la minimización del cuerpo, de la co-presencialidad, y de su sustitución
por un cuerpo profiláctico, y por la profilaxis social de las interacciones
(virtualización de la vida social, cibercañas, videoquedadas): una sub-
jetividad inmunitaria en el marco de relaciones profilácticas con otros
que desconfían unos de otros (homo homini lupus, como la policía
de balcón): el ámbito del hogar no solo como espacio de consumo,
sino de producción (teletrabajo es un ingrediente esencial de la trans-
formación): revival del campesinado urbano, no con arado esta vez,
sino con la computadora doméstica conectada a la red como modo de
producción reticular y nuevo fuego familiar en torno al cual gira la fa-
miliarización: ¿bancarrota de los «cuidados» en las esferas domésticas
y explotación laboral agudizada por el teletrabajo?

61
Fernando Lores Masip

VIII. A diferencia de la década de 1930, las recetas de «más ca-


pitalismo» para combatir las lacras del capitalismo se darán en un
contexto sin contracultura ni agenda política alternativa al capitalis-
mo, sin «movimiento obrero», en una sociedad atomizada: una de las
consecuencias de la resaca neoliberal es la desarticulación de anti-
guas instituciones colectivas de producción de prácticas y discursos
contrahegemónicos: 1) neutralización del sindicato de clase que aglu-
tinaba a la heterogénea clase trabajadora, a punta de reformas laborales
que individualizaron y atomizaron las relaciones laborales y exacerba-
ron la segmentación de los mercados de trabajo, y también de «políti-
cas de la identidad» que transformaron la lucha por las desigualdades
en una reivindicación festiva y naíf de la diferencia; 2) clausura social
y cognitiva de la universidad: antiguamente quedaban resquicios aca-
démicos de autonomía intelectual al margen del Estado o del mercado;
ahora la academia está cooptada como espacio de profesionalización y
de privatización de los estudios y la investigación universitaria: la uni-
versidad se ha gentrificado y ya no es una institución de producción de
conocimiento sino de reproducción de la agenda ideológica neoliberal
y de las desigualdades escolares y sociales. [Tesis Bourdieu].

IX. A la crisis de representación política, hay que sumar la crisis


de representación epistemológica (se difuminan los límites entre la
realidad y la ficción, la verdad y la mentira, la noticia y el bulo):
la desaparición de instituciones contraculturales tiene repercusiones
epistemológicas sobre la producción de conocimiento crítico (y la
posibilidad de imaginar utopías): la crítica social ya no es una acción
política, ya no es la producción de un sujeto político desde institucio-
nes colectivas, sino una mercancía producida por la industria cultural
capitalista que se consume masivamente por sujetos atomizados a
través de prácticas de consumo en los mercados de bienes cultura-
les (películas, series, libros, programas de TV, redes sociales, apps,
humanitarismo, teorías conspiranoicas, productos bio, el «candidato
del cambio» o el «voto protesta» de las elecciones…): las etiquetas
«ecología» y «género» son paradigmáticas de esta mercantilización

62
COVID-19(84)

de la crítica, tanto en ambientes socialdemócratas como conserva-


dores: paradójicamente en estos actos de consumo se reproducen las
lógicas que son objeto de crítica: es una crítica social despolitizada,
en suma, puro espectáculo autorreferencial. [Tesis Debord].

X. Decepción con las ciencias sociales, demasiado agendadas por


los think tanks y la academia anglosajona: sobre todo, en espacios su-
bordinados como la academia española, donde se abrazan todas las
modas teóricas y temáticas extranjerizantes: la academia española se
parece a una tribu recibiendo un culto cargo: nos compramos todos los
crecepelos editoriales escritos en algún idioma bárbaro, porque la in-
dustria editorial anglosajona es la más potente y siempre quiere abrirse
nuevos mercados, y fidelizarlos: los escritores de ciencia ficción de los
1950 en adelante supieron captar mucho más aguda y penetrantemente
las tendencias históricas y las declinaciones de la sociedad capitalista
(una descripción anticipada de la distopía actual).

63
O capitalismo na UCI
Rubén Moralejo Silva
A estas alturas de confinamento e de pandemia, xa estamos máis
que afeitos á mestura de terminoloxía médica e bélica que escoitamos e
lemos de seguido nos medios de comunicación —ou, no peor dos casos,
experimentámola nas nosas propias carnes, se temos familiares ou co-
ñecidos afectados polo virus. Asistimos á saturación das UCI, ao caos
hospitalario provocado pola falta de persoal, equipamento, organización
e previsión, aos «partes de guerra» diarios que dan conta das baixas, con-
taxios, recuperacións etc. Tamén escoitamos a todo tipo de «expertos»
falar da orixe do virus, da súa incidencia, das previsións sobre a posibili-
dade da «inmunidade grupal» e das posibilidades de acadar unha vacina
efectiva que poña fin ás consecuencias máis severas da enfermidade.

I. Perante esta conxuntura de incerteza para a saúde, na que aínda


non podemos achegármonos nin sequera a unha estimación realista
do número total de afectados e de mortos, da duración da pandemia
ou da súa posible solución, si que podemos, pola contra, aproveitar
para reflexionar sobre o diagnóstico que xa coñecemos: é o modo de
produción capitalista mundial ao que lle custa respirar e atópase na
UCI, e xa dende moito antes da aparición do novo virus. Durante esta
«crise sanitaria», máis que nunca, o imperialismo capitalista revélase
e ponse de manifesto como sistema esgotado, anacrónico e inútil para
soster a vida. Apenas capacitado para improvisar un día a día miserento
para a meirande parte da humanidade, constitúese, de feito, o principal
obstáculo para a supervivencia desta, da cultura e do social.
Máis de medio século despois do esgotamento dos modelos do
chamado «Estado do benestar» (dende finais dos 1960) nos países cen-
trais ou «avanzados», e coa incapacidade da burguesía para deter a he-
morraxia mediante a aplicación das xa esmorecidas políticas de axuste,
a economía mundial propia do imperialismo non pode agochar, de novo,

65
Rubén Moralejo Silva

o seu estado de crise crónica previsiblemente (agardemos) terminal.


Ademais, coa caída irrefreable da rendibilidade que se agudiza aínda
máis dende o seu derradeiro despunte en 2007-2008, a volatilidade
da economía intensifica, na presente conxuntura, a violencia do seu
impacto ata cotas sen precedentes en termos de destrución de forzas
produtivas, desvalorización da forza de traballo e creación de miseria,
provocando unha evidente «periferización» das rexións máis «avan-
zadas» da economía mundial. Nin sequera o modelo da división do
traballo orientado á extracción de plusvalía da periferia cara ao centro,
mecanismo («colonial», se se quere) de respiración asistida fundamen-
tal para a reprodución do sistema imperialista, pode resistir fronte ás
contradicións que xorden deste estado de agonía do capital.
Nesta situación de crise irreversible do capitalismo, a medida que as
súas contradicións inherentes exprésanse dun xeito cada vez máis prís-
tino, podemos agardar unha maior intensidade e crueza dos procesos
de destrución e creación de miseria social. Non hai tentativa posible de
estabilización que non discorra pola vía do fornecemento dos aparellos
de explotación e de represión. Todo isto sen contar as máis que pro-
bables e sucesivas convulsións económicas, medioambientais, bélicas,
e mesmo pandémicas que, tarde ou cedo, acontecerán, engadíndose a
este cadro clínico xa de por si asoballante.

II. A burguesía (e seus acólitos e apoloxistas), que nas súas ver-


tentes políticas actuais fascio-esquizofrénicas segue a se considerar
imprescindible, continúa a botar máis gasolina —aproveitando o ex-
cedente acumulado pola escaseza de demanda, valga a metáfora— ao
lume: entre tentativas máis rocambolescas de cada vez, unicamente
promove «máis capitalismo» como receita. Esgótanselle os coellos na
chistera. A falta de imaxinación de alternativas non só afecta, daquela,
aos explotados, senón que, nin sequera o capital é quen de debuxar
unha solución dentro dos mesmos límites da realidade capitalista. Pro-
ponse afondar na ferida como único apósito operante.
Esta parálise da imaxinación, xa non da utopía, senón de que facer
cos merexos do capital, exprésase no chamado omnipresente á res-

66
O capitalismo na UCI

tauración da «normalidade» prepandémica. Un clamor por inocular e


exacerbar a nostalxia polo presente, como se este non se incubara xa
na crise permanente, no escamoteo da loita de clases e na explotación
da maioría polos mesmos que agora apelan á «unidade» e a «valorar
o que xa tiñamos». Este ermo da imaxinación materialízase tamén nos
discursos arroutados e nos símbolos aos que apelan os xestores do statu
quo do Estado español, espallándoos mediante a maquinaria mediática
á súa disposición e perfilando unha tolemia reaccionaria só compatible
coa realidade actual de desmantelamento e desmemoria do movemen-
to obreiro de masas, así como co control e represión permanentes da
subversión e da disidencia: «un novo Plan Marshall», «unha reedición
dos Pactos da Moncloa», «escudo social», «fornecer o Estado de be-
nestar», «preconizar a solidariedade da Unión Europea» etc.

III. Por mor do pulo derivado do raquitismo do mercado mundial


e do mecanismo de dependencia baseado no endebedamento público,
a todas luces ilexítimo e impugnable dende o punto de vista dos nosos
intereses como clase obreira, os estados —coa mingua e anulación
efectiva da soberanía— debateranse entre a contradición, máis asoba-
llante de cada vez, do proteccionismo e a autarquía fronte á necesidade
inevitable das súas respectivas burguesías de competir na area mundial.
Na súa condición de morosidade perpetua, tanto os estados como as or-
ganizacións supranacionais apenas se poderán facer cargo, estea quen
estea no temón, dun simulacro de reconstrución dos servizos públi-
cos, xa de por si considerados un lastre para os intereses da burguesía
dende o esgotamento das condicións excepcionais que permitiron a súa
concesión e conquista despois da Segunda Guerra Mundial. Fronte as
ilusións e chamados a unha UE «solidaria», a pandemia destapa na
práctica a realidade da súa efectividade como instrumento burgués de
gobernabilidade e amparo do mercado mundial.

IV. No ámbito da gobernación, este cadro de crise normalizada


é correlativo ao permanente estado de excepción político e social.
Mais seica esta excepcionalidade non é nova: máis ben, nestes intres

67
Rubén Moralejo Silva

amósase na súa versión máis «palpable». A pandemia non supón o des-


pregue das condicións dun novo estado de excepción. Simplemente, as
condicións do estado de excepción no que xa viviamos maniféstanse
de xeito máis nítido, despóxanse da pátina de aparencias que sostiña
o seu despregue coa menor fricción posible. No capitalismo, a crise
non é un período excepcional onde as cousas funcionan dun xeito
distinto do «ideal», onde algo non vai como debería. Ao contrario: a
crise supón, en todo caso, unha manifestación se cadra máis «pura» do
funcionamento contraditorio «normal» do capitalismo.
Ao mesmo tempo, de igual xeito que os aparellos ideolóxicos fan
coa «ecoloxía», coa fin de tratar de evitar un tratamento das verdadeiras
causas efectivas do problema, responsabilízase ás clases populares das
medidas a tomar para tratar a enfermidade «a título individual». Xa tor-
turadas dabondo no confinamento material e ideolóxico de terror, estado
de pánico e paranoia, estas clases apenas acumulan forzas para resistir
no cotiá, non digamos perante os cada vez máis insoportables aparellos
de extracción de plusvalía que agardan á volta no eido do traballo. Neste
ámbito, ademais da afectación no salario, directo e indirecto, e na cuali-
ficación, asistiremos a un aumento máis estridente, se cabe, das medidas
de flexibilidade, dos despidos e da intensidade do traballo.

V. A preconización desesperada pola promoción do chamado «teletra-


ballo», esperanza melancólica dos máis fieis para manter a rendibilidade
en condicións compatibles co illamento sanitario, supón construír castelos
no ar se do que se trata e da ilusión de que esta modalidade de traballo
medre e se sosteña a expensas da súa relación co traballo «in situ» —e
máis en economías como a española, abandonada á hipertrofia da turistiza-
ción e do sector dos servizos, ámbolos dous eidos esgrimidos como prin-
cipais baluartes da receita de capitulación fronte ao estalido da burbulla
inmobiliaria na pasada década. O «todo ou nada» desta aposta, auspiciada
polos roles impostos ao Estado español na actual división internacional
do traballo, deixa á sociedade —en gran parte persuadida ata o de agora
de que o turismo ben podía levarse directamente á boca— núa, neste intre
onde prima a satisfacción das necesidades máis inmediatas.

68
O capitalismo na UCI

VI. Doutra parte, por mor da afluencia de cantidades inxentes de


desempregados ao mercado de traballo, o exército de reserva acadará,
na meirande parte dos países máis «avanzados», un volume máis que
dabondo para contribuír significativamente á presión necesaria para a
introdución e aceptación das devanditas medidas e transformacións
dunhas condicións de traballo se cadra aínda máis precarias. A isto
haberá que sumarlle, como xa comprobamos cos períodos máis re-
centes de despunte da crise, o máis que probable encarecemento das
mercadorías e, polo tanto, dos medios de vida, incidindo nun novo
aumento do pauperismo (acaecendo incluso nas persoas empregadas)
e na polarización social que xa viñan agudizando o sufrimento e os
estalidos sociais arredor do planeta nos últimos tempos.
Nesta situación, póñense a proba as calidades de doma do capital.
Mais nesta época, a contestación social perde en gran medida seu carác-
ter de clase: coa incapacidade de imaxinar, o inconformismo instálase e
reconfórtase nos mercados (económico, político, científico...), facendo
que poidamos incluso falar dunha sorte de «inconformismo conserva-
dor». A súa posición hexemónica na ideoloxía dominante non é casual,
senón que se debe á súa instrumentalidade para o capital: trátase non
só da represión, senón da capitalización da disidencia, absorbéndoa
e extirpándolle seu fundamento antagónico para poñela a funcionar a
prol da extracción de plusvalía. Como di Žižek, na actualidade, o «opio
do pobo» é o «opio», e tamén o pobo.

VII. Unha vez máis, os liberais fan patente a súa condición de


axentes dobres do Estado. Como en 2008, en canto se miraron ao
espello, non tardaron en esixir ao Estado que asumise o golpe en
exclusiva, socializando as perdas e fornecendo ata as máis miúdas
raíces da propiedade privada. O contraste entre o seu habitual dis-
curso crítico fronte ao Estado e a súa interdependencia material na
práctica rechama máis que nunca. Seica «é o mercado, amigos»!
Porén, o reformismo esquerdista socialdemócrata tamén recende
raro. Cando o proclamado novo progresismo español toma por no-
vidade que «o importante son as vidas humanas», namentres ondea

69
Rubén Moralejo Silva

a bandeirola do ERTE como «interese xeral por riba do particular»,


algo cheira a morto.
Neste sentido, se analizamos as medidas de resposta fronte á
pandemia do «goberno progresista», promocionadas como «escudo
social», «destinadas aos colectivos máis vulnerables» e demais (como
o propio recurso dos ERTE, a falsa «prohibición dos despidos» etc.),
é doado caer na contra de que equivalen, na súa meirande parte, a
medidas reaccionarias, xestos de caridade en competición aberta cos
da Igrexa (subvención da pobreza), ou son directamente quiméricas:
negan a loita de clases partindo dun funambulismo que tenta conciliar
as necesidades da clase traballadora co menor impacto posible para a
burguesía e para o mercado. Funambulismo con arnés.
O progresismo —dise— «de novo cuño» axita ás masas ao compás
de «que vén a dereita!», mais leva a cabo políticas que ben poderían ser
irmás. O «escudo social» á medida da burguesía como motivo de con-
gratulación é a derradeira entrega da road movie do progresismo dende
o «asalto aos ceos», pasando polo «cambio», ata a escusa da suposta
real politik: «pouco se pode facer», «non é tan doado dende dentro»
—xa non se lembran de que «dende fóra» moitos xa advertiran de tal
«descubrimento», así como do ermo que supón o parlamentarismo
burgués para as aspiracións dos explotados. Igual que na conxuntura
que atopou Lenin, hoxe en día o reformismo é un escollo principal se
se trata de dobrar a vara a prol dos intereses da clase obreira.

VIII. No medio da exacerbación das contradicións «todo canto é


sólido esvaécese no ar», tódalas categorías e certezas tórnanse inesta-
bles, e isto inclúe tamén á epistemoloxía. Un caso curioso disto ocorre
co chamado «terraplanismo». Os fregueses da teoría da terra plana
adoitan ser obxecto de escarnio polo absurdo da súa proposta, a cal
preséntase contra as certezas máis consolidadas das ciencias naturais:
«ata un cativo sabe dende párvulos que a Terra é esférica».
Rimos polo doado que resulta rebater a un defensor da «Terra
plana», mais aos verdadeiros terraplanistas sufrímolos no eido do
social. Se ben no eido das ciencias naturais o terraplanismo non

70
O capitalismo na UCI

ten maior percorrido que unha broma de mal gusto, non acontece o
mesmo co «terraplanismo» nas ciencias sociais ou no terreo da políti-
ca. De feito, na educación, na universidade, nos medios de comunica-
ción ou nos discursos políticos, non só se lle dá a benvida a todo tipo
de «terraplanismos», senón que estes teñen carácter hexemónico:
se atendemos, por exemplo, ás correntes imperantes nas facultades
de economía, non é certo que gardan similitude —dende o punto de
vista epistemolóxico— co terraplanismo na súa cegueira cínica e na
defensa ultra do absurdo?
Resulta impensable que a teoría da Terra plana tivese cabida nunha
facultade de física ou xeoloxía, mais nas facultades de ciencias sociais
atopámonos con todo tipo de místicos, xamáns, arúspices, magufos...
dando e ostentando cátedra. Hoxe non só vivimos na época da «Terra
plana»: sobre todo, son os tempos da «economía plana», a «psicoloxía
plana», o «xornalismo plano» etc. En definitiva, testemuñamos o auxe
dunha sorte de terraplanismo epistemolóxico, plenamente correlativo e
conivente respecto das necesidades de reprodución da forza de traballo
na realidade social capitalista actual.

IX. En pleno despregue de grande parte da infraestrutura precisa


para o fornecemento dos aparellos represivos e ideolóxicos de control
e vixilancia dixitais e biolóxicos (o modelo a imitar de capitalismo á
chinesa), a escusa do virus supón un pulo crucial para a súa lexitima-
ción. Seguramente, os máis que previsibles estalidos sociais e revol-
tas, de non contar cunha organización nin con unha liña combativa
clara, contribuirán aínda máis ao afianzamento da tecnovixilancia.
Está por ver se a «gaiola dixital» autoritaria será máis rendible para o
capital que o réxime democrático actual.

X. Co imperio en decadencia, co capital sumido nun despunte da


crise sen precedentes, coa potencia (xa non tan) hexemónica atacada de
neurose e no medio dunha pandemia, coa destrución das forzas produ-
tivas (cuxa forma máis destilada é a guerra total), como xa foi noutras
ocasións, resulta cada vez unha opción máis atractiva como medio para

71
Rubén Moralejo Silva

resucitar a acumulación. O capitalismo está en coidados intensivos, é


o «rei que se cre rei» por algunha calidade propia, cando somos nós,
seus súbditos, quen o sostemos. A burguesía é quen non ten alternativa:
ou continuar avivando as lapas da explotación, ou perecer. Semella
un momento idóneo para intervir. Mais esta intervención, igual que a
extensión do capital, ten que ser global.
Cómpre pór en marcha canto antes a infraestrutura e as defensas
necesarias dunha rede obreira internacional que teña a capacidade de
estar á altura das circunstancias. Un bo camiño por comezar a percorrer
é o de repensar e rehabilitar a folga, e incluso dirixir os nosos esforzos
cara á promoción e organización dunha folga mundial indefinida que
sexamos quen de manter no tempo (sosténdonos nunha organización
solidaria de axuda mutua), custe o que custe. «Pensa globalmente,
actúa localmente» ten que se inverter: actúa globalmente, pensa local-
mente. Na era do imperialismo, da universalización da lei do valor e,
con ela, do seu corolario de políticas económicas reaccionarias e da súa
violencia, só dende a solidariedade global entre as clases explotadas
pódese crear efectivamente un espazo para pensar o local.

72
Dez notas sobre o
confinamento
Manuel Outeiriño1
1. A situación é comparable a estarmos nun túnel, non nun pozo.
Saír dun pozo fondo, como saír dunha ditadura, é difícil. Saír dun
túnel é o normal. Os túneles fanse para atallar. A medida cautelar do
confinamento tomouse para atallar os efectos da pandemia. É certo,
porén, que os túneles longos fanse pesados.

2. Un dos beneficios do confinamento é que, perante o frenesí do con-


sumismo compulsivo, pode axudarnos a descubrir a virtude da modera-
ción, da que falara Aristóteles na Ética a Nicómaco. No consumismo com-
pulsivo podermos incluír tamén a necesidade que algúns coitados teñen de
tragar e repetirnos consignas alarmistas e simplistas. Perante as consignas
da política de bandos que alimentan algúns, convén lembrar a virtude da
moderación e o cultivo da amizade do que falaba a ética nicomaquea.
Perante os comungantes de rodas de muíño que muiñan a desesperación
en bandos e os bandos da desesperación, serenidade.

3. Os días de reclusión doméstica quizais nos fixeron reparar na


intensidade emotiva dos espazos íntimos. Peter Sloterdijk, nun dos
volumes da súa triloxía Esferas (coido que o primeiro, subtitulado
Burbullas) falou sobre o mundo doméstico e «os espazos de violencia
emocional», que son aqueles nos que estamos expostos, sen defensas
nin prevención, ás emocións no seu brusco xurdir. Da «violencia emo-
cional» do espazo íntimo, no que andamos sen coiraza, podemos apren-
der moito: aprendemos logo a coñecer a volubilidade dos sentimentos

1. Profesor na Facultade de Xornalismo da Universidade de Santiago de Compostela (USC). Escritor.

73
Manuel Outeiriño

humanos e como temos que facer para que, malia a volubilidade, non
cheguemos a situacións absurdas nin indesexables.

4. O confinamento deunos ocasión de ver como se pode usar a


técnica para a mediación e reconstrución proactiva da vida social. En
troques de dar na manía organizativa e na obsesión do control, convén
usar os aparellos técnicos para facilita-la cooperación áxil e o exercicio
da intelixencia. Sobre o crecente peso da mediación técnica na vida
social, hai informacións moi interesantes no libro de Nick Couldry e
Andreas Hepp, The Mediated Construction of Reality (2016).

5. Cornelius Castoriadis (1985) nunhas reflexións sobre «raciona-


lidade» e «desenvolvemento», cuestionaba a idea de que o desenvolve-
mento ilimitado da produción e as forzas produtivas fose o obxectivo
primordial da existencia humana. A idea de que só o que se pode contar
é o que conta, uniuse no ideario moderno á idea de que non hai límites
para os poderes e posibilidades da razón e que a razón por excelencia
son as matemáticas. Castoriadis dicía que a unión desas dúas ideas
deu lugar ó mundo moderno e que se expresou en tódalas ideoloxías
do «progreso»: como non hai límites para o avance do coñecemento,
tampouco hai límites para o avance do poder ou da «riqueza», logo as
limitacións teñen valor negativo e deben superarse. Estes días vimos
que non é necesariamente así.

6. Vicente Risco publicou en 1926 a irónica noveliña A coutada, que


fala dun confinamento rural utópico e dunha actitude distante a respecto
da actualidade do mundo burocrático moderno. Seguramente pague a
pena volver ler A coutada —e tamén preguntármonos se esta «novela
doutrinal» é interpretable en temos do que Marx e Engels chamaron so-
cialismo reaccionario na terceira sección do Manifesto comunista.
O confinamento do que se fala n´A coutada pode dar pra matinar
en que tipo de idilios soñamos. Porén, o intercambio de información
científica durante esta pandemia do coronavirus dá para celebrar a
nosa capacidade de cooperar.

74
Dez notas sobre o confinamento

7. As restricións de actividade puxeron a moita xente en graves


dificultades económicas. Quizais chegou o momento de tomar en
serio argumentos a prol do salario social universal coma os que
expuxo Rutger Bregman no libro Utopía para realistas.

8. É posible que o confinamento permitise vivir máis pausadamen-


te ou, polo menos, ofrecese outras maneiras de levar o tempo. Non
sei se pensar é decelerar, pois non sempre pensar é analizar vagarosa-
mente. Algunhas intuicións poden compararse a aceleracións. Porén,
mesmo pra acelerar e ter intuicións temos que xuntar primeiro vaga-
rosamente percepcións, experiencias e conceptos. É posible que certas
velocidades leven á alienación, como expuxo nun dos seus libros o
filósofo Hartmut Rosa. É posible que o mundo da técnica e da cre-
cente conectividade produza o sobrequentamento da vida social e a
desestabilización da identidade que estuda o antropólogo noruegués
Thomas Hylland Eriksen. No mellor dos casos, o cambio de ritmo do
confinamento, tamén nos pode axudar a contrastar se, como apuntou a
socióloga Judy Wajcman, quizais os aparellos de comunicación elec-
trónica nos axudan a organizar e aproveitar mellor o tempo.

9. O confinamento pode lembrarnos a importancia do que temos


a man e do próximo. Vivimos hoxe no mundo da compresión espa-
zo-temporal da que falou David Harvey no libro The Condition of
Postmodernity (1989). Perante a indistinción do próximo e o distante,
perante a «indistancia» da que xa falara Heidegger no ensaio A cousa,
penso que paga a pena lembrar que é o coñecemento do próximo e a
apreciación das distancias curtas o que nos pode axudar a entender o
que é grande e distante. Coido que é máis doado imaxinar o que é un
quilómetro se antes percibimos o que é un metro, ca imaxinar o que
sexa un metro despois de percibir ou camiñar un quilómetro.

10. Unha amiga preguntoume se intuía cambios de organización


social e económica despois do confinamento. A verdade é que non
intúo cambio ningún. Sinto dicir, máis ben, que son un escéptico que

75
Manuel Outeiriño

quere ser escéptico co seu propio escepticismo. (A frase esta, que


me gusta moito, seica é de Hegel.) Como dixen, non intúo; porén, si
que podo dicir como que gustaría que fose a nova situación de orga-
nización social e vou ser levemente optimista. Gustaríame crer que,
despois deste confinamento con restricións de movemento quizais ex-
cesivas a xente volva pensar no que Herbert Marcuse expuxo nunha
conferencia de 1968 titulada A fin da utopía, que está recollida nun
libro homónimo. Dicía alí, para os estudantes en folga da universi-
dade de Berlín (e nun momento histórico no que tamén os estudantes
das universidades de California, de México e de París se revelaban
contra a brutalidade e incoherencia das sociedades contemporáneas,
pero, nomeadamente contra a brutalidade da guerra do Vietnam), que
nas sociedades avanzadas, o desenvolvemento da ciencia e da técnica
permitiría que todos puidésemos vivir decentemente traballando tres
ou catro horas ó día e contado logo co resto do tempo para estudar,
investigar, desenvolver propostas artísticas ou, sinxelamente, vivir.
Marcuse consideraba que, se nas sociedades avanzadas non se orga-
nizaba a vida social para que todos puidésemos vivir minimamente
ben traballando unhas cantas horas ó día, non era por ningún tipo
de imposibilidade material nin técnica, senón por falta de vontade
política. Oxalá que agora os que forzadamente se viron con tempo de
lecer se decaten de que o tempo vale tanto ou máis có ouro. Quero
crer que, ó remate do confinamento, algúns tamén se decatarán de
que non sempre os aparellos electrónicos facilitan o traballo, senón
que nos obrigan a protocolos que fatigan e rouban tempo.
Gustaríame, porén, que a organización social posterior ó confinamen-
to sexa menos disciplinaria e non acepte sen máis temores infundados.

76
A «minoría de idade»
como síntoma pandémico
Fernando Ramallo1
1. O confinamento evidenciou múltiples contradicións nas
formas de vida dominantes no capitalismo

A pandemia constitúe o momento histórico recente máis relevante


para evidenciar as contradicións que permiten recoñecer as innume-
rábeis miserias do capitalismo para o benestar da especie humana e
do resto da vida sobre a Terra, incluídos algúns virus —non «veleno-
sos»— necesarios para garantir o equilibrio da natureza. Foron sufi-
cientes unhas poucas semanas para comprender de primeira man que
unha parte relevante das rutinas máis perniciosas para a humanidade
son innecesarias para unha boa parte da poboación, cando menos nas
formas maiormente explotadas no sistema-mundo no que habitamos.
Así, nas cidades, a maioría da poboación acaba de respirar o aire máis
limpo de toda a súa vida. A contaminación descendeu notabelmente,
da forma máis certa posíbel, isto é, coa redución do consumo fetichista
de mercadorías como o petróleo e os seus usos individuais. Ademais,
puidemos asistir á evidencia da miseria pola que transitan moitos dere-
itos humanos neste modo de produción de riqueza para uns poucos e de
escravitude para a inmensa maioría: dende a vida, a saúde, o traballo,
ou a vivenda digna (non poden convivir en 60 metros cadrados familias
con 4 ou máis persoas). O «abandono» das persoas de maior idade en
centros residenciais, moitos deles en condicións inaceptábeis, é tamén
unha contradición propia deste momento histórico. Aqueles e aquelas
que coidaron de nós, agora son coidados en espazos alleos.

1. Profesor na Facultade de Filoloxía e Tradución da Universidade de Vigo. Sociolingüista.

77
Fernando Ramallo

En definitiva, estes meses de confinamento (e os que virán de


aquí en diante ata a chegada da vacina) deben ocupar un espazo
central no sistema educativo para analizalo en todas as súas dimen-
sións, pero, sobre todo, como o que supón precisamente para resca-
tar a ideoloxía da súa falsa naturalización.

2. A manipulación é contaxiosa e supón o eixo ideolóxico para o


fortalecemento e a reprodución da «minoría de idade»

A pospandemia non debe consistir fundamentalmente nunha lem-


branza emocional, senón que ha ser o motor da superación global
da «minoría de idade», do suxeito alienado e da falsidade que ca-
racteriza os relatos dominantes sobre o benestar social. Agora, para
iso cómpre recoñecer a urxencia da verdade no punto de partida da
construción social, política, científica. Pero iso apenas pode lograrse
con medios de comunicación orientados a garantir a fidelidade ideo-
lóxica —en tanto que voz do seu amo— como espazos privilexiados
para mobilizar o pánico, fortalecer a manipulación e chuchar todo
intento de superar esa «minoría de idade» que garantiría o fomento
do pensamento autónomo, crítico, emancipador e revolucionario. En
definitiva, na pandemia e, sobre todo, na pospandemia os medios
teñen un papel clave na distorsión informativa que serve para fortale-
cer a represión inherente ao colapso.

3. A pandemia como mercadoría

No sistema capitalista, toda crise produce o seu propio suxeito


e a súa propia mercadoría. O coronavirus está chamado a debilitar
todo menos o capitalismo, que sairá reforzado como modo de pro-
dución fortalecedor do pánico ideolóxico que supón imaxinar unha
sociedade igualitaria, libre e solidaria. A proba é que é moito máis
doado imaxinar o fin da vida na Terra có fin do capitalismo, tomando
prestadas as palabras de Fredric Jameson. Agora ben, a esperanza
de ver máis cerca o seu final, cientificamente demostrado por Marx,

78
A «minoría de idade» como síntoma pandémico

témola diante de nós. Asistimos a un neokeynesianismo fundamental


para que nos deamos conta de que o público é a única solución, unha
vez que a riqueza está creada e só queda o seu reparto equilibrado,
xusto e necesariamente democrático; isto é, unha riqueza cuxo des-
tinatario final non pode ser outro máis que o suxeito proletario. De
aí esa necesidade imperiosa de superar a «minoría de idade» á que
fixemos referencia no punto anterior.

4. O experimento funcionou

O teletraballo masivo adiantouse unha década. O máis preo-


cupante disto é a experiencia das telereunións, debido ao control
que se exerce na procura de acordos por quen dirixe, domina etc.
a reunión virtual. Será moito máis doado despolitizar o conflito
porque sen interacción cara a cara, a «motivación» para o combate
descende, sobre todo canto maior sexa o número de participantes.
No caso concreto da teledocencia, en todos os niveis educa-
tivos o experimento constatou unha perda importante de interac-
ción, o que é un notorio paso atrás. Para o profesorado que dá
apuntes, os cambios son menos relevantes. Para aquelas e aqueles
que traballan en concepcións de ensino-aprendizaxe diferentes, o
retroceso é evidente.

5. Na pandemia psicolóxica á que nos acostumamos e que se for-


talecerá co tempo, cambiará radicalmente moitas relacións sociais

Ata a chegada de vacina (finais do 2021 ou inicios do 2022,


segundo os cálculos realistas) o mundo na rúa será moi diferente ao
que estamos acostumados. Temos un desafío por diante para o que non
estamos preparados. Veremos como manexamos a responsabilidade
por coidarnos e non entorpecer os coidados das demais persoas e o
pracer de compartir proximidade, espazos, contactos etc. En parte, a
pandemia psicolóxica favorecerá a resiliencia e a aceptación dunha
mingua de liberdades sen precedentes en épocas recentes.

79
Fernando Ramallo

6. A máis confinamento, menos ilusión na revolución. Pasadas


as primeiras semanas, todo se ve con «normalidade», menos o
cansanzo mental

O estado de alarma foi un «acontecemento desprazado», precisa-


mente por ser o exemplo máis evidente das condicións materiais que
permitirían iniciar unha transformación radical nas formas de pro-
dución e de distribución da riqueza. En definitiva, da superación da
alienación. Fronte a isto, asistimos ao reforzo dun suxeito vulnerábel,
resiliente e «comprometido» coas consecuencias liberais. En defini-
tiva, a pospandemia suporá un retroceso xeracional de incalculábeis
dimensións. Seremos o que eramos, non o que somos.
É dicir, momentaneamente transitamos pola esperanza de cambio,
mais o capital puxo todos os seus recursos para silenciar os ecos da
superación. Para algunhas persoas, entre ás que me identifico, con-
finarnos comprendémolo como unha necesidade, non xa de saúde
física, mais de saúde política, mental, crítica, revolucionaria. Vimos
a esperanza de cambio, aínda que, co inicio do desconfinamento, esta
esperanza converteuse nun trauma. Así, o regreso á «normalidade»
produciu en moitos de nós desánimo, incerteza e frustración, especial-
mente polo que precipitou entender aínda máis de preto a alienación
humana. Dito con outras palabras, o confinamento abriu a esperanza
nun mundo mellor; esperanza que se diluíu ás poucas semanas nunha
sorte de harmonía melancólica arredor da solidariedade do pobo, en
beneficio dos de sempre.

7. Ao rematar todo isto, haberá un novo suxeito político e


social que estará chamado a reproducirse e a ocupar espazos
públicos relevantes

Como dixemos, toda crise xera o seu propio suxeito. Esta pandemia
non é allea a iso. Cal é ese suxeito? A resposta non é doada e debemos
estar atentos á evolución da crise para ir identificándoo. Nada fai pensar
que sexa un suxeito emancipador, senón, máis ben, un «intérprete»

80
A «minoría de idade» como síntoma pandémico

desde as lóxicas do poder, resistente –ata onde esas lóxicas o permitan–,


reiterativo e dinámico coas reclamacións sociais e colectivas, mais sen
superar os límites da aceptación do capital. En consecuencia, un opor-
tunista reprodutivo, que mobilizará aparentes novas narrativas, pero
sempre acorde coa orde establecida, incluída a nova normalidade.

8. A OMS como exemplo da racionalidade política

Fronte á razón capitalista que rexe nos gobernos e nas institucións


políticas supraestatais, a OMS traballa arredor da verdade e non cae na
fetichista mercantilización da pandemia. Sustenta a súa responsabilidade
na ciencia, afastándose tanto dos falsos triunfalismos coma dos tráxi-
cos agoiros. Como organismo que depende das axudas económicas dos
estados, a súa independencia é silenciada cando non encaixa na lóxica
do capital, como ben pon de manifesto a decisión do goberno de Trump
de retirarlle o apoio económico precisamente durante a pandemia. Eis o
exemplo máis representativo da antítese entre democracia e capitalismo.
Adicionalmente, un exemplo simbólico e significativo das lóxicas
diverxentes polas que transcorre a OMS podemos vela na discusión
sobre as supostas bondades que entraña a promoción da máscara, cando
está cientificamente demostrado que a meirande parte dos exemplares
desta mercadoría non garante unha protección axeitada, tal como si o fai
a distancia de seguridade, insuperábel para o virus. A máscara cumpre
as súas verdadeiras funcións como mercadoría: enmascarar o rostro,
as emocións, o humor, a palabra; e cosificar as persoas e as relacións
sociais. En definitiva, non (necesariamente) protexe; porén, oculta!

9. A pandemia da pobreza

A poboación máis nova ten por diante un mundo incerto, afasta-


do dos referentes que permitiron manter o «tenso equilibrio» no que
desenvolveron o día a día as xeracións previas. E isto é especialmente
así en tempos nos que a lectura fecunda, a que fai pensar, a que axuda
a comprender os acontecementos e a verdade está desprazada en boa

81
Fernando Ramallo

parte da mocidade. Cada vez nos movemos máis no que Paulo Freire
denominou nos anos 1970 «educación bancaria», fronte á «educación
problematizadora»; isto é educar para a submisión fronte a educar para
a superación da «minoría de idade». Que «opio» é preciso abolir para
que flúa na mocidade o xermolo da revolta favorecedora dunha nova
sociedade que mellore o mundo en todas as súas dimensións?

10. A lingüística política, ferramenta indispensábel para


superar as estratexias comunicativas vertebradoras da «doutrina
do shock» (Naomi Klein)

Cómpre superar o mantra de que a linguaxe só serve para a co-


municación, ou mesmo que a comunicación é a súa principal función.
Reivindicamos a lingüística política como perspectiva teórica para
estudar as relacións sociais de significación que se elaboran arredor
de moitos conceptos sobre os que se elabora a narrativa dominante da
sociedade, singularmente en tempos tan críticos como os do shock.
Sirvan como exemplo os seguintes: saúde, vida, (des)igualdade, resis-
tencia, consenso–minorización, conflito–emancipación, neutralidade,
democracia, comunismo, resiliencia, sacrificio, esforzo, xustiza, ideo-
loxía, normalidade ou dependencia. Dito con outras palabras, o habi-
tual desenganche dos significantes e dos significados nos procesos de
significación acelérase a medida que o capitalismo se expande, o que
favorece, cada vez máis, a introdución «naturalizada» do ideolóxico
como forma estratéxica de manipulación, como está sendo evidente no
caso da pandemia e da pospandemia.

82
Rachar o Black Mirror
Francisco Sampedro1
Instrúanse, porque teremos necesidade de toda a súa intelixencia.
Mobilícense, porque teremos necesidade de todo o seu entusiasmo.
Organícense, porque teremos necesidade de toda a súa forza.
(A. Gramsci).

1. A filosofía vai rezagada a respecto da realidade. O seu labor


precisa de certo distanciamento verbo do concreto dado. Neste
sentido, a máxima hegeliana fica incólume: a curuxa de Minerva
levanta o voo ao anoitecer, cando todas as vacas son negras. Ante
unha ameaza real, como dixera Žižek xa fai tempo, non se necesita
da filosofía, senón da ciencia. Porén, aquela precísase para tratar das
consecuencias posíbeis da pandemia. A filosofía —que se move en
espiral— ademais, trata da composibilidade entre ciencia e política,
condicións dela. Por exemplo, denunciando a necropolítica que non
vacila en sacrificar a ciencia —e as vidas que esta pode salvar— en
aras da economía. Por outra parte, a expresión do «post-mundo» (do
mundo após a pandemia) fíxose xa omnipresente. Polo tanto cómpre
reflexionar. Nada vai ser como antes, e debemos pensar a que teremos
que nos enfrontar, que perigos neutralizar, que nocivas intensifica-
cións presumir ou detectar.

2. Deixando a un lado o obvio —o confinamento é absolutamente


necesario para a saúde—, non resulta moi aventurado que, a posteriori,
a experiencia do confinamento sirva —noutra orde de cousas— como
unha caste de ensaio xeral. Como afirma lucidamente J.D. Sánchez
Estop: «Nós acostumámonos ao confinamento, pero eles se acostuman

1. Ensaísta.

83
Francisco Sampedro

a usalo». Moitos pensadores advirten sobre o perigo de que esta crise


poida ser un ensaio xeral para confinamentos por vir.

3. O resultado máis probábel da epidemia é que prevaleza o killer


capitalism: deixaranse morrer aos enfermos sen recursos e a moitos
anciáns (a xerontofobia está á orde do día), os traballadores terán que
aceptar niveis de vida moito máis baixos. O panorama é sombrío:
xente desempregada ou con salarios de sobrevivencia, mendicidade
acentuada, zombies atemorizados por un futuro para o cal non foron
convocados a participar. O control dixital das nosas vidas volverase
unha característica permanente. A distopía de Black Mirror achegán-
dose paulatinamente á realidade. A loita consistirá en establecer cal
será a forma social que substitúa a Nova Orde Mundial capitalista
liberal, dado que esta púxose xa en marcha para configurar a «nor-
malidade» a seguir. O actual réxime —sabémolo— non está para
salvar vidas, senón para manter unha taxa de ganancia aceptábel, e,
con tal fin, implementará estratexias políticas que usan as crises para
profundizar sistematicamente nas desigualdades, enriquecendo ás
elites e afeblecendo aos demais. Cando xa non creando, renovada, a
condición de auténtico «paria». Xa non se tratará dun racismo étnico
(que, obviamente, tamén), senón dun racismo de clase, agudizando
aliás o clasismo da pequena e mediana burguesía verbo das clases
«baixas», e a súa identificación estúpida —por inxenua e imaxina-
ria— coas clases «altas». A agresividade e o desprezo por eses outros
está a expresar, en realidade, o pánico ante a probabilidade da caída
na escala social. Nada novo historicamente: resulta máis cómodo e
menos perturbador atopar chivos expiatorios nos «lacazáns» (men-
digos, parados, pensionistas, estranxeiros...), aos cales nos vemos
obrigados a manter co noso traballo —lembremos a «épica» frase
lanzada por unha tipexa do PP no congreso: «que se jodan!!!»—, que
abordar a crítica radical do Amo, responsábel da situación de miseria
e da angustiosa ameaza da perda do status. A saída perversa radica,
pois, na hostilidade cara aqueles que poderían ser os meus pares, e
non cara os meus superiores.

84
Rachar o Black Mirror

4. Parellamente dáse unha crise que afecta a todo un sistema de


valores, implicando unha elección que atinxe á representación da
comunidade, e á concepción do que sexa a humanidade. Verémonos
abocados a elixir entre dúas alternativas. A reactiva: o nihilismo,
a pulsión de morte, o recelo do outro, o egoísmo, a atomización, o
retrotraemento individualista, o sentimento de continxencia abso-
luta. A tentación «existencialista» supón a submisión xeneralizada
ao mundo organizado polo capitalismo globalizador e a desmobili-
zación xeneralizada. A positiva: o anceio de vida, a necesidade da
produción desalienada, a comunicación interindividual e colectiva. O
imperativo racional de rebelarse contra todo o horror construído polo
neoliberalismo.

5. A sociedade modelada e transformada pola pandemia fai de


nós mónadas illadas. Baixo esta perspectiva, o distanciamento agora
introducido pola crise epidémica abondaría na aceleración escabrosa
no proceso capitalista de segregación individual e decomposición da
esfera pública na sociedade civil. O que antes era unha condición de
isolamento máis existencial que material, cobraría forma física.

6. Cómpre facermos o dó da pandemia sen caer no reverso me-


lancólico, que conduce á servidume voluntaria, á inercia, ao medo e á
depresión. O desengano ante o vello que morre e a impotencia de non
saber como facer nacer o novo, constitúe un momento de indecisión
apto para que aflore a deserción ante unha situación límite. Se as masas
non están sostidas por unha armazón crítica, por unha vontade de poder
transformadora, caerán na compulsión de repetición, unha das facianas
da pulsión de morte. Cómpre desfacernos das paixóns tristes, ao xeito
spinoziano, e saír do círculo sous le soleil noir. Necesario, pois, dife-
renciar entre a depresión melancólica —a famosa sombra do obxecto
caendo sobre o suxeito— e o sostemento do ideal mediante o traballo
do duelo. E aquí, desde logo, «traballo» non ten as connotacións de
alienación ou explotación, antes ao contrario: é a praxe creativa que
permite, xustamente, recrear o ideal facéndose cargo dos efectos de

85
Francisco Sampedro

verdade que o puxeron en crise, rexenerar ese mesmo ideal adaptado


ás novas condicións espertadas pola crise.

7. Por outra parte, existe un perigo real de regresión, para o que temos
que estar vixiantes. Vaise crear un baleiro, e non sabemos quen o encherá.
A incertidume —xunto coa falta de seguridade— conduce ao pánico, e
o pánico —non só el, por suposto— pode conducir ao neofascismo, na
súa versión de extrema dereita, ou de dereita «desacomplexada», como
algúns gostan proclamar. Faise necesario deixar de tratar no Estado a Vox
coma un «tigre de papel», aínda que só fose polo seu rol, escorando á
dereita tradicional cara ao fundamentalismo. Debemos lembrar máis que
nunca a proposición de Gramsci segundo a cal a paréntese entre o vello
que morre e o novo que non acaba de nacer, produce monstros. Arestora xa
temos varios síntomas deles: os matóns uniformados (con barra libre para
os seus desmáns), o machismo libre e acochado nas alcobas, o descaro da
Igrexa que inclúe no seu carácter de alcaiote da miseria a oposición á renda
básica, o rexeitamento ao dereito á existencia.

8. Con todo, as autoridades ficarían aterrorizadas se soubesen,


non só que non controlan a situación, senón tamén que nós, os seus
súbditos, sabémolo: agora quedou exposta a impotencia do seu poder,
cal rei espido. De súpeto, o pobo debe saber que o xogo rematou. A
pandemia do coronavirus tan só fixo aínda máis visible a fraxilidade,
a insostibilidade, a inxustiza e a desigualdade inherentes ao actual
sistema económico mundial que segue as regras do capitalismo
neoliberal. Pero tamén desatou emocións que, se as encamiñamos
axeitadamente, poden conducirnos a reflexións frutíferas que xeren
as condicións necesarias para unha transición sistémica, consciente e
planificada cara á unha sociedade libre e igualitaria, na que se produza
e se consuma menos, pero na que gocemos de maior benestar, máis
tempo de lecer, máis coidados.

9. É necesario opor (novamente) con urxencia a ciencia á doxa


(función propiamente filosófica, cal alfandagueiro que non permite o

86
Rachar o Black Mirror

contrabando ideolóxico), construír o pobo fronte a plebe, o demos no


lugar do okhlos. Transformar as solidariedades estúpidas en solidarie-
dades e alianzas reais e frutíferas. Pasar das cerimonias dos aplausos
á firmeza constitutiva da vontade igualitaria. Un exemplo gráfico: a
imaxe dunha enfermeira na marquesiña das paradas de bus londinien-
ses dicindo: I can’t eat applause!!! Maybe vote for someone sensible
next time eh? É evidente que unha solidariedade real provocaría unha
grave preocupación no comité central da oligarquía planetaria.

10. É preciso seguir adiante, reivindicar, debater e impor unha folla


de ruta emancipatoria, e promover o entusiasmo cara ao horizonte da
democracia socialista. Para iso cómpre apostar polo fomento dunha
política de masas, pola proxección dun novo suxeito comunitario
fronte ao vello suxeito fatigado, conformista, atomizado, dobregado,
esgotado, característico do capitalismo serodio, inimigo da humani-
dade xenérica. Contra este todas as forzas son poucas, e coa deter-
minación do pobo galego na procura da súa soberanía, aliado nunha
Internacional máis necesaria, se cabe, que nunca, converteremos os
nosos lexítimos desexos en realidades efectivas.

87
Decrecemento ou barbarie
Iolanda Teixeiro Rei1
Hai dúas tendencias principais e confrontadas que apontan ao
mundo tras a pandemia, o Decrecemento ou a Barbarie, ou se se quere,
unha sorte ben de Ecosocialismo ou ben de Ecofascismo. A pandemia
é un tipo de acelerador de partículas dos conflitos sociais creados polo
capitalismo da globalización que nos catapulta a esa encrucillada á
que, anque máis de vagar, xa encamiñabamos. Encrucillada con certas
semellanzas ao ascenso do nacionalsocialismo mais con tecnoloxía
5G, ao nos someter ao Big Data no canto do Big Bang.

1. Están aínda por estudar as consecuencias políticas e psicoso-


ciais da inoculación de medo e pánico nunha poboación confinada e
inerme sometida a un estado de excepción encuberto onde a guerra
de clases solápase nunha dixitalización forzosa das nosas vidas baixo
a coartada da seguridade sanitaria (banca móbil, pago electrónico,
teletraballo, compras online, comunicación dixital…). A sociedade
vixiada é un banzo máis na explotación capitalista a desbotar máis
mercadoría operaria, son as primeiras evidencias da postpandemia.
As persoas sumamos unha sorte de refugallos que xunto aos sociais,
organizativos, burocráticos, informacionais... imos fornecendo o ver-
quedoiro das externalidades. Na cobiza da plusvalía é paradoxal que
a humanización dos robots conviva coa robotización dos humanos. A
un tempo, multiplícase a fenda entre as sociedades tecnoloxizadas e
as que viven á marxe da realidade virtual sofrendo as consecuencias
da nosa pegada ecolóxica. E como o Crecemento crea desigualdade,
para combater este devalo cara ao Ecofascismo ábrese a urxencia de
artellar a transición decrecentista.

1. Pedagoga social. Rede de Decrecemento Eo/Navia-Bierzo-Galiza.

89
Iolanda Teixeiro Rei

2. O Movemento polo Decrecemento ten as políticas máis axeitadas


aos problemas fundamentais de hoxe, servindo como freo tanto ás ten-
tativas Ecofascistas como ás Ecocapitalistas mascaradas de falacias eu-
femísticas: Capitalismo erde, Capitalismo Sostíbel, Crecemento Cero ou
Economía Circular. O peak oil co esgotamento das enerxías fosilistas e
dos recursos minerais xunto á gravidade do cambio climático cos actuais
niveis de consumo, abocan aos modelos económicos crecentistas ao
colapso total. De aí a necesidade de pasarmos dunha economía baseada
na circulación a unha de estado estábel. A esquerda, para merecer hoxe
ese apelativo, ten que crebar co mantra do Crecemento.

3. A Globalización, co movemento de persoas, animais e merca-


dorías polo planeta —alén de acentuar o cambio climático co risco de
liberación de microbios e bacterias pola fusión dos glaciares e o per-
mafrost— foi o factor determinante nesta pandemia. A elo contribuíu a
perda de biodiversidade, co espallamento dos monocultivos das Corpo-
racións en todos os territorios que lles foron saqueados ás comunidades.
A solución non pasa por medidas de control social que nos leven a un
permanente estado de excepción con recorte de dereitos fundamentais
como o de circulación, reunión, expresión..., senón pola transición cara
un sistema social igualitario, un cambio de paradigma que poderá ser
liderado polos movementos ecofeministas do Sul Global. Mentres no
Occidente teremos de pór en marcha as políticas dos 9R como alterna-
tiva ao capitalismo. (Reducir, Repartir, Restrinxir, Relocalizar, Reparar,
Reutilizar, Reverter, Reciclar e Redeseñar).

4. Transitar cara un novo modelo enerxético baseado na redución


de consumos e nas enerxías renovábeis mediante programas sociais
de empoderamento enerxético e autoxestión dos recursos territoriais
para combater o cambio climático e facer real a solidariedade Nor-
de-Sul. A eficiencia enerxética por si mesma non evita unha guerra
polos recursos nin leva implícita unha redución dos consumos senón
que, pola contra, conleva sempre un aumento nos mesmos (efecto
rebote ou paradoxo de Jevons) polo que a conciencia da necesidade

90
Decrecemento ou barbarie

de reducir muda nun elemento fundamental na distribución equitativa


de recursos nun mundo de escaseza enerxética.

5. Perante o perigo real de desabastecemento alimentario dos


mercados globais é prioritario planificar políticas de Soberanía
Alimentar. Impulso á economía de proximidade. Creación de redes
cooperativas de produción-distribución-venda de produtos de primei-
ra necesidade fóra dos circuítos das Grandes Corporacións e Distri-
buidoras que monopolizan os supermercados. Impulsar os mercados
e feiras tradicionais, Grupos de Consumo, Ecohortos e Comedores
Sociais. Así como a recuperación dos traballos artesanais e redes
comunitarias de coidados que doten ao nosos territorio de resilien-
cia ante un peche de fronteiras. Políticas sociais de ocupación de
vivendas baleiras e co-vivendas garantindo ese dereito básico. Renda
Básica Universal para garantir a cobertura das necesidades básicas e
combater a explotación laboral. Aínda certa de que esta renda ten a
súa problemática e non é compartida por moitos decrecentistas.

6. Política de potenciación de industrias agroecolóxicas, gan-


deiría extensiva e recuperación de usos comunais do monte e
cultivo ecolóxico das rías. Eliminación de monocultivos tanto na
terra como no mar, empobrecedores de territorios e destrutores de
ecosistemas. No caso galego, peche de Ence e deseucaliptización.
Deslobbizar o cultivo das rías. Desurbanizar, con políticas de apoio
á fixación de poboación rural. Porque o mundo postfosilista ha ser,
por forza, un mundo máis rural.

7. Cidades en Transición. Mobilidade sostíbel (peonalización,


transporte público, bici e tren) que nos voltará o territorio e o tempo de
vida que nos rouba o culto á velocidade e á distancia. Uso restrinxido
doutros medios de transporte como aéreos ou cruceiros. Amplas zonas
verdes e protección de ecosistemas. Recuperación de espazos comu-
nitarios en autoxestión pulando a comunidade coidadora e as redes de
resiliencia e apoio mutuo.

91
Iolanda Teixeiro Rei

8. Educación Pública e Laica en tránsito cara modelos decre-


centistas en réxime de autoxestión. Políticas educativas cooperativas
vencelladas ao Territorio e con progresiva participación comunitaria.
Transversalidade e flexibilidade de agrupamentos e centros de interese.
Capacidade crítica no uso da interrede.
Sanidade Pública e Universal. Dotación de recursos humanos
e materiais. Investimentos en prevención, formación e investiga-
ción. Incorporación de terapias alternativas validadas. Control da
dependencia das farmacéuticas. Saúde ligada a un control estrito
da alimentación eliminando os agrotóxicos na cadea alimentaria.
Saúde mental relacionada cunha muda dos ritmos vitais e coa recu-
peración das relacións comunitarias.

9. Potenciación de políticas de autoxestión cultural co fomento da


creación máis que do consumo. O lecer como medio de mudar os estilos
de vida consumistas e recuperar a sobriedade e a noción de cultura como
creación colectiva fronte á sociedade do entretemento. Políticas destinadas
a evitar a mercantilización da cultura e da ciencia. Uso crítico das redes
sociais de cara a destecnoloxizar. Anque a derradeira resistencia sexa a
fe na tecnoloxía, esta non resolverá os problemas ambientais nin sociais.
Combater o capitalismo da vixilancia que dixitaliza as nosa vidas, certos
de que co devalo enerxético haberá que se preparar para o derrube das
grandes infraestruturas e a crise da sociedade tecnolóxica.
Turismo sostíbel, coa potenciación dun turismo cultural e de natu-
reza evitando a xentrificación e o turismo de masas teledirixido. (Léase
efecto praia das Catedrais, banco de Loiba ou Fuciño do Porco en
Galiza, ou fenómeno Harry Potter en Porto).

10. Medios de comunicación, Mundo dixital e Publicidade. Eliminar


a publicidade como medio de financiamento dos medios e a súa oferta
coactiva de consumo. A se preparar para a creba da sociedade da imaxe
e o entretemento. Necesidade de crear empresas públicas e/ou comuni-
tarias de comunicación libres do control das grandes empresas da comu-
nicación. Temos de asegurar o dereito á información, a transparencia, o

92
Decrecemento ou barbarie

código ético evitando o control da opinión e o control social por parte


das grandes corporacións. Pois é a través dese control que configuran o
noso universo simbólico identitario na roda do consumo.

93
Xuño de 2020

You might also like